EL SHERIFF DE SPANK CITY
SPRING´S Capitulo 8
La
tigresa seguía en su celda únicamente ataviada de la camisa y las bragas rojas,
permaneciendo echada en el camastro sensiblemente ladeada sobre su costado
derecho, debía sentir los efectos de la azotaina y la que recibiese después. El
medico se había pasado por la comisaria, poniendo un vendaje en el brazo
izquierdo, por fortuna no había llegado a romperse el hueso, pero iba a tener
que llevar unos días el brazo en cabestrillo. Para su desgracia posiblemente no
llegaría a sanar nunca, en unas horas llegaría la diligencia con el sheriff y
comisarios de la capital del estado, donde seria trasladada para ser juzgada y
más que posiblemente condenada a la pena capital por sus graves crímenes.
A medio día con un sol abrasador la
diligencia se perdía en la lejanía, la tigresa había dejado de estar bajo la
responsabilidad del sheriff de Spank City Spring´s, pasando a ser preocupación
de otros representantes de la ley. Había llegado el momento de reanudar su
misión de encontrar a las indias cómplices de la fuga de las hermanas Watson.
Ya se había despedido de su ayudante Laura y la joven Patricia. Había pasado
por las caballerizas a por su caballo, y las mulas de carga, ya que llevaba
víveres para varios días, además de regalos para los jefes indios que tenía
pensado visitar. Ya montado sobre el fantástico alazán negro, salía del pueblo
cuando algo llamo su atención. Era un hombre delgaducho y alto que corría hacia
él, no tardo en reconocerle. Era Jimmy “el torpe” el encargado de la oficina de
telégrafos, en su alocada carrera se cayó tropezando con sus propios pies,
levantándose reanudando su carrera, pero volviendo a caerse al tropezar de
nuevo con sus pies, razón por la que tenía el mote de Jimmy el torpe. Antes de
dar alcance al sheriff rodo por el suelo varias veces más, en la mano portaba
un papel, aunque el sheriff dudaba que el mensaje llegase entero, pues vio como
cada vez que se veía de bruces en el suelo, el papel que portaba se le escapa
de las manos, teniendo que salir corriendo para tratar de cogerlo, pues el
viento en su vuelo cambiaba de dirección, a cada cambio, Jimmy el torpe rodaba
de nuevo por el suelo. Varios minutos tardo en conseguir recorrer los
doscientos metros que distaba la distancia donde el sheriff había hecho detener
a su montura.
(Jimmy) -. Sheriff… Sheriff…
tiene un mensaje del sheriff de Spank Silver Red.
(Sheriff) -. Léeme ese mensaje
antes de que se te caiga de nuevo, si es que aún sigue intacto.
(Jimmy) -. Claro sheriff… Es
del sheriff Wilson de Spank Silver Red, dice: Tengo a dos de las hermanas
Watson en mí poder, stop. He oído que las busca, stop. Las retendré hasta que
venga a por ellas, stop. Sheriff Wilson, stop.
Fin del mensaje sheriff…
(Sheriff) -. No dice cuáles de
las hermanas son?
(Jimmy) -. Solo dice dos de las
hermanas, sheriff… he de enviar una respuesta?
(Sheriff) -. Si, Jimmy. Envía…
Sheriff del Spank City Spring´s, stop. Parto inmediatamente, stop. En cinco
días llegare, stop. Jimmy carga a mi cuenta el coste del mensaje como de
costumbre.
El sheriff tras
despedirse del telegrafista partió hacia Spank Silver Red, resultaba agotador
tener que cabalgar bajo un sol abrasador, el ir acompañado por las mulas de
carga, hacía que el viaje fuera demasiado lento. Llevaba tres días de viaje sin
encontrar ni un miserable charco de agua donde poder refrescarse, a no más de
una jornada a caballo, veía que había unas montañas con bosques, a la noche
acamparía a los pies de aquellas montañas con un poco de suerte. Llevaba hacia
unas horas que a lo lejos volaban unas aves en círculos, seguramente serian
buitres en espera que algún animal moribundo pasara a ser su comida.
