SORAYA Y SU
NUEVO HOGAR Capitulo 16
Marisa llega a casa!
En la casa de los McDonald reinaba el más absoluto silencio, era de madrugada todos
dormían en la casa. Desde el salón, al
pasillo, así como en las dependencias reinaba la oscuridad, las escaleras que
ascendían a las plantas superiores, lúgubremente iluminadas por la luz de
emergencia opaca, la primera planta por la luz destacaba la puerta del aula, al
tener el distintivo de las letras por ser metálicas “Aula”, aparte de otras puertas de habitaciones. Las escaleras
continuaban su ascensión a una tercera
planta, en la cual destacaba la primera puerta, dado que por el resquicio
inferior se veía luz, al acabarse de encender una luz en ese momento, en el
interior tras la puerta daba a la habitación de los Sres. McDonald.
La señora Abba McDonald se había despertado,
al tener dificultades para conciliar el sueño, levantándose de la cama se dirigió
hacia el fondo de la habitación ligeramente hacia su derecha, atravesando una puerta, la
cual daba al vestidor. En el cual estaba
amueblado, con armarios, así como cajoneras a derecha e izquierda, atravesándolo
al frente entraba al baño que se
encontraba en la estancia colindante, caminaba contoneando sus caderas, al
tiempo que se masajeaba las nalgas con las dos manos, lo hacía vigorosamente sobre ellas moviéndolas
arriba y abajo, pasándose la palma de sus manos sobre las bragas, siendo esta
estancia mucho más espaciosa que la
habitación de matrimonio, encontrándonos a la derecha un yacusi, una sauna, en el centro una piscina
iluminada con lámparas bajo el agua, que iluminaba el amplio baño privado,
enfrente una espaciosa ducha, con otros complementos como el inodoro, bidet,
lavabo y demás utensilios de baño.
El Sr. John McDonald que se había despertado, por el ruido de sus movimientos por la
habitación, mirando la hora en el reloj sobre su mesita de noche, tras haber
escuchado el sonido de correr el agua al tirar de la cadena, encendiendo la luz
de su mesita de noche. Al iluminarse la estancia se podía ver al Sr. John
metido en la cama, que al ver a Abba su esposa moverse, se había incorporado de
entre las sabanas, acomodándose sentado
apoyando la espalda en el cabecero.
Viendo a su esposa regresar hacia la cama, únicamente iba ataviada por
una corta camisola holgada, así como con unas bragas blancas de encaje de talle
alto transparentes, las bragas prácticamente le cubrían todo su trasero, pero
a pesar de ser unas bragas bien cumpliditas, al transparentar el encaje no
ocultaban el tono colorado de sus nalgas, color rojo intenso el cual resaltaba
ante la luz de la estancia, siendo un color dado la transparencia de sus bragas a través del encaje. Pero en vez de
dirigirse hacia la cama y meterse de nuevo entre las sabanas, se detuvo en el
amplio vestidor, poniéndose la bata o batín cerrándoselo con el cinturón
anudándoselo a la cintura.
(Sr. John) -. A donde se supone que vas a estas horas? Te has
fijado la hora que es! No estarás aun enfadada
verdad! Aún sigues estando molesta? Por no haber estado presente en el castigo
de la pequeña Marisa? Es que no te
sirvió de lección ayer noche? La
azotaina te la ganaste por hablarme mal,
o quieres que te vuelva a poner sobre mis rodillas y darte unos azotes como la niña traviesa que
llevas dentro, enrabietada por un berrinche al no salirse con la suya? Ya sabes
que mi mano siempre está dispuesta para calentarte el culo! …Como podía saber yo, o pensar, que la niña
iba a liarla parda con una travesura, de haberlo sabido te hubiera llevado
conmigo! Se suponía que solamente íbamos a hablar, así como informarle que
mañana, por la hora que es, ya es hoy, la esperamos en casa, quien podía
imaginar lo que iba a ocurrir…
(Sra. Abba) -. Conocías muy bien las ganas que tenia de tenerla
a mi disposición!!! Desde el día que la
conocimos, teniendo la oportunidad de ponerle el culo bien colorado, sabes bien
que no he pensado en otra cosa, que en volver a tenerla sobre mis rodillas! Tenía
pensado darle yo misma la azotaina de prueba hoy en la mañana, apenas estuviera
vestida tras su llegada del aeropuerto, me he tomado estos días muchas
molestias, en comprarle la ropa yo misma, unos vestidos encantadores, así como
braguitas como me gustan tanto a mí, como sobre todo a ti. Ahora ya no me es posible dársela, puesto que
el señor decidió castigarla y divertirse el solo sin mi presencia!!!
(Sr. John) -. Sabes perfectamente que tuve que hacerlo,
hizo una travesura que no podía quedarse, sin su correspondiente
castigo!!! Si hubiera estado ella a
solas, lo habría pospuesto para hoy, pero al estar Rose Mery presente con esa
amiga de nuestra hija Soraya, la tal Sonia. No hubo tal posibilidad de dejarlo
para hoy, sabes muy bien que la disciplina debe aplicarse en caliente, era
necesario castigar a las dos chicas, no era posible castigar a una y no
castigar a la verdadera culpable. Y en
cuanto a tu comentario sobre las bragas, debería arrancarte esas que llevas
puestas, sabes que cuando te aplico disciplina, solamente puedes ponerte las
bragas de algodón, dado que estas son más adecuadas, aparte de sus propiedades
de hacer la disciplina más intensa.
(Sra. Abba) -. Por eso…Por estar enfadada contigo, era necesario darme una azotaina antes de
acostarnos? No contento con castigar a
nuestra spankee Marisa, por primera vez y sin mí! Tenías que zurrarme de lo lindo, además de
forma tan severa? Encima quieres que me
ponga esas horribles bragas, con lo molestas que son, y con el culo inflamado como
lo tengo por los azotes…
(Sr. John) -. Por eso justamente debes llevarlas puestas,
así el castigo es constante al sentir la presión en las nalgas, es importante el
sentirlas sobre la piel inflamada, así que ya te las estas cambiando!!! Además
sabes muy bien el motivo por el cual te
ganaste una azotaina anoche, fue por contradecirme delante del servicio, y…no
contenta… tuviste esa absurda idea de desvelar nuestros secretos privados, por
no hablar de tu conversación con Rose Mery sobre tu época de secretaria!!! Era necesario el contarle a una trabajadora
del servicio, los hechos de cuando nos conocimos? Eso sin contar el hecho que me contradijeras
mi decisión de despedirla, encargándote tú misma de castigarla con el Paddle
del Sr. Matthew Padre. Sabes bien que
lo guardo como un recuerdo de él, lo podías haber partido en dos! En el duro trasero de Rose Mery! Ese Paddle
tiene más de doscientos años, ya lo usaba en su época el bisabuelo del Sr.
Matthew Padre, es una reliquia! La pobre
Rose Mery a estas horas, debe tener el culo completamente oscurecido, no había
más que ver el estado lamentable que se lo dejaste a la pobre mujer…
completamente morado. Despedirla hubiera sido más humano… teniendo en cuenta el
puesto que ocupa en esta casa, ella no es una spankee más para tratarla de ese
modo.
(Sra. Abba) -. Ahora te va a dar a ti justamente por ser humano con ella? Acaso solamente tú la puedes castigar, es que
yo no tengo la misma autoridad en esta casa? -. La Sra. McDonald ante la
amenaza de su marido, conociéndolo bien sabía que no hablaba por hablar, por
ello en esos instantes se quitaba las bragas. Cogiendo unas limpias de un cajón
del vestidor, se puso unas bragas de algodón con florecillas azules, viéndose
obligada a abrirse el batín para poder ajustárselas a la cintura, viéndosele
como contraía el rostro ante las molestias. -. Ya estas contento? Ya me las he cambiado!!! Pues eso es justamente, es
lo que voy a comprobar ahora mismo! Voy
a ver como se encuentra, seguramente le vendrán muy bien unos cuidados…
(Sr. John) -. Si! Estas mucho más atractiva con esas
bragas! Sobre todo viéndote esos mohines tan graciosos al subírtelas. Pero has
visto la hora que es? Son las cinco de
la madrugada… déjalo para más tarde, si ha logrado conciliar el sueño, mejor déjala
descansar después de la severa zurra de ayer… seguro que te lo agradecerá que
la dejes descansar…
(Sra. Abba) -. A mí también me duele el culo! Sabes!!! Ya veo que te interesas más por su estado, que
por como yo lo tengo!!! Ya que no puedo
conciliar el sueño gracias a ti… voy a bajar a echarles un vistazo a las chicas…
de pasada ya que bajo al piso…
La Sra. Abba sin hacer caso a la voz de
fondo de su marido, salió de la habitación a pesar de las advertencias de su
marido, que la amenazaba con darle una azotaina cuando volviera. Malhumorada bajo las escaleras hacia la
planta baja del servicio, pasando por las habitaciones. Esa noche se habían quedado en la casa, la
cocinera y sus sobrinas, al ser el día de limpieza general de la cocina,
acabaron muy tarde para volver a casa.
Fue abriendo las puertas de las
habitaciones, comprobando que todas dormían en sus camas. En su rostro se podía
apreciar su desengaño. La Sra. Abba le
hubiera encantado encontrar un simple motivo, para zurrar el trasero de alguna
de ellas, decepcionada al encontrarlas durmiendo, subió a la primera planta
pasando por el pasillo que daba a la habitación de Soraya, Carmen y Dae
Shung. Las encontró dormidas en sus
camas, estaban destapadas, Carmen y Dae
Shung mostrando sus braguitas, al encender la luz las vio como sus traseros se
apreciaban aun colorados, bajo ribete de las perneras de sus braguitas, Carmen
se despertó adormilada descubriendo a la señora, aterrada miro hacia la Sra.
Abba, pero solamente se le acercó para abrigarla tapándola con las sabanas, poniendo el dedo
índice entre los labios le indicaba que permaneciera en silencio, mientras se
ocupó de arropar a Carmen y luego aproximándose a la cama de Dae Shung hizo lo propio arropándola, pero la joven ni se
enteró de ello.
Salió de la habitación de las chicas, de
nuevo se reflejaba su malestar en su rostro, hubiera esperado encontrar el mas
mínimo motivo, para poder colocar sobre sus rodillas a las tres jovenzuelas o
tan solo a una de ellas. Tras cerrar la
puerta se giró hacia la habitación de enfrente, pensó en si abrirla o no, pero
pensándoselo mejor opto por abrirla. Abrió la puerta de la habitación de Rose
Mery, encontrándola dormida boca abajo en la misma posición que había
encontrado a las chicas, acurrucada bajo las sabanas durmiendo boca abajo,
había dicho a John que bajaba a prestarle atención, pero al encontrarla
durmiendo inmóvil bajo las sabanas, prefirió dejarla descansar hasta la mañana
siguiente. Ya iba a cerrar la puerta frustrada por no poder cumplir sus deseos,
deseaba desahogar sus más bajos
instintos por el enfado que tenía, se disponía a cerrar la puerta
cuando… en ese momento estando dormida Rose Mery se destapo. La Sra. Abba vio
a Rose Mery como descubría su cuerpo, viendo que estaba durmiendo con las bragas bajadas hasta las rodillas, dejando expuesto su
desnudo trasero oscurecido en la penumbra, brevemente iluminado por el reflejo
de luz del pasillo, Abba entro en la habitación cerrando a su vez la puerta y encendiendo
la luz. Poco después desde el pasillo se escuchaba el característico sonido de
azotes, e igualmente su sonido característicos de los “Ayees” de dolor de Rose Mery, eran
escuchados en las plantas superiores, Abba al fin había encontrado con quien
desfogar su malhumor.
Varios minutos después sonriente, entraba de nuevo en la habitación, al girarse
hacia la cama se extrañó no ver a John en la cama, mirando en derredor lo vio
al fin. Hallando a su marido, al Sr. John McDonald sentado en el sofá, viendo a
su esposa como cerraba la puerta sin hacer ruido, pero al girarse vio con
sorpresa que de nada le había servido su cautela. Su marido la aguardaba en la habitación,
pero no precisamente donde ella deseaba verle, pensaba que se habría vuelto a
quedar dormido, pero al girarse vio la cama vacía, con la mirada no tardo más
que unos segundos en localizarlo, encontrándolo sentado en el sofá, manteniendo
sobre su mano derecha empuñado el cepillo de madera, con el cual se daba golpecitos
sobre su muslo derecho. La Sra. Abba al
verle en el sofá, en vez de dirigirse hacia la cama, imagino lo que la esperaba
inmediatamente, por ello mientras se le
iba acercando se fue desabrochando el batín, quitándoselo antes de llegar al
sofá dejándolo caer al suelo, sin decir palabra alguna, ella misma se colocó
boca abajo sobre las rodillas de John, el cual la acomodo sobre su regazo con
comodidad, así como acariciándole el trasero posando sus manos en sus nalgas,
lentamente fue subiéndolas hasta la cinturilla elástica, para proceder
introduciendo sus dedos bajo el elástico, bajándole las bragas blancas con
florecillas azules, aunque la fina prenda de poco o nada la hubiera protegido,
se la bajo de todos modos hasta las rodillas, comenzando a descargar con relativa
fuerza el cepillo sobre sus aún muy coloradas nalgas. Pronto los sollozos acompañaron al sonido de
los azotes…
….
Esa mañana en el aeropuerto, Marisa. Se dirigía en esos momentos hacia la salida, en
donde debía de estar aguardándola el vehículo, con el conductor del Sr.
McDonald, el cual debía estar estacionado
ante la puerta, para llevarla hacia la casa de los McDonald. A esas horas de la
mañana el aeropuerto, estaba muy concurrido
al ser plena hora punta, el aeropuerto con salidas internacionales, estaba a rebosar de personas deambulando, unas
se dirigían hacia las agencias de viajes a recoger sus billetes o hacia las
puertas de embarque, al igual que otros llevaban su misma dirección hacia la
salida. Marisa, miraba hacia los rostros de aquellas apersonas con las que se
cruzaba, caminaba de manera insegura dadas sus circunstancias propias, era como
si, con quienes se cruzaba la mirasen
sabiendo que ocultaba algo, a ella le traicionaban sus propios
pensamientos, sospechaba de toda persona
con la que se cruzaba, como si supieran
las molestias que tenía en el trasero, avergonzada creía que la observaban con sus
miradas acusadoras, como si estas conocieran que la habían castigado en el trasero,
procuraba ir andando de lo más normal posible sin tener mucho éxito, ya que esos pensamientos no se le iban de la
mente, se avergonzaba de sí misma, al
sospechar que todos se daban cuenta por sus andares, ya que las molestias en el
trasero eran a cada minuto más acuciantes, deseaba poder sobarse el culo para así
poder aliviar su picor, así como poder tratar de aliviar la presión de sus
braguitas en su nalgas, deseaba el poder estirarse el ribete elástico de las
perneras de sus braguitas, que a cada minuto que pasaba le eran más molestas,
mortificándola sobre todo por la presión del elástico de las perneras.
