domingo, noviembre 17, 2019

ESCUELA DE DISCIPLINA Capitulo 4


      

                                       ESCUELA DE DISCIPLINA    Capitulo  4


     Al acostarlas en sus camas después de haberlas atendido, correspondientemente como se merecían cada una,  pues cada una de ellas necesitaba una buena atención, sus traseros estaban claramente muy doloridos, tras la dura jornada que habían tenido esa tarde noche, aunque no podían culpar a nadie de la suerte que habían corrido, pues cada una de ellas se los había ganado por sí mismas a pulso. Se podía dar el caso que alguna de ellas, su travesura fuera de carácter infantil por la falta cometida, pero esa no era la principal razón del castigo que habían recibido, eran mujeres adultas inteligentes con estudios universitarios, por lo cual no tenía lógica su comportamiento, de ahí la necesidad de aplicar severidad y firmeza al tener que castigarlas como merecían.  El ser unas spankee rebeldes y busca pleitos, era el motivo primordial para cometer errores ellas mismas, a sabiendas del riesgo que podían correr y como serian atendidas cada una por separado, dichos errores a ojos de otras personas no habrían sido considerados como tales, y mucho menos merecedores de un correctivo.  Por ejemplo Penélope Riggs era asesora financiera, no tenía lógica alguna su comportamiento en su casa, recibía en ella a un cliente desde luego, siendo incluso razonable que pensara engatusarlo con sus atractivos atributos naturales por  su condición de mujer joven e atractiva, pero el señor al que iba a recibir en su casa era todo un Lord inglés.  Por lo cual debió pensar que su atuendo no era el más adecuado, pero en ese momento esa era su estratagema la cual le pareció la mas correcta,  como era de esperar no le salió nada favorable a sus intenciones, aunque lograra su objetivo principal,  recibir  un  castigo por su conducta desmesurada, lo que no se esperaba era que le fuera a doler tanto.  En el caso de Amelia Davies sus errores fueron de menor valía en cierta forma, pero en cambio dada su situación durante el tiempo después de la cena, decidió por si misma correr y poner en riesgo su trasero al masturbarse ante todos, y esa acción tuvo sus graves consecuencias el riesgo era innecesario, el cual además le creo ciertas tiranteces de  su conducta con la Sra. Freyre.  Elisabeth Braun por el contrario su comportamiento era infantil, dada su condición de su rol de una chiquilla de cuatro años.  En el cual siempre cometía pequeños errores, al ponerse muy nerviosa en ciertas situaciones, las cuales pasarían desapercibidas para cualquier persona, excepto para un spanker que juzgaría sin prejuicios para él, teniendo el deber de aplicar  sus serias consecuencias.   De todas ellas, quizás Kathy fue la más inocente de todas, pues  su instinto spankee  aún no lo había descubierto, o no había pensado siquiera en verse en problemas, por lo que sus faltas no habían sido intencionadas, en cualquier otra casa hubiera representado un toque de atención o regaño como máximo, pero en la casa que se encontraba la disciplina era férrea, siendo los castigos corporales habituales en ella y aplicados a la más mínima actuación desinhibida.  Laura Abesón se había visto en esa situación, quizás por no pensar con frialdad sus actos,  al encontrarse con su mejor amiga de la infancia, ya que después de los acontecimientos ocurridos últimamente habían perdido el contacto, comportándose de forma inesperada e infantil, teniendo en cuenta  la disciplina de la casa, pero su comportamiento aunque fue inocente,  no pensó que gastarle bromas a su mejor amiga, podría acabar de la forma en que termino.
     Por lo que esa noche la Sra. Freyre tuvo el trabajo adicional de asistir a las jóvenes muchachas, primero haciéndolas cambiarse de braguitas a todas ellas, supervisando para su vergüenza como se las cambiaban, con los cuidados que tendría con ellas una madre, fue habitación por habitación poniéndoles crema hidratante en sus maltrechas nalgas. Así como metiéndolas en sus camas arropándolas, mimándolas con un beso en sus frentes, a pesar de haberse mostrado ante ellas tan solo hacía unos minutos, como una mamá estricta dándoles una azotaina con su zapatilla antes de acostarlas. Y poco después las dejaba en sus camas sollozando aun por el dolor en sus traseros, dejándolas que descansaran pues el día siguiente iban a tener un despertar violento para ellas, ignorantes de lo que les aguardaba su despertar. Durante un tiempo se escucharon los sollozos, todas ellas por motivos obvios estaban en sus camas acostadas boca abajo, sobre las sabanas se podían ver movimientos bajo ellas, al parecer se sobaban el trasero o ponían sus manos sobre ellos tratando así de mitigar su dolor, pero lo peor era el roce con sus braguitas con sus nalgas inflamadas, que parecían tener granos de arena en su interior.   Había sido una jornada muy dura para ellas, sobre todo para Kathy y Laura pues no se habrían podido imaginar acabar así su primer día de trabajo.  Laura había sido severamente castigada por Sir John, incluso ella misma unas horas más tarde,  reconocería que no había estado bien su comportamiento, sobre todo por como Sir John había puntualizado, que ella como la responsable en la cocina, ella era la autoridad en la cocina, y su comportamiento había sido inadecuado.  Kathy en cambio simplemente había sido una víctima de las circunstancias, pues el comportamiento indebido de su amiga de la infancia y su superior en la cocina, su relación en el trabajo no fue la esperada. Luego ambas se habían comportado como chiquillas  durante  la cena, cuando deberían de haber estado realizando su trabajo, en vez de ponerse a jugar entre ellas.  En cuanto a Amelia, Penélope o Elisabeth las tres eran spankee´s, por lo tanto sus castigos eran acordes a su rol y sus deseos, sin punto de comparación con las jóvenes  Laura o Kathy.  Les costó bastante el quedarse dormidas, pero el cansancio del día, así como el acabar agotadas de agitarse o patalear  durante el castigo, al final se quedaron dormidas.
    Debían de ser las cinco de la madrugada cuando la Sra. Freyre se levantó para ir al servicio, aunque ella al igual que Sir John pernoctaban en el ala norte de la residencia, se pasó por las habitaciones del ala sur,  pasando  por delante de las habitaciones de las chicas, fue abriendo las puertas echándoles un ojo a ver como estaban, viéndolas que dormían intranquilas,  aunque a alguna de ellas, gemía de dolor estando dormida a causa de las molestias obvias  en su trasero.  Al pasar por la habitación de Elisabeth la vio que dormía, pero la observo que se movía mucho siendo algo anormal.  Sin hacer ruido entro en la habitación descubriendo a la bebe al retirar la sabana cobertor, abriéndole el pijama por detrás desabotonando los botones, ya que dormía boca abajo comprobó que tenía su pañal muy mojado, y al bajarle un poco las bragas, pudo apreciar que incluso las bragas de plástico las había mojado también en su interior, sin duda se había debido hacer pis durante la noche, y por lo mojada que estaba la muchacha debía de haberlo hecho más de una vez, por lo que el pañal no había tenido la capacidad de absorción de la humedad, siendo para la bebe muy molesto, ya que el orín la escocia en sus castigadas nalgas por la azotaina que había recibido, más sumada a la de la sobremesa al llegar esa tarde, al igual que por la noche antes de acostarla, por lo cual Elisabeth estaba muy dolorida.  Lógicamente no podía dejarla en ese estado, debía de cambiarle el pañal para que no amaneciera toda escocida en su entrepierna.  Con mucho cuidado de no despertarla, retiro la barrera lateral  de seguridad de la cama, bajándola tras quitar el cierre que impedía que la joven pudiera salir de su cuna, procurando  no hacer ruido alguno al bajarla. La cogió en brazos colocándola transversal sobre la cama, para poder cambiarla con comodidad. En breve la había desabotonado su pijama por detrás, y estando boca abajo le saco las piernas de su pijama, una vez ya quitado la parte de abajo, con sumo cuidado  y delicadeza le dio la vuelta colocándola boca arriba, así le saco su braguita con el osito rosa de dibujo, y a continuación su braga de plástico, la cual arrojo al suelo al estar empapada en su interior. Soltando los adhesivos laterales le soltó el pañal, descubriendo su entrepierna un poco irritada coloradita por su escozor, y preparando uno seco le levanto las piernas, sacándole el pañal mojado y para que no apoyara sus nalgas húmedas de orina sobre la cama, le puso debajo el pañal limpio y seco. Enrollando el sucio lo dejo en el suelo junto con las bragas de plástico, cogiendo toallitas húmedas la lavo bien,  y limpio bien la entrepierna así como su infantil sexo, pues se le apreciaba unos labios pequeños delgados, seguramente aun debía de ser virgen y luego con unas toallitas secas, la seco con mucha suavidad. Se apresuró en ponerle crema para la escocedura en su culito y en los labios de su sexo, como volverle a poner crema hidratante en sus maltrechas nalgas al ponerla un poco de costado, completamente moradas, así como unos polvos talco para mayor seguridad, colocándole el pañal  ajustado a su cintura y ajustando los adhesivos laterales, luego le puso sus bragas de plástico  secas, como unas bragas azules de algodón con varios ositos juguetones, volviendo a ponerle el pijama enterizo de cuerpo entero, le dio la vuelta para poder abotonar su pijama enterizo por detrás, en breve la pequeña se encontraba de nuevo durmiendo plácidamente, sin tener ya molestia alguna, aparte del  culo dolorido por su castigo, pero ya no la escocia el pañal mojado.

     A la mañana siguiente a las seis de la mañana, despertó a Laura y Kathy siendo las primeras en levantarse, así como las primeras en recibir una azotaina con la mano de la Sra. Freyre, dado que debían bajar a preparar el desayuno y tenerlo todo listo cuando despertara a las demás y a Sir John. A las siete y media de la mañana, las fue despertando una a una haciéndolas levantarse para que se ducharan antes de vestirse y bajar a desayunar. A excepción de Amelia Davies con ella tenía una cuenta pendiente antes de ducharse, aun la Sra. Freyre estaba algo molesta con ella, al igual que también lo estaba con Penélope Riggs. Pero atendió primeramente a Amelia haciéndola levantar de la cama, aun dormida desperezándose se fijó en la Sra. Freyre que se mantenía en pie junto a su cama, al verla pensó que había hecho algo mal, levantándose de ipso facto poniéndose en pie, sin recordar el estado de su trasero, el cual al levantarse le dio una terrible punzada, teniendo que llevarse sus manos y sobarse el culo, mientras preocupada miraba a la Sra. Freyre. La cual sentándose en la cama, teniendo a su alcance a Amelia…
(Sra. Freyre) -. Buenos días pequeña desvergonzada! Sobándote el culo de buena mañana sinvergüenza!! Ayer me molesto mucho tus cochinadas estando en la mesa, no me gustó nada tu comportamiento, al igual que Penélope, pero primero me voy a ocupar de ti, bájate las bragas y enséñame como las tienes, quiero ver si te has tocado indecorosamente durante la noche!!! O quieres que te las baje yo, y te ira mucho peor!!!
(Amelia)  -. Buenos…Días! Por favor… señora, no puede hacerme esto,… se va a enfadar usted y no deseo… hacerla enfadar!
(Sra. Freyre)  -. No me lo hagas repetir!!!  Sir John me dio instrucciones anoche después de acostaros, la falta que cometiste merece que seas castigada de nuevo hoy. Te voy a dar una azotaina,  si o si! No te vas a librar de ella, puedes estar segura de ello, porque para eso estoy en tu habitación, para darte una azotaina en el culo por lo de ayer, así recordaras durante todo el día, que les ocurre a las niñas que son unas cochinas como tú!!!  Pero de ti depende que te de una azotaina con la zapatilla, o sea con el cepillo de madera de baño, tu veras! Te las bajas tú por las buenas? O te las bajo yo por las malas? Además porque dices que me voy a enfadar? No te habrás estado tocando esta noche, verdad? Eso sería una cochinada, y significaría que no aprendiste la lección ayer!  Veamos esas bragas!!!
     La Sra. Freyre alargando sus manos a la cintura de Amelia, introduciéndolas bajo su corto camisón, agarro la cinturilla elástica de sus bragas, al unísono con las dos manos, bajándoselas a las rodillas y poniendo su mano derecha entre las rodillas separándolas y con sus dedos por debajo del fondillo de sus braguitas blancas de algodón, con los dibujos de frutas del bosque verdes, levanto el fondillo para poder observarlo bien…
(Sra. Freyre)  -.  Que es esto, eh? Esto es lo que pretendías que no viera marrana!!! Te has estado tocando esta noche, por lo que puedo ver ya seco en tus bragas, y esto reciente aún mojado? Te has vuelto a tocar de nuevo antes de entrar yo por esa puerta, Cochina!!! Pero yo te voy a enseñar cochina!  Ya puedes ir al cuarto de baño y traerme el cepillo!
