martes, marzo 26, 2019

EL SHERIFF DE SPANK CITY SPRING´S Capitulo 12


                             EL SHERIFF DE SPANK CITY SPRING´S         CAPITULO   12


    …En el pasillo hacia las celdas había un silencio espectral, cuando la comisaria Sarah abrió la puerta llevando a Pluma Blanca de vuelta a su celda,  sujeta del brazo izquierdo la acompaño a su celda. La muchacha piel roja apenas levantaba los pies del suelo, así que,  casi iba arrastrándolos para no tener que levantarlos del suelo, pues de levantarlo sentía un fuerte pinchazo en el culo.   Sus manos las mantenía a su espalda sobándose el trasero, el cual lo sentía que ardía muy intensamente, acababa de recibir una azotaina a manos del Marshall con el cinturón.
    Penélope y Maggie la observaban en silencio viendo como llegaba su joven amiga, sus ojos tristes por la suerte que había corrido la amiga por su culpa, por ayudarlas a escapar de la cárcel. Desde sus celdas habían podido escuchar el sonido del cinturón del Marshall, y como resonaban sobre el trasero de Pluma Blanca, al igual que escuchaban como la regañaba el Marshall por lo mal que le habían hecho quedar, estaba muy ofendido por las burlas y risas que había tenido que aguantar. La comisaria Sarah, la acomodo en su camastro, la joven se dejó que Sarah la sostuviera para no tener que sentarse, para luego poder colocarse de costado echada, sollozando sobre la almohada.  Penélope y Maggie se miraban entre ellas intrigadas, ahora una de ellas sería la siguiente, ya no se mostraban tan altivas o descaradas dirigiéndose hacia la comisaria Sarah con insultos, así como sus bravatas como habían hecho durante la ruta.  Ahora estaban angustiadas en silencio  temían que el Marshall fuera muy severo con ellas.  Después de ocuparse de la infeliz Pluma Blanca, se retiró hacia el pasillo para coger las llaves de las celdas, volviendo aparecer a los pocos segundos y abría la celda de Penélope Watson.
(Sarah)  -. Vamos Penélope!  El Marshall te está esperando en su despacho, vamos ponte en pie… no te hagas la remolona ahora!  No me apetece recibir  por tu culpa,  aun recuerdo de la última que me dio, y si me demoro demasiado así será como acabare, vamos…!
      Sarah se acarició el culo con la mano izquierda, pasando la palma de su mano de arriba abajo, pasándosela por su nalga izquierda, aunque hacía ya unos días que había recibido la azotaina, aun la recordaba al tenerla grabada en su mente y aun tenia leves molestias. Deteniéndose unos segundos al abrir la celda, recordó lo severo que fue con ella el Marshall, la dejo con el culo ardiendo en llama viva! Pero acabo la azotaina con la mano, haciéndola disfrutar como hacía años que no disfrutaba con una buena azotaina, cuando su marido aún vivía. Sintió como su entrepierna se humedecía con el grato recuerdo.
     Penélope se levantó lentamente sobándose el culo con las dos manos, aun sentía dolor,  tras la azotaina de días atras, estiro del borde de su conjunto bajándose la falda, pero poco podía estirar dada su brevedad.  Salió de la celda mirando al suelo, Sarah volviendo a la realidad dejo de soñar despierta, haciendo salir a la joven de su celda.  Una vez en el pasillo…
(Sarah)  -. Veamos si vas correctamente… levántate la falda. .- Penélope la miro extrañada, se preguntaba a que venía aquello, pero una palmada en el culo, la hizo obedecer. -. Ajústate bien las braguitas, no puedes presentarte ante el Marshall con las bragas metidas en el culo, cochina!!   O quieres que te dé yo encargue de darte una azotaina ahora mismo?
