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miércoles, octubre 22, 2025

SORAYA, MARISA… Y EL NUEVO HOGAR Capitulo 18

 

                               SORAYA, MARISA… Y EL NUEVO HOGAR          Capitulo  18

             

     Las chicas aguardaban en el salón colocadas una lado de la otra, era primera hora de la mañana  mirándose entre sí con los rostros intrigados.  No les resultaba nada extraño  verse reunidas en el salón sobre todo a la espera de ser castigadas,  si  habían cometido faltas graves, al contrario de cuando eran llamadas individualmente o por dos de ellas. Pero llevaban varios días teniendo un buen comportamiento, por extraño que pudiera parecer a cualquiera. La Sra. Abba siempre hallaba un motivo para colocarlas sobre sus rodillas, el ir desaliñados sus cabellos… llevar mal colocada la falda, calcetines caídos, entrar en una habitación sin pedir permiso...etc…  Pero solamente eran simples azotainas, severas azotainas como de costumbre en la casa, bien levantándoles la falda, o propinándoles  la azotaina sobre su ropa interior o con las braguitas bajadas a las rodillas o los tobillos, todo era posible hablando de la Sra. Abba, pero en esas situaciones eran azotainas considerablemente leves, si se podían considerar leve acabar bien doloridas, en cualquier caso siempre terminaban con sus traseros bien enrojecidos y doloridos. En cambio el Sr. McDonald solo las castigaba en casos serios, pero en los últimos días no había tenido motivos para disciplinar a ninguna de las cuatro muchachas, ni tan siquiera con Rose Mery, dado que en esos días se encontraba dispensada de sus labores, por el fallecimiento de su cuñada, por lo que estaría solo unos días fuera de casa.

    En cambio la Sra. Abba sí que tenía serios problemas para tomar asiento, aunque las muchachas ignoraban estas circunstancias, dada la discreción que mantenía el matrimonio en la intimidad de su alcoba.  Por ello esa mañana se encontraba situada frente a las muchachas en pie, observando sus coloradas mejillas de sus rostros dada la intriga.  Disfrutando al contemplarlas tan serias y preocupadas, mientras ella misma manteniendo sus manos a la espalda, podía frotarse el trasero sin ser observada.

     En sus rostros se reflejaba su gran preocupación, sobre todo en Dae Shung o la misma Carmen, se miraban entre si, extrañadas. En principio al no hallarse presente en la casa la Sra. Stuart. Esa mañana se había encargado de asearlas y el vestirlas la propia Sra. Abba, vistiéndolas con un blusa blanca, falda plisada de cintura alta con estampado de cuadros, rojos y negros, calcetines blancos por debajo de las rodillas, y zapatos tipo Merceditas de correa. De ahí parte de la intriga de Dae Shung y Carmen, al no estar ataviadas con sus uniformes de doncella habitual, las cuatro muchachas habían sido vestidas con la misma vestimenta incluida su ropa interior, las cuatro llevaban bragas blancas al ser visibles sus fondillos, debido a sus cortas faldas, siendo observadas por el Sr. McDonald al entrar al salón…

    En esos momentos entraba al salón el Sr. McDonald sonriente, al ver como las muchachas aguardaban su presencia, sentándose en el sillón frente a las muchachas, la Sra. Abba se situó detrás de él manteniéndose en pie, apoyándose en el respaldo del sillón.

(Sr. John)  -. Buenos días, chicas!   Os veo que estáis muy tensas,… podéis relajaros hoy no vais a ser castigadas, dado que no hay motivo alguno para ello.  El que haya requerido vuestra presencia en el salón, es por una sencilla razón que a partir del día de hoy, van haber cambios drásticos en esta familia. Principalmente porque en esta casa, siempre hemos tenido a una o como mucho, a dos spankee´s,  ahora sois cuatro y por ello van haber cambios necesarios para nosotros, continuaremos siendo una familia unida, en la cual está mi esposa, mis hijas adoptivas Soraya y Marisa al igual que nuestras dos doncellas Carmen y Dae Shung, y como no puede ser de otra forma, yo mismo como cabeza de familia. Por ello vais vestidas iguales, con ello deseo demostraros que ninguna de vosotras está por debajo, o por encima, las cuatro independientemente de vuestro “Rol”, para nosotros, ósea para mi esposa y yo mismo, las cuatro sois de igual valor para nosotros, sois nuestras spankee´s hasta el día que decidáis dejar de serlo.  El primer cambio a destacar es que nos mudamos a nuestro “Palacio de verano”, bueno, no es ningún Palacio, pero cuando adquirí la casa la bautizamos con ese sobrenombre. Cuando lleguemos sin duda veréis del porqué, aunque en su día hará puede unos cien años atrás, era el Palacio de un Marques creo… bueno, un noble Ingles que veraneaba en él, mi abogado me informo que se arruino por culpa de sus deudas de juego. -. En sus rostros se reflejaba cierta tranquilidad tras escuchar aquellas palabras, la única de ellas intranquila era Carmen, la cual disimuladamente se acariciaba el trasero, era la única que sentía ardor en él.-.

(Sr. John)  -.  Carmen! Está visto que no aprendes nada, por cómo te frotas el culo lo tienes bien caliente, ya deberías de saber que no es aconsejable revelarte, mi esposa no acepta de muy buen grado que se le contradiga, en vez de negarte a vestirte, podrías haberte dejado hacer sin protestar, ahora no estarías dolorida, aunque el trayecto a la nueva casa es relativamente corto, viajaras incomoda poco tiempo, en apenas cuarenta minutos llegaremos si el trafico lo permite.

        

       

    Los vehículos formados por dos camiones y un monovolumen, entraban por la puerta de la finca, dos guardias de seguridad se la abrieron al verlos llegar. Las chicas observaban por las ventanillas tratando de ver la nueva casa, pero aun tardaron cerca de cinco minutos hasta atravesar un bosque, apareció una mansión de tres plantas al fondo.   El edificio parecía sacado de una película de fantasía o de terror según para quien, tenía el aspecto de un castillo del siglo XVI.  En cada esquina de la casa había una torre de cinco plantas, entre ellas y el edificio principal que era de tres plantas, toda la construcción era de piedra se apreciaba claramente la antigüedad del edificio.

     El vehículo monovolumen se detuvo a la entrada frente la puerta principal, mientras los dos camiones iban hacia la parte trasera o entrada de servicio.  A ambos  lados de la puerta se encontraba el personal del servicio de la casa.  Un hombre bien vestido con traje y corbata fue hacia ellos a recibirles, el cual acompaño a los señores McDonald hacia el interior, tras ellos iba  Carmen, Dae Shung, Marisa y Soraya, las cuales caminaban alucinando mirando hacia todas partes, sobre todo a las cerca de veinte personas entre mujeres y hombres, aunque destacaban en número las mujeres.

(Sr. John)  -.  Buenos días, Esteban!  Como eres el mayordomo, haz las presentaciones del servicio puedo ver algunas caras nuevas!

(Sr. Esteban)  -.  Tal y como dice el Sr. McDonald, yo soy Esteban el mayordomo. Como puede ver usted mismo, la Sra. Luisa y la Sra. Pilar las cocineras son ya conocidas, Isabel, María, Elisa y Nuria son las ayudantes de cocina, que usted ya las conoce desde luego.  Las doncellas son Laura y Elisabeth son nuevas en la casa, al igual que las criadas son Conchi, Teresa, Ana, Rosa, Isa y María José, como la Finca ha permanecido inactiva, han comenzado esta semana su trabajo y los jardineros Sr. Luis como capataz el cual conoce usted, y sus ayudantes Antonio, Pedro, Manolo y Francisco, los cuales han comenzado esta semana, a la vez trabajan en la casa como parte del servicio si es necesario.

(Sr. John)  -.  Bien Esteban!  Sra. Luisa y Sra. Pilar un placer verlas de nuevo.  A todos los demás Buenos días espero que vuestro trabajo sea el esperado…  Sr. Esteban puede usted mostrar la casa, a mis hijas Soraya y Marisa, muéstresela a Carmen y Dae Shung son mis pupilas, así como Doncellas de mis hijas, también trabajaran en la casa como refuerzo. 

       Las chicas estaban en su nueva habitación en la primera planta, las cuatro se mostraban un poco malhumoradas, lo cual se reflejaba claramente en sus rostros, tras ver las habitaciones del servicio estaban defraudadas, el haber visitado las habitaciones en la planta baja de las demás chicas del servicio, las cuales todas ellas tenían habitaciones individuales, en cambio a ellas les habían asignado una habitación para las cuatro, después de visitar la casa se habían ilusionado por tener su propia habitación, por ello su enfado fue monumental al ver que a ellas, les habían dado una sola habitación para ellas con cuatro camas, dos situadas a la izquierda y dos a la derecha enfrente unas de otras.

(Sra. Abba)  -.  Se puede saber porque esas caras tan largas de enfado?  En unos minutos vendrán dos personas que se encargaran de bañaros de hoy en adelante, ahora están en el despacho de John firmando sus contratos laborales, cuando se hayan instalado vendrán hacerse cargo de vosotras, a partir de ahora la Sra. Stuart ya no tendrá esas funciones en esta casa.

(Carmen)  -.  Sra. Abba…? Después de ver las habitaciones del servicio de la casa, ellas tienen sus propias habitaciones y nosotras estamos las cuatro en una habitación comunitaria…

     En ese preciso instante entraba el Sr. John McDonald en la habitación, el cual escucho la protesta de Carmen.  El cual fue directamente hacia Carmen agarrándola de la mano, la condujo hacia una de las esquinas de la habitación done había una silla, tomando asiento en ella coloco a Carmen de pie frente a él.  Volteándola al tiempo que le levanto la falda, y agarrando con ambas manos la cinturilla de las bragas blancas, se las bajo de un tirón a los tobillos colocándola seguidamente sobre sus rodillas, su trasero colorado de color rojo intenso, no dejaron dudas que había sido castigada con el cepillo esa mañana.

(Sr. John)  -.  Así que tenemos una pequeña rebelión en la casa!!!   Alguien os había anunciado tener vuestra propia habitación? Nosotros hemos hablado en el algún momento de concederos una habitación individual?   Entonces se puede saber a qué viene este berrinche de vosotras cuatro!!!   Pues vais a conocer lo que sucede a las niñas berrinchudas!!!  Abba!  Encárgate de esas tres bajándoles las bragas!!!  Antes de calentaros el culo a las cuatro!!! Voy a dar una explicación y no volveremos hablar más de  este tema, entendido!!!

    La Sra. Abba obedeciendo a su marido les levanto las faldas sujetándoselas en la pretina, y bajándole las bragas blancas a las tres,  Soraya, Dae Shung y Marisa, en esos momentos entraban en la habitación dos señoras mayores con edades entre los cincuenta años y los cincuenta y cinco años, iban ataviadas con uniformes iguales, una blusa gris perla y con una falda tableada del mismo color, por debajo de las rodillas.

(Sr. John)  -.  Bien niñas!  Quiero presentaros a la Sra. Sophia Walker y la Sra. Cinthia Collins, a partir de este instante serán las encargadas de vosotras, serán las encargadas de bañaros, vestiros cada día, así como de todo aseo corporal de las cuatro. Como vais a comprobar por vosotras mismas en breve, más valdrá que las obedezcáis en todo lo que ordenen, vienen con muy buenas credenciales, serán como vuestras Institutrices y tienen autoridad sobre vosotras.   Ahora lo prometido es deuda!!!   Voy a explicaros por primera y última vez, por qué las otras chicas del servicio tienen habitación propia y vosotras no las tenéis!   Vosotras  Cuatro!!! Carmen, Dae Shung, Soraya y Marisa.   Sois en esta casa Spankee´s, nuestras Spankee´s!!! Comprendéis y entendéis ese punto?  Por ello compartís habitación, para teneros controladas en todo momento, en cambio las demás chicas de esta casa, solo son trabajadoras las cuales perciben un sueldo, si cometen un error en esta casa, se les abre un expediente, si la falta o error es grave son despedidas de su trabajo.  Al estar situada esta casa a varios kilómetros de la ciudad, deben pernoctar en esta casa, por ello tienen una habitación propia… Queda aclarado!!!   Ahora Señoras, Abba Sra. Sophia y Sra. Cinthia encárguense de una chica cada una…  Esto os enseñara a coger Berrinches sin motivos…!!!

    El  Sr. John agarro a Carmen quien había escuchado atentamente, se hallaba tan ensimismada que no vio venir las intenciones del Sr. John, por lo cual se vio sorprendida cuando la agarraba de la mano izquierda, aproximándola hacia él e impulsándola hacia sus piernas, dejándola caer colocándola sobre sus rodillas, momento que Carmen reacciono en ese instante, con las bragas bajadas en los tobillos, comenzando a propinarle una sonora azotaina con la mano a Carmen.  La Sra. Abba, agarro a Marisa siendo también sorprendida al estar observando a Carmen, por ello cuando sintió que la Sra. Abba la sujetaba por la muñeca de su mano izquierda, Marisa estaba embelesada, viendo como los primeros azotes caían en el trasero de Carmen, por esa circunstancia Marisa al ser jaloneada por su mamá, tropezó con sus propios pies estando a punto de caerse al suelo,  dejándose llevar fue  trastabillando hasta una de las sillas próximas, colocándola sobre las rodillas imito a su marido asestándole buenos azotes, comenzando a darle una azotaina en su culo desnudo, el cual aún tenía las marcas de la azotaina de la noche anterior.  La Sra. Cinthia Collins agarro a Dae Shung, quien al igual que Marisa estaba como aturdida observando las escenas, viendo como las bragas de Carmen le eran bajadas, al igual que ver cómo le caían los primeros azotes, luego vio hacer lo mismo con Marisa por la Sra. Abba, viendo como los fuertes azotes caían implacables en el culo de la joven Marisa.  Viéndola que se hallaba absorta observando como recibían las azotainas Carmen y Marisa, la Sra. Cinthia Collins opto por colocarla bajo su brazo,  cargándola en volandas al tiempo que le daba unos buenos azotes, dado que al levantarla al tiempo que la ponía boca abajo bajo su brazo izquierdo, la Sra. Cinthia miro en derredor suyo buscando una silla con la mirada, propinándole buenos azotes en el culo desnudo, la condujo en volandas pataleando con sus piernas al aire, dándole buenos azotes durante los metros que camino hasta llegar a la silla, entre las puertas abiertas que conducían a los dos baños, entre ambas puertas había una silla, tomando asiento deposito a Dae Shung sobre su regazo, continuando la azotaina propinando fuertes azotes en el culo enrojecido.  La Sra. Sophia Walker sin perder tiempo agarro a Soraya, conduciéndola hacia otra de las esquinas al otro extremo de la habitación, Soraya al ser agarrada por una mujer extraña para ella, trato de resistirse inclinando su cuerpo hacia atrás, tratando de retroceder provocando la reacción de la Sra. Sophia Walker, quien tirando del brazo izquierdo de Soraya hacia adelante, esta sintió en el trasero varios azotes fuertes, ante el forcejeo de Soraya, los cuales provocaron el revuelo de la falda de la Sra. Sophia Walker mostrando unas bragas negras de encaje,  sentándose en la silla colocando a Soraya sobre sus rodillas, tal como había visto hacer a sus predecesores,  Soraya ya sentía arder sus nalgas al recibir  sonoros azotes en el trasero.