Tres horas más tarde llegaba al lugar donde
sobrevolaban en círculos las aves carroñeras, un grupo de buitres intentaban
acercarse a su víctima. El sheriff tuvo que sacar su revólver y hacer varios
disparos para ahuyentar a las aves, viendo que era un chico de unos veintidós
años aproximadamente el que estaba atado en cruz, sus extremidades estaban
atadas a unas estacas clavadas en la tierra árida del desierto. El sheriff se
apresuró acercándose con rapidez, corto las ligaduras y fue hacia una de las
mulas para coger una de las cantimploras de agua para darle de beber al chico,
tenía ampollas en el rostro debido a las horas que debía de llevar expuesto al
sol, pero al escanciar agua en el rostro, solo era suciedad lo que tenía en la
cara, un bonito rostro para ser un chico.
(Sheriff) -. Chico has tenido
suerte que pasara cerca y viera esos buitres desde lejos! Ahora serias pasto de
buitre si no llego a tiempo… Cómo te llamas, chico?
(Chico) -. A… Albert, señor.
Albert Denison, me sorprendieron un grupo de chicas indias y me dejaron así,
después de robarme mi caballo.
(Sheriff) -. Montaras en una de
mis mulas, al anochecer llegaremos al rio y podrás bañarte.
(Albert) -. No pienso bañarme!
Yo estoy bien así…
(Sheriff) -. No dudo que estés
bien, pero te bañaras, ya lo creo que te bañaras, hueles que apestas! Hasta una
Hiena huiría de tu lado.
Ya se estaba ocultando el sol, cuando llegaron
a la vegetación. El rio estaba solo a unas millas, llegaron antes de que
anocheciera. El sheriff ato con una cuerda larga a las mulas y las descargo
para que pudieran abrevar y pastar libremente. Entonces se dirigió hacia el
chico…
(Sheriff) -. Ahí está el rio
muchacho! Mientras te das un baño, voy a recoger algo de leña para hacer fuego.
(Albert) -. Aun no sé cómo
debo llamarle, señor!
(Sheriff) -. William… Sheriff
William de Spank City Spring´s.
(Albert) -. No sabía que fuera
un sheriff, no veo que lleve la estrella…
(Sheriff) -. Estoy fuera de mi
jurisdicción, de nada me sirve llevarla a la vista es estas tierras, aquí no
tengo ninguna autoridad. Ya te estás dando ese baño! La cena nos sabrá mucho
mejor si te sacas ese mal olor del cuerpo… Luego en esas alforjas encontraras
ropa limpia, te ira un poco grande, pero al menos olerás a limpio…
El sheriff desapareció
tras unos matorrales, cuando escucho el relinchar de su caballo, algo que le
hizo volver corriendo para ver que sucedía, el chico yacía en el suelo sentado,
al parecer había sido derribado por el caballo del sheriff, el chico se levantó
con dificultad sobándose sus posaderas, había caído de culo al caer del
caballo.
(Sheriff) -. Así es como me
agradeces que te haya salvado la vida, robándome el caballo… Ahora te voy a
enseñar yo lo que hago con los ladronzuelos.- El sheriff se acercaba hacia
el muchacho desabrochándose el cinturón, doblándolo y uniendo sus extremos en
su mano derecha, el muchacho al ver las intenciones del sheriff, trato de huir,
pero aún se encontraba algo débil y tropezó con unos pequeños arbustos cayendo
de bruces al suelo, no tardo en sentir el cinturón del sheriff en el trasero,
repetidas veces cayo el cinturón sobre sus posaderas, a lo que el muchacho gemía
de dolor, pero más iba a sentir… El sheriff agarro la cinturilla del pantalón y
levantando del suelo al muchacho lo llevo en volandas, llevándolo a donde había
dejado su silla de montar en un tronco de árbol caído, depositando al muchacho
sobre la silla, quedando ligeramente inclinado sobre la silla, sus pantalones
fueron bajados en el acto, y el cinturón no tardo en sentirlo en sus nalgas
blancas desnudas, pronto cambiaron de color blanco, a un color rojo intenso, el
muchacho se debatía forcejeando con sus brazos y piernas por intentar escapar a
la azotaina que estaba recibiendo, pero sus pocas fuerzas al estar expuesto al
sol, lo habían debilitado más de lo deseado, y el impacto del cinturón en sus
doloridas nalgas, habían acabado con sus pocas fuerzas, no pudiendo escapar al
castigo. -. Asi aprenderás!!! Ahora a
bañarte, te voy a desnudar yo mismo! Y… No se te ocurra resistirte o probaras
de nuevo el cinturón en el culo…
(Albert) -. Noooo!!! Noooo!!!
No se le ocurra acercárseme,…!
