UN AÑO SABATICO CON SOBRESALTOS
Capitulo 7
Las alumnas caminaban ligeras a sus
clases, estaba prohibido permanecer por
los pasillos sin una causa justificada. Alison y Laura caminaban desorientadas sin
saber muy bien a donde debían ir, ya que al salir del despacho de la directora,
no las acompaño ninguna celadora, e iban de un pasillo a otro. Así fue como se dieron de bruces al girar
por uno de los pasillos, con el Sr. Thomas, un señor de unos sesenta años alto
y corpulento, vestía un traje negro. Las
dos muchachas se llevaron un susto enorme al prácticamente chocar con esa mole
humana de negro.
(Sr. Thomas) -. Se puede saber
a dónde vais vosotras? No deberíais estar en clase?
Alison y Laura no sabían
que responder, Alison recordaba a ese
señor del primer día cuando llego en compañía del alguacil Felipe. Pero no
sabía que responder…
(Sr. Thomas) -. Y vuestras
celadoras? Dónde están?
Tampoco respondieron nada, pues no sabían
dónde estaban. En esa situación el Sr. Thomas cogió a cada una de la mano y las
insto que le siguieran. Llevaban
caminando unos minutos por aquellos largos pasillos, bajando por unas escaleras
al piso inferior, y andando por un nuevo pasillo. Alison fue la primera que
empezó a detenerse, con lo que el Sr. Thomas tenía que hacerla caminar, Alison
cada vez que se detenía cruzaba sus piernas. Ante la insistencia del mayordomo,
Alison caminaba tras él, yendo sujetada de su mano izquierda, mientras Laura
iba sujeta de la mano derecha, poco después era Laura la que al igual que
Alison se detenía, ambas cruzaban sus piernas.
(Sr. Thomas) -. No os detengáis,
ya sé que tenéis las dos pis, pero si lo hacéis encima mojando las braguitas
vais a saber lo que es bueno… Lo que no llego a comprender es lo que hacíais
solas por los pasillos. Aquí hay un lavabo, aunque es de los profesoras, pero
debido a la urgencia podéis entrar. .- Entraron delante del amable señor,
lo que les sorprendió a ambas es que él se encargó de bajarle las braguitas a
Laura, colocándola en el inodoro, luego fue hacia donde se ha había metido
Alison, que en esos instantes procedía a cerrar la puerta, pero Alison se
sorprendió al ver que ese señor habría su puerta, cuando ella ya se había
introducido sus manos bajo la falda para bajarse sus braguitas, pero…-. A dónde vas tan rápido pequeña? Sabéis
que por vuestra condición no podéis hacerlo solas, sin la supervisión de un
adulto.
Alison roja de la
vergüenza se quedó petrificada teniendo sus manos a punto de bajarse las
braguitas por la cinturilla, cuando el
Sr. Thomas se le acerco y levanto la falda, él se encargó de bajarle las
braguitas. Aquello no se lo esperaba la pequeña Alison a sus veinticinco años, y
que un hombre que podía ser su abuelo, le bajase sus braguitas para ponerla en
el inodoro, con la impresión que le causo tener que pasar esa vergüenza, se le
escaparon unas gotas mojando sus braguitas, pues el Sr. Thomas cuando se las
quiso sujetar por el elástico de la cinturilla y bajárselas fue tarde, ya las había mojado. Luego las dos muchachas
tuvieron que hacer sus necesidades ante la atenta mirada del mayordomo, al
principio les costó bastante, pero la necesidad era acuciante en ambas, por lo
que acabaron haciendo pis ante el Sr. Thomas.
En ese preciso instante la puerta se
abrió, entrando la Sra. Emilia al servicio…
(Sra. Emilia) -. Que es esto!!!
Desde cuando usted entra al servicio de las señoras? Que diablos ocurre en este
centro que nadie respeta las normas.
(Sr. Thomas) -. Disculpe Sra.
