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miércoles, octubre 22, 2025

SORAYA, MARISA… Y EL NUEVO HOGAR Capitulo 18

 

                               SORAYA, MARISA… Y EL NUEVO HOGAR          Capitulo  18

             

     Las chicas aguardaban en el salón colocadas una lado de la otra, era primera hora de la mañana  mirándose entre sí con los rostros intrigados.  No les resultaba nada extraño  verse reunidas en el salón sobre todo a la espera de ser castigadas,  si  habían cometido faltas graves, al contrario de cuando eran llamadas individualmente o por dos de ellas. Pero llevaban varios días teniendo un buen comportamiento, por extraño que pudiera parecer a cualquiera. La Sra. Abba siempre hallaba un motivo para colocarlas sobre sus rodillas, el ir desaliñados sus cabellos… llevar mal colocada la falda, calcetines caídos, entrar en una habitación sin pedir permiso...etc…  Pero solamente eran simples azotainas, severas azotainas como de costumbre en la casa, bien levantándoles la falda, o propinándoles  la azotaina sobre su ropa interior o con las braguitas bajadas a las rodillas o los tobillos, todo era posible hablando de la Sra. Abba, pero en esas situaciones eran azotainas considerablemente leves, si se podían considerar leve acabar bien doloridas, en cualquier caso siempre terminaban con sus traseros bien enrojecidos y doloridos. En cambio el Sr. McDonald solo las castigaba en casos serios, pero en los últimos días no había tenido motivos para disciplinar a ninguna de las cuatro muchachas, ni tan siquiera con Rose Mery, dado que en esos días se encontraba dispensada de sus labores, por el fallecimiento de su cuñada, por lo que estaría solo unos días fuera de casa.

    En cambio la Sra. Abba sí que tenía serios problemas para tomar asiento, aunque las muchachas ignoraban estas circunstancias, dada la discreción que mantenía el matrimonio en la intimidad de su alcoba.  Por ello esa mañana se encontraba situada frente a las muchachas en pie, observando sus coloradas mejillas de sus rostros dada la intriga.  Disfrutando al contemplarlas tan serias y preocupadas, mientras ella misma manteniendo sus manos a la espalda, podía frotarse el trasero sin ser observada.

     En sus rostros se reflejaba su gran preocupación, sobre todo en Dae Shung o la misma Carmen, se miraban entre si, extrañadas. En principio al no hallarse presente en la casa la Sra. Stuart. Esa mañana se había encargado de asearlas y el vestirlas la propia Sra. Abba, vistiéndolas con un blusa blanca, falda plisada de cintura alta con estampado de cuadros, rojos y negros, calcetines blancos por debajo de las rodillas, y zapatos tipo Merceditas de correa. De ahí parte de la intriga de Dae Shung y Carmen, al no estar ataviadas con sus uniformes de doncella habitual, las cuatro muchachas habían sido vestidas con la misma vestimenta incluida su ropa interior, las cuatro llevaban bragas blancas al ser visibles sus fondillos, debido a sus cortas faldas, siendo observadas por el Sr. McDonald al entrar al salón…

    En esos momentos entraba al salón el Sr. McDonald sonriente, al ver como las muchachas aguardaban su presencia, sentándose en el sillón frente a las muchachas, la Sra. Abba se situó detrás de él manteniéndose en pie, apoyándose en el respaldo del sillón.

(Sr. John)  -. Buenos días, chicas!   Os veo que estáis muy tensas,… podéis relajaros hoy no vais a ser castigadas, dado que no hay motivo alguno para ello.  El que haya requerido vuestra presencia en el salón, es por una sencilla razón que a partir del día de hoy, van haber cambios drásticos en esta familia. Principalmente porque en esta casa, siempre hemos tenido a una o como mucho, a dos spankee´s,  ahora sois cuatro y por ello van haber cambios necesarios para nosotros, continuaremos siendo una familia unida, en la cual está mi esposa, mis hijas adoptivas Soraya y Marisa al igual que nuestras dos doncellas Carmen y Dae Shung, y como no puede ser de otra forma, yo mismo como cabeza de familia. Por ello vais vestidas iguales, con ello deseo demostraros que ninguna de vosotras está por debajo, o por encima, las cuatro independientemente de vuestro “Rol”, para nosotros, ósea para mi esposa y yo mismo, las cuatro sois de igual valor para nosotros, sois nuestras spankee´s hasta el día que decidáis dejar de serlo.  El primer cambio a destacar es que nos mudamos a nuestro “Palacio de verano”, bueno, no es ningún Palacio, pero cuando adquirí la casa la bautizamos con ese sobrenombre. Cuando lleguemos sin duda veréis del porqué, aunque en su día hará puede unos cien años atrás, era el Palacio de un Marques creo… bueno, un noble Ingles que veraneaba en él, mi abogado me informo que se arruino por culpa de sus deudas de juego. -. En sus rostros se reflejaba cierta tranquilidad tras escuchar aquellas palabras, la única de ellas intranquila era Carmen, la cual disimuladamente se acariciaba el trasero, era la única que sentía ardor en él.-.

