EL ABUELO MATERNO
Capitulo 16
Subir las escaleras al piso de arriba donde a las habitaciones se le hicieron
interminables a Megan, una pequeña brisa que recorría la casa desde la puerta principal, posiblemente debía
encontrarse abierta, de ahí procedía esa brisa refrescante. La cual acariciaba
refrescando su inflamado trasero, aunque ello no apagase el fuego que sentía
pero algo atenuaba el ardor de sus
nalgas doloridas. El corto camisón no le
cubría la parte baja de su trasero, dejando claramente expuestas sus braguitas
rosas de algodón, reflejando el contraste de lo colorado que tenía su trasero,
ante el color rosa de sus braguitas, resaltando así ese contraste que asomaba
bajo el ribete de las perneras de puntilla ondulada del mismo tono que su
braga, con el intenso color rojo escarlata, agradeciendo el frescor de la brisa
proveniente del piso de abajo, la refrescaba en cierta manera, en otras
circunstancias habría sentido el frio, pero el intenso calor que emanaba a
través de la tela de algodón de sus braguitas, la impulsaba a llevar sus
pequeñas manos a acariciarse por encima de ellas su inflamado trasero. Esa
calidez también la experimentaba en sus mejillas, pues se teñían de un cierto
color sonrosado, pero eso era causado por otro hecho no ajeno, pues las llevaba
sonrosadas por la vergüenza que había pasado en el despacho del señor Adams. No
recordaba en ninguna situación vivida previa a ese día, haber pasado por algo
similar sintiéndose avergonzada incluso en ese instante al hallarse sola, subiendo las escaleras que conducían a la
habitación.
Habían transcurrido tan solo unos minutos, desde que abandonara el
despacho. El caminar por el largo
pasillo hacia la puerta del fondo que daba al salón, se le hizo interminable,
debido a la inflamación que sentía en
sus nalgas, sus bragas de color rosa de algodón de talle alto, las sentía como
si estas se hubieran encogido al ser lavadas en la lavadora, pues su presión había
aumentado, resultándole muy molestas al caminar a cada paso que avanzaba por
aquel pasillo. Se sobaba el culo con las
dos manos por encima de las bragas, centrándose levemente en la base de sus
nalgas, para volver a acariciar las abultadas braguitas, pues podía sentir en
las palmas de sus manos el fuego intenso y aquella inflamación, y como
a cada paso que daba, sus nalgas juguetonas palpitaban agitándose levemente en
sus andares, viéndose en la necesidad de pasar sus dedos bajo el elástico de
las perneras y aliviar aquella molesta presión,
que la escocia terriblemente por el intenso fuego, así como el dolor en su culo, los pasos eran cortos y
pausados al ser así menos molesto el andar.
Mientras caminaba por el pasillo, había
probado varias formas de sus andares tratando de aliviar el intenso fuego que
sentía, caminar recta y con las piernas juntas rozando así sus muslos, caminar
arqueando sus piernas, o caminar arqueando su cuerpo hacia adelante, entre
otras. El andar con las piernas juntas
rozándose los muslos, no le resulto desagradable el hacerlo, pues sentía como
su sexo rozaba en el fondillo de sus braguitas, causándola una grata sensación,
así como sentir como sus muslos en la zona cercana a su sexo, estos resbalaban
entre sí mismos por los fluidos, ya que el fondillo de sus braguitas ya no
retenía sus fluidos así como la humedad de su sexo, y le descendían unas gotas
entre ellos, lo que hacían que resbalase al rozarse uno contra otro. La segunda
opción de caminar arqueando las piernas, solamente unos pasos pudo aguantar,
resultando muy incómodo para ella, pues ello hizo que en sus andares hicieran
que sus nalgas doloridas y ardientes, estas le parecía como si, se le separasen
una de la otra, lo cual la hizo estremecer de dolor y picor en su trasero. Así
mismo se acentuaba el roce de la tela de algodón sobre sus inflamadas nalgas,
una sensación desagradable en exceso, pues la tela de sus braguitas, pasó a ser
desde el suave tacto del algodón en la piel antes de ser castigada, a una sensación
rasposa que la hacía estremecer, pues sus braguitas parecían ser de papel de lijar del
más grueso, añadiendo que el dolor al contonear sus caderas al andar resultaba
más doloroso. La última opción de
caminar con el cuerpo arqueado hacia adelante, la hacía estremecer al llevar
juntos sus muslos, con aquella inundación en el fondillo de sus braguitas, la
cual podía sentir que iba en aumento, sobre todo al tacto entre sus muslos,
pues por el interior de ellos sentía como el roce entre ellos era cada vez más
resbaladizo, y el andar arqueada con su cuerpo ligeramente encorvado, le resultaba
menos doloroso en sus andares, así como en cierta manera sentía cierta
sensación agradable, al pasar las palmas de sus manos por encima de sus bragas
acariciándose el culo. Pero… llegado el
momento de atravesar el salón dirigiéndose hacia las escaleras, se le hizo
interminable el pasillo, sobre todo al hacer girar el pomo de la puerta y
entrar al salón. Al otro lado de aquella
puerta, podía encontrarse con las primas de Sonia o con la misma Sonia, una
situación que en esos instantes no hubiera deseado que la vieran o pudieran
observar cómo iba, así como al darle la espalda que vieran lo colorado que
llevaba el trasero. Pero por fortuna, al atravesar aquella puerta no encontró a
nadie en el salón, solamente un silencio de sus propios pasos al resonar sus pisadas, rompían el silencio,
así como sus sollozos o gemidos de dolor en el culo aunque ella no se escuchaba
a sí misma como es natural, bastantes preocupaciones ya tenía tratando de
mitigar aquel dolor que no desaparecia.
Al llegar al pie de las escaleras, miro
hacia arriba donde finalizaban los escalones, cogiendo aire varias veces se
armó de valor y asiéndose con la mano derecha a la baranda de madera rustica,
empezó a subir un escalón tras otro, los primeros cuatro escalones le resulto
una pesadilla el flexionar sus rodillas, levantando un pie tras otro, el
intenso dolor se le acentuó en su dolorido e inflamado trasero. Por lo cual tuvo que detenerse al cuarto escalón sobándose el culo por encima
de sus bragas rosas. Pero lo peor fue el
cómo se le había clavado el elástico de las perneras de las braguitas, debido
que al flexionar sus rodillas y levantar su muslo correspondiente hacia que esa nalga
inflamada se le deslizase el ribete elástico de la pernera de la braguita ante
la tensión, el elástico de puntilla fina
se le había desplazado subiéndosele más, acentuando aún mucho más la presión en
sus inflamadas nalgas, viéndose obligada con rapidez a aliviar aquella presión,
introduciendo los dedos índice y por el exterior el pulgar estirando el
elástico y bajándolo, al tiempo que hacia bajar sus braguitas, al inicio de sus mulos liberando así aquella
horrible presión. Mirando hacia arriba de nuevo como contando los escalones que
aún le faltaban de subir, al final opto el subir de uno en uno, así como a cada
escalón que subía, volvía a ajustarse el elástico de las perneras de sus
braguitas rosas, se acariciaba el culo con las dos manos, soltando la mano
derecha de la baranda, con relativa suavidad y resignándose volvía a ayudarse
de su mano derecha volviéndola a posar sobre la baranda y al ayudarse subía el
siguiente escalón, así fue subiendo uno tras otro hasta al final llegara al
rellano donde respiro aliviada.