      La Sra. Freyre le volvió a subir sus bragas a Amelia, y está se dirigió hacia el baño  ajustándose la cinturilla de las bragas,  como el elástico de las perneras le presionaba sus doloridas nalgas, liberando la presión en el culo al estirarlo, en el pasillo se encontró con dos de las nuevas sirvientas que habían empezado esa mañana a trabajar, mirando de reojo las vio como se la quedaron mirándola, viendo como de morado llevaba su trasero y dirigiéndose hacia el baño viéndole las bragas como se sobaba, así como cubriéndose el castigado trasero por la vergüenza que las chicas jóvenes la vieran.  Aún permanecían en pasillo limpiando el polvo cuando, Amelia volvía sobre sus pasos llevando el cepillo de madera de baño en sus manos, entrando en su habitación. Las chicas se miraban entre ellas con sus caras intrigadas por lo que habían visto, al ver a la atractiva mujer en camisón con el culo como lo llevaba, aunque se hubiera cubriera las bragas al cruzarse con ellas, la habían podido ver claramente como llevaba el trasero de morado, y a pesar de llevar las bragas puestas, entre las perneras aún se apreciaba claramente el estado del culo, Amelia al cruzarse estaba avergonzada al llevar el cepillo en su mano. Mientras hacían su trabajo podían escuchar los primeros azotes en el culo de Amelia, y poco después la escuchaban llorar aullando de dolor.  Las chicas eran curiosas por naturaleza como toda mujer, así que se fueron acercando con cuidado hasta la puerta, la cual abierta de par en par asomaron sus cabezas, viendo a la mujer sobre las rodillas de la Sra. Freyre y que le habían vuelto a bajar las bragas, pudiendo ahora si verle el culo amoratado y viendo como le daba la azotaina mientras pataleaba del dolor, y como al abrir sus piernas estiraba el elástico de sus bragas hasta no dar más de sí mismas, viéndole a la mujer el sexo brillante con sus fluidos. Viendo como al acabar la azotaina  le subía  las bragas, y manteniendo el cepillo en su mano derecha la Sra. Freyre, después de hacerla levantarse de sus rodillas, ella salía al pasillo regañando a las chicas.
(Sra. Freyre)  -. Que hacéis aquí fuera? Volved a vuestro trabajo inmediatamente, si no queréis que os caliente el culo a vosotras!!!
      Con el cepillo en la mano derecha la Sra. Freyre entro en otra habitación, esta era la de Penélope, que nada más verla entrar por la puerta con el cepillo de baño, en sus manos se puso a llorar. La miraba mientras se acercaba hacia ella llorando con más fuerza, pues había escuchado llorar a Amelia, al igual que el sonido de los azotes que la habían despertado.
(Sra. Freyre)  -. Buenos días pequeña! Y no llores que aún!!!  No te he dado motivos para ello, pero te los daré puedes estar bien segura de ello. Levántate que te voy a revisar las braguitas y pobre de ti como las lleves como Amelia… a esa ya le he dado su merecido!!! Ahora faltas tú!!!
    Penélope se levantó alisándose el camisón para así cubrir sus braguitas, pero este apenas le cubría la cintura, ya de pie junto a su cama sollozando, pues a pesar de decirle que no había motivos  aun, sabía que la iba a castigar de todos modos, por lo tanto no podía dejar de sollozar del miedo que la embargaba.  Al estar en pie ella, la Sra. Freyre la coloco boca abajo sobre sus rodillas, tras  haberse sentado en el borde de la cama,  introduciendo sus dedos entre la cinturilla de sus braguitas, se las bajo  a Penélope hasta medio muslo pasando la mano entre los ellos, y observando el fondillo de sus braguitas blancas de algodón, con dibujos graciosos de ardillas jugando, un poco infantiles para su edad pero muy bonitas, encontrando el fondillo de sus bragas muy húmedas, la Sra. Freyre extrañada le observo los labios de su sexo separándolos con el dedo índice y pulgar, encontrando su sexo húmedo, tal y como la tenía en su regazo echada boca abajo, la hizo levantar sentándose entre sus piernas sin subirle las braguitas.
(Sra. Freyre)  -. Bien pequeña! Tienes las braguitas muy mojaditas, y el sexo muy húmedo, pero no veo señal alguna que te hayas tocado, como ha hecho la muy cochina de Amelia que  tenía restos de haberse masturbado durante la noche, y también esta mañana. Si me respondes sinceramente a la preguntas que te voy hacer, te daré una azotaina no muy fuerte, pues debo cumplir las instrucciones de tu spanker, y me dejo claro que te diera una azotaina antes de irte al trabajo, por lo que te la puedo dar ahora o luego antes de irte a trabajar. Primera pregunta; porque miraste el expediente en el despacho?
(Srta. Riggs)  -. No se…pensé…que… tenía… interés por…mí  y… ver qué opinaba.
(Sra. Freyre)  -. Que pretendías saber de ti? si te quiere como spankee o te quiere como mujer… .- Penélope asintió con la cabeza. -.  Que como spankee  te tiene afecto, puedes estar segura de ello mi pequeña. Si no fuera así, no te habría aceptado como su spankee.  Incluso yo te estoy cogiendo cariño y afecto, pero debo ocuparme de ti aunque me sepa mal castigarte. Y si preguntas? Si te quiere como mujer? Eso no lo busques en tu expediente, porque eso solo lo encontraras en su corazón. Pero la verdad sea dicha, podrías sin duda alguna ser su hija, y él se debe a un status social complicado, como para enamorarse de una niña como tú, aunque todo puede ser en esta vida posible, una pregunta más? Te castigo ahora o luego?
      Penélope se la quedó mirando con sus ojos en lágrimas, para luego mirar al suelo avergonzada, pues no tenía claro que sería mejor, manteniéndose en silencio dejo decidir a la Sra. Freyre. Por lo que acabo echada de nuevo sobre sus rodillas, recibiendo la azotaina poniéndose a llorar en el acto, debido a lo muy sensible de su trasero, como sensible de emociones, durante  minutos se escuchaban los azotes en el pasillo, y como lloraba la chica que los recibía. Las dos sirvientas volvieron asomarse a la puerta, en esta ocasión por suerte para ellas no fueron vistas por la Sra. Freyre, pues esta estaba de espaldas a la puerta dando la azotaina a Penélope, estando concentrada en darle la azotaina,  pero ellas no se fijaron que en el espejo de la cómoda que estaba a la derecha, la Sra. Freyre las observaba. Cuando la vieron que había acabado de darle la azotaina, volvieron a sus quehaceres disimulando como si tal cosa.
      Al salir de la habitación vio a las dos sirvientas, que estaban inclinadas hacia adelante limpiando el polvo, en tal postura forzada  dejaban entrever la base de sus nalgas así como el ribete de las perneras y el fondillo de  sus bragas blancas,  la Sra. Freyre al pasar por su lado como si no las prestara atención, les descargo un fuerte azote con el cepillo a cada una en el culo. Luego agarrando a la más cercana la coloco bajo su brazo, levantándole la falda,  bajándole las bragas blancas, le dio una serie de buenos azotes con el cepillo, dejándola con las bragas bajadas, agarro a la otra que estaba estupefacta habiéndose quedado de piedra, corriendo la misma suerte que su compañera. Al dejarlas  la Sra. Freyre retirándose, las dos chicas se subían sus bragas y sobándose el culo vigorosamente sobre sus faldas. Volviéndose hacia ellas…
(Sra. Freyre)  -. Más tarde me ocupare de vosotras dos!!!   Lleváis dos horas trabajando y ya me estáis sacando de mis casillas, no habéis cambiado nada…en estos meses…
    En ese preciso instante apareció Sir John por uno de los pasillos, el que conducía al ala Norte donde se encontraba su dormitorio de él, y también de la Sra. Freyre, viéndola que caminaba desairada por algún motivo que no había podido ver, aunque si escucho los azotes que les dio a las muchachas del servicio.
(Sir John)  -. Buenos días Rose Mery qué diablos sucede de buena mañana?  Ya he escuchado mientras me dirigía hacia este ala Este de la casa, que se escuchaban unos azotes, a quien se los estaba dando usted?
(Sra. Freyre)  -. Buenos días John! Estas dos muchachas nuevas del servicio! Que en vez de hacer sus tareas, estaban espiando en la puerta de la habitación de Amelia mientras la castigaba, las he regañado por ello, y luego cuando me ocupaba de Penélope las he vuelto a ver espiando, por ese motivo se han llevado unos azotes, pero debo ocuparme de la pequeña Elisabeth, y no puedo encargarme de estas dos sinvergüenzas!!!
(Sir John)  -. El mayordomo ya está en la casa ocupando su lugar?
(Sra. Freyre)  -. Si! Le he dejado en su despacho de la cocina, estaba archivando las facturas de los pedidos que se han hecho estos días, ya que él no estaba en la casa y su labor es saber que gastos ha habido y hablar con la cocinera para realizar los pedidos necesarios.
(Sir John)  -. Bien! Lleva usted encima la libreta que le entregue?  Pues escriba una nota para cada chica con la falta cometida, y que se pongan en manos del mayordomo que se ocupe de ellas, así usted puede encargarse de su trabajo. Solamente en casos graves me encargare personalmente de castigarlas, como bien sabe usted. Envíelas al mayordomo y luego se presenten en mi presencia para comprobar, que el castigo ha sido en consecuencia con su falta. En el caso que no fuera acorde, me ocuparía yo personalmente de ellas.
      La Sra. Freyre saco una libreta de su bolsillo, junto con un bolígrafo o estilográfica  anotando en una de las hojas, las cuales tenían bajo cada hoja papel de calco, así ella se quedaba con una copia de resguardo, para mostrar después a John y este comprobara si había sido correcto el castigo, primero le entrego la hoja a una de ellas, la cual al tomarla en su mano se puso a llorar. Luego anotando en otra hoja, se la entregó a la otra chica, que la tomó muy seria y preocupada, marchándose ambas dejando sus tareas hacia la escalera del servicio, bajando a las cocinas a encontrarse con el mayordomo y hacerle entrega de sus notas.
      Sir John continuo su camino hacia su rutina diaria, pues iba vestido con ropa de deporte  pues se disponía hacer un poco de ejercicio al gimnasio, mientras la Sra. Freyre entraba en la habitación de la pequeña Elisabeth que aun dormía en su cuna. Acercándose a ella la observo como dormía plácidamente de costado, con el dedo pulgar de su mano izquierda introducido en su boca.   Despertándola con dulzura la destapo de las sabanas, mientras la muchacha sonreía al ver a la que consideraba ya, como  su nueva  mamá, la cual la beso en la mejilla después de hacerle unas caricias en su bello rostro, le dio la vuelta para quitarle su pijama, desabotonando los botones que cerraban su pijama, sacándole las piernas suavemente y luego al girarla poniéndola boca arriba, le acabo de sacar su pijama, dejándola en una camisola y sus bragas de algodón con ositos juguetones, la muchacha se quedó sorprendida al no verse con sus braguitas rosas y el oso que tanto le gustaba.  Quitándole la braga y después las de plástico, soltó los adhesivos laterales, soltándole el pañal descubriendo que la pequeña no había manchado su pañal, aunque en su entrepierna había una pequeña mancha, que debían de ser de fluidos que había dejado su sexo en el fondillo de celulosa. Pero ello no era nada anormal, pues era lógico que dejara rastro de su excitación, por lo que estaba viviendo tan gratificante para ella. Levantándola de la cama la cogió en brazos, cubriéndola con una manta para que no cogiera frio, cargando con ella llevándola sentada en su brazo izquierdo hacia el pasillo y llevarla al baño a ponerla en su orinal con una figura de un patito de color amarillo, dejándola sentada en él. Caminado hacia la bañera para llenarla de agua para bañarla.      
           Mientras… en la cocina…
     En la cocina el mayordomo estaba organizando su mesa, así como el preparar el menú de ese día y la cena, ya que para el desayuno ya había dado las debidas instrucciones a las cocineras.  Tras de él, aguardaban dos de las jóvenes doncellas, esperaban nerviosas y temerosas a que el mayordomo les prestara su atención, mirando por el rabillo del ojo, las había visto al llegar  haciéndolas  esperar al ver las notas en sus manos. El Sr. Johnson ya era mayordomo en la casa desde hacía unos años, ambas  chicas lo conocían muy bien, ya habían estado en esa misma situación antes, sabiendo o teniendo muy bien la lección aprendida, de no molestarle cuando está atendiendo otros asuntos. Cuando el mayordomo término se volvió hacia las jóvenes, observándolas serio muy fijamente y como  las chicas aterradas  les brotaban sus lágrimas de sus pupilas.