(Sr. John)  -.  Carmen! Está visto que no aprendes nada, por cómo te frotas el culo lo tienes bien caliente, ya deberías de saber que no es aconsejable revelarte, mi esposa no acepta de muy buen grado que se le contradiga, en vez de negarte a vestirte, podrías haberte dejado hacer sin protestar, ahora no estarías dolorida, aunque el trayecto a la nueva casa es relativamente corto, viajaras incomoda poco tiempo, en apenas cuarenta minutos llegaremos si el trafico lo permite.

        

       

    Los vehículos formados por dos camiones y un monovolumen, entraban por la puerta de la finca, dos guardias de seguridad se la abrieron al verlos llegar. Las chicas observaban por las ventanillas tratando de ver la nueva casa, pero aun tardaron cerca de cinco minutos hasta atravesar un bosque, apareció una mansión de tres plantas al fondo.   El edificio parecía sacado de una película de fantasía o de terror según para quien, tenía el aspecto de un castillo del siglo XVI.  En cada esquina de la casa había una torre de cinco plantas, entre ellas y el edificio principal que era de tres plantas, toda la construcción era de piedra se apreciaba claramente la antigüedad del edificio.

     El vehículo monovolumen se detuvo a la entrada frente la puerta principal, mientras los dos camiones iban hacia la parte trasera o entrada de servicio.  A ambos  lados de la puerta se encontraba el personal del servicio de la casa.  Un hombre bien vestido con traje y corbata fue hacia ellos a recibirles, el cual acompaño a los señores McDonald hacia el interior, tras ellos iba  Carmen, Dae Shung, Marisa y Soraya, las cuales caminaban alucinando mirando hacia todas partes, sobre todo a las cerca de veinte personas entre mujeres y hombres, aunque destacaban en número las mujeres.

(Sr. John)  -.  Buenos días, Esteban!  Como eres el mayordomo, haz las presentaciones del servicio puedo ver algunas caras nuevas!

(Sr. Esteban)  -.  Tal y como dice el Sr. McDonald, yo soy Esteban el mayordomo. Como puede ver usted mismo, la Sra. Luisa y la Sra. Pilar las cocineras son ya conocidas, Isabel, María, Elisa y Nuria son las ayudantes de cocina, que usted ya las conoce desde luego.  Las doncellas son Laura y Elisabeth son nuevas en la casa, al igual que las criadas son Conchi, Teresa, Ana, Rosa, Isa y María José, como la Finca ha permanecido inactiva, han comenzado esta semana su trabajo y los jardineros Sr. Luis como capataz el cual conoce usted, y sus ayudantes Antonio, Pedro, Manolo y Francisco, los cuales han comenzado esta semana, a la vez trabajan en la casa como parte del servicio si es necesario.

(Sr. John)  -.  Bien Esteban!  Sra. Luisa y Sra. Pilar un placer verlas de nuevo.  A todos los demás Buenos días espero que vuestro trabajo sea el esperado…  Sr. Esteban puede usted mostrar la casa, a mis hijas Soraya y Marisa, muéstresela a Carmen y Dae Shung son mis pupilas, así como Doncellas de mis hijas, también trabajaran en la casa como refuerzo. 

       Las chicas estaban en su nueva habitación en la primera planta, las cuatro se mostraban un poco malhumoradas, lo cual se reflejaba claramente en sus rostros, tras ver las habitaciones del servicio estaban defraudadas, el haber visitado las habitaciones en la planta baja de las demás chicas del servicio, las cuales todas ellas tenían habitaciones individuales, en cambio a ellas les habían asignado una habitación para las cuatro, después de visitar la casa se habían ilusionado por tener su propia habitación, por ello su enfado fue monumental al ver que a ellas, les habían dado una sola habitación para ellas con cuatro camas, dos situadas a la izquierda y dos a la derecha enfrente unas de otras.

(Sra. Abba)  -.  Se puede saber porque esas caras tan largas de enfado?  En unos minutos vendrán dos personas que se encargaran de bañaros de hoy en adelante, ahora están en el despacho de John firmando sus contratos laborales, cuando se hayan instalado vendrán hacerse cargo de vosotras, a partir de ahora la Sra. Stuart ya no tendrá esas funciones en esta casa.

(Carmen)  -.  Sra. Abba…? Después de ver las habitaciones del servicio de la casa, ellas tienen sus propias habitaciones y nosotras estamos las cuatro en una habitación comunitaria…

     En ese preciso instante entraba el Sr. John McDonald en la habitación, el cual escucho la protesta de Carmen.  El cual fue directamente hacia Carmen agarrándola de la mano, la condujo hacia una de las esquinas de la habitación done había una silla, tomando asiento en ella coloco a Carmen de pie frente a él.  Volteándola al tiempo que le levanto la falda, y agarrando con ambas manos la cinturilla de las bragas blancas, se las bajo de un tirón a los tobillos colocándola seguidamente sobre sus rodillas, su trasero colorado de color rojo intenso, no dejaron dudas que había sido castigada con el cepillo esa mañana.

