SORAYA Y SU
NUEVO HOGAR Capitulo 3
La Sra. Stuart como debían llamarla en la
casa, dada su posición de autoridad en la casa con el servicio, como “Ama de
Llaves”. En la casa por supuesto había más personal de servicio, pero este
solía trabajar en la planta de abajo, y no tenía acceso a la planta superior.
Por lo tanto el personal del servicio era ajeno a lo que ocurría en el piso
superior, al estar este, totalmente insonorizado. La Sra. Stuart caminaba por
el largo pasillo a las habitaciones de
las chicas, estas caminaban detrás de ella a unos metros, pues lógicamente se
habían quedado rezagadas, pues sus doloridos traseros les causaban problemas
para caminar y seguir el paso del “Ama de Llaves”. Algo que las muy
desvergonzadas aprovecharon para hablar entre ellas, sin que la montaña de
huesos se enterase de nada, el apelativo que le había puesto Soraya, en un
futuro le iba a causar serios problemas, con la Sra. Stuart, pero eso sucederá
más adelante. Tanto Soraya, como Carmen. Llevaban sus manos en sus traseros, la
falda se les había subido al posar sus manos en sus nalgas, las dos
desvergonzadas iban con sus braguitas al aire, si hubiera aparecido la señora o
el señor, seguramente habrían sido reprendidas.
(Carmen) -. AAUUU…! Jo como
duele…
(Soraya) -. AAyyy! Ni que lo
digas, no puedo ni tocármelo…
(Carmen) -. UUUFFFFF… Me
habían…dado varias azotainas desde que estoy en la casa. Pero ninguna me había
dolido tanto como esta vez! Tu como estas?
(Soraya) -. UUuuyyy… No lo sé,
pero me duele el culo una barbaridad, me cuesta incluso caminar, siento unos
pinchazos terribles a cada paso que doy… llevas mucho tiempo aquí?
(Carmen) -. A mi… AAYYY! Me
ocurre igual, lo peor son las braguitas, como me raspan…AAAH! Si, unos cuatro meses y en este tiempo he
visto pasar a unas cuatro chicas más. Pero no aguantaron mucho, una me acuerdo
que llego y se marchó a las dos horas…
(Soraya) -. AAAYYY! Sí, es
verdad. Parece que lleve arena dentro de ellas, como cuando voy a la playa y se
me mete la arena bajo la braguita del bikini, pero mucho mas molesta…AAAHHH!
tengo el culo ardiendo, no veas como me
arde!
(Carmen) -. A mí también! Esto
es sensacional!!!
(Soraya) -. Sensacional? Debes de estar loca de atar, con
lo que duele…AY,AY,AYYYY…!!!
(Carmen) -. No me refiero a eso,
tonta! Me refería a poder hablar con otra chica que también ha sido castigada,
es la primera vez que puedo hablar de ello, de cómo me siento después de
haberme dado una azotaina… Es sensacional la sensación de poder hablar… Tengo
las… braguitas empapadas…
(Soraya) -. Bueno… eso si
tienes razón. Es genial verte como te vas sobando el culito y ver lo rojo que
lo tienes…
(Carmen) -. Pues tu tampoco te
quedas atrás, porque no veas que colorado lo tienes!!! y lo mejor ha sido ver
cómo te daban la azotaina, me ha encantado verte como llorabas y pataleabas, o
ver cómo te bajaban las bragas, hasta hoy no se las había visto bajar a ninguna
chica. Y como te has resistido… Ha sido
genial…Hasta ahora solamente había visto recibir en videos, pero en directo es
mucho mejor…je,je…
(Soraya) -. Bueno… Ha estado
bien verte cómo te han puesto sobre las rodillas, levantado la falda y ver cómo
te las bajaban las bragas, ha sido mejor que en video. Pero tú has tenido
suerte de ser la primera. No has tenido que sentirte angustiada como yo y por
dos veces además, saber que después me tocaba a mí… Eso ha sido lo más duro, la
peor experiencia de mi vida, tener que esperar me llegase mi turno, después de
verte a ti, como llorabas o como te removías en sus rodillas, o como te dolía
la azotaina… Por un lado deseaba que me la dieran rápido, y por otro lado
deseaba salir corriendo.
(Carmen) -. Es verdad… Yo no he
vivido eso nunca, pero me parece que en breve lo voy a saber estando tú en la
casa… Porque te quedaras, verdad?
(Soraya) -. No sé qué decirte…
Me ha dolido mucho, no esperaba que pudiera doler tanto, nunca había recibido
una azotaina. Y ahora mismo no sé qué pensar… y he pasado mucha vergüenza…
cuando me han regañado en la habitación, y luego en el despacho, o haciendo
esas malditas líneas… tengo la mano destrozada de escribir…
(Carmen) -. Ya! Eso suele pasar,
la mano se te queda hecha polvo. Pero todo en general va unido, cuando me
regañan es cuando más se me… se me mojan… las braguitas, a ti no?
