SORAYA Y SU NUEVO HOGAR Capitulo
17
Problemas con… Rose Mery
Stuart y la Sra. Abba McDonald
…Tras pasar varios días de calma en la casa
de los McDonald…
Habían transcurrido unos días sin
consecuencias destacables, el comportamiento de las muchachas durante esos días
había sido intachable, bien debido a sus necesidades fisiológicas mensuales…o simplemente
por no hallarse lo suficientemente motivadas, con el fin de idear una travesura digna de
ellas, sobre todo de la que había resultado ser la más revoltosa de todas ellas.
Para el caso era algo intrascendente que
no hubieran dado trabajo alguno a la Sra. Stuart, bien por un motivo u otro, las muchachas llevaban
varios días sin provocar un incidente digno de reseñar, manteniendo una total
calma en la casa, durante esos días no hubo el sonido característico de azotes
resonando por la casa. Quizás fuera debido,
por la promesa que les aventuro el propio Sr. John McDonald, al haber pasado unos días de buen comportamiento, casi dos semanas sin provocar problemas, decidiendo
premiar a las chicas con pasar todo un
día de fiesta fuera de la casa, saliendo de paseo en familia e permitirles ir de
compras si continuaban portándose como era debido.
Cumpliendo con su palabra hacia las chicas…
Los McDonald salieron esa mañana en un vehículo monovolumen, dado que la Sra.
Abba deseaba llevar a las chicas de compras esa mañana, iban acompañados por
sus cuatro spankee´s, las dos doncellas Carmen y Dae Shung, y sus hijas adoptivas Soraya y Marisa, habiéndose
unido a ellas en el último momento Anna, una de las ayudantes de cocina e hija
menor de la cocinera, se ofreció para ayudar a los McDonald en las compras,
empujando el carro para la compra. (Aunque su intención era otra bien distinta,
al igual que su hermana mayor eran buenas spankee´s, pero como a toda spankee
ser castigada por su mamá real, no las atraía, ni las excitaba demasiado esa
idea, disfrutaban mucho más cuando eran los señores quienes las castigaban, su
intención era no ser muy hacendosa en su labor) Muy a su pesar también les acompañaba Rose
Mery, esa misma mañana a primera hora, había sido citada en el despacho por el Sr. McDonald, saliendo de él
con una clarísima incomodidad posterior. Habiendo sido reclamada desde el
amanecer de esa mañana la propia Sra. Abba, quien se había esmerado al máximo con
el fin de lograr su objetivo, cumpliendo con su deber como buena esposa,
manteniendo informado a su marido John, de los hechos acaecidos durante la
jornada.
Durante la noche anterior antes de
acostarse… La Sra. Abba estuvo conversando con su marido, sobre la vieja
cuestión diaria de los problemas con la Ama de Llaves, vieja cuestión; dado que
cada día la esposa trataba por todos los medios posibles a su alcance, que Rose
Mery fuera castigada, explicando sobre todo su comportamiento de las últimas
horas, así como exagerando y engrandeciendo los hechos como era habitual en la
Sra. Abba, sobre todo al tratarse de la Ama de Llaves como la responsable de la
casa, a la cual no la soportaba cerca de ella, su sola presencia ante ella la
hacía ponerse de muy mal humor. Poniéndole al corriente a su marido del día a
día esa noche, tal y como cada noche debía darle las novedades ocurridas
durante el día al marido, por si era menester aplicar un castigo esa misma
noche, o una vez escuchado a la esposa evaluar si debía ser inminente el
correctivo, en ese mismo instante o posponerlo para el día siguiente.
En los últimos días Rose Mery había tenido algunos
errores leves, pero hasta esa misma tarde no había sido informada la Sra. McDonald de ellos, sumándose el
confirmarse un hecho de gravedad con posibles serias consecuencias. La Sra. Abba esa tarde cuando se cruzaba con
ella, Rose Mery veía que la observaba con una sonrisa malévola en sus labios, ella
ignoraba las intenciones de Abba, al parecer disfrutaba pensando el momento
elegido por ella misma, en el cual iba a
informar a su marido con todo detalle, no solamente una serie de faltas leves
cometidas por Rose Mery, si no, esforzándose en extremo para agravar su
posición, agrandando la falta más
grave con un único fin para lograr su
objetivo, obligar al marido a tomar medidas disciplinarias contra la Ama de
Llaves.
El Sr. McDonald no de muy buena gana, no
tuvo más alternativa que aceptar en esta ocasión, logrando evitar el tener que aplicar
un correctivo esa misma noche, tal y como su esposa había exigido una y otra
vez, dadas las graves acusaciones que su
señora esposa le expuso, terminando accediendo ante la insistencia de Abba,
pero lo hizo a regañadientes por la grave acusación, aunque no lo hizo como Abba trato de aceptar a
sus pretensiones, incluidas las exigencias de vestuario que debería vestir para
el correctivo, prestándose ella misma en ser la encargada de informar a primera
hora a Rose Mery.
Para el Sr. John McDonald no era misterio
alguno, el que su esposa Abba no veía con muy buenos ojos a su Ama de Llaves,
en verdad no podía ni tolerar la presencia de Rose Mery ante ella. Desde hacía unos años, ya en su primer día que comenzara
a trabajar como Ama de Llaves, siempre habían mantenido una relación agridulce
entre ellas dos, pero últimamente desde hacía solo unas semanas, sucedió algo que hizo agravara aún más esa
relación. Ocurrió el día que fue castigada
la Sra. Abba severamente, una circunstancia que no resultaba anómala en su
relación matrimonial, pues el Sr. McDonald era hombre de fuerte carácter, no
tolerando a su esposa Abba ni la más mínima subida de tono, como spanker no
dejaba escapar la oportunidad de calentarle el trasero a su esposa. Pero en esa ocasión su marido la coloco sobre
sus rodillas boca abajo, con el fin de propinarle una azotaina, el problema
resulto ser al no hacerlo en la intimidad, si no, que le diera la azotaina con
las bragas bajadas con el cepillo de madera, instrumento fetiche del Sr.
McDonald, permaneciendo presente la Ama de Llaves durante el castigo.
En ese mismo día, unos instantes antes la
Sra. Abba, había intentado que su marido castigara a Rose Mery, hablando de los
malos hábitos de su Ama de Llaves, pero pese a todas y cada una de sus acusaciones,
solamente logro hacer encolerizar a su marido acabando literalmente con la paciencia de este, siendo la propia Sra. Abba quien acabo ese
día sobre las rodillas colocada boca abajo, la falda levantada y sus bragas
bajadas hasta las rodillas, siendo castigada severamente utilizando el cepillo de
baño, por ser su instrumento preferido para el propio Sr. McDonald,
castigándola por calumniar gravemente a la Ama de Llaves sin motivo aparente. Desde
ese día su relación cambio, empeorando día a día de manera radical, pasando a
ser de lo más arisca imaginable. La Sra. Abba se la tenía jurada a Rose Mery
desde ese funesto día, en el cual ella acabo muy adolorida por el severo
correctivo que recibió, por el cual estuvo dos semanas dolorida. Esa circunstancia fue la detonante en su ya
funesta relación, la cual fue empeorando día a día hasta llegar a cotas insospechadas,
acusándola ante su marido a la más mínima falta por pequeña o insignificante que
esta fuera.
John
McDonald conocía perfectamente a su esposa, sabía que era una mujer soberbia, engreída,
orgullosa, vanidosa, arisca, y sobre todo su peor cualidad, era muy caprichosa.
Conociéndola muy bien de lo que era capaz de hacer, con tal de lograr sus maléficos propósitos. Él, como señor de la casa conocía
perfectamente, que las labores que ejercían las mujeres trabajadoras en la
casa, recayendo como principal atención de su responsabilidad a su Ama de
Llaves, al ser ella quien tenía la responsabilidad a la hora de aplicar
correctivos al servicio, siendo una de sus principales responsabilidades de su
cargo. La conocía bien en todos los
sentidos, al haberse criado desde su propia infancia con los hijos del servicio,
Rose Mery pertenecía a la familia Truman, la cual durante generaciones se
habían ocupado de los puestos laborales del servicio, al tener como mayordomo
al cabeza de familia el bisabuelo Richard Truman, pasando de padres a hijos el
cargo, justamente Rose Mery había
comenzado a trabajar como Ama de Llaves, sustituyendo a su cuñada la Sra. Alicia
Truman al enfermar de cáncer, esposa de Paul Truman el hermano mayor de doce
hermanos y ultimo cabeza de familia, siendo él, el único varón de ellos quien
se encargó de criar y educar a sus once hermanas menores. Por otro lado sabía que Rose Mery estaba
teniendo más trabajo del acostumbrado, al tener que ocuparse ella sola de las
cuatro muchachas, además de sus labores añadidos al llevar los trabajos de otras
doncellas y de la cocina, todas y cada
una de sus funciones la debían de llevar de cabeza, por lo que no era de
extrañar que cometiera algún que otro leve error.
…
Esa mañana a primera hora, se sobresaltó Rose
Mery al ser despertada sin previo aviso, al abrir la puerta se encontró en el
umbral a la Sra. Abba, lo primero que vio de ella fue su rostro irradiando ira!
Con cara de pocos amigos, quien se había tomado la molestia de ir
personalmente, hasta su habitación llamando
a su puerta, más bien aporreando sobre ella, para comunicarle que su marido la aguardaba
en el despacho, al mismo tiempo le daba las instrucciones del vestuario exigido. La cual no se conformó con solamente con darle
la noticia, además la estuvo aguardando
ante el umbral de la misma puerta, reteniendo la puerta abierta cuando Rose Mery intento
cerrarla, obligándola así a tener que desvestirse del camisón y vestirse ante
su atenta mirada, siendo una situación muy incómoda y nada agradable, en el
momento que estuvo vestida se llevó otra sorpresa, Rose Mery procedía a salir cuando fue retenida
bajo el mismo umbral de la puerta.
Se había vestido según las instrucciones con
una blusa blanca y falda estampada a cuadros grises, siendo la falda tableada plisada
algo más corta de lo habitual en ella, dado que la Ama de llaves solía utilizar
prendas menos descaradas, siempre vestía de manera prudente y estricta según su
cargo la exigía, pero esa mañana muy a su pesar, lo hizo siguiendo las instrucciones
de la propia Sra. Abba. Al intentar salir de la habitación, en el mismo umbral
de la puerta, Rose Mery se detuvo al serle bloqueado el paso, al impedírselo la
Sra. Abba que tenía malévolas intenciones, sin mediar palabra o recato de respeto, le levanto la falda dejando al descubierto su
ropa interior, pasando a revisarle no
solamente las bragas que llevaba puestas, observando que eran de las exigidas,
al ser estas de talle alto cubriéndole casi el ombligo, siendo de color blancas con dibujos de flores de colores
varios, que resaltaban claramente por su
colorido. Tuvo que soportar que la señora le acariciara la
entrepierna, así como el sexo al pasarle las yemas de sus dedos de la mano
derecha, pasándoselos por el fondillo de las bragas, revisando descaradamente
la humedad de la entrepierna, siendo esta clara al tacto de sus dedos, como la
humedad en el fondillo de sus braguitas. Rose Mery ante esa desagradable
situación para ella, no podía engañarse así misma por la escena, resultándole
inevitable el humedecerse aún más en ese preciso instante, al tener ante ella a
la Sra. Abba.
