EL ABUELO MATERNO Capitulo 6
Sonia había vivido unos días complicados,
los días que había estado castigada por su falta en la universidad, ser
regañada a diario por la misma razón resultaba algo muy vergonzoso para ella, a
sus treinta y dos años viéndose castigada como cuando era una niña por su tío, y
siendo sermoneada cada día antes de recibir una nueva azotaina, no resultaba
nada placentero para ella cuando recibía
las azotainas de su tío, pasaba mucha vergüenza y eran dolorosas en
extremo, no era igual que cuando John el decano la colocaba sobre su rodillas y
le daba una azotaina, sus bragas se le humedecían nada más ser regañada por
John. Y cuando la colocaba sobre las rodillas disfrutaba como una adolescente
teniendo sexo, sus orgasmos eran espontáneos mientras le estaba poniendo el
culo ardiendo como un volcán en erupción. Durante la larga temporada siendo castigada
por su tío, a diario su trasero sentía la visita de la mano, cepillo, cinturón
a manos de su tío o de la zapatilla de su tía. Habían sido unos días duros para
Sonia, aunque algunas cosas le gustaban, como vestir igual que sus primas con
el vestido corto enseñando las braguitas, incluso estando sin moverse de pie,
estas quedaban a la vista, pues esos cortos vestidos les cubrían justamente por
debajo del pubis, pero en cambio sus abultados traseros hacia que el fondillo
de sus braguitas quedasen al descubierto, se veía como una niña pequeña,
aquello resultaba ser como volver a vivir una segunda infancia, disfrutaba
observando al caminar a sus primas, caminando detrás de ellas, no solamente les
veía sus braguitas que las tres solían llevar puestas del mismo modelo y sus
dibujos idénticos, lo que le resultaba más morboso era ver los mofletes de sus
nalgas que no cubrían sus braguitas y que dichos mofletes se les veía rojos y
con algún moretón de la azotaina recibida recientemente, e imaginar que ella
llevaba su trasero de la misma manera o incluso peor que sus primas, los días
habían ido pasando siendo menos frecuentes las azotainas de sus tíos, hasta que
un día dejo de ser castigada a diario, como todo en la vida tiene un final.
Durante aquellos días el trasero de Sonia siempre estaba en un estado
lamentable, aunque las azotainas fueran muy severas o eso es lo que a ella le
parecía por la forma en que le ardía su trasero, pero claro que para ella
habían sido unos días deliciosos y disfrutaba sobre manera el llevar su trasero
en aquel estado, ya que no dejaba de ser una spankee, y aunque en el momento del
día que sabía que su tío no tardaría en subir
a su habitación, para aplicarle su correctivo, momentos que eran los
peores del día para ella, pues la espera al castigo era el peor momento.
Resultaba terrible para ella aquella angustia, el tener que permanecer en su
habitación cuando llegaba la hora designada para ser castigada, era cuando peor
lo pasaba, deambulaba de un lado a otro de la habitación, cualquier sonido que
procedía de las escaleras la ponía en vilo, pues creía que subían a calentarle
el culo, sabía que debía permanecer junto a su cama llegado el momento, con las
manos sobre la cabeza mirando la pared, su nariz debía rozar la pared, si no
era así, recibía unos azotes extra por no obedecer. Algo que resultaba muy
vergonzoso para ella, pues al tener los brazos sobre su cabeza, el corto
vestido se le subía dejando sus braguitas completamente a la vista de quien
entrara. En ocasiones era alguna de sus primas, tanto Susana o María solían
gastarle esa broma a su primita mayor y toda una maestra de universidad de
treinta y dos años. Algunas de esas
veces acababa tirándole a sus primas lo primero que pillase más a mano, una
almohada o un oso de peluche que tenía sobre la mesita de noche, a lo que reaccionaban sus primas saliendo
corriendo despavoridas, en ocasiones
tenía la fortuna que estas fueran sorprendidas por su madre o abuela a causa
del escándalo y no tardaban en escucharse los azotes en el trasero de alguna de
ellas, o de las dos. Pero alguna que otra vez… habían acabado recibiendo las
tres.
Llevaba casi un mes sin estar sobre las
rodillas de su tío, en parte añoraba no escuchar como su tío abría la puerta de
su habitación, y como ella debía colocarse sobre sus rodillas, cuando él se
sentaba sobre la cama o en la silla dispuesta en la habitación destinada a ese
fin, para ser calentado su trasero. Sentir sus dedos en la cinturilla de sus
bragas y como estas le eran bajadas a sus rodillas. Cuando estaba sola en su
habitación solía mirarse en el espejo, se levantaba la faldita del vestido, y
admiraba aquellas bragas que le cubrían incluso el ombligo, siempre le había gustado
ese modelito de bragas de algodón. Le encantaba verse en el espejo, a veces se
bajaba las bragas y contemplaba su culo blanco sin ninguna marca, después del
tiempo que había estado siendo castigada a diario, ahora le parecía extraño no
ver su trasero colorado o tener su culo morado por las azotainas que solía
recibía.
Después de una larga temporada teniendo
que pedir permiso para ir al servicio acompañada por su tía, ahora le parecía
extraño poder ir al baño ella sola, el poder hacer sus necesidades sin tener
enfrente de ella a su tía mirandola, aunque de alguna manera lo añoraba, cierto
que le daba mucha vergüenza que su tía le bajase las braguitas para hacer pipí,
ahora le parecía extraño el poder bajarse sus bragas ella misma.
