EL
CASO DE LAS AMAPOLAS Capitulo 5
Marie estaba ensimismada en sus
pensamientos, mientras observaba a su
padre, él estaba de espaldas a ella por
lo que no la podía ver, mientras en el mueble bar él se servía una copa, tras haberle escuchado sus palabras
trataba de encontrar una solución. Sus
chicas se habían comprometido y arriesgado demasiado en el caso para perder ahora
lo logrado, aunque no fuera mucho, lo habían conseguido con su esfuerzo. Entregarle
la documentación conseguida, no era algo que deseara hacer, pero desobedecer a
su padre y jefe, no era como para tomárselo a broma.
Había presenciado como a Yuni
Lee le daba una azotaina el Sr. Clark, para Marie el observar como la castigaba,
así como escuchar como lloraba desesperada, se le había estremecido todo su ser,
y ella misma se había quedado paralizada del temor que Yuni hubiera hablado, de
haberlo hecho, ella podía ser la siguiente en ocupar su lugar, y ser colocada sobre sus rodillas en cualquier
momento. Tenía en su mente muy presente
la imagen, de cómo Yuni Lee se retorcía
sobre su regazo, pataleando con sus piernas mientras sus bragas le trababan sus
piernas viendo cómo se estiraban por el elástico y su trasero a pesar del tono
claro de su piel, lo colorado que se le estaba poniendo el trasero, Marie apenada
por la pequeña Yuni, pues se habían criado juntas desde niñas.
Al
fallecer sus padres en un accidente de
avioneta, su madre era íntima amiga de la madre de Marie, habían estudiado
juntas en la universidad privada para señoritas, la cual los Miller eran
fundadores, llegando a ser grandes amigas por cual siempre fue bien recibida en
la casa de la familia Miller. Desde que
eran niñas Yuni y Marie se habían criado juntas, pues sus padres siempre
estaban viajando como ejecutivos de Miller S.A.
A su padre, Min Ho Lee era muy aficionado a volar, haciéndose un gran piloto de combate y héroe
de guerra. Al fallecer el matrimonio
Lee, fue adoptada por los Miller como si fuera su propia hija. Marie hacía varios
días que no la veía, le hubiera encantado poder abrazarla al verla, pero ese no sería el momento más
adecuado, sentía lastima de ella por lo
sucedido, así como que se hubiera visto implicada.
Tenía claro que si se oponía a entregar la
documentación requerida, no lo iba a pasar muy bien. Se pasaba por el trasero la mano derecha, habiéndola introducido bajo
su corta falda, y con la palma de la mano se sobaba el trasero sobre el fino
tejido de algodón de sus braguitas, sintiendo el calor que emanaban de sus
nalgas a través de la prenda íntima Su
mente estaba divagando en cómo iba a plantearse, o como podría hacer para ganar
tiempo, pero todos los caminos que veía, conducían hacia el mismo fin, y no le
hacía ni pizca de gracia la solución única que contemplaba, suspiraba una y
otra vez para armarse de valor, cogiendo aire varias veces de manera agitada, pensaba
para sí misma que las chicas, no se lo iban agradecer bastante sus esfuerzos
por mantener el caso abierto para ellas.
Pero conocía bien a su padre, apenas tuviera la documentación requerida,
automáticamente las iba retirar del caso. Se había hecho detective por un
motivo, para hacerse un nombre respetado
y labrarse un camino como investigadora privada.
Desde niña había soñado con ser policía, pero
en los tiempos que corrían eso no era posible.
Los cuerpos de seguridad eran solo para hombres, así como otros
servicios considerados de riesgo. Marie era
una mujer adelantada a su época, soñaba con algo que resultaba imposible, en la
agencia habían otras mujeres como investigadoras o detectives, había sido
gracias a ella, el único motivo por cual había tenido éxito, era por ser hija del
mayor empresario del país.
La agencia de detectives la creo el Sr.
Clark Miller por ruego especial de su esposa, cuando aún eran jóvenes, ya que
la Sra. Miller era tan aventurera como su propia hija, y la multinacional
Miller S.A en aquellos años propiedad del abuelo, la cual con los años fue pasando
por manos de su hijo y padre de su marido Clark, y recientemente jubilado
pasando todas sus empresas al Sr. Clark
Miller como presidente de la firma y mayor accionista.
La agencia desde su apertura había
consistido como un pasatiempo personal, mientras permaneció activo John Miller,
su hijo Clark Miller, se dedicó a complacer a su esposa. Y en la agencia de
detectives, ella ejercía la profesión que le gustaba como abogada, en aquellos
años eso era imposible el encontrar una
mujer colegiada en la abogacía, bastante difícil ya era poder acceder a la
universidad, pero ella mostrándose tenaz y en clara rebeldía con la sociedad,
logro su objetivo como primera mujer abogada.
Algo que le costó mucho esfuerzo conseguirlo, y esa rebeldía tuvo sus serias consecuencias,
al igual que a su hija Marie, la cual también sufría esas consecuencias. Y ahora se encontraba en una situación
peliaguda, para lograr su objetivo como mujer, iba a tener que declararse en
clara rebeldía contra su padre, y eso iba a tener consecuencias en el acto.
Por ello permaneciendo a espaldas de su
padre, se acercó a la mesa del despacho, dejando sobre ella la documentación,
con la que esperaba lograr que su padre aceptara la investigación encubierta,
de una de sus chicas, Vanessa. Así su mano izquierda una vez libre, se la llevó
al trasero, uniéndola a su mano derecha
que también se masajeaba el trasero con ella.
Acariciándose por encima de sus
braguitas de algodón con dibujos de margaritas, se ajustó el elástico de las
perneras de sus braguitas, aliviando así un poco la presión del ribete elástico
de las perneras, las cuales hacían presión sobre la base de su trasero, como de sus
muslos, el cual lo notaba tenerlo inflamado
y dolorido, se aliso la falda gris perla ondulada armándose de valor. Dirigiéndose a su jefe…
(Marie) -. Sr. Miller…
(Sr. Clark Miller) -. Que
sorpresa pequeña Marie. Ya no soy papa? Ahora te diriges a mí como señor…te
conozco muy bien pequeña y te estoy viendo venir, cuando pretendes hacer algo que no deberías ni
intentarlo, no te aconsejo que sigas ese camino.
(Marie) -. Mis chicas… al igual
que todo el equipo, hemos arriesgado mucho, para lograr documentos cruciales
para la investigación. Es verdad y tiene usted razón que no era la mejor manera.-
Sobándose el culo con las dos manos, se la veía como la falda al subir sus
manos, está, dejaba sus braguitas al descubierto, así como por el borde del
ribeteado bordado de puntilla ondulado, dejaba entrever la rojez del trasero,
en su rostro se la veía como hacia
muecas de dolor al pasarse sus manos, en ese momento su padre se dio la vuelta
mirándola a ella, y tartamudeando continuo…-.
No… puedo… entregarle… lo que me pide…, hasta no obtener pruebas… claras…
déjeme usted… conseguir… esas pru…ebas…
(Sr. Clark Miller) -. Te estas
negando a obedecer a tu padre? Te has parado a pensar sus consecuencias al
negarte? Te has mirado como llevas el culo,….- En ese instante el Sr. Clark
se acercó a su hija levantándole la falda viendo su rojo trasero, al agarrar
del elástico de la cinturilla de las braguitas estirándolo hacia él, dejando
claramente a su mirada y viendo el culo rojo como un tomate maduro.-. Pequeña sinvergüenza! Te lo has visto? De verdad quieres que te caliente el trasero?
No te parece bastante ya, con lo que has recibido hoy? De
verdad te vas arriesgar a recibir otra azotaina? Quieres retarme realmente? .- El
padre soltó el elástico aprovechando tener la falda levantada para darle una
fuerte palmada en el culo sobre sus braguitas, viendo como Marie se sobaba con
fuerza. Mientras él volvía hacia el mueble bar y recoger la copa que había
dejado. .- Me conoces muy bien mi
pequeña! Sabes bien que no voy a dudar
en ponerte sobre mis rodillas ahora mismo y darte una buena azotaina con las
bragas bajadas para tu mayor vergüenza, sin importarme lo que te debe doler el
trasero ahora mismo, solo por replicarme y atreverte a replicarme a mí, a tu
padre!!! Ya me has dado motivos sobrados para ponerte sobre mis rodillas y
bajarte las bragas. Y no contenta,
encima me quieres desobedecer? A una orden clara y explícita de tu jefe!!! Que
parte de que me entregues esa documentación no entiendes? Ahora no te estoy
hablando como tu padre! Te hablo como tu jefe, ya que así deseas que te trate,
verdad?, como empleada mía, cierto? Tienes diez minutos exactos! Para ir a
buscar esa documentación…Has entendido? O te lo explico de otra forma…que vas a
entender mejor…
Marie vio aterrada como
el Sr. Clark Miller, dejaba su copa así como llevarse las manos a su cintura, viendo
cómo se aflojaba la hebilla del cinturón, dándose cuenta…de que había ido
demasiado lejos…de que se había equivocado…de que no podía decir no a su jefe…
a su padre… se había equivocado…y se había precipitado.
Aterrada echo a caminar hacia la puerta, de
no tener el culo dolorido y sintiendo aquellos
horribles pinchazos a cada paso que daba, habría corrido hacia la puerta, y casi…
logro su intento de salir airosa, pero las punzadas terribles en su trasero la
hicieron pausar su carrera hacia la puerta, dando tiempo a que su jefe se
hubiera sacado el cinturón y doblado a la mitad, cortándole el camino en su
carrera por salir del despacho, siendo alcanzada antes de llegar a acariciar el
pomo. Sintiendo en su trasero un primer
azote del cinturón, aun cubriéndoselo con sus manos, no impidió acabar
recibiendo un nuevo azote, retirándolas al instante levantándosele la falda al
saltar hacia delante tras el impacto del cinturón, con lo cual el tercero
sintió como abrasaba su trasero a pesar de llevar las bragas, haciéndola saltar
de nuevo hacia adelante del tremendo picor y dolor, así como la quemazón
posterior en sus nalgas, abriendo la
puerta para salir, al traspasar el umbral de la puerta, aun dio tiempo a su
jefe a asestarle un cuarto azote antes de salir, reaccionando Marie llevando
sus manos a su trasero de nuevo, con el revuelo de su falda al saltar dejando
toda su intimidad al descubierto,
viéndosele las bragas claramente por quienes, atraídos por el escándalo miraron
hacia ese lugar del cual venia el sonido del cinturón y aullidos de dolor de
Marie, quienes permanecían en esos instantes en el
vestíbulo, entre esas personas Helen Smith y Yuni Lee que la vieron salir
saltando y tras ella su jefe cinturón en mano.
En el umbral de la puerta apareció el Sr.
Clark Miller, cinturón colgando de su mano derecha viendo como Marie se detenía
para apretar el botón y llamar al ascensor. Viendo todos boquiabiertos como iba
el Sr. Miller hacia ella con el cinturón en alto, se abrieron las puertas del
ascensor y Marie entro rápidamente, pero no fue muy afortunada, pues el Sr.
Miller entro tras ella al ascensor, Marie pegando su espalda a la pared del
ascensor protegiendo su trasero, el azote del cinturón cayó sobre sus muslos
entre sus rodillas y el borde de la corta falda, para no volver a sentir otro
azote en sus muslos de nuevo, se dio la vuelta apoyando su pecho en la pared
del ascensor, quedando expuesto su trasero a la zurra, mientras se cerraba la puerta automática y en
el interior se escuchaban los azotes del cinturón, así como los “AYEES” de
Marie a cada azote que recibía. Unos minutos después se volvieron abrir las
puertas del ascensor, apareciendo solamente el Sr. Clark Miller, introduciendo
el cinturón por las presillas de la cintura del pantalón, entrando en su
despacho y desapareciendo al cerrarse la puerta de un fuerte portazo.
