EL CASO DE LAS
AMAPOLAS Capitulo 11
Durante la tarde
habían tenido ciertas atenciones en la mansión del Sr. Fiscal General, todas
las chicas en esos momentos permanecían en sus habitaciones, todas y cada una
ellas tenían razones obvias para permanecer
echadas en sus camas colocadas de costado. Ninguna de ellas le apetecía asistir a la cena, pero después de cómo se
había desarrollado la tarde, no iban a tener opción de elegir ellas. El Sr. Fiscal y el Sr. Charlton tenían
asuntos que aclarar, después de que esa tarde se hubieran ocupado del director
del periódico, el Fiscal mantenía una conversación telefónica con Clark Miller,
habían llamado de hospital del área forense, habían efectuado la autopsia al
ex-director Thomas Miller, comunicando que dados los daños del cuerpo, pues el
disparo a bocajarro del colt cuarenta y cinco utilizado, había destrozado la
cabeza, por lo que no sería posible exponerlo en la funeraria, durante el
velatorio con la familia directa, decidiendo que el acto que se había pensado
hacer, no sería posible. Por otro lado
habían aparecido documentos que acreditaban su corrupción, siendo ello algo que
había molestado enormemente. La
Alcaldesa había comunicado que aun corrupto no se le podía, mantener un duelo
por la ciudad por la pérdida de un ciudadano, al haberse hecho público ese
descubrimiento de sus cuentas. El
entierro seria al día siguiente y sin anunciar la hora, nadie deseaba que se le
hiciera una despedida publica, así que su entierro sería algo sencillo y
asistiendo solo la familia.
(Sr. Fiscal General) -. Si
Clark. El hombre de confianza de Charlton se ha ocupado muy bien de todo. Si,
si… visto de esa forma no veo porque debemos esperar. Si, desde luego. Sera
cuestión de adelantar nuestros planes. Sí, sí.
Habrá que decirle a Williams Adams que se encargue mañana mismo, de
hablar con esas jóvenes, esperemos que la ambición las ciegue. Un perro viejo tendría reticencia de aceptar
ese cargo, pero estoy contigo, esas dos chicas van a pecar de su propia
soberbia, poniéndonos en bandeja nuestros planes para ellas, y Williams como
psicólogo es único para hacerlas que firmen sus contratos, y así tendremos
contentos a nuestros mejores clientes en el campo de golf, si, si, Charlton
aquí presente me lo acaba de confirmar, que no es exactamente lo que deseaban,
pero aceptaran, si! Te encargas tú mismo
de poner al corriente a Williams? Bien
hasta mañana, Clark!
El Fiscal sonreía mirando a Charlton
cuando colgaba el teléfono, todo estaba saliendo a pedir de boca, según lo
habían planeado, dada la brevedad de tiempo para organizar la desaparición de
Thomas, pero una vez más su equipo de abogados habían movido sus hilos para
adelantar los acontecimientos.
(Sr. Charlton) -. Amigo creo que no nos podían salir mejor las
cosas, verdad? Mientras otros pagan
sumas escandalosas para asistir a los castigos de las chicas, nosotros tenemos
en nuestra propia casa a doce jovencitas para ponerles el culo, colorados como
tomates maduros, además de dos mujeres maduras como Lady Margaret y la Sra.
Myers, que más podemos decir. Y la
joven doncella de tu esposa, ella está muy apetecible, como tu cocinera, se
conserva muy bien para su edad, que tiene los cuarenta?
(Sr. Fiscal) -. Te puedes
olvidar de la doncella, no te pienses que todas en esta casa están bajo la
disciplina, la doncella y la cocinera son madre e hija, ellas no están bajo mi
tutela, es cosa exclusiva de la Sra. Myers, es el servicio su disciplina es
cosa suya, las trajo ella a esta casa con esas cláusulas, no las puedo
tocar. La cocinera es la hermana pequeña
de la Sra. Myers, y la hija, es la sobrina predilecta de mi Ama de llaves, pero
cuando las tiene que administrar un correctivo, lo hace ante mi presencia y la
de mi esposa. Pero son muy eficientes, en los años de servicio solo han sido
castigadas dos veces. Ha llegado la hora
de prepararse para la cena, hasta dentro de unos minutos!
La Sra. Myers subía las escaleras
acompañada por Lady Margaret, llevaban en sus manos unas cajas voluminosas,
entrando en primer lugar en la habitación de Marie, Yuni Lee y Vanessa. Las chicas al verlas entrar se sorprendieron,
no esperaban que ya fuera la hora de bajar a cenar, faltaba al menos una hora.
(Sra. Myers) -. Hola chicas,
vamos a ver si no tengo que sacarme la zapatilla, y calentaros el culo!
Desnudaos las tres al completo y entregadme vuestras ropas, no las vais a
necesitar en unos días, aquí traigo vuestro uniformes. Las bragas os las podéis
dejar puestas.
En unos minutos las chicas se habían
desnudado quedándose en braguitas, y vistiéndose con los nuevos uniformes, que
sería su ropa mientras estuviesen en la casa. Una blusa blanca de manga larga,
una falda tableada a cuadros rojo brillante, y trazos de los cuadros en negro,
que a duras penas le cubrían sus braguitas en el trasero, unos calcetines
blancos hasta las rodillas, y en contraste un chaleco rojo brillante a juego
con las faldas.
Tal y como habían entrado, salieron
llevándose las cajas. Entrando en la habitación de Carmen, Rose Mery, y luisa,
entregándoles sus nuevos uniformes, ya una vez vestidas, fueron a la siguiente
habitación, de Jessica, Silvia Cayetano, y Helen. En esa habitación solamente
le dieron su uniforme a Jessica Frank, para Silvia y Helen llevaban otra
vestimenta. Una blusa blanca de mangas largas, falda plisada con unas breves
ondulaciones siendo de color azul marino, puesto que Silvia Cayetano se reincorporaría a su trabajo, al igual que
Helen. Otro uniforme similar se lo llevaron a la habitación de Silvia la
secretaria del Fiscal, una vez todas ataviadas con sus nuevas ropas, iban detrás
de la Sra. Myers que fue deteniéndose en las puertas de las habitaciones, y una
chica tras otra en fila, fueron bajando al salón donde la mesa ya estaba
preparada para servir la cena.
Durante la cena no hubieron palabras,
únicamente mantenían una conversación el Sr. Fiscal con Lady Margaret, Sr.
Charlton y la propia Sra. Myers que se
hallaban sentados a la mesa, el Sr. Fiscal en el extremo que daba a la puerta
que conducía hacia el pasillo, el Sr. Charlton al otro extremo enfrente a la
puerta del despacho, las chicas cinco en un lado y cinco al otro, la esposa y
las hijas del Fiscal estaban ausentes de la mesa. Las chicas durante la cena tenían serios
problemas, para permanecer sentadas en sus sillas, pero ninguna dijo palabra
alguna. Al terminar la cena, Lady Margaret se puso en pie haciendo una seña a
las chicas para que se levantaran de sus sillas, Lady Margaret se encamino
hacia la puerta que daba al pasillo, caminando las chicas en fila detrás de
ella desapareciendo del salón. Al subir la piso de arriba de las habitaciones,
las chicas fueron colocadas en fila enfrente de la puerta de su habitación, una
vez todas situadas, no comprendían porque no podían entrar, Lady Margaret las
había echo colocarse así una tras la otra ante la puerta. Pero en pocos minutos
lo iban averiguar… Lady Margaret se colocó en la primera puerta al lado de las
chicas, Marie, Yuni Lee, y Vanessa, y a su izquierda Lady Margaret.
El pasillo era amplio así que las chicas
se mantenían en pie, hasta ese momento no se habían fijado en el espacioso
pasillo, en las paredes habían cuadros de paisajes alegres, unos de valles,
otros de prados en flor, montañas con sus cumbres nevadas, ello entre puerta y
puerta, y bajo el cuadro, había una silla rustica claramente de época, entre
puerta y puerta, y en la pared contigua habían muebles a juego con las sillas,
fácilmente de calcular que todo el mobiliario tenía muchos años de antigüedad. Estaban todas nerviosas, pues las preocupaba
aquella singular espera, mirándose entre ellas haciendo signos de ambigüedad
por desconocer que hacían allá. Pronto
iban a salir de dudas, la Sra. Myers subía las escaleras deteniéndose ante las
primeras chicas.
(Sra. Myers) -. Gracias, Lady
Margaret. Vosotras tres tenéis que ir al
baño antes de meteros en vuestras camas? .- Las tres chicas afirmaron que
debían ir al servicio. -. Lady Margaret,
las puede acompañar a las chicas!