(Sr. John)  -.  Así que tenemos una pequeña rebelión en la casa!!!   Alguien os había anunciado tener vuestra propia habitación? Nosotros hemos hablado en el algún momento de concederos una habitación individual?   Entonces se puede saber a qué viene este berrinche de vosotras cuatro!!!   Pues vais a conocer lo que sucede a las niñas berrinchudas!!!  Abba!  Encárgate de esas tres bajándoles las bragas!!!  Antes de calentaros el culo a las cuatro!!! Voy a dar una explicación y no volveremos hablar más de  este tema, entendido!!!

    La Sra. Abba obedeciendo a su marido les levanto las faldas sujetándoselas en la pretina, y bajándole las bragas blancas a las tres,  Soraya, Dae Shung y Marisa, en esos momentos entraban en la habitación dos señoras mayores con edades entre los cincuenta años y los cincuenta y cinco años, iban ataviadas con uniformes iguales, una blusa gris perla y con una falda tableada del mismo color, por debajo de las rodillas.

(Sr. John)  -.  Bien niñas!  Quiero presentaros a la Sra. Sophia Walker y la Sra. Cinthia Collins, a partir de este instante serán las encargadas de vosotras, serán las encargadas de bañaros, vestiros cada día, así como de todo aseo corporal de las cuatro. Como vais a comprobar por vosotras mismas en breve, más valdrá que las obedezcáis en todo lo que ordenen, vienen con muy buenas credenciales, serán como vuestras Institutrices y tienen autoridad sobre vosotras.   Ahora lo prometido es deuda!!!   Voy a explicaros por primera y última vez, por qué las otras chicas del servicio tienen habitación propia y vosotras no las tenéis!   Vosotras  Cuatro!!! Carmen, Dae Shung, Soraya y Marisa.   Sois en esta casa Spankee´s, nuestras Spankee´s!!! Comprendéis y entendéis ese punto?  Por ello compartís habitación, para teneros controladas en todo momento, en cambio las demás chicas de esta casa, solo son trabajadoras las cuales perciben un sueldo, si cometen un error en esta casa, se les abre un expediente, si la falta o error es grave son despedidas de su trabajo.  Al estar situada esta casa a varios kilómetros de la ciudad, deben pernoctar en esta casa, por ello tienen una habitación propia… Queda aclarado!!!   Ahora Señoras, Abba Sra. Sophia y Sra. Cinthia encárguense de una chica cada una…  Esto os enseñara a coger Berrinches sin motivos…!!!

    El  Sr. John agarro a Carmen quien había escuchado atentamente, se hallaba tan ensimismada que no vio venir las intenciones del Sr. John, por lo cual se vio sorprendida cuando la agarraba de la mano izquierda, aproximándola hacia él e impulsándola hacia sus piernas, dejándola caer colocándola sobre sus rodillas, momento que Carmen reacciono en ese instante, con las bragas bajadas en los tobillos, comenzando a propinarle una sonora azotaina con la mano a Carmen.  La Sra. Abba, agarro a Marisa siendo también sorprendida al estar observando a Carmen, por ello cuando sintió que la Sra. Abba la sujetaba por la muñeca de su mano izquierda, Marisa estaba embelesada, viendo como los primeros azotes caían en el trasero de Carmen, por esa circunstancia Marisa al ser jaloneada por su mamá, tropezó con sus propios pies estando a punto de caerse al suelo,  dejándose llevar fue  trastabillando hasta una de las sillas próximas, colocándola sobre las rodillas imito a su marido asestándole buenos azotes, comenzando a darle una azotaina en su culo desnudo, el cual aún tenía las marcas de la azotaina de la noche anterior.  La Sra. Cinthia Collins agarro a Dae Shung, quien al igual que Marisa estaba como aturdida observando las escenas, viendo como las bragas de Carmen le eran bajadas, al igual que ver cómo le caían los primeros azotes, luego vio hacer lo mismo con Marisa por la Sra. Abba, viendo como los fuertes azotes caían implacables en el culo de la joven Marisa.  Viéndola que se hallaba absorta observando como recibían las azotainas Carmen y Marisa, la Sra. Cinthia Collins opto por colocarla bajo su brazo,  cargándola en volandas al tiempo que le daba unos buenos azotes, dado que al levantarla al tiempo que la ponía boca abajo bajo su brazo izquierdo, la Sra. Cinthia miro en derredor suyo buscando una silla con la mirada, propinándole buenos azotes en el culo desnudo, la condujo en volandas pataleando con sus piernas al aire, dándole buenos azotes durante los metros que camino hasta llegar a la silla, entre las puertas abiertas que conducían a los dos baños, entre ambas puertas había una silla, tomando asiento deposito a Dae Shung sobre su regazo, continuando la azotaina propinando fuertes azotes en el culo enrojecido.  La Sra. Sophia Walker sin perder tiempo agarro a Soraya, conduciéndola hacia otra de las esquinas al otro extremo de la habitación, Soraya al ser agarrada por una mujer extraña para ella, trato de resistirse inclinando su cuerpo hacia atrás, tratando de retroceder provocando la reacción de la Sra. Sophia Walker, quien tirando del brazo izquierdo de Soraya hacia adelante, esta sintió en el trasero varios azotes fuertes, ante el forcejeo de Soraya, los cuales provocaron el revuelo de la falda de la Sra. Sophia Walker mostrando unas bragas negras de encaje,  sentándose en la silla colocando a Soraya sobre sus rodillas, tal como había visto hacer a sus predecesores,  Soraya ya sentía arder sus nalgas al recibir  sonoros azotes en el trasero.