      El sonido de los azotes resonaba por toda la habitación, los “Ayees” de dolor de las cuatro muchachas se escuchaban al unísono entre una y otra, al hallarse la puerta abierta de la estancia, los azotes se podían escuchar por toda la primera planta, llegando el sonido de azotes y los gimoteos de las chicas al piso inferior.  Uno de los muchachos ayudantes del capataz, subía por las escaleras en esos instantes portando en sus manos, una maceta decorada con una planta, el capataz le había ordenado llevarla a la planta superior, a pesar de escuchar como las chicas estaban siendo castigadas en esos momentos, el muchacho dudo un instante ante esa orden, pero una mirada severa del Sr. Luis el capataz, hizo que el muchacho llamado Pedro enmudeciera obedeciendo.  Al pasar frente a la puerta, el muchacho se detuvo absorto por la escena que  estaba sucediendo ante sus ojos atónitos, podía ver al fondo de la habitación al Sr. John sentado en una silla, sobre sus rodillas había una chica boca abajo con las bragas bajadas trabadas pataleando en el aire con sus piernas, mientras el Sr. John le asestaba fuertes y sonoros azotes en el trasero, mirando hacia su izquierda vio a la Sra. Abba que hacía lo propio con otra chica. Su curiosidad hizo que se adelantara un par de pasos, pudiendo asomar la cabeza dentro de la habitación, viendo a dos señoras más con otras dos chicas sobre sus rodillas, desde su posición no les podía ver el culo enrojecido por los azotes, solo podía observar como a las muchachas les habían bajado sus bragas, así como ver los brazos de las señoras ascender y descender  observando como las azotaban con fuerza en el trasero.  En cambio sí les podía ver parte del culo enrojecido, a las dos muchachas al menear sus caderas por los azotes, que se hallaban sobre las rodillas del Sr. y Sra. McDonald. El muchacho fue sorprendido al escuchar las palabras del Sr. John McDonald…

(Sr. John)  -.  Abba, cariño! Tenemos a un voyeur observando, puedes encargarte de enseñarle que no se debe espiar en las habitaciones!!!   Se llama Pedro creo recordar, llévatelo al despacho y enséñale buenos modales,  enseguida me reuniré para haceros compañía…

      Carmen y Marisa a pesar de lo ardiente que sentían sus traseros, al oír que un chico les estaba observando, sus mejillas les ardían al ruborizarse de la vergüenza.  Carmen trato de mirar hacia la puerta, pero los azotes fuertes que le propinaba el Sr. McDonald en su trasero, le nublaban la visión sus propias lágrimas viendo solamente una sombra fugaz.   El muchacho llamado Pedro al escuchar nombrar su nombre, la sorpresa al ser sorprendido espiando, hizo que del sobresalto soltara la maceta de la planta, la cual hizo un sonido estridente al romperse en añicos al caer al suelo.  

    La Sra. Abba ayudo a Marisa a incorporarse dejándola de pie, la muchacha entre lágrimas que descendían por sus mejillas, su primera reacción fue la de cubrirse el sexo con sus manos, a pesar de lo mucho que le ardía en esos instantes el culo enrojecido. Poniéndose en pie la Sra. Abba, se dirigió  con paso firme hacia el joven llamado Pedro, el cual se encontraba en pie bajo el umbral de la puerta, petrificado, inmóvil.  El joven llevaba una camisa azul celeste anudada en la cintura, por lo que mostraba el ombligo al descubierto, llevando un pantalón corto color beige por encima de la rodilla, con bolsillos planos en las perneras, de calzado llevaba unas zapatillas de deporte sin calcetines.

   La Sra. Abba al tener al joven ante ella, calculo que el joven debería rondar entre los dieciocho o diecinueve años, al tenerlo frente a ella, el muchacho le llegaba por su estatura a la altura de sus pechos, por lo que debía medir sobre un metro sesenta.  Observando al joven con el rostro ruborizado claramente avergonzado, sorprendió al mismo joven la reacción intrigante e inesperada de la Sra. Abba, al llevar el cabello negro corto las orejas las llevaba descubiertas, siendo una mujer despechada como lo era ella, agarro al muchacho del lóbulo de la oreja izquierda, obligándole a inclinar la cabeza hacia ese lado, tirando de él lo condujo hacia el fondo de la habitación, el joven escuchaba los “Ayees” de dolor de las muchachas al pasar por delante de ellas, aunque su preocupación en esos instantes le obligaban a no mirar hacia ellas, pues la Sra. Abba le tironeaba fuertemente del lóbulo de la oreja, llevándolo hasta la misma silla que ocupaba instantes antes.

    El Sr. John McDonald la miro de soslayo meneando negativamente con la cabeza, a esas alturas no había nada que le hiciera sorprenderse de su esposa.  Siempre actuaba por su cuenta, sin tener en cuenta las posibles consecuencias de sus actos. La Sra. Abba tomo asiento en la silla, manteniendo al muchacho de pie de frente  ante ella, alargando sus manos agarro las perneras del pantalón del joven, tirando hacia abajo le bajo los pantalones sin desabrocharle previamente el botón y la cremallera del mismo, con lo cual el muchacho quedo ante ella con sus atributos al aire, ya con una clara erección que avergonzaba al joven.  A la Sra. Abba le sorprendió que el muchacho no tuviera vello entre sus piernas, claramente había sido depilado recientemente.  Agarro al joven colocándolo boca abajo sobre sus rodillas, mostrando un culo pequeño pero respingón muy blanco, lucía un bonito trasero a la atenta mirada de la Sra. Abba, a quien se le dibujo una sonrisa socarrona en su rostro.  Sin mediar palabra empezó a darle fuertes azotes en el culo, pronto tuvo su pequeño trasero colorado.  El sonido de los azotes claramente resonaban por la habitación, el joven no se quejaba de dolor recibiendo la azotaina, cuanto más se esmeraba la Sra. Abba en darle fuertes azotes, el joven respondió a ellos con claros gemidos, los cuales nada tenían que ver con muestras de dolor, si no, todo lo contrario era gemidos de placer por los azotes que estaba recibiendo. 

    La Sra. Abba adelanto el pie derecho hacia adelante, con la puntera dio un ligero golpecito en el suelo, haciendo que la zapatilla se le soltara de su pie.   Aun con el zapato en el pie, lo movió ligeramente hacia atrás dejándolo suelto en el suelo, solamente tuvo que inclinarse ligeramente para agarrarlo por el talón, al ser un zapato de piel lisa abierto por la puntera redonda y suela plana, ancha,  muy fina pero rígida.  Una vez la tuvo en sus manos la retorció por la suela sin apenas lograr retorcerla al apretar, al igual que la doblo desde la puntera hacia el talón, pero dada su rigidez apenas la pudo doblar unos centímetros, agarrando firmemente el zapato por el talón, levanto su brazo derecho bajándolo con fuerza, el fuerte primer azote resonó con  fuerza en la habitación, al igual que los azotes que le sucedieron uno tras otro sin pausa alguna, ahora el joven ya no gemía de placer al sentir los azotes, pasando a ser en el primer momento tenues “Ayees”, a los pocos minutos sus “Ayees” eran prácticamente aullidos del dolor por los azotes en el culo desnudo, cambiando el tono de su piel de colorado intenso a un tono violáceo.   Momentos después la Sra. Abba daba claras muestras de agotamiento, siendo el propio Sr. John quien conversando con ella, la convenció para que el muchacho les acompañara al despacho.   El joven se levantó del regazo poniéndose en pie, se apreciaba en su rostro que los azotes habían hecho mella en él, sus ojos brillaban al contraluz pero estaba lejos de derramar las lágrimas.  A un gesto del Sr. McDonald se subió los calzoncillos de color azul marino, así como instantes después los pantalones cortos se los ajusto a la cintura. 

     Minutos después los Sres. McDonald descendían por las escaleras hacia el despacho, el muchacho bajaba delante de ellos hasta ese instante, no había dado muestras de que le doliera el culo. Pero al descender por los pronunciados escalones, al tener que flexionar las rodillas fue cuando el joven daba las primeras muestras de tener el culo dolorido, aunque al bajar primero no le podían ver el rostro, si veían como sus manos se las llevaba repetidamente al trasero masajeándoselo, haciéndolo prácticamente a cada escalón que descendía, por lo que hizo sospechar a los Sres. que había mostrado ese espectacular aguante, al ser castigado estando las chicas delante de él.  Una vez en el interior del despacho… vieron en el  rostro del joven lágrimas en sus ojos, estaba claro lo que había sucedido en la habitación, al hallarse entre chicas mostro entereza, pero una vez fuera de la habitación esta desapareció, sobre todo por la amenaza de ir al despacho. Pero al Sr. McDonald no estaba satisfecho, su esposa se percató que su marido no estaba nada conforme. Nada más entrar al despacho, cogió el teléfono llamando al jardinero el Sr. Luis.

(Sr. John)  -.  Luis!   Si, ha sucedido tal y como habías sospechado, habla con Esteban y que envié unas chicas a limpiar el desaguisado, si también has acertado en eso… Por cierto acércate a la zona sur y me traes unas buenas varas, verdes, a poder ser del viejo Abedul.

     El Sr. McDonald tras colgar el teléfono se sentó tras su mesa de roble, la Sra. Abba permanecía de pie apoyando los brazos en el respaldo del sillón, situada detrás de su marido, fue ella quien se dirigió hacia el joven por primera vez…

(Sra. Abba)  -. Puedes sentarte en una de estas sillas, conversaremos mientras viene el capataz, tardara varios minutos en pasarse por la zona sur y volver.

    El joven dudo unos instantes en si sentarse o no, finalmente decidió sentarse en una de las dos sillas situadas a dos metros de la mesa.  Al hacerlo lo hizo lentamente posando sus manos en el asiento, para apoyar finalmente el culo lentamente en el asiento de la silla, tuvo la necesidad de levantar el trasero unas o dos veces, antes de posar el culo definitivamente, pero no sin mostrar claras muecas del dolor en su rostro.

(Sr. John)  -.  Y bien…Pedro!  Que te ha parecido ser castigado por mi esposa?  Nos ha parecido que no te ha hecho mella, en cambio al sentarte o el bajar las escaleras si has mostrado que te ha dolido… al parecer tienes experiencia como spankee, a pesar de tu corta edad, pues si no estoy equivocado acabas de cumplir los dieciocho años solo hace unos meses…

(Pedro) -. No señor... No… tengo… ninguna… experiencia como spankee, hoy he…recibido…mi…primera azotaina. Tal y como le comente al Sr. Luis cuando me hizo la entrevista, en mi infancia si he recibido castigos por parte de mi padre y de mi madre, la última azotaina que me dio mi padre fue hace unos cuatro años, con catorce años, por no llamarles por teléfono, salí de fiesta con mis amigos y no les advertí que llegaría tarde, estaban tan preocupados que no les importo nada, colocarme sobre sus rodillas para darme la azotaina delante de mis amigos.

(Sra. Abba)  -. Pues para ser tu primera azotaina, la has aguantado muy bien, pues me he empleado a fondo para hacerte llorar, y debo decirte que me has defraudado, eres el primer chico que no llora al castigarle.

(Pedro)  -.  Yo tampoco sabría que decirle señora… siempre he llorado a mares cuando me castigaban mis padres, quizás la sorpresa del momento haya influido, pues no me esperaba ser castigado hoy, también el hecho que hubieran chicas delante… he aguantado el dolor, quizás por mi orgullo de llorar ante unas chicas, aunque si hubiera durado un poco más, no creo que hubiera podido aguantar más, a pesar de la vergüenza que he pasado…

(Sr. John)  -. No te creas ni por un instante que haya sido una sorpresa, mi capataz lo ha organizado para ver tu reacción, por ello he dejado la puerta abierta de par en par, para que al pasar por delante te detuvieras a mirar, también debo decirte que me has hecho perder cien euros, porque mi capataz ha acertado que se te caería la maceta al suelo al ser descubierto.  La apuesta era con doble sentido, pero eso no te concierne a ti, otra persona lo comprenderá en breve a que me refiero.  Pero no debes acomodarte demasiado, pues la azotaina que has recibido ha sido por espiar, cuando estábamos castigando a nuestras hijas…  Ahora falta resolver el tema de la maceta que se te ha caído al suelo, era una antigüedad de doscientos años…

    Durante la espera el Sr. John McDonald, como la Sra. Abba McDonald disfrutaban observando al muchacho, su cara de preocupación tras conocer que su castigo no había acabado, así como observar  sus reacciones corporales dadas sus circunstancias, en la habitación tras recibir la severa azotaina, con el zapato o más bien la sandalia de suela fina parecía que el chico había aguantado bien, pero su orgullo y templanza habían desaparecido a esas alturas, mientras esperaban la llegada del capataz, el joven tuvo la necesidad de levantar el culo varias veces de la silla, trataba de hacerlo de manera disimulada, pero no lo lograba hacer al no quitarle sus miradas de encima.  Viendo en él su clara incomodidad al permanecer sentado, viendo como intentaba sentarse apoyando el culo de costado, pero al no tener un reposa brazos donde apoyarse en la silla, como lo hubiera podido hacer de estar en un sillón, no le era posible aguantar el equilibrio, por lo que acababa volviendo a posar el culo en el asiento, lo que le ocasionaba hacer muecas de dolor o verle como se mordía los labios, todo ello ante las miradas fijas en él de los señores, así como verse observado como si fuera un mono en una atracción de circo.

    Al cabo de unos treinta minutos se escucharon pasos en pasillo, a los pocos segundos entraba el capataz con varias varas de un centímetro de grosor, las cuales deposito sobre la mesa del despacho.

(Sr. John)  -.  Luis sí que has tardado tiempo!  Pero gracias por traérmelas, puedes sentarte si lo deseas! .-  El capataz se sentó en la silla que se encontraba a la derecha del joven. -. Imagino Luis, que al entrevistar a este joven, le comunicarías lo que esperamos de él como spankee.  Pedro, para nosotros es la primera vez que damos esta oportunidad a un chico.  Tu comportamiento de tan solo hace unos minutos, era el de esperar que sucediera.  Un chico spankee como tú, no creo que dada tu corta experiencia hayas asistido anteriormente estando presente cuando una chica está recibiendo una azotaina, mucho menos aun cuando se trata de cuatro chicas, me equivoco?

(Pedro)  -.  Tengo dos hermanas mayores señor, mi madre solía llevárselas a la habitación y las castigaba a puerta cerrada, pero mi padre no era tan anticuado por las apariencias, las castigaba en mi presencia, aunque nunca estando yo presente les bajaba las bragas, cuando lo iba hacer me hacía salir fuera.

