EL ABUELO MATERNO Capitulo 9
Sonia no podía salir de su asombro, como le podía estar pasando a ella
el vivir esa experiencia tan desagradable. Se encontraba en su habitación
deambulando de un lado para otro, estaba muy nerviosa, pero lo peor de todo
eran sus nervios, de un momento a otro aparecería su tía en la habitación para
cambiarle el pañal. Sabía que si la encontraba levantada le iba a dar de nuevo
una azotaina, algo que no le gustaría que sucediera, pues sentía como aun le
ardían sus nalgas de la azotaina de la tarde noche del día anterior, pero mucho
peor era la sensación de escozor que sentía en el culo, ya que desde antes de
la cena llevaba puesto el pañal, por lo cual al no poder ir al servicio, no
había podido evitar el tener que hacer sus necesidades. De muy buena gana hubiera
salido de la habitación, a pesar de que ello hubiera significado que bien, su
tío o su tía, la hubieran sorprendido lo cual habría significado un castigo
seguro. Pero lo habría preferido cien veces antes que tener que hacer en el
pañal sus necesidades como una chiquilla, cuando ella ya no era ninguna niña.
Pero sus tíos se habían cerciorado que no pudiera salir de la habitación,
estaban muy decepcionados por lo sucedido, Sonia lo sabía, les había
decepcionado sobre todo ella, no era ninguna damisela traviesa, era una mujer
profesora en una importante universidad, no como su hija que siempre había
destacado por ser rebelde y despreocupada haciendo las cosas sin pensar en las
consecuencias que podría tener, por ese motivo estaban más enfadados que de costumbre
cerciorándose que no pudiera o pudieran tener un comportamiento como solían
tener diariamente. Habiendo cerrado con llave por fuera, asegurándose que el
castigo fuese ejemplar.
Sonia introducía sus dedos entre el
elástico de las bragas de plástico, para así aliviar la presión en sus nalgas
doloridas, pero lo peor de todo, era llevar el interior del pañal empapado de
su orina. Durante la noche no había podido evitar el tener que hacer pis, la
primera vez, pudo sentir como la celulosa del pañal había absorbido la humedad,
aunque ello no mediara en absoluto con la vergüenza que había sentido, pues la
primera vez, tuvo lugar estando sentada en la silla cenando con sus primas, la
Sra. Luisa y sus tíos, intento por todos los medios retener hacer pis, primero
juntando sus muslos, luego pasando una pierna por encima de la otra
cruzándolas, pero aun así, no pudo evitar que este saliera mojando el pañal.
Recordaba esos instantes como habían sido de mortificantes para ella, a sus
treinta y dos años, y haciéndose pis ante todos, estaba segura que se habían
debido de dar cuenta de ello, pues su rostro no había podido evitar dar señales
de estar en un aprieto, y debían de haber visto como se mordía los labios, o
como apretaba sus parpados para retener el vaciado de su vejiga. Ella misma
había notado como sus primas unos momentos antes que ella, habían hecho
claramente gestos de estar en un aprieto, y como cerrando los ojos, sus
mejillas se habían coloreado de rojo por el rubor y vergüenza.
Los minutos pasaban, el temor a ser castigada así como la angustia comenzaba
a amedrentar a Sonia, se decía así misma que aún estaba a tiempo de evitar ser
castigada, pero el escozor en su entrepierna y sus nalgas, estando en la cama
tumbada resultaba inaguantable, por esa razón deambulaba por la habitación,
pero ese temor se estaba acrecentando, solo con poner sus manos sobre su
trasero, este parecía despertar de nuevo sintiendo un insoportable dolor en el
culo, ni mucho menos había sido su primera azotaina severa, pero algo muy
distinto era sentir el culo adolorido por haber sido castigada y como spankee,
disfrutar de esas molestias dolorosas, sintiendo la humedad del fondillo de sus
braguitas producido por ese amargo y agradable
bienestar. Y otra cosa muy distinta era sentir esas dolorosas molestias
en sus nalgas, las cuales no estaban resultando nada placenteras para ella,
pues por un lado estaba el nauseabundo olor a orines, y el escozor terrible que
sentía en sus nalgas, producido por su propia orina que empapaba por completo
el pañal, al haber liberado su vejiga en varias ocasiones durante la noche, el
pañal ya no daba más de sí mismo no absorbiendo, pero lo peor de todo era el
roce de sus nalgas con el empapado pañal, daba la impresión de llevar papel de
lijar, con lo cual podía sentir lo irritada que debía estar la piel de sus
nalgas. En su deambular por la habitación, se contempló en el espejo del armario, pudo verse así
misma caminar arqueando sus piernas, para así evitar el roce de sus muslos,
como el abultado pañal. Observándose se encontraba cuando escucho, como una
llave era introducida en la cerradura de la puerta, en esos instantes el temor
se apodero de ella, corrió hacia la cama metiéndose precipitadamente en la
cama, pero ya era tarde, su tío la había visto.
Este al entrar se paró ante ella, al borde
de la cama, a los pies de su sobrina. La observaba con cara muy seria, Sonia
ante aquella mirada de hombre decepcionado con que la miraba, aun se sentía
mucho peor teniendo que girar la cabeza para no mirarle directamente, estaba
muy avergonzada de haber hecho pasar momentos duros para su tío, era un buen
hombre aunque fuera estricto, como hombre tenía su forma de pensar, podía ser
quizás anticuado, pero él era de ese modo, para él la disciplina siempre había
sido muy importante en su vida, nadie le podía culpar de ser como era.