Aunque añoraba con cierto resquemor ser
colocada sobre las rodillas de sus tíos, para recibir una azotaina. Por otro
lado tenía algo bueno el comportarse como una mujer de treinta y dos años,
tener de nuevo ciertos privilegios, ser una mujer normal y actuar como una mujer
adulta. Por otro lado su añoranza estaba de cierta manera compensada, pues era
raro el día que no viera como su prima Susana era colocada en las rodillas de
su madre, o que viera como su tío se desabrochaba el cinturón, lo extraía de
las presillas de su pantalón para calentar el trasero a su hija o nieta. En
aquella casa, no había posibilidad para aburrirse una spankee como Sonia.
Las horas que no pasaba limpiando la casa
ayudando a su tía, las pasaba estudiando para su master de ciencias. Sus tíos
como la contemplaban tan aplicada estudiando, le permitían algunos errores
leves sin castigarla, no eran faltas que requirieran una azotaina en el acto, a
pesar que ellos reconocían que esos errores eran provocados adrede por Sonia.
Al fin y al cabo, Sonia era spankee y le gustaba recibir una azotaina, pero
había aprendido que una falta seria, tenía unas consecuencias muy graves para
su trasero, y si, sentía deseos de ser castigada, pero para nada le apetecía
una severa azotaina. Así, que se conformaba con ver el rostro serio de su tía o
tío, o viendo como su tía hacia ademan de sacarse la zapatilla y Sonia salía de
ipso facto con ligera rapidez hacia su habitación y ponerse a estudiar.
Escuchaba los pasos de su tía que iban tras ella, pero cuando abría la puerta y
veía a su sobrina aplicada en sus estudios, con una pícara sonrisa en sus
labios, cerraba la puerta dejándola estudiar.
Como su comportamiento era del agrado de
sus tíos, Sonia volvió a tener libertad para salir de la casa, eso sí, siempre
con el consentimiento de ellos. Y como no podía ser de otra manera, con horario
fijado para estar en casa de vuelta. Algo que ella deseaba desde hacía días,
por ello era su buen comportamiento, cuando su tío le dio permiso por primera
vez para salir de noche, no tardo nada en coger el teléfono y llamar a John.
Sonia estaba en una nube, por primera vez iba a volver a ver a John Lewiston,
tenía muchas ganas de estar con él, habían quedado para el próximo sábado salir
a dar un paseo y cenar solos.
Sonia, estaba como desorientada, iba de un
lado a otro de la casa, buscaba algo que le había desaparecido de entre sus
cosas. No encontraba el portafolio con sus apuntes, algo que no comprendía pues
era algo que nunca lo sacaba de su habitación y si lo encontraban sus tíos en
un lugar que no fuera el suyo, podría estar en serios problemas, algo que
podría hacer peligrar su salida del sábado, ya solo faltaban dos días para su
cita. Sonia, nerviosa iba por toda la casa de un lado a otro sin decir nada,
cuando algo la sobresalto.
(Sra. Adams) -. Sonia!!! Trae
tu trasero aquí, ya!!!
Sonia sintió como una
punzada en el estómago al escuchar el grito de su tía pronunciando su nombre,
aquello no presagiaba nada bueno. Su salida del sábado estaba en grave peligro,
pero no entendía el porqué. No quiso empeorar su situación más de lo que
parecía, el anunciar que llevase su trasero ante su tía, presagiaba una
azotaina con la zapatilla inminente.
(Sonia) -. Me llamabas, tía!
(Sra. Adams) -. Me puedes
explicar que hace esto en la cocina? Cuantas veces se te ha de decir que tus
cosas de estudios no puedes dejarlas por ahí, tiradas! Luego si se estropean es
necesario comprarte de nuevo y eso es un gasto innecesario. Es que no vas
aprender nunca? Es que siempre hay que estar detrás de vosotras? Yo tengo
muchas cosas que hacer en la casa, para tener que ocuparme de vuestras cosas!!!
Esto es ya demasiado, sabes! Tu tío y yo estamos haciendo la vista gorda, con
algunos de tus errores, pero esto es lo que colma el vaso! Se ha terminado el
ser permisiva contigo! Ahora vas a saber lo que les sucede a las niñas
descuidadas y que no son cuidadosas con sus cosas… Ven aquí y ponte sobre mis
rodillas… Te voy a enseñar donde deben estar guardadas las cosas de tus estudios!
Y no creo que la cocina sea su lugar más idóneo de guardar!!!
Las voces desde la
cocina fueron escuchadas por toda la casa, no pasando desapercibidas por Susana
y María. Las cuales dejaron de hacer sus tareas, estaban en sus respectivas
habitaciones realizando sus tareas encomendadas por sus abuelos y padres.
Susana, estaba copiando “ …No volveré a dejar tiradas bajo la cama mis
braguitas…” y María, estaba copiando “ …Me cepillare los dientes cuando se me
ordene…” las dos se asomaron al rellano del piso, y sin hacer ruido fueron
hasta el borde de las escaleras, para no ser descubiertas. Las dos andaban
doloridas pues habían recibido una azotaina al levantarse por la mañana, esa
era la razón de sus castigos de hacer copias, llevaban el culo colorado como un tomate
maduro. Para no ser vistas, estaban en cuclillas para intentar poder ver la
escena con todo detalle, sus cortos vestidos dejaron al descubierto sus bragas,
Susana las llevaba de color rosa con pequeñas capullos de rosas rojas pequeños,
con un corto tallo verde y unas hojas, el ribete de puntilla de la pernera de
las braguitas blanco hacia contraste con su culo colorado. María llevaba bragas
similares a las de su mama pero blancas, y también era visible el contraste de
su colorado trasero, con la blancura de sus bragas. Llevaban días sin
escuchar como Sonia era regañada por sus
tíos, y mucho más sin verla o escucharla llorar al recibir una azotaina, por lo
tanto ambas tenían muchas ganas de oírla recibir una buena azotaina, tal y como
iba a suceder en breve.
(Sonia) -. Tía! Yo no he sido.
