EL SHERIFF DE SPANK CITY SPRING´S
CAPITULO 12
…En el pasillo hacia las celdas había un
silencio espectral, cuando la comisaria Sarah abrió la puerta llevando a Pluma
Blanca de vuelta a su celda, sujeta del
brazo izquierdo la acompaño a su celda. La muchacha piel roja apenas levantaba
los pies del suelo, así que, casi iba
arrastrándolos para no tener que levantarlos del suelo, pues de levantarlo
sentía un fuerte pinchazo en el culo. Sus manos las mantenía a su espalda sobándose
el trasero, el cual lo sentía que ardía muy intensamente, acababa de recibir una
azotaina a manos del Marshall con el cinturón.
Penélope y Maggie la observaban en silencio
viendo como llegaba su joven amiga, sus ojos tristes por la suerte que había
corrido la amiga por su culpa, por ayudarlas a escapar de la cárcel. Desde sus
celdas habían podido escuchar el sonido del cinturón del Marshall, y como
resonaban sobre el trasero de Pluma Blanca, al igual que escuchaban como la
regañaba el Marshall por lo mal que le habían hecho quedar, estaba muy ofendido
por las burlas y risas que había tenido que aguantar. La comisaria Sarah, la
acomodo en su camastro, la joven se dejó que Sarah la sostuviera para no tener
que sentarse, para luego poder colocarse de costado echada, sollozando sobre la
almohada. Penélope y Maggie se miraban
entre ellas intrigadas, ahora una de ellas sería la siguiente, ya no se mostraban
tan altivas o descaradas dirigiéndose hacia la comisaria Sarah con insultos,
así como sus bravatas como habían hecho durante la ruta. Ahora estaban angustiadas en silencio temían que el Marshall fuera muy severo con
ellas. Después de ocuparse de la infeliz
Pluma Blanca, se retiró hacia el pasillo para coger las llaves de las celdas,
volviendo aparecer a los pocos segundos y abría la celda de Penélope Watson.
(Sarah) -. Vamos Penélope! El Marshall te está esperando en su despacho,
vamos ponte en pie… no te hagas la remolona ahora! No me apetece recibir por tu culpa, aun recuerdo de la última que me dio, y si me
demoro demasiado así será como acabare, vamos…!
Sarah se acarició el culo con la mano
izquierda, pasando la palma de su mano de arriba abajo, pasándosela por su
nalga izquierda, aunque hacía ya unos días que había recibido la azotaina, aun
la recordaba al tenerla grabada en su mente y aun tenia leves molestias.
Deteniéndose unos segundos al abrir la celda, recordó lo severo que fue con
ella el Marshall, la dejo con el culo ardiendo en llama viva! Pero acabo la
azotaina con la mano, haciéndola disfrutar como hacía años que no disfrutaba
con una buena azotaina, cuando su marido aún vivía. Sintió como su entrepierna
se humedecía con el grato recuerdo.
Penélope se levantó
lentamente sobándose el culo con las dos manos, aun sentía dolor, tras la azotaina de días atras, estiro del
borde de su conjunto bajándose la falda, pero poco podía estirar dada su
brevedad. Salió de la celda mirando al
suelo, Sarah volviendo a la realidad dejo de soñar despierta, haciendo salir a
la joven de su celda. Una vez en el
pasillo…
(Sarah) -. Veamos si vas
correctamente… levántate la falda. .- Penélope la miro extrañada, se
preguntaba a que venía aquello, pero una palmada en el culo, la hizo obedecer. -. Ajústate bien las braguitas, no puedes
presentarte ante el Marshall con las bragas metidas en el culo, cochina!! O quieres
que te dé yo encargue de darte una azotaina ahora mismo?
(Penélope) -. Lo va hacer tu p…
Penélope no pudo acabar
el insulto dirigido a la comisaria, Sarah.
