miércoles, mayo 23, 2018

UN AÑO SABATICO CON SOBRESALTOS Capitulo 7


                            UN AÑO SABATICO CON SOBRESALTOS          Capitulo  7

      Las alumnas caminaban ligeras a sus clases, estaba prohibido permanecer  por los pasillos sin una causa justificada.   Alison y Laura caminaban desorientadas sin saber muy bien a donde debían ir, ya que al salir del despacho de la directora, no las acompaño ninguna celadora, e iban de un pasillo a otro.   Así fue como se dieron de bruces al girar por uno de los pasillos, con el Sr. Thomas, un señor de unos sesenta años alto y corpulento, vestía un traje  negro. Las dos muchachas se llevaron un susto enorme al prácticamente chocar con esa mole humana de negro.
(Sr. Thomas)   -. Se puede saber a dónde vais vosotras? No deberíais estar en clase?
    Alison y Laura no sabían que responder, Alison recordaba a  ese señor del primer día cuando llego en compañía del alguacil Felipe. Pero no sabía que responder…
(Sr. Thomas)   -. Y vuestras celadoras? Dónde están?
     Tampoco respondieron nada, pues no sabían dónde estaban. En esa situación el Sr. Thomas cogió a cada una de la mano y las insto que le siguieran.  Llevaban caminando unos minutos por aquellos largos pasillos, bajando por unas escaleras al piso inferior, y andando por un nuevo pasillo. Alison fue la primera que empezó a detenerse, con lo que el Sr. Thomas tenía que hacerla caminar, Alison cada vez que se detenía cruzaba sus piernas. Ante la insistencia del mayordomo, Alison caminaba tras él, yendo sujetada de su mano izquierda, mientras Laura iba sujeta de la mano derecha, poco después era Laura la que al igual que Alison se detenía, ambas cruzaban sus piernas.
(Sr. Thomas)  -. No os detengáis, ya sé que tenéis las dos pis, pero si lo hacéis encima mojando las braguitas vais a saber lo que es bueno… Lo que no llego a comprender es lo que hacíais solas por los pasillos. Aquí hay un lavabo, aunque es de los profesoras, pero debido a la urgencia podéis entrar. .- Entraron delante del amable señor, lo que les sorprendió a ambas es que él se encargó de bajarle las braguitas a Laura, colocándola en el inodoro, luego fue hacia donde se ha había metido Alison, que en esos instantes procedía a cerrar la puerta, pero Alison se sorprendió al ver que ese señor habría su puerta, cuando ella ya se había introducido sus manos bajo la falda para bajarse sus braguitas, pero…-. A dónde vas tan rápido pequeña? Sabéis que por vuestra condición no podéis hacerlo solas, sin la supervisión de un adulto.
       Alison roja de la vergüenza se quedó petrificada teniendo sus manos a punto de bajarse las braguitas por  la cinturilla, cuando el Sr. Thomas se le acerco y levanto la falda, él se encargó de bajarle las braguitas. Aquello no se lo esperaba la pequeña Alison a sus veinticinco años, y que un hombre que podía ser su abuelo, le bajase sus braguitas para ponerla en el inodoro, con la impresión que le causo tener que pasar esa vergüenza, se le escaparon unas gotas mojando sus braguitas, pues el Sr. Thomas cuando se las quiso sujetar por el elástico de la cinturilla y  bajárselas fue tarde,  ya las había mojado. Luego las dos muchachas tuvieron que hacer sus necesidades ante la atenta mirada del mayordomo, al principio les costó bastante, pero la necesidad era acuciante en ambas, por lo que acabaron haciendo pis ante el Sr. Thomas.
     En ese preciso instante la puerta se abrió, entrando la Sra. Emilia al servicio…
(Sra. Emilia)   -. Que es esto!!! Desde cuando usted entra al servicio de las señoras? Que diablos ocurre en este centro que nadie respeta las normas.
(Sr. Thomas)   -. Disculpe Sra. Emilia, pero la situación lo requería estas dos alumnas las he encontrado deambulando perdidas por los pasillos, y cuando me disponía a llevarlas al despacho de la directora, a las chicas les urgía ir al servicio, me he visto obligado a hacerlas entrar en el primer servicio disponible, o se habrían orinado encima, para una de ellas casi ha sido tarde, pues a mojado sus braguitas.