Sobándose el culo con ambas manos camino
por el pasillo, a un lado y a otro habían puertas, pudiendo ver que estas,
estaban abiertas de par en par, la primera que atravesó estaba a su izquierda,
resulto ser la habitación de Sonia viéndola sentada junto a un escritorio
estudiando, de espaldas a la puerta, por lo que no pudo ver a Megan pasar por
delante. Unos metros más adelante, a su derecha estaba la habitación de Susana,
esta se encontraba arreglando su cuarto, al ver pasar a Megan le hizo un gesto
con la cabeza a modo de saludo. La siguiente puerta era la habitación de la
pequeña María, la cual no pudo ver pasar a Megan, pues se encontraba en el
rincón del fondo cara a la pared, claramente debía estar castigada por su
abuela, y el escuchar pasos en el pasillo, la debió poner en alerta pues se
encontraba inmóvil con la nariz pegada a la pared y sus manos sobre la cabeza
sin mover un solo musculo. Si hubiera mirado hacia la derecha, habría podido
ver cruzar el umbral de su habitación a Megan, pero no se movió ni un ápice.
El pasillo giraba en Angulo de noventa grados a su derecha, pasando por
delante de la habitación de Carolina, viéndola como esta se encontraba en pie
teniendo a su espalda la cama, Carolina la miro de reojo al verla pasar pero
sin decirle nada. La siguiente habitación era la de Laura, al igual que su
amiga Carolina. Laura también estaba a los pies de la cama en pie, al pasar por
delante, Laura la vio pasar pero no le dijo nada. La siguiente habitación era
la suya, entrando fue hacia los pies de la cama, y colocándose de espaldas a la
cama, se quedó en pie quieta a la espera de que apareciera de un momento a
otro, la Sra. Ingrid o tía Ingrid como les había dicho que se podían dirigir a
ella.
…Se debatía sobre sus rodillas echada boca
abajo, sentía como le abrasaba su trasero por la azotaina que estaba
recibiendo, una vez más el cepillo de madera demostraba su efectividad, así
como si le estuviese mordiendo en su culo desnudo con cada azote que recibía,
sintiendo como cada nuevo azote caía una y otra vez sobre su trasero, cada
azote la hacía vibrar en variados puntos de sus nalgas. Su robusto trasero comenzaba a
arderle considerablemente, mientras podía notar entre sus muslos su bragas de encaje
blancas, así como se las mantenía ligeramente separadas al intentar
infructuosamente el abrirlas dado el intenso ardor. Le gustaba usar esas
braguitas de encaje con talle alto, como no podía ser de otra manera
claramente, pero al contrario que las bragas de algodón, estas su elasticidad
era muy reducida, por lo cual intentar separar sus muslos era un intento
frustrado. Meneaba sus caderas entre
girándolas entre sí misma, dado su intensísimo ardor en su culo desnudo. En su
rostro se dibujaba claramente el dolor por la severa azotaina, no podía decir cuánto
tiempo llevaba recibiéndola, pero las azotainas que ella recibía solían ser
siempre muy duras, hasta que en un momento dado los azotes cesaron, así como
darle la libertad de poder levantarse al sentir un toque a su costado derecho,
el cual le indicaba que podía levantarse del regazo.
Haciéndolo lentamente ante el ardor
abrasador en su trasero, sus manos al estar en pie, raudas fueron a su trasero
sobándoselo con gran fricción, subiendo una mano y la otra bajando
descompasadamente pero con fuerza. Inclinándose hacia adelante, inclino su
cuerpo hasta poder agarrar el elástico de la cinturilla de sus bragas,
subiéndoselas con un rápido movimiento, hasta ajustárselas en su cintura. En
ese instante sintió como unas fuertes manos la obligaban a girarse sobre sí
misma, quedando de espaldas mostrando su trasero revestido de encaje blanco
transparente, se apreciaba a simple vista que su trasero estaba completamente
colorado, ante el contraste de sus bragas.
(Sr. Adams) -. Espero que esto
te haya dejado bien claro que debes aprender a manejar a esas chicas! Si te hubieras
mostrado más enérgica, así como tratarlas con firmeza, te habrían obedecido sin
rechistar, con tu nieta, hija y sobrina no es necesario darte un toque de
atención, en cambio con esas chicas no comprendo que las consientas a esas
muchachas, tal y como lo has hecho, ahora es demasiado tarde… Que pensara
nuestro buen amigo el doctor? Que en esta casa la disciplina es cosa de
risa? Cuando siempre ha constado lo férrea y estricta que la mantenemos en alto
su nivel. Su significado disciplina, no
es válido si no se aplica convenientemente, si eres débil al hacerte respetar,
yo me encargare de que eso no suceda. Te he dicho mil veces que el afecto lo
debes reservar para aquellas circunstancias que así lo requieran, y no cuando
es necesario demostrar que la disciplina es estrictamente necesaria, pero estoy
seguro de que al final aprenderás a mostrarte más segura de ti misma, aunque
para ello deba bajarte las bragas y darte una buena azotaina, al igual que a
esas traviesas chicas, ahora encárgate de ellas subiendo a acomodarlas y
acostarlas , están castigadas hasta que se levante su castigo y no me va a
temblar la mano, si me veo obligado a recordarte como debe de ser la disciplina en esta casa.
Hablando consigo misma
se dirigió hacia la mesa, sobre ella había dejado la bata de enfermera, al ser
requerida por su marido para disciplinarla a ella. Si de sus labios sus palabras hubieran sido
mencionadas en voz alta, seguramente su estimado esposo a sus casi ochenta años
habría ido a por ella cinturón en mano.
Pero sus reproches quedaron mudos en su silencio, tan inteligente que se
creía él, pero ella mientras se mostraba algo torpe al atender a las chicas, en
su mente ya se imaginaba lo que sucedería por su comportamiento, el ser una
mujer madura en la tercera edad, no la eximia de sus más íntimos deseos y el
haber estado presente en las azotainas a las chicas, la había excitado a ella,
igual que si fuera una adolescente de quince años o una
veinteañera. El fondillo de sus
braguitas así la delataba, cuando ella misma debía castigar a su hija y nieta,
no se sentía en esa necesidad como en esos momentos, o humedecer el fondillo de
sus bragas al darle una azotaina a su sobrina Sonia, para ella eran como sus
propias hijas, en cambio con Carolina, Laura y Megan había resultado
distinto. Sonia le había hablado en
incontables ocasiones sobre cómo eran ellas, y las cosas que habían realizado
juntas en su adolescencia, llegando a cogerles cierto aprecio, incluso a
encariñarse con ellas, pero sin sentir la menor sensación o culpabilidad al
castigarlas, resultando todo lo contrario, disfrutando sin límites al
aplicarles una buena azotaina, como quedarse con la mirada perdida contemplando
sus colorados traseros, teniéndose que pellizcar para volver a la realidad del
momento.
