Como aficionado a este apasionante mundo del spanking, me encanta hacer disfrutar a quienes buscan en mi experiencia, el sentirse identificadas consigo mismas. Cuando escribo una historia, me gusta que mis lectoras o lectores, se introduzcan en el lugar de la protagonista, viviendo en la historia como suya propia. Es importante el argumentar el inicio, pues escenificar bien hace que la imaginación vuele por si sola. Comenzando el motivo de la protagonista la lleva a ese mundo de la imaginación.
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domingo, febrero 25, 2018
martes, febrero 20, 2018
UN AÑO SABATICO CON SOBRESALTOS Capitulo 6
UN AÑO SABATICO CON SOBRESALTOS
Capitulo 6
Al entrar por aquella puerta Alison y Laura iban las dos sobándose el trasero por encima de sus
braguitas, dejando de hacerlo inmediatamente al ver que ninguna chica lo hacía,
cuando solo hacía unos momentos la mayoría de ellas iban sobándose el culo. Era una estancia enorme debido a que era el
comedor de la institución, no podrían decir con exactitud cuántas chicas había,
pero debían ser unas cincuenta o sesenta. Alison entraba en el último grupo de
chicas, a su lado iba Laura que se había hecho su compañera de habitación. Se
fijó en el resto de chicas que estaban allá de pie, todas iban con aquellas
cortas faldas tableadas iguales, y todas mostraban la parte baja de sus bragas,
siendo estas de múltiples colores y de dibujos variados o estampadas, pero
todas iban vestidas de igual forma, con aquellas faldas tableadas a cuadros negros y en relieve aristas verde
turquesa que resaltaba sobre el fondo de aquellos cuadros negros, haciendo que
estas fueran muy vistosas. Cuando Alison ocupo su lugar pudo ver que había
cuatro mesas largas paralelas en las cuales debían de haber unas veinte chicas
por cada hilera, lo que sumaban unas ciento sesenta chicas, viendo que se había
quedado muy corta en su primera estimación. Más tarde se enteraría que había
cuatro alas o pabellones, en los cuales constaban en grupos de cuarenta chicas,
y que habían chicas que no estaban bajo el mismo régimen de disciplina, ya que
dos de las mesas, las chicas llevaban el mismo uniforme, pero sus faldas eran
más largas y no mostraban su ropa interior, por ello dedujo que en sus rostros
no habían muestras de estar doloridas, como si, los rostros de las que llevaban
faldas más cortas.
Al fondo en horizontal, en diferencia
al resto de mesas en línea vertical observando desde la entrada, había otra
mesa larga en la cual se iban colocando las celadoras, estas eran unas sesenta y
vestían falda blanca con tirantes y blusas azul celeste, luego destacaban veinte
celadoras que vestían falda blanca con tirantes y blusa verde claro, que eran
las encargadas de las otras dos alas o pabellones, en el centro de la mesa
habían doce mujeres vestidas con traje similar falda gris por debajo de la
rodilla, blusa blanca y un corbatín negro, que eran las profesoras, en el
centro había un puesto libre que fue ocupado en último lugar, era la directora
la cual tomo asiento en su silla, dando orden de sentarse.
-. Pueden sentarse a
desayunar…!!! A quien le toca hoy
leer mientras desayunamos?
Una de las profesoras mirando un listado…
-. María Luisa Hernández!
Una de las chicas se puso
en pie, estirando su falda con las manos,
fue caminando pasando por delante de la mesa de los profesores y subió
al oratorio que estaba ubicado en el extremo opuesto, entre la mesa de
profesores y a su derecha las mesas de las chicas, la chica era de las que
llevaban falda de su uniforme más larga, por ser de una de las alas “Norte u
oeste” .
Empezó a leer mientras las demás desayunaban
leche con cereales y zumo de naranja, al acabar los párrafos levantaba su
mirada unos momentos, ante ella estaban las chicas de las alas “Sur y Este”
sentadas en sus sillas. Algunas de ellas movían sus traseros, lógicamente
estaban doloridas y le resultaba a la chica llamada María Luisa gracioso, ver
como meneaban sus traseros y alguna más dolorida, se pasaba la mano por su
trasero disimuladamente. Ese hecho hizo que la chica sonriese más de lo debido,
acto que no pasó desapercibido a la Directora…
-. María luisa Hernández!!! La
veo que tiene interés en el estado del trasero de las chicas que tiene ante
usted. Es que desea ocupar su lugar? Es una grave falta de respeto reírse de
aquellas que tienen un adoctrinamiento de un nivel más alto que el suyo! Ya que
tiene tanto interés por las chicas de las alas “Sur y Este”, quizás la podríamos
enviar a una de ellas, es lo que desea?
La muchacha contrariada de haber sido
sorprendida… respondió disculpándose…
-. Perdone usted señora Directora, no volverá a ocurrir.
-. Estoy segura de que no volverá a suceder jovencita! Y para
asegurarnos de ello, pasara por mi despacho después del desayuno. A que ala
perteneces?
La muchacha como un acto reflejo se tallo
el trasero de su falda, su rostro con el semblante serio miro a la directora,
sus labios se entreabrieron para decir algo, pero aquella advertencia de la
directora, añadiendo el paso por su despacho, lo cual la chica suponía muy bien para que iba a ser,
y no le salían las palabras.
Una de las celadoras se puso en pie,
vestía blusa verde claro.
-. Señora! Soy celadora del dormitorio “B2” y una de las tutoras de esta joven, pertenece a la ala “Norte”.
-. Bien. Encárguese usted misma de conducirla a mi despacho.
La muchacha continúo
leyendo, pero lo hacía tan mal que la hicieron sentar en su lugar, la chica que
estaba a su lado se levantó para continuar la lectura. La chica no se atrevía a
levantar la mirada, pues todas sus compañeras la observaban. No pudo acabarse
el desayuno, de hecho no pudo tragar nada, su preocupación se reflejaba en
ella.
Al terminar el desayuno las profesoras se
pusieron en pie, las alumnas las imitaron manteniéndose en sus lugares. Las
profesoras se colocaron ante las mesas que estaban las alumnas, una profesora
ante cada hilera de alumnas. La profesora que estaba más cercana a la puerta
empezó a caminar hacia ella, la hilera de alumnas iban siguiéndola tras ella,
así sucesivamente iban saliendo las profesoras con sus alumnas detrás hacia sus
aulas de estudio, las celadoras salían por otra de las tres puertas del salón
comedor. Una era la entrada de las alumnas por la que entraban desde los pasillos que conducían a sus aulas
y dormitorios, otra puerta en el extremo opuesto, a la derecha donde estaba la mesa de
profesores, por la que entraban profesoras y directora, la tercera puerta
estaba a la izquierda de la mesa de profesores, por la que accedían las celadoras
que no estaban de servicio. Excepto tres celadoras que se habían situado frente
a la puerta de salida de alumnas.
Las celadoras vestían dos con la falda
blanca y blusas azules, la tercera falda blanca y blusa verde claro. Las
alumnas iban desfilando hacia sus aulas detrás de sus profesoras ante ellas, al
pasar por delante de ellas la Alumna María Luisa Hernández, la celadora de
blusa verde claro se adelantó tocándola en el hombro, la chica salió de la fila
y siguió a la celadora saliendo por la puerta en sentido contrario que iban las
alumnas. Poco después salía el último
grupo de alumnas en la fila iban Alison y Laura. Ana y Betty eran las celadoras
que aguardaban en la puerta, tocaron el hombro de Alison y de Laura.
-. Vamos…, seguidnos a nosotras.
En dirección opuesta al resto de alumnas
salieron Alison y Laura tras las celadoras, caminaban tras ellas sobándose sus
traseros por encima de sus bragas, no tardaron en entrar por una de las
puertas, una vez dentro vieron extrañadas que eran los servicios, aunque habían
varios aseos solamente abrieron la puerta de uno, fue la celadora llamada Ana
la que hizo entrar a Laura en primer lugar, bajándole las bragas y haciéndola
sentar en el inodoro. En el aseo de enfrente, la otra celadora llamada Betty
abrió la puerta haciendo entrar a Alison, bajándole las braguitas, y haciéndola
sentar en el otro inodoro, las celadoras se mantuvieron ante ellas sin permitir
que pudieran cerrar la puerta, Alison fue la primera en protestar.
-. No me apetece orinar…
-. Yo tampoco…
-. Tranquilas chicas, enseguida tendréis pis las dos. Ya que estáis en
tratamiento especial y vuestro organismo no puede retener líquidos, lo que
habéis desayunado no tardara en bajar.
Bastaron apenas unos minutos de estar
sentadas en los respectivos inodoros, cuando el sonido característico se
escuchó como ambas evacuaban líquidos.
-. Bien… Ya podéis asearos y subiros las bragas…
Alison y Laura cortaron un trozo de papel higiénico y se asearon ellas
mismas, levantándose al tiempo que se subían sus bragas, aunque eran las cuatro
mujeres, tanto Alison y Laura tenían sus rostros colorados de la vergüenza.