Quien no hacía muchos días, la había
colocado sobre su regazo para darle una azotaina, no podía engañarse así misma
al estar en su presencia, desde el momento que entro a pertenecer como parte
del servicio, había fantaseado con ser castigada por aquella señora, por lo que
al estar ante ella siempre la hacía humedecerse. Dejándose
hacer sin poner resistencia alguna, ya que su sola presencia la imponía un gran
respeto, lógicamente la Sra. McDonald obviaba ese sentimiento hacia ella,
cualquier spanker se hubiera dado cuenta de esa circunstancia, pero la Sra.
Abba había sido desde su adolescencia una spankee, comenzando sus primeros
pasos en este mundo, al empezar como secretaria del Sr. Matthew, quien fuese el
que la hiciera salir del armario, tras
cometer un error muy grave con un expediente que se extravió.
Rose Mery dejándose hacer por la Sra.
McDonald, la dejo que la manoseara a su placer personal, no opuso resistencia a
pesar de pasar varias veces las manos por su entrepierna, algo que al sentir
sus dedos en su sexo, aunque fuese sobre el fondillo de sus bragas, la hacía
humedecerse por momentos, llegando a calar el fondillo de las braguitas
mojándole los dedos a la Sra. Abba, así como dejarse manosear el culo a su
merced, haciendo que Rose Mery se le enrojecieran
sus mejillas de la vergüenza. Pero la
Sra. Abba era una mujer impredecible, siendo prácticamente imposible saber sus
malévolas intenciones. Por lo que sorprendió a la misma Rose Mery verse
inclinada hacia adelante, viéndose agarrada por la cintura bajo el brazo
izquierdo de la Sra. Abba, momento que sintió como empezaba a abrasarle el
culo, al sentir unos fuertes azotes sobre sus bragas…
(Sra. Abba) -. Serás
sinvergüenza!!! Mira como de mojadas llevas las bragas, cochina!!! Así no te
puedes presentar ante el Sr. McDonald!!!
Tras una veintena
aproximadamente de azotes fuertes en el trasero, Rose Mery lo sentía como le
abrasaba el culo, aunque más le abrasaban sus sonrojadas mejillas de su rostro
por la vergüenza, al sentir como le eran bajadas sus bragas por sus muslos,
para poco después sentir la tela saliendo de sus pies, por su posición
encorvada hacia adelante, pudo ver cómo le sacaba las bragas por sus pies. Momento en el cual sus pies se levantaban del
suelo, no podía dar crédito a lo que sucedía, la Sra. Abba a pesar de ser Rose
Mery una mujer frondosa, casi de la misma estatura que la propia Sra. Abba, se
vio así misma bajo su brazo como la llevaba en volandas, como si de una
chiquilla se tratase, cargo con ella hasta dejarla boca abajo sobre sus
rodillas, dejando que su cuerpo reposara en su mullida cama, mientras su
cintura reposaba sobre la pierna izquierda de la Sra. McDonald, la cual
inclinándose hacia adelante a pesar de tener en su regazo a Rose Mery, abrió el
primer cajón de la mesita de noche, extrayendo unas bragas limpias que procedió
a ponérselas, al tenerlas subidas a sus muslos, nuevos azotes caían con fuerza
sobre las desnudas e enrojecidas nalgas, tras los cuales acabo de subirle las
bragas ajustándoselas a la cintura.
Poniendo en el suelo a Rose Mery, le levanto de nuevo la falda para así
poder ajustarle bien las braguitas por delante.
Al dejarse
voltearse y obligarla a girarse sujetándola por los hombros, permaneciendo
expuesta mostrándole el trasero,
sintiendo como le magreaba el culo sobre
la bragas, al igual que ajustándole bien el elástico de las perneras de las
bragas, cubriéndole bien su redondo y robusto trasero, así como sentir arderle el trasero de nuevo al
recibir una fuerte y sonora palmada en el culo sobre las bragas, diciéndole satisfecha en el
momento que dejaba caer la falda y se la
alisaba la propia señora
pasándole la mano por el trasero de la falda, volteándola de nuevo hacia ella mirándola
fijamente cruzándose sus miradas.
(Sra. Abba) -. Vamos!
Ya estas lista! Mi marido te aguarda!
Rose Mery caminaba tras la señora, quien
andaba delante de Rose Mery erguida con paso
enérgico y cabeza alta, orgullosa de sí
misma al haber logrado su primer objetivo, hacer a Rose Mery sentirse avergonzada ante su atenta mirada,
tras haberla observado cómo se desnudaba tras sacarse el camisón quedando
solamente en bragas ante ella. En
esos instantes a la Sra. Abba, no le era posible ver el rostro enrojecido de
vergüenza de Rose Mery, tras sentirse manoseada en su zona más íntima, sintiéndose
abochornada al sentir las yemas de sus dedos en su húmeda entrepierna. Así como tampoco la podía ver como se sobaba
el trasero, tras la azotaina breve pero bien administrada recibida, sobándose
el culo con vigor con las dos manos. La Sra. Abba era una mujer soberbia, engreída,
arrogante, arisca entre otras lindezas, a Rose Mery le había dejado muy claro
que tenía fuertes brazos y manos suficientemente grandes para sentir aquel intenso
ardor, pareciéndole ser que su mano derecha
con la cual le había palmeado el culo, ser dura como el propio granito, dado el
intenso picor que sentía en su trasero tras recibir la azotaina.
Al entrar al despacho las dos mujeres, caminando
siempre delante la Sra. Abba, orgullosa de sí misma al ver cumplido su primer objetivo,
el hacer que su marido le fuera a administrar su merecido castigo a Rose Mery, ese orgullo
de su semblante cambió radicalmente, haciéndola estallar en cólera tras
escuchar a su marido. El Sr. John
McDonald hizo a su señora esposa salir y aguardar afuera, eso resulto ser peor
que abofetearla en pleno rostro, un
hecho que la disgusto en extremo a la señora, quien gesticulando con sus
brazos haciendo aspavientos por el disgusto obvio, salió muy malhumorada lanzando
improperios, cerrando la puerta dando un fuerte portazo, ya que su siguiente objetivo
era estar presente durante el castigo.
Pues se había cerciorado durante la noche, exagerando y aumentando con
creces las faltas cometidas. Algo que
para su marido John no le debió pasar desapercibido. Por ello tenía decidido esclarecer los hechos
antes de tomar una decisión final y para ello su esposa no debía estar presente.
(Sr. John) -. Buenos días Rose Mery! Como bien sabes, mi esposa y tú no tenéis muy
buenas relaciones, me gustaría que no fuera así y que os llevarais mejor, pero eso por el momento no parece
posible. Me ha estado dando ciertas
noticias sobre tu rendimiento, hay cosas que puedo pasarlas por alto, pero en
concreto hay una que me preocupa de ser
cierta, es lo suficiente grave como para tomar drásticas medidas, pero si
tienes una buena explicación para ello, no adoptare medidas disciplinarias,
dejando el tema con solo una llamada de atención, eso sí, si tu explicación no
me convence, me veré obligado a abrirte un expediente que ira adjunto a tus
referencias, como bien sabes, lo cual podría suponer dificultarte, encontrar
trabajo en el futuro.- Ante esas palabras tranquilizadoras del señor, Rose
Mery mostro una tenue sonrisa en sus labios, aunque lo de abrirle un expediente
no le hacía gracia alguna, una tacha en su expediente llamaría la atención a su
hermano mayor, y eso no era nada bueno para ella, pues conocía bien las consecuencias para su
trasero. Alisándose la falda con ambas
manos, sintiendo al pasarlas como aun le ardía el culo por la azotaina recibida,
escuchaba atentamente con cierta preocupación, dado que no podía evitar estar
avergonzada al ser llamada al despacho a
su edad y dada su responsabilidad en la casa, así como el estar teniendo esa
conversación. Si llegaba a oídos de su
hermano, la zurra que recibió días atrás por él, no sería nada comparada con la
que la esperaba, por ello pensaba que lo mejor era recibirla a manos del Sr.
John McDonald, que no sería tan severo como él. -. Soy
claramente consciente de tu situación,
tu trabajo se te ha multiplicado estos dos últimos meses, al tener que
encargarte de cuatro muchachas, cuando en esta casa siempre hemos tenido una o
como máximo a dos. Pero también en estos
últimos días, tu trabajo ha resultado de mucho menor responsabilidad, dado que
las chicas se han comportado como unas auténticas señoritas, no dándote trabajo extra, que te
hiciera tener que ocuparte de ellas y acumularse tus labores diarias, por ese
motivo me resulta difícil creer que te hayas visto desbordada por tus labores. Por lo tanto espero una buena
explicación… Yo mismo hace tres días, te
hice entrega de un talón como cada mes, para pagar a nuestros proveedores, tal
y como suelo hacer cada fin de mes. Pero estos proveedores ante mi sorpresa, llamaron ayer por la tarde que no se lo habían
entregado, cogiendo la llamada mi esposa Abba. Con lo cual decidieron no hacer la entrega de
los pedidos según la informaron… Con
esos caballeros ya he mantenido más que unas palabras con ellos, les he llamado
la atención por tomarse esas libertades, al no haber efectuado la entrega… Pero…ejem… ejem… tras escucharles hablar, han sido ellos quienes me han reprochado a mí,
el no hacer efectivo el pago del talón.
Esa empresa nos ha atendido muy bien durante años, haciéndolo siempre
puntual y efectuando muy bien sus servicios.