Lady Margaret se las llevó al baño al fondo del pasillo habiendo tres puertas, tras
las cuales al abrirlas eran tres retretes individuales, levantándoles las cortas faldas les bajo sus
bragas, ese hecho de tratarlas como si fuesen incapaces de hacerlo ellas, hizo
que sus mejillas les ardieran de la vergüenza, y entraron cada una por una
puerta, sin permitírsele el poder cerrarlas, algo que las hizo sentir más
vergüenza y les llevo su tiempo el poder hacer sus necesidades, poco después
fueron saliendo, y una a una a medida que salían, Lady Margaret le subió sus
bragas ajustándoselas a sus cinturas bajándoles la corta falda. Al poco volvían a estar ante la puerta de la
habitación. Todo daba una apariencia de melodiosa armonía, cuando en realidad a
las chicas les preocupaba, no comprendían aquella forma de actuar de las dos
damas. Así como en el momento que la
Sra. Myers agarro de la mano a Marie por ser la primera, la condujo al interior
de la habitación siguiéndolas Yuni Lee y Vanessa, les extraño que una vez
dentro de la habitación, una de las sillas del interior estaba colocada en el
centro, entre las tres camas y detrás la cómoda con su gran espejo.
Aterradas escucharon que Lady Margaret
cerraba la puerta, quedándose ella en el exterior. La Sra. Myers tomo asiento y
sin mediar palabra alguna, movió su pierna derecha avanzándola unos
centímetros, las tres chicas se fijaron en su movimiento que las hizo
estremecerse, sobre todo al verla dar un golpecito con la puntera de la
zapatilla, tras ese movimiento las tres se fijaron en aquella zapatilla, quien
no se fijaría estando en su situación, ellas estaban una al lado de la otra en
el orden al que habían entrado a su habitación, teniendo en primer plano viendo
los movimientos de la Sra. Myers.
Anonadadas vieron sus zapatillas de paño gastadas y viejas, de color
azul marino de fondo, con unas flores blancas traslucidas del desgaste al ser
muy usadas, vieron como la zapatilla quedaba suelta en su pie, así como el
echarlo atrás lentamente, como inclinarse de costado para que su mano derecha
pudiera alcanzarla, incorporándose coloco la zapatilla con la suela de goma
amarillenta sobre su muslo derecho sin soltarla de su mano.
(Sra. Myers) -. Marie acércate
y colócate a mi derecha, no tenemos toda la noche!!!
Marie temblorosa se acercó
hacia ella, su mano derecha la tenía puesta en su trasero dolorido, aunque no
hubiera recibido ese día ningún correctivo, aun llevaba su trasero dolorido, y
no comprendía porque la iban a castigar no había cometido falta alguna, se
sobaba el culo suavemente, hasta verse al costado de la Sra. Myers quien sin
mediar palabra, la coloco sobre sus rodillas boca abajo, levantándole la escasa
falda descubriendo sus bragas blancas de algodón con ramilletes de florecillas
lilas, que se las bajo hasta las rodillas al instante. La zapatilla cayó por
primera vez sobre sus desnudas y desprotegidas nalgas, que conservaban un tono
morado oscuro, aunque pronto volvieron a teñirse de un color colorado. Marie en breve tenía el culo ardiéndole bajo
los efectos de la azotaina que estaba recibiendo con la zapatilla de la Sra.
Myers, meneando sus caderas tratando de escapar.
Yuni Lee y Vanessa observaban aterradas
como Marie, se agitaba del dolor en sus nalgas, viendo como la zapatilla subía
hacia arriba impulsado por el brazo de la Sra. Myers y como lo hacía descender con
gran rapidez y maestría azotando el colorado trasero de Marie, se reflejaba en
sus rostros la angustia de la espera a ser ellas castigadas, pues les resultaba
aberrante el tener que observar como su compañera recibía aquella azotaina, y
la preocupación de ser ellas las siguientes, sus manos se frotaban sus
traseros, pues pronto iban a sentir el dolor que manifestaba su buena amiga
Marie, la cual ya estaba llorando desconsolada, y al igual que Marie, ninguna
de ellas sabían y no entendían por qué iban a recibir aquella azotaina antes de
acostarse en sus camas. Las dos vieron
como el culo de su compañera, fue cambiando de color del morado de sus nalgas,
a como se volvía a un color colorado, siendo este más visible en la zona más
exterior de sus nalgas, ya que sus mullidas nalgas se mantenían moradas, y su
tono se volvía más oscuro. La azotaina no fue muy larga en espacio tiempo, pero
si intensa por la forma que Marie pataleaba y meneaba su culo presa del dolor.
Vieron como le subía las bragas a Marie y ayudándola a incorporarse. En ese
instante le quito la falda y la blusa, los calcetines dejándola solamente en
bragas, de un azote por encima de las bragas la envió al rincón apoyando su
espalda a la pared.
Yuni Lee fue la siguiente que en breve ya
se encontraba con sus braguitas blancas con ramilletes de florecillas azules,
echada boca abajo sobre la rodillas recibiendo la azotaina en el culo desnudo,
al igual que Marie, Yuni Lee tenia las marcas en su trasero del día anterior, y
aunque la tez de su piel era diferente por su raza, el culo lo tenía igual de
morado, aunque el color rojizo que iba adquiriendo con la nueva azotaina con la
zapatilla, era de un color rojo más tenue. Las braguitas le fueron subidas
hasta su cintura, y una vez incorporada, fue desnudada de inmediato por la Sra.
Myers dejándola solo con las bragas.
Vanessa tenía sus ojos anegados por las
lágrimas, pues ella si había vuelto a ser castigada ese día, y tan solo hacia
unas horas de haber sido severamente castigada con el cepillo por el Sr.
Fiscal. Y ahora se veía de nuevo sobre
las rodillas echada boca abajo, sintiendo como sus bragas blancas de algodón
con ramilletes de flores rojas, eran bajadas de nuevo y sentía el escozor en
sus nalgas de los efectos de la zapatilla de la Sra. Myers, Vanessa lloraba sin
cesar durante los minutos que volvía a ser castigada de nuevo, siendo sus
bragas subidas y una vez incorporada desnudada por completo excepto sus
bragas.
En breve la Sra. Myers se había vuelto a
poner su zapatilla, y dirigiéndose a la cómoda detrás de la silla que había
castigado a las chicas, extrajo unos camisones que se los puso en unos
instantes, siendo después obligadas a meterse en sus camas, abandonando la
habitación apagando la luz.
Cuando la Sra. Myers salió al
pasillo, Lady Margaret estaba aguardando
a que ella dispusiera de las chicas Carmen, Rose Mery y Luisa. Al acercarse a ellas, vio que Rose Mery se
estaba sobando el culo con sus dos manos por encima de sus bragas…
(Sra. Myers) -. Lady Margaret que
ha sucedido con esta muchacha? Porque se
está sobando el culo y con esas lagrimas…
(Lady Margaret) -. Se ha resistido cuando le he bajado las
bragas cuando la he llevado al servicio, y luego ha cerrado la puerta, aunque
le he advertido que no lo hiciera, al salir le he dado unos azotes…
(Sra. Myers) -. Bien, Lady
Margaret. Llévela al despacho del Sr.
Charlton y comuníquele el motivo, el sabrá que debe hacer con la chica. Cuando
la haya castigado, me la trae a mí! Yo me ocupare de acostarla… Ustedes dos!
Entren conmigo a la habitación.
Carmen y Luisa vieron
como Lady Margaret se llevaba a Rose Mery, la llevaba de la mano izquierda,
viendo como su amiga se iba acariciando el trasero con su mano derecha
desapareciendo escaleras abajo. En
cambio ellas obedecieron a la Sra. Myers entrando en la habitación. Las chicas que aguardaban afuera pronto
comenzaron a escuchar como una de ellas estaba recibiendo una azotaina, no
tardaron en averiguar de quien se trataba cuando se puso a llorar con “Ayees”
que se escuchaban, era Carmen. Silvia Cayetano, Jessica y Helen Smith
escuchaban aterradas como eran castigadas, tocándole el turno luego a Luisa.
Pero otros alaridos de dolor llegaban hasta ellas, provenientes del piso de
abajo del despacho. Los sonidos eran inconfundibles, Rose Mery estaba siendo castigada
por el grueso y pesado cinturón del Sr. Charlton, lo sabían bien. Sobre todo Jessica lo había probado
recientemente, se sobaba el culo al escuchar llorar a Rose Mery. A la cual poco
después la vieron subir escaleras arriba, volviendo acompañada por Lady
Margaret, la cual entro a la habitación donde acababa de castigar la Sra. Myers
a sus dos compañeras y puesto su camisón.
Al entrar Rose Mery, la Sra. Myers la coloco sobre sus rodillas
bajándole las bragas, viéndole el culo cruzado por las marcas inconfundibles
del cinturón. Dándole de nuevo una nueva azotaina con la zapatilla, igual que
habían sido castigadas Luisa y Carmen, para quedar las tres metidas en la cama
con sus respectivos camisones.
