jueves, octubre 12, 2017

EL SHERIFF DE SPANK CITY SPRING´S Capitulo 8



                    EL SHERIFF DE SPANK CITY SPRING´S   Capitulo 8


      La tigresa seguía en su celda únicamente ataviada de la camisa y las bragas rojas, permaneciendo echada en el camastro sensiblemente ladeada sobre su costado derecho, debía sentir los efectos de la azotaina y la que recibiese después. El medico se había pasado por la comisaria, poniendo un vendaje en el brazo izquierdo, por fortuna no había llegado a romperse el hueso, pero iba a tener que llevar unos días el brazo en cabestrillo. Para su desgracia posiblemente no llegaría a sanar nunca, en unas horas llegaría la diligencia con el sheriff y comisarios de la capital del estado, donde seria trasladada para ser juzgada y más que posiblemente condenada a la pena capital por sus graves crímenes.
      A medio día con un sol abrasador la diligencia se perdía en la lejanía, la tigresa había dejado de estar bajo la responsabilidad del sheriff de Spank City Spring´s, pasando a ser preocupación de otros representantes de la ley. Había llegado el momento de reanudar su misión de encontrar a las indias cómplices de la fuga de las hermanas Watson. Ya se había despedido de su ayudante Laura y la joven Patricia. Había pasado por las caballerizas a por su caballo, y las mulas de carga, ya que llevaba víveres para varios días, además de regalos para los jefes indios que tenía pensado visitar. Ya montado sobre el fantástico alazán negro, salía del pueblo cuando algo llamo su atención. Era un hombre delgaducho y alto que corría hacia él, no tardo en reconocerle. Era Jimmy “el torpe” el encargado de la oficina de telégrafos, en su alocada carrera se cayó tropezando con sus propios pies, levantándose reanudando su carrera, pero volviendo a caerse al tropezar de nuevo con sus pies, razón por la que tenía el mote de Jimmy el torpe. Antes de dar alcance al sheriff rodo por el suelo varias veces más, en la mano portaba un papel, aunque el sheriff dudaba que el mensaje llegase entero, pues vio como cada vez que se veía de bruces en el suelo, el papel que portaba se le escapa de las manos, teniendo que salir corriendo para tratar de cogerlo, pues el viento en su vuelo cambiaba de dirección, a cada cambio, Jimmy el torpe rodaba de nuevo por el suelo. Varios minutos tardo en conseguir recorrer los doscientos metros que distaba la distancia donde el sheriff había hecho detener a su montura.
(Jimmy)    -. Sheriff… Sheriff… tiene un mensaje del sheriff de Spank Silver Red.
(Sheriff)   -. Léeme ese mensaje antes de que se te caiga de nuevo, si es que aún sigue intacto.
(Jimmy)    -. Claro sheriff… Es del sheriff Wilson de Spank Silver Red, dice: Tengo a dos de las hermanas Watson en mí poder, stop. He oído que las busca, stop. Las retendré hasta que venga a por ellas, stop. Sheriff Wilson, stop.   Fin del mensaje sheriff…
(Sheriff)   -. No dice cuáles de las hermanas son?
(Jimmy)   -. Solo dice dos de las hermanas, sheriff… he de enviar una respuesta?
(Sheriff)   -. Si, Jimmy. Envía… Sheriff del Spank City Spring´s, stop. Parto inmediatamente, stop. En cinco días llegare, stop. Jimmy carga a mi cuenta el coste del mensaje como de costumbre.
    El sheriff tras despedirse del telegrafista partió hacia Spank Silver Red, resultaba agotador tener que cabalgar bajo un sol abrasador, el ir acompañado por las mulas de carga, hacía que el viaje fuera demasiado lento. Llevaba tres días de viaje sin encontrar ni un miserable charco de agua donde poder refrescarse, a no más de una jornada a caballo, veía que había unas montañas con bosques, a la noche acamparía a los pies de aquellas montañas con un poco de suerte. Llevaba hacia unas horas que a lo lejos volaban unas aves en círculos, seguramente serian buitres en espera que algún animal moribundo pasara a ser su comida.