Llevo toda la mañana buscando el portafolio por la casa! No comprendo cómo ha
podido llegar hasta aquí! Tía! Por favor, no me castigues. Como iba a dejar el
portafolio en la cocina! Conozco bien tus normas, tía! No me iba arriesgarme a
dejar algo olvidado y quedarme sin poder salir el sábado.
(Sra. Adams) -. Muy bien! Eso
está muy bien pequeña! Entonces quieres decirme que este portafolio tuyo, lo he
cogido yo y traído a la cocina? Eso es lo que insinúas? Además de descuidada!
Eres una desvergonzada!!! Esta mañana esto no estaba aquí! Y tus primas aún no
han bajado a desayunar por estar castigadas en sus habitaciones! Solamente tú!
Yo! Y tu tío hemos bajado a la cocina! Estas insinuando que hemos sido
nosotros! Está visto que necesitas una buena azotaina, ven aquí ahora, y bájate
las bragas tu misma, para tu mayor vergüenza!!!
Arriba de las escaleras
en el rellano, Susana miro a su hija. Esta, estaba sonriente, su madre se dio
cuenta que algo tramaba su pequeña…
(Susana) -. No abras sido tú,
verdad? Conozco esa sonrisa de tus labios… Me voy a mi habitación. Que me metas
en líos a mí, sabes cómo me gusta ser castigada no me parece mal, pero haberte
atrevido con mi prima…
(María) -. A ella también le
gusta…
(Susana) -. Ósea que has sido
tú! Sabes muy bien las ganas que ella tiene por poder salir con John. Por nada
del mundo ella se habría metido en problemas. Me voy, no quiero estar a tu
lado.
María se dio cuenta que
había ido demasiado lejos, pero lo había hecho por envidia de su prima Sonia,
por poder salir de casa, ella en cambio llevaba meses teniéndolo prohibido por
su mal comportamiento. Pero ya estaba hecho! Y estaba gozando escuchando como
era regañada Sonia, así como la azotaina que estaba claro que iba a recibir en
breve.
(Sonia) -. No tía!
(Sra. Adams) -. Te atreves a contradecirme! Como te
atreves a decir que no vienes!!! Trae es culo aquí y ahora, no me hagas ir a
por ti, desvergonzada!!!
(Sonia) -. No quería decir eso, tía. Quería decir
que no he sido yo!
(Sra. Adams) -. Ah, sí! Bueno si solo es eso? Ósea que te
estas atreviendo a decir que hemos sido nosotros… trae ese culo, aquí… Y ahora
quítate el vestido y te sacas las bragas, desvergonzada!!! Como te atreves?
Sonia estaba acongojada y angustiada, en vez de arreglar
las cosas, las acababa de empeorar más. Con sus manos poniéndolas a su espalda
se bajó la cremallera del vestido, luego sujetando la hombrera del lado derecho
con la mano izquierda se lo saco por el brazo derecho, y luego con la mano
derecha, hizo lo propio con la parte izquierda. Luego a dos manos sujeto el
dobladillo de la falda del vestido, subiéndolo y extrayéndolo por la cabeza. Se
quedó ante su tía solamente en braguitas y una camisola de tirantes que cubría
sus pechos. Mirando a su tía, vio como le hacía un claro gesto con la mano,
indicándole que las bragas también. Se bajó las bragas tímidamente con ambas
manos, eran de algodón como de costumbre, pero no eran como las que llevaban
sus primas, Susana y la pequeña María, por tener el privilegio de poder vestirse
ella misma, y hoy se había puesto unas bragas blancas sin dibujos. No estaba en
su mente ser castigada, de haber estado en ese riesgo, se habría puesto unas de
sus favoritas para recibir una azotaina, era algo que aunque no lo deseaba lo más
mínimo, nunca estaba de más, vestir de manera más adecuada para disfrutar de
una azotaina, aunque esta al recibirla resultase ardua de ser dolorosa.
Lentamente acabó de bajarse las bragas a sus pies, retirando primero uno y
luego el otro, doblo sus bragas, igual que había hecho con el vestido
dejándolas encima de este, sobre la mesa. Y se aproximó a su tía echándose ella
misma sobre las rodillas de su tía, la cual la acomodo bien en ellas, y tocando
en su costado derecho con la palma de la mano, Sonia sabía que significaba
aquella señal, y levanto hacia atrás su mano derecha. Su tía se la sujeto con
la mano, doblándosela sobre su espalda en un gesto rápido y delicado.
Su tía no era
mujer de muchas palabras, ya había regañado a Sonia y dejado bien aclarado lo
que la esperaba, así que, sin más preámbulos avanzo su pie derecho unos
centímetros, y así extraer su pie de la zapatilla, esta era una zapatilla
abierta por detrás, así que sin esfuerzo alguno, solamente tuvo que levantar su
pie derecho flexionándolo hacia atrás, levantándolo unos centímetros y su mano
derecha le resulto fácil sujetar la zapatilla por el talón.
Sonia echada
sobre el regazo temblaba esperando el impacto de la zapatilla en sus blancas
nalgas, llevaba muchos días sin recibir azotaina alguna, y sabía bien por la
experiencia de las últimas fechas, que era doloroso en extremo recibir una
azotaina siendo de esa guisa. Cuando su tía se disponía a levantar su brazo derecho
armada su mano con la zapatilla de paño, y la temible suela de goma para
iniciar la azotaina a su sobrina…
(Sr. Adams) -. Buenos días cariño. Que ha hecho esta
niña para que vayas a darle una azotaina? Y… y que sea necesaria tanta
severidad para tenerla así desnuda?
(Sra. Adams) -. De saberlo, querido esposo! Tú mismo la
castigarías por su osadía y desvergüenza! Te crees que esta sinvergüenza nos
acusa tanto a ti esposo y a mí misma, de haber ido a su cuarto a buscar ese
portafolio que está en el mármol de la cocina de entre sus cosas, y haberlo
depositado ahí para incriminarla a ella
de haberlo hecho!!!
