Seguidores

viernes, agosto 23, 2019

EL ABUELO MATERNO Capitulo 16


                                                 EL  ABUELO  MATERNO   Capitulo 16

       Subir las escaleras  al piso de arriba  donde a las habitaciones se le hicieron interminables a Megan, una pequeña brisa que recorría  la casa  desde la puerta principal, posiblemente debía encontrarse abierta, de ahí procedía esa brisa refrescante. La cual acariciaba refrescando su inflamado trasero, aunque ello no apagase el fuego que sentía pero algo  atenuaba el ardor de sus nalgas doloridas. El  corto camisón no le cubría la parte baja de su trasero, dejando claramente expuestas sus braguitas rosas de algodón, reflejando el contraste de lo colorado que tenía su trasero, ante el color rosa de sus braguitas, resaltando así ese contraste que asomaba bajo el ribete de las perneras de puntilla ondulada del mismo tono que su braga, con el intenso color rojo escarlata, agradeciendo el frescor de la brisa proveniente del piso de abajo, la refrescaba en cierta manera, en otras circunstancias habría sentido el frio, pero el intenso calor que emanaba a través de la tela de algodón de sus braguitas, la impulsaba a llevar sus pequeñas manos a acariciarse por encima de ellas su inflamado trasero. Esa calidez también la experimentaba en sus mejillas, pues se teñían de un cierto color sonrosado, pero eso era causado por otro hecho no ajeno, pues las llevaba sonrosadas por la vergüenza que había pasado en el despacho del señor Adams. No recordaba en ninguna situación vivida  previa a ese día, haber pasado por algo similar sintiéndose avergonzada incluso en ese instante al hallarse sola,  subiendo las escaleras que conducían a la habitación.
   Habían transcurrido tan solo unos minutos, desde que abandonara el despacho.  El caminar por el largo pasillo hacia la puerta del fondo que daba al salón, se le hizo interminable, debido a la inflamación que sentía  en sus nalgas, sus bragas de color rosa de algodón de talle alto, las sentía como si estas se hubieran encogido al ser lavadas en la lavadora, pues su presión había aumentado, resultándole muy molestas al caminar a cada paso que avanzaba por aquel pasillo.  Se sobaba el culo con las dos manos por encima de las bragas, centrándose levemente en la base de sus nalgas, para volver a acariciar las abultadas braguitas, pues podía sentir en las palmas  de sus manos  el fuego intenso y aquella inflamación, y como a cada paso que daba, sus nalgas  juguetonas palpitaban agitándose levemente en sus andares, viéndose en la necesidad de pasar sus dedos bajo el elástico de las perneras y aliviar aquella molesta presión,  que la escocia terriblemente por el intenso fuego, así como el  dolor en su culo, los pasos eran cortos y pausados al ser así menos molesto el andar.
    Mientras caminaba por el pasillo, había probado varias formas de sus andares tratando de aliviar el intenso fuego que sentía, caminar recta y con las piernas juntas rozando así sus muslos, caminar arqueando sus piernas, o caminar arqueando su cuerpo hacia adelante, entre otras.  El andar con las piernas juntas rozándose los muslos, no le resulto desagradable el hacerlo, pues sentía como su sexo rozaba en el fondillo de sus braguitas, causándola una grata sensación, así como sentir como sus muslos en la zona cercana a su sexo, estos resbalaban entre sí mismos por los fluidos, ya que el fondillo de sus braguitas ya no retenía sus fluidos así como la humedad de su sexo, y le descendían unas gotas entre ellos, lo que hacían que resbalase al rozarse uno contra otro. La segunda opción de caminar arqueando las piernas, solamente unos pasos pudo aguantar, resultando muy incómodo para ella, pues ello hizo que en sus andares hicieran que sus nalgas doloridas y ardientes, estas le parecía como si, se le separasen una de la otra, lo cual la hizo estremecer de dolor y picor en su trasero. Así mismo se acentuaba el roce de la tela de algodón sobre sus inflamadas nalgas, una sensación desagradable en exceso, pues la tela de sus braguitas, pasó a ser desde el suave tacto del algodón en la piel antes de ser castigada, a una sensación rasposa que la hacía estremecer, pues sus  braguitas parecían ser de papel de lijar del más grueso, añadiendo que el dolor al contonear sus caderas al andar resultaba más doloroso.  La última opción de caminar con el cuerpo arqueado hacia adelante, la hacía estremecer al llevar juntos sus muslos, con aquella inundación en el fondillo de sus braguitas, la cual podía sentir que iba en aumento, sobre todo al tacto entre sus muslos, pues por el interior de ellos sentía como el roce entre ellos era cada vez más resbaladizo, y el andar arqueada con su cuerpo ligeramente encorvado, le resultaba menos doloroso en sus andares, así como en cierta manera sentía cierta sensación agradable, al pasar las palmas de sus manos por encima de sus bragas acariciándose el culo.  Pero… llegado el momento de atravesar el salón dirigiéndose hacia las escaleras, se le hizo interminable el pasillo, sobre todo al hacer girar el pomo de la puerta y entrar al salón.  Al otro lado de aquella puerta, podía encontrarse con las primas de Sonia o con la misma Sonia, una situación que en esos instantes no hubiera deseado que la vieran o pudieran observar cómo iba, así como al darle la espalda que vieran lo colorado que llevaba el trasero. Pero por fortuna, al atravesar aquella puerta no encontró a nadie en el salón, solamente un silencio de sus propios pasos  al resonar sus pisadas, rompían el silencio, así como sus sollozos o gemidos de dolor en el culo aunque ella no se escuchaba a sí misma como es natural, bastantes preocupaciones ya tenía tratando de mitigar aquel dolor que no desaparecia.
     Al llegar al pie de las escaleras, miro hacia arriba donde finalizaban los escalones, cogiendo aire varias veces se armó de valor y asiéndose con la mano derecha a la baranda de madera rustica, empezó a subir un escalón tras otro, los primeros cuatro escalones le resulto una pesadilla el flexionar sus rodillas, levantando un pie tras otro, el intenso dolor se le acentuó en su dolorido e inflamado trasero. Por lo cual  tuvo que detenerse  al cuarto escalón sobándose el culo por encima de sus bragas rosas.  Pero lo peor fue el cómo se le había clavado el elástico de las perneras de las braguitas, debido que al flexionar sus rodillas y levantar  su muslo correspondiente hacia que esa nalga inflamada se le deslizase el ribete elástico de la pernera de la braguita ante la tensión,  el elástico de puntilla fina se le había desplazado subiéndosele más, acentuando aún mucho más la presión en sus inflamadas nalgas, viéndose obligada con rapidez a aliviar aquella presión, introduciendo los dedos índice y por el exterior el pulgar estirando el elástico y bajándolo, al tiempo que hacia bajar sus braguitas,  al inicio de sus mulos liberando así aquella horrible presión. Mirando hacia arriba de nuevo como contando los escalones que aún le faltaban de subir, al final opto el subir de uno en uno, así como a cada escalón que subía, volvía a ajustarse el elástico de las perneras de sus braguitas rosas, se acariciaba el culo con las dos manos, soltando la mano derecha de la baranda, con relativa suavidad y resignándose volvía a ayudarse de su mano derecha volviéndola a posar sobre la baranda y al ayudarse subía el siguiente escalón, así fue subiendo uno tras otro hasta al final llegara al rellano donde respiro aliviada.