    Tres horas más tarde llegaba al lugar donde sobrevolaban en círculos las aves carroñeras, un grupo de buitres intentaban acercarse a su víctima. El sheriff tuvo que sacar su revólver y hacer varios disparos para ahuyentar a las aves, viendo que era un chico de unos veintidós años aproximadamente el que estaba atado en cruz, sus extremidades estaban atadas a unas estacas clavadas en la tierra árida del desierto. El sheriff se apresuró acercándose con rapidez, corto las ligaduras y fue hacia una de las mulas para coger una de las cantimploras de agua para darle de beber al chico, tenía ampollas en el rostro debido a las horas que debía de llevar expuesto al sol, pero al escanciar agua en el rostro, solo era suciedad lo que tenía en la cara, un bonito rostro para ser un chico.
(Sheriff)   -. Chico has tenido suerte que pasara cerca y viera esos buitres desde lejos! Ahora serias pasto de buitre si no llego a tiempo… Cómo te llamas, chico?
(Chico)    -. A… Albert, señor. Albert Denison, me sorprendieron un grupo de chicas indias y me dejaron así, después de robarme mi caballo.
(Sheriff)   -. Montaras en una de mis mulas, al anochecer llegaremos al rio y podrás bañarte.
(Albert)    -. No pienso bañarme! Yo estoy bien así…
(Sheriff)    -. No dudo que estés bien, pero te bañaras, ya lo creo que te bañaras, hueles que apestas! Hasta una Hiena huiría de tu lado.
    Ya se estaba ocultando el sol, cuando llegaron a la vegetación. El rio estaba solo a unas millas, llegaron antes de que anocheciera. El sheriff ato con una cuerda larga a las mulas y las descargo para que pudieran abrevar y pastar libremente. Entonces se dirigió hacia el chico…
(Sheriff)    -. Ahí está el rio muchacho! Mientras te das un baño, voy a recoger algo de leña para hacer fuego.
(Albert)    -. Aun no sé cómo debo llamarle, señor!
(Sheriff)    -. William… Sheriff William de Spank City Spring´s.
(Albert)    -. No sabía que fuera un sheriff, no veo que lleve la estrella…
(Sheriff)    -. Estoy fuera de mi jurisdicción, de nada me sirve llevarla a la vista es estas tierras, aquí no tengo ninguna autoridad. Ya te estás dando ese baño! La cena nos sabrá mucho mejor si te sacas ese mal olor del cuerpo… Luego en esas alforjas encontraras ropa limpia, te ira un poco grande, pero al menos olerás a limpio…
    El sheriff desapareció tras unos matorrales, cuando escucho el relinchar de su caballo, algo que le hizo volver corriendo para ver que sucedía, el chico yacía en el suelo sentado, al parecer había sido derribado por el caballo del sheriff, el chico se levantó con dificultad sobándose sus posaderas, había caído de culo al caer del caballo.
(Sheriff)    -. Así es como me agradeces que te haya salvado la vida, robándome el caballo… Ahora te voy a enseñar yo lo que hago con los ladronzuelos.- El sheriff se acercaba hacia el muchacho desabrochándose el cinturón, doblándolo y uniendo sus extremos en su mano derecha, el muchacho al ver las intenciones del sheriff, trato de huir, pero aún se encontraba algo débil y tropezó con unos pequeños arbustos cayendo de bruces al suelo, no tardo en sentir el cinturón del sheriff en el trasero, repetidas veces cayo el cinturón sobre sus posaderas, a lo que el muchacho gemía de dolor, pero más iba a sentir… El sheriff agarro la cinturilla del pantalón y levantando del suelo al muchacho lo llevo en volandas, llevándolo a donde había dejado su silla de montar en un tronco de árbol caído, depositando al muchacho sobre la silla, quedando ligeramente inclinado sobre la silla, sus pantalones fueron bajados en el acto, y el cinturón no tardo en sentirlo en sus nalgas blancas desnudas, pronto cambiaron de color blanco, a un color rojo intenso, el muchacho se debatía forcejeando con sus brazos y piernas por intentar escapar a la azotaina que estaba recibiendo, pero sus pocas fuerzas al estar expuesto al sol, lo habían debilitado más de lo deseado, y el impacto del cinturón en sus doloridas nalgas, habían acabado con sus pocas fuerzas, no pudiendo escapar al castigo. -. Asi aprenderás!!! Ahora a bañarte, te voy a desnudar yo mismo! Y… No se te ocurra resistirte o probaras de nuevo el cinturón en el culo…
(Albert)    -. Noooo!!! Noooo!!! No se le ocurra acercárseme,…!