El muchacho empezó a
gatear desesperadamente, alejándose del sheriff, pero este aun cerca de él,
pudo agarrarle por las perneras del pantalón, quedando en sus manos. El
muchacho quedo únicamente con la camisa raída, sucia, y la ropa interior en sus
tobillos. Una prenda que desconcertó al agente de la ley…
(Sheriff) -. Desde cuando un
chico usa bragas… o…
El muchacho al verse
descubierto, se puso en pie subiéndose la prenda. Saltaba a la vista que no era
un chico, si no, una muchacha.
(Sheriff) -. Ya me parecía que
ese rostro tan bello no podía ser de un chico, se ve a la legua que nunca te
has afeitado, pero al llevar el cabello rubio tan corto me había desconcertado.
Quítate la camisa, rápido! .- La
muchacha gimoteando obedeció sacándose la camisa, a la altura de los pechos
llevaba unas vendas con las cuales había ocultado los mismos. Vestida con ropa
de chico, era fácilmente irreconocible como una chica. -. Ven aquí para que te quite esa cosa, ahora ya no es necesario que te
ocultes, estas a salvo! Aunque cuando te hayas bañado te voy a enseñar a
engañar a la ley… Por cierto. Cuál
es tu nombre niña?
(Albert) -. Alberta… Alberta
Wilson. Y ya me quitare las vendas en el agua, si no le importa, sheriff.
(Sheriff) -. Bien, te aconsejo
que no cometas ninguna tontería más… Puedes bañarte!
La noche paso sin más incidencias, Alberta
durmió toda la noche plácidamente, aunque lo hiciera levemente ladeada hacia un
costado para no apoyar sus nalgas sobre el duro suelo. Pero alejada del
sheriff, no deseaba despertar y tenerlo cerca. El pesado cinturón había dejado
sus nalgas muy adoloridas, no deseaba volver a ver como se lo sacaba de las
presillas de su pantalón.
Estaba amaneciendo cuando el sheriff
despertó a joven, saco la cabeza del interior de la manta con la que se tapara
para dormir, el agente ya había cargado las mulas disponiéndolo todo para
reanudar la marcha, había hecho fuego, ya que llegaba a su nariz el olor de
café recién hecho.
(Sheriff) -. Arriba muchacha!
Es hora de levantarse, en una de las alforjas he hallado algo de ropa de mi
ayudante, te ira grande, pero podrás al menos hacer el resto del viaje vestida.
(Alberta) -. Resto del viaje?
Que viaje? No pienso ir con usted a ninguna parte.
(Sheriff) -. El haberte
rescatado me ha hecho perder una jornada de mi viaje, si no deseas que te baje
esas bragas y te ponga el trasero ardiendo, más te vale callar y obedecer.
(Alberta) -. Eso es algo que
estaré en deuda con usted, sheriff. Pero no tengo intención alguna de ir con
usted. Usted siga su camino y yo seguiré el mío…
(Sheriff) -. Mira mocosa!!!
Vístete y calla, entendido? Estamos a dos jornadas del poblado más cercano en
varias millas a la redonda, no vivirías si te dejara aquí! Algo que no me
podría perdonar jamás. Por lo tanto, te guste o no, vendrás conmigo a Spank
Silver Red. .- el sheriff se dio cuenta del cambio en el rostro de la joven
al nombrar el nombre del poblado que se dirigía.-. Ya veo que no te hace ninguna ilusión volver a tu pueblo, ayer me
percate al bajarte los pantalones que tenías el trasero amoratado de tan solo
unos días, mi cinturón es doloroso en extremo y muy útil para disciplinar a
jovencitas, pero aun no suele dejar moratones con tanta rapidez, y menos por
unos simples azotes como te arree ayer. Seguramente quien te pusiera el culo en
ese estado, estará encantado de que te entregue al sheriff de Spank Silver Red.
Y no hay más que hablar!!!
La muchacha una vez aseado,
se vistió con aquellas ropas, le sobraba camisa y pantalones por todos lados,
pero el sheriff le dio un cordel para atarse el pantalón, como cinturón.
Tomaron el café tranquilamente, una vez acabado el sheriff apago el fuego y
envió a la muchacha a lavar las tazas de café. Cuando volvió ya estaba todo
listo para emprender la marcha.
(Sheriff) -. Vamos muchacha
sube a la grupa de mi caballo, como pesas muy poco apenas resentirá el viaje.
.- la muchacha se negó a subir a la grupa. -. Ya me has hartado niña!!!