Marie caminaba hacia su despacho con
lágrimas bajando por sus mejillas, cuando pasaba por delante de las compañeras
administrativas y agentes, bajaban sus cabezas siendo respetuosas con ella,
pero una vez pasaba, todas y todos, levantaban sus miradas curiosas viendo a su
superior como se iba sobando el culo, Marie llevaba muy escocidas sus nalgas y muslos, en esos momentos
no le importaba que mostrara su trasero o sus bragas al sobarse, dado el intenso
el fuego que sentía, nada más deseaba tratar de mitigar aquel terrible picor de
alguna manera, el que la observaran era lo que menos le preocupaba o le
importara en esos instantes, el que la observaran o no, eso era algo que ni
pensaba en esos instantes, aunque si sentía cierta vergüenza. Aunque seguramente luego una vez se calmaran
las circunstancias, se iba a avergonzar
de sí misma, no siendo capaz de mirar a los ojos a nadie.
Al entrar a su despacho se encontró con
Luisa y Carmen, ambas se sobaban el culo con fricción, solo con verlas le basto
para deducir que ya habían visitado al Sr. Adams y habían recibido su
correspondiente correctivo de mantenimiento. Ya no las veía tan felices como
por la mañana, que se creían que se habían librado del castigo, al ser
suspendido. Marie paso ante ellas como si no las viera, fue al mueble del
archivador y abriéndolo extrajo la documentación requerida. Tal como entro al
despacho, igualmente salió de él sin siquiera hablar con sus amigas. En sus
pensamientos solo tenía la imagen que había sucedido en el ascensor, y que
había podido ver a través de los espejos de las paredes. Como su padre al
entrar y cerrarse las puertas, la había arrinconado en un rincón rodeándola de
la cintura con su brazo izquierdo, la había levantado en volandas del suelo,
viéndose así misma sus braguitas reflejadas en el espejo resaltando aquellos
dibujos de margaritas, viendo segundos después como se las bajaba, pudo ver
cómo le daba una breve pero fuerte azotaina con el cinturón, así como el ardor
del trasero a cada azote que recibía en él y en los muslos, no era para estar
precisamente fijándose en el espejo. A medida que llegaba al vestíbulo donde se
encontraban los ascensores, el miedo a lo que pudiera ocurrir en breve, la
embargaba de tal manera que su mente dejo de ver imágenes, tanto cuando tan
solo hacía unos minutos, había visto recibir la azotaina a Yuni, como la
azotaina que ella misma acababa de recibir en el ascensor. Aunque el intenso
ardor en su trasero, se encargaba de recordárselo, aunque ese recuerdo estaba
basado por el dolor. En la mano izquierda llevaba la documentación apoyada contra su pecho, la mano derecha bajo su
falda sobándose la base de sus nalgas, de buen grado se sobaría el trasero por
encima de sus braguitas, pero el más mínimo roce sobre el culo, a pesar de la
protección del tejido de algodón de sus braguitas, ya le resultaba sumamente
molesto, solamente el pasar su mano, y aumentaba
el dolor.
Mientras subía en el ascensor al ático,
sentía como el interior de su estómago tuviera mariposas revoloteando rozando
su interior, creando una sensación de vacío. Así como la angustia que sentía en
su interior, ante el temor de lo que iba a suceder cuando entrara al despacho e
hiciera entrega de la documentación requerida.
Al abrirse las puertas del ascensor, vio a Yuni Lee en compañía de Helen
Smith, Yuni permanecía de costado echada recostando su cabeza sobre los muslos
de Helen. Marie las miro, y tras sonreírles con una sonrisa forzada, abría la
puerta del despacho entrando en él.
Al cerrar la puerta y volverse, pudo ver a
su jefe sentado en su sillón tras su mesa. Marie se fue acercando lentamente
hasta la mesa, entregando la requerida documentación. Durante varios minutos el
Sr. Clark estuvo estudiando la documentación facilitada. Marie temerosa de la
suerte que podía correrle, se mantenía en pie ante su mesa, tan solo un metro y
medio la separaba de ella. estaba convencida de que apenas acabase de revisar
la documentación, ella iba a sentir el enfado de su padre, pues mientras echaba
un vistazo a los documentos, su rostro cambiaba de semblante apaciguado a un
rostro claramente de enfado, levantando su mirada hacia Marie, al girar una
hoja y continuar leyendo su reverso.
Cuando acabo de revisar toda la
documentación, se levantó de su sillón de piel negra. Marie sintió como sus piernas le temblaban,
pues su padre se paseaba por el despacho de un lado a otro sin decirle nada,
así como pasando por detrás de ella en silencio. Mientras a ella se le cortaba
la respiración cuando escuchaba los pasos a su espalda, ella temerosa de la
situación en que se encontraba, de buena gana se hubiera acariciado su molesto
trasero, pero sabía por experiencia que ello molestaría a su padre, y aunque el
trasero sentía un picor enormemente molesto, no hizo gesto alguno que pudiera
adelantar acontecimientos.
(Sr. Clark Miller) -. Marie! Veo
que tanto tú y tus chicas habéis hecho un buen trabajo, a pesar de la
estrategia que habéis pensado. La verdad, es que aunque el método no es muy
profesional… Un investigador cuando tiene un caso, su trabajo es investigar de
incognito y que nadie averigüe en que trabaja, ni siquiera sus jefes. Un detective privado antes de buscar a un
posible culpable, lo que primero debe realizar es analizar y estudiar el caso
con detenimiento. Una vez que lo ha estudiado e investigado la razón de
sospecha del cliente que lo ha contratado, averiguando si tiene una buena base,
para comenzar la investigación. En
primer lugar; Antes de nada se cerciora bien
lo que debe investigar, no se abre una investigación por la persona que el
cliente o la clienta sospecha. Porque el
hacer eso te puede acarrear serios problemas.
Vosotras habéis investigado si es real esas desapariciones de chicas?
Son diez chicas que se mueven en un círculo, en el que han llegado a coincidir
entre ellas, eso resulta que es muy sospechoso. Lo que quiere decir, que de
alguna manera esas diez chicas se conocían entre ellas… Habéis estudiado esa coincidencia del caso?
No! O si, lo habéis hecho?
(Marie) -. Hemos hablado con
testigos que eran los últimos que las vieron, bueno de cuatro de ellas. Sara,
Maite, Maggie, y Laura.
(Sr. Clark Miller) -. Bien… y en
alguna alguien vio que las raptasen o secuestraran?
(Marie) -. No…No…señor. En
ninguna de ellas hay ninguna declaración en ese sentido.
(Sr. Clark Miller) -. Y de las
otras seis chicas, Elisabeth, Ross, Keith, María, Lauren, y Silvia, hay algún
indicio de ellas? sabéis algo de ellas? si realmente están desaparecidas o
alguien ha denunciado su desaparición?
(Marie) -. A sus expedientes aún
no he podido llegar a revisar, me ha faltado tiempo…
(Sr. Clark Miller) -. Eso está
muy bien pequeña! Ósea que abres una investigación, culpando a un honorable
caballero de esas desapariciones, sin haber estudiado el caso previamente? Eso
me estás diciendo? Que sin tener
ninguna prueba de esas supuestas desapariciones, sean ciertas! Ya iniciáis una
investigación del culpable? Lo que
resulta más indignante de todo esto, es que aun, no habéis estudiado el caso
con detenimiento antes de aceptarlo, y ya estáis buscando a un culpable… es eso
lo que me estás diciendo? Eso es lo que
habéis aprendido tú y tus chicas en la academia? Sin haber iniciado una investigación, que
corrobore esas acusaciones de la clienta, vosotras ya las dais por buenas. Un buen detective, se habría cerciorado
antes. Conoces a los detectives Esposito y Martínez?
(Marie) -. No.
(Sr. Clark Miller) -. Pues son
dos de mis mejores investigadores, y ellos en veinticuatro horas han dado con
las chicas, con ocho de ellas al menos!! Y ninguna de ellas está
desaparecida. Has escuchado algo de que
estuvieran investigando? No. Han provocado que les den una azotaina, para
obtener esa información, No!!!
Simplemente han investigado sobre donde están las chicas, si os
hubierais molestado en investigar, y buscar en instituciones o universidades, o
colegios… etc… etc… Habríais dado con ellas, sin necesidad de salir de estas
oficinas. Si te hubieras molestado en
investigar a tu clienta, sabrías a estas horas, que antes de venir a esta
agencia, ya había estado en otras cuatro agencias más, y que las cuatro habían
desestimado su caso. Igual que hice yo hoy a primera hora, cuando mis agentes
me han informado. Por lo tanto ya no hay caso.
Pero en cambio vosotras vais a tener un nuevo caso, sabes cuál? Aprender
a ser juiciosas… Para que aprendas la lección te voy a enviar con una persona,
esa persona te hará comprender que los errores se pagan. Pero no irás sola, Yuni Lee ira contigo y la
tal Vanessa Rodríguez también os acompañara. Pues ella es la otra agente que
hizo que descubrieran a Yuni Lee, ella se cree que escapo y no fue reconocida.
Por la tarde al acabar vuestro turno vendrán a recogeros, y las llevaran a
donde van a pasar la noche de hoy! Mañana las traerán de vuelta a la oficina…
Ahora retírate. Y de esa misión encubierta olvídate! Pues no es necesaria,
entendido? Ahora fuera antes de que me quite el cinturón de nuevo!!!
Marie salió del despacho intrigada ante las
palabras que había escuchado, llevarlas? A donde las iban a llevar… En el
vestíbulo aguardaba Yuni Lee, se unió a ella sentándose a su lado, aunque para
hacerlo primero apoyo sus manos en el asiento y fue bajando su trasero
lentamente hasta sentarse un poco de costado, para no apoyar su trasero, Yuni
se incorporó viendo como Marie estaba tan adolorida como ella misma. Las dos se
abrazaron estando varios minutos abrazadas, Marie tenia a la pequeña Yuni con
su cabeza apoyada en su pecho, y abrazándola pasándole el brazo izquierdo sobre
su espalda fue haciéndolo descender hasta el trasero, acariciándoselo con
suavidad por encima de las braguitas, de las cuales sentía como emanaban un
calor intenso.
Por la tarde después de haber salido a
comer, Marie trabajaba en su despacho, Yuni estaba en su puesto clasificando
unos documentos. Durante la comida Yuni Lee y Marie habían hablado de sus
cosas, recuerdos de la infancia, así como las desventuras con sus travesuras de
niñas. Al volver a la oficina le adjudico una mesa de trabajo a Yuni, y unas
carpetas de casos cerrados para su clasificación y archivar. Marie en su despacho no podía concentrarse en
su trabajo, solo hacía que levantar la mirada y a través de los cristales de su
oficina, mirar a la pared del fondo mirando por encima de las cabezas de
trabajadoras administrativas, donde
había un reloj. Le pareció que aquel reloj iba más lento de lo habitual por la
lentitud que pasaban las horas. Aun por su mente podía escuchar las palabras de
su padre, y que las enviaba a un lugar a pasar la noche, ello la intrigaba, no
era normal ese comportamiento de su padre. Ella mientras era regañada, esperaba
que después iba a ser castigada, eso sería lo que sucedería en cualquiera de
las veces que ella se equivocaba o tenía un error, y esta ocasión, en vez de
darle una severa azotaina, la enviaba a un lugar anónimo? Eso la intrigaba sobre manera.
