EL TUTOR DE DISCIPLINA EL SEÑOR LÓPEZ.
EVELYN ROSS, VIAJA A BARCELONA
Han pasado trece días… Evelyn Ross había pasado unos días, bastante
preocupada. Aparte de los problemas a la hora de salir de la casa en sus
desplazamientos, el día a día, tampoco había sido fácil para ella. Desde niña
había resultado tener todo lo que había deseado, nunca se le había negado
ninguno de sus deseos. Su padre, un hombre de negocios siempre de viaje por
esos mundos, apenas había pasado unos días con él, un hombre que siempre
alardeaba con sus amigos de su preciosa hija, era de lo que más solía hablar
como si ello justificase el dejarla vivir a su suerte, pero que en sus veinte
cuatro años de vida, solamente había pasado con ella, tres navidades y dos
cumpleaños. Desde niña se había criado en colegios interna, su carácter
irascible había hecho que tuviera que cambiar de internados, hasta cumplir los
dieciocho años, que paso a vivir en una residencia universitaria, en la cual,
había cursado la carrera de empresariales, pero que no acabo. A sus veinte
años, paso a vivir en la mansión familiar de los abuelos, fallecidos unos años
antes en uno de sus viajes, por un huracán en sur de Estados Unidos, viajaban
en un velero de lujo, nunca se supo de ellos, ni aparecieron sus cuerpos. Al
ser mayor de edad, dejo la carrera en la universidad, pasando a vivir a lo
grande, dando fiestas, disfrutando de la vida y como no, disfrutando de sus
automóviles de gama alta, desde Ferrari, Porche, Ford Mustang, y un utilitario
como un Lotus, todos coches deportivos. De ahí, que sus multas de velocidad y
otras, dada su despreocupación por los demás, la había llevado a tener varios
delitos, de los cuales ahora debía pagar por ellos. Lógicamente ella desconocía
por qué ahora tenía que afrontar esas circunstancias. Ella desde siempre había tenido un Tutor que
se había encargado de ella, así como de llevar sus cuentas, buscarle los
internados y pasarle una manutención mensual, además era quien siempre se había
ocupado de ella, desde niña. Así como el que se había preocupado de solucionar
sus problemas, que eran muchos.
En
cambio estos diez días habían sido de descanso para dicho Tutor, ya que otra
persona había pasado a tener esa responsabilidad. Evelyn había tratado de
averiguar cómo había llegado esta persona a su vida, pero no hallo ninguna
respuesta a sus indagaciones, al contrario que siempre había tenido las puertas
abiertas a donde fuera, en esos días no había recibido respuesta alguna y
aquellas puertas que siempre las encontraba abiertas, ahora para su decepción
habían estado cerradas.
Esos diez días pasarían a su recuerdo de
por vida, habían sido los peores que había vivido, sus cuentas estaban
canceladas, sus vehículos tenían un cepo colocado por la policía. Por primera
vez en su vida, había tenido que utilizar el transporte público. Pero lo peor
de todo, no era eso. Lo peor era las dificultades que tenía para dormir,
vestirse, o desplazarse no solo por la casa, si no, también cuando había salido
a realizar sus gestiones. Jamás hubiera pensado que ser castigada, tuviera esas
consecuencias. Las molestias en su trasero, le estaba ocasionando que tuviera
serios problemas, sobre todo los primeros días, no salió de la vivienda. El
simplemente levantarse de la cama, lo tenía que hacer con sumo cuidado, pues al
más mínimo gesto veía las estrellas al incorporarse de la cama, al vestirse,
algo tan simple como asearse, le resultaba sumamente doloroso. Se contemplaba
en el espejo mirándose el estado de sus nalgas, le daba la impresión que nunca
iban a volver a la normalidad, durante varios días estuvo con el culo completamente
morado, todo azulado verdoso, el cual le dolía horrores al andar, y ya no
digamos el sentarse, pero aún mucho peor era el levantarse, ya que estando
sentada llegaba un momento que dejaba de molestarle, siempre y cuando no
moviera el culo, si se movía, veía todas las estrellas del firmamento. Durante
la primera semana después de haber sido castigada, apenas había salido de casa,
más debido a la vergüenza de que la vieran sus amistades caminar encorvada
hacia adelante, pues se paseaba por casa arrastrando los pies, ya que el solo
levantarlos del suelo, le producían en sus nalgas dolorosos pinchazos. La
segunda semana, con molestias aun en su trasero. Intento hacer esas
indagaciones, las cuales no le llevo a ninguna respuesta favorable. Visito a su
Tutor en su casa, pero solamente encontró la puerta cerrada y de este, no sabía
nada. Era como si se lo hubiera tragado la tierra.
Los días fueron pasando para Evelyn, aun
perduraban las marcas en su trasero, aunque ya no le dolían tanto. Pero el día
fatídico para ella se acercaba, debía preparar sus maletas para desplazarse a
Barcelona. El día que iba a tomar el vuelo apareció su Tutor que la había
criado, solamente fue para hacerse cargo de las llaves de la casa, pero le fue
totalmente imposible hablar con él, había acudido acompañado de cuatro hombres
que se identificaron como miembros de la DDDV, encargados de conducirla a ella
al aeropuerto. Así es como se vio metida en el avión con destino a Barcelona,
la acompañaron hasta misma puerta de embarque, donde la dejaron en compañía de
dos azafatas que la llevaron a su asiento, todo el vuelo estuvo supervisada por
aquellas dos azafatas, incluso para ir al servicio la acompañaron.