Lady Margaret al igual que hiciera con las
demás, condujo a Jessica, Silvia y Helen al servicio, bajándoles las bragas a
las tres, poniendo principal atención en Jessica al entrar al servicio, pues
iba a levantarse la falda para orinar de pie, pero Lady Margaret le indico que
no, que debía actuar como lo que era, una chica.
En breve les toco su turno entrando en la
habitación tras la Sra. Myers, Silvia
Cayetano por su soberbia aguanto la azotaina sin llorar, disgustando a la Sra.
Myers que mando a Lady Margaret a buscar el cepillo de madera. Jessica a pesar de tener el culo dolorido,
también con esfuerzo se mantuvo sereno, y también fue enviado al rincón junto
con Silvia Cayetano, Helen Smith no tuvo entereza pues estaban sus nalgas
sensibles y doloridas, por lo que aguanto sin llorar, pero solo al comienzo,
luego se debatía sobre el regazo llorando.
Helen ya estaba vestida con su camisón y metida en su cama, cuando Lady
Margaret retornaba. La Sra. Myers cogió
el cepillo que le entregaba, y sin más agarro a Silvia Cayetano haciéndola
caminar hacia la silla, la muchacha soberbia puso resistencia, y prácticamente
arrastrada por sus pies se vio colocada sobre las rodillas de la Sra. Myers, le
bajo sus bragas blancas de algodón con flores de margaritas, y comenzó a darle
una buena azotaina con el cepillo de madera, centrándose en dársela en la parte
baja de las nalgas, zona que descubrió la joven doctora lo dolorosa que podía
ser una azotaina en esa zona, acabando pese a su orgullo llorando. Le subió sus bragas y dándole unos azotes
extras por encima de sus bragas, la hizo incorporar y la desnudo dejándola en
bragas. Le tocó el turno a Jessica, que
el mismo se acercó a ella, siendo puesto boca abajo echado en sus rodillas, y
comenzando una larga azotaina con el cepillo, en esta ocasión no pudo contener
sus lágrimas, acabando llorando como si se tratara de una chica, le subió sus
bragas con ciertos problemas, pues el miembro lo tenía erecto y tuvo que
ponerle en pie, para poder subirle las bragas.
Al quedar solo en bragas, Silvia se
percató que quien ella creía era una chica, resultaba ser un chico e iba a
protestar, pero Lady Margaret le hizo una señal de que guardara silencio. Poco
después tenían sus camisones puestos y metidas en sus camas. Al salir al pasillo solo quedaba una
muchacha, era el turno de Silvia Montero la secretaria del Fiscal. La cual aguardaba nerviosa, pues deseaba con
anhelo volver a sentir aquella zapatilla en su trasero, aunque ahora que había
llegado su turno desearía no estar allí.
Aunque también le embargaba la curiosidad, de saber porque habían sido
castigadas todas las chicas, y ella sentía un gran respeto por la “Ama de
llaves” pero sentía una gran curiosidad a pesar del dolor en sus nalgas, por la
severa azotaina que había recibido en la habitación de la Sra. Myers. Lady Margaret la llevo al servicio como a las
demás, y la Sra. Myers aguardaba que volvieran para entrar a la habitación y
darle su correspondiente azotaina a ella.
(Sra. Myers) -. Ya estás aquí?
Vamos para adentro!!! Eres la última!
(Silvia) -. Sra. Myers, no es mi
deseo el revelarme. Pero no comprendo por qué estoy aquí. Entiendo que esta tarde mi comportamiento no
ha sido el esperado en una señorita, y mi castigo posterior lo he comprendido
que me lo merecía, y por ello no he puesto resistencia alguna, aunque me parece
que no merecía una azotaina tan severa, soy una mujer libre y no me debo a
nadie, así como tampoco debo obediencia.
En mi contrato de trabajo consta que puedo estar bajo las reglas de la
persona que estoy bajo su cargo en mi puesto de trabajo, pero que detalla
claramente que cada castigo que reciba debe ser correspondientemente explicado por
qué y la razón. Y nadie me ha explicado por qué debo ser castigada de nuevo,
como tampoco el porqué de ello. Me
gustaría poder hablar con mi superior el Sr. Fiscal.
(Sra. Myers) -. Puedes acompañarme el despacho? El Sr.
Fiscal le informara.
La Sra. Myers se estaba
encontrando en una situación desconocida para ella, en otras circunstancias
habría agarrado a la joven de la oreja, y la hubiera hecho entrar a la
habitación. Por revelarse le habría dado una azotaina que difícilmente la joven
iba a olvidar. Pero la forma educada de la joven de dirigirse a ella, había
visto que su entereza no tenía ninguna intención de ser una falta de respeto, por
lo que opto por acompañar a la joven al despacho. Si la joven estaba en un error, le esperaba
una azotaina en el mismo despacho, la cual se lamentaría de su error. Al llamar
a la puerta le dieron autorización en breve tiempo, entrando sola la Sra. Myers
a explicarle la causa de su intromisión y que el Sr. Fiscal escucho con
atención dada la inusual situación.
Saliendo el propio Sr. Fiscal General al salón para hablar con la joven
secretaria, y detrás de él caminaba la Sra. Myers.
(Sr. Fiscal) -. Buenas noches, Silvia. Me ha informado la Sra. Myers de lo que le
has comunicado. La verdad es que es una
situación que ni yo mismo puedo entender.
Pues te he hecho venir esta tarde a mi casa, para un simple caso de
aclaración de dudas de unas chicas, que como bien sabes podían haber provocado
una crisis en la ciudad muy grave, por cual su empresa ha puesto bajo mi
responsabilidad que las chicas reciban su castigo, dada la gran experiencia de
la Sra. Myers en casos de irresponsabilidad, y al disponer de la institutriz
Lady Margaret que da clases a mis hijas, y que en su día era profesora en la
universidad, la cual será la encargada de dar clases a las jóvenes, dándoles un
repaso de estudios sobre cómo se debe realizar una buena investigación, así
como los pasos que dictamina la ley a seguir, etc…etc… Como su falta cometida es muy grave, ellas
aparte del correctivo que recibieron, recibirán un incentivo de reforzamiento a
su conducta, cada noche antes de acostarse y por la mañana al levantarse,
mientras permanezcan en esta casa.
Puedes imaginar mi sorpresa cuando te hemos encontrado… con las bragas
bajadas y masturbándote en el sofá del salón, .- Silvia se ruborizo de la
vergüenza ardiéndole sus mejillas. -. La
verdad es que semejante acto dejaría sin palabras a cualquiera, sobre todo
teniendo en cuenta que usted jovencita, no debería de estar en la casa en esos
instantes tan denigrantes, no para usted Srta. Silvia, denigrante para mi
persona, por ello y valorando la situación he decidido que debía ponerla en
manos de una experta, disciplinadora!!!
Como usted joven ha hablado bien a la Sra. Myers de su contrato, tiene
toda la razón que todo castigo debe serle comunicado, pero me puede usted
jovencita como puedo catalogar esta falta, para clasificarla en su expediente? Porque la verdad, soy Fiscal desde hace
bastantes años, y en mi larga vida en la fiscalía, nunca me he encontrado con
un caso como el suyo, de inigualable falta de decoro, así como de
comportamiento de una empleada. Por ello
he creído oportuno que recibiera un correctivo de reforzamiento de conducta, antes de acostarse y mañana al
levantarse, dada la complejidad del caso.
Pero si cree que no es merecedora o acreedora de tal correctivo
adicional, teniendo en cuenta que tal hecho cometido por usted no lo puedo
exponer en su expediente, queda despedida de efecto inmediato o sube a su
habitación acompañada por la Sra. Myers, y recibe un correctivo adicional por
su indiscreción de molestarme… No tengo nada más que añadir, adiós Srta. Silvia
Montero.
La joven se quedó helada, inmóvil ante
las palabras del Sr. Fiscal. Había hablado claramente, estaba confusa y
avergonzada al recordarle como había sido encontrada esa tarde, y como habían
transcurrido los acontecimientos sucesivos, ahora se encontraba con un gran
dilema, al cual solamente había una salida airosa, y no tenía palabras para
excusarse, estaba claro su destino ya que no tenía alternativa posible.
(Silvia) -. Discúlpeme… Sr.