La verdad es que todo el razonamiento que
había escuchado sobre cómo llevar una investigación era cierto. Debían primero
haber estudiado el caso, y hacer comprobaciones de las chicas, así como ver que
su clienta y sus sospechas tenían fundamento. Revisando una de las páginas de
la documentación que por suerte Frank había realizado copias, estaba el
teléfono de la Sra. Henderson.
(Marie) -. Si, buenas tardes.
Hablo con la Sra. Henderson? Soy Marie Nelson, se recuerda de mí. Nos vimos
ayer en la oficina de la agencia Miller… Si, si… puede estar usted tranquila,
no le voy hablar del asunto, estoy al corriente que su contacto le hablara
cuando tenga noticias, y que debe aguardar su llamada, pero estaba mirando y
veo que hay otras agencias que usted ha visitado últimamente, y quizás haya
algo que nos podrían facilitar esas agencias, no le parece? Como…? No ha visitado ninguna… Solo ha
consultado en la nuestra? Perdone usted señora que la haya molestado, gracias
de todos modos. Adiós señora.
La llamada a la Sra.
Henderson la había desconcertado, ahora sí que no comprendía nada, estaba
confundida y el dolor en el trasero no la dejaba pensar con claridad. Pero algo
no iba bien, como podía decir que el razonamiento de su padre era real, o
quizás no lo fuera tanto. Pero no entendía nada de nada, su padre no la hubiera
dicho todo lo que había hablado, sin más. Él no la habría regañado y el
razonamiento que le conto, si no fuera
cierto, y la bronca de cómo comenzar una investigación, tenía su parte de
lógica siendo esta, con la que debían haber comenzado la investigación, por lo
cual, si antes de realizar la llamada estaba intrigada, ahora lo estaba más aún.
Pues la Sra. Henderson no había estado antes en ninguna agencia de detectives. Marie estaba muy intrigada, no comprendía
nada. Así que abrió el siguiente expediente donde estaban clasificados los
nombres de las otras seis chicas, pues desconocía sus nombres completos o sus
perfiles. Elisabeth Grissom: procedente
de Londres, veinticinco años, un metro sesenta, cabello rubio corto, ojos
verdes. Ross Hoffman: Procedente de Frankfurt, veinticuatro años, un metro cincuenta
y cinco, cabello moreno largo, ojos azules.
Keith Riggs: procedente de Paris, veinte años, un metro setenta y tres,
cabello castaño corto, ojos marrones. María Pérez: procedente de Valencia,
veintiocho años, un metro sesenta y dos, cabello negro por los hombros, ojos
azules. Lauren Riggs: procedente de Paris, veinte años, cabello castaño corto,
ojos marrones. Silvia Montero: Procedente de Lima, diecinueve años, un metro
cincuenta, cabello negro largo, ojos verdes.
Marie ensimismada leyendo la información, se había olvidado que en
breves minutos las pasarían a recoger, aún tenía que hablar con Vanessa y con
Yuni Lee, así como explicarles lo que sucedía. Así que se levantó de su silla…
al hacerlo se había olvidado del estado de su trasero, pues con el tiempo que
llevaba sentada se le había quedado como adormecido, pero al levantarse y
enderezar la espalda, un pinchazo terrible la hizo de golpe recordar todo, así
como volver a sentir su trasero dolorido, pues sintió como un millón de avispas
le mordían en sus nalgas doloridas al ponerse en pie, haciéndola llevarse sus
manos al trasero sobándose suavemente, sobre las caderas rozando las nalgas, así como la
parte baja con el inicio de sus muslos,
pues el culo lo tenía demasiado dolorido como para poder acariciárselo,
bastante suplicio ya le resultaba soportar la presión de sus braguitas, así
como el elástico de las perneras que le presionaba desde la entrepierna a la
cadera, el pasar sus dedos introduciéndolos bajo el elástico ahuecando la
presión y estirar el elástico como el ribete de puntilla de sus braguitas
estirándolas hacia abajo, aliviando esa presión que la mortificaba. Con el paso
de las horas, aun sentía el calor que emanaba a través del tejido de algodón de
sus braguitas, el intenso calor aun lo sentía en las palmas de sus manos.
Suspirando un par de veces cogiendo aire y
soltándolo de nuevo, se armó de valor para caminar hacia la puerta, así lo hizo
caminando lo más erguida que podía, para que desde fuera a través de los
cristales no la vieran andar encorvada del dolor. Abriendo la puerta salió
hasta el pasillo y dirigir su mirada hacia las mesas de Vanessa y Yuni Lee,
esperando tener suerte y que mirasen hacia ella, para hacerles una señal o
gesto que las hicieran ir a hablar con ella. En esos momentos lo que menos
deseaba era el tener que andar entre las mesas e ir personalmente a darles
aviso.
Por fortuna al abrir la puerta de su
despacho, todas las cabezas que se hallaban bajas revisando documentos o
escribiendo, al abrirse la puerta, como un resorte o alarma, todas las cabezas
se irguieron dirigiendo sus miradas
hacia su despacho, que al verla salir las volvieron a bajar. Eso hizo que las mejillas de Marie se pusieran
rojas de la vergüenza, pues pareció como si estuvieran esperando que abriera la
puerta para verla, dándole a entender que todas aquellas chicas y chicos,
estaban pendientes de ella para observarla, no resultando menos interesadas
Yuni Lee y la misma Vanessa, las cuales miraron hacia ella igual que los demás,
de alguna manera aquel hecho la molesto, aunque segundos después ella medito en
su mente, viendo que habría hecho igual de estar en su lugar. Todas las cabezas
habían vuelto a fijarse en sus quehaceres excepto Yuni Lee y Vanessa. Haciendo un gesto con la cabeza, al tiempo que
con el dedo las señalaba primeramente, y luego colocando su mano puño cerrado
hacia arriba, con el dedo índice les hizo el gesto un par de veces estirando y
cerrando en su mano, gesto claro para que se dirigieran a su despacho. Viéndolas
como tanto Yuni Lee y Vanessa se ponían en pie, aunque Yuni Lee fue la que más
le costó levantarse.
Marie permaneció en la puerta observando
cómo se acercaban hacia ella, era como si pretendiera de manera rencorosa y malintencionada,
verlas a ellas caminar hacia su despacho, así como verlas como movían sus
caderas rítmicamente. Vanessa tallándose
la falda varias veces, así como pasándose la mano derecha por el trasero, por
lo que Marie sabia respecto al castigo de Vanessa por la Sra. Adams, no fue ni
la mitad de severa con ella, de lo que habían recibido la propia Marie, o Yuni
Lee. Por lo que en sus andares se la veía moverse con soltura, aunque entre
paso y paso, la mano derecha continuaba llevándola posada en su trasero. Yuni
Lee en cambio se la veía caminar a pasos más cortos, y la veía como se tallaba
la falda al ponerse en pie, y luego al caminar hacia ella, sus manos se las
podía ver, como las movía una y otra vez de arriba abajo, como de abajo arriba. Al llegar a ella
en primer lugar Vanessa al andar más desenvuelta, la hizo entrar al despacho,
esperando que llegase Yuni Lee la cual tardo un poco más, a pesar que su mesa
se hallaba más cerca. Una vez dentro del despacho reunidas las tres…
(Marie) -. Lo que tengo que
decirles no les va a gustar nada, a mí al menos me tiene muy preocupada. Del
caso ya hablaremos más tarde, de momento puedo decir que estamos fuera de él.
Aunque como he dicho ya hablaremos cuando estemos todo el equipo presente. No
les he querido decir nada antes para no preocuparlas, pero prepárense porque en
breve vendrán a por nosotras a recogernos, no sé a dónde nos llevan, no tengo
ni la más remota idea. Pero me temo que no nos va a gustar a ninguna de las
tres, pero esta noche la pasaremos en ese lugar. Solo puedo decir, que es por
nuestra metedura de pata, al ser descubierta Yuni Lee, y que aunque tu Vanessa
estabas segura que no te habían descubierto, el caso es que si, te
descubrieron! Creo que ya están aquí…
Marie tenía su mirada clavada en la puerta
de su despacho. Vanessa y Yuni al verla mirar y escuchar sus palabras la
imitaron. Mirando hacia la puerta las tres. Vieron a
un hombre alto y fornido afuera mirándolas, iba vestido con traje negro,
interior una camisa blanca y corbata negra, con una gorra de chofer o conductor
sobre su cabeza. Marie fue quien abrió la puerta, para recibirle, puesto que
las tres permanecían en pie, ninguna quiso sentarse al entrar, lógicamente
tenían sus motivos para no hacerlo.
(Chofer) -. Hola! Ustedes son
las señoritas Yuni Lee, Vanessa Rodríguez y Marie Nelson? .- Moviendo la
cabeza afirmativamente Marie. -.
Acompáñenme si hacen el favor…
Las tres salieron del
despacho siguiendo al chofer hacia el vestíbulo para coger el ascensor, las
tres hubieran preguntado a donde las llevaba de buena gana, pero entraron al
ascensor en primer lugar, entrando detrás el chofer pulsando el botón de
parking. Marie al ver que botón había
pulsado.
(Marie) -. Perdón señor. Pero
deberíamos pasar antes por la planta baja a los vestuarios y arreglarnos para
salir del edificio, como puede ver, nuestras faldas son muy escasas, debemos
coger ropa de abrigo para salir.
(Chofer) -. Me gustaría
complacerla señorita Nelson, pero tengo instrucciones de que vengan conmigo tal
y como están, llevándolas a la dirección que me han facilitado, sin responder,
ni hacer preguntas. Y si ustedes ponen cualquier problema, que informe de ello
inmediatamente nada más llegar al destino.
Una vez en el parking justo a la salida del ascensor había una limusina
con los cristales oscuros, a la que las chicas subieron por la puerta trasera. Marie
y Juni Lee se sentaron juntas en el asiento trasero mirando hacia el conductor,
Vanessa se sentó en el asiento de enfrente de cara a ellas teniendo a su
espalda la mampara oscura, que les separaba del habitáculo del conductor, ambas
al sentarse sus cortas faldas se les subió, quedando sentadas sobre sus
braguitas, sintiendo el contacto frio del tapizado de cuero negro, pero dado el
intenso ardor en sus nalgas, sintieron
aquella fría sensación solamente unos breves segundos. Su preocupación era
mayor por no saber a donde las llevaban, ello las mantenía en vilo, se miraban
entre ellas como pidiéndose una a la otra una explicación, algo sospechaban, tenía
que ver con el caso de las chicas que investigaban, pero por qué… no veían una respuesta
clara. Al ser invierno ya prácticamente
había anochecido, mientras circulaba el vehículo por la ciudad, más o menos
iban orientadas en que zona estaban, pero una vez fuera de la ciudad solo veían
árboles y campos verdes. Pocos minutos después pudieron notar que el vehículo
se había salido de la carretera, y que no estaba asfaltado, sobre todo fue por sus traseros que se
percatasen de ello, ya que los baches los sentían como si no tuviera el
vehículo suspensión.
El vehículo no tardo en detenerse, viendo
que había llegado y por las luces podían ver que era una casa de tres plantas
enorme, y justo donde se detuvo la limusina había unas escaleras que subían a
la puerta principal. El conductor hizo sonar dos veces el claxon, apareciendo
por aquella inmensa puerta tres mujeres que se acercaron a la limusina con unos
abrigos para las jóvenes, fácilmente dedujeron las chicas que estaban
aguardando a su llegada. El conductor abrió la puerta trasera derecha ayudándolas
a descender, no pudiendo dada la brevedad de sus faldas, que el conductor las
viera las bragas y sus dibujitos variados, y tal iban descendiendo de una en una, las tres
mujeres les fueron poniendo el abrigo por los hombros y conduciéndolas al interior
de la casa, una vez en el interior, se los volvieron a quitar, y tal como habían
aparecido, misteriosamente desaparecieron
por una puerta lateral, que debía ser para el servicio.