(Penélope)  -. Lo va hacer tu p…
      Penélope no pudo acabar el insulto dirigido a la comisaria, Sarah.  En el pasillo había una pequeña banqueta, que servía para encender el farol para iluminar el pasillo. Sarah apoyo en ella su pie izquierdo, y agarrando a la joven Penélope la coloco boca abajo sobre su muslo izquierdo, la corta falda gris, al quedar inclinada hacia adelante exponiendo así el trasero, quedo por encima de su cintura dejando sus braguitas a la vista, al tenerlas entre sus nalgas, la azotaina  comenzó a dársela  la comisaria, directamente sobre sus nalgas desnudas, la firme mano de la agente de la ley pronto caldeo el trasero de la joven,  dada la sensibilidad de su trasero al permanecer aun con  marcas, así como tener el culo morado  y a los pocos azotes  esta se puso a llorar, deteniendo su mano dejando que fuera su jefe quien se encargase de ella.  Así que  introduciendo sus dedos entre el ribete de las perneras de las braguitas las cuales esa mañana se las había cambiado limpias, siendo como era habitual blancas y con unos  dibujos  en color verde en relieve de flores,  ella misma se las coloco bien tensas cubriéndole el colorado trasero, y el elástico ribete de las ajustadas perneras mordiendo sobre la base de sus nalgas.
     La comisaria jadeo agotada después de calentarle el culo, o eso pensó Maggie desde su celda, que no perdió detalle alguno de cómo su hermanita recibía una azotaina. Pero la realidad solo la sabia la comisaria, del porqué.  Sus cortos shorts tejanos, al colocar el pie sobre la banqueta, la costura gruesa del fondillo del corto short, se le había introducido en su entrepierna, al igual que sus braguitas marcando así, más pronunciado su sexo, como sus labios abultados del mismo. Como resultado de esa presión sobre su sexo, cada vez que estiraba su brazo derecho y ladeaba su cintura para que su mano tuviera más impulso, el fondillo de sus shorts se le introducían más, causándole un roce delicioso en su sexo, le propino en el trasero de la joven una buena y bien administrada cuarentena de azotes, lo que significaba para Sarah, que sus shorts le rozaron su entrepierna unas cuarenta veces, las cuales bastaron para que tuviera un intenso orgasmo, no pudiendo evitar su jadeo final.  Al soltar a la joven, rauda se llevó sus manos al culo para sobárselo, la comisaria Sarah, aprovecho que no era observada por la joven, para introducir sus dedos pulgares bajo sus shorts y estirarlos, al igual que sacarse el fondillo de sus braguitas introducido en su sexo, comprobando que  tenía muy mojadas sus bragas, y que el Marshall podría darse cuenta de su humedad.
     La comisaria la sujeto del brazo, tirando de ella  la condujo al despacho de su jefe.  Al entrar al despacho, este leía en ese momento una carta que le habían entregado en la oficina de telégrafos, Sarah se detuvo sosteniendo a Penélope del brazo ante su mesa, esperando instrucciones.  Pero el Marshall ni levanto su vista para mirarlas, siguió leyendo como si ellas no estuvieran allí ante él.
    Como la comisaria la mantenía sujeta del brazo izquierdo a la joven, con la mano derecha se acariciaba el culo por encima de sus braguitas, que le ardía bastante después de la reciente azotaina, así como aligerando la presión del elástico de la pernera de las braguitas, aprovechando para acariciarse el culo bajo sus bragas, pasando los dedos bajo el elástico que presionaba sobre su nalga derecha, sintiendo alivio al no sentir  por un instante la presión del ribete ondulado con su  elasticidad, que la incomodaba bastante.
     Sarah, la comisaria observaba de reojo a Penélope como se sobaba el culo bajo sus braguitas, ella hubiera hecho lo mismo de poder hacerlo, de no llevar unos ajustados shorts, aunque apenas sentía molestias desde que recibiera su última azotaina, su jefe el Marshall le había dejado claro que con él no se juega, sus leves molestia aún se lo recordaban.  Así pasaron varios minutos, esperando ante el Marshall que se dignara a mirarlas, pero este no les prestaba atención alguna, le daba la vuelta a la carta una y otra vez, ya no estaba leyéndola, solo la observaba de una cara y otra, moviendo su cabeza negativamente.  Pero sin decirles a ellas ni palabra, la comisaria Sarah trataba de averiguar qué era lo que su jefe tramaba, o solo deseaba  poner más nerviosa a la joven creándole angustia ante la espera.  Y lo estaba logrando, Penélope estaba por perder la poca serenidad que tenía, la comisaria la vio  que en cualquier momento  la joven podía romper a llorar,  de los nervios así como por el brillo de sus pupilas, así como la enorme angustia que sentía, o su temor a ser castigada en breves momentos. Hasta que el Marshall se dignó a levantar su mirada hacia las dos mujeres, observándolas  desde sus piernas levantando la mirada a sus ojos,  con una sonrisa socarrona en sus labios.
