ESCUELA DE
DISCIPLINA Capitulo 1
Llegue a Londres hacia el mediodía a la
hora del almuerzo, después de dejar las maletas en Tyler Forrest, la vivienda que había sido la
residencia de mis padres, en sus últimos años cercana a la ciudad Londres, me
dirigí hacia el centro de la ciudad, pues tenía cita con los abogados de la
familia. Mi nombre es Sir John Tyler de
cuarenta y cuatro años, dedicándome a la pintura clásica, siendo algo que
siempre había disgustado a mi familia, perdiendo el contacto desde hacía unos
veinte años, cuando me fui de la residencia con la amenaza de desheredarme si
cruzaba aquella puerta, por lo tanto durante años no había tenido contacto
alguno con mis padres, por lo que me extrañaba que los abogados me citaran en
su buffet. Por lo visto estaba citado
para la lectura del testamento de mis padres, fallecidos en un accidente aéreo,
hacia tan solo unos dos meses, pero que ni tan siquiera me fue notificado su
fallecimiento, al parecer por que no habían podido localizarme, pero el buffet
de abogados había contratado a un investigador privado, al cual le costó cuatro
meses dar con mi paradero.
Una vez en el despacho de los abogados,
después de presentar documentos acreditativos de mi persona, hicieron la
lectura del testamento. Leyendo en
primer lugar la fecha de expedición del documento, con fecha de hacia
veinticinco años atrás, cinco antes de que yo abandonara la residencia, y a mis
padres. Por cual deduje que no debían de haber cambiado el testamento, mis
padres aun eran jóvenes con apenas los sesenta y cinco años, por lo que no
debieron actualizar sus últimas voluntades, con lo cual habría sido desheredado
tal y como me habían amenazado con hacer, y que no tenía duda alguna que lo
hubieran hecho, pues mi padre era un hombre de honor y orgulloso, habiendo
cumplido su amenaza.
Tras la lectura me quede impresionado, pues
lo heredaba todo lo que representaba su fortuna, la cual era muy considerable.
Comenzando por la enorme residencia, con cerca de cien habitaciones entre sus
tres plantas, como las cuadras con cerca de doscientos caballos, entre
sementales y yeguas. Con una gran extensión de tierras, con lo cual la finca se
encontraba alejada de la población más cercana.
Desde que abandone a mis padres, mi vida generalmente era de ocio y
placer, mi título de Sir me aportaba una cantidad respetable, para vivir
holgadamente, titulo heredado de mi abuelo por lo que mis padres no me lo
pudieron retirar, aunque conocía que lo habían intentado para no pasarme esa
pensión cada mes, pero a pesar de mis desmanes por mis tendencias más oscuras,
sabia comportarme para no hacer escándalos, pasando desapercibido para
periodistas o revistas del corazón.
Desplazándome hasta la finca Robert Tyler
nombre que se le dio en memoria de mi bisabuelo y fundador, para verla de nuevo tras veinte años de
ausencia, fue unos cuarenta y cinco minutos de trayecto desde la residencia de
mis padres, la encontré algo cambiada a como la recordaba. Tal y como los abogados me habían comunicado,
me encontraría en la finca con los administradores que la habían dirigido esos
meses, informándome de los gastos que había habido, como también los cuantiosos
beneficios en solo seis meses. El
administrador Peter Lawton como socio principal de su empresa, me recibió muy
amablemente, presentándome a su compañera.
(Peter Lawton) -. Buenas tardes
Sir John Tyler, le presento a mi compañera y becaria la Srta. Penélope Riggs,
ella personalmente se ha encargado de llevar su finca durante este tiempo, con
muy buenos ingresos de los cuales espero que quede complacido.
Era un joven muy atractiva con un hermoso
cabello negro que caía sobre sus hombros, vistiendo un traje de ejecutiva,
blusa blanca, falda negra ajustada lisa por encima de las rodillas, y una
chaquetilla negra abrochada, que le daba una aire de mujer altiva y segura de
si misma, con unos zapatos con tacón de aguja a juego con su vestimenta. No
dudo que el señor Lawton se percató de mi interés por la joven, pues mis ojos solo la miraban a ella,
sobre todo cuando nos sentamos, y ella cruzo sus largas piernas de manera
elegante. Siendo mi mirada descarada inclusive, ella asintió con un ligero
movimiento de cabeza y sonriéndome, pues saltaba a la vista mi interés por ella,
continuando hablando el señor Lawton…
(Peter Lawton) -. Como deben de
haberle comunicado sus abogados, sus padres que en paz descansen, le dejaron no
solamente esta finca que por sí sola, aporta una suculenta suma de beneficios,
así como otras fincas de los alrededores, como en las poblaciones cercanas
tiene casas, viviendas y locales en alquiler tanto comerciales y oficinas,
solamente con estos bienes ya suman unos seis millones de libras, además de su
banco en el cual tiene a su disposición la suma de cien millones de libras.
Aparte de otros bienes como acciones de varias empresas, como acciones del
banco del cual su familia eran los beneficiarios, siendo su padre presidente
del mismo. En esta hermosa residencia de
tres plantas, con cerca de cien habitaciones así como otras dependencias,
rodeada de bosques y un parque para ocio, con dos lagos naturales, como
senderos ajardinados, en ella su padre regentaba una especie de fundación, que
tras su desgraciado accidente, hubo que suspender esa actividad. Mi becaria muy amablemente le pondrá en
antecedentes, cuando usted disponga de tiempo para escucharla, ella le atenderá
muy gustosamente, teniendo en cuenta que usted goza de nuestra entera
discreción, ya que la agencia de detectives privados que contratamos, al igual
que lo hiciera su buffet, por lo que tenemos información privilegiada de usted,
aquí le entrego unos documentos de fidelidad, en los cuales firmamos, que toda
la información obtenida jamás saldrá de esta reunión. Bueno yo me voy a retirar, dejándole en
buenas manos, la Srta. Riggs puede acabar de informarle de todo lo necesario.
Se puso en pie estrechándole la mano, la Srta.
Riggs también se levantó saliendo todos juntos del despacho que hubiera sido de
mi padre, el señor Peter Lawton ya se retiraba saliendo de la residencia, pero
la Srta. Riggs me detuvo en el pasillo deteniéndose hablar conmigo.
(Srta. Riggs) -. Sir John! Le
parecería a usted bien que nos viéramos esta tarde? Ahora estaré ocupada
durante el resto del día, pero a eso de las siete podríamos quedar en mi casa,
para poder sugerir ideas de los planes que he pensado, que estoy segura que le
serán de mucha utilidad, así como los documentos que debe firmar, para hacer
oficial la entrega de sus bienes a usted.
Hablamos unos minutos confirmándole que
aceptaba su invitación, la cual me sonrió satisfecha, así que entregándome una
nota con su dirección, nos despedimos estrechando la mano. Ella según se dirigía hacia la salida, me
quede boquiabierto observando sus andares, y como sus glúteos se agitaban tras
el contoneo de sus caderas, y que los tacones de aguja de sus zapatos, la
hacían más apetitoso aquel redondo trasero, marcado en su ajustada falda. Al perderla de vista, volví hacia el despacho
sentándome tras la mesa. Las veces que había entrado en aquel despacho,
recordaba a mi padre sentado en su sillón, en el cual ahora estaba yo sentado
en él. La verdad es que conocía que mi
familia tenía muchos bienes, así como que disponían de una fortuna
considerable. En mi adolescencia nunca me pregunte a cuánto ascendería su
fortuna, pues en esa época uno piensa más en chicas y fiestas donde pasárselo
bien, también el crecer en una familia adinerada, no me hacía tener esa
preocupación por el dinero o la economía, así como por tener de herencia el título
de Sir, eso me garantizaba la vida holgada. Por lo tanto jamás me detuve a
pensar en el dinero, como algo necesario o imprescindible para vivir, además el
hecho de tener mi título de Sir, abría todas las puertas, en embajadas o
fiestas de la nobleza, por lo cual siempre estaba rodeado de rostros de
ensueños de mujeres muy atractivas.
Encontrándome ahora en una situación, que no imaginaba que tendría que
hacer para vivir, a partir de ese momento, así como debería hacer para invertir
dinero, o qué diablos debía hacer con semejante fortuna.
Pase el resto de la tarde revisando los
documentos que me habían proporcionado, la verdad ver tantos números y cifras,
así como supervisar documentos de las fincas y demás me estaba desbordando, no
es que desconfiase de la empresa que había gestionado la administración, pero
de ser un hombre que disfrutaba de la vida, que hacia siempre lo que me
apetecía, y cuando disponía de tiempo para mi
sosiego, lo dedicaba a pintar cuadros la verdadera afición desde joven,
no dándoseme nada mal la verdad. Había tenido en varias ocasiones el exponer
mis pinturas en galerías de arte, vendiendo algunos de ellos a un buen precio,
para el tipo de pintura que hacía, por lo que no me podía quejar en ese aspecto.
Ahora me encontraba que como aquel que dice, de la noche a la mañana, me había
convertido en un hombre millonario y que debía gestionar bien el patrimonio de
mis padres y abuelos. Aunque mis padres me tildaban de ser un vividor y que
nunca sería nada en la vida, no era estúpido por lo que acabe mi carrera de
abogado, aunque nunca había ejercido como tal.
Entendía perfectamente los documentos que tenía ante mí, pero claramente
me sentía desbordado decidiendo hacer una auditoria de todos los bienes y no
veía mejor lugar para llevarla a cabo, que el buffet de abogados de la familia,
habían sido primero de mi abuelo y posteriormente de mi padre, por lo tanto
eran claramente los más idóneos. La tarde se me paso sin darme cuenta, al mirar
el reloj vi que si no me apresuraba no llegaba a la cita con la becaria. Así que como no había tenido tiempo de
hacerme con un vehículo, llame a un taxi.
Por fortuna no había mucho tránsito y en
quince minutos acabe llegando puntual a mi cita. Al abrirme la puerta me quede de una
pieza. Pues iba vestida con una falda
tableada de un solo color, azul marino. Con una blusa azul turquesa que
resaltaba su belleza, su cabello lo había recogido en una cola de caballo, que
le daba un aire muy juvenil, resaltando su bello rostro. Abriéndome la puerta
con la misma cálida sonrisa con la que nos habíamos conocido.