(Sr. Johnson)  -. Vaya con vosotras dos! Apenas lleváis dos horas en la casa y ya estáis en problemas?    A ver Patty tú que eres la mayor de las dos, entrégame tu nota. .- Patty una chica preciosa de veinticuatro años, morena de cabello por debajo de los hombros, ojos marrones y en esos momentos mostrando un rostro angelical de no haber roto un plato en su vida, algo que no era así por su historial de chica torpe y desinhibida siempre en problemas, a pesar de su metro cincuenta y cinco de estatura. Al entregarle la nota el desplego leyéndola. -. Megan entrégame tu nota. .- Megan de veintidós años rubia, con el cabello sobre sus hombros, ojos azules claros y un metro sesenta de estatura, de mirada descarada y soberbia, y compañera de problemas como Patty al estar siempre juntas. -.  Vaya!  Así que tenemos aquí a dos muchachas del M.I-6 por lo visto, os gusta jugar a espiar y meteros donde no debéis estar, muy bien pequeñas… Vamos seguidme las dos!!!
     El Sr. Johnson salió  de la dependencia de cocina, ante las atentas  miradas de los pinches, que sentados en dos bajos taburetes pelaban patatas, otras dos sirvientas levantaron sus miradas al verles pasar por delante de ellas, bajando sus miradas al pasar ante ellas el mayordomo, para levantarlas de nuevo al ver pasar a las dos chicas tristes que iban detrás de él, sobándose el culo con ambas manos, pues se imaginaban que iban a ser castigadas, pero no sabían que ya habían recibido unos buenos azotes con el cepillo.  Dirigiéndose hacia el fondo de las dependencias de cocina,  donde una puerta daba al exterior, siendo la puerta del servicio para acceder a la cocina desde el exterior.  Saliendo hacia el exterior fueron caminando hasta la cuadra apenas a diez metros de distancia, en donde se hallaba el jardinero Thomas, haciendo los preparativos para cortar el césped del jardín de la puerta principal.  Viéndolas pasar detrás del mayordomo con sus caras muy tristes y preocupadas, con alguna lagrima deslizándose por sus coloradas mejillas.  Al fondo del pasillo de las cuadras, había una sala cerrada toda acristalada, desde el exterior se veía todo lo que adentro se guardaba, a las chicas según se acercaban a la puerta ya veían ante sus ojos una silla de montar colocada sobre un caballete, entrando en ella el Sr. Johnson con las dos muchachas, que viendo donde estaban ya lloraban, acariciándose sus traseros por encima de su falda azul marino, pues sus uniformes eran diferentes a las sirvientas, siendo el de ella azul celeste, sabían que significaba el estar en esa sala.
     Las dos muchachas temblaban del miedo a ser castigadas, pues en el centro de la sala estaba ubicado el caballete, que habían visto desde el exterior en donde se solían poner las sillas de montar para limpiarlas  y lustrar el cuero de las mismas. En dicho caballete disponía de unos fijadores para mantener fijas las sillas de montar, en estos momentos había una silla puesta sobre el caballete,  aunque siempre había una colocada para aplicar los castigos a las sirvientas, siendo toda ella de cuero marrón que se apreciaba a simple vista de una mirada su buena calidad.  El Sr. Johnson agarro a una de las muchachas de la mano, haciéndola adelantarse hasta quedar a centímetros de la silla de montar,  al ser más alta que la cintura de las chicas, colocándose detrás de ella le poso sus manos a sus caderas, aupándola desde atrás de ellas por la espalda, la acomodo atravesada sobre la silla de montar, acompañando su cuerpo hasta quedar su trasero en alto, y su cuerpo colgando inerte al otro extremo apoyando sus manos en el suelo,  quedando colocada  boca abajo sobre la incómoda silla. Quedando su trasero bien expuesto para ser castigada, acto  seguido agarrando el dobladillo de su falda, se la levanto haciéndola caer sobre su espalda, quedando su trasero cubierto por unas bragas blancas de algodón de talle alto y perneras bajas que le cubrían la totalidad de sus nalgas, sobre la base del inicio de sus bien torneados muslos. Patty que era la chica que había sido colocada  en primer lugar lloraba, pues conocía muy bien aquellos preparativos para que eran, al no ser la primera vez que la castigaban en esa sala,  así como la había acomodado muy bien. Mirando el Sr. Johnson hacia Megan se desabrocho la americana de su traje, quitándosela colgándola en un colgador en la pared, volviendo sobre sus pasos se desabrocho la bocamanga de su camisa del brazo derecho, arremangándosela con dobleces hasta la altura de su antebrazo, colocándose detrás de la muchacha sobre la silla de montar, se soltó la hebilla de grueso cinturón soltando el pistón que sujetaba la hebilla en su ojal, Megan lo observaba llorando fijando su mirada en la hebilla plana y lisa rectangular de unos diez centímetros de anchura, por quince centímetros el lado largo, no era para nada una hebilla convencional, pues la hebilla no era de metal a pesar de su brillo, si no de plástico de PVC endurecido. El Sr. Johnson se extrajo el cinturón extrayéndolo de las presillas de la cintura de su pantalón, cogiendo cada extremo en una mano, pasando el extremo inicial por la presilla de cuero fijada en la hebilla y volviendo a juntar en su mano derecha esta vez, el largo cinturón de un metro y medio de largo, con los dos dobleces había quedado reducido a solo cincuenta centímetros, siendo empuñado en el extremo, dejando colgando de su mano el cinturón con la hebilla en el extremo plana de PVC, al hacerle ese doblez al cinturón de cuero grueso y pesado, tenía el feo aspecto de tener tres gruesas capas de cuero, siendo así triplemente pesado. El primer azote del cinturón sobre el culo de la joven la hizo aullar de dolor, moviendo sus caderas al tiempo que sus piernas las ponía casi horizontal a su cuerpo,  a cada nuevo azote en su trasero por la hebilla, se estremecía de dolor, llorando desesperada hasta que  recibió  diez fuertes azotes en su trasero, que el llevar sus bragas puestas poco o nada le protegía el tenue tejido de algodón de sus bragas, dejándola llorar un par de minutos, el Sr. Johnson procedió a auparla para depositarla en el suelo de pie, que al sentirse liberada de los fuertes brazos, se sobaba el culo con fuerza.
      Megan aterrada había presenciado como el trasero de su compañera y amiga, se contraía y se tensaba el culo del fuerte dolor de cada azote recibido, permaneciendo mucho más aterrada viendo como su amiga se agitaba, cada vez que sentía esa hebilla en su trasero, y sin probarlo ya se acariciaba  el culo, angustiada de ser la siguiente.  Llego su turno y al ver que el Sr. Johnson iba a por ella, echó a correr tratando de escapar saliendo por la puerta como una exhalación, pero para su desgracia fue a toparse con el jardinero que observaba desde afuera por los cristales la escena del  castigo  a Patty.  Siendo esta sujetada a pesar de que le lanzaba patadas al jardinero para que la soltase, la mantuvo fuertemente sujeta  el Sr. Thomas, esperando  que saliera a por ella el mayordomo,  este al llegar a ella la sujeto del brazo izquierdo situado a su espalda y dándole fuertes azotes en el culo con su mano derecha, que la muchacha arqueaba su cuerpo hacia adelanta saltando, tratando así que no le pudiera alcanzar su trasero, pero la mano certera del mayordomo le asestaba buenos y fuertes azotes en el culo, sobre su falda o si la falda se acampanaba en el aire, le daba sobre sus bragas blancas de algodón, así con buenos azotes la llevo hasta la silla de montar, donde agarrándola de la cintura la aupó colocándola boca abajo atravesada sobre la silla de montar.  El Sr. Johnson estaba tan furioso por haberle hecho ir a buscarla,  que le asesto los diez azotes tan rápidos con la hebilla de su cinturón, que la muchacha solo hacía que aullar del dolor que sentía  en el culo, no le bajo las bragas, y tampoco le subió su falda, pero el dolor fue igual que si le hubiera desnudado el culo.
(Sr. Johnson)  -. Tú te lo has buscado sinvergüenza!  Te habría dejado las bragas puestas, pero por tratar de escapar te las voy a bajar para que aprendas!!!
      Los diez azotes del cinturón fueron más rápidos que a su compañera, al dejarla de ponerse en pie, se sobaba con desesperación dado el intenso ardor del trasero y llorando las dos al unísono, el mayordomo las llevo de nuevo hacia la casa para continuar con sus tareas.
     La Sra. Freyre sacaba ya de la bañera, a la pequeña Elisabeth envuelta en una toalla de baño, con dibujos de ositos juguetones jugando con una pelota, tras secarla bien envolviéndola en la toalla la llevo a su habitación en brazos, dejándola sobre la cama envuelta aun en la toalla, mientras sacaba del armario la ropa que iba a ponerle esa mañana.  Poniéndole en primer lugar un sujetador blanco, así como una camisola blanca. Luego echándola sobre la cama poniéndola boca abajo, le puso crema hidratante en su trasero que lo tenía todo moradito, gimiendo de dolor al aplicarle la crema, aunque también gemía de placer pues su sexo así lo indicaba, al aparecer un fluido blanquecino y transparente, dándole una suave palmada en el culo, con un “AAYYY” con voz de niña pequeña haciendo pucheros,  le dio la vuelta para ponerle el pañal, levantándole las piernas pasándole el pañal, así como ponerle talco en el culito, y crema anti escoceduras tambien y al sexo de la pequeña, así como confortándola con un poco más de polvos talco en su intimidad, pues podía pasar toda la mañana con su pañal mojado hasta poder ser cambiada, tras ajustarle bien los adhesivos laterales, le puso unas bragas blancas con un osito azul delante pequeño, y un oso grande en el trasero rosa.  Tal y como estaba le puso unas medias color carne, hasta casi el inicio de sus muslos, para luego pasarle una liga ajustándosela a un poco más arriba de medio muslo, y cogiendo el borde de la media la bajo pasándola por encima de la liga, así no se le bajarían las medias, haciendo lo mismo con la otra pierna. Poniéndola de pie le puso una blusa azul celeste muy clarito, para luego ponerle una falda circular de vuelo acampanada hasta la altura de las rodillas, así con esa falda no se le notaria nada el llevar el pañal puesto, le calzo unos zapatos con tacón de cinco centímetros y la llevo al baño para peinarla, así como maquillarla para ir al trabajo. Una vez lista para bajar, le hizo poner una bata a cuadros muy pequeñines, era una bata de niña pequeña, se la puso para que no se manchara la ropa al desayunar, al salir de la habitación… le dio una palmada en el culo cariñosamente y cogiéndola de la mano salieron…
(Srta. Elisabeth)  -.  Mami! No me vas a castigar como a las otras chicas?
(Sra. Freyre)  -. No mi pequeña!   Tú no te portaste mal como ellas, por eso no te he dado una azotaina, porque te has portado muy bien…
      Antes de bajar al salón a desayunar se detuvo ante la habitación de Penélope, estando ya vestida para bajar a desayunar, con un bonito vestido azul cielo con la falda ondulada, ya saliendo de su cuarto, al pasar por delante de la habitación de Amelia también estaba ya vestida, con un conjunto de blusa beige y falda tableada verde esmeralda corta por encima de la rodilla, bajando todas  juntas a desayunar. Uniéndoseles poco después Sir John ya duchado y vestido para desayunar.  El desayuno no hubo nada que fuera resultado de esclarecer, pues no sucedió nada destacable, excepto ver como se removían sobre sus sillas al permanecer sentadas Amelia y Penélope que removían  constantemente sus traseros doloridos.
   Después del desayuno las chicas se retiraron a sus trabajos, llevándolas el chofer de Sir John el Sr. Harry.  Mientras Sir John se fue hacia su despacho para estudiar los expedientes, de las dos entrevistas que iba a tener esa mañana, sin tener a su asesora cerca para informarle, algo que le molestaba en extremo el tener que ocuparse el mismo.   Minutos después entraba en su despacho la Sra. Freyre sin llamar como era habitual en ella…
(Sra. Freyre)  -. John! Cuando quieras hago pasar al servicio para que les conozcas a todos, Y puedas dirigirles unas palabras de bienvenida a la casa.