(Soraya) -. Bueno… Visto de ese
modo, quizás si está bien, a mí también se me han… eso…
(Carmen) -. A mí cuando me
sorprenden haciendo algo mal y me mandan al despacho, esa angustia de tener que
ir al despacho, es genial… y la vergüenza al ser regañada, eso en ese momento
no lo piensas, solo sientes miedo y angustia, pero luego recordarlo todo,
cuando estoy sola es genial acabo ya sabes… tocándome… hasta llegar a lo mejor…,
y aunque ahora me duele el culo una barbaridad, me encanta la sensación de
pesadez, parece que el culo me pesa mucho más, así como el llevarlo calentito y
la sensación es genial, la de llevar el culo dolorido, a ti no te lo parece?
(Soraya) -. Diciéndolo de esa
manera, es posible, sí. Creo que tienes
razón, igual es que tengo mucho que aprender todavía sobre lo que siento y lo
que me gusta…
La Sra. Stuart se
había detenido ante una puerta, había estado escuchando a las chicas hablar…
(Sra. Stuart) -. Ya habéis
acabado? Tenéis mucha suerte que no os hayan visto o oído hablar entre
vosotras… Venga, tú Carmen entra a tu
cuarto… y tú, sinvergüenza!!! Sígueme…
En silencio Soraya siguió a la “Ama de
Llaves” hasta llegar a su habitación…
Soraya entro en su habitación
lentamente, escucho como tras ella se cerraba la puerta. Miro alrededor de ella
viendo como seguía la habitación, aún estaba todo tirado por el suelo. Hecho una mirada hacia la cama, en frente la cómoda, a la derecha el
armario, a la izquierda la ventana, bajo la cual había una silla acolchada, a
un metro había un tocador con un espejo en la pared. Todo debería de haber
estado ordenado como correspondería, en la habitación de una chica de veintidós
años. En cambio, la cama estaba desecha con la colcha cubre cama cayendo al
suelo, en la cómoda deberían de haber unos cajones cerrados, pero estaban a
medio abrir o abiertos, la ropa que debería estar ordenada en ellos, estaba
colgando de ellos o revuelta, las bragas que estaban bien ordenadas, estaban
tiradas por el suelo, el armario que debería tener sus puertas cerradas y la
ropa de su interior colgada ordenada, se encontraban las puertas abiertas, una
de ellas colgaba solo de una bisagra permaneciendo alicaída, se aguantaba de
puro milagro, la ropa en vez de estar colgadas en las perchas, estaban caídas
en el suelo, únicamente tres prendas de vestir permanecían en su lugar
colgadas. La silla que debería estar bajo la ventana, estaba tumbada
lateralmente en el suelo y el asiento acolchado, estaba hecha jirones. En el tocador que deberían
haber frascos de perfume, colonia, y un joyero, no había nada, todo estaba
tirado en tierra roto o desecho, el espejo rajado de arriba abajo. Las
almohadas que deberían estar sobre la cabecera de la cama, estaban solo las
fundas vacías por el suelo tiradas, añadiendo que todas las plumas de su
interior, estaban por todas partes esparcidas por el suelo, encima de la
cómoda, en el tocador, dentro del armario, sobre la cama… Una pocilga era lo
que parecía…
Se le hundió el mundo encima de ella al
ver el estropicio, se fue desabotonando lentamente la blusa, se la quitó dejándola sobre la cama,
quedándose solamente en sujetador blanco, desabrocho el botón del lateral de su
falda, bajo la cremallera, al quedar suelta la falda tableada cayo a sus pies
formando una corona, saco un pie y luego el otro, se agacho a recogerla del
suelo, fue un auto reflejo sin pararse a pensar en ese instante en su trasero,
pero al arquear su espalda y tensarse sus nalgas, sintió una terrible punzada
en el culo, lo que hizo recordar la azotaina que acababa de recibir antes de la
cena, así como las horas que había permanecido sentad, fue como si miles de
avispas se hubieran concentrado bajo sus braguitas, lo peor fue el elástico de
sus perneras, pues este, le pellizco el culo como si se hubiera sentado sobre
cangrejos y le hubieran pillado con sus pinzas, se llevó sus dos manos a su
trasero masajeándose con fricción. Recogió la falda del suelo, pero lo que aun
fue mucho más horrible fue tratar de levantarse, tuvo que agarrarse a la cama
para así ayudarse a levantarse. Doblo la falda en dos mitades poniéndola sobre
la cama junto con la blusa, y se llevó las dos manos al trasero sobándoselo
arriba y abajo sobre sus bragas… “Auuu
como duele!”, en una de las puertas del armario en la parte interior vio
una luna de espejo de cuerpo entero, y se acercó para verse, poniéndose de
espaldas al espejo, se miró el culo, entre girando la cintura ladeando su
