EL CASO
DE LAS AMAPOLAS Capitulo 6
Marie junto a su amiga Vanessa, como su pequeña
hermana Yuni Lee, las tres habían escuchado de fondo aquel sonido
característico, una de las chicas de la casa estaba siendo castigada, es lo que
pensaron en un primer instante, aunque las sospechas recaían sobre la Sra.
Myers. Por la forma como había
sido increpada por el Sr. Fiscal General
llamándole la atención con voz grave
y fuerte, incluso las chicas se habían
quedado al escucharle de piedra paralizadas, siendo incapaces de moverse, por
si ellas habían podido ser las causantes
de alguna torpeza. Sobre todo la forma que hablaba el Sr. Fiscal General,
demostrando claramente estar irritado dada su voz enérgica, que haría
estremecerse a cualquiera, el enviar al despacho a la Sra. Myers, diciéndole
que la aguardaba en él, el Sr. Charlton,
había sido muy explícito en aquella frase.
Poco después
salía de la habitación la Sra. Myers sin mostrar ningún reflejo de preocupación
o intriga en su rostro, tras dejar a las chicas en la habitación con sus
pijamas puestos preparadas para meterse en la cama. Minutos después se
escuchaban aquellos sonidos
inconfundibles, les hizo temerse lo peor
a las tres. Pero la más preocupada era Marie, ella era la única
que conocía lo que iba acontecer al día siguiente, el Fiscal General había sido
muy claro al hablar con ella, estarían en manos de aquella señora desconocida
para ella, pero de la cual había escuchado hablar a su madre y el que
posiblemente estuviera siendo castigada con un correctivo por culpa de ellas,
hizo pensar a Marie que iban a tener serios problemas, así como temer sus
consecuencias o sus represalias en el
caso, de que aquel correctivo que estaba siendo aplicado, fuera a ella.
La sola idea
de pensarlo la hizo estremecer todo su cuerpo, viéndose en la necesidad de
introducir sus manos entre la cinturilla del pantalón del pijama, y acariciarse
el trasero por encima de las braguitas blancas de algodón, con aquellos
ramilletes de florecillas de lavanda con el fondo de color lila, que claramente
se transparentaban a través del pijama. En las palmas de sus manos aun sentía
claramente el intenso ardor que emanaba de su trasero, incluso a través del
tejido de algodón de sus braguitas. No pudiendo evitar exclamar un “AY” al
suave contacto de las palmas de sus manos al sobarse con suavidad el culo
inflamado. Pero aun sintiendo un intenso dolor, sus labios mostraban una tenue
sonrisa al recordar cómo se había sentido, cuando se encontraba sobre las
rodillas del Sr. Charlton echada boca abajo, y como sus manos le subían su
corta falda dejando sus bragas cubriendo su espléndido trasero al descubierto
para recibir una azotaina, al tiempo que una enorme angustia, como vergüenza
pues ella sentía como el elástico de las perneras de sus braguitas, la
molestaban al tener el culo dolorido e inflamado, y que las marcas del cinturón
de su padre tras la azotaina dentro del ascensor, debían ser claramente visibles.
Con esos pensamientos en su mente, así como el intenso fuego que irradiaba su
trasero, pudo sentir como el fondillo de sus braguitas se humedecían, sintiendo
la ansiada necesidad de llevarse su mano derecha a su entrepierna, pero la
vergüenza de hacerlo ante Vanessa y Yuni Lee, la paralizaron dejándola con unas
ganas locas de tocarse de manera intima, tras lo cual decidió pensar en otra
cosa y se dio la vuelta para mirar hacia ellas.
Marie se volvió hacia su compañera Vanessa
para mirarla, sorprendiéndola con la mano derecha metida bajo sus braguitas, la
muy cochina, se había bajado el pantalón del pijama a medio muslo e introducido
su mano derecha moviéndola en su entrepierna, con los ojos cerrados y
suspirando de placer. A su lado Yuni Lee
la observaba, quedándose paralizada por la vergüenza al ver como Marie miraba
hacia ellas, pues Yuni Lee se había limitado a imitar a Vanessa, pero moviendo
su mano en su entrepierna por encima del pijama. Al quedarse paralizada, Yuni Lee retiro su
mano intentando ser disimulada, pero la humedad del fondillo de sus braguitas había
traspasado el fondillo del pijama, apareciendo una mancha en tono más oscuro, claramente
de la humedad.
(Marie) -. Seréis cochinas! Al menos podíais meteros
en la cama para tocaros desvergonzadas!!!
Es que no os duele el culo?
Cualquiera diría que deseáis que os vuelvan a vapulear…
(Vanessa) -. Jodeer!
Buuff… no te imaginas las ganas que tenia de hacerlo… Nunca lo había
hecho teniendo mi culo ardiéndome así… y de fondo escuchando como alguna chica
está siendo castigada, estando en la misma casa que yo… Y… el solo imaginarme
que me pueden dar otra azotaina en cualquier momento, es un subidón de
adrenalina que no veas… además estando junto a vosotras, solo de imaginar lo colorado
que tenéis que tener el culo las dos, guauuu… es la hostia!!!
En ese instante Marie se bajó el pantalón del pijama, y
con él, al mismo tiempo sus bragas a las rodillas. Acercándose lentamente hacia
Vanessa, mientras la mano izquierda se acariciaba el culo dolorido, y con la
derecha se acariciaba su entrepierna con el dedo anular, destacando su
movimiento circular sobre los labios superiores del sexo, el cual mantenía
abierto con el dedo índice. Yuni Lee al ver a su hermana, la imito bajándose el
pantalón del pijama y después hizo lo propio con sus braguitas. Las tres se
fundieron en un cálido contacto de sus cuerpos, la mano izquierda de Marie acariciaba el culo ardiente de Vanessa,
mientras la derecha seguía acariciándose, suspirando de placer… Vanessa al
contrario, con la mano izquierda acariciaba el culo ardiente a Yuni Lee, así su
mano derecha se acariciaba su entrepierna, mientras Yuni Lee acariciaba con su mano
izquierda el culo a Marie, las tres se fundieron en una serie de orgasmos que
las dejo desmadejadas, acabando echadas en una de las camas las tres abrazadas,
quedándose dormidas agotadas, hasta media noche que alarmada se despertó Marie,
despertando a Yuni Lee como a Vanessa yendo cada una a sus camas. No porque
desearan separarse de estar acurrucadas, si no, por las graves consecuencias
que podrían verse, de ser sorprendidas desnudas de cintura para abajo, y en la
misma cama.