En el pasillo había una pequeña banqueta, que servía para encender el
farol para iluminar el pasillo. Sarah apoyo en ella su pie izquierdo, y
agarrando a la joven Penélope la coloco boca abajo sobre su muslo izquierdo, la
corta falda gris, al quedar inclinada hacia adelante exponiendo así el trasero,
quedo por encima de su cintura dejando sus braguitas a la vista, al tenerlas entre
sus nalgas, la azotaina comenzó a
dársela la comisaria, directamente sobre
sus nalgas desnudas, la firme mano de la agente de la ley pronto caldeo el
trasero de la joven, dada la
sensibilidad de su trasero al permanecer aun con marcas, así como tener el culo morado y a los pocos azotes esta se puso a llorar, deteniendo su mano
dejando que fuera su jefe quien se encargase de ella. Así que introduciendo sus dedos entre el ribete de las
perneras de las braguitas las cuales esa mañana se las había cambiado limpias,
siendo como era habitual blancas y con unos
dibujos en color verde en relieve
de flores, ella misma se las coloco bien
tensas cubriéndole el colorado trasero, y el elástico ribete de las ajustadas perneras
mordiendo sobre la base de sus nalgas.
La comisaria jadeo agotada después de
calentarle el culo, o eso pensó Maggie desde su celda, que no perdió detalle
alguno de cómo su hermanita recibía una azotaina. Pero la realidad solo la
sabia la comisaria, del porqué. Sus
cortos shorts tejanos, al colocar el pie sobre la banqueta, la costura gruesa
del fondillo del corto short, se le había introducido en su entrepierna, al
igual que sus braguitas marcando así, más pronunciado su sexo, como sus labios abultados
del mismo. Como resultado de esa presión sobre su sexo, cada vez que estiraba
su brazo derecho y ladeaba su cintura para que su mano tuviera más impulso, el
fondillo de sus shorts se le introducían más, causándole un roce delicioso en
su sexo, le propino en el trasero de la joven una buena y bien administrada
cuarentena de azotes, lo que significaba para Sarah, que sus shorts le rozaron
su entrepierna unas cuarenta veces, las cuales bastaron para que tuviera un
intenso orgasmo, no pudiendo evitar su jadeo final. Al soltar a la joven, rauda se llevó sus
manos al culo para sobárselo, la comisaria Sarah, aprovecho que no era
observada por la joven, para introducir sus dedos pulgares bajo sus shorts y
estirarlos, al igual que sacarse el fondillo de sus braguitas introducido en su
sexo, comprobando que tenía muy mojadas
sus bragas, y que el Marshall podría darse cuenta de su humedad.
La comisaria la sujeto del brazo, tirando
de ella la condujo al despacho de su
jefe. Al entrar al despacho, este leía
en ese momento una carta que le habían entregado en la oficina de telégrafos,
Sarah se detuvo sosteniendo a Penélope del brazo ante su mesa, esperando
instrucciones. Pero el Marshall ni
levanto su vista para mirarlas, siguió leyendo como si ellas no estuvieran allí
ante él.
Como la comisaria la mantenía sujeta del
brazo izquierdo a la joven, con la mano derecha se acariciaba el culo por
encima de sus braguitas, que le ardía bastante después de la reciente azotaina,
así como aligerando la presión del elástico de la pernera de las braguitas,
aprovechando para acariciarse el culo bajo sus bragas, pasando los dedos bajo
el elástico que presionaba sobre su nalga derecha, sintiendo alivio al no
sentir por un instante la presión del
ribete ondulado con su elasticidad, que
la incomodaba bastante.
Sarah, la comisaria observaba de reojo a
Penélope como se sobaba el culo bajo sus braguitas, ella hubiera hecho lo mismo
de poder hacerlo, de no llevar unos ajustados shorts, aunque apenas sentía
molestias desde que recibiera su última azotaina, su jefe el Marshall le había
dejado claro que con él no se juega, sus leves molestia aún se lo recordaban. Así pasaron varios minutos, esperando ante el
Marshall que se dignara a mirarlas, pero este no les prestaba atención alguna,
le daba la vuelta a la carta una y otra vez, ya no estaba leyéndola, solo la
observaba de una cara y otra, moviendo su cabeza negativamente. Pero sin decirles a ellas ni palabra, la
comisaria Sarah trataba de averiguar qué era lo que su jefe tramaba, o solo
deseaba poner más nerviosa a la joven
creándole angustia ante la espera. Y lo
estaba logrando, Penélope estaba por perder la poca serenidad que tenía, la
comisaria la vio que en cualquier
momento la joven podía romper a llorar, de los nervios así como por el brillo de sus
pupilas, así como la enorme angustia que sentía, o su temor a ser castigada en
breves momentos. Hasta que el Marshall se dignó a levantar su mirada hacia las
dos mujeres, observándolas desde sus
piernas levantando la mirada a sus ojos, con una sonrisa socarrona en sus labios.