Emilia, pero la situación lo requería estas dos alumnas las he encontrado
deambulando perdidas por los pasillos, y cuando me disponía a llevarlas al
despacho de la directora, a las chicas les urgía ir al servicio, me he visto
obligado a hacerlas entrar en el primer servicio disponible, o se habrían
orinado encima, para una de ellas casi ha sido tarde, pues a mojado sus
braguitas.
(Sra. Emilia) -. Como es
posible que deambularan por los pasillos? .- Entrando al servicio y cerrando la puerta vio a las chicas sentadas
en los inodoros con sus braguitas en los tobillos haciendo sus necesidades. -. Vosotras dos teníais que ser!!! Que
hacíais deambulando? Y vuestras celadoras?
Las dos chicas se
encogieron de hombros al no saber que responder…
(Sra. Emilia) -. Es que no vais
a responder ninguna? No me habéis escuchado!!! Donde están las celadoras que os
llevaban y debían de haberos llevado a clase…
Alison siendo más
descarada que Laura, y que no la temía tanto como Laura, respondió con descaro…
(Alison) -. No tenemos ni idea
de donde están… Salimos del despacho de la directora a buscar unos documentos,
y al llegar al departamento de las celadoras aguardamos afuera sentadas en unas
sillas como se nos dijo que hiciéramos. Luego las celadoras salieron muy
preocupadas con una carpeta y nos dejaron allí, pues no nos dijeron nada a
nosotras. Y paso el tiempo y como no venían pues… buscábamos una celadora que
nos guiase a clase, más no sabemos… de saber a qué clase debíamos ir, habríamos
ido nosotras mismas…
Con las palabras de Alison, la Sra.
Emilia hizo un gesto como que se imaginaba lo sucedido, pues recordó lo
sucedido en el despacho después de recibir a las celadoras, y la censura a
ambas. Estaba claro que con los nervios de haberse dado cuenta que no se habían
leído los informes, como deberían de haber hecho, se olvidaron de las chicas.
(Sra. Emilia) -. Sr. Thomas
puede salir conmigo a fuera un momento… Vosotras quedaros ahí, ahora entrare a
por vosotras yo misma.
Salió primero la Sra.
Emilia seguida del Sr. Thomas,…
(Sra. Emilia) -. Sr. Thomas, ya
imagino lo sucedido a las chicas. Las celadoras han sido sancionadas hace
varios minutos, una ha sido suspendida dos semanas de empleo y sueldo, la
segunda enviada a usted para recibir disciplina. Una tal Ana Guzmán. Imagino
que aún no se ha entrevistado con ella.
(Sr. Thomas) -. Pues dice usted
bien, aun no me he entrevistado con ella. Sabe usted bien, que a estas horas de
la mañana superviso que ninguna alumna quede rezagada por los pasillos y todas
estén en clase. Ahora me dirigía a mi despacho, cuando me he encontrado a las
chicas con régimen especial, por ello me encontraba yo dentro del servicio con
ellas, no es el servicio que deben utilizar las alumnas, pero a las pobres con
ese tratamiento no habrían llegado a dependencias de las alumnas. Disculpe si
le ha causado una usurpación el utilizar servicio de profesoras.
(Sra. Emilia) -. No es
necesario que se disculpe, entiendo que las chicas iban apuradas. Es otra de
las negligencias de las celadoras, pues esas chicas por su tratamiento
especial, deberían de llevar pañales y no ir en braguitas para evitar este
riesgo. Ahora puede retirarse a su despacho, en el, debe estar aguardando una
de las celadoras, junto con el resto de celadoras que deben estar aguardando
que usted les de sus instrucciones del día. Por cierto, encárguese de todas y cada una de
las celadoras que tengan en el contrato incluido el de ser disciplinadas de
este turno, para comunicarle este comunicado es por lo que le buscaba a
usted. Y las que no, envíelas al despacho de Karen
que las estaré esperando personalmente yo.