Fiscal, no lo había pensado bien. Cuando
usted desee Sra. Myers…
(Sr. Fiscal) -. Disculpas
aceptadas… pero te pongo en manos de la Sra. Myers. Si ella decide que debes venir a vivir una
temporada a esta casa, estarás bajo su tutela personal. Trabajaras como mi
secretaria pero una vez acabado tu jornada laboral, deberás acatar sus órdenes
sin reparo alguno por tu parte, la Sra. Myers siempre me ha comentado que
deseaba tener una discípula, puedes serlo tu si lo deseas…Sra. Myers tiene
usted mi autorización, pero deberá pernoctar en la planta baja del servicio,
una vez finalizado el correctivo por su hazaña en el salón.
En otras circunstancias Silvia habría saltado
de alegría y abrazado a la Sra. Myers, pues dicha señora despertaba en ella
unos deseos que jamás hubiera imaginado, deseaba subir cuanto antes y ser
colocada sobre sus rodillas para recibir una azotaina con aquella zapatilla que
la tenía hipnotizada.
La Sra. Myers comenzó a caminar sin mediar
palabra alguna hacia la puerta del salón, Silvia andaba unos pasos atrás ahora
claramente preocupada, tenia deseos de tenderse sobre su regazo, pero ahora que
iba a suceder, se lamentaba de ello casi con lágrimas brotando de sus pupilas,
pues en ellas tenían ese característico brillo antes de ponerse a llorar. Deseaba
abandonar el salón para así poder sobarse el culo, aun lo mantenía muy
adolorido, y en breve le iba a doler más aún.
Algo que la hacía sentir una enorme sensación de vacío en su estómago,
así como si unas mariposas revolotearan en su interior, al tiempo que le debían
de dar unos mordiscos, creándole una sensación de vacío a pesar de hacer unos
minutos que habían acabado de cenar.
Aunque ella no había mostrado demasiado apetito, igual que el resto de
las chicas, pues todas se las podía ver como removían sus traseros sobre sus
sillas, incluida ella misma. Incluso se
había fijado en las gemelas al servir la mesa, que cuando no llevaban nada en
sus manos se sobaban el trasero cuando creían que nadie las veía hacerlo.
En unos minutos ya se encontraban en la
habitación, quedándose Silvia en pie a pocos metros de la puerta. Vio con sus
ojos abiertos como platos, como la Sra. Myers colocaba la silla situada en el rincón,
en el centro de la habitación tomando asiento, y como colocando la mano plana
levantada con su brazo derecho flexionado, a la altura de su cintura cerraba
los dedos menos el índice, el cual lo cerro y abrió dos y tres veces señal
inequívoca para Silvia que se le debía acercar a ella. Con su mano derecha
metida bajo el trasero de su falda, se acariciaba su dolorido trasero por
encima de sus braguitas blancas con
dibujos de margaritas. Al detenerse a su costado, Silvia estiraba del
dobladillo de su corta falda azul marino, tirando de él hacia abajo, mientras
miraba a la Sra. Myers a los ojos. Algo
que la propia Sra. Myers considero que era una acción muy descarada, así que
tirando de su brazo con cierta brusquedad la echo boca abajo sobre sus piernas,
de la fuerza que fue impulsada la falda quedo sobre su espalda, dejando bien
expuestas sus braguitas blancas con aquellos dibujos de margaritas, que tenían
un tamaño que resaltaba sobre sus bragas, pues las margaritas tenían un relieve
de una moneda de veinte céntimos de euro.
La Sra. Myers le acaricio el trasero sobre sus bragas, y al pasar sus
dedos por las perneras al inicio de sus marcadas nalgas, estiro el elástico
ajustándoselas bien al trasero, primero fue la derecha y poco después la
izquierda. Luego le hizo separar los muslos introduciendo su mano entre ellos,
separándolos unos diez centímetros, con lo cual el fondillo de sus braguitas
quedaba bien tenso y expuesto, siendo visible su humedad, subiendo su mano por
el interior del muslo derecho más próximo a su costado, se detuvo a la altura
de la entrepierna de la joven, pasando el dedo anular por el fondillo de la
braguita, pudiendo sentir en su yema la ranura del sexo empapado de Silvia, la
cual suspiraba de placer ante esa caricia, sobre todo al moverse el dedo con un
movimiento por su sexo, acariciando sus labios que marcaban ligeramente sobre
el fondillo de sus braguitas, así como apretar hacia adentro y la tela de
algodón introducirse en el interior apenas unos dos o tres centímetros, empapando
la yema del dedo con sus fluidos, Silvia suspiraba y gemía del placer que le
proporcionaba ese dedo frotando su sexo, no tardando más que unos segundos en
exclamar un gemido profundo, mojando considerablemente el fondillo de sus
bragas por aquel dedo invasor. La mano
abierta de la Sra. Myers volvió acariciar de nuevo su trasero trazando círculos
abiertos, por todo el trasero encantador de la joven, que la chica lo movía de
manera lenta y pausadamente circular, como buscando la caricia de aquella enorme
mano, sintiéndola como pesaba sobre sus doloridas nalgas, que aun emanaban un
calor considerable a través del tejido de algodón de sus bragas.
Silvia estaba en el séptimo cielo con
aquellas dulces caricias que la habían llevado a un intenso orgasmo, algo que
jamás hubiera imaginado ser posible, el sentir tanto ardor de pasión por una
mano femenina. Estaba tan relajada que con las dulces caricias ronroneaba de
placer, cerrándosele lo ojos y cerca de quedarse adormilada sobre el regazo de
aquella mujer, que la acariciaba con tanta dulzura.
Pero… Pronto salió de aquel sopor
que la embargaba, al sentir como aquella misma mano comenzó a azotarla con
fuerza, dando así inicio a la azotaina, era de las pocas azotainas que
recordaba que se la daban con la mano desnuda, sintiendo como un intenso ardor
iba invadiendo sus nalgas con rapidez. Aunque le dolía cada azote que recibía,
era una sensación extraña para ella, era la primera vez desde que era una
chiquilla que le estaban dando una azotaina sobre sus bragas, algo que
solamente su padre solía azotarla en el culo teniendo las bragas puestas, su
madre siempre le bajaba sus bragas.
Sentía como le ardía y le abrasaba su trasero intensamente, pero a pesar
de dolerle el culo tras haber recibido la azotaina hacia tan solo unas dos
horas, y ahora estar recibiendo de nuevo le dolía mucho, pero sentía en su
interior algo que ignoraba, pero al ser castigada con la mano por la “Ama de
llaves” sin comprenderlo, se sentía
estremecer a pesar del intenso fuego que la abrasaba, su sexo se apoyaba sobre
el muslo de la Sra. Myers, aquella sensación extraña y el vaivén de su cuerpo
al recibir el azote en el culo, haciendo que su entrepierna se rozara contras
su muslo, proporcionándole un placer mezclado con el dolor de su trasero,
acabando teniendo un orgasmo intenso, la azotaina continuaba y ella a esas
alturas se sobaba ella misma su sexo en su muslo, sintiendo un orgasmo tras
otro a pesar del intenso fuego de su trasero. *(Dedicada
a mi princesita) La Sra. Myers se detuvo de darle la
azotaina, Silvia a pesar del intenso fuego y del dolor del trasero por la
azotaina que acababa de recibir, se sorprendía de ella misma de no haber
llorado, ni tan solo una lagrima, aunque de haberse podido contemplar en un
espejo, habría podido ver brillar sus pupilas al estar al mismísimo borde de
derramar sus lágrimas. Pero su placer obtenido era muy embriagador para ella…
(Sra. Myers) -. Bien Silvia, esto solamente es una
demostración del placer que te daré cuando te portes como es debido, si deseas
ser mi discípula recibirás más azotainas como esta! Ahora te vas a dar cuenta
de la diferencia, entre una y otra.
Y… comenzó a darle una nueva azotaina con la
mano, la fuerza con que caían los azotes era similar, aunque ahora no resultaban
nada espaciados entre uno y otro, por lo que apenas podía coger aire entre
azote y azote. También los azotes en vez de repartirlos por todo su trasero, se
concentraban varios en la misma zona ya azotada una y otra vez, por lo que el
intenso fuego se concentraba en una sola zona, pero lo peor fue al sentir como
centraba la azotaina en la base de sus nalgas, justo a la altura del inicio de
sus muslos, ahora el dolor era insoportable acabando llorando
desconsoladamente, la azotaina se prolongó por varios minutos, dándole azotes
siempre las mismas zonas, lo que hizo a Silvia patalear alocadamente y abrir y
cerrar sus piernas sin tener control de sí misma, por el intenso dolor y fuego
que sentía en su trasero, cuando la dejo de calentarle el culo. Silvia lloraba
desesperada del dolor en su trasero, la Sra. Myers la hizo levantar de su
regazo y Silvia se lanzó a su cuello abrazándola, abrazo que fue correspondido
por la Ama de llaves, durante varios minutos estuvo llorando con la cabeza
sobre su pecho, y la Sra. Myers la sentó sobre sus piernas acariciándole el
culo sobre sus bragas blancas con dibujos de margaritas. Silvia agradeció ese abrazo como si nunca
hubiera sido abrazada, algo que por desgracia así era. Sus padres la querían a pesar de lo estrictos
que eran con ella, pero no tenía recuerdo de muestras de afecto.