Este, se levantó de su silla, levantándola
del suelo cargo con ella agarrándola del respaldo, la llevo entre su mesa y hacia la ventana,
colocándola justo delante, y a la izquierda de la puerta. Las dos mujeres se
mantenían en pie delante de la mesa, Penélope a su derecha y Sarah a la
Izquierda quedando así de costado hacia el Marshall, que estaba a la izquierda
de Sarah, su comisaria. El Marshall
anduvo apenas los tres metros que le separaba de las chicas, observando como
temblaba la joven Penélope al escuchar sus pasos tras ella, asi como se
colocaba entre las espaldas de ambas mujeres.
La sorpresa fue para Sarah al notar como
el Marshall la agarraba de la cintura de sus shorts tejanos, al sentir que
tiraba hacia arriba de ellos desde la cintura, los cortos shorts se le
introdujeron entre sus nalgas, asomando claramente las perneras de sus bragas
amarillas de encaje. Sarah estaba sorprendida, pero su sorpresa duro poco, pues
el Marshall levantándola del suelo al tirar de la cintura de sus shorts, quedo
suspendida en el aire en volandas con su cuerpo curvado como una “U” a la
inversa, así cargando con su comisaria la llevo suspendida en el aire hasta la
silla, el cual al sentarse sobre la silla, dejo a Sarah depositada sobre sus
rodillas boca abajo, empezando a darle una azotaina con su mano derecha,
manteniendo los dedos de la mano juntos y rígidos, así le estaba propinando una
fuerte azotaina con la palma de su mano derecha, que más que ser una mano, para
Sarah parecía ser un gran paleta de madera. Al tener los shorts introducidos
entre sus dos redondas medias lunas, la azotaina la estaba recibiendo en su
trasero recubierto por las bragas amarillas de encaje, las cuales pronto transparentaba
entre el encaje lo coloradas de sus nalgas, la azotaina fue breve apenas una
cincuentena de fuertes azotes, que la hicieron durante la azotaina menear sus
caderas, así como retorcer sus piernas la una contra la otra. Cuando la soltó
permitiendo levantarse, al estar en pie se sobaba el culo con fuerza, pues le
ardía como brasas al rojo vivo.
(Marshall) -. Bien, Sarah! Te he advertido esta mañana sobre esos
ridículos pantaloncitos, como te vuelva a ver con ellos te vas a enterar de lo
que es bueno, ahora me he lastimado la mano, pero si te vuelvo a ver con ellos,
te aseguro que no me dolerá la mano!!! .- Sarah miraba hacia su jefe con
los ojos encendidos en sangre de la rabia, no le había gustado nada recibir esa
azotaina delante de la joven Penélope, y el culo lo sentía que le abrasaba por
la azotaina, sobándose por encima de las bragas, pues sus shorts todavía los
llevaba incrustados entre sus nalgas, le había parecido que la mano de su jefe
era de piedra de granito por su dureza. -. Ves preparando los caballos vamos a salir tú
y yo de batida, acabo de recibir esta nota, me notifican que las hermanas Watson se encuentran en el
campamento de Oso Gris retenidas. Así que prepara víveres para cuatro jornadas,
ten en cuenta que el regreso seremos cinco bocas que alimentar. Así que ponte algo más acorde para cabalgar
varios días…Estas muy atractiva con esos shorts, pero si no deseas sentir el
cinturón en él culo, más te vale vestir de manera más acorde a una agente de la
ley, ahora no estamos en el árido desierto solos, estamos en la ciudad por lo
que puede ocasionar problemas que una agente de la ley, se vista tan
descaradamente. Entendido!!! -. Sin
dejar de sobarse el culo, Sarah asentía con la cabeza. -. En esta nota encontraras lo que debes preparar, para nuestro viaje,
repásalo bien antes de salir por esa puerta...
