MI VIDA SECRETA
CON MI ESPOSA Y MI VECINA II
...Carmen caminaba por
la acera camino a su casa. Habían pasado solo dos días de la azotaina que
recibiera la pequeña Laura, por la cual en esos momentos Carmen caminaba con
gran dificultad, Luis tal y como le había avanzado, iba a darle una lección de
la cual iba a tardar en olvidar varios días, los mismos que la pequeña Laura
iba a costarle volver a poder sentarse, si no, algunos mas. Carmen recordaba
esas palabras a cada nuevo paso que daba, miraba a la entrada de su portal,
pareciéndole que estuviese mas lejos de lo habitual, sus pasos eran pausados,
pues debía disimular para que nadie se percatase de que iba caminando con
dificultad, por causas que algunos vecinos habían podido escuchar apenas dos
días atrás, y que cuando se cruzaban por las escaleras con ellos, podía
escuchar cómo se burlaban o reían de sus andares, y el motivo por el que iba de
esa guisa. A cada nuevo paso que daba, le venían ganas de llevarse las manos a
su trasero y sobárselo, pues a cada paso, sus nalgas parecían tener vida propia
agitándose por su propio peso, pues las tenía muy inflamadas y caminar con esos
tacones la iban a matar, pues sobre todo Isabel la había obligado a ponérselos,
diciéndole...- Así aprenderás que tener
un poder sobre los demás, no quiere decir que puedas sobrepasarte, con esos
zapatos vas a sentir en tus nalgas al caminar el dolor que produce en las
mismas, de manera más acentuada, te lo puedo garantizar.- Desde luego
estaba siendo así, a cada paso que daba deseaba poder sujetarse las nalgas para
que no se bambolearan. Eso por un lado era molesto al andar, pero aun era mucho
peor el llevar esas bragas de algodón de costuras, así como el ribete de las
perneras de las dichosas bragas, con ese elástico que se le clavaban como si
las llevara dos tallas menos, haciéndole que cada paso fuera muy doloroso,
entre el contoneo de caderas por los dichosos tacones, y el elástico en el
ribete de las perneras, le resultaba insufrible. Deseaba poder llegar a casa y
poder desahogarse bajándose las bragas, no así, el quitárselas. Eso también
Isabel se lo había avisado...- Pobre de
ti, como te sorprenda con las bragas bajadas! Puedes estar segura que lo sabré,
pues las costura se te marca en la piel, sobre todo al estar esta inflamada.
Además debes de acostumbrarte a ellas, pues a partir de ahora van a ser las que
vas a utilizar a diario.
Al fin Carmen llego a
su portal, abriendo la puerta y entrando rauda en el. Nada más entrar apoyo la
espalda en la pared, y sus manos acudieron como centellas a sobarse el culo,
pero nada más sentir el contacto de las mismas, todo su cuerpo se quedo rígido,
tenía muchas ganas de poder sobarse el culo, pero no recordaba lo mucho que le
dolía al más mínimo contacto directo sobre él. Sus manos quedaron sobre sus
nalgas, pero sin moverlas frotándoselas como desearía, pues el dolor de su culo
era considerable al más mínimo contacto. Ahora recordaba lo que le había estado
costando el vestirse o desvestirse estos dos últimos días, así como el dormir
boca abajo las dos últimas noches, además de dormir con las bragas bajadas,
pues el más mínimo roce de la tela en sus castigadas nalgas era doloroso y
imposible el pegar ojo.
En esos momentos le
vinieron a la mente la dura escena de su castigo, sobre las rodillas de Luis,
la vecina y madre de Laura, sentada en frente de ella sin perderse detalle
alguno, mientras ella se debatía sobre las rodillas del marido de Isabel,
levantándole la falda, segundos después bajarle las bragas delante de María,
comenzando acto seguido una azotaina muy dolorosa para ella, por nada del mundo
habría podido imaginar o sospechar lo que puede llegar a doler el dichoso
cepillo de madera sobre el culo desnudo. Quedo afónica de tanto llorar y
gritar, rogando a Luis que se detuviera que ya no podía aguantar más aquel dolor
tan atroz, pero por más que rogo, Luis no se detuvo. Si un caso, arrecio mas la
fuerza en administrarle los terribles azotes, así como el ritmo de los mismos,
cada vez caían mas y mas rápidos, además de cada uno, parecía más fuerte que el
anterior, o eso le parecía a ella. La azotaina duro unos treinta minutos sin
pausa alguna, aunque para Carmen parecieron muchos más minutos, pues le
resultaba que la azotaina nunca iba a acabar, y menos aun, aquel intenso ardor
en sus maltrechas nalgas.
Entretanto... Mientras
recordaba la vivencia de su castigo, seguía apoyada sobre la pared y por su
mente ahora le venía la imagen de la pequeña Laura, cuando la tenia echada boca
abajo sobre sus rodillas con el culo desnudo, y cepillo en mano, dándole su
merecida azotaina. Recordaba como meneaba su cintura intentándose escapar de la
azotaina que le estaba dando, y como hacia resonar en el comedor el sonido de
los azotes que le estaba dando a la jovenzuela, con el cepillo de madera. Sin
darse cuenta su mano derecha se había introducido por debajo del dobladillo de
su falda azul marino tableada, que apenas le cubría medio muslo, y al estar con
la espalda apoyada en la pared, esta se le había subido unos centímetros por
delante, lo que la había facilitado introducir su mano, y llevarla a su sexo
para acariciarse con el dedo angular justo en la ranura que dibujaba al tacto
de sus dedos, en el fondillo de sus bragas. Su sexo al estar depilado se le
marcaba en esa zona intima de sus bragas blancas de algodón, la yema de su dedo
nada mas posarse en la ranura por encima de la prenda intima, pudo notar
notable humedad, todo el fondillo de sus bragas estaba mucho más que húmedo,
pues podía sentir en sus dedos como se mojaban estos debido a su humedad, por
lo que debió sentir la necesidad de centrarse más en su objetivo. Su mano
derecha, ascendió por sobre la tela de sus bragas, buscando la cinturilla con
el fin de introducirla entre ellas y su piel. Tuvo que ascender hasta cerca del
ombligo, para poder introducir sus dedos y su mano entera, para luego bajarla
por el interior de las bragas, en su camino a su húmedo sexo. Al alcanzar de
nuevo su ranura, pudo sentir como sus dedos se mezclaban con sus jugos
vaginales, empapándose estos al mínimo contacto con su sexo, su dedo angular no
tardo en introducirse mezclándose con aquellos caldos que emanaban de su
hendidura, buscando su botoncito. Apenas su dedo hizo contacto con la yema del
dedo, no pudo reprimir un gemido intenso de placer, además de sentir como
nuevos fluidos calientes embardunaban sus juguetones deditos, al tiempo que el
dedo angular sobaba con mas frenesí el botoncito travieso que cada fémina,
tienen en ese lugar tan intimo, viniéndole del interior una nueva oleada de
placer, a la cual acompaño un brutal gemido imposible de reprimir.