Una señora mayor que debía rondar por los
sesenta años las recibió, mirándolas de pies a cabeza por su indumentaria,
sobre todo fijándose en sus cortas faldas, después de haberles echado una buena
ojeada pasando por delante de ellas, y por detrás. Aunque las tres chicas
estiraron sus faldas hacia abajo intimidadas al ser observadas de aquella manera, por la señora mayor, no
pudieron evitar que pudiera verle la parte baja de sus braguitas, así como lo
colorado que llevaban sus traseros…
(Señora) -. Buenas tardes
chicas! Puedo ver que habéis tenido problemas hoy. Enseguida os atenderá el Sr.
Fiscal General a las tres, ahora está ocupado con un asunto doméstico,
acompañadme….- Las chicas caminaron tras la señora pasando de estar en el amplio vestíbulo, por una puerta doble
entrando en un salón enorme con una mesa central y unos sofás a su izquierda y
otros sofás más amplios a su derecha, así como paredes con cuadros de pintores
conocidos, seguramente serian copias, pues no creían al verlos que pudieran ser
auténticos, pues serian claramente joyas de incalculable valor. -. Esperad aquí de pie, aunque mi instinto
me dice, que preferís jovencitas permanecer en pie, que el esperar sentadas.
Cuando el Sr. Fiscal General os atienda, volveré a buscarlas para conducirlas a
la que será vuestra habitación la noche de hoy.
Las tres se quedaron a solas en el salón en
pie, ante un salón tan espacioso lleno de cuadros y muebles que se apreciaba
que debían de ser muy antiguos, aunque también habían copias o réplicas de
obras de arte, el enorme salón con forma hexagonal, en cada pared había una
puerta, pero las tres se quedaron mirando la que estaba a su derecha, pues esa
puerta permanecía abierta y del interior provenían unas voces, para unos segundos
después escucharse un sonido que conocían muy bien que se debía, pues se escuchaba
perfectamente, a las tres se les helo la sangre cuando empezaron a escuchar
sollozos, para unos momentos después detenerse aquellos sonidos, escuchando
solamente sollozos de una chica, al rato volvieron los sonidos, ahora eran
distintos, habían deducido que una chica debía de estar siendo castigada, y el
sonido provenía más nítido que el anterior, por lo tanto ambas solo tuvieron
que sumar dos y dos, a la chica que estaban castigando le habían levantado la
falda y debían de haberle bajado las bragas, o estaba siendo castigada sobre
ellas, por el sonido, aunque pocos
minutos despues, el sonido volvió a cambiar, al ser más claro, las tres
dedujeron que a la chica le acababan de bajar las bragas, y debía de dolerle
mucho la azotaina, porque de sollozar continuo, ahora se escuchaban lamentos y
llorar desconsoladamente.
Unos minutos después los azotes dejaron de
escucharlos, aunque escuchaban el llorar de una chica. Poco después volvían a
escuchar de nuevo aquel sonido opaco, que había oído la primera vez, y entre
los lloros de una chica, escucharon nuevos sollozos que debían de ser de una
segunda chica. Igual que con la primera
chica, el sonido cambio siendo más claro, la chica recibía sobre las bragas muy
posiblemente, e igualmente, después fueron más nítidos, así que debían de
haberle bajado las bragas a esa segunda chica. Ahora escuchaban a esa segunda
llorar, y los sollozos de la primera chica de fondo. Luego pasados unos minutos solamente se las
escuchaba a una llorar, y otra sollozar, luego unas voces masculinas que sonaba
a regaño claramente, y poco después vieron que dos chicas con uniforme del
servicio, salían sollozando con sus
cabellos despeinados cubriéndoles sus rostros y sobándose el culo con relativa
insistencia pasando por delante de ellas tres. Las vieron desaparecer por una
de las puertas sin dejar se sobarse sus traseros.
Tanto Marie, Vanessa y Juni Lee se miraban
entre ellas preocupadas, no sabían por qué se hallaban en aquella casa, pero su
intuición después de lo escuchado y visto como habían salido las dos chicas,
algo les indicaba que no era para nada bueno el que se encontrasen en aquella
casa y que pronto lo iban averiguar.
Intrigadas vieron que un hombre alto y muy
corpulento cruzaba por delante de aquella puerta, de izquierda a derecha. Pero
lo que más sorpresa les causo fue que ni siquiera las se hubiera parado a
mirarlas, desapareciendo ante ellas.
Poco después aparecía un señor bien trajeado de una estatura media, no
era ni alto, ni tampoco bajo, rondaría según el cálculo que Marie juzgo, sobre
el metro setenta. Al cruzar la puerta las miro, quedándose parado en el umbral.
Las tres muchachas se le quedaron observándole, pues su rostro le resultaba muy
familiar, sobre todo para Marie pues ella lo conocía bien. Tan solo hacia unas
horas lo había visto en el despacho de su padre, cuando después de castigarlas
el Sr. Adams las hizo subir al ático donde estaba la oficina, entre los
caballeros que estaban sentados en el sofá, era sin duda alguna el Fiscal
General.
Este después de mantenerse observándolas unos
segundos, avanzo hacia donde se encontraban ellas aguardando ser recibidas.
Pero antes se detuvo frente a una columna griega que adornaba uno de los
laterales de la puerta, sobre ella había un rostro de piedra seguramente, una
antigüedad de cientos de años, y justo detrás sin estar a la vista, debía de
haber una campanilla, pues la hizo sonar un par de veces, para poco después
continuar hacia ellas quedándose detenido a unos tres metros de las jóvenes.
Las observaba en silencio sin mediar palabra alguna hacia ellas, cuando por una
de las puertas apareció la señora que las recibió.
(Señora) -. Llamaba usted, señor
Fiscal?
(Fiscal General) -. Si Sra.
Myers. Puede decir que vengan las
gemelas por favor..- La Sra. Myers se retiró. .- Buenas tardes señoritas! Usted es clavada a su padre, la Srta. Marie
Miller verdad? Y usted seguro que debe
ser Yuni Miller, aunque le gusta usar el apellido paterno, Lee. Fue una
verdadera desgracia el accidente de sus padres, con el mal tiempo que hacia
aquella noche, todos le desaconsejamos que volara en avioneta, pero es tarde
lamentarse ahora. Y usted debe ser una de las detectives de la agencia, muy
joven para desempeñar ese trabajo, más les hubiera valido a cualquiera de
ustedes hacer lo que debe hacer una señorita de bien, dedicarse a aprender
labores del hogar, así como aprender a coser y bordar, algo muy necesario en
jovencitas de su edad, y no jugar al trabajo de los hombres.
(Marie) -. Una mujer señor
Fiscal General tiene los mismos derechos que un hombre, y puede realizar el
mismo trabajo o incluso hacerlo mucho mejor que ellos.
(Fiscal General) -. Veo que lo
que dice su padre es cierto, es una chiquilla que no sabe cuándo debe
permanecer en silencio, es muy parecida a su madre, igual de carácter, igual de
rebelde, e igual de irresponsable, así le va, como le va! Bueno ya tenemos aquí a las gemelas, chicas
más les vale que se comporten y sean educadas, si no desean volver a entrar a
mi despacho de nuevo, preséntense ante estas jovenzuelas.
(Gemela 1) -. Yo soy Lauren
Riggs.
(Gemela 2) -. Y yo Keith Riggs.
(Fiscal General) -. Y bien…
Srta. Marie. Le suenan esos nombres de algo?
(Marie) -. Son… son dos… de las
chicas desaparecidas…
(Fiscal General) -. Chicas
estáis desaparecidas? Cuanto tiempo estáis en esta casa trabajando a cambio de
estudios universitarios?
(Lauren Riggs) -. Llevamos en su
casa cinco meses señor, trabajamos por las tardes y por la mañana estudiamos,
usted es nuestro Tutor.
(Fiscal General) -. Y porque
habéis sido castigadas hace unos minutos, expliquen a estas jóvenes detectives,
que han hecho…?
(Keith Riggs) -. Nos ha… nos ha
dado una…azotaina… por no hacer nuestras tareas para la universidad, recibiendo
una queja de nuestro profesor.
(Fiscal general) -. Si! Las
chicas pensaban que yo no me iba a enterar, pero igual que mi trabajo, sus
padres las pusieron en mis manos para encargarme de sus hijas, y con ellas
estoy igual de comprometido como con mi trabajo, debo educarlas y enseñarlas a
cumplir con sus obligaciones sin excepciones, y si no lo hacen, se van a la
cama bien calientes, tal y como van a dormir esta noche!!! Podéis retiraros
hacer vuestras tareas, luego pasare a supervisarlas, y pobre de la que no la
haya acabado!
Las dos chicas se
retiraron respirando tranquilas, pues al ser requeridas se habían temido lo
peor, y ambas se retiraron sobándose el culo con una de sus manos. Cuando desaparecieron
por la puerta, al Fiscal General le cambio su semblante agradable, por una
clara apariencia de estar molesto y enfadado.
(Fiscal General) -. Bien chicas!
Según vosotras, yo me despreocupo de la investigación de ciertas chicas, y han
estado buscando pruebas e investigándome, a pesar del correctivo que mando su
padre aplicarles, ustedes han continuado investigándome, si algo así, llegara a
oídos de la prensa, se imaginan el problema que me habrían causado? Aunque sea
una información falsa e errónea, el mal ya estaría hecho, y aunque hubiera sido
sencillo limpiar mi honor, el estar de boca en boca, no es algo que no me
hubiera creado un mal sabor de boca, pero mi nombre habría sido difamado. Lo de
los juzgados… Lo deje pasar. Y no tome medidas contra ustedes, podría haberlas
hecho despedir sin ninguna contemplación, a pesar de ser hija e hija adoptiva
de un buen amigo, y usted Vanessa una simple detective. Pero esta tarde me ha llamado Clark,
explicándome que a pesar de lo de ayer, y el correctivo de mantenimiento de
esta mañana, han continuado con la investigación. Ustedes dos no tienen
elección, su padre me las ha enviado para que me ocupe yo mismo de ustedes,
pronto averiguaran la razón de ello, en cambio usted Vanessa, en su puesto de
trabajo tiene un contrato con unas cláusulas específicas de disciplina, pero
ahora no se encuentra en el edificio, por lo tanto no está sujeta a las órdenes
de su jefe, puesto que fuera de él, según la ley no tiene usted joven porque
obedecer. En el caso de Marie y Juni, tengo la autorización por escrito y
firmada por su padre, para disciplinarlas. Usted Vanessa si decide irse, el
chofer que las ha traído aguarda afuera para llevarla a donde desee, si desea
quedarse, en mi despacho tengo un escrito que deberá usted firmar como
autorización, a ser disciplinada. Lo dejo en sus manos, tiene cinco minutos
para decidirse, pasado ese tiempo volveré
a este salón, si aún está aquí, firmara el documento y ya no habrá marcha atrás
posible. Aquí se respeta la ley, aunque haya ciertas jovencitas que eso no lo
hacen, y se salten los organismos de una buena investigación.
Marie, Juni y Vanessa estaban avergonzadas del
error que habían cometido, pero la que más se preocupo fue Marie como delegada
responsable, vieron como salía del salón
el Fiscal, ahora ya sabían por qué estaban allí. Marie y Juni, se miraban entre
ellas intrigadas. Como había podido su padre y padrastro hacerles eso a ellas,
ya no eran ningunas niñas para ser llevadas a casa del vecino después de haber
hecho una travesura y que este les diera unos azotes. Eran mujeres mayores de
edad, y había hecho su padre, lo mismo que hacia cuando eran niñas, las dos
estaban indignadas por lo que iban a tener que pasar. Pero no había alternativa posible para ellas,
ya no!
