CAPITULO 8
Sonia tumbada boca abajo sobre la cama hablaba con
el manos libres con Elisabeth, mientras hablaba se masajeaba las caderas con
ambas manos, ya que acariciarse las nalgas habría sido arto doloroso para ella,
con las piernas abiertas levemente, porque sus bragas bajadas a poco más de
medio muslo, no le permitía abrirlas más, su sexo depilado se mostraba
insinuado, manchando la sabana con su humedad pues la conversación, la hacía
recordar las azotainas recibidas durante esa mañana de lunes, y ahora su mente
si le estaba proporcionando recuerdos muy exuberantes, así como corrientes
eléctricas que le estremecían todo su ser.
(Sonia)-. Espera
Eli! Que me está entrando otra llamada
por el fijo, debe de ser Laura…
Sonia apoyando
sus manos sobre la cama, como si fuera hacer flexiones, levanto su cuerpo
quedando apoyado por los pies y las manos, se fue desplazando lateralmente
hacia la izquierda procurando no mover sus caderas, pues cuando lo hizo sin
darse cuenta, el dolor en su trasero era tan intenso, que la hizo caer de
bruces sobre la cama de nuevo boca abajo, se llevó por auto reflejo sus manos a
sus nalgas, pero al tocarlas el solo mínimo contacto de las palmas de sus
manos, y las yemas de sus dedos sintió una punzada terrible en ambas nalgas así
como un dolor muy intenso que la hizo contrajera con una mueca de dolor su
rostro, y retirar sus manos al instante. La experiencia fue dolorosa en
extremo, por lo que opto por arrastrarse sobre la cama hasta el borde y bajar
así sus rodillas hasta tocar el suelo, quedando su cuerpo apoyado sobre la
cama, sus nalgas expuestas en el mismo borde de la cama, y sus rodillas en el
suelo, un pensamiento le vino a la mente en ese momento, que la estremeció todo
su ser, estaba en una posición idónea para recibir una azotaina con el
cinturón. Su mente empezó a soñar despierta, el teléfono dejo de sonar, y Sonia
se llevó su mano derecha bajo su cuerpo, deslizándola con suavidad hasta llegar
a su sexo y con sus dedos moviéndolos lentamente en círculos, se dejó llevar
por la embriaguez de placer gimiendo en alto…
(Elisabeth)-. Sonia
que son esos gemidos? No estarás…! Serás cochina!!! Tiaaa que me tienes en línea, podrias
colgar por lo menos…. Mmmmmmmm siiiiiii Mmmmmm
ooooooohhhh
(Sonia)-. Y tu…
Mmmmmm Mmmmmm me llamas cochina!!!
Serás guarra!!! Mmmmmm
siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii….
Oooooohhhhh
Se dejaron ir
ambas al mismo tiempo, apenas se tocaron levemente dada la excitación acumulada
del día, fue algo fortuito y rápido…
El teléfono
volvió a sonar de nuevo, Sonia enderezo su cuerpo quedando arrodillada y de
rodillas avanzo lentamente a la mesita de noche donde estaba el teléfono
sonando, a cada palmo que avanzaba sus nalgas palpitaban y sentía como miles de
aguijones de avispas le pinchaban en ellas, pero su gran interés por saber cómo
le había ido a Laura, hizo que aguantara apretando los dientes, hasta que
alcanzo el teléfono pulsando el botón de
manos libres.
(Sonia)-. Auuuu
Ayyyyy Ayyyy… Joder… como dueleeee….
Hola Laura! Que tal te fue al
salir de la sala… pude oírte gritar…
(Laura)-. Buenas
tardes Sonia. Fue una pasada, esa foca
de la señora Lawton me estaba esperando en la puerta, nada más salir, no me dio
tiempo ni a sobarme el culo, tú!!! Que
ya me había agarrado por la oreja, y me ha llevado así por todo el campus,
hasta la residencia de chicas… y una vez en mi habitación…
(Elisabeth)-.
Eh!!! Chicas que yo también estoy
en lineaaaa…
(Laura)-. Que tal
Eli,…! Como te ha ido a ti, ya han
llegado tus padres de viaje?
(Elisabeth)-. Que
dices chica!!! Ya sabes Lau, que mis padres no llegan hasta el mes que viene de
viaje, por España.
(Laura)-. Por la
forma que me ha hablado la Morsa, esa foca gorda. Daba por hecho que estarías
ahora recibiendo una buena azotaina de tu padre o tu madre, que les había
llamado y que tenían pensado regresar esta mañana.
(Sonia)-. Eli… como
eso sea cierto, no te vas a escapar de rositas como creías…
(Elisabeth)-. Que
va chicas!!! Yo lo sabría, hable ayer con mi madre y estaban en el aeropuerto
de Barcelona, para volar a Madrid.