Al escucharse a sí
misma, fue cuando se percato que estaba en el portal y que podía ser
sorprendida o ser escuchada por sus vecinos. A lo cual, llena de nerviosismo
por si la habían podido escuchar, extrajo su mano rápidamente del interior de
sus bragas y aliso su falda, entonces se percato que había manchado la falda al
pasar su mano impregnada de sus líquidos.
-. Vaya desastre... que voy hacer ahora? como me vea Isabel así, la que me
va a caer va a ser menuda!
Carmen mirándose el lateral derecho de la falda, vio. Que no seria
fácil de explicar si la veía la vecina y esposa de Luis. No se lo pensó dos
veces, se quito los zapatos de tacón de aguja, y se introdujo en el ascensor,
lo tenía prohibido usar. Pero no lo pensó, solo tenía en mente llegar a su piso
y meterse en casa para poner en la lavadora la falda, antes de que fuera
demasiado tarde y la sorprendieran en ese estado inexplicable. El encontrar una
excusa del porque la había lavado, ya inventaría algo en su momento.
Al abrirse la puerta
corredera del ascensor, llego a sus oídos un ruido muy característico en los
últimos días, "Azotes". Isabel debía de estar castigando a Jenny,
pues a esta se la escuchaba llorar. Eso le iba a venir al dedillo, para
encontrar la escusa perfecta del porque no la habrían oído subir por las
escaleras. Con el máximo sigilo abrió la
puerta de su casa, nada más entrar se bajo la cremallera lateral de la falda,
dejándola descender por sus piernas, sacando primero un pie y luego el otro, se
agacho a recogerla. No, sin ver miles de estrellas al hacerlo, ya que sus
nalgas parecieron que acababan de despertarse, pues al andar sin zapatos, las
molestias de su trasero habían menguado lo suficiente, eso unido a la
preocupación que tenía en su mente por reparar el desaguisado de su falda
cuanto antes.
Una vez la lavadora
estaba en funcionamiento, fue al cuarto de baño, y se puso el albornoz.
Seguidamente cogiendo los zapatos, abrió la puerta con sigilo de nuevo y
dejándola abierta bajo al rellano del piso de abajo, se puso los zapatos, para
seguidamente subir los escalones lo mas rápido que pudo, teniendo en cuenta que
el culo le volvía a jugar malas pasadas y haciendo el ruido necesario para que
la oyeran subir, llego a su puerta y fingió abrirla haciendo el ruido de
siempre, entro y cerró la puerta dando un portazo, deseaba asegurarse que
Isabel la escuchaba llegar. Una vez dentro, corrió al baño a dejar el albornoz
y sentarse hacer pis, apartándose el fondillo de las bragas hacia un lado, y
cuando estaba acabando de desahogar su vejiga, dejo la braga que tapara su
sexo, y acabo de orinar con las bragas puestas. Corto un trozo de papel
higiénico y se seco las piernas, así como el fondillo de sus bragas para que no
gotearan por sus muslos, cosa que sucedió igualmente al dirigirse hacia la
galería donde estaba la lavadora. estando en la galería hizo todo el ruido que
pudo, pues la galería de la vecina Isabel quedaba justo enfrente, por lo que la
oiría el trajinar, seguramente al oír el ruido no tardaría en presentarse
Isabel. Y así fue, tal y como había
maquinado Carmen. Al entrar a la cocina de nuevo desde la galería, pudo
escuchar como alguien abría la puerta de entrada, seguramente sería Isabel.
-. Hola Carmen, ya has vuelto del recado que
te he mandado hacer? Se puede saber que haces en bragas? Quien te ha dado
permiso para desnudarte?
Carmen fingiendo
sorpresa, se llevo sus manos a sus nalgas y sobarse el culo por encima de las
bragas blancas de algodón...
-. No te vas a creer lo que me ha sucedido,
Isabel. Viniendo de vuelta de la imprenta, que por cierto me han dicho que
mañana tendrás tu encargo preparado. Como te estaba diciendo, viniendo de la
imprenta me han entrado unas ganas locas de ir al servicio, y con estos
malditos tacones, casi no llego a casa y me lo hago encima en la calle, he
podido llegar por los pelos, ya se me estaba escapando cuando he entrado por la
puerta, y me he manchado la falda, por eso la he puesto a lavar enseguida...
Isabel se acerco a Carmen, le asesto una
terrible bofetada en la mejilla derecha, luego en la izquierda...
-. Te tengo dicho, que mientras estés
castigada debes llamarme Sra. Isabel! Por esta vez vas bien servida con ese par
de bofetones, pero a la próxima te pongo sobre mis rodillas, entendido?
-. Si Sra. Isabel. Es que me cuesta
acostumbrarme a llamarle señora.
-. Y que no vuelva a suceder, que te
desnudes sin tener mi permiso, o el de mi marido. Sabes que mientras estés
castigada, estas bajo nuestra supervisión. No puedes hacer nada sin tener
permiso previo. No tengo motivos para no creerte, aunque me da a la nariz que
me estas tomando el pelo, no creo ni un ápice esa historia de que te has hecho
pis. Pero... mereces una azotaina, por haberte hecho pis en las bragas, sabes
que cualquier falta durante tu castigo, serás castigada con azotes en ese culo
de desvergonzada. Es incomprensible que habiéndote hecho pis encima, bueno...
que se te haya escapado un poco de pis, no es lo mismo que haberte orinado
encima, que se te haya escapado un poco. Pero como decía es incomprensible, que
hayas puesto a lavar tu falda, y no hayas puesto a lavar tus bragas de
cochina!!!