      El sonido de los azotes resonaba por toda la habitación, los “Ayees” de dolor de las cuatro muchachas se escuchaban al unísono entre una y otra, al hallarse la puerta abierta de la estancia, los azotes se podían escuchar por toda la primera planta, llegando el sonido de azotes y los gimoteos de las chicas al piso inferior.  Uno de los muchachos ayudantes del capataz, subía por las escaleras en esos instantes portando en sus manos, una maceta decorada con una planta, el capataz le había ordenado llevarla a la planta superior, a pesar de escuchar como las chicas estaban siendo castigadas en esos momentos, el muchacho dudo un instante ante esa orden, pero una mirada severa del Sr. Luis el capataz, hizo que el muchacho llamado Pedro enmudeciera obedeciendo.  Al pasar frente a la puerta, el muchacho se detuvo absorto por la escena que  estaba sucediendo ante sus ojos atónitos, podía ver al fondo de la habitación al Sr. John sentado en una silla, sobre sus rodillas había una chica boca abajo con las bragas bajadas trabadas pataleando en el aire con sus piernas, mientras el Sr. John le asestaba fuertes y sonoros azotes en el trasero, mirando hacia su izquierda vio a la Sra. Abba que hacía lo propio con otra chica. Su curiosidad hizo que se adelantara un par de pasos, pudiendo asomar la cabeza dentro de la habitación, viendo a dos señoras más con otras dos chicas sobre sus rodillas, desde su posición no les podía ver el culo enrojecido por los azotes, solo podía observar como a las muchachas les habían bajado sus bragas, así como ver los brazos de las señoras ascender y descender  observando como las azotaban con fuerza en el trasero.  En cambio sí les podía ver parte del culo enrojecido, a las dos muchachas al menear sus caderas por los azotes, que se hallaban sobre las rodillas del Sr. y Sra. McDonald. El muchacho fue sorprendido al escuchar las palabras del Sr. John McDonald…

(Sr. John)  -.  Abba, cariño! Tenemos a un voyeur observando, puedes encargarte de enseñarle que no se debe espiar en las habitaciones!!!   Se llama Pedro creo recordar, llévatelo al despacho y enséñale buenos modales,  enseguida me reuniré para haceros compañía…

      Carmen y Marisa a pesar de lo ardiente que sentían sus traseros, al oír que un chico les estaba observando, sus mejillas les ardían al ruborizarse de la vergüenza.  Carmen trato de mirar hacia la puerta, pero los azotes fuertes que le propinaba el Sr. McDonald en su trasero, le nublaban la visión sus propias lágrimas viendo solamente una sombra fugaz.   El muchacho llamado Pedro al escuchar nombrar su nombre, la sorpresa al ser sorprendido espiando, hizo que del sobresalto soltara la maceta de la planta, la cual hizo un sonido estridente al romperse en añicos al caer al suelo.  

    La Sra. Abba ayudo a Marisa a incorporarse dejándola de pie, la muchacha entre lágrimas que descendían por sus mejillas, su primera reacción fue la de cubrirse el sexo con sus manos, a pesar de lo mucho que le ardía en esos instantes el culo enrojecido. Poniéndose en pie la Sra. Abba, se dirigió  con paso firme hacia el joven llamado Pedro, el cual se encontraba en pie bajo el umbral de la puerta, petrificado, inmóvil.  El joven llevaba una camisa azul celeste anudada en la cintura, por lo que mostraba el ombligo al descubierto, llevando un pantalón corto color beige por encima de la rodilla, con bolsillos planos en las perneras, de calzado llevaba unas zapatillas de deporte sin calcetines.