(Sra. Emilia)   -. Como es posible que deambularan por los pasillos? .- Entrando al servicio y  cerrando la puerta vio a las chicas sentadas en los inodoros con sus braguitas en los tobillos haciendo sus necesidades. -. Vosotras dos teníais que ser!!! Que hacíais deambulando? Y vuestras celadoras?
     Las dos chicas se encogieron de hombros al no saber que responder…
(Sra. Emilia)   -. Es que no vais a responder ninguna? No me habéis escuchado!!! Donde están las celadoras que os llevaban y debían de haberos llevado a clase…
      Alison siendo más descarada que Laura, y que no la temía tanto como Laura, respondió con descaro…
(Alison)   -. No tenemos ni idea de donde están… Salimos del despacho de la directora a buscar unos documentos, y al llegar al departamento de las celadoras aguardamos afuera sentadas en unas sillas como se nos dijo que hiciéramos. Luego las celadoras salieron muy preocupadas con una carpeta y nos dejaron allí, pues no nos dijeron nada a nosotras. Y paso el tiempo y como no venían pues… buscábamos una celadora que nos guiase a clase, más no sabemos… de saber a qué clase debíamos ir, habríamos ido nosotras mismas…
      Con las palabras de Alison, la Sra. Emilia hizo un gesto como que se imaginaba lo sucedido, pues recordó lo sucedido en el despacho después de recibir a las celadoras, y la censura a ambas. Estaba claro que con los nervios de haberse dado cuenta que no se habían leído los informes, como deberían de haber hecho, se olvidaron de las chicas.
(Sra. Emilia)   -. Sr. Thomas puede salir conmigo a fuera un momento… Vosotras quedaros ahí, ahora entrare a por vosotras yo misma.
       Salió primero la Sra. Emilia seguida del Sr. Thomas,…
(Sra. Emilia)   -. Sr. Thomas, ya imagino lo sucedido a las chicas. Las celadoras han sido sancionadas hace varios minutos, una ha sido suspendida dos semanas de empleo y sueldo, la segunda enviada a usted para recibir disciplina. Una tal Ana Guzmán. Imagino que aún no se ha entrevistado con ella.
(Sr. Thomas)   -. Pues dice usted bien, aun no me he entrevistado con ella. Sabe usted bien, que a estas horas de la mañana superviso que ninguna alumna quede rezagada por los pasillos y todas estén en clase. Ahora me dirigía a mi despacho, cuando me he encontrado a las chicas con régimen especial, por ello me encontraba yo dentro del servicio con ellas, no es el servicio que deben utilizar las alumnas, pero a las pobres con ese tratamiento no habrían llegado a dependencias de las alumnas. Disculpe si le ha causado una usurpación el utilizar servicio de profesoras.
(Sra. Emilia)   -. No es necesario que se disculpe, entiendo que las chicas iban apuradas. Es otra de las negligencias de las celadoras, pues esas chicas por su tratamiento especial, deberían de llevar pañales y no ir en braguitas para evitar este riesgo. Ahora puede retirarse a su despacho, en el, debe estar aguardando una de las celadoras, junto con el resto de celadoras que deben estar aguardando que usted les de sus instrucciones del día.  Por cierto, encárguese de todas y cada una de las celadoras que tengan en el contrato incluido el de ser disciplinadas de este turno, para comunicarle este comunicado es por lo que le buscaba a usted.   Y las que no, envíelas al despacho de Karen que las estaré esperando personalmente yo.   Luego desearía que me hiciera un pequeño favor, cuando haya acabado de ocuparse de las celadoras, me llama al móvil. Karen últimamente está cometiendo algunos errores que hay que subsanar antes de que cometa más. Podrá hacerlo?  
(Sr. Thomas)   -. Qué tipo de disciplina desea que les imparta?
(Sra. Emilia)    -. La tal Ana Guzmán es portadora de una nota mía, a las demás como no han sido sorprendidas en la falta, aunque es conocido que son culpables, una pequeña amonestación bastara, con veinte de vara bastara. Primero encárguese de la tal Ana, en su nota va descrita la falta cometida, con lo que resulta equivalente para las demás, pero al no ser halladas cometiendo la falta directamente, les hace saber por qué por esta ocasión todas recibirán el mismo trato de correctivo de aviso. Y con el turno de noche, recuerde que deberá darles el mismo recordatorio, y las del turno de noche que en su contrato estén exentas, que se esperen mañana hasta que las entreviste en el despacho de la directora Karen. Esta todo claro?