      El muchacho empezó a gatear desesperadamente, alejándose del sheriff, pero este aun cerca de él, pudo agarrarle por las perneras del pantalón, quedando en sus manos. El muchacho quedo únicamente con la camisa raída, sucia, y la ropa interior en sus tobillos. Una prenda que desconcertó al agente de la ley…
(Sheriff)    -. Desde cuando un chico usa bragas… o…
      El muchacho al verse descubierto, se puso en pie subiéndose la prenda. Saltaba a la vista que no era un chico, si no, una muchacha.
(Sheriff)   -. Ya me parecía que ese rostro tan bello no podía ser de un chico, se ve a la legua que nunca te has afeitado, pero al llevar el cabello rubio tan corto me había desconcertado. Quítate la camisa, rápido! .- La muchacha gimoteando obedeció sacándose la camisa, a la altura de los pechos llevaba unas vendas con las cuales había ocultado los mismos. Vestida con ropa de chico, era fácilmente irreconocible como una chica. -. Ven aquí para que te quite esa cosa, ahora ya no es necesario que te ocultes, estas a salvo! Aunque cuando te hayas bañado te voy a enseñar a engañar a la ley… Por cierto. Cuál es tu nombre niña?
(Albert)    -. Alberta… Alberta Wilson. Y ya me quitare las vendas en el agua, si no le importa, sheriff.
(Sheriff)    -. Bien, te aconsejo que no cometas ninguna tontería más… Puedes bañarte!
     La noche paso sin más incidencias, Alberta durmió toda la noche plácidamente, aunque lo hiciera levemente ladeada hacia un costado para no apoyar sus nalgas sobre el duro suelo. Pero alejada del sheriff, no deseaba despertar y tenerlo cerca. El pesado cinturón había dejado sus nalgas muy adoloridas, no deseaba volver a ver como se lo sacaba de las presillas de su pantalón.
    Estaba amaneciendo cuando el sheriff despertó a joven, saco la cabeza del interior de la manta con la que se tapara para dormir, el agente ya había cargado las mulas disponiéndolo todo para reanudar la marcha, había hecho fuego, ya que llegaba a su nariz el olor de café recién hecho.
(Sheriff)    -. Arriba muchacha! Es hora de levantarse, en una de las alforjas he hallado algo de ropa de mi ayudante, te ira grande, pero podrás al menos hacer el resto del viaje vestida.
(Alberta)    -. Resto del viaje? Que viaje? No pienso ir con usted a ninguna parte.
(Sheriff)     -. El haberte rescatado me ha hecho perder una jornada de mi viaje, si no deseas que te baje esas bragas y te ponga el trasero ardiendo, más te vale callar y obedecer.
(Alberta)    -. Eso es algo que estaré en deuda con usted, sheriff. Pero no tengo intención alguna de ir con usted. Usted siga su camino y yo seguiré el mío…
(Sheriff)       -. Mira mocosa!!! Vístete y calla, entendido? Estamos a dos jornadas del poblado más cercano en varias millas a la redonda, no vivirías si te dejara aquí! Algo que no me podría perdonar jamás. Por lo tanto, te guste o no, vendrás conmigo a Spank Silver Red. .- el sheriff se dio cuenta del cambio en el rostro de la joven al nombrar el nombre del poblado que se dirigía.-. Ya veo que no te hace ninguna ilusión volver a tu pueblo, ayer me percate al bajarte los pantalones que tenías el trasero amoratado de tan solo unos días, mi cinturón es doloroso en extremo y muy útil para disciplinar a jovencitas, pero aun no suele dejar moratones con tanta rapidez, y menos por unos simples azotes como te arree ayer. Seguramente quien te pusiera el culo en ese estado, estará encantado de que te entregue al sheriff de Spank Silver Red. Y no hay más que hablar!!!
    La muchacha una vez aseado, se vistió con aquellas ropas, le sobraba camisa y pantalones por todos lados, pero el sheriff le dio un cordel para atarse el pantalón, como cinturón. Tomaron el café tranquilamente, una vez acabado el sheriff apago el fuego y envió a la muchacha a lavar las tazas de café. Cuando volvió ya estaba todo listo para emprender la marcha.