Las chicas habían reconocido sus
intenciones a través de Sonia, que tenían en sus mentes el realizar travesuras
para verse en la situación comprometida de ser castigadas por sus anfitriones,
dándoles el reconocimiento al poder al acogerlas en su casa, por lo cual se
veían en la necesidad de aceptar la disciplina que se aplicaba en la casa.
Durante el tiempo que iban a permanecer en la casa, iban a estar libres de
gastos, como exentas de obligaciones, y paradójicamente iban a estar como verdaderas reinas o
princesas en un palacio, al permanecer en la casa requería que aceptaran las
reglas del cabeza de familia. Así como
correr el riesgo de ser recriminadas por su comportamiento, como igualmente
castigadas de ser necesario.
Cuando tía Ingrid por su sobrina Sonia fue
puesta al corriente, y después de ver mensajes de e;mails así como mensajes de WhatsApp, pues en la
disciplina impuesta por el Sr. Adams y tía Ingrid, exigía el estar al corriente
diario de sus horas de ocio, tenían libertad de utilizar redes sociales, así
como aparatos tecnológicos. Pero aparte de esas libertades, el control sobre
ellas y lo que hacían era algo que estaba a la luz del día, tanto Sonia como
sus primas eran conocedoras de esas supervisiones, pero si estaban de acuerdo,
o no lo estuvieran, nada podían hacer al respecto por evitarlo, para mensajes más
privados usaban claves que solo ellas creían conocer, pero en su ignorancia no
resultaba serlo, pero tampoco habían claras protestas por tal motivo, habían
descubierto que más valía tener la libertad de usar móvil y ordenador, que
verse privadas de ellos de manera indefinida.
Tía Ingrid sonreía para sí misma mientras sus manos se acariciaban su
trasero, acababa de disfrutar de recibir una azotaina, hacia días que su
estimado esposo no se ocupaba de ella, y deseaba poder recuperar esos momentos
inestimables cuando se tiene el culo dolorido, esas sensaciones le encantaban
sentirlas, y bien había valido la pena el mostrarse algo despreocupada al
encargarse de las chicas, sabía que el orgullo herido de su pareja al ver como
su buen amigo el doctor, se sentía decepcionado aunque nada opinara por respeto
y educación hacia su buen amigo Williams.
Pero Ingrid sabía que no se lo iba
a pasar por alto aunque nada dijera el doctor, y así fue como nada más quedarse
a solas la requirió a su presencia, mientras él tomaba asiento en la misma
silla que ella, les había dado una azotaina sobre sus rodillas, y calentándoles
el culo a las chicas, viendo a su marido como en su mano derecha sostenía el cepillo de
madera.
Se desabotono su bata de enfermera de los
tiempos de su juventud, antes de conocer al que sería su pareja para el resto
de sus días. Llevaban años juntos y lo conocía muy bien, así como cuando la requería
para aplicarle un buen correctivo, no desconocía sus costumbres de cómo le
gustaba que ella se comportara, así que se quitó la bata dejándola sobre la
mesa del despacho, para momentos después verse únicamente en ropa interior a su
costado derecho, como una chica que ha
sido traviesa, debiendo disciplinarla y el
mismo la hubiera colocado sobre sus rodillas, en cambio a Ingrid su esposa sabia
como debía comportarse y que debía hacer, así que ella misma introduciendo sus
dedos entre la cinturilla de sus bragas, se las bajo hasta justo por encima de
sus rodillas, así como ella misma se acomodó sobre su regazo para pocos
segundos después sentir la dura y severa caricia del cepillo sobre su robusto
trasero.
Mientras se dirigía hacia el piso de
arriba, se recreaba su mente en la azotaina recibida hacia tan solo unos
minutos, lo que demostraba que ser una spankee,
no solo era para jovencitas, las mujeres maduras también tenían esa
necesidad de ser castigadas, ya que una spankee lo lleva en un rincón del
corazón, y aunque pasen los años no desaparece de ese rinconcito, siempre
tendrá ese espíritu rebelde en su interior, así como la necesidad de sentir las
caricias de una azotaina.
La Sra. Ingrid había subido las escaleras
hacia el piso de arriba, mientras subía las escaleras disfruto sobre manera, de
cómo en su trasero se acumulaban unos picores intensos, sintiendo la necesidad
de llevarse sus manos a su trasero sobándoselo, así como alisarse la bata antes
de pasarse por las habitaciones de las chicas. Aunque iba a estar claramente
incomodada al poner sobre sus rodillas a las chicas, debía cumplir con su deber
de anfitriona encargándose de las jóvenes visitantes, aunque claramente sin
desatender a sus pequeñas Susana y María, como a su sobrina Sonia. Al estar ante la puerta de la primera de las
habitaciones vio a su sobrina sentada estudiando, entrando sigilosamente se
situó tras ella, retirándole el cabello le cogió del lóbulo de su oreja
derecha, tirando hacia arriba haciéndola levantar de su silla.
(Sra. Adams) -. Ya veo que no
aprendes verdad? Como hay que decirte las cosas jovencita!
Soltándola de la oreja levanto su falda y
le bajo las bragas a Sonia a las rodillas, a la derecha de la mesa de estudio
de Sonia había una especie de felpudo de púas de goma. Antes con sus hábiles
manos le soltó los adhesivos laterales del pañal y se lo retiro, descubriendo
que hacía poco lo había mojado, observando lo enrojecida que tenía la piel de
la entrepierna, por tener el pañal mojado de orina.
(Sra. Adams) -. Este no es su
lugar donde debe estar colocado, donde debe estar es bajo tu culo de desvergonzada,
pero has hecho bien en no quitarte tu
pañal, sabes que solamente tu tío o yo misma te lo podemos cambiar. Esto es para que no se te olvide por qué has
sido castigada, así como el recordarte las faltas cometidas y que no debes
volver a hacer de nuevo, como vuelva a pasar y no esté bajo tu culo, te voy a
poner el culo más colorado de lo que ya lo tienes, ahora siéntate y ni si te
ocurra subirte las bragas o retirar el felpudo de debajo de tu culo. Luego
vendré y te bañare para asearte y ponerte un nuevo pañal, ahora el haberte mojado
el pañal, te va a escocer más el culo de
desvergonzada!!!