(Sr. Adams) -. Ahora vendrá tu
tía a cambiarte…
Era lo justo que la castigara por pillarla
levantada, pero en aquellos ojos, había visto un hombre confundido, aletargado,
sin fuerzas, no porque no las tuviera. Sonia era como su propia hija, la había
querido como tal siempre, solamente tenía un hermano, el padre de Sonia, ella
era como su propia hija, Sonia se lo repetía así misma una y otra vez. Pensando
en él estaba, cuando su tía apareció de improviso ante ella, no la había oído
entrar.
Sin mediar palabra alguna retiro las
sabanas, Sonia esperaba ser regañada por la tía, pero no, en silencio soltó los
adhesivos laterales que sujetaban el pañal, aquello era superior a lo que ella
podría aguantar, aquel silencio era el peor de los regaños para Sonia. Sintió
como por su entrepierna pasaban toallitas húmedas limpiando, así como unas
toallas de algodón muy suaves secando su intimidad, como sus piernas fueron
levantadas, pasando ahora las toallitas húmedas por y entre sus nalgas, luego
vio como el pañal que quedaba bajo ella sin ya tocarle la piel, este fue
retirado y enrollado sobre sí mismo dejándolo caer al suelo, el contacto de la
toalla de algodón secando el culo, la alivio considerablemente. Sus piernas
fueron de nuevo depositadas sobre las sabanas, y asiéndola de las manos fue
levantada haciéndola sentar en el borde de la cama, aunque solamente fueron
unos segundos, ya que tirando de sus manos la hizo poner en pie. De buena gana
le habría dicho algo a su tía como…”porque
no me regañas?” “Castígame”… hubiera
sido preferible a aquel silencio. La tía agarro el abultado pañal del suelo en
una mano, con la mano derecha agarro de la mano izquierda a Sonia, llevándosela
consigo hacia el baño, una vez en el, la introdujo en la bañera que ya había
sido preparada previamente con agua caliente, haciéndola sentar la baño
pasándole la esponja enjabonada por todo su cuerpo desnudo. Una vez acabado el
baño, la hizo levantar para secarla, Sonia en ese momento recordaba como cuando
era una niña su tía la bañaba en esa bañera. Pero ahora era diferente, entonces
no sentía vergüenza al ser bañada, en cambio en esos momentos deseaba que se
abriera la tierra y se la tragara. Una vez seca, pensó que ya había acabado,
que la vestiría y todo se habría acabado. Pero… Su tía no pensaba dejarla así,
aun iba a pasar más vergüenza Sonia. La sentó en el borde de la bañera
haciéndola abrir bien los muslos, del lavabo cogió una maquinilla de depilar,
pasándole previamente un poco de agua con jabón, fue lentamente depilándole el
sexo, Sonia no sabía a donde mirar de vergüenza en esos momentos. Su tía se
tomó su tiempo con calma, rasurándole el sexo y dejándolo sin un solo vello,
una vez acabada la tarea. Paso la esponja para lavárselo bien y pasando a
secarlo después con una toalla. De la mano, de nuevo la condujo hacia la
habitación haciéndola permanecer junto a la cama en pie. El culo de Sonia lo tenía
amoratado con zonas azuladas, en ese momento que su tía le dio la espalda,
aprovecho para pasarse las manos por sus nalgas doloridas, en parte sentía un
gran alivio, pues el escozor del pañal había desaparecido con el baño, el jabón
había hecho de desinfectante aliviando así sus partes íntimas, acariciándose el
culo estaba cuando volvió hacia ella su tía con unas bragas en las manos, Sonia
creyó que la iba a regañar por sobarse el culo, pero no dijo nada en absoluto.
Se limitó a abrir las bragas con sus manos y agachándose un poco, e indico con
la mirada a Sonia que levantara el pie para ponérselas, primero paso por ellas
el pie derecho e izquierdo después, subiéndoselas por sus piernas y
ajustándosela a la cintura dejándoselas bien tensas marcándole bien el culo,
eran unas bragas blancas de algodón con margaritas, eran sus preferidas. La tía
volvió a retirarse de ella, esta vez dirección al armario del cual extrajo un
vestido verde a cuadros ribeteado por aristas amarillas, volviendo hacia Sonia.
Le paso el vestido por la cabeza, dejándolo caer, luego la hizo girar sobre sí
misma para abrocharle los cuatro botones del vestido en la espalda. Luego le
indico que se pusiera unas zapatillas de estar por casa, una vez vestida pudo
mirarse en el espejo en un momento que la tía dejo de mirarla, Sonia se vio
preciosa con aquel recatado vestido, recatado por delante, ya que era de cuello
redondo, pero que al girarse, vio que sin agacharse se le veían las braguitas
de algodón con margaritas.
En ese momento la tía recogió las sabanas
poniéndolas a airearse en la ventana, volviendo poco después a donde había
dejado a Sonia, volviéndola a sujetar de la mano, tiro de ella hacia la puerta
de la habitación por la que salieron al pasillo y se dirigieron hacia las
escaleras, bajándolas hacia el salón. Donde aguardaba el Sr. Adams sentado en
una silla mirando hacia las escaleras, Sonia conducida por su tía la dejo de
pie ante su tío, el cual seguía con aquella mirada, pero ahora era de enfado,
muy enfadado…
(Sr. Adams) -. Que Sonia! Tan
complicado era comportarte como es debido? No podías haber permanecido en la
cama como han hecho tus primas? Ellas aún están en la cama, y puedes estar
segura de que están con sus culos tan molestos e irritados como lo tenías tú!!!
