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jueves, julio 18, 2019

EL CASO DE LAS AMAPOLAS Capitulo 8


                                   EL  CASO  DE  LAS  AMAPOLAS     Capitulo  8


         Marie  salió  del despacho sollozando amargamente, caminaba a pasos cortos de las molestias que sentía en su trasero, no era la primera vez que hubiera recibido una azotaina  sobre las rodillas de su padre, como tampoco que fuera causada por su propia ironía al comportarse como una chiquilla, aunque en esta ocasión su arrogancia la había llevado a comportarse de forma que no debía de haber hecho.  Ella misma se lo había recriminado a Vanessa, cuando esta exigió subir a hablar con su padre y contarle como se había comportado el conductor con ellas.   Su padre no era un hombre que aceptase de buen grado, que alguien se dirigiese  a él y exponerle una queja de una de sus hijas.  Marie conocía muy bien a su padre, y sabía cuál iba a ser su respuesta de suceder tal situación, si recibiese  una queja de sus hijas,  la azotaina que iba a recibir la que resultase culpable, estaba garantizada, incluso  en el caso de una empleada como Vanessa era mejor no imaginar que sucedería.
      Pero Marie a pesar de saberlo,  decidió ella misma  entrar sola al despacho, ella había sido la culpable de los hechos sucedidos en el parking, nadie mejor que ella conocía a su padre, de haber entrado las tres al despacho, habrían sin ninguna duda, sido castigadas las tres.  Marie decidió afrontar ella por si sola las consecuencias, y así le había ido esa decisión.
      Cuando salió del despacho se encontró con sus amigas esperándola, Marie se acariciaba el culo por encima de sus bragas, sobándose con relativa suavidad, pues  le dolía tanto el trasero de la azotaina que había recibido, resultando que no podía apenas rozar con sus manos el dolorido culo,  apenas se sostenía sobre sus pies de lo dolorida que se encontraba.  Ya esa mañana había resultado duro para ella acudir a la oficina, y el desafortunado encuentro con su padre en el vestíbulo, cuando la coloco bajo su brazo para revisar el estado, Marie no había podido rebelarse al no disponer de las fuerzas suficientes, habiéndola cogido por sorpresa.  Además la sorpresa de ver a su padre al salir del ascensor, cuando aún se encontraba desairada por culpa del conductor, la dejo desarmada sin poder o tener fuerzas de voluntad para haberse resistido.  Aunque quizás de haber mostrado resistencia, su padre no hubiera reaccionado muy bien.
     En esos momentos al traspasar la puerta se sentía  aliviada en cierta manera, aunque su  dolorido e inflamado trasero no le decía tal cosa.  Quizás debería centrarse  recapacitando sobre lo sucedido, pero en esos instantes no era capaz de ordenar su mente  en nada, no podía centrarse en recordar  lo ocurrido.  Solamente podía y pensaba en llorar desconsolada,  tenía el culo  tan dolorido, que aunque se lo acariciase o sobase por encima de sus braguitas, no lograba de forma alguna encontrar como aliviar aquel intenso dolor, y por si fuera poco, sentia un enorme picor sobre todo al andar en sus nalgas con su vaivén  de estas al dar cada paso, rozaban en el tejido de sus bragas.  Se apoyó en la pared apoyando la espalda, de no haberlo hecho seguramente habría caído al suelo, pues el dolor en el culo era tan intenso que no tenía fuerzas para sostenerse, se sobaba el culo con las dos manos, las palmas posadas sobre su trasero, subían y bajaban con suavidad, o colocándolas sobre la base e inicio de sus muslos, o con sus manos se cogía el trasero alzándolo con ambas al tiempo, así como intercalando sus movimientos, alzando primero una nalga y la otra, trataba como fuera de aliviar aquel intenso fuego que le abrasaba el culo, sin importar que hubiera alguien más observándola, solo había algo que le hiciera comportarse así, y era el fuego abrasador en su trasero, como el intenso dolor que sentía tras la azotaina que había recibido.

    Momentos después tras salir ella  del interior del  despacho…

            El Sr. Fiscal espero a que Marie saliera del despacho, y una vez fuera estuvieron hablando de sus negocios durante el espacio de una hora, esperaban una visita importante.  La cual no se hizo mucho de esperar entrando por la puerta del servicio.
(Sr. Clark Miller)  -. Ya era hora que aparecieras, tenemos asuntos importantes que resolver. Hay cosas que no podemos posponer por más tiempo.  Como van las chicas nuevas para el club de golf, están desesperados por recibirlas y que empiecen a serles rentables… Y bien, Thomas!  Que sabes del tema, va todo según lo esperado?
(Sr. Thomas Miller)   -.  Hermano! Ya conoces como funciona esto. Ya te advertí en su momento hace años, que era mala idea hacer desaparecer en su día a los Lee, desde entonces todos estos años hemos tenido serios problemas con los resultados, las chicas que disponemos en el club de campo, o en tu casa Fiscal! han aceptado voluntariamente a cambio de estudios, y otras están engañadas creyéndose que van a prosperar en sus trabajos, a las gemelas persuadimos a sus padres que escribieran los documentos pertinentes, y las jóvenes son tan inocentes que se lo tragaron todo.  Haciéndolas creer que a sus padres los enviábamos a América con un buen trabajo siendo una oportunidad única para ellos, y que se reunirían con ellos en cuanto acaben sus estudios, no saben que nada más  despedirles en el puerto, una vez el barco navegaba en alta mar, fueron arrojados por la borda como pasto de tiburones. Y las chicas del hotel, están súper agradecidas de tener un buen trabajo, las recogimos de las calles ofreciéndoles un buen sueldo, están contentas aunque todo lo que ganan lo gastan en el alquiler, por lo que nunca se verán libres de nuestra  deuda.   Las del club de campo hasta ahora son las únicas que han obtenido buenos resultados, en cambio las dos que tenemos en tratamiento, no hay forma de conseguir resultados, debido a su fuerte carácter,  pero los nuevos científicos que tenemos traídos de Alemania, están haciendo bien su trabajo y nos aseguran que en breve las tendremos disponibles.  Ya os digo, hay que esperar, nuestros socios tendrán que tener paciencia.
(Sr. Fiscal)  -. Paciencia!  Como no avances en el caso de esas chicas, vamos a tener serios problemas.   Les hare una visita mañana, y haremos que las del club de campo vuelvan a tener una sesión, invitándoles será una manera de que no protesten mucho más, aunque habrá que cederles un porcentaje de las ganancias. Y tenerlos callados unos días más.   Pero Thomas! Parece que  no tienes muy buena cara, ocurre algo que debamos saber?
(Sr. Thomas)   -.  Bueno es algo sin demasiada importancia, deseaba aclararlo con mi hermano Clark a solas.
(Sr. Clark Miller)  -. Thomas… Ya sabes que con nuestro buen amigo no tenemos secretos, él es como el resto de su familia, todos son corruptos, son ideales para  nuestros intereses, igual  que a nosotros,  que nos gusta hacer negocios con su familia, desde que nuestros padres tenían negocios con su padre, aunque suena mejor decir nuestro socio más importante, pues él tiene que hacer la vista gorda para que podamos hacer nuestros negocios sin problemas… por ello tenemos a Charlton en su casa, para que no tengamos sorpresas  y eso significa unos buenos ahorros para su jubilación, lo que le entregamos cada mes por sus servicios. Verdad Sr. Fiscal general de la ciudad…
(Sr. Fiscal)  -.  Aunque sea cierto que me tienes en tus manos, no deberías hablar así de mi familia, he demostrado que apoyo y estoy conforme con vuestras condiciones, hablarme de esa manera no creo que sea necesario…
(Sr. Thomas)  -.  Venga Fiscal, no se sulfure que no es para tanto…  Ya que hablas de Charlton, ya tienes lo que nos encargó, lleva tiempo desesperado por disponer un nuevo juguete para él, si no fuera por lo efectivo que es, en su trabajo, hace tiempo que le habríamos dado el pasaporte al mundo de los cielos, no tengo nada contra los de la otra acera, pero no me siento cómodo teniendo uno tan cerca y que puede estar mirándome. 
(Sr. Clark Miller)  -. Hermanito no me seas tan remilgado, es nuestro amigo desde niños, y siempre hemos sabido que pierde aceite, nuestra madre lo quería como a un hijo, y solo por su memoria estará siempre a salvo con nosotros, se lo prometimos a madre en su lecho de muerte, es como nuestro hermano, bueno…Nuestra hermanita, aún sigue utilizando bragas de ropa interior? 
(Sr. Thomas)  -. Como se entere te va a colgar los testículos de corbata, sabes que siempre ha sido muy respetuoso con sus cosas, aunque no me haga tenerlo cerca y nadie lo diría al verlo.  Bueno… Le tienes su nuevo juguete preparado?
(Sr. Clark Miller)  -. Siii…hombre… si!   Justamente la Sra. Ingrid debe estar haciendo los preparativos, para que esta tarde lo tenga en casa el Fiscal General de la ciudad.  No me gustaría estar en la piel de ese muchacho, pues  en su contrato firmado constaba que no aceptaba castigo corporal, pero nuestros equipos de abogados han estado muy afinados cambiando su cláusula, bueno y eso tan importante que no puede esperar, que es?
(Sr. Thomas)  -.  Ya sabes que te tengo dicho de esa puerta de servicio, que no debes permitir que la utilice cualquiera, pues puedes tener algún problema con algún trabajador despechado, o alguien que pueda estar descontento!  Deberías poner un hombre de confianza en esa puerta, así no habría tenido que ocuparme del conductor de tu limusina, en estos momentos lo deben haber llevado mis hombres a la cocina, se estarán ocupando de él en estos momentos para hacerlo desaparecer, lo he encontrado fisgando con la puerta entreabierta y escuchando lo que estabais hablando, por ese motivo me he retrasado. Mis hombres han estado hablando respetuosamente con él, y averiguar que había escuchado, karloff ya sabes que sus métodos son muy efectivos, en seguida lo ha hecho hablar y decir todo lo que sabía.  Te he dejado a uno de mis hombres en el parking, por si te debes desplazar es de mi confianza.
(Sr. Clark Miller)  -. Vaya! Era un buen conductor.  Imagino que también os encargareis de su familia, no hay que dejar cabos sueltos.  Sí que tengo que salir, me voy a pasar por el hospital, a ver cómo van las cosas. Me he enterado que una doctora ha tenido un desliz, tengo que ocuparme de ella, ya he avisado a Charlton que se reúna conmigo allí, si deseáis nos vemos en el hospital, esa doctora tiene un trasero espectacular, además hay dos chicas enfermeras que también deben estar presentes, por una falta menor. Aunque les espera una buena azotaina a las dos.
(Sr. Fiscal)  -. Que doctora es?  La Srta. Silvia por casualidad?  Es una chica espectacular en todos los sentidos, y muy arrogante tiene mucho carácter, así como un coraje que no hay quien se atreva  contradecirla.
(Sr. Clark Miller)  -. Si, esa arrogancia de ella y su superioridad es la que la ha hecho verse en esta situación, por lo visto se encaró con el director de la planta, le dijo cuatro verdades al director, y le faltó al respeto muy seriamente esta vez, por eso debo ir hablar con ella, cuando le comunique que la van a castigar, se va a rebelar de lo lindo, pero de nada le va a servir.  Va a ser verdaderamente todo un espectáculo ver como se rebela, no le va a resultar fácil a Charlton colocarla sobre sus rodillas, y mucho menos lograr bajarle las bragas, va a resultar toda una aventura verla como le ponen el culo como un tomate.