Al llegar a Barcelona sucedió algo similar,
para desembarcar del avión la acompañaron hasta unas dependencias privadas del
aeropuerto, allí tuvo que permanecer esperando que fueran a buscarla, es lo
único que le informaron. Aquello se le estaba yendo de las manos, tuvo que
esperar dos horas en aquella sala. Cuatro mujeres vestidas iguales entraron en
la sala, se identificaron como agentes de DDDV, la instaron a que la
acompañase. Salieron del aeropuerto subiendo a una monovolumen con los
cristales oscuros. Cuando el vehículo se detuvo, bajo en el interior de un
parking subterráneo, la condujeron a un ascensor y vio que ascendió hasta la
planta veinticinco, en ese piso, se abrieron las puertas apareciendo ante ella
un enorme despacho, con cristaleras al fondo desde las cuales se podía ver toda
la ciudad. En el centro había una mesa, tras la cual había un sillón, solo pudo
ver el respaldo. Al quedar a solas, en el enorme despacho. El sillón se giró
sobre su eje, apareciendo un hombre con el cabello canoso sentado en el.
(Señor) -. Bien, Evelyn. La verdad aún no sé qué he
hecho mal. Te envié a los mejores colegios del país. Has llevado una vida
acomodada durante todos estos años, y como me pagas todos mis desvelos? Así es
como he de verte? La verdad hija, me has decepcionado. Pero nunca es tarde para
enmendarse de los errores, por esa razón te he puesto en manos de especialistas
en la mejora de la conducta.
(Evelyn) -. Papa!!! Eres tú?
Dices que así es como has de verme? Que cara más dura tienes!!! No te he visto
en años, mientras todas mis amigas, a pesar de estar en un internado
encerradas, sus padres iban a visitarlas cada mes. Yo siempre estaba esperando
que aparecieras! Y siempre tenía la misma respuesta de la directora,… “Su padre
lamenta no poder estar en su cumpleaños” “Su padre lamenta no poder estar en su
graduación” “ Su padre lamenta no poder visitarla”… Así, año tras año… Ya me
acostumbre a no verte, mientras veía en los periódicos, “Señor Ross se casa de
nuevo en Londres” “El señor Ross, cierra una negociación de miles de millones
en Catar” el señor Ross esto, el señor Ross aquello… Pero en todas esas
noticias ninguna decía “el señor Ross
visita a su hija”… Y ahora me sueltas este rollo… Te lo puedes ahorrar…
(Sr. Ross) -. Está visto que
no he sido el mejor de los padres. No
imaginas los hilos que he tenido que mover y favores a personas que jamás les
habría pedido nada, para sacarte de todos y cada uno de tus embrollos. Ya me
informaron de tus pesquisas para saber quién te había puesto en esta situación.
Ahora ya lo sabes! Tu padre! Te informo que me has decepcionado hasta un punto
que no te puedes hacer idea. Por eso te he desheredado de mi fortuna. No podrás
disponer ni de un solo céntimo más. Tu madre sabía que yo no deseaba tener
hijos, pero se las arregló para quedarse embarazada de ti. Luego va, y fallece al
darte a luz. Me hice cargo de ti, a pesar de todo… Tu nuevo Tutor, el Sr. López
me tendrá informado de tus progresos a través del DDDV, según sean tus
progresos te incluiré en mi testamento, el mismo no sabe nada de mi existencia,
ni que yo estoy detrás de todo. Por lo tanto así debe seguir, si le informas,
nunca veras un céntimo, si sus informes no son favorables, no veras un céntimo.
Si no cambias, no veras un céntimo. Sé muy bien cómo eres, estas acostumbrada a
gastar dinero y tirarlo en fiestas. Por lo tanto, sin dinero no eres nadie!
Entre las cosas que hay en el sobre que te facilito el Sr. López, hay una
tarjeta de crédito a tu nombre, úsala bien y no despilfarres el dinero, cada
mes te será ingresada una cantidad de dinero como asignación mensual. El piso
donde vas a vivir, es mío. Pero está a nombre de DDDV, ahora puedes marcharte,
en el interior del sobre tienes tus instrucciones, adiós!
El asiento se giró de
nuevo dándole la espalda, en ese momento se abrieron las puertas del ascensor y
las cuatro agentes la escoltaron al interior del ascensor. De nuevo en el
parking entraron al vehículo y este se puso en marcha. En plaza de Catalunya se
detuvo el vehículo, siendo invitada a bajarse delante de la puerta del Corte
Ingles.
Entrando al centro comercial subió hasta
la última planta donde estaba la cafetería, pidió un café y se dispuso abrir el
sobre según las instrucciones dadas de abrirlo al estar en Barcelona y en ese
lugar. En el sobre había; una tarjeta de crédito, una tarjeta con la dirección
de su nueva vivienda, las llaves de dicha vivienda, una tarjeta de compra que
debía entregar en información, y le sería enviada a su domicilio el encargo de la
compra, ya realizada por el DDDV. Así mismo, la dirección del edificio donde su
nuevo Tutor tenía su oficina, en donde debía presentarse a la mañana siguiente.
Solo debía bajar a la primera planta a información, entregar la tarjeta y
marcharse, incluso ella podía hacer algo tan sencillo. Así, que bajo a la
primera planta, tuvo que hacer cola, algo que no estaba acostumbrada así que se
intentó colar. El escándalo que formaron
los clientes que esperaban su turno, alertaron a los guardias de seguridad.
Tuvo que volver a la cola y esperar su turno. Al entregar la tarjeta a la chica
de información, está la paso por el lector de infrarrojos, luego la miro a
ella…
(Recepcionista) -. Bien
señorita Ross, su Tutor será informado de su pequeño alboroto, le será enviado
su encargo en un mínimo de dos horas, gracias por utilizar nuestros servicios.