Salieron de los aseos una vez se hubieron lavado las manos y secado, tras las
celadoras. Ahora continuaron pasillo adelante hasta donde había otra chica con
su espalda apoyada en la pared, y una celadora estaba a su lado. Era la chica
que había sido regañada por la directora, María Luisa. Alison y Laura acompañadas por sus celadoras,
se colocaron en la pared opuesta, entre ellas a la derecha había una puerta,
era el final del pasillo, tanto Alison y
Laura reconocieron aquella puerta, era la que daba al despacho de la directora
y que habían visitado el día anterior siendo las dos castigadas, por lo que en
sus rostros se veía su preocupación, la misma que podían ver reflejada en la
otra chica, que apoyada en la pared, sus manos jugaban con el dobladillo de su
falda. Pasaron varios minutos hasta que la puerta se abrió, ante ella apareció
la directora.
-. Isabel! Haga pasar a la joven.
La celadora llamada
Isabel entro en el despacho con la alumna María Luisa, desapareciendo en su
interior al cerrarse la puerta. Desde
fuera no se escuchaba nada de lo que estuviera sucediendo dentro…(Pero el
narrador tiene acceso a su interior, ya que el lector seguro que está
interesado/a en saberlo, verdad?)
…………………………………
La celadora llevando delante en esta
ocasión a María Luisa, se detuvieron delante de la mesa de la directora,
manteniéndose la celadora detrás de la alumna. La directora sentada en su mesa,
miraba la pantalla de su ordenador, mientras su mano derecha movía el ratón del
PC, buscaba el informe de María Luisa.
-. Bien María luisa! Veo por tu informe que es la primera vez que creas
problemas, has sido llamada al orden en algunas ocasiones, pero por faltas
leves, nada de importancia que haya requerido tratamiento especial. Tus notas
no están nada mal, eres una buena estudiante después de todo, comportamiento
excelente por lo general, un poco despistada según tus profesoras, pero sueles
estar atenta en clase, aunque te han llamado al orden varias veces, por lo que
veo por quedarte ensimismada con el vuelo de una mosca, en el último mes… Te
han castigado en dos ocasiones colocándote en el rincón, con el sombrero de
cono con orejas de burro por estas causas, pero nunca ha requerido un castigo
de mayor grado. Bien, eso está muy bien, ya que eso te libra de un castigo más
estricto. Isabel! Bastara con una azotaina, proceda…
La celadora agarro a la
joven del brazo izquierdo haciéndola seguirla, a unos metros en frente de la
mesa de la directora, donde una silla ubicada en el centro del despacho, la
celadora tomo asiento. Colocando sobre las rodillas boca abajo a María Luisa,
le levanto la falda descubriendo unas bragas blancas de algodón, la celadora
introduciendo sus dedos entre la cinturilla del elástico, tiro de ellas hacia
abajo, bajándoselas a las rodillas y sin mediar palabra alguna comenzó la
azotaina sobre el culo desnudo, la muchacha no debía de haber recibido nunca
unos azotes, o quizás hiciera demasiado tiempo que no lo hacían, pues a dicha
fundación solo eran enviadas a chicas problemáticas o que habían causado algún
delito de algún tipo, para que un juez las enviara a dicha fundación. Al sentir
los primeros azotes de la fuerte mano de la celadora, María Luisa se puso a
llorar casi al primer azote, la azotaina fue dura desde el primer azote, las
nalgas robustas de la joven temblaban cuando la mano impactaba sobre de las nalgas, pronto estuvieron coloradas en
su redondez, la chica simplemente lloraba mientras la celadora le estaba dando
la azotaina. Ni tan siquiera había necesitado sujetarle el brazo derecho para
que no pudiera entorpecer el darla la zurra, la muchacha sumisa aceptaba su
castigo, el culo debía dolerle bastante por su manera de llorar, pero para
sorpresa de la celadora, esta, ni siquiera pataleaba con sus piernas, las
mantenía semi flexionadas apoyando la punta de sus zapatos negros en el suelo.
La directora observaba como la celadora
daba la azotaina a la joven, había algo que la desconcertaba, por lo que abrió
otro archivo del informe de María Luisa en el ordenador, en él pudo revisar que
la muchacha había recibido muchos castigos corporales, en los colegios que
había sido internada anteriormente, en uno de esos archivos había una
información que hizo cambiar el semblante a la directora, claramente enfadada
abrió el primer cajón de la mesa de su despacho extrayendo un cepillo de
madera, se levantó de su sillón acercándose a la celadora.
-. Toma Isabel, utiliza esto. Esta chica donde la ves tan inocentemente
simulando llorar, pues es lo que está haciendo, pretende tomarnos el pelo,
Isabel empléate a fondo, hazle saber que ocurre cuando se burla una alumna en
esta institución.
Tomando el cepillo la
celadora Isabel, empezó de nuevo la azotaina a la chica, había dejado de
llorar. La habían descubierto, el cepillo hizo que el comportamiento de la
alumna cambiara de manera radicalmente, ahora se meneaba sobre las rodillas
meneando su culo a cada azote del cepillo, Isabel tuvo la necesidad de
sujetarle la mano derecha sobre su espalda, pues ahora si se tapaba el culo con
ella, sus piernas de estar inmóviles, empezaron un pataleo frenético, no
tardando en mostrar que el culo le estaba doliendo ahora de verdad, pues sus piernas
se abrían hasta que sus bragas blancas de algodón se estiraban todo lo que
daban en su elasticidad, impidiendo así el abrirlas más, entonces el fondillo
de sus bragas quedo bien visible, el cual mostraba un estado de abundante
humedad. La celadora tuvo que emplearse a fondo, para poder mantener a la joven
sobre sus rodillas, ya que esta luchaba de manera inusitada en liberarse de
estar zafada y bien sujeta. La directora se puso ante la alumna agachándose en
cuclillas delante de ella, levantándole la cara por la barbilla y mirándola a
los ojos…
-. Ahora sí que estas llorando de verdad, tus lagrimas ahora si manchan
el suelo humedeciendo el enmoquetado, parecía muy raro anteriormente que tanto
llorar y no hubieran lagrimas cayendo por tus mejillas, ahora si que caen, si…
Isabel!!! Dale más fuerte, aun no la veo llorar suficientemente…
Pronto el trasero paso de
estar colorado, a estar muy colorado. Ahora la alumna lloraba de verdad,
mientras sus manos intentaban soltarse, ya que la izquierda también había sido
necesario inmovilizársela junto a la mano derecha, su cintura se arqueaba
retorciéndose sobre las rodillas de la celadora, las piernas continuaban
abriéndose y cerrándose del dolor que sentía en su culo desnudo, la azotaina se
prolongó por varios minutos, tantos como unos veinte minutos de dura azotaina
con el cepillo, sumados a los quince minutos que había recibido previamente con
la mano, pero con la notable diferencia que ahora sus lágrimas eran totalmente
reales. Cuando por fin ceso la azotaina y se le permitió levantarse del regazo,
se sobo el culo a dos manos de manera vigorosa, el culo le dolía de lo lindo.
Al estar de pie, la celadora le sujeto la falda en la pretina de la cintura y
cogiéndola del brazo, la llevo ante la directora, la chica aun manteniendo las bragas bajadas y sobándose el culo, la
directora la cual había vuelto a
sentarse en su cómodo sillón.
-. Esto te enseñara que no se nos puede engañar, y como castigo por tu osadía
de tratar de confundirnos, vas a ser trasladada al ala “Sur”, con “tratamiento
especial”. Isabel! Llévala a la enfermería y que la sometan a
rejuvenecimiento, así aprenderá esta desvergonzada, tratar en engañarme… A mí…
Habrase visto semejante atrevimiento!!!
Que me la traigan en cuanto este iniciado… Que se suba las bragas antes
de salir del despacho, pero la falda que no se le baje, que vean todos lo que
les ocurre a las desvergonzadas!!!
………………………………….
La puerta del despacho
se abrió, por ella aparecieron la celadora llevando delante de ella a María
Luisa, una vez traspasada la puerta y cerrada esta, la celadora aproximo a ella
el cuerpo de la joven, le puso su mano apoyada sobre la el hombro derecho de la
muchacha abrazándola a su cuerpo, María Luisa ante esa cálido gesto, puso la cabeza semi apoyada sobre el pecho de la
celadora, está trataba de consolar a la muchacha la cual iba sumida en llanto
desconsolada, aparte de lo que pudiera dolerle el trasero, que debía ser
bastante por su forma de sobarse, claramente iba mucho más preocupada por el castigo
que se le venía encima, pues era conocido en la institución de que se componía
y lo duro que era para las chicas que eran sometidas a él.