(Sr. Thomas)  -.  Vaya! Tengo cosas importantes que hacer, pero eso no me lo pierdo, esa doctora tiene un carácter de mil demonios, la semana pasada me dejo como un ignorante ante mis hombres, es una lástima que no permitas que se la ponga en su lugar, que esté,  esa mujer entre tus favoritas y una de tus protegidas.
(Sr. Clark Miller)  -. Esa doctora es la más eficiente del hospital, pagarían en cualquier hospital lo que fuera por tenerla bajo su servicio, pero todo tiene un límite! El director del hospital es uno de nuestros mejores colaboradores, sus experimentos son muy lucrativos  y me ha solicitado que esa falta de respeto no quede impune… No va a ser nada fácil hacer que sea castigada. Pero tengo mis estrategias para convencerla…
(Sr. Fiscal)  -.  Si lo pones tan negro… para esa chica, voy a tener que aplazar algunos asuntos menores.  Hay que asistir, todo apunta que va a ser memorable ver como esa doctora es castigada, pues cuando vosotros estéis a punto, salimos!





       Los tres hombres se dirigieron hacia la puerta abriéndola, al salir al vestíbulo de recepción donde se encontraba la mesa de Helen,  vieron que la secretaria estaba tras su mesa de pie, atendiendo el teléfono.  En el extremo opuesto  a la mesa aún permanecían  Vanessa, Yuni Lee consolando a Marie, que a pesar del tiempo que ya hacía que había sido castigada, aún seguía sollozando.  Habrían deseado entrar al ascensor y bajar a su planta, pero Marie estaba tan dolorida que tenía problemas para dar un solo paso, decidiendo esperar que se calmara, trayéndole del servicio toallitas húmedas, tan solo hacía unos instantes Marie había estado echada boca abajo en el sofá de recepción, con las bragas bajadas, poniéndole las toallitas húmedas en el culo, una vez que lograron hacerla calmarse un poco, la dejaron echada boca abajo relajada, pero cuando Marie se vio en condiciones, se subió ella misma sus bragas por el temor a ser descubierta se alguien aparecía. Aunque sus amigas intentaron convencerla que no se las subiese aun, que podían esperar un poco más. Pero el miedo de Marie a ser descubierta, hizo que no escuchara a sus amigas, aunque se había calmado bastante, aun le dolía demasiado el culo, como para correr riesgos, prefería subirse las bragas a pesar de las molestias que estas la iban a ocasionar. 
     A Marie casi se cayó al suelo al perder el equilibrio  del susto,  al escuchar que el pomo de la puerta del despacho se abría, de permanecer echada en el sofá, habría tenido nuevos problemas, se levantó en el acto poniéndose en pie.  Y a pesar del dolor en su trasero al reincorporarse poniéndose en pie, trato de avisar a Helen que en esos instantes atendía al teléfono, pero para Helen resulto ser demasiado tarde el aviso.




     Los tres caballeros al salir vieron a Marie de espaldas a ellos, por lo que podían ver como Marie se sobaba el dolorido trasero, a pesar de llevar las bragas, se le podían ver claramente la base de sus nalgas coloradas como tomates maduros, y como se mantenía ligeramente encorvada hacia adelante, el estar dolorida era muy visible el porqué, por lo cual  debía de dolerle  bastante el culo.  Al ver que se abría la puerta saliendo el Sr. Fiscal en primer lugar, las chicas se volvieron mirando hacia la puerta. Poco después quien salía era Thomas y su hermano viendo a sus hijas.  Las tres se quedaron heladas al verles salir, pero la que se encontraba más aterrada era Helen. Su rostro de pánico,  llamo la atención de su jefe, quien viéndola fue hacia ella sin decirle nada hasta estar ante su mesa.
(Sr. Clark Miller)  -.  Que te sucede Helen, a que viene esa mala cara?  Que quieres que te caliente el culo de nuevo? Sabes que no me gusta ese comportamiento tuyo, explícame a que viene esa mala cara?   De verdad quieres que me enfade… Te voy a tener que enseñar a comportarte…?
      Así que enfadado rodeo la mesa de Helen, acercándose a ella. Se sentó de costado sobre la mesa, quedando su pierna derecha estirada hacia el suelo, a su vez la izquierda quedo flexionada, por sorpresa  agarro a Helen y la tumbo cruzándola sobre su muslo izquierdo, al colocarla boca abajo sobre su muslo y el cuerpo de Helen apoyado sobre su mesa. Al tenerla boca abajo sobre su muslo, la falda se le subió forzada  por la postura unos centímetros, los suficientes para averiguar del porque aquella mala cara de su secretaria.  La muy desvergonzada llevaba las bragas bajadas, y al estar echada sobre el muslo izquierdo de su jefe, este se dio cuenta en el acto. Por lo cual claramente enfadado, le levanto la falda y a continuación empezó a darle una azotaina a Helen, regañándola por llevar las bragas bajadas mientras realizaba su trabajo, de ahí era el motivo de que Helen al verle salir pusiera tan mala cara, pues sabía que podía sorprenderla en cualquier momento, dándose cuenta del porque aquella cara de preocupación de su secretaria.   Helen estaba avergonzada al ser castigada ante sus amigas, pues rara vez había sido castigada con otras personas presentes, como aquellos dos caballeros que ella podía verles por la posición de su cuerpo. Pero para su desgracia, sobre la mesa había una regla de madera al alcance de su jefe. Era uno de los útiles de trabajo de Helen, y su jefe el Sr. Miller debía de tener su mano derecha dolorida después de la azotaina que había dado a su hija Marie, por lo cual, no dudo en agarrar la regla y continuar la azotaina a Helen con la regla de madera, su jefe debió sentirse muy ofendido al descubrir a su secretaria que no vestía de forma adecuada, llevando sus bragas bien subidas y colocadas en su lugar, con lo cual, la regla de madera subía y bajaba a un ritmo endiablado cayendo cada vez sobre el trasero desnudo de Helen, la cual ya lloraba totalmente desconsolada, en apenas tres horas había recibido tres azotainas, y esta que recibía estaba siendo la más dolorosa, al recibir sobre su culo ya dolorido por las azotainas anteriores, y porque la regla impactaba con clara severidad sobre su culo desnudo, sin poder hacer nada por escapar o intentar cubrirse con sus manos.   Cuando por fin dio por acabada la azotaina, el mismo le subió las bragas con un movimiento brusco, lo que hizo que las perneras se le introdujeran entre sus nalgas, aunque al instante el Sr. Miller mismo, agarrando el elástico de sus perneras, las estiro soltándolas y que el elástico hiciera un característico sonido al ajustarse a su trasero. Luego le sujeto la falda a la pretina de su falda en la cintura, dejándola con la falda levantada y sus bragas al descubierto.
(Sr. Miller)  -. Así aprenderás sinvergüenza!!! Cuando vuelva quiero verte como te acabo de dejar la falda sujeta en tu cintura, hoy por cochina le vas a enseñar las bragas a todos los de la oficina, y cuando no tengas trabajo que hacer, te quiero ver cara a la pared castigada, ahora voy a dar aviso a la Sra. Ingrid que suba a controlarte que obedeces.
(Sr. Fiscal)  -.  Vaya! En tus oficinas no te aburres ni un momento, eh?  voy a tener que alquilarte una oficina en este edificio.
(Sr. Clark Miller)  -. Fiscal no sea usted pájaro de mal agüero!  La disciplina es algo muy serio, en mi casa no se tolera que no haya respeto hacia mi persona, el saber el lugar que se debe estar  es de suma importancia, la indisciplina no es aceptable en mi personal, y  no se les consiente una vestimenta inapropiada, es necesario vestir con corrección y se comporte correctamente… O es que ve usted normal que una secretaria trabaje con sus bragas bajadas, si le molestan sus bragas porque le duele el culo, no debería haber faltado a su trabajo y si tiene dificultades debido a la falta de seriedad en sus tareas laborales, y por esa falta de seriedad es llamada al orden, según se estipula en los estatutos laborales, dichos los cuales fue informada en su momento, y que una persona decide aceptar, luego si no los cumple y encima se rebela  resultando ser descubierta su mala acción, no es motivo para comportarse de manera indebida, mi casa requiere una gran seriedad, de cara a nuestros clientes, este comportamiento es completamente inadmisible, y Srta. Helen no he acabado con usted aun.  Cuando vuelva pasaremos cuentas de este comportamiento!!!
    Helen se quedó en pie junto a su jefe se acariciaba el trasero, con la mirada baja sin atreverse a mirarle, sabía que el Sr. Miller tenía razón de haberle dado esa azotaina, además había sido culpa de ella. Marie le había avisado varias veces en los últimos minutos… “ Estando mi padre en su despacho no deberías estar con las bragas bajadas, si sale por esa puerta nuestros rostros llenos de miedo te delataran, no porque se lo digamos, si no, porque vera por sí mismo que algo nos sucede…y cuando te vea a ti más asustada que nosotras, querrá saber por qué…”  claramente avergonzada al tener que estar con la falda sujeta en la pretina de la cintura de la misma, mostrando sus bragas blancas con lunares de vivos colores muy chillones, que hacían resaltar más esa prenda íntima, resultando una clara invitación a mirarle el trasero, pudiendo ver claramente por el borde de las perneras de sus bragas, lo colorado que tenía el culo.
    A pocos metros se encontraban las detectives Vanessa, Yuni Lee y Marie, que no habían perdido detalle alguno de lo sucedido, aunque tanto Yuni Lee y Marie estaban incomodadas, pues su tío Thomas Miller no desaprovecho la oportunidad, al tenerlas cerca para saludarlas, y mientras su hermano castigaba a su secretaria, el aprovecho para sentarse en el sofá haciendo que sus sobrinas se sentaran sobre sus rodillas, una en cada uno de sus muslos, mientras sus manos las tenía introducidas  bajo sus faldas  a las chicas acariciándolas el trasero por encima de sus braguitas, sintiendo claramente el calor de sus traseros en sus muslos a través de la pernera del pantalón, notando claramente que el que más calor emanaba era el de su sobrina Marie, pero ese calor lo sentía más directo en las palmas de sus manos, al acariciarles el culo por encima de sus braguitas.  Siempre cuando las visitaba las hacia sentarse sobre sus rodillas, y les hacía que contasen a su querido tío como les había ido, desde que eran unas niñas por lo que ellas no se sentían perturbadas por ello, pero en estos momentos las dos con su trasero dolorido, era notablemente visible su malestar por la incomodidad.
(Sr. Clark Miller)  -.  Bien señores! Nos vamos, hay negocios que solucionar… Thomas! No consientas tanto a tus sobrinas que están castigadas las dos, siempre igual con ellas, contigo logran lo que ellas quieren, las mimas y las consientes demasiado.
(Sr. Thomas)  -. Bah! Siempre con tu mal genio! Pobres niñas, ya sabéis que siempre esta vuestro tío para escucharos, ya hablare con vuestro padre para que os levante ese castigo, mis pequeñas!
     Dándole unas palmaditas en sus traseros bajo su falda, se despidió de sus sobrinas haciéndolas levantar sus doloridos traseros de sus piernas. Tanto Marie como Yuni Lee, con una forzada sonrisa se despidieron de su tío Thomas. Su tío siempre era muy amable con ellas, y en varias ocasiones había hecho que su hermano las levantase un castigo, aunque el lio que estaban metidas esta vez era difícil salir bien libradas.