   La Sra. Abba al tener al joven ante ella, calculo que el joven debería rondar entre los dieciocho o diecinueve años, al tenerlo frente a ella, el muchacho le llegaba por su estatura a la altura de sus pechos, por lo que debía medir sobre un metro sesenta.  Observando al joven con el rostro ruborizado claramente avergonzado, sorprendió al mismo joven la reacción intrigante e inesperada de la Sra. Abba, al llevar el cabello negro corto las orejas las llevaba descubiertas, siendo una mujer despechada como lo era ella, agarro al muchacho del lóbulo de la oreja izquierda, obligándole a inclinar la cabeza hacia ese lado, tirando de él lo condujo hacia el fondo de la habitación, el joven escuchaba los “Ayees” de dolor de las muchachas al pasar por delante de ellas, aunque su preocupación en esos instantes le obligaban a no mirar hacia ellas, pues la Sra. Abba le tironeaba fuertemente del lóbulo de la oreja, llevándolo hasta la misma silla que ocupaba instantes antes.

    El Sr. John McDonald la miro de soslayo meneando negativamente con la cabeza, a esas alturas no había nada que le hiciera sorprenderse de su esposa.  Siempre actuaba por su cuenta, sin tener en cuenta las posibles consecuencias de sus actos. La Sra. Abba tomo asiento en la silla, manteniendo al muchacho de pie de frente  ante ella, alargando sus manos agarro las perneras del pantalón del joven, tirando hacia abajo le bajo los pantalones sin desabrocharle previamente el botón y la cremallera del mismo, con lo cual el muchacho quedo ante ella con sus atributos al aire, ya con una clara erección que avergonzaba al joven.  A la Sra. Abba le sorprendió que el muchacho no tuviera vello entre sus piernas, claramente había sido depilado recientemente.  Agarro al joven colocándolo boca abajo sobre sus rodillas, mostrando un culo pequeño pero respingón muy blanco, lucía un bonito trasero a la atenta mirada de la Sra. Abba, a quien se le dibujo una sonrisa socarrona en su rostro.  Sin mediar palabra empezó a darle fuertes azotes en el culo, pronto tuvo su pequeño trasero colorado.  El sonido de los azotes claramente resonaban por la habitación, el joven no se quejaba de dolor recibiendo la azotaina, cuanto más se esmeraba la Sra. Abba en darle fuertes azotes, el joven respondió a ellos con claros gemidos, los cuales nada tenían que ver con muestras de dolor, si no, todo lo contrario era gemidos de placer por los azotes que estaba recibiendo. 

    La Sra. Abba adelanto el pie derecho hacia adelante, con la puntera dio un ligero golpecito en el suelo, haciendo que la zapatilla se le soltara de su pie.   Aun con el zapato en el pie, lo movió ligeramente hacia atrás dejándolo suelto en el suelo, solamente tuvo que inclinarse ligeramente para agarrarlo por el talón, al ser un zapato de piel lisa abierto por la puntera redonda y suela plana, ancha,  muy fina pero rígida.  Una vez la tuvo en sus manos la retorció por la suela sin apenas lograr retorcerla al apretar, al igual que la doblo desde la puntera hacia el talón, pero dada su rigidez apenas la pudo doblar unos centímetros, agarrando firmemente el zapato por el talón, levanto su brazo derecho bajándolo con fuerza, el fuerte primer azote resonó con  fuerza en la habitación, al igual que los azotes que le sucedieron uno tras otro sin pausa alguna, ahora el joven ya no gemía de placer al sentir los azotes, pasando a ser en el primer momento tenues “Ayees”, a los pocos minutos sus “Ayees” eran prácticamente aullidos del dolor por los azotes en el culo desnudo, cambiando el tono de su piel de colorado intenso a un tono violáceo.   Momentos después la Sra. Abba daba claras muestras de agotamiento, siendo el propio Sr. John quien conversando con ella, la convenció para que el muchacho les acompañara al despacho.   El joven se levantó del regazo poniéndose en pie, se apreciaba en su rostro que los azotes habían hecho mella en él, sus ojos brillaban al contraluz pero estaba lejos de derramar las lágrimas.  A un gesto del Sr. McDonald se subió los calzoncillos de color azul marino, así como instantes después los pantalones cortos se los ajusto a la cintura. 

     Minutos después los Sres. McDonald descendían por las escaleras hacia el despacho, el muchacho bajaba delante de ellos hasta ese instante, no había dado muestras de que le doliera el culo. Pero al descender por los pronunciados escalones, al tener que flexionar las rodillas fue cuando el joven daba las primeras muestras de tener el culo dolorido, aunque al bajar primero no le podían ver el rostro, si veían como sus manos se las llevaba repetidamente al trasero masajeándoselo, haciéndolo prácticamente a cada escalón que descendía, por lo que hizo sospechar a los Sres. que había mostrado ese espectacular aguante, al ser castigado estando las chicas delante de él.  Una vez en el interior del despacho… vieron en el  rostro del joven lágrimas en sus ojos, estaba claro lo que había sucedido en la habitación, al hallarse entre chicas mostro entereza, pero una vez fuera de la habitación esta desapareció, sobre todo por la amenaza de ir al despacho. Pero al Sr. McDonald no estaba satisfecho, su esposa se percató que su marido no estaba nada conforme. Nada más entrar al despacho, cogió el teléfono llamando al jardinero el Sr. Luis.