(Sr. John)  -.  En esta casa tampoco sucederá, hoy ha sido una circunstancia que no volverá a suceder de nuevo, de eso estoy completamente seguro! Como decía… era de esperar que ante tal circunstancia, no pudieras resistir la tentación de espiar tras el umbral de la puerta, pero puedes estar tranquilo muchacho.  Esa falta ya ha sido convenientemente saldada, pero… no puedo dejar pasar que hayas hecho mil pedazos, una maceta Persa de doscientos años de antigüedad, no es que fuera una obra de arte, pero era un regalo a mi familia de un buen amigo. El Sr. Luis se encargara de castigarte, muchacho levántate de la silla y acércate al capataz para que te administre tu correctivo…

    Pedro se levantó claramente contrariado, dado que esperaba que fuera la Sra. Abba quien se encargase de él, o que hubiera sido el propio Sr. John quien se ocupase.  Pedro temía al capataz, era un hombre corpulento de aspecto muy varonil nada atractivo de rostro, su altura cerca de los dos metros de estatura, su complexión de hombros anchos era aterradora con unos brazos enormes, sus manos eran aterradoramente enormes.  El día que lo vio por primera vez, lo primero que pensó al verle de lejos… era como se sentiría recibir una azotaina sobre sus rodillas con aquellas manos.  Los tres días que llevaba en la casa, en sueños se veía asimismo a y a sus compañeros de trabajo sobre sus rodillas boca abajo, viendo como les ponía el culo de colorado y él aguardando de pie esperando su turno.

    Pedro claramente muerto de miedo se acercó al capataz, el cual le agarró del brazo atrayéndolo hacia él, le desabrocho el botón del pantalón cayendo estos por su propio peso a sus tobillos, una vez ya en su costado le bajo los calzones atrayéndolo hacia adelante cayó sobre su regazo.  Los azotes se sucedían uno tras otro sobre el amoratado trasero, el tono de color de sus nalgas se debía a la azotaina que le había propinado la Sra. Abba, lo cual demostraba que se había esmerado al castigarlo.  La enorme mano del capataz debía de ser dura como el granito, dado los “Ayees” descontrolados del joven, el cual a los pocos azotes lloraba como un chiquillo, solo había que verle como meneaba sus caderas o saltaba sobre el regazo del capataz, así como agitaba las piernas en el aire como si estuviera nadando “Crol”, sus pantalones salieron despedidos por sus pies, sus calzones se le fueron bajando poco a poco, hasta salir por los aires catapultados hacia el rincón del despacho cayendo al suelo.

     Tal fue el pataleo del joven que acabo cayendo de bruces al suelo, permaneciendo hecho un ovillo con sus dos manos en el culo, durante unos breves instantes el capataz le permitió descansar, pero al cabo de unos minutos lo ayudo a incorporarse poniéndolo en pie, sus lágrimas surcaban sus mejillas coloradas, mientras que con sus dos manos se sobaba el culo con vigor…

(Sr. John)  -.  Bien, pedro!  Espero que te haya servido de lección, verdad?  Recoge tus pantalones como tus calzones y puedes retirare a tus tareas, vístete fuera!!!

    Pedro recogió sus pantalones que estaban a un metro, en cambio tuvo que andar varios metros para recuperar sus calzones, una vez en su mano izquierda ambas prendas, se encamino hacia la salida acariciándose el culo con la mano derecha, al salir al pasillo al ponerse los calzones, pasaban varias doncellas y criadas que sonrieron al verlo desnudo de cintura para abajo, pero al verle el color del trasero todas exclamaron “OOOH”  llevándose las manos para ocultar su rostro algunas de ellas, otras en cambio no apartaron la mirada del trasero del joven, el cual con los pantalones en sus manos desapareció por el pasillo a paso raudo muy avergonzado.  Mientras tanto en el interior del despacho…

(Sr. John)  -.  La verdad Luis, es que no sé cuándo voy aprender a no hacer apuestas contigo, aquí tienes cien euros por que el chico dejaría caer la maceta, y trescientos porque Abba me volvería a desobedecer, y le daría la azotaina al chico en la habitación ante las chicas! Pero como he mencionado antes, eso no volverá a suceder de nuevo…

(Sr. Luis)  -.  Apuestas otros trescientos euros que vuelve a suceder?

(Sr. John)  -.  Si es para los próximos siete días, acepto la apuesta! Porque no creo que se atreva!!!

(Sr. Luis)  -. Con esa propuesta no tengo opción de ganar!  Mejor lo dejamos para otra ocasión… cierro al salir?

     La respuesta fue afirmativa moviendo la cabeza significativamente, con un sí.  La puerta del despacho quedo cerrada instantes después, el Sr. John se levantó de su sillón.  Abba continuaba con los codos apoyados sobre el respaldo del sillón, observando los movimientos de su marido, Abba desde hacía unos minutos ya se esperaba lo que iba a suceder.   Con la mano derecha se la llevó al trasero acariciándoselo suavemente, no es que lo deseara el ser de nuevo castigada, pero cuando se dio cuenta de su error ya no había vuelta atrás. En la habitación mientras le daba la azotaina al muchacho, en ese momento en que miro hacia su marido lo vio como meneaba la cabeza, en ese preciso instante recordó que le había dicho que llevase al muchacho al despacho. Pero desde hacía tiempo atrás le había pedido a John, el tener un chico spankee para entretenerse con él, Abba tenia tantas ganas de tener a ese muchacho tan atractivo sobre su regazo, que no pensó en las palabras de su marido siendo esta, una clara advertencia que no le diera la azotaina delante de las chicas, pero Abba una vez más desobedecía a John.

(Sr. John)  -.  Bueno Abba!  Que voy a tener que hacer contigo si se puede saber?  Cuando vas a aprender a respetarme, al igual que respetar los pactos que tenemos en esta casa!  Esta mañana has mancillado los derechos de Rose Mery, sabes perfectamente que no tienes autoridad para tomarte esas libertades con ella.  Cuando comete un error claro en sus funciones, ella acepta que tomemos medidas disciplinarias, al igual que si es menester castigos de mantenimiento, ella conoce este mundo spanko muy bien y sabe a qué debe atenerse.  Tú, no eres quien para decidir si le puedes revisar su ropa interior, sobre todo cuando no está bajo un régimen disciplinario, Rose Mery hace ya varios días desde la última vez, que era revisada cada mañana o antes de acostarse.  Esta mañana!  No existía motivo alguno para revisarle las bragas, y mucho menos para invadir su intimidad introduciéndole un dedo en su sexo.  A ella la he castigado por tomarse la libertad de darle una azotaina a Marisa, sin haber recibido de ti las correspondientes instrucciones.  Luego te he castigado a ti por tomarte esas libertades con ella, te lo he explicado esta mañana, y ahora dime que debo hacer contigo?   Las chicas tienen sus cláusulas sobre sus preferencias, al hacer que Luis enviara al chico a la planta de arriba, yo mismo he aceptado correr ese pequeño riesgo, el cual se solucionaba llevándote al chico al despacho para darle la azotaina en privado.  Pero… vas tú! Y por tu cuenta! Decides castigar al chico delante de las chicas, estando estas desnudas!!!  Y si deciden marcharse?  Lo has pensado? Te has parado a pensar por un momento tales consecuencias? Las cuatro tienen esa cláusula en sus acuerdos, aunque estos sean verbales, no dejan de ser pactos al cual estábamos de acuerdo en respetar!  Sobre todo Dae Shung fue muy explícita en ese punto…

     John mientras regañaba a su esposa la sujetaba del brazo derecho, haciéndola avanzar hacia el otro extremo del despacho, hacia uno de los dos confortables sillones, separados por un sofá de iguales características, los cuales estaban orientados hacia la pared del fondo, donde había un mueble con una pantalla de televisión, al llegar al sofá la hizo inclinarse sobre el mullido respaldo, quedando su cuerpo alzado con el trasero bien expuesto, agarrando el dobladillo de la falda acampanada del vestido amarillo estampado de flores blancas, la falda al serle levantada dejaba bien expuesto el trasero cubierto por unas bragas de encaje rosa, las cuales introduciendo los dedos bajo la cinturilla, se las bajo a la altura de las rodillas viéndose obligado a agarrar el elástico de las perneras, dado que el fondillo de las bragas se le había quedado pegado a sus labios vaginales, al tener restos secos fluidos de haberse corrido varias veces esa mañana. 

(Sr. John)   -.  Quieres decirme que debería de hacer contigo, sabes cómo tienes las bragas de mojadas? …

 

Continuará…

 

 

 

    

 

Continuará… 

 

    

viernes, junio 14, 2024

SALUDOS AMIGOS

 Hola... Deseo comunicar a quienes siguen mis historias, que en unos días actualizare las mismas.  Por el momento estoy en un momento complicado de la vida, los que me conocen saben que hace unos años me diagnosticaron una Leucemia, por fortuna la supere aunque me quedo como enfermedad crónica.  Ahora llevo unos seis meses batallando con un Linfoma, por el momento la victoria de la batalla esta de mi lado a favor, pero aun no ha acabado.  Pero podéis estar tranquilos, no tengo ninguna intención de arrojar la toalla, y voy a seguir luchando.  Aunque mis pensamientos ahora mismo, no están para ponerme a escribir, pero deseaba comunicaros las razones de esta pausa en actualizar historias...

martes, enero 09, 2024

SORAYA Y SU NUEVO HOGAR Capitulo 17

 

                                     SORAYA Y SU NUEVO HOGAR  Capitulo  17

 

                          Problemas con… Rose Mery Stuart  y  la Sra. Abba McDonald

 

    …Tras pasar varios días de calma en la casa de los McDonald…  

      Habían transcurrido unos días sin consecuencias destacables, el comportamiento de las muchachas durante esos días había sido intachable, bien debido a sus necesidades fisiológicas mensuales…o simplemente por no hallarse lo suficientemente motivadas,  con el fin de idear una travesura digna de ellas, sobre todo de la que había resultado ser la más revoltosa de todas ellas.  Para el caso era algo intrascendente que no hubieran dado trabajo alguno a la Sra. Stuart, bien  por un motivo u otro, las muchachas llevaban varios días sin provocar un incidente digno de reseñar, manteniendo una total calma en la casa, durante esos días no hubo el sonido característico de azotes resonando por la casa.  Quizás fuera debido, por la promesa que les aventuro el propio Sr. John McDonald, al haber pasado  unos días de buen comportamiento,  casi dos semanas sin provocar problemas, decidiendo premiar a las  chicas con pasar todo un día de fiesta fuera de la casa, saliendo de paseo en familia e permitirles ir de compras si continuaban portándose como era debido.  

    Cumpliendo con su palabra hacia las chicas… Los McDonald salieron esa mañana en un vehículo monovolumen, dado que la Sra. Abba deseaba llevar a las chicas de compras esa mañana, iban acompañados por sus cuatro spankee´s, las dos doncellas Carmen y Dae Shung, y  sus  hijas adoptivas Soraya y Marisa, habiéndose unido a ellas en el último momento Anna, una de las ayudantes de cocina e hija menor de la cocinera, se ofreció para ayudar a los McDonald en las compras, empujando el carro para la compra. (Aunque su intención era otra bien distinta, al igual que su hermana mayor eran buenas spankee´s, pero como a toda spankee ser castigada por su mamá real, no las atraía, ni las excitaba demasiado esa idea, disfrutaban mucho más cuando eran los señores quienes las castigaban, su intención era no ser muy hacendosa en su labor)  Muy a su pesar también les acompañaba Rose Mery, esa misma mañana a primera hora, había sido citada en el  despacho por el Sr. McDonald, saliendo de él con una clarísima incomodidad posterior. Habiendo sido reclamada desde el amanecer de esa mañana la propia Sra. Abba, quien se había esmerado al máximo con el fin de lograr su objetivo, cumpliendo con su deber como buena esposa, manteniendo informado a su marido John, de los hechos acaecidos durante la jornada.

    Durante la noche anterior antes de acostarse… La Sra. Abba estuvo conversando con su marido, sobre la vieja cuestión diaria de los problemas con la Ama de Llaves, vieja cuestión; dado que cada día la esposa trataba por todos los medios posibles a su alcance, que Rose Mery fuera castigada, explicando sobre todo su comportamiento de las últimas horas, así como exagerando y engrandeciendo los hechos como era habitual en la Sra. Abba, sobre todo al tratarse de la Ama de Llaves como la responsable de la casa, a la cual no la soportaba cerca de ella, su sola presencia ante ella la hacía ponerse de muy mal humor. Poniéndole al corriente a su marido del día a día esa noche, tal y como cada noche debía darle las novedades ocurridas durante el día al marido, por si era menester aplicar un castigo esa misma noche, o una vez escuchado a la esposa evaluar si debía ser inminente el correctivo, en ese mismo instante o posponerlo para el día siguiente. 

      En los  últimos días Rose Mery había tenido algunos errores leves, pero hasta esa misma tarde no había sido informada  la Sra. McDonald de ellos, sumándose el confirmarse un hecho de gravedad con posibles serias consecuencias.  La Sra. Abba esa tarde cuando se cruzaba con ella, Rose Mery veía que la observaba con una sonrisa malévola en sus labios, ella ignoraba las intenciones de Abba, al parecer disfrutaba pensando el momento elegido por ella misma, en el cual  iba a informar a su marido con todo detalle, no solamente una serie de faltas leves cometidas por Rose Mery, si no, esforzándose en extremo para agravar su posición,  agrandando la falta más grave  con un único fin para lograr su objetivo, obligar al marido a tomar medidas disciplinarias contra la Ama de Llaves.

    El Sr. McDonald no de muy buena gana, no tuvo más alternativa que aceptar en esta ocasión, logrando evitar el tener que aplicar un correctivo esa misma noche, tal y como su esposa había exigido una y otra vez, dadas las graves acusaciones que  su señora esposa le expuso, terminando accediendo ante la insistencia de Abba, pero lo hizo a regañadientes por la grave acusación,  aunque no lo hizo como Abba trato de aceptar a sus pretensiones, incluidas las exigencias de vestuario que debería vestir para el correctivo, prestándose ella misma en ser la encargada de informar a primera hora a Rose Mery. 

     Para el Sr. John McDonald no era misterio alguno, el que su esposa Abba no veía con muy buenos ojos a su Ama de Llaves, en verdad no podía ni tolerar la presencia de Rose Mery ante ella. Desde  hacía unos años, ya en su primer día que comenzara a trabajar como Ama de Llaves, siempre habían mantenido una relación agridulce entre ellas dos, pero últimamente desde hacía solo unas semanas,  sucedió algo que hizo agravara aún más esa relación.  Ocurrió el día que fue castigada la Sra. Abba severamente, una circunstancia que no resultaba anómala en su relación matrimonial, pues el Sr. McDonald era hombre de fuerte carácter, no tolerando a su esposa Abba ni la más mínima subida de tono, como spanker no dejaba escapar la oportunidad de calentarle el trasero a su esposa.  Pero en esa ocasión su marido la coloco sobre sus rodillas boca abajo, con el fin de propinarle una azotaina, el problema resulto ser al no hacerlo en la intimidad, si no, que le diera la azotaina con las bragas bajadas con el cepillo de madera, instrumento fetiche del Sr. McDonald,  permaneciendo presente  la Ama de Llaves durante el castigo.

     En ese mismo día, unos instantes  antes  la Sra. Abba, había intentado que su marido castigara a Rose Mery, hablando de los malos hábitos de su Ama de Llaves, pero pese a todas y cada una de sus acusaciones, solamente logro hacer encolerizar a su marido acabando literalmente con la  paciencia de este,  siendo la propia Sra. Abba quien acabo ese día sobre las rodillas colocada boca abajo, la falda levantada y sus bragas bajadas hasta las rodillas, siendo  castigada severamente utilizando el cepillo de baño, por ser su instrumento preferido para el propio Sr. McDonald, castigándola por calumniar gravemente a la Ama de Llaves sin motivo aparente.   Desde ese día su relación cambio, empeorando día a día de manera radical, pasando a ser de lo más arisca imaginable. La Sra. Abba se la tenía jurada a Rose Mery desde ese funesto día, en el cual ella acabo muy adolorida por el severo correctivo que recibió, por el cual estuvo dos semanas dolorida.  Esa circunstancia fue la detonante en su ya funesta relación, la cual fue empeorando día a día hasta llegar a cotas insospechadas, acusándola ante su marido a la más mínima falta por pequeña o insignificante que esta fuera.