(Srta. Riggs) -. Buenas tardes,
Sir. John. Haga usted el honor de entrar y no quedarse ahí fuera, ha refrescado
la tarde.
(Sir. John) -. Buenas tardes! No
me esperaba encontrármela…tan atractiva, le queda muy bien su atuendo.
Lo cierto es que la muchacha que aquella
tarde me hubieran presentado muy atractiva, había dado un cambio radical,
encontrándome algo incómodo al verla tan sugestivamente vestida, teniendo en
cuenta que iba a ser mi asesora, aquel atuendo era más propio de una chica que
va de ligues a una fiesta, que haberse citado con un cliente, por ello me había
quedado sin palabras al verla. Al entrar al recibidor de la casa, me gire hacia
ella mientras cerraba la puerta, viéndola como al girarse el vuelo de la falda
se acampano debido a lo liviana que era, mostrándome la parte baja de unas
braguitas blancas con unos dibujos que no acabe de ver, pues me quede embobado
admirando sus preciosas piernas, las cuales pude vérselas hasta el inicio de
sus nalgas prietas. Sintiéndome aún más incómodo, no me marche por ser un
caballero. Cuando cerró la puerta, al
girarse de nuevo el vuelo de su falda me dejo entrever su ropa íntima, aquello
cada vez me hacía estar más violento, aquella chica no se parecía en nada a la
mujer que había conocido apenas hacia unas horas. Pero en todo momento trate de
ser un caballero, aunque al entrar en la sala de estar, me invito a tomar
asiento en un sillón, ante el una mesa baja con unas carpetas de documentos, y
a mi izquierda había un sofá, sentándose a mi lado sujetándose el vuelo de su
falda, que me dio una imagen de ser recatada, pero al apoyar el trasero en el
sofá, acampano ella misma la falda quedando extendida sobre el asiento,
sentándose en el sofá de cuero marrón posando su trasero sobre sus braguitas,
cruzando sus largas piernas, al hacerlo mostro más de lo debido, las cuales se las pude volver a ver de nuevo,
ahora tan cerca que vi los dibujos de racimos de uvas de fondo granate.
Enseguida comenzamos hablar de mi familia,
estando bien versada en toda mi historia, así como mostrándome los documentos
que debía firmar, gracias a mis estudios pude ver que estaba todo en regla, así
como muy bien clasificado. Al exponerme los documentos a firmar, se tuvo que
echar hacia adelante, descruzando sus piernas ahora al hacerlo me mostro sin
pudor el fondillo de sus braguitas como su entrepierna, estaba al punto de
enfadarme y salir de aquella casa, pues de permanecer en ella no me iba a poder
contener por mucho tiempo más. Mi enfado debía de ser más que claro, pues no
soy persona que oculte cuando estoy enfadado. En ese instante fue cuando ella
empezó a proponerme lo que creía mejor, como inversión a corto plazo,
resultando ser algo que no me hubiera esperado jamás.
(Srta. Riggs) -. Ahora que hemos
terminado con los documentos, y ya más relajados tengo una propuesta que
hacerle. La verdad no esperaba poder
ofrecerle esta propuesta, la cual en este país es algo que no está nada mal
visto, y que puede generar buenos ingresos. El detective que investigo sobre
usted, y le pido disculpas por ser tan directa.
Nos informó que suele pertenecer a clubs privados, estando interesado de
forma muy particular, en ciertos contactos inusuales en Londres. No debe preocuparse usted por estos datos, ya
que usted posee el documento firmado por mi jefe y por mí misma, así como por
el detective privado. Me gustaría sugerirle que en su residencia, sería el
lugar adecuado por lo aislada que esta del mundo exterior, el crear una universidad
exclusiva para señoritas, dichas alumnas serian de edades comprendidas entre la
edad mínima de los dieciocho años a los veintiún años, en donde la disciplina
seria con férrea firmeza, sería un colegio para señoritas de alto standing o
alto nivel social. Estas chicas estarían internas en fines de semana, con un
contrato de tres o cuatro fines de semana, otras estarían un máximo de tres
meses, y ya las más avanzadas podrían estar en régimen de internamiento de un año,
asi como socios de la academia que aportarían grandes sumas económicas, las
chicas recibirían clases de profesores adictos a la disciplina, dándoles clases
sobre temas en lo que las chicas vayan atrasadas en sus estudios, por lo que
ellas además de recibir disciplina, también tendría que asumir sus tasas de
ingreso, por lo cual las chicas para recibir clases bajo una estricta
disciplina, pagarían por ingresar, los socios pagarían una importante suma
económica por estar presentes, sin participar, solo por poder vigilar como las
chicas reciben su disciplina, a los únicos que habría que pagarles un sueldo,
seria a los profesores, que podrían obtener además del placer de impartir
disciplina, también ellas las profesoras, estarían sometidas a la disciplina, por
lo que usted podría obtener además de beneficios, disfrutar de aplicar la
disciplina como director del centro, esto nos permitiría hacer las damas con placeres
afines a los nuestros, aportaran buenos beneficios. Que le parece a usted?
La verdad es que estaba
asombrado. Era cierto que era miembro de varios clubes como socio, donde damas
acudían a recibir disciplina e incluso caballeros que les gustaba recibir
disciplina, pero nunca se me hubiera pasado tener clientes, siempre eran
amistades. La residencia era el lugar
idóneo por la gran cantidad de habitaciones, y salas donde instalar aulas de
estudio para las chicas.
(Sir John) -. La verdad es que conozco el tema desde luego,
no voy a ocultarle un hecho que ya conoce de mi persona, pero no veo que me
puede aportar su colaboración en el negocio, pues yo regento como dice usted
varios clubes privados, como dueño que soy de ellos, y si, tiene usted razón
Srta. Riggs que es un negocio ascendente. Pero yo aportaría la residencia,
además de la financiación, donde estaría usted a su tierna edad de los
veintitrés años, que aportaría usted?
(Srta. Riggs) -. Tengo
conocimiento de causa del negocio, teniendo personas adecuadas para ejercer
como profesoras, así como aportar las chicas que harían falta, como también mi
experiencia, la cual puedo demostrar ahora mismo…
La señorita Penélope Riggs se puso en pie,
al levantarse colocando sus manos en sus caderas, evito que la corta falda se
levantara, se acababa de ofrecer a demostrar su experiencia en ese tema inusual
al cual se había referido, no deseaba mostrarse demasiado impetuosa
posiblemente y bordeando la mesa fue hasta Sir John colocándose a su costado
derecho, manteniéndose en pie colocando sus manos sobre su cabeza entrelazadas,
esperando la reacción de Sir John Tyler.
(Sir John) -. Srta. Penélope Riggs! Me desconcierta usted jovencita! Cuando he
entrado por la puerta, viéndola vestida así, me ha parecido una descortesía por
su parte recibirme como va vestida. La verdad no creo que esta sea la forma más
adecuada, para recibir a un cliente al cual desea ofrecer sus servicios, está
claro que su jefe no debe estar informado de nada de esta cita con usted, pues
al dirigirse a mi esta tarde, lo ha hecho cuando el Sr. Lawton ya se había
retirado. Lo cual me indica que su jefe no tiene idea, de la proposición que me
acaba de hacer! Soy un caballero, y me he tenido que esforzar bastante, para no
levantarme para marcharme de esta casa, debido a su indiscreción al ir vestida
de tal forma, la cual aun sabiendo los datos que me acaba de comentar, entiendo
que su vestuario es parte de su numerito de circo. Srta. Riggs, si de verdad como dice su
detective me investigo, seguramente no la informo debidamente de mi persona,
porque de haberlo hecho, no se habría atrevido a abrirme su casa vestida tan
descaradamente!!! Algo que no estoy
dispuesto a tolerárselo ninguna vez más!!!
Nunca he tenido que castigar a una mujer, de forma estricta por su
comportamiento indebido, cuando lo he hecho, era en mis clubes y de forma consensuada,
y puedo garantizarle joven! Que a pesar
que esas mujeres estaban en el club, para aplicarles un castigo, ninguna de
ellas vestía de forma tan descarada como va usted vestida, nada más entrar por
la puerta, usted desvergonzada ha dejado descaradamente que su falda se le
levantase, me ha mostrado sus bragas en más de una ocasión, algo que resulta
totalmente intolerable, y que no estoy dispuesto a tolerar esa conducta. Por lo que veo lo tenía usted todo planeado,
verdad? Pues Srta. Sepa usted que sí,
que la voy a dar una azotaina, pero no va a ser la azotaina de demostración de
su experiencia lo que va a recibir usted!