Haciéndola sentarse sin
contemplaciones, Sonia soltó un agudo grito al sentir las púas de goma como
pinchaban bajo sus nalgas inflamadas y doloridas, sintiendo como se le erizaba
todo el vello de su cuerpo. Pensando que su tía aún estaba tras ella, se puso a
estudiar pese a las molestias en sus nalgas, aquellas púas eran de goma, no
herían la piel al estar sentada sobre ellas, pero al tener su trasero inflamado y dolorido,
esas púas acentuaban su dolor, así como acrecentar sus molestias, en breve al
tener el culo aun húmedo al mojar su pañal, no tardaría en escocerle mucho más sus
nalgas, hasta que unos minutos después ya no las sentiría, dados aquellos
pinchazos horribles aun así, sus nalgas se le adormecieron en un momento dado,
siempre y cuando no moviera su trasero del asiento, pues si se movía o
levantaba el trasero de la silla, aquellos terribles pinchazos volvían a
despertar obligándola hacer todo tipo de muecas de dolor dibujándose en su
rostro. Sonia respiro aliviada en cierta manera, pues cada vez que sentía la
necesidad de remover el culo del asiento, sentía despertar aquellos terribles
pinchazos bajo su trasero, pero su alivio procedía de la habitación de su prima
Susana, pues escucho la voz de tía Ingrid en ella, por lo que ello significaba
que no la tenía detrás de ella, aunque ni por asomo se le paso por su mente el
quitar el horror que sentía bajo su maltrecho trasero, solo de pensar la azotaina
que recibiría, si la sorprendía su tía sin el tormento del felpudo de púas bajo
su culo, la hacía olvidar esa idea de subirse las bragas, así como retirar de
debajo de sus nalgas el motivo de su pesadilla.
(Sra. Adams) -. Susana! Veo que
ya has arreglado tu cuarto, así está mucho mejor todo bien ordenado, ahora baja
a la cocina y encárgate de limpiar el desastre que ha provocado la torpeza de
una de las invitadas de Sonia, luego me encargare de ti…
Susana sorprendida
desapareció por la puerta dirigiéndose abajo, ni ella misma comprendía su
suerte, era la primera vez que su madre le pasaba por alto una clara falta
grave, resultaba extraño que su madre no cumpliera su amenaza de la mañana, cuando la sorprendió jugando
con el móvil desatendiendo sus obligaciones, en su habitación con su ropa
tirada por el suelo, las bragas bajo la cama, el pijama en un rincón, sus
calcetines esparcidos uno en un lado de la cama, y el otro colgando de la
cómoda, la falda plisada colgando del pomo de la puerta, su blusa tirada al
suelo a la entrada de la habitación, y aun así, se había librado de recibir una
azotaina con la zapatilla, tal y como había sentenciado que iba a darle apenas
recogiera ese desorden, sobándose el trasero sonriendo por su suerte, desapareció
a la vista de su madre en dirección al piso de abajo bajando las escaleras.
La mirada de Ingrid, su madre. La siguió hasta desaparecer de su vista, su
rostro dibujaba claramente su desagrado al agravio de tener Susana la
desfachatez de sonreír ante ella, cuando su suerte estaba echada, y la azotaina
que su madre la iba a dar, iba a ser de las que no se olvidan y en cambio se
había librado. Mientras La Sra. Adams se
decía para sí misma,… “ríe ahora que aun
puedes, luego me encargare de ti sinvergüenza, ahora tengo otras ocupaciones más
urgentes…” La Sra. Ingrid se dio la vuelta pasando por delante de la puerta
de la habitación de su nieta María, la vio muy obediente en el rincón, eso era
toda una novedad contemplarla tan serena y respetando un castigo, algo que en
ella no era habitual, pero conocía a su nieta a la perfección, y claramente
aquella manera de comportarse no podía ser otra que su deseo de escuchar, o
poder espiar de ser posible como las chicas nuevas eran castigadas, Marie era
una spankee de la cabeza a los pies, y siempre que podía creaba situaciones que
metiera en serios problemas a su madre y a su prima Sonia, en cambio este día,
no iba hacer de las suyas? No era normal ni lógico su comportamiento, y mucho más
teniendo en cuenta que llevaba unos días sin ganarse una buena azotaina, aunque
había sido corregida esa misma mañana, para ella no era lo que le gustaba
recibir. Para su abuela no se le pasó por alto, y se dijo… “Te atrapare, no engañas a tu abuela…si eres tan obediente, es porque
les has preparado algo a tu prima y a tu madre, te conozco pillastre…” Sonriendo maléficamente, siguió sus pasos
dirigiéndose hacia las habitaciones de las chicas.
La Sra. Ingrid llego a la primera
habitación, era el turno para la amiga de Sonia, Carolina. Antes de entrar por
la puerta, se desabrocho su bata blanca para así tener la libertad de
levántasela, se acarició su trasero por encima de sus bragas de encaje blancas,
podía sentir como el calor que emanaba su trasero calentaba las palmas de sus manos,
sobándoselo con suavidad varias veces logro mitigar algo el picor intenso que
sentía, pasando sus dedos por el elástico de las perneras, estiro del elástico
hacia abajo ajustándoselo bajo sus nalgas, colocándolo al inicio de sus muslos
donde su presión era mucho menor, luego pasándose las manos por el caliente
culo, desde su húmeda entrepierna a su cintura estirando hacia arriba la
cinturilla elástica. Una vez más se acarició sus nalgas doloridas, para dejar
caer la bata, así tallo de nuevo su trasero, ahora por encima de la bata y se
la abrocho de nuevo los botones en sus ojales. Sonriendo para sí misma, entro
en la habitación de Carolina.
Carolina estaba a los pies de la cama
esperando, sus manos las mantenía posadas en su trasero por encima de sus
braguitas, aunque la azotaina que hacia tan solo unos minutos había recibido,
apenas había resultado dolorosa, más bien todo lo contrario. La había
disfrutado de tal manera que no hubiera podido imaginar, desde que había subido
a la habitación, no hacia otra cosa que pensar lo ocurrido, solamente había
algo que enturbiaba su recuerdo, algo que
la hacía estremecerse de dolor, solo lograba mitigar al posar sus manos
en la zona que había sentido los pinchazos de la aguja al ponerle la inyección.
Su trasero le ardía tras la azotaina, y los picores en sus nalgas resultaban
muy molestos, deseaba poder bajarse las bragas que la atormentaban, pero de un
momento a otro podía aparecer tía Ingrid, pero aun con esa angustia las
molestias iban a mas, y decidió bajárselas a pesar de haber escuchado la voz de
tía Ingrid cerca, se las bajo descubriendo solo su trasero, pensó que en caso
de aparecer tía Ingrid tendría tiempo de subirse las braguitas. Pero para su
desatino fue tarde para ella…
Tía Ingrid apareció en ese preciso
momento, viendo a Carolina bajarse las braguitas descubriendo únicamente su
trasero, aunque las bragas cubrían su sexo, había sido descubierta bajándose
las bragas. Y Carolina vio a tía Ingrid
aparecer en el umbral de la puerta, pero ya era demasiado tarde, la había
pillado infraganti. Aterrada al verla
aparecer en el umbral de la puerta, se quedó helada manteniendo sus manos en el
elástico de sus braguitas, subírselas era tarde para hacerlo, había sido
pillada infraganti al bajárselas, pensó en disculparse ante tía Ingrid, pero
sentía un nudo en la garganta que no la dejo hablar.