(Sir John)  -. Hazles pasar para que puedan volver a sus ocupaciones, la casa necesita una buena limpieza a fondo. Que entren!
      Entrando en primer lugar el mayordomo fueron entrando todo el servicio compuesto por diez mujeres y cinco hombres, entrando y colocándose todos uno al lado de otro por orden de ocupaciones, primero la cocina y sirvientas, luego doncellas, y por último lugar el jardinero, faltaría el chofer que había ido a llevar a las chicas a sus trabajos. En primer lugar fueron presentados uno por uno dando un paso adelante según les nombraba el mayordomo.
(Sr. Johnson)  -. Buenos días Sir John, tengo el honor de presentarle a las personas que formaran el servicio de su residencia, en primer lugar la chef de cocina: la Sra. Katherine Wilson, su ayudante y cocinera: Laura abesón, las sirvientas Kathy Parsons,  Luisa Campbell, Sami  Wells,  Maggie Watson, y los pinches de cocina: Tony   Wells, Peter  Campbell.  Las doncellas: Sarah  Pittsburg,  Mery  Hyde, Patty Hyde,  Megan Parsons. El jardinero Thomas Jackson, faltando el chofer que esta de servicio, el Sr. Harry. Y yo mismo Williams Johnson.
     Sir John se levantó de su sillón poniéndose en pie, acercándose hacia todo el servicio estrechando su mano con el mayordomo en primer lugar, luego fue pasando por delante de todo el servicio primero a derechas y luego a izquierdas volviendo sobre sus pasos, para volver hacia su mesa apoyándose en ella, mirando hacia todo el personal al cual dirigió unas palabras…  
(Sir John)  -.  Buenos días a todos, y bienvenidos a la Residencia Tyler.  Como bien saben en esta casa siempre han sido bien acogidos, así como bien atendidos, teniendo como preferencia los familiares del servicio, para pertenecer al servicio de esta casa. Siendo así aplicada, desde los tiempos de mis bisabuelos hasta los días de hoy, que yo personalmente continuo la tradición. En esta casa desde siempre la disciplina ha sido férrea, incluso con el servicio si fuera necesario, solamente están exentos a ella, el Sr. Johnson, el Sr. Jackson y la Sra. Freyre. Los correctivos serán aplicados por el Sr. Johnson, de no estar el presente se encargara la Sra. Freyre, y de no estar ninguno de ellos, será la Sra. Wilson por ser la chef de cocina, en faltas de gravedad, me encargare yo personalmente con todo el servicio presente al correctivo, indiferentemente de quien sea la o el culpable. Hoy dos jovencitas han sido castigadas de buena mañana,…   Den un paso al frente y descúbranse el trasero para mostrarme la eficacia del castigo.
     Patty y Megan se ruborizaron al escuchar que debían mostrar sus traseros, pues eran las únicas que habían recibido esa mañana, así como tener que avanzar un paso  teniendo que levantarse la falda y bajarse las bragas ellas mismas ante todas sus compañeras, muertas de la vergüenza lo hicieron dándose la vuelta e inclinándose mostrando sus traseros.      
(Sir John)  -. Sr. Johnson teniendo en cuenta lo que he escuchado, creí que era usted más eficiente al castigar a muchachas, no me esperaba eso de usted. Esos traseros deberían de mostrarse más elocuentemente, con signos claros del castigo recibido, dados sus conocimientos de disciplina!  
(Sr. Johnson)  -. Sir John me he limitado a cumplir las instrucciones, en las notas que las muchachas me han entregado especificaba diez azotes con el cinturón…  
(Sra. Freyre)  -. Eso no puede ser cierto Sr. Johnson… solo he anotado el motivo de la falta como siempre he hecho, usted debería de saberlo de los años que lleva en la casa, la cantidad de azotes o instrumento a elegir lo dejaba a su experto criterio, no ponía ni numero como tampoco el instrumento, alguien ha debido falsificar las notas, pero no sé cómo ha sido posible tal cosa, ya que es literalmente imposible, tengo mi estilográfica es imposible falsificar, dado el elevado precio de la misma, en mi bolsillo como mi libreta. Y según tu John no son falsificables… Tiene usted las notas de las chicas ahí, Sr. Johnson?
 (Sr. Johnson)  -. Aquí las tengo en el bolsillo, mírelas… Espere un momento.  No me he fijado antes cuando me las han entregado, pero están añadidas con un bolígrafo normal,… ya… comprendo que ha ocurrido y porque… En mi mesa de la cocina tengo una lámpara de ultravioleta para que no me deslumbre en las gafas de leer, al mirar las notas la luz ocultaba la travesura de las chicas, me la han jugado bien estas  dos jovenzuelas desvergonzadas!!! Ellas lo sabían que no me daría cuenta.  Es  un error de apreciación  y no me he dado cuenta que era otro bolígrafo, pero aquí en este despacho con la luz del día se aprecia claramente.    
(Sir John)  -. Ustedes dos pareja de desvergonzadas! Pueden subirse  las bragas y bajarse sus faldas!!!   El servicio  se puede retirar a realizar sus obligaciones, quédese en el despacho usted Sr. Johnson y usted Sra. Freyre!  .- El servicio se fue retirando hacia la puerta, y las dos jóvenes subiéndose mientras andaban las bragas y alisando sus faldas se apresuraron,  se escabullían mezcladas entre las demás chicas, deseaban salir cuanto antes de ese despacho. -.  Ustedes dos jovencitas!!!  Donde se creen que van?  Vuelvan aquí inmediatamente!!!
    Las dos muchachas se detuvieron volviendo sobre sus pasos, hasta colocarse en el mismo lugar donde estaban antes con sus faldas levantadas, y las bragas bajadas a las rodillas, quedándose paradas y mirando al suelo sin decir nada, pues estaba claro para ellas que se habían metido un grave problema… Habían tratado de librarse de una buena azotaina, y claramente habían sido descubiertas.  Así que ambas se habían metido en un lio mayor, del cual no iban a salir bien libradas, lo que hacía que sus cuerpos se estremecieran de miedo.   Una vez se quedaron solas en el despacho, teniendo a su derecha a unos metros al Sr. Johnson claramente indignado mirándolas, a su derecha la Sra. Freyre que no hacía más que gesticular a las chicas con su mano derecha, moviéndola con la palma hacia arriba de izquierda a derecha e viceversa, siendo claro su gesto de que las iba arreglar bien a las dos, y con su cabeza la movía en claro gesto de negación por su conducta.   Y enfrente de ellas, a Sir John mirándolas fijamente claramente muy disgustado, lo que las hacía sentirse desprotegidas, dejando claro que sus respectivos  superiores  de organizar sus tareas, ellas estaban en una delicada situación, siendo su reacción el acariciarse por encima de la falda, sus traseros aun con ciertos ardores  que la hacían estremecerse aún más. Siendo Sir John quien tomara la palabra…         
(Sir John)  -. Y bien chicas!  Que tenéis que decirnos? Porque es intolerable vuestra conducta! Está muy mal que halláis falsificado las notas, está claro que teníais miedo a ser castigadas, y eso os ha llevado a cometer una torpeza aun peor y más grave, porque no únicamente habéis falsificado las notas que os ha entregado la Sra. Freyre, esas notas se las había ordenado yo personalmente que os las diera, por lo que no solo habéis engañado a vuestro superior, me habéis desobedecido a mí personalmente, y esto no va a quedar así jovencitas! No vais a ser castigadas ahora en este momento, eso sería acabar muy rápido para vosotras y que vuestra hazaña se resolviera con presteza.  Eso no sería suficiente castigo para ambas, debéis aprender bien la lección, vais a ser castigadas muy severamente por vuestra osadía!!!  Y vais a ser castigadas delante de todo el personal de la casa, pero eso será esta tarde a las cinco, cuando todo el personal de servicio tiene esa hora libre de trabajos, por lo que vais a disponer de mucho tiempo para pensar en vuestra osadía! Vais a desear que las horas pasen rápido, pero os parecerá que estas no se mueven, esa sensación de vacío en vuestros cuerpos será peor castigo, que el ser castigadas ahora mismo.  Ahora podéis retiraros hacer vuestro trabajo, y pensad una buena excusa que ofrecerme cuando seáis citadas a este despacho ante vuestras compañeras. Ahora salid fuera, no deseo veros en lo que resta de día!!!
    Las dos muchachas salieron del despacho con sus rostros compungidos, si lo habían pasado mal cuando les habían entregado las notas, para bajar a la cocina para hacerle entrega de sus notas al mayordomo, siendo para ellas unos minutos horribles. Que podría resultar el ser, estar todo el día pensando que iban a ser castigadas, y lo peor de todo, delante de todas las chicas del servicio, que ya se habían reído de ellas cuando entraron en la cocina sobándose el culo, regresando de las cuadras de ser castigadas, entrando detrás del mayordomo, que se iba ajustando el cinturón tras habérselo pasado por las presillas del pantalón, siendo ellas las portadoras de su americana y entregándosela una vez se hubiera ajustado su grueso cinturón ante el resto del servicio, ellas en esos momentos además de llevar sus culos doloridos, debían de pasar por esa terrible  vergüenza.  Y aunque las chicas no supieran nada de su castigo aplazado, el mayordomo no tardaría en comunicarles  por motivo de sus dos compañeras, serían las culpables que no pudieran salir de paseo esa tarde con sus novios o ir a su casa a ver a sus padres, teniendo que permanecer en la residencia para presenciar su castigo.  Aun solo estaban en el vestíbulo, y ya se sentían muy avergonzadas del día que les esperaba con sus compañeras.  Detrás de ellas iba la Sra. Freyre y el mayordomo dispuesto a encomendarles su trabajo a realizar, durante esa mañana en la residencia.
    
      Mientras en el edificio de oficinas junto al rio Támesis en Londres,… Penélope Riggs había entrado a su despacho llegando tarde, aunque no era culpa de ella, el tráfico de entrada a la ciudad estaba horrible esa mañana.  Llegando agotada  por casi la hora y media tarde que había llegado a la oficina, pero eso no había sido lo peor, el estar sentada en el habitáculo del vehículo, había resultado horrible para su trasero dolorido e inflamado, igual que había resultado para Amelia Davies. La única que no expresaba casi gesto alguno era Elisabeth, que gracias a su pañal iba cómodamente sentada en el vehículo. Al entrar a su despacho que pertenecía a Sir John, pero en su ausencia lo utilizaría ella, así que se arrojó sin pensar en su trasero sobre el confortable sillón, dando un aullido de dolor levantándose rauda del asiento, sobándose el culo sobre sus bragas, tras haber introducido sus manos bajo la falda. De pie junto a su mesa llamo por el teléfono a la secretaria…
(Srta. Riggs)  -. Srta. Frentón puede venir a mi despacho, gracias.
    Al instante la Srta. Frentón entraba al despacho, viendo a Penélope Riggs mirando hacia el rio por el enorme ventanal, de espaldas a la puerta sobándose el culo sobre sus bragas blancas de algodón con dibujos de flores de margaritas, la secretaria pudo ver claramente como asomaba bajo sus perneras el culo amoratado de la Srta. Riggs.
(Srta. Frentón)  -.  Vaya Penélope como llevas el culo de morado, debe de dolerte mucho…
(Srta. Riggs)  -.  No te haces idea Jenny de lo que me duele, ayer por la tarde fue horrible hasta tres azotainas me dieron con cepillo y luego la zapatilla de las Sra. Freyre, vaya bruja está hecha esa mujer!!! No veas como zurra!  Y esta mañana me ha dado otra azotaina, llevo el culo que me duele horrores, suerte tienes que te libraras ayer de recibir…
(Srta. Frentón)  -.  Pues mira que te hice caso cuando me llamaste, me vestí con las ropas más ordinarias que tengo para ganarme una azotaina, pero ya viste que no me funciono…
(Srta. Riggs)  -. Pues a Elisabeth no le fue tan bien!  No te imaginas que azotaina le dio al llegar a su residencia, la castigo con el cepillo de madera, no imaginaba que esa niña llorona podría resistir tanto recibiendo con el cepillo, cuando dejo de azotarla tenía el culo morado de la severa azotaina que le dio, lloro mucho, pero tardo mucho también en ponerse a llorar, yo no hubiera resistido ni la mitad que ella.