Se las escuchaba
gemir mientras dormían, sobre todo cuando sus molestias se acentuaban al llevar
un cierto tiempo en una misma posición, sus gemidos eran producidos al cambiar
de postura o posición. Durante la noche apenas habían podido dormir algo por el
intenso dolor, pero el agotamiento al fin pudo con ellas, había resultado ser
un día complejo al igual como complicado y sus molestias no las dejaron apaciguar el sueño, recordaban
como había transcurrido el día, así como el tener en sus mentes un pensamiento
de confortabilidad, las imágenes de las últimas horas las tenían grabadas a
fuego, pues así sentían sus traseros,
les ardía y escocía con un fuego intenso, así como un picor que no acababa de
desaparecer, se podían acariciar sus inflamados traseros con suavidad por
encima incluso de sus braguitas, aunque estás les molestaban, pero con el paso
de las horas la inflamación se mantenía, resultándoles muy complicado mantenerse en la misma postura,
sus manos aunque buscaban mitigar aquel terrible escozor, ni tan solo rozando
al acariciarse el culo inflamado podían hacerlo sin lanzar una exclamación de
dolor, sin experimentar un dolor terrible para ellas con solo rozar con las
yemas de sus dedos. Sus traseros
inflamados y el paso de las horas, sentían como sus cuerpos ya no les obedecían, llegando hasta el punto
que ya no soportaban la presión o roce mínimo del tejido de algodón de sus
bragas, intentar frotarse el culo o acariciárselo, resultaba muy doloroso para
cualquiera de ellas, el sobarse el culo por encima de sus bragas al pasar sus
manos, acababa resultando muy molesto al mínimo roce de la piel, aun
manteniendo puestas sus propias
braguitas, ya no sentían alivio alguno al sobarse el culo, ni el intenso picor
desaparecía, y si lo hacía, solo era por unos segundos.
Les costó
bastante poder dormirse, de niñas Yuni Lee y Marie solían hablar estando en su
habitación hasta quedarse dormidas, pero esa noche a pesar de llevar unos días
sin haberse podido ver, y sus ganas de contarse sus cosas, las mantuvo el
silencio, era difícil hablar cuando se encontraban aun sollozando al acostarse,
sus traseros les dolían a cualquiera de
ellas, por lo que el hablar no las hubiera confortado, a pesar de sus mutuas
caricias llegando las tres a un intenso orgasmo.
Al conciliar
el sueño se quedaron dormidas, y aunque estuvieran muy adoloridas, en sus sueños seguramente serian dulces y
agradables como en un cuento feliz. Recreándose muy posiblemente en cómo habían vivido y experimentado el día. Aunque entre ellas no habían tenido tiempo para haber comentado,
aparte de unas frases, por su estado lógico de ánimo tras haber sido
castigadas, así como tampoco sacado el tema entre ellas, sus molestias se
acentuaban aun estando echadas boca abajo, habían recibido un severo
correctivo, pero tras la azotaina a pesar del dolor sabían que habían hecho mal,
el Sr. “C” o “Charlton” las había castigado con estricta severidad, tal y como requería su falta, cualquiera de las
tres muchachas después de ver a las gemelas, se habían dado cuenta de la
gravedad de su error, habían actuado de buena fe, aunque su investigación no la
habían planteado de manera correcta o profesional, dándose cuenta de su
terrible error, pero se habían equivocado debiendo reconocer que habían ido
demasiado lejos, comprendiendo que su azotaina, aunque había resultado dolorosa en extremo, reconocían que habían
sido castigadas de manera justa.
Durmiendo se
las escuchaba gemir cuando, en sueños trataban de moverse. Las tres dormían boca bajo, a veces se las podía ver
colocarse de costado, pero solo unos minutos después, el intentar moverse no
resultaba agradable por su estado y gemían de dolor, aunque en su profundo sueño
no se despertaban. Sus parpados se
agitaban nerviosos y temblorosos como si quisieran abrirse en cualquier momento,
pero solamente estaban soñando, debiendo
ser un sueño con algo agradable, pues mientras dormían mantenían una leve sonrisa, que podía verse en la comisura de sus labios,
fuera lo que fuera, no era una pesadilla para ninguna de ellas. Marie dormía en la cama más cercana a la
puerta, entre cama y cama las separaba una pequeña mesita de noche, con una
lámpara en cada una, siendo la cama de Vanessa la que estaba más alejada y bajo
la única ventana de la habitación. Vanessa dormía destapada como Marie y Yuni
Lee, al acostarse la cama estaba fría, pero a los pocos minutos la sabana y
manta pesaba demasiado para ellas, no porque fueran pesadas, si no, porque
dormían boca abajo y el peso aunque fuese ligero, para sus traseros inflamados
y doloridos no resultaba nada ligera aquella presión. Minutos después de retirarse la manta,
Vanessa se bajó el pantalón del pijama, pues incluso el ligero pantalón del
pijama le resultaba molesto, echada boca abajo se acariciaba el culo por encima
de sus braguitas blancas de algodón con florecillas azules, mientras mantenía esa caricia sus
braguitas no la molestaban en exceso, pero cada vez que movía sus caderas al
lograr dormirse, se volvía a despertarse por el picor, así como el ardor
intenso en su trasero. Poco después se bajaba las bragas a medio muslo, consiguiendo por fin conciliar
el sueño.
Yuni Lee
dormía en la cama del centro, quiso dormir al lado de su hermana Marie. Ellas
dos dormían destapadas de cintura para abajo, pero conservaban puesto el
pijama. En casa de sus padres dormir después de ser castigada con el trasero al
aire, significaba que en medio de la noche su madre pudiera entrar y
sorprenderlas, ello les costaba una nueva azotaina. Por lo que habían aprendido
a dormir conservando puestas sus bragas, aunque en casa no utilizaban pijama,
si no, un camisón. Pero aun así no quisieron arriesgarse a ser despertadas con
un sobresalto y acabar sobre las rodillas de su madre. No conocían a la Sra. Myers pero sabían por lo
escuchado que había estado en un internado para señoritas, junto a la Sra.
Ingrid Adams, y a ella sí que la conocían, sabían que si las sorprendía
teniendo el fondillo de sus braguitas mojadas, ello significaba ir a la sala de
supervisores, lo que representaba acabar con el culo bien colorado y bien
caliente tras recibir una azotaina.
Tanto Marie
como Yuni Lee trataron de persuadir a Vanessa que no se bajase las bragas, pero
ella no creyó que fuera a suceder nada, y a pesar de sus ruegos, no les hizo
caso alguno. Pero durante la noche no sucedió nada en absoluto, por lo que al
entrar luz por las rejas de la persiana de la ventana, tanto Yuni Lee y Marie
imitaron a Vanessa bajándose los pijamas y con él, sus braguitas. Quedándose
dormidas a los pocos minutos.