Sigue contándonos Lau… estabas contando que habias llegado a la
habitación con la señora Lawton…
(Laura)-. Pues eso
que hemos entrado a la habitación, siempre tirándome de la oreja, se ha sentado
en la cama y me ha cruzado sobre sus rodillas, me ha levantado la falda y
bajado mis bragas, no os podéis ni imaginar la fuerza de la morsa esa!! Jo…
vaya azotaina me ha dado, a los pocos azotes ya estaba llorando, después del
castigo en esa sala… y el estado de mis nalgas, no era para menos, chicas! Luego me ha metido en la cama después de
desnudarme ella misma, dejándome solamente en ropa interior. Me ha dicho que a la hora de acostarme
volverá, a darme mi castigo. Y tu
Sonia! Luego debes esperar a John, verdad?
(Sonia)-. Jo…Laura,
y tú dices ser mi amiga? Como me lo
recuerdas, eso! Ya se me había olvidado… No sé qué voy hacer, tengo el culo que
no me lo puedo ni tocar, después de las tres azotainas que me han dado esta
mañana…
(Laura)-. Tres…? Cuando Sonia…? que yo sepa solo te han dado
una nada más.
(Elisabeth)-. Tu no
estabas Lau, y yo tampoco. Pero después de salir de la sala el Director le ha
dado otra zurra… nuestra amiga pretendía salir de la sala ocultando las bragas
bajo la blusa, para no ponérselas. No conoce a
ese cerdo de Aston, siempre está atento a todo y no se le escapa una…
(Laura)-. Es cierto
eso Sonia? Que morro tienes! Y que tal
te ha ido, la habrás disfrutado bien, verdad?
(Sonia)-. No sé
qué decirte Laura. No me la esperaba y menos aún que me pillara, que no me
había puesto las bragas, estaba de espaldas a él, Aston estaba enfrascado en
leer el periódico, no esperaba que me estuviera observando… en esos momentos me dolía el trasero
demasiado como para ponerme a pensar que me sacudieran de nuevo, y ponerme esas
bragas me habría mortificado. Pero ha sido terrible, Laura. Y para rematar solo ha servido para que John
se haya enfadado más conmigo, me ha echado de su despacho y luego al salir la
señora Parrish me ha sorprendido en el pasillo, aliviando la presión de mis
bragas. Y no veas como se ha puesto, me ha dado la zurra más severa de mi vida
con su zapatilla. Quien podría imaginar que tuviera tanta fuerza a su edad…
(Elisabeth)-.
Chicas…! Os dejo un momento,
alguien ha abierto la puerta de la calle, debe de ser Margaret la señora de la
limpieza que viene a limpiar la casa, aunque es raro, viene los miércoles y hoy
es lunes. Ahora vuelvo…
(Sonia)-. Vale. Como te iba diciendo Laura. Luego la señora
Parrish me ha dejado incorporar con mi trasero súper hinchado y dolorido,
llorando como estaba me ha agarrado de la oreja y me ha llevado a la puerta
donde aguardaba un taxi, para traerme a casa. Ha sido los peores momentos de mi
vida, no puedes ni imaginarte la vergüenza que he tenido que pasar, yo, una
profesora de treinta y dos años, sacada de la oreja delante de todas las
alumnas y metida en el taxi con azotes incluidos al entrar, ha sido muy
humillante…
(Laura)-. Que
guayyyy…! Daría lo que fuera por que la señora Parrish me diera una azotaina
así… siempre he tenido esa fantasía, es toda una señora que impone que no veas!
Y tú vas y consigues lo que muy pocas han logrado en el campus.
(Elisabeth)-. Eyyy
chicas!!! Debo colgar son mis padres
los que acaban de llegar, no veáis que enfadados que están! Ahora si estoy metida en un buen lio… apenas
me han visto mi madre me ha regañado y mandado a mi habitación y que les espere
aquí, que ahora van a subir los dos hablar conmigo. No pueden tardar ya!
(Laura)-. Te lo
advertí que la señora Lawton lo había mencionado, pero no nos vas a privar de
escuchar lo que te espera, verdad? No
nos hagas eso… pon el teléfono sin colgar bajo la cama, nosotras no haremos
ruido te lo prometemos…
(Sonia)-. Eli… Laura
tiene razón, no nos vas a dejar que escuchemos al menos…? Estaremos calladas!
(Elisabeth)-. Me da
mal rollo que escuchen mientras me castigan, porque seguro que es lo que van
hacer. Y deben de estar furiosos si han suspendido su viaje por mí. Poco le va
a importar que tenga ya diecinueve años y ya no sea una niña, para que me estén
dando azotes… Bueno… os dejare escuchar pero guardar silencio. Si se enteran de
esto me veo castigada todo lo que queda de curso… Pondré el teléfono bajo la
cama..- Elisabeth se agacho con leves molestias en sus nalgas, y poniéndose de
rodillas a cuatro patas metió el móvil bajo la cama donde no se pudiera ver-.