cuerpo hacia atrás, viendo que tenía las
nalgas muy rojas asomando por el ribete de perneras de las braguitas,
introduciendo los dedos pulgar por el interior de la cintura de sus braguitas
se las bajó para vérselo bien, sintiendo
un gran alivio al liberar la presión que ejercían el algodón del tejido de la
prenda, así como del elástico de las perneras bajas, mortificándole el culo,
vio que se le habían quedado las marcas profundas en donde le hacia presión el
elástico, sonriendo amargamente, pues daba la impresión que aun las llevara
puestas, se pasó las yemas de los dedos por la marca dejada por el elástico, se
le había marcado incluso el ribete de puntilla del elástico de las perneras de
sus bragas en la piel. Con las bragas bajadas vio que la parte colorada que
ella veía, era la que sobresalía de las perneras bajas que cubrían su trasero,
ahora en cambio, veía gratamente sorprendida que tenía el culo de un color
granate oscuro, casi morado que le dolía solo con vérselo, pero al no ejercer
presión sus bragas le dolía algo menos su trasero, por lo que prefirió
dejárselas bajadas. Rondando por la habitación de un lado a otro, buscaba su
maleta donde llevaba su ropa. Busco entre las plumas de las almohadas apareciendo
su maleta, estaba en uno de los rincones cubierta de plumas, levantándola sin
esfuerzo por el tamaño, pues solo llevaba unas mudas, la llevo hacia la cama donde la puso sobre la
ella, abriéndola extrayendo un pijama rosa con dibujos de amapolas. Cogió el
pantalón del pijama, se lo iba a poner cuando el roce de sus braguitas entre
sus muslos, sintió la humedad de estas, mirándose el fondillo de estás… “UUUFFF que mojadas están”… debía
cambiarse de braguitas. Se las bajo a
las rodillas y agito estás para que las braguitas se deslizaran por sus
pantorrillas sin tener que agacharse a quitárselas, luego sacando un pie de
ellas y sacudiendo el otro, estas quedaron en el suelo tiradas echas un ovillo.
De su maleta extrajo unas bragas limpias, se las iba a poner cuando recordó las
bragas que se acababa de quitar eran de la casa, no sabría explicar el porqué,
pero le gustaba sentir en su piel aquellas prendas diferentes a las habituales
que solía usar y que habían varias de ellas bien ordenadas en el cajón de la cómoda.
Pasando por delante de la cama, fue hacia la cómoda. Abrió el cajón donde había
visto hacia unas horas aquellas bragas bien ordenadas, en cambio ahora se
encontraban todas revueltas, a pesar de ello saco una de aquellas braguitas de
algodón, unas bonitas bragas con dibujos de gatitos juguetones en posiciones varias, le hizo gracia de los
simpáticos que eran aquellos dibujos. Las cogió de un extremo después de
desdoblarlas, pasando el pie izquierdo por la pernera sin tener que agacharse,
luego levanto su pie derecho, aunque al hacerlo teniendo que flexionar la
pierna la nalga se le tenso la piel y volvieron aparecer las avispas en su
dolorido trasero, aunque empezaba a gustarle esa sensación, se las subió
lentamente aunque tuvo necesidad de coger aire para pasar la cintura de las
bragas por su trasero al subírselas, ajustárselas a su cintura fue complicado,
pensó en bajárselas de nuevo, pues… estaba mucho más cómoda teniéndolas
bajadas, pero no tardaría en aparecer la señora para acostarla. Se pasó por el
espejo de nuevo, se miró como le quedaban las braguitas, sonrió, se veía así misma
extraña, con aquellas bragas de talle alto por debajo del ombligo, y por atrás
le subían más arriba de la cintura, en su culo, la pernera baja dejaba cubierto
su culito, estas eran más cumpliditas que las que se había cambiado, apenas se
le veía la rojez de sus nalgas. ... “Si
me vieran así mis amigas, que vergüenza”…
En la habitación de Carmen, está, ya se
encontraba con el pijama puesto, al contrario que Soraya, Carmen no estaba nada
tranquila, pues sabía que iba a suceder cuando apareciera la señora. Por ello
deambulaba por la habitación de un lado a otro, nerviosa, temerosa y
angustiada. Se acariciaba el trasero por encima del pantalón de su pijama, al
contrario que el de Soraya, su pijama era de color azul claro, sin ningún
dibujo.
Carmen escucho unos pasos que se detenían
junto a su puerta, su corazón empezó a latir más rápido en su pecho… Vio
aterrada como giraba el pomo de la puerta, y como la Sra. Abba entraba con un
rostro alegre y sosegado, nada comparable al que tenía horas antes en el salón.