     En unos instantes vieron como los hombres entraban al ascensor, y al cerrarse las puertas las chicas se quedaron a solas de nuevo respirando aliviadas.  Helen al verles desaparecer no desaprovecho la oportunidad, bajándose las bragas a las rodillas como si no acabase de ser castigada por ese motivo, aprovechando para mirarse el culo lo colorado que lo tenía.
(Vanessa)  -.  Helen!!! Es que estás loca? Como aparezca la Sra. Ingrid o vuelva a subir mi padre, no quiero ni pensar la que te va a dar de nuevo, pero… tienes un culito encantador con lo colorado que lo tienes, tan redondito y precioso…
(Helen)  -. Tu cállate!!! Y dices que eres nuestra amiga? Cochina!!! Sécate los muslos te has fijado como los llevas de mojados, y te dices ser nuestra amiga!!!  Llevas las bragas chorreando de mojadas que las llevas…guarra!!!
(Vanessa)  -. No me vas hacer que me avergüence!!!   Tu misma te has buscado que te calienten el culo, guapa!  Que te crees?  Que no nos molestan las bragas a nosotras? Pero sabemos que estando en esta planta, corremos el riesgo que nos castiguen a cualquiera de nosotras, y sabiendo eso… no nos bajamos las bragas!  Aunque todas es lo que más deseamos hacer, pero somos conscientes que eso sería ganarnos una azotaina, y… reconozco que en estos momentos, me encantaría que lo hicieran, porque verle el culo a Marie como lo lleva, y después de verte como te acaban de calentar el culo a ti… guau… estoy que…como una moto…
(Marie)  -. Vanessa! Cualquiera diría que tienes el cerebro entre tus piernas.  Bueno Helen luego nos vemos si podemos. Lamento que te hayan castigado, trate de avisarte, pero tu cara llevaba escrito en la frente,… “…Llevo las braguitas bajadas…” has sido totalmente incapaz de disimular que habías hecho algo malo, mi padre con solo mirarte sabía que ocultabas algo grave… tu cara aterrada lo decía todo…Bueno chicas! Vamos a mi despacho a trabajar un rato, si es que podemos centrarnos en ello.  Estoy muy preocupada por Frank, por nuestra culpa esta en serios problemas, y de qué forma además!!!  Es terrible lo que ha sucedido hoy para él.
    Dejando a Helen sobándose el culo, se dirigieron al ascensor las tres, una vez dentro…
(Vanessa)  -.  Tienes razón Marie.  Frank no lo debe estar pasando nada bien, en estos momentos la Sra. Ingrid ya debe haber descubierto su secreto.
(Marie)  -. Su secreto? Cual secreto?
(Vanessa)  -. Marie, sabes que llevo tiempo trabajando con él como compañeros, y que nos llevamos muy bien los dos, compartimos piso y conozco todos sus secretos, es homosexual y siempre lleva bajo su ropa… braguitas, que se las compro yo misma, por eso él tenía en su contrato no aceptar castigos, pues se descubriría su condición, aunque le gusta mucho mas dar azotes, que el recibirlos. Por eso siempre que puedo le provoco, me ha zurrado muchas veces…es raro la semana que no lleve el culo caliente a trabajar.
(Marie)  -. Eres lo que no hay pequeña!!! Pero aun así… si no, nos quiso decir a sus amigos y a  nadie su secreto, seria por algo. De haberlo conocido la empresa, habría sido despedido y lo sabes bien. Otras veces solo por sospechas han despedido a buena gente, sin haber demostrado su condición y se les ha arruinado su vida. Puede que en el futuro, eso llegue a aceptarlo la sociedad, pero hoy día es muy peligroso sé si descubre.

      …En el otro extremo de la ciudad… En el Hospital Saint Andrews…

    En el hospital entraban vehículos de lujo al parking privado, se podían apreciar limusinas que aparcaban una al lado de otra, incluso del gobierno por sus placas de matrícula, como vehículos de la embajada.  En el vestíbulo había tanto hombres bien trajeados como señoras vestidas con elegancia. Las personas fueron pasando al ala de oficinas del hospital, entrando a una sala enorme con una mesa semi circular o de media luna, de tal manera que una vez sentados en su lugares todos y cada uno podían verse entre sí, quedando un gran espacio vacío en la parte central de la mesa.  En un momento dado, desde el puesto de la presidencia con un martillo de madera, con unos toques moderados se reclamó que guardaran silencio los asistentes, tomando la palabra el presidente, resultando ser el Sr.  Clark Miller.
(Sr. Clark Miller)  -.  Buenos días a todos… Señores y Señoras accionistas, nos encontramos pocas veces reunidos, ya que para nuestros negocios solemos hacerlo en el club de campo, pero  la verdad es que en esta ocasión, no nos reunimos para un tema puramente de negocios, lamentándolo enormemente el molestarles a ustedes, ya que  este problema no debería ser necesario, el haberles molestado a todos ustedes, haciéndoles acudir a este tipo de asuntos. Pues claramente es un problema que  debería haberse resuelto en un despacho, y que este, no hubiera trascendido hasta llegar a ser necesario reunir a los principales accionistas.  Yo mismo me siento enormemente decepcionado, esta reunión no debería haberse celebrado nunca, por un asunto puramente aislado y privado. Así es como debería haberse solucionado, y nunca debería de haber llegado a estas instancias.   Señor Charlton!  Puede usted hacer entrar a quienes han causado el problema.
      El señor Charlton se levantó del extremo derecho de la mesa, caminando hacia la salida situada justo en frente de los reunidos, abriendo la puerta, saliendo de la sala por ella. Segundos después volvía entrar acompañado por tres señoritas.  Dos de ellas vestían de igual manera, una blusa blanca, falda tableada blanca a medio muslo, medias blancas y zapatos cómodos tipo Merceditas blancos también, por encima del conjunto, llevaban una bata blanca por debajo de la cintura abrochada por tres botones, con una etiqueta a la altura del pecho en el lado izquierdo, con su nombre “Isabel” “Sofía”, sobre la cabeza llevaban una cofia de enfermera con una cruz roja en el centro, con lo que ellas dos eran enfermeras. La otra señorita, iba vestida con una blusa azul celeste, falda blanca tableada por debajo de las rodillas, medias blancas y como conjunto en sus pies calzaba unos cómodos zapatos rojos de tacón de aguja de diez centímetros, por encima del conjunto una bata abierta a la altura de las rodillas, con fonendoscopio  colgado de su cuello, en su bata con el nombre de “Dra. Silvia”.

(Sr. Clark Miller)  -.  Mis queridos colegas  accionistas, aquí tenemos el problema. Tenemos a tres de nuestras trabajadoras, la Dra. Silvia Cayetano y las enfermeras Isabel Sánchez y Sofía Martínez.  En el caso de las enfermeras, yo mismo hubiera solucionado el problema con un correctivo del cual en varios días no se habrían podido andar o trabajar  con comodidad. .- Los asistentes se rieron con ese comentario, y las chicas que hacían compañía a la doctora, sus mejillas enrojecieron de la vergüenza. -. Pero… El caso de la doctora es diferente, aunque reconozco que de ser hombre se le abriría un expediente y seria despedido en el acto.  Pero todos conocemos la trayectoria de esta doctora, no sería obrar correctamente abriéndole un expediente, y aplicarle un buen correctivo aunque si sería lo correcto, y resolver ese problema de manera rápida y eficaz.  Pero es una mujer que resultando muy joven, ha demostrado ser una gran profesional, y aunque soy partidario de aplicarle una buena azotaina, pues es exactamente lo que se merece y así no manchar su excelente expediente, puesto que el caso, aunque tiene relativa gravedad, no es una falta profesional, si no, una falta de modales y ética profesional hacia los responsables de este hospital, en la cadena de responsabilidad hacia sus superiores.   En la junta de accionistas, se encuentran sus padres, su abuelo, sus posibles suegros en el futuro. El motivo es que por un error de estas dos muchachas enfermeras, a las cuales el castigo es inminente, pues ellas fueron sorprendidas fumando en el exterior, algo que está terminantemente prohibido en el personal, y van a recibir una buena azotaina por ello, pero la Doctora Silvia que como tal debió regañar a las chicas, en vez de ello, no solamente no hizo nada, si no, que al ser descubiertas las chicas por el director al pasar con su vehículo por delante de ellas, deteniendo el vehículo bajándose y llamarles la atención. La doctora increpo de malas formas al director, si ello hubiera sucedido en una zona sin personas como testigos, no estaría bien, pero al menos no habría trascendido el hecho, pero el caso es que habían clientes y pacientes de este hospital.  Como la discusión duro unos minutos, dicha doctora se quemó los dedos, al parecer ella también estaba fumando, y su cigarrillo al consumirse aunque ella lo ocultaba, acabo teniendo que soltar el cigarrillo siendo descubierta, y aun así, siguió increpando al director.   Las chicas reconocieron su error inmediatamente, disculpándose siendo educadas, como respetuosas y eso se tiene en cuenta, su castigo será comedido por esta vez.   Sr. Charlton proceda con las chicas.  Mientras las chicas reciben una azotaina, ruego a los señores accionistas que decidan qué debemos hacer en el caso de la doctora.
     El Sr. Charlton se desplazó hacia la mesa al lugar que él ocupaba sentado, cogió con ambas manos su propia silla levantándola, trasladándola al centro de la sala colocándola de cara a los accionistas, luego con parsimoniosa ceremonia se retiró la americana colgándola del respaldo de la silla, luego se arremango las mangas de su camisa hasta el ante brazo y tomo asiento en la silla esperando que una de las chicas se aproximara a él.
(Sr. Clark Miller)  -.  Srta. Isabel haga el favor de ser la primera en recibir su merecida azotaina, que será tal y como merecen las circunstancias, con las bragas bajadas!
     La citada enfermera nerviosa se acercó al costado derecho del Sr. Charlton, y una vez ante él. Ella misma introdujo sus manos bajo su falda tableada blanca subiéndosela hasta sus caderas, lo justo hasta poder agarrar el borde del elástico de sus braguitas, y sin mostrarlas procedió a bajárselas hasta las rodillas, al dejarlas por su propio peso e inercia se le bajaron a los tobillos, mostrando así sus bragas blancas de algodón. El Sr. Charlton agarro su mano izquierda atrayéndola hacia él, colocándola así boca abajo sobre sus rodillas, una vez acomodada el Sr. Charlton le levanto la falda depositándola sobre su espalda, acto y seguido comenzó a darle la azotaina. Sus blancas nalgas pronto fueron tiñéndose de color rosado y paulatinamente fue cambiando a un tono de color rojo más intenso.  La chica al sentir los azotes cerro sus ojos, sintiendo además del dolor en su culo desnudo  cada azote, causando a su cuerpo cierto impulso hacia adelante,  a cada fuerte  azote que recibía en su trasero, se desplazaba unos centímetros hacia adelante, y retornando a su posición al mantenerla bien sujeta sobre el regazo.  La chica acepto su merecida azotaina, y aunque el culo con cada azote que recibía le ardía más y más su trasero, se limitaba a lanzar un gemido del dolor a cada azote que sentía, con “ayees” ahogados que no pudo evitar, el Sr. Charlton tenía instrucciones previas que no debía ser muy severo, por lo cual entre un buen  azote y otro buen azote transcurrían unos segundos, quizás por ese motivo la enfermera pudo aguantar la azotaina de manera íntegra, aunque no pudo evitar que algunas lágrimas brotaran de sus pupilas, en unos cinco minutos había finalizado su correctivo, y permitido a ella misma el levantarse del regazo.  Una vez en pie, se inclinó agachándose, así como poder con sus dedos coger  la cinturilla de sus braguitas blancas se las subió ajustándose bien la cinturilla, dejando que su falda volviera a cubrir su trasero.   Luego le llegó el turno a Sofía, y recibió su correspondiente azotaina acabando con el culo colorado como un tomate maduro, igual que breves minutos antes había acabado el de su compañera con el mismo color, aunque quizás por tener Sofía el culo más pequeño le dolió mas la azotaina y ella si acabo llorando desconsolada, de igual manera, al finalizar se subió ella misma sus braguitas blancas. Una vez las dos fueron castigadas, se pusieron una a cada lado del Sr. Charlton en pie, con sus manos colocadas en sus caderas.