(Sr. John)  -.  Luis!   Si, ha sucedido tal y como habías sospechado, habla con Esteban y que envié unas chicas a limpiar el desaguisado, si también has acertado en eso… Por cierto acércate a la zona sur y me traes unas buenas varas, verdes, a poder ser del viejo Abedul.

     El Sr. McDonald tras colgar el teléfono se sentó tras su mesa de roble, la Sra. Abba permanecía de pie apoyando los brazos en el respaldo del sillón, situada detrás de su marido, fue ella quien se dirigió hacia el joven por primera vez…

(Sra. Abba)  -. Puedes sentarte en una de estas sillas, conversaremos mientras viene el capataz, tardara varios minutos en pasarse por la zona sur y volver.

    El joven dudo unos instantes en si sentarse o no, finalmente decidió sentarse en una de las dos sillas situadas a dos metros de la mesa.  Al hacerlo lo hizo lentamente posando sus manos en el asiento, para apoyar finalmente el culo lentamente en el asiento de la silla, tuvo la necesidad de levantar el trasero unas o dos veces, antes de posar el culo definitivamente, pero no sin mostrar claras muecas del dolor en su rostro.

(Sr. John)  -.  Y bien…Pedro!  Que te ha parecido ser castigado por mi esposa?  Nos ha parecido que no te ha hecho mella, en cambio al sentarte o el bajar las escaleras si has mostrado que te ha dolido… al parecer tienes experiencia como spankee, a pesar de tu corta edad, pues si no estoy equivocado acabas de cumplir los dieciocho años solo hace unos meses…

(Pedro) -. No señor... No… tengo… ninguna… experiencia como spankee, hoy he…recibido…mi…primera azotaina. Tal y como le comente al Sr. Luis cuando me hizo la entrevista, en mi infancia si he recibido castigos por parte de mi padre y de mi madre, la última azotaina que me dio mi padre fue hace unos cuatro años, con catorce años, por no llamarles por teléfono, salí de fiesta con mis amigos y no les advertí que llegaría tarde, estaban tan preocupados que no les importo nada, colocarme sobre sus rodillas para darme la azotaina delante de mis amigos.

(Sra. Abba)  -. Pues para ser tu primera azotaina, la has aguantado muy bien, pues me he empleado a fondo para hacerte llorar, y debo decirte que me has defraudado, eres el primer chico que no llora al castigarle.

(Pedro)  -.  Yo tampoco sabría que decirle señora… siempre he llorado a mares cuando me castigaban mis padres, quizás la sorpresa del momento haya influido, pues no me esperaba ser castigado hoy, también el hecho que hubieran chicas delante… he aguantado el dolor, quizás por mi orgullo de llorar ante unas chicas, aunque si hubiera durado un poco más, no creo que hubiera podido aguantar más, a pesar de la vergüenza que he pasado…

(Sr. John)  -. No te creas ni por un instante que haya sido una sorpresa, mi capataz lo ha organizado para ver tu reacción, por ello he dejado la puerta abierta de par en par, para que al pasar por delante te detuvieras a mirar, también debo decirte que me has hecho perder cien euros, porque mi capataz ha acertado que se te caería la maceta al suelo al ser descubierto.  La apuesta era con doble sentido, pero eso no te concierne a ti, otra persona lo comprenderá en breve a que me refiero.  Pero no debes acomodarte demasiado, pues la azotaina que has recibido ha sido por espiar, cuando estábamos castigando a nuestras hijas…  Ahora falta resolver el tema de la maceta que se te ha caído al suelo, era una antigüedad de doscientos años…

    Durante la espera el Sr. John McDonald, como la Sra. Abba McDonald disfrutaban observando al muchacho, su cara de preocupación tras conocer que su castigo no había acabado, así como observar  sus reacciones corporales dadas sus circunstancias, en la habitación tras recibir la severa azotaina, con el zapato o más bien la sandalia de suela fina parecía que el chico había aguantado bien, pero su orgullo y templanza habían desaparecido a esas alturas, mientras esperaban la llegada del capataz, el joven tuvo la necesidad de levantar el culo varias veces de la silla, trataba de hacerlo de manera disimulada, pero no lo lograba hacer al no quitarle sus miradas de encima.  Viendo en él su clara incomodidad al permanecer sentado, viendo como intentaba sentarse apoyando el culo de costado, pero al no tener un reposa brazos donde apoyarse en la silla, como lo hubiera podido hacer de estar en un sillón, no le era posible aguantar el equilibrio, por lo que acababa volviendo a posar el culo en el asiento, lo que le ocasionaba hacer muecas de dolor o verle como se mordía los labios, todo ello ante las miradas fijas en él de los señores, así como verse observado como si fuera un mono en una atracción de circo.