Pero ha resultado ser, que no ha
sido únicamente este mes! Según me han informado… El mes anterior tampoco se les entrego dicho
talón a su debido tiempo, y a pesar de sus estrictas directrices en caso de
impago, nos atendieron haciendo la
entrega del pedido. El pago se les hizo,
eso sí es cierto… pero con tres días de demora, me han solicitado pagar intereses
por esa demora, dado que esta en las cláusulas del contrato estipuladas, no
tenían intención de cobrármelas, pero en vista de mis palabras acusadoras hacia
la empresa distribuidora, han decidido cobrarme esos intereses. El dinero no me importa, pero el que me hayan
reprochado mi forma de expresarme para con ellos, es algo que me ha disgustado
en extremo, mejor dicho no me ha gustado
nada en absoluto su tono empleado. Me
has hecho quedar como un inepto, algo que no te voy a tolerar de ninguna de las
maneras, a no ser… claro esta! Que tu
explicación al respecto sea convincente… de hecho debe ser muy convincente… De
lo contrario te aguarda un severo castigo, utilizando un instrumento acorde a
mi malestar, me has hecho quedar muy mal con esa empresa y espero de ti una
clara respuesta… Y… Bien!!! Estoy aguardando una clara aclaración? Tienes una explicación para ello? No es
así? … Es que… No me vas a responder? …-.
Rose Mery se daba perfecta cuenta que estaba en serios problemas, deseaba
por un lado tener alguna excusa creíble, pero tenía la mente en blanco a pesar
de ser inocente de esas acusaciones, pues el talón había desaparecido del cajón
en donde lo había guardado, no siendo la
primera vez de esa extraña desaparición, sobre todo teniendo en cuenta que
solamente los McDonald y ella misma tenían la llave de dicho cajón, ya que como el señor había comentado, el mes
anterior también sucedió esa desaparición. Sintiendo como un nudo en el
estómago y el tener la garganta tan seca
que la impedía hablar, viéndose claramente sin argumentos para defenderse, se
temía que cumpliera su amenaza de propinarle
un severo castigo, pero no se atrevía a abrir la boca por si empeoraba su
situación, por ello avergonzada bajo su mirada al suelo, ese acto no dejaba
lugar a dudas sobre su culpabilidad, con lo cual el Sr. McDonald anuncio... -.
Inclínate sobre la mesa! … Levántate la falda y bájate las
bragas!!! Este problema es de una
gravedad extrema… Y por ello requiere circunstancias especiales. Paul! Has
venido a nuestra casa de visita, para informar a tus hermanas del estado de tu
esposa, pero seguramente estarás tan indignado como yo mismo, creo que si
alguien debe ocuparse de aplicar un correctivo a tu hermana Rose Mery, debes de
ser tú! Ya que estas aquí! Puedes intervenir cuando lo desees oportuno,
como me imagino estos hechos te habrán asombrado tanto como a mí mismo, hazte cargo tú mismo de tu hermana… Tienes vía
libre para actuar como mejor consideres…
A Rose Mery le cambio su semblante de golpe,
al escuchar el nombre de su hermano mayor, se giró hacia atrás buscándole con
la mirada, al verlo tras ella sentado al fondo en las sombras, observando cómo
se levantaba de la silla al otro extremo
del despacho, viéndolo en la penumbra acercarse con una vara en su mano
derecha, Rose Mery deseaba poder justificarse defendiéndose de esa falsa
acusación, pero viendo a su hermano blandir la vara en el aire haciéndola
silbar, sus palabras eran inentendibles al enredársele la lengua, saliendo de
sus labios solamente susurros inaudibles…
…
La Ama de llaves se hallaba muy adolorida, acababa
de ser castigada por su hermano mayor
Paul, tan solo hacía unos pocos minutos antes de salir de la casa, aun iba
secándose las lágrimas de sus ojos, el Sr. John McDonald había cumplido su
amenaza de aplicarle un severo correctivo, algo que le resultaba muy obvio a
Rose Mery, dado que al más mínimo roce de sus bragas al andar, le provocaban serias
molestias con cientos de pinchacitos muy molestos, las secuelas producidas por la vara la atormentaban, haciéndola dar
pasos con gran dificultad por el dolor tan intenso, olvidando por ello la
compostura como Ama de llaves, la vergüenza que le hiciera pasar la Sra. Abba
en su habitación, al supervisarle la humedad de su entrepierna sobre el
fondillo de sus bragas, maldiciéndola por hacerle días atrás el ponerse esas
bragas tan ajustadas, las cuales en esos momentos la hacían sentirse agobiada, por
las molestias al estar muy adolorida tras el castigo, ese roce se acentuaba en su
dolor a cada paso que daba, siendo las bragas de algodón de talle alto, ajustadas a
su cintura, que al tener el culo muy inflamado e hinchado tras el correctivo, las bragas le apretaban sintiéndolas
muy prietas, sobre todo las perneras en sus muslos por el elástico, la mortificaba en la parte baja de sus nalgas,
como si le estuvieran dando pequeños mordisquitos a cada paso que daba. La ropa
interior era similar a las que usaban la
chicas, ella misma las conocía muy bien, la razón de ser ella la responsable de
vestir y desvestir a las chicas, tenía el conocimiento que la propia Sra. Abba
también las utilizaba, pero en su caso era por deseo expreso de su marido, al
ser un declarado fetichista de esa prenda en concreto.
…
El
matrimonio McDonald había decidido premiar el buen comportamiento, de las
cuatro chicas spankee´s dados sus últimos días, habían pensado que esa buena
conducta era merecedora de un premio, llevándolas a un importante centro comercial
del centro de la ciudad, aunque para ellas su mejor premio de ese día, fue el permitirles vestirse ellas mismas como desearan hacerlo. Las
chicas se vistieron con pantalones “Jeans”, quizás por estar cansadas por usar
siempre faldas cortas, mostrando la parte baja de sus bragas para su vergüenza,
así como el vestir diariamente la ropa
elegida por la Sra. Stuart, como si fueran unas chiquillas, en vez de hacerlo
como mujeres adultas, aunque eso no les desagradaba a todas, sobre todo a
Soraya y Marisa a ellas dos les apasionaba su rol, pero habían decidido unánimemente ponerse unos
pantalones tejanos ajustados, por lo que las chicas iban muy contentas saliendo de la casa, algo a destacar de ellas,
era apreciar lo atractivas que estaban con sus pantalones ajustados, marcando
en especial sus preciosos traseros,
destacando el trasero de Carmen al ser la más robusta de las cuatro, pero aun
así no menos atractivo por su excitante redondez.
La primera de las chicas en salir por la
puerta hacia el parking, fue Marisa seguida de cerca por los McDonald, salían del ascensor en el vestíbulo del sótano por la puerta hacia el
parking, la Sra. Stuart ya se encontraba frente al vehículo monovolumen, siendo
la primera en subir al vehículo, nada más escuchar el “Clic” de abrirse las
puertas al accionar el mando a distancia por el Sr. John. Marisa se subía poco después haciéndolo detrás
de la Sra. Stuart, entre la penumbra de la luz del parking, la leve brisa de
aire causo el revuelo de la falda de la Sra. Stuart, con el cual dejo entrever la
parte baja de sus bragas, la pequeña Marisa le pareció ver unas marcas en sus
muslos, pero no tuvo tiempo de ver más al no estar pendiente de ello, al
sentarse en su asiento trasero miraba hacia atrás hacia la Sra. Stuart, la cual
se había sentado en los asientos traseros, de las dos filas de asientos del
vehículo monovolumen, Marisa tomo el asiento delante de la Ama de Llaves, al
lado de ella se sentó Anna la hija de la cocinera, poco después se sentaban al
lado de Marisa, Carmen, y Dae Shung, mientras delante iba el Sr. John
conduciendo, a su lado Soraya, en medio entre su papá y su mamá.
Durante el trayecto, las chicas iban
parloteando alegremente entre ellas, mientras en el asiento trasero, Anna
atenta a los comentarios de las muchachas, a su lado con la mirada perdida de
la Sra. Stuart contemplaba el horizonte, en su mente aun tenia grabadas las imágenes,
viéndose así misma inclinada sobre la mesa del despacho, sintiendo como su
corta falda plisada, dejaba entrever expuestas a las miradas, el fondillo humedecido, así como el elástico
de las perneras de sus bragas, permaneciendo visible sobre todo la parte baja
de sus nalgas, levemente cubiertas por las braguitas de algodón con dibujos de
margaritas, durante unos segundos se sintió avergonzada al mostrar su ropa
íntima, al quedar visible ante dos hombres, lo peor para ella fue, que uno
ellos fuese su hermano mayor.
El que quedara visible su prenda íntima ante el Sr. John McDonald, no la avergonzaba
necesariamente, sobre todo tras lo sucedido en los últimos dos meses, en los
cuales había permanecido echada sobre su regazo boca abajo, recibiendo varias
azotainas con el trasero desnudo como si fuese una chiquilla. Desde que la pequeña Soraya llego a la casa,
la Sra. Stuart se había visto en situaciones apuradas, despertando en su fuero
interior su instinto más oculto, despertando en ella a la spankee que llevaba
en su mente. Sintió una leve brisa en sus nalgas, al pasar alguien tras ella,
pocos segundos después vio que era el Sr. McDonald, el cual tomaba asiento en
su sillón tras su mesa, mirándola al rostro procedió a sujetarla por los
brazos, agarrándoselos a la altura de las muñecas, instante que sintió un
sonido seco a su derecha junto a ella, la curiosidad la hizo mirar girando la
cabeza a su derecha, observando aterrada el objeto que había provocado aquel sonido,
era un gruesa vara de avellano verde, el instrumento predilecto de su hermano
Paul. Segundos después sentía como unas
manos le levantaban la corta falda plisada ondulada, sintiendo como esas manos se
la sujetaba en la pretina en su cintura, así como instantes después unos fríos
dedos se introducían bajo el elástico de sus bragas en la cintura, sintiendo
cómo se las bajaba al notar la fría brisa en sus sonrosadas nalgas, al igual que el roce de sus bragas al deslizarse por
sus muslos, sintiéndolas como se las bajaba hasta por debajo de las rodillas, y
como estas por su propio peso caían a sus tobillos. Lo siguiente que sintió,
fue un fuerte dolor intenso que le cruzaba horizontalmente sus nalgas, su “Ayee” de dolor se hubiera
podido escuchar por toda la casa, pero por fortuna para ella, sabía que no la
podrían escuchar, al ser conocedora que el despacho estaba insonorizado, seguramente
solamente la Sra. Abba que debía de aguardar al otro lado de la puerta,
imaginando lo satisfecha que debería de estar escuchándola aullar de dolor,
sería la única testigo que podría
escuchar sus aullidos, los cuales precedieron a los siguientes azotes de la vara,
que al sentirlos azotarle las nalgas, Rose Mery solamente podía menar sus
caderas, o flexionar sus piernas levantándolas por el dolor producido por la
vara de avellano...