Pero ellas saben que cuando se está castigada, no se pueden mover de la cama,
hasta que se lo digan que lo pueden hacer… Pero tú, no verdad? Te crees que
eres especial? Crees que a ellas no tienen la irritación en sus culos por tener
sus pañales mojados? Tenías que levantarte de la cama? Eh!!! Ahora te voy a
enseñar a aprender como debes comportarte! Te aseguro que aprenderás enseguida
que cuando se te manda a la cama!!! En ella es donde debes permanecer hasta que
se te diga o se te levante el castigo… y ahora, ven aquí acércate…
Sonia miraba su tío que se palmeaba en el muslo derecho con la mano
diestra, le indicaba donde debía ponerse, sobre sus piernas boca abajo. Los
dedos de sus manos temblorosos por el temor a lo que se le venía encima,
jugaban con el dobladillo de la falda del vestido. Como podía ser tan idiota al
pensar que se había librado en la habitación, lo único que había sucedido, es
que su tío no tenía intención de castigarla en aquel preciso momento, prefería
esperar a que su tía la aseara. Sabía bien que no convenía hacerle esperar, a
pasos cortos se fue acercando temblorosa, ahora sus manos alisaban el trasero
de su falda pasándolas con la palma de la mano abierta, parándose en el borde y
tirando del hacia abajo, como si pretendiera tapar que se le vieran sus
braguitas, no porque estas se le estuvieran viendo, porque el estar con sus
tíos en ropa interior no le daba vergüenza a esas alturas, prácticamente casi
diariamente recibía una azotaina, pero intentaba cubrir su trasero para que
este no se le subiera al colocarse sobre las rodillas, dejando así su trasero
plenamente al aire, quedando su trasero expuesto y desprotegido de la falda. No
tenía intención de correr a arrojarse sobre sus rodillas y que su tío empezase
a calentarle el culo, no tenía mucha prisa por adelantarse a los
acontecimientos. Como la spankee que era, esos momentos cruciales eran los más
deseados por ella, era cuando acuciaba en ella las ganas de salir corriendo en
dirección contraria, con las ganas de estar ya boca abajo sobre las rodillas,
con el aliciente de espera al primer azote. Pero eso sería en otras
circunstancias. Precisamente en ese instante habría salido corriendo para no
volver, tenía el trasero demasiado dolorido para ser castigada de nuevo, sabía
que a sus treinta y dos años, apenas sintiera el inicio de la azotaina sus
lágrimas iban a brotar de sus pupilas. Eran un momento que la embargaba una
acuciante preocupación, sus bragas limpias y puestas hacia tan solo unos
instantes antes, ya podía notar en el fondillo de estas la humedad, siempre la
excitaba sobre manera cuando sabía que le iban a dar una buena azotaina en el
culo, sobre todo con sus braguitas preferidas, el recibir una azotaina sobre la
tela de algodón de las braguitas era algo que la superaba, aun, teniendo el
culo como lo tenía en ese instante, que con solamente pasarse la mano por
encima de sus braguitas, del dolor que experimentaba ya le daban ganas de
echarse a llorar, era una sensación maravillosa para ella, por eso había puesto
su mano derecha bajo su falda, posada la palma de su mano sobre su culo,
exactamente su nalga derecha, con el dedo pulgar jugaba con la puntilla del
ribete elástico de la pernera de sus
bragas, le gustaba aquella caricia en la yema del dedo, todo unido era
una deliciosa situación, si no fuera por la azotaina que iba a recibir y esta
no iba a ser muy de acuerdo con ella misma.
Para Sonia podría parecerle que habían
pasado varios minutos pensando, pero realmente solamente habían transcurrido
unos segundos, pero así de acelerado se hallaba su cerebro de spankee, mientras
le fuera posible, procuraba disfrutar de aquellos hermosos segundos.
(Sra. Adams) -. Venga desvergonzada!!!