     John McDonald conocía perfectamente a su esposa, sabía que era una mujer soberbia, engreída, orgullosa, vanidosa, arisca, y sobre todo su peor cualidad, era muy caprichosa. Conociéndola muy bien de lo que era capaz de hacer,  con tal de lograr sus maléficos propósitos.  Él, como señor de la casa conocía perfectamente, que las labores que ejercían las mujeres trabajadoras en la casa, recayendo como principal atención de su responsabilidad a su Ama de Llaves, al ser ella quien tenía la responsabilidad a la hora de aplicar correctivos al servicio, siendo una de sus principales responsabilidades de su cargo.  La conocía bien en todos los sentidos, al haberse criado desde su propia infancia con los hijos del servicio, Rose Mery pertenecía a la familia Truman, la cual durante generaciones se habían ocupado de los puestos laborales del servicio, al tener como mayordomo al cabeza de familia el bisabuelo Richard Truman, pasando de padres a hijos el cargo,  justamente Rose Mery había comenzado a trabajar como Ama de Llaves, sustituyendo a su cuñada la Sra. Alicia Truman al enfermar de cáncer, esposa de Paul Truman el hermano mayor de doce hermanos y ultimo cabeza de familia, siendo él, el único varón de ellos quien se encargó de criar y educar a sus once hermanas menores.  Por otro lado sabía que Rose Mery estaba teniendo más trabajo del acostumbrado, al tener que ocuparse ella sola de las cuatro muchachas, además de sus labores  añadidos al llevar los trabajos de otras doncellas y de la cocina,  todas y cada una de sus funciones la debían de llevar de cabeza, por lo que no era de extrañar que cometiera algún que otro leve error.

    Esa mañana a primera hora, se sobresaltó Rose Mery al ser despertada sin previo aviso, al abrir la puerta se encontró en el umbral a la Sra. Abba, lo primero que vio de ella fue su rostro irradiando ira! Con cara de pocos amigos, quien se había tomado la molestia de ir personalmente,  hasta su habitación llamando a su puerta, más bien aporreando sobre ella, para comunicarle que su marido la aguardaba en el despacho, al mismo tiempo le daba las  instrucciones del  vestuario exigido.  La cual no se conformó con solamente con darle  la noticia, además la estuvo aguardando ante el umbral de la misma puerta, reteniendo  la puerta abierta cuando Rose Mery intento cerrarla, obligándola así a tener que desvestirse del camisón y vestirse ante su atenta mirada, siendo una situación muy incómoda y nada agradable, en el momento que estuvo vestida se llevó otra sorpresa,  Rose Mery procedía a salir cuando fue retenida  bajo el mismo umbral de la puerta. 

      Se había vestido según las instrucciones con una blusa blanca y falda estampada a cuadros grises, siendo la falda tableada plisada algo más corta de lo habitual en ella, dado que la Ama de llaves solía utilizar prendas menos descaradas, siempre vestía de manera prudente y estricta según su cargo la exigía, pero esa mañana muy a su pesar, lo hizo siguiendo las instrucciones de la propia Sra. Abba. Al intentar salir de la habitación, en el mismo umbral de la puerta, Rose Mery se detuvo al serle bloqueado el paso, al impedírselo la Sra. Abba que tenía malévolas intenciones,  sin mediar palabra o recato de respeto,  le levanto la falda dejando al descubierto su ropa interior, pasando a  revisarle no solamente las bragas que llevaba puestas, observando que eran de las exigidas, al ser estas de talle alto cubriéndole casi el ombligo, siendo de color  blancas con dibujos de flores de colores varios,  que resaltaban claramente por su colorido.  Tuvo  que soportar que la señora le acariciara la entrepierna, así como el sexo al pasarle las yemas de sus dedos de la mano derecha, pasándoselos por el fondillo de las bragas, revisando descaradamente la humedad de la entrepierna, siendo esta clara al tacto de sus dedos, como la humedad en el fondillo de sus braguitas. Rose Mery ante esa desagradable situación para ella, no podía engañarse así misma por la escena, resultándole inevitable el humedecerse aún más en ese preciso instante, al tener ante ella a la Sra. Abba.  

    Quien no hacía muchos días, la había colocado sobre su regazo para darle una azotaina, no podía engañarse así misma al estar en su presencia, desde el momento que entro a pertenecer como parte del servicio, había fantaseado con ser castigada por aquella señora, por lo que al estar ante ella siempre la hacía humedecerse.   Dejándose hacer sin poner resistencia alguna, ya que su sola presencia la imponía un gran respeto, lógicamente la Sra. McDonald obviaba ese sentimiento hacia ella, cualquier spanker se hubiera dado cuenta de esa circunstancia, pero la Sra. Abba había sido desde su adolescencia una spankee, comenzando sus primeros pasos en este mundo, al empezar como secretaria del Sr. Matthew, quien fuese el que  la hiciera salir del armario, tras cometer un error muy grave con un expediente que se extravió.

     Rose Mery dejándose hacer por la Sra. McDonald, la dejo que la manoseara a su placer personal, no opuso resistencia a pesar de pasar varias veces las manos por su entrepierna, algo que al sentir sus dedos en su sexo, aunque fuese sobre el fondillo de sus bragas, la hacía humedecerse por momentos, llegando a calar el fondillo de las braguitas mojándole los dedos a la Sra. Abba, así como dejarse manosear el culo a su merced, haciendo que Rose Mery  se le enrojecieran sus mejillas de la vergüenza.  Pero la Sra. Abba era una mujer impredecible, siendo prácticamente imposible saber sus malévolas intenciones. Por lo que sorprendió a la misma Rose Mery verse inclinada hacia adelante, viéndose agarrada por la cintura bajo el brazo izquierdo de la Sra. Abba, momento que sintió como empezaba a abrasarle el culo, al sentir unos fuertes azotes sobre sus bragas…

(Sra. Abba)  -. Serás sinvergüenza!!! Mira como de mojadas llevas las bragas, cochina!!! Así no te puedes presentar ante el Sr. McDonald!!!

      Tras una veintena aproximadamente de azotes fuertes en el trasero, Rose Mery lo sentía como le abrasaba el culo, aunque más le abrasaban sus sonrojadas mejillas de su rostro por la vergüenza, al sentir como le eran bajadas sus bragas por sus muslos, para poco después sentir la tela saliendo de sus pies, por su posición encorvada hacia adelante, pudo ver cómo le sacaba las bragas por sus pies.  Momento en el cual sus pies se levantaban del suelo, no podía dar crédito a lo que sucedía, la Sra. Abba a pesar de ser Rose Mery una mujer frondosa, casi de la misma estatura que la propia Sra. Abba, se vio así misma bajo su brazo como la llevaba en volandas, como si de una chiquilla se tratase, cargo con ella hasta dejarla boca abajo sobre sus rodillas, dejando que su cuerpo reposara en su mullida cama, mientras su cintura reposaba sobre la pierna izquierda de la Sra. McDonald, la cual inclinándose hacia adelante a pesar de tener en su regazo a Rose Mery, abrió el primer cajón de la mesita de noche, extrayendo unas bragas limpias que procedió a ponérselas, al tenerlas subidas a sus muslos, nuevos azotes caían con fuerza sobre las desnudas e enrojecidas nalgas, tras los cuales acabo de subirle las bragas ajustándoselas a la cintura.  Poniendo en el suelo a Rose Mery, le levanto de nuevo la falda para así poder ajustarle bien las braguitas por delante.

      Al dejarse voltearse y obligarla a girarse sujetándola por los hombros, permaneciendo expuesta  mostrándole el trasero, sintiendo como le magreaba  el culo sobre la bragas, al igual que ajustándole bien el elástico de las perneras de las bragas, cubriéndole bien su redondo y robusto trasero,  así como sentir arderle el trasero de nuevo al recibir  una fuerte y  sonora palmada en el culo  sobre las bragas, diciéndole satisfecha en el momento que dejaba caer la falda y se la  alisaba la propia  señora pasándole la mano por el trasero de la falda, volteándola de nuevo hacia ella mirándola  fijamente cruzándose sus miradas.

(Sra. Abba)  -.  Vamos!  Ya estas lista! Mi marido  te aguarda!

       Rose Mery caminaba tras la señora, quien andaba delante de Rose Mery erguida  con paso enérgico y  cabeza alta, orgullosa de sí misma al haber logrado su primer objetivo, hacer a Rose Mery  sentirse avergonzada ante su atenta mirada, tras haberla observado cómo se desnudaba tras sacarse el camisón quedando solamente en bragas ante ella.     En esos instantes a la Sra. Abba, no le era posible ver el rostro enrojecido de vergüenza de Rose Mery, tras sentirse manoseada en su zona más íntima, sintiéndose abochornada al sentir las yemas de sus dedos en su húmeda entrepierna.  Así como tampoco la podía ver como se sobaba el trasero, tras la azotaina breve pero bien administrada recibida, sobándose el culo con vigor con las dos manos. La Sra. Abba era una mujer soberbia, engreída, arrogante, arisca entre otras lindezas, a Rose Mery le había dejado muy claro que tenía fuertes brazos y manos suficientemente grandes para sentir aquel intenso ardor,  pareciéndole ser que su mano derecha con la cual le había palmeado el culo, ser dura como el propio granito, dado el intenso picor que sentía en su trasero tras recibir la azotaina.

      Al entrar al despacho las dos mujeres, caminando siempre delante la Sra. Abba, orgullosa de sí misma al ver cumplido su primer objetivo, el hacer que su marido le fuera a administrar  su merecido castigo a Rose Mery, ese orgullo de su semblante cambió radicalmente, haciéndola estallar en cólera tras escuchar a su marido.   El Sr. John McDonald hizo a su señora esposa salir y aguardar afuera, eso resulto ser peor que abofetearla en pleno rostro, un  hecho que la disgusto en extremo a la señora, quien gesticulando con sus brazos haciendo aspavientos por el disgusto obvio, salió muy malhumorada lanzando improperios, cerrando la puerta dando un fuerte portazo, ya que su siguiente objetivo era estar presente durante el castigo.  Pues se había cerciorado durante la noche, exagerando y aumentando con creces las faltas cometidas.  Algo que para su marido John no le debió pasar desapercibido.  Por ello tenía decidido esclarecer los hechos antes de tomar una decisión final y para ello su esposa no debía estar presente. 

(Sr. John)  -.  Buenos días Rose Mery!  Como bien sabes, mi esposa y tú no tenéis muy buenas relaciones, me gustaría que no fuera así y que os llevarais mejor,  pero eso por el momento no parece posible.  Me ha estado dando ciertas noticias sobre tu rendimiento, hay cosas que puedo pasarlas por alto, pero en concreto hay una  que me preocupa de ser cierta, es lo suficiente grave como para tomar drásticas medidas, pero si tienes una buena explicación para ello, no adoptare medidas disciplinarias, dejando el tema con solo una llamada de atención, eso sí, si tu explicación no me convence, me veré obligado a abrirte un expediente que ira adjunto a tus referencias, como bien sabes, lo cual podría suponer dificultarte, encontrar trabajo en el futuro.- Ante esas palabras tranquilizadoras del señor, Rose Mery mostro una tenue sonrisa en sus labios, aunque lo de abrirle un expediente no le hacía gracia alguna, una tacha en su expediente llamaría la atención a su hermano mayor, y eso no era nada bueno para ella, pues  conocía bien las consecuencias para su trasero.  Alisándose la falda con ambas manos, sintiendo al pasarlas como aun le ardía el culo por la azotaina recibida, escuchaba atentamente con cierta preocupación, dado que no podía evitar estar avergonzada al ser llamada al despacho  a su edad y dada su responsabilidad en la casa, así como el estar teniendo esa conversación.  Si llegaba a oídos de su hermano, la zurra que recibió días atrás por él, no sería nada comparada con la que la esperaba, por ello pensaba que lo mejor era recibirla a manos del Sr. John McDonald, que no sería tan severo como él.  -. Soy claramente consciente  de tu situación, tu trabajo se te ha multiplicado estos dos últimos meses, al tener que encargarte de cuatro muchachas, cuando en esta casa siempre hemos tenido una o como máximo a dos.  Pero también en estos últimos días, tu trabajo ha resultado de mucho menor responsabilidad, dado que las chicas se han comportado como unas auténticas  señoritas, no dándote trabajo extra, que te hiciera tener que ocuparte de ellas y acumularse tus labores diarias, por ese motivo me resulta difícil creer que te hayas visto desbordada por tus labores.  Por lo tanto espero una buena explicación…  Yo mismo hace tres días, te hice entrega de un talón como cada mes, para pagar a nuestros proveedores, tal y como suelo hacer cada fin de mes. Pero estos proveedores  ante mi sorpresa,  llamaron ayer por la tarde que no se lo habían entregado, cogiendo la llamada mi esposa Abba.  Con lo cual decidieron no hacer la entrega de los pedidos según la informaron…  Con esos caballeros ya he mantenido más que unas palabras con ellos, les he llamado la atención por tomarse esas libertades, al no haber efectuado la entrega…  Pero…ejem… ejem… tras  escucharles hablar,  han sido ellos quienes me han reprochado a mí, el no hacer efectivo el pago del talón.  Esa empresa nos ha atendido muy bien durante años, haciéndolo siempre puntual y efectuando muy bien sus servicios.  Pero ha resultado ser,  que no ha sido únicamente este mes! Según me han informado…  El mes anterior tampoco se les entrego dicho talón a su debido tiempo, y a pesar de sus estrictas directrices en caso de impago,  nos atendieron haciendo la entrega del pedido.  El pago se les hizo, eso sí es cierto… pero con tres días de demora, me han solicitado pagar intereses por esa demora, dado que esta en las cláusulas del contrato estipuladas, no tenían intención de cobrármelas, pero en vista de mis palabras acusadoras hacia la empresa distribuidora, han decidido cobrarme esos intereses.  El dinero no me importa, pero el que me hayan reprochado mi forma de expresarme para con ellos, es algo que me ha disgustado en extremo, mejor dicho  no me ha gustado nada en absoluto su tono empleado.  Me has hecho quedar como un inepto, algo que no te voy a tolerar de ninguna de las maneras, a no ser… claro esta!  Que tu explicación al respecto sea convincente… de hecho debe ser muy convincente… De lo contrario te aguarda un severo castigo, utilizando un instrumento acorde a mi malestar, me has hecho quedar muy mal con esa empresa y espero de ti una clara respuesta…    Y… Bien!!!   Estoy aguardando una clara aclaración?    Tienes una explicación para ello? No es así? …  Es que… No me vas a responder? …-. Rose Mery se daba perfecta cuenta que estaba en serios problemas, deseaba por un lado tener alguna excusa creíble, pero tenía la mente en blanco a pesar de ser inocente de esas acusaciones, pues el talón había desaparecido del cajón en donde lo había guardado,  no siendo la primera vez de esa extraña desaparición, sobre todo teniendo en cuenta que solamente los McDonald y ella misma tenían la llave de dicho cajón,  ya que como el señor había comentado, el mes anterior también sucedió esa desaparición. Sintiendo como un nudo en el estómago y el tener  la garganta tan seca que la impedía hablar, viéndose claramente sin argumentos para defenderse, se temía  que cumpliera su amenaza de propinarle un severo castigo, pero no se atrevía a abrir la boca por si empeoraba su situación, por ello avergonzada bajo su mirada al suelo, ese acto no dejaba lugar a dudas sobre su culpabilidad, con lo cual el Sr. McDonald anuncio... -.  Inclínate sobre la mesa! … Levántate la falda y bájate las bragas!!!   Este problema es de una gravedad extrema… Y por ello requiere circunstancias especiales.  Paul!  Has venido a nuestra casa de visita, para informar a tus hermanas del estado de tu esposa, pero seguramente estarás tan indignado como yo mismo, creo que si alguien debe ocuparse de aplicar un correctivo a tu hermana Rose Mery, debes de ser tú!  Ya que estas aquí!  Puedes intervenir cuando lo desees oportuno, como me imagino estos hechos te habrán asombrado tanto como a mí mismo,  hazte cargo tú mismo de tu hermana… Tienes vía libre para actuar como mejor consideres…