-. Perdóneme... que la corrija. Pero
esta mañana antes de salir, cuando me ha supervisado al vestirme, me ha
advertido usted, que por ningún motivo se me ocurriera quitarme estas bragas,
sin su autorización... porque usted sabe lo poco que me gustan estas bragas tan
grandes, me da mucha vergüenza que me vean con ellas puestas, aunque solo sean
ustedes. Pero del resto de mi ropa, no me ha advertido en ese sentido...
Señora.
-. Bien... pues a partir de este momento
estas advertida, no únicamente a lo que concierne a tu vestuario, si no, a
cualquier tarea que desees hacer, incluso para ir al servicio, Entendido?
-. Si... Señora Isabel.
-. Ahora ves a tu habitación y cámbiate
de bragas. Ponte unas con flores, me gustan las de flores... Pero antes
cochina, pásate por el lavabo y te lavas tus partes intimas... Te espero en el
comedor para darte tu castigo...
Carmen entro en su habitación y acercándose a cómoda, cogió unas
bragas limpias y se fue al baño, se sentó en el bidé, no sin hacer una
exclamación de dolor al apoyar su culo, mirando a la pared para lavarse sus
partes intimas, abrió los grifos del
agua caliente y fría al tiempo para graduar la temperatura, mojo la esponja y
añadiendo unas gotas de gel de baño, se la paso por sus partes, una vez bien
enjabonada paso a enjaguar solo con agua. Estiro el brazo cogiendo la toallita
para ese menester, pasándola suavemente hasta estar bien seca. Luego con
esfuerzo al levantar el culo del bidé, pues resultaba muy doloroso para su
trasero incorporarse, pero aun mas le dolió al tener que ponerse las bragas.
Había escogido unas de flores como le había indicado Isabel, blancas y con
flores de margaritas, pues Isabel le había comentado alguna vez, que eran sus
favoritas. Aunque su artimaña había funcionado a las mil maravillas, era de
esperar que la castigara, pero una azotaina con la mano en el estado que tenía
su dolorido trasero, sería mucho mejor que una severa azotaina con el cepillo,
o vete a saber con que la habría castigado, con Isabel todo podría ocurrir.
Jamás hubiera imaginado Carmen que su mejor amiga la sometería a castigos más
propios de una niña traviesa, que a toda una mujer como ella. Pero así estaba
sucediendo, y aunque había comprobado por el estado de su sexo, así como el
mojarse las bragas, después de haber sido castigada por Luis, le había
descubierto algo que jamás hubiera creído, que le sucediese a su edad. Que le gustasen las sensaciones que estaba
viviendo esas ultimas horas, y mucho menos imaginar, que urdiría un plan para
librarse de un castigo más severo y bien merecido.
Agacharse para ponerse
las bragas fue un suplicio, durante los segundos que permaneció inclinada hacia
adelante, pasar un pie y luego el otro, mientras miles de pinchacitos
deliciosos se concentraban en la parte dolorida de sus nalgas, pero aunque le
gustaba esa sensación, al mismo tiempo le estaba produciendo un dolor intenso
en su culo, que aunque podría ser placentero para su sorpresa, al tiempo era
doloroso en extremo, lo cual hizo que se entretuviese solo unos segundos para
pasar los pies por las perneras de las braguitas, y ponerse de nuevo de derecha
para ajustarse la prenda a su lugar, algo que también resulto muy molesto al
pasar la tela rasposa por sus nalgas. Una vez se hubo ajustado la cinturilla de
las bragas, introdujo sus dedos por el ribete elástico de las perneras, para
estirar bien y ajustarlas a sus nalgas, debían de estar perfectas para cuando
Isabel se las revisara, no deseaba en esos momentos ganarse unos azotes
extras. Se contemplo en el espejo
girándose hacia un lado, y luego hacia el otro, para luego darse la vuelta y
mirarse el trasero. Huuuummm.... Se veía a sí misma preciosa con esas
bragas, quien se lo iba a decir, que acabarían gustándole usarlas. Sobre todo
al verse el trasero bien cubierto por la prenda intima, que cubría sus
redondeces de sus nalgas perfectamente, y que ocultaban la rojez de su culo,
así como las aureolas de color más oscuro, morado, del centro de sus nalgas,
aunque por el ribete de las perneras se apreciaba una rojez que al mismo tiempo
embellecía mas su trasero.
Había llegado el
momento de acudir al comedor, estaba nerviosa y le temblaban las piernas. Sus
manos acariciaban su trasero suavemente, algo en su mente le hacía recordar que
en breve no iba a poder hacerlo. Decidió no hacer esperar más a Isabel, y salió
del baño, dirección al salón, a través de la puerta se vislumbraba entre los
vidrios, la silueta de Isabel sentada en la silla esperándola. Algo podía
vislumbrar que tenía en sus manos, pues se golpeaba su muslo derecho con
nerviosismo, estaba claro que estaba cansada de esperar, por lo que Carmen
llamo a la puerta, dándole permiso de entrar al instante.
-. Si que has tardado! ya iba a ir a buscarte...
Carmen se acerco con
lentitud hacia Isabel, entonces se asusto! Al reconocer lo que Isabel tenia
sobre su mano derecha.
-. No! por favor... con el cepillo,
nooo...
-. Silencio! Ven aquí y túmbate sobre
mis rodillas boca abajo de inmediato, no me hagas enfadar más!
Comprendió que nada podía hacer para evitarlo, e iba a ser
castigada con el cepillo de madera, quisiera o no.
-. Como puedes ver Carmencita, tenemos compañía. Jenny me acaba de
traer el cepillo, por lo visto te has hecho buenas amistades..., Jenny no sé
cómo, ha comprendido que te mereces el cepillo, por lo visto tu maridito desea
ver como se te castiga por meona. Hasta hace dos días, solo habías sido vista
por María, pudiendo verte estremecer y menear ese culito, como te castigaba
Luis. Hoy vas a ser castigada por mí, y también para tu vergüenza vas a tener
público. Quieres venir de una vez!!! me
estoy cansando de que me hagas esperar, y eso no será muy saludable para tus
nalgas, te lo aseguro!