Bien, cámbiate de ropa y sal inmediatamente a hacer las tareas
encomendadas, y directa al almacén general sin entretenerte. Y tu Penélope ha llegado tu turno!!! Ahora vamos a hablar detenidamente tú y yo…
Sarah al salir de la oficina se quedó
tras la puerta, no tardó mucho en escuchar sonidos procedentes del interior de
la oficina, así como llorar a la pequeña Penélope. Entonces emprendió camino al
almacén general para realizar los preparativos para el viaje. El andar hacia el
almacén fue lento, pues no podía caminar a un paso más ligero por las molestias
en sus nalgas. Mentalmente maldecía al
degenerado del Marshall por la azotaina que le acababa de calentar el culo. Tal
y como aconsejo el Marshall abrió la nota y la leyó con calma. Varios vaqueros le silbaron a su paso, al ir
vestida tan provocativa llevando aun sus shorts introducidos entre sus nalgas
mostrando no solo sus bragas amarillas, si no, también el culo colorado y con sus torneadas piernas luciendo su
cuerpo, así como al darles la espalda volvían a silbarla por como marcaba su
trasero en los ajustados shorts. Respondiendo ella dándose la vuelta y
colocando su mano derecha sobre la culata de su revólver, iba a tirar de él
para disparar a los rudos vaqueros y darles una lección. Cuando sonó un disparo
proveniente de la puerta de la cárcel.
Los vaqueros ante la clara amenaza miraron de donde había provenido el
disparo, la vieron muy decida a desenfundar su arma si la provocaban, pero su
revolver salió despedido limpiamente de entre sus dedos. Miro su mano sorprendida de que ni le
hubieran rozado ninguno de sus dedos por la bala al desarmarla.
Pero su sorpresa fue mayúscula al volverse para ver de dónde había partido
aquel disparo, viendo a su jefe que avanzaba hacia ella con su rostro
congestionado de la ira, y empuñando en su mano derecha un cuchillo modelo
Bowie. Sarah se quedó inmovilizada entre
sorprendida y aterrada al verle llegar ante ella, y más aún, cuando paso el
cuchillo entre su muslo izquierdo y el short cortándolo de un solo tajo, e hizo
lo mismo con su entrepierna cayendo este al suelo, quedando en medio de la
calle en bragas. Sarah se cubrió su
desnudez cruzando sus manos en su entrepierna, cuando sintió en sus caderas la
presión de las fuertes manos de su jefe, que la izaron del suelo bruscamente
colocándosela sobre su hombro izquierdo, así cargando con su peso, se agacho
para recoger el revolver de la comisaria de entre el polvo de la calle, e
introduciéndolo en su cintura, con la mano izquierda sujetaba a Sarah por
debajo de las rodillas para que no pudiera patalear, golpeándole en el estómago
a patadas, y con la mano derecha la iba dando sonoros azotes en el culo por
encima de sus bragas amarillas de encaje, el rostro Sarah estaba colorado de la
vergüenza por las risotadas de vaqueros y transeúntes que al ver como la había puesto sobre sus hombros, y como se dirigía a su oficina, iban andando
riéndose tras el Marshall quedándose reunidos en la calle, al entrar el
Marshall en su oficina cargando sobre su hombro a su ayudante. Nada más entrar, sin cerrar la puerta
dejándola abierta de par en par, desde la calle pudieron ver como el Marshall
se apoyaba sobre su mesa quedando semi sentado sobre ella, bajando a Sarah de
su hombro, la cual quedo sobre su
muslo izquierdo echada boca abajo y apoyando su pecho sobre la mesa, el Marshall
viendo a todo el pueblo reunido ante la puerta, sin dudarlo un instante le bajo
las bragas a su ayudante hasta las rodillas, exponiendo su colorado trasero a
todos los ciudadanos congregados a la puerta de la oficina. Metiendo la mano en
la caña de su bota derecha, extrajo un viejo cepillo de madera, comenzando acto
seguido a calentar el culo desnudo a su ayudante.
Sarah sentía como el cepillo azotaba sus
desnudas nalgas, ya en esos momentos lo sentía que ardía horrores, pero entre
la indignación de dejarla en bragas en plena calle, así como ver en el rincón
acurrucada en cuclillas a Penélope que
se sobaba el colorado trasero, ello le daba coraje para aguantar la azotaina
que estaba recibiendo, aunque el culo ya lo tenía en llama viva y cada nuevo
azote del cepillo le hacía ver las estrellas, pero aun así el orgullo podía más
que el castigo en sus nalgas desnudas. Sus piernas estiradas se movían de
derecha a izquierda, las separaba hasta que sentía que ya no las podía separar más
por la traba de sus bragas bajadas a sus rodillas, a cada nuevo azote de
cepillo de su garganta brotaba un lastimero gemido, aunque con su fuerza de
coraje estaba aguantando bien “entre comillas” la severa azotaina. Escuchaba
susurrar en la calle a ciudadanos de fondo, pero el culo le abrasaba de tal
manera que no podía saber que le estaban viendo recibir la azotaina, pues para
poder tolerar la azotaina estoicamente cerraba los ojos con fuerza, ello la
ayudaba a concentrarse en no ponerse a llorar, algo que dado el fuego intenso
que sentía en el culo, cada nuevo azote tenia que hacer esfuerzos para no llorar
del intenso dolor, pues su jefe el Marshall, se estaba empleando a fondo en
darle una buena lección.