      A Rose Mery le cambio su semblante de golpe, al escuchar el nombre de su hermano mayor, se giró hacia atrás buscándole con la mirada, al verlo tras ella sentado al fondo en las sombras, observando cómo se levantaba de la  silla al otro extremo del despacho, viéndolo en la penumbra acercarse con una vara en su mano derecha, Rose Mery deseaba poder justificarse defendiéndose de esa falsa acusación, pero viendo a su hermano blandir la vara en el aire haciéndola silbar, sus palabras eran inentendibles al enredársele la lengua, saliendo de sus labios solamente susurros inaudibles…

       La Ama de llaves se hallaba muy adolorida, acababa de ser  castigada por su hermano mayor Paul, tan solo hacía unos pocos minutos antes de salir de la casa, aun iba secándose las lágrimas de sus ojos, el Sr. John McDonald había cumplido su amenaza de aplicarle un severo correctivo, algo que le resultaba muy obvio a Rose Mery, dado que al más mínimo roce de sus bragas al andar, le provocaban serias molestias con cientos de pinchacitos muy molestos, las secuelas producidas  por la vara la atormentaban, haciéndola dar pasos con gran dificultad por el dolor tan intenso, olvidando por ello la compostura como Ama de llaves, la vergüenza que le hiciera pasar la Sra. Abba en su habitación, al supervisarle la humedad de su entrepierna sobre el fondillo de sus bragas, maldiciéndola por hacerle días atrás el ponerse esas bragas tan ajustadas, las cuales en esos momentos la hacían sentirse agobiada, por las molestias al estar muy adolorida tras el castigo, ese roce se acentuaba en su dolor a cada paso que daba, siendo las  bragas de algodón de talle alto, ajustadas a su cintura, que al tener el culo muy inflamado e hinchado  tras el correctivo, las bragas le apretaban sintiéndolas muy prietas, sobre todo las perneras en sus muslos  por el elástico,  la mortificaba en la parte baja de sus nalgas, como si le estuvieran dando pequeños mordisquitos a cada paso que daba. La ropa interior era similar  a las que usaban la chicas, ella misma las conocía muy bien, la razón de ser ella la responsable de vestir y desvestir a las chicas, tenía el conocimiento que la propia Sra. Abba también las utilizaba, pero en su caso era por deseo expreso de su marido, al ser un declarado fetichista de esa prenda en concreto.  

     El matrimonio McDonald había decidido premiar el buen comportamiento, de las cuatro chicas spankee´s dados sus últimos días, habían pensado que esa buena conducta era merecedora de un premio,  llevándolas a un importante centro comercial del centro de la ciudad, aunque para ellas su mejor premio de ese día,  fue el permitirles  vestirse ellas mismas como desearan hacerlo. Las chicas se vistieron con pantalones “Jeans”, quizás por estar cansadas por usar siempre faldas cortas, mostrando la parte baja de sus bragas para su vergüenza, así como el  vestir diariamente la ropa elegida por la Sra. Stuart, como si fueran unas chiquillas, en vez de hacerlo como mujeres adultas, aunque eso no les desagradaba a todas, sobre todo a Soraya y Marisa a ellas dos les apasionaba su rol,  pero habían decidido unánimemente ponerse unos pantalones tejanos ajustados, por lo que las chicas iban  muy contentas  saliendo de la casa, algo a destacar de ellas, era apreciar lo atractivas que estaban con sus pantalones ajustados, marcando en especial  sus preciosos traseros, destacando el trasero de Carmen al ser la más robusta de las cuatro, pero aun así no menos atractivo por su excitante redondez.

     La primera de las chicas en salir por la puerta hacia el parking, fue Marisa seguida de cerca  por los McDonald, salían del ascensor en el  vestíbulo del sótano por la puerta hacia el parking, la Sra. Stuart ya se encontraba frente al vehículo monovolumen, siendo la primera en subir al vehículo, nada más escuchar el “Clic” de abrirse las puertas al accionar el mando a distancia por el Sr. John.  Marisa se subía poco después haciéndolo detrás de la Sra. Stuart, entre la penumbra de la luz del parking, la leve brisa de aire causo el revuelo de la falda de la Sra. Stuart, con el cual dejo entrever la parte baja de sus bragas, la pequeña Marisa le pareció ver unas marcas en sus muslos, pero no tuvo tiempo de ver más al no estar pendiente de ello, al sentarse en su asiento trasero miraba hacia atrás hacia la Sra. Stuart, la cual se había sentado en los asientos traseros, de las dos filas de asientos del vehículo monovolumen, Marisa tomo el asiento delante de la Ama de Llaves, al lado de ella se sentó Anna la hija de la cocinera, poco después se sentaban al lado de Marisa, Carmen, y Dae Shung, mientras delante iba el Sr. John conduciendo, a su lado Soraya, en medio entre su papá y su mamá.

     Durante el trayecto, las chicas iban parloteando alegremente entre ellas, mientras en el asiento trasero, Anna atenta a los comentarios de las muchachas, a su lado con la mirada perdida de la Sra. Stuart contemplaba el horizonte, en su mente aun tenia grabadas las imágenes, viéndose así misma inclinada sobre la mesa del despacho, sintiendo como su corta falda plisada, dejaba entrever expuestas a las miradas,  el fondillo humedecido, así como el elástico de las perneras de sus bragas, permaneciendo visible sobre todo la parte baja de sus nalgas, levemente cubiertas por las braguitas de algodón con dibujos de margaritas, durante unos segundos se sintió avergonzada al mostrar su ropa íntima, al quedar visible ante dos hombres, lo peor para ella fue, que uno ellos fuese su hermano mayor.

   El que quedara visible su prenda íntima ante  el Sr. John McDonald, no la avergonzaba necesariamente, sobre todo tras lo sucedido en los últimos dos meses, en los cuales había permanecido echada sobre su regazo boca abajo, recibiendo varias azotainas con el trasero desnudo como si fuese una chiquilla.  Desde que la pequeña Soraya llego a la casa, la Sra. Stuart se había visto en situaciones apuradas, despertando en su fuero interior su instinto más oculto, despertando en ella a la spankee que llevaba en su mente. Sintió una leve brisa en sus nalgas, al pasar alguien tras ella, pocos segundos después vio que era el Sr. McDonald, el cual tomaba asiento en su sillón tras su mesa, mirándola al rostro procedió a sujetarla por los brazos, agarrándoselos a la altura de las muñecas, instante que sintió un sonido seco a su derecha junto a ella, la curiosidad la hizo mirar girando la cabeza a su derecha, observando aterrada el objeto que había provocado aquel sonido, era un gruesa vara de avellano verde, el instrumento predilecto de su hermano Paul.  Segundos después sentía como unas manos le levantaban la corta falda plisada ondulada, sintiendo como esas manos se la sujetaba en la pretina en su cintura, así como instantes después unos fríos dedos se introducían bajo el elástico de sus bragas en la cintura, sintiendo cómo se las bajaba al notar la fría brisa en sus sonrosadas nalgas, al igual  que el roce de sus bragas al deslizarse por sus muslos, sintiéndolas como se las bajaba hasta por debajo de las rodillas, y como estas por su propio peso caían a sus tobillos. Lo siguiente que sintió, fue un fuerte dolor intenso que le cruzaba horizontalmente  sus nalgas, su “Ayee” de dolor se hubiera podido escuchar por toda la casa, pero por fortuna para ella, sabía que no la podrían escuchar, al ser conocedora que  el despacho estaba insonorizado, seguramente solamente la Sra. Abba que debía de aguardar al otro lado de la puerta, imaginando lo satisfecha que debería de estar escuchándola aullar de dolor, sería la única testigo que  podría escuchar sus aullidos, los cuales  precedieron a los siguientes azotes de la vara, que al sentirlos azotarle las nalgas, Rose Mery solamente podía menar sus caderas, o flexionar sus piernas levantándolas por el dolor producido por la vara de avellano...

    

     Carmen, Dae Shung, y Soraya se adelantaban a los Sres. McDonald, al ser las primeras en descender del vehículo, observándolas como entraban sin aguardar a nadie, entre risas al centro comercial.  El matrimonio McDonald se quedó rezagado a unos metros.  Ellos iban en compañía de Anna, la ayudante de cocina, quien se encargaba de empujar  el carro para la compra. La Sra. Stuart aprovechando esa circunstancia al quedarse rezagada, tras haberse apeado del monovolumen, permaneció oculta entre otros vehículos estacionados, al permanecer entre las sombras, al verse a solas momentáneamente, sus intenciones no eran otras que bajarse unos centímetros la falda, estaba avergonzada por la escasez de dicha prenda de vestir, no deseaba que miradas indiscretas pudieran verle sus braguitas, o que por un desliz involuntario, por el vuelo de la falda plisada, mostrara no solamente su prenda íntima, si no,  que alguien pudiera percatarse del estado de su trasero.  

       Ese era su peor temor en esos momentos para ella, que a sus treinta y cuatro años, alguien pudiera ver que la habían castigado en el culo. Creyéndose a salvo de ser observada por miradas indiscretas, procedió a desabrocharse uno de los botones de la cinturilla, tirando de la falda hacia abajo, logro bajársela unos centímetros. Momento que aprovecho introduciendo las manos bajo la falda, para poder estirar el elástico de las perneras de sus bragas, que le apretaban atormentándola la parte baja de sus nalgas, el elástico la torturaba con serias molestias. Le hubiera salido bien maniobra, si no fuera porque la Sra. Abba, no le había quitado ojo de encima, desde que la vio apearse del vehículo, la observaba de cerca como si ya esperase esa reacción en ella. Rose Mery no se percató hasta tenerla frente a ella,  acercándose le cruzo la cara con una fuerte bofetada, luego bruscamente le subió la falda de nuevo, mientras la observaba mirándola a los ojos muy seria, así como  abrochándole el botón suelto, después introduciendo sus manos bajo su corta falda plisada, rebusco entre el faldón de la blusa la cinturilla de sus bragas, las cuales agarro por el elástico de la cinturilla subiéndoselas bruscamente, un acto que hizo aullar de dolor a Rose Mery, que se tuvo morder  el labio inferior evitando que la escucharan, o que la escuchara cualquiera de las jóvenes, ya  que  Marisa y Anna que se hallaban cerca no escuchasen su protesta.

      Aunque a pesar de sus intentos, no logro el pasar desapercibida para  Marisa, la joven sintiéndose intrigada tras la fugaz visión al subir al vehículo, que le había parecido verle unas marcas en el inicio de sus muslos, en el instante que el revuelo de su falda dejo entrever a  Marisa, viéndole fugazmente  las bragas con flores de margaritas a la Sra. Stuart, así como unas tenues sombras en sus nalgas.   

     Nada más descender del vehículo, Marisa intrigada por lo que le había parecido ver, se situó en la parte trasera del vehículo monovolumen, con la malévola intención de verle las bragas al descender, la Sra. Stuart la vio tras asomar primero la cabeza, por ello al descender se sujetaba el vuelo de la falda. Rose Mery vio como los señores aguardaban a Anna, que se había separado de ellos para ir a por un carro para la compra, disimuladamente ella se ocultó entre los vehículos estacionados. Marisa atenta no vio como la Sra. Abba le arreglaba la falda o el cómo le subió las bragas bruscamente haciéndola aullar, como tampoco pudo ver la bofetada que recibió en pleno rostro. Pero el sonido de la bofetada no le pasó desapercibido, lo cual hizo a la joven curiosa, poner más atención al presenciar, viendo el rostro contraído de la Sra. Stuart y el ver el rostro de su mamá enfadada, algo que  le causo mayor intriga.

      Minutos después una vez dentro del centro comercial, el grupo de las muchachas se había desperdigado por los pasillos, Marisa intrigada la seguía de cerca con relativa prudencia, fue en esos momentos cuando se percató del porque iba tan seria la Sra. Stuart, sus andares no le resultaban nada extraños, haciendo que la joven Marisa no la perdiera de vista, la cual no tardó mucho en percatarse de los sospechosos motivos de aquellos andares, pues ya los había visto otras veces esos mismos andares, en su nueva amiga Carmen, en su propia y nueva  hermana  Soraya o en la propia Dae Shung, e incluso  ella misma había andado de esa forma no hacía muchos días, tras haber recibido una buena azotaina en el trasero.  Aunque las dudas la embargaban por el puesto que ocupaba en la casa, jamás hubiera sospechado que a la Sra. Stuart la pudieran castigar como una más de ellas, pero dado sus movimientos se iban confirmando sus sospechas. 

     Marisa desconocía por completo a su llegada a la casa, que la Sra. Stuart estaba bajo la tutela de los McDonald, no solamente como sus señores, si no, también como sus tutores.   Marisa no podía creer, lo que su mente imaginaba del “Ama de Llaves, siendo la máxima autoridad en la casa después de los Sres. McDonald. Sobre todo por ejercer una gran autoridad en la casa, teniendo como unos de sus deberes, ocuparse tanto de ella, como de Soraya, así como también con sus dos compañeras de habitación. En sus obligaciones estaba fijada  todos los días de la semana el asearlas, vestirlas y las zurraba con azotainas, cuando no la obedecían o ella juzgaba necesario el castigarlas.  No se podía imaginar  ni por asomo, que pudieran serle aplicados correctivos. Se había situado a varios metros detrás de ella….   Lo que le hizo llegar a pensar que hubiera sido castigada recientemente, ese hecho mantenía a la joven aún más intrigada, dadas sus conclusiones que ella misma se había hecho, al observar sus sospechosos andares.  