(Sra. Abba) -. Buenas noches!
Preparada para meterte en la cama?
(Carmen) -. Si, se…señora.
(Sra. Abba) -. Has ido al
servicio hacer tus necesidades?
(Carmen) -. Si, señora.
(Sra. Abba) -. Y que te ha
ocurrido, se te ha escapado el pipi, cochina! Has visto como llevas la
entrepierna del pijama!!!
Asustada se miró la entrepierna, no se había
cambiado de bragas y la humedad de estás había traspasado al pijama, que al ser
de color azul resaltaba bastante la humedad.
(Carmen) -. No es pis, señora…
(Sra. Abba) -. Pensabas meterte
en la cama llevando las braguitas en ese estado, tráeme unas bragas limpias,
rápido! Ya te cambio yo misma de bragas, trae también unas toallitas para
secarte esa rajita traviesa tuya…
Carmen muerta de la vergüenza con sus
mejillas encendidas, fue hacia la cómoda sacando unas bragas limpias, encima de
la cómoda había una caja de clínex la cogió, volviendo hacia el borde de la
cama donde se había sentado la señora.
(Sra. Abba) -. No eres un poco
mayor para ser tan descuidada, cochina!!! ..- Le entrego Carmen las
braguitas y la caja de clínex. La señora le bajo el pijama haciéndole a Carmen
levantar el pie derecho e izquierdo para sacárselo, está hizo unas muecas
claras de dolor al flexionar sus piernas, llevándose las manos al trasero,
aunque las retiro enseguida, al ver el gesto de desaprobación de la señora.
Luego le bajo las bragas de un tirón brusco, a la altura de las rodillas, miro
a Carmen. Está se percato al instante de que esperaba la señora, y con claros
gestos y muecas de dolor en su trasero, levanto el pie derecho hasta sacarlo de
la pernera, y luego lo propio con el derecho, una vez se las hubo quitado, la
señora lanzo las bragas al suelo, como a medio metro de distancia. -. Recógelas, y llévalas al cubo de la ropa
sucia!!!.- Al hacerlo tuvo que girarse dándole la espalda a la señora e
inclinándose a recogerlas, sintió una fuerte palmada en su culo desnudo, lo que
la hizo estar a punto de perder el equilibrio y caer al suelo, recogiendo sus
bragas, las llevo al rincón meneando el culo tratando de mitigar el ardor del
azote que le acababa de dar, en el rincón estaba el cubo de mimbre blanco con
tapa, metiéndolas dentro, volvió hacia la señora. Una vez ante ella, puso sus
manos a la altura de su sexo cubriéndoselo, pero estas fueron retiradas
inmediatamente por la señora. -. Veamos
como tienes la entrepierna cochina! Que esto no vuelva a suceder o te las
pondré las bragas en la boca la próxima vez! Mira cómo has puesto mis dedos,
marrana!!! .- Había una sonrisa en el rostro de la señora, cogiendo varios
clínex, se secó los dedos. Cogiendo de nuevo otros clínex, se los paso a Carmen
por el sexo secándoselo, teniendo que repetir la acción unas veces más, pues
era mucha la humedad, pues a pesar de la vergüenza de Carmen, su sexo seguía
destilando fluidos. -. Que cochina estas
echa!!! No vas a parar de humedecerte? Menos mal, ya estas sequita, pongamos
esas bragas! Huumm bonitas braguitas, de margaritas… venga, desvergonzada pasa
los pies…
La señora abrió las
bragas por la cinturilla poniéndolas a la altura de las rodillas de Carmen, por
lo que esta, tuvo que levantar el pie derecho flexionando su rodilla, con el
dolor del trasero que representaba ese esfuerzo, que se evidencio con las
muecas de dolor en el rostro de Carmen, de los cuales la señora no perdía
detalle alguno, al hacer lo propio con el pie izquierdo, perdió el equilibrio
teniendo que apoyarse en el hombro de la señora con su mano derecha, Carmen
temió que la regañara, pero no hizo tal cosa. Se limitó a subirle las bragas
ajustándoselas a su cintura, eran de cintura de talle alto y pernera alta, con
la cual parte de sus rojas nalgas quedaban a la vista. Luego le puso el pijama
azul, en el cual casi se había secado la humedad de la entrepierna. Una vez el
pijama ajustado a su cintura…
(Sra. Abba) -. Bien! Es la hora
de acostarte pequeña! Ya sabes qué significa esto, verdad? .- Tal y como
decía estas últimas palabras la tumbo sobre su pierna izquierda, y asiendo la
cintura del pijama se lo bajo a medio muslo, pronto sus bragas de margaritas