Vio como avanzaba hacia ella en silencio,
deteniéndose a un metro escaso de Carolina, le puso las manos sobre los hombros
y la retiro hacia su derecha, mientras tía Ingrid se movía al mismo tiempo
hacia su izquierda, manteniéndose sus
miradas siempre fijas, ambas giraban en
torno a sí mismas, hasta situarse tía Ingrid a los pies de la cama, tomando
asiento sin dejar de mirarla un solo segundo. En ese instante se desabotono un par de
botones de su bata de enfermera, separando sus rodillas las separo lo
suficiente, y agarrando la mano izquierda a Carolina tiro de ella haciéndola
echarse boca abajo sobre su muslo izquierdo, una vez acomodada con ambas manos agarro
el elástico de la cinturilla de las braguitas de Carolina y se las acabo de
bajar, lentamente hasta por debajo de las rodillas. Tía Ingrid avanzo unos centímetros su pie
derecho y golpeando con la puntera de los zuecos, su pie quedo suelto extrayéndolo
lentamente, dejándolo en el suelo, solamente le fue necesario inclinar su
cuerpo hacia adelante para agarrarlo por el talón, asiéndolo con fuerza en su
mano derecha. El cuerpo de Carolina temblaba echada sobre el muslo, mientras su
cuerpo reposaba transversalmente sobre la cama, sabiéndose Carolina que su
trasero con sus bragas bajadas estaba bien expuesto, preparado para recibir una
azotaina de nuevo.
Así fue como sucedió, nada más tener tía
Ingrid su zapatilla o zueco de madera en su mano derecha, no se demoró más,
comenzando a darle una azotaina a Carolina.
Su trasero ya se encontraba por la azotaina recibida durante la revisión
médica de hacía unos minutos, muy colorado y ardiente. Por lo que al sentir de nuevo más azotes en
su trasero, este le abrasaba de tal
manera que no pudo aguantar más de cuatro buenos azotes para ponerse a llorar
como una chiquilla. Sus piernas se agitaban retorciéndolas sobre sí mismas, y
las trataba de separar abriéndolas, pero la traba que ejercían sus propias
braguitas en sus rodillas, no le permitía el poder separarlas o abrir sus
muslos tratando de así escapar a los azotes, pronto tuvo el culo ardiéndole
como brasas al rojo vivo, mientras en la habitación resonaban los azotes en su
trasero desnudo.
Carolina se sintió liberada del brazo
izquierdo que la mantenía firmemente sujeta, ayudándose apoyando sus manos en
el muslo izquierdo sobre el cual había estado echada boca abajo, se levantó
poniéndose en pie y sobándose el culo con las dos manos y dando saltitos del
enorme dolor que sentía en sus nalgas desnudas, entre salto y salto sus
braguitas se deslizaron por sus pies saliéndose de ellos y quedando tiradas en
el suelo a unos centímetros.
(Sra. Adams) -. Y…bien
sinvergüenza! Has aprendido a comportarte
de una vez? Tenías que comportarte como
una cualquiera y bajarte las bragas, cochina!!!
Acércate a la cómoda y tráeme unas bragas limpias para que te las ponga,
aunque sepas donde están guardadas ni se te ocurra cambiarte de braguitas sin
que yo te autorice hacerlo, o ese culo rojo como un tomate maduro, te lo pondré
morado, entendido!!!
Carolina obedeció con
rapidez desplazándose hasta el fondo de la habitación, donde estaba la cómoda aunque andaba con
claras molestias, sin dejar de sobarse el culo ardiente. Abrió el primer cajón
y extrajo las braguitas que más a mano encontró, llevándoselas a tía Ingrid
entregándoselas. Al tenerlas en sus
manos las desdoblo quedando estiradas e inertes en sus manos, Carolina al
verlas se sintió avergonzada nada más verlas, eran unas braguitas de talle alto
y perneras bajas, de algodón blancas y unos dibujos de margaritas con su polen
amarillo y sus pétalos blancos opacos que resaltaban claramente ante la
blancura de las braguitas. Cuando vio como tía Ingrid las enrollaba sobre si
mismas como si fueran unos calcetines, y estirándola de la cinturilla con sus
manos extendidas en el interior, abría la cinturilla para que Carolina se
acercase a ella e introdujera su pie izquierdo, luego el derecho, y sintió como
le fue subiendo las bragas por sus piernas hasta ajustárselas en su cintura.
Para más vergüenza para Carolina, la hizo girar de derechas a izquierdas viendo
como le quedaban puestas, aquello era lo más vergonzoso que recordaba, pues así
era como se las ponía su madre cuando ella era una niña pequeña, y así es como
se sentía en esos momentos.
(Sra. Adams) -. Ahora sinvergüenza como estas castigada te
vas a meter en la cama ya mismo!!! Hasta la hora de la cena que subiré a
buscarte para bajar a cenar. .- Tía Ingrid se puso en pie, bordeando la
cama por su izquierda, abriendo la cama para que Carolina se metiera en ella. .- A que estas esperando? Venga no me hagas esperar o veras tú! -. Carolina
se acercó muy lentamente y cuando se debía meter en la cama, se acarició el
culo pasando su mano derecha sobre las enormes braguitas que le cubrían todo el
culo y le presionaban sus nalgas, sintiendo en sus nalgas sensibles las
costuras de las braguitas, pareciéndole estas ser de piedra por lo que le
rascaban el culo, aun recién puestas. Dudando el sentarse en la cama para
echarse y que la tía Ingrid la arropase, en ese instante se sintió más niña que
nunca a pesar de sus treinta años y sintió la necesidad de dar una pataleta de
protesta. Sin duda alguna no lo pensó bien lo que hacía. .- Esas tenemos desvergonzada!!!
Como por arte de magia vio un destello fugaz,
pero lo que vio no fue tal destello, si no la sombra de tía Ingrid agarrándola
de la oreja y forzándola a inclinarse hacia adelante, lo siguiente que vio, fue
que se encontraba izada bajo el brazo de tía Ingrid y sus pies suspendidos en
el aire, cuando se dio cuenta, fue al sentir como la mano derecha de tía Ingrid
comenzó a darle una nueva azotaina sobre sus bragas blancas con aquellas
florecillas de margaritas. No fue la
azotaina muy larga, pero lo suficiente para caldearle, más el ya ardiente
trasero a Carolina poniéndoselo bien caliente, y así sin miramientos fue echada
en la cama y arropada con rapidez, quedando boca arriba y el culo echando
llamas.