Marie al
despertarse podía ver a su amiga Vanessa y Yuni Lee echadas en sus camas, al
igual que ella misma estaban echadas boca abajo, habían podido dormir al haberse bajado sus
pijamas, así como sus bragas. Al parecer no era ella la única a la que le
molestaban para dormir, al acostarse la
noche anterior se había destapado de las sabanas, así como de la manta, su peso
sobre ella le resultaba doloroso. Por
fortuna sus temores no se habían hecho realidad, aunque ya debía ser la hora de levantarse e irse de
aquella casa por el momento. Aún no había querido hablarles a Vanessa o ha Yuni Lee lo que le había
comunicado el Sr. Fiscal General, esperaba un mejor momento, o estar reunidas
todas en su despacho para hacerlo, no iba a ser fácil decirles que iban vivir
en la mansión del Fiscal General y estar bajo la tutela de la Sra. Myers, algo
que no le gustaba nada en absoluto, aunque tenía cierta nostalgia al recordar
un libro que había leído, donde una institutriz se encargaba de la educación de
las chicas, castigándolas a la mínima falta, y la Sra. Myers le recordaba a una
severa institutriz.
Marie
ensimismada en sus pensamientos, pensando de qué manera seria mejor hablarles,
en cómo iba a hacer para darles a sus chicas la noticia, ya que confiaban en
ella y no las había sabido defender como
su delegada, por su error habían sido
castigadas justamente, aunque ella era
quien debía de haber sido castigada y no ellas, pero comprendía que a ojos de
su Padre y el mismo Fiscal General, eran culpables todas ellas por no haber
obrado como debían haberlo hecho, estando bajo su cargo todas ellas. La puerta
de la habitación se abrió inesperadamente entrando una de las gemelas, Keith.
Cuando las vio destapadas y con sus traseros al aire con las bragas bajadas…
(Keith) -. Sra. Myers venga!!! Rápido!!! Mírelas como
están esas chicas, duermen con el culo al aire…
La Sra. Myers apareció al instante en el umbral de la
puerta, las miro con una severa mirada que a las tres les helo la sangre de
temor, sobre todo Yuni lee y Marie estaban paralizadas del terror. No podía
resultar nada bueno su presencia, Marie miraba a Keith con los ojos de ira, había
sido esa gemela la que había alertado a la Sra. Myers, ello solo significaba
que iban a recibir una azotaina por estar en la cama destapadas y con sus
bragas bajadas.
(Sra. Myers) -. Esas
no son maneras de estar acostadas unas señoritas!!! No os da vergüenza permanecer destapadas
así? Estar de esa manera con los culos
al aire, desvergonzadas!!! Levantaros de las camas y arreglaros para bajar a
desayunar. Podéis vestiros con ropa limpia, ahí sobre la cómoda la hallareis,
así como vuestros uniformes para ir a la oficina. Hoy vais a tener suerte, no
estáis bajo mi cargo, aun… de haberlo estado, habríais dormido bien calentitas,
ya he visto esta mañana como dormíais las tres con el culo al aire y con las
bragas bajadas, cuando he dejado vuestras ropas. Pero aunque en este momento no
tengo autoridad sobre vosotras, por ese motivo tenéis suerte y no me ocupe de vosotras, podéis estar bien
seguras que os ajustare las cuentas dentro de poco, ahora lavaros, luego vestiros las tres… Rápido!!! El
Sr. Fiscal las aguarda en el salón y no le gusta que le hagan esperar.
La Sra. Myers
se retiró cerrando la puerta dejando a las chicas en sus camas, llevándose con
ella a Keith. Al cerrarse la puerta pudieron escuchar como sus pasos se
alejaban por el pasillo. Mientras Marie y Vanessa se levantaron de sus camas,
con mucho cuidado de no apoyar sus traseros sobre la cama, o no apoyarlos
demasiado tiempo.
(Marie) -. Yuni cómo estás? Has podido dormir algo.
(Yuni Lee) -. Bueno…Bien… Ese Sr. “C” sabe cómo tratar a
una chica, ufff no veas como arrea el condenado, pero… Si no fuera por cómo me
duele el culo, ahora mismo haría cualquier cosa para estar sobre sus rodillas de
nuevo, acabo de subirme las bragas y ya las tengo mojadas solo de pensarlo.
(Marie) -. No has cambiado nada, renacuaja… siempre serás
la misma, piensas con el culo en vez de con la cabeza. Pero tienes razón de eso, el Sr. Charlton sabe
cómo calentarnos el culo, a mí me dio una azotaina en sus rodillas sobre mis
bragas sin bajármelas, los primeros azotes los disfrute, pero papa me dio una
buena con el cinturón en el ascensor, después de darte a ti pequeñaja, y me
dolía el culo demasiado para disfrutar bien, tiene guasa la cosa, nunca me
habían dado una azotaina en un ascensor… Como te decía renacuaja, la azotaina
del Sr. Charlton la disfrute mientras pude, pero luego me dolió de lo lindo la y
el bajarme las bragas o no lo hiciera, dolía igual que si lo hubiera hecho y me
las hubiera bajado dándome la azotaina en el culo desnudo. Después me dio otra
buena azotaina con el cinturón y me hizo
que viera las estrellas…
(Yuni Lee) -. A mi si me bajo las bragas, me dio una
azotaina con la mano y luego el cepillo de madera…. Y a ti Vanessa cómo fue?
(Vanessa) -. Azotaina con la mano y las bragas bajadas,
luego cepillo también…yo si disfrute la azotaina con la mano, fue súper… que
una persona desconocida y que no conocía
de nada, me colocase sobre sus rodillas y me bajase las bragas, casi me corro
cuando me las bajo hasta mis rodillas, y al poco de comenzar a zurrarme me fui
como nunca, pero “BUUUFFF!” que pesada tiene la mano el condenado, luego dolía
una barbaridad, su mano parecía ser de granito al azotarme.
(Marie) -. Por el bien de vosotras espero que no
probéis el cinturón. El de mi padre o del Sr. Adams es pesado y duele como mil demonios, lo conocéis
muy bien las dos, pero el del Sr. Charlton es terrible, duele y te abrasa como
el doble. Aun lo siento como me abrasa
el culo… mejor será que nos arreglemos, o
esa bruja aparecerá de nuevo, nos tiene ganas de verdad, es mejor que no le
demos motivos, aunque solo sea por el momento, debe ser única dándonos una
buena azotaina, pero ahora mismo no me apetece nada ganarme una azotaina. O sea que será mejor no provocarla, bastante
duro va a resultar trabajar hoy con el culo tan dolorido e inflamado como los
tenemos las tres.
(Vanessa) -. Lo que no comprendo es porque ha dicho
que por el momento no tiene autoridad sobre nosotras, pero que ya nos ajustara
las cuentas… Es como si esperase ocuparse de nosotras en el futuro… Me hace
pensar…
(Marie) -. Si parece raro…Si…
Se tomaron el
tiempo justo y necesario para asearse, al volver a la habitación encontraron bragas
limpias y su ropa lavada en la cómoda. Se cambiaron de braguitas con algunos
problemas para ponérselas, quitárselas resulto fácil solamente dejándolas caer
al suelo, pero meter sus pies por las
perneras y subírselas fue horrible, pero no se las veía amargadas o
apesadumbradas por el estado lamentable de sus traseros, entre ellas se
sorprendían acariciándose el culo a la más
mínima oportunidad, mirándose entre ellas con sonrisas picaras y con
complicidad en sus rostros. Se acabaron de vestir con sus uniformes de la
agencia, al igual que se miraban en el espejo una vez vestidas, sobre todo
levantándose la falda y verse el trasero con sus bragas, que resulto para su
sorpresa que eran similares a las que se habían cambiado, les gustaba verse una
a la otra permaneciendo delante del espejo y mirándose si sus bragas las
llevaban bien colocadas, al mirárselas no lo hacían por estar guapas o
atractivas, se miraban para verse lo inflamado que lo tenían o bajárselas para
verse el culo aun marcado. En breve estuvieron
listas para bajar a desayunar dejando de
mirarse y bajando a desayunar al salón.