Carmen se acerco hasta
colocarse al costado derecho de Isabel, tenía su mirada clavada en el cepillo
que Isabel mantenía en su mano derecha. Su cuerpo temblaba como un flan, sabía
muy bien que tenia merecida esa azotaina, ya que era un mal menor, peor hubiera
sido que su amiga de la infancia, supiera cual era la verdad del porque llevaba
las bragas mojadas de orina, y por suerte para ella, Isabel la había creído, al
menos, porque no tenía ninguna prueba para opinar lo contrario, aunque decía
que tenía sus serias dudas al respecto, pues la conocía muy bien, lo suficiente
como para sospechar que no era cierto lo que le había contado, Carmen siempre se
había mostrado muy tiquismiquis con el aseo personal, así como su manera muy
recatada de vestir o como mantenía la limpieza de su casa siempre impoluta, por
ese motivo o otro detuvo a Carmen cuando iba a colocarse sobre su regazo...
-. Carmen! tu maridito no sabe por qué vas a ser castigada, quieres
decírselo por favor... Estaría bien que aprenda la lección, así ella no
cometerá tu mismo error.
El rostro de Carmen se
tiño de color rojo por la vergüenza que le estaba haciendo pasar Isabel, sus
mejillas se colorearon de un color colorado intenso, y bajando la mirada al
suelo dijo...
-. Por...que... venia... de hacer... un
recado... a la Sra. Isabel... .- Isabel la interrumpió pellizcándola en el
muslo...
-. Carmen! Díselo a ella o a tu maridito
vestida de colegiala, ella también como tú, ha recibido aun no hace veinte
minutos, una azotaina con este mismo cepillo, como recordatorio por marrana y
robarme mi ropa interior, del tendedero de la terraza. Ósea, que mírale a los
ojos y díselo a ella... Vamos! No tengo todo el día... Tal y como ha ocurrido,
desde que has salido de la imprenta, hasta llegar a casa y encontrarte
conmigo... -. Isabel, con esa estratagema esperaba que ella misma se
contradijese, en algo. Pellizcándola de nuevo en el muslo la hizo poner más
nerviosa, y como no atinaba a decir nada, mucho menos a mirar a Jenny a los
ojos, agarro el brazo izquierdo de Carmen obligándola a entre girar su cuerpo
hacia el lado derecho, con lo cual, el trasero de Carmen quedo presto a la
mirada de Isabel, que no desaprovecho la oportunidad para con su mano derecha
asestarle varios azotes con el cepillo en el culo por encima de las bragas
blancas de algodón, con margaritas, fueron azotes muy rápidos y certeros cuatro
en cada nalga, los cuales obligaron a Carmen a avanzar hacia adelante, de tal
manera que del lado derecho de Isabel, fue a situarse justo delante de ella,
con lo cual los azotes en el culo, fueron varios más los que impactaron sobre
el culo de Carmen, únicamente protegido por la fina tela de algodón de sus
bragas... Carmen, solo podía contonear sus caderas
de un lado a otro, lo que hacía que los azotes fueran más certeros, y su
trasero se estremecía a cada nuevo azote... De ocho cepillazos bien dados,
pasaron a ser no menos de treinta en apenas unos segundos, que sumando lo
dolorido que debía de tener aun el trasero, apenas con quince azotes en el
desprotegido culo de Carmen, esta rompió a llorar desconsoladamente. -. Se lo... vas a... contar ahora...mismo...
entendido bribonzuela... estoy esperando que empieces desde el principio...
Sobándose
frenéticamente el trasero miro a donde estaba Jenny y empezó hablar...
gimoteando y moqueando por la nariz...
-. Salí de la imprenta... y me
costaba caminar... por los zapatos... con esos tacones de aguja... -.Carmen
miro hacia Isabel, antes de proseguir, y al verla que echaba su brazo hacia
atrás para asestarle un nuevo azote se apresuro a continuar .- la verdad es que apenas... podía andar,
pues mi trasero se agitaba de un lado a otro... era horrible andar así, pero
al... mismo tiempo el roce de mi sexo depilado sobre el fondillo de mis
bragas... me hacía que... me humedeciera de excitación, nada mas deseaba llegar
al portal de casa y entrar para poder sobarme el culo...
-. Así que la bribonzuela estaba muy
excitada por llevar el culo dolorido, verdad marrana!! Sigue, sigue o te doy más azotes en el
culo...!!!
-. Si Sra. Isabel. Ya sigo... ya sigo... me estaba costando
horrores no poder tocarme... ahí... abajo... mis bragas iban muy mojadas, casi
mojándome los muslos de tan húmeda que iba... nada más entrar al portal no me
pude conte... .- Isabel la corto, en ese instante.-
-. Así que nada más entrar al portal no te pudiste contener y te
tocaste ahí abajo, verdad?
-. No, Sra. Isabel...
-. No me mientas, ibas a decir eso
verdad... .- Nuevos azotes cayeron de improviso en el culo de Carmen.- Es así? o no!
-. No... Noooo... Ay! Ay! Ay! Aaaayyyy...
Si... Sra. Isabel, siiii Ay! Ay! Si lo... hice... .- Isabel la volvió a
interrumpir.-
-. Entonces me has mentido verdad? no te measte en las bragas,
manchando así tu falda, cierto!!! .- Isabel le administro otra serie de
azotes en el culo, aun mas fuertes al ser conocedora de la mentira de Carmen, y
eso la hizo enfadar más aun... .- Ósea
que nada más entrar al portal te masturbaste verdad cochina!!! y así fue como
manchaste tu falda...
-. No era mi intención...
-. El que no era tu intención, cochina!!!
Masturbarte o mentirme? Porque tú misma
te has delatado, marrana!! Respóndeme!!!
-. Aaaayyyy!!! Aaaaayyyy!!! AaaaaaYYY!!!
No quería mentir... de verdad... Aaaaaayyyy! Aaaaaayyy!
-. Entonces porque lo has hecho,
desvergonzada!!!