(Sr. Adams) -. Es eso así? Sonia. Tan desvergonzada te
has vuelto, para hacer semejante acusación? Me cuesta creerlo después de tu
buen comportamiento todo este tiempo…
(Sonia) -. Tío, eso no es verdad! Yo no me atrevería
acusaros de algo así, debería estar loca de solo pensar algo parecido! Pero…
llevo toda la mañana buscando ese portafolio, he mirado tres veces en la cocina
y no estaba! He mirado en el baño, en el salón, en el porche, en mi habitación
no sé cuántas veces sin encontrarlo… he tratado de explicárselo a la tía, pero
dice que solo he podido ser yo, o ustedes, ya que Susana y María están en sus
habitaciones castigadas… Pero yo no he sido, ni siquiera recuerdo haberlo
cogido esta mañana, hasta que me ha hecho falta revisar mis apuntes…
(Sr. Adams) -.
Ingrid, has barrido la cocina esta mañana, como haces siempre?
(Sra. Adams) -. Claro que sí, Williams.
(Sr. Adams) -. Entonces esta pulsera que hay en el
suelo, debe de habérsele caído a la culpable…
Susana!!! Baja a la cocina inmediatamente!!!
Al escuchar su nombre, Susana se puso
muy nerviosa. Salió de su habitación temblorosa sobándose el trasero sobre sus
braguitas con ambas manos, al pasar por el lado de su hija María, le susurro…
(Susana) -. Como me hayas metido en otro lio veras…
Bajo las escaleras lentamente, con una
mano se apoyaba en la baranda y su mano derecha, metida bajo su falda, se
sobaba el culo dolorido por encima de sus bragas rosas, con pequeños capullos
de rosas rojas de la azotaina de la mañana, de haber bajado las escaleras
corriendo o saltando de dos en dos los escalones, como solían hacer cuando
nadie las veía, eso le habría valido una azotaina…
(Susana) -. Me llamaba padre?
(Sr. Adams) -. Si, hija! Esta pulsera es tuya o de tu
hija?
Respiro aliviada al reconocer la pulsera, eso la dejaba
fuera de toda duda…
(Susana) -. No es mía, padre. Debe ser de María, tu
nieta. Usted sabe padre que nunca he llevado pulseras o colgantes.
(Sr. Adams) -. Eso es verdad hija. Tú nunca las has
llevado, ni siquiera sueles llevar reloj. Algo que te ha valido más de un
correctivo por llegar tarde, al no saber qué hora era. -. El señor Adams se agacho para recoger
la pulsera del suelo, la parte lisa de la misma llevaba escrito un nombre,
“María”.- Dices que tu nieta e hija
estaban castigadas en su habitación, al parecer la pequeña ha vuelto hacer de
las suyas, no va a cambiar nunca, como le gusta hacer travesuras… Pero esta
ocasión ha ido demasiado lejos. Susana! Ves a por tu hija y tráesela a tu
madre… Y a Sonia, dale una azotaina para que aprenda a guardar mejor sus cosas,
y no dejarlas al alcance de sus primas, pero con la mano bastara esposa mía!
Sonia tiene un compromiso importante en dos días, no estaría bien que no se
pudiera sentar dicho día.
La señora Adams, no se hizo de rogar. Pero como estaba
enfurecida con su sobrina Sonia, empezó sin dilación a darle la azotaina. Pero
desoyendo el comentario de su esposo, empezó la azotaina sobre el culo desnudo
de Sonia con la zapatilla, aunque Sonia sabía que su tía no le estaba dando muy
fuerte, aunque ello no significase que no le estuviera doliendo. Pues sí que
dolía la condenada zapatilla. En seguida tuvo todo su trasero en llamas, a cada
azote que sentía en su culo desnudo, ella gemía de dolor, pero a pesar de
dolerle el trasero y sentirlo arder en toda su superficie, no llego a derramar
una lagrima. En pocos minutos recibió su castigo y su tía la dejo incorporarse
e vestirse. Mientras lo hacía miraba a su primita con su mirada inyectada en
sangre, estaba furiosa con la pequeña, que la estaba observando al lado de su
madre con una sarcástica sonrisa en sus labios, aunque ladeo a un lado su
cabeza para no ser observada por sus abuelos, mientras Sonia ya se había
cubierto con el vestido, y en ese momento se ponía las bragas, se las subió
ajustándosela a su cintura y alisando el trasero de la falda del vestido.
Sonia, aunque estaba enfadada con su pequeña primita, no le guardaba rencor
alguno. Pues solo había recibido una azotaina, dolorosa desde luego, pero en
fondillo de sus braguitas si su tía hubiera mirado en esos instantes, la habría
castigado de nuevo… Pues el fondillo de su braguita se le había humedecido nada
más el ponérsela.
(Sra. Adams) -. María… Que se supone que debemos hacer
contigo, eres una pequeña muy osada, pero no deberías ser tan traviesa. No
importa si con ellas solo te implicas a ti misma, pero está muy feo implicar a
terceras personas. Es algo que deberás aprender en lo sucesivo, aprender a ser
una mujer adulta y dejar de ser la niña que llevas dentro. Debes saber que has
estado muy cerca de perjudicar a Sonia, de una de las maneras más perversas que
puede haber. Si en ese juego ella se implicase al igual que tú, entonces ese
algo no sería contemplado como algo de tanta gravedad. Pero en los meses que tu
prima lleva viviendo en nuestra casa, ni una vez, y entiende esto bien, ni una
vez. Ella no ha hecho nada por implicarte en sus travesuras, al contrario de lo
que sí ha hecho tu mama. Ella y tu pequeña, madre e hija os habéis implicado
entre vosotras mismas y habéis sido castigadas en múltiples ocasiones por los
mismos motivos. Pero en cambio Sonia, tú prima. Jamás os ha implicado en sus
travesuras o sus faltas, cuando a cometido errores, solamente ella ha sido
quien ha recibido un correctivo, algo que hace que nos resulte a todos
incomprensible, que hayas tratado de perjudicarla de una manera tan
inaceptable, me cuesta creer que puedas tener tanta maldad en tu interior mi pequeña.