dejaron al descubierto el trasero de Carmen. -. Bien conoces las consecuencias de lo que habéis hecho hoy…
La mano de la Sra. Abba empezó dándole una
sonora azotaina con azotes muy seguidos, sus efectos no se hicieron esperar,
pues el trasero de Carmen muy adolorido apenas sintió el contacto de diez
azotes seguidos, sus ojos comenzaron a emanar sus lágrimas, aunque la azotaina
en sí misma no era muy severa, la señora apenas se empleaba a fondo, no la
azotaba con todas sus fuerzas, sabía perfectamente que no era necesario, el
culito de Carmen estaba muy adolorido, por lo que tanto si le hubiera dado
fuerte o tal como estaba haciéndolo, el dolor era más que suficiente para la
muchacha. Aunque si se estaba empleando en darle una buena azotaina. Carmen
apenas pataleaba, no podría tampoco si lo hubiera pretendido, al estar
recibiendo la azotaina sobre una de las piernas de la señora, la pierna derecha
le mantenía las piernas trabadas, ya que le había pasado su pierna por encima
de las de Carmen, Carmen solamente podía con sus manos aferrarse con fuerza a
la colcha cubre cama. Durante veinte minutos fueron los que duro la azotaina de
mantenimiento a Carmen, la señora cuando le dio el último azote, le subió las
braguitas y el pijama. Retiro la pierna que había mantenido sujeta las de
Carmen, asiéndola de los hombros la levanto de su regazo, y sin más, retiro la
colcha y sabanas de la cama, obligando a Carmen a meterse en ella boca arriba,
la tapo con las sabanas hasta el cuello, Carmen seguía sollozando sin parar, el
culo le dolía horrores, no tanto por la azotaina que acabara de recibir, más
bien era el cumulo de todas las azotainas que había recibido en las ultimas
horas por lo que el culo le dolía… Carmen aun estando la señora arropándola, se
giró sobre sí misma para colocarse boca abajo en la cama.
(Sra. Abba) -. Hasta mañana
pequeña, procura descansar. Mañana volveré a darte los buenos días…
Soraya estaba
intrigada, le había parecido escuchar alguien llorar. Estaba pensando en que
podía haber sido, cuando la puerta se abrió apareciendo la Sra. Abba. Se había
quedado blanca como la nieve al verla, estaba junto a la cama.
(Sra. Abba) -. Buenas noches.
Parece que hubieras visto a un fantasma! Aunque viendo como habéis dejado la
habitación, es para ver fantasmas. .- Cerrando la puerta a su paso, se
paseó por la habitación mirándolo todo, volviendo sobre sus pasos ando hasta el
lado de la cama que se encontraba Soraya, tomando asiento en la cama. Con
cariño cogió de la mano de ella y atrayéndola hacia sí misma, la apoyo por el
trasero a su muslo quedando cara a cara.-.
Ahora me vas a contar a que venía este numerito de destrozar la habitación de
este modo? Cuando nos conocimos por primera vez, no me diste la impresión de
ser una chica complicada, parecías inocente, una dulce muchacha que no iba a
dar problemas, al menos, no este tipo de problemas y el primer día! En que estabas pensando, me lo vas a contar
o te lo voy a tener que sacar por las malas!!! A mi marido le habéis convencido
con no dar una explicación plausible, pero yo voy a ser tu mamá, y vas aprender
que no soy una mamá que me quede satisfecha con lisonjas, quiero la verdad, y
la quiero ahora mismo!!!
La señora Abba la miraba a los ojos
fijamente, Soraya no podía mantener la mirada fija, acabando por mirar al suelo,
tenía sus manos sudorosas, había algo en aquella mujer que la ponía nerviosa,
su mirada altiva hacia que se
estremeciera temblándole todo su cuerpo. Soraya sintió como le daban la vuelta
a su cuerpo, en breve se vio tumbada boca abajo sobre las rodillas, pudo sentir
como una brisa fría enfriaba su trasero, a pesar de estar este aún muy
caliente. Las bragas de talle alto y perneras bajas, aun las tenía en su lugar
puestas con aquellos gatitos juguetones, pero sintió la presión que ejercían en
sus muslos el pantalón de sus pijama rosa.
(Sra. Abba) -. Estas decidida a
decirme que ha sucedido? Bien, estoy esperando y mi paciencia pequeña se me
acaba. No piensas decírmelo. Bien!!! Tú te lo has buscado!!!