Minutos después se encontraba acostada con
su camisón puesto, al quedarse a solas en la habitación se colocó boca abajo,
las molestias en el trasero no le dejaban estar boca arriba, tratando de coger
el sueño algo bastante difícil, por el intenso fuego de sus nalgas, así como el
moverse sintiendo como sus bragas la molestaban. Paso una hora para las chicas metidas en sus
camas, cuando una por una recibieron la inesperada visita de Lady Margaret, que
al estar todas las muchachas echadas boca abajo, fue destapando y bajándoles
sus bragas, dada la escasez del camisón que llevaban puestos, a todas le fue
poniendo crema hidratante en sus doloridos y maltrechos traseros, algo que
todas las muchachas agradecieron a Lady Margaret.
Todas las chicas dormían ya de madrugada,
a pesar de las molestias de sus traseros el agotamiento pudo con ellas,
quedándose dormidas. Todas excepto una
de ellas… Marie se había levantado a pesar de que se lo habían prohibido, a
hurtadillas fue caminando descalza por el pasillo, hasta la habitación de
Silvia Montero entrando sigilosamente, la muchacha dormía boca abajo en su
cama, y Marie la despertó con cuidado de que no hablara tapándole la boca.
(Marie) -. Ppsssshh.. Silencio no hables fuerte que nos
van a oír… Puedo hacerte unas preguntas? Te lo agradecería si me lo
permites. Será solo un momento… .-
Silvia asintió con la cabeza. -. No he
podido dejar de pensar en ello, tu conocías de antes a las hermanas gemelas, te
he visto en la mesa cenando que os hacíais señas, ya os conocíais, verdad?
(Silvia) -. Si… nos conocíamos del centro de la comunidad
para jóvenes.
(Marie) -. Recuerdas si habían más
chicas contigo? Maggie Madison o María Pérez,
Elisabeth Grissom, o tal vez… Maite Rodríguez y Laura Rossini, te suenan de
estar con ellas?
(Silvia) -. Si me suenan, Maggie y María dormían conmigo
en la misma sala junto con otras chicas más.
(Marie) -. Has sabido algo de ellas o donde trabajan?
(Silvia) -. No, no nos decían a
donde las destinaban, de Keith y Lauren hasta ayer no sabían dónde las habían
ubicado, sabía que sus padres se habían
ido a América, y a ellas las habían dejado en el centro, haciendo un curso de
formación como sirvientas y así poder acabar sus estudios.
(Marie) -. Y teníais
profesores? O alguien que hablara con
vosotras…
(Silvia) -. Había médicos que nos revisaban que
estuviéramos bien, y un psicólogo que nos orientaba, y profesores…
(Marie) -. Recuerdas el nombre de ese psicólogo?
(Silvia) -. Era muy agradable
con todas nosotras, nos entrevistaba en privado en una sala, se llama algo así
como Adams, si William Adams se llama…
(Marie) -. Ese centro
comunitario conoces su dirección?
(Silvia) -. Estaba al lado del
Hospital de la ciudad…
(Marie) -. No veo que relación
puede haber, parece un buen lugar y decente. Bueno, gracias de todos modos
aunque no me aclara mis dudas, me voy a la cama, antes que me pesquen…
Marie salió de la habitación sigilosamente
como había entrado, por suerte Silvia dormía sola en su habitación, Marie al
caminar en cuclillas o agazapada para no hacer ruido, al ponerse en pie
enderezando su espalda gimió cubriéndose la boca, pues el dolor en su trasero
se acentuó, sintiendo miles de pinchacitos en sus inflamadas y doloridas
nalgas, uniéndosele las molestias al rozarse sus nalgas sobre el tejido tenso
de sus braguitas, sintiendo la necesidad de aliviarse la presión que ejercía el
elástico de las perneras. Al pasar por
la habitación de Silvia Cayetano, Jessica Frank y su buena amiga Helen Smith,
entro en ella muy sigilosamente con cuidado de no despertarlas, tenía la
necesidad de hablar con Helen…
(Marie) -. Helen despierta…
Helen… No hables alto, no vayas a despertar a las otras…
(Helen) -. Te has vuelto loca?
Que haces aquí… como nos pillen veras…
(Marie) -. Calla… y
escucha! Yo mañana no poder ir a mi
oficina, y no sé cuándo poder volver.
Tienes que avisar a Lidia Sumergen y explicarle como estamos las chicas.
Dile “Colibrí está en el tejado” ella
entenderá… Nadie debe saber que te pones en contacto con ella, tratare de
pasarte una nota en clave para que se la des… cuando éramos niñas usamos esa
clave para jugar… solo ella la conoce.
(Silvia) -. Podéis callaros
cotorras!!! Tu qué haces aquí?
La luz se encendió en ese
momento pillando infraganti a las chicas destapadas, y a Silvia con las bragas
bajadas con sus moradas nalgas a la vista.
Marie se había metido rápidamente bajo la cama, creyendo no haber sido
vista… Era Lady Margaret quien entro en la habitación…
(Lady Margaret) -. Se puede
saber que ocurre… y tu desvergonzada que haces con las braguitas bajadas… Ahora
vas aprender lo que no debe hacer una señorita!!! Desvergonzada!!!
Lady Margaret entraba en la habitación llevando
un batín abierto sin abrochar, mostrando su camisón blanco de encaje, y con
unas bragas de algodón en tono carne o beige de talle alto hasta la cintura y
pernera baja, con dibujos de unas rosas de multicolores, ya que ese día en la
mañana había perdido su derecho a vestir libremente, como había disfrutado
durante años en la casa. Y perdido en solo unos minutos por causas nada claras,
y que aún estaban por resolver.
Aproximándose rauda a Silvia de dos
movimientos la levanto de la cama y la cruzo sobre su regazo, empezando a darle
una azotaina con las bragas bajadas, ya que aunque la joven doctora intento
subírselas, no tuvo tiempo para hacerlo, acabando recibiendo una azotaina sobre
las rodillas de Lady Margaret. En breve
caldeo a base de bien el trasero de la joven, con una buena azotaina que la
dejo desmadejada sobre la cama llorando, echada de nuevo sobre la cama boca
abajo, Lady Margaret le subió sus bragas dándole una buena palmada entre las
dos nalgas por encima de las bragas, y abandono la habitación apagando la luz.
Marie bajo la cama de Helen respiro
aliviada de que no la hubiera visto, tardando unos minutos en salir. Pasado un rato salió de su escondite,
saliendo de la habitación sigilosamente, ya se encaminaba a su habitación
cuando la agarraban de la oreja y tirando de ella le hicieron darse la vuelta,
su cara de sorpresa se apreciaba verdadero pánico al ver el rostro de enfado de
Lady Margaret.
(Lady Margaret) -. Que te creías! Que no te había visto
sinvergüenza!!! Vamos a mi habitación
para no despertar a las demás, te voy arreglar bien a ti sinvergüenza!!! Vas aprender que una vez en la cama, tenéis
prohibido salir de la habitación, ni para ir al servicio…
Las chicas se habían
despertado todas con los “Ayees” de la doctora al recibir la azotaina, y poco
después escuchaban de fondo como alguien lloraba, al estar siendo castigada en
alguna habitación, pues en la de las chicas no era y ni provenían los sonidos
de la azotaina, se escuchaban de fondo y ahogados, durante unos minutos se la
escucho llorar, luego todo volvió a la relativa calma.
A
la mañana siguiente…
Las chicas se levantaron de sus camas buscando
sus ropas para vestirse, pero su rostro de sorpresa al no encontrar nada de
ropa, eran las siete de la mañana cuando las habían despertado. Sin entender
nada se miraban entre ellas, las habían despertado… cuando en ese instante una
mujer de unos cuarenta y cinco años entraba a la habitación, les indicaba que
las siguieran. Al salir de la
habitación, otras tres señoras más acompañaban a las otras chicas
conduciéndolas por el pasillo, subiendo las escaleras que subían a la segunda
planta, caminando pasillo adelante viendo como Marie salía por unas de las
puertas, y detrás de ella Lady Margaret.
Todas las chicas subieron a siguiente planta, al fondo había una puerta
y todas fueron entrando por dicha puerta.
Una vez dentro vieron que era una estancia provista de varias duchas
colectivas, haciéndolas desnudar a todas.