Luego desearía que me hiciera un pequeño favor, cuando haya acabado de
ocuparse de las celadoras, me llama al móvil. Karen últimamente está cometiendo
algunos errores que hay que subsanar antes de que cometa más. Podrá
hacerlo?
(Sr. Thomas) -. Qué tipo de
disciplina desea que les imparta?
(Sra. Emilia) -. La tal Ana
Guzmán es portadora de una nota mía, a las demás como no han sido sorprendidas
en la falta, aunque es conocido que son culpables, una pequeña amonestación
bastara, con veinte de vara bastara. Primero encárguese de la tal Ana, en su
nota va descrita la falta cometida, con lo que resulta equivalente para las
demás, pero al no ser halladas cometiendo la falta directamente, les hace saber
por qué por esta ocasión todas recibirán el mismo trato de correctivo de aviso.
Y con el turno de noche, recuerde que deberá darles el mismo recordatorio, y
las del turno de noche que en su contrato estén exentas, que se esperen mañana
hasta que las entreviste en el despacho de la directora Karen. Esta todo claro?
(Sr. Thomas) -. Desde luego que
está muy claro… Otro tema es como se lo van a tomar las celadoras, es
complicado después del tiempo que llevan actuando mal.
(Sra. Emilia) -. Actuando mal,
dice? No me dirá que usted lo sabía!
(Sr. Thomas) -. Usted señora
conoce mis funciones en esta gran casa… Por supuesto que lo sabía, ya le
advertí a usted que yo debería tener más autoridad, que un simple mayordomo no
era el puesto más indicado, para alguien que se encarga de corregir a las trabajadoras, que debía tener un puesto
de más consideración hacia ellas, para que me tuvieran más respeto y mi palabra
tuviera autoridad en ellas. Pero usted considero en su momento que como
mayordomo ya era suficiente, claro que entonces eran pocas las trabajadoras en
este centro y me consideraban su superior, luego esta casa se convirtió en
Fundación, y las trabajadoras me ven a mi como un igual, aunque para las que
tienen contrato con células de
aplicación de correctivo o clausulas, aceptan mi autoridad. El resto solamente
soy un mayordomo de la casa, y no me prestaron ninguna atención cuando las
advertí que no era correcto lo que hacían. Esto se lo advertí a usted que sucedería,
y ya ve, tenía yo razón.
(Sra. Emilia) -. Me doy
perfecta cuenta de ello, y que usted me lo advirtió que sucedería, tomare
cartas sobre ese asunto, no puedo ascenderle, pero si dejar claro que su puesto
es de capataz de la fundación y que está aquí en condición de que haya la correcta
armonía en el trabajo, como cargo de igualdad con la dirección de la fundación.
Eso creo que será suficiente por el momento. Y le cambiare el despacho a la
planta de oficinas, al lado de mi despacho y el de Karen. Justamente hay uno
libre, lo acondicionare en estos días para que lo pueda ocupar en breve. Luego
cuando venga a aclarar las ideas a Karen, cambiaremos su contrato laboral…
luego nos vemos…
La alcaldesa entro de
nuevo al servicio para encargarse de las chicas, al entrar las dos aún permanecían
sentadas en los inodoros, habían llegado a temer a la Sra. Emilia y respetarla,
por nada del mundo se hubieran atrevido a desobedecerla. Alison a sus
veinticinco años estaba muy avergonzada, un hombre que podría pasar por su
abuelo la había puesto como una chiquilla de seis años a hacer pis, y de la
impresión se había mojado las braguitas, pues al ver como abría la puerta del
servicio, se quería morir de la vergüenza, y no digamos cuando se vio que él,
le levanto su falda y le bajo las bragas, aquello la desconcentro, lo que hizo
que su vejiga liberara líquidos. Laura se sentía aun peor, a sus treinta años y
pasando por aquella locura, pues aún no se podía hacer a la idea de lo que
estaba viviendo.