(Srta. Frentón)  -. Pues la he visto entrando en su despacho como si tal cosa, y se ha sentado sin problemas en su sillón…
(Srta. Riggs)  -. Porque esa niña va con pañal, por eso va cómoda. Pero no lo ira cuando se orine en ellos, a ver quién la va a cambiar el pañal?  Y encima es el ojito derecho de la Sra. Freyre, mientras a las demás nos ha castigado esta mañana, a ella no le ha hecho nada de nada.  Llévate esos expedientes al archivo, sobre ellos están las llaves para cerrar después, ya que esos expedientes son confidenciales.  Nadie los puede ver…
(Srta. Frentón)  -. Ah! Se me olvidaba decirte que el Sr. Harrison espera que le lleves el presupuesto de los costes de ampliación y renovación de las cuadras de la finca, los trabajadores están aguardando su firma y que el arquitecto de la orden de comenzar los trabajos, y sin esos presupuestos no pueden empezar si Elisabeth no aprueba la transacción de dinero, para pagar a proveedores que no descargaran nada sin haber cobrado la parte acordada.
(Srta. Riggs)  -. Joder!!!  Se me ha olvidado, no lo tengo terminado y no lo estará hasta mañana o pasado, en estos dos días no he hecho nada en ellos, ni los he abierto…
(Srta. Frentón)  -. Pues no quisiera estar bajo tus bragas!   Menuda te espera cuando Sir John se entere por el Sr. Harrison.  Que no has hecho tu trabajo. Como tardes mucho en llevárselo, le llamara no tardando mucho, pues los trabajadores llevan toda la mañana llamando a ver qué ocurre…
(Srta. Riggs)   -. Joder!!! Yo me doy a la fuga… la que me va a dar cuando llegue hoy a la residencia… No…Podrías venir tú y decir… que ha sido culpa tuya…? Así te castigara a ti, que es lo que deseas más!
(Srta. Frentón)  -. Ja, ja, ja.  Y que gano yo con eso, eh? Que me pongan el culo en peor estado que lo tienes tú, y si nos pillan no arreglaran a las dos bien…
(Srta. Riggs)  -. Es un riesgo, si!  Pero mientras nos descubren, a mí se me recuperaría el culo al menos… Lo harás por mí? Somos amigas y yo te he ayudado muchas veces…
(Srta. Frentón)  -. Y que digo para que te exculpen a ti. Si dices que lo tengo en casa, me harán ir a buscarlo. Si está mal clasificado, me harán revisar todo el archivo, y si me dicen que lo he tirado, pedirán las copias de seguridad que se hacen? No se puede hacer que sea creíble…
(Srta. Riggs)  -. Puedes decir que por error lo echaste a destructora de documentos y lo trituraste todo y también las copias, eso sí funcionaria…Verdad? Y a mí me daría más días para acabar el informe.
(Srta. Frentón)  -. Bueno… eso podría incluso ser creíble, pero… no me despedirá el Sr. Harrison? Soy nueva en la oficina y un error así sería muy grave.
(Srta. Riggs)  -. Podría decir que lo puse yo por error, en la repisa donde se ponen los documentos, para destruir por error al recibir una llamada importante.
(Srta. Frentón)  -. Pero si dijeras algo así… Te inculparías tú también y no te librarías…
(Srta. Riggs)  -. Bueno no me libraría de una azotaina con la mano, y lloraría mucho por como tengo el culo, si no, mírame….- Dándose la vuelta Penélope se levantó la falda y se bajó las bragas blancas de flores de margaritas, aullando de dolor con el simple roce del elástico en sus nalgas al bajárselas y enseñarle el culo a su amiga, que solo le había visto a través de los bordes ribeteados de fina puntilla de las perneras de las bragas. Al verlo se puso los dedos de su mano derecha en sus labios de asombro por como lo llevaba de morado. -. Lo ves!
(Srta. Frentón)  -. Ostras!!! Debe de dolerte mucho, pero tengo las braguitas mojaditas solo de verte… mira…
    Se levantó la corta falda mostrándole la entrepierna a su amiga, y pasándose la mano por encima del fondillo de sus bragas, sus dedos se le mojaron al instante, al traspasar sus fluidos el tejido de sus braguitas, unas simples braguitas de nylon azules, que por el color se veía claramente su humedad con un tono más oscuro.
(Srta. Riggs)  -. Que cochina que eres!  Pero tendré que dejarte unas bragas, si te presentas con esas braguitas te echa de su casa… No le gustan ese modelo, es un anticuado como cualquier spanker… La mejor solución sería llamar yo ahora a Sir John y decírselo, así al decirle  al Sr. Harrison  que ya está informado y  tomado una decisión al respecto, no te podrá despedir.
(Srta. Frentón)  -.  Y no sospecharía que somos cómplices?  Yo lo pensaría…
Srta. Riggs)  -. Bueno se me ocurre una idea, como el teléfono es inalámbrico le llamo estando Con el Sr. Harrison y le paso el teléfono a él… venga vamos!!!  Antes de que te lo pienses mejor…
    Salieron del despacho dirigiéndose hacia la otra ala sur del edificio, donde se encontraba el buffet de abogados, las dos caminaban una al lado de la otra, aunque Penélope procuraba que sus tacones no le hicieran menear su trasero, pues le molestaban en extremo el roce de sus braguitas en sus nalgas, así hasta llegar al despacho del Sr. Harrison.   Su secretaria fue quien entro primero al despacho para anunciarlas, quedando ellas afuera mirándose la una a la otra preocupadas de que todo les saliera bien.  Saliendo poco después dejando la puerta abierta para que entraran.  Al entrar al despacho del Sr. Harrison, Penélope se acarició el culo antes de entrar, estaba hablando por teléfono en esos momentos, escuchando las dos chicas como hablaba, ellas se mantenían en silencio hasta el momento que escucharon algo que las dejo heladas a las dos…
(Sr. Harrison)  -.  Si…Por supuesto, señor. Claro que si, como debe ser. Si las tengo a las dos ante mí. Si,  Sir John va bien vestida, no como iba ayer, si desde luego… espere que pongo la llamada en altavoz y habla usted con Ella.
(Sir John)  -. A ver Srta. Riggs!!!  Que ocurre con ese presupuesto!!! Que  no se lo ha llevado al Sr. Harrison para que la Srta. Braun pueda ejecutar el ingreso…
(Srta. Riggs)  -. Bueno…yo… se lo he pedido a su secretaria que me lo traiga del archivo, pero por lo visto tuvo un ligero problema con él, que se lo explique ella que ha hecho con él esta mañana…
(Srta. Frentón)  -. Yo esto… Sir John, no sé cómo explicarlo… es embarazoso decirlo…Por error lo tire… a la destructora de documentos,… destruyendo original y copias…lo siento mucho…no sabía lo que era…
(Sr. Harrison)  -. Pero usted no puede destruir documentos sin saber lo que es!!! Como se atrevió a semejante desfachatez, vaya por dios!!! Teniendo a los trabajadores parados y el banco esperando para depositar ese desembolso, en esta misma mañana… señorita está usted despedida!!!
(Sir John)  -. Usted no corra tanto Sr. Harrison!  Usted no tiene ninguna autoridad para despedir a mis empleados. A ver jovencita, como ha podido suceder algo tan grave?
(Srta. Frentón)  -.  No se cómo, estaba hablando por teléfono con mi madre e iba metiendo papeles en la destructora, no me di cuenta hasta que Penélope me los ha pedido, y no los he encontrado, pero si la carpeta vacía donde estaban guardados, pagare todo los gastos de los obreros Sir John, pero no me despida por favor…
(Sir John)  -. Esto no se puede hablar por teléfono!!!  Esta tarde vendrá usted con la Srta. Riggs a mi residencia y lo aclararemos todo bien aclarado, como acabaremos tarde de hablar dado el horario, tráigase muda para esta noche pues pernoctara en la residencia, no la voy a permitir viajar de noche…. Srta. Riggs!  Cuando tendrá el informe preparado de nuevo?
(Srta. Riggs)  -. No lo sé Sir John… todos mis cálculos estaban en esa carpeta, tendré que empezar de nuevo desde cero, volviendo hacer el estudio y hacer los números de los cálculos, así como hacer las mediciones de nuevo, contratando a un ingeniero de caminos para que haga las mediciones, no menos de tres semanas puedo calcular, es lo que tarde al hacerlos…
(Sir John)  -. Sr. Harrison puede salir del despacho por favor, debo hablar con mi asesora y mi secretaria en privado… .- Sir John guardo silencio unos momentos hasta que pudo escuchar cerrarse la puerta. -. Ya estamos a solas verdad? Srta. Frentón no será necesario se traiga nada de ropa de muda, en casa la Sra. Freyre se encargara de proporcionarle la ropa que deberá usar, durante las próximas tres semanas que dure la investigación de mi asesora, pues durante ese tiempo permanecerá en mi casa, recibiendo sus respectivos castigos cada día, mas aparte de los que se haga acreedora y ayudara personalmente a la Srta. Riggs hacer su trabajo. Esta tarde nos vemos y se puede ir usted jovencita preparándose porque va a dormir esta noche bien caliente… Y ya está por ahora, ya hablaremos a la tarde!!! Adiós!!! Que ahora estoy con la primera entrevista…
      Penélope se acercó al teléfono y se cercioro que la llamada se había colgado el teléfono, ya una vez cometió el error de hablar sin asegurarse, le costó una severa azotaina de su padrastro, pues el escucho todo lo que hablaba con una amiga, cosas que no debía de haber escuchado, y que le costó estar un mes sin poder salir a la calle o salir con sus amigas, eso sin contar la azotaina que le dio.
(Srta. Riggs)  -. Que te ocurre Jenny? Te has quedado blanca como la nieve!
(Srta. Frentón)  -. Y que quieres? Me van a castigar hoy y verte como llevas el culo tú, no es para lanzar cohetes de artificio, no te parece?
(Srta. Riggs)  -. Bueno pero a mí me castigo en mi casa, la verdad es que me la busque yo sola, debía de haber pensado mejor lo que iba hacer. Pero gracias a mi comportamiento de chica descarada! Al día siguiente de buena mañana me gane otra azotaina, porque estuve perdiendo el tiempo para que me castigara otra vez. Si hubiera imaginado que por la tarde me iban a dar dos más, no habría llegado tarde desde luego que no. Y al acostarme me dio otra azotaina la Sra. Freyre, de haberlo sabido no habría llegado tarde por la mañana. Ósea que si llevo el culo morado es porque me lo busque yo misma, excepto la de la noche antes de acostarme,… Bueno esa me la gane por tocarme mientras castigaban a la cocinera.  Las demás que recibí me las gane yo sola, no fue por su severidad hacia mí, fue porque me las busque yo misma. Nadie dice que te vaya a ocurrir a ti lo mismo…
(Srta. Frentón)  -. Bueno…Visto de esa manera, no claro no,  no tiene por qué ser tan malo. Nos vamos a trabajar un rato, no me apetece meterme en más líos hoy… Sobre todo por hacerte un favor a ti, porque menudo favor te voy hacer…
(Srta. Riggs)  -. También yo te he hecho favores, recuerdas cuando tu padre vino al colegio con el cinturón en la mano esperándote que salieras, porque había encontrado tus notas escondidas en tu cuarto con cuatro suspensos!  Te saque con ayuda de mi padrastro por la puerta de atrás…
(Srta. Frentón)  -. Sí que me acuerdo bien, como para no acordarme. Tu padrastro cuando se enteró del porque me escape por la puerta de atrás, me zurro el mismo, con el cinturón haciéndome quitarme el pantalón y llamo a mi padre que viniera a buscarme, cuando llego me llevo a casa a cinturónazo limpio en el culo, y  tuve que andar tres manzanas solo en bragas, porque los pantalones se quedaron en tu casa…. Menudo favor me hiciste. Aun me duele el culo de la paliza que me dio tu padrastro y luego mi padre en casa, después fue mi madre con la zapatilla por dejarme los pantalones en tu casa…e ir por la calle en bragas… Vaya favor… con favores como ese… voy lista contigo guapa…

    En la residencia de sir John la primera entrevista había llegado tarde, siendo informado de su llegada por la Sra. Freyre que tras echarle una ojeada a la mujer, entro en el despacho de Sir John.
(Sra. Freyre)  -. Acaba de llegar una chica que dice esta citada para las nueve treinta, pero son las diez de la mañana ya, que hago con ella la hago entrar a pesar de su retraso?