(Sr. Thomas)   -. Desde luego que está muy claro… Otro tema es como se lo van a tomar las celadoras, es complicado después del tiempo que llevan actuando mal.
(Sra. Emilia)   -. Actuando mal, dice? No me dirá que usted lo sabía!
(Sr. Thomas)   -. Usted señora conoce mis funciones en esta gran casa… Por supuesto que lo sabía, ya le advertí a usted que yo debería tener más autoridad, que un simple mayordomo no era el puesto más indicado, para alguien que se encarga de corregir  a las trabajadoras, que debía tener un puesto de más consideración hacia ellas, para que me tuvieran más respeto y mi palabra tuviera autoridad en ellas. Pero usted considero en su momento que como mayordomo ya era suficiente, claro que entonces eran pocas las trabajadoras en este centro y me consideraban su superior, luego esta casa se convirtió en Fundación, y las trabajadoras me ven a mi como un igual, aunque para las que tienen  contrato con células de aplicación de correctivo o clausulas, aceptan mi autoridad. El resto solamente soy un mayordomo de la casa, y no me prestaron ninguna atención cuando las advertí que no era correcto lo que hacían. Esto se lo advertí a usted que sucedería, y ya ve, tenía yo razón. 
(Sra. Emilia)   -. Me doy perfecta cuenta de ello, y que usted me lo advirtió que sucedería, tomare cartas sobre ese asunto, no puedo ascenderle, pero si dejar claro que su puesto es de capataz de la fundación y que está aquí en condición de que haya la correcta armonía en el trabajo, como cargo de igualdad con la dirección de la fundación. Eso creo que será suficiente por el momento. Y le cambiare el despacho a la planta de oficinas, al lado de mi despacho y el de Karen. Justamente hay uno libre, lo acondicionare en estos días para que lo pueda ocupar en breve. Luego cuando venga a aclarar las ideas a Karen, cambiaremos su contrato laboral… luego nos vemos…
      La alcaldesa entro de nuevo al servicio para encargarse de las chicas, al entrar las dos aún permanecían sentadas en los inodoros, habían llegado a temer a la Sra. Emilia y respetarla, por nada del mundo se hubieran atrevido a desobedecerla. Alison a sus veinticinco años estaba muy avergonzada, un hombre que podría pasar por su abuelo la había puesto como una chiquilla de seis años a hacer pis, y de la impresión se había mojado las braguitas, pues al ver como abría la puerta del servicio, se quería morir de la vergüenza, y no digamos cuando se vio que él, le levanto su falda y le bajo las bragas, aquello la desconcentro, lo que hizo que su vejiga liberara líquidos. Laura se sentía aun peor, a sus treinta años y pasando por aquella locura, pues aún no se podía hacer a la idea de lo que estaba viviendo.
    Al entrar la Sra. Emilia se ocupó primero de Laura, haciéndole poner en pie y subirle las braguitas de ositos marrones. Luego se ocupó de Alison, pero con esta al ir a subirle las braguitas vio que se las había mojado.
(Sra. Emilia)   -. Mira cómo te has puesto las bragas, cochina!!! No te doy una azotaina ahora mismo, porque no es culpa tuya que haya sucedido esto, pero vas a ir con las bragas mojadas, ven que te suba esas braguitas de ositos, veo que a las dos os han puesto braguitas iguales.
     La Sra. Emilia se lavó las manos, y se arregló facialmente, pues era a lo que había entrado al servicio. Las dos chicas salieron del servicio con ella, minutos después entraban en la dependencia de las celadoras y abriendo un armario saco dos pañales, además de unas bragas blancas de algodón con cierre a la espalda, para que no se las pudieran quitar las chicas. En breves minutos después salían de nuevo al pasillo conduciéndolas a su clase, yendo las dos chicas muertas de la vergüenza al entrar en la aula con sus faldas abultadas por el pañal, y viendo en las demás alumnas como sonreían al verlas.

        El Sr. Thomas se encamino hacia su despacho, pasando primeramente por el comedor donde aguardaban las celadoras instrucciones sobre sus trabajos a realizar, estas eran bastantes más que las de las aulas normales, donde solamente con veinte celadoras bastaban, y estas no se reunían en dicha sala, pues sus trabajos eran aleatorios. Las de las alas sur y este vestían falda blanca con tirantes y blusas azul celeste.  Estas aguardaban sentadas alrededor de dos mesas, donde eran ocupadas normalmente por las alumnas. El Sr. Thomas entro con gesto agrio claramente algo sucedía, y todas las celadoras se percataron de ello, pues ya esperaban una bronca, pues ahí también se encontraban  Ana y Betty, era de esperar que hubieran hablado entre ellas.