No podemos estar así todo el día…
Dándole una sonora palmada en la nalga
izquierda, ya que sobre la derecha Sonia tenia posada su mano. Avanzo
inconscientemente un metro y medio hacia adelante, al tiempo que su cabeza se
giraba hacia el lado izquierdo que sintiera aquella sonora y fuerte palmada en
su trasero mirando a su tía, que estaba claramente dibujado en su rostro el
enfado. En ese momento desprevenida totalmente sintió como la mano de su tío se
posaba en su espalda, sintiéndose empujada hacia adelante, perdió el equilibrio
no pudiendo evitar su caída, su rostro contrariado, recuperó la consciencia de
lo sucedido cuando ya era tarde para ella. Cuando abrió los ojos de par en par,
no sabía que había sucedido, hasta que sintió una ráfaga de fuertes azotes en
su desprotegido trasero, estaba sobre las rodillas de su tío. La azotaina había
empezado en un momento que ella no se encontraba preparada, por lo que los
azotes tuvieron su repercusión, comenzando a llorar sin control. Cuando quiso
tener consciencia de lo que había sucedido y como se había visto colocada sobre
el regazo de su tío, ya no pensaba en ello, solamente tenía sus pensamientos en
su trasero que ya había comenzado a abrasarle sus nalgas. Ni podía pararse a
pensar si le había bajado sus bragas o si, por el contrario las tenía aun
puestas. El dolor intenso no la dejaba centrarse en nada, solamente sentía como
le ardía el culo desmesuradamente. No sentía sus piernas, ni sus brazos,
parecía que estos estuvieran adormilados. Pero en realidad no los sentía, por
estar estas extremidades agotadas. Pues desde el inicio de la azotaina sus
piernas habían comenzado una loca agitación de las mismas en cualquier
dirección, y seguían agitándose en el aire como si tratara de nadar en una piscina,
sus brazos no paraban de subir y bajar buscando algo a donde aferrarse, de ahí,
que no los sintiera moverse, se hallaba agotada por completo. Pero sí que se
movían, aunque fuera sencillamente por efecto de la azotaina en el culo que
estaba recibiendo, y que después de veinte minutos siendo castigada había
quedado sobre las rodillas inerte, extenuada. Pero la azotaina con la mano de
su tío aún no había remitido, aunque los azotes ya no fueran muy fuertes, más
bien simplemente la dejaba caer sobre el culo de Sonia. Apenas sus lloriqueos
eran audibles, simplemente eran gemidos azote tras azote. Aunque solo eran
palmadas algo sonoras, dolían lo suyo para Sonia que tenía el culo muy
ardiente, le abrasaba como el fuego de una fundición que fundiera el metal,
pero para Sonia no se fundía nada, solamente su temperatura aumentaba por
segundos. Pasados lo minutos sin poder calcular cuántos, la mano de su tío se
había detenido dejándola posada sobre su adormecido trasero, en realidad solo
permaneció adormecido unos segundos que la palma de la mano de su tío la
mantuvo posada. Al retirarla dejando de hacer presión sobre el culo, este
pareció tomar vida propia doliéndole horrorosamente, abrasándole el trasero. Ayudada
por su tía se incorporó de las rodillas, apenas podía sostenerse sobre sus
pies, pero al estar con el cuerpo encorvado hacia delante vio el porqué, sus
zapatillas se le habían salido de sus pies, quedando estas cruzadas bajo las
plantas de sus pies, de ahí, que no se pudiera sostener. Fue su tío quien
poniendo una rodilla en el suelo, se agacho para ponérselas correctamente. Ahora si tenía equilibrio, aunque no dejara
de sollozar. Sus manos se sobaban el trasero con fricción, entonces se percató
que no le habían bajado las bragas, aunque más que notar en la palma de sus
manos el tacto de la tela de algodón de sus bragas blancas con margaritas, lo
que sentía era el intenso ardor que emanaba del trasero. Algo que cambio al
sentir como su tía la agarraba del lóbulo de la oreja izquierda y tirando de
ella, hizo que su mano izquierda dejase
de sobarse el culo e intentara mitigar el dolor de la oreja por la mano que asía del lóbulo de la oreja,
intentando soltarse sin éxito alguno, mientras su cabeza se ladeaba hacia ese
lado que sentía el dolor, mientras la derecha seguía sobándose el ardiente
trasero sobre sus bragas, metida está bajo su corta falda. Así fue conducida
hacia el rincón donde la dejara su tía cara a la pared, con las manos sobre su
cabeza, para que no pudiera sobarse el culo, levantándole la falda dejándola
sujeta en su cintura, y dejando claramente a la vista su colorado trasero, a
pesar de llevar puestas las bragas.
Una hora después sintió pasos a sus espaldas, eran sus primas Susana y
María. Iban vestidas como ella, con el vestido verde a cuadros con aristas
amarillas, como era habitual iban enseñando las bragas, ya que la falda nada
más les cubría como de costumbre, dejando a la vista su parte baja de las
braguitas. Susana llevaba unas bragas
rosas sin dibujo con el elástico de las perneras de la clásica puntilla de hilo
hechas posiblemente a ganchillo, mientras que María llevaba unas bragas blancas
con lunares de colores azul, rojo, verde, amarillo, negro. A ambas asomaban las
marcas azuladas de la azotaina de la noche anterior, claramente
visibles en las zonas de sus traseros que el elástico de las perneras y
el fondillo de sus bragas no les cubría. Sonia mirando por el rabillo del ojo
las vio pasar por detrás de ella, vio
entonces que no estaba su tía en la cocina, momento que aprovecho para bajar
una de sus manos para sobarse el culo, además de sentir llamas encendidas sobre
él, por sus nalgas llevaba rato con un horrible picor, el cual no se atrevía a
llevarse una mano al trasero por si pudiera ser descubierta. Aprovechando que
sus primas hacían ruido, era el momento esperado…pero…
(Sra. Adams) -. Señorita Sonia
Adams!!! De verdad vas a atreverte a bajar esa mano? Quieres que vaya y me
saque la zapatilla?.- Sonia volvió a subir su mano rauda, no podía ver
donde se encontraba la tía, pero su voz había sonado muy cerca. -. Eso está mucho mejor! Como lo vuelvas
hacer, vas a ver cómo te voy aponer el culo con la zapatilla!!! Y vosotras dos, poneos hacer vuestras tareas
que se os ha ordenado…
Susana y María llevaban en sus
manos una libreta cada una, se sentaron en la mesa del salón una a cada extremo
en la cabecera de la misma. Al apoyar sus traseros en las frías y duras sillas
de madera, sus cuerpos se estremecieron al mismo tiempo. De la forma que estaba
sentada, Susana tenía a su prima Sonia a su izquierda, María la tenía a su
derecha. Las dos tenían tareas puestas, Susana multiplicaciones y divisiones,
en cambio María debía resolver unos problemas de matemáticas que John le había
facilitado al tío de Sonia, y que eran de los temas que debía de repasar para
cuando volviera a la universidad después de las vacaciones. Sentadas las dos se
pusieron hacer sus deberes, de vez en cuando se las veía tanto a una, como a la
otra, levantar disimuladamente el culo del asiento de las sillas, así como
cambiar la posición de sus muslos. Llevaban una hora y media de estudio…
Susana estaba enfrascada en sus deberes,
en cambio la pequeña María tenía la mejilla de su cara apoyada sobre su brazo
izquierdo, mientras su mirada estaba fija en el culo de su prima Sonia. Su
respiración era agitada, algo que hizo que Susana levantase la mirada hacia su
hija María. Dejo caer el bolígrafo al suelo.