El sheriff doblo su
cuerpo de su cintura con envidiable elasticidad hacia abajo desde el caballo,
sujetándose apretando sus piernas a los flancos del animal y sus pies en los
estribos, agarrando los brazos por sorpresa a la joven e izándola al caballo colocándola atravesada
sobre sus muslos , acto seguido tiro de la cintura de los holgados pantalones
de la joven bajándoselos, y comenzó a darle una azotaina con la mano sobre su
trasero, conservaba las bragas puestas supuestamente de color blanco, ya que se
hallaban muy manchadas de polvo del desierto paraje donde había permanecido
amarrada, pero estas poco o nada mitigaban el dolor de la azotaina que estaba
dándole el sheriff, la cual se prolongó varios minutos haciendo que la joven se
retorciera de dolor en sus posaderas, pero dada la experiencia del sheriff en
aplicar disciplina tal y como la solía llamar. La muchacha no tardo en sentir
los dolorosos efectos de la tunda, rompiendo a llorar. El sheriff pico espuelas
sobre el caballo para que este iniciara la marcha, a pesar de aplicarse en
darle una azotaina a la joven, no deseaba demorarse por más tiempo, las mulas les seguían detrás como si estas
supieran que debían de hacer. Mientras el sheriff continuaba con la ardua tarea
de hacer comprender a la muchacha que no era nada bueno hacer enfadar al
representante de la ley, cuando este considero que la joven había aprendido la
lección, dejo de azotarla en sus nalgas, estas se podían apreciar claramente
que estaban muy coloradas, le volvió a subir los holgados pantalones con gran
facilidad, durante un tiempo la llevo sobre el cuello del animal y sus muslos,
pero acabo por levantarla asiéndola por la cintura como si fuera una alforja,
sentándola a horcajadas sobre el animal.
Al medio día llegaron a una colina, desde
la cual se apreciaban unos edificios a varias millas de distancia. Aquel
parecía un buen lugar para hacer un alto en el camino, dejar descansar y pastar
a los animales aprovechando para comer algo, llevaba en las alforjas tocino
seco y unos bollos de pan. Convenía no hacer fuego, el sheriff no había querido
asustar a la joven más de lo que ya estaba, pero en colinas vecinas había visto
señales de humo, lo que significaba que no estaban solos en aquellas latitudes,
el agente había ido con sumo cuidado dando un rodeo para no ser descubierto,
pero un caballo y dos yeguas era algo muy fácil de localizar en la lejanía, no
las tenía todas consigo mismo en la seguridad de si habían sido descubiertos
por los pieles rojas o no. Por eso había decidido no hacer fuego que pudiera
delatarles.
El sol comenzaba a ocultarse en el
firmamento, cuando por fin entraban al pueblo, fueron avanzando por la calle
principal hasta llegar a la altura de una vivienda donde en la puerta ponía
“oficina” y encima en la canal del agua del tejado un letrero indicaba
“CARCEL”. El sheriff ayudo a la joven a apearse del caballo, luego descendió
el. La muchacha se sobaba el trasero a dos manos sobre el holgado pantalón.
Sintiendo la fuerte mano del sheriff que la empujaba en la espalda, obligándola
a caminar hacia la oficina del sheriff. Al estar delante de la misma, se podían
escuchar unos ruidos muy característicos a oídos del agente, dejaban claramente
sin ningún tipo de dudas que en el interior alguien estaba recibiendo una buena
zurra. El sheriff llamo a la puerta repetidamente, abriéndole la puerta una
joven que no contaría mucho más de unos veinte años. Desde el interior una voz
grave interpelo a la joven…
…(Voz) -. Susan! Quién diablos
es?
(Susan) -. Un forastero y trae
a…
(Voz) -. Dile que vuelva
luego, pero que te dé su nombre, no me gustan los forasteros deambulen por el
pueblo, házselo saber que no es bien recibido…
(Susan) -. Ya ha oído
forastero, no es bien recibido en Spank Silver Red. Por cierto quien es usted,
forastero?
(Sheriff) -. Soy William, .- Metiendo
los dedos en el bolsillo interior de su chaleco, extrajo la estrella de sheriff
y se la puso a la altura del pecho izquierdo. -. El sheriff William, de Spank City Spring´s, el sheriff de este
pueblo tiene detenidas a dos fugitivas para entregarme.
(Susan) -. Señora es el…
(Voz) -. Ya lo he oído!!!