La mesita de noche estaba a su derecha,
abriendo el tercer cajón introdujo su mano dentro, cuando la extrajo los ojos
de Soraya se abrieron como platos. A través de la espalda de la Sra. Abba vio
como empuñaba un cepillo de madera, solamente lo pudo ver durante unas décimas
de segundo, pero le pareció horrible lo que estaba viendo. Era un cepillo más
grueso que el utilizado por el marido en el salón y con una base de al menos
quince centímetros, con un mango largo de unos treinta centímetros
aproximadamente. Seguidamente sintió los primeros azotes en su culo, aunque
fuera por encima de sus bragas, dolía de lo lindo. Al sentir el primer azote ya
estaba llorando de dolor, su culo estaba muy adolorido, y esta nueva azotaina
le iba a dejar el culo en carne viva, o eso es lo que pensaba Soraya. Sus
caderas se contoneaban removiéndolas como buenamente podía, sus piernas
trataban de patalear, pero le resultaba imposible el hacerlo, sentía su culo
arderle hasta abrasarla, sus manos golpeaban sobre la cama alocadamente y
algunos golpes sin precisión, lo hacían en la espalda de la señora, pero era
tan forzada su posición que apenas lo hacía con fuerza suficiente como para
lograr liberarse. Su trasero estaba en llamas!!! Cuando por un momento la azotaina
que le estaba dando su futura mamá, ceso.
(Sra. Abba) -. Que niña? Has
tenido suficiente? Me vas a contar que ha sucedido, o voy a tener que seguir
calentándote el culo? Aprenderás que con mamá no se juega!!! Será mucho mejor
para ti, que me lo cuentes todo y rápido! No pienso tolerarte este
comportamiento en esta casa, has entendido? Veo que no…
La mano deposito el
cepillo a su derecha, sobre la cama. Luego las manos de mamá se introdujeron
bajo el jersey del pijama buscando la cinturilla de sus bragas de talle alto,
las braguitas de perneras bajas ocultaban como debía estar de colorado el culo
de Soraya, por los ribetes del elástico solo asomaba la base de las nalgas, y
estas, estaban muy coloradas. Una vez que sus manos alcanzaron la cinturilla de
las bragas, se las bajo lentamente descubriendo el culo, este estaba muy
oscurecido casi morado, debía de dolerle de manera que resultaba difícil de
imaginar por su estado.
Las bragas bajadas y unidas al pantalón
del pijama, su trasero le dolía enormemente, pero cabezota de si misma, no
pretendía ceder, al día siguiente abandonaría aquella casa de locos. No pudo
seguir cavilando con su mente, pues de nuevo volvió a sentir que el culo le
ardía de nuevo, la azotaina de mamá se había reanudado con más fuerza si ello
era posible. Durante varios minutos más, estuvo sintiendo como su culo le
quemaba más y más, hasta un momento que ya solo le ardía. Cuando se quiso dar
cuenta, estaba metida en la cama boca abajo, las bragas le apretaban el culo,
el cual le dolía de tal manera que ni moverse podía…
…. En la habitación de Ross Mery esta
aguardaba que apareciera el señor en cualquier momento, el cepillo lo había
dejado sobre la cama, su mente se concentraba en recordar años atrás cuando
ella estudiaba en una academia privada, en la que estaba instruyéndose como Ama
de Llaves. En ella había una férrea disciplina, era extraña la semana que no
acabara sobre las rodillas de la profesora, esta era una mujer muy dada al
castigo físico, las alumnas que tenía la respetaban y temían. Ross Mery, antes
de graduarse recibió su última azotaina por aquella gran mujer, y fue con un
cepillo de madera. Ensimismada estaba cuando la puerta se abrió, entrando la
Sra. Abba y detrás de ella el señor.
(Sr. John) -. Ross Mery. Lo
sucedido en la tarde de hoy es algo inconcebible, y usted lo sabe muy bien, no
puedo evitar lo que he de hacer, me pesa enormemente tener que hacerlo, pero no
puede quedar su falta sin un castigo estricto, las chicas como las culpables
que son, ya han sido castigadas y lo seguirán siendo, como usted con su
experiencia conoce perfectamente que debe ser así. Usted no es culpable de los
actos de unas spankee´s traviesas, pero, hay algo que me ha desconcertado,
cuando la he castigado en mi despacho. He visto que tenía usted las bragas
mojadas, ello no sería de extrañar, pues al igual que nosotros mismos usted
tiene nociones como spanker, por eso la contrate. Mi esposa, aquí presente
estoy más que seguro que debe llevar sus bragas mojadas, sobre todo después de
haber castigado a las dos chicas hace breves instantes. Pero lo que me ha
desconcertado de usted! Es que no se hubiera cambiado de bragas, y en estas
había restos claros que recientemente se había masturbado, por lo que deduzco
que usted había dejado de atender a sus labores, por masturbarse en la
intimidad de su habitación, en vez de atender sus tareas lógicas con su
trabajo… Estoy en un error y por lo tanto estoy equivocado? De estar equivocado, saldré de su habitación
y no usare ese cepillo, si estoy en lo cierto, quítese la falda y bájese las
bragas, y se pone sobre mis rodillas para aplicarle el cepillo…
Ross Mery sentía como le
ardían sus mejillas, tenía la mirada cabizbaja pues no se atrevía a mirar a los
señores. Se sentía avergonzada de sí misma, el señor tenía razón, debía haberse
cambiado de bragas y estas no la habrían delatado, pero al escuchar como
aporreaban su puerta la cogió desprevenida en un acto poco profesional, como
podía ella saber lo que habían organizado las chicas, y que ella se vería
involucrada sin saberlo. Hubiera podido negarse y decir que no era cierto lo
que el señor atestiguaba de ella. Habría bastado con decir un “No” rotundo. Pero los señores eran
spankers expertos, sabrían que les estaría engañando y eso, sería un error aún
más grave si es que tal cosa pudiera ser posible. Los señores no habrían vuelto
a confiar en ella, y la función de una “Ama de llaves” era ser la mano derecha
de los señores y tener su confianza depositada en ella. Sabía que se iba a
arrepentir de su decisión, pero no había otra solución posible para salir
airosa y sin mancha en su expediente.