Pero los minutos iban pasando, y el
intenso ardor en su trasero iba en aumento a cada minuto, continuaba con sus
piernas moviéndolas lentamente de un lado a otro, así como las abría hasta que
la traba de sus propias bragas hacían de tope y ya no le era posible abrirlas
más, entonces las cruzaba izquierda sobre la derecha, una contra la otra
estirándolas hasta que de nuevo sus bragas trababan de nuevo sus piernas, pero
a partir de cierto momento, sus piernas ya no la obedecían pasando a patalear
de manera alocada hasta que la traba de sus bragas que se estiraban dada su
elasticidad, llegaban a un punto que ya no cedían más, y con el alocado
movimiento de piernas sus bragas amarillas de encaje salieron despedidas de sus
pies, cayendo en la misma puerta de la cárcel, las cuales las recogió un
vaquero del suelo, haciendo comentario soez del estado de humedad que tenían
sus bragas.
Sarah alarmada por aquellas palabras, hizo
el esfuerzo de girarse sobre sí misma para mirar tras ella, logrando a pesar
del intenso dolor en su culo desnudo, mirar por detrás de la espalda del
Marshall, solamente durante un par de segundos consiguió mirar, suficientes
para ver que la puerta de la cárcel estaba abierta y ver la multitud congregada
viéndola recibir la azotaina con el cepillo.
En ese momento se sintió avergonzada desde la cabeza a los pies, de tal
manera que bajo la guardia, rompiendo a llorar desesperadamente, tanto por el
intenso fuego que sentía desbordado en su trasero, como por la vergüenza e
impotencia de ser observada por los ciudadanos de Spanks City Spring´s, que la
podían ver como abría y cerraba sus piernas mostrando así toda su más íntima
intimidad, la vergüenza resulto tal, que lloraba y berreaba a cada nuevo azote en
el culo, mucho más por abatimiento personal como de su vergüenza.
En ese momento el Marshall dejo de calentarle el culo, soltándola su mano izquierda de la cintura que la mantenía bien sujeta y con
firmeza sobre sus rodillas. Sarah al quedar libre, cayó al suelo al dejándose
caer hecha un ovillo cubriendo así su desnudez, y con sus manos posadas sobre
su trasero, ella no se lo podía ver, pero tenía un color colorado intenso lo que
resultaba en el aura alrededor de sus nalgas, mientras el centro del trasero se
mostraba claramente color morado por la severa azotaina que había recibido con
el cepillo….
El Marshall dio por acabado el espectáculo
que Sarah había dado, cerrando la puerta, pero para Sarah aún no había acabado.
El Marshall la levanto del brazo izquierdo haciéndola poner en pie, y se la
llevo hacia el pasillo de las celdas encerrándola en una celda. En la cual solamente había una silla de
madera, en la cual se sentó el Marshall y coloco sobre sus rodillas a su
comisaria boca abajo, continuando la azotaina ahora solo con la mano, pero para
Sarah aquello resulto inesperado, pues creía que había terminado con ella, pero
su trasero le abrasaba como mil demonios
recibiendo otra azotaina con el culo desnudo, la mano del Marshall volvía
a demostrar lo dura que era, Sarah solo hacía que mearse sobre el regazo,
mientras su jefe continuaba la azotaina. Cuando dio por acabada la azotaina, se
levantó de la silla, pero a su vez la hizo sentar a ella sobre la dura silla de
madera, no tardando en sentir en su desnudo trasero que aquella silla no era
como las demás, el asiento de la misma pellizcaba sus nalgas de forma
insospechada causándole la sensación de
estar sentada sobre un hormiguero, a los pocos minutos solo hacía que sollozar
y en ese momento tuvo la posibilidad de mirar entre sus piernas, viendo el porqué
de aquel hormigueo tan molesto, el asiento de la silla no era de dura madera,
si no, de flexible mimbre por ello si movía el culo, parecía que la estuvieran
pellizcando las nalgas, entonces fue colocar sus manos sobre el asiento para así
levantar el culo, pero para su sorpresa tenia los brazos sujetos por las
muñecas con unas correas al respaldo, de forma que sus brazos colgaban de sus
hombros rígidos y rectos a sus costados, impidiendo poder moverlos. La silla
era lo suficientemente alta, para que sus pies no tocaran el suelo, por lo que
cualquier movimiento hacia que tuviera la impresión que le estaban dado
pequeños mordiscos en sus doloridas nalgas.