(Sheriff)     -. Vamos muchacha sube a la grupa de mi caballo, como pesas muy poco apenas resentirá el viaje. .- la muchacha se negó a subir a la grupa. -. Ya me has hartado niña!!!
     El sheriff doblo su cuerpo de su cintura con envidiable elasticidad hacia abajo desde el caballo, sujetándose apretando sus piernas a los flancos del animal y sus pies en los estribos, agarrando los brazos por sorpresa a la joven e  izándola al caballo colocándola atravesada sobre sus muslos , acto seguido tiro de la cintura de los holgados pantalones de la joven bajándoselos, y comenzó a darle una azotaina con la mano sobre su trasero, conservaba las bragas puestas supuestamente de color blanco, ya que se hallaban muy manchadas de polvo del desierto paraje donde había permanecido amarrada, pero estas poco o nada mitigaban el dolor de la azotaina que estaba dándole el sheriff, la cual se prolongó varios minutos haciendo que la joven se retorciera de dolor en sus posaderas, pero dada la experiencia del sheriff en aplicar disciplina tal y como la solía llamar. La muchacha no tardo en sentir los dolorosos efectos de la tunda, rompiendo a llorar. El sheriff pico espuelas sobre el caballo para que este iniciara la marcha, a pesar de aplicarse en darle una azotaina a la joven, no deseaba demorarse por más tiempo,  las mulas les seguían detrás como si estas supieran que debían de hacer. Mientras el sheriff continuaba con la ardua tarea de hacer comprender a la muchacha que no era nada bueno hacer enfadar al representante de la ley, cuando este considero que la joven había aprendido la lección, dejo de azotarla en sus nalgas, estas se podían apreciar claramente que estaban muy coloradas, le volvió a subir los holgados pantalones con gran facilidad, durante un tiempo la llevo sobre el cuello del animal y sus muslos, pero acabo por levantarla asiéndola por la cintura como si fuera una alforja, sentándola a horcajadas sobre el animal.
    Al medio día llegaron a una colina, desde la cual se apreciaban unos edificios a varias millas de distancia. Aquel parecía un buen lugar para hacer un alto en el camino, dejar descansar y pastar a los animales aprovechando para comer algo, llevaba en las alforjas tocino seco y unos bollos de pan. Convenía no hacer fuego, el sheriff no había querido asustar a la joven más de lo que ya estaba, pero en colinas vecinas había visto señales de humo, lo que significaba que no estaban solos en aquellas latitudes, el agente había ido con sumo cuidado dando un rodeo para no ser descubierto, pero un caballo y dos yeguas era algo muy fácil de localizar en la lejanía, no las tenía todas consigo mismo en la seguridad de si habían sido descubiertos por los pieles rojas o no. Por eso había decidido no hacer fuego que pudiera delatarles.
    El sol comenzaba a ocultarse en el firmamento, cuando por fin entraban al pueblo, fueron avanzando por la calle principal hasta llegar a la altura de una vivienda donde en la puerta ponía “oficina” y encima en la canal del agua del tejado un letrero indicaba “CARCEL”. El sheriff ayudo a la joven a apearse del caballo, luego descendió el. La muchacha se sobaba el trasero a dos manos sobre el holgado pantalón. Sintiendo la fuerte mano del sheriff que la empujaba en la espalda, obligándola a caminar hacia la oficina del sheriff. Al estar delante de la misma, se podían escuchar unos ruidos muy característicos a oídos del agente, dejaban claramente sin ningún tipo de dudas que en el interior alguien estaba recibiendo una buena zurra. El sheriff llamo a la puerta repetidamente, abriéndole la puerta una joven que no contaría mucho más de unos veinte años. Desde el interior una voz grave interpelo a la joven…
…(Voz)     -. Susan! Quién diablos es?
(Susan)    -. Un forastero y trae a…
(Voz)        -. Dile que vuelva luego, pero que te dé su nombre, no me gustan los forasteros deambulen por el pueblo, házselo saber que no es bien recibido…
(Susan)       -. Ya ha oído forastero, no es bien recibido en Spank Silver Red. Por cierto quien es usted, forastero?
(Sheriff)     -. Soy William, .- Metiendo los dedos en el bolsillo interior de su chaleco, extrajo la estrella de sheriff y se la puso a la altura del pecho izquierdo. -. El sheriff William, de Spank City Spring´s, el sheriff de este pueblo tiene detenidas a dos fugitivas para entregarme.