-. Aaayyy! Aaaayy! no me pegue por
fa...vor... me duele mucho...
-. Y más que te va a doler
sinvergonzona!, marrana!, cochina!, te crees que a tu edad aun no has aprendido
que mintiendo no se consigue nada... Y seguro que te metiste la mano por dentro
de tus bragas, para tocarte verdad? Y si te hubiera visto alguien? cualquier
hijo o hija de algún vecino... crees que esta eso bien visto en una señora de
tu edad? Marrana!!! Y así fue como te manchaste la falda, cierto?
-. Si, Aaaayyyy! Si, Sra. Isabel...
-. Ahora me vas a decir el porque me has
mentido, y como tus bragas estaban amarillas de pis... explícate o te rompo el
cepillo en el culo a azotes...
-. Me daba... mucha vergüenza... tener
que explicar... como me había... manchado... mi falda... y pensé que sería
mejor decir que me había hecho un poco de pis, al subir las escaleras...
-. Y como ha llegado entonces ese pis a
tus bragas, cochina!!! No me iras a decir que ha aparecido por arte de magia...
-.
Yo... yo... no se... no se...
-. Te aseguro que lo dirás, puedes estar
segura de ello... .- La Sra. Isabel enfadada por haber descubierto la mentira, tal
como se había desarrollado. Tiro del brazo a Carmen cruzando su cuerpo sobre
sus muslos, y sin preámbulo alguno, los azotes empezaron a caer sobre el
trasero, Carmen debía de sentirse culpable de esa fea acción por su parte, ya
que no exclamo tan siquiera, al ser colocada sobre las rodillas de la Sra.
Isabel. Y por la forma de que los azotes con el cepillo se arreciaban sobre sus
nalgas traviesas, que se agitaban frenéticamente a cada impacto de la
superficie plana del cepillo de madera.- te
voy a enseñar yo decir mentiras, vas aprender lo que ocurre cuando se me engaña
de esta manera... Jenny! acércate aquí, toma el cepillo y llévatelo, porque si
sigo azotándola con él, la voy a lastimar más de lo que se merece, pero ves a
casa, y me traes mi zapatilla, la de suela de esparto. Has oído desvergonzada!
Vas a probar mi zapatilla... Y reza que mi marido me iba a regañar si continuo
usando el cepillo, pues es lo que te mereces! Pero en el estado que te dejo el
culo él, sería un castigo desproporcionado.
A que estas esperando Jenny? anda a por mí zapatilla... Ya!!!
Jenny ensimismada observando
como de colorado tenía el culo su mujer, la rojez asomaba por las perneras de
las bragas de algodón con margaritas, bajando hasta el inicio de sus muslos,
así como el temblor de sus muslos, pues aunque le había entregado el cepillo a
Jenny, la azotaina no había parado, pues utilizaba la palma de su mano derecha
Isabel, para seguir la azotaina. Jenny lentamente se fue girando para obedecer
a la Sra. Isabel, excepto al sentir un fuerte azote en su culo, que se lo dio
Isabel para que obedeciera de inmediato.
Jenny, llevaba la falda plisada enrollada y sujeta en su cintura con
imperdibles, y sus braguitas azules de algodón, con unos dibujos inconcretos al
llevar las bragas como enrolladas sobre sí mismas por debajo de sus muslos,
pero sus nalgas estaban claramente enrojecidas de manera muy notable, al sentir
el azote en su nalga derecha, dio un saltito hacia delante y presurosa fue a
cumplir el recado que se le acababa de dar.
-.
Al salir, Jenny! No cierres la puerta de la entrada, que los vecinos escuchen
los azotes en el culo de esta desvergonzada, y si desean entrar a mirar, que
entren... así aprenderás marrana, vas a pasar mucha vergüenza por esta trastada
tuya... .- Carmen gimoteaba mientras la Sra. Isabel hablaba, aunque su mano
derecha no cesaba de darle azotes, no eran demasiado fuertes, pero no era
necesario que lo fuesen. Carmen tenía el trasero muy dolorido, apenas hacia dos
días que recibiera una severa azotaina con el cepillo, y los azotes que acababa
de recibir con el mismo instrumento, habían sido más que suficiente para
despertar en sus nalgas de nuevo todo el vigor del que fuera castigada... .- Sabia que me habías mentido! lo que no
hubiera podido imaginar era la manera que los has preparado todo, incluso
forzando tu propio orgullo, orinarte en las bragas expresamente con lo
estrictamente ordenada que siempre has sido. Eso sí que no me lo hubiera
esperado jamás de ti, hasta hace unos días ni siquiera tenias noticia de lo que
era el spanking, y mucho menos que fuera una práctica muy común entre mujeres y
hombres. En pocos días que lo has conocido, ya incluso, has urdido un plan para
no ser castigada, lo cual lo convierte en una travesura inconmensurable, te has
superado a ti misma, no sé si castigarte es lo que se debería de hacer, o darte
un premio por lo bien que has sabido hacer el montaje de toda tu mentira, pero
como bien has podido comprobar, "se atrapa antes a una mentirosa, que a
una coja".
La azotaina sobre las
rodillas de Isabel se prolongo varios minutos, Carmen no hacía más que
sollozar, a pesar del dolor así como el intenso ardor en sus nalgas. En esos
momentos volvió a entrar Jenny por la puerta...
-. Ya era hora que volvieras Jenny! donde
diablos esta la zapatilla que te he pedido? y porque llevas la falda bajada?
quien te ha dado permiso para soltarte los imperdibles? es que deseas que te
vuelva a calentar el culo, bonita?
-. Perdón señora... Pero es que su
marido estaba en su casa, y él me ha soltado la falda, además de darme permiso
para subirme las bragas... Y me ha dicho que le diga a usted Sra. Isabel, que
deje lo que esté haciendo y vaya inmediatamente a su casa, que es muy
urgente...
-. No te ha dicho el porqué? he de
dejar de hacer lo que estoy haciendo.
-. No Señora!
-. Bien, habrá que ir a ver qué tripa
se le ha roto... Bien Carmen levántate y te vas a tu cuarto, te prohíbo salir
hasta que yo vuelva con la zapatilla, y acabe de darte tu merecido.