Por lo que veo, tenía usted todo calculado, cierto? Y que le diera la
azotaina en este sillón, y luego en los ardores de la situación le hiciera el
amor en el sofá, por lo que puedo ver se piensa que en esos clubes que
frecuento, una vez castigadas las chicas, se acaba teniendo relaciones
sexuales. Srta. Riggs por mi situación
no tengo ese tipo de relaciones, cuando voy con una mujer, no necesito pagar
por ese servicio, por fortuna tengo buenas amistades femeninas para ello, sin
tener la necesidad de pagar por sexo… Y ya basta de palabrería… Al entrar he
visto que tiene un espacioso salón, vaya inmediatamente al salón y espéreme, ahora
me voy a servir una copa de su mueble bar, y enseguida me encargare de su
osadía…
Penélope Riggs obedeció al instante y sin
bajar sus manos de la cabeza, obedeció dirigiéndose hacia el salón entrando en
él y permaneciendo de pie cerca de la mesa. Desde el salón no podía escuchar lo
que estuviera haciendo Sir John, decidiendo que debía arreglarse la falda
bajándosela un poco, pues se la había puesto algo más arriba de su cintura,
para que el vuelo de su falda, al girarse esta se acampanara en el aire levantándosele,
pero había comprobado tras el severo regaño por su apariencia, que se había
excedido, de cubrirle la falda por encima del medio muslo, ahora tras habérsela
bajado poniéndosela debidamente, la falda le cubría justo por encima de las rodillas,
luego sintió que sus bragas las tenía introducidas entre sus nalgas, e
introduciendo las manos bajo la falda, estiro el elástico de las perneras
ajustándoselas debidamente y subiéndoselas mas en su cintura, teniendo para
ello levantarse la falda, tras comprobar pasando las yemas de sus dedos sobre
su trasero, que sus bragas ahora estaban tensas y bien colocadas en su lugar,
se aliso la falda volviendo a colocar sus manos sobre su cabeza, y así espero…
Pasaron varios minutos hasta que al fin
unos pasos firmes, Penélope los escuchaba que se acercaban hacia ella, para
poco después poder ver a Sir John que se colocaba de pie ante ella a unos
escasos dos metros. En ese momento Penélope Riggs pensaba con seriedad que se
había equivocado con Sir John. Mirándola fijamente a los ojos, ella al
corresponder con la mirada, se centró en la persona que tenía ante ella, ya le
había echado una ojeada al reunirse aquella tarde cuando fueron presentados,
pero en esos instantes lo veía de una forma distinta. Era un caballero apuesto
de aproximadamente un metro noventa, con ancha espalda claramente de visitar
frecuentemente un gimnasio, bien trajeado con un traje gris oscuro, camisa azul
claro, pantalones y americana hechos a medida, pues le quedaba francamente perfecto,
teniéndolo ante ella con su rostro claramente serio y sin hacer gesto alguno
que hiciera pensar que no estaba molesto, pues demostraba claramente que si lo
estaba. En ese instante rompió el silencio del salón…
(Sir John) -. Puedo apreciar que ha decidido arreglarse la
falda, ahora Srta. Riggs está usted mucho mejor, veo que ahora, si es la mujer
que me ha encandilado con su belleza, de haberme recibido tal y como está
ahora, no estaríamos en este salón, siendo necesario castigarla a usted con una
azotaina, estaríamos en su sala de estar comprobando su experiencia, y su
aportación al negocio que me ha propuesto, el cual me parece perfecto y que
pienso aceptar su propuesta, aunque me voy asegurar que esta noche cuando se
acueste, piense bien cuál ha sido su comportamiento de ahora, y el cual es
desmesuradamente innecesario…
Ante la mirada de Penélope Riggs, Sir John
se desabrocho su americana, procediendo a quitársela colocándola sobre el
respaldo de una silla, volviendo sobre sus pasos, desabrocho el botón de la
bocamanga de su brazo derecho, pasando a arremangarse la manga de la camisa.
Todo lo hacía con una parsimoniosa ceremonia, así como bordear la mesa para
dirigirse hacia la Srta. Riggs por el otro extremo de la mesa, pasando cerca de
una de las sillas del salón, la cual sujeto por el respaldo levantándola y
llevándola hasta donde estaba la joven colocándola a su lado, tomando asiento
sobre la silla. Sin preámbulos agarro a la muchacha por la cintura, haciéndola
que se le acercase, y con la mano sobre su espalda la acompaño haciéndole
entender que se tendiera sobre sus rodillas boca abajo. La Srta. Riggs bajo sus
manos para apoyarlas sobre el muslo izquierdo de Sir John, y así acomodarse
sobre sus rodillas. Sir John con sus dos manos cogió el dobladillo de su falda,
y estirando la mano derecha hacia el, y con la mano izquierda en dirección
contraria estiro la tableada falda de la muchacha, y luego pasar su mano
derecha sobre el trasero sobre la falda, esta quedo bien alisada a su trasero,
comenzando a darle azotes sobre su falda en el trasero. Penélope estando sobre el regazo de Sir John
con su trasero bien expuesto, sintiendo como caían los azotes sobre su trasero,
mantenía sus piernas flexionadas por sus rodillas que no tocaban el suelo, y si
haciéndolo con la puntera de sus
zapatos, mientras sus manos se aferraban a las patas de la silla. Los azotes
eran fuertes y sonoros retumbando su sonido entre las paredes ante el silencio
del salón, que repiqueteaban en los oídos de la joven, mientras de sus labios
surgían susurrantes unos gemidos a cada azote que recibía.
Sir John a cada azote que le daba en el
trasero con su mano, manteniendo la mano bien estirados sus dedos, al tiempo
que juntos y firmes, la mano tenía la apariencia de ser como una gran pala, por
tener una enorme manaza que a cada azote abarcaba el pequeño trasero, o ello
era lo que debía de pensar la muchacha, pues el trasero comenzaba a arderle de
verdad, repartiendo los azotes por todo su trasero, así como en la base de sus
nalgas. Penélope demostrando su experiencia en recibir azotainas, trataba de no
moverse ni lo mas mínimo, pero la azotaina aunque la estuviera recibiendo sobre
la falda, los azotes picaban de lo lindo, haciéndola gemir más
notablemente. Penélope podía sentir como
su trasero se iba caldeando a cada azote que recibía, lo que le indicaba
claramente que Sir John no era un simple spanker, si no, una persona muy
curtida en el arte de azotar un trasero, pues no solamente le ardía el culo
cada vez más, también empezaban a dolerle de verdad teniendo que apretar sus
manos, a las patas de la silla aferrándose con más fuerza, no por miedo a
caerse del regazo de Sir John, si no, porque la azotaina la estaba caldeando el
trasero de tal forma que apenas era capaz de guardar la compostura.
Penélope no podía ya contar los azotes con
su mente, pues según iban cayendo sobre su trasero los iba contando en
silencio, pero al llegar a los noventa ya perdió la cuenta, por razones obvias,
el culo le abrasaba de tal forma que ya era incapaz de contar o de pensar en
nada más que en concentrarse en aguantar la azotaina. Pero si recordó forzadamente por el intenso
fuego que experimentaba en el culo, que el detective no la había informado
correctamente como Sir John era en realidad, o como era de experimentado en el
arte de azotar el culo a una mujer. Porque ella estaba comprobándolo de
primerísima mano, y vaya mano!!! A esas
alturas empezó a temer el haber provocado a Sir John, pues ya prácticamente era
incapaz de no evitar menear su trasero, y aun no le había levantado la falda,
sabía perfectamente Penélope, que la azotaina acabaría cuando el considerase
que era suficiente castigo, y ello sería una vez le hubiera bajado las bragas,
como haberle propinado una buena tanda sobre su culo desnudo, lo que la hacía
ver su error.
En esa desazón se encontraba la joven,
sintiendo como le dolía el trasero con la azotaina que estaba recibiendo,
siendo incapaz ya abiertamente de mover sus caderas, pues era superior a su
voluntad. Cuando en ese momento la azotaina paro, sintiendo como su falda era
levantada en esos momentos, así como sentir las dos manos sobre su cintura, al
serle acomodada su falda y sujetada en la pretina de su cintura para que no se
le bajase la falda. Al quedar sus bragas
blancas expuestas con dibujos de racimos de uvas con el fondo granate, entre
las perneras de sus braguitas Sir John podía apreciar la rojez intensa que tenía
el culo, aunque solo podía verle la parte baja de las nalgas, que las perneras
de las braguitas no le cubrían. Tras unas suaves caricias sobre su trasero por
encima de sus bragas, caricias que Penélope agradeció enormemente, pues el culo
además del intenso fuego y el dolor de culo que tenía, además sentía unos
horribles picores. Pero no tardo en tener de nuevo esos picores, al sentir aún más claramente, al reanudarse
la azotaina ahora sobre sus bragas.
Ahora la mano de Sir John la notaba más dura, al ser el contacto de su mano
más directa sobre su trasero. Sobre todo cuando le azotaba la base del culo,
azotándole en las perneras de sus braguitas, cayendo la mano parte sobre las
bragas y los dedos quedaban marcados sobre la piel, pues sus bragas no le
protegían ese punto.
Los gemidos de Penélope pasaron a ser
“Ayees” a cada azote que recibía en el culo, trataba de mostrarse impasible al
tener experiencia en recibir azotainas, pero sus “Ayees” eran cada vez más
fuertes. Al no ser capaz de aguantar el terrible ardor que la abrasaba el culo,
la prueba clara era el ver como meneaba el culo de lado a lado de manera ya
descontrolada, sus piernas las cruzaba una contra otra suspendidas en el aire,
pues del dolor en el culo ya era inaguantable para ella, y los azotes fuertes
como pesados no paraban de caer sobre sus bragas, su trasero lo sentía que le
dolía horrores, muestra clara de ello, eras sus “Ayees” que ya parecían ser
gritos de dolor intenso, sus manos las mantenía aferradas con tal fuerza que se
estaba incluso lastimando. En esos instantes de la dura azotaina que estaba
recibiendo, volvió a parar unos instantes. Sintiendo como los dedos de Sir John
hurgaban ahora sobre la cinturilla de sus bragas, y como estas le rozaban sus
doloridas nalgas al bajárselas a las rodillas.
Tras bajarle las bragas el culo lo tenía
de un color rojo intenso brillante, siendo muy tentador para Sir John él no
acariciarle el culo con suaves caricias, durante unos segundos Penélope pudo
llenar varias veces sus pulmones cogiendo aire y suspirando ante las caricias
que agradecía. Pero solamente fueron
unos instantes, ya que Sir John reanudo la azotaina sobre el culo desnudo, el
cual se le veía de un colorado muy intenso, y al continuar la azotaina con la
pesada mano, ya no pudo Penélope aguantar más, comenzando a llorar
desconsoladamente, dado que ahora los azotes caían con todas sus fuerzas, e
hicieron mella con rapidez en el trasero de la joven que ya pataleaba
alocadamente, así como sus manos trataban de aferrarse a algo agitándolas en el
aire como si tratara de cazar moscas a manotazos, durante un tiempo más estuvo
recibiendo la azotaina, el culo le dolía tanto que se removía alocadamente
sobre el regazo, pero Sir John la mantenía firmemente sujeta, cuando decidió
que ya había recibido suficiente castigo la hizo levantar de sus rodillas, y
poniéndose el en pie, la llevo al rincón del salón que no había mueble alguno y
la coloco de cara a la pared, con las manos sobre su cabeza, ni tan siquiera le
permitió el poder sobarse el culo como hubiera ella deseado hacer.
Una vez que Sir John se hubo secado el
sudor de su frente, pues estaba claramente sudoroso del esfuerzo que había
realizado, la chica le había demostrado con creces que era experimentada en
recibir azotainas, aunque jamás ella lo sabría de él. Se tuvo que esforzar al
máximo para hacer que la chica acabase llorando, y así se masajeaba su mano,
pues claramente la tenía apelmazada de la severa azotaina que le acababa de
dar, y que seguro tendría agujetas en la mano al día siguiente.