(Susan)     -. Señora es el…
(Voz)        -. Ya lo he oído!!! Hazle pasar y que espero en mi oficina enseguida estoy por él, y tu pequeña sinvergüenza, vuelve a colocarte en donde estabas!!!
(Susan)      -. Pueden pasar sheriff!
     La chica cerró la puerta y pasando por delante del sheriff, este se quedó perplejo al ver que la joven llevaba la falda del vestido arremangado por detrás, dejando el trasero claramente expuesto, ya que llevaba las bragas rosas bajadas a la altura de las rodillas, y el trasero estaba completamente colorado, vio como la chica fue hacia el rincón parándose cara a la pared con las palmas de sus manos sobre su cabeza.
    La puerta que daba a las celdas estaba abierta de par en par, por lo que no le fue difícil ver lo que estaba ocurriendo en la celda del fondo del pasillo, una mujer fuerte con unos brazos enormes tenía sobre su regazo a un chico con los pantalones bajados, le estaba propinando una soberana azotaina con un cepillo de baño de madera, el chico se debatía sobre las rodillas, agitando sus manos y piernas alocadamente, mientras el cepillo caía una y otra vez implacable sobre su culo desnudo, la mujer después de varios minutos sin inmutarse de ser observada por el sheriff, empujo al chico cayendo este al suelo hecho un ovillo, sobándose con ganas el trasero.
    La mujer se levantó de la silla en la cual había estado sentada ocupándose del chico, esta vestía con pantalones tejanos y una blusa a cuadros rojos ribeteados de negro, sobre su pecho brillaba una placa de sheriff. Dirigiéndose hacia la oficina donde le aguardaba su colega…
(Sheriff William)  -. Usted es el…la sheriff Wilson. Me mando un telegrama hace unos días…
(Sheriff Wilson)    -.  Sí, soy yo! Le veo sorprendido, esperaba que fuera un hombre verdad?
(Sheriff William)  -. Ha decir verdad, sí. Esperaba encontrarme con un hombre, veo que maneja bien la ley en este pueblo…
(Sheriff Wilson)    -. Lo dice por el chico? Es un pobre diablo, igual que la chica desvergonzada que está en ese rincón. Los pesque a los dos intentando liberar a esas dos que tengo encerradas en la celda, lo cual me recuerda que debo darles su merecido, no sé cómo lo han hecho para comunicarse con el exterior, pero ofrecieron doscientos dólares a estos ineptos por ayudarlas a escapar, aunque me puedo imaginar cómo, pero ya me encargare más tarde de buscar a la culpable. Lo que me temo, es que huyera para avisar a sus amigas indias, por lo que he podido sonsacar a estos dos granujas.
(Sheriff William)    -. Se está refiriendo a su hija Alberta?
(Sheriff Wilson)     -. Como sabe usted que es mi hija? La ha visto.
(Sheriff William)    -. Es cierto, intento comunicarse con los indios. Pero no tuvo mucha suerte con ellos. De hecho la dejaron al sol atada de pies y manos al creer que se trataba de un chico. Por suerte para ella, yo pasaba cerca y vi a los buitres sobrevolando sobre ella, también a mí me engaño haciéndome creer que era un chico, hasta que intento robarme el caballo y este le derribo arrojándola al suelo, entonces por ser un muchacho decidí darle un escarmiento, fue cuando al bajarle el pantalón descubrí que era una chica. No la reconoce? Mira a tu madre muchacha…
(Sheriff Wilson)    -. Que dice usted…esa chica sucia y en ese estado lamentable, es mi hija? .- La muchacha había permanecido de espaldas hasta ese momento, cuando el sheriff la obligo a girarse y mirar a su madre. -. Pero…eres tú? Pero… como has acabado en ese estado? Se puede saber que has hecho con tu bonito cabello rubio… .- La sheriff Wilson se acercó a su hija, con la mano derecha le soltó una bofetada en la mejilla izquierda, retornando la mano abofeteo con el reverso la mejilla derecha, quedando las marcas de la mano en ambas mejillas, luego abrazo a su hija con fuerza con sus fuertes brazos durante unos largos segundos. -. Como has podido hacerme esto, eh? Desaparecer sin decir nada, y todo por ayudar a unas pordioseras, unas pequeñas delincuentes que no son nada en el mundo… Y mira cómo vienes? Ahora iremos a casa, y ya te puedes ir preparando!!! Sheriff William. Puede quedarse a cargo de esta oficina… digamos unas dos horas? El tiempo que voy a tardar en que esta sinvergüenza se adecente y me ocupe de ella, como una madre debe educar a su hija…