(Vanessa) -. Marie, que crees
que debo hacer, me voy? O me quedo? Seré castigada igualmente, hoy o mañana en
la oficina.
(Marie) -. Puedes decidir tú, lo
que mejor creas. Pero mi padre nos ha enviado para que su orgullo y honor, no
quede en entredicho y sobre todo quede sin mancha alguna su nombre. Si te vas,
algo que creo deberías de hacer teniendo esa oportunidad, pero también como
amiga que eres y que te tengo mucho aprecio, si decides irte… conozco a mi
padre, si te vas lo tomara como una afrenta a su reputación, si te marchas ya
que estás en tu derecho de hacerlo, lamento decirlo, pero mañana no te molestes
en ir al trabajo, mi padre estará muy molesto, porque le habrás defraudado a su
palabra y honor, así como en su orgullo, eso para él es lo más grave que podría
sucederle, su nombre y que sea reconocida su estatus personal, es lo que más
importancia tiene. Si te marchas date
por despedida, ni se molestara en permitirte en entres al edificio, no te
dejaran entrar, aparte del día que debas ir a buscar tu indemnización de
despido improcedente, que te pagara hasta el último céntimo que te pertenezca.
Y no te pienses que lo hará por qué pueda temer a que le denuncies, eso ni le
importa, pero no querrá volverte a ver jamás, y en esta ciudad estarás vetada,
no encontraras trabajo en ningún sitio. No serias la primera que le habrá
sucedido, ahora bien, tú eres libre de decidir. Aunque la verdad… Si quieres
trabajar en esta ciudad no te vayas y afronta la pesadilla que se nos viene
encima, he oído alguna vez a mi madre, cuando creía que yo no estaba en la
casa, hablar sobre el Fiscal, y no disciplina el mismo, tiene a una persona de
confianza que lo hace por él, no estoy segura, pero mi madre fue en su tiempo
castigada por el Fiscal y no se encargaba el mismo de hacerlo, y juraría que es
la mole de huesos y músculos, que hemos visto cruzar antes por delante de la puerta, por eso mi
padre nos debe haber enviado, porque ese señor será mucho más estricto que lo
que pudiera ser el mismo, somos detectives y mi deducción es lo que me sugiere,
pero no me gusta nada de nada. Nos
encanta a las tres que nos den azotainas, pero te aseguro que estar aquí no me
hace ni pizca de gracia alguna, y el miedo que tengo no te lo puedes ni
imaginar, en otras circunstancias mis braguitas estarían mojaditas y deseando
que me den una azotaina, pero te aseguro que el fondillo de mis braguitas están
secas, aunque cuando veníamos las he mojado un poco, pero ahora solo siento
puro pánico a nuestra suerte, ese pedazo de hombre debe tener una fuerza que no
me hace ninguna gracia comprobar, y mucho menos con lo que me duele el trasero.
Las tres se miraban la una a la otra, pero
Vanessa ya había decidido quedarse, por un lado se sentía temerosa por su
decisión, por otro lado se había despertado en su interior la spankee.
Ya al entrar en el salón siendo recibidas por la Sra. Myers, le daba a
la escena una inquietud que había hecho subir la adrenalina, luego al quedarse
a solas en el salón de pie, la espera hizo que sus nervios aumentaran, por si
esa situación no fuera suficientemente preocupante, la adrenalina aun elevo más
su cota, para pocos minutos después escuchando aquellos característicos sonidos
ya conocidos para ella. El fondillo de sus braguitas lo notaba con relativa
humedad, aunque su temor a lo desconocido, la hacía sentirse extraña consigo
misma, era una incertidumbre muy pesarosa de conllevar. Luego una vez que apareció el Fiscal General
y las informo del motivo por el cual se hallaban en esa situación, fue como un
jarrón de agua fría que le hubieran echado por encima, dejándola a ella y a sus
amigas heladas. Después aun resulto más
duro para ella el tener que tomar una decisión, hasta ese momento nunca había
experimentado esa sensación de incertidumbre, resultaba muy distinto saber que
iba a recibir un correctivo, del cual no tenía escapatoria posible, y tener que
esperar a que ese instante llegase era muy duro. Pero el tener la capacidad de
poder evitar ser castigada, lo lógico hubiera sido no aceptar y marcharse. Pero esa opción de decidir si… a ser
castigada, o no… a ser castigada. Había sido la decisión más dura que había
tenido que tomar, pero su buena amiga Marie se lo había puesto claro, si decía
no! Sabía que debería irse de la ciudad, pues todas las puertas se le iban a
cerrar. Y si aceptaba, aquello no
pintaba muy bien. Aunque en su fuero interno, el saber que iba a recibir un
correctivo seguramente en presencia del Fiscal General, y otra persona
desconocida para ella quien sería la encargada de aplicarles el correctivo,
hacía aumentar su adrenalina hasta un punto que no hubiera esperado, así como
el miedo, sumado a sus nervios la hacía sentirse con una sensación diferente
para ella. Se preguntaba mirando a su
amiga Marie, si ella se sentía igual o incluso la pequeña Yuni Lee. Se lo
hubiera preguntado si hubieran estado más tiempo a solas, pero unos pasos
entrando en el salón, hizo que dejara de pensar en ello.
(Fiscal General) -. Bueno veo
que aun permaneces aquí! No parece que seas demasiado espabilada, de serlo
habrías salido por esa puerta.
Acompáñame al despacho, debes firmar un documento de conformidad.
Vosotras dos esperad aquí!
Vanessa al ver que se alejaba de ella hacia
la puerta del fondo, se apresuró a ir detrás de él. Aunque antes pasándose sus
manos bajo la falda, se subió bien sus braguitas y estiro el elástico de las
perneras ajustándoselas bien, así como bien colocadas, luego tallo su falda
mientras iniciaba sus pasos hacia aquella puerta. Tras traspasarla vio como el
fiscal tomaba asiento en su sillón tras su mesa, el despacho era espacioso con
librerías repletas de libros, alrededor en todas sus paredes, excepto tras su
mesa en donde había un retrato a tamaño natural de un familiar sobre un
caballo, pensó que debía de ser el padre o abuelo, por el parecido con el
Fiscal. Se fijó que sobre la mesa había
un documento, con una pluma estilográfica sobre él.
(Fiscal General) -. Puedes
leerlo si lo deseas, veras que está en regla, lo principal es que autorizas al
señor de esta casa, a tomar medidas disciplinarias según crea conveniente..- Vanessa
apenas lo ojeo por encima, leyendo la parte subrayada en amarillo, que la
informaba de las palabras que le había comentado el Fiscal, firmando acto y
seguido. -. Bien. Tú serás la primera.
Normalmente cuando tengo que hacer castigar a una sirvienta o mis pupilas, las
regaño severamente y les hago saber por qué son regañadas, así como lo que han
hecho mal, y les dejo que ellas mismas me expliquen por qué han cometido la
falta o error. El que luego las castigue ellas saben que todo hecho tiene su
penitencia, una buena azotaina les hace recordar que no deben ser
desobedientes. En vuestro caso ya lo he referido hace unos minutos, y dejar que
podáis explicaros no veo que exista explicación posible, habéis cometido una
serie de errores muy graves hacia mi persona, así como intentado calumniarme
con vuestra investigación, como profesionales se espera que busquéis pruebas
antes de actuar sobre alguien, y por ello vas a ser castigada tú, y tus dos
compañeras.
Vanessa vio como el Fiscal apretaba un
botón parecido a un timbre que tenía sobre su mesa, poco después escucho
abrirse una puerta que no había visto al entrar, estaba al fondo a su izquierda
una parte de una estantería llena de libros, se acababa se mover como una
puerta corredera, apareciendo un hombre de casi los dos metros de estatura,
corpulento con unos brazos recios y fuertes, según fue acercándose a ella pudo
apreciar mejor aquel señor. Debía medir los dos metros muy posiblemente, era de
complexión fuerte, llevaba una camiseta blanca, y por encima una chaqueta de un
chándal abierta sin abrochar la cremallera, se fijó que iba con las mangas
arremangadas hasta el antebrazo, dejando a la vista como se le marcaban los
músculos y venas. Lo que más le llamo su atención fueron sus enormes manos,
sobre todo cuando se detuvo colocándose a su izquierda, viéndose junto a él
como una chiquilla, pues apenas su cabeza sobrepasaba su cintura y Vanessa no
era una mujer que se considerase baja. Al verle de cerca, a Vanessa le temblaba
todo su cuerpo como gelatina, aquel señor era al que habían visto cruzar la
puerta tan solo hacía unos minutos, y ahora al tenerlo a su lado, estaba
aterrorizada.
(Fiscal General) -. Vanessa. Le
presento al Sr. “C” de corrector, él se va a encargar de aplicarle un buen
correctivo. Cuando usted desee pude
comenzar el castigo de esta chica…ya conoce los hechos, y el resultado que
espero…
Vanessa de pronto se vio
agarrada por la muñeca de su mano izquierda, y conducida a una silla que se
hallaba a su espalda a unos cuatro metros de la mesa del Fiscal. Viendo como el
Sr. “C” tomaba asiento y la agarraba de la cintura con las dos manos levantándola
del suelo, izándola para seguidamente verse tumbada sobre el regazo boca abajo,
el Sr. “C” al ser tan corpulento de cuerpo, sus piernas, sobre todo sus muslos
eran muy acogedores, Vanessa estaba echada sobre sus muslos, teniendo todo su
cuerpo sobre ellos, y la barbilla quedaba apoyada en el muslo izquierdo, podía
Vanessa sentir como su barriga se apoyaba sobre el muslo derecho, así como sus
muslos quedaban rectos paralelos a la silla, sus rodillas semi flexionadas no
llegaban a rozar el suelo, se sentía como una chiquilla que iba a recibir una
azotaina por su padre. Sentía como la brisa acariciaba su trasero aun cubierto
por sus braguitas blancas de algodón con dibujitos de pajarillos volando en
relieve de color negro, haciendo resaltar sus bragas en contraste con su falda
gris perla, la cual se le había subido por sí sola, dejando completamente
expuesto su trasero. Nerviosa como no lo
había estado nunca, se encontraba aterrada esperando que de un momento a otro
comenzara a sentir como los azotes caían sobre su trasero, cubierto por sus
bragas. Respiraba aliviada ya que no le había bajado sus bragas, aunque estaba
muy avergonzada viéndose sobre aquellos muslos echada boca abajo para recibir
una buena azotaina, porque eso si lo tenía claro, no iba a ser una simple
azotaina. Pues el Sr. “C” tenía sobre su espalda la mano derecha posada, y
podía sentir como era de grande aquella manaza. Cuando sintió como la mano
izquierda, la sujetaba del brazo derecho y como con suavidad se lo hizo
flexionar cruzándolo sobre su espalda, manteniéndola bien sujeta, eso la hizo
comprender que en breve iba a sentir los azotes en el culo.
Avergonzada y temblando apretó sus nalgas
temerosa, pero lo que sintió a continuación la dejo alelada y helada, pues los
dedos de la enorme mano se introducían bajo la cinturilla elástica de sus
braguitas, y como le eran bajadas hasta las rodillas. Eso no se lo esperaba,
estaba segura que en cualquier momento durante la azotaina se las iban a bajar,
pero no se esperaba que se las bajase antes de comenzar la azotaina. Su
vergüenza aumento de manera considerable, tenía el culo completamente expuesto,
y lo que más le avergonzaba, era que la pudieran ver como aún tenía el culo
colorado y con marcas azuladas de haber sido castigada esa misma mañana, así
como las marcas del elástico de las perneras de sus braguitas al tener el
trasero inflamado habían dejado su marca.