    Sobándose el culo con ambas manos camino por el pasillo, a un lado y a otro habían puertas, pudiendo ver que estas, estaban abiertas de par en par, la primera que atravesó estaba a su izquierda, resulto ser la habitación de Sonia viéndola sentada junto a un escritorio estudiando, de espaldas a la puerta, por lo que no pudo ver a Megan pasar por delante. Unos metros más adelante, a su derecha estaba la habitación de Susana, esta se encontraba arreglando su cuarto, al ver pasar a Megan le hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo. La siguiente puerta era la habitación de la pequeña María, la cual no pudo ver pasar a Megan, pues se encontraba en el rincón del fondo cara a la pared, claramente debía estar castigada por su abuela, y el escuchar pasos en el pasillo, la debió poner en alerta pues se encontraba inmóvil con la nariz pegada a la pared y sus manos sobre la cabeza sin mover un solo musculo. Si hubiera mirado hacia la derecha, habría podido ver cruzar el umbral de su habitación a Megan, pero no se movió ni un ápice.
   El pasillo giraba en Angulo de noventa grados a su derecha, pasando por delante de la habitación de Carolina, viéndola como esta se encontraba en pie teniendo a su espalda la cama, Carolina la miro de reojo al verla pasar pero sin decirle nada. La siguiente habitación era la de Laura, al igual que su amiga Carolina. Laura también estaba a los pies de la cama en pie, al pasar por delante, Laura la vio pasar pero no le dijo nada. La siguiente habitación era la suya, entrando fue hacia los pies de la cama, y colocándose de espaldas a la cama, se quedó en pie quieta a la espera de que apareciera de un momento a otro, la Sra. Ingrid o tía Ingrid como les había dicho que se podían dirigir a ella.

    …Se debatía sobre sus rodillas echada boca abajo, sentía como le abrasaba su trasero por la azotaina que estaba recibiendo, una vez más el cepillo de madera demostraba su efectividad, así como si le estuviese mordiendo en su culo desnudo con cada azote que recibía, sintiendo como cada nuevo azote caía una y otra vez sobre su trasero, cada azote la hacía vibrar en variados puntos  de sus nalgas. Su robusto trasero comenzaba a arderle considerablemente, mientras podía notar entre sus muslos su bragas de encaje blancas, así como se las mantenía ligeramente separadas al intentar infructuosamente el abrirlas dado el intenso ardor. Le gustaba usar esas braguitas de encaje con talle alto, como no podía ser de otra manera claramente, pero al contrario que las bragas de algodón, estas su elasticidad era muy reducida, por lo cual intentar separar sus muslos era un intento frustrado.  Meneaba sus caderas entre girándolas entre sí misma, dado su intensísimo ardor en su culo desnudo. En su rostro se dibujaba claramente el dolor  por la severa azotaina, no podía decir cuánto tiempo llevaba recibiéndola, pero las azotainas que ella recibía solían ser siempre muy duras, hasta que en un momento dado los azotes cesaron, así como darle la libertad de poder levantarse al sentir un toque a su costado derecho, el cual le indicaba que podía levantarse del regazo.
     Haciéndolo lentamente ante el ardor abrasador en su trasero, sus manos al estar en pie, raudas fueron a su trasero sobándoselo con gran fricción, subiendo una mano y la otra bajando descompasadamente pero con fuerza. Inclinándose hacia adelante, inclino su cuerpo hasta poder agarrar el elástico de la cinturilla de sus bragas, subiéndoselas con un rápido movimiento, hasta ajustárselas en su cintura. En ese instante sintió como unas fuertes manos la obligaban a girarse sobre sí misma, quedando de espaldas mostrando su trasero revestido de encaje blanco transparente, se apreciaba a simple vista que su trasero estaba completamente colorado, ante el contraste de sus bragas.
(Sr. Adams)  -. Espero que esto te haya dejado bien claro que debes aprender a manejar a esas chicas! Si te hubieras mostrado más enérgica, así como tratarlas con firmeza, te habrían obedecido sin rechistar, con tu nieta, hija y sobrina no es necesario darte un toque de atención, en cambio con esas chicas no comprendo que las consientas a esas muchachas, tal y como lo has hecho, ahora es demasiado tarde… Que pensara nuestro buen amigo el doctor? Que en esta casa la disciplina es cosa de risa?  Cuando siempre ha constado lo  férrea y estricta que la mantenemos en alto su nivel.  Su significado disciplina, no es válido si no se aplica convenientemente, si eres débil al hacerte respetar, yo me encargare de que eso no suceda. Te he dicho mil veces que el afecto lo debes reservar para aquellas circunstancias que así lo requieran, y no cuando es necesario demostrar que la disciplina es estrictamente necesaria, pero estoy seguro de que al final aprenderás a mostrarte más segura de ti misma, aunque para ello deba bajarte las bragas y darte una buena azotaina, al igual que a esas traviesas chicas, ahora encárgate de ellas subiendo a acomodarlas y acostarlas , están castigadas hasta que se levante su castigo y no me va a temblar la mano, si me veo obligado a recordarte como  debe de ser  la disciplina en esta casa.
      Hablando consigo misma se dirigió hacia la mesa, sobre ella había dejado la bata de enfermera, al ser requerida por su marido para disciplinarla a ella.  Si de sus labios sus palabras hubieran sido mencionadas en voz alta, seguramente su estimado esposo a sus casi ochenta años habría ido a por ella cinturón en mano.   Pero sus reproches quedaron mudos en su silencio, tan inteligente que se creía él, pero ella mientras se mostraba algo torpe al atender a las chicas, en su mente ya se imaginaba lo que sucedería por su comportamiento, el ser una mujer madura en la tercera edad, no la eximia de sus más íntimos deseos y el haber estado presente en las azotainas a las chicas, la había excitado a ella, igual que si fuera una adolescente de quince  años  o una veinteañera.  El fondillo de sus braguitas así la delataba, cuando ella misma debía castigar a su hija y nieta, no se sentía en esa necesidad como en esos momentos, o humedecer el fondillo de sus bragas al darle una azotaina a su sobrina Sonia, para ella eran como sus propias hijas, en cambio con Carolina, Laura y Megan había resultado distinto.  Sonia le había hablado en incontables ocasiones sobre cómo eran ellas, y las cosas que habían realizado juntas en su adolescencia, llegando a cogerles cierto aprecio, incluso a encariñarse con ellas, pero sin sentir la menor sensación o culpabilidad al castigarlas, resultando todo lo contrario, disfrutando sin límites al aplicarles una buena azotaina, como quedarse con la mirada perdida contemplando sus colorados traseros, teniéndose que pellizcar para volver a la realidad del momento. 