Mientras caminaban por el pasillo hacia las escaleras, de haber estado alguien
observándolas, las habrían visto como caminaban con lentitud, y como sus manos
no paraban de alisar el trasero de sus cortas faldas, o verles la parte baja de
sus braguitas al andar, así como menear sus caderas de un lado a otro a cada
paso que daban, se las podía ver como andaban doloridas, pues a cada paso que
daban, aunque no eran pasos normales, se las veía que el culo les debía de
doler de lo lindo a las tres.
Al entrar al salón se encontraron con la
sorpresa de ver a otras chicas sentadas a la mesa, en uno de los extremos
sentado el Sr. Charlton, y sirviendo la
mesa las gemelas Keith y Lauren Riggs, y una señora de unos cincuenta y cinco
años que las supervisaba e indicaba que debían servir. Se encontraron en el
dilema de no saber dónde debían colocarse o que sillas estaban destinadas para
ellas. La señora avanzo hacia ellas al
verlas entrar…
(Lady Margaret) -. Buenos días señoritas, soy la Institutriz
de las hijas del Sr. Fiscal, Lady Margaret y supervisora cuando la Sra. Myers está
ocupada, podéis tomar asiento en esas sillas al lado derecho de la mesa, justo
enfrente de las hijas del Sr. Fiscal.
Las tres pasaron por delante de la mesa siguiendo a Lady
Margaret, pasando por detrás del Sr. Charlton bordeando la mesa, hasta que la
señora se detuvo. Vanessa, Marie y Yuni Lee tomaron asiento en sus respectivas
sillas, descubriendo al sentarse que el asiento de sus sillas era de madera, al
contrario que las de las hijas o el resto de sillas que eran acolchadas, al
sentarse sintieron en sus traseros el contacto con la fría madera, sus cortas faldas de vuelo se alzaron al tomar
asiento, sentándose en el rígido y duro asiento en contacto con sus braguitas.
Las tres hicieron claros gestos de dolor al apoyar sus traseros, aunque por
vergüenza trataron de disimular, pero sus rostros contraídos por las molestias
hablaban por si solos.
Pocos minutos
después apareció el Fiscal General en el salón, iba en camisa y pantalón
tejano, dando una vuelta alrededor de la mesa, saludando con un beso a cuatro
de las chicas que estaban sentadas, con edades entre los veinticuatro, veintitrés,
veinte y dieciocho años.
(Fiscal General) -. Buenos días mis pequeñas… Habéis dormido
bien, no escuche regañaros a vuestra madre anoche. Ayer no tuvo que ocuparse de vosotras, parece
que al final habéis aprendido la lección, es lo que ocurre si no respetáis los
horarios, si os dice vuestra madre que a las siete debéis estar de vuelta en
casa, es a las siete en casa!!! No a
las diez de la noche!!! Habéis visto que
tenemos chicas nuevas en la casa?
Tenemos a Yuni y Marie Miller,
Vanessa Rodríguez. Estas cuatro
damiselas son mis hijas, Montse, Carol, Elisabeth, y la pequeña Patty. Ah! Mi esposa Jessica, que no tardara en unirse a
nosotros. La Sra. Myers me ha informado
de cierto comportamiento, la verdad es que no suelo entrometerme en cómo
se duerma en esta casa, pero sois señoritas y espero que el decoro y la buena
educación al estar invitadas en esta casa, sea el mínimo exigido, por esta vez lo he pasado por alto al
desconocer las normas básicas, pero no habrá próxima vez, espero que no vuelva
a repetirse esa situación tan
desagradable. Si, os molestan vuestras braguitas al dormir, eso teníais que
haberlo pensado antes de portaros de manera indebida, que no vuelva a repetirse
en lo sucesivo. Pero no deseo hablar de eso en este momento,
la Sra. Myers me ha informado que en una
habitación, la ha encontrado desordenada y con la ropa tirada por el suelo. Si algo me
disgusta es el desorden, la disciplina es necesaria para corregir ciertos
comportamientos, por lo que una vez informado de esa situación, he revisado yo
mismo otras habitaciones antes de bajar al salón, me he encontrado una más,
también con desorden aunque no era algo a destacar, no está bien dar trabajo
extra a la Sra. Myers, ya tiene muchas responsabilidades como para darle el
trabajo de arreglar lo que otras han dejado en desorden. Lauren y Keith, venid
las dos aquí! .- Las
dos chicas dejaron las bandejas con pastas para el desayuno sobre el carro de
servir, y con sus rostros sobre cogidos fueron hacia el Fiscal General con paso
lento, se acariciaban el trasero con las dos manos por encima de sus faldas
tableadas de color negro, y estiraban hacia abajo el dobladillo de sus cortas
faldas, llevaban su uniforme de servir, calcetines blancos, unos zapatos tipo
Merceditas abrochados con una correílla en el empeine de sus pies, sin apenas tacón,
falda tableada negra, blusa azul marino y un delantal blanco con los ribetes de
puntilla fina, en su cabello para sujetarles el pelo, una cofia blanca. -. Que tenéis que decir vosotras dos? Ya es
la tercera vez en lo que va de mes, que dejáis vuestra habitación hecha una
leonera, toda desordenada y con vuestra ropa tirada por el suelo. Es que no
vais aprender la lección nunca? Ven aquí
Lauren! Tu serás la primera…
Lauren se le acerco despacio apenas el metro y medio de
distancia, cuando el Fiscal General la tuvo a su lado la agarro del lóbulo de
su oreja izquierda, tirando de ella la llevo hasta el sofá que estaba situado
al fondo del salón, tomo asiento y tirándole de la oreja, hizo que la chica se
tumbase sobre su regazo, la acomodo sobre sus rodillas para luego levantarle la
falda, llevaba puestas unas bragas blancas de algodón con dibujos de arbustos
en relieve verde, lo que hacía que resaltaran sobre su braguita, la cual le fue
bajada en el acto a medio muslo dejando su trasero a la vista al resto de
chicas, la azotaina comenzó al instante. Marie pudo ver que lo que había
escuchado del Fiscal General no era totalmente cierto, pues si, tenía al Sr.