Alison y Laura, vieron como desaparecían
por el final del pasillo. Las dos
celadoras miraban a sus pupilas, como estás, no hacían más que fijarse en el
trasero de María Luisa y como se iba sobando el culo.
Unos minutos más tarde…
Las celadoras se extrañaron al ver que las muchachas
cambiaban su rostro de preocupación, al estar aguardando a ser llamadas por la
directora, por terror a algo. Entonces vieron porque ponían aquellas caritas de
pánico, por el pasillo aparecieron la señora Alcaldesa acompañada del alguacil
Felipe. La señora alcaldesa saludo a las
celadoras, al igual que el propio alguacil Felipe. La señora Alcaldesa sujeto a Alison del
hombro haciéndola girarse, entonces levanto su falda para observar el trasero,
poniendo un rostro de extrañeza. Hizo lo mismo con Laura, viendo su trasero que
asomaba su rojez por las perneras de las braguitas, o eso es lo que las
celadoras imaginaron que miraba, luego les consulto a las celadoras…
-. Porque estas chicas van con braguitas? Y no llevan su
correspondiente pañal, acorde a su tratamiento.
-. Son las instrucciones que tenemos Sra. Emilia, dormir lo hacen con
pañal, pero durante el día deben llevar bragas y nosotras debemos estar
pendientes de ellas, para que no manchen sus bragas haciéndoselo encima.
-. Esas instrucciones quien las ha dado? La directora…
-. Por supuesto Sra. Emilia.
-. Entrad conmigo al despacho, venga pasad!
Las dos muchachas entraron primero
viendo a la Directora sentada en su mesa, esta se levantó rápidamente
increpando a las chicas por entrar sin su autorización…
-. Como os atrevéis a entrar sin permiso?
Luego entraron las
celadoras acompañadas del alguacil, y tras ellos la señora Alcaldesa…
-. Tranquilízate Karen, las he hecho entrar yo!
-. Buenos días, señora Emilia! La estaba esperando para mostrar el
curso del tratamiento de estas dos chicas, por ello aguardaban afuera.
-. Buenos días, Karen. Justamente de eso te iba hablar… Puedes
explicarme porque estas chicas estando en lo que debería ser su primera etapa
del tratamiento, llevan bragas en vez de sus pañales tal y como el tratamiento
indica? Es que acaso yo he hecho algún cambio en el mismo? Verdad que no! No me
contestes aun!!!. Celadoras…!!! Pueden hacer el favor de llevarse a estas
chicas y cambiarlas, en la primera etapa ellas deberán llevar pañal las
veinticuatro horas del día. Cuando lo hayan hecho lleven a las chicas a sus
aulas y luego tráiganme los informes de
sus instrucciones, quiero ver quien ha cometido semejante error. Tú, Felipe
espérame a la salida, lo que he de hablar con Karen no te concierne.
Las
dos celadoras se apresuraron a salir del despacho llevándose a las chicas,
Felipe el alguacil salió tras ellas, dejando a solas a la Directora y la Sra.
Emilia. Una vez la puerta estuvo cerrada…
-. Ahora que estamos a solas, puedes responderme!!! Quien ha modificado el
tratamiento?
-. Emilia. No tengo ni idea de lo que me estás hablando, yo entregue
las instrucciones del tratamiento a seguir…
-. Tienes aquí el documento original de esas instrucciones?
-. No. No hay ninguna copia más…
-. Como…? Karen estas cometiendo demasiados errores últimamente, esto
no quedara así, puedes estar bien segura de ello… Otra tema que deseo me aclares, tú! He pasado por la enfermería a
requerimiento de la doctora, que me ha llamado alarmada hace unos minutos… Te
has atrevido a enviarle una chica para someterla al “Plan Rejuvenecimiento” Tú!
Y con qué autoridad has contado para hacer algo así… sabes a cuánto asciende
económicamente un tratamiento especial? Tendrías que trabajar durante veinte
años para poder pagarlo, y ya no tienes edad para trabajar tantos años… Voy a
requerir los servicios de un Tutor, especialista en este tipo de casos, para
que se encargue de ti, como sigas teniendo estos errores y te aseguro que tu trasero lo va a lamentar, más te vale no cometer más
fallos. Puedes estar tranquila!!! A esa muchacha ya la
he enviado a su aula correspondiente, se puede saber que ha hecho una
adolescente de apenas dieciocho años, para que la sometas a tal castigo?
-. Bueno… Cometió una falta durante el desayuno, al mirar como las
chicas de las alas “Sur y Este” se removían en sus asientos por dolerles el
trasero y se reía de ellas, siendo una falta grave de comportamiento, por lo
que fue enviada a este despacho para ser castigada por su osadía.
-. Bien, obraste correctamente, pero ese no es un motivo tan grave,
como para ponerla en otra aula con el tratamiento especial… Debe de haber algo
más, verdad?
-. Desde luego que lo hay… Durante el castigo se mofo de su celadora y
de mi misma faltándonos el respeto, trato de confundirnos llorando desde el
primer azote, para librarse de un castigo mayor, burlándose de nosotras pues
eran fingidos sus lamentos…
-. Bueno… Y que se supone que debe hacer una chica que está recibiendo
una azotaina? Lógicamente deseara que esta termine cuanto antes, y usar esa
estratagema no es un delito, si un caso debe aplicarse un castigo más acorde,
pero no es algo tan serio, ni tan grave para tratar de ponerla a un tratamiento
especial, el cual cuesta una fortuna el llevarlo a cabo, y que no está al
alcance de cualquiera. Estas cometiendo demasiados errores!!! Y esto se va acabar, a partir de ahora me
informaras de todo, y solamente yo, podre hacer cambios en esta Fundación…
Entendido?
-. Si, Sra. Emilia. Como usted crea más conveniente, así se hará.
En ese momento alguien
llamo a la puerta, eran las dos celadoras que ya habían realizado las
instrucciones con las chicas y llevaban en sus manos las correspondientes
instrucciones que ambas habían recibido. En sus rostros se reflejaba preocupación…
Las dos celadoras entraron al despacho una vez autorizada su entrada al
despacho.
-. Ustedes dos han leído esos documentos…
-. Si, si señora lo hemos leído de nuevo, debe perdonar…nos…
-. Entréguenme esos documentos, ya se disculparan luego si es menester…
Las dos celadoras
entregaron sus documentos a la Sra. Emilia, la cual había tomado asiento tras
la mesa de la directora y leyó los dos documentos entregados, y su facciones se
iban endureciendo a medida que leía los documentos…
-. Ustedes dos! Han leído lo que aquí se indica, y el cómo deben seguir
las instrucciones?
-. Perdón… Sra. Emilia, si lo hemos leído, pero como se nos hacía tarde
para llevar a las chicas al desayuno, nos hemos saltado algunas líneas, no
esperábamos que tuvieran que ir a desayunar con pañales y asistir a sus clases
con ellos, como eso no es habitual, no lo esperábamos…
-. Han llegado a su hora al trabajo, o han llegado tarde?
-. Hemos llegado a las 07´00 horas, es cuando comienza nuestro turno de
día.
-. Pensaba Karen, que los turnos de día comenzaban a las 06´00 horas,
para disponer de tiempo sobrado para preparar sus armarios, y tener tiempo para
revisar lo acontecido en el turno de noche, mirando el ordenador del despacho
de celadoras, y así saber que programa tienen para la mañana.
-. Emilia, comienzan a las 06´00 horas, no comprendo por qué no estaban
en su puesto a esa hora como indica su horario de trabajo.
-. Las celadoras comenzamos a las 07´00 horas cada mañana, señora! Para
que vamos a empezar antes, si, siempre el trabajo es el mismo…
-. Karen vamos a tener que hacer una asamblea con las celadoras, y
quiero que instalen un fichador electrónico a la entrada, para que fichen a su
hora y aquella que empiece mas tarde, descontarle del sueldo el retraso, esto
no puede continuar con este grado de errores, ustedes dos tienen firmado en su
contrato régimen de Disciplina o no?
-. Si Sra. Emilia yo si lo tengo en mi contrato.
-. Usted es?
-. Ana Guzmán señora.
-. Y usted es? Lo tiene firmado también…
-. Betty Shepard y no lo tengo firmado en mi contrato.
-. Bien, Ana Guzmán! Vaya al despacho del señor Thomas el mayordomo,
ahora le llamare y daré instrucciones. Y usted Betty Shepard, váyase a casa dos
semanas suspendida de empleo y sueldo. Pueden retirarse…
(Continuará…)
domingo, febrero 11, 2018
SORAYA Y SU NUEVO HOGAR Capitulo 5
SORAYA Y
SU NUEVO HOGAR Capitulo 5
DISCIPLINA A UNA
SPANKER, POR SALTARSE EL PROTOCOLO.