(Sr. Thomas)   -. Buenos días señoras y señoritas!   Bueno… imagino que ya habéis hablado con Ana y Betty aquí presentes. Me acaba de informar la Sra. Emilia de lo sucedido a vosotras dos.  No voy a deciros que ya os lo había dicho que pasaría, porque lo he repetido hasta la saciedad que hacíais mal, esas cosas se hablan y se discuten, para quienes sean de la responsabilidad se encarguen de arreglar o cambiar, pero nunca tomaros la ley por vuestra mano, pues ello tiene consecuencias.  El caso es que se ha descubierto el pastel! Y van a ver represalias por la dirección como era de esperar y que yo os lo había avisado.   Aquí y ahora en el turno de día, estáis las sesenta celadoras del turno de día, las cuarenta de la noche también se les ajustara las cuentas mañana al finalizar su turno. Las que no tenéis cláusula en vuestros contratos de disciplina, levantaros de las sillas y poneros en pie. Sois unas cuarenta verdad? Bien! Os podéis retirar e ir al despacho de la directora, excepto Betty Shepard que ya es conocedora de su sanción, las demás podéis salir. Las que tenéis cláusula, poneos en fila a la puerta de mi despacho, iréis entrando una después de otra, la primera Ana Guzmán.
    El Sr. Thomas aguardo que se fueran colocando las chicas en el pasillo formando una fila india, una vez colocadas, abrió la puerta invitando a Ana Guzmán que entrara delante de él. La puerta se cerró tras entrar el mayordomo…
(Sr. Thomas)   -. Tienes una nota que entregarme, verdad? Entrégamela! .- El Sr. Thomas la leyó detenidamente. Luego se encamino a un mueble que tenía al fondo, lo abrió extrayendo un expediente, el cual repaso leyendo su contenido y lo deposito sobre su mesa. Luego volvió a donde se había detenido Ana. Se la podía ver nerviosa como un flan, se acariciaba sus manos entrelazando sus dedos dados sus nervios. El Sr. Thomas agarro una silla colocándola en el centro entre la celadora y él, sentándose en ella. -. Bueno después de haber ojeado tu expediente, solamente tienes algunas notas informando de faltas leves, por lo que son de poca importancia, en ese sentido vas a tener suerte. Ahora acércate, levántate la falda y bájate las bragas colocándote sobre mis rodillas boca abajo. A qué esperas!!! Tengo mucho trabajo por vuestra culpa, o sea que aligérate…
     Ana miraba con los ojos desorbitados, pero no deseaba empeorar su situación, así que se levantó su falda por detrás e introduciendo sus manos se bajó las bragas, luego se volvió a levantar la falda, pues esta se le había bajado y sujetándola se colocó sobre las rodillas, con sus aureolas de sus mejillas  coloradas por la vergüenza y el trasero al aire. Con los ojos cerrados, empezó a sentir el sonido de los azotes, así como su trasero iba sintiendo como se le iba calentando de manera progresiva. La azotaina duro varios minutos, entre diez o quince pudo calcular ella, aunque fue algo más de ese tiempo. Podía sentir como su trasero le abrasaba, pero no dijo nada y ni se quejó ni una sola vez, aunque si de su boca brotaban gemidos de dolor, pues llego un momento que le ardía el culo de verdad y ya no podía aguantar mucho más sin ponerse a llorar.
(Sr. Thomas)   -. Levántate! .- Tenia sus manos aferradas a las patas de la silla, y cuando recibió la orden de levantarse, lo hizo apoyando sus manos sobre la pierna izquierda del Sr. Thomas, tenía el rostro descompuesto por el dolor, de sus ojos salían unas lágrimas, aunque no se había puesto a llorar en ningún momento, las lágrimas se deberían a la impotencia y vergüenza. Se sobó el culo a dos manos sobre la falda, pues al levantarse esta se le había bajado, aunque conservaba sus bragas aun bajadas. -. Ahora apoya tus manos sobre el asiento de la silla, manteniendo las piernas rectas. .- El Sr. Thomas se había levantado de la silla, dando paso a colocarse la joven en la posición indicada -. .