     Este, se levantó de su silla, levantándola del suelo cargo con ella agarrándola del respaldo,  la llevo entre su mesa y hacia la ventana, colocándola justo delante, y a la izquierda de la puerta. Las dos mujeres se mantenían en pie delante de la mesa, Penélope a su derecha y Sarah a la Izquierda quedando así de costado hacia el Marshall, que estaba a la izquierda de Sarah, su comisaria.  El Marshall anduvo apenas los tres metros que le separaba de las chicas, observando como temblaba la joven Penélope al escuchar sus pasos tras ella, asi como se colocaba entre las espaldas de ambas mujeres.
     La sorpresa fue para Sarah al notar como el Marshall la agarraba de la cintura de sus shorts tejanos, al sentir que tiraba hacia arriba de ellos desde la cintura, los cortos shorts se le introdujeron entre sus nalgas, asomando claramente las perneras de sus bragas amarillas de encaje. Sarah estaba sorprendida, pero su sorpresa duro poco, pues el Marshall levantándola del suelo al tirar de la cintura de sus shorts, quedo suspendida en el aire en volandas con su cuerpo curvado como una “U” a la inversa, así cargando con su comisaria la llevo suspendida en el aire hasta la silla, el cual al sentarse sobre la silla, dejo a Sarah depositada sobre sus rodillas boca abajo, empezando a darle una azotaina con su mano derecha, manteniendo los dedos de la mano juntos y rígidos, así le estaba propinando una fuerte azotaina con la palma de su mano derecha, que más que ser una mano, para Sarah parecía ser un gran paleta de madera. Al tener los shorts introducidos entre sus dos redondas medias lunas, la azotaina la estaba recibiendo en su trasero recubierto por las bragas amarillas de encaje, las cuales pronto transparentaba entre el encaje lo coloradas de sus nalgas, la azotaina fue breve apenas una cincuentena de fuertes azotes, que la hicieron durante la azotaina menear sus caderas, así como retorcer sus piernas la una contra la otra. Cuando la soltó permitiendo levantarse, al estar en pie se sobaba el culo con fuerza, pues le ardía como brasas al rojo vivo.
(Marshall)  -. Bien, Sarah!  Te he advertido esta mañana sobre esos ridículos pantaloncitos, como te vuelva a ver con ellos te vas a enterar de lo que es bueno, ahora me he lastimado la mano, pero si te vuelvo a ver con ellos, te aseguro que no me dolerá la mano!!! .- Sarah miraba hacia su jefe con los ojos encendidos en sangre de la rabia, no le había gustado nada recibir esa azotaina delante de la joven Penélope, y el culo lo sentía que le abrasaba por la azotaina, sobándose por encima de las bragas, pues sus shorts todavía los llevaba incrustados entre sus nalgas, le había parecido que la mano de su jefe era de piedra de granito por su dureza. -.  Ves preparando los caballos vamos a salir tú y yo de batida, acabo de recibir esta nota, me notifican  que las hermanas Watson se encuentran en el campamento de Oso Gris retenidas. Así que prepara víveres para cuatro jornadas, ten en cuenta que el regreso seremos cinco bocas que alimentar.  Así que ponte algo más acorde para cabalgar varios días…Estas muy atractiva con esos shorts, pero si no deseas sentir el cinturón en él culo, más te vale vestir de manera más acorde a una agente de la ley, ahora no estamos en el árido desierto solos, estamos en la ciudad por lo que puede ocasionar problemas que una agente de la ley, se vista tan descaradamente.    Entendido!!! -. Sin dejar de sobarse el culo, Sarah asentía con la cabeza. -. En esta nota encontraras lo que debes preparar, para nuestro viaje, repásalo bien antes de salir por esa puerta...   Bien, cámbiate de ropa y sal inmediatamente a hacer las tareas encomendadas, y directa al almacén general sin entretenerte.    Y tu Penélope ha llegado tu turno!!!   Ahora vamos a hablar detenidamente tú y yo…
      Sarah al salir de la oficina se quedó tras la puerta, no tardó mucho en escuchar sonidos procedentes del interior de la oficina, así como llorar a la pequeña Penélope. Entonces emprendió camino al almacén general para realizar los preparativos para el viaje. El andar hacia el almacén fue lento, pues no podía caminar a un paso más ligero por las molestias en sus nalgas.  Mentalmente maldecía al degenerado del Marshall por la azotaina que le acababa de calentar el culo. Tal y como aconsejo el Marshall abrió la nota y la leyó con calma.  Varios vaqueros le silbaron a su paso, al ir vestida tan provocativa llevando aun sus shorts introducidos entre sus nalgas mostrando no solo sus bragas amarillas, si no, también el culo colorado  y con sus torneadas piernas luciendo su cuerpo, así como al darles la espalda volvían a silbarla por como marcaba su trasero en los ajustados shorts. Respondiendo ella dándose la vuelta y colocando su mano derecha sobre la culata de su revólver, iba a tirar de él para disparar a los rudos vaqueros y darles una lección. Cuando sonó un disparo proveniente de la puerta de la cárcel.  Los vaqueros ante la clara amenaza miraron de donde había provenido el disparo, la vieron muy decida a desenfundar su arma si la provocaban, pero su revolver salió despedido limpiamente de entre sus dedos.  Miro su mano sorprendida de que ni le hubieran rozado ninguno de sus dedos por la bala al desarmarla.