(Sir John)  -. Debe de ser la Srta. Sally Reed. Profesora de Historia de veinticinco años, no debería atenderla por llegar tan tarde, pero hazla pasar a ver que explicación me da…
(Sra. Freyre)  -. Tiene veinticinco años? Si parece de dieciocho años, de lo jovencita que se ve…
    La Sra. Freyre salió al vestíbulo haciendo entrar a la joven, está al darle autorización para entrar se puso en pie, no midiendo mucho más del metro cincuenta, rubia con el cabello por los hombros con dos coletas, con un conjunto de blusa blanca y una falda tableada azul marino demasiado corta para el gusto de la Sra. Freyre pues al levantarse y ponerse en pie le pudo ver las bragas blancas de algodón que llevaba puestas la muchacha. Al pasar por su lado vio que apenas le llegaba poco más arriba del ombligo a ella, entrando al despacho la Sra. Freyre intrigada por la joven entro de tras de ella, caminando hacia la mesa donde aguardaba Sir John. Se estrecharon las manos a modo de saludo, y Sir John volvió a tomar asiento.
(Sir John)  -. Buenos días, usted se llama según su expediente Sally Reed, de veinticinco años, profesora de Historia, sin experiencia alguna en dar clases, pues está recién graduada en la universidad de Cambridge con una nota nueve noventa y cinco, excelente desde luego, usted sabe e imagino que en la escuela de disciplina, se darán clases a chicas difíciles o casos imposibles que sus padres envían a esta escuela, proporcionando además de disciplina, nociones básicas universitarias para poder acceder a cualquier universidad, si superan sus problemas de actitud difíciles. Pero además deben los profesores aplicar disciplina si es necesario, o recibirla si fuera menester. La verdad para aplicar disciplina usted no la creo capacitada, la única apreciación que puedo apreciar observándola a usted, es su buena preparación para dar clases y estaría dispuesta a recibir disciplina si fuera el caso?  Pero hay otro punto a tener en cuenta, es que ha llegado usted muy tarde a su entrevista, lo que dice de usted su falta de impuntualidad es notable, no veo que usted sea apta para el puesto, a no ser que me aporte una buena explicación, que me pueda hacer cambiar de idea, y por qué debo aceptarla.  Puede tomar asiento si lo desea por supuesto.
(Srta. Reed)  -. Vengo por la pareja de mi madre, que me aconsejo este lugar pues aquí según sus palabras textuales, aquí me meterán en vereda por mi falta de puntualidad, pues siempre llego tarde a los lugares o citas de trabajo. Si llego tarde hoy,  en parte es porque la pareja de mi madre me castigo, ayer por la noche por llegar tarde a la cena, por ello prefiero permanecer de pie, me dio una azotaina con la mano, porque estaba seguro que aquí en este despacho, me iban a dar una buena azotaina por llegar tarde, algo que no me apetece nada que suceda, por lo que si deciden que no valgo para el puesto, me iré sin recibir una azotaina y eso me gustaría que sucediera, pues aún me duele el culo de ayer noche. Y si estoy predispuesta a que me castiguen, ya le he respondido porque cuando no me zurra mi madre, lo hace su pareja, por lo que estoy habituada a que me castiguen aunque no me guste serlo. Y el motivo de llegar tarde, es que me he quedado dormida…
(Sir John)  -. La verdad es que nunca me hubiera imaginado, el hacer una entrevista de trabajo, a alguien que muestra tan pocas ganas de obtener un puesto de trabajo, usted jovencita se merece un castigo solo por el hecho de presentarse de esa guisa en este despacho, pero antes de echarla literalmente de mi despacho, por ser la persona menos apta para el puesto, da usted hasta coraje el verla delante mía con semejante desfachatez, pero tengo curiosidad por saber quién le ha recomendado, venir a esta entrevista cuando  claramente no desea el puesto.
(Srta. Reed)  -. Frank Lexington. Puedo marcharme ya?
   Sir John se levantó de su sillón, pero no sin antes abrir el primer cajón de su mesa y extraer el cepillo de madera del interior, bordeando su mesa se acercó a la joven despechada, llevando el cepillo en su mano, así viendo como verle los ojos de terror de la joven, al ver que llevaba el cepillo y con claras intenciones de utilizarlo con ella. La joven retrocedió caminando hacia atrás unos tres o cuatro pasos claramente aterrorizada.
(Sir John)  -. Sabes jovencita si tu padrastro te ha enviado, es por algo más que por que vengas a trabajar a este lugar, aunque tú lo llames la pareja de tu madre, por su expediente sé que está casado con tu madre, y que tu no debes de hacer nada más que rebelarte en su presencia y seguramente igual que has acabado con mi paciencia, debes de haber acabado con la suya propia.   Seguramente por el cariño que le debe tener a tu madre, no debe castigarte como te mereces, porque igual significaría más duro para tu madre que para ti, y por ello te ha enviado para que conozcas la disciplina que te mereces, me equivoco en algo Sr. Lexington?
   El Sr. Lexington acababa de entrar por la puerta en esos instantes, al enterarse que la entrevista de las nueve treinta ya había llegado y que no era menos que su hijastra Sally.
(Sr. Lexington)  -. Si, Sir John!  Esta usted completamente en lo cierto, esta no es mi hijastra como se hace pasar por ella, es mi hija carnal.  Pero su madre y yo nos separamos hace años cuando ella nació, y por circunstancias de la vida nos hemos vuelto a unir, ella lleva mi apellido pero siempre se ha hecho llamar por el apellido de soltera de su madre, aun hoy día me sigue echando en cara que las abandonara, la verdad es que su madre era muy joven cuando nos casamos, y yo era mayor que ella nos llevamos casi veinte años, sus padres me aceptaron en la familia, pero me querían dominar a su antojo, y yo no estaba dispuesto a ello, por ese motivo me fui.  Siempre estuvimos en contacto nos veíamos a escondidas de sus padres, y así nació nuestra hija, se quedó embarazada ocho meses después de casarnos, al enterarse sus padres le prohibieron volver a verme, a pesar de estar casados. Pero su madre siempre fue débil y se dejaba manejar por sus padres, lo que ellos decían siempre era lo correcto, aunque no lo fuera. Al fallecer sus padres en el mismo accidente que el Sr. Tyler y esposa, yo volví a casa con mi esposa.  Pero mi hija cree a sus abuelos que en paz descansen, y no me cree a mí que tuve mis razones para marcharme.  Como no sé qué puedo hacer con ella, pues le dije a mi esposa que la enviara aquí, seguramente les habrá dicho que la he castigado yo, porque siempre lo va diciendo. Es cierto que la castigo mi esposa ayer noche, por contestarme mal y le dio una azotaina con la mano, no creo ni que le doliera porque mi mujer es débil y no tiene fuerza para ocuparse de ella como se merece. Pero yo no deseo que me odie más, de lo que ya me odia, por eso no la quiero castigar yo. Quizás hago mal, y debería castigarla bien, pero la quiero demasiado aunque ella no lo comprenda. Por ello mi mujer la ha enviado, y espero que la acepten en la escuela como profesora o como alumna, en ese caso pagare los gastos que correspondan.
(Sir John)  -. Sr. Frank le comprendo bien el cómo debió sentirse, al parecer no eran los únicos sus suegros a quienes gustaban dominar todo a su alrededor, mis padres también lo intentaron conmigo, y le comprendo porque tuve que tomar la misma decisión, a pesar que de hacerlo lo iba a perder todo. No vamos a entrar en detalles, pero su hija queda admitida.  La haremos la prueba como a las demás profesoras, pero añadiré un poco de buena disciplina por haber llegado tarde, por comportarse de forma indebida faltando el respeto a esta Fundación, por vestir de forma inadecuada, pues va enseñando la ropa interior y por la desfachatez que nos ha tratado a todos. Quiere permanecer presente en su castigo?  Bien pues no perdamos más el tiempo, por cierto pernoctara en esta casa hasta abrirse la escuela de disciplina, pues te hace falta mucha disciplina antes de incorporarte al trabajo, así adquirirás  esa humildad que no tienes en estos momentos.
     Sally aterrada vio como Sir John se acercó a ella agarrándola de la mano izquierda, haciéndola girarse bruscamente con revuelo de falda incluido, mostrando sus bragas blancas de algodón y un dibujo de un cervatillo marrón,  bajo un lacito rosa en el centro de la cinturilla de sus bragas y la llevo arrastras a la silla baja del fondo sentándose en ella, atravesando sobre sus rodillas  a la joven, colocándola boca abajo. La falda tableada azul marino era tan corta que dejo sus bragas blancas de algodón al descubierto, siéndole bajadas al instante a las rodillas, no tardando en acusar los primeros azotes en su desnudo trasero, la muchacha intolerante en su desfachatez,  mostraba hasta donde podía llegar su arrogancia, pues se dejó azotar con el cepillo sin dar muestra alguna de sentirlos, aunque el sonido de los azotes resonaban en el despacho, aunque las pupilas de sus ojos brillaban con lágrimas contenidas, por el dolor intenso de su trasero, que en pocos azotes ya estaba todo muy colorado.  Pero seguía mostrándose indeleble, sin hacer ninguna muestra del dolor que estaba sintiendo, pero las pupilas de sus ojos verdes ya derramaban lagrimas por sus mejillas, y poco después rompía a llorar desesperada del dolor, así como pataleando el suelo, sus brazos tratando de aferrarse a lo que pudiera, sintiendo el culo que le abrasaba de tal manera que meneaba sus caderas a la desesperada, a los diez minutos de azotaina en su trasero, Sir John se detuvo subiéndole las bragas, permitiéndole levantarse de sus rodillas, la muchacha se sobaba el culo con fuerza y saliendo corriendo hacia su padre se abrazó a él llorando. Ante la sorpresa del propio Sr. Lexington, pues era en sus veinticinco años de edad de la joven, la primera vez que se abrazaba a su padre, mostrando algo de afecto por él, aunque solo fuera por lo dolorido que tenía el trasero.  Sir John con una sonrisa en sus labios, pues la escena era dramáticamente hablando una muestra de cariño, siendo posiblemente la primera señal de afecto a su padre en años. Se levantó de la silla dirigiéndose hacia su mesa, guardando el cepillo en el cajón sentándose en su sillón, admirando la escena de padre e hija abrazados. 
(Sir John)  -. Rose Mery llévese a la joven a una habitación, metiéndola en la cama. Permanecerá castigada el resto del día sin salir de la habitación.  Usted Frank puede acompañarlas si lo desea, puesto que al parecer su hija ha recuperado el sentido común, y ha sido necesaria una buena azotaina para hacérselo ver.
     La Sra. Freyre salió del despacho, detrás de ella iban el Sr. Lexington abrazado por su hija, por su brazo izquierdo mientras su mano derecha, se iba sobando el culo por encima de sus bragas blancas, saliendo del despacho siendo una tierna imagen de padre e hija unidos. Tras salir al vestíbulo la Sra. Freyre volvió a entrar al despacho…
(Sra. Freyre)  -. John! La siguiente entrevista ya está esperando en el vestíbulo, la hago pasar?
     Sir John en su mesa anotaba en el expediente de la Srta. Sally Reed o Lexington, el cómo había resultado la entrevista, levantando su mirada hacia Rose Mery miro su reloj, y…
(Sir John)  -.  Aún faltan quince minutos para su entrevista, puede traerme un café cargado por favor… y avise a una doncella que pase a limpiar el despacho, sobre todo fregar el suelo en el rincón, las lágrimas de la joven han dejado el suelo mojado, entre otros fluidos más. Y puede traerme otros pantalones… La muchacha se me ha orinado encima…
     Minutos después llamaba a la puerta una de las doncellas, saliendo el propio Sir John abrirle pues al autorizarle la entrada, no debió escucharle la joven y salió el en persona a abrir.  Sentándose en su mesa para finalizar sus anotaciones, observando como la doncella limpiaba el despacho, llamándole la atención algo de su uniforme que no era correcto, lo cual le molesto en un alto grado lo que observaba.  Llamando a su Ama de llaves y al mayordomo a la vez, apareciendo por la puerta poco después, entrando acercándose a su mesa mientras la doncella seguía limpiando.
(Sir John)  -.  Bien Rose Mery, Sr. Johnson!  Les he llamado porque tengo una curiosidad, revisan sus uniformes de trabajo a los empleados, si van vestidos correctamente, porque aquí presente la doncella se le aprecia una grave negligencia en su vestuario, el cual es una falta grave en esta residencia. Se llama  Sarah Pittsburg verdad, Srta. Pittsburg puede acercarse por favor. .- La doncella extrañada de ser llamada a su presencia, su rostro era de preocupación claramente, pues había escuchado el comentario, lo cual la asusto pues se recordó que algo no se había puesto al cambiarse de ropa. .- No voy hacer que se levante la falda muchacha, pero se le debe haber olvidado ponerse las bragas y va sin ellas… Sr. Johnson no creo necesario hacerle una nota de castigo, puesto que está usted aquí presente, llévese a la doncella y aplíquele el correspondiente castigo, y espero que cuando vuelva a mostrarme el trasero luego, ya lleve bragas puestas, puedan retirarse e indicar a la próxima entrevista que puede entrar. 