(Sheriff William)    -. Me prestaría de buen grado a ayudarla, señora. Pero yo también tengo mis obligaciones, si desea, puede ir a su casa para hacer que su hija se adecente, ya que si se fugó de casa hace unos días, entiendo que tema usted que vuelva hacerlo de dejarla sola, yo mismo durante dos días he estado en esa misma situación, de hecho, hubiera llegado ayer si su hija no me hubiera ocasionado serios problemas, la cual ha tenido una conducta nada adecuada para una joven de su edad, la cual debería tener más respeto a la autoridad, sobre todo teniendo una madre que es una autoridad. Por lo cual deduzco que la principal responsable del comportamiento de Alberta Wilson, es claramente una negligencia de la autoridad de este territorio, o sea usted. He podido hablar durante estos dos días con Alberta, la cual me ha hecho referencia a unos hechos por los cuales usted la castigo severamente, dichas marcas aún se reflejan en su trasero. Es cierto? o no es cierto que ha estado durante el tiempo que lleva usted siendo agente de la ley, aceptando sobornos de delincuentes? Según me he informado, hace tan solo unos días, usted acepto un dinero extra de la tigresa, por redactar un informe falso a la comisaria del estado, en dicho informe escribía usted que los hermanos Henderson eran inocentes de una acusación de robo al banco de Tucson, ya que en esos días, los había tenido usted encerrados en esta cárcel por camorristas durante un mes. Curiosamente la tigresa visito mi comisaria y fue huésped de una celda, hace tan solo cinco días, el Sheriff de Tucson y sus comisarios tuvieron una alegre conversación con la tigresa antes de partir hacia la capital. En esa charla alegre, salieron a relucir estos hechos. El sheriff de Tucson me paso esta orden que llevo en mi poder, la cual está redactada su dimisión forzada como sheriff de este pueblo, además de la orden de arresto contra usted. Por favor me hace el favor de quitarse las armas y hacerme entrega de esa estrella que lleva en su pecho…
     La ex-sheriff de Spank Silver Red desde esos momentos, se quedó sin habla, sin abrir la boca se despojó de sus armas las cuales entrego al Sheriff William, así mismo hizo entrega de su placa.
(Sheriff William)   -. Es extraño, menuda coincidencia pensé, cuando el telegrafista me leyó su telegrama, justamente en esos momentos partía hacia otro destino, pero su telegrama me hizo cambiar de idea. Puesto que mi destino tenía que ver con las hermanas Watson, y mire usted. Venir hacia aquí, solucionaba dos problemas sin apenas esfuerzo y pérdida de tiempo. .- El sheriff se dirigió hacia la muchacha que estaba en el rincón. -. Te llamas Susan verdad muchacha? .- La chica giro ladeando su cabeza con la cual asintió en signo afirmativo. -. Puedes subirte las bragas y marcharte, llévate a tu amigo contigo. Pero no salgáis del pueblo sin haber hablado conmigo antes, debo tomaros declaración antes de poder marcharos.
    La muchacha llamada Susan, se subió las bragas rosas lentamente, tenía el trasero muy colorado, por lo que dedujo el sheriff que debía haber sentido en sus nalgas el cepillo, igual que estaba sintiendo el muchacho cuando el entro en la oficina. La chica dejo caer su falda, y sobándose el culo con las dos manos se fue hacia el pasillo de las celdas, poco después el chico ya con los pantalones subidos pasaron ante el sheriff y la ex sheriff, ambos iban raudos por salir de allí, aunque a ambos les debía de doler mucho su trasero por la fuerza y vigorosidad que se sobaban el mismo. Una vez hubieron salido…
(Sheriff William)   -. Alberta! Puedes irte a tu casa a adecentar tu estado. De paso prepara un equipaje rápido para tu madre y tú. Tu madre queda arrestada y se vendrá conmigo a Spank City Spring´s, como puedes comprender no puedo dejarte sola en este pueblo y por ello nos acompañaras. Puedes irte…
    La señora Wilson no veía las cosas muy claras, cualquiera en su situación pensaría que el Sheriff deseaba quedarse a solas con ella por alguna razón, dada su fama eso era algo que no presagiaba nada enriquecedor…
(Sheriff William)    -. Bien, bien… Ya estamos solos. Sra. Wilson o puedo decir Sarah? Pues te llamare Sarah tanto si te parece bien, como si no. Estoy completamente seguro que han llegado a tus oídos mi forma de actuar con las mujeres. Siempre he creído que una buena disciplina a tiempo, puede hacer que una hiena se convierta en una dulce persona, estoy seguro que es lo que te va a ocurrir cuando haya terminado contigo. Tienes algo que alegar en tu defensa que me enternezca y no sea muy severo contigo?