(Fiscal General) -. Al parecer
esta joven le han dado una azotaina recientemente, aún tiene el culo colorado,
pero parece que esta joven no aprendió la lección, pero ahora si la va a aprenderá.
Vanessa mientras le escuchaba hablar al
Fiscal sus mejillas le ardían de la vergüenza, hasta ese momento no había
escuchado a nadie que la regañara como una adolescente rebelde a la que hay que
recordarle que debe portarse bien o le darán una azotaina, así se sentía como
si no fuera una mujer mayor de edad, eso la avergonzaba de sí misma, pero no
tardo en dejar de pensar en ello. Los
azotes comenzaron a caer sobre su desnudo trasero, así como ardiéndole como no
podría imaginar, sentir como aquella mano la azotaba en el desnudo trasero,
ardiéndole más a cada azote que recibía, aquella enorme mano abarcaba casi todo
su trasero, lo que hacía que sintiera más intensamente cada azote, así como le
abrasaba el culo a cada nuevo azote de aquella pesada mano. Enseguida se vio
pataleando como una chiquilla por el intenso ardor, su cabeza la movía a la
desesperada moviéndola, al contorsionar su cuerpo sintiendo como sus cabellos
se revolaban de un lado a otro, acabando cubriéndole la cara, la saliva de su boca,
goteaba por la comisura de sus labios, mientras lloraba desesperada por el
intenso fuego que sentía en su culo. A Vanessa le parecía que nunca iba acabar,
pues se le estaba haciendo eterna la azotaina que estaba recibiendo, en el culo
sentía puro fuego, así como un dolor muy intenso producido por aquella mano
pesada y enorme, que la azotaba sin pausa alguna, apenas un par de segundos entre
azote y azote. No podía tener noción alguna del tiempo, pero la azotaina le
parecía interminable, y cada nuevo azote le hacía arder mucho más su redondo
trasero y pronunciado, el cual ya debía de estar muy colorado, incluso de color
escarlata. Aunque hacia todos los esfuerzos posibles para abrir y cerrar sus
piernas, pero sus movimientos estaban retenidos, sentía como sus bragas se lo
impedían a la altura de sus rodillas, sus propias braguitas bajadas le trababan
sus rodillas, las cuales se estiraban hasta que el elástico ya no daba más de
si mismo, obligándola a retorcer sus piernas y cerrarlas cruzándolas o levantar
una pierna, mientras la otra la abría hasta sentir de nuevo como sus bragas no
daban más de sí. Cuando creía que ya había
acabado la azotaina, al no sentir la mano azotarla, no deseaba recibir más
azotes en su desnudo y ardiente trasero, el cual lo sentía arder como si le
hubieran puesto brasas al rojo vivo sobre el culo. La azotaina prosiguió
resultando mucho más dolorosa, Vanessa ante ese nuevo aluvión de azotes
certeros sobre sus nalgas inflamadas y desnudas, sentía como si el culo se le
fuera a partir en dos en cada nuevo azote siendo un dolor insoportable, su
cuerpo se contorsionaba de manera tal, que estuvo dos veces a punto de caer de
las rodillas, en ese momento pudo ver que algo alargado era sostenido por
aquella mano, aunque el dolor tan intenso no la dejaba poder ver con claridad,
al forcejear con todo su cuerpo, pero debía de ser algo muy contundente dado el
intenso dolor, así como el intenso fuego en su trasero. Cuando por fin se
detuvo el Sr. “C”, Vanessa quedo llorando desconsolada echada sobre su regazo,
ni siquiera sintió cuando sus bragas le fueron subidas y colocadas bien
ajustadas a su cintura. Pero una vez mas calmada, podía sentir que las bragas
le molestaban, y como el calor del culo se concentraba ardiéndole como el mismo
infierno, llevándose sus dos manos posándolas en el trasero sobre sus bragas, a
pesar que continuaba echada sobre el regazo boca abajo.
El Sr. “C” la ayudo a reincorporarse
colocándola de pie a su costado derecho, Vanessa llorando se echó a sus brazos
abrazándose al hombre que le había dado la mayor azotaina que ella pudiera
recordar, aunque eso lo pensaría seguramente más tarde, en esos momentos
solamente lloraba desconsolada abrazada al Sr. “C”. Mientras este, le acariciaba su inflamado
trasero sobre sus bragas, caricia que hubiera agradecido de tener noción de esa
caricia suave, pero lo que sentía era que su picor intenso se apaciguaba con
aquella dulce caricia.
(Fiscal General) -. Joven! Haga
el favor de abandonar el despacho, y que entre la siguiente…
Habiendo escuchado las
palabras del Fiscal, Vanessa manteniendo su cabeza apoyada sobre el pecho del
Sr. “C” miraba al Fiscal, como buscando una súplica para seguir abrazada, el
abrazo la confortaba a pesar de que le hubiera colocado sobre sus rodillas, le
hubiera bajado sus bragas y dado aquella terrible azotaina, pero aun así
comprendió que de no obedecer podría agravar su situación y se separó mientras
la mano que la había calentado el trasero, le bajaba su corta falda, y así se soltó
del abrazo al Sr. “C” dirigiéndose lentamente hacia la puerta, intento andar
derecha y con orgullo, pero los pinchazos, así como el dolor en su trasero
resultaba muy molesto, acabando encorvando su cuerpo, así sentía que molestaba
un poco menos, siendo más tolerable el caminar lentamente y así ligeramente
encorvada hacia adelante, con su mano derecha restregándose sus ojos llorosos,
y su mano izquierda en su cadera. Intento acariciarse el culo con esa mano,
pero el intenso dolor fue como un retroactivo para no tocarse de nuevo, dado el
dolor que sintió en su trasero simplemente al rozarse, así encorvada a pasos
muy cortos por el intenso dolor en su trasero, apareció ante el umbral de la
puerta. Afuera estaban Marie y la pequeña Yuni Lee abrazadas con lágrimas en
sus ojos, desde afuera habían podido
escuchar la severa azotaina que su amiga había recibido, así como lo que había
gritado durante la azotaina, se abrazaban angustiadas pensando cuál de ellas sería
la siguiente en recibir el castigo.
A llegar junto a ellas se abrazaron las
tres, permaneciendo por largo espacio de tiempo abrazadas, mientras
Vanessa lloraba desconsolada, justamente
en ese instante se había podido relajar y solo sollozaba, en ese momento
escucharon una voz que las hicieron darse la vuelta y mirar hacia la puerta del
despacho. vieron a un hombre cabal, de
ideas claras y fijas, una de ellas le iba acompañar al despacho, e iba a ser la
siguiente para ser castigada, pero se preguntaban cuál de ellas iba a ser, se
quedaron paralizadas por su temor al castigo.
(Fiscal General) -. Joven!!!
Acompáñeme!
Cogiendo a Yuni Lee de la
mano, se la llevo hacia el despacho casi teniendo que tirar de ella, pues Yuni
Miraba hacia atrás donde habían quedado su hermana Marie y Vanessa llorando de
nuevo por ella y la suerte que la aguardaba en aquel despacho, viendo como al traspasar
la puerta y entrar al despacho las perdía de vista.
Marie trataba de consolar a su amiga
Vanessa, mientras escuchaban llorar dentro del despacho a Yuni Lee, ella había
recibido una severa azotaina hacia tan solo unas horas, debiendo tener el
trasero muy sensibilizado, pero a pesar de llevar el culo muy colorado, y que
el Fiscal debió vérselo, la azotaina se prolongó varios minutos, hasta que en
un momento dado, se dejó de escuchar el sonido de la azotaina en el interior
del despacho. Dándola por acabada, pero Marie había también creído ser así,
cuando dejaron de escucharse el sonido de los azotes, cuando era Vanessa la que
estaba dentro recibiendo una azotaina. Y así fue, de nuevo volvieron a
escucharse nuevos azotes, al igual que pudieran escuchar cuando era Vanessa
quien lloraba al ser castigada. El sonido para Vanessa cuando era ella quien
estaba recibiendo la azotaina, no pudo percatarse que estaba empleando el Sr.
“C”. En cambio ahora estando afuera, y
siendo Yuni Lee quien estaba recibiendo, pudo llegar nítidamente el sonido del
cepillo, era algo inconfundible su sonido agudo al caer sobre la piel desnuda.
Vanessa y Marie abrazadas escuchaban la azotaina que estaban dando a Yuni,
aunque la más afectada era Marie, ya que para ella resultaba ser una experiencia
terrible, ya que ella iba a ser la siguiente en entrar al despacho y ello hacia
que su angustia aumentara.
Minutos después aparecía Yuni Lee, llorando
desesperada y encorvada dado el dolor que debería de sentir en su trasero,
venia caminando hacia Marie y Vanessa abrazándose a ellas, pero Marie decidió
soltarse de ellas, no fuera a salir de nuevo el Fiscal a buscarla a ella.
Prefirió ser ella misma la que se dirigiera hacia el despacho, aunque le
temblaba todo su cuerpo del temor que sentía. Al traspasar la puerta vio al
Fiscal que ya estaba casi en la puerta, al toparse con él. La agarro de la mano
conduciéndola hasta la pared del fondo, donde continuaba sentado el Sr.
“C”. Vanessa entre lágrimas y sollozos
le había contado lo terrible que había sido, recibir una azotaina a manos del
caballero encargado de castigarlas. Pero al tenerlo delante de ella, pudo
apreciar que Vanessa lo había descrito tal y como resultaba ser, solamente
estar a su lado, la hizo temblar angustiada.
(Fiscal General) -. Bien Marie…
No debería darte ninguna explicación, pues no es necesaria porque los hechos
hablan por sí mismos, así como su gravedad. Tu padre ha pensado que un castigo ejemplar es
lo que te hace falta, por ello te ha enviado a mi casa, con la intención que
aquí recibirás la disciplina que te es muy necesaria. El conoce a mi hombre de
confianza, es mi guarda espaldas, personal y antes lo fue de mi padre. Él se
encarga de aplicar la disciplina en esta casa, a parte de un buen agente de la
fiscalía, es lo que se llama un buen spanker, por su buen parecido, le habrás
conocido verdad? Es el hermano mayor de
Ingrid Adams y al igual que ella, es muy bueno en su trabajo. Tu padre te
podría haber enviado a su hombre de confianza, el Sr. Adams. Él también es un
buen maestro, pero Charlton es más estricto que él, así como más experto en el
arte de la disciplina, por ello te ha enviado tu padre. Ha estado muy mal como has llevado el caso,
por lo que él me ha referido al explicarme los hechos, peor no lo podías haber
hecho y ello requiere que aprendas la lección para que en lo sucesivo, esto no
vuelva a suceder. Un detective debe ser consciente al investigar no se pone en
riesgo así mismo, ni a sus compañeros, debe cerciorarse bien antes de sacar
conclusiones que pueden ser funestas. De
ahí que si no hace bien su trabajo, puede que su error pueda causar un grave
problema a personas que son inocentes, solo por una sospecha, no se puede y no
se debe, actuar sin tener conocimiento de causa. Mi familia hemos sido jueces,
abogados y mi difunto padre igual que yo, fiscales. Cierto que la corrupción
llega a todas partes, y esta casa, han habido familiares no muy limpios de
moral y dudosa reputación. Investigas a ciertas chicas que se han dado por
desaparecidas, verdad? Continua tu
investigación, pero hoy aprenderás a hacerlo mucho mejor, si no deseas volver
de nuevo a ser disciplinada por esa causa. De esas diez chicas, solo ocho las tengo controladas, dos trabajan en
esta casa. Tres chicas más, están trabajando en el club de campo y el club de
golf, dos en casa de un terrateniente conocido de esta ciudad, y una en el
juzgado, también es mi pupila y trabaja como mi secretaria. Por lo tanto solamente dos, no hemos podido
dar con ellas, eso no quiere decir que estén desaparecidas, pues como bien
sabes nadie ha echado a faltar a ninguna de ellas dos. Ese hecho en sí, te
tendría que haber bastado para ser más prudente, según Clark al iniciar la
investigación, ya me diste como culpable de esas desapariciones, ni siquiera te
preocupaste en averiguar nada, directamente pasaste a dar orden de
investigarme. Como comprenderás después
de tu comportamiento, no te voy a poner las cosas fáciles, por lo tanto deberás
esmerarte en investigar. A partir de ahora, tú equipo de detectives por orden
de tu padre, vais a venir a vivir a esta casa, según él, piensa que el estar
internadas en esta casa hará que seáis más astutas y prudentes. En cuanto a la
investigación, me informaras de todos tus avances, así como cada día seréis
revisadas por mi ama de llaves la señora Myers, como parte de vuestra
disciplina y educación. Ella a partir de pasado mañana se encargara de
vosotras, y más les valdrá a tus agentes ser disciplinadas y obedientes, la
Sra. Myers es una mujer muy estricta en todo, tú conoces bien a Ingrid Adams
verdad? Las dos aprendieron disciplina en el mismo internado de señoritas, y no
es aconsejable ser rebelde con ellas. Las instrucciones las daré en su momento,
cuando estéis presentes todas vosotras pasado mañana. Ahora que ya estas informada, de todo lo que
hablamos Clark y yo, ha llegado el momento de encargarse de ti y de corregir esa
conducta rebelde y poco profesional tuya, a partir de hoy serás más meticulosa
te lo garantizo.