…
Carmen, Dae Shung, y Soraya se adelantaban a
los Sres. McDonald, al ser las primeras en descender del vehículo, observándolas
como entraban sin aguardar a nadie, entre risas al centro comercial. El matrimonio McDonald se quedó rezagado a
unos metros. Ellos iban en compañía de Anna,
la ayudante de cocina, quien se encargaba de empujar el carro para la compra. La Sra. Stuart aprovechando
esa circunstancia al quedarse rezagada, tras haberse apeado del monovolumen,
permaneció oculta entre otros vehículos estacionados, al permanecer entre las
sombras, al verse a solas momentáneamente, sus intenciones no eran otras que
bajarse unos centímetros la falda, estaba avergonzada por la escasez de dicha
prenda de vestir, no deseaba que miradas indiscretas pudieran verle sus
braguitas, o que por un desliz involuntario, por el vuelo de la falda plisada,
mostrara no solamente su prenda íntima, si no, que alguien pudiera percatarse del estado de
su trasero.
Ese era su peor temor en esos momentos
para ella, que a sus treinta y cuatro años, alguien pudiera ver que la habían
castigado en el culo. Creyéndose a salvo de ser observada por miradas
indiscretas, procedió a desabrocharse uno de los botones de la cinturilla, tirando
de la falda hacia abajo, logro bajársela unos centímetros. Momento que
aprovecho introduciendo las manos bajo la falda, para poder estirar el elástico
de las perneras de sus bragas, que le apretaban atormentándola la parte baja de
sus nalgas, el elástico la torturaba con serias molestias. Le hubiera salido
bien maniobra, si no fuera porque la Sra. Abba, no le había quitado ojo de
encima, desde que la vio apearse del vehículo, la observaba de cerca como si ya
esperase esa reacción en ella. Rose Mery no se percató hasta tenerla frente a
ella, acercándose le cruzo la cara con
una fuerte bofetada, luego bruscamente le subió la falda de nuevo, mientras la
observaba mirándola a los ojos muy seria, así como abrochándole el botón suelto, después introduciendo
sus manos bajo su corta falda plisada, rebusco entre el faldón de la blusa la cinturilla
de sus bragas, las cuales agarro por el elástico de la cinturilla subiéndoselas
bruscamente, un acto que hizo aullar de dolor a Rose Mery, que se tuvo
morder el labio inferior evitando que la
escucharan, o que la escuchara cualquiera de las jóvenes, ya que Marisa y Anna que se hallaban cerca no
escuchasen su protesta.
Aunque a pesar de sus intentos, no logro el
pasar desapercibida para Marisa, la
joven sintiéndose intrigada tras la fugaz visión al subir al vehículo, que le
había parecido verle unas marcas en el inicio de sus muslos, en el instante que
el revuelo de su falda dejo entrever a Marisa, viéndole fugazmente las bragas con flores de margaritas a la Sra.
Stuart, así como unas tenues sombras en sus nalgas.
Nada más descender del vehículo, Marisa
intrigada por lo que le había parecido ver, se situó en la parte trasera del
vehículo monovolumen, con la malévola intención de verle las bragas al
descender, la Sra. Stuart la vio tras asomar primero la cabeza, por ello al descender
se sujetaba el vuelo de la falda. Rose Mery vio como los señores aguardaban a
Anna, que se había separado de ellos para ir a por un carro para la compra,
disimuladamente ella se ocultó entre los vehículos estacionados. Marisa atenta no
vio como la Sra. Abba le arreglaba la falda o el cómo le subió las bragas
bruscamente haciéndola aullar, como tampoco pudo ver la bofetada que recibió en
pleno rostro. Pero el sonido de la bofetada no le pasó desapercibido, lo cual
hizo a la joven curiosa, poner más atención al presenciar, viendo el rostro
contraído de la Sra. Stuart y el ver el rostro de su mamá enfadada, algo
que le causo mayor intriga.
Minutos después una vez dentro del centro
comercial, el grupo de las muchachas se había desperdigado por los pasillos, Marisa
intrigada la seguía de cerca con relativa prudencia, fue en esos momentos cuando
se percató del porque iba tan seria la Sra. Stuart, sus andares no le
resultaban nada extraños, haciendo que la joven Marisa no la perdiera de vista,
la cual no tardó mucho en percatarse de los sospechosos motivos de aquellos
andares, pues ya los había visto otras veces esos mismos andares, en su nueva
amiga Carmen, en su propia y nueva hermana Soraya o en la propia Dae Shung, e incluso ella misma había andado de esa forma no hacía
muchos días, tras haber recibido una buena azotaina en el trasero. Aunque las dudas la embargaban por el puesto
que ocupaba en la casa, jamás hubiera sospechado que a la Sra. Stuart la pudieran
castigar como una más de ellas, pero dado sus movimientos se iban confirmando
sus sospechas.
Marisa desconocía por completo a su
llegada a la casa, que la Sra. Stuart estaba bajo la tutela de los McDonald, no
solamente como sus señores, si no, también como sus tutores. Marisa
no podía creer, lo que su mente imaginaba del “Ama de Llaves, siendo la máxima
autoridad en la casa después de los Sres. McDonald. Sobre todo por ejercer una
gran autoridad en la casa, teniendo como unos de sus deberes, ocuparse tanto de
ella, como de Soraya, así como también con sus dos compañeras de habitación. En
sus obligaciones estaba fijada todos los
días de la semana el asearlas, vestirlas y las zurraba con azotainas, cuando no
la obedecían o ella juzgaba necesario el castigarlas. No se podía imaginar ni por asomo, que pudieran serle aplicados
correctivos. Se había situado a varios metros detrás de ella…. Lo que
le hizo llegar a pensar que hubiera sido castigada recientemente, ese hecho
mantenía a la joven aún más intrigada, dadas sus conclusiones que ella misma se
había hecho, al observar sus sospechosos andares.
En un momento dado Marisa, como la propia
Sra. Stuart, se distanciaron más del
grupo, los McDonald se habían quedado rezagados unos pasillos atrás mirando
unos productos, con lo cual la Sra. Stuart se había separado de ellos, tras haberse separado unos tres pasillos de los McDonald, creyéndose a solas
en ese momento y fuera del alcance de sus miradas. La pequeña Marisa en cambio no la perdía de
vista, observando manteniéndose oculta
tras un expositor, espiando asomando solamente la cabeza por la esquina. En ese momento observo como la Sra. Stuart
miraba en todas direcciones, al ver que no había nadie cerca, se llevó sus
manos cada una a un lateral, introduciéndolas bajo su corta falda alzándosela,
Marisa quedo boquiabierta al verle las bragas, aunque estaba la Sra. Stuart de
costado, Marisa no le veía el trasero, observando como manteniéndose la falda
alzada la Sra. Stuart, solo le vio las bragas de costado, viendo que las llevaba muy tensas apretándole los
muslos, marcándole las nalgas por el ajustado elástico, observando cómo se introducía sus dedos bajo el elástico de las perneras de
las bragas, las fue estirando lentamente
bajándoselas unos centímetros para así aflojar la presión, momento que la Sra.
Stuart se giró un poco a la izquierda, quedando la parte baja de sus bragas expuestas al girarse
un poco, en ese preciso instante Marisa tenia plena visión del trasero de la
Ama de Llaves.
Marisa se quedó boquiabierta del asombro, se
llevó la mano derecha a los labios para ahogar su suspiro de asombro, acababa
de verle la parte baja de las nalgas a la Sra. Stuart, quedándose entre
aterrada y asombrada, al ver como llevaba el culo de marcado por la vara, pues
los trazos de las líneas eran inequívocas, su suspiro fue debido al verle unos
feos verdugones morados, los cuales sobresalían bajo el elástico de las
perneras de sus bragas, marcándole así
el inicio de los muslos. Ya no tenía
duda alguna que había sido castigada, ahora además de su sorpresa, lo que la intrigaba
más a la joven, era que tipo de vara podía causar semejantes marcas en el culo.
Ya que hacía un mes atrás prácticamente, había visto a Dae Shung con el culo
marcado por la vara, y estaba muy lejos de parecerse al de la Sra. Stuart.
Marisa
decidió ocultarse entre las sombras para no ser descubierta, no deseaba que la
Sra. Stuart la pudiera descubrir espiándola de nuevo, ya la había descubierto infraganti
en una ocasión, y fue castigada en el piso de Soraya, igual que lo fue también
Sonia, aunque ella no llegase a ver como la Sra. Stuart castigaba a Sonia, si
la pudo escuchar llorar sin control, al recordarlo Marisa decidió volver sobre
sus pasos. Pero en ese instante una mano se posó sobre su hombro, haciéndola
que se sobresaltase por el peso de la mano, volteando la cabeza para mirar tras
ella, se quedó helada al ver a su Papá,… aterrada se esperaba lo peor…
(Sr. John) -. Está muy feo
espiar a las personas mayores… Deberías recordar lo que ocurrió la última vez!
(Marisa) -. Yo no pretendía…espiar…
(Sr. John) -. Si estuviéramos en casa, te pondría ahora
mismo sobre mis rodillas, te bajaría esos pantalones y las bragas, te aseguro
que no ibas a poder sentarte en una semana!
Pero te salvas porque no estamos en casa, y lo que hayas podido ver no
es de tu incumbencia, entendido?
(Marisa) -. Yo no quería
espiar... Pero es que no comprendo…
(Sr. John) -. Que es lo que no comprendes, Pequeña?
(Marisa) -. Me ha parecido ver… que han castigado… a la
Sra. Stuart?
(Sr. John) -. La Sra. Stuart es
una mujer que tiene responsabilidades, y si comete un error debe afrontar los
hechos. En su caso no la imposibilita el tener que aceptar las consecuencias si
comete errores, aunque repito que eso no
es de tu incumbencia!!!
(Marisa) -. Creía que una
spanker no puede ser castigada?
(Sr. John) -. Bueno… eso no
totalmente cierto! Es algo que resulta
relativo, depende de las circunstancias de la vida en sí misma, para tu
curiosidad, una mujer puede ser Switch: La
palabra “switch”, en la jerga spanka, define a aquellas personas que pueden
adoptar el rol de spankers o spankee´s según la situación, o su estado de ánimo
o el/la partenaire. Supongo que esta explicación te bastara.
Mientras tanto…
Las chicas Carmen, Dae Shung y Soraya, felices y contentas al salir
al fin de la casa, tras el tiempo que llevaban sin salir de ella, iban entre
ellas riendo, jugando, bromeando, y coqueteando con los chicos que las observaban con sus
miradas, entre ellas se susurraban comparando a aquellos chicos cual era más
atractivo, al tiempo que no cesaban en sus insinuaciones con miradas picaras hacia ellos.