(Sr. Clark Miller)  -.  Bien. Jovencitas, pueden retirarse. Las informo que por haberse disculpado reconociendo su error, el castigo que han recibido ha sido benévolo, siendo castigadas como un primer aviso. Si hubiera  una reincidencia, no sería un castigo tan simple. El Sr. Charlton tenía instrucciones de no emplearse a fondo al castigarlas, solo a un nivel medio, ahora estarían ustedes llorando a mares y no podrían ni rozarse con las manos sus traseros, y ya no digo, en el caso de tener luz verde de emplearse a fondo. Piensen muy bien lo sucedido, pues esto no volverá a suceder de nuevo, si hubiera una reincidencia o un castigo en los próximos treinta días, no obtendrán el beneficio de la duda, entendido? Ahora retírense a sus labores…
     Las chicas abandonaron la sala acompañadas por Charlton tal y como habían entrado, caminaban rectas y con firmeza, solamente Sofía se pasó la mano izquierda unas dos veces por encima del trasero de su falda, pero más que como caricia, como si deseara asegurarse que llevaba bien colocada su falda. En breve el Sr. Charlton volvió, y recogiendo su americana, como su silla se volvió a sentar junto a los accionistas del hospital, quedando en el centro de la sala en pie, la Dra. Silvia.
(Sr. Clark Miller)  -.   Bien señores y señoras accionistas, que han decidido sobre cómo resolver el problema… quieren hacerme pasar las notas con su decisión final, gracias..- Durante unos instantes fue abriendo las notas, las que estaban a favor de castigo a la derecha, en contra a la izquierda, una vez visto todas y recontadas de nuevo…-. Bien Srta. Dra. Silvia Cayetano.  Hay veinte miembros en esta sala, quince han decidió que sea castigada y cuatro en blanco, yo no he querido participar pues todos conocen mi opinión sobradamente, pero prefiero abstenerme de decidir.  Usted es quien debe darnos la última palabra, por nuestra parte está claramente la decisión tomada.  Si desea renunciar a su puesto, lo comprendemos perfectamente.  Pero de ninguna manera podríamos ser perjudicados, puesto su gran valía como doctora en su especialidad de cardiología, por lo tanto redactaremos un documento que para evitarnos una competencia desleal, durante diez años no podrá ejercer la medicina en esta ciudad o país, por lo que deberá marcharse a otro país a trabajar.  El problema lo ha provocado usted misma, siendo la única culpable y responsable de sus actos, no podemos tolerar que encima nos perjudiquemos nosotros mismos, aunque no nos guste, debemos tomar precauciones.   Ahora está en sus manos, decide ser castigada o renunciar a su puesto?
       La Dra. Silvia miraba hacia el suelo, era incapaz de alzar su mirada hacia las personas ante ella sentadas, aunque desde hacía unos días que conocía la decisión de sus padres y abuelo. Pues ellos la habían castigado a estar en casa sin salir a ninguna parte, excepto al trabajo, y aunque renunciara al llegar a casa la esperaba una buena azotaina a manos de su abuelo, pues ya el primer día se lo había anunciado que lo iba hacer, pero que esperarían el resultado de esa enmienda del consejo de accionistas. Ella sabía que de todas formas iba a recibir una buena azotaina, y no por sus padres que también lo habrían hecho, de no ser por el respeto al abuelo. Ya que él era el más antiguo y su imagen sería la más dañada por la mala cabeza de su nieta favorita.
(Dra. Silvia)  -. Sr. Miller… Acepto.  Pues aunque me pese reconocerlo, no debí increpar al director de la forma que hice, y le pido mis disculpas. Aceptando el ser castigada por mis malas decisiones. Pero de ninguna manera permitiré que sea ese lunático quien me castigue…
(Sr. Clark Miller)   -. Sus disculpas no pueden aceptarse por esta junta de accionistas, si con ellas esperaba tener benevolencia al ser castigada, ya le adelanto que eso no sucederá de ninguna de las maneras. En primer lugar; porque el Director no se haya presente, pues él no es accionista. En segundo lugar; acaba de faltar de nuevo al respeto y en esta ocasión si es un  un accionista, y no solamente le falta al respeto, si no, que además le ha insultado ante nosotros, los accionistas de este hospital. Esa será una nueva falta y que deberá ser castigada de nuevo, cuando este usted en condiciones para recibirla, una vez recuperada de la que va a recibir en estos momentos. Y… supuestamente en quien está pensando, si es que piensa en él,  será quien  se  encargue de castigarla?
    La doctora sin atreverse a levantar la mirada dijo un nombre siendo apenas escuchada, teniéndolo que repetir de nuevo…
(Dra. Silvia)  -. Mi… Abu…buelo… Sé muy bien que le he decepcionado a él, como también a mis padres, aceptaría que fuera él…
(Sr. Clark Miller)  -. Sr. Cayetano para esta junta de accionistas, no hay quien pueda igualar su eminencia como cirujano de cardiología, y será todo un honor que se ocupe usted, no puedo hallar en esta sala con ninguna persona más capacitada y derecho de ejercer esa labor…
     Silvia al escuchar aquellas palabras se alegró que fuera su abuelo el encargado de castigarla, de otra forma se hubiera muerto de vergüenza que un desconocido pudiera manosearla y la azotara en el culo, en cambio su abuelo, ya lo había hecho muchas veces siendo niña y no tan niña…
(Sr. Cayetano)  -. Ya se Clark que eres todo un caballero, igual que lo fue su padre y su abuelo, el cual era un gran amigo mío desde la infancia. Pero a mis ochenta y nueve años, no creo tener la vitalidad de hace unos años, en los cuales no solamente me hubiera encargado de mi nieta de castigarla, si no, que ya hace días que la habría castigado, además que pasaría a recibir un castigo en mantenimiento  siendo castigada durante un periodo de tiempo por esta gran vergüenza, decepción, humillación y por haber mancillado el honor de la familia.   Que me ha causado tal dolor, que no se lo voy a perdonar.  Mi buen y estimado Charlton seria la persona más indicada para castigar a esta desvergonzada, pero hay otra persona que se encargara de ella de manera tan eficaz o incluso más, me refiero a usted mi buen amigo, quiere usted hacerme ese honor de ocuparse de mi nieta como corresponde? Así como hacerla que se disculpe ante nosotros, y que nuestro honor mancillado pueda quedar limpio y sin tacha alguna.  Y tu pequeña sinvergüenza ni se te ocurra abrir esa boquita, que te veo tus intenciones…
(Sr. Clark Miller)  -. Sr. Cayetano… Para mi será un honor el hacerle ese favor. Aparte que para ella tampoco le resultara tan vergonzoso el que sea yo quien me encargue.  Ella de niña solía venir a casa con mis hijas, incluso ya siendo unas adolescentes, las tuve que corregir en algunas ocasiones, siempre eran pequeñas travesuras por supuesto, y si castigaba a mis hijas, no era menester que por estar de visita ella no recibiera igual, algo que de ser en su casa mi buen amigo, usted también se encargaba de corregir a mis hijas si creía necesario el hacerlo, por lo tanto, estimo a su nieta tanto como si fuera una hija más para mí.  Por esa razón entre otras, no he permitido que se tomase una decisión sobre su futuro inmediato, sin celebrar esta vista y decidir su futuro, sobre todo por respeto hacia sus padres y buenos amigos, como usted mismo.
(Sr. Cayetano)  -. Dices bien mi buen amigo Clark, mi nieta y tus hijas eran todo un torbellino cuando estaban juntas, varias noches se fueron a la cama bien calentitas las tres, pero las niñas son niñas, y aunque cumplan cincuenta años seguirán siendo nuestras niñas. Cuando gustes puedes hacerte cargo, el método que utilices seguro que será el acertado, lo dejo en tus expertas manos.
     El Sr. Clark se levantó dejando su lugar, pasando caminando por detrás de los accionistas, así bordeando la mesa, hasta colocarse al lado de la Dra. Silvia.   La cual era incapaz de mirarle a los ojos al hombre encargado de aplicarle el correctivo.
(Sr. Clark Miller)  -. Señor González  me haría usted el favor de prestarme su silla y ocupe usted mi lugar para sentarse, gracias.
     El caballero situado al extremo derecho de la mesa, muy amablemente se levantó de su silla cediéndola, pero tomándose la molestia de llevársela al lugar que ocupaba el Sr. Miller, depositándola justo en el centro de la sala, en el mismo lugar que Charlton había castigado previamente a las dos enfermeras. Se estrecharon las manos entre ambos hombres, y el primero fue a colocarse en el puesto de la mesa del Sr. Miller. El cual cuando tomo asiento el propio Clark imito a su antecesor quitándose la americana, e igual forma se arremango las mangas de la camisa, para poco después tomar asiento en la silla.  La Dra. Silvia al verle sentado se adelantó hasta colocarse al costado izquierdo del Sr. Miller, e incluso hizo el ademan de echarse ella sin que se lo ordenase sobre sus rodillas, siendo sujetada del brazo derecho por el Sr Clark que la detuvo en su gesto. 
(Sr. Clark Miller)  -. Un momento pequeña desvergonzada! no vayas tan rápido. Sabes perfectamente que soy diestro y no zurdo. Pero antes de colocarte sobre mis rodillas boca abajo, antes de eso, debes traerme lo que voy a necesitar siendo indispensable para calentarte el trasero como corresponde.  Así que acércate a donde está tu abuelo sentado, frente a él, encontraras una caja rustica de madera, me traes lo que hay en su interior.
    La Dra. Silvia avergonzada completamente, pues era de suponer que deseaba con su maniobra hacer que la castigase con la mano, ella sabía perfectamente cómo se las gastaba el Sr. Clark, la última azotaina que recibió de él, fue una noche que volvieron algo bebidas a casa las tres, Marie y ella eran mayores de edad, y habían permitido que la pequeña Yuni lee siendo en aquel entonces menor de edad, las tres fueron castigadas severamente, pero ella y Marie fueron quienes se llevaron la peor parte, por consentir que la pequeña bebiera alcohol, en esos instantes al recordar ese momento y como sintió aquella azotaina con la mano, y lo dura que fue recibirla,  se sobo el culo por encima de la falda. Mientras caminaba hacia el lugar que estaba su abuelo, el cual ya había abierto la caja extrayendo un feo cepillo de madera de fresno, el cual lo reconoció inmediatamente nada más verlo, pues sabía muy bien como dolía el condenado.  Al recogerlo de las manos de su abuelo, le miro con cierto brillo en sus pupilas, claramente se la podía ver lo arrepentida que estaba, pero aunque en aquella mirada dulce de cariño y suplicante  hacia su abuelo, no logro nada y ni  enterneció a su abuelo lo más mínimo, siendo esa su intención.