Charlton para aplicar disciplina, pero también el mismo la aplicaba si era necesario, y por lo que podía ver como la
gemela Lauren Riggs se retorcía sobre sus rodillas, la azotaina que le estaba
propinando era con la suficiente contundencia, para comportarse como era
debido. Cuando libero a la gemela, esta
se incorporó con lágrimas en sus ojos y se subió las bragas. Luego fue Keith después
de acercarse mientras el Sr. Fiscal daba una azotaina a su hermana. Una vez a
su lado, fue colocada sobre sus
rodillas, de igual manera que a su hermana, le levanto la falda y le bajo sus
bragas, ella las llevaba blancas de algodón con dibujos de arbolitos en verde.
Enseguida su amoratado trasero volvía a ponerse colorado, contrastando con su
azulado trasero por la azotaina recibida la tarde anterior. Al liberarla se
subió las bragas como su hermana encaminándose al igual que Lauren a recoger de
nuevo sus bandejas, al dirigirse hacia ella, las chicas pudieron ver como
meneaba el culo de lado a lado, mientras se lo sobaba con las dos manos frotándose y sujetándose la parte baja
del culo.
(Fiscal General) -. Sabéis que es lo que más me molesta? En
cada una de las habitaciones hay un cesto de mimbre blanco, en el cual dispone
de un letrero que indica “Ropa a lavar” al cual está destinada la ropa sucia, y
una de vosotras ha dejado sus bragas tiradas en el suelo, si estuviera junto al
cesto de mimbre, diría que se le ha caído fuera y no se ha dado cuenta, lo que
puede suceder a cualquiera, pero la chica descuidada las dejado tirada al lado
de su cama, en donde debe de habérselas quitado y las ha dejado en el suelo. He preguntado a la Sra. Myers quien duerme en
esa habitación. La respuesta que me ha
dado, me ha sorprendido en extremo, pues jamás me hubiera imaginado de ella, un
descuido como este. Pero aunque me haya
sorprendido en extremo, no puedo dejarlo pasar por alto, si castigo a dos
chicas por ser desordenadas, he de castigarla también a ella, aunque sea su
primera falta en esta casa, me estoy refiriendo a usted Srta. Lady Margaret,
por lo visto ha dejado tirada sus bragas en su habitación, y como consta en su
contrato debe ser castigada por ello.
Lady Margaret sonrojada por la vergüenza se acercó hacia
el señor Fiscal General…
(Lady Margaret) -. Sr. Fiscal… Le aseguro que no comprendo
que broma es esta! Ya que eso es completamente imposible que haya podido
suceder, yo soy muy meticulosa con mis cosas, y sobre todo con mi ropa íntima,
debe haber un error Sr. Fiscal…
(Sr. Fiscal) -. Srta. Lady Margaret… me está usted
llamando bromista y embustero, cree que yo bromearía con algo así, usted es la
que mejor conoce la disciplina en esta casa, porque es la encargada de
disciplinar a mis hijas como institutriz de ellas, al igual que la responsable
de que ellas sean más aplicadas en su comportamiento. Sus bragas Srta. Lady
Margaret, las he recogido yo mismo del suelo y depositadas en el cesto
indicado.
(Lady Margaret) -. Yo jamás me atrevería a llamarle a usted
embustero o bromista, pero estoy completamente segura de que esa acusación es
infundada, y una dama no habla entre caballeros de sus prendas íntimas, me
molesta en extremo que usted se dirija a las prendas de mi intimidad de esa
manera, tengo una edad suficiente para que se tenga en cuenta el no hablar de
esos temas con caballeros y unas chicas en la adolescencia.
(Sr. Fiscal) -. Me está usted incomodando Srta. Lady
Margaret, tiene alguna prueba que pueda aportar para que un hecho de esta
índole, sea una acusación infundada? Puede demostrar que las bragas de seda
blancas con encaje no sean de usted? Ninguna de mis hijas las usan de seda, la
Sra. Myers dudo que se pueda permitir lencería tan fina con su sueldo, y mi
esposa le garantizo que aunque usa bragas de seda, no le consiento llevar ropa
interior con transparencias, por lo cual la única que podría utilizar lencería
tan fina es usted. Tenía pensado que el Sr. Charlton se la llevase al despacho
para aplicarle un correctivo mínimo, pues teniendo en cuenta que es su primera
falta en esta casa, en los años que lleva en ella. pero el responderme ante mis
hijas de esa forma, como faltar a mi moralidad por hablar de sus prendas
íntimas, encuentro que eso es de una gravedad sin precedentes y que no voy a
tolerar, así que ya se está quitando esa falda y prepárese para ser castigada
en el acto. Charlton amigo mío, lo
que necesitas está en el primer cajón de mi mesa, en mi despacho.
La institutriz se
había quedado sin palabras, en su rostro se le podía ver la rojez de sus
mejillas de la vergüenza, a sus
cincuenta y cinco años había sido reprendida, e iba a ser castigada ante sus
pupilas a las que había dado azotainas cuando se habían portado mal, y ahora
ella se veía en su situación. Tenía
plena certeza que había sido acusada sin existir motivo alguno para ello, pues
ella sabía perfectamente que no podía ser cierta aquella acusación, y estaba
segura que alguna de las chicas las debía haber dejado de manera expresa, para
que ella fuera acusada, una de las hijas debía de tenerle rencor, tenía la
certeza que debía de ser Montse la hija mayor. Pues tan solo hacía unos días fue castigada
por su padre, al ser delatada por ella, al sorprenderla en los jardines
abrazada y besando a un chico, como era una causa grave, en vez de castigarla
ella misma, la llevo al despacho de su padre el Sr. Fiscal y le conto lo que estaba haciendo con un chico,
escondidos tras unos arbustos explicándole como la había encontrado, echada sobre la hierba y con las bragas a
medio bajar a la altura de sus rodillas, mientras el chico tenía su mano
tocándola el sexo. La azotaina que
recibió Montse con el cinturón fue muy severa, estando varios días no pudiendo
ponerse una falda por las marcas que le habían quedado en sus muslos.
Lady Margaret
se mantenía en pie ante el Sr. Fiscal General, mientras este la observaba
claramente disgustado. Ella desviaba su
miraba al suelo pensativa, en su mente solo rondaba la imagen de como Montse
había podido ser tan vengativa, pues solo ella la había podido meter en esos
problemas, no llegaba a considerar otra opción posible, y en un momento dado,
se armó de valor para darse la vuelta y mirar a Montse. Al verla como la miraba con lastima, y con
lágrimas en sus pupilas, pensó en el cinismo de la joven. Desviando su mirada
hacia sus hermanas las vio igual de preocupadas por lo que iba a suceder a su
Institutriz, excepto en el rostro de Carol que mostraba una sonrisa socarrona y
maléfica clavando sus ojos negros en Lady Margaret.