Sonia avergonzada no se atrevía a mirar
a su spanker, se había limitado a obedecer las órdenes de la Sra. Abba de
sentarse a la mesa, en la silla sin poder subirse las bragas, manteniéndolas
sobre sus tobillos, no deseaba que su spanker se enfadase con ella y decidiera
que debía recibir una azotaina más severa, algo que se había temido nada más
entrar al salón y verla en qué condiciones iba su pequeña. De reojo podía verlo
sentado, aunque al verla se había desacomodado del sillón incorporándose hacia
delante, con sus manos apoyadas en los brazos del sillón, como si hubiera
estado a punto de levantarse al verla entrar en aquel estado, aunque ella al
entrar avergonzada con la mirada baja, no había querido mirarle pues sospechaba
su sorpresa al verla entrar de aquella
guisa. Al conocer el motivo del porque había la Sra. Abba castigado a su traviesa
spankee, no le había puesto de muy buen su parecer, es mas no le había gustado
nada en absoluto que se hubiera tomado esas libertades al castigar a su spankee
sin autorización previa, o haberle comunicado el hecho de su travesura, algo
que habría hecho castigarla el mismo como se merecía, pero el haberse tomado
esa libertad ella sin consultarle no le había gustado. Este con su rostro
cogestionado por su mal parecer de los hechos acaecidos, había mirado hacia el
sillón de enfrente, donde estaba sentado el anfitrión de la casa el Sr. John.
Un hecho que no le pasó desapercibido a
John, por ello miraba a su esposa con el rostro claramente mostrando desacuerdo
en su manera de actuar. A lo que ella respondió al verle, encogiéndose de
hombros. No era especialmente una mujer que no supiera captar las situaciones
extremas y aquella lo era. John insistía con su mirada hacia su esposa, trataba
de hacerle ver que debía dar una explicación, pero esta por el contrario negaba
con la cabeza, la situación se estaba volviendo tensa por momentos, Felipe
mirando fijamente a John, exigía una explicación de ese comportamiento. Felipe
veía la negativa de la Sra. Abba a dar una satisfacción en manera de disculpa,
viendo que esta no estaba por la labor. Algo que hacía a Felipe perder su poca
paciencia, de no haber estado su marido presente, ya la habría colocado en su
regazo, levantado su larga falda y bajado las bragas… Intentando Felipe calmar
su mal humor, dio una respuesta aprobando el castigo a Sonia, pero dando una clara
indirecta…
…(Felipe) -. Es por ese motivo
por el cual te han calentado el culo,
Sonia? Vaya, vaya… Ya veo que te han puesto el trasero como habría hecho yo
mismo!!! Además esas marcas que te han quedado son preciosas, un Paddle muy
original Sra. Abba! Debe decirme donde lo ha comprado, resulta encantador el
cómo le ha dejado el trasero. Sonia!!! Como te has atrevido en una casa a la
cual estamos de visita comportarte de tal forma? Ha hecho muy bien esta señora
en calentarte el culo como es debido, como se te ha ocurrido que podías hacer
semejante cochinada así!!! Pero no habría estado de más, el haberme consultado
primero, no es un hecho o actuación muy lógica siendo yo un invitado, así como
Sonia mi spankee!!! No me ha parecido correcto su intervención, señora!!!
Con esas palabras
demostrando su claro enfado, mirando en ese instante a los ojos a la Sra. Abba
claramente mostrándole que estaba furioso por su desfachatez, no dando una
explicación a los hechos. Viendo en
aquellos ojos un claro desplante hacia él, por lo que continúo hablando
dirigiéndose a ella…
(Felipe) -. No me ha gustado el
comportamiento de mi pequeña spankee, Sonia. Entiendo perfectamente que su
hecho es una clara provocación, pero John, mi amigo. Esto requiere un arreglo,
entendiendo que este no es el lugar adecuado, por tanto espero se me indique a
donde debo dirigirme para que podamos saldar esta cuenta pendiente, la cual
exige una satisfacción hacia mi persona o…
Esas últimas palabras las dirigía a John
mirándole fijamente, cortando sus palabras hizo el gesto de mover bruscamente
su cabeza hacia la salida. Con ello le
estaba dando a entender que de no haber una situación claramente satisfactoria,
se iría de inmediato de la casa sin dar más explicaciones llevándose a Sonia.
John estaba decepcionado con el
comportamiento de su esposa, le estaba dejando en muy mal lugar, algo
inaceptable, interviniendo en la conversación enfadado, pero disimulando que
las chicas no captaran lo que sucedía.
(Sr. John) -. Mi buen amigo
Felipe, no está bien que hablemos entre nosotros en esta estancia, las chicas
deben hacer sus tareas y las distraemos, mejor que vayamos a mi despacho para
hablar cómodamente entre nosotros, estoy seguro que nuestra “Ama de Llaves”
Ross Mery sabrá como corregir a cualquiera de las chicas si no realizan bien su
tarea, lógicamente si a usted, Sr. Felipe autoriza a Ross Mery a encargarse
también de Sonia, no desearía contrariar su responsabilidad como su spanker,
que le parece?
(Sr. Felipe) -. Si, por supuesto
como siempre usted tiene razón. Aquí estamos entorpeciendo con nuestra
presencia a las chicas, pues permaneciendo en el salón, saben que las podemos
castigar por su indisciplina como se merecen.- Su última frase la enfatizo
mirando a Abba, moviendo la mano de un lado a otro, con la palma de su mano
derecha extendida boca arriba, lo que hacía entender… “Buena te espera”. Viendo en ella, como variaba su altivez en su
rostro.-. Es cierto mi buen amigo. Mejor
vayamos a probar ese whisky que me hablaba antes de interrumpirnos las chicas,
me ha sugerido que no existe otro igual en toda Escocia, su tierra de origen.
Por supuesto Ross Mery es una mujer la cual conozco su experiencia en
disciplina, según mis fuentes, es una mujer muy reconocida en su oficio de
institutriz, y muy capaz. Me indica el camino, John?
(Sr. John) -. Hazme el honor de
acompañarme mi buen amigo… Vas a comprobar que no hay mejor elixir para mojar
nuestras gargantas, que un buen whisky escoces. Harás el honor de acompañarnos
con tu presencia, Abba! En cuanto te cambies por un atuendo más acorde a
nuestro invitado…
Los dos hombres salieron
al pasillo, una vez en él, dejaron de disimular mirándose entre ellos sin
apatía alguna, ambos girando la cabeza hacia Abba, aunque solamente John su
esposo rompiera aquel silencio, en aquella atmosfera cargada que un cuchillo
podía cortar con su filo en el aire tan tenso. Aunque su voz solamente fue
escuchada por Abba, ya que prácticamente le hablo al oído…
(Sr. John) -. Ves a tu
habitación! Ponte vestimenta adecuada, tienes diez minutos o iré a buscarte yo
mismo…!!!
Toda una señora… Caminaba hacia su
habitación por el pasillo, era una mujer de constitución fuerte, o… solamente
era una impresión? (Eso pronto sacara de dudas a nuestro narrador) Tanto John,
como Felipe, la siguieron con su mirada hasta desaparecer ante una de las
puertas en la que dejaron de ver contonear sus caderas. Ambos entraron en el
despacho sin articular palabra alguna.
Abba dentro de su habitación una vez
cerrada su puerta, apoyo su espalda sobre la puerta, toda su entereza se había
esfumado de su rostro. Sabía bien que estaba en problemas serios, pues hacía
meses que no había visto a John tan furioso. Él se enfadaba con las chicas,
pero era un enfado necesario para intimidar a las chicas, un spanker debe
mostrarse seguro de sí mismo en todo momento ante una spankee. En tiempos que
no tenían a ninguna chica para sus juegos, Abba había desempeñado su rol como
una traviesa spankee más. Era algo entre ellos, formaba parte de su intimidad más
íntima, que solamente ellos sabían. Tenía solo diez minutos, debía ser rápida o
John cumpliría su promesa de ir a buscarla el mismo, lo conocía muy bien,
aunque nunca lo había visto tan enfurecido con ella, como hacia tan solo unos
segundos. Eso le hacía temer lo que se le avecinaba…
En solos un par de minutos estaba como
vino al mundo, desnuda. Era una mujer esbelta con un cuerpo más digno de una
joven, que el de una señora en la cuarentena. Solía utilizar trajes o vestidos
holgados para dar una apariencia más mayor, así como vestir más como una
profesora de colegio para dar apariencia de seriedad. Para mantenerse en forma
solía hacer mucho ejercicio, sobre todo pesas relacionadas con la halterofilia,
para mantener fuertes sus brazos.