Hazle pasar y que espero en mi oficina enseguida estoy por él, y tu pequeña
sinvergüenza, vuelve a colocarte en donde estabas!!!
(Susan) -. Pueden pasar
sheriff!
La chica cerró la puerta
y pasando por delante del sheriff, este se quedó perplejo al ver que la joven
llevaba la falda del vestido arremangado por detrás, dejando el trasero claramente
expuesto, ya que llevaba las bragas rosas bajadas a la altura de las rodillas,
y el trasero estaba completamente colorado, vio como la chica fue hacia el
rincón parándose cara a la pared con las palmas de sus manos sobre su cabeza.
La puerta que daba a las celdas estaba
abierta de par en par, por lo que no le fue difícil ver lo que estaba
ocurriendo en la celda del fondo del pasillo, una mujer fuerte con unos brazos
enormes tenía sobre su regazo a un chico con los pantalones bajados, le estaba
propinando una soberana azotaina con un cepillo de baño de madera, el chico se debatía
sobre las rodillas, agitando sus manos y piernas alocadamente, mientras el
cepillo caía una y otra vez implacable sobre su culo desnudo, la mujer después
de varios minutos sin inmutarse de ser observada por el sheriff, empujo al
chico cayendo este al suelo hecho un ovillo, sobándose con ganas el trasero.
La mujer se levantó de la silla en la cual
había estado sentada ocupándose del chico, esta vestía con pantalones tejanos y
una blusa a cuadros rojos ribeteados de negro, sobre su pecho brillaba una
placa de sheriff. Dirigiéndose hacia la oficina donde le aguardaba su colega…
(Sheriff William) -. Usted es
el…la sheriff Wilson. Me mando un telegrama hace unos días…
(Sheriff Wilson) -. Sí,
soy yo! Le veo sorprendido, esperaba que fuera un hombre verdad?
(Sheriff William) -. Ha decir
verdad, sí. Esperaba encontrarme con un hombre, veo que maneja bien la ley en
este pueblo…
(Sheriff Wilson) -. Lo dice
por el chico? Es un pobre diablo, igual que la chica desvergonzada que está en
ese rincón. Los pesque a los dos intentando liberar a esas dos que tengo
encerradas en la celda, lo cual me recuerda que debo darles su merecido, no sé
cómo lo han hecho para comunicarse con el exterior, pero ofrecieron doscientos
dólares a estos ineptos por ayudarlas a escapar, aunque me puedo imaginar cómo,
pero ya me encargare más tarde de buscar a la culpable. Lo que me temo, es que
huyera para avisar a sus amigas indias, por lo que he podido sonsacar a estos
dos granujas.
(Sheriff William) -. Se está
refiriendo a su hija Alberta?
(Sheriff Wilson) -. Como sabe
usted que es mi hija? La ha visto.
(Sheriff William) -. Es
cierto, intento comunicarse con los indios. Pero no tuvo mucha suerte con ellos.
De hecho la dejaron al sol atada de pies y manos al creer que se trataba de un
chico. Por suerte para ella, yo pasaba cerca y vi a los buitres sobrevolando
sobre ella, también a mí me engaño haciéndome creer que era un chico, hasta que
intento robarme el caballo y este le derribo arrojándola al suelo, entonces por
ser un muchacho decidí darle un escarmiento, fue cuando al bajarle el pantalón
descubrí que era una chica. No la reconoce? Mira a tu madre muchacha…
(Sheriff Wilson) -. Que dice
usted…esa chica sucia y en ese estado lamentable, es mi hija? .- La
muchacha había permanecido de espaldas hasta ese momento, cuando el sheriff la
obligo a girarse y mirar a su madre. -. Pero…eres
tú? Pero… como has acabado en ese estado? Se puede saber que has hecho con tu
bonito cabello rubio… .- La sheriff Wilson se acercó a su hija, con la mano
derecha le soltó una bofetada en la mejilla izquierda, retornando la mano
abofeteo con el reverso la mejilla derecha, quedando las marcas de la mano en ambas
mejillas, luego abrazo a su hija con fuerza con sus fuertes brazos durante unos
largos segundos. -. Como has podido
hacerme esto, eh? Desaparecer sin decir nada, y todo por ayudar a unas
pordioseras, unas pequeñas delincuentes que no son nada en el mundo… Y mira
cómo vienes? Ahora iremos a casa, y ya te puedes ir preparando!!! Sheriff
William. Puede quedarse a cargo de esta oficina… digamos unas dos horas? El
tiempo que voy a tardar en que esta sinvergüenza se adecente y me ocupe de
ella, como una madre debe educar a su hija…
(Sheriff William) -. Me
prestaría de buen grado a ayudarla, señora. Pero yo también tengo mis
obligaciones, si desea, puede ir a su casa para hacer que su hija se adecente,