    Ya de vuelta sobre sus pasos hacia quien iba a darle una buena azotaina, Silvia trataba disimuladamente de acariciarse el trasero, para no ser demasiado descarada se acariciaba la cadera con la mano izquierda, de manera que sus dedos estirados rozaran levemente su nalga izquierda.  Al estar de nuevo frente al Sr. Clark le entrego el cepillo, y avanzando lateramente con su cuerpo, se colocó  en dos pasos al costado derecho para colocarse echada boca abajo ella misma por segunda vez, volviendo a ser detenida sujetándola esta ocasión por el brazo izquierdo el Sr. Clark cuando prácticamente su mano derecha estaba a punto de apoyarse en el muslo derecho, y así echarse sobre el regazo.
(Sr. Clark Miller)  -. Que son esas prisas por echarte sobre mis rodillas!!! Primero es necesario bajarte esas bragas! .- Al escucharle que primero debía bajarse las bragas, sus mejillas se colorearon coloradas de la vergüenza, pero a pesar de ello, se recuperó y se inclinó lo justo  para con sus manos pellizcar la falda a la altura del muslo, subiéndose la falda lo necesario, para así poder meter sus manos bajo la falda y  agarrar el elástico de las perneras y poder bajarse las bragas, sin que la vieran en braguitas los asistentes. Pero esa maniobra también fue detenida en el momento que ya introducía sus manos bajo su falda. -. No corras tanto jovencita!   Todos te estamos viendo que por todos los medios posibles estas intentando algo, evitarte pasar la vergüenza que es menester que padezcas, la cual no tengo intención de librarte de ella, y para tu información, a más trabas pongas, mas vergüenza te voy hacer pasar. Así que mi pequeña sinvergüenza!!! Ya te estas levantando la falda hasta la cintura! Sin remilgos, a no ser que desees hacerlo con el culo caliente antes de tiempo!!!
     Silvia deseaba que se la tierra se la tragase, por todos los medios había tratado de evitar que sucediera justamente eso, que acababa de suceder. Ahora miraba en todas direcciones avergonzada, miraba a sus padres miembros de los accionistas, miraba a su abuelo a los ojos suplicándole perdón… Pero ninguno de ellos mostraron la más mínima intención de librarla de aquella vergüenza, pero ellos se sentían mil veces más avergonzados que su hija o nieta, el tener que pasar por aquella vergüenza que manchaba su honor, su orgullo, su reputación. No moverían ni un solo dedo por evitar a su pequeña, ninguna situación incómoda que pudiera verse implicada. Deseaban que ella se sintiera igual, que se sintieran ellos mismos, pues no podían imaginar nada más horrible  que los hechos que la Dra. Silvia había protagonizado días atrás. Siendo su apellido puesto en entredicho y en bocas de todos los medios, y el Sr. Clark Miller lo sabía muy bien, pues el mismo estaba pasando por la misma situación por culpa de sus hijas, Marie y Yuni Lee. Aunque en su caso, no era tan grave. Pues únicamente se había enterado de ello el Sr. Fiscal General de la ciudad, y este era su socio en los negocios, algo que no había trascendido.  
     En cambio en el caso de la Dra. Silvia Cayetano, había sido puesto en boca de todos los accionistas, clientes del hospital, pacientes y gente que pasaba en esos momentos, incluso llegando a ser noticia destacada en el noticiero del hospital, una especie de revista de magazine  del centro sanitario, el cual no solo se leía en el hospital Saint Andrews, si no, en todos los hospitales de la ciudad. El Sr. Clark Miller lo sabía, así como tenía que hacer lo indecible por dejar limpio el buen nombre de la familia Cayetano.
    Silvia buscaba cualquier señal que pudiera redimir aquella vergüenza, el tiempo estaba pasando, y estaban esperando todos los presentes que obedeciera subiéndose la falda tal y como se le había ordenado hacer, entonces vio en las miradas que algo cambiaba en ellas, llegando a pensar que la perdonaban, cuando en su ignorancia, lo que sucedía era que se estaban cansando de su falta de obediencia, viendo que la joven se empecinaba en sus trece, lo que ella creía ser una señal que la disculpaba, en realidad era una pérdida de sus límites de paciencia.
    Algo que para el Sr. Clark Miller no pasó desapercibido, y en un solo movimiento, con sus manos agarro a la joven de la cintura levantándola, y sin contemplaciones la tumbo sobre sus rodillas boca abajo, levantándole seguidamente la falda y le bajo sus bragas de algodón rosas con unos dibujos de aves en vuelo en relieve, sin dejar tiempo a que la joven pudiera pararse a pensar o reaccionar, los primeros azotes ya caían sobre su culo desnudo con el cepillo de madera, durante unos cinco minutos estuvo pataleando alocadamente, así como meneando sus caderas tratando de escaparse, pues la joven estaba engreída que los accionistas pedían con sus miradas el perdón de su falta, cuando realmente era todo lo contrario estaban perdiendo la paciencia, pero ella seguía luchando en clara rebeldía. Por lo que los cinco minutos de duración de la azotaina, se prolongaron otros cinco minutos más. Pero la joven aun llorando, continuaba en sus trece tratando de escapar por todos los medios posibles, y lo que habían llegado a ser diez minutos, se alargaron por espacio de otros cinco minutos más. En ese instante el Sr. Clark Miller claramente sudando se detuvo de castigar a la joven, haciéndola colocarse de pie a su costado, pero lejos de eso, la joven lo que hizo fue retirarse de él,  enfadada claramente  y furiosa… cuando trato de que se volviera a colocar a su costado, ella sin cortarse lo más mínimo le dio un manotazo que casi le acierta en pleno rostro…
(Dra. Silvia)  -. Cerdo!!!  Es que no ha visto a todos?   Estaban cambiando de opinión y perdonándome el castigo, eres un bestia desquiciado!!! Te voy a denunciar a la policía por esto…
    Silvia estaba completamente endiablada de ferocidad, incluso volvía a acercarse con la intención de lanzar nuevos manotazos a su castigador que la acababa de mondar el culo, pero estaba tan furiosa que ni prestaba atención al dolor en su trasero…  cuando menos se lo podía esperar recibió dos fuertes bofetadas en la cara, miro con odio al Sr. Clark Miller, pero se dio cuenta que el no había sido quien le diera las dos bofetadas, giro la cabeza y entonces sintió dos nuevas bofetadas aún más fuertes, viendo intimidada que había sido su madre quien se las había dado.  Mirando a su madre, se sintió zarandeada y girando la cabeza vio que era su padre, y al igual que su madre, le soltó otras dos bofetadas en el rostro que la hicieron caer al suelo, quedando sentada de culo…
(Sr. John Cayetano)  -. Que estábamos cambiando de parecer dices? Que te íbamos a perdonar?  Tu pequeña sinvergüenza crees que hay alguna manera posible, que la enorme vergüenza, humillación, y degradación que nos has hecho a tu familia se te puede perdonar, porque tú te lo creas, desvergonzada!!!   Clark haznos el favor de acabar esta horrible pesadilla, haznos el favor que podamos salir de este hospital al menos pudiendo mirar al frente, y no como hemos entrado con la cabeza baja por la vergüenza que sentimos, de tener a una hija tan engreída y soberbia que nos ha avergonzado a toda la familia. Te lo hemos pedido a ti, porque nosotros no hubiéramos podido con ella…Veo que hicimos mal al esperar a esta vista para castigarla como se merece, pues la muy descarada y sinvergüenza, se nos ha crecido creyendo que nadie es inocente, excepto ella. Y eso hay que hacérselo ver claro, que la causante de nuestra amargura como  vergüenza es ella, y únicamente ella la responsable.  
     Se levantó del suelo como si tal cosa, como lo que acababa de escuchar no fuera con ella, seguía en sus trece con su mirada amenazante, cuando alguien se la acerco por su espalda, y haciéndola que se girase, ella ya llevaba su mano derecha abierta preparada para soltar un nuevo manotazo, estaba visto que no respetaba ni el regaño que la acababa de soltar su padre, pero quien la hizo girar era el abuelo, y este le soltó dos nuevas bofetadas y otras dos con el revés de su mano. Al parecer ahora si quedo anonadada, como si en esos momentos hubiera recuperado la cordura, sintiendo la clara necesidad de llevarse sus manos al trasero, pues al parecer ahora si sentía el intenso dolor en su culo tras la azotaina recibida con el cepillo. Su abuelo no le dijo nada, simplemente se retiró a sentarse en su puesto, y con él le acompañaba su hijo e esposa, claramente indignados.  Silvia avergonzada tras ver el rostro de decepción de su abuelo, se quedó inmóvil ante el Sr. Clark.
(Sr. Clark Miller)  -. Silvia! Había oído que te habías vuelto muy engreída, con un carácter endiablado, y una rebeldía que no se podía  imaginar en una jovencita. Conozco a tu familia desde hace años, y nunca había visto en sus rostros tanta desesperación, como frustración, vergüenza, incluso yo me siento abochornado ante tu comportamiento, no pudiendo acreditar lo que mis ojos han visto en que te has convertido.  Te he dado una azotaina con el cepillo, que cualquier mujer no podría ni moverse del dolor que tendría en el culo. Bueno.  Está claro que debes de ser castigada como mereces! Estas dispuesta a ser castigada y aceptarlo? .- Clark la miraba a los ojos, esperando su respuesta. -. Y … bien que respondes?
(Dra. Silvia)   -. Si, si señor! Pero me duele muchísimo mi trasero, señor… no creo que sea necesario que me siga castigando…
(Sr. Clark Miller)  -. De verdad estas diciéndome eso que escucho?  He conocido chicas descaradas, pero tú te llevas todos los premios a la insolencia!  Si aquí los presentes, se levantan de sus sillas y se marchan, entonces creeré que de verdad no necesitas ser castigada, si no se va nadie, prepárate porque no hemos empezado aun… ves que alguien se levante y se marche?  Yo no veo que nadie se mueva, así que súbete las bragas y levántate la falda, tal y como lo habíamos dejado en su momento.  Primero te vamos a quitar esa insolencia que abruma a los presentes, y se sienten indignados de que una guapa muchacha de buena familia, pueda llegar a tanta ignorancia y prepotencia sobre lo que es la vida.
    Silvia a pesar de lo sucedido no acababa de saber lo que le convenía, o quizás lo supiera pero su altivez y su orgullo la mantenía en sus trece. Miro hacia todas partes, pero no hizo ademan alguno por agacharse a agarrar la cinturilla de sus bragas y subírselas, no movía ni un solo dedo que indicara movimiento alguno.
(Sr. Clark Miller)  -. Muchacha! Esto no me lo esperaba, había oído que habías cambiado mucho estos años en la universidad en el extranjero, pero siempre la sospecha era que cambiabas para mejor, pero sigues siendo la niña descarada de cuando eras más joven… aunque ahora eres mucho más soberbia y engreída!!!