      En un momento dado Marisa, como la propia Sra. Stuart,  se distanciaron más del grupo, los McDonald se habían quedado rezagados unos pasillos atrás mirando unos productos, con lo cual la Sra. Stuart se  había separado de ellos, tras  haberse separado unos tres  pasillos de los McDonald, creyéndose a solas en ese momento y fuera del alcance de sus miradas.  La pequeña Marisa en cambio no la perdía de vista, observando  manteniéndose oculta tras un expositor, espiando asomando solamente la cabeza por la esquina.   En ese momento observo como la Sra. Stuart miraba en todas direcciones, al ver que no había nadie cerca, se llevó sus manos cada una a un lateral, introduciéndolas bajo su corta falda alzándosela, Marisa quedo boquiabierta al verle las bragas, aunque estaba la Sra. Stuart de costado, Marisa no le veía el trasero, observando como manteniéndose la falda alzada la Sra. Stuart, solo le vio las bragas de costado, viendo  que las llevaba muy tensas apretándole los muslos, marcándole las nalgas por el ajustado elástico,  observando cómo se introducía  sus dedos bajo el elástico de las perneras de las bragas,  las fue estirando lentamente bajándoselas unos centímetros para así aflojar la presión, momento que la Sra. Stuart se giró un poco a la izquierda, quedando  la parte baja de sus bragas expuestas al girarse un poco, en ese preciso instante Marisa tenia plena visión del trasero de la Ama de Llaves.

     Marisa se quedó boquiabierta del asombro, se llevó la mano derecha a los labios para ahogar su suspiro de asombro, acababa de verle la parte baja de las nalgas a la Sra. Stuart, quedándose entre aterrada y asombrada, al ver como llevaba el culo de marcado por la vara, pues los trazos de las líneas eran inequívocas, su suspiro fue debido al verle unos feos verdugones morados, los cuales sobresalían bajo el elástico de las perneras  de sus bragas, marcándole así el inicio de los muslos.  Ya no tenía duda alguna que había sido castigada, ahora además de su sorpresa, lo que la intrigaba más a la joven, era que tipo de vara podía causar semejantes marcas en el culo. Ya que hacía un mes atrás prácticamente, había visto a Dae Shung con el culo marcado por la vara, y estaba muy lejos de parecerse al de la Sra. Stuart.

      Marisa decidió ocultarse entre las sombras para no ser descubierta, no deseaba que la Sra. Stuart la pudiera descubrir espiándola de nuevo, ya la había descubierto infraganti en una ocasión, y fue castigada en el piso de Soraya, igual que lo fue también Sonia, aunque ella no llegase a ver como la Sra. Stuart castigaba a Sonia, si la pudo escuchar llorar sin control, al recordarlo Marisa decidió volver sobre sus pasos. Pero en ese instante una mano se posó sobre su hombro, haciéndola que se sobresaltase por el peso de la mano, volteando la cabeza para mirar tras ella, se quedó helada al ver a su Papá,… aterrada se esperaba lo peor…

(Sr. John)  -. Está muy feo espiar a las personas mayores… Deberías recordar lo que ocurrió la última vez!

(Marisa)  -. Yo no pretendía…espiar…

(Sr. John)  -.  Si estuviéramos en casa, te pondría ahora mismo sobre mis rodillas, te bajaría esos pantalones y las bragas, te aseguro que no ibas a poder sentarte en una semana!  Pero te salvas porque no estamos en casa, y lo que hayas podido ver no es de tu incumbencia, entendido?

(Marisa)  -. Yo no quería espiar... Pero es que no comprendo…

(Sr. John)  -.  Que es lo que no comprendes, Pequeña?

(Marisa)  -.  Me ha parecido ver… que han castigado… a la Sra. Stuart?

(Sr. John)  -. La Sra. Stuart es una mujer que tiene responsabilidades, y si comete un error debe afrontar los hechos. En su caso no la imposibilita el tener que aceptar las consecuencias si comete errores, aunque repito que  eso no es de tu incumbencia!!!  

(Marisa)  -. Creía que una spanker no puede ser castigada?

(Sr. John)  -. Bueno… eso no totalmente cierto!  Es algo que resulta relativo, depende de las circunstancias de la vida en sí misma, para tu curiosidad, una mujer puede ser Switch:  La palabra “switch”, en la jerga spanka, define a aquellas personas que pueden adoptar el rol de spankers o spankee´s según la situación, o su estado de ánimo o el/la partenaire. Supongo que esta explicación te bastara.

   Mientras tanto…

     Las chicas Carmen,  Dae Shung y Soraya, felices y contentas al salir al fin de la casa, tras el tiempo que llevaban sin salir de ella, iban entre ellas riendo, jugando, bromeando, y  coqueteando  con los chicos que las observaban con sus miradas, entre ellas se susurraban comparando a aquellos chicos cual era más atractivo, al tiempo que no cesaban en sus insinuaciones con  miradas picaras  hacia ellos.  

     Marisa mientras ellas jugaban, ella se había quedado atrás con sus tutores, aunque tras haber hablado con su papa, ella continuaba con la misma curiosidad, pero ahora más prudente sin acercarse a la Sra. Stuart, ya había sido descubierta por su papá, suspirando aliviada al librarse de recibir unos azotes.  Marisa se sentía observada por su papá, por ello mantenía las distancias. La Sra. Stuart seguía distanciada, por varios metros por delante de los McDonald.  A la joven Marisa, continuaba sin haberle pasado desapercibido el malestar de la Sra. Stuart, la muy picara iba tras ella observando sus andares, aunque ya no se le acercaba tanto, su forma de moverse presagiaba claramente lo dolorida que debía de estar,  cuando le era posible se tallaba el trasero de su corta falda pasándose una mano o las dos, Marisa a unos pasos tras ella no se le escapaba detalle alguno de sus movimientos, sintiéndose en esos momentos algo incomoda, por la humedad que notaba en el fondillo de sus braguitas, sentía tenerlas muy mojadas temiendo que de un momento a otro, la pudieran ver al marcarse la humedad al traspasar la tela del pantalón, algo que para su suerte no sucedió.  La Sra. Stuart hizo ademan de agacharse para coger un producto de un  estante de abajo, pero los pinchazos que debió sentir en el trasero, la hicieron disentir de hacerlo, acariciándose sin ningún disimulo el trasero, pues debido a intenso picor en su trasero, le  había dejado de importarle que la pudieran ver, sobándose con las palmas de las dos manos hacia arriba y hacia abajo sobre la falda.

     Poco después en otro de los pasillos, se inclinó hacia adelante subiéndosele la falda al hacerlo, Marisa que la seguía de cerca con disimulo, tras ya haberla descubierto poco antes su papá, se llevó la mano derecha a los labios de la boca ante la sorpresa de verle de nuevo las bragas, así como las líneas que marcaban su colorado trasero, las cuales asomaban bajo las perneras de las bragas, Marisa  continuaba divagando, tratando de deducir con que vara la habían azotado dejando semejantes marcas, sintió como una punzada en su entrepierna que la hizo estremecerse, se acababa de correr en las bragas sin tocarse.  La Sra. Stuart sorprendió a la joven observándola, con el rostro contraído entre dolor y malestar por ser espiada por la muchacha,  Marisa avergonzada se volvió hacia sus papas adoptivos aterrada por aquella mirada, encontrándose con sus rostros  sonrientes ante la visión, al  mostrarles Rose Mery su colorado trasero, obviamente no era Marisa la única que estaba disfrutando de la visión de Rose Mery, por ello, les había pasado desapercibido el perder de vista a las jóvenes Carmen, Dae Shung  y Soraya que no estaban cerca de ellos yendo a varios pasillos por delante.

     Minutos despues a unos pasillos de distancia de los Sres. McDonald, las tres jóvenes continuaban jugando riéndose, al ir claramente despistadas con sonoras carcajadas,  agarrándose las unas a las otras jugando al “pilla…pilla”, mirando con picardía hacia unos chicos, los cuales llevaban rato siguiéndolas y que no les apartaban la mirada, iban tan ensimismadas en sus escarceos, que no se percataron de un expositor situado  en el centro del pasillo, este exponía una serie de vajillas de oferta, por lo cual habían expuestos platos, soperas, salseras todas ellas  de fina cerámica, a simple vista debían ser valiosas.   Un estruendo acompañado del sonido estridente al romperse platos…  las chicas se quedaron petrificadas viendo como caían platos y otros enseres a su alrededor, así como un sonido brusco y seco al desplomarse el expositor, que las hizo volver a la realidad al momento, mostrándose las tres jóvenes aterradas y muy  preocupadas, aun en esos instantes no eran conscientes de lo sucedido.  Las tres muchachas Carmen, Dae Shung  y Soraya se quedaron mudas ante el estropicio que acababan de causar, pero sus miradas de temor entre ellas, temían las consecuencias que estaban seguras iban haberlas, pues a los pocos segundos eran muy  conscientes que estaban en serios problemas.

     Enseguida aparecieron tres mujeres del personal del centro comercial, las cuales al presenciar el estropicio llamaron por teléfono al encargado, quedándose las tres mujeres rodeando a las tres jóvenes, incluso dos de ellas sujetaban a las chicas amenazantes, una a Dae Shung por un brazo y ha Soraya la sujetaban por los hombros, tras colocarse  una de las mujeres detrás de ella, evitando así su posible huida del lugar.   Los curiosos fueron agolpándose alrededor de la zona.  Más alejados tras los muchos curiosos que se acercaron, entre ellos estaban los Sres. McDonald, que trataban de acercarse por la curiosidad, Marisa fue quien mezclándose entre los curiosos, se pudo adelantar hasta colocarse en primera línea viendo lo sucedido, observando a sus tres amigas cabizbajas, las cuales no la vieron a ella.   Al llegar el responsable acompañado por dos vigilantes, dio instrucciones a las mujeres de recoger y limpiar el desaguisado, mientras los vigilantes se llevaban a las tres escoltadas hacia las oficinas,  el encargado se reunió con ellos una vez acabo de dar las debidas instrucciones, y haber despejado a los muchos curiosos, para que el personal pudiera trabajar con libertad.

    Los McDonald cuando lograron acercarse  por la curiosidad, solamente  pudieron ver el destrozo causado, vieron el rostro de preocupación de Marisa, lo que les hizo preguntarse dónde estaban las chicas, los curiosos comentaban que los vigilantes se habían llevado a tres chicas jóvenes, comentarios que les dejo intrigados al saber que habían sido tres chicas.

     Pocos minutos después los McDonald continuaban haciendo sus compras, ajenos por completo a lo sucedido, se sobresaltaron al oír sus nombres, al ser nombrados por la megafonía del centro comercial, tras ser citados por sus nombres el  Sr. John y Abba McDonald, rogándoles que acudieran a la oficina del director. Fue como el recibir una bofetada para a los  Sres. McDonald en pleno rostro, al ser nombrados por su nombre por  megafonía, le parecieron que todas las miradas se fijaban en ellos a su alrededor, los clientes que se hallaban  en la zona algunos eran conocidos o amigos, por ello se apresuraron en encaminarse hacia la salida avergonzados, dado que la oficina se encontraba en el vestíbulo del centro comercial.  

    Al dirigirse hacia las cajas buscando la salida sin compra, se cruzaron con varios clientes entre ellos había varios conocidos de los McDonald.  Marisa andaba tras  la Sra. Stuart iban a unos  metros rezagados del matrimonio, Marisa observaba como la Sra. Stuart se sujetaba el vuelo de la falda,  viendo cómo se alejaban cabizbajos los McDonald, caminando a paso raudo alejándose  abochornados hacia la oficina, teniendo que pasar por delante de varias cajeras que conociendo los hechos, se les quedaban mirando a su paso, para agravar más la situación de las tres jóvenes, los clientes susurraban entre ellos lo sucedido.   Al llegar a la oficina, el director ya les aguardaba en la puerta, entrando a la oficina sin mediar palabra.

    En el interior de la oficina, se encontraban las tres chicas al fondo de la estancia, estaban de pie en la pared del fondo, mientras uno de los vigilantes les estaba haciendo fotos y el compañero las interrogaba por lo sucedido. Pero las chicas no respondían a ninguna pregunta,  las tres se quedaron enmudecidas al ver a los  Sres. McDonald, los cuales que entraban en esos instantes malhumorados. Los vigilantes trataban de averiguar lo sucedido, hablándoles en un tono elevado de voz, tratando de asustar a las tres con sus preguntas.  Como si pudiera algo asustarlas más, que la sola presencia del matrimonio McDonald, pues las tres sabían lo que las esperaba al llegar a casa, ese día estaban seguras de no olvidarlo en mucho tiempo. 

     Una vez en el interior  de  la oficina,  el Matrimonio McDonald fueron invitados a tomar asiento, frente a la mesa del despacho del director,  sentándose el director tras su mesa.  La Sra. Abba volviendo la cabeza hacia el fondo donde se encontraban las chicas, las miraba claramente enfadada observando en ellas, la angustia que se reflejaba en sus rostros de las tres muchachas, las chicas al ver esa fría mirada no fueron capaces de mantenerla, por lo que cabizbajas miraban hacia el suelo, las tres temían lo que se les venía encima nada más llegar a casa.

     Mientras escuchaban como el Director comentaba con el Sr. McDonald lo sucedido, al tiempo que en la pantalla del ordenador le mostraba las imágenes que habían captado las cámaras de seguridad, mostrándole como habían transcurrido los hechos, en las imágenes se veía claramente que iban jugando sin prestar atención a lo que tenían delante de ellas. El director conversaba con el Sr. McDonald. Estuvieron dentro de la oficina cerca de una hora, hasta que la supervisora llevo el informe con el coste total del desaguisado.

     Ya de vuelta a casa, durante el trayecto en el habitáculo del vehículo,  no se escuchaba ni el vuelo de una mosca.  Las chicas iban todas sentadas atrás, ninguna quiso hacer el viaje camino de vuelta sentada delante con los McDonald, como a la ida.  John McDonald iba conduciendo el monovolumen, entre él y su esposa apenas se cruzaron unas palabras escuetas, monosílabas más que nada, su enfado era obvio para las chicas, el Sr. John varias veces lanzaba amenaza de detener el vehículo y darles su merecido en el arcén con una buena vara. Pero solamente eran  amenazas veladas hacia las chicas, las cuales estaban amedrentadas deseando no llegar a casa, pues sabían lo que les aguardaba nada más entrar…

    Desde que estaciono el vehículo en la puerta, tras descender de él las chicas lo hacían sin hablar entre ellas, así como la subida al piso en el ascensor, fueron subiendo en silencio mirándose entre ellas, las chicas se las apreciaba muy nerviosas a todas, incluida Marisa, alguna de ellas como Carmen se acariciaban el trasero, pasándose la mano varias veces por el ajustado jean´s, tras el tiempo que había transcurrido desde que entraron al despacho del director, en sus rostros había claramente temor, observándolas detenidamente se apreciaba su angustia, pero en sus miradas como la de Carmen y Soraya había complicidad, llevaban muchos días sin ser castigadas y de alguna manera se les apreciaba el deseo entre aquel temor y su angustia, sobre todo al observar como pasaban las manos por su trasero, un gesto que no pasó desapercibido para su spanker el Sr. John McDonald.

     Subiendo en el primer turno en el ascensor, la Sra. Abba, la Sra. Stuart, con Carmen y Dae Shung. En el segundo turno subieron  Soraya, el Sr. John McDonald, Anna y Marisa.  Mientras subían ellos, en el rellano aguardaban la Sra. Abba, Carmen  y Dae Shung con la Sra. Stuart frente a ellas, esperaban a  que subieran el resto  en el ascensor, las tres jóvenes se miraban la punta de los zapatos, tratando de no mirarle a la cara al Sr. John.  Mientras tanto él las observaba lo nerviosas que estaban, viendo como una u otra se pasaba una mano acariciándose el trasero, aunque solamente Soraya se acariciaba el culo con sus dos manos,  temiéndose claramente la que les esperaba al traspasar aquella puerta aun cerrada.  Nada más cerrarse la puerta del ascensor,  Soraya viendo como mamá iba a por ella, en su rostro vio claramente sus intenciones, por ello se refugió tras su papa para evitar que la agarrase.