Acordándose de las palabras de sus amigas Soraya y Sonia.
Marisa tenía muy presente los gustos de
sus papás adoptivos, a ella le gustaba llamarles papas, el decir que iban a ser
sus spanker no le sonaba bien, deseaba gustarles para tener la seguridad de ser
adoptada por ellos, por esa razón unos días antes se había comprado ropa íntima
apropiada a sus gustos. Había escuchado a su amiga Soraya así como a
la propia Sonia, lo molestas que era el llevar
puestas esas bragas, aparte de la vergüenza que les causaba llevarlas, al ser
bragas grandes con el talle alto y las perneras muy bajas cubriéndoles todo el
culo, no pudiendo usar pantalones ajustados para salir a la calle, pues todos
los chicos podrían ver al marcársele las costuras, dándose cuenta todo el mundo
de que bragas llevaba puestas. Días
atrás, se las había puesto deseando probar ella misma si era verdad, esperando
sentir esas molestias que tanto comentaban Sonia y Soraya, siendo tan horrible esa
sensación al llevarlas puestas, pero para su sorpresa no sintió nada de
molestias, aparte de ir mas abrigada por el algodón del tejido al ser más
grueso. Marisa pensó que exageraban
demasiado, ya que ella no sintió ninguna de esas molestias tan horribles.
Esa mañana con intención de agradarles a
los McDonald, se puso de nuevo unas de las braguitas de algodón blancas con
florecillas azules, esas en concreto le habían gustado al ser el dibujo en
relieve. Al salir de casa en taxi con sus tíos con los primos hacia el
aeropuerto, apenas anduvo unos pasos con ellas puestas, siendo solamente nada
más que unos metros. Pero una vez llegaron
al aeropuerto, andando de un extremo a otro hasta la agencia y luego hacia la
puerta de embarque, añadiéndole las casi dos horas de espera sentada en las
incomodas butacas hasta la salida del
avión, las braguitas comenzaban a serle molestas, pasando a resultarle casi
insoportable su presión, sobre todo por las molestias en el trasero, haciéndose
patente el dolor que sentía en el culo, el estar casi dos horas sentada no le
resulto ser nada cómodas.
Tras despedirse de sus familiares respiro
aliviada, se encamino hacia la salida,
pero antes aprovechando el tumulto de familiares que se despedían, a través de
la falda con sus dedos estiro el elástico de las braguitas. Aunque no fue muy
buena idea el hacerlo, pues fue como si se le despertara después del tiempo que
había permanecido sentada, el culo le picaba horrores pensando que hubiera sido
mejor no tocarlas, sobre todo el roce de
las braguitas contra sus nalgas
inflamadas al andar. Al tener las nalgas doloridas e inflamadas, a
cada paso que daba, con el contoneo de sus propias caderas al andar, sentía sobre la piel de las nalgas el roce de
las braguitas, al rato de andar por el aeropuerto le resultaban más molestas
aun, era una sensación desagradable como si llevase arena de playa, introducida
entre las nalgas y las bragas, siendo unas molestias que ella no había
experimentado hasta ese momento. Ya que el día que se las probo, la sensación
era como con cualquier otra prenda, simplemente había notado que con ellas iba
más abrigada, al ser más grandes de las que solía usar ella habitualmente, al
ser estas de talle alto y perneras bajas que le cubrían todo el culo, sintiendo
el calor que desprendía el grueso tejido de algodón, en cambio ahora se daba
cuenta de todo lo que había escuchado, ahora ese calor, añadido por el calor
que aun desprendían sus nalgas doloridas, ahora se daba perfecta cuenta, que esas
molestias solo las sentiría al ser
castigada.
Esa mañana estaba experimentando por
primera vez, lo que decían de esas bragas sus amigas Soraya y Sonia.
Ya que el calor que producía la prenda, en un principio le había
resultado agradable, pero sumado al
calor que le desprendía el culo inflamado, a pesar de las horas que hacía desde
que recibiese la azotaina, en la tarde-noche del día anterior y sumado a la
presión de la prenda sobre sus nalgas. Pensó que podría pasarse por el servicio, para poder bajarse
las bragas unos minutos, deseaba poder aliviar aquella horrible sensación, pero
al pasar frente a la puerta de la salida, vio que el vehículo ya la esperaba
afuera. Sin saber bien el que hacer, se
detuvo frente a la puerta al lado de una columna, aprovechando dicha columna
para esconder sus verdaderas intenciones, agachándose simulando arreglarse los
cordones de los zapatos, pudo aliviar un
poco el ribete del elástico de las braguitas, primero la pierna izquierda al
cubrirle la columna, e incorporándose avergonzada por si alguien la hubiera
visto, como su mano se la pasaba bajo la falda de vuelo, viéndola agarrarse el elástico estirándolo
aliviando la presión de la nalga
izquierda. Luego se dio la vuelta para así
cubrirse de nuevo con la misma columna, aliviando la presión del elástico en la
nalga derecha.
Antes
de salir por la puerta miro hacia los vehículos estacionados, viendo una limusina con la conductora fuera del
vehículo, se sorprendió que fuera una mujer de unos veinticinco años, quien
sujetaba un cartel con su nombre escrito “Marisa McDonald”, tal y como el Sr.
McDonald la había instruido que la estarían esperándola, aunque la dejo
desconcertada unos segundos, ya que ella esperaba encontrarse con un hombre cincuentón.
Para ella fue como si viviese una escena
de película, al ver otros vehículos privados y taxis con sus respectivos
conductores/as sosteniendo carteles
similares, pero con nombres de sus clientes.
Alisándose la falda con la palma de sus manos, respingo silenciosamente
al pasarse las manos por el trasero, sintió
unas punzadas con el roce de las manos al pasárselas por el culo, aun sentía muy
patentes las molestias de la azotaina, recibida en la tarde noche del día anterior,
cogiendo aire varias veces se resignó, saliendo por la puerta de cristal
corredera, sabiendo que su aventura daba comienzo en ese preciso momento. Andando
fue hacia el vehículo, al estar frente a la joven conductora se presentó a ella…
(Marisa) -. Hola, soy Marisa McDonald, me esperaba?
Marisa se sintió absurda ante sus propias
palabras, dado que era obvio que la esperaba a ella. Al ir abrir la puerta de atrás del vehículo,
la joven conductora se le adelanto para abrírsela al tiempo que le devolvía el
saludo, presentándose ante ella diciéndole que su nombre era Silvia. Durante
todo el trayecto no hablaron ni una sola palabra entre ellas, a pesar que
llevaba la mampara divisoria bajada. Marisa se sentía como un animal enjaulado.
Por las miradas de la conductora a través del espejo retrovisor, ella se sentía
intimidada al ser objeto de aquellos ojos azules penetrantes, en sus
pensamientos le rondaba la idea, si la joven conductora sabia como llevaba el
culo, ya que al subir al habitáculo la corta falda se le debía de haber subido,
dada la escasez de la falda liviana al ser esta muy corta, por lo que podía haber dejado entrever no solo
el fondo de sus braguitas, distinguiendo entre la blancura de las bragas, la
rojez de sus nalgas bajo el ribete blanco de las perneras, ya que no cesaba de
observarla mientras conducía. Deseaba poder cambiar de posición o cruzar las
piernas, dado el fuego intenso que sentía en el trasero, Marisa desconocía que
el asiento disponía de calefactor, de ahí eran aquellas miradas indiscretas,
como la sonrisa socarrona en los labios de la conductora, al reflejarse el
rostro congestionado en el espejo.
La traviesa joven conductora, conocía muy bien a los
McDonald desde hacía un tiempo, al igual que sus tendencias pues ella misma la
había experimentado, le resulto fácil reconocer a la joven Marisa McDonald, la
había observado a través del cristal por su forma de comportarse, conocía bien
el como se desenvuelve una spankee, cuando
esta ha sido castigada pocas horas antes, al abrirse las puertas correderas del
aeropuerto, la había visto a Marisa retocarse las braguitas disimuladamente,
así como se alisaba la falda, igual que sus gestos de dolor al pasarse la palma
de su mano por el trasero, por ello al poner el motor en marcha el motor, la muy
picara conductora con no muy buenas intenciones, conecto la calefacción de los
asientos traseros.
Nada más entrar por la puerta al parking subterráneo,
Marisa le pareció ver al Sr. McDonald que la estaba esperando, en la penumbra por la escasa luz del parking, le pareció verle
entre las sombras, al detenerse el vehículo frente a la puerta de acceso al
edificio, la joven estaba intrigada al parecerle ver el rostro de enfado de su papá,
al mismo tiempo preocupada del porque podía haber causado ese enfado.
Aunque al abrirse la puerta vio con sorpresa, a un señor al cual ella no
conocía de nada, escuchando hablar a la joven conductora que acababa de
bajarse, hablando con voz tímida e entrecortada con el hombre desconocido, a
Marisa le extraño que Silvia hablase con voz
insegura y titubeante al dirigirse
aquel señor, al cual había llamado Sr. Matthew, al dirigirse a él.
(Sr. Matthew) -. Silvia!!!
Se puede saber quién es esta jovencita?
(Silvia) -. Es la Srta. McDonald. Escuche a la Sra. Matthew su cuñada, que
estaba muy disgustada con ella, con la cual deseaba poder tener unas palabras a
solas con ella. Oí hablar a mi padre que debía ir a recogerla al aeropuerto,
por ello me he adelantado a él y he ido yo a recogerla para traérsela…a…la…Sra.
Matthew.
(Sr. Matthew) -. Te has creído de verdad! Que vas a engañarme
con esa excusa tan burda? Dirás más bien,… Como mi cuñada está enfurruñada contigo
por el error que cometiste, has pretendido con esta acción congraciarte con
ella, verdad? Y… de esta forma librarte
de su ira, esperas que ella olvide lo acontecido, librándote del castigo que te
aguarda, en el momento que estés a solas con ella. Como siempre has actuado prematuramente sin
haber consultado antes? Ya estas
subiendo al piso de arriba! Espérame en el pasillo frente a la puerta de mi
despacho, ahora en cuanto resuelva quien es esta jovencita, me reuniré contigo
para conversar muy seriamente!!! Esta vez, la has liado bien!!!
Marisa pudo ver en la joven cierta
turbación, viéndola como desaparecía al traspasar la puerta del fondo, sin
pasársele por alto como su mano derecha, se tallaba el trasero sobre su falda
tableada gris perla del uniforme. Una
vez desapareció la joven, Marisa miraba hacia el rostro contrariado del citado
como Sr. Matthew.
(Sr. Matthew) Y… bien? Quien
eres tú? El Sr. McDonald es un buen amigo de la familia, no tengo conocimiento
de que tenga una hija…
Marisa le hubiera contestado al señor, pero como podía contar del porque
se encontraba en el vehículo, o como podía explicar de que conocía al Sr.
McDonald, o el motivo por el cual se
dirigía hacia su casa… en esos momentos recordó que Soraya jamás hablo con ella
del tema, a pesar de ser su mejor amiga, por lo que titubeando prefirió guardar
silencio…
(Marisa) -. Hola…Señor! Yo… no sé nada… no sé que hago
aquí,… creo que lo mejor sería conveniente hablara con el Sr. McDonald… o con su esposa… ellos lo aclararan…
(Sr. Matthew) -. Si no deseas decirme quien eres! Será mejor
que me acompañes al despacho, les llamare por teléfono para resolver este
asunto, y de paso averiguar quién eres tú!
Tengo una ligera sospecha sobre ti, pero prefiero asegurarme, solo puedo
decirte que haces bien en ser discreta, dado que Silvia, ella es mi ahijada, ha
sido quien ha provocado esta confusión… Vamos acompáñame! No debes temer nada…
Marisa se bajó del vehículo
ante la atenta mirada del Sr. Matthew, el cual tras cerrar la puerta del
vehículo, se encamino hacia el interior de la casa. Al traspasar la puerta del parking, el Sr.
Matthew la invito a subir por las escaleras, a pesar de haber un ascensor. Al
subir por las escaleras, ella se aliso la falda sujetándosela con una mano, intentando no mostrar nada, ya que el Sr. Matthew subía unos pasos tras ella.
Marisa se quedó prendada al entrar al
amplio vestíbulo, sorprendiéndola la belleza de la estancia, sobre todo por él zócalo alto de casi un metro y
medio en las paredes de mármol blanco, al igual que las escaleras que ascendían
al piso superior, siendo muy parecidas a la película del Titanic, en el rellano tras el primer tramo de
escaleras, resaltaba un reloj de pared muy similar, así como las escaleras se
dividían en dos, unas hacia la izquierda y otras hacia la derecha. Se apreciaba claramente que tenía la
semejanza a un palacio señorial, dada la amplitud del vestíbulo, como por la
altura del techo, iluminado con luz diurna con dos grandes ventanales a cada
lado de lo que le pareció ser la puerta principal. Marisa miraba hacia todas partes, alucinada
por lo que estaba viendo, nunca había estado en una casa tan grande y lujosa.
Dejando a la derecha las escaleras, fijándose en los cuadros de las paredes, continuaron
recto por un amplio pasillo hasta llegar al fondo del pasillo, deteniéndose
ante una puerta enorme, quedando el tirador para abrir la puerta muy alto, casi
a la altura de su mirada, frente a la
puerta aguardaba la joven, apoyando su
espalda contra la pared, que al verles llegar hasta ella se separó de la pared
manteniéndose erguida.
(Sr. Matthew) -. Aguarda aquí un momento, hasta que te llame!