Carmen se incorporo lentamente, y una vez
en pie, se retiro hacia su cuarto. Iba sollozando y sobándose el culo con
frenesí, ante la atenta mirada de Jenny e Isabel que no perdían detalle de la
graciosa forma de caminar de Carmen viendo como se acariciaba el culo, por
encima de las bragas de algodón con florecillas de margaritas. Se la veía muy
graciosa, su caminar lento al tiempo que se iba acariciando el culo, con esas
bragas bien cumpliditas que le cubrían sus nalgas al completo, y eran de
cintura alta, por lo cual subía la tela unos cuatro dedos por encima de sus
caderas, lo que la hacía resaltar mas su figura.
-. Jenny! recógelo todo. Cuando vuelva lo
quiero ver todo bien ordenado y en su lugar. Voy a ver que desea Luis.
Isabel salió de la casa de
su amiga y se encamino por el rellano de la planta a la puerta de enfrente, se
encontró que la puerta estaba entreabierta, y entro encontrándose a Luis en la
cocina tomando una cerveza.
-. Buenas tardes cariño!! Qué es eso tan urgente que no puede espera.
Estaba muy ocupada castigando a Carmen.
-.
Hola Isa. Que es lo que ha hecho esa desgraciada para que la tuvieras
que castigar?
-. Es mejor que no lo sepas, o irías
ahora mismo a calentarle el culo tu mismo.
-. Tan grave ha sido? Siempre habéis
sido muy buenas amigas, aunque sé muy bien cuantas ganas tenias de colocarla
sobre tus rodillas, y bajarle las bragas así como sus malos humos...
-. Como que me vas a decir que a ti no
te apetecía? solo había que verte cuando estaba ella en casa como le mirabas el
culo, siempre te pillaba embobado mirándoselo, la verdad es que nos ha venido
de perlas que Miguel resultara ser un cerdo pervertido que me robaba las
bragas.
-. Si, las de veces que me he parado a
pensar lo que habría hecho de tener a Carmen sobre mis rodillas, y debo
reconocer que ha sido toda una gozada... Tenias que haber visto el otro día
como se revolvía o meneaba sus caderas cuando la estaba castigando, era todo un
espectáculo ver como se agitaba con cada azote.
-. Luis, me vas a contar eso que me hacia tan
necesario venir, a que tanta urgencia...
-. Bueno, Isabel. Tu sabes que mi
madre es muy quisquillosa verdad? Pues no se explica el porqué no la has
llamado en tres meses, y piensa venir para averiguar que te ocurre.
-. Joder... Luis! no has podido
decirle alguna excusa convincente, para que no venga. Joder...! Solo de
recordar nuestra última visita a su casa en navidades, me hace estremecer de
los pies a la cabeza. No me pude sentar en todos los días que estuvimos en su
casa, y tu sin hacer nada por defenderme.
-. Sabes muy bien como es tu suegra,
Isabel! "Mi madre no te dejara pasar una" Te lo dije antes de ir de
vacaciones en navidades, llámala y habla con ella, sabes como es. Y te quiere
como a su propia hija, y tu sabes que a mi hermana María, a pesar de tener ya
cuarenta años, aun la castiga con la zapatilla a la mas mínima que le lleva la
contraria. Al igual que a sus nietas, mi sobrina Dolores y Luisa su hermana,
viven con la abuela en vacaciones, y no le importa que tengan la edad que
tengan, las castiga severamente con la zapatilla, las ha castigado infinidad de
veces en tu presencia. Y ella, mi madre, siempre te advertía, pobre de tu
trasero Isabel!!! El día que te portes mal con mi hijo, o no hagas tus deberes
como esposa. Los primeros años de casados la llamabas todos los días, y el año
pasado, desde el mes de Agosto que le hicimos una visita, no la has vuelto a
llamar. Antes de ir en navidades te lo advertí, te lo dije. ..." Isabel... parece que quieras
probar la zapatilla de mi madre, no la has llamado ni una sola vez en casi
cuatro meses, cuando entres por la puerta el día que vayamos vas a ver cómo te
va a poner el culo..." Se, muy
bien que no eres spankee, pero apostaría que te gusta que te caliente el
trasero mi madre... Porque, de lo
contrario no le encuentro ninguna explicación a tu comportamiento... Estoy más que seguro que te gusta que lo
haga, así que conmigo no finjas, hazme ese favor. Sabes que no me engañas Isabel.
Isabel se le quedo observando... luego sobándose el trasero
suavemente se dio la vuelta para que su marido no le viese la cara de
intriga...
-. Luis,,, Que quieres que te
diga...? Llevo años viendo como castiga a tu hermana y a sus hijas en mi
presencia. Que esperabas? Contigo Luis, no me va lo mas mínimo, y no me atrae
nada verme sobre tus rodillas. Pero con
tu... Madre... Lo he deseado desde que éramos novios, es algo que no puedo
explicarte, ni yo misma me comprendo. Pero después de Agosto y ver como tu
madre castigo a María sobre sus rodillas, fue... El no va mas... Se me cayó un
plato mientras fregaba en la pica de la cocina, María me ayudaba secándolos.
Con el ruido del destrozo al caer el plato al suelo, apareció tu madre con la zapatilla
en la mano, llevaba el pie derecho descalzo, avanzo como una posesa pasando por
delante mía, creí en ese momento que me iba agarrar de la muñeca y arrastrarme
hasta una de las sillas de la cocina, que me iba a poner sobre sus rodillas
levantándome la falda y bajándome las bragas, para darme una de sus severas
azotainas con esas viejas zapatillas que lleva siempre. Al pasar por mi lado, me miro muy
seria... Debió darse cuenta que el plato, se me había caído a mí. Y en vez de
agarrarme a mi para castigarme, fue a por tu hermana. Pude ver como la agarro
del lóbulo de la oreja izquierda, tirando de ella la condujo a una silla, se
sentó. Puso a María, tu hermana sobre sus rodillas boca abajo, levanto su falda
tableada de color marrón, le bajo las bragas hasta las rodillas, eran una
bragas blancas de algodón, con unas florecillas chiquitinas azules. La verdad es que yo uso las misma ropa
interior desde que vi como la castigaba por primera vez, y siempre había
procurado que tu madre me viera tender mi ropa intima cuando la lavaba, para
hacerle ver que usaba la misma ropa intima que su hija y sus nietas, deseaba
hacerla entender que estaba dispuesta a aceptar sus castigos... Pero no me
atrevía a contrariarla o hacerla disgustar, es más, siempre procuraba ser muy
atenta con ella.