(Susana) -. Madre, se me cayó el
lápiz… puedo levantarme para recogerlo?
(Sra. Adams) -. Estate más
atenta a tus tareas y no se te caerá! Levántate y recógelo!
Al escuchar hablar a la
abuela, María levanto la cabeza de su brazo, simulando estar leyendo… La madre
de María se había movido de su silla, levantándose de la misma y con serias
dificultades por las molestias de su trasero, se agacho poniéndose en cuclillas
poniéndose la mano en la boca para silenciar el suspiro de puro dolor al
acuclillarse, mirando bajo la mesa pudo ver a su hija María, como tenía su mano
derecha dentro de sus braguitas, y viendo el rítmico movimiento de sus dedos en
el interior del fondillo de las braguitas, aunque solo podía ver como la tela
de algodón de las bragas se movía, pero no era difícil de deducir que hacía. Susana
agarrándose a la mesa para sostenerse, se ayudó de esta para levantarse,
mientras en su rostro este, se desfiguraba por el dolor del trasero al
enderezar su espalda, ayudándose con su mano libre, la derecha para sobarse el
culo con brío. Volviendo a ocupar su lugar sentada… entonces se dirigió a su
hija hablando en voz muy baja, casi un susurro…
(Susana) -. Se puede saber qué
haces? Como te vea tu abuela vas a ver…
(María) -. Es tan tentadora la
imagen, mamá! Mírala no me dirás que no te gusta? Y con este dolorcillo en mi
trasero, HUUUMMMM es irresistible…
(Susana) -. Ya sabes que a tu
abuela no le gusta que te toques, estas avisada…
(Sra. Adams) -. Niñas!!! Nada de
hablar entre vosotras, o voy allá!!!
(Susana) -. Has visto?
(María) -. Es culpa tuya!
(Sra. Adams) -. Como me hagáis
levantarme, veréis lo que es bueno… a callar desvergonzadas!!!
Sonia llevaba en el
rincón tiempo que no podía definir cuanto había pasado, tenía los brazos
dormidos de tenerlos sobre la cabeza, las nalgas doloridas e entumecidas además
de aquel ardor que no cesaba. Pero lo peor de todo, era el picor en su trasero
que no disminuía. Ya no podía contenerse por más tiempo, la presión de sus
bragas la estaban mortificando, el elástico de las perneras las sentía como si
le estuvieran mordiendo en el inicio de sus muslos, las nalgas muy inflamadas,
el dolor, el ardor, el picor… era desesperante para ella. Sabía que su tía
continuaba tras de ella, era como si estuviera esperando que Sonia cometiera la
grave falta de moverse, permaneciendo castigada cara a la pared. Había visto
que zapatillas llevaba puestas la tía, eran las que más temía ella, como
igualmente las temían sus primas Susana y María. Zapatillas cerradas por
delante de paño, con un dibujo característico a cuadros amarillos con otros cuadros
más pequeños en el interior azul marino, abiertas por detrás con un ligero
tacón, el grosor de que estaba forrada la suela por un tipo de espuma o
poliéster con burbujas de aire que la hacían ser cómodas al andar y al tiempo
algo pesadas, con una fina suela sin dibujo blanca. Ya lo creo que conocía bien
aquellas zapatillas que escocían como era difícil de poder imaginar, pero que
recibir una azotaina con ellas era temible.
Durante el tiempo que le parecían horas
allí en aquel rincón, postrada ante las miradas de sus primas que las había
oído susurrar en un murmullo, seguramente se dirían entre ellas lo coloradas
que estaban sus nalgas, así como las bragas blancas de algodón con margaritas,
o como podían ver que el elástico debía de estarle mortificando el culo. En el
tiempo que llevaba en aquel aburrido rincón, había intentado todas sus argucias
para mitigar o al menos intentar mitigar aquel horrible picor, lentamente había
ido moviendo sus muslos frotándoselos entre ellos hacia adelante y atrás, con
ello lograba un poco de alivio, así como apretar las nalgas una contra la otra
para suavizar la tirantez de sus bragas, pero ya se hallaba en un punto que
nada de eso mitigaba nada el intenso ardor del trasero, como así la presión que
ejercían sus bragas. Tenía la imperiosa
necesidad de hacer algo, pero temía las consecuencias si era sorprendida, otra
azotaina sería demasiado incluso para ella, pero ya no podía más. Giro un poco
el cuello, ladeando así la cabeza intentando averiguar si su tía permanecía
tras de ella. Primero lo hizo hacia su
derecha, luego lentamente hacia la izquierda sin éxito, no pudo descubrir donde
estaba su tía situada. Ante la incertidumbre de recibir una nueva azotaina, su
cuerpo la estaba traicionando. En apenas un momento el fondillo de sus
braguitas, pasaron de estar húmedas, pasando a estar mojadas, incluso algunas
gotas fluían entre sus muslos sin poder evitarlo, aunque intentaba frotar estos
uno contra el otro, para con el roce secar esas pequeñas gotitas rebeldes.