(Sarah Pittsburg)  -. Sir John le puedo explicar mi error, por favor! Ha sido sin darme cuenta…
(Sir John)  -.  Srta. Sarah Pittsburg… Como puede explicar el hecho que no lleve ropa interior, le parece agradable que hayan visitas en la casa, y una doncella al agacharse a limpiar muestre sus intimidades, me puede explicar en qué situación embarazosa me colocaría usted, como podría explicar yo a mis invitados un hecho así, qué pensarían de mi persona, que las doncellas no llevan bragas para tener sexo con ellas en cualquier rincón de la casa?  Porque las mentes son así de calenturientas, cuando siembran un rumor en las calles. Aunque no pudiera estar más lejos de la realidad, siendo un simple despiste al vestirse, pero los rumores ya sería tarde para detenerlos, Sr. Johnson llévesela a las cuadras, pero antes que la Sra. Freyre se asegure que se pone bragas!!!  Y Rose Mery que esto no vuelva a suceder de nuevo, revise los uniformes todos los días, es de muy mal gusto lo que he visto, y ya sabe las zonas del pubis no deben llevar vello, cuando son castigadas deben avergonzarse de sí mismas, eso es el castigo…
   La Sra. Freyre se acercó a la joven dándole dos bofetadas, agarrándola del brazo se la llevo del despacho, seguidas de cerca por el Sr. Johnson.  Al salir fuera al vestíbulo hicieron entrar a la siguiente entrevista.  La mujer entro al despacho acercándose a la mesa, Sir John al verla entrar se levantó de su sillón reuniéndose con ella para saludarla, estrechándose las manos. Era toda una mujer alta de un metro ochenta y cinco, fuerte y corpulenta, morena su cabello lo llevaba recogido en un moño, el cual le daba un aspecto más severo, de rostro no era muy favorecida pero amedrentaba a cualquiera su mirada, incluso Sir John se sintió intimidado ante ella.  Vestía un vestido gris perla con un cinturón de cuero grueso sujeto por presillas a su cintura, resultando una ordinarez pero si la mujer se veía bien, quien podía llevarle la contraria, era un vestido largo que  le cubría hasta los tobillos, dando una imagen muy modesta, siendo el vestido de manga corta, mostrando unos brazos carnosos pero fuertes, así como unas manos con dedos largos que la hacían parecer más grandes de lo que en sí mismas ya lo eran, además su aspecto era  mujer claramente  de Sud América, era de Perú concretamente.  
(Sir John)  -. Buenos días!  Sra. Luciana Flores, verdad?
(Sra. Luciana)  -.  Sra. Luciana me llaman mis chicas y pobre de la que me falte el respeto!
(Sir John)  -. Su hoja de expediente la verdad es excelente, ha sido celadora jefa en su últimos trabajos, mostrando una habilidad única en disciplina, la verdad no hay mucho que se pueda añadir a su expediente, tiene unas cualidades únicas según veo, en todos su trabajos quedaron prendados de su habilidad, para llevar bajo su cargo a trabajadoras difíciles, no digamos ya, a alumnas díscolas y rebeldes. 
(Sra. Luciana)  -. Yo soy inglesa nací en Londres, aunque en casa éramos cinco hermanas, y cuando mi padre dormía después de comer la siesta, si le despertábamos se levantaba y nos zurraba a todas, teniéndonos que bajarnos las bragas nosotras mismas, y echarnos boca abajo sobre el brazo del sofá, y nos levantaba nuestras cortas faldas, dándonos cuando menos veinte azotes con el rebenque a todas, y si era por las notas se quitaba el cinturón, nos teníamos que quitar la falda, y agarrándonos de un brazo manteniéndolo en alto nos zurraba en el culo sobre las bragas, mi madre era la que nos ponía sobre sus rodillas, y tras levantarnos la falda así como bajarnos las bragas, nos calentaba a base de bien con el cepillo de baño de madera. Yo en casa recibí azotainas hasta que me case con veinte años, entonces era mi marido quien me las daba con el cepillo, y por mi carácter fuerte, recibía casi cada semana hasta que empecé a dedicarme como celadora, entonces en casa yo era disciplinada por mi marido, y lo sigo siendo, pero en el trabajo soy yo quien impone disciplina.
(Sir John)  -. Como sabe usted debo comprobar si está dispuesta a ser disciplinada si es necesario en la escuela, y comprobar como disciplina usted.  Esta lista usted?
(Sra. Luciana)  -. Señor! Me parece muy bien que usted desee verme como disciplino, pues en su escuela será mi labor encargarme de mis celadoras a mi cargo, como de las alumnas! Pero a mí solo me disciplina mi marido, y en el caso que sucediera en el trabajo, teniendo que ser yo la disciplinada, lo aceptare. Pero te puedes olvidar que me deje dar una azotaina solo como prueba, si hay un motivo que así lo requiera lo permitiré, pero si no es así no lo permitiré de ninguna manera!!!
(Sir John)  -. La verdad Sra. Luciana, es que si tengo un motivo para aplicarle un castigo, me acaba de faltar al respeto usted, soy un Lord en este país, debiéndome tratar como Sir John y no como señor, y mucho menos el tutearme como acaba de hacer, así que súbase la falda y bájese las bragas, echándose después sobre ese brazo del sofá boca abajo!!!
    La Sra. Luciana Flores se le quedo mirando con la boca abierta, sin tener palabra alguna con la que responder, la había dejado desarmada a ella, en sí misma, pues era una lógica aplastante, no dejándole otra alternativa que obedecer.  Como toda la conversación la habían mantenido estando de pie, ella se dirigió hacia el sofá levantándose el vestido para luego bajarse las bragas negras de encaje que llevaba puestas, tumbándose sobre el brazo del sofá. Quedando bien expuesto su rollizo trasero, al estar boca abajo sobre el sofá.  Sir John se dirigió hacia la izquierda del despacho, desplazándose hasta el armario que guardaba los instrumentos, escogiendo la correa de tractor tras recordar los efectos que causo al Sr. Lexington, y en un trasero robusto como rollizo era conveniente utilizar algo que recordase bien la mujer.   Colocándose a su izquierda, dejo colgar la correa paralela a su propio cuerpo, y luego levantando el brazo, lo descargo con tal fuerza sobre el trasero de la mujer, que se estremeció del dolor al sentir el impacto en sus nalgas, recibiendo un azote tras otro hasta diez, en el cual la enorme mujer ya lloraba al quinto de los azotes.  Dada la contundencia de aquella correa de tractor de los años cuarenta, la ayudo a reincorporarse de pie, sobándose el culo con sus dos manos apretándose las nalgas del dolor que sintió, hasta que al mirarse se percató que estaba mostrando sus intimidades, agachándose a subirse las bragas negras de talle alto y perneras bajas, dejando caer la falda de su vestido, y frotándose el culo de nuevo pues le abrasaba como un condenado.
(Sra. Luciana)  -. Perdone Sir John…Pero que era eso con lo que me  ha azotado el culo?  Duele horrores… diablos!!!  Me ha recordado al rebenque de mi padre!
(Sir John)  -. Esto es una vieja correa de tractor de hace cuarenta años, hoy en día ya no son tan gruesas y pesadas, es muy efectiva, verdad?
(Sra. Luciana)  -. Bueno ahora me toca a mí demostrar mi valía como spanker, Sir John va hacer usted el honor de poner el trasero? 
(Sir John)  -. Es usted vengativa eh?  No Sra. Luciana no va a tener esa suerte, y sea más cuidadosa con sus palabras si no desea volver a colocarse sobre el sofá, y esta vez no serían solo diez azotes!  Espere voy hablar por teléfono, con el mayordomo a ver si alguno de los chicos hay que corregirlos. .- Sir John descolgó el teléfono llamando a la cocina. .- Sr. Johnson? Sí, es usted bien!  Alguno de los pinches ha cometido algún error digno de mención  y deba ser corregido!  Así? Ósea el Joven Tony, bien tráigalo a mi despacho hágame el favor.     Bien Sra. Luciana ha tenido suerte uno de los pinches, ha cometido un error en la cocina, ahora me lo suben… Siempre es usted tan vengativa con sus jefes?
(Sra. Luciana)  -. No, Sir John!  Pero esa correa me ha dolido de verdad, jod…como duele la condenada…
(Sir John)  -. Pues cuide de su vocabulario Sra. Luciana, ya es la segunda vez que la advierto! Si hay una tercera ya puede bajarse las bragas de nuevo… No la advertiré más!!!
(Sra. Luciana)  -. Y… Me dice que soy vengativa yo? Y usted no se excede de su autoritarismo?
(Sir John)  -. Se acabó mi paciencia échese sobre el sofá ya!!! Qué diablos se ha creído que quien es usted  en esta casa?  Para hablarme de esa forma y esas confianzas!!!  Súbase la falda y bájese las bragas… Ahora va usted aprender la lección de humildad y respeto…!
     Sir John aún mantenía en su mano derecha la correa, observando como la mujer le miraba con el rostro claro de la crispación, pero a pesar de todo obedeció subiéndose la falda y mirándole a los ojos, lentamente se bajó sus bragas. Arrodillándose en el suelo volvió a colocarse sobre el brazo del sofá, con el trasero bien expuesto, así como colorado con ligeras marcas azuladas de los diez azotes anteriores. Cuando de nuevo caían implacables con fuerza nuevos azotes de la correa sobre sus nalgas, la mujer gimiendo de dolor a los tres azotes ya estaba sollozando de nuevo, derramándose sus lágrimas por sus mejillas, llorando al poco desesperadamente por el intenso fuego en su trasero, sintiéndose como cuando la castigaba su padre en su adolescencia y posteriormente ya con sus veinte años, cada vez que llegaba tarde a casa, que eso era cada vez que salía con su novio, pues este disfrutaba acompañándola a casa y ver la zurra que le daba su padre en su presencia. 
(Sir John)  -. Puede levantarse y espero que sea más educada en lo sucesivo, cuando se dirige a mí!
     La Sra. Luciana se levantó apoyando sus manos en el brazo del sofá, poniéndose en pie con la dificultad al enderezar su cuerpo, como el culo le dolía más intensamente sobándoselo con fuerza con sus dos manos. Moviendo sus piernas dejo que sus bragas cayeran al suelo, agachándose a recogerlas del suelo, cuando se disponía a guardarlas en su bolso…
(Sir John)  -. Se puede saber que está haciendo? Quien la ha autorizado a quitarse las bragas? si no se la quiere subir por que le van a molestar llevarlas, eso me trae sin cuidado Sra. Luciana. Ya se está poniendo de nuevo las bragas, o vuelva a inclinarse sobre el brazo del sofá…
      Mirando hacia Sir John obedeció sin rechistar, mostrando una mirada diferente en ella, ya no tenía aquella mirada altiva o de desprecio hacia quien la acababa de poner el culo en llamas, que le abrasaba de manera que hacía años no había sentido arderle así.   Con sus bragas en sus manos, les dio la vuelta al quedar del revés al quitárselas, y mirando la parte delantera a la trasera, las puso bien para agacharse y ponerse las bragas de nuevo, se las subía poniéndoselas cuando la puerta del despacho se abrió y ella fue vista por el Sr. Johnson en el momento que se las ajustaba a su cintura viéndoselas al completo, dejando caer su falda. Por fortuna para ella el muchacho que iba detrás del mayordomo no llego a verla en bragas.
(Sir John)  -.  Ya está usted aquí Sr. Johnson? Este es el muchacho que ha tenido ese problema en la cocina?  Que es lo que ha ocurrido con exactitud? 
(Sr. Johnson)  -. Pues este joven estaba recogiendo una de las mesas de la cocina, y había unos platos con ingredientes para la comida de hoy, ya estaban  preparados para ser utilizado por la cocinera, y cuando ha ido a por ellos, este joven lo había tirado todo a la basura sin preguntar si lo podía hacer, por lo que la cocinera ha tenido que volver a ponerse a prepararlo todo de nuevo, haciéndole perder una hora de trabajo, que será el retraso de la comida del día de hoy, pues no estará preparada la comida para la hora que usted había fijado.  Me dirigía a las cuadras a castigarles, al muchacho y a la muchacha cuando usted ha llamado.