Las dos jóvenes una
frente a otra se miraban, pero ninguna de ellas se atrevía a decirse palabra
alguna. Marisa podía ver a la joven llamada
Silvia muy nerviosa, ahora que estaban a solas, se miraban entre ellas con
cierta curiosidad femenina. Silvia la repaso de arriba abajo, viendo que la
joven McDonald, iba vestida con un suéter naranja de cuello alto, así como una
falda liviana de vuelo ondulado circular
de color azul turquesa, con unos cortos calcetines blancos. Para Marisa le
agrado el traje que llevaba Silvia a juego, una blusa blanca con un fino
corbatín azul marino, la falda tableada gris perla muy corta, una chaquetilla corta la cual llevaba puesta
cuando la recibió en el aeropuerto, aunque ahora se la había quitado llevándola
colgando del brazo, con unos finos calcetines grises por debajo de la rodilla a
juego.
Para
Marisa esa escena le pareció recordar el día que sus dos primas y ella,
aguardaban en el pasillo de la comisaria, mientras su tía estaba en el interior
del despacho hablando con el comisario o policía que las había detenido,
viniéndole a la memoria los sucesos que se sucedieron después, la azotaina que
recibieron una vez llegaron a casa. La
diferencia de aquel día, es que Marisa en esta ocasión no había hecho nada
malo, aunque si estaba muy preocupada al desconocer cómo había llegado a esa
casa, o de que deseaba tener unas palabras con ella la tal señora Matthew, ella
no conocía de nada a esa señora. Unos
minutos después la puerta se abrió desde el interior…
(Sr. Matthew) -. Ya está todo solucionado! Perdona pequeña por la espera. Aunque te has visto involucrada sin culpa
alguna, creo que debemos hablar con más calma en mi despacho. Marisa! Me
haces el favor de entrar al despacho y puedes tomar asiento en una silla. Y tu desvergonzada! Entra también ha llegado tu hora, la has
liado parda en esta ocasión, estoy muy disgustado contigo!! Puedes irte
preparando!!! Te voy a poner el culo como un tomate maduro, vas a ver tú
sinvergüenza la azotaina que te voy a dar, tu padre ya está en camino en taxi
para recoger a esta joven, y llevarla a su destino, el cual es donde debía
ir. Me has defraudado, Silvia!!!
Las dos chicas entraron al despacho
juntas, andando una al lado de la otra, sin apenas dirigirse una mirada furtiva
entre ellas, Silvia miro a Marisa con desprecio por su situación, quizás la
culpaba ya que iba a ser castigada. Marisa en cambio se encontraba con la inseguridad,
al desconocer que la aguardaba al llegar
a casa, sin saber bien que hacía en la
cual se encontraba. El despacho era una estancia muy espaciosa,
daba la impresión de estar prácticamente en una biblioteca, ya que
en las cuatro paredes era prácticamente, casi todo como en una librería con libros en sus estantes,
exceptuando un armario de dos puertas tras la mesa del despacho de fondo, así
como un mueble bar en el rincón derecho, en la izquierda entraba la luz de un
ventanal enorme, muy similar al que había en el vestíbulo. El Sr. Matthew se adelantó a las
dos muchachas, frente a la mesa habían colocadas dos sillas gemelas de madera
de respaldo alto, con apariencia de ser muy pesadas, el Sr. Matthew levantando
con esfuerzo una de ellas la hizo a un lado, separándola de su gemela a unos
dos metros de distancia, en la cual con un gesto claro de la cabeza, indico a
Marisa que tomase asiento en esa silla.
A Silvia en cambio la hizo detenerse junto a la otra, permaneciendo en
pie justo al lado derecho de la silla, mientras el Sr. Matthew cogiendo la
chaquetilla que llevaba del brazo Silvia, rodeaba la mesa colgando la
chaquetilla de la joven en un perchero
de pie, sentándose en el cómodo sillón de cuero marrón apoyando los codos en la
mesa.
(Sr. Matthew) -. He podido
ponerme en contacto con John. No está nada contento por lo sucedido. Me ha comentado las circunstancias, por las
que debías ser recogida del aeropuerto, por lo tanto no tienes nada que temer
por lo sucedido. También hemos hablado
de tu indiscreción, Silvia! El hecho que compartamos vehículo de empresa, es
una de las causas de lo sucedido, aunque esto no debería haber sucedido nunca. John me comunico la tarde de ayer que su
chofer personal, le había solicitado la
mañana libre, por motivos privados. Por
ello mi chofer, es quien debía recogerte del aeropuerto, de ahí la confusión. Esta desvergonzada debió de escuchar la
conversación, la cual mantuve ayer con su padre, por más que se lo tenemos
dicho, que no debe escuchar tras las puertas!
La muy sinvergüenza hizo una travesura hace unos días…aunque esto no
viene al caso… la cual por ser mi ahijada la libró por muy poco de ser
castigada por mi cuñada, tuvo la fortuna que yo entraba en esos momentos. Al desear congraciarse trayendo a casa a
Soraya McDonald, la cual tengo entendido que sois buenas amigas, incluso que
vais a estar juntas en breve como spankee´s.
El caso es, que la que va a ser tu hermana mayor como bien debes de
saber, hace par de días cometió una serie de graves errores, por los cuales fue
castigada por mi cuñada. .- En ese instante de la conversación, el Sr.
Matthew se levantaba de su sillón, pasando por delante de su mesa mientras
hablaba se dirigía hacia la silla, en la cual permanecía a su derecha Silvia.
La muchacha miraba a su padrino con temor, a esas alturas de la conversación, ya se había
percatado de su grave error, se había equivocado de chica al recogerla, su
cuerpo temblaba como un flan, sobre todo al ver como el Sr. Matthew tomaba
asiento en la silla, al mismo tiempo la rodeaba con su brazo derecho por la cintura.
Apenas la separaba de él un metro escaso, al rodearla con su brazo la hizo
avanzar hacia él, hasta que las piernas de la joven se trababan, contra la
pierna derecha del Sr. Matthew. Silvia se vio en apenas unos segundos boca abajo sobre el regazo, sintiendo como
los dedos de la mano derecha e izquierda de su padrino, le levantaba la falda
tableada de color gris perla, exponiendo al descubierto su trasero, llevaba
unas bragas blancas de algodón de talle alto, con dibujos de margaritas con sus
pétalos blancos y su polen amarillo, así como un tallos verdes que resaltaban
sobre la prenda íntima. -. No debes
alarmarte pequeña! No te asustes! Esto no va contigo, solamente es esta desvergonzada
a quien le voy a poner el culo bien caliente, como se merece. Por mi
conversación con John hace apenas unos minutos, no me ha comentado nada sobre
tu experiencia, pero creo que no debes estar habituada a presenciar como recibe
su castigo otra chica… aun claro. Pero con el tiempo ya te iras haciendo a
ellas, la casa en la cual vas a vivir, las podrás ver muy a menudo, al tener a
chicas de tu edad o similar a su servicio.
Incluso puede que yo mismo tenga el honor de colocarte sobre mis
rodillas, pero no asustes muchacha. Si
se llegase a dar esa situación, antes habrás sido informada convenientemente
por John y su esposa Abba.
Marisa se encontraba incomoda ante esa
situación, en el transcurso de la ultima hora no se lo hubiera imaginado, que
fuera a estar presente durante el castigo, pero tal y cómo estaba escuchando iba a poder presenciar la
azotaina de la chica. Hasta ese mismo
instante tenía la certeza que Silvia iba a ser castigada en breve, pero ni por
un instante se le había pasado por sus pensamientos estar presente. Ella
daba por seguro que de un momento a otro, el Sr. Matthew la hiciera salir del
despacho, quedándose a solas con Silvia para propinarle la azotaina anunciada.
El Sr. Matthew después de darle a Marisa
la explicación de la travesura, al mismo tiempo las miradas que lanzaba a Silvia,
le indicaban que estaba siendo regañada, el único motivo por el que fueran
palabras amables, sin expresar en ellas, el claro disgusto que manifestaba en
el rostro del Sr. Matthew, era por la presencia de la joven Marisa. No dejaba
lugar a dudas que Silvia se merecía el correctivo. La falta cometida para
la propia Marisa, ella se percataba que así lo exigía el error cometido, al
verse Marisa implicada inocentemente, en su fuero interno sentía deseos, que
Silvia se merecía le dieran una buena tunda, lo que no esperaba era el poder
estar presente.
La joven Marisa cerro los ojos al ver como
levantaba la falda a Silvia, cuando los
volvió abrir vio como le sujetaba la falda a la pretina de la cintura,
fijándose en las bragas que llevaba puestas Silvia. Viendo que eran muy parecidas a las que ella
misma llevaba puestas, el Sr. Matthew con su mano derecha, paso a acariciarle
el culo a la joven, haciéndolo con suavidad trazando círculos en su trasero
sobre las bragas, al igual que al verle que el elástico de las perneras, se le
habían introducido parte de las bragas entre la media luna de sus glúteos,
cogiendo con sus dedos el elástico los estiro, cubriendo así el culo de Silvia
dejando la braguita bien tensa.
Marisa al ver esa escena como le había
ajustado las bragas, en esos momentos no llegaba a comprender sus pensamientos,
pues en ellos hubiera preferido que le bajase las bragas, sintiendo unas
sensaciones extrañas para ella, avergonzándose de sí misma por desear presenciar
cómo le calentaba el culo, lo que más la intrigo fue como su cuerpo reaccionaba
al ver la escena, tiñéndose sus mejillas en el rostro muy coloradas al
ruborizarse, pues sintió una especie de oleada de calor en la entrepierna, para
unos segundos después sentir como el fondillo de sus braguitas se humedecían,
temiendo que la tela no absorbiera esa humedad, mojando la silla en la cual
estaba sentada, frotándose los muslos
nerviosa por si el Sr. Matthew hubiera podio notar algo.
Marisa pudo ver cómo le daba unas
palmaditas sobre las bragas, pero en ese instante, vio como el brazo lo
estiraba en alto, contemplando lo grande que tenía la palma de la mano, viendo
que casi era tan grande su mano como la de su papá, casi se le corto la
respiración, cuando la mano bajaba impactando con firmeza sobre el culo de
Silvia. El sonido del azote resonó por la estancia, aunque quedo ahogado por
los nuevos azotes rápidos y certeros en el trasero de la joven. Marisa alucinaba viendo con la fuerza que le
azotaba el trasero, aunque podía verle ligeramente el rostro a Silvia, su
reacción a los azotes en el culo, solamente la vio cerrar los ojos a cada azote
que recibía, acompañado por unos leves “Ayees” que brotaban de sus labios.
Tenía los ojos abiertos como platos por la
escena ante ella, sobre todo estaba sorprendida por como la joven, soportaba el
dolor claro de la azotaina. Marisa se
encontraba abochornada como nunca se había sentido, por una parte, por sus
sentimientos no deseados y que en su cuerpo experimentaba por primera vez. Había presenciado como Soraya recibía una
azotaina, justamente el día en que conoció a sus nuevos papás, siendo ella la que recibía sobre las rodillas
de papá y de Mamá, como ella misma reconoció que le gustaba llamarles de ese
modo. Varios días después presencio como Sonia recibía una azotaina, espiando
por el ojo de la cerradura. Con lo que
apenas tenía experiencias con las que comparar, pues hasta ese momento no había
sido testigo presencial, en cambio en esos instantes, no solo estaba
presenciando como otra chica recibía una azotaina. Presenciando aterrada por la fuerza que
caían, una y otra vez con un ritmo endiablado los azotes sobre el culo de
Silvia. Viendo sin llegar a creérselo,
si no lo estuviera viendo ella misma con sus propios ojos.
Ante Marisa tenía delante de ella a una
completa desconocida, sobre las rodillas recibiendo una azotaina severa sobre
sus bragas, de un hombre el cual también era un completo desconocido para ella,
y ahí se encontraba ella viendo la escena apenas a dos metros, como aquella
chica recibía una azotaina en el culo.
No era precisamente una chiquilla recibiendo unos azotes, era toda una
mujer que debía rondar sobre los veinticinco años de edad.
Una
peculiaridad en la que Marisa alucinaba, era que con la cantidad de azotes que
había recibido, y que continuaban cayendo sobre su trasero, con la misma fuerza
e intensidad que al inicio, Silvia apenas se movía sobre las rodillas, aunque
en su rostro si se reflejaba el haber cambiado desde el inicio, ahora se le
congestionaba su rostro con todo tipo de muecas, las cuales indicaban sin lugar
a dudas, el intenso dolor que debía sentir en el culo. Al tener las bragas aun puestas cubriéndole
el trasero, Marisa solo podía ver la rojez en la base de sus nalgas, las cuales
estaban muy coloradas por los azotes, se había fijado que el Sr. Matthew gran
parte de los azotes, se los propinaba en la parte baja de las nalgas, pudiendo escuchar a Silvia los fuertes
“Ayees” de dolor cuando la azotaba esa zona.
Ella misma había experimentado en sus propias carnes, que los azotes en
esa zona duelen más. Pero aun así, Silvia no derramo ni una sola lagrima,
Marisa estaba segura de sí misma, que de estar ella sobre las rodillas
recibiendo semejante azotaina, ya estaría llorando hacia mucho rato.
Marisa contemplaba como la mano del Sr.
Matthew, continuaba alzándose una y otra vez estirando todo lo que su brazo
daba de sí mismo, al igual que lo veía caer una y otra vez sobre el culo de
Silvia, los efectos de los azotes recibidos comenzaban a pesarle a la mujer,
pues sus “Ayees” de dolor eran más fuertes, ya no se estaba quieta sobre el
regazo, a esas alturas meneaba las caderas, muestra clara del intenso fuego que
debía sentir en el culo, sus piernas se agitaban arriba o abajo, así como
separándolas abriéndolas o cerrándolas, muestras inequívocas del dolor que
sentía.
Marisa pensó que la azotaina a Silvia el
Sr. Matthew la daba por terminada, ya que observo en él, que detenía su mano al
dejar de darle azotes. Viendo como
acariciaba el culo de Silvia desde la cinturilla de sus bragas, bajando a la
base de sus coloradísimas nalgas, volviendo a subir de nuevo varias veces. A la joven casi se le paro el corazón al ver
como la mano derecha se detenía en la cinturilla de las bragas, viendo como el
Sr. Matthew introducía sus dedos bajo el elástico ribeteado de puntilla,
comenzando a bajarle las bragas a Silvia.
Marisa se le encogió el alma, al ver como las bragas de algodón blanco
con dibujos de margaritas, se las fue bajando lentamente, ante el intento
frustrado de Silvia por intentar evitar que se las bajase, intento baldío, dado
que se las bajo por debajo de las rodillas.