Esa respuesta no se la
esperaba Evelyn, algo había visto en la chica de información en su mirada, así
como en la sonrisa socarrona que le había puesto, eso la preocupo. En unas
horas tendría que responder ante su Tutor, por su comportamiento el día que
recibió su visita en su casa, y aun llevaba dolorido su trasero. Eso le hizo
que instintivamente se acariciara el trasero por encima de sus pantalones
Jeans, salió del centro comercial hacia la parada de taxis, monto en uno y la
llevo a lo que sería su nuevo hogar.
Al bajar del taxi miro hacia arriba, un
edificio de quince plantas estaba ante ella, se dirigió hacia la entrada, al
pasar vio que había un hombre en recepción.
(Sr. Luis) -. Evelyn Ross? -.
Ella al escuchar su nombre asintió con la cabeza..- Bien señorita, sígame hágame el favor.
Pasaron el rellano de la
entrada por el pasillo de la derecha, en la esquina había una placa que
indicaba “Escalera Derecha”. Al fondo había dos ascensores, pero el
recepcionista la hizo subir por las escaleras, cuatro plantas hasta el cuarto
piso la hizo subir, al llegar al rellano, el recepcionista, cogió un manojo de
llaves y abrió la puerta, miro de reojo a Evelyn. Esta se estaba sobando el
trasero a dos manos, el subir por las escaleras no resulto algo fortuito, el
Sr. Luis deseaba saber si aún le dolía el trasero a la joven. Nada más ver como
entraba por la puerta, la había visto que caminaba dolorida, aunque intentaba
disimularlo, pero el ejercicio de subir las escaleras despertó en ella la
necesidad de apaciguar aquellas molestias en sus nalgas.
(Sr. Luis) -. Esta es su casa
señorita, Evelyn.
Entro en la casa cerrando la puerta con
llave, se apoyó en la pared cogiendo aire. Con las dos manos se masajeaba sus
nalgas, el subir aquellas escaleras había hecho que estas se despertaran al
llegar a tercer piso, subir hasta el cuarto piso había resultado un suplicio
para ella, disimulando ante el recepcionista. En unos minutos se encontraba
mejor, así que lo primero que hizo fue desabrocharse los pantalones tejanos,
estos al ser elásticos le habían mantenido el trasero sujeto, permitiéndola
disimular sus molestias. Ahora deseaba quedarse cómoda, por lo que se desnudó
por completo, quedándose como vino al mundo. Se hizo así misma una visita por
toda la estancia, dándose cuenta que era un piso pequeño, solamente disponía de
salón, cocina, baño, y una habitación. Aprovecho para echarse en la cama boca
abajo, con sus manos se acariciaba su trasero, en pocos minutos sintió como
este volvía a dormírsele de nuevo, dejándola de molestar. Relajada se quedó
dormida.
Un timbre la despertó, era el interfono
desde recepción.
(Sr. Luis) -. Señorita,
acaban de llegar unos mensajeros con varios paquetes, se los están subiendo en
estos momentos. Por cierto, encima de la mesa del salón tiene instrucciones de
cómo vestirse mientras este en casa, aparte de los uniformes que deberá llevar
a su nuevo trabajo, a partir de mañana mismo, su Tutor puede presentarse en
cualquier momento y revisar cómo va vestida, más le vale obedecer y seguir las
instrucciones. Tiene una bata para ponerse en el baño, para recibir a los
mensajeros.
En apenas unos minutos tuvo el salón
lleno de cajas, al quedarse sola, empezó a desempaquetar e ir guardando lo que
era ropa en el armario de su habitación. Tardo unas dos horas en guardarlo todo
en su lugar, según la lista de instrucciones de cómo ordenar todo. Una vez
acabado fue al salón y superviso la lista. Con ella en la mano, fue a su
habitación.
Lo primero que busco fue la ropa
interior, está la había guardado en la mesita de noche, en el primer cajón.
Extrajo unas bragas, las desdoblo mirándolas. Eran unas bragas de algodón
rosas, con unos dibujos de pequeños gatitos en relieve de color azul marino,
que resaltaban en la tela rosa de algodón. Al meter sus pies por las perneras y
subírselas, noto como algo áspero la molestaba en sus caderas, eran las
costuras que sobresalían notablemente, vaya si notablemente pensó al
ajustárselas a su cintura, teniendo las nalgas con molestias, estas aumentaron
por la presión, igual sintió en la base de sus nalgas, al sentir como el
elástico de las perneras apretaba su
trasero, siendo estas molestas. Del
segundo cajón, saco un sujetador rosa a juego con las bragas. Luego fue al
armario sacando un vestido, este al ponérselo vio que era muy corto, sobre todo
por detrás, era un vestido ligero, con la falda de vuelo tableada, por delante
cubría su intimidad y las braguitas, pero por detrás, dejaba la mitad de sus
braguitas a la vista. Pensó que debería hablar con su Tutor al día siguiente,
alguien se había equivocado al tomar nota de su talla y las medidas de su
cuerpo. Mirándose en el espejo se veía
ridícula así misma con aquella ropa que le iba pequeña, parecía como si hubiera
rejuvenecido diez años y en vez de veinticuatro años, tuviese catorce. En ese momento el interfono sonó de nuevo.
(Sr. Luis) -. Señorita Evelyn.