    La muchacha seguía sobándose el culo, pero adopto la posición que se había mandado colocarse. Ella pudo ver como el mayordomo se colocaba tras de ella, y agarrando el dobladillo de su falda se la subió doblándola sobre su espalda, dejando su colorado trasero al aire. Luego la joven escucho que caminaba hacia el rincón, donde había un extensible del cual había varios grosores de varas colocadas en horizontal, pudo ver que agarraba una vara de grueso calibre, y pudo escuchar como la hizo silbar varias veces en el aire, mientras caminaba hacia ella, esos silbidos la hacían aguantar la respiración  estremecida y asustada. Aterrada vio cómo se colocaba él a su izquierda al manejar la vara con la mano derecha. En apenas  tres minutos tiempo le asesto veinte azotes sobre sus nalgas desnudas, a un azote cada diez segundos aproximadamente, marcando en su culo veinte líneas debidamente colocadas una bajo la otra. Depositando la vara sobre su espalda, le subió las bragas, eran unas bragas de encaje rosas. Recogió la vara de la espalda  y dejo caer la falda de la joven cubriendo su trasero. Entonces se encamino a su mesa, sentándose tras ella, cogió el expediente de ella y escribió unas anotaciones que describían el castigo recibido.
(Sr. Thomas)  -. Ven y acércate a la mesa, tienes que firmar en esta hoja que quedara anotada en tu expediente.  Bien, puedes retirarte y volver a tus obligaciones. Recibirás en breve una copia de este expediente. Haz pasar a la siguiente…
     La joven salía del despacho meneando sus caderas, al tiempo que se acariciaba el trasero por encima de la falda, al traspasar la puerta y ver a sus compañeras se puso a llorar y sin querer  mirarlas se alejó, entro la siguiente que aguardaba afuera cerrando la puerta a su paso.
(Sr. Thomas)    -. Nombre!!!  Bien, Isabel Ferrán,  dices. .-El Sr. Thomas, del archivador extrajo su expediente, dejándolo sobre su mesa. -. Inclínate sobre el asiento de la silla poniendo tus manos.
      La chica obedeció sin rechistar adoptando la posición mandada.  El mayordomo se colocó tras ella y levanto su falda, doblándola sobre su espalda en dos pliegues, luego agarro el elástico de la cinturilla de sus bragas verde esperanza y se las bajo a las rodillas. Luego se desplazó al rincón, agarrando una vara de grosor mediano y se encamino hacia la muchacha colocándose a su izquierda. Los veinte azotes fueron rápidos, marcando veinte líneas bien rojas en sus robustas nalgas una encima de la otra como si hubiera utilizado una cinta métrica, para que cada línea quedara marcada a la misma distancia una de otra.   Luego le subió sus bragas y le bajo la falda. Poco después la chica llamada Isabel Ferrán, firmaba su expediente y salía del despacho. Así fueron desfilando una tras otra por el despacho, al salir todas salían sobándose el culo con mas fricción unas que otras, la que tenían culo con mediana robustez, salían sobándose  con una o dos manos, en cambio las que tenían el culo pequeño, la mayoría de ellas salían llorando a lagrima viva, y sobándose vigorosamente su trasero…
     En el pasillo frente a la puerta de la directora aguardaban el resto de las celadoras, la Sra. Emilia acababa de llegar entrando al despacho e invitando a todas a entrar delante de ella. Todas iban preocupadas por lo que pudiera suceder, y que represalias iban a tomar para ellas. Al entrar todas entro la Sra. Emilia cerrando la puerta del despacho. Y tomo la palabra…
(Sra. Emilia)   -. Creo que todas conocéis por qué estamos aquí, verdad? .- Todas asintieron con un movimiento de cabeza afirmativo. -. Por esta ocasión no va haber despidos, pero van haber cambios drásticos. Las chicas que han recibido correctivo disciplinario, para ellas no les afectara, aunque si constara en sus expedientes. Para vosotras en cambio, vais a tener que quedaros cada día dos horas más de trabajo, hasta recuperar las horas que habéis trabajado de menos en estos cuatro meses, hemos calculado que son cuatro meses, y si no lo son, es lo de menos. Por otro lado constara en vuestros expedientes, ya  que se os van abrir a todas vosotras como falta muy grave, con lo cual, si en un periodo de un año no cometéis falta grave alguna, los expedientes abiertos quedaran sin valor, pero si cometéis una falta en este periodo, seréis despedidas en el acto sin indemnización económica.  Como es necesario que alguien tenga autoridad sobre vosotras, el Sr. Thomas pasara a  ser capataz de esta Fundación, por lo que el dispondrá de autoridad sobrada a actuar como crea conveniente. Si alguna de vosotras no está de acuerdo, que se quede en este despacho para formalizar su despido inmediato, y si alguna de vosotras preferís cambiar la cláusula de vuestro contrato a aplicación de correctivos, que vaya al despacho del Sr. Thomas. Podéis retiraros a vuestros trabajos respectivos…
     Todas las chicas salieron del despacho, formando un coro en el pasillo y hablaron entre ellas, minutos después se retiraban con sus rostros claramente enfurruñados, pues algunas de ellas formularon la posibilidad de declararse en huelga, pero en ese instante llego el Sr. Thomas y les dio su opinión al respecto.