Desde el amanecer de su llegada, tenía la
incertidumbre de para que servía esa celda sin camastro, y con solo una silla
alta por mueble, ahora lo estaba comprobando y lo estaba haciendo de la manera
menos sospechada por ella, siendo ella la protagonista de averiguar su uso.
(Marshall) -. Así aprenderás a
obedecerme cuando te diga que has de vestir de manera acorde al puesto que
ocupas. Ya te he advertido que no te quería volver a ver con esos ridículos
pantalones, y para colmo ibas a disparar contra unos vaqueros, por ir medio
desnuda por la calle, porque se burlaban de ti, pues ahora se han burlado y
reído mucho más… Cuando yo te diga cámbiate de ropa, iras rauda y ha velocidad
del rayo a cambiarte, o te daré tal azotaina que no olvidaras en mucho tiempo….
Y puedes estar bien segura de que esta la vas a recordar, cuando lleves una
hora ahí sentada vas a saber lo que es bueno, en la capital le llaman “La
educadora”… Es idónea para chicas que no se saben comportar como es
debido. En el tiempo que la tengo,
nunca he creído que la tuviera que utilizar, pero ya ves lo que son las
cosas… Ahora puedo encargarme de las chicas
sin preocuparme que la vuelvas a armar parda….!!! Dentro de una hora vendré a sacarte de ahí,
espero que para entonces hayas aprendido la lección…
Sarah se quedó en la celda encerrada,
apenas llevaba unos minutos y ya deseaba que la sacaran de esa silla
endiablada… Nunca hubiera imaginado que una simple silla de mimbre podría ser
aquel suplicio. Estando vestida sería
una de las sillas mas cómodas, pero teniendo el culo ardiendo como brasas al rojo vivo, sumado a la inflamación
del culo, estar sentada en esa silla parecía tener el culo en un avispero.
El Marshall Williams volvió a su oficina
encontrando a Penélope de pie en el rincón, lugar donde la había dejado al
tenerse que ocupar urgentemente de su comisaria. La muchacha al verle aparecer
de nuevo en la oficina su cuerpo se estremeció temblando de terror, ante la
severísima azotaina que había presenciado que le daba a su ayudante, solo de
pensar la que iba a darle a ella, hacía que su cuerpo temblara como un
flan. Antes de verse obligado a
abandonar la oficina, la había colocado sobre sus rodillas y le dio una
azotaina por encima de las braguitas blancas y con dibujos en relieve de plantas
en color verde. Viendo cómo se acercaba a ella, se acurruco apretando sus
muslos, de no hacerlo se hubiera hecho pis encima. El Marshall la vio que iba a
tener un accidente por como juntaba sus muslos, por lo que con rapidez…
(Marshall) -. Penélope! En esa
puerta tienes una letrina, ves y haz tus necesidades!
Tras varios minutos Penélope volvió a la
oficina, el Marshall la esperaba sentado en la silla, en la cual le había dado
una breve azotaina, teniendo que dejarla y salir en busca de su ayudante. Resignada
a su suerte, fue hacia el Marshall colocándose a su costado derecho, complacido
por la obediencia de la joven, la coloco sobre sus rodillas empezando a darle
una azotaina con la mano sobre sus braguitas. Durante varios minutos aunque no
se esmeró demasiado al castigarla, sabía que la joven estaba aún muy dolorida,
la cual lloraba desconsolada prácticamente desde los primeros azotes. Con el
culo más colorado que un tomate maduro, la dejo levantarse de sus rodillas,
sujetándola del brazo la llevo el mismo a su celda, dejándola entrar a su celda
y se acurruco en su camastro sollozando boca abajo.