Dirigiéndose a la cómoda, abrió un cajón
de los de abajo con doble fondo, retirando una repisa, en ella iba su ropa
interior. Bajo ese fondo secreto, apareció ropa interior digna de una spankee,
extrajo unas bragas blancas con dibujos de arbolitos bonsái, eran verdes sus
hojas con el tronco marrón, las desdoblo, eran de talle alto y pernera baja. En
breve las tenía puestas, le cubrían su formidable trasero. Luego extrajo un
sujetador de talla más pequeña de la que vestía normalmente, en estos la copa
era más pequeña, ya que solía utilizar otros con relleno en la copa para
mostrar más pecho. Fue hacia el
vestidor, pulsando un botón en el marco de la puerta, se abrió un armario que
más parecía una pared, que lo que acababa de abrir. En él había varias faldas y
vestidos dignos de una adolescente en edad escolar. Extrajo un vestido de tirantes, y una blusa
color vainilla. En breve estuvo vestida, el vestido de tirantes con falda de
vuelo tableada lisa de un solo color azulada, era un azul celeste muy apagado,
que le quedaba como un guante con aquella blusa color vainilla. En breve se
puso unos calcetines hasta las rodillas, a juego con la blusa, calzándose unas
bambas blancas con cordones. Luego frente al espejo se arregló el cabello, de
un cabello castaño. El cual resulto ser una peluca, apareciendo un cabello
rubio, se pasó el cepillo varias veces hasta quedar desenredado, pues al
utilizar peluca, el suyo lo llevaba recogido. Mirándose al espejo, nadie podía
reconocerla si la vieran.
Caminaba por el pasillo con la falda
balanceándose a cada paso que daba, hacía meses que no se sentía como esa
tarde, nerviosa, angustiada, con miedo que la hacía temblarle las piernas, sus
manos nerviosas no hacían más que alisar la falda en sus caderas, así como el talle
de su trasero. Al llegar ante la puerta del despacho, introdujo sus manos bajo
la falda, con dedo índice y pulgar los introdujo bajo el elástico de las
perneras de sus bragas, estirándolas y ajustándolas a su trasero. Se levantó la
falda y se ajustó la cinturilla de sus braguitas, volvió alisar su falda y por último
se acarició el trasero pasando la palma de su mano por su culo sobre sus
bragas.
Aquella puerta del despacho, Abba nunca se
había fijado en ella, o no la había mirado como la estaba viendo en esos
momentos, nunca la había mirado desde la perspectiva de estar en la situación
de una spankee, y ahora lo estaba, vaya si lo estaba. Aquella puerta que hasta
ahora era una simple puerta, ahora la veía diferente… gigante, era enorme, no
creía poder llegar al pomo de la puerta para abrirla.
(…Sabía
que era lo que iba a suceder tras cruzar aquella puerta, se lo había buscado
ella misma…? Esa pregunta su mente no hacía más que preguntárselo a sí misma,
una y otra vez… Quizás y solamente quizás… El tener a Sonia sobre sus rodillas
y bajarle aquellas bragas amarillas de encaje, y ver las marcas que estaba
dejándole en sus nalgas con el paddle, quizás había despertado su lado oculto,
pero ese pensamiento se nublo, pues eso había sido después de decidir castigar
a Sonia por acariciarse delante de ella, quizás el ver como introducía su mano
bajo la falda, eso la había excitado, pues era una imagen encantadora y
reveladora, ver como lo hacia delante de ella sin ocultarse… ese hecho la había
nublado su mente o capacidad de razonar…? En qué momento había decidido
saltarse las pautas a seguir entre spankers… No lograba hallar respuesta a
porque se había metido en aquel problema, pero se daba perfecta cuenta de que
estaba en problemas serios, de ahí su vestimenta… No había dudado un instante
en cambiarse de vestuario, es más, su excitación era notable pues así lo
destacaba el fondillo de sus braguitas blancas de algodón, con dibujos de
arbolitos bonsáis…)
Su temor a abrir aquella puerta se
acentuaba por sí mismo, el temor a cruzarla, hacía que esta fuera más grande y
más alta que jamás hubiera imaginado. Miro el reloj que estaba en la pared del
pasillo, habían pasado quince minutos desde que se despidiera de John… El pomo
de la puerta fue accionado desde el interior, en ese instante, la puerta volvió
a su tamaño original, viéndose Abba ante John, su marido. Haciéndola temblar desde la cabeza a los
pies…como una amapola a merced del viento. Su cuerpo era como gelatina de cómo
temblaba en esos momentos.
(Sr. John) -. Ah! Estas aquí!
Iba a buscarte ahora… Entra…te estamos esperando!!!
Abba traspaso el umbral de la puerta,
al fondo junto a la mesa del despacho se hallaba Felipe sentado de espaldas a
la puerta, este, ni se había girado para verla entrar al despacho. Entre este y
la mesa, habrían unos cuatro metros en donde otra silla estaba dispuesta justo
enfrente de él, sintió Abba presión en su antebrazo izquierdo, la había
agarrado John su marido, obligándola a caminar hacia donde se encontraba el Sr.
Felipe sentado, al llegar junto a la silla que estaba libre, John tomo asiento
sin soltarle el brazo a su mujer.
(Sr. John) -. Bueno Felipe, ya
la tenemos aquí!
En ese instante Abba miro a su derecha de
reojo viendo a Felipe sentado con la pierna derecha cruzada sobre su pierna
izquierda, en su mano izquierda sostenía un vaso contenía un líquido
amarillento oscuro, deduciendo que era whisky. En su mano derecha un humeante
puro a medio fumar, entonces se fijó en su serio semblante, lo vio que estaba
tranquilo pero con sus ojos marrones despidiendo chispas, o esas chispas
solamente le pareció a ella verlas, pero si parecía estar furioso. Abba se
sintió acosada mentalmente por aquel ser, pues la observo desde la cabeza a los
pies contemplándola como iba vestida, haciendo un claro signo de aprobación una
vez hubo acabado de observarla, levantando la cabeza hacia John. Como si este,
estuviera esperando que Felipe diera su conformidad.
Abba esperaba en silencio, de un momento
a otro uno de los dos iba a comenzar a reprocharle su conducta, quizás los dos…
(Sr. Felipe) -. Bien… El
vestuario está correcto, es el que debería vestir esta señora asiduamente, pues
es el que le corresponde, pero… La ropa interior es la correcta de una spankee?
Abba se le quedo la boca abierta de la
sorpresa, aquello no podía ser verdad, se atrevería ese supuesto caballero a
pretender verle que ropa interior llevaba puesta? Pero que se había creído… Para su desazón, sintió como la mano que
presionaba en su brazo izquierdo, dejo de hacer presión, sintiendo como ahora
sentía la presión a la altura de sus caderas, pero la presión de las dos manos
de su marido John. El cual, sin ningún miramiento la hizo voltearse dando la
espalda a Felipe, quedando ella con su mirada en su marido, le imploro con sus
ojos bañados en lágrimas que no lo hiciera, aquello era demasiado humillante
para ella. Entonces sintió como la mano izquierda de John, dejaba de hacer
presión en su cadera, pero sintiéndola como le acariciaba el trasero por encima
de la falda descendiendo hacia sus muslos, Abba cerró los ojos, no deseaba ver
los ojos de quien le estaba haciendo pasar aquella vergüenza ante un total
extraño. Aunque no podía verlo, sintió como su marido sostenía el dobladillo de
la falda tableada plisada azul celeste, y como esta era izada lentamente
sintiendo en su trasero la brisa de aire fresco, las bragas de talle alto y
perneras bajas cubriéndole el trasero hasta la base de sus nalgas quedo al
descubierto a miradas obscenas… Abba, no le podía ver, pero si escucho brotar
de los labios de Felipe…
(Sr. Felipe) -. Perfectas! Lleva
unas bragas adecuadas para ser disciplinada con una buena azotaina… John, estoy
conforme… cuando usted disponga me encargo de ella…
Abba se revolvió sobre sí
misma como si le acabase de morder una serpiente cascabel… su falda se le bajo
con el brusco giro de su cuerpo,
soltándose de los dedos de John que le mantenía la falda en alto mostrando sus
bragas… la falda al brusco movimiento izo que se le levantara en pleno vuelo,
dejando a la vista sus bien torneados muslos así como sus bragas al completo
durante unos segundos…
(Abba) -. Queeee…!!! No estoy
dispuesta a tolerar que ese cerd…
Dos azotes bien dados por su marido en
el culo sobre la falda, acallaron las palabras discordantes que no llegaron a
ser oídas, pero si claramente supuestas en su significado, lo que hizo
adelantar acontecimientos… Pues bruscamente se vio arrastrada por la mano que
había hecho presa su brazo derecho, al levantarse raudo de su silla Felipe,
tirando de ella la atrajo a él, colocándola boca abajo sobre sus rodillas sobre
las que quedo atravesada, los azotes no se hicieron esperar, pues Felipe enfurecido
descargo su fuerte mano sobre el trasero de Abba, con azotes rapidísimos
resultando claramente muy sonoros, aun sobre su trasero cubierto por las
bragas. Abba no tardo en sentir como sus nalgas le ardían, aunque mayor era su
coraje al sentirse echada sobre las rodillas de un extraño, tratando de todas
las formas posibles de liberarse de la traba de la fuerte mano derecha que la
mantenía sujeta sobre las rodillas, y como aquella mano izquierda no cesaba de
darle buenos azotazos en su culo. En breve Abba se sentía avergonzada de ser
claramente castigada sobre aquellas rodillas, aquel ser, era un total extraño
para ella y recibiendo una dolorosa azotaina en su trasero, no pudiendo hacer
nada para levantarse de aquel regazo.