Marisa
mientras ellas jugaban, ella se había quedado atrás con sus tutores, aunque tras
haber hablado con su papa, ella continuaba con la misma curiosidad, pero ahora más
prudente sin acercarse a la Sra. Stuart, ya había sido descubierta por su papá,
suspirando aliviada al librarse de recibir unos azotes. Marisa se sentía observada por su papá, por
ello mantenía las distancias. La Sra. Stuart seguía distanciada, por varios
metros por delante de los McDonald. A la
joven Marisa, continuaba sin haberle pasado desapercibido el malestar de la
Sra. Stuart, la muy picara iba tras ella observando sus andares, aunque ya no
se le acercaba tanto, su forma de moverse presagiaba claramente lo dolorida que
debía de estar, cuando le era posible se
tallaba el trasero de su corta falda pasándose una mano o las dos, Marisa a
unos pasos tras ella no se le escapaba detalle alguno de sus movimientos,
sintiéndose en esos momentos algo incomoda, por la humedad que notaba en el
fondillo de sus braguitas, sentía tenerlas muy mojadas temiendo que de un
momento a otro, la pudieran ver al marcarse la humedad al traspasar la tela del
pantalón, algo que para su suerte no sucedió. La Sra. Stuart hizo ademan de agacharse para
coger un producto de un estante de abajo,
pero los pinchazos que debió sentir en el trasero, la hicieron disentir de
hacerlo, acariciándose sin ningún disimulo el trasero, pues debido a intenso
picor en su trasero, le había dejado de
importarle que la pudieran ver, sobándose con las palmas de las dos manos hacia
arriba y hacia abajo sobre la falda.
Poco después en otro de los pasillos, se
inclinó hacia adelante subiéndosele la falda al hacerlo, Marisa que la seguía
de cerca con disimulo, tras ya haberla descubierto poco antes su papá, se llevó
la mano derecha a los labios de la boca ante la sorpresa de verle de nuevo las
bragas, así como las líneas que marcaban su colorado trasero, las cuales asomaban
bajo las perneras de las bragas, Marisa continuaba divagando, tratando de deducir con
que vara la habían azotado dejando semejantes marcas, sintió como una punzada
en su entrepierna que la hizo estremecerse, se acababa de correr en las bragas
sin tocarse. La Sra. Stuart sorprendió a
la joven observándola, con el rostro contraído entre dolor y malestar por ser
espiada por la muchacha, Marisa avergonzada
se volvió hacia sus papas adoptivos aterrada por aquella mirada, encontrándose
con sus rostros sonrientes ante la
visión, al mostrarles Rose Mery su
colorado trasero, obviamente no era Marisa la única que estaba disfrutando de
la visión de Rose Mery, por ello, les había pasado desapercibido el perder de
vista a las jóvenes Carmen, Dae Shung y
Soraya que no estaban cerca de ellos yendo a varios pasillos por delante.
…
Minutos despues a unos pasillos de
distancia de los Sres. McDonald, las tres jóvenes continuaban jugando riéndose,
al ir claramente despistadas con sonoras carcajadas, agarrándose las unas a las otras jugando al
“pilla…pilla”, mirando con picardía hacia unos chicos, los cuales llevaban rato
siguiéndolas y que no les apartaban la mirada, iban tan ensimismadas en sus
escarceos, que no se percataron de un expositor situado en el centro del pasillo, este exponía una
serie de vajillas de oferta, por lo cual habían expuestos platos, soperas,
salseras todas ellas de fina cerámica, a
simple vista debían ser valiosas. Un estruendo
acompañado del sonido estridente al romperse platos… las chicas se quedaron petrificadas viendo
como caían platos y otros enseres a su alrededor, así como un sonido brusco y
seco al desplomarse el expositor, que las hizo volver a la realidad al momento,
mostrándose las tres jóvenes aterradas y muy preocupadas, aun en esos instantes no eran
conscientes de lo sucedido. Las tres
muchachas Carmen, Dae Shung y Soraya se
quedaron mudas ante el estropicio que acababan de causar, pero sus miradas de
temor entre ellas, temían las consecuencias que estaban seguras iban haberlas,
pues a los pocos segundos eran muy conscientes que estaban en serios problemas.
Enseguida aparecieron tres mujeres del
personal del centro comercial, las cuales al presenciar el estropicio llamaron
por teléfono al encargado, quedándose las tres mujeres rodeando a las tres
jóvenes, incluso dos de ellas sujetaban a las chicas amenazantes, una a Dae
Shung por un brazo y ha Soraya la sujetaban por los hombros, tras
colocarse una de las mujeres detrás de
ella, evitando así su posible huida del lugar.
Los curiosos fueron agolpándose alrededor de la zona. Más alejados tras los muchos curiosos que se
acercaron, entre ellos estaban los Sres. McDonald, que trataban de acercarse
por la curiosidad, Marisa fue quien mezclándose entre los curiosos, se pudo
adelantar hasta colocarse en primera línea viendo lo sucedido, observando a sus
tres amigas cabizbajas, las cuales no la vieron a ella. Al llegar el responsable acompañado por dos
vigilantes, dio instrucciones a las mujeres de recoger y limpiar el
desaguisado, mientras los vigilantes se llevaban a las tres escoltadas hacia
las oficinas, el encargado se reunió con
ellos una vez acabo de dar las debidas instrucciones, y haber despejado a los muchos
curiosos, para que el personal pudiera trabajar con libertad.
Los McDonald cuando lograron acercarse por la curiosidad, solamente pudieron ver el destrozo causado, vieron el
rostro de preocupación de Marisa, lo que les hizo preguntarse dónde estaban las
chicas, los curiosos comentaban que los vigilantes se habían llevado a tres
chicas jóvenes, comentarios que les dejo intrigados al saber que habían sido
tres chicas.
Pocos minutos después los McDonald
continuaban haciendo sus compras, ajenos por completo a lo sucedido, se
sobresaltaron al oír sus nombres, al ser nombrados por la megafonía del centro
comercial, tras ser citados por sus nombres el Sr. John y Abba McDonald, rogándoles que acudieran
a la oficina del director. Fue como el recibir una bofetada para a los Sres. McDonald en pleno rostro, al ser
nombrados por su nombre por megafonía, le
parecieron que todas las miradas se fijaban en ellos a su alrededor, los
clientes que se hallaban en la zona
algunos eran conocidos o amigos, por ello se apresuraron en encaminarse hacia
la salida avergonzados, dado que la oficina se encontraba en el vestíbulo del
centro comercial.
Al dirigirse hacia las cajas buscando la
salida sin compra, se cruzaron con varios clientes entre ellos había varios
conocidos de los McDonald. Marisa andaba
tras la Sra. Stuart iban a unos metros rezagados del matrimonio, Marisa
observaba como la Sra. Stuart se sujetaba el vuelo de la falda, viendo cómo se alejaban cabizbajos los
McDonald, caminando a paso raudo alejándose
abochornados hacia la oficina, teniendo que pasar por delante de varias
cajeras que conociendo los hechos, se les quedaban mirando a su paso, para
agravar más la situación de las tres jóvenes, los clientes susurraban entre
ellos lo sucedido. Al llegar a la oficina, el director ya les
aguardaba en la puerta, entrando a la oficina sin mediar palabra.
En el interior de la oficina, se
encontraban las tres chicas al fondo de la estancia, estaban de pie en la pared
del fondo, mientras uno de los vigilantes les estaba haciendo fotos y el
compañero las interrogaba por lo sucedido. Pero las chicas no respondían a
ninguna pregunta, las tres se quedaron
enmudecidas al ver a los Sres. McDonald,
los cuales que entraban en esos instantes malhumorados. Los vigilantes trataban
de averiguar lo sucedido, hablándoles en un tono elevado de voz, tratando de
asustar a las tres con sus preguntas. Como
si pudiera algo asustarlas más, que la sola presencia del matrimonio McDonald,
pues las tres sabían lo que las esperaba al llegar a casa, ese día estaban
seguras de no olvidarlo en mucho tiempo.
Una vez en el interior de la
oficina, el Matrimonio McDonald fueron
invitados a tomar asiento, frente a la mesa del despacho del director, sentándose el director tras su mesa. La Sra. Abba volviendo la cabeza hacia el
fondo donde se encontraban las chicas, las miraba claramente enfadada
observando en ellas, la angustia que se reflejaba en sus rostros de las tres
muchachas, las chicas al ver esa fría mirada no fueron capaces de mantenerla,
por lo que cabizbajas miraban hacia el suelo, las tres temían lo que se les
venía encima nada más llegar a casa.
Mientras escuchaban como el Director
comentaba con el Sr. McDonald lo sucedido, al tiempo que en la pantalla del
ordenador le mostraba las imágenes que habían captado las cámaras de seguridad,
mostrándole como habían transcurrido los hechos, en las imágenes se veía
claramente que iban jugando sin prestar atención a lo que tenían delante de
ellas. El director conversaba con el Sr. McDonald. Estuvieron dentro de la
oficina cerca de una hora, hasta que la supervisora llevo el informe con el coste
total del desaguisado.
Ya de vuelta a casa, durante el trayecto en
el habitáculo del vehículo, no se
escuchaba ni el vuelo de una mosca. Las
chicas iban todas sentadas atrás, ninguna quiso hacer el viaje camino de vuelta
sentada delante con los McDonald, como a la ida. John McDonald iba conduciendo el monovolumen,
entre él y su esposa apenas se cruzaron unas palabras escuetas, monosílabas más
que nada, su enfado era obvio para las chicas, el Sr. John varias veces lanzaba
amenaza de detener el vehículo y darles su merecido en el arcén con una buena
vara. Pero solamente eran amenazas veladas
hacia las chicas, las cuales estaban amedrentadas deseando no llegar a casa,
pues sabían lo que les aguardaba nada más entrar…
Desde que estaciono el vehículo en la
puerta, tras descender de él las chicas lo hacían sin hablar entre ellas, así
como la subida al piso en el ascensor, fueron subiendo en silencio mirándose
entre ellas, las chicas se las apreciaba muy nerviosas a todas, incluida
Marisa, alguna de ellas como Carmen se acariciaban el trasero, pasándose la
mano varias veces por el ajustado jean´s, tras el tiempo que había transcurrido
desde que entraron al despacho del director, en sus rostros había claramente
temor, observándolas detenidamente se apreciaba su angustia, pero en sus
miradas como la de Carmen y Soraya había complicidad, llevaban muchos días sin
ser castigadas y de alguna manera se les apreciaba el deseo entre aquel temor y
su angustia, sobre todo al observar como pasaban las manos por su trasero, un
gesto que no pasó desapercibido para su spanker el Sr. John McDonald.