ya que si se fugó de casa hace unos días, entiendo que tema usted que vuelva
hacerlo de dejarla sola, yo mismo durante dos días he estado en esa misma
situación, de hecho, hubiera llegado ayer si su hija no me hubiera ocasionado
serios problemas, la cual ha tenido una conducta nada adecuada para una joven de
su edad, la cual debería tener más respeto a la autoridad, sobre todo teniendo
una madre que es una autoridad. Por lo cual deduzco que la principal
responsable del comportamiento de Alberta Wilson, es claramente una negligencia
de la autoridad de este territorio, o sea usted. He podido hablar durante estos
dos días con Alberta, la cual me ha hecho referencia a unos hechos por los
cuales usted la castigo severamente, dichas marcas aún se reflejan en su
trasero. Es cierto? o no es cierto que ha estado durante el tiempo que lleva
usted siendo agente de la ley, aceptando sobornos de delincuentes? Según me he
informado, hace tan solo unos días, usted acepto un dinero extra de la tigresa,
por redactar un informe falso a la comisaria del estado, en dicho informe escribía
usted que los hermanos Henderson eran inocentes de una acusación de robo al
banco de Tucson, ya que en esos días, los había tenido usted encerrados en esta
cárcel por camorristas durante un mes. Curiosamente la tigresa visito mi
comisaria y fue huésped de una celda, hace tan solo cinco días, el Sheriff de
Tucson y sus comisarios tuvieron una alegre conversación con la tigresa antes
de partir hacia la capital. En esa charla alegre, salieron a relucir estos
hechos. El sheriff de Tucson me paso esta orden que llevo en mi poder, la cual
está redactada su dimisión forzada como sheriff de este pueblo, además de la
orden de arresto contra usted. Por favor me hace el favor de quitarse las armas
y hacerme entrega de esa estrella que lleva en su pecho…
La ex-sheriff de Spank Silver Red desde
esos momentos, se quedó sin habla, sin abrir la boca se despojó de sus armas
las cuales entrego al Sheriff William, así mismo hizo entrega de su placa.
(Sheriff William) -. Es
extraño, menuda coincidencia pensé, cuando el telegrafista me leyó su
telegrama, justamente en esos momentos partía hacia otro destino, pero su
telegrama me hizo cambiar de idea. Puesto que mi destino tenía que ver con las
hermanas Watson, y mire usted. Venir hacia aquí, solucionaba dos problemas sin
apenas esfuerzo y pérdida de tiempo. .- El sheriff se dirigió hacia la
muchacha que estaba en el rincón. -. Te
llamas Susan verdad muchacha? .- La chica giro ladeando su cabeza con la cual
asintió en signo afirmativo. -. Puedes
subirte las bragas y marcharte, llévate a tu amigo contigo. Pero no salgáis del
pueblo sin haber hablado conmigo antes, debo tomaros declaración antes de poder
marcharos.
La muchacha llamada
Susan, se subió las bragas rosas lentamente, tenía el trasero muy colorado, por
lo que dedujo el sheriff que debía haber sentido en sus nalgas el cepillo,
igual que estaba sintiendo el muchacho cuando el entro en la oficina. La chica
dejo caer su falda, y sobándose el culo con las dos manos se fue hacia el
pasillo de las celdas, poco después el chico ya con los pantalones subidos
pasaron ante el sheriff y la ex sheriff, ambos iban raudos por salir de allí,
aunque a ambos les debía de doler mucho su trasero por la fuerza y vigorosidad
que se sobaban el mismo. Una vez hubieron salido…
(Sheriff William) -. Alberta! Puedes
irte a tu casa a adecentar tu estado. De paso prepara un equipaje rápido para
tu madre y tú. Tu madre queda arrestada y se vendrá conmigo a Spank City Spring´s,
como puedes comprender no puedo dejarte
sola en este pueblo y por ello nos acompañaras. Puedes irte…
La señora Wilson no veía
las cosas muy claras, cualquiera en su situación pensaría que el Sheriff
deseaba quedarse a solas con ella por alguna razón, dada su fama eso era algo
que no presagiaba nada enriquecedor…
(Sheriff William) -. Bien,
bien… Ya estamos solos. Sra. Wilson o puedo decir Sarah? Pues te llamare Sarah
tanto si te parece bien, como si no. Estoy completamente seguro que han llegado
a tus oídos mi forma de actuar con las mujeres. Siempre he creído que una buena
disciplina a tiempo, puede hacer que una hiena se convierta en una dulce
persona, estoy seguro que es lo que te va a ocurrir cuando haya terminado
contigo. Tienes algo que alegar en tu defensa que me enternezca y no sea muy
severo contigo?