Tiene un paquete en recepción, puede bajar a recogerlo? Por cierto. Tiene
prohibido usar el ascensor, deberá bajar por las escaleras, aparte que el
ascensor lo he de activar yo desde aquí abajo, mientras este usted castigada no
podrá utilizarlo en ningún caso, excepto si recibe instrucciones. Entendido? No
me haga tener que subir a buscarla, eso disgustaría a su Tutor en extremo…
Unos minutos después,
Evelyn apareció en el vestíbulo…
(Evelyn) -. Hola de nuevo,
señor…
(Sr. Luis) -. Luis, Sr. Luis
para ti. Aquí tiene su paquete joven, utilícelo nada más volver a su
apartamento.
(Evelyn) -. Gracias, Sr.
Luis. Esto… esto resulta un poco incómodo para mí, Sr. Luis. Pero podría darse
la vuelta, mientras vuelvo hacia las escaleras… es que al parecer, alguien no
tomo bien mis medidas y el vestido es muy corto, voy enseñando…. Ya sabe…
bueno… que la falda es demasiado corta por detrás…
(Sr. Luis) -. Jovencita, no es
demasiado corta su falda. Y no están mal sus medidas, están hechas por la modista,
tal y como su Tutor dio las instrucciones. Y no, no me voy a dar la vuelta, es
más. Te voy acompañar hasta las escaleras andando detrás de ti. -. Saliendo
de detrás del mostrador de recepción, se colocó a su derecha..- Me hace el favor de ir hacia las
escaleras? Yo la sigo detrás de usted, jovencita!
Evelyn se puso
completamente colorada de la vergüenza. Pero estaba segura de que si no
obedecía, tendría graves consecuencias para ella. Y roja por completo, se dio la vuelta
estirando el borde de su falda hacia abajo, pero esta no cedió nada en
absoluto. No se atrevió a girarse y ver como la miraba el Sr. Luis. Le pareció
obvio que debía ir disfrutando detrás de ella, ya que sus braguitas de algodón
rosas quedaban totalmente a la vista, desde la mitad de su trasero, mostrando
las bragas y la base de sus nalgas, pudiendo ver que aún tenía el culo algo
morado. Al llegar a las escaleras, Evelyn subió por ellas. Detrás dejo de
escuchar los pasos del recepcionista, pensó para sus adentros, que desde abajo,
y ella subiendo con el vaivén de la falda al subir los escalones, tenía que
tener plena visión de sus braguitas y de su redondo trasero cubierto por estas.
Estaba Evelyn a mitad de las escaleras de ese tramo y aun a la vista del Sr.
Luis. Tuvo la necesidad de acariciarse el culo por la picazón que sentía y
porque sus bragas le parecían ser de papel de lijar, en vez de algodón, dada lo
corta que era la falda, desde abajo se
la tenía que ver claramente cómo se sobaba el culo por encima de sus bragas
rosas. Evelyn en ese momento no lo sabía, pero el Sr. Luis desde abajo tenía
una visión óptima de sus bragas, como la mancha húmeda en el fondillo de sus
bragas.
Cuando llego al cuarto piso, fue cuando
ella se percató de la humedad de su entrepierna, con el roce de sus muslos,
pudo notar que tenía humedad en su entrepierna, entonces se pasó los dedos,
sintiendo la humedad en las yemas de sus dedos, dando lugar a sus dudas que acudieron a su mente, si el pervertido del
recepcionista habría visto como llevaba de mojaditas sus bragas. Solo el
pensarlo se moría de la vergüenza, como podía excitarla de esa manera lo que
estaba viviendo, si era más bien una mala pesadilla para ella.
Esa mañana se despertó temprano, no había
pasado muy buena noche. Debía acudir apenas en unas horas a visitar a su Tutor,
ya lo había conocido unos días atrás y no fue un encuentro como para
recordarlo, pero sus consecuencias hicieron que no lo olvidase, teniéndolo en
todo momento muy presente, como cada día al levantarse de la cama lo hizo con
suma delicadeza, aunque al menos podía sentarse en el borde de la cama sin
excesivas molestias, levantándose se quitó el camisón de dormir debía asearse,
al entrar en el baño por fin hizo lo que había deseado hacer, desde que se
había puesto aquellas desagradables braguitas, quitárselas… nunca había llevado
puesta una ropa interior tan desagradable, estaba acostumbrada a su lencería
fina de seda, se miró en el espejo, se veía ridícula así misma con su pubis
depilado, el contenido del paquete que bajo a recoger era un utensilio de
depilación. En sus nalgas habían quedado dibujadas el elástico de las bragas,
así se metió en la ducha, en unos minutos salía del baño secándose el cabello,
atrás, había quedado sus bragas tiradas en el baño, al entrar en su habitación,
el camisón estaba en el suelo tirado donde se lo había despojado. Se dirigió
hacia su mesita de noche, sentándose en la cama. Para hacerlo con suavidad
primero apoyo la palma de sus manos sobre ella, y lentamente fue bajando su
culo hasta que se apoyaron sus nalgas sobre la cama. Abrió el tercer cajón,
extrayendo unos calcetines blancos, los cuales se los puso, estos quedaban
subidos hasta debajo de sus rodillas, eran unos calcetines vulgares blancos
lisos, muy similares a unas medias de seda en su tejido, pero con la diferencia
que estas eran de nylon. Del primer cajón saco una de aquellas horribles
bragas, ni las miro cuales cogía, las primeras que su mano palpo. Las desdoblo
mirándolas y volteándolas para verlas bien, eran una horterada pensó. Pero se
las tuvo que poner, eran blancas de algodón y como las anteriores llevaban
dibujos, estos eran unas amapolas rojas con sus cuatro pétalos colorados. Se
levantó de la cama para poder subírselas ajustándoselas a su cintura, su
cintura alta como las anteriores le hacía parecer llevar puesto un saco. Fue al armario, abajo
en el armario estaban las cajas de zapatos, los cuales ni había sacado de sus
cajas, saco los indicados, unos tipo Merceditas negros sin apenas tacón y sujetos
por una correílla fina abrochado a una hebilla plateada en el lateral interior
del pie, luego escogió un vestido azul celeste, este era uno de los uniformes
al pasárselo por la cabeza, se lo bajo hasta ajustárselo, subió la cremallera
de su espalda, luego se ajustó el cinturón del vestido incorporado en el mismo,
mirándose en el espejo, vio que no le quedaba tan mal, la falda ligeramente
acampanada con pliegues similares a los de una falda tableada, pero estos eran
más bien ondulados, “…No me queda tan mal…”
se dijo así misma, hasta que se dio la vuelta para mirarse por detrás… “Mierda…!!!” podía ver sus bragas de
amapolas, ya que no le cubría la base de sus nalgas, pero al menos no enseñaba
las bragas de manera tan descarada como el vestido de estar por casa.