      Pero su sorpresa fue mayúscula al  volverse para ver de dónde había partido aquel disparo, viendo a su jefe que avanzaba hacia ella con su rostro congestionado de la ira, y empuñando en su mano derecha un cuchillo modelo Bowie.  Sarah se quedó inmovilizada entre sorprendida y aterrada al verle llegar ante ella, y más aún, cuando paso el cuchillo entre su muslo izquierdo y el short cortándolo de un solo tajo, e hizo lo mismo con su entrepierna cayendo este al suelo, quedando en medio de la calle en bragas.  Sarah se cubrió su desnudez cruzando sus manos en su entrepierna, cuando sintió en sus caderas la presión de las fuertes manos de su jefe, que la izaron del suelo bruscamente colocándosela sobre su hombro izquierdo, así cargando con su peso, se agacho para recoger el revolver de la comisaria de entre el polvo de la calle, e introduciéndolo en su cintura, con la mano izquierda sujetaba a Sarah por debajo de las rodillas para que no pudiera patalear, golpeándole en el estómago a patadas, y con la mano derecha la iba dando sonoros azotes en el culo por encima de sus bragas amarillas de encaje,  el rostro Sarah estaba colorado de la vergüenza por las risotadas de vaqueros y transeúntes que al ver  como la había puesto sobre sus hombros, y  como se dirigía a su oficina, iban andando riéndose tras el Marshall quedándose reunidos en la calle, al entrar el Marshall en su oficina cargando sobre su hombro a su ayudante.   Nada más entrar, sin cerrar la puerta dejándola abierta de par en par, desde la calle pudieron ver como el Marshall se apoyaba sobre su mesa quedando semi sentado sobre ella, bajando a Sarah de su hombro, la cual  quedo sobre su muslo  izquierdo echada boca abajo  y apoyando su pecho sobre la mesa, el Marshall viendo a todo el pueblo reunido ante la puerta, sin dudarlo un instante le bajo las bragas a su ayudante hasta las rodillas, exponiendo su colorado trasero a todos los ciudadanos congregados a la puerta de la oficina. Metiendo la mano en la caña de su bota derecha, extrajo un viejo cepillo de madera, comenzando acto seguido a calentar el culo desnudo a su ayudante.  
    Sarah sentía como el cepillo azotaba sus desnudas nalgas, ya en esos momentos lo sentía que ardía horrores, pero entre la indignación de dejarla en bragas en plena calle, así como ver en el rincón acurrucada en cuclillas  a Penélope que se sobaba el colorado trasero, ello le daba coraje para aguantar la azotaina que estaba recibiendo, aunque el culo ya lo tenía en llama viva y cada nuevo azote del cepillo le hacía ver las estrellas, pero aun así el orgullo podía más que el castigo en sus nalgas desnudas. Sus piernas estiradas se movían de derecha a izquierda, las separaba hasta que sentía que ya no las podía separar más por la traba de sus bragas bajadas a sus rodillas, a cada nuevo azote de cepillo de su garganta brotaba un lastimero gemido, aunque con su fuerza de coraje estaba aguantando bien “entre comillas” la severa azotaina. Escuchaba susurrar en la calle a ciudadanos de fondo, pero el culo le abrasaba de tal manera que no podía saber que le estaban viendo recibir la azotaina, pues para poder tolerar la azotaina estoicamente cerraba los ojos con fuerza, ello la ayudaba a concentrarse en no ponerse a llorar, algo que dado el fuego intenso que sentía en el culo, cada nuevo azote tenia que hacer esfuerzos para no llorar del intenso dolor, pues su jefe el Marshall, se estaba empleando a fondo en darle una buena lección.