(Sra. Adams) -. Sonia! ven aquí.
Aquello sonaba demasiado
bien para Sonia, pudiera ser que hubiera acabado su castigo, pero no las tenía
todas con ella misma. Pero al girarse hacia su tía, lo hizo dejando sus manos
sobre la cabeza.
(Sra. Adams) -. Puedes bajar tu
manos, y arreglarte la falda, puedes cubrirte el trasero, ven tenemos que
hablar tu y yo.
Sonia no se hizo de
rogar, deseaba con todas sus fuerzas poder cubrir su trasero, aprovechando esa
ocasión para acariciarse el culo y aflojar el elástico de sus bragas que la
estaban mortificando. Pero en esos
momentos lo que sentía una frenética necesidad, era aligerar la presión de sus
bragas se acarició el culo con suavidad por encima de las braguitas,…”dolía
mucho”… pero la caricia leve en su trasero la agradeció, llevaba no sabía
cuánto deseando poder hacerlo, luego al tiempo que su mano bajaba a la base de
sus nalgas, introdujo el dedo índice y con el pulgar ayudándose por encima,
estiro del elástico de las perneras ribeteado de fina puntilla ondulada, de sus
labios resoplo de puro alivio de aquella presión que la había estado
mortificando, incluso la imagen de su rostro cambio, ahora este se mostraba
aliviada. Caminaba con lentitud hacia la silla bajo la ventana donde estaba su
tía tejiendo un jersey de lana, tuvo que pasar por delante de la mesa del
salón, donde aún permanecían sus primas haciendo sus tareas. La observaban en
su lento caminar, como arqueaba sus muslos para que no se rozaran entre ellos,
o para tratar de mitigar aquellos horribles pinchazos que sentía en sus nalgas
a cada paso que daba, a pesar de llevar sus manos bajo su falda sobándose el
culo por encima de sus bragas blancas de algodón con aquellas margaritas como
dibujos. Al estar frente a su tía, esta le tendió la mano derecha y Sonia hizo
lo propio tendiéndole la izquierda, sin dejar de sobarse el culo con la palma
de su mano derecha. Su tía la sentó sobre su muslo derecho, quedando las
piernas entre las piernas de su tía, Sonia hizo unos guiños con sus ojos al
apoyar su trasero sobre el muslo de la tía, a lo que esta hizo un comentario
que no daba a lugar por su obviedad.
(Sra. Adams) -. Te duele verdad?
.- Sonia asintió con la cabeza afirmativamente.-. Ves a lo que nos obligas hacer con tu comportamiento! A tus treinta
y dos años, ya deberías saber muy bien las consecuencias de tus actos! Tanto tu
tío, como a mí misma no nos gusta tener que vernos obligados a castigarte, pero
hay ciertas cosas que en esta casa no están permitidas, la disciplina es muy
importante para una buena convivencia, las normas están para cumplirse, lo
sabes verdad? .- Sonia le pasaban unos pensamientos por su mente, que de
buena gana le habría soltado con su desparpajo habitual, pero ello tendría
serias consecuencias, prefiriendo callarse la boca.-. Aunque ya no seas una chiquilla como cuando eras pequeña, para mí y
para tu tío sigues siendo aquella niña alocada que la única manera de que
obedecieras cuando te ponías tozuda, era poniéndote sobre las rodillas y darte
una azotaina con las braguitas bajadas. Es curioso que a tus años aun te guste
utilizar aquellas mismas bragas que cuando eras una niña, resulta muy sugerente
que las sigas llevando, porque a tu edad aún es muy necesario darte una
azotaina cuando te portas mal, y hoy niña! Te has portado muy mal y lo sabes!
Para tu tío lo que has hecho hoy es algo inaceptable, desobedecernos cuando
sabias que estabas castigada, ha estado muy mal por tu parte. Tu tío ya te ha
castigado, pero yo aún no lo he hecho, y eso no está bien….- “…Oh! Nooo…”
Aquellas palabras de su tía resonaban en su cabeza, “Mas nooo, por favooor…”-. Sabes que te mereces que yo te castigue,
verdad?
(Sonia) -. Tía! No por favor… me
portare bien, lo prometo… no volveré a desobedeceros!
(Sra. Adams) -. NO! Tengo que
asegurarme que has aprendido la lección, ya no eres ninguna niña, sabes? Y es
necesario que sepas y conozcas las consecuencias de tu mal comportamiento. No
entendemos como no aprendes a respetar las normas de esta casa, pero te aseguro
que las aprenderás por las buenas o por las malas! Pero las aprenderás…
En ese instante, la tía
retiro la pierna en la que había hecho sentar a su sobrina. Esta al sentir que
la retiraba, quedo de pie ante su tía dando un paso atrás aterrada por lo que
se le venía encima. La tía miraba a su sobrina a los ojos, mientras movía su
pie derecho de atrás hacia adelante, extrayendo el pie enfundado en unas medias
con un tono color carne, la zapatilla queda frente a ella como en estado de
orfandad. Inclinando su cuerpo un poco a la derecha, su mano derecha agarro la
zapatilla por el talón al tiempo que se reincorporaba, blandiendo la zapatilla
en el aire, se golpeó en la palma de su mano izquierda, para a continuación
echar sus brazos y cuerpo hacia atrás, mirando a Sonia. La estaba invitando a
tenderse sobre sus muslos, Sonia con los ojos abiertos como platos la miraba
espantada, asustada, aterrada, temblorosa… aún no se lo podía creer, tenía el
trasero dolorido de manera y forma imposible de valorar e iba a recibir de
nuevo.