Una vez desnudas totalmente, se cubrían sus
partes íntimas al haber caras desconocidas para ellas, dándoles vergüenza el
estar desnudas. Pero lo que realmente las avergonzaba era que aquellas mujeres
las vieran sus traseros colorados y con aureolas en sus nalgas moradas, pero
también avergonzadas por haber un chico desnudo con ellas, aunque él se sentía
como ellas mismas. Metiéndose en las
duchas se iban a duchar ellas mismas, pero para su sorpresa no había ni gel de baño o esponja para frotarse,
apareciendo poco después las señoras con sus uniformes de doncellas de la casa,
con el gel de baño y esponjas, avergonzadas fueron todas bañadas por aquellas
doncellas, y secadas con unas toallas una vez fuera de las duchas, pasando a
una habitación contigua donde estaban sus ropas preparadas para vestirlas.
Las chicas no sabían a donde mirar muertas
de la vergüenza, teniendo que soportar toda aquella parafernalia, como también
ser vestidas por aquellas señoras siempre bajo la atenta supervisión de Lady
Margaret. Las diez chicas puestas en
fila salieron del vestuario por otra puerta, dando a una estancia donde para su
asombro habían diez sillas, separadas unos dos metros unas de otras en una
misma hilera de cinco, y otras cinco por el otro lado, al estar apoyadas
respaldo contra respaldo, y sobre el asiento un cepillo de madera en cada
silla. Las doncellas se sentaron, poniendo sobre sus rodillas a la chica que se
había encargado de duchar y vestir, acomodándola boca abajo levantándole la
falda y bajado sus bragas. En el mismo instante todas al unísono comenzaron a
azotarles el culo a las diez jóvenes, que en breve rompían a llorar unas antes
que otras, pero todas acabaron llorando recibiendo la azotaina las diez chicas
al mismo tiempo, una escena poco normal para ellas. Tras cinco largos minutos
que duró la múltiple azotaina a las
chicas, a las cuales una vez recibido el correctivo matinal, se les permitió
levantarse de sus regazos poniéndose en pie, como sujetar el borde elástico de
la cinturilla de la ropa interior subiéndole
las bragas. Igual que habían entrado las chicas, ahora
salían siguiendo a Lady Margaret en fila y todas ellas sobándose el culo por
encima de sus braguitas, unas andando de lo más normal que les era posible, y otras meneando sus caderas por el
dolor en sus traseros. Silvia Montero
era la más sorprendida entre las chicas, del hecho que
aquellas mujeres que las habían
bañado, secado para posteriormente vestirlas, pues eran las celadoras y
profesoras del centro de la comunidad.
La noche anterior Marie le hizo una serie de preguntas que en un momento
se quedó pensativa, ahora era ella la intrigada por todo los hechos, Silvia pensó que le podría interesar el
conocer ese dato, porque incluso a ella le pareció extraño su presencia en la
casa. Bajando las escaleras algunas de las chicas, las bajaban despacio quedando
rezagadas
de Lady Margaret y otras la podían
seguir, pero sujetándose el culo con las dos manos, así evitaban que al bajar
se le agitasen sus nalgas a cada escalón, así como otras no podían seguir su paso con sus traseros
doloridos, pues el dolor acentuado por los pinchazos, sumándole también el
picor que las molestaba por el roce de sus bragas, les costaba seguir el paso
para bajar las escaleras.
Lady Margaret las llevo al salón, en el
cual las chicas de servicio bajo la atenta mirada de la Sra. Myers estaban
acabando de poner la mesa para el desayuno.
Las chicas se fueron sentando en sus lugares asignados, con gestos
claros en sus rostros de dolor al tomar asiento en las sillas. Poco después se les unieron las hijas del
Fiscal, así como el mismo Fiscal y su esposa.
El desayuno transcurrió sin hechos que destacar, por lo que al ponerse
en pie el Sr. Fiscal para marcharse al trabajo de los juzgados, Silvia Montero,
Helen Smith y Silvia Cayetano recogieron
sus cosas de las manos de la Sra. Myers que se las tenía preparadas, saliendo
del salón tras los pasos del Sr. Fiscal, pero que las acompañaría a su puesto
de trabajo su chofer.
Al levantarse Lady Margaret lo hicieron el
resto de las chicas, incluidas las hijas del Sr. Fiscal más dos alumnas más,
Keith y Lauren habiéndose cambiado de ropa, ya vestidas con el mismo uniforme que llevaban
todas las chicas, siendo doce chicas en
total que iban detrás de Lady Margaret, en fila india subiendo escaleras arriba, hasta la segunda
planta donde entraron a una estancia muy acogedora con pupitres y una enorme
pizarra en la pared de enfrente a los pupitres, habiendo al fondo un mueble con
libros. Lady Margaret las ubico a su
izquierda las chicas agentes de la agencia Miller, y en los pupitres de su
derecha a las gemelas e hijas del Fiscal.
(Lady Margaret) -. Bien chicas de la agencia Miller! Vosotras tenéis sobre vuestro pupitre un
libro de las leyes, como de las normas a seguir en una investigación, debajo del
libro tenéis unas hojas de test para rellenar, tenéis dos horas para hacer esos
ejercicios, luego los recogeré y corregiré. La que tenga un mínimo de errores
se quedara en clase castigada, y sin recreo para salir al exterior a descansar
o pasear. Podéis comenzar!!! Vosotras
dos, Keith y Lauren tenéis examen antes del medio día de química y física, ya podéis poneros a
repasar, después del recreo tendréis el examen. Y con vosotras tres, os daré la clase de
hoy, que toca matemáticas.
En las oficinas del
periódico de la ciudad en la última planta, había dos chicas en la sala de
espera, habían acudido para una entrevista inesperada de última hora,
citándolas a las dos chicas al mismo tiempo, esperaban sentadas a ser recibidas
por el responsable de personal, según les
habían comunicado.
En la oficina se ultimaban los detalles de
documentos, estos habían sido redactados con cierta rapidez por el buffet de
abogados, en el cual lo extraño era que este era dirigido por una mujer, la
Sra. Miller. La cual estaba ultimando en persona los detalles con el psicólogo
Sr. William Adams.
(Sra. Miller) -. Bueno Willy
aquí tienes toda la documentación requerida, mis abogados los han
redactado como es habitual con las clausulas solicitadas por mi marido, es difícil
no hacer lo que el pide, siempre lo consigue que haga como él dice que debe ser…
(Sr. Adams) -. Si Clark te
escucha llamarme Willy, no te vas a sentar en una semana! Con lo celoso que es,
si te escucha tutearme
(Sra. Miller) -. No te
preocupes… siempre te he llamado Willy y lo seguiré haciendo, si se enfada, que
se enfade, no le hacen falta muchas escusas para ocuparse de mi forma de ser. Ya se ha encargado de buena mañana ser convincente,
por qué crees que estoy de pie y no sentada, porque no puedo hacerlo sin ver
las estrellas… Bueno ya lo tienes todo
preparado para que lo firmen, yo debo ir al entierro de mi cuñado, vaya
fatalidad… Jamás me hubiera esperado que sus propios guardaespaldas lo mataran,
tenía muchos enemigos… pero sus guardaespaldas!
Es extraño… dale recuerdos a mi hermana, Ingrid sigue teniendo tan malas
pulgas?
(Sr. Adams) -. Ya la conoces!
Pero en casa de poco le sirve su mal carácter… ya le habéis dado la noticia a
Marie y Yuni Lee.
(Sra. Miller) -. No! Su padre no
quiere decírselo aun, estaban muy unidos desde que era una niña y Yuni no le
echara de menos, ella sospecha que tuvo que ver algo con la desaparición de sus
padres, que aquel accidente no fue tal.
Por fortuna nunca le ha hablado de ello a nadie, solo lo ha hablado
conmigo tenemos mucha confianza desde
muy niña, siempre he sido como su mamá para ella, incluso cuando Vivian sus
padres, mi marido tampoco sabe nada y así debe seguir Willy. Si Clark lo
averigua lo averigua quien sabe lo que sería capaz de hacerle, la quiere como a
una hija… Y ella siempre le ha considerado como a su segundo padre.