Había llegado la hora… bajo las escaleras
sintiendo como la falda se levantaba con la brisa al bajar cada escalón. Llego
al vestíbulo en unos minutos, como de costumbre estaba en la recepción el Sr.
Luis.
(Evelyn) -. Puede llamarme a
un taxi! Debo ir a esta dirección.
(Sr. Luis) -. No le han
enseñado buenos modales, señorita? No sabe dar los buenos días?
(Evelyn) -. Eso es algo que
me reservo para las personas, no para los voyeurs, que va detrás de una
señorita para verle las bragas…
(Sr. Luis) -. Estoy seguro que
su Tutor no estará muy orgulloso de usted, jovencita! -. Apretando el botón
del interfono que estaba sobre el mostrador….- Ha escuchado sus modales, señor López!
(Sr. López) -. Si, Luis! Haga
subir a esa impertinente a mi despacho inmediatamente…
(Sr. Luis) -. Enseguida se
la envió, señor López!
(Sr. López) -. No! Suba usted
con ella a mi despacho!!!
Evelyn se había quedado
sin palabras, sentía un nudo en su garganta que no la dejaba hablar, se habría
disculpado de inmediato, pero le resultó imposible articular palabra alguna,
solamente pudo hacer una acción. Pasar sus manos por el trasero de su falda,
algo le decía en su interior que esa zona de su anatomía iba a sentir las
consecuencias de su mala cabeza.
(Sr. Luis) -. Me acompaña
jovencita? Vamos, a la dirección que usted va, veo que no se ha fijado bien,
ésta, en este mismo edificio.
El Sr. Luis se dirigió hacia el fondo
del vestíbulo, pasando por delante del pasillo que estaba a su derecha y subía
al apartamento de Evelyn. Del bolsillo derecho extrajo unas llaves, abrió la
portezuela donde deberían estar los botones del ascensor, las puertas se
abrieron entrando en él. Una de las llaves la puso en el panel, y con media
vuelta, se abrió otra portezuela con unos botones anexos a los del ascensor,
estos deberían usarse para acceso a otras plantas, pero a la planta que iban,
era privada. Cuando las puertas se abrieron, Evelyn pudo ver en el lector
digital planta catorce. Había un rellano espacioso, en el cual había tres
puertas. Dos de ellas indicaban con una figura de un hombre y la otra puerta
una figura de una mujer, eran los servicios. La puerta de enfrente tenía una
leyenda, Sr. López Tutor en Disciplina. En la misma pared, a la derecha de la
puerta había unos asientos con una mesa baja, en la cual había revistas tipo
magacín y periódicos del día. A la
izquierda de la puerta como a unos tres metros de esta, había una mesa en forma
de una jota inversa, la parte curva se apoyaba sobre la pared, la parte recta
apuntaba al ascensor, tras ella había una silla que desentonaba con la figura
de una mesa de oficina moderna, pues esta silla era de madera y sin ruedas para
desplazarse. En el centro de la mesa en el mismo borde, se podía leer un
letrero, “Secretaria Srta. Evelyn”. Se
lo quedo mirando anonadada. Al llegar frente a la puerta del despacho, el Sr.
Luis llamo dando unos golpecitos con los nudillos de su mano derecha. Al otro
lado de la puerta se escuchaban unos lamentos, a lo que siguieron unos sonidos
que le resultaron a Evelyn muy característicos y conocidos. El Sr. Luis invito
a Evelyn a sentarse en las sillas, de lo que era una sala de espera. Aquellos
sonidos se siguieron escuchando por varios minutos, no tardando en escucharse
el lloriqueo de una mujer, para poco después escucharla llorar descontrolada,
pasaron unos quince minutos y se dejó de escuchar aquel sonido, que en los
oídos de Evelyn la hacían estremecerse, pues sabía muy bien que la siguiente
seria ella. Se sentía como en el internado para señoritas donde había estudiado
de niña, y tener que esperar en el pasillo ante la puerta de la directora,
dentro se escuchaba como era regañada una de las alumnas y ella esperaba su
turno para ser regañada. Aunque había diferencia, pues a ella no la castigaban
en el trasero, algo que si iba a suceder en breve y eso la hacía sentirse muy
angustiada, estaba nerviosa y sentía temor a que llegase su turno.
La puerta del despacho se abrió…
(Sr. López) -. Señora Pujol,
espero que esto le sirva de lección para la próxima vez. Ahora arréglese en el
servicio y espere a que el Sr. Luis salga de mi despacho para acompañarla al
vestíbulo.