      Pero los minutos iban pasando, y el intenso ardor en su trasero iba en aumento a cada minuto, continuaba con sus piernas moviéndolas lentamente de un lado a otro, así como las abría hasta que la traba de sus propias bragas hacían de tope y ya no le era posible abrirlas más, entonces las cruzaba izquierda sobre la derecha, una contra la otra estirándolas hasta que de nuevo sus bragas trababan de nuevo sus piernas, pero a partir de cierto momento, sus piernas ya no la obedecían pasando a patalear de manera alocada hasta que la traba de sus bragas que se estiraban dada su elasticidad, llegaban a un punto que ya no cedían más, y con el alocado movimiento de piernas sus bragas amarillas de encaje salieron despedidas de sus pies, cayendo en la misma puerta de la cárcel, las cuales las recogió un vaquero del suelo, haciendo comentario soez del estado de humedad que tenían sus bragas.
     Sarah alarmada por aquellas palabras, hizo el esfuerzo de girarse sobre sí misma para mirar tras ella, logrando a pesar del intenso dolor en su culo desnudo, mirar por detrás de la espalda del Marshall, solamente durante un par de segundos consiguió mirar, suficientes para ver que la puerta de la cárcel estaba abierta y ver la multitud congregada viéndola recibir la azotaina con el cepillo.  En ese momento se sintió avergonzada desde la cabeza a los pies, de tal manera que bajo la guardia, rompiendo a llorar desesperadamente, tanto por el intenso fuego que sentía desbordado en su trasero, como por la vergüenza e impotencia de ser observada por los ciudadanos de Spanks City Spring´s, que la podían ver como abría y cerraba sus piernas mostrando así toda su más íntima intimidad, la vergüenza resulto  tal,  que lloraba y berreaba a cada nuevo azote en el culo, mucho más por abatimiento personal como de  su vergüenza.
     En ese momento el Marshall  dejo de calentarle  el culo, soltándola su mano izquierda de  la cintura que la mantenía bien sujeta y con firmeza sobre sus rodillas. Sarah al quedar libre, cayó al suelo al dejándose caer hecha un ovillo cubriendo así su desnudez, y con sus manos posadas sobre su trasero, ella no se lo podía ver, pero tenía un color colorado intenso lo que resultaba en el aura alrededor de sus nalgas, mientras el centro del trasero se mostraba claramente color morado por la severa azotaina que había recibido con el cepillo….
    El Marshall dio por acabado el espectáculo que Sarah había dado, cerrando la puerta, pero para Sarah aún no había acabado. El Marshall la levanto del brazo izquierdo haciéndola poner en pie, y se la llevo hacia el pasillo de las celdas encerrándola en una celda.  En la cual solamente había una silla de madera, en la cual se sentó el Marshall y coloco sobre sus rodillas a su comisaria boca abajo, continuando la azotaina ahora solo con la mano, pero para Sarah aquello resulto inesperado, pues creía que había terminado con ella, pero su trasero le abrasaba como mil demonios  recibiendo otra azotaina con el culo desnudo, la mano del Marshall volvía a demostrar lo dura que era, Sarah solo hacía que mearse sobre el regazo, mientras su jefe continuaba la azotaina. Cuando dio por acabada la azotaina, se levantó de la silla, pero a su vez la hizo sentar a ella sobre la dura silla de madera, no tardando en sentir en su desnudo trasero que aquella silla no era como las demás, el asiento de la misma pellizcaba sus nalgas de forma insospechada causándole la  sensación de estar sentada sobre un hormiguero, a los pocos minutos solo hacía que sollozar y en ese momento tuvo la posibilidad de mirar entre sus piernas, viendo el porqué de aquel hormigueo tan molesto, el asiento de la silla no era de dura madera, si no, de flexible mimbre por ello si movía el culo, parecía que la estuvieran pellizcando las nalgas, entonces fue colocar sus manos sobre el asiento para así levantar el culo, pero para su sorpresa tenia los brazos sujetos por las muñecas con unas correas al respaldo, de forma que sus brazos colgaban de sus hombros rígidos y rectos a sus costados, impidiendo poder moverlos. La silla era lo suficientemente alta, para que sus pies no tocaran el suelo, por lo que cualquier movimiento hacia que tuviera la impresión que le estaban dado pequeños mordiscos en sus doloridas nalgas.