Marisa resoplo al ver el color colorado muy intenso del trasero de
Silvia, hacía rato que deseaba poder ver como se lo había puesto, al mismo
tiempo estaba aterrada, pues al bajarle las bragas estaba claro que la azotaina
aún no había terminado.
No tardando en comprobar su pronóstico,
pues de nuevo los azotes continuaron de nuevo cayendo sobre su coloradísimo
trasero. Con más fuerza que los
primeros, o al menos eso fue lo que le pareció a Marisa. Pero su impresión era errónea, el Sr. Matthew
continuaba propinándole azotes con la misma fuerza e intensidad, quizás podía
haber variado la velocidad con la que los azotes caían una y otra vez. La diferencia era notable desde luego, ya que
en esos instantes no tenía la protección de las braguitas, las cuales por su
tejido mantenía aprisionadas las nalgas.
En cambio en esos instantes al tener el culo desnudo, la fuerza con la
que eran propinados los azotes, eran claramente más visibles sus efectos, dado
que cada azote propinado, hacia que las nalgas, se agitasen por la fuerza de
los azotes, siendo claramente diferentes que de recibirlos sobre la escasa
protección de las bragas, no
escamoteaban el dolor de los azotes, pero al azotarla en el culo eran menos
visibles sus efectos, ahora si azotaba el Sr. Matthew en el centro entre las
dos nalgas, estas se aplanaban por la fuerza del azote, habiendo una gran
diferencia si era primero en la nalga derecha y luego en la izquierda, dado que
estas se agitaban de manera distinta, dependiendo si la azotaba en la base de
la nalga o en el centro de la misma, con lo cual a simple vista podían semejar que
fueran más fuertes. Pero Silvia si los
notaba distintos, bien por la vergüenza de mostrarle el culo a una jovencita de
dieciocho años, o bien por el dolor en el culo, pues desde que le bajase las
bragas sus lágrimas no tardaron en brotar, así como sus movimientos de piernas
y brazos eran claro índice del intenso dolor en el culo de la muchacha
castigada.
Marisa a esas alturas de la azotaina,
solamente sentía lastima por Silvia.
Cierto, que se había pasado al realizar esa travesura, pero viendo como
tenía el culo muy oscurecido, teniéndolo de un rojo escarlata muy intenso y
brillante, deseaba que el Sr. Matthew se detuviera de una vez. Para ella era un castigo más que suficiente,
pero estaba claro que aquel señor no pensaba de igual forma.
Pero a pesar de sentirse angustiada por
aquella joven, su mirada se centraba entre el culo enrojecido, y sobre todo en
las piernas de Silvia, que ahora si pataleaba angustiada por el intenso fuego y
dolor en su trasero. Marisa se fijaba en como sus bragas le trababan las
piernas, viendo como al abrir sus piernas, las bragas se estiraban hasta no dar
más de sí mismas por su elasticidad, trabándole e impidiendo abrir las piernas
más, perpleja veía como el fondillo de las bragas, al tener las piernas
abiertas hasta no dar más de si por la traba de sus braguitas, viendo como las
perneras aumentaban su apertura al doble, el fondillo completamente tenso
extendido mostraba la clara humedad del sexo de Silvia. Al estar tan cerca
tenía un buen primer plano a sus miradas. Viendo como al rato sus bragas salían
despedidas de sus pies, yendo estas a parar posándose como una mariposa a los
pies de Marisa. Ahora al estar libre de
traba sus piernas, las abría todo lo que daban de sí mismas, con lo cual el
sexo de la joven Silvia, quedaba expuesto a la atenta mirada de Marisa, la cual
no se perdió detalle alguno de los fluidos que le bajaban por los muslos,
dejándole medianamente claro, que a pesar del intenso dolor la joven se
encontraba excitada, o lo había estado en algún momento de la severa azotaina,
que ya debía de llevar cerca de treinta minutos siendo castigada.
Marisa observa al Sr. Matthew viendo cómo
se perlaba el sudor en su frente, ahora se limitaba a acariciarle el oscurecido
trasero de Silvia, la cual sollozaba aun echada boca abajo sobre su regazo, no
se le paso por alto como los dedos del Sr. Matthew entre caricia y caricia,
veía como las yemas de sus dedos, le rozaban el sexo a la joven que ronroneaba
como una gatita al sentir esa intima caricia.
El Sr. Matthew se incorporó de la silla poniéndose en pie, cargando bajo
su brazo derecho en volandas a Silvia, llevándosela consigo hacia detrás de su
mesa, presionando en una de las estanterías, se abrió una puerta en la que
traspaso llevándose a Silvia, tras cerrarse la puerta Marisa se quedó a solas
en el despacho.
Durante varios minutos permaneció a solas,
aunque su oído le pareció escuchar gemidos al otro lado de la pared, para poco
después unos gritos que para nada le parecieron de dolor. Marisa a sus dieciocho años aún era virgen,
pero no era nada tonta, por lo que estaba claro que al otro lado de la pared,
estaban teniendo sexo y por sus gritos ahogados o gemidos persistentes, estaba
claro que no era su primera vez. Marisa
aprovecho el estar a solas para ponerse en pie, bajándose las braguitas unos
instantes para así aliviar sus molestias, sus dedos pasaron varias veces por su
húmedo sexo, teniendo un orgasmo que la dejo temblequeando, dado la rapidez que
fue todo. Cuando la puerta se volvió
abrir de nuevo, Marisa ya se había arreglado la falda y estirado el elástico de
sus braguitas, sentándose de nuevo en la silla.
El Sr. Matthew salió como si nada hubiera ocurrido dentro, a Silvia aun
la llevaba en volandas bajo su brazo derecho, depositándola en el suelo poco
después…
La joven tras la tremenda azotaina recibida, andaba
con cierta dificultad, meneando las caderas sobándose el culo con vigor,
mirando en derredor suyo buscando con la mirada, donde estaban sus bragas. Las
cuales se hallaban a los pies de Marisa. La cual en un gesto de amabilidad, se
levantó de la silla recogiendo las bragas del suelo, ofreciéndoselas a Silvia
cruzándose sus miradas en ese momento, viendo como las lágrimas aun descendían
por sus mejillas. La muchacha con un gesto claro de agradecimiento, le sonrió
levemente y pícaramente a Marisa por su amabilidad al entregarle las
bragas. Ella arrugando el ceño al
inclinarse para ponérselas, dejando claro el intenso dolor del culo al doblar
su cuerpo, así como muecas de dolor resoplando al pasarse las bragas por el
dolorido trasero, se subió las bragas ajustándoselas a la cintura, al igual que
luego se ajustó el elástico de las perneras, desplegando la falda que la tenía
introducida en la pretina de su cintura sujetándola, la soltó de los corchetes
que la sujetaban dejando caer la falda. Marisa observo todos sus movimientos sin poder apartar la mirada de la joven, como
Silvia aun meneaba las caderas mientras se sobaba el culo por encima de la
falda. Sin ponerle ninguna objeción por parte del Sr. Matthew, Silvia se retiró andando
arqueando las piernas, dirigiéndose hacia el rincón del fondo junto a la puerta
de entrada al despacho, poniéndose de cara a la pared pegando la nariz hasta
tocar la pared, luego cruzo las manos
sobre la cabeza. Marisa se volvió a
sentar en la silla, no sin antes observar de reojo al Sr. Matthew descubriendo
que no la miraba, momento que aprovecho para aligerar la presión del elástico
de las perneras de sus bragas, respirando aliviada por mitigar aquellas
molestias, pero avergonzada al escuchar unas palabras no esperadas.
(Sr. Matthew) -. No es necesario que seas tan sigilosa… Puedes
estar tranquila que yo no tengo autoridad sobre ti, no desconozco el estado de
tu trasero, John me ha referido tu travesura de ayer. Aunque te anuncio, que ya puedes irte
preparando, cuando tu mamá se entere de lo que estabas haciendo, si! Lo sé todo,
estabas espiando a la Sra. Stuart cuando estaba dándole una azotaina a su spankee,
cuando tu mamá Abba, se entere que hacías acuclillada con la mano introducida
en tus braguitas! Hoy también dormirás bien calentita!
El Sr. Matthew se sentó en su sillón de la
mesa del despacho, durante varios minutos el silencio inundaba el despacho,
solamente de fondo se escuchaba algún sollozo de Silvia. Marisa permanecía en
silencio sentada en la silla, observando como la chica se mantenía en el
rincón, descubriéndola como giraba la cabeza de reojo para ver si era observada
por el Sr. Matthew, al no estar mirándola la vio bajar su mano izquierda para
acariciarse el culo, Marisa miraba hacia el Sr. Matthew, por si la había visto hacerlo, había escuchado a
Soraya decir, que si era descubierta sobándose el culo estando en el rincón,
eso podía valerle una nueva azotaina.
(Sr. Mathew) -. Silvia!
Ya puedes subir a tu habitación para cambiarte de ropa, hoy comeremos en
casa de los McDonald, a ver que excusa les das por el secuestro de su hija
menor, seguramente su madre tiene algo que decirte. Tu padre ya ha llegado hace un rato y nos
espera en el parking. Si deseas ir al servicio Marisa! Puedes acompañarla ella
te indicara donde está el baño, puedes refrescarte el trasero si lo deseas, a
fin de cuentas no deberías de estar en esta casa. Por otro lado, tu papá no me
ha dado ninguna instrucción para ti, por lo tanto puedes asearte si lo deseas…
Tú en cambio Silvia, ni se te ocurra refrescarte el culo, puedes cambiarte de
bragas! Es más que posible que te den tu merecido, a la Sra. Abba ya la conoces
bien, por lo que me ha comentado su marido está que trina!!! No quisiera escuchar que no llevabas las bragas
limpias!!!
…
Subían en el ascensor
hacia el piso once, iban en el interior, el Sr. Matthew con su traje habitual
en él con corbata negra, a su lado iba Marisa claramente nerviosa, dado que
había llegado el momento de conocer su nueva casa. A su lado estaba Silvia tan nerviosa como la
propia Marisa, pues sabía que iba a ser castigada por la Sra. Abba, se había
cambiado el uniforme de chofer, iba vestida con blusa blanca de manga larga, la
falda plisada estampada a cuadros rojos, calcetines blancos por debajo de la
rodilla y unas zapatos modelo Merceditas negros.
Al abrirse las puertas del ascensor, las
muchachas se llevaron la sorpresa de encontrarse con quien no esperaban, en el
rellano estaban la Sra. Abba y la Sra. Stuart esperando, las cuales ambas
señoras saludaron al Sr. Matthew
amablemente, Marisa salía del ascensor entre temerosa y temblorosa, su aventura
como spankee comenzaba en ese instante, por ello se vio como si estuviera fuera
de juego, sin saber bien que debía hacer, o el que debia decir. Siendo su mamá
quien la buscase con la mirada y acercándose a ella, dándole un beso en cada
mejilla. Al ver a Silvia la saludo de
igual manera con sendos besos en cada mejilla, pero susurrándole algo en el
oído…
(Sra. Abba) -. Tú y yo ya hablaremos luego, después de
comer…
(Sra. Stuart) -. Si le parece bien a la señora, me llevo a la
pequeña para arreglarla para comer.
(Sr. Matthew) -. Tu Silvia ven con nosotros al salón! Sra. Stuart igual debería cambiar a la niña
las braguitas, después de lo de ayer, no debe llevarlas muy aseadas…
(Sra. Abba) -. Es que tú Matthew conoces lo sucedido
ayer? Sabes algo que yo misma desconozco
yo? Sra. Stuart sabe usted a que se refiere?
(Sra. Stuart) -. Desconozco señora lo que el señor McDonald,
le haya podido contar a usted de lo sucedido ayer, no sé a qué se refiere
tampoco el Sr. Matthew.
Los ojos de Marisa amenazaban con
fulminar al Sr. Matthew, antes de salir
de su casa le había hecho referencia de lo sucedido, y que su mamá seguramente
desconocía, pero jamás hubiera pensado que él, la iba a traicionar yendo con el
chisme a su mamá… La Sra. Stuart se
apresuró a llevarse a Marisa, entrando en el piso desapareciendo por el
pasillo, al entrar en una de las habitaciones.
Llevando a la pequeña directamente al baño, Marisa sorprendida vio en el
interior de la ducha desnuda a Soraya enjabonada, quedándose pasmada al verle
las marcas del trasero a pesar de la espuma del jabón, dado el estado del culo
al tenerlo claramente morado. La Sra.
Stuart se apresuró en desnudar a la joven recién llegada, dejándola desnuda
como vino al mundo, haciéndola entrar a la ducha con Soraya, la Ama de llaves acabo
de aclarar el jabón, pasándole por encima una toalla grande poniéndosela como
un chal, cogiéndola en brazos la saco de la ducha como si llevase a una bebe,
la llevo hacia la habitación para secarla y vestirla supuestamente, pero volvió
a los pocos minutos con Marisa. Al
entrar al baño se encontró que la joven se estaba bañando sola, por toda
palabra al fijarse en la pequeña Marisa, recibió una fuerte palmada en el culo.
(Sra. Stuart) -. Que sea la última vez que te vea bañándote tu
sola, ahora ya no tienes dieciocho años niña! Si no, solamente tienes ocho
años! Y las niñas pequeñas no se saben bañar solas, has entendido o quieres que
te de otro azote en el culo? A
partir de ahora no puedes hacer nada tu sola, para cambiarte de bragas debes
pedirlo antes, al igual que esperar a que yo pueda venir a cambiártelas, eso
siempre que tengas permiso de mamá o mío.
Incluso para hacer pipí debes pedirlo y esperar a que yo te traiga al
baño. Estas cosas te las explicaran tu
papá y mamá, pero como aún no han tenido tiempo de hacerlo, ya te lo avanzo yo!