    Ya el Sr. Clark no hizo comentario alguno, simplemente se levantó poniéndose frente a Silvia, y pausadamente se desabrocho la hebilla del cinturón, y empuñando con la mano derecha la gruesa hebilla con el grabado de la cabeza de un caballo Mustang, tiro de ella lentamente hasta extraer de las presillas del pantalón él grueso cinturón de cuero de unos ocho centímetros, y un grosor del cuero de casi cinco milímetros, un calibre muy considerable, el cual presagiaba ser muy pesado. Lentamente acabo de extraerlo, y una vez se lo había quitado, puso su mano izquierda bajo la hebilla, tirando lentamente de su mano derecha, fue haciendo pasar por su mano izquierda deslizándose el cinturón, una vez el extremo  estaba en su mano izquierda, unió ambos extremos sujetándolo solamente con su mano derecha, y así, lo enrollo pasándose por su mano dando una vuelta volviéndolo a sujetar firme con su derecha. Soltando el extremo doblado de su mano izquierda, el cinturón quedo colgando de la mano derecha, el cual demostró lo pesado que debía de ser, pues cuando se suelta un cinturón, por lógica de la gravedad es que se moviera varias veces oscilando hasta quedarse parado, pero tal y como lo soltó, quedo inerte en el aire suspendido sin apenas agitarse.
     Cualquier chica solo de ver el cinturón, se pondría a llorar y su cuerpo temblaría como gelatina del terror que produciría verlo.  Pero la Dra. Silvia se mantenía firme en sus muestras de ser altiva y orgullosa, no tenía ninguna intención de doblegarse, aunque solamente ella podía conocer que se le pasaba por la cabeza en esos momentos, ese cinturón haría estremecer a toda mujer sabiendo lo que la esperaba.  En cambio Silvia no dio ninguna muestra de flojera en sus piernas o temblor de su esbelto cuerpo.
    Cuando el Sr. Clark Miller la agarro de su muñeca izquierda, alzándole el brazo por encima de la cabeza manteniéndoselo estirado, ese efecto la hizo que sus caderas la forzara a girarse, dejando su trasero expuesto para castigarla con el cinturón.   Siendo así como restallo el grueso cinturón en su trasero cubierto por su falda, debido a su estatura de un metro sesenta y cinco, a lo cual se sumaban los diez centímetros de tacón de aguja, pasando a obtener una estatura de un metro setenta y cinco, pero ante la fisonomía, como la corpulencia del Sr. Clark con su metro noventa de estatura se imponía. El cual estiraba su brazo en alto todo lo que su brazo podía dar de sí mismo, y con vertiginosa rapidez, lo hacía bajar hasta que el cinturón impactaba una y otra vez en el trasero de la Dra. Silvia. Su sonido opaco al restallar en el culo protegido por la falda, debía causar serios efectos en el trasero, pero la Dra. Silvia se mantenía firme en no mostrar gesto alguno del dolor en su trasero.  Cualquier chica saltaría e iría haciendo girar su cuerpo alrededor de quien la azotaba en el culo, tratando así de escapar.
     Ella en cambio se mantenía quieta mientras el cinturón sonaba una y otra vez al impactar en su trasero, hasta treinta buenos azotes cayeron sobre su trasero, antes de que el Sr. Clark se detuviera con el cinturón aun colgando de su mano.  Le soltó el brazo y la hizo girarse hacia el mirándola a los ojos. Tal y como era de esperar, el cinturón había hecho mella en la muchacha, aunque seguía con aquella mirada altiva, sus ojos estaban inundados en lágrimas que descendían por su rostro.
(Sr. Clark Miller)  -. Bien muchacha! Te vas a subir las bragas?   O continúo azotándote el culo con el cinturón… Aun no estoy cansado para tu información…
    Silvia seguía con aquella mirada desafiante, pero el trasero debía de arderle considerablemente, y seguro que le dolía bastante. Pero al sentir la mano izquierda del Sr. Clark que la volvía a sujetar de la muñeca para levantarle el brazo haciéndola girarse de nuevo, para seguir calentándole el culo, la muchacha se agacho y se subió las bragas que las tenía en sus tobillos, ajustándose sus braguitas rosas a su esbelta cintura, dejando caer su falda al colocarse bien las braguitas.
(Sr. Clark Miller)  -. Ves! No cuesta tanto, ahora si te levantas la falda y la mantienes sujeta a la cintura, volveré a ponerme el cinturón… Si no… lo vas a sentir de nuevo en el culo… Y bien…  Se acabaron las tonterías…?
    Claramente el Sr. Clark se le había agotado la paciencia, y se acercó a la joven con la intención clara de quitarle la falda y así se acababan las tonterías, pero Silvia en el último momento reacciono subiéndose la falda sujetándola con sus manos por encima de su cintura. Así quedaba la muchacha expuesta ante todos mostrando sus bragas rosas de algodón con unos dibujos de aves volando en relieve, llevaba puestas unas bragas de talle bajo, por lo que le cubría lo indispensable. Sus mejillas en su rostro le ardían de lo coloradas que las tenía, podía ser por la vergüenza que sentía, pero aquella rojez era más por las fuertes bofetadas recibidas.
(Sr. Clark Miller)  -. Bien así me gustas mucho más!!! Que seas una chica obediente!  Igual que tus familiares se han sentido durante estos días humillados por ti, pues al defender algo que no tenía fundamento alguno, te pusiste hecha un basilisco!   Que hubiera sucedido si hubieras apagado tu cigarrillo y te hubieras disculpado al director en su momento? De haberlo hecho, seguramente no habría existido ninguna noticia del hecho, como mucho se te habría llamado la atención por el director, y la cosa ahí habría quedado. Muchos de los que estamos en esta sala somos fumadores, no somos médicos, pero sabemos que los letreros   expuestos en zonas que indican “No Fumar” se deben respetar, y más si es en un hospital.  Por lo tanto ponerte como una furia e increpar al director en público, no era lo más indicado, y no contenta montaste todo un escándalo que es conocido por toda la ciudad. Luego se trata en esta sala de encontrar una solución, sobre todo para salvaguardar el buen nombre de tus padres y de tu abuelo, personas influyentes en la ciudad y muy conocidos en el mundo de la medicina internacional, un nombre que manchaste de forma horrible, lo habitual habría sido aceptar tu castigo, y nos habríamos marchado todos a casa, en vez de continuar estando en esta sala, tratando de iniciar tu castigo disciplinario.   Has causado mucha decepción en tu abuelo y tus padres, causándoles el sufrir una vergüenza que no se merecen de ninguna de las maneras, por esa razón aún estamos en la fase de inicio de tu castigo, pues debes pasar la misma vergüenza que les has hecho pasar a ellos y cada vez que intentes rehusar a pasar esa vergüenza recibirás un castigo extra, que nada tiene que ver con el que te espera de verdad!   Bien pequeña ahora date la vuelta, y que todos puedan verte el culo estando solo con las bragas puestas! .- Silvia continuaba en sus trece de no obedecer, no hizo intención alguna de darse la vuelta. Por lo que el Sr. Clark tuvo que asirla de las caderas y hacerla voltearse por la fuerza. -. No aprendes verdad?
     Al darle la vuelta y que mostrara el culo a los presentes a pesar de llevar las bragas puestas, todos pudieron ver lo colorado que tenía el culo al asomar media nalga bajo las perneras del elástico de sus braguitas rosas, ya que apenas le cubrían sus nalgas dada la escasez de sus braguitas, por tener sus nalgas muy inflamadas. Pudiendo así verle las marcas que había dejado el cinturón en la base de su trasero, como en sus muslos.
(Sr. Clark Miller)  -. Ya te he avisado, que cada vez que te vuelvas a rebelar serás castigada por rebelarte…
     Sorprendió a la joven izándola en vilo, y sentándose en la silla la acomodo sobre sus rodillas a la muchacha, sin más miramientos por ella, comenzó a darle una azotaina con el cinturón teniéndola echada en su regazo dándole fuertes azotes sobre su trasero revestido de rosa por sus bragas. Había que ver con la fuerza que caía el cinturón una y otra vez sobre el ya inflamado trasero, antes la falda de alguna forma retenía brevemente el cinturón, pero ahora la falda la tenía levantada y nada mitigaba la quemazón que debía producir el pesado cinturón… el cual caía implacable sobre su indefenso trasero, pues en esta ocasión no forcejeo nada, ni trato de escapar a los azotes meneando sus caderas.  Al ser liberada y puesta de nuevo en pie de espaldas a todos mostrando su trasero, este claramente visible se le apreciaba en un tono oscurecido, pasando de colorado a un tono rojo escarlata.
(Sr. Clark Miller)  -. Ahora ha llegado el momento de hacerte una revisión de tus bragas, así que vuélvete hacia mí y mírame!!!  Ni se te ocurra probar de rebelarte de nuevo o te vuelvo a calentar el culo!!!
    En esta ocasión no se rebeló, seguramente los últimos azotes en su trasero, deberían de haber hecho que sintiera sus efectos más intensamente, debía de estar demasiado dolorida como para volver a recibir de nuevo.  Al volverse hacia el Sr. Clark, Silvia tenía sus ojos anegados de lágrimas y sollozaba. La falda al darse la vuelta se le había bajado cubriendo su entrepierna, pero el Sr. Clark se encargó de subírsela el mismo de nuevo, y tras sujetársela a la cintura, bajo sus manos  a las caderas, introduciendo sus dedos índice y anular bajo el elástico de la cinturilla de sus braguitas, bajándoselas hasta la altura de medio muslo, y palmeándole en el interior de sus muslos, se los hizo separar, de tal forma que el fondillo de sus braguitas quedo tenso y expuesto.
(Sr. Clark Miller)  -. Para tu vergüenza Silvia.  Ahora voy a proceder a revisar tus bragas, veremos ese fondillo si está bien limpio como solo una señorita debe llevar sus bragas. Aunque puedo apreciar que están muy húmedas, vamos que diría que las llevas empapadas de tus fluidos, y no me refiero a que se te haya escapado el “pipi”… Serás desvergonzada? Había escuchado que hay chicas que les gusta ser castigadas, incluso el poder observar como otras reciben una azotaina, hace que se exciten y humedezcan sus bragas llevando el fondillo como tú lo llevas… Cochina!!! .- Hablaba con toda la ironía, y una sonrisa socarrona. El sabía perfectamente lo que sucedía, pero trataba de hacer avergonzar a la Dra. Silvia, hacer creer a los presentes que a la chica la excitaba el hecho de ser castigada, cuando para él esa reacción no le resultaba nada desconocida, es más, disfrutaba observando así como mirar a la joven doctora  trataba de ocultar su rostro llena de la vergüenza, lo inexplicable para ella, era que su cuerpo reaccionase al pasar por esa experiencia, no comprendía como su cerebro le gritaba salir corriendo de allí, pero en cambio su cuerpo no la obedecía y su sexo no dejase de emanar fluidos, manteniendo su cuerpo tembloroso, deseando volver a ser colocada sobre las rodillas siendo castigada, pero para su fatalidad, era orgullosa y soberbia no tenía intención alguna de ponérselo fácil al presidente de accionistas del hospital. -. y resulta más raro aun, que toda una señorita le guste llevar el sexo depilado como si fuese una niña, lo que hay que ver en este mundo…  Bueno señores y señoras, deberían ustedes poder comprobar por si mismos mis palabras.
     La Dra. Silvia vio con sorpresa como el Sr. Clark se levantaba poniéndose en pie ante ella, su cuerpo se estremeció al pensar que fuera a sentir de nuevo aquel grueso cinturón en su culo, pues aun lo llevaba en su mano derecha. Su reacción por primera vez fue ponerse a la defensiva, cubriéndose el coloradísimo trasero con sus manos.  Ella era una mujer inteligente, acababa de ser regañada por tener sus bragas mojadas, y lo peor de todo es que el muy cerdo del Sr. Clark no se lo había ocultado a los presentes, todo lo contrario la había avergonzado teniendo que esconder su rostro, siendo incapaz de dirigir su mirada a ninguno de los presentes, después de tales palabras ofensivas, como el regaño que había sufrido ante los accionistas, temió que la volviera azotar con el cinturón de nuevo.  Pero el orgullo y su soberbia aún no había sido doblegada, y al verle poner en pie, Silvia temió sentir de nuevo el cinturón en sus doloridas nalgas, cualquier chica estaría temblando desde la cabeza a los pies, pero Silvia no era cualquier chica. Al verle ante ella sujetando el cinturón en su mano derecha, levanto su mirada altiva, mirándole  a los ojos, de sus pupilas fijas en aquel monstruo lanzaba una mirada despectiva como si de ellos fueran a salir de un momento a otro, rayos lanzándole llamaradas de fuego.