(Sarah)   -. Si dijera que me chantajearon me creería? Que me amenazó con matar a mi hija, si no hacia lo que me decían.
(Sheriff William)   -. La verdad? Me gustaría creerte, pero el banco de Tucson tiene en su poder un extracto de un recibo por valor de mil dólares, que fueron ingresados a nombre de Sarah Wilson con fecha de hace dos meses, justo el día que los Henderson fueron liberados, y que ellos mismos hicieron ese ingreso, lo que no sabían es que el dinero del banco que no robaron, lo habían clasificado por sus números de serie, y esos mil dólares, justamente tenían esos números de serie. Qué raro verdad? Dinero de un banco que gracias a tu implicación no habían robado ellos, pero en cambio lo tenían en su poder.  Tienes alguna otra alegación que sea de más peso?
    Sarah cambio su forma de mirar al sheriff, ya no había despecho en ella. Solamente rezumaba en todo su ser, el temor a lo que se veía no tenía solución posible. Su rostro se congestiono cuando el sheriff comenzó a retirar sus armas, con el cinturón canana incluido. Como se desabrocho su cinturón de piel de serpiente de cascabel, y como se lo fue sacando presilla a presilla de su pantalón.
(Sheriff William)    -. Bien Sarah… bájate los pantalones!
    Sarah era una mujer cercana a los treinta y ocho años de edad, su metro ochenta de estatura y su cuerpo bien formado a pesar de su robustez, hacía que cualquier hombre girase su cabeza a su paso. Su carnoso trasero redondo lo marcaba sensual enfundado en unos pantalones tejanos ajustados. Sarah ruborizada por tener que desprenderse del pantalón, procuraba bajar su mirada para no mirar a los ojos al sheriff. Desabrocho el botón del pantalón y bajo la cremallera. Acto seguido sus pantalones se los bajo lentamente, más que por nervios o temor, el motivo era que al estar tan ajustados tenía esa dificultad a la hora de bajárselos, pero no tardo en estar bajados a la altura de sus rodillas. Unas bragas blancas de algodón cubrían su trasero, sin titubeos se inclinó sobre la mesa apoyando sus codos en ella, dada su estatura el sheriff la ayudo a como colocarse, de manera que el trasero quedara bien expuesto, por lo cual la convino a apoyar su torso sobre la mesa, de tal forma que el trasero quedaba mucho mas expuesto. Sarah escucho como unos pasos se acercaban colocándose detrás de ella, sintió como unos dedos calientes se introducían en el interior del elástico de la cinturilla de sus bragas blancas, y como estas eran bajadas lentamente hasta unirlas a sus pantalones, luego mirando de reojo sobre su hombro izquierdo pudo ver como el sheriff se retiraba unos pasos. Lo siguiente que vino, solamente pudo estremecerse al sentir como el cinturón de piel de serpiente de cascabel, azotaba su trasero con vigorosidad. Cruzando de extremo a extremo ambas nalgas de la mujer que había sido la sheriff, una marca roja quedo reflejada en ellas. Otra marca roja apareció cruzando sus nalgas, apenas un gemido brotaba de su garganta, a cada azote de cinturón. Y fueron unos cuantos los que fueron azotando sus nalgas, hasta dejarlas coloradas en sus dos lunas, la experta mano del sheriff quedaba bien patente, al igual que la mujer de treinta y ocho años la cual seguía sin apenas dar claras muestras de sentir dolor con la severa azotaina que estaba recibiendo. Era una heroína como pocas, estaba aguantando la azotaina con bastante entereza. Pero el sheriff ni tan solo sudaba por el esfuerzo, sabía muy bien cuál era su labor como buen experto a la hora de aplicar disciplina. Y tenía plena convicción de que no tardaría en acusar el castigo, ya podía hacerse la dura todo lo que quisiera. A esas alturas las nalgas aparte de estar más coloradas que un cesto de tomates maduros, las nalgas cada vez estaban más y más inflamadas, los verdugones estaban comenzando a aflorar, pronto seria la piel curtida