Sir John una vez relajado fue hacia la sala
de estar, donde estaba el mueble bar preparándose una copa, volviendo de nuevo
al salón y sentarse a tomar su copa contemplando a la joven en el rincón
castigada, así como aun la podía
escuchar como lloraba, aunque ya eran sollozos. Verla en el rincón como
se removía era toda una gozada, pues le debía de picar el culo horrores, además
de tenerlo muy dolorido y abrasándole sus nalgas, por lo que se removía en el
rincón, así como pequeños saltitos tratando como fuese de mitigar el fuego
intenso en su culo, y que no le estaba permitido sobarse. Pasado el tiempo llevando en el rincón casi
una hora de pie en él.
(Sir John) -. Bien Srta. Riggs!
Espero que haya aprendido la lección de hoy, y esto no vuelva a suceder en lo
sucesivo en nuestra relación, si no desea ser castigada de nuevo, siendo mucho
más severo con usted!!! Como puede ver
el detective no la informo debidamente, porque dudo que él tuviera acceso a mi
despacho, en donde yo castigaba a las chicas en el club, así como poder
avisarla que como spanker, soy bastante profesional como ha comprobado. Mañana
a primera hora la espero en mi casa de Tyler Forrest, a las ocho en punto de la
mañana, pobre de su trasero como llegue un solo minuto tarde. Yo voy a marcharme ahora, pero usted
jovencita va a seguir ahí castigada, hasta que su reloj de pared vuelva a dar
la hora a las veintitrés horas, ósea las
once de la noche, mañana le preguntare si ha cumplido mi castigo obedeciéndome,
a pesar que yo me haya marchado. Pero puede estar segura, que si me miente lo
veré en sus ojos, y la azotaina que le
acabo de dar, le parecerá un juego de niños con la que recibiría… Hasta mañana
Srta. Riggs.
Al llegar a Tyler Forrest entre en la
casa, el personal de la casa me habían comunicado mis abogados, que aun
tardarían un día en reincorporarse a su trabajo. Pero que la Sra. Freyre había
dejado mi antigua habitación preparada, ella era una mujer a la cual le tenía
un especial aprecio, pues prácticamente ella me había criado desde bebe,
teniendo un mal genio de mi demonios, era después de mi madre a quien más
respetaba. A pesar de los años siempre la llamaba por teléfono una vez a la
semana y ahora debería rondar los sesenta años, al enterarse de que volvía a la
casa quiso volver a trabajar en ella, pero quedamos que si lo hacía seria como
la señora de la casa, propuesta que rechazo, aunque logre que ocupara el cargo
de “Ama de Llaves” porque de ninguna manera iba a consentir que volviera al
trabajo como doncella.
A la mañana siguiente sobre las siete de la
mañana me desperté, después de ducharme baje a la cocina encontrándome el
desayuno preparado, la Sra. Freyre había venido a las seis de la mañana,
arreglándome mi ropa y al escuchar que me había levantado, me preparo un
desayuno. Al entrar en la cocina al
verla después de casi veinte años, nos abrazamos estando así varios minutos, y
como no podía ser de otra forma en ella, me regaño por todos estos años que no
la había visitado, mientras desayunábamos juntos en la cocina, hablamos de
cosas varias, así de cómo había trascendido el triste fallecimiento de mis
padres, luego mirando el reloj eran casi las ocho de la mañana, de un momento a
otro debía llegar mi asesora personal.
(Sir John) -. Bueno Sra. Freyre
voy a subir al despacho de mi padre, espero que llegue de un momento a otro mi
asesora, de la empresa que ha estado administrando el patrimonio de la familia,
hasta que me localizaron en Australia. Aunque tendrá serias dificultades en
caminar, después de estar en su casa ayer arreglando la documentación.
(Sra. Freyre) -. Tan mal se
comportó la joven para que tenga dificultades en caminar, veo que sigues
teniendo esa afición. Pues más te vale jovencito comportarte, aún tengo fuerza
suficiente para ponerte sobre mis rodillas, y la edad no va a ser un freno para
mí…
(Sir John) -. Veo mami! Que sigues teniendo ese carácter endiablado!
(Sra. Freire) -. Como me vuelvas
a llamar mami! Vas a probar mi zapatilla… sabes bien que nunca me ha gustado
que me llames así…
(Sir John) -. Ojala mi madre se
hubiera ocupado de mi como lo hacías tú!
Pero al marcharte para casarte con tu marido, yo en esta casa no pintaba
nada, quien me retenía en ella era que tú estabas aquí, al marcharte… al tener
mi primera discusión con mi padre me fui de la casa. Sentí mucho cuando me
dijiste lo de tu marido, fue trágico que la enfermedad acabara con él. Bueno voy al despacho, te hace falta dinero o
cualquier cosa, en mi habitación están mis tarjetas de crédito, no dudes en
usarlas si te hace falta…
Me despedí de la Sra. Freyre con un beso
subiendo a la planta baja, entrando en el despacho. Me senté en el sillón a
esperar la llegada de la Srta. Riggs, revisando los cajones de la mesa, al
abrir el primero encontré algo muy interesante el viejo cepillo de madera del
abuelo, tenía malos recuerdos de ese cepillo de cuando era un chiquillo, y mi
abuelo no tenía reparos en usarlo en el trasero de su nieto. Y por lo que
estaba viendo iba a ser utilizado de nuevo, pues ya eran las ocho y cinco
minutos sin haber llegado la Srta.
Riggs. En ese momento… entrando al
despacho sin llamar al tener la puerta abierta.
(Sra. Freyre) -. John esta muchacha pregunta por ti, pero por
la hora que es, creo que llega tarde…
Penélope miro hacia la
Sra. Freyre sorprendida por el trato que tenía con Sir John, pero más le sorprendió
escuchar de sus labios decirle que llegaba tarde a él, tuteándolo algo que la
sorprendió mucho a la joven.
(Sir John) -. Es verdad Rose Mery, esta muchacha llega diez
minutos tarde! Y eso tiene sus
consecuencias. Srta. Riggs le presento a mi Haya, es la mujer que me crio desde
que vine al mundo, a la cual le debo mi educación y mi formación como spanker,
y usted jovencita va poder comprobar lo excelente que es ella como spanker,
Rose Mery me haces ese honor de disciplinar a esta joven por llegar tarde y que
fue especialmente especificado en la noche de ayer que no tenía que llegar
tarde o sufriría las consecuencias…
(Sra. Freire) -. Será un enorme
placer encargarme de ella, John!
Penélope se había vestido para la ocasión,
aunque no esperaba ser castigada de buena mañana, pero por si durante la
jornada se daba esa circunstancia, se había vestido con una blusa blanca, una
falda tableada hasta la rodilla de color negra, y una corta chaquetilla a juego
con la falda, sin medias y zapatos con un tacón de unos cinco centímetros, daba
el aire de una altiva ejecutiva, aunque al escuchar que la iba a castigar
aquella señora, su preocupación aumento pues no se esperaba ese recibimiento. Aunque había llegado a su hora puntual, pero
al encontrarse ante la puerta, empezó a sentir como la adrenalina se
concentraba en su interior, y al pasar de las ocho en punto, su angustia por
ser castigada de nuevo crecía en ella, nunca en su corta edad y su experiencia
como spankee, nunca había experimentado lo que sintió el día anterior al ser
castigada, le había parecido volver a ser una principiante, y ello la excitaba,
según avanzaban los minutos pasando de las ocho de la mañana, su nerviosismo
aumentaba, y el tallarse el trasero de su falda teniendo el culo aún muy dolorido,
le empezaba a preocupar demasiado, tenía pensado llamar unos quince minutos
tarde, pero su ansiedad y su temor aumentaba por segundos, por lo que ante el
temor a una nueva azotaina como la del día anterior, al llevar siete minutos
afuera en la puerta esperando, no tuvo valor de continuar y así agravar más su
situación.
Pero lo que no hubiera imaginado era lo que
le iba a suceder en breve, ya que aquella señora que le sacaba la cabeza por
encima de la suya propia, tenía un aspecto temible pues era una mujer bien
curtida, sin ser robusta al llevar un vestido de manga corta, sus brazos hacían
tres de los de ella, al igual que sus manos enormes para ser mujer, no eran
comparables a las de Sir John, pero a simple vista daban miedo al pensar que
las iba a sentir sobre su culo, el cual lo tenía aún muy dolorido por la
azotaina de la noche anterior. Viéndose
sorprendida al ser agarrada de su muñeca izquierda, siendo casi arrastrada
hacia la mesa del despacho donde se encontraba Sir John sentado en su
sillón. Viendo como la Sra. Freyre se sentaba de
costado sobre su mesa apoyando su muslo izquierdo sobre la mesa, manteniendo su
pierna derecha apoyada en el suelo como si se mantuviera en pie, y asi cruzo a
la joven sobre su muslo izquierdo, apoyando el cuerpo la joven sobre la mesa
con sus manos estiradas, y que le fueron sujetas por las fuertes manos de Sir
John, sintiendo la muchacha como le era levantada la falda, y bajadas las
bragas de algodón con lunares de colores verdes, amarillos, rojos, y azules,
quedando con el culo desnudo mostrando lo colorado que aún lo mantenía del día
anterior, con aureolas moradas que empezaban a reflejarse en su nalgas, en ese
instante, la pierna derecha de la Sra. Freyre la cruzo sobre las suyas,
quedando inmovilizada cuando empezaron a caerle los primeros azotes sobre su
culo, que en breve sentía como le abrasaba el trasero, y como la experta mano
de la mujer repartía los azotes por sus hermosas nalgas, no eran muy fuertes la
verdad, pero al tener su trasero aún muy sensible, la azotaina le dolía como si
se estuviera empleando a fondo, meneando su culo lo que podía dado el breve
margen que disponía para moverse. La Sra. Freyre al mantenerse elevada sobre la
mesa sentada de costado, tenía perfecta visión de la entrepierna de la joven, así
como la visión de las bragas de algodón en las rodillas bajadas, teniendo ella
la pierna cruzada justo por debajo de sus rodillas, por lo cual el fondillo de
sus bragas se veía muy mojadas, al igual que su sexo al quedar sus labios
vaginales bien expuestos, se apreciaba a simple vista la humedad en ellos,
centrando la mujer los azotes en la base de sus nalgas en el inicio de sus
muslos, viendo al impactar la mano en la nalga izquierda, como los labios del
sexo se entreabrían y cuando le daba una azote en el muslo derecho, sus dedos
al propinar el azote tocaba su sexo, mezclando entre los “Ayees” de dolor,
gemidos de placer viendo la señora como la muchacha temblaba sobre su muslo
izquierdo, al tener un intenso orgasmo.