Evelyn se quedó mirando la señora Pujol,
iba ataviada con una blusa blanca, con una especie de corbatín azul marino, y
una falda amarilla tableada, al pasar por delante de ella, pudo ver que su
falda apenas le cubría sus bragas blancas de algodón, estas eran lisas sin
dibujos. Vio como pasaba ante ella con lágrimas en sus ojos, y como se sobaba
el culo por encima de las bragas, la base de sus nalgas que las braguitas no
cubrían, se veían muy rojas.
(Sr. López) -. Buenos días Sr.
Luis. Puede entrar por favor, y tu jovencita ya estas entrando a mi despacho…
rápido!!!
El Sr. Luis entro en el
despacho, se dirigió a la mesa, enfrente de la mesa había dos sillas, él se sentó
en una de ellas, la de la derecha y más próxima a la salida, Evelyn entro tras él,
al verle sentarse. Ella pretendió hacer lo propio en la silla que quedaba a su
izquierda, pero el Sr. Luis le hizo un gesto con la mano para que permaneciera
de pie ante la mesa y dejando detrás de ella la silla. Tras cerrar la puerta
del despacho, el Sr. López pasó por detrás de ellos y bordeando su mesa, se
sentó en su sillón.
(Sr. López) -. Luis, lamento
el comportamiento de esta joven. Está visto que sus modales aun dejan mucho que
desear, pero eso va a cambiar, puedes estar bien seguro de ello. Y tú,
desvergonzada!!! Como osas a comportarte de esta manera con mi empleado, el
solamente hace lo que le mando yo, no es que él, fuera detrás de ti para verte
las bragas. Él se limita hacer su trabajo simplemente, según las instrucciones
proporcionadas por mí mismo. Te habrás dado cuenta que tus vestidos son todos así
de cortos, así como las faldas. En toda re-conversión, existe una disciplina a
seguir. Es importante que recibas buena disciplina, y como es lógico, en esa
disciplina el castigo corporal está a la luz del día que sea algo que no se te
olvide con facilidad. De eso me encargare yo personalmente, Luis, está por
encima de ti en lo laboral, ya que tu serás mi secretaria a partir de este
momento, ya has podido ver tu mesa de trabajo. No creo que sea necesario
decirte, que todas mis clientas como la Sra. Pujol a la cual acabas de ver
salir, no puedes y digo no puedes de ninguna manera, que su identidad sea
conocida fuera de estas paredes, la discreción en estas oficinas es total.
Ahora te daré un documento que debes firmar, en el cual Luis, firmara como
testigo. En él, te comprometes a no facilitar ningún tipo de información sobre
lo que veas u oigas en este edificio, en el, podrás ver que hay otras chicas
anónimas como tu viviendo en él, las conocerás fácilmente ya que vuestro
atuendo es similar.
El Sr. López extendió
un documento al borde de la mesa, que Evelyn firmo abajo del mismo, al lado
firmo el Sr. Luis. Como testigo.
(Sr. López) -. Luis, sabes
bien que aunque tu presencia en este despacho no te está permitida, hoy voy
hacer una excepción con Evelyn, ya que te ha faltado al respeto y eso jovencita
está muy feo por tu parte. Con el
agravante de que te ha faltado al respeto llamándote “voyeur” y lo ha hecho en
mi presencia, aunque esta no fuera en persona, pero si ha sido escuchado por mí
mismo, algo que hace que sea esta, mucho más grave. Por no hablar Evelyn de tus
modales, desde cuando no se saluda como es debido? Pero eso lo voy a poner en
corrección ahora mismo, ven Evelyn acércate a mí! -. Evelyn obedeció sin
dudarlo, estaba avergonzada por su comportamiento, había dudado del pobre Sr.
Luis. Cuando este no hacía más que su trabajo. Al acercarse a su Tutor, este
retiro su sillón de la mesa, al tiempo que levantaba el reposabrazos izquierdo del
sillón, abriendo las piernas, guio a Evelyn a echarse boca abajo entre sus
piernas, concretamente sobre su muslo izquierdo. Quedando acomodada teniendo
separados sus muslos, por la pierna de su Tutor, sobre la cual se apoyaba su
sexo, dejando el trasero bien expuesto, ya que su corta falda lo dejo al descubierto,
quedando visibles sus bragas blancas con amapolas rojas. Su barriguita se
apoyaba en parte del muslo de su Tutor, el resto de su cuerpo colgaba hacia
abajo, pudiendo apoyar sus codos en el suelo por lo forzada de su posición. La
azotaina empezó en el acto, Evelyn acusaba al sentir aquellos fuertes azotes
sobre sus braguitas, los sentía como si explosionaran en su culo expuesto, una
veintena de azotes cayeron sobre sus aun doloridas nalgas, no tardando por el
dolor en brotar sus lágrimas de sus ojos azules, y caer como cataratas por sus
mejillas ruborizadas..- Así aprenderás
buenos modales jovencita! Vas a saber que la educación es algo que nunca debes
dejar que vuelva a suceder lo de hoy, o tu culo sentirá la azotaina como la que
estas recibiendo en estos momentos, y en presencia de Luis, ya que le has
faltado al respeto de manera imperdonable, en una señorita como tú.