      Desde el amanecer de su llegada, tenía la incertidumbre de para que servía esa celda sin camastro, y con solo una silla alta por mueble, ahora lo estaba comprobando y lo estaba haciendo de la manera menos sospechada por ella, siendo ella la protagonista de averiguar su uso.
(Marshall)  -. Así aprenderás a obedecerme cuando te diga que has de vestir de manera acorde al puesto que ocupas. Ya te he advertido que no te quería volver a ver con esos ridículos pantalones, y para colmo ibas a disparar contra unos vaqueros, por ir medio desnuda por la calle, porque se burlaban de ti, pues ahora se han burlado y reído mucho más… Cuando yo te diga cámbiate de ropa, iras rauda y ha velocidad del rayo a cambiarte, o te daré tal azotaina que no olvidaras en mucho tiempo…. Y puedes estar bien segura de que esta la vas a recordar, cuando lleves una hora ahí sentada vas a saber lo que es bueno, en la capital le llaman “La educadora”… Es idónea para chicas que no se saben comportar como es debido.   En el tiempo que la tengo, nunca he creído que la tuviera que utilizar, pero ya ves lo que son las cosas…  Ahora puedo encargarme de las chicas sin preocuparme que la vuelvas a armar parda….!!!   Dentro de una hora vendré a sacarte de ahí, espero que para entonces hayas aprendido la lección…

     Sarah se quedó en la celda encerrada, apenas llevaba unos minutos y ya deseaba que la sacaran de esa silla endiablada… Nunca hubiera imaginado que una simple silla de mimbre podría ser aquel suplicio.   Estando vestida sería una de las sillas mas cómodas, pero teniendo el culo ardiendo como  brasas al rojo vivo, sumado a la inflamación del culo, estar sentada en esa silla parecía tener el culo en un avispero.

     El Marshall Williams volvió a su oficina encontrando a Penélope de pie en el rincón, lugar donde la había dejado al tenerse que ocupar urgentemente de su comisaria. La muchacha al verle aparecer de nuevo en la oficina su cuerpo se estremeció temblando de terror, ante la severísima azotaina que había presenciado que le daba a su ayudante, solo de pensar la que iba a darle a ella, hacía que su cuerpo temblara como un flan.  Antes de verse obligado a abandonar la oficina, la había colocado sobre sus rodillas y le dio una azotaina por encima de las braguitas blancas y con dibujos en relieve de plantas en color verde. Viendo cómo se acercaba a ella, se acurruco apretando sus muslos, de no hacerlo se hubiera hecho pis encima. El Marshall la vio que iba a tener un accidente por como juntaba sus muslos, por lo que con rapidez…
(Marshall)  -. Penélope! En esa puerta tienes una letrina, ves y haz tus necesidades!

     Tras varios minutos Penélope volvió a la oficina, el Marshall la esperaba sentado en la silla, en la cual le había dado una breve azotaina, teniendo que dejarla y salir en busca de su ayudante. Resignada a su suerte, fue hacia el Marshall colocándose a su costado derecho, complacido por la obediencia de la joven, la coloco sobre sus rodillas empezando a darle una azotaina con la mano sobre sus braguitas. Durante varios minutos aunque no se esmeró demasiado al castigarla, sabía que la joven estaba aún muy dolorida, la cual lloraba desconsolada prácticamente desde los primeros azotes. Con el culo más colorado que un tomate maduro, la dejo levantarse de sus rodillas, sujetándola del brazo la llevo el mismo a su celda, dejándola entrar a su celda y se acurruco en su camastro sollozando boca abajo.