A los pocos minutos salían del baño, Marisa
no podía comprender lo que había sucedido, nunca había pasado tanta vergüenza,
se sentía húmeda por los acontecimientos del día, nunca se hubiera esperado lo
que estaba viviendo en esos momentos, se sentía en parte muy feliz al realizar
su fantasía desde hacía un tiempo atrás, la habían bañado como una cría sintiendo unas sensaciones extrañas para ella,
a sus dieciocho años tenía la impresión que vivía un sueño, la Sra. Stuart la
trataba con afecto y cariño igual que a una chiquilla, sintiéndose entre avergonzada
al sentir pasar la esponja por sus partes íntimas, como entusiasmada al ser
tratada de esa forma, salir de la ducha
en brazos de la Sra. Stuart, recibiendo
el cariño de la mujer, la cual la había secado su cuerpo desnudo, así como poco
después acomodado en una especie de camilla, en la cual fue revisada separándole los brazos del cuerpo,
poco después sentía como era depilada de las axilas, aplicándole cera le depilo las piernas, por
último fueron unos momentos tras los cuales paso más vergüenza, al sentir como
la Sra. Stuart una mujer de unos cincuenta años, la cual podría ser su madre
por la edad, era una sensación extraña para ella, pues apenas conocía a la
mujer, la cual estaba pasándole sus fríos dedos separándole los labios de su
sexo, tocándola por sus partes más íntimas, sentía como sujetaba los labios del
sexo, para poder pasarle la maquinilla
para rasurar el sexo con suma
delicadeza, dejándolo sin un solo vello como vino al mundo, con sus mejillas
del rostro completamente coloradas por la vergüenza, vio como volvía a
enrollarla en la toalla cogiéndola en brazos de nuevo, Marisa se abrazó al
cuello posando su mejilla sobre el pecho de la Sra. Stuart. Al entrar en la habitación contigua, su amiga
estaba enrollada en la toalla sobre la cama, Marisa estaba entre sorprendida y perpleja por todo lo que había
sentido en apenas unos minutos, estar avergonzada como no lo había estado
nunca, o al menos no recordaba haber pasado nunca tanta vergüenza, además había
sentido sensaciones que a pesar de la vergüenza, le había gustado ser tratada
de esa forma, algo de lo que no había sido advertida antes por sus amigas.
Marisa fue depositada sobre la cama,
dejándola sentada sobre el borde de una de las tres camas de la estancia, la
misma cama donde estaba Soraya. En ese
momento le habría gustado hablar con su amiga, de hecho fue a abrir sus labios para hablarle, pero su amiga poniéndose el
dedo índice vertical sobre los labios la hizo guardar silencio. La Sra. Stuart se desentendió de ella para atender a Soraya, observando como su amiga se dejaba hacer por la Sra.
Stuart, la cual la desenrollo de la toalla dejándola desnuda, momentos antes
había extraído unas bragas de la cómoda, procediendo a ponérselas subiéndoselas ajustándoselas a
la cintura, al separarse de ella la Sra. Stuart, Marisa vio las bragas de algodón
blancas con dibujos de frutas, volviendo a ella la sentó al borde la cama para
ponerle unos calcetines blancos con
dibujitos de Disney, unos zapatos negros sin tacón modelo Merceditas abrochado
con una correílla fina al lateral, así como una camiseta de tirantes blanca,
después la aupó en brazos llevándola hacia una silla, para pasar a cepillarle el cabello rubio de Soraya, al
acabar la hizo poner en pie para ponerle un vestido de color amarillo piña,
abrochado con seis botones a la espalda, el vestido apenas le cubrían las braguitas, Marisa al mínimo movimiento le
veía las braguitas, en esos momentos Marisa sentía envidia de ella, al ver lo
encantadora que estaba su amiga Soraya.
Poco después le llegaba el turno a la propia
Marisa, como hermanas eran vestidas exactamente igual, excepto por las
braguitas que le había puesto a Marisa, siendo estas blancas con dibujos de
ositos simpáticos jugando, y la
diferencia del vestido de Marisa con el de Soraya, el vestido de Marisa la
falda era más corta, apenas le cubría las braguitas con dibujos de ositos,
mostraba la parte baja sin hacer movimiento alguno. En un momento en que la Sra. Stuart entro al
baño…
(Marisa) -. Esto no me lo esperaba, si me vieran en casa
dudo que dijeran que tengo dieciocho años! O que tú tienes veintidós años!
(Soraya) -. Ya hablaremos luego…
(Sra. Stuart) -. Que estáis susurrando vosotras dos…? Soraya! Tu hermana no lo sabe por qué acaba
de llegar. Pero tu si sabes que estas castigada, quieres que se lo diga a tu
mamá? Comprendo que tengáis ganas de
hablar entre vosotras, pero más os vale portaros bien… Y tu será mejor que te vayas preparando! Porque a estas alturas el Sr. Matthew ya
debe haber informado a la Sra. Abba, como te masturbabas cuando nos estabas
espiando, tu papá no le debió contar ese punto, enterarse la señora en estos
momentos, no es nada bueno para ti!
(Marisa) -. Pero… El señor McDonald comento que los
castigos no serían retroactivos, ósea que una vez castigada por una falta, no
podía ser castigada de nuevo por la misma…
(Sra. Stuart) -. Quien te ha
contado que fuiste castigada por sorprenderte masturbándote? Se te castigo por estar espiándonos, cuando
yo castigaba en el locutorio de tus tíos a mi spankee, y luego te di una
azotaina por espiar. Un detalle que agradezco que tuviese tu papá conmigo, por
tu grave falta de respeto hacia mí persona.
La Sra. Abba, imagino que fue
informada por tu papá, pero por su reacción hace un momento, yo diría que esa
parte se la oculto a tu mamá. Bien para protegerte o bien por no ser tan severo
contigo. Pero al parecer para tu mamá, el estar tocándote ahí abajo eso es algo
que ella desconocía, y puedes estar bien
segura de algo, que al enterarse por terceros de tales hechos, debe haberla
disgustado mucho!!! Venga dale la mano a
tu hermana, será mejor que subamos pronto o bajaran a buscarnos!
Marisa se contemplaba en
el espejo alucinada, sobre todo por el peinado que la Sra. Stuart le había
hecho, con dos trenzas exactamente igual que a su hermana Soraya, poniéndoles a
las dos unos lazos azules. La verdad
estaba disfrutando viendo a su mejor amiga Soraya, ambas vestidas iguales como
dos auténticas hermanas, apenas había escuchado las palabras de la Ama de
llaves regañándola prácticamente, en ese momento le gustaba verse en el espejo,
viéndose así misma con aquel corto vestido que apenas cubría sus braguitas.
Movía las caderas contemplando como el
vuelo de su falda se le levantaba a más mínima, pudiéndose verse así misma sus
braguitas con los simpáticos ositos. Fue
Soraya quien la extrajo del ensueño al estar reflejándose en el espejo,
cogiéndola de la mano tirando de ella la obligo a moverse, salieron de la
habitación tras los pasos de la Ama de llaves, caminando delante de ellas iba
la Sra. Stuart, la cual volvía la cabeza hacia ellas para decirles…
(Sra. Stuart) -. Apresuraos
niñas! Están esperando para
comenzar a comer! Hoy tenemos invitados en casa, más os vale portaros bien!
Al entrar al salón todos
los presentes ya estaban sentados, quedando solamente dos sillas libres
destinadas para ellas, Marisa tomo asiento a la derecha de papá que presidia la
mesa, Soraya se sentó al lado de mamá a su izquierda, la cual estaba sentada
frente a papá. El orden de la mesa era; presidiendo la mesa Papá, a su
izquierda se encontraba el Sr. Matthew y Silvia, en la otra cabeza de la mesa
frente al Sr. John, la Sra. Abba y a su izquierda cerraba la mesa Soraya. Durante la comida solamente hablaron los
adultos, de temas intrascendentes para las pequeñas.
Al acabar de comer los hombres fueron los
primeros en levantarse de la mesa, tomando asiento en los sillones situados al
fondo del salón, con una mesita baja de café, entre medias de ellos con el café y una copa de licor. El servicio
pasaba desapercibido al retirar los platos o las bandejas con restos de comida,
aunque para el Sr. Matthew no pasaron tan desapercibidas, su ir y venir de las
doncellas Carmen y Dae Shung, sobre todo al servirles el café y la copa de
licor, al inclinarse Dae Shung hacia el
Sr. John, el Sr. Matthew la vio como llevaba el culo colorado, percatándose que
la joven no llevaba bragas. La señora
Abba mientras dio las debidas indicaciones a Rose Mery, con respecto a las niñas y de la invitada Silvia,
llevándolas a su habitación para dormir la siesta, Silvia refunfuño un poco
ante tal orden, pero una seria mirada del Sr. Matthew la hizo silenciar de
inmediato, obedeciendo sin rechistar. Al retirarse las chicas viendo a la Sra.
Abba salir detrás de ellas, el Sr. Matthew se dirigió a su buen amigo John…
(Sr. Matthew) -. John es normal en tu casa, que el servicio no lleve bragas?
(Sr. John) -. Que estás diciendo! Cuál de ellas no lleva
bragas? A ver! Carmen! Dae Shung! venid aquí las dos
inmediatamente!
Las dos doncellas obedecieron a
requerimiento del Sr. John, presentándose ambas a apenas un metro de distancia,
viéndose Carmen como el Sr. John estiraba su brazo hacia ella, atrayéndola
hacia él, colocándola boca abajo sobre sus rodillas, acto seguido le levanto la
falda comprobando que si llevaba las bragas puestas, contemplando lo coloradas
que asomaban sus nalgas, bajo el ribete del elástico de sus braguitas blancas
con dibujos de flores azules. La ayudo a incorporarse, haciendo lo propio con
Dae Shung comprobando que si llevaba las bragas puestas, pero el elástico de la
braguita en la nalga izquierda se le había introducido entre la media luna del
trasero, dando la impresión a primera vista de no llevarlas puestas, el propio
John se las coloco correctamente estirando el ribete elástico de las braguitas,
dándole unos fuertes azotes en el culo.
(Sr. John) -. Que esto te valga de lección! Una doncella debe llevar correctamente su
uniforme. .- Dae Shung sobándose el culo se retiró para continuar sus
tareas.
(Sr. Matthew) -. Eso es todo?
Unas palmaditas y no ha pasado nada!
(Sr. John) -. Desconozco como
disciplinas a tu personal de servicio, pero en esta casa no es solamente un
“rol”, las muchachas realizan un trabajo, y aunque sean spankee´s jugando a su
“rol”, trabajan en la casa al igual que ganan un sueldo por realizarlo, no les
voy a dar una severa azotaina, porque las bragas se le haya introducido durante
sus tareas, entre la media luna de sus glúteos…
La Sra. Abba siguió de cerca a las chicas,
las tres muchachas iban detrás de la Sra. Stuart, por ello al andar se pasaban
las manos por el culo, dado que las tres habían sido disciplinas en las últimas
horas, no sospechaban que la señora iba cerca de ellas. Cuando se disponían a entrar a la habitación, a Silvia la detuvo
una mano desde atrás, frenada al ser sujetada por la muñeca izquierda, la
muchacha al sentir el contacto se giró, viendo que la mano que la sujetaba era
de la Sra. Abba, aterrada al verla contemplando sus ojos marrones, los cuales
parecían lanzarle rayos.
(Sra. Abba) -. Tú, ven conmigo! Acompáñame al despacho!
La Sra. Abba caminaba
delante de Silvia con andares seguros de sí misma, deteniéndose al llegar ante
la puerta del despacho, teniendo que esperar a la joven a que estuviera a su
altura. Con una mirada la insto a entrar primero al interior del despacho. Una vez en el interior le indico a la joven
hacia a donde dirigirse, las dos caminaron hasta la mesa del despacho, Silvia
era un manojo de nervios al estar ante la madre de Marisa, se esperaba lo peor al
ser castigada por ella, pero la Sra. Abba solamente la indico donde debía
colocarse, diciéndole a Silvia que se situase frente a la mesa de pie. Luego la
Sra. Abba rodeando la mesa, se sentó tras la mesa del despacho, desentendiéndose de la joven, como si en el
despacho no hubiera nadie más que ella, poniéndose a revisar unos documentos
sin mediar palabra alguna.
Pocos minutos entraban por la puerta el Sr. Matthew, conversando animadamente con el Sr. John, los dos entraban hablando animadamente, por lo acontecido en el salón con Dae Shung, su presencia en el interior del despacho se anunció con sus voces, llevando sus copas de licor en la mano derecha el primero de ellos, y en la izquierda el último en entrar que fue el Sr. John.
Ambos al entrar observaron la escena ante
ellos, en la mesa del despacho se hallaba sentada la Sra. Abba, que al
escucharlos entrar levanto levemente su mirada, para enseguida continuar con lo
que estaba haciendo. Su mirada al entrar
vieron a la joven Silvia, que estaba de pie frente a la mesa a apenas a dos
metros de ella. Ambos vieron los sillones que estaban situados detrás de la
joven, habían dado instrucciones a la Sra. Stuart antes de sentarse a comer,
por ello fueron previamente colocados a unos seis metros frente a la mesa del despacho, de tal forma que ellos quedasen sentados
observando de cerca, teniendo delante de ellos a Silvia dándoles la espalda
observándola nerviosa y temerosa.
Silvia aun vestía la blusa blanca de manga
larga, con la falda plisada estampada a cuadros rojos, al permanecer frente a
la mesa de pie, le vino a la mente sus años en el internado de señoritas,
cuando era llamada al despacho de la directora.
La cual se mostraba igual que la Sra. Abba, desentendiéndose de ella
hasta que en un momento dado, levantaba la mirada hacia ella para regañarla, si
la directora había tenido un buen día con una regañina se conformaba. Si no era así, se levantaba de su sillón
caminando hacia ella con una regla de madera en las manos, poco después se veía
así misma inclinada hacia adelante sobre la mesa, siéndole levantada la falda y
bajadas sus bragas.
Sobre
la mesa del despacho a la derecha de la Sra. Abba, había una regla de un metro
de larga de madera, quizás por ese motivo le vinieron esos recuerdos del
internado. Silvia se encontraba cansada
al estar en pie varios minutos, el
cansancio estaba haciendo mella en la joven, teniendo en cuenta que además
tenía el culo muy dolorido, la situación para ella no era nada halagüeña.
Teniendo a su espalda la respiración de su Tutor y del Sr. John, así como sus
voces sin entender lo que hablaban entre sí.
Los dos señores conversaban sentados en sus
sillones, tenían una visión ante ellos inigualable, observaban a la joven
Silvia la cual se encontraba muy
nerviosa, no había más que observarla estando delante de ellos en pie. El
temblor de su cuerpo denotaba que la joven estaba cansada, con el agotamiento
tenia los nervios a flor de piel, se tallaba la falda con sus manos,
aprovechando para acariciarse el dolorido trasero, al igual que se pasaba las
manos bajo el borde de la corta falda, estirándose el elástico de las perneras
de sus braguitas, imagen que para los señores no pasaron por alto, observando
desde atrás como la joven introducía sus dedos bajo la falda, viéndole las
braguitas blancas de algodón, observando cómo se estiraba el elástico de las
perneras, ajustándose bien a sus nalgas inflamadas, mostrando no solamente las
braguitas, también mostraba la rojez de sus nalgas bien coloradas.