Que tienes que decir pequeña?
La pequeña María miro a su madre, esperaba tal vez que
ella hablase como en otras ocasiones por ella, que la disculpase ante su abuela
como había hecho en otras ocasiones. Pero su madre no abrió la boca en su
defensa, dejando que su hija se las arreglará por sí misma. Pero María no tenía
palabras para defender su comportamiento, en verdad ni ella misma sabia o tenía
claro por qué había pretendido perjudicar a Sonia. Era cierto lo que había
dicho su abuela, Sonia nunca las había metido en problemas por su torpeza, por
tanto ante la pregunta de la abuela, sobre que tenía que decir, solo hizo el
gesto de encogerse de hombros.
(Sra. Adams) -. Eso es todo? Crees que encogiéndote de
hombros ya está todo aclarado. Por el momento vete a tu habitación, estarás
castigada sin salir de ella hasta que te levantemos el castigo tu abuelo o yo.
Te aseguro que vas a estar encerrada mucho, mucho tiempo. Darte una azotaina no
sería suficiente castigo, pero te aseguro que desearas no volver a estar
castigada en tu habitación…
(Sr. Adams) -. Así la vas a dejar salir de rositas? Has
castigado a Sonia sin merecerlo, pero por haberte hablado mal, he hecho que le
calientes el culo a esta desvergonzada. Y tu nieta se va a ir de rositas?
Susana!!! Tráele el cepillo a tu abuela, le va hacer falta para calentarle el
culo a María!!!
(Sra. Adams) -. Williams… he dicho que…
(Sr. Adams) -.
Niñas!!! Iros a jugar al cobertizo, tengo que hablar con vuestra abuela…
Moved esas piernas, fuera…!!!
Susana, María y Sonia. Se miraban la una a la otra
extrañadas, pero no se lo hicieron repetir de nuevo, en seguida los abuelos se
quedaron a solas en la cocina.
(Sr. Adams) -. Señora Ingrid Adams!!! Vamos arriba!
La señora Adams se levantó de la silla, dejando caer la
zapatilla que aun sostenía en su mano derecha al suelo, introduciendo su pie en
ella. Paso por delante de su esposo sonriéndole con una pícara sonrisa,
dirigiéndose hacia las escaleras contoneando sus caderas, y mirando hacia atrás
incitando a su esposo, que no tardo en caminar tras ella dándole una sonora
palmada en el trasero… subieron las escaleras desapareciendo en su habitación,
los sonidos que se escucharon pocos minutos después, son de libre
interpretación…
Los días
pasaron sin más inconvenientes, apenas se escucharon esos dos días los azotes
en la casa. La pequeña María como de costumbre se había metido en problemas, y
aunque la abuela no le daba azotainas por sus faltas, el abuelo no era nada considerado.
Llego el día
más esperado por Sonia. Por fin iba a poder arreglarse como una mujer de su
edad, su tío apareció en su habitación cargado con un baúl al hombro, por el
ruido que hizo al dejarlo en el suelo no debía ser muy pesado, Sonia revoloteaba
feliz a su alrededor, solamente iba vestida con unas braguitas y una camisola.
(Sr. Adams) -. No deberías ir tan ligera de ropa, no te
parece sinvergüenza?
(Sonia) -. Tío, me has visto desnuda muchas veces
desde que vivo en vuestra casa. No me digas que te vas a sonrojar por verme en
bragas?
(Sr. Adams) -. Sobrina… debería calentarte el culo por
esa desfachatez tuya. Como se entere tu tía que has coqueteado con tu tío,
estando solo en braguitas no te ibas a poder sentar en una semana… venga. Aquí tienes
tu ropa, procura no vestir muy descarada para que tu tía te deje salir de casa!
Y ya sabes, debes llegar antes de la media noche, o me tendrás esperándote en
la puerta con el cinturón preparado para darte una paliza. -. Dándole una palmada en el culo, su tío
abandono la habitación de su sobrina. .-
Luego nos vemos, ahora ponte guapa para tu futuro marido.
Cuando su tío salió de la habitación, entro su prima
Susana. Entre las dos sacaron los vestidos del baúl, las dos mujeres
disfrutaron del momento. Sonia solo hacía unos meses que no veía aquellas
prendas, pero Susana llevaba años sin ver aquellas maravillas de vestidos
femeninos. Sonia se decidió por una
blusa de seda amarilla, y una falda corta lisa, tableada de color azul celeste,
en el contraste de colores vivos resaltaba su rostro. Estaba deslumbrante
vestida tan sugestiva y al tiempo altiva. Al bajar las escaleras vio que la aguardaban
sus tíos, y al otro extremo del salón estaba John con un vaso de vino blanco. Su tío le presto el coche a Sonia, era un
todoterreno vehículo muy adecuado para vivir en el campo…
La pareja paso
la tarde noche de paseo, tenían muchas cosas de que hablar. Sobre todo de cómo
había sido recibida por sus tíos y el trato que se le había dado durante su
estancia. A Sonia al principio le fue difícil hablar de las azotainas que había
recibido, pero John insistía una y otra vez en que se lo contase todo. Al final
Sonia parecía haber comido lengua, pues no paraba de hablar muy animada con la
conversación. Se vio obligada a ir al servicio en varias ocasiones, pues sus
bragas las notaba muy húmedas con la conversación, John la veía excitada al
hablar de los castigos tan severos recibidos, sobre todo los que le propinaba
su tío.