Al entrar la Sra. Emilia se ocupó primero
de Laura, haciéndole poner en pie y subirle las braguitas de ositos marrones.
Luego se ocupó de Alison, pero con esta al ir a subirle las braguitas vio que
se las había mojado.
(Sra. Emilia) -. Mira cómo te
has puesto las bragas, cochina!!! No te doy una azotaina ahora mismo, porque no
es culpa tuya que haya sucedido esto, pero vas a ir con las bragas mojadas, ven
que te suba esas braguitas de ositos, veo que a las dos os han puesto braguitas
iguales.
La Sra. Emilia se lavó
las manos, y se arregló facialmente, pues era a lo que había entrado al
servicio. Las dos chicas salieron del servicio con ella, minutos después entraban
en la dependencia de las celadoras y abriendo un armario saco dos pañales,
además de unas bragas blancas de algodón con cierre a la espalda, para que no
se las pudieran quitar las chicas. En breves minutos después salían de nuevo al
pasillo conduciéndolas a su clase, yendo las dos chicas muertas de la vergüenza
al entrar en la aula con sus faldas abultadas por el pañal, y viendo en las
demás alumnas como sonreían al verlas.
El Sr. Thomas se
encamino hacia su despacho, pasando primeramente por el comedor donde
aguardaban las celadoras instrucciones sobre sus trabajos a realizar, estas
eran bastantes más que las de las aulas normales, donde solamente con veinte
celadoras bastaban, y estas no se reunían en dicha sala, pues sus trabajos eran
aleatorios. Las de las alas sur y este vestían falda blanca con tirantes y
blusas azul celeste. Estas aguardaban
sentadas alrededor de dos mesas, donde eran ocupadas normalmente por las
alumnas. El Sr. Thomas entro con gesto agrio claramente algo sucedía, y todas
las celadoras se percataron de ello, pues ya esperaban una bronca, pues ahí
también se encontraban Ana y Betty, era
de esperar que hubieran hablado entre ellas.
(Sr. Thomas) -. Buenos días
señoras y señoritas! Bueno… imagino que
ya habéis hablado con Ana y Betty aquí presentes. Me acaba de informar la Sra.
Emilia de lo sucedido a vosotras dos. No
voy a deciros que ya os lo había dicho que pasaría, porque lo he repetido hasta
la saciedad que hacíais mal, esas cosas se hablan y se discuten, para quienes
sean de la responsabilidad se encarguen de arreglar o cambiar, pero nunca
tomaros la ley por vuestra mano, pues ello tiene consecuencias. El caso es que se ha descubierto el pastel! Y
van a ver represalias por la dirección como era de esperar y que yo os lo había
avisado. Aquí y ahora en el turno de
día, estáis las sesenta celadoras del turno de día, las cuarenta de la noche
también se les ajustara las cuentas mañana al finalizar su turno. Las que no
tenéis cláusula en vuestros contratos de disciplina, levantaros de las sillas y
poneros en pie. Sois unas cuarenta verdad? Bien! Os podéis retirar e ir al
despacho de la directora, excepto Betty Shepard que ya es conocedora de su
sanción, las demás podéis salir. Las que tenéis cláusula, poneos en fila a la
puerta de mi despacho, iréis entrando una después de otra, la primera Ana
Guzmán.
El Sr. Thomas aguardo que se fueran
colocando las chicas en el pasillo formando una fila india, una vez colocadas,
abrió la puerta invitando a Ana Guzmán que entrara delante de él. La puerta se
cerró tras entrar el mayordomo…
(Sr. Thomas) -. Tienes una nota
que entregarme, verdad? Entrégamela! .- El Sr. Thomas la leyó
detenidamente. Luego se encamino a un mueble que tenía al fondo, lo abrió
extrayendo un expediente, el cual repaso leyendo su contenido y lo deposito
sobre su mesa. Luego volvió a donde se había detenido Ana. Se la podía ver
nerviosa como un flan, se acariciaba sus manos entrelazando sus dedos dados sus
nervios. El Sr. Thomas agarro una silla colocándola en el centro entre la
celadora y él, sentándose en ella. -.