(Sr. Adams) -. Sabes
perfectamente que si hubieran estado aquí presentes y no fuera de viaje, jamás
hubieran permitido que Thomas se tomara esa libertad de actuar por su cuenta,
ese terrible error y otros que ha cometido es lo ha hecho que acabe mal, se
creía ser alguien con autoridad, cuando no tenía ninguna en realidad. Por ello al quedarse al mando hizo cosas que
nos costaron muy caras, como la guerra entre otros distritos, lo extraño es que
no se libraran de él en aquel momento…
(Sra. Miller) -. Se libró por
estar viva mi suegra, era la que lo mantenía con vida… A fallecer ella, Thomas debería
de haber sido más cauteloso, pero la cautela no era su fuerte. El muy cobarde hizo desaparecer toda la
documentación que constaba que él era el hijo adoptado, falsificándola por
documentos que Charlton era el hijo adoptado, para así heredar todo el, por ser el mayor. Pero le salió mal, mi suegro ya les había
confesado a ellos la verdad, que eran sus hijos de sangre, y Thomas era
adoptado. Incluso hubo sospechas de que mandase librarse de mi
suegro. Aunque no se demostró, ya era
tarde para él, Charlton y Clark sabían la verdad. Pero quien no lo sabía que
estaban informados era él, por eso le extraño no heredar todo. Le hicieron creer que quedaba en manos de los
tres a partes iguales, cuando la realidad es que Charlton es quien lo heredo
todo, él es quien manda en la ciudad. Aunque lo mantienen en secreto, de
saberse los distritos del sur y del este no estarían de acuerdo, y habría otra
guerra por el poder. Me marcho o llegare
tarde, algo que le encantaría a Clark que sucediera, tener motivos para
zurrarme dos veces en el mismo día.
(Sr. Adams) -. Todos saben que
su homosexualidad lo puso en contra del abuelo…Bien, hasta luego. Puedes hacer entrar a las chicas que aguardan
fuera…
(Sra. Miller) -. Charlton
homosexual? Esa es la mayor tontería que
he escuchado, tu deberías de saberlo mejor que nadie, Charlton es bisexual le vuelven loco las mujeres, pero tampoco le
hace guiños a tirarse a un chico guapo, porque te crees que vive en la casa del
Fiscal? Desde jóvenes son pareja junto
con su esposa, y las hijas no se sabe de quién son realmente, si de Charlton o
de su amante el Fiscal… A las chicas llámalas tú!!! Ese es tu trabajo, encárgate tú mismo!
(Sr. Adams) -. Un día de estos
te vas acordar de mí!! Ya nos veremos luego cuando te lleve la documentación
firmada… Te acompaño a la puerta… espera que te abro la puerta.
Williams Adams acelero su paso
para anticiparse a llegar a la puerta del despacho, pero antes de abrirla, sonó
una buena palmada en el trasero de la Sra. Miller, su reacción fue llevarse sus
dos manos y frotarse el trasero, mirando le con ojos inyectados de la ira.
(Sr. Adams) -. Cuando guste
puede usted salir señora!!
(Sra. Miller) -. Cerdo!!!
(Sr. Adams) -. Porque este
despacho no está insonorizado, y las chicas esperan ahí fuera, si no, ibas a
marcharte con el culo bien caliente después de insultarme así! -. Abriéndole
la puerta… .- Adiós señora Miller siempre
es un placer atenderla… .- Saliendo junto a la Sra. Miller que se frotaba
el trasero con su mano derecha disimuladamente, se desentendió de ella,
dirigiéndose a las muchachas. -. Ah! Buenos
días, Ustedes son las Srtas. Maggie Madison y María Pérez…? Podéis pasar si lo
deseáis, en breve os atenderé.
Las chicas entraron en el despacho sentándose
en dos sillas situadas frente a la mesa del despacho, sin hablar entre ellas esperaron
que volviera el representante del personal, tardando unos minutos en volver a
entrar de nuevo, bordeando su mesa tomo asiento, poniéndose a mirar unos
documentos como si las jóvenes no estuvieran presentes. Para poco después
mirarlas y saludarlas convenientemente.
(Sr. Adams) -. Buenos días según
vuestros expedientes habéis estado a la espera en el centro de la comunidad, en espera de una oportunidad de trabajo según
vuestros estudios de empresariales y periodismo. Por las noticias seguro habéis conocido la
trágica noticia, nuestro redactor jefe digamos que tuvo un incidente
inesperado, por lo que estamos interesados en reemplazar su baja, por alguien
que esté capacitado para ocupar su puesto.
Como es natural, eso nos llevara varios meses, para encontrar a la persona
idónea para el puesto. Alguien cercano
al centro de la comunidad, nos habló de dos chicas, que hasta que podamos reemplazar la persona
capacitada para ocupar el puesto, que podríamos colaborar en la formación de
dos jóvenes, que para finalizar su carrera necesitan una empresa que las acoja
como becarias para realizar las practicas.
Por ese motivo se les ha llamado, por si pudiera interesaros trabajar,
colaborando para llevar este periódico, unas becarias solamente trabajarían
unas dos horas por la mañana y tres horas
por las tardes, un horario más o menos aproximado, sin sueldo alguno,
algo que me parece de lo más injusto.
Hasta que llegue el momento de encontrar a dicha persona, me han puesto
a mí en el cargo, pero yo tengo otras ocupaciones que no puedo desatender.
Entonces me plantearon el contratar a una o más personas para ayudarme a
realizar una buena gestión. Ante ese dilema,
me recomendaron a vosotras dos. Que
además de ayudaros a realizar vuestras prácticas, en un periódico de este nivel,
sería una experiencia muy buena, para que luego en un futuro optar a un buen puesto
de trabajo, con unas inmejorables referencias.
Usted María tiene su carrera finalizada de periodismo, lo que le ofrezco
es el poder llevar este periódico como redactora jefe, naturalmente bajo mi
tutela como profesional, y debería informarme de todo antes de tomar
decisiones. En cuanto a usted Maggie está finalizando su carrera de empresariales,
lo cual disponer de dinero en metálico para acabar de pagarse los estudios y me
iría muy bien alguien que llevase el departamento de finanzas, debiéndome dar
sus datos antes de realizar gestiones, que les parece señoritas? Estarían en la empresa puestas en plantilla
como trabajadoras, por lo tanto obtendrían su sueldo como personas
cualificadas, y no serían becarias, si no, trabajadoras de plantilla laboral. Su sueldo no sería el de un profesional del
sector, pero no estaría nada mal la remuneración económica… Les interesa?
(María) -. La verdad Sr. Adams
que es una oportunidad única, ninguna chica rechazaría su propuesta estando en
su sano juicio. Pero qué condiciones laborales serian esas, pues es bien sabido
que en esta ciudad hay empresas que son muy extrañas, en sus contratos
laborales, exigiendo ciertas diligencias no muy atentas hacia nosotras, las
mujeres modernas que deseamos un trabajo, en vez de atender el hogar, que según
algunos caballeros dicen que ese es nuestro puesto en la casa.
(Maggie) -. Lo que comenta mi
compañera es muy cierto, hay empresas que aplican castigo corporal a las
empleadas del sexo femenino, no nos negara que eso es cierto, verdad?
(Sr. Adams) -. En eso poco puedo
decir, la verdad. Pero ya me han hablado que ustedes dos son dos mujeres, que
no se andan por las ramas y son muy claras sus ideas, que han tenido otros
ofrecimientos rechazándolos. Sois dos chicas con mucho carácter, y que no se os
intimida con facilidad. Esa cualidad
vuestra es excelente para ocupar un puesto en este periódico. Por lo que nos interesan chicas como
vosotras, este puesto requiere tener capacidad de autoridad, así como la
responsabilidad, dos cualidades muy necesarias. Quienes dirigen este periódico siendo varios
los miembros de la junta, todos o la mayoría están en edades octogenarias, y
si, son partidarios del castigo corporal entre las empleadas. En la época que vivimos eso está a la luz del
día, para todas las mujeres, sobre todo en aquellas que son luchadoras por sus
derechos, así como su independencia, teniendo que pasar por
delicadas aventuras por decirlo de forma menos ofensiva, pero también es
cierto, que esos tratos son por errores cometidos, en parte y solamente en
parte, si se comete un error, también tiene su parte a favor de
esa cuestión, pues de otra forma se despediría a la mujer, obteniendo unas referencias nada recomendables, no sería
admitida en ningún puesto de trabajo de la ciudad o incluso de fuera de la
ciudad. En cambio puede acarrear tener molestias unos días, y
conservar su expediente impoluto siendo olvidado su error cometido, por
problemático que este pudiera ser. Desde luego no está bien el utilizar a
personas del sexo femenino, teniendo que trabajar bajo esas estrictas
condiciones, pero a cambio se labra un futuro, con un buen augurio de un futuro
excelente y un final de carrera
inigualable… Es difícil encontrarse con
la oportunidad de vuestras vidas, y rechazarla por unos impedimentos que
depende solo de vosotras, pues comprendo que para unas chicas como vosotras el
tener un error, pueda hacer que os retractéis en vuestra decisión, a quien le
gustaría reconocer que es una mujer insegura
e incapaz de realizar un trabajo, así como el reconocer que no son tan perfectas como
presumen serlo. Es comprensible el tener
temor a no ser las chicas, que pueden encargarse de superar cualquier
problema. Es lógico el temer cuando no
se está realmente capacitado para ese puesto, entiendo que sería mucha
responsabilidad para vosotras, y que no podéis correr ese riesgo, debido al
temor al fracaso personal, es algo que los hombres comprendemos que las
mujeres, a la hora de asumir una gran responsabilidad, os replanteáis la
situación abandonando antes de que sea tarde. Verdad? Es mejor no correr el riesgo que se conozca
que no se es tan especial como se presume ser… Pero no sé qué pensaran vuestras
compañeras en el centro de la comunidad, cuando conozcan que habéis desaprovechado
una oportunidad, que cualquiera de ellas firmarían con los ojos cerrados, de
disponer vuestros estudios, vuestros padres estarían decepcionados por ver que
sus hijas rechazan un puesto de responsabilidad, por no desear afrontar que los
tiempos son difíciles, y que labrarse un futuro no es tarea fácil en este mundo
de hombres, por lo que no comprenderán que por unos métodos que siempre han
estado en vuestras vidas y que ese riesgo siempre lo habéis superado con éxito,
ahora al llegar al final para labrarse un futuro, la rechazan por una nimiedad.