John rápidamente se reincorporo de su
asiento, avanzando hacia el descabellado intruso, pues así lo consideraba en
esos momentos, el muy osado estaba castigando a su esposa Abba ante su mirada,
durante unos segundos había quedado atónito, al ver como la situación se le
había escapado de sus manos sin haber podio evitarlo, pero actuó con celeridad
aunque su antagonista resulto ser rápido y certero, no pudiendo evitar que le
diera a su esposa una veintena de buenos azotes sobre sus bragas en el culo,
justo en el instante que Felipe iba a introducir sus dedos entre el elástico de
la cinturilla de las bragas de Abba para bajárselas, John detuvo a Felipe en su
acción, liberándola de la azotaina e incorporando a su querida esposa
depositándola sobre sus pies en el suelo, la cual al sentirse libre, llevo sus
manos a su culo para sobárselo con fricción, pues la azotaina aunque breve, le
había dejado claro a Abba la vigorosidad de aquel intruso, así como la fuerza
de su mano izquierda. John se encaró con el antagonista Felipe…
(Sr. John) -. Como se ha atrevido usted a ponerle las manos
encima a mi esposa? Pero quien se ha creído que es usted? Este comportamiento
es totalmente inaceptable… Salga de este despacho inmediatamente!!! Fuera!!!
Felipe con cara de
decepción al ser liberada la mujer que mantenía echada sobre sus piernas, a la
cual le estaba dando su merecida azotaina, desde la certeza disponibilidad y
derecho a castigarla como había creído oportuno, ya no únicamente por haberse
atrevido a dar una azotaina a su spankee, si no, por haberse atrevido a
insultar y manifestarse grotescamente hacia el mismo y su persona. Pero al ser
recriminado por John, supo colocarse en su lugar. Y sin decir nada, se levantó
abandonando la estancia, aunque cerró la puerta con un sonoro portazo al salir…
Abba continuaba sobándose el culo con la
palma de sus manos sobre sus bragas, aunque estas no fueran totalmente visibles
pues las cubría su falda ligeramente, mientras afloraba en sus labios
una sonrisa de satisfacción y orgullo hacia su marido John por haberla
liberado, del usurpador de poderes, en el poder de la creencia de castigar a
Abba sin tener consecuencias. Abba se sobaba el culo observando a John con
admiración de esposa enamorada, pues su marido había intervenido rápidamente en
su defensa y había sido muy clara su manifiesta posición al echar fuera del
despacho al intruso. Abba se arregló sus bragas introduciendo sus dedos índice
y pulgar en las perneras derecha e izquierda colocándose en su lugar, cubriendo
así sus nalgas, pues con la azotaina se le habían subido y el elástico hacia
una presión molesta en sus nalgas, luego se bajó la falda pasando sus manos por
el trasero plisándose bien la falda y se encamino hacia la puerta para
retirarse, en la creencia que podía hacerlo tranquilamente, después de la
oportuna intervención de su esposo John.
John aún no había abierto la boca para
expresar una disculpa a su esposa, o un sencillo “Lo siento” como ella esperaba, por ello se encamino lentamente
hacia la puerta, dando así tiempo de reacción a su marido, pero al ir a agarrar
el pomo de la puerta…
(Sr. John) -. Se puede saber a dónde
vas? .- Abba se giró lentamente hacia su marido, en la creencia que ahora
llegaría su disculpa por haber consentido que Felipe la hubiera colocado en sus
rodillas y dado una azotaina, sin su consentimiento…-. Te piensas acaso que ha acabado todo? Así de sencillo!!! .- Abba
desconcertada se fue acercando a John -.
Te has pensado que ha acabado todo aquí! Así, sin que hallamos hablado de lo
que has hecho y de su gravedad? Donde has aprendido ese comportamiento desleal
hacia un invitado? Como te has atrevido a actuar en la creencia que puedes
hacer lo que te de la gana con una spankee, la cual no está bajo tú, o bajo
nuestra responsabilidad!!! Por no comentar o decir, en qué posición me has
colocado a mí!!! Es un comportamiento intolerable!!! .- John se fue
acercando a su esposa, asiéndola de la mano izquierda, tiro de ella
conduciéndola de nuevo hacia la silla. En ese momento Abba deseaba más que
nunca salir por aquella puerta, se arrepentía de haber ido tan lentamente hacia
ella esperando una clara disculpa, mientras que lo que iba a obtener iba a ser
una azotaina en toda regla por el tono que empleaba su marido, aterrada se dejó
llevar… -. Te has parado a pensar, que
porque ese impresentable se ha atrevido a darte unos azotes, ya voy a dejar
correr este asunto? De verdad te has creído, que con eso se acababa todo? Ahora
te voy a enseñar que puedes ser una spanker para las chicas, pero para mí!!!
Sigues siendo la pequeña sinvergüenza con la que me case! La cual es necesario
corregir como es debido, de vez en cuando con una buena azotaina sobre mis
rodillas, y eso es, justamente lo que voy hacer ahora mismo…!!!
John llevo hacia la
silla a su esposa, tomo asiento en ella. Lentamente coloco con suavidad a Abba
sobre sus rodillas, una vez que la tuvo bien colocada sobre su regazo, con las
dos manos utilizando dedos índice y pulgar, asió el borde de la falda, con los
dedos mano derecha del dobladillo de la falda que se posaba sobre la pierna
derecha de Abba, con los dedos mano izquierda, del dobladillo posado sobre la
pierna izquierda, así, alzando la falda de ambos extremos al unísono dejo al
descubierto las bragas de algodón blancas de dibujos con arbolillos de bonsáis
con las hojas verdes y su tronco marrón, que cubría el trasero a su esposa,
colocando la falda perfectamente uniforme sobre su espalda, la cual se
entretuvo en entremeter en la pretina de la cinturilla de la falda, para que
esta no se le bajase durante la azotaina que iba a darle dando molestias a
John. Abba se ruborizo al sentir la
brisa fresca sobre su trasero, sobre todo ahora era destacable al mantener
ligeramente caliente su trasero por la breve azotaina, aunque le había dolido
de lo lindo pues los azotes habían sido muy fuertes. Abba desde joven, siempre
se había ruborizado cuando su marido levantaba su falda para darle una
azotaina, y esta ocasión no resulto pasar desapercibida para ella, pues nunca
lo era.
El colocar la falda sobre su cintura,
siempre resultaba una pequeña ceremonia, pues John lo hacía muy meticulosamente
colocándola bien doblada y sujeta. Luego poso su mano en su trasero sintiendo
en la palma de esta, como irradiaba calor el trasero de su esposa. Acariciando
a círculos sobre las bragas, abarcando así ambas nalgas durante unos segundos.
Luego introdujo sus dedos por el interior de la cinturilla de las bragas de su
esposa, con las dos manos, se las bajo lentamente hacia las rodillas lugar
donde las deposito, colocándolas de manera que el fondillo de sus bragas
quedara bien visible a sus ojos, viendo la humedad notoria de fluidos. El culo
de Abba estaba bastante colorado, aunque solamente había recibido una veintena
de azotes, ha Abba desde siempre se le
enrojecía con mucha facilidad.
Abba aguardaba el momento que comenzara la
azotaina, entonces fue cuando su cuerpo se estremeció temblando como si fuera
de gelatina, al notar como su marido se inclinaba hacia su costado derecho,
viendo Abba al estar su cabeza ligeramente caída lo que John buscaba bajo el
asiento de la silla, ella podía ver perfectamente lo que había sujeto bajo el
asiento mediante una grapa de presión. Sus manos se aferraron con fuerza a las
patas de la silla, mientras aterrada veía como de debajo del asiento, se
soltaba el instrumento oculto “El
Cepillo”…
El primer impacto en su nalga derecha,
la hizo cerrar con fuerza los parpados de sus ojos, a este le siguió uno más en
su nalga derecha a la misma altura, progresivamente los azotes fueron cayendo
sobre su desnudo trasero, en breve sentía como le ardía todo su trasero, pues
sus dos nalgas, así como la base de estás, habían sentido la caricia poderosa
del cepillo de madera. Hasta ese instante había contado unos veinte azotes,
diez en cada nalga de manera progresiva, nalga derecha, nalga izquierda,
primero en el centro mismo y luego repartiéndolos alrededor del centro de cada
nalga hacia afuera, de dentro entre la media luna, hacia el mismo índice de
inicio de sus caderas, no dejando ni un milímetro sin recibir la caricia del dichoso
instrumento que ya comenzaba a arder más de lo que a ella le hubiera gustado.