Bueno después de haber ojeado tu expediente, solamente tienes algunas notas
informando de faltas leves, por lo que son de poca importancia, en ese sentido
vas a tener suerte. Ahora acércate, levántate la falda y bájate las bragas
colocándote sobre mis rodillas boca abajo. A qué esperas!!! Tengo mucho trabajo
por vuestra culpa, o sea que aligérate…
Ana miraba con los ojos desorbitados, pero
no deseaba empeorar su situación, así que se levantó su falda por detrás e
introduciendo sus manos se bajó las bragas, luego se volvió a levantar la
falda, pues esta se le había bajado y sujetándola se colocó sobre las rodillas,
con sus aureolas de sus mejillas coloradas
por la vergüenza y el trasero al aire. Con los ojos cerrados, empezó a sentir
el sonido de los azotes, así como su trasero iba sintiendo como se le iba
calentando de manera progresiva. La azotaina duro varios minutos, entre diez o
quince pudo calcular ella, aunque fue algo más de ese tiempo. Podía sentir como
su trasero le abrasaba, pero no dijo nada y ni se quejó ni una sola vez, aunque
si de su boca brotaban gemidos de dolor, pues llego un momento que le ardía el
culo de verdad y ya no podía aguantar mucho más sin ponerse a llorar.
(Sr. Thomas) -. Levántate! .- Tenia
sus manos aferradas a las patas de la silla, y cuando recibió la orden de
levantarse, lo hizo apoyando sus manos sobre la pierna izquierda del Sr.
Thomas, tenía el rostro descompuesto por el dolor, de sus ojos salían unas lágrimas,
aunque no se había puesto a llorar en ningún momento, las lágrimas se deberían
a la impotencia y vergüenza. Se sobó el culo a dos manos sobre la falda, pues
al levantarse esta se le había bajado, aunque conservaba sus bragas aun
bajadas. -. Ahora apoya tus manos sobre
el asiento de la silla, manteniendo las piernas rectas. .- El Sr. Thomas se
había levantado de la silla, dando paso a colocarse la joven en la posición
indicada -. .
La muchacha seguía sobándose el culo, pero
adopto la posición que se había mandado colocarse. Ella pudo ver como el
mayordomo se colocaba tras de ella, y agarrando el dobladillo de su falda se la
subió doblándola sobre su espalda, dejando su colorado trasero al aire. Luego
la joven escucho que caminaba hacia el rincón, donde había un extensible del
cual había varios grosores de varas colocadas en horizontal, pudo ver que
agarraba una vara de grueso calibre, y pudo escuchar como la hizo silbar varias
veces en el aire, mientras caminaba hacia ella, esos silbidos la hacían aguantar
la respiración estremecida y asustada.
Aterrada vio cómo se colocaba él a su izquierda al manejar la vara con la mano
derecha. En apenas tres minutos tiempo
le asesto veinte azotes sobre sus nalgas desnudas, a un azote cada diez
segundos aproximadamente, marcando en su culo veinte líneas debidamente
colocadas una bajo la otra. Depositando la vara sobre su espalda, le subió las
bragas, eran unas bragas de encaje rosas. Recogió la vara de la espalda y dejo caer la falda de la joven cubriendo su
trasero. Entonces se encamino a su mesa, sentándose tras ella, cogió el
expediente de ella y escribió unas anotaciones que describían el castigo
recibido.
(Sr. Thomas) -. Ven y acércate a
la mesa, tienes que firmar en esta hoja que quedara anotada en tu expediente. Bien, puedes retirarte y volver a tus
obligaciones. Recibirás en breve una copia de este expediente. Haz pasar a la
siguiente…
La joven salía del
despacho meneando sus caderas, al tiempo que se acariciaba el trasero por
encima de la falda, al traspasar la puerta y ver a sus compañeras se puso a
llorar y sin querer mirarlas se alejó,
entro la siguiente que aguardaba afuera cerrando la puerta a su paso.