Ya está chicas, estén calladas…
Elisabeth empezó
a caminar nerviosa por su habitación, en breve sus padres iban aparecer por
aquella puerta, y debía darles una explicación. No se le ocurria excusa
plausible que pudieran creer, por lo que decidio que era mejor dejar las cosas
como estaban y aceptar lo que sus padres decidieran… se sento en la cama y
espero.
Sus padres
aparecieron por la puerta…
(Padre)-. Tienes algo
que decirnos para explicar tu comportamiento? -. Su padre mientras hablaba se
desabrocho el cinturón, haciéndolo deslizar por las presillas de su pantalón,
doblándolo a la mitad, empuñando la hebilla y extremo del mismo, dando una
vuelta sobre su mano, asiéndolo fuertemente-. Estamos esperando una respuesta…
(Madre)-. Has oído a
tu padre. .- su madre se acercó y le cruzo la cara de una bofetada. Luego la
asió del brazo la hizo levantar poniéndose en pie, la madre se sentó en la cama
e hizo que su hija apoyara las manos sobre la cama y su cabeza sobre el regazo
de su madre, que al mismo instante la sujeto fuertemente por los antebrazos.-
cuando quieras, ya está preparada.
El padre se
colocó al lado derecho de su esposa, de manera que su hija Elisabeth, quedaba
inclinada con las piernas rectas, con el trasero bien expuesto. Levanto el
cinturón e iba asestarle el primer azote con el cinturón, pero su esposa lo
detuvo.
(Madre)-. Cariño,
así no. Levántale la falda y bájale las bragas.
(Padre)-. Ya no es
ninguna niña, no me parece idóneo castigarla como cuando era una niña, es una
mujer…
(Madre)-. Y piensas
que su comportamiento ha sido el de una mujer? O el comportamiento de una niña?
Soy su madre y no me parece el comportamiento de una hija que está estudiando
en la universidad, si no, más bien el comportamiento de una chiquilla que
necesita disciplina…
El padre se
acercó a su hija, agarrando el dobladillo de su falda se la levanto depositándola
sobre su espalda, luego introdujo sus dedos por el elástico de sus bragas y se
las bajo de un tirón quedando sobre sus rodillas. El primer azote no tardo en
caer sobre su ya rojo trasero, los padres ya estaban informados de la azotaina
que había recibido su hija esa mañana, por eso no hicieron comentario alguno
del porque tenía su hija, sus nalgas coloradas como tomates maduros, y al haber
pasado unas horas, que comenzara a tener zonas más oscuras, propias del
amoratamiento de la piel. Su padre levantaba el cinturón por encima de su
cabeza, para asestar otro certero azote sobre las nalgas de su hija.
Elisabeth movía sus
nalgas a círculos cada vez que el cinturón impactaba con aquel sonido
característico, flexionaba las rodillas al mismo tiempo, y se volvía a quedar
en la posición esperando al siguiente, que no tardaba en sentirlo cruzar sus
nalgas. Apenas dejaba escapar algunos gemidos claros de dolor, a cada impacto
del cinturón, recibió unos quince azotes y su padre se detuvo e iba a ponerse
el cinturón.
(Madre)-. Ya está?
Eso es todo castigo que le vas a dar a la niña, no me extraña que tu hija no
sea más aplicada, siempre has sido un blando con ella….- la madre furiosa,
tumbo a su hija sobre sus rodillas y sin saber de donde apareció un cepillo de
madera de baño, en su mano derecha.- está visto que siempre he de ser yo quien
le enseñe a esta sinvergüenza como debe comportarse.
Los azotes no
se hicieron de esperar, eran fuertes y rápidos, estaba claro que la madre no
estaba dispuesta a dejarla sin un buen castigo. Elisabeth ahora si empezó a
sentir aquellos azotes, ahora si dolían de verdad. No tardo en retorcerse sobre
el regazo de su madre, y poco mas en liberar sus piernas y patalearan en el
aire, intentaba liberarse de la posición que su madre la sostenía, e incluso se
cubrió el culo con su mano derecha, pero enseguida su madre le asesto un azote
fuerte sobre la palma de la mano, haciéndosela retirar de inmediato. Momento
que aprovecho la madre para doblársela sobre su espalda y sujetársela. No
tardaron en brotar las primeras lágrimas, y pocos minutos después ya lloraba
como una mocosa, pero los azotes continuaron cayendo impasibles, sus nalgas
estaban al rojo intenso, y así debería de ser el ardor que Elisabeth debía de
sentir en ellas. Un ardor intenso, tanto que sus piernas se agitaban alocadas
en todas direcciones, pero estas se encontraban bloqueadas por sus braguitas
que le trababa las piernas… al final su madre se detuvo, y la dejo incorporar.
Pero le agarro el lóbulo de la oreja y la llevo hasta el rincón en el cual la
obligo a arrodillarse y con los brazos en cruz con las palmas de las manos
hacia arriba. La madre fue a una estantería y triando unos libros, cogió dos
tomos de la Espasa, y le puso uno en cada mano, quedando Elisabeth cara a la
pared.