Cerrando la celda de Penélope,
luego abrió la de Maggie dirigiéndose a ella…
(Marshall) -. Maggie ha llegado
tu hora, vamos…
Maggie salió de su celda
delante del Marshall, al pasar por delante hizo ademan de escupirle al rostro,
pero una bofetada con la mano abierta le hizo desistir su intento, pasaban por
delante de la celda en la que estaba Sarah sentada, pudo ver su rostro
congestionado por el dolor del trasero, no imaginaba que la congestión de su
rostro además de tener el culo ardiendo y muy dolorido, sentía pinchacitos
horribles al permanecer sentada sobre aquella silla de mimbre. Maggie continuo andando hacia la oficina
sonriendo al haber visto como la
ayudante, congestionaba su rostro del dolor en su trasero, sonrisa que no permaneció mucho tiempo en sus
labios, el Marshall caminaba tras de ella, en cuanto se quedaba atrás Maggie.
El Marshall Williams le daba un buen
azote en el trasero sobre corta la falda
de su conjunto gris, haciéndola aligerar su paso. Una vez en la oficina Laura
acababa de entrar en la comisaria portando una bolsa, en la cual llevaba ropa
para Sarah.
(Laura) -. Buenos días Marshall,
aquí traigo lo que me ha encargado para Sarah, su hija Alberta me la entregado…
Ah! Veo que tiene aquí a la más sinvergüenza de las Watson aquí, con todos los
problemas que nos ha ocasionado, de buena gana me encargaba yo de ella de
calentarle el culo… Se merece una buena azotaina con el cinturón…
(Marshall) -. Ya que lo dices
Laura! Encárgate tú misma de ella, yo debo ir a hacer una visita a la tía de
Allison, a ver si es cierto lo que me han dicho de esa familiar que ha venido
en su lugar. Tengo que reconocer que el culo de Sarah es más duro de lo que
pensaba, si no fuera tan cabezota sería una gran mujer, no me ha gustado tener
que darle tan severa azotaina, pero se la buscado ella.
El Marshall Williams abandono la oficina,
apenas había andado unos cincuenta metros que escuchaba a su espalda los
sonidos característicos de azotes, provenientes del interior de su oficina,
Laura estaba cumpliendo sus órdenes al pie de la letra. En pocos minutos estuvo en la entrada del
hotel, en recepción no había nadie, por lo que llamo pulsando la campanilla
golpeando sobre el pulsador.
Un hombre bajito y trajeado salió
poniéndose detrás del mostrador…
(Recepcionista) -. Que desea
sheriff?
(Marshall) -. Marshall,…
Marshall del estado, recuérdelo para una próxima vez, quisiera ver a la mujer
que ha venido a buscar a Allison, me han dicho que se hospeda en este hotel…
(Recepcionista) -. Debe
referirse a la Sra. Winston llego hace unos días, está en la… habitación ocho,
primer piso.
El Marshall subió las escaleras hasta el rellano
del primer piso, no tardando en encontrar la habitación indicada, se podían
escuchar gritos a través de la puerta, una voz de mujer desconocida para el
Marshall en el interior. Llamo a la
puerta con los nudillos de su mano derecha, y segundos después se abría… apareció una señora entre los cuarenta o
cuarenta y cinco años, vestida únicamente con un albornoz.
(Sra. Winston) -. Qué!!! -. La
mujer estaba claramente enfadada al abrir la puerta, pero cambio su tono de
voz, al ver al de la estrella en el pecho.
-. …Perdón Sheriff pero esta niña me saca de mis casillas, que desea usted?
(Marshall) -. Hola… Esta
perdonada, vengo a cerciorarme de que la pequeña Allison está bien, y usted es,
quien dice ser… Tiene documentos que acrediten quien es usted, y por supuesto
ver a Allison que confirma quien es usted… .- Al fondo de la habitación vio
a Allison en camisón. -. Allison!
Quieres acercarte… Quieres decirme quien es esta señora?
(Allison) -. Hola sheriff
Williams, es mi prima Betty Winston es hija de mi tía, la conocí siendo una
niña, ese ella, no es una farsante, pero es una bruja…!!! Y no me voy a poner
ese vestido!!!
(Betty Winston) -. Te he
comprado varios vestidos y te lo vas a poner!!! Perdone usted Sheriff, esta niña esta
endiablada, no sé dónde ha aprendido esos modales?
(Marshall) -. Sra. Winston soy
el nuevo Marshall del estado, no el sheriff… Y si Allison la reconoce, no tengo
nada que añadir, salvo que la pequeña Allison solo entiende la mano dura, con
unos buenos azotes lo solucionara en un momento, la joven se ha criado sin unos
padres que la pongan en su lugar, y servir durante años de camarera, ha hecho
que sus modales sean muy deficientes…
(Betty Winston) -. Srta.