Tía Ingrid abandono la habitación de Carolina sonriendo, se lo había
pasado pipa con la muchacha, aunque necesitaba salir de la habitación para
poder sobarse ella misma su trasero, aunque el estar sentada en la mullida cama
mientras le daba una azotaina con el zueco de madera, no era incomodo, pero
debido al estado de su trasero deseaba poder acariciárselo, pues el dolor era
intenso. Así como pasarse por el
servicio antes de entrar a la habitación de Laura, pues necesitaba más que
nunca aliviarse personalmente, pues sus braguitas las tenía empapadas y el
movimiento de la chica sobre sus rodillas, mientras la azotaba, había hecho que
el fondillo de sus propias bragas le rozase en la intimidad de su sexo, y
tuviera un intenso orgasmo que pudo ahogar entre los “Ayees” de dolor de
carolina. Entrando al servicio se desabotono toda la bata y sentándose en el
inodoro tras haberse bajado sus bragas, procedió a secarlas como buenamente
pudo, y colocar un salva slip en el fondillo de las bragas, así podría
mantenerse seca mientras se ocupaba de Laura y Megan. Aunque tenía muy claro
que debía retirarlo una vez acabase con las chicas, no podía bajar al salón y
quedarse a solas con su marido, pues corría el riesgo que la revisase a ella,
pues ella no estaba exenta de esas atenciones intimas y como descubriera el Sr. Adams que llevaba un
protector en el fondillo de sus braguitas, la azotaina que recibiría sería muy
severa, y aunque ya estuviera de nuevo con ganas renovadas de sentir arder su
trasero, no deseaba algo tan fuerte.
Una vez se hubo arreglado la bata, salía del servicio relajada y
convencida de sí misma, con ganas de ocuparse de sus dos juguetes nuevos, Laura
y Megan. Pero lo que no se espero es que en la misma puerta le aguardaba una
sorpresa a ella. Al abrir la puerta se
quedó pasmada al ver a su marido con la mano izquierda apoyada en el marco de
la puerta y con la derecha se sostenía el cinturón del pantalón introduciendo
el dedo pulgar bajo el cuero.
Sin abrir la boca le desabotono lentamente
todos los botones de su bata, al abrírsela su esposa quedó solo en bragas
blancas de encaje ante él. Aunque solamente fueron unos momentos, pues
introduciendo los dedos índice bajo el elástico de la cinturilla se las bajo,
lo justo y necesario para mostrar su sexo, y en el fondillo de sus braguitas el
salva slip que se acababa de poner.
(Sr. Adams) -. Me lo imaginaba que ibas hacer alguna de las
tuyas! Y como puedes ver no me he
equivocado! Al igual que a ti misma, me
encanta poner sobre mis rodillas a las nuevas muchachas, son un diamante en
bruto para nosotros. Pero sabes algo? Mi mayor diamante eres tú! A pesar de los años, sigues siendo aquella
muchacha rebelde que me enamore, y como entonces aun disfruto poniéndote sobre mis
rodillas y darte una buena azotaina con las bragas bajadas. Me encante ponerte el culo como un tomate
maduro, y ya veo que sigues igual de traviesa que cuando tenías veinte añitos,
así que, de las muchachas me voy a encargar yo mismo de calentarles el trasero,
ponerles unas bragas limpias y arroparlas dejándolas castigadas en la cama.
Pero tú! Desvergonzada te vas ahora
mismo a mi despacho tal y como estas, ni se te ocurra taparte o me saco el
cinturón y vas a ver… te quiero
encontrar tal y como estas aguardándome ante mi mesa de pie, y con las manos
sobre la cabeza para no poder tocarte… eres peor que las chicas!!! Aunque no deberías exponerte como ellas,
deberías demostrar que sabes el lugar que ocupas en esta casa…
La Sra. Ingrid Adams se dio la vuelta con
una pícara sonrisa en sus labios, esperando que al darle la espalda al estimado
marido, este la obsequiara con una buena palmada en el culo, lo conocía muy
bien, y desde luego no se equivocó, una mano tiro de su bata hacia atrás
deteniendo sus pasos, y la palmada sobre sus bragas no se hizo de rogar. Se retiró por el pasillo alegre por los
piropos que le acababa de decir, decepcionada en su corazón, no por el amor
demostrado por su pareja, más bien por no tener la oportunidad de disfrutar de
las visitantes, aunque se resignaba el haberse ocupado de una de ellas.
En la habitación de Laura ella se mantenía
en pie, desde su habitación había escuchado como tía Ingrid había dado una
azotaina a Carolina, sabía que ella era la siguiente, por estar su habitación
entre medias de la habitación de Megan y Carolina. La había escuchado como la regañaba por
haberse bajado las bragas, y poco después comenzaron los azotes. Poco después
había vuelto a reinar el silencio, por lo que Laura se puso nerviosa porque
podría sucederle a ella. Sentía deseos de bajarse las braguitas, pero algo le
decía que no sería conveniente el hacerlo, sobre todo con lo escuchado que le
había sucedido a Carolina, justamente por ser sorprendida con las bragas
bajadas. Entonces escucho unas voces en
el pasillo, aunque no llego a entender lo que hablaban, para poco después oír
unos pasos que se acercaban a su habitación.
El señor Williams había pasado por la
habitación de Carolina, la había encontrado sollozando aun estando boca arriba sobre la cama, debía de
imaginar que aun rondaba la tía Ingrid cerca, así que no se atrevió a moverse
de la posición que la había dejado. Carolina se estremeció debajo de las
sabanas, al escuchar pasos dentro de su habitación de nuevo, que al acercarse a
ella vio que era tío Williams quien estaba ante ella.
(Sr. Adams) -. Que te ha
sucedido pequeña? Porque te ha vuelto a castigar mi esposa, que has hecho para
ello…
Carolina le observaba temblando de miedo de
que fuera a castigarla de nuevo, si le decía el porqué. Viendo tío Williams que
la muchacha se le enrojecían sus mejillas de la vergüenza, pues a su edad y no
había sabido comportarse como se le había mandado, estar a los pies de la cama
simplemente, no con las braguitas bajadas.
(Sr. Adams) -. A ver
pequeña. Tan mal te has portado que te
da vergüenza el reconocerlo? He podido escucharlo todo, sé que te habías bajado
las braguitas, algo que no tenías permitido el hacerlo y lo sabias que no. Te servirá de lección para la próxima vez que
te ocurra hacer tal cosa. Puedes ponerte boca abajo, estarás mas cómoda, pero
como vuelva a pasar y te sorprenda con las bragas bajadas, probaras el
cinturón! Una mujer como tu hecha y
derecha, no te puedes comportar como una chiquilla. No sin que tenga vuestro comportamiento
serias consecuencias, sabíais perfectamente que en esta casa hay una estricta
disciplina, Sonia mi sobrina y lo sé de buenas fuentes de información, que
estabais avisadas y el riesgo al que ibais a estar en todo momento. Que
pensabais? Que de comportaros mal ibais a recibir una azotaina, de la que como
buenas spankee´s disfrutaríais y ya se terminaba todo? Esta casa no es como cuando se acude a uno de
esos locales de Londres, donde sois castigadas según habéis pactado previamente. Aquí en esta casa, un castigo tiene sus
consecuencias, porque una vez que se te ha castigado, luego tenéis la
penitencia de estar castigadas, no te vas a casa con el culo caliente y no pasa
nada más. Durante los días que
estaréis, lo vais a descubrir muy bien, porque estáis castigadas por lo diez
días que vais a pasar en esta casa, y cualquier falta tendrá su
consecuencia. Ahora descansa hasta la
hora de la cena…
El Sr. Williams abandono la habitación de
Carolina, entrando en la siguiente habitación, la de Laura. La cual la encontró de pie a los pies de la
cama, esperando como se le había indicado estar. Aunque si había obedecido,
había sido al escuchar la azotaina que acababa de recibir Carolina, así como al ser regañada escuchando el motivo por el que había recibido la azotaina. Por
cual viendo a la obediente muchacha de pie, ando hasta la cómoda extrayendo
unas bragas al azar limpias, volviendo sobre sus pasos hacia la cama retirando
las sabanas, sentándose sobre ella, y llamo a Laura…
(Sr. Adams) -. A ver… Laura!