Estaba en sus
pensamientos cuando el Sr. Charlton regreso del despacho, llevando en su mano
derecha un viejo cepillo de madera, por lo oscura que era la superficie plana
del cepillo, claramente podría ser de madera de fresno, pero en este caso, era
de otro tipo de madera por los numerosos nudos que se dibujaban ante una buena
capa de barniz, claramente debía de ser cerezo, resultando menos pesado que el
fresno, pero en cambio al tener su base plana más delgada, resultaba lo
suficientemente aterrador. El portador
de semejante instrumento hizo que al pasar por detrás de las detectives
Vanessa, Marie, Yuni Lee, estas se estremecieron de pavor por los hechos que se
iban a desarrollar en breves momentos.
Sobre todo Vanessa tembló de miedo al sentir la presión de la mano del
Sr. Charlton en su hombro derecho, haciéndola volverse hacia él, y más cuando
con la mano izquierda le indicaba que se levantara de su silla. Temerosa obedeció en silencio poniéndose en
pie y quedándose a la derecha del Sr. Charlton.
Al dejar la silla libre Vanessa se aliso el ondulado de su falda desde
la cintura, hasta el borde del dobladillo estirándolo hacia abajo. En ese instante su silla fue volteada y
colocada apenas a dos metros de la mesa, donde la Institutriz estaba en pie
inmóvil observando como el Sr. Charlton tomaba asiento.
Lady
Margaret vestía un conjunto compuesto por una blusa blanca de manga larga, en
el cuello portaba un precioso pañuelo anudado de color turquesa de seda, el
cual hacia resaltar su precioso cabello rubio alisado el cual descendía por su
hombros a media espalda, llevaba una falda negra de tubo que la cubría por
debajo de las rodillas, y ceñía su cintura y caderas, moldeando sus muslos, la
cual destacaba claramente su cuerpo esbelto, todo su conjunto destacaba su
rostro dulce de ojos azules, una mujer que a cualquiera mostraba su candidez y
hacia confiar en ella al instante. Su dulzura en su descompuesto rostro por lo
que la iba a suceder, hacía que sus pupilas brillaran a punto de brotar sus
lágrimas, sus mejillas sonrosadas de la vergüenza que sentía en esos momentos,
conocía al Sr. Fiscal General y nada iba a hacerle cambiar de actitud. Viendo a su derecha al corpulento Sr.
Charlton sentado en la silla, y con aquel horrible cepillo en su mano derecha
apoyado sobre su muslo derecho, se percató que había llegado el momento
trágico, debía quitarse la falda antes de que volviera a ser regañada, lo cual
solamente habría empeorado su situación.
Llevando sus
manos a su espalda y soltó el corchete clásico
en la cintura, procediendo a bajarse la cremallera de unos veinte centímetros
justo en donde marcaba su inicio el espléndido trasero, bajándose la falda
dejándola caer a sus pies, agachándose y ponerse en cuclillas para recogerla
del suelo, la doblo entregándosela a Vanessa, que se mantenía detrás de
ella. Cubriéndose la entrepierna con sus
manos, se quedó de cintura para abajo únicamente en bragas negras de talle alto
de encaje de seda, y unas medias negras sujetas con unas ligas mismo color.
Su mirada
observaba al Sr. Fiscal General como si le estuviera rogando que acabase
aquella situación, se sentía terriblemente avergonzada de mantenerse en pie
desnuda, deseaba que aquello acabase cuanto antes, pues su vergüenza de estar
en bragas la hacía sentirse intimidada ante dos hombres, sobre todo por el
motivo el cual se encontraba semi-desnuda, para nada menos que ser castigada en
el culo como una veinteañera a sus cincuenta y cinco años de edad.
(Sr. Fiscal) -. Srta. Lady Margaret quiere hacer el favor
de retirar esas manos de su entrepierna, y colocarlas en sus caderas. Va a ser usted disciplinada por su indiscreción,
por lo tanto no voy a consentir de ningún modo, que pueda cubrirse sus
vergüenzas, ello hará que en el futuro sea más atenta a sus obligaciones, al
igual que mostrar una conducta digna e intachable en una educadora como
usted. Jamás hubiera podido imaginar que
toda una señorita educada como usted, pudiera tener dicho comportamiento, y
mucho menos que me viera en la obligación de hacerla aplicarle una disciplina,
que debía de ser usted quien se ocupase de disciplinar y no ser la
disciplinada. Por lo tanto, usted mejor
que cualquier otra persona, ha sido aleccionada de la importancia que tiene que
una muchacha, el pasar la consabida vergüenza hará que su castigo sea harto más
efectivo, que el recibir un correctivo, y consentir que este, el menos tiempo
posible mostrando la calidez de su desnudez.
Si usted no se hubiera mostrado del modo de clara rebeldía hacia mi
persona, claramente faltándome al respeto, su error cometido habría sido
castigada en sus aposentos, o en mi despacho reservándole el derecho de ser
disciplinada de forma que se respetara su intimidad, y que solamente usted
fuera la que tuviera que ser informada, de manera que nadie más lo hubiera
sabido. Pero dados los hechos
acontecidos, y las acusaciones a mi
persona de estar cometiendo un error, cuando dicho error solamente hay una
culpable, la cual usted ha cometido al dejar sus bragas tiradas en el suelo de
la habitación, es posible que haya olvidado el recogerlas y depositarlas en el
cesto, una falta de claro desorden en su habitación, pero los errores se pueden
dar. Pero acusarme a mí de cometer un
error, de haber hechos infundados y sus últimas palabras de insinuar que
miento. Solamente puede ser
disciplinada de una forma, y esa no es otra, que su castigo sea ante testigos.-
Lady Margaret estaba
muy avergonzada al permanecer ante las chicas, las hijas del Sr. Fiscal General
de la ciudad. Era la primera vez que la estaban viendo en ropa interior, aunque
las bragas negras de talle alto de encaje negras de seda, asi como las perneras
cubrían su trasero, pero el encaje transparentaba la blancura de sus nalgas,
sus medias de igual color sujetas mediante unas ligas, se mantenían firmes a
escasos centímetros de su entrepierna, lo cual dejaba encuadrado su trasero
destacando entre el faldón de su blusa blanca que cubría escasamente la
cinturilla de sus bragas, así como sus medias, y entre el faldón de la blusa,
como sus medias negras destacaba claramente su trasero cubierto por las
bragas. Obligada a tener que colocar sus
manos en sus caderas perpendiculares a su cuerpo, el Sr. Fiscal tenia plena
visión de su entrepierna, dejando entrever entre sus bragas de encaje negro
claramente su entrepierna depilada, pues no se apreciaba vello alguno, lo cual
la hacía sentirse mucho más desnuda.