(John Lewiston) -. Sonia, va llegando el momento de volver a
casa. No pretenderás llegar tarde el primer día que sales de casa. O si lo
pretendes?
(Sonia) -. Estas de broma! Tiempo atrás quizás me lo
hubiera pensado, cuando solo me lo planteaba como una aventura digna de ser
probada, antes de que cometiéramos las chicas y yo aquella travesura endiablada
en la universidad y por la que aún estoy siendo castigada. Bueno…. Si tú, me la
dieras? Llegaría tarde seguro… me muero de ganas de estar nuevamente sobre tus rodillas.
(John Lewiston) -. Pequeña diablilla! También yo me subo por
las paredes de deseo… con ganas ahora mismo te colocaba sobre mis rodillas, y
te levantaba esa falda tan sexy que llevas puesta, seguro que llevas esas
dichosas bragas de algodón con margaritas. Sé, muy bien que son tus preferidas…
Pero por ahora, lo que necesitas pequeña sinvergüenza. No es disfrutar por ser
castigada, si no, ser castigada de
manera real para que sea un verdadero castigo y no un juego. Tu tío es la
persona más adecuada para ese cometido, la vergüenza que pasas con ellos cuando
te van a dar una azotaina, no tiene ni punto de comparación, si fuera yo quien
me encargase de tu disciplina, aunque ese día llegara desde luego, pero por el
momento solo deseo que aprendas muy bien la lección. Y todavía no has aprendido
nada… Solamente bajo la experta mano de tus tíos vas a saber muy bien, lo que
significa estar tutelada de manera conveniente. Tu tío se encargara de que te
arrepientas de tu locura, al cometer aquella locura y conducir a otras chicas a
seguirte. Diablos!!! Eras su profesora!!! Eras la responsable de esas chicas!!!
Debías encargarte de enseñarlas a manejarse en la vida!!! Y que es lo les enseñaste?
Como no deben comportarse unas alumnas!!! Cambiemos de tema! Me estoy
enfureciendo por momentos, solo el pensar lo que hicisteis. Ya me dan ganas de
darte una azotaina sobre mis rodillas!!! -. Sonia y John salían del restaurante, esta caminaba
delante unos metros. Miraba a John girando su cabecita con una pícara sonrisa, meneaba
sus caderas de forma provocativa, sus braguitas quedaron a la vista de John
varias veces, pudo ver que no se había equivocado, llevaba las bragas blancas con flores de margaritas. Tanto
balanceo descarado de Sonia, tuvo su respuesta acabando con su espalda apoyada sobre un árbol del parking, y con
Sonia bajo su brazo izquierdo, la falda levantada y con las bragas bajadas a
las rodillas. Solamente fueron unos azotes, Sonia no dejo de reír mientras John
le daba aquella azotaina, era más algo simbólico que un castigo. Los dos sonrieron con la situación, Sonia
estaba preciosa con su pícara sonrisa en sus labios, mientras sentía como su
trasero se iba calentando progresivamente, pero se lo estaba pasando súper
bien… .- Eres lo que no hay! Eres única
metiéndote en líos, lo sabias? Pero ves pensando en que escusa le vas a dar a
tus tíos cuando vean que llegas tarde…
Dejo en su hotel a John poniendo dirección a casa…
Sonia
conducía con calma, no tenía prisa por llegar a casa, aunque sabía muy bien lo
que la esperaba a llegar a casa de sus tíos. En sus labios se dibujaba una
sonrisa de felicidad, sabía que iba a ser castigada por llegar tarde, pero no
le importaba ni lo más mínimo. Hasta que al dar una curva en la carretera vio
al fondo las luces de la casa de sus tíos, en ese momento un nudo en la
garganta apenas la dejaba respirar con normalidad, en su estómago cientos de
mariposas revoloteaban en su interior, su angustia fue en incremento a cada
metro que avanzaba el vehículo. Cuando ya tenía la casa ante ella, sus manos
comenzaron a temblar sobre el volante, sus piernas parecían como si tuvieran
Parkinson del temblequeo de las mismas. El motor del vehículo se caló, al
detenerse ante la puerta. Se bajó del vehículo con el rostro congestionado por
el temor a lo que se le venía encima en breve. Avanzaba lentamente hacia la
puerta, el umbral estaba bien iluminado por varias farolas, al pasar bajo el
árbol frondoso que estaba ante la entrada algo cayó ante ella, era un viejo
roble que daba sombra al porche de la entrada, miro hacia arriba quedándose
extrañada al ver a María sentada en una de sus ramas más bajas. Se hallaba
sentada sobre sus muslos, manteniendo el trasero inerte en el aire, el cual
balanceaba la falda del vestido dejando fugazmente sus bragas al parecer
blancas a la vista, con sus manos alzadas mantenía el equilibrio sujetándose de
una rama superior sobre su cabeza.
(Sonia) -. Que haces primita ahí arriba?
(María) -. Sssssshhh… silencio primita. Si me
descubre mi abuela… tú no me has visto si te pregunta por mí…
(Sonia) -. Tranquila, si me pregunta la abuela por
ti no te he visto…
(Sra. Adams) -. A quien dices que no has visto?
(Sonia) -. A
nadie tía.
(Sra. Adams) -. A ti te voy a dar yo, nadie. Qué horas
son estas de llegar, ya te va arreglar tu tío cuando entres por esa puerta.