Evelyn sentía como le
abrasaban sus nalgas, deseaba poder moverse sobre la pierna de su Tutor, pero
pese a sus intentos, no logro moverse. Resultaba imposible dada su postura,
poder levantar su cuerpo, que colgaba desde su barriga hacia el suelo, no tenía
fuerza para izarlo por sí sola, hubiera intentado mover sus caderas y así
intentar que los azotes no cayeran directos en su culo, caldeando así, toda su
superficie de sus expuestas nalgas, pero al tener la pierna de su Tutor
incrustada en su sexo, y entre sus piernas, no podía mover sus caderas. Sus
pies, también había intentado patalear, pero tenía sobre ellos la pierna
derecha de su Tutor, solamente podía desear que la azotaina cesara cuanto
antes. Pero su Tutor se tomó el tiempo necesario para asestarle en el culo, lo
que se le dice vulgarmente… Una buena azotaina en el culo. Evelyn sentía arder
sus nalgas como nunca hubiera imaginado, aunque ya los azotes no eran muy
fuertes, si resonaban por toda la estancia, entonces vagamente por un segundo
le vino a la mente, que la Sra. Pujol estaba afuera y estaría escuchándola
llorar, igual que ella la había escuchado, eso por segundos la hizo
avergonzarse más. Pero el ardor que sentía en su trasero era tan intenso, que
pronto dejo de pensar en ello, para pensar solamente cuando iba a parar de
castigarla su nuevo y muy eficaz Tutor. El cual seguía inagotable calentándole el culo
a conciencia, ante la admirada mirada de Luis, que observaba como el culo de
Evelyn estaba muy muy colorado, y escuchando como lloraba de manera continuada
la muchacha, pero que no gritaba por los azotes, simplemente lloraba
consternada mientras la larga azotaina seguía recibiéndola sobre la pierna del
Tutor. Que no se mostraba nada cansado, mientras su mano derecha subía y bajaba
una y otra vez dando aquellos buenos azotes en el culo inflamado de la joven.
Veía como a cada impacto de la mano, una onda aplanaba la nalga que había
recibido el azote o en la zona que el azote caía, ya que veía que en el arte de
calentar un culo, los azotes eran repartidos por toda la superficie del culo.
Que no se lo azotaba dos veces en el mismo lugar, con lo cual, todo el culo de
la joven debía arderle de la misma forma e intensidad. Luis miro su reloj,
asombrado se dio cuenta que la muchacha llevaba una hora recibiendo aquella
azotaina, y que aun, continuaba su Tutor calentándole el trasero.
(Sr. Luis) -. Sr. López,
disculpe. Pero debería salir y acompañar a la Sra. Pujol al vestíbulo, ella
debe abrir su oficina en breves minutos.
El Sr. López levanto
su mirada hacia su recepcionista, el cual había interrumpido la azotaina que le
estaba dando a su nueva secretaria. En ese momento miro su reloj, viendo que
tenía razón. Así que dejo de calentarle el culo a su secretaria, asiéndola por
los hombros la ayudo a incorporarse y que esta se pusiera en pie. Esta, al sentir sus pies en el suelo de
nuevo, trastabillo ya que tenía sus piernas dormidas del tiempo que llevaba
sobre las piernas de su Tutor siendo castigada. Pero, aun así. Daba saltitos
sobre sus pies, mientras se masajeaba a dos manos su trasero, pues le ardía
como si tuviera llamas encendidas sobre él.
(Sr. López) -. Perdona Luis,
pero no solamente la he castigado por faltarte el respeto, la he castigado a
conciencia porque también me falto el respeto a mí mismo, hace unos días atrás.
Y no hubiera sido correcto, darle una azotaina en el culo, y dentro de unos
minutos darle una segunda azotaina, por ese motivo le he dado una azotaina bien
dada, que la va a tener con el culo dolorido el tiempo suficientemente
requerido dada su conducta. Podéis
salir juntos, a ella la dejas sentada sobre su mesa, yo saldré en unos minutos
a darle trabajo cuando haya dejado de llorar.
Luis abrió la puerta
del despacho y espero a que la joven saliera primero. Paso por delante de él,
masajeándose el culo sobre sus bragas blancas de algodón con aquellas amapolas
rojas que hacían buen contraste con su rojísimo trasero. Con la falda levantada
aun en su cintura, paso por delante de la Sra. Pujol, a la cual ni siquiera
miro. A Evelyn solamente le preocupaba en esos instantes como le abrasaba su
culo, el cual lo notaba que había aumentado de tamaño por la inflamación
causada por la azotaina. La Sra. Pujol al pasar la joven por delante de ella y
vio como llevaba el culo de rojo, se puso la palma de la mano sobre sus labios,
quien sabe si fue por compasión o por evitar que vieran su sonrisa en ellos.
Vio como la ayudaba a caminar el Sr. Luis, asiéndola del brazo izquierdo y como
la pasaba por delante de ella, para llevarla luego tras su mesa, ayudándola a
sentarse sobre la silla con asiento de madera. Al sentir bajo su culo la silla,
puso sus brazos entre cruzados sobre la mesa y dejando posarse su cabeza sobre
ellos, sus lloriqueos aumentaron, quien puede saber si por el dolor de sus nalgas,
o porque el dolor al sentarse sobre aquella superficie rígida se concentró en
su culo.
El Sr. Luis hizo un gesto a la Sra. Pujol
y esta se levantó de la silla con serias muecas de dolor en su rostro, apenas
se incorporó camino hacia el ascensor con serias molestias y sobándose el culo
con una de sus manos, pasando por delante de Evelyn mirándola de reojo, ahora
sí, con una sonrisa en sus labios dibujada. Las puertas del ascensor se
cerraron dejando sola a la muchacha.
Una hora después… sonó el interfono de la
mesa de Evelyn.
(Sr. López) -. Evelyn! Puedes
venir a mi despacho, gracias.
Evelyn con dificultad
se levantó de su silla, se sobo el trasero con ambas manos, aun emanaba un
intenso calor de su trasero. Entonces se percató que llevaba levantada su falda
enganchada en el cinturón de su vestido. Soltó la falda, y la aliso a su
trasero tallando los pliegues ondulados con sus manos, se dirigió hacia la
puerta y llamo, dio unos últimos retoques a su vestido, cuando escucho la autorización
para entrar, abrió la puerta entrando…
(Evelyn) -. Usted dirá que
desea Señor?