Aunque su deseo era que cuanto antes fuera colocada echada sobre las
rodillas del Sr. Charlton, no deseaba el ser castigada en su trasero y menos
con el cepillo de madera, ella misma había aplicado el cepillo a las chicas en más
de una ocasión, y conocía bien lo doloroso que era, por cómo se debatían las
chicas echadas boca abajo sobre sus rodillas, mientras ella se encargaba de
calentarles el culo con el cepillo. No, no deseaba ser castigada. Pero si deseaba dejar de mostrar su desnudez,
y la única manera que contemplaba era ser echada boca abajo sobre el regazo,
aunque ello significaría que la azotaina diera comienzo, temiendo ese instante
que comenzaría a dolerle el culo, pero al menos estaría a cubierto la desnudez
de mostrar su entrepierna, ante dos caballeros -. Puedo apreciar que está usted muy pensativa Srta. Lady Margaret, estoy
seguro que debe de estar muy arrepentida de no haber pensado mejor sus
palabras, puede estar segura que después de ser disciplinada como corresponde,
tendrá tiempo para recapacitar su comportamiento, así como de disculparse. Amigo Charlton no hagamos esperar más
tiempo…
Sorprendiendo
a Lady Margaret, se vio a sí misma como su cuerpo era atraído hacia el Sr.
Charlton, así como perder el equilibrio y verse caer como catapultada hacia él,
acabando echada de bruces sobre sus rodillas, así como apoyando sus manos sobre
el muslo izquierdo, sintiendo como el propio Sr. Charlton le retiraba sus
manos, haciéndola apoyar su pecho sobre el muslo izquierdo, sintiendo como su
estómago quedaba retenido sobre el muslo derecho, así como sus piernas quedaban
flexionadas por las rodillas quedando suspendidas en el aire, sintiéndose a sí
misma como su trasero quedaba claramente expuesto para ser castigada. Al menos respiraba agitadamente pero relajada
en cierta manera, la desnudez de su intimidad ya no estaba a las miradas, y el
mostrar su trasero era claramente algo que consideraba que no iba a
evitar. Su cuerpo se tensó al notar que
el cepillo había sido puesto sobre su espalda, y que la mano que lo sujetaba se
había posado en su trasero expuesto, acariciándoselo trazando unos círculos
sobre él, por encima de sus bragas. Ante
esas caricias en su expuesto trasero, sintiendo la extremada suavidad del
contacto de aquella mano enorme, acariciándole todo su trasero, así como
descender a sus muslos, sintiéndola subir entre ellos rozándole el fondillo de
sus bragas, así como los dedos gruesos se ocultaban entre sus muslos,
acariciándole sobre el fondillo de sus bragas, y como los dedos sobre la fina
tela de seda, rozaba los labios de su sexo comprobando el Sr. Charlton claramente
que notaba cierta humedad al presionar sobre el fondillo de las braguitas y que
el sexo cubierto delataba a la Srta. Lady Margaret, la cual sentía cierta
humedad. Ante aquella invasión de su
intimidad, Lady Margaret se retorció levemente sobre el regazo, para tratar de
que aquellos perversos dedos dejaran de presionar su intimidad, avergonzada
hasta sus orejas de haberlas podido ver, estaban rojas de la vergüenza que
experimentaba, que de forma caprichosa, en contra de sus propios deseos de no delatarse
a sí misma, de que aquellas caricias, así como el hecho de ser castigada en
breve en cierta forma estaba excitada y deseosa de sentir el fuego producido
por el cepillo en el culo.
Aquella mano
invasora en su entrepierna, con dulzura y suavidad acaricio osadamente el
fondillo de sus bragas, subiendo lentamente a acariciar de nuevo sus nalgas,
ahora Lady Margaret estaba en un estado de embriaguez sintiéndose transportada
a un placer que hacía años no experimentaba de nuevo, desde su época en la academia
para señoritas, donde se impartía una férrea disciplina.
Aquella mano
invasora acariciaba su trasero, haciéndola ronronear de placer, aunque todas y
cada una de aquellas caricias solamente fueran en un breve espacio tiempo de
unos segundos, un tiempo que se detuvo en un instante, cuando sintió que
aquella mano enorme y pesada que le acariciaba su trasero tan suave y
dulcemente, se había parado en la cinturilla de sus braguitas, justo debajo del
faldón de su blusa blanca, sintiendo como aquellos dedos, se habían sumado los
dedos de la mano izquierda, rebuscando la cinturilla elástica de sus bragas, y
sintió como se introducían bajo el interior de su banda elástica, asi como los
dedos estiraban de la cinturilla de sus bragas, así como sentir como se
deslizaban sus braguitas por sus nalgas, y milésimas después como rozaban sus
muslos, para su vergüenza le estaba bajando sus bragas dejando expuesto su
redondo y precioso trasero desnudo, apareciendo la blancura oculta de sus
nalgas. Lady Margaret se creyó morir de la vergüenza al mostrar la desnudez del
trasero, pero su mayor vergüenza fue el sentir como a pesar de mantener juntos
sus muslos, su sexo sentía la fría brisa al quedar expuesto, así como expuesta
su excitación dada su humedad claramente visible en sus labios exteriores del
sexo, que dada su postura y muslos prietos y juntos, los labios de su sexo se
insinuaban abultados.
Lady Margaret
rompió a llorar de la vergüenza de verse desnuda, hacia años desde que le
bajasen sus bragas por última vez para darle una azotaina. Fue durante sus
estudios de capacitación de Institutriz, y la castigo la preceptora en su
despacho con una vara, eso fue unos días antes de graduarse para
Institutriz. En aquellos años tenía a
sus compañeras de la academia, que siempre la metían en problemas y así eran
castigadas, ya entonces sus compañeras disfrutaban recibiendo una buena
azotaina, bien cuando era administrada sobre las rodillas, o inclinadas sobre
la mesa y con las bragas bajadas, Margaret por si misma jamás había tenido el
valor necesario para meterse en problemas, por ello desde su graduación no había
vuelto a ser castigada en ninguna de las casas donde había trabajado, aunque en
la mayoría de aquellas casas la disciplina a las mujeres estaba a la luz del día,
así como el fuerte carácter de los señores, que no dudaban en aplicar
disciplina al servicio femenino, o esposa e hijas, en cambio con los varones no
sucedía nada, si era del servicio, se le despedía o se le confiscaban sus
bienes, en casos tenían que trabajar sin cobrar su sueldo. A las mujeres se les
ponía la misma pena, trabajar sin cobrar
el sueldo y además ser castigada con una severa azotaina. Lady Margaret
nunca volvió a ser disciplinada en ninguna de las casas, siempre era muy cauta
con sus obligaciones y no cometía ningún error. No era porque no sintiera el
deseo de ser castigada, porque todos los días en la intimidad de su habitación
se dormía acabando con el fondillo de sus bragas empapadas de fluidos, pues
sentía la necesidad de tocarse de manera intima para darse placer, en los
últimos cuatro años al servicio del Sr. Fiscal solía dejar sus bragas impregnadas de sus
fluidos en el cesto de mimbre, con la esperanza de que como cuando era
adolescente, revisaran su ropa más íntima y la encontraran. Pero en esos cuatro
años, no había sucedido nada al respecto. La Sra. Myers era la encargada de
llevar a la lavandería, pero jamás molesto Lady Margaret a pesar de que hubiera
descubierto ese desliz, Lady Margaret apesadumbrada de no conseguir su deseo
más íntimo, solamente le quedaba fantasear en su intimidad. Pues no tenía el valor suficiente para
cometer un error, aunque lo deseaba.