Pero antes te lo voy a dar yo misma, y tú, María ya puedes estar bajando de ese
árbol… Tienes que volver a nacer para engañar a tu abuela, eres igual que era
tu madre a tu edad, ella también solía subirse a este árbol… Y tu
desvergonzada!!! Ven aquí sinvergüenza! Que te habías creído tú, eh!? -. Agarro el lóbulo de la oreja derecha
de Sonia, y la llevo a uno de los bancos para sentarse que había en el porche,
aparte de unas hamacas que eran donde la señora y señor Adams se tumbaban a
hablar cada noche, mientras las chicas dormían. Pero en vez de hacer lo
habitual, sentarse! Lo que hizo fue flexionar la pierna izquierda apoyando el
pie sobre el banco, como llevaba a su sobrina de la oreja derecha, solamente
tuvo que impulsarla hacia adelante y esta cayó por la inercia sobre el muslo de su tía, esta llevaba una bata de
estar por casa abierta con botones, al flexionar la pierna para apoyarla en el
banco, los botones de esta, se le habían soltado de su ojal, lo cual hizo que
la pierna quedara al descubierto, incluso que quedase a la vista de su sobrina
las bragas de la tía de encaje negras, así su sobrina quedo apoyada con su
barriga sobre la piel de su muslo desnudo, acto seguido le levanto la falda a Sonia,
la falda tableada amarilla quedo formando una corona sobre su espalda,
mostrando sus bonitas braguitas blancas con margaritas, la tía con su mano
libre, la derecha. La introdujo por la cinturilla del elástico y se las bajo
lentamente, primero la bajo por la pernera derecha, y volviendo a sujetar de
nuevo el elástico por la cintura, ahora por el lado de la pernera izquierda, ya
que al tener el cuerpo pegado al de su tía, este lado quedo trabada y fue
necesario bajarle las bragas primero una nalga, y luego la otra, así se las fue
bajando hasta dejarle las bragas a la altura de sus pantorrillas, justo por
debajo de sus rodillas. Al dejar el trasero de Sonia al descubierto, ella se
cubrió con ambas manos su culo desnudo, como si deseara ocultar algo a su tía.
En ese momento, con destreza retiro sus manos sujetándoselas a su cintura junto
con la falda, entonces gracias a la luz de las farolas lo vio… .- Serás desvergonzada!!! Mira como llevas
el culo, cochina!!! Quien te ha puesto el culo así de rojo pequeña sinvergüenza!!!
Y esas marcas de dedos? Vas a ver cuándo tu tío se entere que te has dejado
manosear por un hombre el culo…
(Sr. Adams) -. Cuando me entere de qué…
(Sra. Adams) -. Mira esposo! Como lleva el culo tu
querida sobrinita!!! Se ha dejado manosear como una vulgar ramera en su primera
cita por un hombre, será cochina y desvergonzada!!!
(Sr. Adams) -. Serás cochina!!! Esas tenemos
desvergonzada!!! Que maneras son esas de venir de tu primera cita, eh? Has
tenido que portarte muy mal, para que todo un caballero como el señor Lewiston
se haya visto en la obligación de corregirte como a una niña… y por esas marcas
de sus dedos, te ha desnudado el culo, sinvergüenza!!!
(Sra. Adams) -. Qué vergüenza! Que dirán en el pueblo de
nosotros, que no sabemos educar a nuestras niñas como dios manda… Pero a esta
desvergonzada se le van a quitar las ganas de dejarse manosear, ya lo creo que
sí! A zapatilla te las voy a quitar yo, sinvergüenza!!! -. Acto seguido la señora Adams, movió su
pie derecho unos centímetros hacia adelante, apoyando su cuerpo sobre su pie
izquierdo que se apoyaba sobre el banco, manteniendo a su sobrina inclinada
sobre el muslo de esa misma pierna izquierda. Trastabillando para no caer ambas
al suelo, una vez hubo adelantado el pie, mantuvo el equilibrio y flexionando
su pie derecho hacia atrás al tiempo que lo levantaba, lo justo y necesario
para agarrar la zapatilla del talón. Llevaba
puestas unas cómodas zapatillas de paño cerradas por el talón a su tobillo tipo
mocasín, teniendo con la mano que descalzar el pie, puso la zapatilla sobre la
cintura de Sonia, para así poderla agarrar bien por el talón, la suela de
estaba compuesta por una especie de espuma plástica blanda, con una suela de
goma flexible pero rígida. Nada más
tenerla bien empuñada la zapatilla, esta empezó a azotar el culo de Sonia. Los
primeros azotes los aguanto apretando los dientes, mientras sentía como su
trasero comenzaba a arder cada vez más. .-
Te voy a dejar el culo morado pequeña sinvergüenza!!!
La escena no podía más evocadora, María tenía una visión
plena desde las alturas. Justo debajo de ella tenía a su abuela dándole una
severa azotaina a su prima Sonia. La vista no podía ser más sugerente para
María, por un lado tenía a la abuela levantando su brazo derecho una y otra
vez, viendo como descargaba la zapatilla sobre el trasero desnudo de Sonia, el
cual era muy sugerente para la pequeña María. Pues veía perfectamente como este
iba enrojeciendo de manera progresiva a cada azote de zapatilla, veía como si
estuviera en un marco de un cuadro el cuerpo de Sonia, su cabeza, la cual a
cada azote se balanceaba a un lado u otro, mientras su cabello se balanceaba al
tiempo y dirección que la cabeza de Sonia fuera ladeada por la inercia de esta.