(Sr. John) -. Veo que has estado ocupado en casa…
(Sr. Matthew) -. Que esperabas que hiciera cuando me he
enterado, que mi spankee secuestra a la hija menor de un amigo, solamente le he
dado su merecido, me ha dejado en un mal lugar con su acción. Por ese motivo la he traído yo mismo a tu
casa. Así concedo mi autorización para que le apliquéis su merecido castigo.
En ese instante intervino la Sra. Abba en
la conversación de los hombres, algo que no le gusto al Sr. McDonald que su
esposa interviniera en la conversación…
(Sra. Abba) -. Estas seguro Matthew que has venido por ese
motivo? Seguro que no tiene nada que
ver, que al ver a nuestra nueva spankee, sientas deseos de estar presente en su
castigo por estar masturbándose! Es muy
guapa la jovencita verdad, por no decir lo bonito que tiene el trasero… No has podido ni esperar a entrar en nuestra
casa, en el mismo rellano bajo el umbral de la puerta, has delatado a Marisa
que ayer fue castigada por mi marido, al ser sorprendida por Rose Mery nuestra
Ama de Llaves, en el momento que ella estaba castigando a su spankee, y que
nuestra pequeña se encontraba en cuclillas con la mano dentro de sus bragas
tocándose… Algo que mi marido no me ha
contado nada de ese hecho, pero en cambio tú no has perdido la ocasión para contármelo,
en presencia de la niña con la esperanza que le diera una zurra en el mismo
rellano!!! Algo que te ha contado mi caballeroso marido, pensando que yo no
merecía ser informada de ese detalle.
Ahora comprendo porque la castigo sin esperar a mi presencia, un acto
tan grave comprendo que mereciera un
castigo inmediato. Pero tu Matthew
conoces bien nuestra política de disciplina a nuestras spankee´s, sabes por
John que la pequeña Marisa no fue castigada por masturbarse, sabiendo eso,
conocías perfectamente cuál sería mi respuesta, que la castigaría severamente a
la muy desvergonzada…
Silvia al estar fuera de
la conversación, creía que no estaban pendiente de ella, al escuchar aquellas
palabras hicieron mella en ella, conocer que la joven iba a ser castigada por
ser sorprendida tocándose, había hecho que se le humedecieran más de lo que ya
tenía mojado el fondillo de sus propias braguitas. Volviendo a sobarse el culo, en esta ocasión
introduciendo sus manos bajo su corta falda, pasándose las manos sobre las bragas
acariciándose el dolorido trasero.
Una nueva escena que les encantaba admirar a los dos señores permaneciendo a su espalda,
como spankers, al igual que buenos fetichistas de la ropa íntima no se perdía detalle alguno. De frente a ellos permanecía
la Sra. Abba que tras su arrebato de furia, los miraba desde la mesa del despacho, observando en
ellos el interés que tenían en esos momentos, por la joven desvergonzada de
Silvia que se sobaba el culo, para Abba no era ningún secreto el pervertido fetichismo
de los dos, pues ella misma hacía años que su sufría su perversión, teniendo que utilizar las bragas que su marido
John le obligaba a ponerse, aunque dudaba que la joven pudiera sospechar algo
de ellos, ya que tenía otros motivos para preocuparse seriamente, no sería la primera vez que
recibiera una zurra de la Sra. Abba, conociéndola muy bien lo diestra que era
en el manejo de la zapatilla o peor aún si el instrumento elegido era el cepillo
de madera, incluso si fuese con la mano lo que decidiera utilizar, también era
algo para no tomárselo a chanza.
(Sra. Abba) -. Bien pequeña sinvergüenza! Siempre has sido
una chica que has demostrado ser muy aplicada, sobre todo cuando has organizado
travesuras, siempre te las has sabido arreglar muy bien, sobre todo
ingeniándotelas para que tardáramos nuestro tiempo en descubrirlas, de tal
manera que las sensaciones que vivías, permaneciendo intrigada o angustiada
ante el inminente castigo que se te venía encima, esperando a ser descubierta
cuando menos te lo esperases. Como
Spankee que eres, siempre has sabido ingeniártelas muy bien. Buena la has
organizado en esta ocasión! La verdad es
que aún no puedo comprender como has podido hacer esto, que es lo que pensabas
que iba a suceder? Tu Tutor el Sr. Matthew nos ha revelado tus verdaderas intenciones. Su cuñada es una señora muy soberbia, una
mujer que no es bienvenida en esta casa, de hecho aunque a ti niña esto no es
de tu interés, la expulsamos de esta casa a la fuerza tan solo hace dos días.
Lo cual agrava considerablemente tus grotescas intenciones! Quien te has creído que eres para secuestrar
a nuestra hija? Encima tienes la osadía de decir que te has equivocado, que a
quien tenías pensado secuestrar era nuestra hija mayor, Soraya! Donde se habrá
visto semejante despropósito! Por
supuesto te voy a castigar severamente… John! Estoy regañando a esta
pusilánime!!! Que haces?
La Sra. Abba dejó de regañarla al ver a John su marido, que
se levantaba del sillón dando tres pasos raudos hasta Silvia, viendo como la
sujeto del brazo derecho obligándola
darse la vuelta, la brusquedad hizo que su corta falda plisada estampada a
cuadros rojos, el vuelo de la falda hizo que se le levantase por completo,
dejando visibles al completo sus braguitas blancas de algodón. La joven cuando quiso recomponerse de lo que sucedía, ya se encontraba boca abajo
sobre las rodillas del Sr. McDonald.
La Sra. Abba viendo la escena sin poder hacer nada, se sentido muy frustrada
por la maniobra de su marido, ella estaba regañando a la joven teniendo muy claras sus intenciones, ya iba ponerse en pie con intención de
ocuparse de castigar a la joven, cuando
vio a John su marido, al cual claramente al parecer, se le había agotado la
paciencia que le restaba decidiendo intervenir. Abba tenía pensado castigarla
ella misma, pero su marido John se le había adelantado. Ella claramente muy disgustada
se incorporó del sillón poniéndose en pie, aproximándose hacia el sillón que
ocupaba su marido, deteniéndose a apenas
a dos metros de distancia, con los brazos en jarras observando muy de cerca
como la joven iba a recibir la azotaina. Abba se detuvo ante la chica que ya
estaba sobre las rodillas del Sr. John, justo en el momento que le bajaba las
bragas a la joven, descubriendo el trasero ya muy colorado con varias trazas,
de haber sido castigada con un cinturón o un instrumento similar.
La
muchacha sintió como los fríos dedos de las manos del Sr. John McDonald, le
alzaba el faldón de la blusa, para instantes después introducir sus dedos bajo
el elástico de la cinturilla de sus braguitas, así como sentir como el tejido
de algodón se deslizaba por sus muslos al serle bajadas sus bragas, bajándoselas hasta justo por debajo de las rodillas.
Segundos después sintió como la pesada
mano derecha, la azotaba con fuerza en su culo desnudo. A los pocos azotes rápidos y precisos de la
mano derecha del Sr. John, presa del intenso fuego que sentía de sus nalgas, se
agitaba sobre las rodillas del Sr. John, meneando sus caderas de un lado a
otro, por el intenso dolor que sentía ya en sus nalgas desnudas. Silvia ya tenía el culo claramente dolorido
por la zurra de su Tutor unas horas antes, por lo que recibir de nuevo una
azotaina, fue para ella más de lo que podía resistir poniéndose a llorar a los
pocos azotes, En casa de su Tutor
aguanto la azotaina con la mano, pero en estos momentos, con el trasero muy dolorido causado por el grueso Tawse,
apenas soporto diez o quince azotes en el culo antes de sus primeras lágrimas,
poco después el intenso ardor la hizo
llorar por el dolor.
Abba colocada a la derecha del marido,
tenía un primer plano de las nalgas enrojecidas de la muchacha, mientras no se
perdía detalle alguno viendo subir y bajar el brazo de John, así como la mano
enorme de su marido impactaba una y otra vez sobre las rojas nalgas desnudas.
La Sra. Abba hacia unos minutos había reflexionado mentalmente sobre el
fetichismo de John y también la de su socio y buen amigo el Sr. Matthew. En
esos momentos en el calor de la azotaina a la joven Silvia, John observaba a su
esposa la cual no se perdía detalle alguno del pataleo incesante de la joven,
el marido sonreía al mirarla a sabiendas de la lascivia de Abba. La conocía muy bien tras varios años de
matrimonio, más otros tantos como novios antes de casarse. Sonreía pícaramente
dado que sabía con exactitud, lo que estaba observando su esposa, la cual no
apartaba su atenta mirada de la entrepierna de Silvia. Observaba como con su pataleo, así como
abriendo y cerrando sus muslos, el sexo de la joven estaba claramente brillante
en sus labios exteriores, la humedad de la joven era claramente visible, aunque
su atenta mirada había observado a la joven, viendo el roce de los labios del
sexo contra la rodilla de John. A los
pocos minutos el roce de su sexo contra la rodilla paro, seguramente el calor
en el culo por la azotaina, o por el intenso dolor que se centraba en el culo
de la joven, a esas alturas ya no se podía concentrar Silvia en frotarse contra
la rodilla del spanker para darse placer así misma.
Agitándose sobre el regazo al estar
recibiendo una severa azotaina, a manos del Sr. McDonald con su corpulencia de
su metro noventa, así como sus
musculosos brazos con unas manos
enormes, Silvia intento varias veces cubrirse con las manos el culo, por lo que
su Tutor que se hallaba justo al lado deleitándose como era castigada, procedió
a sujetarle los brazos e inmovilizárselos. Silvia a pesar de todo pataleaba con las
piernas, tratando de separarlas todo lo que podía, pero la traba de sus propias
bragas le trababa las piernas, justo por
debajo de las rodillas. Al no poder utilizar las manos para cubrirse el
culo, flexionaba las piernas tratando de
cubrirse el culo con los pies, ante esas maniobras defensivas de Silvia por protegerse las nalgas, el Sr. McDonald le paso la pierna derecha sobre sus piernas,
impidiendo poder taparse el culo ya en
esos momentos muy colorado. Durante varios minutos la muchacha convulsaba sobre
el regazo, sobre el cual estaba firmemente sujeta por el brazo izquierdo del
Sr. John.
La Sra. Abba observaba como el culo de la
joven cada vez estaba más colorado, al igual que unas marcas violáceas
claramente anteriores, se iban oscureciendo por la fuerza de los azotes. Siendo ella quien detuviera a su marido,
sujetándole el brazo derecho con el cual azotaba el culo a la joven. La Sra.
Abba la ayudo sujetándola con sus manos bajo las axilas, haciéndola levantarse
de las rodillas del marido. El cual le dirigió una fría mirada, estaba
claramente en desacuerdo de su negligencia al detenerle, mirando a su esposa
claramente disgustado. Abba se percató de su mirada, conociéndolo no
significaría nada bueno para ella, pero considero que el castigo de la joven
era suficiente, ya que tenía pensado ser ella quien le aplicase la parte final.
Sujetándola
por el brazo la llevo hacia el fondo, pasando por detrás de la mesa del
despacho, la muchacha avanzaba con dificultad al habérsele bajado las braguitas
a sus tobillos, con lo cual trastabillaban sus pies al andar estando a punto de
caer, siendo la propia Sra. Abba quien se las subió hasta la altura de sus
muslos, conduciéndola hasta la pared dejándola castigada de cara a la pared,
justamente entre la mesa y el diván que estaba en el rincón. Dejando a Silvia
con el culo con un tono rojo intenso muy brillante, levantándole las manos
haciéndoselas colocar sobre la cabeza, para que no pudiera sobarse las
doloridas nalgas, sujetándole la falda en la pretina de la cintura, dejando a
la vista el coloradísimo trasero.
Al volverse la Sra. Abba vio los ojos de su
marido John, estos lanzaban fuego de ellos por el colosal enfado, al haberle
privado de continuar castigando a la joven, estaba completamente segura que su
intervención iba a tener para ella graves consecuencias. Ya tenía el trasero como la joven por sus
devaneos durante noche y después en plena madrugada, como buena spankee sabía
que estaba en problemas, sonrió al marido como aprobando mentalmente que luego
le diera una buena zurra. Ella al pasar
junto a la mesa se detuvo apoyando el trasero en el borde, así como soltando un
suspiro aire por sus labios, claramente por apoyarse en el borde de la mesa,
por el dolor de su trasero siendo motivo, que la hizo suspirar tratando al
tiempo de disimular. El suspiro de dolor
pasó desapercibido para el Sr. Matthew, pero en cambio no fue así para su
marido, el cual se levantó del sillón con su rostro claramente de disgusto.
Bordeando la mesa del despacho colocándose tras la ella, abrió un cajón
extrayendo de él un feo cepillo de madera, bordeando de nuevo la mesa pero por
el otro lado, su esposa Abba no le podía ver, cuando lo volvió a ver sus ojos
marrones se le iban a saltar de sus orbitas, al verle con el cepillo de madera
entre sus manos.
El Sr. John McDonald se detuvo frente a su
mujer, manteniendo su mirada fija en ella a apenas unos centímetros, parecía
que la iba a besar dada su cercanía a ella, pero colocándose a su lado a su
izquierda, se sentó literalmente en la misma esquina de la mesa, su esposa Abba
estaba casi pegada a él con el trasero apoyado en el borde, cuando sintió ella
como la mano que sostenía el cepillo de madera, la rodeaba por la cintura
haciéndola inclinarse hacia adelante, poco a poco se vio sobre las rodillas de
John echada boca abajo. Pudo sentir como su falda era alzada poco a poco,
descubriéndole el trasero cubierto por unas bragas de algodón con flores rojas,
azules, verdes y amarillas muy chillonas, sin bajarle las bragas comenzó a
azotarle el culo con fuerza, con la suficiente para hacerla gemir entre dolor y
placer. Durante varios minutos los
azotes resonaban en la estancia, mientras el Sr. Matthew observaba el magnífico
trasero de Abba, aunque sabía que aquellos gemidos que brotaban por sus labios,
no eran plenamente de dolor, si no, del placer que estaba sintiendo recibiendo
la azotaina. Poco después el propio John cambiaba el cepillo a su mano
izquierda, mientras le daba azotes con la mano izquierda, con la mano derecha le
acariciaba los muslos, subiendo la mano lentamente hacia la entrepierna,
entreteniéndose jugueteando con el fondillo de las braguitas, acariciándole por
encima de ellas claramente sobre sus labios de su sexo, así como a través del
tejido masajearla hasta que su cuerpo tembló como gelatina, claramente acababa
de tener un orgasmo. Luego inclinándose
sobre el cuerpo de su esposa, hasta casi hablarle en el oído con susurros…
(Sr. John) -. Ahora
vamos a dejar descansar un tiempo a esta sinvergüenza! Luego veremos que nos cuenta del porque ha
hecho algo tan insensato por su parte.