    Al cabo de unos treinta minutos se escucharon pasos en pasillo, a los pocos segundos entraba el capataz con varias varas de un centímetro de grosor, las cuales deposito sobre la mesa del despacho.

(Sr. John)  -.  Luis sí que has tardado tiempo!  Pero gracias por traérmelas, puedes sentarte si lo deseas! .-  El capataz se sentó en la silla que se encontraba a la derecha del joven. -. Imagino Luis, que al entrevistar a este joven, le comunicarías lo que esperamos de él como spankee.  Pedro, para nosotros es la primera vez que damos esta oportunidad a un chico.  Tu comportamiento de tan solo hace unos minutos, era el de esperar que sucediera.  Un chico spankee como tú, no creo que dada tu corta experiencia hayas asistido anteriormente estando presente cuando una chica está recibiendo una azotaina, mucho menos aun cuando se trata de cuatro chicas, me equivoco?

(Pedro)  -.  Tengo dos hermanas mayores señor, mi madre solía llevárselas a la habitación y las castigaba a puerta cerrada, pero mi padre no era tan anticuado por las apariencias, las castigaba en mi presencia, aunque nunca estando yo presente les bajaba las bragas, cuando lo iba hacer me hacía salir fuera.

(Sr. John)  -.  En esta casa tampoco sucederá, hoy ha sido una circunstancia que no volverá a suceder de nuevo, de eso estoy completamente seguro! Como decía… era de esperar que ante tal circunstancia, no pudieras resistir la tentación de espiar tras el umbral de la puerta, pero puedes estar tranquilo muchacho.  Esa falta ya ha sido convenientemente saldada, pero… no puedo dejar pasar que hayas hecho mil pedazos, una maceta Persa de doscientos años de antigüedad, no es que fuera una obra de arte, pero era un regalo a mi familia de un buen amigo. El Sr. Luis se encargara de castigarte, muchacho levántate de la silla y acércate al capataz para que te administre tu correctivo…

    Pedro se levantó claramente contrariado, dado que esperaba que fuera la Sra. Abba quien se encargase de él, o que hubiera sido el propio Sr. John quien se ocupase.  Pedro temía al capataz, era un hombre corpulento de aspecto muy varonil nada atractivo de rostro, su altura cerca de los dos metros de estatura, su complexión de hombros anchos era aterradora con unos brazos enormes, sus manos eran aterradoramente enormes.  El día que lo vio por primera vez, lo primero que pensó al verle de lejos… era como se sentiría recibir una azotaina sobre sus rodillas con aquellas manos.  Los tres días que llevaba en la casa, en sueños se veía asimismo a y a sus compañeros de trabajo sobre sus rodillas boca abajo, viendo como les ponía el culo de colorado y él aguardando de pie esperando su turno.

    Pedro claramente muerto de miedo se acercó al capataz, el cual le agarró del brazo atrayéndolo hacia él, le desabrocho el botón del pantalón cayendo estos por su propio peso a sus tobillos, una vez ya en su costado le bajo los calzones atrayéndolo hacia adelante cayó sobre su regazo.  Los azotes se sucedían uno tras otro sobre el amoratado trasero, el tono de color de sus nalgas se debía a la azotaina que le había propinado la Sra. Abba, lo cual demostraba que se había esmerado al castigarlo.  La enorme mano del capataz debía de ser dura como el granito, dado los “Ayees” descontrolados del joven, el cual a los pocos azotes lloraba como un chiquillo, solo había que verle como meneaba sus caderas o saltaba sobre el regazo del capataz, así como agitaba las piernas en el aire como si estuviera nadando “Crol”, sus pantalones salieron despedidos por sus pies, sus calzones se le fueron bajando poco a poco, hasta salir por los aires catapultados hacia el rincón del despacho cayendo al suelo.

     Tal fue el pataleo del joven que acabo cayendo de bruces al suelo, permaneciendo hecho un ovillo con sus dos manos en el culo, durante unos breves instantes el capataz le permitió descansar, pero al cabo de unos minutos lo ayudo a incorporarse poniéndolo en pie, sus lágrimas surcaban sus mejillas coloradas, mientras que con sus dos manos se sobaba el culo con vigor…

(Sr. John)  -.  Bien, pedro!  Espero que te haya servido de lección, verdad?  Recoge tus pantalones como tus calzones y puedes retirare a tus tareas, vístete fuera!!!

    Pedro recogió sus pantalones que estaban a un metro, en cambio tuvo que andar varios metros para recuperar sus calzones, una vez en su mano izquierda ambas prendas, se encamino hacia la salida acariciándose el culo con la mano derecha, al salir al pasillo al ponerse los calzones, pasaban varias doncellas y criadas que sonrieron al verlo desnudo de cintura para abajo, pero al verle el color del trasero todas exclamaron “OOOH”  llevándose las manos para ocultar su rostro algunas de ellas, otras en cambio no apartaron la mirada del trasero del joven, el cual con los pantalones en sus manos desapareció por el pasillo a paso raudo muy avergonzado.  Mientras tanto en el interior del despacho…

(Sr. John)  -.  La verdad Luis, es que no sé cuándo voy aprender a no hacer apuestas contigo, aquí tienes cien euros por que el chico dejaría caer la maceta, y trescientos porque Abba me volvería a desobedecer, y le daría la azotaina al chico en la habitación ante las chicas! Pero como he mencionado antes, eso no volverá a suceder de nuevo…

(Sr. Luis)  -.  Apuestas otros trescientos euros que vuelve a suceder?