Al ver como se corría la joven, debió pensar que era el momento de ser
más severa con ella, por lo que inclinando levemente su cuerpo hacia adelante,
y metiendo su mano derecha entre las piernas de la joven, se quitó la zapatilla
pasándola entre sus piernas, acto y seguido empezó a darle una severa azotaina,
con la zapatilla abierta por el talón por donde la sujetaba con firmeza, con la
clásica suela de goma que resonaba su sonido grave en las paredes del despacho,
así como la parte del pie cubierta de paño azul marino lisa sin dibujos y que la muchacha ante ese aluvión muy
seguidos de zapatillazos en su culo, enseguida comenzó a llorar del dolor tan
intenso en su trasero. Pocos minutos después se detuvo retirando el pie de las
piernas, subiéndole las bragas ajustándoselas en la cintura, le bajo la falda y
mirando de reojo a John este soltó las manos de la muchacha, la cual fue izada
como si no pasara nada, siendo sentada sobre el muslo de la señora, la joven al
sentir el dolor intenso en su culo al estar sentada sobre la pierna de quien le
había dado tan fuerte azotaina, se abrazó a ella del cuello, mientras era
consolada por la Sra. Freyre.
(Sra. Freyre) -. Ya esta
pequeña! Ya está, ya se ha acabado por ahora… si te portas bien desde
luego… Vale! Pequeña, ya está, no llores más! Aprenderás
que no se debe llegar tarde a un cita, y mucho menos esperar en la puerta que
pasen los minutos, para llegar tarde a cosa hecha, para ser castigada… al menos
te podías haber ocultado tras unos setos…
(Sir John) -. Rose Mery te la puedes llevar al servicio y
que se adecente un poco. Tenemos muchas cosas que hacer en el día de hoy y ya
vamos con retraso, aun debo hacerme con un vehículo para desplazarme.
(Sra. Freyre) -. No es necesario
John, en la puerta te está esperando Harry con el Bentley, ya se ha
reincorporado esta mañana temprano, era el chofer de tu padre, lleva años en la
familia.
(Sir John) -. Imagino que pronto tendrás al personal de la
casa, deben reincorporarse entre hoy o mañana a más tardar, según vayan
llegando debes ocuparte de su trabajo, la casa necesita una buena limpieza
después del tiempo que ha estado cerrada.
Mientras la Sra. Freyre se llevó con ella
a Penélope, estuvo ultimando los documentos que le habían facilitado para
llevarlos a sus abogados, así como poner en conocimiento el negocio que iba a
realizar en la residencia, y que deberían prepararle contratos de fidecomiso de
fidelidad, para las personas que deberían contratar, para seguridad de su
persona. Todo debería hacerse con la rigurosa disciplina para que no pudiera
haber imprevistos, como que la prensa pudiera de alguna manera hacer que fuera una
noticia, sería un gran escándalo público si se viera implicado su nombre. A los
pocos minutos Penélope entraba de nuevo al despacho sobándose el trasero, al
aparecer por la puerta, la muchacha llevaba un aura de felicidad en su rostro,
lo que indicaba a Sir John que la muchacha estaba muy agradecida por la
azotaina que acababa de recibir, aunque sus problemas eran obvios, por la
insistencia de sobarse el culo, aun estando en su presencia, y que ello podía
ser motivo de una nueva azotaina, por mostrarse descarada ante él.
(Sir John) -. Ya estas lista
para salir? Pues vámonos!
Una hora después de recorrer las calles de
Londres con su tráfico habitual, entraron en el edificio del buffet de abogados
para realizar las gestiones de la herencia. Al subir a la última planta, al
salir del ascensor ya le esperaban para atenderle, siendo conducidos a un
despacho en donde le aguardaba el representante del buffet. El Sr. Harrison.
(Sr. Harrison) -. Buenos días Sir John, es un honor recibirle!
Enseguida le traerán toda la documentación ya preparada para firmar, así como
la administradora del banco le traerá sus tarjetas y números de cuenta ya
cambiados a su nombre, tome asiento por favor… la Señorita es…
(Sir John) -. Sr. Harrison, le
presento a mi asesora personal de mis fincas. su empresa ha gestionado mis fincas en este tiempo, aquí le traigo toda
la documentación que me facilitaron los administradores, para que realicen un
estudio de que todo está en regla…
Tras entregar una carpeta gruesa de
contenido de documentos, Sir John tomo asiento en una silla, mirando a Penélope
como se sentaba a su lado, viéndola satisfecho ya que al sentarse la joven, lo
hizo con parsimoniosa lentitud apoyando su trasero en el asiento, al tiempo que
cruzaba sus esplendidas piernas, colocándose de costado de manera muy natural,
aunque el Sr. Harrison no se percató de nada, para Sir John sonreía complacido
pues el si conocía sus motivos para que ella adoptara esa posición, así como el
sumo cuidado al sentarse. Sir John paso toda la mañana hablando con el Sr.
Harrison, mientras la Srta. Penélope con su ordenador portátil sobre sus
piernas, hacia las gestiones, despreocupada de lo que Sir John hablaba con el abogado.
Cuatro horas después, se levantaba de la silla conforme de todos los acuerdos
alcanzados, así como de documentos que esperaba disponer de ellos en el mínimo
tiempo posible. Teniendo que tocarle el hombro a su asesora al levantarse, pues
estaba absorta en su portátil trabajando. Al sentir en su hombro la mano de Sir
John, su cuerpo se estremeció pensando que había podido cometer una torpeza,
cerrando el ordenador portátil y levantarse de la silla, al hacerlo sintió una
oleada de pinchazos que le recorrieron por su trasero inflamado e dolorido, no
pudiendo evitar hacer gestos claros de dolor, al levantar su mirada aterrada de
que la hubiera podido ver el Sr. Harrison, viendo que este estaba en la puerta
hablando con una muchacha de unos veintiséis años, respirando aliviada de no
haber sido observada, aunque Sir John si la había visto y este meneaba la
cabeza, algo que preocupo a la joven. Temiendo el momento de quedarse a solas
con él, pues se temía lo peor, había descubierto en ella su secreto de ser
spankee, y ello la estaba poniendo en claro riesgo al permanecer cerca de él.
Al dirigirse hacia la puerta a donde el
Sr. Harrison tenía una discusión acalorada con la joven, iba ataviada con un
traje de color beige, compuesto de un vestido en dos piezas, por un lado un
sencillo vestido, con la falda ondulada por encima de las rodillas, y una
americana a juego que la daba una imagen de mujer sofisticada, según Sir John
se acercaba pudo verla mejor, así como su cabello rubio corto con unas
graciosas colas trenzadas que le colgaban ente sus hombros llegando a sus
pechos erguidos, al aproximarse más pudo escuchar la conversación. La muchacha
llevaba en sus manos una carpeta de documentos, mal colocados como si hubieran
sido colocados de manera desordenada, y que eran documentos para entregarle a
Sir John, escucharon la conversación. Al parecer la chica era la adjunta de
dirección y administradora del banco de Sir John, y al acudir con prisas por
llegar tarde, había chocado con un vigilante de seguridad, cayéndosele toda la
documentación al suelo, por ello la llevaba toda desordenada, y al girarse la
chica al ver que se aproximaban Sir John Tyler y su acompañante femenina, se
alteró la joven al verles, cayéndosele de nuevo la carpeta al suelo,
desperdigándose todos los papeles de nuevo.
En ese instante la Srta. Riggs le hizo una
seña a Sir John, y al acercarse a ella, le comento algo al oído en susurros,
fuera lo que fuera que le dijera, eso hizo sonreír a Sir John de una forma
socarrona, y dirigiéndose al Sr. Harrison.
(Sir John) -. Sr. Harrison! No
sea usted tan severo con la joven, seguro que podrá darme ella una explicación
de lo ocurrido, pero ahora está muy alterada, creo que mi padre tenía un
despacho en este edificio, verdad? Llévenos a él, yo hablare con esta joven en
mi despacho, seguramente me ofrecerá la pertinente disculpa a este desorden! Ya que es una de mis empleadas, si alguien
tiene la facultad de regañarla no es usted, Sr. Harrison! Si es necesario reprenderla lo hare yo
personalmente, como se llama usted señorita?
Srta. Riggs ayude a la joven a recoger este estropicio…
La muchacha se puso en
cuclillas para recoger los papeles del suelo, al estar en cuclillas vio como la
chica llamada Srta. Riggs se agachaba de espaldas a ella a ayudarla, quedando
absorta su mirada, al ver como la falda de la muchacha se le acampanaba al
agacharse, viéndole las bragas de lunares multicolores, así como lo colorado
que tenía el culo que las perneras de sus bragas no cubrían, poniéndola a ella
mucho más nerviosa… Penélope en cuclillas se giró hacia ella con las rodillas
separadas, claramente le estaba mostrando sus bragas, y mirándola le sonrió a
la chica, claramente una muestra para Sir John de que se conocían ellas dos. Al
levantarse las dos poniéndose en pie, viendo al señor Harrison de espaldas a
ellas, y Sir John vigilándolas a las dos, Penélope al estar de pie se sobaba el
culo ante la joven, viendo como esta escondía su mirada girando la cabeza a
otro lado. Mientras el Sr. Harrison le comentaba a Sir John como se llamaba la
chica.
(Sr. Harrison) -. Se llama
Elisabeth Braun, usted debe conocer a su padre eran buenos amigos de su abuelo,
su padre es el director del banco. Sígame por aquí Sir John, le conduciré yo mismo a su despacho, una de
mis secretarias está a su disposición, la Srta. Frentón le atenderá muy
amablemente. .- Caminaron por el
largo pasillo hasta llegar a la última puerta, ante ella había una mesa y una muchacha
joven atendía el teléfono, la cual al verles acercarse se levantó poniéndose en
pie para saludar, vestía con unos shorts tejanos muy cortos y un suéter de
tirantes, con unos auriculares de cable en los oídos, que se retiró al ponerse
en pie. .- Esta es la Srta. Frentón
quien le va atender muy gustosamente, desde hoy será su secretaria personal.