(Sra. Adams) -. Sonia!!! Mejor
será que no me hagas repetírtelo de nuevo… Vosotras dos, Susana y María! Venid
y poneros ahí delante, ya que a vuestra prima parece que le da vergüenza
vuestra presencia, poned vuestro culo aquí delante para ver bien como le
caliento el trasero a vuestra prima.
Aquello no se lo esperaba Sonia. Su tía
tenia parte de razón en pensar que le daba vergüenza recibir una azotaina
delante de ellas, sus primas. A Sonia no
era que le desagradase, pero no era igual ser castigadas las tres, que solamente
ella, definitivamente no era lo mismo.
Susana y María se habían puesto a unos
tres metros delante, Susana le hacía unos gestos a María, gestos que no pasaron
desapercibidos a su madre, por lo que Susana paro de hacerle gestos a su hija.
(Sra. Adams) -. María!!!! Ven
aquí ahora mismo!!! .- María se acercó a la abuela extrañada, no se
explicaba a que venía aquella cara amarga de su abuela.-. Se puede saber que maneras son esas de llevar la falda? Que has
estado haciendo para llevar la falda por dentro de tus bragas, eh? Me lo
quieres explicar?
María bajo su mirada
hacia abajo, viendo que el lateral derecho de su falda se le había metido
dentro de sus bragas de algodón con aquellos lunares de colores varios. Pero
aquello no era más que el principio del problema para ella.
(Sra. Adams) -. Y esto que es?
Como llevas así de manchadas tus bragas en la entrepierna? Has vuelto hacerlo,
verdad? Que te tengo dicho, cochina!!! Marrana!!! Como he de decirte que no
debes tocarte, ahí!!!
La abuela estaba
enfurecida como pocas veces la había visto Sonia. su mano derecha dejo la
zapatilla sobre su regazo, y con ambas manos, sus dedos se introdujeron en la
cinturilla de las bragas blancas de María, asiéndola de ambos costados al
tiempo, y tirando hacia abajo le bajo las bragas a su nieta, el fondillo quedo
como sujeto en su entrepierna, María mantenía sus muslos prietos, por lo que el
fondo de sus bragas se mantuvo en su posición inicial, dejando a la vista de la
abuela el sexo depilado, aunque el fondillo de sus bragas se mantenían
cubriendo la parte de los labios del sexo, con los dedos índice y pulgar la
abuela sujeto el fondillo de las bragas, separando la tela de paño del sexo,
unos hilillos finos de fluidos viscosos emanaban del sexo y el fondillo de las
bragas al que estaban pegados. La abuela no era tan mojigata como podrían
pensar, sabía muy bien que era aquello y el porqué. Mojigata no, no lo era.
Pero si era muy anticuada y aquello no iba a consentírselo de ninguna de las
maneras a su nieta.
(Sra. Adams) -.
Desvergonzada!!! Esos son los deberes que estabas haciendo estando sentada?
Ahora veras cochina!!!
María se vio sin
esperarlo sobre las rodillas de la abuela, la cual metió su mano bajo el cuerpo
de María, sacando la zapatilla que había dejado sobre su regazo, y que al
colocar a María sobre él regazo, la zapatilla había quedado bajo su barriga. En
milésimas la zapatilla ya estaba calentando el culo desnudo de su nieta, Sonia
había visto en varias ocasiones utilizar la zapatilla a su tía, pero era la
primera vez que la veía aterrada su manera de usarla en esta ocasión. No es
necesario decir que María ante aquel aluvión de zapatillazos en su culo
desnudo, berreaba hasta desgañitarse, debía de dolerle muchísimo aquella
azotaina. El pequeño trasero de su prima en pocos minutos estaba muy muy
colorado, con claros moretones azulados de la azotaina de la noche anterior, en
las que las tres primas fueron castigadas. Diez minutos contados con esmero por
Sonia fue lo que duro la terrible azotaina, cuando libero la abuela a su nieta,
esta empezó a saltar y a sobarse el culo con ahínco.
(Sra. Adams) -. María! Ya estas
subiendo a tu habitación inmediatamente, estas castigada hasta la hora de
comer… cuando se entere tu abuelo vas a ver tu!!!
Sonia se había echado varios pasos atrás, se
le paso por la cabeza la estúpida idea que su tía se habría olvidado de ella,
incluso por un momento pensó que podía darse esa casualidad… su tía se había vuelto a calzar la zapatilla,
puesto de pie, y se había ido tras María acompañándola a su habitación, tras
subir las escaleras desapareció de la visión de Sonia en el piso de arriba.
Poco después se volvía a escuchar el sonido
inconfundible de azotes, María estaba volviendo a recibir en su habitación…
Arriba se dejó de escuchar el sonido de
azotes, entonces Sonia escucho pasos en el piso de arriba, el corazón casi se
le detuvo al ver aparecer en el umbral de las escaleras a su tía. Llevaba la
zapatilla en su mano derecha, desde arriba vio como la mirada de su tía se
clavaba en ella, todo su cuerpo se estremeció desde la cabeza a los pies.