    Las chicas habían reconocido sus intenciones a través de Sonia, que tenían en sus mentes el realizar travesuras para verse en la situación comprometida de ser castigadas por sus anfitriones, dándoles el reconocimiento al poder al acogerlas en su casa, por lo cual se veían en la necesidad de aceptar la disciplina que se aplicaba en la casa. Durante el tiempo que iban a permanecer en la casa, iban a estar libres de gastos, como exentas de obligaciones, y paradójicamente  iban a estar como verdaderas reinas o princesas en un palacio, al permanecer en la casa requería que aceptaran las reglas del cabeza de familia.  Así como correr el riesgo de ser recriminadas por su comportamiento, como igualmente castigadas de ser necesario.
    Cuando tía Ingrid por su sobrina Sonia fue puesta al corriente, y después de ver mensajes de e;mails  así como mensajes de WhatsApp, pues en la disciplina impuesta por el Sr. Adams y tía Ingrid, exigía el estar al corriente diario de sus horas de ocio, tenían libertad de utilizar redes sociales, así como aparatos tecnológicos. Pero aparte de esas libertades, el control sobre ellas y lo que hacían era algo que estaba a la luz del día, tanto Sonia como sus primas eran conocedoras de esas supervisiones, pero si estaban de acuerdo, o no lo estuvieran, nada podían hacer al respecto por evitarlo, para mensajes más privados usaban claves que solo ellas creían conocer, pero en su ignorancia no resultaba serlo, pero tampoco habían claras protestas por tal motivo, habían descubierto que más valía tener la libertad de usar móvil y ordenador, que verse privadas de ellos de manera indefinida.
   Tía Ingrid sonreía para sí misma mientras sus manos se acariciaban su trasero, acababa de disfrutar de recibir una azotaina, hacia días que su estimado esposo no se ocupaba de ella, y deseaba poder recuperar esos momentos inestimables cuando se tiene el culo dolorido, esas sensaciones le encantaban sentirlas, y bien había valido la pena el mostrarse algo despreocupada al encargarse de las chicas, sabía que el orgullo herido de su pareja al ver como su buen amigo el doctor, se sentía decepcionado aunque nada opinara por respeto y educación hacia su buen amigo Williams.   Pero Ingrid sabía que no se lo iba a pasar por alto aunque nada dijera el doctor, y así fue como nada más quedarse a solas la requirió a su presencia, mientras él tomaba asiento en la misma silla que ella, les había dado una azotaina sobre sus rodillas, y calentándoles el culo a las chicas, viendo a su marido  como en su mano derecha sostenía el cepillo de madera.
    Se desabotono su bata de enfermera de los tiempos de su juventud, antes de conocer al que sería su pareja para el resto de sus días. Llevaban años juntos y lo conocía muy bien, así como cuando la requería para aplicarle un buen correctivo, no desconocía sus costumbres de cómo le gustaba que ella se comportara, así que se quitó la bata dejándola sobre la mesa del despacho, para momentos después verse únicamente en ropa interior a su costado derecho, como  una chica que ha sido traviesa, debiendo  disciplinarla y el mismo la hubiera colocado sobre sus rodillas, en cambio a Ingrid su esposa sabia como debía comportarse y que debía hacer, así que ella misma introduciendo sus dedos entre la cinturilla de sus bragas, se las bajo hasta justo por encima de sus rodillas, así como ella misma se acomodó sobre su regazo para pocos segundos después sentir la dura y severa caricia del cepillo sobre su robusto trasero.
     Mientras se dirigía hacia el piso de arriba, se recreaba su mente en la azotaina recibida hacia tan solo unos minutos, lo que demostraba que ser una spankee,  no solo era para jovencitas, las mujeres maduras también tenían esa necesidad de ser castigadas, ya que una spankee lo lleva en un rincón del corazón, y aunque pasen los años no desaparece de ese rinconcito, siempre tendrá ese espíritu rebelde en su interior, así como la necesidad de sentir las caricias de una azotaina.
     La Sra. Ingrid había subido las escaleras hacia el piso de arriba, mientras subía las escaleras disfruto sobre manera, de cómo en su trasero se acumulaban unos picores intensos, sintiendo la necesidad de llevarse sus manos a su trasero sobándoselo, así como alisarse la bata antes de pasarse por las habitaciones de las chicas. Aunque iba a estar claramente incomodada al poner sobre sus rodillas a las chicas, debía cumplir con su deber de anfitriona encargándose de las jóvenes visitantes, aunque claramente sin desatender a sus pequeñas Susana y María, como a su sobrina Sonia.  Al estar ante la puerta de la primera de las habitaciones vio a su sobrina sentada estudiando, entrando sigilosamente se situó tras ella, retirándole el cabello le cogió del lóbulo de su oreja derecha, tirando hacia arriba haciéndola levantar de su silla.
(Sra. Adams)  -. Ya veo que no aprendes verdad? Como hay que decirte las cosas jovencita!
    Soltándola de la oreja levanto su falda y le bajo las bragas a Sonia a las rodillas, a la derecha de la mesa de estudio de Sonia había una especie de felpudo de púas de goma. Antes con sus hábiles manos le soltó los adhesivos laterales del pañal y se lo retiro, descubriendo que hacía poco lo había mojado, observando lo enrojecida que tenía la piel de la entrepierna, por tener el pañal mojado de orina.
(Sra. Adams)  -. Este no es su lugar donde debe estar colocado, donde debe estar es bajo tu culo de desvergonzada,  pero has hecho bien en no quitarte tu pañal, sabes que solamente tu tío o yo misma te lo podemos cambiar.   Esto es para que no se te olvide por qué has sido castigada, así como el recordarte las faltas cometidas y que no debes volver a hacer de nuevo, como vuelva a pasar y no esté bajo tu culo, te voy a poner el culo más colorado de lo que ya lo tienes, ahora siéntate y ni si te ocurra subirte las bragas o retirar el felpudo de debajo de tu culo. Luego vendré y te bañare para asearte y ponerte un nuevo pañal, ahora el haberte mojado el pañal,  te va a escocer más el culo de desvergonzada!!!