….
En la parte de la casa de las habitaciones
en la planta, Rose Mery se hallaba en su habitación descansando, tenía unas dos
hora libres mientras la chicas dormían la siesta. Justo enfrente de la suya
estaba la habitación de las niñas, las cuales debían de estar durmiendo en sus
camas, la Sra. Stuart les había quitado el vestido amarillo acostándolas en
braguitas y camisola nada más. En la estancia había tres camas, dos pequeñas
para Carmen y Dae Shung, con una tercera
que casi por sus medidas podría ser prácticamente de matrimonio, en la cual
estaban acostadas Soraya y Marisa.
(Marisa) -. Estas dormida? Ahora podemos hablar… voy a
bajarme las braguitas, como molestan las condenadas!
(Soraya) -. Hazlo bajito la Sra. Stuart puede oírnos,
ella a estas horas debe estar descansando en su habitación, está justo enfrente
a esta. Yo de ti no lo haría… si te cogen
con las braguitas bajadas, te darán la del pulo en el culo!
(Marisa) -. A mí no me parecen que sean tan malos, me
caen fenomenal todos, incluso la que llamabas la montaña me caen muy bien.
(Soraya) -. Más te vale que no te lo oiga decir, entonces
ya me dirás si te cae tan bien, es una bruja de cuidado a la mas mínima estas
sobre sus rodillas! Tiene las manos de puro granito, a veces dudo que sea una
mujer.
(Marisa) -. Exageras!
Ayer me dio a mí una azotaina, me dolió, pero más me dolió la que me
dio…papá! Hemos de llamarles papá y
mamá, no?
(Soraya) -. Que hiciste para que te castigasen los dos, a
la casa has llegado hoy… donde te castigaron?
(Marisa) -. En casa, en tu piso!
(Soraya) -. Pero que hiciste?
(Marisa) -. Bueno… en parte fue culpa de Sonia.
(Soraya) -. Te estas quedando conmigo? Que hacia Sonia en mi piso?
(Marisa) -. No fue exactamente en tu piso… Sonia me pidió
permiso para ir al piso, porque había conocido a una mujer spanker, y… habían
quedado en mi locutorio. A mí no me
pareció mal dejarle las llaves del piso, me aseguro que antes de que llegase el
Sr. McDonald se habrían ido. Y… yo le
dije que la puerta del fondo daba al almacén, que adentro estarían bien y
incluso no se escucha nada en el locutorio.
Las vi como entraban al poco rato, antes de traspasar la puerta, la Sra.
Stuart le dio un fuerte azote a Sonia, dado que el locutorio se acababa de
quedar vacío y solo estaba yo.
(Soraya) -. Jo! Que fuerte, la Sra. Stuart y Sonia quien
lo iba a decir… Pero eso no es motivo
para darte una azotaina…
(Marisa) -. Ya!
Pero aunque no se oía nada, yo sabía que estaban allí dentro… Me acerque
sin hacer ruido hasta la puerta, por el ojo de la cerradura al ser de las
antiguas se podía ver, estaba viendo como colocaba a Sonia sobre sus rodillas,
no pude contenerme y me comencé a tocar… ya sabes… Entonces sucedió la
tragedia, en cuclillas como yo estaba espiando empuje la puerta, y me
sorprendieron espiando en cuclillas con la mano dentro de mis braguitas, no
veas qué vergüenza!!!
(Soraya) -. No me extraña que te diera una azotaina,
conociéndola como la conozco, te daría una de las buenas!
(Marisa) -. NO! Se levantó de la silla del almacén regañando
a Sonia, pues le había dicho que yo era de fiar… y se marchó del locutorio sin
decirme nada. Poco después llego antes
de lo previsto el Sr. McDonald, él se había cruzado en el camino viendo caminar
a la Sra. Stuart a la parada de taxis, él la llamó por teléfono, le dijo que
viniera al locutorio, que él tenía unas cosas que hacer y ya que estaba en la
misma zona, volverían juntos a casa. Al
llegar ella el Sr. McDonald vio nuestras caras, como es natural pregunto qué
ocurría allí, y la cosa se complicó a partir de ahí, el Sr. McDonald al
enterarse nos indicó a Sonia y a mí, que cerráramos el locutorio e iríamos
todos al piso. Ya te lo puedes imaginar
al entrar al piso, la Sra. Stuart se llevó a Sonia a una habitación para
castigarla, y papá después de hablar entre nosotros, me regaño y ya puedes
imaginarte me dio una azotaina y luego dejo que la Sra. Stuart se ocupara de mí
también.
(Soraya) -. No te puedo dejar sola!
Al estar bajo las sabanas tapadas ninguna
de las dos vio cómo se abría la puerta, a pesar de hablar bajo no habían pasado
tan desapercibidas como pensaban…
(Sra. Stuart) -. Se puede saber que hacéis hablando? Antes he dicho que no quería oír ni una
mosca.
Soraya se destapo al escuchar la voz de la
Sra. Stuart, no la habían escuchado entrar en la habitación, Soraya se la veía
preocupada y asustada al verla delante de la cama de pie, Marisa en cambio se
hacia la dormida permaneciendo de espaldas a la Ama de Llaves, aunque de poco
le valió pues fue a la primera que la Sra. Stuart agarro. Marisa se frotaba los ojos como si se acabase
de despertarse en ese momento, aunque no logro engañar a la Ama de Llaves. Que tiro de ella sacándola de la cama, aun
siguiendo su juego de hacerse la perezosa, aunque dejo de hacerlo cuando se vio
sobre las rodillas boca abajo.
(Sra. Stuart) -. No te hagas la remolona sinvergüenza, os
estado escuchando hablar a las dos, así que ahora no me vengas con monsergas, ese
cuento de que estabas dormida a mí no me
engañas! Pero tranquila que yo te voy a despertar enseguida.
La Sra. Stuart sostenía a Marisa sobre las
rodillas, mientras hablaba se había inclinado hacia la derecha, lo justo y
necesario para agarrar la zapatilla abierta de estar por casa de fieltro de
color gris, al levantarla se apreciaba su suela de goma blanca. Marisa echada
sobre las rodillas no vio lo que se le venía encima, se encontraba por segunda
vez en dos días sobre el regazo de aquella mujer, la cual se había sentado
sobre la cama manteniéndola tumbada hacia la izquierda, Marisa no pudo ver cómo
se quitaba la zapatilla, pero enseguida se percató por lo que le ardía culo con
los primeros azotes, que lo que estaba utilizando la Sra. Stuart no era su
mano. Después de una treintena de azotes
en culo, la Ama de Llaves introduciendo los dedos de la mano izquierda, bajo el
elástico de la cinturilla de las braguitas, se las bajaba descubriéndole el
colorado trasero, para acabar de bajarle las braguitas de algodón blancas con
dibujos de simpáticos ositos, utilizo la mano derecha con la cual mantenía
sujeta la zapatilla, se las bajo solamente lo justo para descubrirle el trasero
colorado, dejándoselas enrolladas por las perneras a medio muslo. Marisa
aguanto bien los primeros azotes, cuando la azotaina era sobre las braguitas,
pero al bajárselas entre la vergüenza y el dolor que sentía nuevamente, su
ímpetu por aferrarse aguantando la azotaina desapareció, apareciendo las
primeras lágrimas en sus ojos. Todo su
coraje desapareció al dolerle el trasero, era la tercera azotaina que recibía
en veinticuatro horas, una de papá, y poco después ella la Sra. Stuart, a pesar
del dolor en el culo por los azotes de la zapatilla, la cual no era su primera
vez que la sacudían el culo con ella. Su
tía la utilizaba muy a menudo con sus primas, incluso ella a pesar de las
protestas de su marido, cuando él no estaba presente la sacudía a ella como a
sus primas, sobre todo le venía a la mente
la azotaina del día que fue a buscarlas a la comisaria.
Marisa lloraba echada de bruces sobre la
cama, no sabía cómo había llegado o en qué momento la Ama de Llaves había
parado de propinarle la azotaina, viéndose en esos momentos sobre la cama.
Mientras hundía su rostro sobre las sabanas ahogando sus sollozos, podía
escuchar un sonido muy característico para ella, hacia tan solo unos instantes
sonaban sobre sus propias nalgas, podía sentir que aún tenía las braguitas
bajadas. Levantando la mirada vio que
apenas unos centímetros tenía el rostro de Soraya inundado en lágrimas. La Sra. Stuart se había cambiado del costado
derecho de la cama, donde había sacudido el culo a Marisa con la zapatilla, al
otro costado que dormía Soraya, la mantenía echada sobre su costado a Soraya,
la cual tenía su cuerpo echado sobre la cama, Marisa no podía verle el trasero
a su amiga, la veía pero debía mantenerla echada sobre su pierna izquierda, por
ello la mitad de su cuerpo estaba sobre la cama. Poco después vio como la Sra. Stuart dejaba
a Soraya echada sobre la cama boca abajo, ahora si podía verle las nalgas
desnudas muy coloradas, a Soraya
también le había bajado las bragas.
(Sra. Stuart) -. En unos minutos volveré para arreglaros,
vuestros papás quieren veros a las dos en el despacho, a una de vosotras le van
dar un buen “Jarabe de Palo”, por cochina!
Está muy feo que una niña de vuestra edad se toque donde no debe!
…
Silvia continuaba
castigada de cara a la pared, a esas alturas con el tiempo que llevaba en pie,
estaba tan agotada como dolorida. Las
nalgas inflamadas le molestaban, deseaba poder masajearse las nalgas con las
manos, pero tenía detrás de ella al Sr. John y el Sr. Matthew al igual que a la
Sra. Abba que la observaban, la cual ya se había acercado a ella en dos
ocasiones, por haberla pillado infraganti sobándose, con lo que se llevó Silvia
unos azotes extras de la mano de ella, lo que había motivado que el culo le
picara aún más.
(Sra. Abba) -. Bueno señores! Creo que ha llegado la hora de dejar a esta
joven que descanse, o se nos caerá al suelo rendida, si la castigamos en ese
estado, no va a sentir los azotes. Voy a pedirle a Rose Mery que prepare una
habitación para Silvia, será mejor que se quede en casa unos días, estaréis de
acuerdo conmigo, que su falta requiere disciplina de mantenimiento. Creo que el
resto de la semana bastara! Que os
parece? Esta noche antes de acostarse
recibirá la primera lección!
(Sr. Matthew) -. Puedes decirle a Rose Mery que me prepare una
a mí también, siendo su spanker es lógico que me encargue de darle las
lecciones venideras de estos días, no te parece Abba.
(Sra. Abba) -. Me parecería muy
bien si no tuvieras una casa cerca, pero resulta que tienes casa propia en
nuestro rellano, justamente en la puerta de al lado! Solamente hace dos días vivía tu cuñada en
ella, y las obras aún no las han comenzado para habilitar tu internado de
señoritas…
(Sr. John) -. Abba debes ser amable con nuestro invitado, a
fin de cuentas es de la familia, dile a Rose Mery que le prepare la alcoba que
está en el tercer piso, al lado de la nuestra.
(Sra. Abba) -. Lo que no me hace gracia es tener a dos
spankers en casa, con la mano demasiado
larga! Ah! Mira por donde ya
están aquí las niñas!
(Sr. John) -. Buenas tardes Rose Mery! Prepara una habitación junto a la tuya para
Silvia, y en el tercer piso la habitación de invitados, para nuestro buen amigo
Matthew, de paso llévate a Silvia para que descanse, pero que conste! Está castigada! Métela en la cama hasta la
hora de la cena. Y vosotras dos entrad,
que tenemos que hablar con vosotras! Aún no hemos tenido tiempo para explicarle
las normas de la casa a Marisa, hoy es su primer día y no le hemos dedicado el
tiempo requerido. Matthew si haces el
favor de dejarnos a solas!
(Sr. Matthew) -. No me molesta! Puedo permanecer en silencio
aquí sentado, no os voy a molestar.
(Sra. Abba) -. Matthew, perdona pero debes dejarnos a solas
con ellas, para las dos muchachas es demasiado pronto, aún no hemos hablado con
ellas de ciertos temas, y como bien sabes de que va esto, es mejor para ellas
que no haya un desconocido delante, ellas no te conocen todavía!
(Sr. Matthew) -. Vuestra hija menor si me conoce! Ha estado en mi casa y ha estado presente en
el castigo a Silvia, si vais a castigarlas, sobre todo a la que se ha
masturbado, es lógico que yo esté presente!
(Sr. John) -. Ósea que has
castigado a Silvia estando presente
nuestra spankee primeriza? Yo te he
dicho claramente que no lo hicieras en su presencia…! Chicas podéis iros al salón unos minutos?
Gracias!
Soraya y Marisa abandonaron el despacho, al
hacerlo sus cortos vestidos dejaron entrever sus bragas, dado que el vuelo de
las faldas de sus vestidos amarillos eran muy volátiles, sobre todo el de la
pequeña Marisa, que mostraba la parte baja de las braguitas sin necesidad de
vuelo alguno. Tanto Abba como John,
vieron como la mirada de Matthew no les quitaba ojo hasta que salieron por la
puerta.
(Sr. John) -. Es que no vas a cambiar nunca? Siempre haces lo que te da la real gana,
nunca haces caso a nadie. Y eso que te
lo he dicho varias veces, que de ninguna manera estuviera Marisa en el castigo
de Silvia! Es que siempre tienes que
jactarte de ser un ser superior! Con tus spankee´s compórtate como quieras,
pero en esta casa compórtate como un hombre serio!!! En la empresa eres el
presidente de la compañía, simplemente por el hecho que yo te lo permito,
porque eres mi mejor amigo y te considero como
un hermano, pero más te vale que dejes de comportarte como un energúmeno!! Porque como me hagas enfadar, te saco de ese
puesto ejecutivo! Del grupo de empresas
que tenemos, yo poseo el 55% de las
acciones, frente a un apenas 35% que tu posees!