(Sir John)  -. Al muchacho lo va a castigar la Sra. Luciana y espero que sea estricta con el muchacho, por la falta que ha cometido que es grave… De la muchacha se encargara usted luego… Sra. Luciana ya ha escuchado encárguese del muchacho…
      La Sra. Luciana se acercó al joven con paso rápido, pero con cuidado claramente por como tenía su trasero dolorido, al estar ante él. El chico la miraba aterrado, pues no era para menos dado el aspecto severo de su rostro, al igual que su apariencia de mujer fuerte con fuertes brazos. El muchacho se quedó aterrado y perplejo al ver lo alta que era a su lado, pues el apenas media el metro sesenta pareciendo un crio a su lado, y más aún cuando la mujer al verle tan pequeño, le agarro de la cintura con un solo brazo llevándolo en volandas bajo su brazo izquierdo, llevándolo así hasta la silla del fondo tomando asiento, y poniendo al muchacho de pie junto a ella, de un tirón de las perneras de su pantalón de cinturilla elástica, se lo bajo a los tobillos, y lo mismo paso con sus calzoncillos. Al instante se vio el muchacho sobre las rodillas de la señora y sintiendo los primeros azotes en el trasero desnudo. No tardando apenas unos azotes para sentir como le abrasaba el culo, pues la enorme mano de la mujer abarcaba completamente el culo del joven, ya que era muy delgado teniendo un culo muy pequeño para ser un muchacho de veinte años. Y la mano de la mujer le azotaba en el culo una y otra vez sin pausa. 
      Sir John la observaba de cerca como mantenía al muchacho sobre sus rodillas, la Sra. Luciana le estaba dando la azotaina con azotes fuertes que tenían serios efectos en el joven, por la forma que él se debatía sobre sus rodillas, manera clara de que la azotaina le estaba doliendo, siendo muy efectiva en el muchacho, pues nada más hacía falta mirar para ver lo colorado que le había puesto el culo, ya a esas alturas de la azotaina. Sir John hubiera esperado que por la forma que él, la había castigado a ella con la correa de tractor, ahora con el chico se tomara la revancha, dándole una severa azotaina nada más empezar la zurra. Para su sorpresa no lo hizo, castigaba al chico metódicamente aumentando el ritmo y la fuerza de los azotes según el muchacho iba expresando su dolor. Tras unos diez minutos de larga azotaina que le estaba administrando, aumento el ritmo y la fuerza de los azotes, ahora ya el muchacho ya no aguanto más el dolor, rompiendo a llorar mientras seguía recibiendo la azotaina sobre las rodillas de la Sra. Luciana. Aun sin cesar de llorar la azotaina continua unos minutos más, teniendo el culo el muchacho muy colorado cuando cayó el último azote en el culo, siendo este, mucho más fuerte que los demás, haciendo al muchacho aullar del dolor de ese último azote.  Dejándolo levantarse de sus rodillas, el muchacho se sobaba el culo con fuerza con sus dos manos, hasta que le autorizo a subirse la ropa, subiéndose los calzoncillos de algodón blancos y luego sus pantalones del pijama de trabajo de cocina.  Sobándose el culo con vigorosidad se frotaba con las dos manos, mientras aun sus ojos derramaban las lágrimas por sus mejillas.
(Sir John)  -. Bien Sra. Luciana me ha satisfecho como realiza su trabajo, de una forma muy elocuente y eficaz.  Sr. Johnson llévese al muchacho a la cocina a su puesto de trabajo, cuando vaya a castigar a la doncella por presentarse sin ropa interior bajo su uniforme avíseme quiero estar presente! Retírense!  Usted Sra. Luciana aún tenemos unos flecos que solucionar.
     El Sr. Johnson espero que el muchacho se acercara a él, el cual se le acercaba a pasos cortos sobándose el culo y secándose las lágrimas de su rosto con la mano libre. Al tenerlo a su lado le paso la mano por los hombros y se lo llevo hacia la puerta, sin dejar de sobarse el trasero el joven con su mano derecha. Saliendo poco después abandonando el despacho…
(Sir John)  -.  Bien ahora que ya estamos a solas quiero que me responda a unas preguntas. Sabe usted yo hace años que deje de chuparme el dedo, y lo que ha ocurrido hoy no es normal, que una de mis trabajadoras, ya que usted está ejerciendo en la Escuela de Disciplina desde hace varios años, aunque mi asesora le dijera que no debía decírmelo, pues se suponía que la Escuela, la debía de abrir yo por mi mismo, pero descubrí por mi asesora que mi padre ya la regentaba antes, por lo tanto fingir entre nosotros es claramente innecesario.  Ahora quiere decirme que diablos ha pasado aquí hoy? Porque se ha presentado ante mi provocándome, porque una empleada no se comporta así porque si!! Qué demonios quería usted comprobar, comportándose de ese modo…?
(Sra. Luciana)  -. Bueno en la escuela hablaban que… No se…y…
(Sir John) -. Basta ya me imagino lo demás, pero te vas arrepentir de haber hecho de cobaya…Pero me darás los expedientes de las chicas del equipo de celadoras, y quienes te han instigado a venir a provocar todo esto… Y ahora sabe usted!  Que duele mucho más que la correa de tractor de hace cuarenta años. .- Desplazándose hacia el armario donde guardaba los instrumentos, extrajo un cepillo de baño de madera de años, por su aspecto era muy antiguo, de un grosor considerable de casi tres centímetros, por una base ovalada de quince por seis centímetros con un mango de treinta centímetros, de un color oscuro barnizada como si fuera de cerezo o fresno. -. Ve usted este cepillo!  Lleva en la familia unos ciento cincuenta años, con él mi bisabuelo castigaba al personal, y antes que él, lo usaba su padre, durante años se ha venido utilizando para castigar a mujeres en esta familia, se utiliza en pocas ocasiones debido a su firmeza, y usted lo va a probar ahora mismo!!!  .- Sentándose en el sofá, con el cepillo en su mano derecha. -. Venga usted aquí por favor, súbase el vestido y échese sobre mi rodilla izquierda con las piernas separadas,  apoyando su cuerpo sobre el sofá.  Acomódese bien porque le va a doler… Me ha indignado que una celadora jefa de las celadoras, se mezcle en habladurías del personal, pero cada una de ellas va a sentir este cepillo… Mañana debe hacer que vengan las dos primeras…Me ha entendido?
    Una vez acomodada sobre sus rodilla, su sexo a través de sus bragas se apoyaba en ella, sintiendo el calor que emanaba del sexo de la mujer, así como la humedad del fondillo de sus bragas negras de encaje, ella debió pensar al sentir las manos de Sir John al acariciarle el trasero sobre sus bragas, que se las iba a bajar de un momento a otro. pero no fue así comenzando a darle azotes sobre sus bragas de encaje, que dada la escasez del tejido por lo fino que era, no iba a mitigar nada de dolor de la azotaina que iba a recibir, y así durante diez largos minutos la mujer lloraba, al igual que entre azote y azote restregaba su sexo sobre la rodilla, que le mantenía con sus muslos separados, posándose el sexo descaradamente sobre su rodilla, mojando no solo  el fondillo de sus braguitas, si no, también el pantalón de Sir John. Empezando ella a patalear moviendo sus piernas, aunque poco podía hacer al tener sobre las suyas la pierna derecha de Sir John, sus manos bajo su cuerpo las tenía atrapadas, no pudiendo llevárselas a su trasero para tratar de protegerse el culo.  Por lo que nada podía hacer salvo llorar desesperada, pues la azotaina duro aun varios minutos hasta que la dio por acabada, dejando levantarse de sus rodillas y dejarse caer la falda del vestido. Llorando y sobándose su robusto trasero, claramente muy dolorido los gestos de su rostro.
(Sir John)  -. Bien Sra. Luciana ya sabe que debe de hacer, por la mañana a primera hora me envía a las dos primeras celadoras, cada día me encargare de dos y usted me las enviara con sus expedientes…Ahora  puede usted retirarse.
    La Sra. Luciana claramente dolorida fue a recoger su bolso, caminando mientras que con su mano derecha se sobaba el culo, cogiendo el bolso se retiró hasta salir del despacho aguardándola fuera en el vestíbulo el mayordomo que la acompaño a la salida, volviendo sobre sus pasos al despacho para avisar a Sir John, que ya estaba preparado para castigar a la doncella Sarah Pittsburg, encontrándose en la misma puerta a Sir John que ya salía del despacho.
(Sr. Johnson)  -. Sir John venía a avisarle que la muchacha ya está aguardando en la cocina, cuando usted decida vamos para las cuadras.
(Sir John)  -.  Bien vamos! Cuanto antes acabemos mejor, vaya mañana que llevamos y solo es el primer día de trabajo y ya han tenido que ser castigadas tres doncellas y un muchacho.
    Bajando a la cocina se encontraron con la Sra. Freyre haciendo compañía a la joven de treinta años que aguardaba a su lado, estaba muy avergonzada  pues toda la cocina ya se había enterado del error cometido.  Pasando a su lado con una sonrisa en sus labios al verla, susurrando entre las demás el que se hubiera olvidado ponerse las bragas, aunque la muchacha no lo había hecho adrede, pues ella nunca usaba bragas a diario salvo los días obvios en toda mujer,  para evitar que se pudieran reír de ella, la Sra. Freyre se había quedado junto a ella, hacia tan solo unos minutos habían visto bajar entrando en la cocina al joven pinche, y como con lágrimas en sus ojos se sobaba el trasero, sin atreverse a mirar a nadie de la cocina por la vergüenza.  Yendo hacia la dependencia de fregaderos, poniéndose a trabajar cargando la maquina lavaplatos, y con una mano pasándosela por el trasero de su pantalón.  Sin mediar palabra  el Sr. Johnson agarro la mano derecha de la joven haciéndola caminar hacia el fondo de la cocina, donde se encontraba la salida hacia las cuadras, la Sra. Freyre iba detrás de ellos siguiéndolos.  No tardando más que un par de minutos en entrar a las cuadras, entrando en la sala acristalada donde se guardaban utensilios y el caballete para limpiar las sillas de montar.  Dejando a la muchacha ante la silla que estaba colocada en el caballete, poniendo sus manos en su cintura desde detrás de la joven, la aupó haciéndola acomodarse sobre la silla de montar quedando su trasero bien expuesto, al agarrar el bode de la falda levantándosela, cayendo sobre su espalda quedando la muchacha, solamente con las bragas blancas cubriéndole el trasero.  El sr. Johnson se desabrocho el pistón de la hebilla de su grueso cinturón, sacándoselo de las presillas de su pantalón, cogiendo ambos extremos separados, y separando el extremo opuesto a la hebilla, lo paso por la presilla de cuero sujeta a la hebilla, para unir el extremo a su mano de nuevo. Empuñando el cinturón con su mano derecha, preparado para iniciar el castigo a la chica, que temblaba del miedo que tenía, pues ya conocía el cinturón así como sus efectos del Sr. Johnson  anteriormente, de ahí el miedo que le tenía.
(Sir John)  -. No le va a bajar las bragas?
(Sr. Johnson)  -. No es necesario Sir John, no le van a proteger nada en absoluto…
(Sir John)  -. Bájeselas igualmente, debe sentirse avergonzada al ser castigada mostrando su intimidad, así aprenderá en lo sucesivo a utilizar bragas, en la vida fuera de la casa puede hacer lo que quiera, pero en esta casa el servicio debe vestir adecuadamente…
     El Sr. Johnson se acercó a la joven, y con las dos manos le bajo las bragas a los tobillos. El primer azote sobre el trasero con la hebilla del cinturón, la hizo aullar de dolor meneando sus caderas, de un lado a otro repetidas veces tratando de mitigar el ardor y dolor intenso de la hebilla plana y lisa de PVC, así repetidamente sin apenas darle tregua a la muchacha de poder recuperarse un azote que ya sentía el siguiente, aullando del dolor con cada uno de los tremendos azotes en su trasero, por el ruido sordo que causaba apenas era audible el azote, pero si era visible el bamboleo de sus nalgas agitarse a cada uno de los azotes, y el correspondiente grito de la muchacha por el intenso dolor en su trasero, cuando el Sr. Johnson dio por acabado el castigo a la joven, la Sra. Freyre se le acercó para subirle las bragas tras de cerca ver el resultado del castigo, pudiendo ver las nalgas de un color granate intenso con su brillo correspondiente,  ayudo a la muchacha a ponerse en pie, teniendo que volver  auparla  de la cintura para colocarla con los pies en el suelo, sobándose el culo claramente muy adolorida, y la Sra. Freyre a su lado se la llevo hacia la casa, caminado arqueada del dolor que la muchacha sentía en sus nalgas, tras haber recibido treinta buenos azotes con la hebilla de PVC del cinturón del Sr. Johnson.


(Continuará…)