Subiendo en el primer turno en el
ascensor, la Sra. Abba, la Sra. Stuart, con Carmen y Dae Shung. En el segundo
turno subieron Soraya, el Sr. John
McDonald, Anna y Marisa. Mientras subían
ellos, en el rellano aguardaban la Sra. Abba, Carmen y Dae Shung con la Sra. Stuart frente a
ellas, esperaban a que subieran el resto
en el ascensor, las tres jóvenes se
miraban la punta de los zapatos, tratando de no mirarle a la cara al Sr.
John. Mientras tanto él las observaba lo
nerviosas que estaban, viendo como una u otra se pasaba una mano acariciándose
el trasero, aunque solamente Soraya se acariciaba el culo con sus dos manos, temiéndose claramente la que les esperaba al
traspasar aquella puerta aun cerrada. Nada
más cerrarse la puerta del ascensor, Soraya viendo como mamá iba a por ella, en su
rostro vio claramente sus intenciones, por ello se refugió tras su papa para
evitar que la agarrase.
(Sr. John) -. Abba!!! Aquí no! Este no es el lugar adecuado, Si has podido esperar hasta llegar a casa,
puedes esperar un poco más a que entremos en ella, no montemos una escena para
los vecinos!!! -. El Sr, John abrió la puerta, dirigiendo unas palabras a
Anna. -. Tu Anna puedes volver a la
cocina con tu madre! Vosotras cuatro a vuestra habitación de inmediato! Esperadnos
a que vuestra madre y yo vayamos a hablar con vosotras tres!!! Sra. Stuart!
tenemos que hablar con usted! Vamos a su
Habitación, Abba cariño, nos acompañas?
Las cuatro chicas nada más abrirse la puerta
de la entrada, se dirigieron a su habitación rápidamente sin mirar atrás,
escuchando a sus espaldas como se cerraba la puerta, nada más entrar en ella
cerraron la puerta de su habitación, por lo que no les vieron pasar al
matrimonio detrás de la Sra. Stuart entrar a la habitación de esta. Una vez en el interior la Sra. Abba se sentó
sobre la cama, en su rostro se reflejaba incomprensión, dado que desconocía que
hacían en la habitación de Rose Mery, las culpables de la travesura en el
centro comercial estaban en otra habitación, no comprendía porque su marido la
había hecho entrar a la de Rose Mery.
(Sr. John) -. Abba!
Si te estas preguntando por qué estamos en esta habitación, y no estamos
castigando a las niñas, es por una razón obvia!
Rose Mery sabe perfectamente que como Ama de Llaves, debe guardar la compostura en todo momento. Pero sobre todo, porque usted debía
encargarse de controlar a las chicas, si hubiera hecho su trabajo, no
estaríamos en esta situación! Ahora que estamos solos sin las chicas, podemos
dejarnos de protocolos, y ser claros! El
que te duela el culo! no es una excusa! Como la profesional que eres, debes saber
comportarte ante las chicas, tu comportamiento en el centro comercial esta
mañana, es algo totalmente inexcusable, en vez de estar con las chicas
controlándolas… Te has apartado de ellas, solamente con la ingenua intención de
arreglarte las bragas, cuando anteriormente mi esposa te habia llamado la
atención, otro aspecto de una conducta intolerable de su parte, la verdad es
que ninguna de vosotras ha estado en el lugar que os corresponde! De hecho Rose
Mery, solamente te ha faltado bajarte las bragas e ir sin ellas por el centro
mostrando a todos como llevas el culo de colorado y marcado por la vara de
avellano!!! Marisa iba todo el tiempo
detrás de ti, intrigada por tu comportamiento desde el parking, tratando de
verte el trasero, sobre todo por no haber tenido la responsabilidad que debe
tener una Institutriz, en este mundo hay que mantener la discreción, no se
puede ir dando la nota de esa manera ante las chicas! .- Mientras estaba
regañando la conducta de Rose Mery, John se había dirigido hacia el rincón,
hacia un pequeño sillón acolchado, colocándolo en el centro de la habitación
con el respaldo hacia la cama, con lo que quedaba situado el asiento hacia la
pared. -. Rose Mery inclínate sobre el
respaldo de este sillón… No sonrías tanto,
Abba!! Tu comportamiento en parking, no
ha sido mucho mejor que el de Rose Mery! Como se te ha ocurrido abofetearla
ante las chicas? Aparte de que no tengo nada
claro aún, cómo ha sido posible que a los proveedores, les hayas pagado tu este
mes y también el anterior, sobre todo teniendo en cuenta que esa labor no es la
tuya, al igual que no me explico cómo podías saber dónde guarda el talón Rose
Mery!!! Esta mañana estaba tan enfadado
con ella, que no me he parado a pensar en ello, pero ahora comprendo tu
insistencia de ayer noche, en tener que
castigarla esta mañana. La zurra que ha
recibido ella!!! No es nada comparada
con la que te espera a ti!!! A ella se
la ha propinado Paul, da la coincidencia que espero que venga a recoger a sus
hermanas y sobrinas dentro de poco tiempo, cuando llegue se encargara él de ti
también, la vara de avellano ha quedado sobre la mesa de mi despacho!!! Viendo como le ha dejado el trasero a su
hermana, no me extraña que le guste tanto utilizar ese instrumento, le ha
dejado un culo precioso…
Mientras hablaba con su esposa Abba, Rose
Mery se había inclinado sobre el respaldo del pequeño sillón, quedando su
trasero expuesto en alto, la falda plisada al ser ligera se le había deslizado por si sola sobre
su espalda, dejando al descubierto su trasero cubierto por las bragas blancas
con dibujos de margaritas. Ella misma inclinada sobre el respaldo, llevándose
las manos a su cintura iba a proceder a bajarse las bragas, pero el Sr. John la
detuvo en el último momento.
(Sr. John) -. No será necesario que te bajes las
bragas! Veo que Abba sabe muy bien lo
que me gusta. Me encantan esas bragas blancas que llevas puestas, sobre todo
con esos coquetos dibujos de margaritas con sus pequeños tallos verdes, como sus
pétalos blancos, destacan alrededor de él polen amarillo en el centro, estas divina
con ellas! Por otro lado, en el estado
que tienes el culo, no creo que te vayan a proteger.
Colocándose el Sr. John mientras hablaba a su izquierda, se desabrocho
la hebilla del cinturón extrayéndolo de las presillas del pantalón. Rose Mery mirando hacia su izquierda bajo su
brazo, pudo ver como acababa de extraerlo deslizándolo por las presillas, como
levantando su brazo en alto, unió ambos extremos del cinturón ayudándose de la
mano izquierda, al igual que vio como lo doblaba a la mitad, Rose Mery le
observaba aterrada, como se lo enrollaba alrededor de su mano derecha
acortándolo, manteniéndolo firmemente
sujeto en su mano, miraba horrorizada la anchura del cinturón de cuero marrón,
como de unos ocho centímetros, al igual que vio cómo se mantenía casi rígido,
estando inerte en su mano por el peso del cinturón, con un grosor de cerca de 5 milímetros, que al estar
doblado a la mitad eran de d.... Rose
Mery no era la primera vez que lo iba a sentir en su trasero, por ello conocía
muy bien sus efectos, cuando lo vio desaparecer de su vista supo que en breve
caería sobre su trasero, siendo como un auto reflejo el hecho de cerrar los
ojos, antes de sentir la quemazón del cinturón atravesar sus nalgas. Tal y como se temía resulto muy doloroso, el
primer azote en su trasero, a pesar de tener las bragas puestas lo sintió como
si no las llevara, tenía el trasero muy adolorido por lo tanto, al sentir el
fuerte ardor abrasador en su trasero, sus lágrimas no se hicieron de rogar,
deslizándose por las enrojecidas mejillas de sus pómulos, no podía retener las
lágrimas dado el intenso ardor que le producían los azotes, ya que estos iban
cayendo una y otra vez sin apenas una leve pausa de unos segundos muy breves, a
los veinticinco o quizás treinta azotes perdió la cuenta de los que llevaba
recibidos, ya que en esos momentos era tal el ardor y el fuego tan intenso que
lloraba desconsolada en silencio.
Llevaba varios minutos recibiendo la zurra, al cesar los azotes permaneció inclinada sollozando, cuando escucho la orden
del Sr. McDonald, se reincorporo poniéndose en pie sobándose con las dos manos
el culo, al mirar en derredor suyo buscando con su mirada a los Sres. No los vio en la habitación, comprobando que estaba ella
sola. Al poco rato pudo escuchar de
nuevo el sonido del cinturón, pero el sonido venia de la habitación contigua,
el Sr. John McDonald estaba castigando a una de las chicas, ya que podía
escucharla de fondo aullar de dolor a cada azote que recibía.
Rose Mery al haberse quedado a solas, se
acostó sobre la cama haciéndolo del costado derecho, aun con lágrimas
descendiendo por sus coloradas mejillas de su rostro, estaba avergonzada por lo
sucedido en este funesto día, se acurruco en la cama mientras se seguían
escuchando los lamentos, reconoció enseguida que se trataba de Carmen, quien
estaba siendo castigada, ella misma la había castigado en varias ocasiones, por
ello la reconoció por sus lamentos o “Ayees” con los azotes del cinturón. Rose Mery se acariciaba con suavidad el
trasero, notándolo bastante hinchado al pasarse con suavidad, la mano izquierda
sobre las bragas. Al bajar la mano
sobándose el culo sobre su prenda íntima, llego a acariciarse el sexo a través
del fondillo de sus bragas, notándose así misma muy mojada, humedeciendo las yemas de sus dedos de la
mano, sin casi darse cuenta de ello, se podría decir que instintivamente su
mano derecha, se introducía bajo la cinturilla de sus braguitas bajando a su
entrepierna, acariciándose el sexo lentamente
mientras escuchaba gimotear a otra de las muchachas, en breves segundos
era ella quien se escuchaba gemir de placer así misma, al tener un orgasmo muy intenso,
mientras su mano izquierda se acariciaba el ardiente trasero sintiendo el calor
que despedía a través de las bragas, en ese mismo instante se abrió la puerta,
entrando lanzando improperios la Sra. Abba que acababa de sorprenderla
masturbándose.
(Sra. Abba) -.
Habrase visto!!! Es que no tienes ni una pizca de vergüenza
alguna!!! Con la zurra que te acaban de
dar!!! Serás cochina… Que las niñas lo hagan tiene un pase, son adolescentes,
siendo lógico que exploren su cuerpo!
Pero toda una mujer madura como tú!!
Es una vergüenza!!! Ya te voy a
enseñar!!! Cochina!!!
Masturbándote!!! Ahora vas
aprender a respetar esta casa!!! Te voy
a dar tal azotaina que vas a recordar en mucho tiempo!!! Se te van a quitar las
ganas de volver a tocarte en esta casa!!!