     Haciéndola sentarse sin contemplaciones, Sonia soltó un agudo  grito al sentir las púas de goma como pinchaban bajo sus nalgas inflamadas y doloridas, sintiendo como se le erizaba todo el vello de su cuerpo. Pensando que su tía aún estaba tras ella, se puso a estudiar pese a las molestias en sus nalgas, aquellas púas eran de goma, no herían la piel al estar sentada sobre ellas,  pero al tener su trasero inflamado y dolorido, esas púas acentuaban su dolor, así como acrecentar sus molestias, en breve al tener el culo aun húmedo al mojar su pañal, no tardaría en escocerle mucho más sus nalgas, hasta que unos minutos después ya no las sentiría, dados aquellos pinchazos horribles aun así, sus nalgas se le adormecieron en un momento dado, siempre y cuando no moviera su trasero del asiento, pues si se movía o levantaba el trasero de la silla, aquellos terribles pinchazos volvían a despertar obligándola hacer todo tipo de muecas de dolor dibujándose en su rostro. Sonia respiro aliviada en cierta manera, pues cada vez que sentía la necesidad de remover el culo del asiento, sentía despertar aquellos terribles pinchazos bajo su trasero, pero su alivio procedía de la habitación de su prima Susana, pues escucho la voz de tía Ingrid en ella, por lo que ello significaba que no la tenía detrás de ella, aunque ni por asomo se le paso por su mente el quitar el horror que sentía bajo su  maltrecho trasero, solo de pensar la azotaina que recibiría, si la sorprendía su tía sin el tormento del felpudo de púas bajo su culo, la hacía olvidar esa idea de subirse las bragas, así como retirar de debajo de sus nalgas el motivo de su pesadilla.
(Sra. Adams)  -. Susana! Veo que ya has arreglado tu cuarto, así está mucho mejor todo bien ordenado, ahora baja a la cocina y encárgate de limpiar el desastre que ha provocado la torpeza de una de las invitadas de Sonia, luego me encargare de ti…
    Susana sorprendida desapareció por la puerta dirigiéndose abajo, ni ella misma comprendía su suerte, era la primera vez que su madre le pasaba por alto una clara falta grave, resultaba extraño que su madre no cumpliera  su amenaza de la mañana, cuando la sorprendió jugando con el móvil desatendiendo sus obligaciones, en su habitación con su ropa tirada por el suelo, las bragas bajo la cama, el pijama en un rincón, sus calcetines esparcidos uno en un lado de la cama, y el otro colgando de la cómoda, la falda plisada colgando del pomo de la puerta, su blusa tirada al suelo a la entrada de la habitación, y aun así, se había librado de recibir una azotaina con la zapatilla, tal y como había sentenciado que iba a darle apenas recogiera ese desorden, sobándose el trasero sonriendo por su suerte, desapareció a la vista de su madre en dirección al piso de abajo bajando las escaleras.
     La mirada de Ingrid, su madre.   La siguió hasta desaparecer de su vista, su rostro dibujaba claramente su desagrado al agravio de tener Susana la desfachatez de sonreír ante ella, cuando su suerte estaba echada, y la azotaina que su madre la iba a dar, iba a ser de las que no se olvidan y en cambio se había librado.  Mientras La Sra. Adams se decía para sí misma,… “ríe ahora que aun puedes, luego me encargare de ti sinvergüenza, ahora tengo otras ocupaciones más urgentes…” La Sra. Ingrid se dio la vuelta pasando por delante de la puerta de la habitación de su nieta María, la vio muy obediente en el rincón, eso era toda una novedad contemplarla tan serena y respetando un castigo, algo que en ella no era habitual, pero conocía a su nieta a la perfección, y claramente aquella manera de comportarse no podía ser otra que su deseo de escuchar, o poder espiar de ser posible como las chicas nuevas eran castigadas, Marie era una spankee de la cabeza a los pies, y siempre que podía creaba situaciones que metiera en serios problemas a su madre y a su prima Sonia, en cambio este día, no iba hacer de las suyas? No era normal ni lógico su comportamiento, y mucho más teniendo en cuenta que llevaba unos días sin ganarse una buena azotaina, aunque había sido corregida esa misma mañana, para ella no era lo que le gustaba recibir. Para su abuela no se le pasó por alto, y se dijo… “Te atrapare, no engañas a tu abuela…si eres tan obediente, es porque les has preparado algo a tu prima y a tu madre, te conozco pillastre…”  Sonriendo maléficamente, siguió sus pasos dirigiéndose hacia las habitaciones de las chicas.
     La Sra. Ingrid llego a la primera habitación, era el turno para la amiga de Sonia, Carolina. Antes de entrar por la puerta, se desabrocho su bata blanca para así tener la libertad de levántasela, se acarició su trasero por encima de sus bragas de encaje blancas, podía sentir como el calor que emanaba su trasero calentaba las palmas de sus manos, sobándoselo con suavidad varias veces logro mitigar algo el picor intenso que sentía, pasando sus dedos por el elástico de las perneras, estiro del elástico hacia abajo ajustándoselo bajo sus nalgas, colocándolo al inicio de sus muslos donde su presión era mucho menor, luego pasándose las manos por el caliente culo, desde su húmeda entrepierna a su cintura estirando hacia arriba la cinturilla elástica. Una vez más se acarició sus nalgas doloridas, para dejar caer la bata, así tallo de nuevo su trasero, ahora por encima de la bata y se la abrocho de nuevo los botones en sus ojales. Sonriendo para sí misma, entro en la habitación de Carolina.
     Carolina estaba a los pies de la cama esperando, sus manos las mantenía posadas en su trasero por encima de sus braguitas, aunque la azotaina que hacia tan solo unos minutos había recibido, apenas había resultado dolorosa, más bien todo lo contrario. La había disfrutado de tal manera que no hubiera podido imaginar, desde que había subido a la habitación, no hacia otra cosa que pensar lo ocurrido, solamente había algo que enturbiaba su recuerdo, algo que  la hacía estremecerse de dolor, solo lograba mitigar al posar sus manos en la zona que había sentido los pinchazos de la aguja al ponerle la inyección. Su trasero le ardía tras la azotaina, y los picores en sus nalgas resultaban muy molestos, deseaba poder bajarse las bragas que la atormentaban, pero de un momento a otro podía aparecer tía Ingrid, pero aun con esa angustia las molestias iban a mas, y decidió bajárselas a pesar de haber escuchado la voz de tía Ingrid cerca, se las bajo descubriendo solo su trasero, pensó que en caso de aparecer tía Ingrid tendría tiempo de subirse las braguitas. Pero para su desatino fue tarde para ella…
     Tía Ingrid apareció en ese preciso momento, viendo a Carolina bajarse las braguitas descubriendo únicamente su trasero, aunque las bragas cubrían su sexo, había sido descubierta bajándose las bragas. Y Carolina  vio a tía Ingrid aparecer en el umbral de la puerta, pero ya era demasiado tarde, la había pillado infraganti.  Aterrada al verla aparecer en el umbral de la puerta, se quedó helada manteniendo sus manos en el elástico de sus braguitas, subírselas era tarde para hacerlo, había sido pillada infraganti al bajárselas, pensó en disculparse ante tía Ingrid, pero sentía un nudo en la garganta que no la dejo hablar.