 (Sr. John)  -.  Abba!!!   Aquí no! Este no es el lugar adecuado,  Si has podido esperar hasta llegar a casa, puedes esperar un poco más a que entremos en ella, no montemos una escena para los vecinos!!! -. El Sr, John abrió la puerta, dirigiendo unas palabras a Anna. -. Tu Anna puedes volver a la cocina con tu madre! Vosotras cuatro a vuestra habitación de inmediato! Esperadnos a que vuestra madre y yo vayamos a hablar con vosotras tres!!! Sra. Stuart! tenemos que hablar con usted!  Vamos a su Habitación, Abba cariño, nos acompañas?

      Las cuatro chicas nada más abrirse la puerta de la entrada, se dirigieron a su habitación rápidamente sin mirar atrás, escuchando a sus espaldas como se cerraba la puerta, nada más entrar en ella cerraron la puerta de su habitación, por lo que no les vieron pasar al matrimonio detrás de la Sra. Stuart entrar a la habitación de esta.  Una vez en el interior la Sra. Abba se sentó sobre la cama, en su rostro se reflejaba incomprensión, dado que desconocía que hacían en la habitación de Rose Mery, las culpables de la travesura en el centro comercial estaban en otra habitación, no comprendía porque su marido la había hecho entrar a la de Rose Mery.

(Sr. John)  -.  Abba!  Si te estas preguntando por qué estamos en esta habitación, y no estamos castigando a las niñas, es por una razón obvia!  Rose Mery sabe perfectamente que como Ama de Llaves,  debe guardar la compostura en todo momento.  Pero sobre todo, porque usted debía encargarse de controlar a las chicas, si hubiera hecho su trabajo, no estaríamos en esta situación! Ahora que estamos solos sin las chicas, podemos dejarnos de protocolos, y ser claros!  El que te duela el culo!  no es una excusa!  Como la profesional que eres, debes saber comportarte ante las chicas, tu comportamiento en el centro comercial esta mañana, es algo totalmente inexcusable, en vez de estar con las chicas controlándolas… Te has apartado de ellas, solamente con la ingenua intención de arreglarte las bragas, cuando anteriormente mi esposa te habia llamado la atención, otro aspecto de una conducta intolerable de su parte, la verdad es que ninguna de vosotras ha estado en el lugar que os corresponde! De hecho Rose Mery, solamente te ha faltado bajarte las bragas e ir sin ellas por el centro mostrando a todos como llevas el culo de colorado y marcado por la vara de avellano!!!   Marisa iba todo el tiempo detrás de ti, intrigada por tu comportamiento desde el parking, tratando de verte el trasero, sobre todo por no haber tenido la responsabilidad que debe tener una Institutriz, en este mundo hay que mantener la discreción, no se puede ir dando la nota de esa manera ante las chicas! .- Mientras estaba regañando la conducta de Rose Mery, John se había dirigido hacia el rincón, hacia un pequeño sillón acolchado, colocándolo en el centro de la habitación con el respaldo hacia la cama, con lo que quedaba situado el asiento hacia la pared. -. Rose Mery inclínate sobre el respaldo de este sillón…  No sonrías tanto, Abba!!  Tu comportamiento en parking, no ha sido mucho mejor que el de Rose Mery! Como se te ha ocurrido abofetearla ante las chicas?  Aparte de que no tengo nada claro aún, cómo ha sido posible que a los proveedores, les hayas pagado tu este mes y también el anterior, sobre todo teniendo en cuenta que esa labor no es la tuya, al igual que no me explico cómo podías saber dónde guarda el talón Rose Mery!!!  Esta mañana estaba tan enfadado con ella, que no me he parado a pensar en ello, pero ahora comprendo tu insistencia de ayer noche,  en tener que castigarla esta mañana.  La zurra que ha recibido ella!!!  No es nada comparada con la que te espera a ti!!!  A ella se la ha propinado Paul, da la coincidencia que espero que venga a recoger a sus hermanas y sobrinas dentro de poco tiempo, cuando llegue se encargara él de ti también, la vara de avellano ha quedado sobre la mesa de mi despacho!!!  Viendo como le ha dejado el trasero a su hermana, no me extraña que le guste tanto utilizar ese instrumento, le ha dejado un culo precioso…

     Mientras hablaba con su esposa Abba, Rose Mery se había inclinado sobre el respaldo del pequeño sillón, quedando su trasero expuesto en alto, la falda plisada al ser  ligera se le había deslizado por si sola sobre su espalda, dejando al descubierto su trasero cubierto por las bragas blancas con dibujos de margaritas. Ella misma inclinada sobre el respaldo, llevándose las manos a su cintura iba a proceder a bajarse las bragas, pero el Sr. John la detuvo en el último momento.

(Sr. John)  -.  No será necesario que te bajes las bragas!  Veo que Abba sabe muy bien lo que me gusta. Me encantan esas bragas blancas que llevas puestas, sobre todo con esos coquetos dibujos de margaritas con sus pequeños tallos verdes, como sus pétalos blancos, destacan alrededor de él polen amarillo en el centro, estas divina con ellas!  Por otro lado, en el estado que tienes el culo, no creo que te vayan a proteger.

   Colocándose el Sr. John mientras hablaba a su izquierda, se desabrocho la hebilla del cinturón extrayéndolo de las presillas del pantalón.  Rose Mery mirando hacia su izquierda bajo su brazo, pudo ver como acababa de extraerlo deslizándolo por las presillas, como levantando su brazo en alto, unió ambos extremos del cinturón ayudándose de la mano izquierda, al igual que vio como lo doblaba a la mitad, Rose Mery le observaba aterrada, como se lo enrollaba alrededor de su mano derecha acortándolo,  manteniéndolo firmemente sujeto en su mano, miraba horrorizada la anchura del cinturón de cuero marrón, como de unos ocho centímetros, al igual que vio cómo se mantenía casi rígido, estando inerte en su mano por el peso del cinturón, con un  grosor de cerca de 5 milímetros, que al estar doblado a la mitad eran de d....  Rose Mery no era la primera vez que lo iba a sentir en su trasero, por ello conocía muy bien sus efectos, cuando lo vio desaparecer de su vista supo que en breve caería sobre su trasero, siendo como un auto reflejo el hecho de cerrar los ojos, antes de sentir la quemazón del cinturón atravesar sus nalgas.  Tal y como se temía resulto muy doloroso, el primer azote en su trasero, a pesar de tener las bragas puestas lo sintió como si no las llevara, tenía el trasero muy adolorido por lo tanto, al sentir el fuerte ardor abrasador en su trasero, sus lágrimas no se hicieron de rogar, deslizándose por las enrojecidas mejillas de sus pómulos, no podía retener las lágrimas dado el intenso ardor que le producían los azotes, ya que estos iban cayendo una y otra vez sin apenas una leve pausa de unos segundos muy breves, a los veinticinco o quizás treinta azotes perdió la cuenta de los que llevaba recibidos, ya que en esos momentos era tal el ardor y el fuego tan intenso que lloraba desconsolada en silencio.  Llevaba varios minutos recibiendo la zurra,  al cesar los azotes permaneció  inclinada sollozando, cuando escucho la orden del Sr. McDonald, se reincorporo poniéndose en pie sobándose con las dos manos el culo, al mirar en derredor suyo buscando con su mirada a los Sres.  No los vio  en la habitación, comprobando que estaba ella sola.   Al poco rato pudo escuchar de nuevo el sonido del cinturón, pero el sonido venia de la habitación contigua, el Sr. John McDonald estaba castigando a una de las chicas, ya que podía escucharla de fondo aullar de dolor a cada azote que recibía.

      Rose Mery al haberse quedado a solas, se acostó sobre la cama haciéndolo del costado derecho, aun con lágrimas descendiendo por sus coloradas mejillas de su rostro, estaba avergonzada por lo sucedido en este funesto día, se acurruco en la cama mientras se seguían escuchando los lamentos, reconoció enseguida que se trataba de Carmen, quien estaba siendo castigada, ella misma la había castigado en varias ocasiones, por ello la reconoció por sus lamentos o “Ayees” con los azotes del cinturón.  Rose Mery se acariciaba con suavidad el trasero, notándolo bastante hinchado al pasarse con suavidad, la mano izquierda sobre las bragas.  Al bajar la mano sobándose el culo sobre su prenda íntima, llego a acariciarse el sexo a través del fondillo de sus bragas, notándose así misma muy mojada,  humedeciendo las yemas de sus dedos de la mano, sin casi darse cuenta de ello, se podría decir que instintivamente su mano derecha, se introducía bajo la cinturilla de sus braguitas bajando a su entrepierna, acariciándose el sexo lentamente  mientras escuchaba gimotear a otra de las muchachas, en breves segundos era ella quien se escuchaba gemir de placer así misma, al tener un orgasmo muy intenso, mientras su mano izquierda se acariciaba el ardiente trasero sintiendo el calor que despedía a través de las bragas, en ese mismo instante se abrió la puerta, entrando lanzando improperios la Sra. Abba que acababa de sorprenderla masturbándose.

 (Sra. Abba)  -.  Habrase visto!!! Es que no tienes ni una pizca de vergüenza alguna!!!  Con la zurra que te acaban de dar!!! Serás cochina… Que las niñas lo hagan tiene un pase, son adolescentes, siendo lógico que exploren su cuerpo!  Pero toda una mujer madura como tú!!  Es una vergüenza!!!  Ya te voy a enseñar!!!   Cochina!!!  Masturbándote!!!  Ahora vas aprender a respetar esta casa!!!  Te voy a dar tal azotaina que vas a recordar en mucho tiempo!!! Se te van a quitar las ganas de volver a tocarte en esta casa!!!

     La Sra. Abba agarro a Rose Mery por la muñeca izquierda, tirando de ella bruscamente  obligándola a levantarse de la cama, al estirar del brazo hizo que  Rose Mery sintiera cientos de pinchacitos en las doloridas nalgas,  al tener que posar su inflamado trasero sobre la cama al quedar sentada, acción que la hizo aullar de dolor al sentir su propio peso sobre su dolorido trasero. Un nuevo tirón del brazo la obligo a ponerse en pie, viéndose así misma tastabillando para conservar el equilibrio, prácticamente estuvo a punto de caerse al suelo, pero en donde cayó de bruces fue sobre las rodillas boca abajo de la Sra. Abba, quien había tomado asiento en el pequeño sillón, el cual aún permanecía donde el Sr. McDonald le había propinado la severa zurra con el cinturón, la brusquedad provoco que su corta  falda plisada  se le subiera  por sí sola, sintiendo el roce de las bragas deslizarse por sus inflamadas nalgas, al bajárselas hasta las rodillas,  comenzando acto seguido a darle una azotaina con la mano derecha, los azotes caían seguidos e implacables los cuales rápidamente los sintió arder intensamente en su trasero muy sensible.

      En la habitación contigua en esos momentos, el Sr. John McDonald se estaba ocupando de su hija mayor Soraya, en la misma posición que momentos antes había castigado a Dae Shung y Carmen, habiendo apoyado su pierna izquierda sobre la cama, flexionando su rodilla izquierda sobre la cual, fue colocándolas boca abajo sobre su muslo, manteniéndolas en volandas colgando medio cuerpo sobre la cama, con el trasero en alto aun cubierto por sus ajustados  pantalones. Al escuchar el escándalo en la habitación contigua, deposito en el suelo a Soraya que se acariciaba el trasero, haciéndolo con las dos manos sobre su trasero ardiente.  Colocándose de cara a la pared al igual que se hallaban Dae Shung y Carmen, mientras la pequeña Marisa sentada sobre la cama de Dae Shung, había estado observando como recibían la zurra con el cinturón, y como iban acercándose una a una cuando eran llamadas por el Sr. John, ocupándose el mismo de izarlas  echándolas boca abajo sobre su muslo izquierdo, viendo como sus amigas pataleaban con sus piernas o como se agitaban sus brazos colgando hacia la cama.

     John McDonald salió precipitadamente de la habitación de las chicas, entrando en la de Rose Mery, encontrándose a su esposa la cual mantenía boca abajo sobre sus rodillas a Rose Mery, con las bragas bajadas a la altura de las rodillas. Estaba recibiendo una fuerte  azotaina,  desde el umbral de la puerta al entrar, solamente podía ver las piernas flexionadas apoyando la punta de sus zapatos en el suelo, y el rostro de Rose Mery su Ama de Llaves, como apretaba los parpados de los ojos con fuerza a cada azote que recibía,  al igual que veía a su esposa de espaldas a él, así como su brazo derecho subía y bajaba rápidamente, resonando en el culo desnudo  los azotes.  Mirando hacia su derecha tras entrar, vio sobre la cómoda el viejo cepillo de madera, cogiéndolo en su mano derecha se acercó hacia su esposa Abba, rodeándola pasando frente al rostro de Rose Mery, haciendo levantar a Rose Mery de su regazo, al estar en pie le asesto dos, tres y cuatro azotes con el cepillo, Rose Mery aullando se retiró hacia atrás aullando de dolor, quien al tener las bragas bajadas tastabillo con sus propias piernas, cayendo sentada al suelo de espaldas sobre su inflamado y dolorido culo al tener las piernas trabadas por sus bragas, mientras que el Sr. John McDonald obligaba a su esposa a levantarse del sillón, al tiempo que ocupaba su lugar sentándose en el sillón, cruzando a su esposa sobre sus rodillas colocándola boca abajo levantándole la falda.

(Sr. John)  -. Es que no piensas obedecer nunca!!!  Ya te lo advertí, que no tenías autorización  para castigar a Rose Mery temporalmente!!! Ya que no obedeces por las buenas, lo harás por las malas!!! .- Mientras le llamaba la atención a su esposa, el cepillo ya estaba cayendo con fuerza sobre el trasero de Abba, quien aún conservaba las bragas blancas con dibujos de margaritas puestas, dando la coincidencia que Rose Mery llevaba unas iguales, la cual aún estaba sentada en el suelo, viendo como el cepillo de madera caía una y otra vez con fuerza sobre el trasero  de la Sra. Abba, que aullaba de dolor por los azotes que estaba recibiendo, que ya sonrosaban bajo las perneras su trasero, la parte baja de sus glúteos que no cubrían sus bragas, la zona que el Sr. John había centrado como referencia en sus azotes, buen conocedor que esa zona es la más sensible al dolor, mientras ella vociferaba que hacia lo correcto…

(Sra. Abba)  -. La muy cochina se estaba masturbando…”Auu”… echada sobre la cama,…”Ayee”  se merece una buena azotaina,… por eso se la estaba dando… “Ayee!”… “Ayee!”

(Sr. John)  -.  Pues debías de haberme avisado de ello! Ya habría venido yo a calentarle el culo a esta desvergonzada!!!  Por desobedecerme ahora serás tú!!!  Quien reciba una buena azotaina!!!