Marie después de la charla que la dejo sin
palabras, no comprendía como su padre podía colocarla en semejante situación, sería
prácticamente como volver al colegio al cual iba de niña, en donde los azotes
estaban en riesgo cualquier chica por la más mínima falta. Que podría ser peor
que vivir internadas, además debía ser ella quien lo comunicase a sus chicas, como
iba a explicarles a sus mejores amigas, que se había complicado todo, y ella era en parte
culpable de todo. Acariciándose el trasero pensaba preocupada, aunque ese no
era el momento de arrepentirse, ahora tenía otras cosas en que pensar y no
había buen presagio, pues iba a ser castigada en ese mismo instante, así que
resignada se aproximó al Sr. “Charlton” e intento mostrarse
responsable al prestar ella misma facilidades, en la creencia que ello la
podría beneficiar, procediendo a echarse ella misma sobre sus rodillas, pretendía
mostrar su entereza aceptando su culpa, pero en el último momento no se atrevió
a echarse sobre las rodillas por sí misma, le dio mucha vergüenza el hacerlo, necesitando
ayuda para poder auparse hasta poder colocarse en el regazo tumbada boca abajo,
pero ante su sorpresa se sintió como una chiquilla al ser izada por el Sr.
Charlton y siendo colocada sobre las rodillas. Sintió por unos instantes la
presión de la enorme mano sobre su trasero, así como el elástico de las
perneras de sus bragas eran ajustados a sus caderas, como el ribete de la
pernera de su entrepierna tensado también, ese hecho la extraño, pues esperaba
que le bajase sus braguitas, pero no fue así.
Acto y seguido comenzó la azotaina con la mano, sintiendo
como el culo indefenso cada vez más caliente lo tenía. Durante varios minutos
estuvo recibiendo una larga e intensa azotaina, por encima de sus bragas de algodón con dibujitos de
margaritas. Marie le hubiera gustado mostrar entereza, pero el estado de su
trasero, y aun sintiendo dolor de la azotaina de la mañana, así como la
recibida en el ascensor su trasero lo sentía demasiado sensible, no soportando más que unos azotes y ya lloraba desconsolada
recibiendo más azotes con aquella mano
enorme, que apenas podía respirar entrecortadamente, llenar sus pulmones de
aire, lo que le causaba una sensación de ahogo, por sentir como le abrasaba el
siguiente, los azotes eran muy rápidos y fuertes, a los cuales apenas podía
soportar aquel intenso ardor en su
trasero, aún bajo los efectos de la azotaina en el ascensor con el cinturón,
por lo tanto recibir de nuevo una azotaina resultaba demasiado dolorosa,
incluso para ella acostumbrada a la férrea disciplina que la aplicaba sus
padres.
Marie hacía tiempo que no recibía una
azotaina por alguien ajeno a ella, desde que abandonara el colegio solo su
padre o su madre la habían castigado con una azotaina, incluso alguna vez desde
que estaba en la agencia, había recibido una azotaina por el Sr. o Sra. Adams. Pero eso por fortuna lo controlaba bien, y se
las ingeniaba para no ser castigada. En cambio esa tarde estaba recibiendo una
azotaina por un extraño, y estaba resultándole doblemente dura. Por la
vergüenza de tener que estar en una casa extraña, y ser castigada con una
intensa y severa azotaina. Aunque para
Marie le parecieron unos minutos interminables, cuando la azotaina por fin ceso,
sentía como le abrasaba su indefenso
trasero, y aunque había conservado las bragas puestas, apenas sintió
diferencia, pues sus bragas no la protegían nada, si un caso protegían su
intimidad, aunque ese hecho no le resultaba
menos vergonzoso para ella. Ayudada por el mismo Fiscal que había permanecido
delante de ella apenas a unos metros, contemplando como Marie recibía la azotaina con una sonrisa en sus labios de
satisfacción.
Nada más sentirse libre de sujeción al estar en pie, se sobaba el culo por encima
de las braguitas, haciendo con sus labios todo tipo de muecas del intenso fuego
que sentía. Viendo aterrada como el Sr. “Charlton” se levantaba de la silla y
la movía hacia la derecha girándola noventa grados, después de asegurar que
estuviera bien fijada, continuo retirando unos pasadores de la base del
asiento, basculando así, el respaldo de la silla, la cual quedaba como un improvisado taburete,
o eso creyó Marie, pero de improvisado nada, en apenas unos minutos pudo ver
que esos preparativos resultaron aterradores.
Ya que al bascular el respaldo, el
asiento automáticamente se articulaba doblándose sobre sí mismo, quedando sobre
el respaldo, al ver Marie el movimiento mecánico articulándose quedaba posado en el extremo del
respaldo, quedando como un mullido cojín en el mismo borde, donde acto seguido,
fue colocada inclinada hacia adelante, quedando echada sobre el mullido asiento,
el cual apoyaba su barriga, con lo cual su trasero quedaba perfectamente
expuesto. Una posición que no le hizo a Marie tranquilizarse ni lo mas mínimo,
pues estaba claro que el castigo iba a variar de manera nada tranquilizadora, y
así fue, cuando vio como delante de ella, el Sr. “Charlton” de un cajón extraía
un grueso cinturón de cuero.
Marie sintió como todo su cuerpo se le
erizaba el vello, la visión de aquel cinturón en las manos del enorme Sr.
“Charlton” parecía una pequeña correa, pero al verlo claramente temblaba de temor y estremeciéndose como un flan. El Sr. “Charlton” sujetando con firmeza
la hebilla y el extremo juntos, paso a enrollar en su mano derecha dando una vuelta por encima
de sus nudillos, para luego volverlo a pasar por la palma de su mano derecha,
tensándolo con su mano izquierda, quedando firmemente sujeto de su mano al cerrarla con fuerza y el
extremo doblado, que mantenía sujeto con su mano izquierda, lo dejo caer por su
peso, este al caer hacia el suelo colgando de su mano derecha, quedo inerte
suspendido completamente rígido y parado, por lo cual era fácil de deducir que
no resultaba ser nada flexible, pues de ser flexible al dejarlo caer se habría
balanceado de un lado a otro hasta quedar parado, y este, por su rigidez al
dejarlo caer, había quedado detenido por su propio peso, lo que hacía deducir
que era muy pesado y muy grueso. Cuando
el Sr. “Charlton” pasó por delante de la cabeza de Marie deteniéndose unos
segundos, posiblemente para amedrentar a Marie, echo que así fue, pues Marie
temblaba solo de verlo, con paso seguro y lento, paso por su costado izquierdo, el cinturón se
mantenía inerte, Marie aterrada mientras pudo lo observaba aterrada, al no
poder girarse, lo vio de reojo como se
colocaba detrás de ella a su izquierda.
Sintiendo como el cinturón se posaba en su trasero, cubierto pos sus
bragas blancas de algodón con dibujos de margaritas, sintiendo su peso en sus
nalgas estremecidas, y al contacto del cinturón las apretó sobre si mismas
temiéndose lo peor de un momento a otro.
En
breve iba a sentir el cinturón sobre su trasero, y así fue. Tal como se temía
iba a ser horrible, pero fue muchísimo peor de lo que había imaginado. Aquel
grueso y pesado cinturón hizo que al cruzar su trasero, viera todas las
estrellas del firmamento girar alrededor de ella, aunque realmente era su
cabello que se le erizo de tal manera que sintió la brisa al agitar su cabeza
violentamente tras el primer azote en el culo. Un fuerte fuego abrasador siguió
después del tremendo azote, abrasándole el culo como si fuera una fragua
incandescente de un herrero. Ante tal
tremendo azote, flexiono sus rodillas juntando sus pies a sus muslos
cubriéndose el culo ardiente con ellos, pero aquel fuego tan abrasador la hizo
estirar de nuevo sus pies, meneando sus caderas, momento que aprovechó el Sr.
“Charlton” para de nuevo azotarle el trasero, ahora unos centímetros más abajo,
causando tan tremendo azote le hizo
contonear sus caderas poniéndose de costado, ante aquel abrasador e
intenso fuego, lo cual dejo desprotegido de nuevo su trasero, cayendo un tercer
y certero azote justo en las redondeces de sus nalgas, con el inicio de sus
muslos haciéndola girarse hacia el lado opuesto, encontrándose que otro certero
y más fuerte azote atravesó de lado a lado el centro del trasero, ya no
sabiendo como librarse de aquel abrasador fuego, volvió a flexionar sus piernas
volviendo a cubrirse el culo con sus pies, pero el ardor extremo que sentía en
sus doloridas nalgas, hizo que abriera sus piernas cada una a un lado
flexionadas, con lo cual el siguiente azote aun resulto ser más doloroso pues
su sexo desprotegido de sus muslos quedo expuesto, y su braguitas poco o nada
pudieran hacer, para sentir el fuego abrasador en una zona tan íntima. Lo cual
al sentir arder su entrepierna, cerro los muslos juntando de nuevo sus piernas,
lo cual dio lugar a recibir otros fuertes cinco azotes más uno tras otro, con
lo cual la azotaina ceso. Llorando totalmente desconsolada ante un fuego tan
atroz que jamás había experimentado, solamente habrían sido unos diez azotes de
aquel endiablado cinturón, pero la dejaron completamente derrotada llorando echada en aquel improvisado potro.
Minutos después Marie salía por la puerta
del despacho, iba entre sollozos casi arrastrando los pies por el suelo, sentía
como le abrasaba el trasero, era incapaz de poder sobarse el dolorido culo,
como le hubiera gustado poder hacer, pues le abrasaba de tal manera que de
tener voluntad se habría bajado las bragas, que le molestaban horriblemente,
incluso para bajárselas sin rozarse habría resultado demasiado para sus inflamadas nalgas, cuando su amiga Vanessa camino hacia ella,
seguida por Yuni Lee, fundiéndose las tres en un abrazo llorando. Habían escuchado
la azotaina que le habían dado a Marie, las tres tenían sus traseros muy
doloridos, pero la que se había llevado el más severo de las tres, había sido
Marie aunque sus amigas no habían presenciado la azotaina.