     Vio como avanzaba hacia ella en silencio, deteniéndose a un metro escaso de Carolina, le puso las manos sobre los hombros y la retiro hacia su derecha, mientras tía Ingrid se movía al mismo tiempo hacia su izquierda,  manteniéndose sus miradas siempre fijas,  ambas giraban en torno a sí mismas, hasta situarse tía Ingrid a los pies de la cama, tomando asiento sin dejar de mirarla un solo segundo.  En ese instante se desabotono un par de botones de su bata de enfermera, separando sus rodillas las separo lo suficiente, y agarrando la mano izquierda a Carolina tiro de ella haciéndola echarse boca abajo sobre su muslo izquierdo, una vez acomodada con ambas manos agarro el elástico de la cinturilla de las braguitas de Carolina y se las acabo de bajar, lentamente hasta por debajo de las rodillas.  Tía Ingrid avanzo unos centímetros su pie derecho y golpeando con la puntera de los zuecos, su pie quedo suelto extrayéndolo lentamente, dejándolo en el suelo, solamente le fue necesario inclinar su cuerpo hacia adelante para agarrarlo por el talón, asiéndolo con fuerza en su mano derecha. El cuerpo de Carolina temblaba echada sobre el muslo, mientras su cuerpo reposaba transversalmente sobre la cama, sabiéndose Carolina que su trasero con sus bragas bajadas estaba bien expuesto, preparado para recibir una azotaina de nuevo.
     Así fue como sucedió, nada más tener tía Ingrid su zapatilla o zueco de madera en su mano derecha, no se demoró más, comenzando a darle una azotaina a Carolina.  Su trasero ya se encontraba por la azotaina recibida durante la revisión médica de hacía unos minutos, muy colorado y ardiente.   Por lo que al sentir de nuevo más azotes en su trasero, este  le abrasaba de tal manera que no pudo aguantar más de cuatro buenos azotes para ponerse a llorar como una chiquilla. Sus piernas se agitaban retorciéndolas sobre sí mismas, y las trataba de separar abriéndolas, pero la traba que ejercían sus propias braguitas en sus rodillas, no le permitía el poder separarlas o abrir sus muslos tratando de así escapar a los azotes, pronto tuvo el culo ardiéndole como brasas al rojo vivo, mientras en la habitación resonaban los azotes en su trasero desnudo.
    Carolina se sintió liberada del brazo izquierdo que la mantenía firmemente sujeta, ayudándose apoyando sus manos en el muslo izquierdo sobre el cual había estado echada boca abajo, se levantó poniéndose en pie y sobándose el culo con las dos manos y dando saltitos del enorme dolor que sentía en sus nalgas desnudas, entre salto y salto sus braguitas se deslizaron por sus pies saliéndose de ellos y quedando tiradas en el suelo a unos centímetros.
(Sra. Adams)  -. Y…bien sinvergüenza!  Has aprendido a comportarte de una vez?  Tenías que comportarte como una cualquiera y bajarte las bragas, cochina!!!  Acércate a la cómoda y tráeme unas bragas limpias para que te las ponga, aunque sepas donde están guardadas ni se te ocurra cambiarte de braguitas sin que yo te autorice hacerlo, o ese culo rojo como un tomate maduro, te lo pondré morado, entendido!!!
     Carolina obedeció con rapidez desplazándose hasta el fondo de la habitación,  donde estaba la cómoda aunque andaba con claras molestias, sin dejar de sobarse el culo ardiente. Abrió el primer cajón y extrajo las braguitas que más a mano encontró, llevándoselas a tía Ingrid entregándoselas.  Al tenerlas en sus manos las desdoblo quedando estiradas e inertes en sus manos, Carolina al verlas se sintió avergonzada nada más verlas, eran unas braguitas de talle alto y perneras bajas, de algodón blancas y unos dibujos de margaritas con su polen amarillo y sus pétalos blancos opacos que resaltaban claramente ante la blancura de las braguitas. Cuando vio como tía Ingrid las enrollaba sobre si mismas como si fueran unos calcetines, y estirándola de la cinturilla con sus manos extendidas en el interior, abría la cinturilla para que Carolina se acercase a ella e introdujera su pie izquierdo, luego el derecho, y sintió como le fue subiendo las bragas por sus piernas hasta ajustárselas en su cintura. Para más vergüenza para Carolina, la hizo girar de derechas a izquierdas viendo como le quedaban puestas, aquello era lo más vergonzoso que recordaba, pues así era como se las ponía su madre cuando ella era una niña pequeña, y así es como se sentía en esos momentos.
(Sra. Adams)  -.  Ahora sinvergüenza como estas castigada te vas a meter en la cama ya mismo!!! Hasta la hora de la cena que subiré a buscarte para bajar a cenar. .- Tía Ingrid se puso en pie, bordeando la cama por su izquierda, abriendo la cama para que Carolina se metiera en ella. .- A que estas esperando?   Venga no me hagas esperar o veras tú! -. Carolina se acercó muy lentamente y cuando se debía meter en la cama, se acarició el culo pasando su mano derecha sobre las enormes braguitas que le cubrían todo el culo y le presionaban sus nalgas, sintiendo en sus nalgas sensibles las costuras de las braguitas, pareciéndole estas ser de piedra por lo que le rascaban el culo, aun recién puestas. Dudando el sentarse en la cama para echarse y que la tía Ingrid la arropase, en ese instante se sintió más niña que nunca a pesar de sus treinta años y sintió la necesidad de dar una pataleta de protesta. Sin duda alguna no lo pensó bien lo que hacía. .- Esas tenemos desvergonzada!!!
    Como por arte de magia vio un destello fugaz, pero lo que vio no fue tal destello, si no la sombra de tía Ingrid agarrándola de la oreja y forzándola a inclinarse hacia adelante, lo siguiente que vio, fue que se encontraba izada bajo el brazo de tía Ingrid y sus pies suspendidos en el aire, cuando se dio cuenta, fue al sentir como la mano derecha de tía Ingrid comenzó a darle una nueva azotaina sobre sus bragas blancas con aquellas florecillas de margaritas.  No fue la azotaina muy larga, pero lo suficiente para caldearle, más el ya ardiente trasero a Carolina poniéndoselo bien caliente, y así sin miramientos fue echada en la cama y arropada con rapidez, quedando boca arriba y el culo echando llamas.