Luego tenía la espalda de Sonia, en la cual la falda formaba una corona al
estar bien estirada sobre la misma, luego el trasero, el cual daba la sensación
de tener vida propia al agitarse de un lado a otro, según la zapatilla azotase una
u otra de sus nalgas, después sus muslos blancos al no haberle dado el sol, el
contraste del amarillo chillon de la falda, el colorado trasero, sus muslos
blancos y las bragas blancas con margaritas de Sonia por debajo de sus
rodillas, y viendo desde arriba como estas trababan las piernas de Sonia, que
ya había empezado a abrirlas y cerrarlas, ya que el ardor de sus nalgas ya
debía estar siendo abrasador, una sensación que María conocía muy bien. La
pequeña no pudo más ante aquella deliciosa escena de la cual gozaba de
privilegiada visión. Su mano izquierda, la cual quedaba más oculta, la metió
entre su falda, para luego lentamente introducirla por la cinturilla de sus
braguitas, la mano se movía bajo la tela de sus braguitas, en su rostro era
visible que el placer que la embargaba era embriagador, desde abajo era visible
la abundante humedad del fondillo de sus bragas, un par de veces estuvo a punto
de descubrir su presencia a su abuelo, pues este, aun no había descubierto a su
nieta en el árbol.
Sonia llego a
un estado que el ardor en su trasero era
más que considerable, su tía mantenía el ritmo de la azotaina e intensidad en
los azotes, algo que Sonia no pudiendo soportar más, empezó a agitarse de
manera más que notable, prácticamente su tía tenía que hacer esfuerzo sobre
humano para mantener firme a su sobrina, sobre su muslo izquierdo. Llegando la
azotaina a un límite que a Sonia le abrasaba tanto su culo, que ya no podía
controlar su cuerpo, este se agitaba alocadamente en cualquier dirección, en
ese momento su tía ya no podía sostenerla, así que opto, por sentarse sobre el
banco girando su cuerpo y manteniendo a Sonia sobre sus rodillas, ahora si
tenía libre movimiento su tía, la cual al no tener que hacer esfuerzo para
mantener a su sobrina sobre sus rodillas, la zapatilla bajaba y subía con más
rapidez y más intensidad, a lo que la pobre Sonia no pudo contener más su ardor
en sus nalgas, comenzando a llorar amargamente. La zapatilla de la tía dejo de
azotar a Sonia, pero no porque esta deseara detener la azotaina, estaba muy
indignada con el comportamiento de la sobrina, y de tan fuerte que deseaba
calentarle el trasero a la desvergonzada de su sobrina, la zapatilla se le escapó
al levantar el brazo yendo a impactar sobre el trasero de su nieta, que esta
estaba justo encima de ellas sentada en la rama del árbol, en ese preciso
momento fue descubierta por su abuelo, que dada su altura, solamente tuvo que
alargar sus brazos para tirar de los pies de María. Esta al ser descubierta se
soltó de la rama que se mantenía sujeta únicamente por la mano derecha, del
susto que se llevó, al estar muy
entregada y entretenida al movimiento, de sus dedos en el interior de sus
braguitas, cayendo en los fuertes brazos del abuelo.
(Sr. Adams) -. Ah! Estabas ahí arriba todo este tiempo?
Y tu abuela buscándote por la casa!!! Vete a tu cuarto inmediatamente, ahora
ira tu abuela a arreglarte a ti cochina, mírate como llevas las bragas
marrana!!! .- La
deposito en el suelo y antes de que pudiera salir corriendo para el interior de
la casa, se llevó varios azotes de la mano de su abuelo sobre sus braguitas de
color azules con un osito marrón en el trasero. Ahora ante la luz de las
farolas si era más que visible el color de sus bragas…
(Sra. Adams) -. Si, cochina!! Ahora voy a tu habitación a
darte tu merecido, en cuanto acabe con tu prima!!! Creo que ya es suficiente!!!
Ahora tu tío te dará su parte sinvergüenza!!!
Sonia se vio liberada pudiendo así levantarse de las
rodillas de su tía, al estar de pie, daba pequeños saltitos en círculos sobre
la mesa del porche y se acariciaba el culo vigorosamente a manos llenas, viendo
como su tía iba tras la pequeña María hacia el interior de la casa. En ese
instante miro hacia donde había estado su abuelo, y lo vio con espanto. Pues se
estaba desabrochando la hebilla de su cinturón, ella quiso irse hacia su
habitación y así evitar que le diera su merecido el tío. Pero aún no había
rebasado el umbral de la puerta, debido a que sus bragas no la dejaron avanzar
al trabar sus piernas, por lo cual fue cazada por su tío antes de que entrara
en la casa, y manteniéndola sujeta por un brazo sintió como algo le abrasaba el
culo por encima de su falda, pues esta se le había bajado, como no podía correr
por la traba de sus piernas, avanzaba lentamente dando saltos hacia adelante a
cada azote del cinturón. Así llegaron a las escaleras que daban acceso al piso
superior, en las escaleras al tener sus piernas trabadas por sus bragas, no
podía subir los escalones, momento que el tío aprovecho para colocarla bajo su
brazo izquierdo, levantarle la falda, y sobre el culo enrojecido por la
azotaina que había recibido afuera en el porche, recibió unos buenos azotes con
el cinturón, algo inesperado para Sonia, el resultado fue, que Sonia pataleara con mucha intensidad y que
sus bragas salieran despedidas de sus pies, quedando en el suelo del rellano de
las escaleras como una grácil mariposa posada en él. En ese instante, pudo
liberarse de la presa del tío y escapo hacia el piso de arriba, y esconderse en
su habitación. Una vez en su habitación respiro aliviada, frotándose su culo
dolorido… Pero su corazón le dio un vuelco cuando vio entrar en la habitación a
su tío, que se detuvo en la puerta llevando el cinturón en su mano derecha,
observaba como su sobrina se sobaba su trasero, con los ojos anegados en
lágrimas.
(Sr. Adams) -. Por hoy vas bien servida! Mañana al
amanecer hablaremos sobre el tema…
Sonia dejo de llorar, aunque seguía sollozando… sus manos se acariciaban sus doloridas
nalgas, mientras su tío desaparecía por el pasillo. De fondo se escuchaba
llorar a María y como la regañaba la abuela, una noche muy sonada en casa de
los Adams…
(Continuará…)
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