(Sr. John)  -.  Si es para los próximos siete días, acepto la apuesta! Porque no creo que se atreva!!!

(Sr. Luis)  -. Con esa propuesta no tengo opción de ganar!  Mejor lo dejamos para otra ocasión… cierro al salir?

     La respuesta fue afirmativa moviendo la cabeza significativamente, con un sí.  La puerta del despacho quedo cerrada instantes después, el Sr. John se levantó de su sillón.  Abba continuaba con los codos apoyados sobre el respaldo del sillón, observando los movimientos de su marido, Abba desde hacía unos minutos ya se esperaba lo que iba a suceder.   Con la mano derecha se la llevó al trasero acariciándoselo suavemente, no es que lo deseara el ser de nuevo castigada, pero cuando se dio cuenta de su error ya no había vuelta atrás. En la habitación mientras le daba la azotaina al muchacho, en ese momento en que miro hacia su marido lo vio como meneaba la cabeza, en ese preciso instante recordó que le había dicho que llevase al muchacho al despacho. Pero desde hacía tiempo atrás le había pedido a John, el tener un chico spankee para entretenerse con él, Abba tenia tantas ganas de tener a ese muchacho tan atractivo sobre su regazo, que no pensó en las palabras de su marido siendo esta, una clara advertencia que no le diera la azotaina delante de las chicas, pero Abba una vez más desobedecía a John.

(Sr. John)  -.  Bueno Abba!  Que voy a tener que hacer contigo si se puede saber?  Cuando vas a aprender a respetarme, al igual que respetar los pactos que tenemos en esta casa!  Esta mañana has mancillado los derechos de Rose Mery, sabes perfectamente que no tienes autoridad para tomarte esas libertades con ella.  Cuando comete un error claro en sus funciones, ella acepta que tomemos medidas disciplinarias, al igual que si es menester castigos de mantenimiento, ella conoce este mundo spanko muy bien y sabe a qué debe atenerse.  Tú, no eres quien para decidir si le puedes revisar su ropa interior, sobre todo cuando no está bajo un régimen disciplinario, Rose Mery hace ya varios días desde la última vez, que era revisada cada mañana o antes de acostarse.  Esta mañana!  No existía motivo alguno para revisarle las bragas, y mucho menos para invadir su intimidad introduciéndole un dedo en su sexo.  A ella la he castigado por tomarse la libertad de darle una azotaina a Marisa, sin haber recibido de ti las correspondientes instrucciones.  Luego te he castigado a ti por tomarte esas libertades con ella, te lo he explicado esta mañana, y ahora dime que debo hacer contigo?   Las chicas tienen sus cláusulas sobre sus preferencias, al hacer que Luis enviara al chico a la planta de arriba, yo mismo he aceptado correr ese pequeño riesgo, el cual se solucionaba llevándote al chico al despacho para darle la azotaina en privado.  Pero… vas tú! Y por tu cuenta! Decides castigar al chico delante de las chicas, estando estas desnudas!!!  Y si deciden marcharse?  Lo has pensado? Te has parado a pensar por un momento tales consecuencias? Las cuatro tienen esa cláusula en sus acuerdos, aunque estos sean verbales, no dejan de ser pactos al cual estábamos de acuerdo en respetar!  Sobre todo Dae Shung fue muy explícita en ese punto…

     John mientras regañaba a su esposa la sujetaba del brazo derecho, haciéndola avanzar hacia el otro extremo del despacho, hacia uno de los dos confortables sillones, separados por un sofá de iguales características, los cuales estaban orientados hacia la pared del fondo, donde había un mueble con una pantalla de televisión, al llegar al sofá la hizo inclinarse sobre el mullido respaldo, quedando su cuerpo alzado con el trasero bien expuesto, agarrando el dobladillo de la falda acampanada del vestido amarillo estampado de flores blancas, la falda al serle levantada dejaba bien expuesto el trasero cubierto por unas bragas de encaje rosa, las cuales introduciendo los dedos bajo la cinturilla, se las bajo a la altura de las rodillas viéndose obligado a agarrar el elástico de las perneras, dado que el fondillo de las bragas se le había quedado pegado a sus labios vaginales, al tener restos secos fluidos de haberse corrido varias veces esa mañana. 

(Sr. John)   -.  Quieres decirme que debería de hacer contigo, sabes cómo tienes las bragas de mojadas? …

 

Continuará…

 

 

 

    

 

Continuará…