Winston, Marshall! Perdone mi error… en cuanto a ti pequeña sabandija!!!
Marshall, voy a seguir su consejo…
Allison caminaba hacia
atrás viendo que su prima se acercaba hacia ella, con rostro que no le gustó nada a la pequeña
Allison. Tropezando al andar hacia atrás con la cama, cayo tumbada boca arriba,
viendo como su prima se sentaba a su lado sobre la cama, al hacerlo se le abrió
el albornoz mostrando la belleza de sus piernas al Marshall, la mujer
enfrascada en su labor, no se dio cuenta que enseñaba más de lo que el pudor de
una dama debe mostrar, enseñando no solo sus piernas, si no, sus muslos
abiertos y su entrepierna al no llevar bragas. Betty Winston inclinándose de
costado hacia Allison la agarro de la muñeca izquierda y tirando de ella coloco
a la muchacha sobre sus rodillas boca abajo, con esfuerzos le subió el camisón
hasta poder descubrir sus braguitas blancas de lunares verdes, rojos y
amarillos, e inmediatamente empezaron a sonar unos buenos azotes sobre el culo
de la joven Allison. Pataleando con sus piernas y golpeando con sus manos sobre
la cama de la rabia, la azotaina se prolongó varios minutos, hasta que Allison
se mostró bastante más dócil, soltándola permitiendo que se levantara de su
regazo, al ponerse en pie, Allison se sobaba con fuerza el trasero con sus
manos. Mientras con una sonrisa de triunfo aparecía en el rostro de Betty
Winston.
(Betty Winston) -. Gracias,
Marshall tenia usted razón, es lo que le hacía falta…
(Marshall) -. No es por nada
señorita Winston, pero debería usted cubrirse un poco y ponerse algo debajo, no
le parece…
Al escuchar sus palabras
se miró a sí misma, viéndose que el albornoz lo tenía abierto y se le había
subido, mostrando no únicamente sus piernas, si no, su desnudez del ombligo
hacia abajo y al abrirse el albornoz con el esfuerzo de darle la azotaina a su prima,
mostraba también sus pechos al aire.
(Betty Winston) -. Será cerdo!!!
Hijo de mala madre!!! Cabron!!! No le da vergüenza estar ahí parado mirándome,
sooo cerdo!!! Puerco!!!
Al tiempo que le maldecía andaba hacia él
con el albornoz abierto, al tenerle cerca empezó a aporrearle con los puños sin
apuntar a donde golpeaba, dándole en los brazos, pecho y con las piernas
dándole patadas en las espinillas hasta una patada subió a su entrepierna, que
por fortuna para el Marshall pudo detener a tiempo. Hasta que se le acabo la
paciencia…
(Marshall) -. Señorita Winston!!! Está visto que a usted le hacen falta buenos
modales, para empezar quien ha abierto la puerta en paños menores ha sido usted!
La desvergonzada que ha permitido que se le habrá el albornoz ha sido usted, la
que no lleva bragas eres usted!, la que ha mostrado el cuerpo desnudo
desvergonzada es usted!, la cual en vez de cubrirse, sigue con el albornoz
abierto es usted!, así que ahora voy a ser yo quien la de señorita una buena
azotaina… porque ha faltado gravemente el respeto a la autoridad!!!
Betty Winston no hizo
nada por escapar, estaba amedrentada por la amenaza del Marshall, la cual
consintió que el agente de la ley la colocara boca abajo sobre sus rodillas, al
sentarse previamente sobre la cama, retirando el albornoz le dejo con el culo
al aire comenzando una fuerte y sonora azotaina sobre su trasero desnudo, en
pocos minutos tuvo el trasero colorado como un tomate maduro, mientras los
azotes resonaban por todo el hotel, cuando acabo de darle la merecida azotaina
en el trasero dejándola echada sobre la cama sobándose el culo a dos manos, el
Marshall abandono la habitación cerrando la puerta.
Allison se acercó a su prima tumbándose a
su lado boca abajo sobándose el culo por encima de sus braguitas, y alargando
su mano derecha la puso sobre el ardiente trasero de su prima acariciándoselo.
(Allison) -. Que calentito
tienes el culo prima!
(Betty Winston) -. Tenías razón!
El Marshall es un hombre con poca paciencia, y
tiene una mano dura como el granito, tendremos que quedarnos una
temporada por esta ciudad, hay que probar más esa mano…”AYY” Como duele… No te parece?
(Continuará…)
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