(Sr. López) -. Bien,
Evelyn. Delante de Luis no te he querido
hablar de tus problemas, puesto que a él, esas razones no le incumben. La
azotaina que te he dado, solo ha sido por faltarle el respeto a él. Por lo
tanto debemos hablar aun, de las razones por las que has tenido que venir hoy a
mi despacho. Fue un grave error por tu parte el no recibirme educadamente, eso
no te hubiera costado nada. Y te habría ahorrado posiblemente el correctivo que
debo aplicarte. Digo posiblemente, porque apenas tu trasero te permitió
movilidad medianamente, lo primero que hiciste fue el molestar a personas de
unas instituciones que nada sabían del DDDV, ya que esta organización de cara
al mundo no es legal. El castigo físico en un país moderno como es este, lo que
promueve el DDDV no es nada posible. Pero si es legal la disciplina voluntaria,
por ese motivo firmaste en tu casa unos documentos, igual que lo has hecho hoy
aquí. Por lo tanto hay que ponerle
solución a los últimos problemas que has creado. Ven aquí desvergonzada!!! Que
te habías creído que con una simple azotaina iba a ser suficiente? Te vas
arrepentir de toda la revolución que armaste en Madrid, rebuscando información,
información que ya no debías instigar a nadie, pues ya no tenías esa libertad
para hacer lo que te viniera en gana. He recibido nuevas quejas de tu conducta
del DDDV, requiriéndome que tome cartas en el asunto y no lo dé por zanjado. Además
de los problemas que causaste en el corte Ingles, con tu altanera conducta de
mujer superior a los demás. Inclínate sobre la mesa y apoya los codos sobre la
misma.
Evelyn con el rostro
compungido se acercó a la mesa, obedeciendo inclinándose sobre ella, quedando
su culo expuesto totalmente. Escucho como su Tutor se ponía tras de ella, y
como introducía sus dedos en el interior del elástico de la cinturilla de sus
bragas, y como estas, le fueron bajadas a sus rodillas. Apareciendo su muy
colorado trasero, tenía marcas moradas de la primera azotaina que se traslucían
a través de la rojez de su trasero. Evelyn miro a su izquierda de reojo sin
llegar a girar su cabeza, sus ojos azules espantados vieron que su Tutor se
desabrochaba la hebilla de su cinturón, y como de dos tirones de este, lo
extrajo de las presillas del pantalón. Doblo el cinturón a la mitad, y
agarrándolo con sus dos extremos juntos con su mano derecha, comenzó a azotar
el culo desnudo de Evelyn que aullaba de dolor a cada nuevo azote del cinturón,
el cual ella sentía como explosionaba cada azote sobre su culo desnudo, el
restallido que producía el cinturón al impactar sobre sus nalgas desnudas era
sobrecogedor para Evelyn. Durante la
azotaina que recibiera sobre las rodillas hacia tan solo una hora, en esos
momentos estaba segura que nada podía ser peor que aquella azotaina, pero
estaba muy equivocada, ahora sabía que si podía ser mucho peor aún. Pues lo
estaba siendo en esos momentos, sentía a cada azote del cinturón, un terrible
quemazón que le hacía que su culo le abrasara, como llamas encendidas? No,
aquello era mucho peor. Aquella sensación cuando sentía el cinturón atravesar
sus nalgas o cruzarlas entre azotes anteriores, era mucho peor, parecía que le
estuvieran poniendo un hierro al rojo vivo a cada azote de aquel endiablado
cinturón.
(Sr. López) -. Bien Evelyn,
por el momento creo que ya vas bien servida con estos cincuenta azotes con el
cinturón en tu trasero, te vas arrepentir de tu comportamiento, pero ahora te vas a colocar en aquel rincón cara a
la pared. Se te van a quitar las ganas de volver a remover las cosas, ya lo
creo que se te van a quitar esas ganas!!! .- Cogiéndola de la oreja
izquierda por el lóbulo, la condujo hasta la pared dejándola allá con las manos
sobre su cabeza, así no podría tocarse el culo, el cual debía de picarle muy
intensamente. .- Así estarás bien con la
falda levantada y tus bragas en tus rodillas, así castigada vas a estar
bastante rato aquí. Y para asegurarme que no despegas la nariz de la pared, vas
hacer presión con la nariz sobre esta hoja de papel, si se cae al suelo,
probaras de nuevo el cinturón…
Evelyn estuvo castigada cara a la pared,
toda la mañana. Hasta en cuatro ocasiones se le cayó la hoja al suelo, siendo
castigada tal y como estaba con la cara a la pared, con el cinturón por su
nuevo Tutor, que no dudaba un segundo en sacarse el cinturón tantas veces fuera
necesario y volver a caldearle el trasero a su secretaria.
La jornada acabo al mediodía, dejándola
ir a su apartamento con su trasero sumamente dolorido, y como la tarde del día
anterior, al bajar a recepción para pasar por el pasillo y subir las escaleras,
tuvo que hacerlo ante la atenta mirada del Sr. Luis. Su vergüenza la reviviría
varios días, mientras su castigo duro varios días más. Aunque pasaran semanas,
cada vez que su Tutor creía oportuno castigarla, lo hacía sin dar explicaciones
más que las necesarias, para informarle de la razón de su castigo. Ya que
siempre que se le castigaba era por un motivo o error en su trabajo como
secretaria.
FIN DEL CAPITULO.