(Sarah) -. Si dijera que me
chantajearon me creería? Que me amenazó con matar a mi hija, si no hacia lo que
me decían.
(Sheriff William) -. La verdad?
Me gustaría creerte, pero el banco de Tucson tiene en su poder un extracto de
un recibo por valor de mil dólares, que fueron ingresados a nombre de Sarah
Wilson con fecha de hace dos meses, justo el día que los Henderson fueron
liberados, y que ellos mismos hicieron ese ingreso, lo que no sabían es que el
dinero del banco que no robaron, lo habían clasificado por sus números de
serie, y esos mil dólares, justamente tenían esos números de serie. Qué raro
verdad? Dinero de un banco que gracias a tu implicación no habían robado ellos,
pero en cambio lo tenían en su poder.
Tienes alguna otra alegación que sea de más peso?
Sarah cambio su forma de mirar al sheriff,
ya no había despecho en ella. Solamente rezumaba en todo su ser, el temor a lo
que se veía no tenía solución posible. Su rostro se congestiono cuando el
sheriff comenzó a retirar sus armas, con el cinturón canana incluido. Como se
desabrocho su cinturón de piel de serpiente de cascabel, y como se lo fue
sacando presilla a presilla de su pantalón.
(Sheriff William) -. Bien
Sarah… bájate los pantalones!
Sarah era una mujer
cercana a los treinta y ocho años de edad, su metro ochenta de estatura y su
cuerpo bien formado a pesar de su robustez, hacía que cualquier hombre girase
su cabeza a su paso. Su carnoso trasero redondo lo marcaba sensual enfundado en
unos pantalones tejanos ajustados. Sarah ruborizada por tener que desprenderse
del pantalón, procuraba bajar su mirada para no mirar a los ojos al sheriff.
Desabrocho el botón del pantalón y bajo la cremallera. Acto seguido sus pantalones
se los bajo lentamente, más que por nervios o temor, el motivo era que al estar
tan ajustados tenía esa dificultad a la hora de bajárselos, pero no tardo en
estar bajados a la altura de sus rodillas. Unas bragas blancas de algodón
cubrían su trasero, sin titubeos se inclinó sobre la mesa apoyando sus codos en
ella, dada su estatura el sheriff la ayudo a como colocarse, de manera que el
trasero quedara bien expuesto, por lo cual la convino a apoyar su torso sobre
la mesa, de tal forma que el trasero quedaba mucho mas expuesto. Sarah escucho
como unos pasos se acercaban colocándose detrás de ella, sintió como unos dedos
calientes se introducían en el interior del elástico de la cinturilla de sus
bragas blancas, y como estas eran bajadas lentamente hasta unirlas a sus
pantalones, luego mirando de reojo sobre su hombro izquierdo pudo ver como el
sheriff se retiraba unos pasos. Lo siguiente que vino, solamente pudo
estremecerse al sentir como el cinturón de piel de serpiente de cascabel,
azotaba su trasero con vigorosidad. Cruzando de extremo a extremo ambas nalgas
de la mujer que había sido la sheriff, una marca roja quedo reflejada en ellas.