Atónita vio cómo su tía dejaba caer la zapatilla al suelo, luego empezó a bajar
escaleras abajo lentamente, escalón por escalón. Ya en el salón, la vio
sentarse de nuevo en su silla bajo la ventana, con el dedo índice flexionándolo
varias veces insinuó a Susana que se acercase a ella, su hija se le acerco
lentamente, no podía imaginar para que la llamaba. Ella no había hecho nada ese
día, al menos no todavía. Al tenerla a su alcance, le subió la falda haciendo
que Susana la sujetase por encima de su cintura. Cogió la cinturilla de sus
bragas rosas y se las bajo lentamente. Miro el fondillo de estas. La tenía muy
húmeda, se podría decir que demasiado mojadas, Susana temblaba como un flan. Ya
se veía sobre las rodillas de su madre, recibiendo una dolorosa azotaina y lo
que más la enfurecía de todo, era que de nuevo habría sido por culpa de María,
su calenturienta hija, que a la más mínima ya se estaba masturbando metiendo su
mano entre sus bragas. Se preguntaba cuando iba a sentar la cabeza la pequeña
María. Entonces vio cómo su madre le miro a los ojos, meneando la cabeza como
rechazando lo que estaba viendo, pero por esta vez parecía que iba a tener la
suerte de su lado, pues volvió a subirle las bragas ajustándoselas a la cintura
y dándole la vuelta le dio una buena palmada en el culo, desde abajo a arriba,
dándole el azote sobre sus braguitas.
(Sra. Adams) -. Bien Susana!
Vuelve a la mesa y sigue con lo que estabas haciendo, cuando acabes tus tareas
me las traes que te las corrija… .- La Sra. Adams miro en dirección en la
que se encontraba su sobrina, la veía preocupada, sobre todo al ver que la
estaba mirando a ella, la vio como con las manos temblorosas jugaba con el dobladillo
de su falda. -. Sonia acércate a mí!!!
Resoplaba confundida
Sonia, pero sabía por experiencia que no debía demorarse en obedecer. Tenía el
culo demasiado inflamado por la azotaina que había recibido por la mañana,
aparte de la ya recibida en la tarde noche del día anterior, no, no le convenía
hacer esperar a su tía Íngrid. Se acercó a su tía, no sabía cómo podía hablar
con ella para que la perdonara, pero no le salían las palabras.
(Sra. Adams) -. Sonia, bueno tu
primita nos ha interrumpido como es de costumbre en ella, esa niña nunca
cambiara, pero por el momento estará bien servida, luego su abuelo le ajustara
las cuentas… Pero ahora tu y yo tenemos una cuenta pendiente. .- Vio
aterrada como el pie de su tía Ingrid flexionaba el pie levantándolo levemente,
bajo su mano derecha y cogiendo la zapatilla por el talón, empujándola hacia
adelante lentamente la extrajo del pie, empuñando la zapatilla de nuevo en su
mano derecha, dejando el brazo inerte estirado. Sonia temblaba de la cabeza a
los pies, pero se puso sobre las rodillas de su tía boca abajo. -. Muy bien mi pequeña sobrina, así me
gusta, que sepas que es mejor obedecer a tu tía Ingrid. .- Sonia sintió los
fríos dedos de su tía introduciéndose en la cinturilla de sus bragas,
lentamente se las bajo hasta las rodillas, colocándoselas bien puestas, era
meticulosa en esas situaciones, de ese modo las braguitas por mucho que
pataleara o las agitara, no se moverían un ápice de las rodillas. -. Ahora Sonia vas aprender que no debes
desobedecerme, si te castigo a estar metida en tu cama! Te quedaras en tu cama
hasta que yo vaya a tu habitación y te permita levantarte, entendido?
No obtuvo respuesta de
Sonia, está estaba roja de la vergüenza pues su tía habría podido ver
claramente al bajarle las bragas blancas con margaritas, lo mojaditas que las tenía.
Pero por suerte no hizo ningún comentario sobre el estado de sus braguitas,
pero Sonia ya no pudo seguir pensando en nada más. La zapatilla había ya
comenzado a azotarla en el trasero, y le dolía horrores, la zapatilla no dejaba
tregua para coger aire, aun no se había recuperado del azote dado con fuerza en
su culo, cuando ya sentía uno de nuevo. Apenas llevaría una docena y ya estaba
llorando, escuchaba como la regañaba sin parar, pero no era capaz de entender
una palabra, bastante tenía con sentir como escocia aquella endiablada
zapatilla, pataleaba como una chiquilla, mientras con sus manos se agarraba a
las patas de la silla, su cabeza hacia giros de ciento ochenta grados, haciendo
que su cabello suelto se removiera de un lado a otro, sus zapatillas salieron
despedidas de sus pies, por su frenético pataleo. En cierto momento sintió como
sus bragas se las subían, le bajaban la falda, bueno teniendo en cuenta lo
escasa de esta, sus bragas quedaron expuestas igualmente, solamente al estar de
pie sintió como la falda cubría parte del trasero. Sonia aun con lágrimas
emanando de sus pupilas sintió como la conducían hacia el rincón o eso se imaginó
ella, pero la tía la llevo hacia el sofá dejándola en el estirada boca abajo,
sus manos apenas podían rozar su dolorido trasero por encima de las bragas,
pero tal y como estaba tumbada, mantenía las manos sobre su trasero… Había sido
una mañana muy difícil para ella… Sonia no pensaba en nada que no fuera en el
intenso ardor del culo, ardía como si estuviera sentada en el infierno…
(Continuará…)