Cerrando los ojos, llevo sus manos al
lateral derecho de su falda, desabrochando el botón, luego de abrirse el ojal,
había un corchete que también libero, solamente faltaba bajar la cremallera y
su falda caería a sus pies. Sin levantar la mirada, se agacho habiendo primero extraído
sus pies para poder recoger la falda del suelo, al levantarse vio como el señor
había colocado una silla en el centro de la estancia, y como caminaba pasando
tras de ella hacia la cama, recogiendo el cepillo y volviendo sobre sus pasos
hacia la silla en la que tomo asiento, posando su mano armada con el cepillo
sobre su muslo derecho. Ross Mery, resignada se acercó hacia él, colocándose a
su costado derecho en pie. Sus manos temblorosas las llevo a su cintura, en la
cual introdujo sus dedos pulgares por el interior del elástico en sus caderas,
y procedió a bajarse ella misma las bragas, un hecho que la hizo avergonzarse
de sí misma, al tener que hacerlo ella misma, hubiera sido menos vergonzoso que
la hubiera colocado en su regazo y el señor le hubiera bajado las bragas. El
tener que hacerlo ella estando en pie, dejando claramente a la vista del señor
y de la señora, su sexo rasurado. Estaba súper avergonzada de estar en aquella
posición previa a su castigo, en pie, y con la intimidad de cualquier mujer
adulta a la vista, la vergüenza que sentía era inenarrable. Estar desnuda por
completo seria claramente menos vergonzoso, en cambio ahí estaba ella, con las
bragas bajadas y en espera de recibir su castigo. El señor sabía a la
perfección que la estaba mortificando, que estaba siendo muy cruel con ella,
haciéndola esperar varios minutos en aquella vergonzosa postura. Ella había
aprendido en la academia, la posición que debía adoptar si iba a ser castigada,
tenía que tener las piernas levemente separadas, de tal manera que su sexo
fuera completamente visible, así, como sus muslos ligeramente separados al
igual que las rodillas, manteniéndose rectas.
La razón de ello era muy simple, para su mayor vergüenza debía
permanecer ante la persona que la iba a castigar, mostrándose de manera total,
en esa postura. No únicamente quedaba expuesto su sexo, si no, también sus
bragas quedaban expuestas, así como el fondillo de estas quedaba bien visible
completamente en posición extendido, por lo tanto, de tenerlas húmedas estaban
a plena visión de quien observase, sin tener que tocar dicha prenda íntima. Y
las bragas de Ross Mery, estaban completamente mojadas siendo muy visible su
humedad, si esto no fuera suficiente motivo para sentir vergüenza, lo peor era
que su sexo rasurado, desnudo, expuesto… tenía unas gotas que iban deslizándose
y gota a gota caía sobre el fondillo de sus bragas.
Habían pasado cinco largos, eternos,
inacabables minutos siendo vergonzosamente expuesta. Pero aún no había acabado
el señor de hacerla pasar unos momentos interminables para ella, aún tenía
guardada una baza en su manga y tenía la intención de usarla.