La Sra. Abba agarro a Rose Mery por la
muñeca izquierda, tirando de ella bruscamente obligándola a levantarse de la cama, al
estirar del brazo hizo que Rose Mery
sintiera cientos de pinchacitos en las doloridas nalgas, al tener que posar su inflamado trasero sobre
la cama al quedar sentada, acción que la hizo aullar de dolor al sentir su
propio peso sobre su dolorido trasero. Un nuevo tirón del brazo la obligo a ponerse
en pie, viéndose así misma tastabillando para conservar el equilibrio,
prácticamente estuvo a punto de caerse al suelo, pero en donde cayó de bruces
fue sobre las rodillas boca abajo de la Sra. Abba, quien había tomado asiento
en el pequeño sillón, el cual aún permanecía donde el Sr. McDonald le había
propinado la severa zurra con el cinturón, la brusquedad provoco que su corta falda plisada
se le subiera por sí sola,
sintiendo el roce de las bragas deslizarse por sus inflamadas nalgas, al
bajárselas hasta las rodillas, comenzando acto seguido a darle una azotaina
con la mano derecha, los azotes caían seguidos e implacables los cuales
rápidamente los sintió arder intensamente en su trasero muy sensible.
En la habitación contigua en esos
momentos, el Sr. John McDonald se estaba ocupando de su hija mayor Soraya, en
la misma posición que momentos antes había castigado a Dae Shung y Carmen,
habiendo apoyado su pierna izquierda sobre la cama, flexionando su rodilla
izquierda sobre la cual, fue colocándolas boca abajo sobre su muslo,
manteniéndolas en volandas colgando medio cuerpo sobre la cama, con el trasero
en alto aun cubierto por sus ajustados
pantalones. Al escuchar el escándalo en la habitación contigua, deposito
en el suelo a Soraya que se acariciaba el trasero, haciéndolo con las dos manos
sobre su trasero ardiente. Colocándose
de cara a la pared al igual que se hallaban Dae Shung y Carmen, mientras la
pequeña Marisa sentada sobre la cama de Dae Shung, había estado observando como
recibían la zurra con el cinturón, y como iban acercándose una a una cuando
eran llamadas por el Sr. John, ocupándose el mismo de izarlas echándolas boca abajo sobre su muslo
izquierdo, viendo como sus amigas pataleaban con sus piernas o como se agitaban
sus brazos colgando hacia la cama.
John McDonald salió precipitadamente de la
habitación de las chicas, entrando en la de Rose Mery, encontrándose a su
esposa la cual mantenía boca abajo sobre sus rodillas a Rose Mery, con las
bragas bajadas a la altura de las rodillas. Estaba recibiendo una fuerte azotaina,
desde el umbral de la puerta al entrar, solamente podía ver las piernas
flexionadas apoyando la punta de sus zapatos en el suelo, y el rostro de Rose
Mery su Ama de Llaves, como apretaba los parpados de los ojos con fuerza a cada
azote que recibía, al igual que veía a
su esposa de espaldas a él, así como su brazo derecho subía y bajaba rápidamente,
resonando en el culo desnudo los
azotes. Mirando hacia su derecha tras
entrar, vio sobre la cómoda el viejo cepillo de madera, cogiéndolo en su mano
derecha se acercó hacia su esposa Abba, rodeándola pasando frente al rostro de
Rose Mery, haciendo levantar a Rose Mery de su regazo, al estar en pie le
asesto dos, tres y cuatro azotes con el cepillo, Rose Mery aullando se retiró hacia
atrás aullando de dolor, quien al tener las bragas bajadas tastabillo con sus
propias piernas, cayendo sentada al suelo de espaldas sobre su inflamado y
dolorido culo al tener las piernas trabadas por sus bragas, mientras que el Sr.
John McDonald obligaba a su esposa a levantarse del sillón, al tiempo que
ocupaba su lugar sentándose en el sillón, cruzando a su esposa sobre sus
rodillas colocándola boca abajo levantándole la falda.
(Sr. John) -. Es que no piensas
obedecer nunca!!! Ya te lo advertí, que
no tenías autorización para castigar a
Rose Mery temporalmente!!! Ya que no obedeces por las buenas, lo harás por las
malas!!! .- Mientras le llamaba la atención a su esposa, el cepillo ya estaba
cayendo con fuerza sobre el trasero de Abba, quien aún conservaba las bragas
blancas con dibujos de margaritas puestas, dando la coincidencia que Rose Mery
llevaba unas iguales, la cual aún estaba sentada en el suelo, viendo como el
cepillo de madera caía una y otra vez con fuerza sobre el trasero de la Sra. Abba, que aullaba de dolor por los
azotes que estaba recibiendo, que ya sonrosaban bajo las perneras su trasero,
la parte baja de sus glúteos que no cubrían sus bragas, la zona que el Sr. John
había centrado como referencia en sus azotes, buen conocedor que esa zona es la
más sensible al dolor, mientras ella vociferaba que hacia lo correcto…
(Sra. Abba) -. La muy cochina se
estaba masturbando…”Auu”… echada sobre la cama,…”Ayee” se merece una buena azotaina,… por eso se la
estaba dando… “Ayee!”… “Ayee!”
(Sr. John) -. Pues debías de haberme avisado de ello! Ya
habría venido yo a calentarle el culo a esta desvergonzada!!! Por desobedecerme ahora serás tú!!! Quien reciba una buena azotaina!!!
El Sr. John azotaba con fuerza el trasero
de su esposa… empleándose a fondo en hacer menear las caderas de ella, ante el
ritmo rápido de los azotes que caían sin pausa.
Tras unos largos minutos, el marido
le bajo las bragas de Abba hasta las rodillas, cesando apenas unos segundos los azotes, para
bajárselas y continuar zurrándola en el culo con fuerza, la cual se retorcía
meneando su trasero a pesar de permanecer bien sujeta. Durante diez, quince minutos estuvo
propinándole una azotaina a su esposa Abba quien ya tenía sus redondeces bien
coloradas…pasando a un rojo escarlata…
momento que John decidió detenerse, permitiendo a su esposa levantarse
de su regazo.
(Sr. John) -. Bien!!! Ahora quiero veros a las dos, cada
una de vosotras en un rincón cara a la pared!!!
Mientras yo mismo me encargare de cambiar de ropa a las chicas y de
darles un baño, así como de vestirlas luego!
En apenas una hora vendrá Paul a recoger a sus hermanas y sus sobrinas,
en ese momento se encargara el de ti Abba!
No te creas ni por un momento, que esta zurra que te acabo de dar, te
vaya librar… te aseguro que aprenderás la lección,… lo sucedido con los talones de pago a los proveedores, tengo
la intención de averiguar la verdad de lo sucedido!!!
John McDonald las observaba como andaban encorvadas muy doloridas, cada una se fue situando a un rincón de la
habitación, una al extremo izquierdo
y la otra al derecho, pasando Abba por
delante de John al bordear la cama para dirigirse a su rincón, mientras John
las observaba como caminaban a pasos cortos, Rose Mery trabándole los pies por
llevar sus bragas aun bajadas a la altura de sus tobillos, Abba por el
contrario las llevaba bajadas hasta las rodillas, trabándoles los tobillos a la
primera y las rodillas a la segunda, el morbo de esa escena había que añadirle
el verlas como se sobaban el culo ardiente y dolorido según andaban. John les
echo un último vistazo antes de abandonar la habitación, permaneciendo ya
colocadas cada una en su rincón correspondiente con sus faldas levantadas,
sujetas a la pretina de la cintura, mostrando sus redondos así como coloradísimos
traseros al aire.
….
(Sr. John) -. Espero que no hayan más interrupciones por
ahora! .- El Sr. John McDonald entraba en la habitación de las chicas, en
una de las camas echada boca abajo estaba Marisa, hablando con las tres chicas
entre ellas y del ardor en sus nalgas, a pesar de estar castigadas las tres
cara a la pared de pie, para Marisa era una visión entrañable, ver como sus
amigas se acariciaban su trasero debido al ardor por los azotes del cinturón recibidos,
le resultaba agradable como gracioso ver como se pasaban sus manos, por sus
traseros enfundados en sus ajustados “Jean´s” siendo una imagen encantadora,
ver como se sobaban el culo sobre la redondez de sus glúteos, a través de ellos
se apreciaba claramente las marcas del elástico de las perneras de sus
braguitas, al igual que resulto interesante observar, por cómo se estremecían
sus cuerpos al escuchar la voz grave del Sr. McDonald al entrar, sobre todo ver
a la doncella Carmen al escuchar su
nombre, mirando de reojo sobre su hombro izquierdo hacia la puerta, viendo al
Sr. John McDonald aproximarse cargando con una silla, la cual colocándola entre
el espacio libre entre la cama de Soraya y Marisa, en su rostro se reflejaba el
temor al ver que el señor de la casa, le hacía señas inequívocas con la mano,
con la palma de la mano extendida hacia arriba y replegando sus dedos cerrando
la mano varias veces, señal inequívoca sin palabra alguna, indicándole que
debía de ir hacia él quien en esos instantes tomaba asiento sobre la silla. -. Carmen! Espero por tu bien no tener que
repetírtelo de nuevo, es la hora de ajustaros las cuentas a las tres! Vuestro comportamiento no puede quedar sin
castigo!!!
Carmen con lentos pasos fue hacia él,
deteniéndose justo frente a él a apenas unos centímetros de sus piernas, el Sr.
John separando sus rodillas en un ángulo de treinta grados aproximadamente,
alargando sus brazos agarro a Carmen de sus caderas atrayéndola hacia él, entre
sus piernas comenzó a desabotonarle la blusa sacándosela por los brazos,
dejándola sobre la cama, luego soltó el botón de su cintura de los “Jean´s” bajándole
la cremallera, acto seguido introduciendo sus dedos en la cinturilla del
pantalón, se los bajo a los tobillos, quitándole las zapatillas de deporte,
acabo de sacarle los “Jean´s” poniéndolos con su blusa, Carmen en esos momentos
solamente mantenía puestas, las braguitas blancas con horteras dibujos de
flores azules, la camiseta y los cortos calcetines.