por las marcas sobrevenidas unas sobre otras, y eso era un hecho. Cierto que el sheriff se estaba empleando desde hacía unos minutos a fondo, con azotes más rápidos y más certeros. El rostro de la ex-sheriff cada vez que recibía un nuevo y certero azote, este se congestionaba cada vez más. Sus dientes chirriaban al apretarlos con fuerza, pero otra persona ya se habría rendido ante su resistencia, pero no el sheriff de Spank City Spring´s. Este tenía una reputación a la hora de disciplinar, tenía fama de hacer gritar a toda mujer que se pusiera fuera de la ley, y tenía muy claro que esta no iba a ser la excepción. No podía precisar cuántos azotes le habría propinado sobre las nalgas, cien o doscientos, que más daba. Pero la experiencia del agente de la ley, estaba más que demostrada, sabía perfectamente que ya no podría aguantar con aquella entereza por mas tiempo. Así que decidió que había llegado el momento de hacerla gritar de verdad, así que comenzó a emplearse a fondo, los azotes eran tan rápidos que la mujer no tenía tiempo entre azote y azote de coger aire para llenar sus pulmones, tenía toda la razón. Los gritos de dolor hacían estremecer a las dos hermanas que estaban en las celdas, solo un animal como el sheriff de Spank City Spring´s podía ser tan bestia. Las nalgas ya habían cambiado su tono rojizo a amoratado, sobre todo en su nalga derecha la cual acusaba más la azotaina, no tardando demasiado los gritos de dolor pasaron a ser un llanto desesperado, ahora si el sheriff sudaba a mares, pero había logrado su objetivo, había vencido a la orgullosa ex-sheriff Wilson. Pero para nada se dio por vencido, siguió azotando sus castigadas nalgas, le había hecho sudar tinta para lograr su objetivo de una eficaz disciplina, estaba dispuesto a que aquella mujer rompiera a llorar con solamente verle desabrochar la hebilla de su cinturón, no deseaba en el futuro más pruebas que le pusieran a él en esa ardua tarea. Tenía que aplacar ese orgullo fuera como fuere. Agotado arrojo el cinturón al suelo, mientras la mujer lloraba desconsolada con sus dos manos sobre su trasero, el cual no podía tocarse sin hacerla estremecer de dolor. El sheriff agarro una silla cercana colocándola cerca a la mesa, fue hacia la mujer y agarrándola por el lóbulo de la oreja izquierda la obligo a levantarse de la mesa, tirando de ella la obligo a desplazarse unos metros, los suficientes para que pudiera sentarse en la silla, entonces tirando del lóbulo de la oreja izquierda, la hizo arrojarse sobre su muslo izquierdo, mientras cruzaba su pierna derecha por encima de las piernas de la mujer, no se podría apreciar como lo haría, pero como por arte de magia apareció el cepillo de madera de baño en su mano derecha, continuando la azotaina en el trasero de la mujer, rendida por completo a la azotaina, llorando sin poder consolarse de manera alguna posible. El cepillo parecía que fuera automático, pues no era posible que aquel hombre fuera humano, y no acusara cansancio o agotamiento alguno, las nalgas de la mujer debían de dolerle de manera y forma inexplicable por su llanto desesperado. Pero su agotamiento debía de ser tal, que ni fuerzas para intentar protegerse tenia. Por fin el sheriff se detuvo, en su rostro bañado de sudor se apreciaba algo de cansancio, pero por la manera que se levantó de la silla cargando con el cuerpo de la mujer dada su robustez, no acusaba un cansancio como podría tener cualquier ser humano, después del esfuerzo realizado. Cargo con ella hasta una de las celdas y la deposito sobre el camastro, saliendo de la celda y cerrándola a su vez.  
(Sheriff William)    -. Que tenemos aquí! Hombre si son las pequeñas de las Watson Penélope y Maggie Watson. Dadme un respiro y vendré a encargarme de vosotras como os merecéis ambas.

(Continuara… )


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