Ven a que te cambie tus bragas!
A Laura una bofetada le
habría dolido menos, su rostro lo sintió arder hasta quemarle las mejillas, de
la vergüenza que aquel señor que podría ser su abuelo, la reclamaba que se le
acercara para cambiarle las bragas, a ella, toda una mujer madura y tener que
soportar la vergüenza que le cambiasen las bragas como a una niña de cinco
años, que no se las sabe poner sola. Se
fue acercando lentamente, no porque sintiera dolor en el trasero, desde luego le dolía mucho. Pero resultaba peor la vergüenza de tener que ser ella, la
que fuera hacia él, y lo peor de todo,
resultaba que iba a ser aquel señor
y el tío de su mejor amiga, quien le iba a bajar sus bragas sacándoselas
y poniéndole otras limpias, como si ella no supiera hacerlo por si sola.
Hacia una hora más o menos en esa misma habitación, le había dado una azotaina en el trasero, pasando la
vergüenza le bajase las bragas, era
motivo para sentir vergüenza, pero había sido en el calor de una azotaina, tenía
que aceptar con desagrado, para recibir
la azotaina en el culo, le bajase las bragas. Eso era justo y necesario, aunque
había sentido vergüenza aceptable o no,
tampoco había tenido elección para decidir, cuando se recibe una azotaina tiene que ser de ese modo, según como
considere necesario, quien le vaya a dar la azotaina el bajarle las bragas o no. Pero… cambiarle las bragas?
Que castigo era ese? Porque tenía
que pasar por esa vergüenza?
No se atrevía a mirarlo a los ojos cuando
al estar ante él, el separo sus rodillas para que ella se situara entre ellas,
pero le daba muchísima vergüenza el hacerlo ella por sí misma, y fue el, quien
agarrándola de las caderas, la aproximo hacia el introduciendo sus manos bajo
el breve camisón, y agarrando el elástico de la cinturilla de sus braguitas se
las bajo, piernas abajo quedando el fondillo de sus bragas pegadas a su sexo
por sus fluidos resecos, y tuvo que sentir los dedos del señor Adams como le
pasaba sus dedos sobre su sexo y tirar el fondillo de sus bragas hacia abajo,
quedando su entrepierna a su mirada.
Encima tuvo que levantar el pie derecho para sacarle las braguitas y
luego el izquierdo, lo cual al flexionar la rodillas su sexo quedaba abierto y
expuesto quedando Laura más desnuda que nunca lo hubiera estado. Luego ver como el Sr. Adams separaba la
cinturilla de las braguitas limpias con sus enormes manos, y ella tener que
volver a flexionar la rodilla dos ocasiones más, una para cada pernera,
teniendo que apoyar su mano derecha sobre el hombro del tío de Sonia para no
perder el equilibrio y caer. Así como avergonzada de sentir en sus piernas, como le rozaban las perneras
al subirle las bragas limpias,
hasta que levantándole el breve camisón se le ajustaba las bragas a su cintura
dejándolas bien arriba y manteniéndolas muy tensas tanto en su entrepierna,
como en el culo inflamado y
ardiente. Laura no recordaba haber
pasado nunca pasar por algo así, como
las lágrimas hicieron presencia en sus pupilas de la vergüenza.
(Sr. Adams) -. Te da vergüenza mirarme a la cara? No tienes por qué tener vergüenza, al menos
no la deberías pasar. Yo tampoco
comprendo cómo tres mujeres ya maduras se pueden comportar como adolescentes
rebeldes y despreocupadas, no mostrando una mínima decencia, si te preguntas
porque has sido castigada? Pregúntate
porque vuestro comportamiento ha sido indecente, a vuestra llegada!!! Yo también me lo pregunto. Al igual que se lo pregunta el guardia se
seguridad del aeropuerto, como tres chicas han dejado que un hombre que podría
ser su abuelo, le hayan dejado cargar con sus pesadas maletas! Cada vez que lo pienso, me dan ganas de
sacarme el cinturón!!! Pero por ahora ya
vais bien servidas, pero Ingrid mi esposa ha sido descuidada con vosotras, por
ello tengo que castigarte dándote una azotaina ahora, pero voy a tener en
cuenta las inyecciones que os han puesto, y no te voy a calentar el culo a base
de bien, pero no te alegres, te lo voy a poner más caliente que las brasas de
la chimenea a rojo vivo…
Con la cara de sorpresa, Laura fue colocada
boca abajo sobre las rodillas de tío
Williams que sin dar más explicaciones, comenzó a darle una buena azotaina con
la mano sobre las bragas a Laura, que de
buenas a primeras ya estaba llorando, pues estaba claramente muy dolorida y el
culo le dolía, sobre todo esa azotaina con la pesada mano y enorme del Sr.
Adams. No fue una azotaina larga, porque solamente era para que tuviera muy
claro porque estaban siendo castigadas las tres chicas, y no pretendía
castigarla muy fuerte, aun debía de tener muy presente las inyecciones que les
habían puesto, y las vitaminas de hierro por inyectable, resultaban sumamente
dolorosas. Tío Williams la metió en la
cama tapándola con las sabanas, dejándole claro que estaría castigada hasta la
hora de la cena.
Poco después entraba en la habitación de
Megan, esta ni tan solo protesto cuando le cambio las bragas, dejándose hacer sin una sola protesta y sin
poner mala cara o gesto extraño, como la azotaina que había recibido en el despacho
había sido muy severa, a ella el Sr. Williams desestimo castigarla para meterla
en la cama, pues aún estaba llorando del dolor por la azotaina en el piso de
abajo, en el despacho.
Williams sentía que le picaba su mano
derecha, más que picor, eran las ganas que tenia de bajar a encargarse de su
esposa, que debería de estar muy nerviosa esperándole, pero antes al pasar por
el cuarto de su nieta la vio quieta cara a la pared, aquella obediencia en la
pequeña María no era habitual en ella, no. Algo sucedía allí, y tenía pensado
averiguarlo inmediatamente. María al ver
entrar a su abuelo le dio un vuelco el corazón, algo le decía que estaba en
serios problemas o lo iba a estar pronto.