(Sr. Thomas) -. Nombre!!! Bien, Isabel Ferrán, dices. .-El Sr. Thomas, del archivador
extrajo su expediente, dejándolo sobre su mesa. -. Inclínate sobre el asiento de la silla poniendo tus manos.
La chica obedeció sin
rechistar adoptando la posición mandada.
El mayordomo se colocó tras ella y levanto su falda, doblándola sobre su
espalda en dos pliegues, luego agarro el elástico de la cinturilla de sus
bragas verde esperanza y se las bajo a las rodillas. Luego se desplazó al
rincón, agarrando una vara de grosor mediano y se encamino hacia la muchacha
colocándose a su izquierda. Los veinte azotes fueron rápidos, marcando veinte
líneas bien rojas en sus robustas nalgas una encima de la otra como si hubiera
utilizado una cinta métrica, para que cada línea quedara marcada a la misma
distancia una de otra. Luego le subió
sus bragas y le bajo la falda. Poco después la chica llamada Isabel Ferrán,
firmaba su expediente y salía del despacho. Así fueron desfilando una tras otra
por el despacho, al salir todas salían sobándose el culo con mas fricción unas
que otras, la que tenían culo con mediana robustez, salían sobándose con una o dos manos, en cambio las que tenían
el culo pequeño, la mayoría de ellas salían llorando a lagrima viva, y
sobándose vigorosamente su trasero…
En el pasillo frente a la puerta de la
directora aguardaban el resto de las celadoras, la Sra. Emilia acababa de
llegar entrando al despacho e invitando a todas a entrar delante de ella. Todas
iban preocupadas por lo que pudiera suceder, y que represalias iban a tomar
para ellas. Al entrar todas entro la Sra. Emilia cerrando la puerta del
despacho. Y tomo la palabra…
(Sra. Emilia) -. Creo que todas
conocéis por qué estamos aquí, verdad? .- Todas asintieron con un
movimiento de cabeza afirmativo. -. Por
esta ocasión no va haber despidos, pero van haber cambios drásticos. Las chicas
que han recibido correctivo disciplinario, para ellas no les afectara, aunque
si constara en sus expedientes. Para vosotras en cambio, vais a tener que
quedaros cada día dos horas más de trabajo, hasta recuperar las horas que
habéis trabajado de menos en estos cuatro meses, hemos calculado que son cuatro
meses, y si no lo son, es lo de menos. Por otro lado constara en vuestros
expedientes, ya que se os van abrir a
todas vosotras como falta muy grave, con lo cual, si en un periodo de un año no
cometéis falta grave alguna, los expedientes abiertos quedaran sin valor, pero
si cometéis una falta en este periodo, seréis despedidas en el acto sin
indemnización económica. Como es
necesario que alguien tenga autoridad sobre vosotras, el Sr. Thomas pasara
a ser capataz de esta Fundación, por lo
que el dispondrá de autoridad sobrada a actuar como crea conveniente. Si alguna
de vosotras no está de acuerdo, que se quede en este despacho para formalizar
su despido inmediato, y si alguna de vosotras preferís cambiar la cláusula de
vuestro contrato a aplicación de correctivos, que vaya al despacho del Sr.
Thomas. Podéis retiraros a vuestros trabajos respectivos…
Todas las chicas salieron del despacho,
formando un coro en el pasillo y hablaron entre ellas, minutos después se
retiraban con sus rostros claramente enfurruñados, pues algunas de ellas
formularon la posibilidad de declararse en huelga, pero en ese instante llego
el Sr. Thomas y les dio su opinión al respecto.