Sir John al verla como iba vestida puso muy
mala cara, estaba claramente molesto por su atuendo, y así lo hizo saber a la
joven…
(Sir John) -. Joven! Recoja sus
cosas y salga de esta oficina!!! Si desea conservar su puesto de trabajo,
mañana preséntese ante mí y espero que lo haga vistiendo como debe hacerlo una
secretaria, no con unos pantalones cortos raídos y tan escandalosamente
vestida, no puedo recibir visitas con una secretaria vestida de esa forma tan
descarada!!! Y mucho menos con unos auriculares escuchando música… Cuando debe
estar atendiendo a su trabajo… .- En ese instante Penélope se acercó a él,
y cogiéndole del brazo se retiraron unos metros, hablándole al oído de nuevo,
al reunirse de nuevo… .- Srta.
Frentón!!! Entre a mi despacho inmediatamente!!! Sr. Harrison, luego me reuniré con usted en
mi casa, le esperare a eso de las dieciocho horas, sea usted puntual!
La Srta. Riggs abrió la
puerta del despacho entrando a su interior, aguardando que entraran las chicas
en primer lugar, entrando en primer lugar la Srta. Frentón intrigada sin saber
el motivo del cambio de pensamiento, ya que
la echaba fuera de la oficina por su vestimenta y luego la hacía entrar
al despacho, no comprendía absolutamente nada.
La Srta. Braun entraba después temerosa, tras ver como Penélope llevaba
el trasero de colorado, y verla como se sobaba el culo ante ella, lo que le
confirmaba que había sido castigada hacia poco tiempo. Sir John entro poco
después cerrando la puerta a su paso, dirigiéndose hacia su mesa del despacho,
teniendo de tras del sillón una vidriera de cristal con vistas de la ciudad, al
tener el puente de Londres sobre el rio Támesis, como la torre del Bigben al fondo, unas vistas
panorámicas de inimaginable belleza. Tras admirar las vistas teniendo sus manos
entrelazadas a la espalda, dándose la vuelta hacia las chicas tomo asiento en
el sillón, apoyando los codos sobre su mesa manteniendo su rostro frio y serio
observándolas a las tres…
(Sir John) -. Y…Bien… Que explicación puede darme usted
Srta. Frentón? Usted desconocía que iba a ocupar el puesto de ser mi
secretaria, siendo informada de ello antes de esta misma mañana?
(Srta. Frentón) -. Si señor… me informaron hace una semana de
ello, pero no me advirtieron que fuera a ser hoy, se esperaba que no ocupase
este despacho hasta la semana que viene al menos, y puede usted imaginar que en
estos días, no he tenido nada que hacer. Ni siquiera atender las llamadas de
teléfono, puesto que usted Sir John aún no se ocupado aun de forma oficial de
sus muchos negocios, por lo tanto no me esperaba que fuera aparecer hoy. Hasta hoy solo me dedicaba a archivar algunos
documentos que me entregaban.
(Sir John) -. Bien está usted disculpada, viendo que no ha
sido avisada de mi llegada, y hoy no espero tener ninguna visita, puede ocupar
su puesto de trabajo, pero le advierto que no vuelva a presentarse así vestida
o no podrá sentarse durante varios días jovencita!!! Ahora puede retirarse y
ponerme en contacto por teléfono con el Sr. Braun del banco, he de hablar con
él urgentemente!!!
La Srta. Frentón se retiró hacia la salida
contoneando las caderas, al ser sus shorts tan excesivamente cortos, al andar
se le podía ver como los mofletes de sus nalgas se le agitaban al andar, siendo
objeto de la atenta mirada de Sir John. Que en ese momento hubiera deseado
tener un motivo para colocar a aquella chica sobre sus rodillas, y azotarla en
aquellas lindas nalgas.
(Sir John) -. Usted joven en el
rincón tiene una mesa auxiliar, haga el favor de ponerse a ordenar esos
documentos, y me hace entrega de ellos en cuanto los tenga ordenados… Pero en cuanto a usted Srta. Riggs, que sea
la última vez que me habla en susurros en el oído, o me hace retirarme unos
metros para eso mismo, habiendo personas delante, si debe decirme algo espere a
que estemos a solas, que esto no se vuelva a repetir. Ahora póngame al
corriente de cómo van sus gestiones, con respecto a su propuesta.
Penélope se sentó en la
silla delante de la mesa, comenzando a comentarle las gestiones que había
estado realizando mientras estaba reunido con el Sr. Harrison.
(Srta. Riggs) -. Perdone usted
por mi atrevimiento de antes, creí que le gustaría saber que tanto la Srta.
Braun y la Srta. Frentón son dos de mis clientas, y por lo tanto ahora suyas
también, como las dos han cometido serias torpezas, he pensado que las
castigaría usted. Puedo asegurarle que la Srta. Frentón ha salido decepcionada
de este despacho, pues esperaba ser castigada por usted. Y la Srta. Braun se ha
puesto roja como un tomate cuando me ha visto el culo, lo colorado que lo
llevo…
(Sir John) -. Y más colorado que
se lo voy a poner como me siga diciendo lo que debo hacer, y lo que no debo
hacer!!! Que sea la última vez! Y si
estas dos señoritas son posibles clientas, tenga por seguro que si desean ser
castigadas, deberá acudir a la residencia de señoritas, que es como voy a
ponerle de nombre. Si ayer usted no se me hubiera ofrecido a que la castigase
poniendo a prueba su experiencia, yo no me habría comportado con usted de tal
modo, y tampoco la habría castigado esta mañana. Puedo ser spanker, pero por
encima de todo, soy un caballero. Y
fuera de la residencia una vez abierta, yo no suelo castigar a las mujeres, a
no ser que usted desee ser mi spankee personal, con lo cual si la castigaría
cuando creyera oportuno hacerlo, como podría ser en estos precisos momentos,
por su indiscreción de hace unos momentos, entendido? Desea ser mi spankee
usted?
(Srta. Riggs) -. Sir John, la verdad es que nada me gustaría
más, que tener ese honor de ser su
spankee señor. Me habían dado azotainas anteriormente, incluso acudiendo a
clubes pagando para que me dieran una buena azotaina, y nunca me había sentido,
como me sentí ayer con usted, o incluso esta mañana con la Sra. Freyre ha sido
simplemente maravilloso, por lo que si usted me aceptase, estaría encantada de
ser su spankee personal.
(Sir John) -. Me alaga tener esa
opinión de usted, pero eso es un asunto que hablaremos más detenidamente, en
otro momento. Ahora infórmeme de cómo
van sus gestiones, para poder comenzar cuanto antes con entrevistas. Asi como
el nombre final que le pondremos a la residencia, el cual también debemos
tratar, “Residencia de señoritas” seria un nombre a tener en cuenta.
(Srta. Riggs) -. Por un lado ya
disponemos de celadoras en edades entre los cuarenta y cinco años y los
cincuenta y cinco, todas ellas experimentadas en su oficio, así como
experiencia demostrada como disciplinadoras de darse el caso, de que ellas
deban aplicar correctivos a nuestras clientas. También he recibido solicitudes
de padres de alumnas, que comenzarían sus clases en una semana, siendo un total
de treinta muchachas que serían internas durante un año, y sus matrículas de
ingreso ya han sido enviadas. Por otro lado hay unas veinte chicas que
acudirían voluntarias a ser internadas durante seis meses, siendo su ingreso en
una semana. Lo que nos haría un total de cincuenta chicas de edades comprendidas
entre los dieciocho en su mayoría, excepto diez de veinte años. Por otro lado
tenemos las solicitudes de veinte chicas que ingresarían en fines de semana,
durante un periodo de dos meses, osea ocho fines de semana. Que sumarian las
setenta chicas, y hay otras solicitudes por aprobar tras su revisión. Aparte esta tarde a partir de las tres de la
tarde, están citadas las tres primeras candidatas a profesoras, estando
informadas debidamente que en caso de dar problemas podrían ser ellas las
castigadas, así como otras dos para mañana a primera hora y segunda hora, que
además de recibir, también serían candidatas a castigar con edades entre los
cincuenta y cinco y los sesenta años. Para las citaciones de mañana tengo ya a
dos chicas, con cita para que estas señoras demuestren su experiencia, con
ellas. Para las de esta tarde, si para usted se le hiciera pesado el castigar a
modo de prueba a tres profesoras, tengo preparado a un profesor para encargarse
de ellas, y que por su gran experiencia como profesor, y spanker es el único
profesor contratado. Así que serían cinco profesoras y un profesor, además de
usted como director, como serán fijas cincuenta chicas, más las que se puedan
todavía sumar, he calculado un numero de veinte chicas por aula, siendo necesarias
tres aulas, con tres profesoras ejerciendo y tres preparando las lecciones de
segunda hora, y así respectivamente, hasta un total de cinco asignaturas por
las mañanas, tres asignaturas por las tardes, siendo un total de ocho horas de
estudio diarias, y los fines de semana serán dieciséis horas de estudio en dos
días, para las chicas de fines de semana. Las asignaturas serán de Matemáticas,
Lengua, Física y química, Ciencias Sociales, Gimnasia, Francés, y Educación
sexual, Ética y moralidad. Que serán materias necesarias para que las chicas
aprendan a tratar a sus posibles maridos en el futuro. Que le parece a usted sir John?
(Sir John) -. Veo que has hecho
tus deberes, todo ello espero que me lo pases en limpio para poder estudiarlo
con calma, pero está todo muy bien organizado, ahora bien… estará preparada la
residencia en una semana? No te has precipitado al aceptar ya a las alumnas,
son apenas diez días de tiempo para acabar las reformas pertinentes…
(Srta. Riggs) -. Perdone usted
que no le haya comunicado todo, entre ayer y hoy son muchas cosas que tratar, y
poco el tiempo que disponemos. Pero la
gran mayoría de las chicas, por no decir todas, ya estaban matriculadas desde
el año anterior. Pues su padre que en
paz descanse, también tenía la misma afición como buen spanker que era, pues su
padre, era mi spanker. Ya antes del accidente ya me ocupaba de la
administración de las fincas, y mi padrastro el Sr. Lawton era el director de
la residencia, desde hace quince años la residencia ha recibido a muchas
chicas, y no es necesaria realizar obras, pues solo necesita una buena limpieza
y una capa de pintura, que mañana empezaran a pintar si usted da la aprobación,
aportando los treinta mil euros necesarios para gastos.