Cerrando la celda de Penélope, luego abrió la de Maggie dirigiéndose a ella…
(Marshall)  -. Maggie ha llegado tu hora, vamos…
     Maggie salió de su celda delante del Marshall, al pasar por delante hizo ademan de escupirle al rostro, pero una bofetada con la mano abierta le hizo desistir su intento, pasaban por delante de la celda en la que estaba Sarah sentada, pudo ver su rostro congestionado por el dolor del trasero, no imaginaba que la congestión de su rostro además de tener el culo ardiendo y muy dolorido, sentía pinchacitos horribles al permanecer sentada sobre aquella silla de mimbre.  Maggie continuo andando hacia la oficina sonriendo al haber visto  como la ayudante, congestionaba su rostro del dolor en su trasero,  sonrisa que no permaneció mucho tiempo en sus labios, el Marshall caminaba tras de ella, en cuanto se quedaba atrás Maggie. El Marshall  Williams le daba un buen azote  en el trasero sobre corta la falda de su conjunto gris, haciéndola aligerar su paso. Una vez en la oficina Laura acababa de entrar en la comisaria portando una bolsa, en la cual llevaba ropa para Sarah.
(Laura)  -. Buenos días Marshall, aquí traigo lo que me ha encargado para Sarah, su hija Alberta me la entregado… Ah! Veo que tiene aquí a la más sinvergüenza de las Watson aquí, con todos los problemas que nos ha ocasionado, de buena gana me encargaba yo de ella de calentarle el culo… Se merece una buena azotaina con el cinturón…
(Marshall)  -. Ya que lo dices Laura! Encárgate tú misma de ella, yo debo ir a hacer una visita a la tía de Allison, a ver si es cierto lo que me han dicho de esa familiar que ha venido en su lugar. Tengo que reconocer que el culo de Sarah es más duro de lo que pensaba, si no fuera tan cabezota sería una gran mujer, no me ha gustado tener que darle tan severa azotaina, pero se la buscado ella.
     El Marshall Williams abandono la oficina, apenas había andado unos cincuenta metros que escuchaba a su espalda los sonidos característicos de azotes, provenientes del interior de su oficina, Laura estaba cumpliendo sus órdenes al pie de la letra.  En pocos minutos estuvo en la entrada del hotel, en recepción no había nadie, por lo que llamo pulsando la campanilla golpeando sobre el pulsador.
    Un hombre bajito y trajeado salió poniéndose detrás del mostrador…
(Recepcionista) -.  Que desea sheriff?
(Marshall)  -. Marshall,… Marshall del estado, recuérdelo para una próxima vez, quisiera ver a la mujer que ha venido a buscar a Allison, me han dicho que se hospeda en este hotel…
(Recepcionista)  -. Debe referirse a la Sra. Winston llego hace unos días, está en la… habitación ocho, primer piso.
    El Marshall subió las escaleras hasta el rellano del primer piso, no tardando en encontrar la habitación indicada, se podían escuchar gritos a través de la puerta, una voz de mujer desconocida para el Marshall en el interior.  Llamo a la puerta con los nudillos de su mano derecha, y segundos después se abría…  apareció una señora entre los cuarenta o cuarenta y cinco años, vestida únicamente con un albornoz.
(Sra. Winston)  -. Qué!!! -. La mujer estaba claramente enfadada al abrir la puerta, pero cambio su tono de voz, al ver al de la estrella en el pecho. -. …Perdón Sheriff pero esta niña me saca de mis casillas, que desea usted?
(Marshall)  -. Hola… Esta perdonada, vengo a cerciorarme de que la pequeña Allison está bien, y usted es, quien dice ser… Tiene documentos que acrediten quien es usted, y por supuesto ver a Allison que confirma quien es usted… .- Al fondo de la habitación vio a Allison en camisón. -. Allison! Quieres acercarte… Quieres decirme quien es esta señora?
(Allison)  -. Hola sheriff Williams, es mi prima Betty Winston es hija de mi tía, la conocí siendo una niña, ese ella, no es una farsante, pero es una bruja…!!! Y no me voy a poner ese vestido!!!
(Betty Winston)  -. Te he comprado varios vestidos y te lo vas a poner!!!   Perdone usted Sheriff, esta niña esta endiablada, no sé dónde ha aprendido esos modales?