A partir de ese instante, los azotes que
le administraba en su trasero John. No seguían pauta alguna, así como acelerar
el ritmo de los mismos cada vez más y más rápidos. Por el contrario Abba
comenzaba a mostrar sus primeros síntomas de dolor en su culo desnudo, hasta
ese instante se había mantenido quieta, inmóvil. Pero ahora ya no podía ejercer
su voluntad de mantenerse impasible, la azotaina iba a más a cada nuevo azote,
y cada uno, si el ultimo dolía, el siguiente dolía aún mucho más. Abba conocía
a su marido, este no permitía que se cubriera el trasero con las manos, o
ponerse a gritar, así como llorar, debía aguantar estoicamente la azotaina
doliera o no doliera. Aunque bien sabía que todo tenía un límite, y Abba no
tardaría demasiado en sentir arder sus nalgas como llama que lleva el diablo, y
así fue.
Abba empezó a menear sus caderas levemente
bien avanzada la azotaina, pues en ese momento debería de llevar más de setenta
buenos cepillazos en cada nalga de su grupa, lo que equivaldría a una
severísima azotaina en una de las chicas como Carmen o Soraya, incluso Sonia más
experimentada en recibir severos castigos, ya llevaría rato pataleando y
llorando. En cambio Abba, era a partir de ese instante cuando su límite cedía
de manera notable, moviendo sus caderas, seguidas de sus piernas que se iban
flexionando sin separar estás, pero ese solamente fue el inicio, pues momentos
después ya pataleaba en el aire, abriendo y cerrando sus piernas, si no fuera
por la traba que ejercían sus bragas en las rodillas, impidiendo separar estás.
El trasero de Abba estaba a esas alturas muy muy colorado, así como blanquecino
donde el cepillo caía varias veces seguidas en el mismo lugar, apareciendo poco
después una rojez oscura, sus manos seguían aferradas con fuerza sobre las
patas de la silla, mientras su cabeza la giraba de un lado a otro haciendo que
su corto cabello danzara al aire desmelenándose, sus lágrimas ya llevaban varios
minutos que descendían por sus mejillas, cayendo al suelo nunca en el mismo
lugar por el balanceo que su cuello ejercía al movimiento de su cabeza.
John prestaba toda su atención en su labor,
de castigar a su esposa como siempre que esto era necesario, pues ante todo era
no únicamente su marido, también llevaba años siendo su spanker desde antes de
su boda, cuando la conoció por casualidad a través de un extraño suceso.
<…. Años atrás en el tiempo… >
Cuando Abba estaba haciendo auto stop en
una carretera comarcal de muy poco tránsito, en aquel momento un vehículo paro
para llevarla, durante el trayecto se detuvieron en un restaurante de carretera
a comer alguna cosa, John la invito pues habían congeniado después de una hora
de trayecto. Confiado, John al pagar dejo su cartera sobre la mesa, las llaves
del vehículo, así como su teléfono móvil para ausentarse al servicio unos
minutos, ella entonces contaba con diecinueve años de edad. Cuando John salió
del servicio se encontró ante la sorpresa que la chica había desaparecido, con
su cartera, las llaves del coche, y su teléfono móvil. Salió al parking, el
coche había desaparecido. John tardo varias horas en llegar a su destino
gracias a la muchacha, pues tuvo que hacer auto stop al no disponer de un
céntimo.
Tres semanas después, reconoció su vehículo
estacionado en el depósito municipal de
su ciudad, como es natural, se dirigió a la comisaria a escasos metros. Allí
fue informado de que en un control rutinario, habían parado a una mujer joven
conduciendo el vehículo, al no poder demostrar que el auto era de su propiedad,
fue detenida.
Pasados tres meses volvió por la comisaria,
estaba aparcado enfrente. Se había bajado del coche y decidió esperar apoyado
sobre el capot del motor. Pocos minutos después una chica salía de la
comisaria, con una mochila militar. Vestía unos shorts tejanos ajustados,
bambas deportivas sin calcetines, una camiseta blanca, y una cazadora tejana.
La chica paso por delante de John como si no le conociera de nada…
John: Quieres que te lleve alguna parte?
Abba: Vale…
Los dos subieron al
coche como si nada, la chica no le había reconocido, pues John en esos tres
meses se había dejado barba, vestía traje informal sin corbata, pantalón tejano
azul, camisa gris y americana negra, zapatos negros. Al pasar por un bosque…
Abba: Me estoy meando! Puedes parar un momento…
John vio un camino que
entraba hacia el bosque, se adentró unos trescientos metros por el camino,
encontrando una explanada donde había varios troncos de árboles talados y
apilados, preparados para ser cargados en cualquier momento. Ella nada más
detenerse el auto se apeó, dirigiéndose detrás de los troncos, desde el coche
vio John como se baja el short y las bragas con al tiempo, agachándose de
espaldas a él, por lo que le pudo ver a la perfección su pequeño y blanco
trasero.
John se había bajado del coche, pasando por delante de él, fue apoyarse
en la puerta del acompañante, viendo ante el a Abba como se subía las bragas y
el short ajustado. Se dio la vuelta hacia el abotonándose y subiéndose la
cremallera…
Abba: Vaya! Te ha gustado lo que has visto? Vaya mirón estás hecho…
John: Tienes un bonito culo, pero los prefiero que estén con otro color
más vivo, tan blancos no me van…
Abba: Un pervertido, eh? De qué color te gustan, dime?
John: Colorados como tomates maduros, que es como lo vas a tener tú en
breve… de la azotaina que te voy a dar…
Abba: Que te lo has creído tu… quien te has pensado que eres, mi padre?
El ya hace mucho que dejo de hacerlo… además yo no te he hecho nada a ti,
porque ibas a darme una azotaina tu…?
John: Porque, dices? No te recuerdas de mi…
Abba: Es que debería de acordarme… Veo tipos como tú a menudo, y ya te
puedes olvidar de eso… de darme una azotaina…
John: Imagino que sí, que debes de ver a muchos tipos como yo. Pero no
creo que veas a muchos, a los que les hayas robado la cartera, las llaves del
coche y el coche dejándoles tirados en un bar de carretera… vaya… parece que ya
te acuerdas de mi… Pues puedes ir preparando ese culo…
Abba: Te lo puedo explicar… de verdad… puedo explicártelo…
John: Si…? Me vas a explicar cómo tuve que caminar más de treinta
kilómetros, tardar horas, y sin comer nada, porque alguien se apodero de mi
dinero, mi teléfono, mi cartera, y mi coche… Como se puede explicar eso… Soy
todo oídos.
John comenzó a andar hacia ella, mientras
se iba desabrochando el cinturón del pantalón, ella le miraba con los ojos muy
abiertos, sobre todo fijaba su mirada en sus manos, como desabrochaba su
cinturón, como lo extrajo de las presillas del pantalón, tirando de la hebilla
y sacándoselo con gran maestría, doblándolo a la mitad y uniendo sus extremos
juntando hebilla y extremo en su mano derecha, dándole una vuelta alrededor de
su mano, para así agarrarlo con firmeza. Abba aterrorizada le vio acercarse a
ella, solamente veía aquel grueso cinturón. Con la mano izquierda le indico que
se inclinara sobre uno de los troncos talados que sobresalía de los demás, pero
ella no le entendió, o no quiso entenderle.
John: Échate boca abajo sobre ese tronco, o te colocare yo mismo sobre
él.
Pero no se movió, pero si
intento echarse a correr, pero sin mucha fortuna, pues se cayó de espaldas al
tropezar con uno de los troncos y caer sobre él, se giró para levantarse
apoyando sus manos en el suelo, al tratar de levantar el culo sintió que algo
hacia presión sobre su espalda, miro aterrada girando la cabeza, viendo que
John le había puesto el pie izquierdo
sobre su espalda, cuando trato de forcejear para liberarse, el cinturón
laceraba su trasero una vez, sin poder hacer nada por incorporarse recibió una
zurra que no iba a olvidar en mucho tiempo. El cinturón laceraba su trasero por
encima de los shorts una y otra vez, alguno que otro azote caía sobre los
muslos desnudos, después de unos buenos cuarenta o cincuenta cintarazos sobre
su culo, el cual no hacía más que saltar sobre sí mismo a cada nuevo impacto
tratando de liberarse y escapar del siguiente. Llego un momento que nada podía
hacer ya, se limitó con rabia a aguantar la zurra. Cuando dejo de sentir el
cinturón sobre su trasero y liberada de la presión del pie izquierdo de John.