      La escena era como la de dos luchadores de boxeo, en la que ambos se fulminan con sus miradas retándose el uno al otro antes de comenzar el combate.  Aquella mirada retadora por un momento, hizo al Sr. Clark Miller sujetar con más fuerza su cinturón empuñado en su mano derecha, así como avanzar un paso hacia ella con clara indignación al no haber doblegado todavía aquella fierecilla. Lo peor para aquel ser despiadado, es que la chica le seguía mirando con aquella mirada de odio, para demostrar que no había podido con ella, a pesar de que el culo lo tenía en llamas ardiéndole y dolorido, poco a poco se fue girando hacia la derecha, exponiendo el culo desnudo al mantener sus braguitas bajadas a la altura de medio muslo, hasta que quedo su trasero expuesto y listo para que la zurrase de nuevo con el cinturón.
     En el silencio de la sala se podría haber escuchado el rechinar de los dientes, el Fiscal sentado al lado Thomas Miller, se miraban entre ellos sorprendidos de la osadía demostrada por la joven doctora.  Sonriendo entre ellos, pues daban por supuesto que el cinturón iba a calentar de nuevo aquel trasero completamente colorado que presenciaban.  Pero ante su sorpresa, el Sr. Clark Miller lo que hizo fue soltarse el cinturón enrollado en su mano derecha, dejando caer sonando con un tintineo al caer la hebilla del cinturón al suelo. Por el extremo que aun sujetaba, fue lentamente pasándolo por las presillas de su pantalón, hasta que se volvió a sujetar y cerrar la hebilla  ajustada a su cintura.  Con una calma inusitada que solamente un hombre seguro de sí mismo era capaz de mantener, demostrando tener una gran serenidad al ocultar la furia que realmente sentía en su interior, avanzo los apenas dos pasos que le separaban de la joven, sujetándola de los hombros sintiendo en sus manos como a pesar de la entereza de la joven doctora, esta, se estremeció al sentir el peso de sus gruesas y fuertes manos, haciéndola lentamente que se girarse ante él hasta cruzar nuevamente sus miradas.
(Sr. Clark Miller)  -.  Bien pequeña! Muy bien!  Así que te crees muy fuerte dominando tu miedo. Sabes?  Lo mejor que una chica  inteligente debe hacer, es saber cuándo ha perdido y cuando ha ganado una batalla.   Tu esta batalla hace rato que la has perdido, de ser inteligente habrías aceptado tu derrota, habrías sido castigada, tendrías el culo en llamas y dolorido como lo tienes, pero todo habría acabado ya!!!  Y que es lo que haces?  En vez de darte por vencida, haces que piense que lo que has recibido hasta este momento, y que no es poco, porque tienes el culo muy dolorido, solo hay que verte como lo tienes, inflamado, más colorado que un tomate maduro, y con marcas más oscuras moradas, dentro de poco lo tendrás mucho más dolorido y más morado.   Una chica inteligente se habría dado por derrotada y aceptado las consecuencias, tú no lo has hecho, pero lo vas hacer…
    El Sr. Clark Miller continuo unos segundos manteniendo aquel cruce de miradas, una cosa estaba clara, no se lo iba a consentir por más tiempo.    Agarrándola por sorpresa sintió como su lóbulo de la oreja izquierda quería separarse de esta!  Teniendo que inclinar su cuerpo hacia adelante y bajando la cabeza a nivel con su cintura, así sintió que la obligaban a avanzar adelante.  Era tal el dolor en el lóbulo de su oreja, que no se percató de nada, hasta que cuando se pudo dar cuenta de lo sucedido, se encontraba echada boca abajo sobre las rodillas del Sr. Clark Miller. Cuando sintió su lóbulo liberado de la presión, el dolor no había menguado, seguía sintiendo dolor, pero ahora no era en el lóbulo de su oreja izquierda, si no, su culo inflamado había comenzado a abrasarla de nuevo, sintiendo un fuego intenso en él.  Había sido tan rápido, que no vio que había pasado hasta verse echada boca abajo sobre las rodillas, sintiendo como el culo le abrasaba cada vez más, estaba recibiendo una azotaina como a una chiquilla, con sus braguitas bajadas. El culo ya dolorido, así como la azotaina que estaba recibiendo la había pillado de sorpresa, tanto que esta ocasión no tuvo un segundo para darse cuenta de nada, y cuando se percató de lo que estaba sucediendo, no pudo concentrarse en nada. Quedando sin aliento ante el abrasador ardor en sus nalgas desnudas, que la hacía gritar y llorar desconsolada, al no ver venir lo que iba a suceder, su entereza se desvaneció, pues solo sentía dolor en su desnudo trasero, y como los azotes rápidos uno tras otro calentándola en toda la superficie de sus enrojecidas nalgas, desde el inicio de sus muslos, hasta la parte baja de sus caderas. Acabando derrotada y pataleando con sus piernas como poseída por el diablo, y su manos tratando en el aire aferrarse a lo que se le pusiera a su alcance, durante unos interminables quince minutos estuvo llorando desesperada mientras la azotaina que estaba recibiendo continuaba sin menguar el ritmo de los azotes, que cayeron implacables sobre el desnudo culo de la Dra. Silvia.  Cuando por fin se sintió liberada, su cuerpo se deslizo del regazo del Sr. Clark quedando de rodillas y llorando con su rostro bañado en lágrimas  echado  sobre el muslo de quien le acababa de dar la azotaina de su vida.  El cepillo de madera no la desarmo, el cinturón grueso de cuero no pudo con ella, pero una azotaina con la mano la derroto.
     Durante unos minutos el Sr. Clark Miller el dejo que llorase, luego la hizo levantarse ayudándola a ponerse en pie.  Ya no se mostraba tan poderosa, toda su entereza la había perdido, sus manos las mantenía posadas bajo sus nalgas, en el inicio de sus muslos. Sentía que el culo le ardía de tal manera y le escocia tanto que no se atrevía a sobárselo. Apenas se sostenía por si misma en pie, era tal el intenso fuego en su culo que solo deseaba poder echarse a llorar.   Pero para el Sr. Clark Miller aun no había acabado, aun tenía que reducir en ella cualquier atisbo de su orgullo y su soberbia pudiera guardar en su interior, debía dejarla totalmente reducida a nada, así se lo había propuesto hacer, y era justamente lo que haría.
     Vencida con las rodillas semi flexionadas, su cuerpo ligeramente encorvado hacia adelante, era totalmente incapaz de mantenerse derecha, sentía tanto dolor en su trasero, que ni mantenerse erguida podía estar. Pero a pesar de todo, el Sr. Clark Miller el obligo a colocar sus manos sobre la cabeza, y sus bragas que con el pataleo durante la azotaina se le habían bajado a los tobillos, el mismo se las subió hasta dejárselas por encima de sus rodillas. Luego sujetándola de la cintura la ayudo a caminar pasando por delante de todos y cada uno de los miembros accionistas, sus diecinueve accionistas uno por uno pudo ver como llevaba de mojadas sus bragas rosas así como el fondillo de las mismas, y como por sus muslos descendían por su interior las gotas de sus fluidos, que ahora eran más visibles, así como su sexo depilado se le apreciaba en sus labios exteriores un brillo por su humedad que no pasó desapercibido.  Deteniéndose en el lugar de la mesa ocupado por sus padres y principalmente donde estaba sentado su abuelo, en un momento el Sr. Clark Miller le levanto la barbilla a Silvia para que el abuelo la pudiera mirar a los ojos, mientras ella lloraba avergonzada, al ver el rostro del abuelo en un momento que se cruzaron sus miradas, el abuelo la pudo ver completamente derrotada y muy avergonzada de ella misma. Era en mucho tiempo que veía a su nieta derrotada de aquella manera.
(Sr. Clark Miller)  -.  Sr. Cayetano tal y como me comprometí con usted, aquí tiene a su nieta, espero que su honor dañado por esta irresponsable haya quedado reparado.
(Sr. Cayetano)   -. Gracias Clark!  No podía esperar menos de ti, y mi nieta va aprender que no se puede ofender el honor de la familia sin tener su justo castigo.    Pero ahora solo nos resta que esta desvergonzada de mi nieta, no le queden ganas de volver a recuperar su ego.  Han llegado a mis oídos noticias de una casa privada, en la cual la disciplina es aplicada de manera férrea.  Que a ella has llevado a tus hijas y algunas de tus empleadas, me gustaría llevar a mi nieta a esa casa, sabes a quien debo dirigirme para que la admitan? El dinero no es problema, dime cuanto me va a costar.
(Sr. Clark Miller)   -.  No se preocupe Sr. Cayetano. Yo personalmente me ocupo de todo, y no se preocupe por el coste, corre todo por mi cuenta lo hare encantado y me ocupare de los gastos, le devolverán a su nieta hecha toda una damisela. Ahora mismo se viste y me la llevare conmigo, en mi empresa le proporcionare el uniforme que a partir de hoy deberá llevar, por lo tanto no necesitara equipaje….    Ya has oído desvergonzada!!! Súbete las bragas y arréglate la falda, nos vamos!!!
     Aquellas palabras le resultaron baldías, vacías, sin voz.  Por lo que había escuchado iba a volver a una especie de internado, una casa donde la disciplina se aplicaba con firmeza, a jovencitas descarriadas o ello es lo que se llegó a imaginar.  Lo que no imagino es que mientras por su mente rondaban esas ideas, estaban esperando por ella a que se arreglase las braguitas y bajase la falda.  Cuando quiso darse cuenta ya era tarde, el Sr. Clark se tomó aquella preocupación en su mente, como un nuevo desplante de su rebeldía.  Volvió a la realidad del tiempo al verse inclinada hacia adelante bajo el brazo izquierdo, sintió que sus pies se izaban del suelo, lo siguiente que pudo sentir era como su ardiente y dolorido trasero le volvía a doler de nuevo intensamente, estaba recibiendo unos nuevos azotes mientras de fondo escuchaba como era regañada…
(Sr. Clark Miller)  -.  Está visto que esta desvergonzada no está dispuesta aprender a obedecer, pero va a comprender inmediatamente que rebelarse no es algo que le favorezca en absoluto.
    Mientras sentía como el culo le abrasaba recibiendo nuevos azotes, en ellos había algo distinto le ardían de forma diferente, cuando vio una sombra ante ella. Era el Sr. Clark quien estaba en frente de ella regañándola, entonces quien la mantenía bajo su brazo y calentándole el culo de nuevo…?