(Marshall)   -. Sra. Winston soy el nuevo Marshall del estado, no el sheriff… Y si Allison la reconoce, no tengo nada que añadir, salvo que la pequeña Allison solo entiende la mano dura, con unos buenos azotes lo solucionara en un momento, la joven se ha criado sin unos padres que la pongan en su lugar, y servir durante años de camarera, ha hecho que sus modales sean muy deficientes…
(Betty Winston)  -. Srta. Winston, Marshall! Perdone mi error… en cuanto a ti pequeña sabandija!!! Marshall, voy a seguir su consejo…
     Allison caminaba hacia atrás viendo que su prima se acercaba hacia ella, con  rostro que no le gustó nada a la pequeña Allison. Tropezando al andar hacia atrás con la cama, cayo tumbada boca arriba, viendo como su prima se sentaba a su lado sobre la cama, al hacerlo se le abrió el albornoz mostrando la belleza de sus piernas al Marshall, la mujer enfrascada en su labor, no se dio cuenta que enseñaba más de lo que el pudor de una dama debe mostrar, enseñando no solo sus piernas, si no, sus muslos abiertos y su entrepierna al no llevar bragas. Betty Winston inclinándose de costado hacia Allison la agarro de la muñeca izquierda y tirando de ella coloco a la muchacha sobre sus rodillas boca abajo, con esfuerzos le subió el camisón hasta poder descubrir sus braguitas blancas de lunares verdes, rojos y amarillos, e inmediatamente empezaron a sonar unos buenos azotes sobre el culo de la joven Allison. Pataleando con sus piernas y golpeando con sus manos sobre la cama de la rabia, la azotaina se prolongó varios minutos, hasta que Allison se mostró bastante más dócil, soltándola permitiendo que se levantara de su regazo, al ponerse en pie, Allison se sobaba con fuerza el trasero con sus manos. Mientras con una sonrisa de triunfo aparecía en el rostro de Betty Winston.
(Betty Winston)  -. Gracias, Marshall tenia usted razón, es lo que le hacía falta…
(Marshall)   -. No es por nada señorita Winston, pero debería usted cubrirse un poco y ponerse algo debajo, no le parece…
    Al escuchar sus palabras se miró a sí misma, viéndose que el albornoz lo tenía abierto y se le había subido, mostrando no únicamente sus piernas, si no, su desnudez del ombligo hacia abajo y al abrirse el albornoz con el esfuerzo de darle la azotaina a su prima, mostraba también sus pechos al aire.
(Betty Winston)  -. Será cerdo!!! Hijo de mala madre!!! Cabron!!! No le da vergüenza estar ahí parado mirándome, sooo cerdo!!! Puerco!!! 
     Al tiempo que le maldecía andaba hacia él con el albornoz abierto, al tenerle cerca empezó a aporrearle con los puños sin apuntar a donde golpeaba, dándole en los brazos, pecho y con las piernas dándole patadas en las espinillas hasta una patada subió a su entrepierna, que por fortuna para el Marshall pudo detener a tiempo. Hasta que se le acabo la paciencia…
(Marshall)  -.  Señorita Winston!!!  Está visto que a usted le hacen falta buenos modales, para empezar quien ha abierto la puerta en paños menores ha sido usted! La desvergonzada que ha permitido que se le habrá el albornoz ha sido usted, la que no lleva bragas eres usted!, la que ha mostrado el cuerpo desnudo desvergonzada es usted!, la cual en vez de cubrirse, sigue con el albornoz abierto es usted!, así que ahora voy a ser yo quien la de señorita una buena azotaina… porque ha faltado gravemente el respeto a la autoridad!!!
    Betty Winston no hizo nada por escapar, estaba amedrentada por la amenaza del Marshall, la cual consintió que el agente de la ley la colocara boca abajo sobre sus rodillas, al sentarse previamente sobre la cama, retirando el albornoz le dejo con el culo al aire comenzando una fuerte y sonora azotaina sobre su trasero desnudo, en pocos minutos tuvo el trasero colorado como un tomate maduro, mientras los azotes resonaban por todo el hotel, cuando acabo de darle la merecida azotaina en el trasero dejándola echada sobre la cama sobándose el culo a dos manos, el Marshall abandono la habitación cerrando la puerta.
    Allison se acercó a su prima tumbándose a su lado boca abajo sobándose el culo por encima de sus braguitas, y alargando su mano derecha la puso sobre el ardiente trasero de su prima acariciándoselo.
(Allison)  -. Que calentito tienes el culo prima!
(Betty Winston)  -. Tenías razón! El Marshall es un hombre con poca paciencia, y  tiene una mano dura como el granito, tendremos que quedarnos una temporada por esta ciudad, hay que probar más esa mano…”AYY” Como duele…  No te parece?


(Continuará…)

  

      

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