   Tía Ingrid abandono la habitación de Carolina sonriendo, se lo había pasado pipa con la muchacha, aunque necesitaba salir de la habitación para poder sobarse ella misma su trasero, aunque el estar sentada en la mullida cama mientras le daba una azotaina con el zueco de madera, no era incomodo, pero debido al estado de su trasero deseaba poder acariciárselo, pues el dolor era intenso.  Así como pasarse por el servicio antes de entrar a la habitación de Laura, pues necesitaba más que nunca aliviarse personalmente, pues sus braguitas las tenía empapadas y el movimiento de la chica sobre sus rodillas, mientras la azotaba, había hecho que el fondillo de sus propias bragas le rozase en la intimidad de su sexo, y tuviera un intenso orgasmo que pudo ahogar entre los “Ayees” de dolor de carolina. Entrando al servicio se desabotono toda la bata y sentándose en el inodoro tras haberse bajado sus bragas, procedió a secarlas como buenamente pudo, y colocar un salva slip en el fondillo de las bragas, así podría mantenerse seca mientras se ocupaba de Laura y Megan. Aunque tenía muy claro que debía retirarlo una vez acabase con las chicas, no podía bajar al salón y quedarse a solas con su marido, pues corría el riesgo que la revisase a ella, pues ella no estaba exenta de esas atenciones intimas  y como descubriera el Sr. Adams que llevaba un protector en el fondillo de sus braguitas, la azotaina que recibiría sería muy severa, y aunque ya estuviera de nuevo con ganas renovadas de sentir arder su trasero, no deseaba algo tan fuerte.
   Una vez se hubo arreglado la bata, salía del servicio relajada y convencida de sí misma, con ganas de ocuparse de sus dos juguetes nuevos, Laura y Megan. Pero lo que no se espero es que en la misma puerta le aguardaba una sorpresa a ella.  Al abrir la puerta se quedó pasmada al ver a su marido con la mano izquierda apoyada en el marco de la puerta y con la derecha se sostenía el cinturón del pantalón introduciendo el dedo pulgar bajo el cuero.
    Sin abrir la boca le desabotono lentamente todos los botones de su bata, al abrírsela su esposa quedó solo en bragas blancas de encaje ante él. Aunque solamente fueron unos momentos, pues introduciendo los dedos índice bajo el elástico de la cinturilla se las bajo, lo justo y necesario para mostrar su sexo, y en el fondillo de sus braguitas el salva slip que se acababa de poner.
(Sr. Adams)  -.  Me lo imaginaba que ibas hacer alguna de las tuyas!  Y como puedes ver no me he equivocado!  Al igual que a ti misma, me encanta poner sobre mis rodillas a las nuevas muchachas, son un diamante en bruto para nosotros. Pero sabes algo? Mi mayor diamante eres tú!  A pesar de los años, sigues siendo aquella muchacha rebelde que me enamore, y como entonces aun disfruto poniéndote sobre mis rodillas y darte una buena azotaina con las bragas bajadas.   Me encante ponerte el culo como un tomate maduro, y ya veo que sigues igual de traviesa que cuando tenías veinte añitos, así que, de las muchachas me voy a encargar yo mismo de calentarles el trasero, ponerles unas bragas limpias y arroparlas dejándolas castigadas en la cama. Pero tú!  Desvergonzada te vas ahora mismo a mi despacho tal y como estas, ni se te ocurra taparte o me saco el cinturón y vas a ver…  te quiero encontrar tal y como estas aguardándome ante mi mesa de pie, y con las manos sobre la cabeza para no poder tocarte… eres peor que las chicas!!!   Aunque no deberías exponerte como ellas, deberías demostrar que sabes el lugar que ocupas en esta casa…
     La Sra. Ingrid Adams se dio la vuelta con una pícara sonrisa en sus labios, esperando que al darle la espalda al estimado marido, este la obsequiara con una buena palmada en el culo, lo conocía muy bien, y desde luego no se equivocó, una mano tiro de su bata hacia atrás deteniendo sus pasos, y la palmada sobre sus bragas no se hizo de rogar.  Se retiró por el pasillo alegre por los piropos que le acababa de decir, decepcionada en su corazón, no por el amor demostrado por su pareja, más bien por no tener la oportunidad de disfrutar de las visitantes, aunque se resignaba el haberse ocupado de una de ellas.
     En la habitación de Laura ella se mantenía en pie, desde su habitación había escuchado como tía Ingrid había dado una azotaina a Carolina, sabía que ella era la siguiente, por estar su habitación entre medias de la habitación de Megan y Carolina.   La había escuchado como la regañaba por haberse bajado las bragas, y poco después comenzaron los azotes. Poco después había vuelto a reinar el silencio, por lo que Laura se puso nerviosa porque podría sucederle a ella. Sentía deseos de bajarse las braguitas, pero algo le decía que no sería conveniente el hacerlo, sobre todo con lo escuchado que le había sucedido a Carolina, justamente por ser sorprendida con las bragas bajadas.  Entonces escucho unas voces en el pasillo, aunque no llego a entender lo que hablaban, para poco después oír unos pasos que se acercaban a su habitación.
     El señor Williams había pasado por la habitación de Carolina, la había encontrado sollozando aun  estando boca arriba sobre la cama, debía de imaginar que aun rondaba la tía Ingrid cerca, así que no se atrevió a moverse de la posición que la había dejado. Carolina se estremeció debajo de las sabanas, al escuchar pasos dentro de su habitación de nuevo, que al acercarse a ella vio que era tío Williams quien estaba ante ella.
(Sr. Adams)  -. Que te ha sucedido pequeña? Porque te ha vuelto a castigar mi esposa, que has hecho para ello…
    Carolina le observaba temblando de miedo de que fuera a castigarla de nuevo, si le decía el porqué. Viendo tío Williams que la muchacha se le enrojecían sus mejillas de la vergüenza, pues a su edad y no había sabido comportarse como se le había mandado, estar a los pies de la cama simplemente, no con las braguitas bajadas.
(Sr. Adams)  -. A ver pequeña.  Tan mal te has portado que te da vergüenza el reconocerlo? He podido escucharlo todo, sé que te habías bajado las braguitas, algo que no tenías permitido el hacerlo y lo sabias que no.  Te servirá de lección para la próxima vez que te ocurra hacer tal cosa. Puedes ponerte boca abajo, estarás mas cómoda, pero como vuelva a pasar y te sorprenda con las bragas bajadas, probaras el cinturón!   Una mujer como tu hecha y derecha, no te puedes comportar como una chiquilla.  No sin que tenga vuestro comportamiento serias consecuencias, sabíais perfectamente que en esta casa hay una estricta disciplina, Sonia mi sobrina y lo sé de buenas fuentes de información, que estabais avisadas y el riesgo al que ibais a estar en todo momento. Que pensabais? Que de comportaros mal ibais a recibir una azotaina, de la que como buenas spankee´s disfrutaríais y ya se terminaba todo?  Esta casa no es como cuando se acude a uno de esos locales de Londres, donde sois castigadas según habéis pactado previamente.  Aquí en esta casa, un castigo tiene sus consecuencias, porque una vez que se te ha castigado, luego tenéis la penitencia de estar castigadas, no te vas a casa con el culo caliente y no pasa nada más.   Durante los días que estaréis, lo vais a descubrir muy bien, porque estáis castigadas por lo diez días que vais a pasar en esta casa, y cualquier falta tendrá su consecuencia.  Ahora descansa hasta la hora de la cena…
     El Sr. Williams abandono la habitación de Carolina, entrando en la siguiente habitación, la de Laura.  La cual la encontró de pie a los pies de la cama, esperando como se le había indicado estar. Aunque si había obedecido, había sido al escuchar la azotaina que acababa de recibir Carolina, así  como al ser regañada escuchando el motivo  por el que había recibido la azotaina. Por cual viendo a la obediente muchacha de pie, ando hasta la cómoda extrayendo unas bragas al azar limpias, volviendo sobre sus pasos hacia la cama retirando las sabanas, sentándose sobre ella, y llamo a Laura…
(Sr. Adams)  -.  A ver… Laura!  Ven a que te cambie tus bragas!