(Sr. John) -. Bien, bien, bien…
Bueno señora Ross Mery. Que tenemos aquí? Ha visto como tiene el sexo de
mojado? No le da vergüenza a toda una señora mostrarse de manera tan impúdica
ante su señor? Podemos ver claramente, como gotea gota a gota empapando sus
bragas de algodón con esas rosas enormes estampadas, no son las bragas que
llevaría una señora, si no, las braguitas que llevaría una spankee, y usted lo
sabe muy bien, verdad?.- Los comentarios del señor hacían que Ross Mery
cerrara sus ojos apretándolos con fuerza, dada la vergüenza que estaba pasando -. No es necesario que responda, su
entrepierna responde por usted. Has visto Abba? Quien nos iba a decir que
nuestra estimada Ama de Llaves ocultaba una faceta que desconocíamos en ella,
verdad que es una sorpresa agradable. A partir de este momento, en esta casa,
su autoridad seguirá como hasta ahora, como es natural, seguirá teniendo a la
doncella bajo su tutela, siempre consultando con mi esposa o conmigo mismo
antes de aplicar un correctivo, de ser posible. Solamente cuando no estemos
presentes o por estar de viaje, podrá decidir usted misma, dándonos al llegar
las novedades de la casa, así como correctivos aplicados a la doncella, a
nuestra futura hija adoptiva, solamente nosotros podremos castigarla. Por todas
estas facetas, siempre seremos informados en privado, la doncella no debe tener
conocimiento de que en esta casa es una spankee, mas. Ahora hace el honor de
tumbarse sobre mi regazo usted misma, ahora!!! Ya!!!
Ross Mery avergonzada
desde la cabeza a los pies, ahora debía colocarse ella misma sobre las
rodillas, que podía pasarle más… No tenía opción posible, así que resignada se
inclinó apoyando sus manos en la pierna izquierda del señor, bajando su cuerpo
lentamente apoyo su cuerpo sobre las rodillas, entonces retiro sus manos y las
estiro posándolas en el suelo, al tiempo que posaba su cuerpo al levantar sus
pies, de tal forma que su cuerpo ya reposaba sobre sus muslos, lista y
preparada para recibir una azotaina en su desnudo trasero, el cual aún eran
visibles las marcas de la vara. Sintió en ese instante varias palmadas en su
costado derecho, sabía que significaban y llevo su brazo derecho entregando su
mano al señor, no tardo en sujetarle la muñeca doblándosela con suavidad sobre su
espalda, ya estaba lista y preparada para ser castigada. Y así fue como el
cepillo empezó a caer con fuerza sobre su trasero, sentía como el señor iba
repartiendo los azotes con fuerza sobre todo su trasero, pronto tenía el culo
colorado, sintiendo como los azotes iban en aumento, cada vez eran más rápidos
los azotes que caían implacables sobre su culo desnudo. Ross Mery era una mujer
fuerte, y aguantaba bien la azotaina que estaba recibiendo, de mano del señor.
Aunque el ardor de su trasero comenzaba a serle molesto, ya que aunque era una
mujer, no era de piedra, y los azotes comenzaban a causarle un ardor cada vez
más intenso, haciéndola remover sus caderas, llegando poco a poco a caldearle
el trasero más y más, sus piernas ya no las controlaba y empezaban a menearse
en el aire levemente. Había perdido la cuenta de los azotes que podía haber
recibido en el culo, pero el ardor si era muy molesto para ella, algo que
resultaba más que apreciable por la manera que sus piernas pataleaban en el
aire, sus piernas se abrían y cerraban dejando claramente su intimidad a las
miradas. Las nalgas más que rojas iban tornándose de un tono más oscuro, su
brazo izquierdo libre de sujeción se aferraba a la pata de la silla, su brazo
derecho bien sujeto solamente podía forcejear por liberarse, algo que no
sucedió. Sus ojos abiertos por el dolor que le producía cada nuevo azote del
cepillo, así como sus pupilas brillaban por las lágrimas que estaban a punto de
salir de ellas, a punto estaba de llorar del dolor en su trasero, puede que
llevara unos treinta minutos recibiendo aquella interminable azotaina, cuando
un sonido hueco se escuchó “Clac” al caer al suelo, era el cepillo, se había
partido por el mango, en ese instante dejo de recibir azotes con el cepillo.
Creyó que así acababa su castigo, pero estaba equivocada, la azotaina se
prolongó varios minutos más, pero ahora era la mano desnuda del señor quien le
azotaba el culo con ella, los azotes aunque fueran con la mano, resultaban muy
dolorosos siendo estos más rápidos y certeros, siguiendo hacer arder su trasero
como un volcán en erupción. En un momento dado, dejo de sentir que aquel
intenso ardor en su culo desnudo. El señor se había detenido por cansancio o
por estimar que había sido suficiente correctivo. Sintiendo una palmada en su
espalda, fue la señal para levantarse de las rodillas. Así lo hizo con lentitud
hasta ponerse en pie, sus manos se las llevó al culo ardiente acariciándoselo
con fricción, mientras el señor daba por acabada su azotaina…
(Sr. John) -. Bien Ross Mery,
buenas noches. Procura descansar, mañana vendré a darte los buenos días, con un
cepillo más adecuado para usted, este está claro que ha resultado ser demasiado
liviano… Hasta mañana!
Esta muy bueno el relato hojala sigas pronto actualizando.
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