Por ello era imposible que ella hubiera dejado sus bragas olvidadas en
su habitación, tiradas en el suelo. Era una
causa fácil para conseguir ser castigada, y ella lo sabía perfectamente. Pero
era incapaz de reunir el suficiente valor para dejarlas, algo que hubiera sido
muy sencillo, pero en su cobardía no tenia precedentes.
En innumerables
ocasiones ella misma había colocado sobre sus rodillas a las hijas del Sr.
Fiscal, justamente por ese motivo de dejar tiradas sus braguitas, las había
castigado dándoles una severa azotaina a pesar de que rompieran a llorar cuando
el culo les abrasaba, las seguía dando la azotaina hasta que ella consideraba
que el castigo había sido justo. Dejando a la chica llorando a mares y con el
culo más colorado que un tomate maduro, y no satisfecha la obligaba a
permanecer sentada durante horas en una silla con una moqueta de púas de goma
endurecidas bajo sus traseros doloridos, que resultaba un suplicio para las
chicas.
Ahora era ella
la que se encontraba boca abajo echada sobre las rodillas, y con sus bragas
bajadas hasta sus rodillas, la azotaina que iba a recibir era inminente, y por
primera vez en años anhelaba que comenzase a arderle el trasero, aunque su
cobardía, así como su vergüenza resulto superior a sus fuerzas, llorando desconsolada con lágrimas que
descendían por sus mejillas avergonzada.
El Sr. Charlton
no dudo en recoger el cepillo con su mano derecha, el que hubiera dejado sobre
la espalda de la Institutriz, empuñándolo con la mano derecha con fuerza,
comenzó la azotaina a la mujer. Aunque su trasero automáticamente comenzara a
arderle intensamente al recibir los primeros treinta azotes, fuertes y sin
pausa alguna, sentía como sus nalgas le abrasaban cada vez más y más, sus
lágrimas descendían por sus mejillas deslizándose por su rostro hasta su
barbilla, para cuando una lagrima se unía a la predecesora, caía esta al suelo
llegando a formar varias gotas en una mayor. Pero a pesar de lo que le dolía el
trasero, no emitió quejido alguno, ni gemido producido por el intenso ardor del
trasero, podía sentir que por el dolor tan intenso debía tenerlo muy colorado,
el cepillo dolía de lo lindo a cada azote que recibía, pero era mayor su
vergüenza al recibir una azotaina a sus cincuenta y cinco años, que el terrible
ardor que experimentaba en sus inflamadas nalgas. Es posible que ella asi misma se tuviera muy
poca estima, considerándose una cobarde sin valor para provocar aquello que
tanto anhelaba como recibir una azotaina en su culo desnudo, pero estaba
demostrando tener un valor y valentía que no dejaba lugar a dudas, así mismo su
coraje de mujer o su orgullo, quizás su honor
destacaba su gran estima así misma, al no mostrar que el culo le
abrasaba y ardía de tal manera que resultaba un dolor casi insoportable. Pero ella a pesar de sus lágrimas, estas
descendían y brotaban de sus pupilas por la vergüenza que la embargaba, pues había
empezado a llorar antes de que el primer azote lo sintiera en su trasero
desnudo, y aunque como ser humano que era, sentía plenamente el enorme ardor
intenso en su trasero, así como un dolor inenarrable. Pero a pesar de ese intensísimo dolor en su
trasero, ni un gemido o un simple “AY” logro el Sr. Charlton que surgiera de
sus labios, aunque claramente llevaba varios minutos dando a la madura mujer
una severa azotaina, que al no lograr hacer sentir mella a la Institutriz, a
pesar de lo dura que estaba siendo la azotaina, arrecio con más rapidez los
azotes sobre el culo de la mujer, levantando el cepillo estirando su brazo en
alto todo lo que este podía dar de si mismo, consiguiendo que la barrera puesta
por la Srta. Lady Margaret acabara cediendo y acabando gritando “AYEES” de
dolor, pero la Institutriz aunque ahora sus gemidos de dolor brotaban uno tras
otro, la azotaina continuo, pero lo que no aguanto semejante azotaina fue el
cepillo de madera, el cual acabo por romperse saliendo la base despedido tras
el último azote, y el mango quedara en su mano.
El Sr. Charlton
sorprendido de que hubiera cedido el cepillo partiéndose en dos, dio por
finalizada la severa azotaina a la Institutriz, a la cual libero permitiéndola
levantarse con su ayuda de sus rodillas, la cual al estar de pie se llevó sus
manos a su dolorido trasero, ahora sí, llorando del intensísimo dolor en su
trasero. Solo había que mirarla como se
sobaba el culo, debía de abrasarle y dolerle una barbaridad, de ahí sus
lágrimas descendían por sus mejillas una tras otra. En su rostro se divisaba el
dolor acumulado en su trasero, pues sus gestos cambiaban continuamente por el
dolor, al igual que sus labios dibujaban el dolor reflejados, pero dado el
estado de su trasero no podía ser menos, pues tenía el culo sus redondeces
completamente oscurecidas con un color rojo intenso, o incluso más que
colorado, lo tenía claramente en un tono escarlata.
La Srta. Lady
Margaret sentía tal intenso ardor en el culo, que se había olvidado que se encontraba
desnuda de cintura para abajo, sus bragas continuaban bajadas en sus rodillas,
su sexo claramente visible y aunque ella misma ni pensaba en ese hecho, sus
muslos estaban claramente húmedos de fluidos, y gotas que se deslizaban por
ellos bajando por sus piernas hasta sus bragas donde esa humedad era absorbida.
Fue el propio Sr. Charlton que viéndola tan dolorida, fue el quien se apiado de
ella, y cogiendo la cinturilla de sus braguitas negras de seda, el mismo se
encargó de subírselas y ajustárselas a su cintura. Lady Margaret le sonrió con
una sonrisa forzada de agradecimiento, para luego mostrar de nuevo sus labios
contraídos por el intenso dolor del trasero. quedándose en pie al costado
derecho de quien la acababa de dar la azotaina más severa de su vida.
(Sr. Fiscal) -. Espero Lady Margaret. Que lo sucesivo sea
usted más cautelosa con sus palabras, y mida cada una de ellas, así como las
consecuencias que le pueden acarrear disgustos por su indiscreción. Puede retirarse a su habitación, donde permanecerá
hasta nueva orden. Las chicas de la
agencia pueden retirarse también, el chofer las espera en la puerta para
conducirlas a su trabajo, vosotras hijas a vuestra habitación, hoy no tendréis
clases por hallarse indispuesta vuestra institutriz, pero la Sra. Myers
supervisara vuestros deberes de ayer, y corregirá vuestros ejercicios. A que
esperáis?
(Continuará…)
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