Ya que esos métodos solo son aplicables a quienes cometen errores, quien no
comete errores, no tiene nada que temer. Pero es comprensible que sea difícil
de tomar una decisión práctica y que no disponéis de tiempo para pensar. En esta ciudad no hay chicas con vuestras
características, pero en otra ciudad cercana hemos encontrado chicas con
vuestra misma capacitación, aunque lo lógico era dar esa oportunidad a chicas
del centro de la comunidad, ya que se creó dicho centro para la formación de
jóvenes promesas, será una verdadera lástima que el centro deba prescindir de
vosotras, para acoger a otras muchachas que busquen una oportunidad para sus
vidas. Voy a salir para atender unos
asuntos del departamento de impresión, cuando vuelva espero tener vuestra
respuesta, aunque tengo claro que será negativa, porque el puesto supone
responsabilidad y aplomo, pero igual los del centro de la comunidad estaban
equivocados con vosotras, no tenéis lo necesario para esos puestos.
Al salir del despacho el
Sr. Adams sonreía para sí, las había ofendido en lo más hondo de su
personalidad, él jugaba con una baza en la manga con cuatro ases bajo ella,
había centrado su estratagema en darles donde más les podía doler, en su
soberbia y su orgullo tirándoselo a la cara, dejándolas como escoria por no
afrontar responsabilidad, eso les iba a doler mucho, si se negaban ellas mismas
quedarían como unas vulgares incompetentes, y todo su “Alter Ego” tirado por
tierra, las chicas al quedarse solas estaban muy disgustadas por como las había
dejado como “inútiles”.
(María) -. Que vamos hacer Maggie? Si aceptamos sabes que seremos castigadas,
nos buscaran cualquier pequeño error agrandándolo como quieran, y seremos
castigadas con relativa frecuencia, puedes estar segura de ello conozco a estos
cobardes y cerdos!!! Has visto como nos
miraba el culo cuando hemos entrado!
Trataba de vernos las bragas, al entrar con estas faldas tan cortas que
no han facilitado en el centro. Ese
cerdo mucha palabrería para dejarnos como inútiles… Que se ha pensado que no
nos daríamos cuenta de su juego macabro!!!
(Maggie) -. Tienes toda la
razón, María! Nos han utilizado, y han
puesto a un sabueso psicólogo para enfocarlo de tal forma, que si lo rechazamos
seremos unas ineptas, y si lo aceptamos también seremos ineptas con nosotras
mismas!!! No podrían haber encontrado a
un hijo de puta más capacitado para jodernos vivas!!!
(María) -. Es un hijo de perra
de cuidado!!! Cabrón!!!
(Sr. Adams) -. Chicas!!! Antes de insultar a nadie deberíais prestar
atención a que la puerta este bien cerrada y no que este abierta de par en par…
Sois dos chicas sin modales y sin respeto hacia los mayores, me habéis faltado
el respeto muy gravemente y no voy a tolerar que se me insulte, mucho menos en
mi despacho…
Hasta ese instante tanto Maggie y María no se
habían fijado con detenimiento en el Sr. Adams, lo veían con los ojos abiertos
como platos, al verlo ir hacia ellas arremangándose las mangas de su camisa,
viendo su gran envergadura y corpulencia, con sus largos metro noventa de
estatura y sus anchos hombros, así como al verle con los brazos al natural al
haberse arremangado las mangas de la camisa, viéndole unos brazos del diámetro
de sus muslos, aterradas le vieron de cerca al tenerle a su lado y como
agarraba como si fuera una pluma a Maggie levantándola de su silla…
(Sr. Adams) -. Con que un hijo de puta, eh!!! Ahora te voy a dar yo hijo de puta,
desvergonzada!!!
Levanto en volandas a Maggie cargando con
ella bajo su fuerte brazo, llevándola pataleando en el aire y golpeándole en la
corpulenta espalda para que la soltara. Hasta el rincón del despacho donde había
una pequeña mesa con revistas y periódicos, levantando su pie izquierdo
posándolo sobre la mesa, quedando su rodilla en un ángulo de noventa grados, así
como su muslo plano en el que deposito
el estómago de Maggie, ella posaba sus manos sobre la base de la mesa,
sus piernas pataleaban en el aire, al haber colocado el pie justo en el borde
de la mesa, comenzando a darle una buena y fuerte azotaina con la mano enorme
sobre el trasero cubierto por la corta falda tableada marrón. Durante varios minutos le estuvo calentando
el culo a la joven, que seguía debatiéndose luchando por soltarse, así que le
levanto la falda a pesar de la resistencia de la chica por evitar que le viera
las bragas, continuando la azotaina con fuerza sobre las bragas, de color
amarillo con dibujos de hojas verdes, lo que hacía que sus braguitas resaltaran
con el contraste del rojo que se apreciaba bajo el elástico de las perneras, el
marrón de la falda y el tono beige de las medias sujetas mediante unas ligas,
sus pataleos en el aire luchando por liberarse, y con sus manos golpeando la
pierna derecha del Sr. Adams, solo hacía que este se enfureciera más y de un tirón
le bajo las bragas hasta las rodillas, descubriéndole el trasero ya
completamente colorado, pero como seguía luchando la joven, los azotes también
aumentaron el ritmo y la fuerza que descargaba su mano sobre el pequeño trasero
de la joven, la cual iba cediendo en sus pataleos, como dejo de increparle
insultándole seguramente debido al intenso dolor y fuego en su culo colorado
como un tomate maduro. El Sr. Adams a ver que dejaba la joven de patalear, y que
por sus labios habían dejado de salir aquellas palabrotas e insultos, cambiando
a ruegos y pedir perdón entre sus ahogados “Ayees” de dolor a cada azote que le
daba, fue reduciendo el ritmo de los azotes en el culo a la joven, pero aún se
mantuvo en sus trece de darle un buen escarmiento a Maggie. Durando la azotaina
unos minutos más, hasta que la muchacha solo suplicaba que la perdonase y no le
pegara más.
Al dejarla en el suelo, Maggie lloraba y se
sobaba el culo con su mirada baja, pues no se atrevía a mirarlo a la cara de la
vergüenza que tenía. Entonces fue a por
María que al verle ir a por ella, se disculpaba una y otra vez rogándole que no
la castigase, pero la hizo levantar de la silla y tomando asiento en la misma,
atravesó a la joven sobre sus rodillas levantándole la falda y bajándole las
bragas de color rosa con simpáticos dibujos de ositos juguetones diferentes,
comenzó a darle una azotaina, María tras ver la suerte que había corrido su
amiga, prefirió no oponer resistencia, pero eso no menguo nada la azotaina a
ella, que en breve tenía su trasero bien colorado, y ante sus suplicas de poco
le valieron, pues la azotaina a María fue tan fuerte y severa como la que había
recibido su compañera, que a unos metros continuaba con las bragas bajadas sobándose
el culo. Mientras María continuaba recibiendo su correspondiente azotaina…
cuando la dejo levantar de sus rodillas, se sobaba el culo dolorido con sus
manos, ante una mirada firme indico a las chicas que tomaran asiento en sus
sillas, ambas se sentaron teniendo aun sus bragas bajadas, haciendo guiños al
apoyar sus traseros en el frio y duro asiento de las sillas…
(Sr. Adams) -. Y bien chicas,
que me tenéis que decir?
(María y Maggie) -. Perdón!!!
Al unísono se disculparon las dos muchachas
al mismo tiempo, aun con lágrimas cayendo por sus mejillas coloradas de la
vergüenza, y moviendo sus muslos, así como levantando ligeramente su traseros
del asiento de las sillas.
(Sr. Adams) -. Y… Bien, que
decisión habéis tomado? Descartamos la propuesta o la aceptáis?
(María y Maggie) -. Aceptamos, señor Adams…
(Continuará…)