Otra marca roja apareció cruzando sus nalgas, apenas un gemido brotaba de su
garganta, a cada azote de cinturón. Y fueron unos cuantos los que fueron
azotando sus nalgas, hasta dejarlas coloradas en sus dos lunas, la experta mano
del sheriff quedaba bien patente, al igual que la mujer de treinta y ocho años
la cual seguía sin apenas dar claras muestras de sentir dolor con la severa
azotaina que estaba recibiendo. Era una heroína como pocas, estaba aguantando
la azotaina con bastante entereza. Pero el sheriff ni tan solo sudaba por el
esfuerzo, sabía muy bien cuál era su labor como buen experto a la hora de
aplicar disciplina. Y tenía plena convicción de que no tardaría en acusar el
castigo, ya podía hacerse la dura todo lo que quisiera. A esas alturas las nalgas
aparte de estar más coloradas que un cesto de tomates maduros, las nalgas cada
vez estaban más y más inflamadas, los verdugones estaban comenzando a aflorar,
pronto seria la piel curtida por las marcas sobrevenidas unas sobre otras, y
eso era un hecho. Cierto que el sheriff se estaba empleando desde hacía unos
minutos a fondo, con azotes más rápidos y más certeros. El rostro de la
ex-sheriff cada vez que recibía un nuevo y certero azote, este se congestionaba
cada vez más. Sus dientes chirriaban al apretarlos con fuerza, pero otra
persona ya se habría rendido ante su resistencia, pero no el sheriff de Spank
City Spring´s. Este tenía una reputación a la hora de disciplinar, tenía fama
de hacer gritar a toda mujer que se pusiera fuera de la ley, y tenía muy claro
que esta no iba a ser la excepción. No podía precisar cuántos azotes le habría
propinado sobre las nalgas, cien o doscientos, que más daba. Pero la
experiencia del agente de la ley, estaba más que demostrada, sabía
perfectamente que ya no podría aguantar con aquella entereza por mas tiempo. Así
que decidió que había llegado el momento de hacerla gritar de verdad, así que
comenzó a emplearse a fondo, los azotes eran tan rápidos que la mujer no tenía
tiempo entre azote y azote de coger aire para llenar sus pulmones, tenía toda
la razón. Los gritos de dolor hacían estremecer a las dos hermanas que estaban
en las celdas, solo un animal como el sheriff de Spank City Spring´s podía ser
tan bestia. Las nalgas ya habían cambiado su tono rojizo a amoratado, sobre
todo en su nalga derecha la cual acusaba más la azotaina, no tardando demasiado
los gritos de dolor pasaron a ser un llanto desesperado, ahora si el sheriff
sudaba a mares, pero había logrado su objetivo, había vencido a la orgullosa
ex-sheriff Wilson. Pero para nada se dio por vencido, siguió azotando sus
castigadas nalgas, le había hecho sudar tinta para lograr su objetivo de una
eficaz disciplina, estaba dispuesto a que aquella mujer rompiera a llorar con
solamente verle desabrochar la hebilla de su cinturón, no deseaba en el futuro
más pruebas que le pusieran a él en esa ardua tarea. Tenía que aplacar ese
orgullo fuera como fuere. Agotado arrojo el cinturón al suelo, mientras la
mujer lloraba desconsolada con sus dos manos sobre su trasero, el cual no podía
tocarse sin hacerla estremecer de dolor. El sheriff agarro una silla cercana
colocándola cerca a la mesa, fue hacia la mujer y agarrándola por el lóbulo de
la oreja izquierda la obligo a levantarse de la mesa, tirando de ella la obligo
a desplazarse unos metros, los suficientes para que pudiera sentarse en la
silla, entonces tirando del lóbulo de la oreja izquierda, la hizo arrojarse
sobre su muslo izquierdo, mientras cruzaba su pierna derecha por encima de las
piernas de la mujer, no se podría apreciar como lo haría, pero como por arte de
magia apareció el cepillo de madera de baño en su mano derecha, continuando la
azotaina en el trasero de la mujer, rendida por completo a la azotaina,
llorando sin poder consolarse de manera alguna posible. El cepillo parecía que
fuera automático, pues no era posible que aquel hombre fuera humano, y no
acusara cansancio o agotamiento alguno, las nalgas de la mujer debían de
dolerle de manera y forma inexplicable por su llanto desesperado. Pero su
agotamiento debía de ser tal, que ni fuerzas para intentar protegerse tenia.
Por fin el sheriff se detuvo, en su rostro bañado de sudor se apreciaba algo de
cansancio, pero por la manera que se levantó de la silla cargando con el cuerpo
de la mujer dada su robustez, no acusaba un cansancio como podría tener
cualquier ser humano, después del esfuerzo realizado. Cargo con ella hasta una
de las celdas y la deposito sobre el camastro, saliendo de la celda y
cerrándola a su vez.
(Sheriff William) -. Que
tenemos aquí! Hombre si son las pequeñas de las Watson Penélope y Maggie
Watson. Dadme un respiro y vendré a encargarme de vosotras como os merecéis
ambas.
(Continuara… )
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