(Sr. Thomas) -. … decís de
declararos en huelga…? Eso después de cómo habéis hecho caso omiso, no
respetando vuestros horarios laborales voluntariamente, sin haberlo comunicado
a la empresa previamente, está, tiene la libertad que vosotras mismas les
habéis concedido al no respetar los horarios estipulados en vuestros contratos,
a ser despedidas en el acto, ningún sindicato os apoyaría después de ser
informado de la razón del despido, por lo tanto, si no os han sancionado como a
Betty Guzmán con despido de dos semanas de empleo y sueldo, podéis estar
contentas.
El Sr. Thomas espero que
se disolvieran las celadoras, desapareciendo por los pasillos en varias
direcciones, dependiendo de sus trabajos. Entonces extrajo su teléfono del
bolsillo, marcando un número…
(Sr. Thomas) -. Si, si Sra.
Emilia. Estoy en la puerta del despacho… bien enseguida entro…
El Sr. Thomas entro en el despacho sin
llamar, encontrándose con la Sra. Emilia sentada en un diván sentada, enfrente
de ella en pie, estaba Karen la directora mostrándole unos documentos. Se
sorprendió al ver la entrada de Thomas al despacho sin llamar previamente.
(Karen) -. Buenos días Thomas!
A qué se debe esta entrada, que yo tenga conocimiento no ha sido llamado a este
despacho, y esas maneras de entrar no son las mas adecuadas…
(Sra. Emilia) -. He sido yo
Karen. Yo he autorizado su entrada y yo le he hecho venir a tu despacho. En
cuanto firme su nuevo contrato, Thomas será el capataz de la fundación y en
condición de capataz está aquí. Ya te he advertido en varias ocasiones que no
estas prestando demasiada atención a tu trabajo. Sin ir más lejos el caso de
las celadoras ha sido lo que ha colmado el vaso, y será tu último descuido en
mucho tiempo, espero. Ya te he advertido que encontraría a alguien para
encargarse de ti, y Thomas va a ser el encargado de hacerte comprender que los
errores, tienen sus consecuencias.
(Karen) -. Sra. Emilia! Yo no
soy ninguna damisela para que me… eso… Supero la cincuentena para andar
recibiendo correctivos, señora!!!
(Sra. Emilia) -. Desde luego
que no eres una mocosa!!! Pero el caso de las celadoras es algo imperdonable,
eso adjuntado a la alumna que has enviado a un plan que no tenías autoridad
para enviarla… aunque por otro lado, el castigar a esa chica no ha estado mal
que lo hicieras, sus padres conocen perfectamente los castigos que se aplican
en esta Fundación y firmaron su consentimiento. Yo soy mayor que tú, y el
alcalde, mi marido. Aun me vapulea cuando lo considera necesario. O sea que déjate de remilgos y quítate la
falda, ya que al ser de tubo y ajustada no te la va a poder levantar, por lo
tanto quítatela o lo hare yo misma.
La señora Emilia hizo
ademan de levantarse, cuando Karen Johnson se desabrocho la falda e hizo bajar
la cremallera lateral de la falda cayendo a sus pies, quedándose en unas finas
braguitas de seda blancas transparentes.