    El Sr. John azotaba con fuerza el trasero de su esposa… empleándose a fondo en hacer menear las caderas de ella, ante el ritmo rápido de los azotes que caían sin pausa.  Tras unos largos minutos, el marido  le bajo las bragas de Abba hasta las rodillas,  cesando apenas unos segundos los azotes, para bajárselas y continuar zurrándola en el culo con fuerza, la cual se retorcía meneando su trasero a pesar de permanecer bien sujeta.  Durante diez, quince minutos estuvo propinándole una azotaina a su esposa Abba quien ya tenía sus redondeces bien coloradas…pasando a un rojo escarlata…  momento que John decidió detenerse, permitiendo a su esposa levantarse de su regazo.

(Sr. John)  -.  Bien!!! Ahora quiero veros a las dos, cada una de vosotras en un rincón cara a la pared!!!  Mientras yo mismo me encargare de cambiar de ropa a las chicas y de darles un baño, así como de vestirlas luego!   En apenas una hora vendrá Paul a recoger a sus hermanas y sus sobrinas, en ese momento se encargara el de ti Abba!  No te creas ni por un momento, que esta zurra que te acabo de dar, te vaya librar… te aseguro que aprenderás la lección,… lo sucedido con  los talones de pago a los proveedores, tengo la intención de averiguar la verdad de lo sucedido!!!

      John McDonald las observaba como andaban encorvadas muy doloridas,  cada una se fue situando a un rincón de la habitación,  una al extremo izquierdo y  la otra al derecho, pasando Abba por delante de John al bordear la cama para dirigirse a su rincón, mientras John las observaba como caminaban a pasos cortos, Rose Mery trabándole los pies por llevar sus bragas aun bajadas a la altura de sus tobillos, Abba por el contrario las llevaba bajadas hasta las rodillas, trabándoles los tobillos a la primera y las rodillas a la segunda, el morbo de esa escena había que añadirle el verlas como se sobaban el culo ardiente y dolorido según andaban. John les echo un último vistazo antes de abandonar la habitación, permaneciendo ya colocadas cada una en su rincón correspondiente con sus faldas levantadas, sujetas a la pretina de la cintura, mostrando sus redondos así como coloradísimos traseros al aire.   

….

(Sr. John)  -.  Espero que no hayan más interrupciones por ahora! .- El Sr. John McDonald entraba en la habitación de las chicas, en una de las camas echada boca abajo estaba Marisa, hablando con las tres chicas entre ellas y del ardor en sus nalgas, a pesar de estar castigadas las tres cara a la pared de pie, para Marisa era una visión entrañable, ver como sus amigas se acariciaban su trasero debido al ardor por los azotes del cinturón recibidos, le resultaba agradable como gracioso ver como se pasaban sus manos, por sus traseros enfundados en sus ajustados “Jean´s” siendo una imagen encantadora, ver como se sobaban el culo sobre la redondez de sus glúteos, a través de ellos se apreciaba claramente las marcas del elástico de las perneras de sus braguitas, al igual que resulto interesante observar, por cómo se estremecían sus cuerpos al escuchar la voz grave del Sr. McDonald al entrar, sobre todo ver a la doncella  Carmen al escuchar su nombre, mirando de reojo sobre su hombro izquierdo hacia la puerta, viendo al Sr. John McDonald aproximarse cargando con una silla, la cual colocándola entre el espacio libre entre la cama de Soraya y Marisa, en su rostro se reflejaba el temor al ver que el señor de la casa, le hacía señas inequívocas con la mano, con la palma de la mano extendida hacia arriba y replegando sus dedos cerrando la mano varias veces, señal inequívoca sin palabra alguna, indicándole que debía de ir hacia él quien en esos instantes tomaba asiento sobre la silla. -. Carmen! Espero por tu bien no tener que repetírtelo de nuevo, es la hora de ajustaros las cuentas a las tres!  Vuestro comportamiento no puede quedar sin castigo!!!

     Carmen con lentos pasos fue hacia él, deteniéndose justo frente a él a apenas unos centímetros de sus piernas, el Sr. John separando sus rodillas en un ángulo de treinta grados aproximadamente, alargando sus brazos agarro a Carmen de sus caderas atrayéndola hacia él, entre sus piernas comenzó a desabotonarle la blusa sacándosela por los brazos, dejándola sobre la cama, luego soltó el botón de su cintura de los “Jean´s”  bajándole la cremallera, acto seguido introduciendo sus dedos en la cinturilla del pantalón, se los bajo a los tobillos, quitándole las zapatillas de deporte, acabo de sacarle los “Jean´s” poniéndolos con su blusa, Carmen en esos momentos solamente mantenía puestas, las braguitas blancas con horteras dibujos de flores azules, la camiseta y los cortos calcetines.

    Sin mediar palabra alguna con la doncella, la acomodo boca abajo sobre sus piernas, cayendo sobre su trasero cubierto por sus braguitas los primeros azotes. Carmen a cada nuevo azote que recibía en culo, gemía mas de placer que de dolor, meneando levemente sus caderas de un lado a otro, como si sus nalgas buscaran la mano de su spanker, sus piernas apenas las movía al sentir como caían los azotes en su trasero.  Lejos de protestar por los azotes, parecía que los estaba disfrutando de alguna forma, su sonido indicaba claramente que debían picarle cada azote, al igual que sentía como su culo se le iba calentando de manera progresiva, dado que cada azote le era propinado, repartiéndolos en su redondo trasero, por lo que estaba experimentando como el culo se le iba calentando por igual, tras diez o quince  minutos de la azotaina, sentía como el calor en su culo cubierto aun por sus braguitas, iba cada vez en aumento llegando a arderle gratamente, su cuerpo durante la azotaina se estremeció una,… dos,… tres… y cuatro… veces en los veinte o treinta minutos recibiendo azotes en su culo, señales inequívocas que había tenido un orgasmo cada vez.

     Marisa permanecía sonriente tumbada sobre la cama, viendo como el cuerpo Carmen se estremecía cada pocos minutos, en esos instantes viendo a su amiga como tenia esos orgasmos, envidiaba no estar sobre las rodillas de su spanker y papá!  Hasta que en ese preciso  instante que Marisa se sentía claramente excitada, al ver como su amiga Carmen no cesaba de tener un orgasmo tras otro, aunque ella no iba a ser castigada, deseaba ser ella quien  estuviera recibiendo esa azotaina, excitación que llevo a Marisa a ladear su cuerpo hacia su derecha, para no ser observada por su papá, soltando el botón  introdujo su mano bajo el pantalón, llevándola hacia su entrepierna acariciándose el sexo suavemente, temiendo ser descubierta por su papá, pero al mismo tiempo se sentía tentada a dejarse descubrir, por la excitación a la que todo su ser la estaba llevando al clímax. Pero en ese mismo instante que sentía como sus fluidos embardunaban sus dedos al tocarse, la azotaina que estaba recibiendo Carmen cambio en un instante de ritmo, la fuerza empleada en propinarle la azotaina cambio  radicalmente, pasando a ser azotes más fuertes y más vigorosos.  Carmen pasó de gemir de placer, a exclamar con algún que otro “Ayee”, pero con el paso de los minutos paso Carmen a aullar de dolor, los azotes resonaban por  toda la habitación no dejando lugar a dudas, que ahora el Sr. John McDonald se estaba empleando a fondo en darle una buena azotaina,  el hecho momentáneo que en esos momentos cesara unos segundos de calentarle el culo a Carmen, lo hizo únicamente  para bajarle las braguitas hasta por debajo de las rodillas, momento que el Sr. John, se llevó su mano derecha atrás a su propia espalda, apareciendo de nuevo con el cepillo de baño de madera sujetado por el mango, el mismo que había utilizado momentos antes contra su esposa Abba.  Los azotes que recibía Carmen en esos momentos, la hacían retorcerse sobre las rodillas de su spanker, las piernas que momentos antes apenas se movían, ahora lo hacían de manera alocada de arriba abajo, al igual que se podía ver como trataba de separarlas para abrirlas, pero la traba de las perneras de sus bragas en sus rodillas, se estiraban hasta no dar más de sí mismas, tensándose el fondillo de sus braguitas, Marisa que estaba cerca apenas dos metros de distancia, veía como el color colorado del trasero de Carmen se oscurecía poniéndose de un color colorado más intenso, pasando poco a poco a formar una aureola de color granate, sobre todo en la zona centro de sus nalgas formando una gran aureola. Marisa desde su posición podía ver claramente el fondillo de las braguitas de Carmen, cuando estas se estiraban con el tremendo agitar alocado de sus piernas, podía ver el estado de ese fondillo muy húmedo tras los orgasmos que había tenido, así como una leve viscosidad amarillenta de sus orgasmos, por otro lado ahora tenía plena visión del trasero de Carmen oscurecido por la intensidad de la azotaina, también tenía plena visión del sexo mojado de su amiga al separar los muslos.  Marisa temerosa de ser descubierta por su cercanía a su papá, se tapó con la mano izquierda sus labios, al sentir una oleada de calor al tener un orgasmo, sintiendo como la embargaba un orgasmo intenso, ante tal escena al contemplar desde  muy cerca la azotaina que estaba recibiendo Carmen, Marisa al ver como permanecía echada boca abajo sobre las rodillas de su papá, teniendo las bragas bajadas a las rodillas, viendo a su amiga como pataleaba alocadamente, como su cabello moreno que iba de derechas a izquierdas manteniéndose  en el aire como si se detuviera el tiempo, dado los bruscos movimientos de la cabeza de su amiga, ante el intenso aluvión de azotes con el cepillo de madera, que azotaba sus nalgas sin pausa alguna, con lo cual Carmen llevaba llorando hacía ya unos minutos, por el intenso dolor con el instrumento temido por todas ellas.

      Mientras Carmen era castigada con severidad, Dae Shung y Soraya se observaban entre ellas, en sus rostros se apreciaba claramente su temor, así como cierta angustia por lo enfadado que estaba el Sr. McDonald, sin duda sus mentes debían de dudar cuál de ellas dos seria la siguiente.

     A los pocos instantes después de poner a Carmen con sus pies en el suelo, el Sr. McDonald le sacaba las bragas por sus pies, así como la camiseta de tirantes con el Bra incorporado, enviándola de un fuerte azote en el culo al baño.  Después le llegó el turno a Dae Shung, a quien el Sr. McDonald le bajaba el pantalón sacándoselo por los pies, luego la blusa azul celeste dejándola sobre la cama, en instantes se vio en el regazo boca abajo recibiendo la azotaina. Al igual que la propia Carmen, disfruto intensamente de la azotaina mientras la recibía, mientras los azotes eran propinados  con la mano derecha de su spanker, al igual que a la propia Carmen después de tener varios orgasmos consecutivos, el Sr. John cambio el ritmo de la azotaina, pasando a ser mucho más severo que al inicio. Sus braguitas azules con dibujos de frutas, le fueron bajadas hasta sus rodillas, momento que el Sr. John volvió a utilizar el cepillo de madera, Dae Shung a los pocos azotes lloraba desconsolada, debía de dolerle intensamente por como aullaba del dolor, su redondo y pequeño trasero debía arderle de lo lindo, sus piernas se agitaban con fuerza pataleando con las piernas en el aire, llegando varias veces a entorpecer la zurra tapándose el culo con sus pies, que de nada le sirvieron, pues el Sr. John coloco a Dae Shung sobre su muslo izquierdo, de forma que su sexo quedaba rozándose sobre la rodilla, sujetándole las piernas a la pequeña Dae Shung, al cruzar por encima de ellas su pierna derecha, inmovilizando por completo la movilidad de la joven, la cual solo le restaba aullar de dolor.   Cuando el Sr. John la dejo incorporarse poniéndola en pie, se le podía apreciar  en la rodilla del pantalón, la humedad del sexo de Dae Shung, a la altura de la rodilla izquierda era destacable  una mancha en su pantalón, lógicamente el forcejeo de Dae Shung teniendo su sexo sobre la  rodilla de su spanker, al frotarse en ella había dejado la humedad de su sexo inequívoca sobre el tejido, mojándole la rodilla del pantalón al Sr. John McDonald.

     El turno le llego a la hija mayor, Soraya. La cual no se había perdido detalle alguno de las zurras de Carmen y tan solo hacia breves instantes la azotaina a Dae Shung.  Llegando a tener su entrepierna muy húmeda, mientras estaba disfrutando de la visión de ambas azotainas,  en su fuero interno temía aterrorizada que le llegase su hora, sobre todo tras ver lo mal que les había ido a sus amigas. La angustia de la espera de que le llegara su turno, le estaba afectando tras ver como se agitaban sus dos amigas sobre el regazo de su papá.  Temblando como un flan se aproximó hacia él, temerosa cuando le llego su turno, después de ver cómo le bajaba las bragas a sus pies a Dae Shung, e instantes después su camiseta de tirantes, ya que los pechos de ella eran pequeños casi inexistentes, solo sus pezones erectos se marcaban a través de la prenda, luego vio pasar ante ella la joven frotándose el culo con vigor, al ser enviada al cuarto de baño con Carmen. Al igual que les sucediera a sus amigas, disfruto de la azotaina que le administro su papá, teniendo continuos orgasmos mientras su azotaina fue propinada con la mano, pero luego fue terrible y muy dolorosa cuando comenzó la azotaina real con el cepillo de madera.  Al finalizar dejando a Soraya incorporarse poniéndola de pie en el suelo, se frotaba con vigor el inflamado y dolorido trasero. Estaba tan dolorida que ni sintió cuando le fueron sacadas sus braguitas por sus pies, o el momento de quitarle la camiseta, así como el sujetador que llevaba debajo, dirigiéndose caminando hacia el baño dolorida, poniéndose al lado de sus amigas que se dieron la vuelta hacia el Sr. John McDonald al referirse a ellas tras terminar de calentarle el culo a Soraya.

      Entraba en el baño acompañado, llevando de la mano a la pequeña Marisa, quien se mostraba temerosa de que su papá descubriera el estado al llevar  el pantalón desabrochado y la cremallera bajada. Sus peores temores se vieron cumplidos, tras tomar asiento en un taburete el Sr. McDonald, se encargó de bajarle los pantalones a Marisa, así como sacarle su blusa, cuando le bajo las braguitas hasta los pies, el fondillo de estas quedo claramente visible, así como su lamentable estado, al llevar el fondillo de sus braguitas muy mojado.

(Sr. John)  -.  Pequeña!  Tienes suerte que tanto tu mamá, como la Sra. Stuart no pueden ver el estado de tus braguitas, de estar aquí cualquiera de ellas presente, a estas alturas estarías con el culo ardiendo y colorado como un tomate maduro!    Por suerte para ti!  Yo no soy tan exigente o tiquismiquis en esos temas, mientras no te sorprenda haciéndolo, no tienes nada que temer de mí!  No por el hecho de tocarte, si no, porque una niña de tu edad para tu rol, con ocho años no está nada bien, el que una chiquilla se toque ahí abajo!   Y vosotras! Si os preguntáis porque no he sido más severo desde el inicio, permitiéndoos que disfrutéis de la azotaina, sencillamente es porque lo sucedido esta mañana en el centro comercial, ha sido un hecho aislado, que lamentablemente solo ha sido un accidente, si hubiera sido aquí en casa, lo hubiera considerado como una travesura, en tal caso el castigo no hubiera sido tan excitante… Para finalizar el castigo por el momento, debía ser severo con vosotras aunque me parezca un hecho aislado, no siendo un acto provocado!!!  Pero que conste que no he terminado con vosotras tres!!!

 

 

 

(Continuará…)