(Sir John) -. Entonces debo suponer que las profesoras ya
estaban en nómina, verdad? Y las celadoras también? Como el único profesor, cierto? Y su padrastro esperara ocupar su puesto de
director imagino?
(Srta. Riggs) -. Bueno en eso confía me padrastro desde luego,
el como spanker también es muy bueno, aunque después de la azotaina que me dio…
usted… ayer, dudo que el este a su altura.
Mi padrastro la última azotaina me la dio hace quince días, y le aseguro
Sir John que no me dolió ni una pequeñísima parte, de la azotaina que recibí
ayer, con mi padrastro nunca he llorado dándome una azotaina con la mano, y con
su padre que en paz descanse, tampoco llegue a llorar nunca, excepto cuando
utilizaba el cepillo de madera que guarda en el primer cajón de la mesa de su
despacho, pero con el cepillo, dudo que haya alguna chica que no llore, porque
duele horrores, le pegaría fuego si cayera en mis manos.
(Sir John) -. Puede decirle a su
padrastro que el puesto es suyo, así dispondré de tiempo para dedicarme a mis
negocios, hay alguna cosa más que deba informarme de mi padre en los últimos
años, pues esa faceta de él, la desconocía. Sabía que disciplinaba en persona
al servicio, así como a mi madre había alguna vez escuchado como la zurraba,
aunque nunca me dio una azotaina, y si lo hizo, era yo muy pequeño para
recordarlo, lo que si me recuerdo es de la zapatilla de mi haya, ella me molía
el culo a zapatillazos. Pero mis padres nunca se encargaron de mí, siempre me
enviaban a ella cuando me portaba mal. De ahí que también me guste a mí mismo,
pero solamente con mujeres mayores, jamás aceptaría que una jovencita me
pusiera la mano encima. Algún día me gustara conocer tu historia… mira la hora
que es, si a las tres empiezan las entrevistas, debemos movernos rápido. A ver!!! Srta. Braun ya tiene todo
organizado…
(Srta. Braun) -. No señor, aún
no he acabado, pero pronto lo tendré todo…
(Sir John) -. Estoy descubriendo
muchas novedades, a usted también la disciplinaba mi padre?
(Srta. Braun) -. Yo… esto… yo…
sí.
(Sir John) -. Veo que eres muy tímida,
y te da vergüenza hablar de ello…
(Srta. Braun) -. Si… si… señor…
(Sir John) -. Bien recoja esos
documentos y guárdelos en la carpeta, se viene con nosotros a comer, luego en
mi casa la castigare como se merece por su torpeza! Ahora vámonos a comer!!! Procura que no se te
vuelvan a caer, o te caliento el culo ahora mismo!!!
La Srta. Braun era tan tímida que al
escuchar que la iba castigar en su casa,
la puso muy nerviosa temblando del miedo que tenía, y al amenazarla con que
tuviese cuidado de que no se le cayeran de nuevo los papeles, o la calentaba en
el culo en ese mismo momento, la hizo
estremecerse de pánico y los papeles acabaron de nuevo en el suelo. En ese momento la Srta, Elisabeth Braun se
puso muy nerviosa, tallándose el trasero de su falda viendo como Sir John se le
acercaba a paso acelerado hacia ella, y enseguida la coloco bajo su brazo
izquierdo, comenzando una fuerte azotaina sobre la falda de la muchacha que del
miedo y del dolor en el culo ya lloraba incluso antes de recibir el primer
azote, no fue una azotaina larga, pero tampoco corta, en volandas bajo su brazo
izquierdo le asesto una cuarentena de fuertes azotes en el pequeño trasero de
la muchacha, la cual sumisa aceptaba la azotaina llorando sin patalear y sin
mover sus brazos, solo aullaba de dolor con la azotaina que estaba recibiendo,
cuando Sir John la dejo en el suelo, cayo echa un ovillo sobándose el culo en
el suelo colocada de costado.
(Sir John) -. Tener que castigar
a una muchachita tan sensible sabe mal tener que darle una azotaina, pero tú te
las has buscado!!! Te he avisado que tuvieras cuidado!!! Venga levántate que
vamos a comer, pero no he acabado contigo jovencita, al llegar a casa te voy
arreglar bien, vas a llorar con motivos de verdad… Si te piensas que me has
engañado estas muy equivocada, tienes suerte que tengamos que salir a comer, si
no ibas a llorar con motivos como ya he dicho! Hace muchos años que soy
spanker, y me las se todas!!!
Aquellas palabras extrañaron a Penélope, ella
conocía a la chica y siempre lloraba con facilidad, incluso antes de ser
colocada sobre las rodillas, ya estaba llorando. Que Sir John dijera que no habían colado sus
lágrimas la desconcertaron, llegando a pensar si de verdad era el spanker que
parecía ser, cuando se comportaba de forma irascible con la chica, demostrando
pocos escrúpulos, pero más le extraño ver a Elisabeth Braun que de estar
llorando a mares, se levantó del suelo dejando de llorar como si no hubiera
sucedido nada, y no le acabasen de darle una azotaina. Ahora la que dudaba era
ella, pues a Sir John no le había engañado la muchacha, pero a ella sí y lo
peor de todo, es que no era la primera vez que rompía a llorar cuando iba a ser
castigada, y en cambio ahora incluso sonreía… Para Penélope Riggs fue una
sorpresa más para ella, Sir John no solamente era un spanker que la hacía
temblar a ella al tenerlo cerca, sabía muy bien como son las mujeres en
realidad.
Después de la comida en un excelente
restaurante, iban en el Bentley camino a la residencia de Sir John, Elisabeth
Braun iba al lado de Penélope muy nerviosa, mientras Sir John iba a su derecha en el habitáculo del vehículo.
Al ir en medio de los dos, apenas se podía mover, algo que le hubiera gustado
poder hacer, para así sobarse el culo ya que le molestaban horrores sus bragas, la pernera derecha se le había
introducido entre las dos medias lunas de sus nalgas, y el elástico le
pellizcaba la nalga siendo muy molesto, de ser la izquierda se hubiera arreglado
para meter su mano bajo su falda, y estirar del elástico, pero al ser la
derecha, Sir John lo habría notado llamándole la atención, algo que la hubiera
avergonzado delante del chofer, aunque el hombre fuera muy mayor pudiendo ser
su abuelo.
Al llegar a la casa el chofer se bajó abrirle
la puerta a Sir John, el cual bajo del vehículo esperando que las dos chicas
bajasen, Penélope aprovechando que no la miraban, a través de la falda con sus
dedos índice y pulgar busco el elástico de las bragas estirando de él y de la
falda al tiempo colocándose bien la pernera de sus braguitas, creyendo no haber
sido vista, pero se equivocaba… si fue vista… Una fuerte palmada en el culo
sobre la falda tableada, le hizo ver su error, así como el comentario de Sir
John estando el chofer a su lado.
(Sir John) -. No me seas
cochina!!! Penélope. Si te molestan las braguitas espera poder ir al servicio y te
las arreglas.
Al escuchar el ruido del motor la Sra.
Freyre salió al porche a recibirlos, mirando a las muchachas que caminaban
normal, excepto Penélope que iba sobándose la nalga derecha, tras la fortísima
palmada que había recibido hacia unos segundos.
(Sra. Freyre) -. Hola John! Por
lo que veo la muchacha ha sido quien ha recibido el azote que he escuchado, que
has hecho esta vez niña?
(Sir John) -. Ya ves! La muy
cochina se arreglaba las braguitas delante del Sr. Harry el chofer, la muy
desvergonzada!!!
Penélope Riggs no sabía
dónde meterse de la vergüenza, es que se iba a enterar toda la casa que se
estaba arreglando sus bragas!!!
(Sra. Freyre) -. Veo que vienes
con la pequeña Elisa! .- La Sra. Freyre le levanto la falda del vestido a
Elisabeth, viéndole las bragas. -. Ya
sabe tu papa que vas sin pañales? Como te hagas pis en las braguitas te vas a
enterar!!!
(Sir John) -. Pañales?
(Sra. Freyre) -. Si John! Ella
es una Little Baby Girl siempre va con sus pañales puestos, pues suele hacerse
pis con facilidad en sus braguitas, y es muy llorona, llora por nada…es su rol
de niña pequeña…
(Sir John) -. Si, ya me he dado
cuenta en la oficina, pero no le ha funcionado y ahora me voy a encargar de
ella, va a llorar de verdad!!! Pero como te hagas pis en las bragas, vas a ir
con ellas mojadas el resto del día, aunque acabes escocida…
Entraron todos a la
casa, encaminándose directamente hacia el despacho, al entrar dentro la Sra.
Freyre cerró la puerta y llevando de la mano a Elisa la llevo hasta una silla
que estaba situada en la pared izquierda, mientras Sir John buscaba algo en la
mesa de su despacho, volviendo sobre sus pasos hacia la joven Elisa, que
esperaba junto a Rose Mery. Tomando asiento se sentó en la silla, agarrando a
la pequeña Elisabeth Braun y colocándola boca abajo sobre sus rodillas, sin
mediar palabra levanto la falda ondulada de color beige, descubriendo el
trasero de la joven, recubierto por unas bragas blancas con dibujos de
simpáticos ositos jugando de color rosa, de la bocamanga de su americana del
brazo derecho, al ponerlo recto hacia el suelo, apareció como por arte de magia
el cepillo de madera en su mano, comenzando a darle una azotaina a la joven
sobre sus bragas de ositos, eran azotes fuertes y rápidos, uno tras otro sin
cambiar de ritmo, como la intensidad de la fuerza empleada, en un momento
recibió unos cuarenta fuertes azotes sobre su trasero, y de la chica a cada
azote se escuchaba unos “Ayees” de dolor. Pero ni una lagrima bajaba por sus
mejillas, en un momento las bragas se las bajo de una vez hasta los tobillos,
continuando la azotaina sobre el culo que ya estaba muy colorado, bastaron unos
veinte azotes para que la muchacha rompiera a llorar desesperada, y en ese
momento dado, se hizo pis sobre las
piernas de Sir John el cual paro de calentarle el culo, haciéndola levantarse y
dándole un fuerte cepillazo en cada nalga la envió hacia la Sra. Freyre.