    Poco después sintió como sus braguitas le eran subidas, y el brazo que la sostenía la soltó. Al permanecer bajo aquel brazo desconocido, y sentirse liberada estuvo a punto de caer al suelo, pero sus pies volvieron apoyarse en el suelo y trastabillando tuvo que apoyar su mano derecha en la mesa, recuperando así el equilibrio.  Entonces fue cuando la vio, quien le había dado aquella azotaina había sido su madre, se estaba calzando el zapato en su pie derecho.  Silvia en ese instante recordó aquellos zapatos de suela flexible que solía utilizar su madre, tenía desde joven los pies sensibles, y por ello utilizaba zapatos de suela delgada y flexible, en sus recuerdos le vinieron imágenes de las veces que su madre le había dado azotainas de niña, con aquellos zapatos, acababa de recordar lo mucho que dolían aquellos condenados zapatos, al ser muy flexibles sin apenas tacón.
   Miraba a su madre como abandonaba la sala, mientras se sobaba el culo con las dos manos por encima de la falda. Entonces fue cuando sintió la presión de una mano que la cogía de la muñeca izquierda y tiraba de ella sin contemplaciones haciéndola andar hacia la misma puerta de salida. Era el Sr. Clark quien la llevaba de la mano por los pasillos, casi iba tirando de ella, pues le costaba llevar el paso firme y rápido hacia la salida del Hospital, mientras Silvia andaba con claras dificultades por el dolor en el culo, con su mano derecha se lo iba sobando. Durante el trayecto hacia la salida todas las personas que habían en los pasillos la vieron pasar llorando, y como se sobaba el trasero.  Para su vergüenza la llevaba el Sr. Clark por el pasillo de acceso principal, teniendo que pasar por el vestíbulo, Silvia deseo que se la tragase la tierra de la vergüenza que tuvo que pasar al salir.  Por si aquello no bastara, luego una vez en el exterior tuvieron que esperar a que la limusina del Sr. Clark llegase a recogerlos, mientras la gente se detenía a mirarla al no comprender porque lloraba aquella joven, excepto quienes la conocían que era la Dra. Cayetano, estos se paraban ante ella viéndola como se sobaba el culo, era muy deducible saber porque lloraba y se sobaba el culo con vigorosidad. Silvia avergonzada tuvo que aguantar aquellas sonrisas de sus conocidos, así como los susurros jocosos al pasar a su lado.
    Al aparecer la limusina se subió a ella en compañía del Sr. Clark Miller, ella se acomodó sentándose de costado en el asiento tras el habitáculo del conductor y viendo que el Sr. Clark ocupo el otro asiento trasero, se hecho de costado, quedándose traspuesta durante el trayecto.
    Minutos después habían llegado a su destino, el Sr. Clark bajo del vehículo y ofreciéndole la mano, se prestó ayudarla a bajar. Una vez salido del vehículo, Silvia sintió como unas terribles punzadas en sus nalgas la obligaron a encorvarse hacia adelante y llevarse sus manos al trasero sobándoselo con fricción.  El Sr. Clark la sujeto de la mano derecha haciéndola dejar de sobarse el culo, y tirando de ella la llevo hacia el ascensor.  Al entrar al ascensor y este ascendía.
(Sr. Clark Miller)  -. Jovencita! Más te vale que cambies esa expresión de tu rostro. No te conviene para nada volver a ser arrogante… o antes de que salgas de este edificio te voy a enseñar lo que ocurre a las desobedientes. Y no creo que te guste que te caliente el culo de nuevo, verdad?  Cambia esa expresión de tu cara…
     Las puertas del ascensor se abrieron, el Sr. Clark caminaba a buen paso hacia la sala de supervisores, mientras la Dra. Silvia caminaba algo rezagada intentando mostrar entereza, y que nadie se percatara de su estado.  Pero prácticamente todas las administrativas o detectives, habían sentido en sus carnes el castigo, y sabían cómo se sentía al caminar estando dolorida.  Pero Silvia desconocía ese hecho, no sabía que en ese edificio los castigos era un método de disciplina muy común y asiduo, resultaba extraño el día que una o varias chicas o chicos fueran castigadas/os.  Poco después entraban en una sala de espera con varias sillas, en las cuales aguardaba una chica de unos veinte años sentada, con su rostro claramente triste y preocupada.
(Sr. Clark Miller)  -.  Silvia!  Pasa y siéntate mientras hablo con la Sra. Ingrid.  Buenos días Pilar!  Que has hecho esta vez? No respondas y entra conmigo al despacho!  .- Abrió la puerta de la izquierda que era el despacho de la Sra. Ingrid, entrando en él y aguardando que la chica llamada Pilar entrase tras él. La puerta quedo cerrada. -. Y… bien pequeña sinvergüenza, que ha ocurrido para que tu delegado te haya enviado.  Entrégame esa nota!  Vaya! Es la tercera vez que llegas tarde esta semana, Pilar porque siempre te sucede lo mismo?  Como se puede llegar tarde tres días seguidos, viviendo en el edificio de enfrente? -. El Sr. Clark ando unos pasos hasta la silla que estaba en la pared de enfrente a la mesa, sentándose en ella. haciéndole una seña con la mano derecha, le indico a Pilar colocarse a su costado derecho. .- Bien muchacha bájate las bragas! y súbete la falda sujetándola…
      Pilar asustada se bajó las braguitas a la altura de las rodillas y se subió la falda mostrando la intimidad de su sexo, la muchacha se encontraba muy avergonzada al dejar su sexo expuesto de aquella manera, no era habitual que al ser castigada debiera mostrarse, pero no se encontraba ante el Sr. Adams o ante su esposa, era una persona temida y más respetada de la empresa y tenía sus propios métodos cuando se ocupaba de algunas empleadas, y Pilar era una de ellas.
(Sr. Clark Miller)   -. Ya veo como estas sinvergüenza! Cuantos días llevabas sin recibir una azotaina?  Estas tan mojada que tu sexo emana como una fuente! Una simple azotaina no bastara para corregirte esta vez. .- Colocándola sobre sus rodillas boca abajo, una vez acomodada. Su mano derecha busco tanteando tras el respaldo de la silla, encontrando lo que buscaba. Como por arte de magia apareció un cepillo de madera en su mano, con el cual comenzó a azotarle el culo a la joven, en unos minutos bastaron para que Pilar rompiera a llorar a la desesperada, el cepillo no tardo más de unos diez minutos, para ponerle su pequeño trasero de color morado. .- Ya puedes salir y volver a tu puesto desvergonzada…
     Desde afuera en la sala de espera, Silvia había escuchado como la chica berreaba llorando mientras recibía la azotaina. Al abrirse la puerta Silvia vio salir a Pilar subiéndose las bragas, al pasar ante ella aún no se las había subido por detrás, así que pudo verle lo morado que llevaba el culo y como las bragas lo cubrían al subírselas, así como salir de la sala sobándose el culo con las dos manos y llorando del dolor.   En ese instante Silvia se dio cuenta que clase de personas iban a controlar su vida desde ese momento, y no resultaba nada halagüeño para ella… Mientras había estado sola en la sala, había permanecido sentada de costado para no apoyar el culo directamente sobre la silla, pero ver a aquella chica llamada Pilar y como le había puesto el culo, hizo que se sentase correctamente a pesar del dolor.   Durante unas dos horas tuvo que permanecer sentada en aquellas incomodas butacas, hasta que por fin la Sra. Ingrid apareció por la puerta, saludando a la joven Doctora entro en su despacho donde aún aguardaba el Sr. Clark Miller. Los cuales estuvieron conversando durante una hora, Silvia en esos momentos ya ni se sentía el culo, lo tenía como adormecido tras tres horas sentada esperando.  Por fin la puerta se abrió, saliendo el Sr. Clark marchándose dejando en la sala a Silvia.  Pasados unos minutos la puerta volvió a abrirse apareciendo ante Silvia la Sra. Ingrid.
(Sra. Ingrid Adams)  -. Así que tú eres la famosa Dra. Silvia Cayetano! Te acuerdas de mi pequeña?   Ven entra tenemos mucho que hacer, lo primero será bañarte.
     Silvia se levantó de la silla, en ese instante su trasero le pareció que tenía vida propia, pues hasta ese instante lo tenía como adormecido, aunque le dolía bastante. Pero al levantarse fue horrible para ella, miles de fuertes pinchazos aparecieron en ese instante, y el trasero le dolía horrores, teniendo que apoyar sus manos en la pared para evitar caerse al suelo. Recuperando su entereza se puso derecha levantando la cabeza y manteniéndola erguida y orgullosa. Pero al intentar dar un primer paso, los temblores se centraron en sus piernas, ya que al avanzar dando su primer paso, sintió nuevamente aquellos pinchazos en su culo, dificultándole el avanzar erguida, viéndose forzada a encorvar su cuerpo y sujetándose el trasero con ambas manos pudo avanzar hasta entrar al despacho.
(Sra. Ingrid Adams)  -. Ya me ha advertido Clark que te ha dado una buena zurra, no me extraña que tengas esas dificultades al caminar. Habría sido más aconsejable para ti desvergonzada, que no te hubieras mostrado tan soberbia y orgullosa. Te habrían dado una bien, pero que bien dada buena tunda… menos cháchara y desnúdate!!! Veamos cómo te han puesto el culo!!! Te bañaras y te proporcionare el uniforme que llevaras durante una temporada, ten por seguro que cuando vuelvas a tu casa serás una damisela, y no una serpiente dispuesta a clavar esos colmillos como hasta ahora!  Esa blusa fuera… y el sujetador igual… ahora quítate esa falda.  Vaya! Esas son las braguitas que se llevan ahora? Las echaras de menos mucho tiempo. Tienes suerte que el culo lo tienes en ese estado… Si no, te daba ahora mismo una buena azotaina por guarra!!! Mira como llevas las bragas de mojadas cochina!!! Bájatelas y quítatelas!!!  En esa puerta tienes un baño, aséate rápido y no me hagas entrar a por ti…!!!
    Veinte minutos después salía del baño envuelta en una toalla, de la cual fue despojada dejándola como vino al mundo. Lo primero que la Sra. Ingrid le entrego fue una blusa azul turquesa, como sus pechos eran erguidos como cualquier jovencita, no le fue entregado un sujetador. Lo siguiente fueron unas bragas que la misma Sra. Ingrid se las puso ajustándoselas a su cintura, eran las clásicas bragas de algodón blancas con dibujos de florecillas de color verde de fondo y el tallo de color marrón, dichos colores hacían resaltar siendo sus braguitas más destacables, unas bragas blancas solo destacaría la blancura, con los dibujos resultaba más pudorosas el llevarlas, y el mostrarlas producía más vergüenza, de ahí que fueran así, se buscaba la vergüenza que producía que se las pudieran ver bajo sus cortas faldas,   al ser de pernera baja cubriéndole el culo y de talle alto cubriéndole no solo el culo, también sus caderas hasta el ombligo, luego una corta falda gris perla tableada, que cubría justo por debajo de su entrepierna y en su trasero dejaba al descubierto la base de sus nalgas siendo visibles sus bragas. Una vez vestida con los complementos de unos calcetines blancos y zapatos tipo Merceditas Silvia quedo perfectamente vestida para pasar revista.  Minutos después salía del despacho, encontrándose en la sala de espera con siete chicas esperando afuera. Marie Nelson, Yuni Lee, Rose Mery Anderson, Vanessa Rodríguez, Luisa Fernández, Carmen López, y Jessica Frank…
(Sra. Ingrid Adams)  -. Bien ya veo que estáis todas preparadas, en breve vendrán a recogeros y llevaros a donde vais a vivir a partir de hoy, dadle recuerdos a la Sra. Myers!!!
    En ese instante apareció entrando a la sala Helen Smith, sentándose en una de las sillas, quedando Marie intrigada al verla entrar en la sala y como tomaba asiento.


(Continuará…)