Puede que mi padre en su cabezonería,
me hiciera trabajar para tu padre, pero lo hizo para que yo aprendiera a
llevar la empresa. Hasta las chicas se
han asustado, con el rostro que has puesto al verles las bragas, parecías un
loco homicida, por la mirada que les has echado, debes comportarte por muy
fetichista que seas, yo también lo soy y no las miro de esa manera. Te las estabas comiendo con los ojos!!! Hasta a mí me has dado vergüenza al mirarte!
(Sr. Matthew) -. Vale, vale! Mensaje captado. No es necesario amenazar! Ya me
voy al salón… bastaba con decirlo.
(Sr. John) -. Dile a las chica que ya pueden volver! Y procura que no te caiga la baba al verles
las bragas, compórtate!
Al quedarse a solas en el despacho, las
miradas entre el matrimonio se lanzaban rayos entre sí, sobre todo la mirada de
John a Abba su esposa, la fulminaba con su mirada claramente muy disgustado,
por haberle hecho intervenir defendiéndola por las palabras de ella hacia
Matthew.
(Sr. John) -. Ya te puedes ir preparándote, esta noche vas
a dormir con el culo en llama viva, mira como me has hecho hablarle a Matthew
por defenderte! Aunque tuvieras la razón de tu parte! Porque estaban las chicas presentes, si no,
hubiera permitido que Matthew te diera una buena zurra! Sí, yo también me he dado cuenta que él iba a por ti, pero le parado los pies por las
chicas!
A los pocos minutos
volvían las chicas, llamando a la puerta antes de entrar al despacho, aunque la
puerta estaba abierta completamente.
(Sr. John) -. Por fin estamos a solas los cuatro, venid y
sentaros con nosotros en los sillones, tenemos muchas cosas que aclararos,
sobre todo a ti Marisa que es tu primer día.
Las dos acudieron a su
llamada viendo como su papá y mamá se sentaban en los sillones, Soraya más
animada que Marisa, se sentó en las piernas de papá… Marisa al verla como se
sentaba, ella la imito sentándose en las rodillas de mamá. Tanto el Sr. John y
la Sra. Abba sintieron en sus piernas el calor que desprendían sus traseros…
(Sr. John) -. Parece que no
habéis sido buenas, le habéis dado trabajo a Rose Mery, eh? Que le habéis hecho para que tengáis el culo
tan caliente?
(Soraya) -. Nada…
(Sra. Abba) -. Acaso deseáis
ganaros unos azotes más? Mentir a papá y mamá está muy feo.
(Marisa) -. Solo…estábamos hablando… mamá, hacía mucho
que no hablábamos y…
(Sr. John) -. Como bien os hemos explicado anteriormente,
en esta casa no hay castigos retroactivos, ya habéis sido corregidas por Rose
Mery, por lo tanto falta saldada! Aunque eso no os priva de recibir por otros
motivos, como en tu caso Marisa! Tu mamá
va a castigarte porque ayer hiciste algo que está muy feo. Ya sé lo que pensáis las dos, referente a
ese sentido. Pero debéis de saber las
dos, que el spanking es más que un simple juego de rol, sobre todo en esta casa
las normas son muy estrictas. Para
poneros en antecedentes. En esta casa se
vive el spanking bajo una estricta disciplina, para explicaros mucho mejor este
tema, debéis pensar que no vivís en el año 2023 a las puertas del siglo
XXI. Si no, que estamos en el año 1960,
hoy día una joven tiene muchas libertades. Pero en aquellos años eran tiempos
difíciles, era otro tipo de vida que nada tiene que ver al de hoy en día. Como las
cosas que sucedían en aquellos tiempos a nuestro alrededor. Tu por ejemplo Marisa tienes dieciocho años
y dentro de pocos días vas a cumplir los diecinueve, al igual que tu Soraya,
que con tus veintidós años, también en
dos meses cumplirás los veintitrés años, o sea que ninguna de vosotras dos, ya
no sois ningunas niñas, si no, que sois dos mujeres hechas y derechas. Por
razones que desconocéis, pero que en vuestro fuero más interno, deseáis vivir
bajo estricta disciplina, los motivos que tenéis cada una de vosotras, eso es
cosa vuestra o simplemente como una fantasía, habéis optado por entrar a este
mundo de juegos del BDSM, jugando a “juegos de rol” en la variante del BDSM; el
Spanking, estos juegos como bien sabéis, pueden ser bien: juegos esporádicos o
bien, tal y como es vuestra decisión jugar 24/7, estas siglas corresponden a
veinticuatro horas al día, los siete días de la semana. Pero habéis elegido las dos vuestro Rol
siendo nuestras spankee´s, la de ser tratadas en ambos casos, como una niña de
doce años en tu “Rol” Soraya, o en el tuyo Marisa has elegido el “Rol” de una
niña de ocho años. Que significa esto para
vosotras…? Que seréis tratadas en todo momento como unas niñas, mientras
permanezcáis dentro de esta casa, pero los castigos serán acordes a vuestra
edad real respectivamente, de veintidós años y digamos ya, en tu caso
diecinueve por faltar solo unos días, o sea de dos mujeres adultas.
(Sra. Abba) -. Perdona que te interrumpa, pero yo también
deseo hablarles exponiendo un ejemplo, el cual ha sucedido hace tan solo unas
horas. Una niña de ocho años sorprendida
masturbándose, en el año 1960 era algo impensable que pudiera suceder, y de
suceder el castigo era muy estricto por parte de las madres, dado que en estas
cosas lo padres no entraban, eso era cuestión de la madre el educar a sus
hijas, y el corregirles cuando era menester hacerlo, sobre todo ante esa
gravísima falta. Algo que hoy día
solamente significaría anticipación de la adolescencia, siendo algo incluso
visto con total normalidad, dado en el año el cual vivimos, pero dentro del
mundo del spanking, es claramente un juego consensuado entre adultos, en el
cual se pacta previamente como desarrollarse el juego, en nuestro caso el juego
de desarrolla partiendo de la disciplina real, ese es nuestro acuerdo que
tenemos con vosotras dos, como también con Carmen o Dae Shung, y el cual
vosotras habéis aceptado jugar, a sabiendas que en la disciplina real no existe
palabra de seguridad, como podría darse en otros tipos de “juegos de rol”. Hay multitud de situaciones, que hoy en día
en la vida real, no se tendrían en cuenta en ningún sentido. Pero en el año 1960, todo era muy distinto,
no tenía nada que ver con la vida como la conocemos. El llegar tarde es motivo de castigo, el no
hacer los deberes, es motivo de castigo, el vestirse por sí misma, es motivo de
castigo, el cambiarse de braguitas sin permiso, el hacerse pis en la cama, es
una ordinariez, pero hay spankee´s que desean vivir esa experiencia, y las
consecuencias que conllevan sentir que se siente al llevar pañales si se da el
caso. En otras palabras, en esa época
todo lo que estaba mal visto, significaba una azotaina o el tomar medidas
drásticas como solución a los problemas. Es lo que tenéis que tener en cuenta,
que dentro de estas cuatro paredes es el año 1960, y por ello la ropa que
utilizáis es la que una niña llevaba en esa época, al igual que las bragas que
se utilizaban en esos años. Para que una
mujer se pudiera poner un tanga, tenía que tener al menos veintidós o
veinticinco años. Incluso con esas
edades dependían de los padres, una chica de veintidós años podía recibir una
buena zurra, solo por ponerse un simple tanga.
Eso quedándose entre madre e
hija, si el padre llegaba a enterarse, se le caía el pelo pero a base de bien…
El simple rumor que pudiera llegar a oídos de vecinos, o simplemente corriera
por las calles, eso para los padres era algo gravísimo, el que se sintieran
avergonzados, o el escuchar rumores de vecinos o extraños, una chica incluso
con veinticinco años podría tener graves consecuencias para ella. Con todo esto podéis haceros una idea, de lo
que significa vivir en esta casa. En el
caso de nuestra doncella Carmen, ella es nuestra spankee con su edad real de
veintidós años, pero aun así, la disciplina con ella es como si estuviéramos en
los años 1960. Con Dae Shung sucede exactamente lo mismo, ella tiene
actualmente dieciocho años, y su rol es con su edad real también. Para ellas por poner un ejemplo, si hacen
una cama mal hecha o dejando arrugas, ya se hacen a la idea que les espera una
azotaina por esa falta cometida, el que la azotaina sea más severa o no,
dependerá si ha sucedido más veces en los últimos días el mismo hecho. Queda todo bien aclarado? Y las dos estáis
de acuerdo? Sobre la mesa Marisa hay un
cepillo, ves a buscarlo y entrégamelo… no voy a ser muy severa contigo, porque
no te hemos pillado masturbándote en esta casa, y porque aun cuando cometiste
dicha falta, aun no eras oficiosamente nuestra spankee e hija, pero… Yo me he
enterado hoy! Cuando estabas tú ya en
esta casa, por lo tanto es como si hubieras cometido la falta hoy. Si tu papá me hubiera informado ayer, hoy no
pasaría absolutamente nada. Porque yo ya habría sido informada de ello, pero ha
sucedido de la peor manera, me lo ha contado un forastero, por lo que la falta
se agrava considerablemente al sentirme ofendida gravemente.
Marisa se bajó de las piernas de mamá,
había permanecido abrazada a mamá hasta ese momento, al contrario que su
hermana Soraya, que solamente estaba sentada sobre el muslo de la pierna derecha de papá, mientras este la sujetaba
pasándole el brazo rodeándola por la cintura, en la cual continuaba
escuchando como su hermana era regañada
por su mamá. Marisa que estaba más
introducida en su rol, se había acurrucado abrazando a su mamá, posando la
cabeza en su pecho mientras les escuchaba a ambos hablar. Se
bajó de las piernas con la ayuda de mamá, dándole una cariñosa palmada sobre
las braguitas. Desde el primer momento,
Marisa quizás por haberse criado sin una mamá, se había introducido más en su
rol.
Titubeante fue hacia la mesa con pasos
pausados, cogió el cepillo con su mano derecha pudiendo sentir en ella lo
pesado que era. Al volver sobres sus pasos tenía en ella puestos los ojos de
mamá, papá y su hermana Soraya, con el rostro claramente de preocupación por ella. A medida que se iba acercando a su mamá, su
cuerpo comenzaba a flaquear ante el miedo a ser castigada, a pesar que su mano derecha con la cual
sujetaba el cepillo, temblaba de miedo a ser castigada por su mamá, o quizás
por los nervios que sentía al ser su primer castigo real.
Por fortuna para ella, la Sra. Abba no
tenía en mente prolongar su miedo, en otra circunstancia la habría vuelto a
regañar de nuevo, pero iba a ser su primera azotaina a manos de mamá, siendo
por un motivo el cual en realidad no era
tal, pues de no haberle ido con el cuento el Sr. Matthew, el cual en lo único
que tenía en mente era estar presente en el castigo, algo que la Sra. Abba
conocía el grado de su ironía, por ello se había mostrado con él desagradable,
logrando su objetivo que no estuviera presente en el castigo. Aunque ello podría tener funestas consecuencias
para ella misma, porque a John no le había gustado que empleara ese tono con
Matthew.
Cogiendo el cepillo de la mano de Marisa,
la agarro por la cintura levantándola del suelo, acto seguido la coloco sobre
sus rodillas boca abajo, bajándole las braguitas hasta las rodillas, comenzando
a darle azotes sobre el culo de Marisa, estos eran fuertes pero pausados,
aunque el motivo no fuera tal, no tenía en mente no darle su merecido a la
pequeña. A los diez azotes en el culo desnudo, Marisa ya estaba llorando entre
sollozos y sus “Ayees” del dolor en el culo, pues mamá aunque supiera que no
debería ser castigada, no podía mostrarse indulgente en su primera azotaina,
debía dejarle claro que el masturbarse estaba muy mal, y que no debía hacerlo
bajo ninguna circunstancia, por ello los azotes eran propinados con relativa
firmeza, mientras para Marisa solamente sentía como le abrasaban los azotes,
sintiendo lo mucho que le estaban doliendo, no pudiendo pensar en nada, solo
que acabara pronto la zurra que estaba recibiendo. Tenía el trasero
coloradísimo, ya que la pequeña Marisa acababa de recibir en la habitación otra
azotaina a manos de la Sra. Stuart, el cepillo dejaba claras aureolas en las
nalgas, las cuales eran ya a esas alturas de la azotaina con un tono
violáceo. Llorando desconsolada por el
intenso fuego en su trasero, la Sra. Abba viendo que llevaba rato llorando, decidió
que había sido suficiente castigo, subiéndole las braguitas ajustándoselas a la
cintura, la levanto de su regazo sentándola de nuevo en sus piernas, Marisa
agradeció a mamá que la azotaina hubiera cesado, pero ladeo su cuerpo hacia un
lado para no posar sus calientes nalgas sobre las piernas de mamá.
(Sra. Abba) -. Esto te enseñara! Esto es, lo que les pasa a las niñas por cochinas! Hay cosas que una niña de tu edad no debe
hacer, ahora vete aquel rincón castigada de cara a la pared…
La Sra. Abba la volvió a
depositar sobre el suelo, Marisa andando lentamente sollozando, se acariciaba
el culo con su mano izquierda sobre las bragas, mirando hacia atrás de reojo
sintiéndose mal por haberse portado mal, no lo comprendía el porqué, pero el
hecho de haber sido castigada por su falta, ya no se sentía tan mal como unas
horas antes, se sentía así misma como apaciguada interiormente tras el castigo
de su mamá…
En esos momentos la Sra. Stuart entraba al
salón, viendo a la pequeña Marisa castigada de cara a la pared… Acercándose a
ella, la cogió de los brazos haciéndoselos poner sobre la cabeza, Marisa sintió
como le levantaba la falda del corto vestido, sujetándosela en la pretina del
vestido a la altura de su cintura, luego le bajo las braguitas a las rodillas…
(Sra. Stuart) -. Así es como
deben permanecer las niñas que se portan mal, de cara a la pared con las manos
sobre la cabeza, así no podrás tocarte el culo, con la falda levantada y las
bragas bajadas, para que todos podamos ver cómo te han puesto el culo, por
desvergonzada!!!
(Continuará…)