(Sir John) -. Rose Mery! Me hace
el favor de llevarse a la bañera a esta niña! Y la mete en la cama el resto del
día, está castigada!!!
Penélope Riggs se quedó
en el despacho con Sir John, no sabía que decir después de lo que acababa de
ver, la severa azotaina que había recibido la pequeña Elisa y sin apenas llorar
nada hasta que le bajo sus braguitas, ella misma no hubiera aguantado ni veinte
de aquellos azotes sin ponerse a llorar.
(Sir John) -. Que te ocurre
Penélope? Te has quedado sin palabras o es que tienes envidia de la pequeña
Elisa, quieres tu también probar de nuevo este cepillo? Cuanto hace que no lo
pruebas?
(Srta. Riggs) -. No es eso… es
que aún no me puedo creer lo que acabo de ver… Yo no sería capaz de aguantar
tanto sin llorar con una azotaina así de severa en mí… eso. Bien engañada me
tenía la chica… como se ha dado usted cuenta?
(Sir John) -. Cuando a fingido
su timidez, era muy sospechosa, y cuando he mencionado que me daba lastima
castigar a una chica tan sensible, lloraba mucho más fuerte, por lo cual estaba
fingiendo claramente. Lo que no podía adivinar era su rol de baby, a tanto no
llego, no soy adivino… cuando llega la primera entrevista? No debía llegar a
las tres? Y ese profesor spanker, no debería estar aquí ya?
(Srta. Riggs) -. Voy a salir a
la puerta, si han llamado cuando estaba usted ocupado no habremos oído nada, si
me da su permiso, saldré a ver…
(Sir John) -. Ahora me vas a
pedir permiso para retirarte?
(Srta. Riggs) -. Mientras
sostenga ese endiablado instrumento en su mano, le pido permiso hasta para ir
al servicio, es lo que más temo… y más respeto me da.
(Sir John) -. No me seas
descarada o lo vas a lamentar… Puedes retirarte…
Sobándose el trasero salió del despacho,
mirando hacia atrás sonriendo vio a Sir John que también sonreía al verla salir
sobándose el culo, por encima de la falda. Se la veía muy graciosa, sobre todo
sonriendo picarona… poco después entraba la Srta. Riggs acompañada de un hombre
alto y fornido, detrás de él, una señora de cuarenta y cinco años de muy buen
ver. Avanzando hasta quedar frente a la
mesa del despacho, donde aguardaba Sir John.
(Srta. Riggs) -. Sir John. Le
presento al Sr. Lexington profesor de matemáticas y otras especialidades
específicas. Y la Sra. Palmer profesora
de educación sexual.
(Sir John) -. Gracias Srta.
Riggs, puede acompañar al Sr. Lexington y aguarde fuera que le llame,
gracias. Sra. Palmer puede usted
sentarse por favor, empezaremos por sus años de experiencia como profesora de
educación sexual, si le parece bien.
(Sra. Palmer) -. Perdón ante todo Sir John, soy Srta. Palmer no estoy casada y como ya
sabrá por su secretaria mi experiencia es de profesora en la universidad de
Londres hasta el día de hoy, pero al ver que buscaban profesoras para un centro
nuevo, he decidido cambiar de aires.
(Sir John) -. Si tiene usted
razón, mi asesora adjunta ya me ha informado sobre usted, pero ha trabajado en
algún lugar anteriormente en donde además de clases, la disciplina fuera
férrea, incluso con las profesoras de ser necesario, lo que quiere decir, que
usted estaría dispuesta a serle aplicado una serie de correctivos, si estos
fueran necesarios por su conducta, la cual veo, que fue reprendida varias veces
en su último trabajo, aunque su integridad como mujer no corría peligro alguno,
en esta institución sabe que de cometer esos errores del pasado, aquí seria
usted corregida, mediante castigo corporal. Lo entiende así? Y probar también
su experiencia en el ámbito sexual, dado que deberá enseñar a las alumnas a ello.
Esta dispuesta a pasar por la prueba, de estos requisitos en este preciso
momento.
(Srta. Palmer) -. Si señor estoy
dispuesta a someterme a esa prueba.
(Sir John) -. Srta. Riggs puede
hacer pasar al Sr. Lexington. Srta.
Palmer, ahí tiene usted una camilla para la prueba, quítese la falda y bájese
las bragas e inclínese sobre la camilla, para recibir su castigo de prueba.
La Srta. Palmer había llegado vestida con una
falda larga hasta los tobillos estampada en flores, con una blusa a cuadros
blancos y azules, se levantó de la silla, sin mirar atrás fue hacia la camilla,
bajándose la falda que era de cintura elástica, quedándose con unas bragas
rosas y espero a nuevas instrucciones, a pesar de que había sido informada que
debía bajarse las bragas e inclinarse, pero
se inclinó sobre la camilla sin bajarse las bragas. En ese momento entraba el
Sr. Lexington acompañado por la Srta. Riggs.
(Sir John) -. Sr. Lexington lo
que usted busca, está en ese armario, la del numero dos bastara, ya que la
Srta. Palmer desea que su castigo de prueba sea estricto, pues se le ha
ordenado bajarse las bragas y no lo ha hecho, se las deberá bajar usted.
Treinta azotes bastaran para ver su resistencia al castigo, ósea sea usted
firme!!!
El Sr. Lexington fue
hacia el armario extrayendo la vara indicada, tenía un centímetro de diámetro,
y muy flexible haciéndola silbar varias veces en el aire según se acercaba
hacia la Srta. Palmer, al colocarse detrás de ella, con ambas manos le bajo las
bragas hasta las rodillas, pero al dejárselas, estas se le bajaron por si solas
a sus tobillos. Colocándose a su lado derecho, pues el Sr. Lexington era zurdo,
coloco la vara en el centro de las nalgas de la mujer, y echándola hacia atrás,
y volviéndola a posar sobre las nalgas desnudas, lo que hacía era tomar la
justa medida de la distancia, para tomar el impulso para usar la vara siendo
efectivo en el diestro uso de la vara. Empezó a azotar las nalgas con la vara,
a intervalos de diez segundos cada azote, apareciendo en las nalgas varias
líneas rojas en su blanca piel, la mujer aguanto bien los quince primeros
azotes, los siguientes se escuchaba un “Ayees” a cada azote de la vara, al
recibir el ultimo azote tras cinco minutos justos de castigo, se escuchaba
sollozar a la mujer. Dejando la vara sobre la camilla, al lado del cuerpo de
ella, bordeo la camilla colocándose al otro extremo, la camilla estaba colocada
de forma horizontal hacia la mesa del despacho de Sir John, por lo que el
cuerpo estaba inclinada sobre el lado largo, por lo que su cabeza quedaba
inerte al otro extremo, que la camilla de ancha no tenía más de sesenta
centímetros, así que el Sr. Lexington al bordear la mesa, se colocó a la altura
de su cabeza, por lo que la Srta. Palmer tuvo que desabrocharle ella misma el
pantalón, bajarle la cremallera y extraer su miembro erecto, con unos
veintiséis centímetros de largo y grueso, el cual se introdujo en la boca
haciéndole una felación, antes de llegar a correrse, el Sr. Lexington, volvió a
colocarse detrás de ella, y abriéndole los labios del sexo la penetro,
iniciando un movimiento claro, hasta que poco antes de llegar a correrse, se la
saco y se la volvió a introducir en el culo esta vez, lanzando un alarido de
dolor al mujer, para poco después correrse en su interior. El Sr. Lexington se arregló sus pantalones
tras subírselos, pues se le habían bajado al penetrarla, con el característico
movimiento. Y la Srta. Se subió sus bragas con claras molestias al hacerlo, así
como ponerse la falda de nuevo, poniéndose ante la mesa de Sir John.
(Sir John) -. Gracias por su
demostración! Ha quedado probado que cuando deba enseñar a nuestras alumnas a
como tener relaciones sexuales con sus maridos, usted será una buena profesora,
al no tener reparo en mostrar cómo hacerlo en vivo. Pueden retirarse gracias
por su colaboración Sr. Lexington.
Tras quedarse a solas Sir John con la
Srta. Riggs. Se miraban el uno al otro con miradas que hablaban por si solas…
(Sir John) -. Guau esto es como
ver una peli porno, como estas tú? Te veo alterada. No es para menos, vaya
aparato se gasta el Sr. Lexington. Las había visto grandes, pero este se lleva
el premio gordo. Ahora me vendría bien una ducha fría, estoy que ardo de fuego
puro que tengo. Menos mal que la siguiente no es profesora sexual, si no, no sé
dónde iba a meterme…
(Srta. Riggs) -. Sir John… si lo
desea puedo…usted me gusta…
(Sir John) -. A mi también me
gustas y mucho mi pequeña, pero no soy un hombre que me aproveche de estas
circunstancias, si con el tiempo surge algo entre nosotros, será algo distinto,
no por un momento de calentura sexual.
Te lo agradezco mucho tu ofrecimiento, pero un caballero no actúa de
esta forma con una mujer, a menos que se sienta atraído hacia ella, y no por un
momento de sexo. Aunque con otras mujeres lo haya hecho, solo por sexo, pero
contigo me gustas de verdad, no podría utilizarte de esa manera, no sería
limpio. Démonos tiempo de conocernos mejor, vale. .- Al decir esa última
palabra se besaron ambos en los labios mirándose a los ojos, si, le gustaba esa
chica…
(Continuará…)
Hola mis estimadas amigas y amigos. Aqui teneis una nueva historia de una nueva saga, de la cual espero que sea de vuestro agrado. Me gustaria conocer vuestras impresiones sobre mis historias, pero entiendo que os guste mantener vuestro anonimato. Pero como todo autor, me gusta conocer las opiniones de quienes me siguen, pues es muy importante vuestra aportacion, para asi mejorar aquellas pequeñas cosas que no esten bien, o que deba de cambiar. Pero gracias igualmente por leerme...
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