-. Eso es cierto Isabel, mi madre me
lo había comentado muchas veces. Que siempre eras muy atenta con ella, y veía
como te preocupabas porque yo vistiera como lo hubiera hecho ella misma, está muy orgullosa de su
nuera, y sobre todo la atención que prestabas a todo. Pero ese día en la cocina la defraudaste...
-. Se lo que quieres decir... Ese día castigo a tu hermana muy severamente,
a pesar que ella no hacía más que decirle que ella no había sido. Y de alguna
manera yo deseaba que la creyera, y le
preguntase quien de las dos habíamos sido. Pero no lo hizo, me miraba a mi
fijamente mientras azotaba el culo de
María con fuerza, pero no tan fuerte como en otras ocasiones, ni una
sola vez dejo de mirarme a los ojos a mí, es como si hubiera esperado que yo
evitara el castigo a tu hermana, y que yo me confesara culpable. Pero yo estaba
aterrada, veía como caía una y otra vez la zapatilla en el desprotegido trasero
de tu hermana, yo era incapaz de articular palabra, por primera vez había
causado un problema yo, y sabia que de haber hablado, a mi me habría castigado
tu madre, en vez de a María. Pero me sentía como una niña que se ha portado muy
mal, y yo lo sabía, pero no podía ni moverme. De alguna manera en mi mente se
me paso que después seria yo quien estuviera sobre sus rodillas, con mi falda
tableada azul marino, y mis bragas bajadas de algodón, aun recuerdo que llevaba
puestas unas blancas con unos plátanos, muy coquetas, y que en breve seria yo
la que tuviera las nalgas rojas como tomates, tal y como estaban las nalgas de
María. Pero no sucedió nada de eso, estuvo como unos veinte minutos dándole
azotes en el culo, o a mi me parecieron esos minutos eternos. Cuando se detuvo,
dejo caer a María de rodillas al suelo, y levantándose vino hacia a mí, creí
por un momento que me iba a cruzar la cara de una bofetada, pero solo nos dijo
refiriéndose a ambas... " recoged todo ese desaguisado del suelo... las
dos!..." Luego ayude a María a
levantarse y la abrace, ella sollozando apoyo su cabeza en mi pecho, no puede
apenas articular palabra, la había castigado por mi culpa, solo pude decirle
que me perdonase, y que no pude decir que había sido yo la que había roto el
plato. Que estaba aterrada...
-. Lo sé, mi madre me lo conto todo. Y
como había castigado a mi hermana sabiendo que habías sido tu la que había roto
el plato. Pero esperaba que fueras tú la que evitara el castigo de María, ella
vio en tu cara que eras la culpable, nada más entrar en la cocina. Pero me dijo
que te vio aterrada e incapaz de articular palabra, pero la decepcionaste ya
que castigo a María aun sabiendas que era inocente y tu lo permitiste, en una
niña ese comportamiento es lógico de esperar, pero no en una mujer hecha y
derecha como tú. Tal y como me lo contaba, me dieron ganas de ir a la cocina y
ponerte sobre mis rodillas para darte una buena azotaina, pero ella no me lo
permitió. Me dijo que eso ya lo arreglaría ella, pues no te permitiría otro
desliz semejante por mínimo que este fuera.
-. La verdad es que si hubieras venido
en esos momentos, yo estaba muy confusa y no me hubiera opuesto...
-. De nada te habría valido oponerte
puedes estar segura de ello Isabel. Es más creo que puedes andarte con ojo
avizor a partir de este momento, puesto si considero que te mereces una
azotaina no voy a dudar en dártela. Puede que no seas spankee, pero si eres mi
esposa y no voy a tolerar que tu comportamiento no sea el adecuado en todo
momento. Como he dicho, eres mi mujer... Y si hay, o es necesario aplicarte
disciplina no voy a dudar un segundo en ponerte ese trasero bien rojo, tienes
algo que decir en contra?
-. No. Como mi marido que eres,
tienes todo tu derecho a disciplinar a tu esposa, igual que lo tiene tu madre
de castigar a su nuera. Lo único que te
pido, es que cuando sea así. Primero me hagas saber tus razones para castigarme
y los motivos que han motivado que hayas tomado esa determinación, y si tienes
razón, no opondré resistencia alguna por mi parte. Te parece justo, Luis?
-. Desde luego Isabel, tienes ese
derecho de conocer mis motivos para castigarte, y saber las causas que me hayan
llevado a tomar esa decisión, igual, que en estos mismos instantes te informo
que te mereces una azotaina de disciplina, al conocer de tus propios labios que
María fue castigada por tu culpa, y no hiciste nada por impedirlo. A no ser,
que mi madre te hubiera castigado durante los diez días de Navidades que
estuvimos en su casa...
-. No, Luis. No lo hizo, y es mas. Aun
tengo un gran sentimiento de culpa por lo que sucedió, y si decides castigarme
por ese motivo, no tengo nada que objetar...
-. Bien, entonces ven conmigo voy a
castigarte.
Luis, se encamino hacia el salón andando a pasos firmes y seguros,
mientras detrás de ´él, iba Isabel muy nerviosa y dubitativa. Con su mano
derecha se acariciaba su nalga derecha, sobre la falda plisada del vestido de
dos piezas que llevaba puesto en esos momentos, una blusa verde tenue, y la
falda del mismo tono. Con un cinturón negro de piel que hacia resaltar mas ese
vestido. Isabel, vio como se detenía retirando una silla que estaba colocada en
un rincón del salón, ella entonces se quedo parada. Mientras sus ojos estaban
clavados en su marido, que la miraba seriamente, y se acercaba a ella colocando
la silla en un espacio libre de obstáculos, justo donde ella se había detenido.