La Sra. Myers apareció en aquellos precisos
momentos, que las tres chicas estaban abrazadas en círculo.
(Sra. Myers) -. Vamos niñas!!! Dejaros
de sensiblerías y acompañadme os llevare al baño a bañaros proporcionaros rompa
limpia, luego iréis a la cama hasta la hora de cenar. Venga!!! No tengo todo el día para
vosotras!!! Si os duele el culo, y os han castigado “dado firme” en el trasero
es porque lo merecéis, y no esperéis que no caliente yo misma esos culos, como
no os mováis rápido!!!
Las tres al ser requeridas por la Sra.
Myers, la observaban con rabia. Como una mujer podía ser tan arrogante con
otras mujeres, después de haber sido castigadas con la severidad que lo habían
sido ellas. Pero aquel tono de voz, no dejaba duda alguna que les podría ir
peor si no la obedecían, por lo cual dejaron de abrazarse poniéndose a caminar con
cierta dificultad, tras escucharla ninguna deseaba comprobar su amenaza, sus
traseros les dolían a las tres, aunque la que llevaba el trasero más ardiente y
dolorido eran Yuni Lee y Marie. En el umbral de la puerta del despacho
permanecía el Fiscal sin ser visto por las chicas, que las vio ir caminando
doloridas, andando algo encorvadas hacia adelante y sin levantar apenas los
pies del suelo, pues las molestias resultaban más molestas, y más fuertes si
levantaban los pies de manera normal, por no decir como a cada paso, sus bragas
les parecían ser de papel de lijar, por lo sensibles que tenían sus nalgas e iban
despacio tras la Sra. Myers. Viéndolas como se sobaban sus traseros con las dos
manos.
Cuando salieron del salón principal,
había una estancia enorme similar a la de un gran vestíbulo, lo que indicaba
que debía de ser el salón de baile en fiestas, desde el cual partían o subían dos escaleras, una de derecha a
izquierda hasta la primera planta, y otra de izquierda a derecha, lo que
demostraba que aquella casa no era una casa cualquiera, eran las escaleras
de una mansión señorial del siglo XVIII
o principios siglo XIX. Al pie de las
escaleras las aguardaba la Sra. Myers, con un rostro claramente de desprecio
hacia las chicas, lo que indicaba a Marie que en dos días iban a estar bajo la
autoridad de aquella mujer, solo de imaginarlo ya preocupaba a Marie.
En ese instante le vino a la memoria una
conversación, que había escuchado entre su madre y la Sra. Ingrid hacía tiempo,
hablaban de una compañera en el internado, una tal Laura, que era una verdadera
pesadilla para ellas, era una mujer inflexible, arrogante, soberbia y un
carácter endiabladamente terrible, a la cual temían en el internado todas las
chicas, escucho a su madre decir que ella había sido castigada por aquella
mujer, pues no toleraba ni la más mínima falta.
Al
acercarse las chicas a ella, lo hacían con recelo, las aguardaba al pie de las
escaleras. Haciéndolas pasar por delante de ella y subir las escaleras de la
derecha. Tal y como pasaban ante ella, a cada una les dio un buen azote en el
trasero, así iban desde luego a apresurarse subiendo las escaleras, Marie fue
la última a pasar pues había quedado rezagada, pues era la que iba más dolorida
de las tres, y aun subió más dolorida, pues la Sra. Myers subía tras ella
dándole azotes sobre sus bragas, con la mano izquierda le levanto la falda y
con la derecha le iba dando azotes sobre las braguitas, lo que Marie reacciono subiendo
más ligera, pero ello no le privo de recibir un buen azote cada tres o cuatro
escalones.
Una vez en la primera planta, la Sra. Myers
caminando con buen paso, se les adelanto poniéndose a la cabeza de ellas. Caminaba
a buen paso por el largo pasillo en el cual habían puertas de otras estancias
unas enfrente de otras, hasta unas diez puertas a izquierda y diez a derechas. Hasta llegar a la que estaba al final de aquel
largo pasillo, abriéndola vieron las chicas que era el baño, como hiciera en la
escalera, espero que fueran llegando y una tras otra recibió un par de azotes
por demorarse.
(Sra. Myers) -. Es que no aprenderéis
nunca? Si no es teniendo el culo
caliente! Venga desnudaos para bañaros, no hagáis que lo tenga que repetir de
nuevo, en esta casa hay disciplina, y en ella soy yo la que manda!!! O me
obedecéis? O me saco la zapatilla y os pongo más derechas que una vela con la
zapatilla!!!
La primera en quedarse
desnuda fue Vanessa, cubriéndose los pechos y entrepierna. La Sra. Myers
agarrándola de un brazo la metió en la bañera, para hacerlo tuvo que darse la
vuelta Vanessa dejando a la vista su trasero completamente colorado, con alguna
zona morada. Dentro de la bañera se iba a disponer a bañarse ella, pero la Sra.
Myers le quito la esponja empezando frotarla con fuerza, Vanessa se retorció
impidiéndole frotarle. Una bofetada resonó por toda la estancia, y seguidamente
la coloco boca abajo en el borde de la bañera apoyando sus muslos, la Sra.
Myers la hizo inclinar bajo su brazo izquierdo y en esa posición, le dio a
Vanessa una azotaina con la mano sobre el culo desnudo, Vanessa tenía su cuerpo
mojado de pechos hacia abajo, los azotes
rápidos y fuertes se sucedían uno tras otro sobre las nalgas mojadas de agua,
Vanessa pudo comprobar por si misma que teniendo el culo mojado duelen más los
azotes, teniendo el culo tan dolorido, lloro enseguida. Cuando la Sra. Myers
dejo de darle la azotaina a Vanessa, se dejó bañar sin “decir esta boca es mía”
incluso cuando le paso la esponja enjabonada por la entrepierna no protesto,
así como cuando se entretuvo en pasársela por los pechos. Marie y Yuni Lee
también entraron a la bañera estando Vanessa dentro, cuando la Sra. Myers acabo
de bañar a Vanessa empezó con Yuni Lee, la cual al sentir la esponja en el culo
tembló del dolor, tenía el culo casi todo amoratado. Luego fue el turno de
Marie, dejándose bañar, después de la azotaina que habían visto, y como inflexible
la Sra. Myers dada su envergadura manejo a Vanessa sin apenas esfuerzo, dándole
una azotaina a Vanessa, Marie tenía el
culo demasiado dolorido como para provocar aquella bruja.
Cuando el baño a las tres chicas termino, una vez ya secas con la
toalla, aunque las tres protestaron cuando les toco secar el dolorido trasero.
Las tres permanecían desnudas una al lado de la otra, mientras la Sra. Myers
abandono el cuarto de baño volviendo pocos minutos después con ropa limpia,
unos pijamas rosas y bragas. Aunque la vergüenza para las chicas no había aun
acabado, la retorcida Sra. Myers antes de darles su ropa limpia, las hizo
sentarse al inodoro y hacer sus necesidades de aguas menores. La primera fue Marie, la que tuvo que pasar
por delante de Yuni y Vanessa, en la bañera no le habían visto su trasero por
completo, solamente fugazmente. Y en cambio ahora al pasar ante ellas, lo
vieron, lo tenía todo muy colorado, de tan colorado que lo tenía, parecía tenerlo
un más que colorado era un tono escarlata, pero lo que más les llamo la
atención fueron varias franjas marcadas en las nalgas, claramente del pesado
cinturón. Una vez se hubo aseado
íntimamente después de orinar, la Sra. Myers le entrego unas bragas para que se
las pusiera. Intento agacharse para pasar un pie por la pernera, pero un
terrible pinchazo en el trasero la hizo desistir de su intento, así que
sosteniendo las bragas con la mano derecha, las dejo que por su peso se mantuvieran
inertes y estiradas, y tanteando con el pie izquierdo lo pudo pasar primero,
luego se las subió por esa pierna hasta poder alcanzarlas con la izquierda sin
tener que agacharse, y haciendo la misma operación, sujetando las bragas con la
mano izquierda, con el pie derecho tanteo hasta poder pasar su pie por la
pernera sin tener que agacharse, luego tirando de las bragas con la mano
izquierda hacia arriba, hasta que pudo agarrar la cinturilla con la mano
derecha, y se las subió lentamente, sobre todo al pasárselas por el culo fue
cuando lo hizo más despacio, hasta poder ajustárselas a la cintura, justo por
debajo del ombligo por el talle alto de las bragas. Eran unas bragas blancas de
algodón, con dibujos de ramilletes de flores de lavanda, los tallos verdes y
las flores color lila. Aunque no tardo más que unos segundos en percatarse que tenía
las braguitas muy tensas, y que el elástico de las perneras la mortificaban por
lo que apretaba sus nalgas, así que cogiendo el elástico se las bajo un poco
aligerando así la presión.
Al ponerse las bragas Marie no la vio la Sra. Myers hacerlo, pero si la
vio aligerar la presión del ribete elástico de las perneras, y fue hacia ella,
no reflejaba en su rostro ni un ápice de comprensión, o que estuviera de buen
humor por el semblante de su rostro, pero tampoco la habían visto sonreír desde
que habían llegado a la casa.
(Sra. Myers) -. Desvergonzada!!!
Ya te estas poniendo las bragas como debes llevarlas, si te molestan te
aguantas, eso debías de haberlo pensado antes que pretender manchar el honor de
un caballero, de haberme ocupado yo de vosotras, aun estarías recibiendo la
azotaina de vuestra vida. Súbete bien esas bragas!!! o vas a ver…
Marie al escucharla regañarla
se quedó paralizada unos segundos, fue un error por su parte el no obedecer
inmediatamente, la Sra. Myers no era mujer de mucha paciencia. Acechándose a
ella no solo se las subió inesperadamente, se las bajo hasta las rodillas
colocándola sobre sus rodillas al sentarse en un taburete, comenzando una nueva
y dolorosa azotaina, no duro demasiado por la manera de llorar desesperada de Marie, y retorcerse sobre las rodillas de la
Sra. Myers, la cual después de no menos de cinco minutos dándole una azotaina, la puso en pie subiéndole ella misma
las bragas bien tensas, por encima del ombligo, con lo que las perneras
apretaban las nalgas más de lo debido. En ese momento… una voz masculina…
(Fiscal General) -. Sra.
Myers!!!! Estas chicas ya han sido castigadas!!!
Es la segunda vez que las escucho llorar!!! Más le vale que no haya una
tercera!!! Estas chicas no están bajo su tutela aun, y por lo tanto pueden
llevar las bragas como deseen, siempre que no sea de manera indecorosa, le
repito que no están bajo su tutela!!! Llévelas a su habitación y luego venga a
mi despacho, entendido? El Sr. Charlton
tendrá una conversación con usted, apresúrese!!! Que la está aguardando…
La Sra. Myers claramente
contrariada hizo vestirse con los pijamas a las chicas, Vanessa tras ponerse
las bragas blancas de algodón con dibujos similares a las de Marie, la
diferencia eran las florecillas color azul. Yuni Lee se puso unas bragas
blancas de algodón con flores con similitud, pero las de ella las florecillas
eran de color rojo. Una vez se pusieron sus pijamas, la Sra. Myers las llevo a
una habitación con tres camas, dejándolas acostadas en ellas saliendo y apangando la luz.
Minutos después Marie como Vanessa y Yuni
Lee pudieron escuchar el murmullo de alguien
que gemía, pudo reconocer el sonido, pues ella misma había sido castigada con
aquel cinturón, a Marie le pareció inconfundible su sonido, así como la voz que
protestaba a cada azote que recibía, era la Sra. Myers…
(CONTINUARÁ…)