    A Laura una bofetada le habría dolido menos, su rostro lo sintió arder hasta quemarle las mejillas, de la vergüenza que aquel señor que podría ser su abuelo, la reclamaba que se le acercara para cambiarle las bragas, a ella, toda una mujer madura y tener que soportar la vergüenza que le cambiasen las bragas como a una niña de cinco años, que no se las sabe poner sola.  Se fue acercando lentamente, no porque sintiera dolor en el trasero,  desde luego le dolía mucho.  Pero resultaba  peor la vergüenza de tener que ser ella, la que fuera hacia él, y lo peor de todo,  resultaba que iba a ser aquel señor  y el tío de su mejor amiga, quien le iba a bajar sus bragas sacándoselas y poniéndole otras limpias, como si ella no supiera hacerlo por si  sola.  
    Hacia una hora más o menos   en esa misma habitación, le había  dado una azotaina en el trasero, pasando la vergüenza  le bajase las bragas, era motivo para sentir  vergüenza, pero  había sido en el calor de una azotaina, tenía que aceptar  con desagrado, para recibir la azotaina en el culo, le bajase las bragas. Eso era justo y necesario, aunque había sentido vergüenza aceptable o no,  tampoco había tenido elección para decidir, cuando  se recibe una  azotaina tiene que ser de ese modo, según como considere necesario, quien le vaya a dar  la azotaina el bajarle las bragas o no.   Pero… cambiarle  las bragas?  Que castigo era ese?  Porque tenía que pasar por esa vergüenza? 
      No se atrevía a mirarlo a los ojos cuando al estar ante él, el separo sus rodillas para que ella se situara entre ellas, pero le daba muchísima vergüenza el hacerlo ella por sí misma, y fue el, quien agarrándola de las caderas, la aproximo hacia el introduciendo sus manos bajo el breve camisón, y agarrando el elástico de la cinturilla de sus braguitas se las bajo, piernas abajo quedando el fondillo de sus bragas pegadas a su sexo por sus fluidos resecos, y tuvo que sentir los dedos del señor Adams como le pasaba sus dedos sobre su sexo y tirar el fondillo de sus bragas hacia abajo, quedando su entrepierna a su mirada.  Encima tuvo que levantar el pie derecho para sacarle las braguitas y luego el izquierdo, lo cual al flexionar la rodillas su sexo quedaba abierto y expuesto quedando Laura más desnuda que nunca lo hubiera estado.  Luego ver como el Sr. Adams separaba la cinturilla de las braguitas limpias con sus enormes manos, y ella tener que volver a flexionar la rodilla dos ocasiones más, una para cada pernera, teniendo que apoyar su mano derecha sobre el hombro del tío de Sonia para no perder el equilibrio y caer. Así como avergonzada  de  sentir en sus piernas, como le rozaban las  perneras  al subirle  las bragas limpias, hasta que levantándole el breve camisón se le ajustaba las bragas a su cintura dejándolas bien arriba y manteniéndolas muy tensas tanto en su entrepierna, como  en el culo inflamado y ardiente.  Laura no recordaba haber pasado nunca pasar por algo así, como  las lágrimas hicieron presencia en sus pupilas de la vergüenza.
(Sr. Adams)  -.  Te da vergüenza mirarme a la cara?   No tienes por qué tener vergüenza, al menos no la deberías pasar.  Yo tampoco comprendo cómo tres mujeres ya maduras se pueden comportar como adolescentes rebeldes y despreocupadas, no mostrando una mínima decencia, si te preguntas porque has sido castigada?  Pregúntate porque vuestro comportamiento ha sido indecente, a vuestra llegada!!!   Yo también me lo pregunto.   Al igual que se lo pregunta el guardia se seguridad del aeropuerto, como tres chicas han dejado que un hombre que podría ser su abuelo, le hayan dejado cargar con sus pesadas maletas!  Cada vez que lo pienso, me dan ganas de sacarme el cinturón!!!  Pero por ahora ya vais bien servidas, pero Ingrid mi esposa ha sido descuidada con vosotras, por ello tengo que castigarte dándote una azotaina ahora, pero voy a tener en cuenta las inyecciones que os han puesto, y no te voy a calentar el culo a base de bien, pero no te alegres, te lo voy a poner más caliente que las brasas de la chimenea a rojo vivo…
    Con la cara de sorpresa, Laura fue colocada boca abajo  sobre las rodillas de tío Williams que sin dar más explicaciones, comenzó a darle una buena azotaina con la mano sobre las bragas  a Laura, que de buenas a primeras ya estaba llorando, pues estaba claramente muy dolorida y el culo le dolía, sobre todo esa azotaina con la pesada mano y enorme del Sr. Adams. No fue una azotaina larga, porque solamente era para que tuviera muy claro porque estaban siendo castigadas las tres chicas, y no pretendía castigarla muy fuerte, aun debía de tener muy presente las inyecciones que les habían puesto, y las vitaminas de hierro por inyectable, resultaban sumamente dolorosas.  Tío Williams la metió en la cama tapándola con las sabanas, dejándole claro que estaría castigada hasta la hora de la cena.
      Poco después entraba en la habitación de Megan, esta ni tan solo protesto cuando le cambio las bragas,  dejándose hacer sin una sola protesta y sin poner mala cara o gesto extraño, como la azotaina que había recibido en el despacho había sido muy severa, a ella el Sr. Williams desestimo castigarla para meterla en la cama, pues aún estaba llorando del dolor por la azotaina en el piso de abajo, en el despacho.