(Sr. Thomas)   -. … decís de declararos en huelga…? Eso después de cómo habéis hecho caso omiso, no respetando vuestros horarios laborales voluntariamente, sin haberlo comunicado a la empresa previamente, está, tiene la libertad que vosotras mismas les habéis concedido al no respetar los horarios estipulados en vuestros contratos, a ser despedidas en el acto, ningún sindicato os apoyaría después de ser informado de la razón del despido, por lo tanto, si no os han sancionado como a Betty Guzmán con despido de dos semanas de empleo y sueldo, podéis estar contentas.
    El Sr. Thomas espero que se disolvieran las celadoras, desapareciendo por los pasillos en varias direcciones, dependiendo de sus trabajos. Entonces extrajo su teléfono del bolsillo, marcando un número…
(Sr. Thomas)   -. Si, si Sra. Emilia. Estoy en la puerta del despacho… bien enseguida entro…
     El Sr. Thomas entro en el despacho sin llamar, encontrándose con la Sra. Emilia sentada en un diván sentada, enfrente de ella en pie, estaba Karen la directora mostrándole unos documentos. Se sorprendió al ver la entrada de Thomas al despacho sin llamar previamente.
(Karen)   -. Buenos días Thomas! A qué se debe esta entrada, que yo tenga conocimiento no ha sido llamado a este despacho, y esas maneras de entrar no son las mas adecuadas…
(Sra. Emilia)   -. He sido yo Karen. Yo he autorizado su entrada y yo le he hecho venir a tu despacho. En cuanto firme su nuevo contrato, Thomas será el capataz de la fundación y en condición de capataz está aquí. Ya te he advertido en varias ocasiones que no estas prestando demasiada atención a tu trabajo. Sin ir más lejos el caso de las celadoras ha sido lo que ha colmado el vaso, y será tu último descuido en mucho tiempo, espero. Ya te he advertido que encontraría a alguien para encargarse de ti, y Thomas va a ser el encargado de hacerte comprender que los errores, tienen sus consecuencias.
(Karen)    -. Sra. Emilia! Yo no soy ninguna damisela para que me… eso… Supero la cincuentena para andar recibiendo correctivos, señora!!!
(Sra. Emilia)   -. Desde luego que no eres una mocosa!!! Pero el caso de las celadoras es algo imperdonable, eso adjuntado a la alumna que has enviado a un plan que no tenías autoridad para enviarla… aunque por otro lado, el castigar a esa chica no ha estado mal que lo hicieras, sus padres conocen perfectamente los castigos que se aplican en esta Fundación y firmaron su consentimiento. Yo soy mayor que tú, y el alcalde, mi marido. Aun me vapulea cuando lo considera necesario.  O sea que déjate de remilgos y quítate la falda, ya que al ser de tubo y ajustada no te la va a poder levantar, por lo tanto quítatela o lo hare yo misma.