El señor Thomas se dirigió al mueble del rincón, y abriendo un armario
extrajo una vara de avellano gruesa, volviendo con ella en la mano segundos
después, con el extremo de la vara, dio unos golpecitos sobre la mesa del
despacho de la propia directora. Las palabras sobraban, está, se inclinó sobre
la mesa apoyando el pecho y con sus manos estiradas agarrándose al otro
extremo. Acechándose a ella introdujo sus dedos en el interior de la cinturilla
de sus bragas, bajándoselas con delicadeza a medio muslo. El Sr. Thomas como
buen disciplinador, colocándose detrás de ella a su izquierda, blandió la vara
en el aire varias veces, pasando la vara lo suficientemente cerca del trasero
para que sintiera la brisa de la vara al cortar el aire, así como admirar como
se estremecía encogiéndose las nalgas desnudas de la directora. A un gesto de
la Sra. Emilia, comenzó el castigo con la vara, haciendo fe a su labor, la vara
fue golpeando la robustez del culo desnudo, sembrando una marca roja en línea en
la blancura del trasero. A cada azote que
recibía, se escuchaba un gutural gemido de dolor que salía de los labios de la
directora. El Sr. Thomas fue dejando una marca debajo de la siguiente a una
separación de uno o dos centímetros, entre una marca y otra. Así hasta marcar
el trasero con treinta buenos varazos, en ese momento el Sr. Thomas dirigió su
mirada a la señora alcaldesa, haciendo esta un gesto con el dedo índice
indicando que continuará con el castigo, con lo que el Sr. Thomas continuo
utilizando la vara, ahora golpeaba entre medias de cada marca roja, poniendo
colorado y surcado todo el trasero con la vara. Solamente había que ver como
meneaba el culo la directora, a partir del treintaiunavo azote, ya que tras
este, a cada azote Karen menaba el trasero de lado a lado, o levantaba una pierna
flexionándola hacia arriba, y luego de igual manera la pierna derecha. Al no quedar ya ninguna zona blanquecina en
sus nalgas, y habiendo llegado a los cincuenta azotes. Volvió su mirada a la
Sra. Emilia, pero esta continuaba impasible. Con lo cual, continuo lacerando el
trasero de la directora con otra veintena más de azotes, las nalgas habían
dejado de estar rojas, para pasar a un tono más oscuro, surgiendo donde la vara
había caído varias veces, unos alineados verdugones finos, y estos comenzaban a
reventarse a nuevos azotes, llegados a los cien, el culo estaba muy maltrecho,
con lo que conlleva un castigo de ese nivel, de las marcas más pronunciadas
habían unas gotitas de sangre formando hilillos de la misma que bajaban por sus
nalgas, desde hacía unos minutos la directora estaba llorando, llegado a ese
momento, la alcaldesa levanto la palma de su mano indicando que era suficiente.
El señor Thomas, arrojo la vara al suelo de malas maneras. Era su forma de
indicarle a la alcaldesa que había ido demasiado lejos, acto seguido abandono
el despacho desairado.
(Sra. Emilia) -. Bien… aun
sigues pensando que eres muy mayor para ser castigada? Así aprenderás que si
digo que mereces un correctivo, no me replicaras de nuevo, de un simple castigo
que te merecías, has hecho que me vea obligada a hacer que recibas un
correctivo mayor y más severo. .-
La señora alcaldesa, se levantó del diván. Dirigiéndose a un armario, extrajo
las gasas y agua oxigenada para desinfectar. Con suma delicadeza fue aplicando
las gasas empapadas en agua oxigenada, y limpiando así el trasero de la
directora. -. Lamento que me hayas
forzado a castigarte de este modo, pero aprenderás que a mí!!! No se me
replica, y menos aún ante otras personas inferiores, cuando estemos a solas,
replica lo que desees, quédate quieta, te voy a limpiar bien el trasero, luego
ya hablaremos de otros temas, cuando estés mejor.
Pasados unos treinta
minutos, las nalgas dejaron de brotar esos hilillos de sangre, quedando las
nalgas bien aseadas, pero muy marcadas por la vara. La propia alcaldesa le
subió las bragas ajustándoselas a la cintura y ayudo a la directora a
incorporarse, aun con lagrimones descendiendo por sus mejillas del dolor. Se llevó una de sus
manos, la derecha a tocarse el culo, pero ni tan siquiera soportaba el tacto de
su mano. En ese instante se abrazó a la alcaldesa, devolviéndole está el abrazo
consolándola afectuosamente.
(Sra. Emilia) -. Espero que no
se te ocurra cometer el mismo error, siempre hemos sido muy buenas amigas, pero
no te tolerare ninguna imprudencia… Y si debo hacer que te vuelvan a castigar,
no lo dudes que lo hare, aunque me pese tener que hacerlo…
(Continuará…)
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