El abuelo se sentó sobre la cama y la llamo…
(Sr. Adams) -. A ver mi pequeña princesita, ven y siéntate
en las piernas de tu abuelo. .- María con cierto recelo se sentó sobre las
piernas, acampanándosele la falda sentándose sobre las bragas sobre las piernas
del abuelo, este le paso la mano derecha sobre sus piernas, mientras la palma
izquierda se le posaba sobre el culo bajo su corta tableada falda. -. Cuenta al abuelo porque estas tan
nerviosa, a quien le has hecho esta vez la jugarreta para que tu abuela la
castigue con la zapatilla, a tu prima Sonia, o tu mamá?
(Maria) -. Jooo… como lo sabes abuelito? A ti no te puedo engañar… a mamá, le he
desordenado la habitación, dejando su ropa tirada por todas partes…
(Sr. Adams) -. Ya tienes
diecinueve años princesita! Cuando vas a
madurar de una vez, sabes mi pequeña…
(María) -. No, abuelo, no lo sé…
si no me lo dices…
(Sr. Adams) -. Date la vuelta y échate sobre mis rodillas te
voy a quitar esas ganas de fastidiar a tu mamá…
(María) -. Me bajo las bragas, abuelo?
Los ojos de María se le
agrandaron, al ver como su abuelo se desabrochaba el cinturón, y posteriormente
tirando de la mano derecha de la hebilla, se lo extrajo de las presillas del
pantalón, doblándolo a la mitad y envolviéndolo en su mano derecha dándole dos
vueltas y agarrándolo con fuerza con su mano.
María se había echado sobre sus rodillas, boca abajo sollozando al saber
lo que la esperaba, temía mucho al cinturón del abuelo… la preocupaba que le
bajase las bragas blancas de algodón con dibujos de florecillas rojas y verdes
que se había puesto limpias hacia poco… esperando nerviosa que el abuelo no se
percatara de ello, pues no tenía permiso de la abuela para cambiárselas.
(Sr. Adams) -. A ver mi pequeña…
Sabe tu abuela que te has cambiado las braguitas? Estas no son las que te he
puesto esta mañana, verdad? .- María no respondió y sus piernas empezaron a
temblar y a mojar sus braguitas del miedo, se había hecho pis. .- Vaya encima le mojas el pantalón al
abuelo, ahora si te voy a bajar las bragas por meona y cochina!!!
Le bajo las braguitas a
las rodillas, y empezó con el cinturón a azotarle el culo con fuerza, María
saltaba sobre sus piernas a cada azote del cinturón, cuando llevaba unos diez
azotes con el grueso y pesado cinturón, sus lágrimas bajaban a raudales por sus
mejillas y su colorado trasero, por alguna de las azotainas que había recibido
esa mañana por la abuela, estaba cambiándole del color colorado a colorado
escarlata, el abuelo ya habría dejado de calentarle el culo a su nieta, pero la
muy cochina del miedo a la azotaina con el cinturón se le había orinado encima
y además se había cambiado de braguitas sin tener permiso, por lo que aún se
ganó varios azotes más con el cinturón.
El mismo abuelo la puso de pie, entre sus piernas al acabar de
calentarle el culo, y le subió las bragas mojadas.
(Sr. Adams) -. Te subo las bragas para que tu abuela vea que
te has meado en ellas, esta noche dormirás caliente y con pañal castigada por
mearte, cochina!!! Puedes ir a jugar si
no tienes deberes que hacer…
Tío Williams tenía ganas
de bajar a ocuparse de su esposa, pero… al pasar por el cuarto de Sonia, la vio
que aun permanecía sentada sobre las púas de goma, tendría que tener el culo
adormecido ya del rato que llevaba, y su tía aun tardaría bastante en subir,
soltó el aire de sus pulmones con un bufido de mala gana, pero no podía dejar a
su sobrina así, había que arreglarla antes de bajar a ocuparse de sus cosas.
Entrando en la habitación…
(Sr. Adams) -. A ver mi
sobrinita preferida!!! Que haces tus
deberes? Eso está bien, venga levántate de esa silla y échate sobre la cama
boca arriba para que te ponga el pañal,
vaya tufo que echas!!! Has mojado
tu pañal antes de que te castigara tu tía?
Bueno, coloca la manta de plástico para que te lave antes de ponerte el
pañal seco… Te aseguro que te vas arrepentir de masturbarte cuando tus primas
son castigadas, el que lo hagas es algo intimo tuyo, pero hacerlo en el pasillo
y dejarte sorprender, eso es de cochinas!!! Por eso llevas tres semanas
castigada a llevar el pañal las veinticuatro horas del día. Venga que tengo prisa!!! Voy a por la
palangana con agua y jabón para asearte!!!
Al volver su tío del
baño, Sonia estaba colorada de la vergüenza, a su edad mostrando su pubis
depilado a su tío, y tenía que soportar en silencio que le pasara la esponja lavándola.
Al sentir como la esponja enjabonada como su tío se la pasaba por el sexo y
levantando ella misma sus piernas abiertas, para que le enjabonara su culito
bañándola, luego aclarar la esponja y sentir como se la volvía a pasar por el
culo y restregando el recto, así como su entrepierna sintiendo como la esponja
abría los labios de su sexo, y enjuagar el jabón. Pero el pasar su vergüenza no terminaba ahí,
ahora le pasaba unas toallitas de papel para secarle bien el recto y el sexo,
Sonia cerraba los ojos de la vergüenza.
Una vez bañada, su tío retiro la manta de goma mojada, dejándola echada
sobre las sabanas desnuda de cintura para abajo. Viéndolo venir hacia ella
después de extraer un pañal seco del armario cerrado con llave, ver como lo
desplegaba y colocándoselo bajo el culo, cubrirla con el pañal y sintiendo como
se lo sujetaba a sus caderas los adhesivos, luego extrayendo unas bragas
grandes, se las puso echada en la cama, y acabando de subírselas al hacerla
arrodillarse sobre la cama, ajustándosela bien a su cintura cubriendo el pañal
seco y limpio, bajándola de la cama y con un buen azote en el culo, mandándola
a continuar con sus estudios.
(Continuará…)
Hola comprendo que la persona que lee, una historia de este tipo, si da una opinión teme que luego quien pueda leerlo, pueda pensar malamente, es posible. Pero de escribir como lo hago, es para vosotros a quienes me dirijo al escribir historias, pues mi deseo primordial es que os resulten interesantes. Algunos de vosotros me habéis escrito por privado, y me parece muy bien, si deseáis mantener oculto vuestra dirección de correo, pues yo soy muy discreto, y me limito únicamente a agradecer su comentario a quien me escribe, bien felicitando, o sugiriendo ideas, aunque mi imaginación es infinita, siempre hay roles que me resultan interesantes. Por otro lado me gusta el comentar las historias, y debatir desde el respeto mutuo. Gracias a todos/as.
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