    La señora Emilia hizo ademan de levantarse, cuando Karen Johnson se desabrocho la falda e hizo bajar la cremallera lateral de la falda cayendo a sus pies, quedándose en unas finas braguitas de seda blancas transparentes.  El señor Thomas se dirigió al mueble del rincón, y abriendo un armario extrajo una vara de avellano gruesa, volviendo con ella en la mano segundos después, con el extremo de la vara, dio unos golpecitos sobre la mesa del despacho de la propia directora. Las palabras sobraban, está, se inclinó sobre la mesa apoyando el pecho y con sus manos estiradas agarrándose al otro extremo. Acechándose a ella introdujo sus dedos en el interior de la cinturilla de sus bragas, bajándoselas con delicadeza a medio muslo. El Sr. Thomas como buen disciplinador, colocándose detrás de ella a su izquierda, blandió la vara en el aire varias veces, pasando la vara lo suficientemente cerca del trasero para que sintiera la brisa de la vara al cortar el aire, así como admirar como se estremecía encogiéndose las nalgas desnudas de la directora. A un gesto de la Sra. Emilia, comenzó el castigo con la vara, haciendo fe a su labor, la vara fue golpeando la robustez del culo desnudo, sembrando una marca roja en línea en la blancura del trasero. A  cada azote que recibía, se escuchaba un gutural gemido de dolor que salía de los labios de la directora. El Sr. Thomas fue dejando una marca debajo de la siguiente a una separación de uno o dos centímetros, entre una marca y otra. Así hasta marcar el trasero con treinta buenos varazos, en ese momento el Sr. Thomas dirigió su mirada a la señora alcaldesa, haciendo esta un gesto con el dedo índice indicando que continuará con el castigo, con lo que el Sr. Thomas continuo utilizando la vara, ahora golpeaba entre medias de cada marca roja, poniendo colorado y surcado todo el trasero con la vara. Solamente había que ver como meneaba el culo la directora, a partir del treintaiunavo azote, ya que tras este, a cada azote Karen menaba el trasero de lado a lado, o levantaba una pierna flexionándola hacia arriba, y luego de igual manera la pierna derecha.  Al no quedar ya ninguna zona blanquecina en sus nalgas, y habiendo llegado a los cincuenta azotes. Volvió su mirada a la Sra. Emilia, pero esta continuaba impasible. Con lo cual, continuo lacerando el trasero de la directora con otra veintena más de azotes, las nalgas habían dejado de estar rojas, para pasar a un tono más oscuro, surgiendo donde la vara había caído varias veces, unos alineados verdugones finos, y estos comenzaban a reventarse a nuevos azotes, llegados a los cien, el culo estaba muy maltrecho, con lo que conlleva un castigo de ese nivel, de las marcas más pronunciadas habían unas gotitas de sangre formando hilillos de la misma que bajaban por sus nalgas, desde hacía unos minutos la directora estaba llorando, llegado a ese momento, la alcaldesa levanto la palma de su mano indicando que era suficiente. El señor Thomas, arrojo la vara al suelo de malas maneras. Era su forma de indicarle a la alcaldesa que había ido demasiado lejos, acto seguido abandono el despacho desairado.
(Sra. Emilia)   -. Bien… aun sigues pensando que eres muy mayor para ser castigada? Así aprenderás que si digo que mereces un correctivo, no me replicaras de nuevo, de un simple castigo que te merecías, has hecho que me vea obligada a hacer que recibas un correctivo mayor y más severo. .- La señora alcaldesa, se levantó del diván. Dirigiéndose a un armario, extrajo las gasas y agua oxigenada para desinfectar. Con suma delicadeza fue aplicando las gasas empapadas en agua oxigenada, y limpiando así el trasero de la directora. -. Lamento que me hayas forzado a castigarte de este modo, pero aprenderás que a mí!!! No se me replica, y menos aún ante otras personas inferiores, cuando estemos a solas, replica lo que desees, quédate quieta, te voy a limpiar bien el trasero, luego ya hablaremos de otros temas, cuando estés mejor.
     Pasados unos treinta minutos, las nalgas dejaron de brotar esos hilillos de sangre, quedando las nalgas bien aseadas, pero muy marcadas por la vara. La propia alcaldesa le subió las bragas ajustándoselas a la cintura y ayudo a la directora a incorporarse, aun con lagrimones descendiendo por  sus mejillas del dolor. Se llevó una de sus manos, la derecha a tocarse el culo, pero ni tan siquiera soportaba el tacto de su mano. En ese instante se abrazó a la alcaldesa, devolviéndole está el abrazo consolándola afectuosamente.
(Sra. Emilia)   -. Espero que no se te ocurra cometer el mismo error, siempre hemos sido muy buenas amigas, pero no te tolerare ninguna imprudencia… Y si debo hacer que te vuelvan a castigar, no lo dudes que lo hare, aunque me pese tener que hacerlo…

(Continuará…)



    

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