Como si ella hubiera adivinado que aquel era el lugar más propicio para colocar
la silla. Vio asustada como su marido se sentaba, y con una palmadita sobre su
propio muslo derecho, indicaba a Isabel que había llegado el momento de ponerse
sobre su regazo. Lentamente se fue inclinando hasta que pudo apoyar su manos en
el muslo izquierdo de Luis, luego solamente tuvo que sus brazos fueran cediendo
a sus propio peso y lentamente su pecho quedo apoyando sobre los muslos de
Luis, su marido. Sin perder un instante, las manos de Luis agarraron el
dobladillo de la falda de Isabel y enrollándola sobre si misma, con rapidez
quedo su trasero al descubierto, lo cubrían unas preciosas bragas rosas, con
unos dibujos de cinco rosas en un tono rosa más oscuro, Luis sonrió al verlas,
ya que le parecieron encantadoras. Por cual pasando el dedo índice de la mano
izquierda y el pulgar introduciéndolo por debajo de la prenda, se las ajusto
bien a sus nalgas, había decidido no bajárselas, aunque la tela tan fina de
algodón, poca resistencia pondría a su mano cuando empezara a azotarla en el
culo.
Entonces Luis dio una
palmadita en el costado derecho de Isabel, el cual ella capto enseguida que lo
que deseaba Luis, era que pusiera su mano derecha en ese punto para así
inmovilizarla a su espalda, con el fin, que no pudiera cubrirse el culo con
ella, y dificultara cuando empezaran a caer los primeros azotes.
La mano derecha de Luis
con la palma empezó acariciar el trasero trazando círculos sobre ambas nalgas,
se detuvo un momento, al parecer algo no le parecía que estuviera
correctamente. La mano derecha, subió a la cinturilla de las bragas de su
esposa y sujetando el elástico, se lo subió un par de dedos, así las mismas
quedaban más tensas, marcando perfectamente el trasero de su esposa. Esta
estaba cómodamente colocada sobre el regazo de su marido, sus piernas colgaban
por un extremo, y su mano izquierda que su marido dejara libre, se aferraba
sobre la pata trasera de la silla...
La mano de Luis se poso
de nuevo sobre el trasero revestido por las bragas rosas, dio un par de
palmaditas, y su mano se levanto como un metro. Cayendo rauda sobre la nalga
derecha de Isabel, que apenas acuso ese azote. Luego sintió un azote similar en
su nalga izquierda, causando el mismo efecto en ella. Así los azotes se
sucedieron uno tras otro, eran azotes firmes, siempre con la misma intensidad,
los cuales Isabel toleraba sin emitir sonido alguno que pudiera dar a entender
a Luis, que fueran dolorosos. Los azotes no dejaban zona de las nalgas sin que
Isabel sintiera libre de un ligero ardor, pero al cabo de unos minutos, no
podría precisar el tiempo que habría podido pasar entre los primeros azotes y
los siguientes que iban palmeando su trasero. Pero este, comenzaba a sentir los
efectos de la azotaina, el calor de sus nalgas iba ligeramente en aumento, sus
caderas empezaban a intentar menearse, el ardor del culo estaba comenzando a
notar que el ardor iba aumentando a cada nuevo azote, a pesar de que la
intensidad seguía siendo la misma, cada azote que recibía en su trasero le
dolía exactamente lo mismo que el primero que recibiera, con la diferencia que
al cabo de varios azotes, que ya por todos los que ya llevaba recibidos, estos
caían sobre una zona ya ligeramente caliente, lo cual ejercía aun un ardor más
prolongado. Isabel sin darse apenas cuenta de ello, notaba cierta zona de su
cuerpo que se estaba humedeciendo por momentos, como podía ser eso? se
preguntaba la mujer... Ella no era spankee, como podía estar humedeciéndose su
sexo, cierto que Luis era un spanker consumado. Razón para que la azotaina no
fuera lo dolorosa que ella suponía, pero se suponía que era disciplina lo que
estaba recibiendo, y debía doler. Pero,
no estaba resultando nada dolorosa, una conclusión demasiado prematura. Pues en
esos instantes, la azotaina comenzó a ser más dolorosa, los azotes ahora eran
rápidos, certeros, fuertes, dolorosos en extremo... Ahora los azotes hacían que
su sonido resonara por toda la estancia, los azotes que antes solo caldeaban
sus nalgas, ahora la hacían arder en extremo a cada azote que sintiera. Isabel,
empezó a agitar sus piernas de manera muy nerviosa y alocada. Ahora sus manos
trataban de todos los medios posibles intentar cubrir sus nalgas, pero era una
tarea infructuosa, pues su mano derecha estaba fuertemente asida a su espalda,
la mano izquierda luchaba por pasar de delante a atrás, pero lo único que logro,
es que esta se uniera a su mano derecha. Isabel, ya no soportaba mas aquel
torrente de azotes que azotaban sin previo descanso sus nalgas, aunque estos
fueran sobre sus bragas, es como si estas no las llevase puestas. Pues el dolor
que sentía a esas alturas de la azotaina era muy intenso, apretaba los dientes
para no llorar o desgañitar su garganta a gritos, pero cada vez resultaba mas y
mas complicado el mantenerse indeleble al intenso ardor de sus nalgas. Al poco
de recibir una tanda de azotes aun más poderosos sobre su culo indefenso, ya no
pudo evitar que gritos de dolor emanasen de su garganta, así como sus caderas
se menearan indecorosamente en cualquier dirección, pero pese a todos sus
esfuerzos estos eran infructuosos. Ya no pudiendo contener mas, sus lagrimas
surgieron de sus ojos, y lo que fue una ligera lluvia, se convirtió en toda una
catarata de lagrimas que eran ya incontroladas. Ya, no podía controlar su
cuerpo, cansada de forcejear. Se limito a sollozar imperceptiblemente, según
los azotes seguían cayendo implacables sobre sus indefensas nalgas, que ya nada
hacían por evitar aquel aluvión de azotes... y su marido al fin, se detuvo
pasando a acariciar las nalgas maltrechas de sus esposa, que irradiaban a
través de la tela de las bragas de algodón un claro e intenso ardor y ese es lo
que hacía Isabel sentirse desmadejada y muy dolorida no únicamente en su amor
propio, si no su trasero sentía puro fuego...
(Continuará...)
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