Sin mediar palabra alguna con la doncella,
la acomodo boca abajo sobre sus piernas, cayendo sobre su trasero cubierto por
sus braguitas los primeros azotes. Carmen a cada nuevo azote que recibía en
culo, gemía mas de placer que de dolor, meneando levemente sus caderas de un
lado a otro, como si sus nalgas buscaran la mano de su spanker, sus piernas
apenas las movía al sentir como caían los azotes en su trasero. Lejos de protestar por los azotes, parecía que
los estaba disfrutando de alguna forma, su sonido indicaba claramente que
debían picarle cada azote, al igual que sentía como su culo se le iba
calentando de manera progresiva, dado que cada azote le era propinado,
repartiéndolos en su redondo trasero, por lo que estaba experimentando como el
culo se le iba calentando por igual, tras diez o quince minutos de la azotaina, sentía como el calor
en su culo cubierto aun por sus braguitas, iba cada vez en aumento llegando a
arderle gratamente, su cuerpo durante la azotaina se estremeció una,… dos,…
tres… y cuatro… veces en los veinte o treinta minutos recibiendo azotes en su
culo, señales inequívocas que había tenido un orgasmo cada vez.
Marisa permanecía sonriente tumbada sobre
la cama, viendo como el cuerpo Carmen se estremecía cada pocos minutos, en esos
instantes viendo a su amiga como tenia esos orgasmos, envidiaba no estar sobre
las rodillas de su spanker y papá! Hasta
que en ese preciso instante que Marisa
se sentía claramente excitada, al ver como su amiga Carmen no cesaba de tener
un orgasmo tras otro, aunque ella no iba a ser castigada, deseaba ser ella
quien estuviera recibiendo esa azotaina,
excitación que llevo a Marisa a ladear su cuerpo hacia su derecha, para no ser
observada por su papá, soltando el botón
introdujo su mano bajo el pantalón, llevándola hacia su entrepierna
acariciándose el sexo suavemente, temiendo ser descubierta por su papá, pero al
mismo tiempo se sentía tentada a dejarse descubrir, por la excitación a la que
todo su ser la estaba llevando al clímax. Pero en ese mismo instante que sentía
como sus fluidos embardunaban sus dedos al tocarse, la azotaina que estaba
recibiendo Carmen cambio en un instante de ritmo, la fuerza empleada en
propinarle la azotaina cambio radicalmente, pasando a ser azotes más fuertes
y más vigorosos. Carmen pasó de gemir de
placer, a exclamar con algún que otro “Ayee”, pero con el paso de los minutos
paso Carmen a aullar de dolor, los azotes resonaban por toda la habitación no dejando lugar a dudas, que
ahora el Sr. John McDonald se estaba empleando a fondo en darle una buena
azotaina, el hecho momentáneo que en
esos momentos cesara unos segundos de calentarle el culo a Carmen, lo hizo
únicamente para bajarle las braguitas
hasta por debajo de las rodillas, momento que el Sr. John, se llevó su mano
derecha atrás a su propia espalda, apareciendo de nuevo con el cepillo de baño
de madera sujetado por el mango, el mismo que había utilizado momentos antes
contra su esposa Abba. Los azotes que
recibía Carmen en esos momentos, la hacían retorcerse sobre las rodillas de su
spanker, las piernas que momentos antes apenas se movían, ahora lo hacían de
manera alocada de arriba abajo, al igual que se podía ver como trataba de
separarlas para abrirlas, pero la traba de las perneras de sus bragas en sus
rodillas, se estiraban hasta no dar más de sí mismas, tensándose el fondillo de
sus braguitas, Marisa que estaba cerca apenas dos metros de distancia, veía
como el color colorado del trasero de Carmen se oscurecía poniéndose de un
color colorado más intenso, pasando poco a poco a formar una aureola de color
granate, sobre todo en la zona centro de sus nalgas formando una gran aureola.
Marisa desde su posición podía ver claramente el fondillo de las braguitas de
Carmen, cuando estas se estiraban con el tremendo agitar alocado de sus
piernas, podía ver el estado de ese fondillo muy húmedo tras los orgasmos que
había tenido, así como una leve viscosidad amarillenta de sus orgasmos, por
otro lado ahora tenía plena visión del trasero de Carmen oscurecido por la intensidad
de la azotaina, también tenía plena visión del sexo mojado de su amiga al
separar los muslos. Marisa temerosa de
ser descubierta por su cercanía a su papá, se tapó con la mano izquierda sus
labios, al sentir una oleada de calor al tener un orgasmo, sintiendo como la
embargaba un orgasmo intenso, ante tal escena al contemplar desde muy cerca la azotaina que estaba recibiendo
Carmen, Marisa al ver como permanecía echada boca abajo sobre las rodillas de
su papá, teniendo las bragas bajadas a las rodillas, viendo a su amiga como
pataleaba alocadamente, como su cabello moreno que iba de derechas a izquierdas
manteniéndose en el aire como si se
detuviera el tiempo, dado los bruscos movimientos de la cabeza de su amiga,
ante el intenso aluvión de azotes con el cepillo de madera, que azotaba sus nalgas
sin pausa alguna, con lo cual Carmen llevaba llorando hacía ya unos minutos,
por el intenso dolor con el instrumento temido por todas ellas.
Mientras Carmen era castigada con
severidad, Dae Shung y Soraya se observaban entre ellas, en sus rostros se
apreciaba claramente su temor, así como cierta angustia por lo enfadado que
estaba el Sr. McDonald, sin duda sus mentes debían de dudar cuál de ellas dos
seria la siguiente.
A los pocos instantes después de poner a
Carmen con sus pies en el suelo, el Sr. McDonald le sacaba las bragas por sus
pies, así como la camiseta de tirantes con el Bra incorporado, enviándola de un
fuerte azote en el culo al baño. Después
le llegó el turno a Dae Shung, a quien el Sr. McDonald le bajaba el pantalón
sacándoselo por los pies, luego la blusa azul celeste dejándola sobre la cama,
en instantes se vio en el regazo boca abajo recibiendo la azotaina. Al igual
que la propia Carmen, disfruto intensamente de la azotaina mientras la recibía,
mientras los azotes eran propinados con
la mano derecha de su spanker, al igual que a la propia Carmen después de tener
varios orgasmos consecutivos, el Sr. John cambio el ritmo de la azotaina, pasando
a ser mucho más severo que al inicio. Sus braguitas azules con dibujos de
frutas, le fueron bajadas hasta sus rodillas, momento que el Sr. John volvió a
utilizar el cepillo de madera, Dae Shung a los pocos azotes lloraba
desconsolada, debía de dolerle intensamente por como aullaba del dolor, su
redondo y pequeño trasero debía arderle de lo lindo, sus piernas se agitaban
con fuerza pataleando con las piernas en el aire, llegando varias veces a
entorpecer la zurra tapándose el culo con sus pies, que de nada le sirvieron,
pues el Sr. John coloco a Dae Shung sobre su muslo izquierdo, de forma que su
sexo quedaba rozándose sobre la rodilla, sujetándole las piernas a la pequeña
Dae Shung, al cruzar por encima de ellas su pierna derecha, inmovilizando por completo
la movilidad de la joven, la cual solo le restaba aullar de dolor. Cuando el Sr. John la dejo incorporarse
poniéndola en pie, se le podía apreciar en la rodilla del pantalón, la humedad del
sexo de Dae Shung, a la altura de la rodilla izquierda era destacable una mancha en su pantalón, lógicamente el
forcejeo de Dae Shung teniendo su sexo sobre la
rodilla de su spanker, al frotarse en ella había dejado la humedad de su
sexo inequívoca sobre el tejido, mojándole la rodilla del pantalón al Sr. John McDonald.
El turno le llego a la hija mayor, Soraya.
La cual no se había perdido detalle alguno de las zurras de Carmen y tan solo
hacia breves instantes la azotaina a Dae Shung.
Llegando a tener su entrepierna muy húmeda, mientras estaba disfrutando
de la visión de ambas azotainas, en su
fuero interno temía aterrorizada que le llegase su hora, sobre todo tras ver lo
mal que les había ido a sus amigas. La angustia de la espera de que le llegara
su turno, le estaba afectando tras ver como se agitaban sus dos amigas sobre el
regazo de su papá. Temblando como un
flan se aproximó hacia él, temerosa cuando le llego su turno, después de ver
cómo le bajaba las bragas a sus pies a Dae Shung, e instantes después su
camiseta de tirantes, ya que los pechos de ella eran pequeños casi
inexistentes, solo sus pezones erectos se marcaban a través de la prenda, luego
vio pasar ante ella la joven frotándose el culo con vigor, al ser enviada al
cuarto de baño con Carmen. Al igual que les sucediera a sus amigas, disfruto de
la azotaina que le administro su papá, teniendo continuos orgasmos mientras su
azotaina fue propinada con la mano, pero luego fue terrible y muy dolorosa
cuando comenzó la azotaina real con el cepillo de madera. Al finalizar dejando a Soraya incorporarse
poniéndola de pie en el suelo, se frotaba con vigor el inflamado y dolorido
trasero. Estaba tan dolorida que ni sintió cuando le fueron sacadas sus
braguitas por sus pies, o el momento de quitarle la camiseta, así como el
sujetador que llevaba debajo, dirigiéndose caminando hacia el baño dolorida, poniéndose
al lado de sus amigas que se dieron la vuelta hacia el Sr. John McDonald al
referirse a ellas tras terminar de calentarle el culo a Soraya.
Entraba en el baño acompañado, llevando
de la mano a la pequeña Marisa, quien se mostraba temerosa de que su papá
descubriera el estado al llevar el
pantalón desabrochado y la cremallera bajada. Sus peores temores se vieron
cumplidos, tras tomar asiento en un taburete el Sr. McDonald, se encargó de
bajarle los pantalones a Marisa, así como sacarle su blusa, cuando le bajo las
braguitas hasta los pies, el fondillo de estas quedo claramente visible, así
como su lamentable estado, al llevar el fondillo de sus braguitas muy mojado.
(Sr. John) -. Pequeña!
Tienes suerte que tanto tu mamá, como la Sra. Stuart no pueden ver el
estado de tus braguitas, de estar aquí cualquiera de ellas presente, a estas
alturas estarías con el culo ardiendo y colorado como un tomate maduro! Por suerte para ti! Yo no soy tan exigente o tiquismiquis en esos
temas, mientras no te sorprenda haciéndolo, no tienes nada que temer de
mí! No por el hecho de tocarte, si no,
porque una niña de tu edad para tu rol, con ocho años no está nada bien, el que
una chiquilla se toque ahí abajo! Y
vosotras! Si os preguntáis porque no he sido más severo desde el inicio, permitiéndoos
que disfrutéis de la azotaina, sencillamente es porque lo sucedido esta mañana
en el centro comercial, ha sido un hecho aislado, que lamentablemente solo ha
sido un accidente, si hubiera sido aquí en casa, lo hubiera considerado como una
travesura, en tal caso el castigo no hubiera sido tan excitante… Para finalizar
el castigo por el momento, debía ser severo con vosotras aunque me parezca un
hecho aislado, no siendo un acto provocado!!!
Pero que conste que no he terminado con vosotras tres!!!
(Continuará…)