     Williams sentía que le picaba su mano derecha, más que picor, eran las ganas que tenia de bajar a encargarse de su esposa, que debería de estar muy nerviosa esperándole, pero antes al pasar por el cuarto de su nieta la vio quieta cara a la pared, aquella obediencia en la pequeña María no era habitual en ella, no. Algo sucedía allí, y tenía pensado averiguarlo inmediatamente.  María al ver entrar a su abuelo le dio un vuelco el corazón, algo le decía que estaba en serios problemas o lo iba a estar pronto.  El abuelo se sentó sobre la cama y la llamo…
(Sr. Adams)  -.  A ver mi pequeña princesita, ven y siéntate en las piernas de tu abuelo. .-  María con cierto recelo se sentó sobre las piernas, acampanándosele la falda sentándose sobre las bragas sobre las piernas del abuelo, este le paso la mano derecha sobre sus piernas, mientras la palma izquierda se le posaba sobre el culo bajo su corta tableada falda. -. Cuenta al abuelo porque estas tan nerviosa, a quien le has hecho esta vez la jugarreta para que tu abuela la castigue con la zapatilla, a tu prima Sonia, o tu mamá?
(Maria)  -.  Jooo… como lo sabes abuelito?  A ti no te puedo engañar… a mamá, le he desordenado la habitación, dejando su ropa tirada por todas partes…
(Sr. Adams)   -. Ya tienes diecinueve años princesita!  Cuando vas a madurar de una vez, sabes mi pequeña…
(María)  -. No, abuelo, no lo sé… si no me lo dices…
(Sr. Adams)  -.  Date la vuelta y échate sobre mis rodillas te voy a quitar esas ganas de fastidiar a tu mamá…
(María)  -.  Me bajo las bragas, abuelo?
      Los ojos de María se le agrandaron, al ver como su abuelo se desabrochaba el cinturón, y posteriormente tirando de la mano derecha de la hebilla, se lo extrajo de las presillas del pantalón, doblándolo a la mitad y envolviéndolo en su mano derecha dándole dos vueltas y agarrándolo con fuerza con su mano.  María se había echado sobre sus rodillas, boca abajo sollozando al saber lo que la esperaba, temía mucho al cinturón del abuelo… la preocupaba que le bajase las bragas blancas de algodón con dibujos de florecillas rojas y verdes que se había puesto limpias hacia poco… esperando nerviosa que el abuelo no se percatara de ello, pues no tenía permiso de la abuela para cambiárselas.
(Sr. Adams)  -. A ver mi pequeña… Sabe tu abuela que te has cambiado las braguitas? Estas no son las que te he puesto esta mañana, verdad? .- María no respondió y sus piernas empezaron a temblar y a mojar sus braguitas del miedo, se había hecho pis. .- Vaya encima le mojas el pantalón al abuelo, ahora si te voy a bajar las bragas por meona y cochina!!!
     Le bajo las braguitas a las rodillas, y empezó con el cinturón a azotarle el culo con fuerza, María saltaba sobre sus piernas a cada azote del cinturón, cuando llevaba unos diez azotes con el grueso y pesado cinturón, sus lágrimas bajaban a raudales por sus mejillas y su colorado trasero, por alguna de las azotainas que había recibido esa mañana por la abuela, estaba cambiándole del color colorado a colorado escarlata, el abuelo ya habría dejado de calentarle el culo a su nieta, pero la muy cochina del miedo a la azotaina con el cinturón se le había orinado encima y además se había cambiado de braguitas sin tener permiso, por lo que aún se ganó varios azotes más con el cinturón.  El mismo abuelo la puso de pie, entre sus piernas al acabar de calentarle el culo, y le subió las bragas mojadas.
(Sr. Adams)  -.  Te subo las bragas para que tu abuela vea que te has meado en ellas, esta noche dormirás caliente y con pañal castigada por mearte, cochina!!!  Puedes ir a jugar si no tienes deberes que hacer…
     Tío Williams tenía ganas de bajar a ocuparse de su esposa, pero… al pasar por el cuarto de Sonia, la vio que aun permanecía sentada sobre las púas de goma, tendría que tener el culo adormecido ya del rato que llevaba, y su tía aun tardaría bastante en subir, soltó el aire de sus pulmones con un bufido de mala gana, pero no podía dejar a su sobrina así, había que arreglarla antes de bajar a ocuparse de sus cosas. Entrando en la habitación…
(Sr. Adams)   -. A ver mi sobrinita preferida!!!  Que haces tus deberes? Eso está bien, venga levántate de esa silla y échate sobre la cama boca arriba para que te ponga el pañal,  vaya tufo que echas!!!  Has mojado tu pañal antes de que te castigara tu tía?  Bueno, coloca la manta de plástico para que te lave antes de ponerte el pañal seco… Te aseguro que te vas arrepentir de masturbarte cuando tus primas son castigadas, el que lo hagas es algo intimo tuyo, pero hacerlo en el pasillo y dejarte sorprender, eso es de cochinas!!! Por eso llevas tres semanas castigada a llevar el pañal las veinticuatro horas del día.  Venga que tengo prisa!!! Voy a por la palangana con agua y jabón para asearte!!!
     Al volver su tío del baño, Sonia estaba colorada de la vergüenza, a su edad mostrando su pubis depilado a su tío, y tenía que soportar en silencio que le pasara la esponja lavándola. Al sentir como la esponja enjabonada como su tío se la pasaba por el sexo y levantando ella misma sus piernas abiertas, para que le enjabonara su culito bañándola, luego aclarar la esponja y sentir como se la volvía a pasar por el culo y restregando el recto, así como su entrepierna sintiendo como la esponja abría los labios de su sexo, y enjuagar el jabón.  Pero el pasar su vergüenza no terminaba ahí, ahora le pasaba unas toallitas de papel para secarle bien el recto y el sexo, Sonia cerraba los ojos de la vergüenza.   Una vez bañada, su tío retiro la manta de goma mojada, dejándola echada sobre las sabanas desnuda de cintura para abajo. Viéndolo venir hacia ella después de extraer un pañal seco del armario cerrado con llave, ver como lo desplegaba y colocándoselo bajo el culo, cubrirla con el pañal y sintiendo como se lo sujetaba a sus caderas los adhesivos, luego extrayendo unas bragas grandes, se las puso echada en la cama, y acabando de subírselas al hacerla arrodillarse sobre la cama, ajustándosela bien a su cintura cubriendo el pañal seco y limpio, bajándola de la cama y con un buen azote en el culo, mandándola a continuar con sus estudios.

    

(Continuará…)
   


1 comentario:

  1. Hola comprendo que la persona que lee, una historia de este tipo, si da una opinión teme que luego quien pueda leerlo, pueda pensar malamente, es posible. Pero de escribir como lo hago, es para vosotros a quienes me dirijo al escribir historias, pues mi deseo primordial es que os resulten interesantes. Algunos de vosotros me habéis escrito por privado, y me parece muy bien, si deseáis mantener oculto vuestra dirección de correo, pues yo soy muy discreto, y me limito únicamente a agradecer su comentario a quien me escribe, bien felicitando, o sugiriendo ideas, aunque mi imaginación es infinita, siempre hay roles que me resultan interesantes. Por otro lado me gusta el comentar las historias, y debatir desde el respeto mutuo. Gracias a todos/as.

    ResponderEliminar