Lo siguiente que sintió fue que era levantada del tronco de árbol talado,
sentía que su trasero le ardía y dolía horrores, vio entonces a John. En su
rostro no había enfado, algo que desconcertó a Abba. Fue llevada hacia el coche
y la hizo entrar a él, intento sentarse pero al hacerlo, resulto como hacerlo
sobre un panal de abejas que le picaban en el culo con sus aguijones. Se acomodó sobre el asiento de costado como
buenamente pudo, no veía a John donde estaba. Pero poco después lo vio que se
sentaba junto a ella poniendo el vehículo en marcha. En su posición no podía
ver hacia donde la llevaba, pero después de un tiempo que el coche iba a cierta
velocidad, pudo notar que este aminoraba. En su posición medio echada al
asiento, ya pudo incorporar su cuerpo y mirar por la luna delantera, pero sin
apoyar aun su trasero, vio que entraban a través de una puerta automática que
se abría a su paso, poco después el vehículo se detenía. John salió del coche,
poco después, abría su puerta ayudándola a salir del habitáculo. Ya una vez en
pie, le dolía el culo, pero podía caminar bien. Sus manos acariciaban su
trasero sobándoselo con suavidad, dejándose llevar al interior de la casa.
John: Ahora voy acabar lo que he empezado en el bosque…
Abba lo miraba
desconcertada sobándose el trasero por encima de sus shorts, sin explicarse a
lo que se refería ya le había dado una buena azotaina, que iba hacer ahora? Es
que se había vuelto loco? Se preguntaba
así misma… Abba sin poner oposición se dejó llevar al salón, donde John tomo
asiento y con sus manos desabrocho el botón del short y bajo la cremallera,
Abba vio como sus intenciones, pero prefirió no resistirse, le bajo los shorts hasta
las rodillas, luego le bajo las bragas rosas quedando ante el su poblado pubis,
y la coloco sobre sus rodillas boca abajo. Tenía el culo claramente magullado
por la azotaina del bosque, con zonas más marcadas. Y así empezó una nueva
azotaina en el trasero desnudo, esta vez lo hacía con la mano derecha… así fue
su primera vez con John claramente forzada, no fue como las azotainas que le
seguiría dando a partir de ese día, ya que llego un momento que comenzaba a
disfrutar de ellas…
<…En la actualidad…>
Sudaba teniendo su frente perlada de
gotitas de sudor, las cuales sentía como descendían por su rostro, pues ya no
era solo el levantar el cepillo por encima de sus hombro y dejarlo caer
impulsándolo con fuerza sobre el culo de su mujer, ahora también se unía el
agotamiento de sujetar firme el cuerpo de Abba sobre sus rodillas, aunque le
tenía prohibido manifestarse, llegado cierto punto le resultaba imposible no
manifestar su intenso dolor… ya que sus pataleos con sus piernas, así como el
movimiento rotatorio de sus caderas, comenzaban a menguar en su fortaleza, por
lo que opto por dar por terminado el castigo a su esposa, quedando sobre sus
rodillas desmadejada por el agotamiento, aunque sentía como le ardían sus
nalgas como si le hubieran puesto hierros candentes al rojo vivo.
Al incorporarse se sobaba el trasero, ante
la mirada de John que sonreía viéndola… con la falda aun sujeta a la pretina y
sus bragas bajadas esperaba la orden de retirarse. Pero no llego esta…
(Sr. John) -. Colócate en aquel
rincón unos minutos, pero antes… haz entrar a nuestro invitado, sin rechistar,
no quiero escuchar protesta alguna.
Abba se encamino hacia la puerta, meneaba
sus caderas mientras sus manos mantenían sujetas sus nalgas por su base e
inicio, con la experiencia de los años había aprendido que manteniendo sus
nalgas sujetas, dolían mucho menos al caminar. Llego a la puerta abriéndola,
asomando la cabeza al pasillo vio que aguardaba fuera el Sr. Felipe.
(Abba) -. Puede usted pasar si
lo desea.
Abba se echó a un lado para dejarle entrar
y cerrar la puerta. Quedándose ante él, esperando que este, se dirigiera hacia
donde se hallaba sentado John, su marido. Le avergonzaba tener que caminar
delante de aquel hombre, y espero a que se moviera.
(Sr. Felipe) -. Las damas
primero…!
Se tuvo que resignar Abba y
caminar delante de él, sentía a sus espaldas como los ojos de Felipe se le
clavaban en su culo. Colocando sus manos igual que anteriormente, se sujetó la
base del culo dolorido. Pero sintió como unas manos le apartaban las suyas del
trasero colocándoselas pegadas a sus caderas…
(Sr. Felipe) -. Señora! Coloque las manos en las caderas,
así… muy bien… Debe sentir el cosquilleo de su trasero, así como no impedir que
su trasero le haga sentir por qué ha sido castigada, si le duele a usted el
culo, es porque así debe ser y muy merecida azotaina que a usted recibido… Debe
de dolerle el culo de lo lindo, por su manera de menearlo… Tiene un color
colorado intenso precioso, y moradito. Se aprecia claramente que ha probado la
caricia de un buen cepillo de madera, verdad.
Las mejillas de Abba estaban tan rojas como
su culo de la vergüenza. Detestaba aquel hombre, sentía como sus nalgas le
abrasaban, pero mucho peor estaban siendo los pinchazos que sentía a cada paso
que daba, se encamino hacia el rincón, de buen gusto habría caminado hacia el a
paso ligero, pero eso hubiera sido demasiado doloroso para ella, además de
inviable al llevar las bragas bajadas a la altura de sus rodillas, que le
impedían dar pasos demasiado largos, ya que estas le hacían trastabillar perdiendo
el equilibrio, lo que hacía que el culo se acentuara mucho más el dolor, sentía
como sus nalgas habían aumentado por la inflamación, lo que hacía que
resultaran más pesadas, lo mismo que la caminar hacían que estas se balancearan
más de lo debido… cuando hubo alcanzado el rincón, simulando arreglarse la
falda que colgaba de su pretina, se llevó las manos a su culo sobándoselo
ligeramente y mitigando en algo aquel molestísimo picor. Pero de seguida las
retiró antes de que pudieran verla, lo que podría significar una nueva
azotaina.
(Sr. Felipe) -. Mi buen amigo
John! Va a consentir usted esa burda maniobra de sobarse el trasero estando
castigada en el rincón?
Abba encogió y apretó sus nalgas a la
espera de ser castigada de nuevo por su marido, tras escuchar las palabras del
Sr. Felipe que confirmaban su temor de haber sido descubierta. Lo que no
esperaba era que John, su marido. Estirando sus manos con las palmas hacia
arriba, invitaba a su invitado a ser quien se encargara de corregir aquella
desvergonzada maniobra. El cual, a paso ligero avanzo hacia Abba. Ella al
escuchar pasos cerca de ella aproximándose, todo su cuerpo se estremeció de
temor. Se sintió balanceada como si fuera una pluma, cuando se quiso percatar
de lo que sucedía, ya se encontraba bajo el fuerte brazo del Sr. Felipe en
volandas, con su trasero expuesto. La azotaina no se demoró mucho más, casi en
el acto Abba sintió como su trasero volvía arderle intensamente, bajo un
torrencial torbellino de azotes rapidísimos que caían implacables sobre su
trasero desnudo, en uno de sus forcejeos por liberarse, confirmo sus temores de
que se tratara de Sr. Felipe quien le estaba dando aquella severa azotaina,
pues pudo ver de reojo como su marido John continuaba sentado en la silla, lo
que ya no le dejo duda alguna de quien le estaba sacudiendo su grupa. En esta
ocasión, John no se interpuso para impedir la azotaina, por lo que la azotaina
se prolongó durante varios minutos, Abba pataleaba con todas sus fuerzas, las
bragas sobre sus rodillas la hacían que estas trabasen sus piernas, por lo que
sus alocados pataleos no le permitían abrir sus extremidades posteriores como
hubiera deseado, pero las bragas se le fueron deslizando por su piernas, estas
se separaban lo que su elástica prenda íntima le permitía, sus bragas se
tensaban dando todo de sí que su tejido de algodón se estiraba, para volver
hacérselas cerrar, después de una larga azotaina, las bragas salieron de sus
pies despedidas a varios metros de distancia, posándose en el suelo como una
grácil mariposa. Libre de traba, sus piernas se abrían y cerraban dando de sí
mismas todo lo que sus extremidades le permitían. Los últimos azotes llegaron
dando por acabada la severa azotaina, que le dolió como nunca hubiera podido
imaginar, pues después de haber sido castigada por su marido, aquella azotaina
además de muy humillante por ser administrada por aquel ser odioso para ella,
resulto muchísimo más dolorosa ya que Felipe se empleó bien a fondo para
dársela bien,… Cuando se vio libre, se froto su dolorido culo con fuerza, pues
aunque le dolía muchísimo, y más al sobárselo, pero de alguna manera debía
eludir aquel intensísimo ardor en sus nalgas. Se colocó en el rincón de nuevo,
ahora sin la traba de sus bragas… Durante el tiempo que John y Felipe estuvieron
hablando entre ellos, Abba no volvió atreverse a sobarse el culo de nuevo,
aunque no fuera por falta de ganas de hacerlo…
(Continuará…)
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