EL TUTOR DE DISCIPLINA
EL SEÑOR LOPEZ
Evelin estaba
agotada, el día había resultado algo complicado para ella, sobre todo por como
su Tutor se había tomado algunas faltas esa jornada, se había acostado temprano
en la cama, el trasero le molestaba más de lo que hubiera deseado, incluso en
su cómodo sofá no podía mantener el trasero en una misma postura por mucho
tiempo, aun lo tenía en llamas tras un
día complicado en la oficina. Por casa para estar cómoda iba solo en braguitas,
así se las podía bajar, para aliviar la presión que el elástico de estas ejercían en sus nalgas.
Los primeros días
de vivir en el apartamento, se paseaba desnuda por él. Pero descubrió que no
era conveniente para su bienestar, ir desnuda resultaba muy cómodo, y la
permitía relajarse a pesar de tener serias molestias. El mismo día que se instaló
en su nuevo y forzado hogar, descubrió de una manera inesperada que no tenía la
intimidad que hubiera preferido.
Podía tener visitas
inesperadas en cualquier momento, así descubrió aunque fuera tarde, que la
señora que ella había creído la señora de la limpieza, no era esa justamente su
labor, pero la había visto que llevaba un delantal y había dado por sentado que
era la mujer de la limpieza. La señora tenía llave de todos los apartamentos, y
solía sorprender a las chicas en cualquier momento del día o la noche. La
señora en cuestión, solo se encargaba de supervisar, cuando una de las chicas a
cargo del Sr. López era sorprendida en una falta, la señora se lo notificaba a
él. Así fue como ella lo descubrió, la primera semana cuando echaba una siesta
en el sofá desnuda recibió una visita muy agradable de dicha señora, hablaron
entre ellas como si se conocieran de siempre, era una mujer encantadora y muy
servicial, ella misma le puso unas bragas limpias, sorprendiéndose Evelin que
supiera donde las guardaba y que con ellas trajera un pijama, le puso crema
hidratante en sus enrojecidas nalgas con mucho cariño, le ayudo a ponerse el
pijama e incluso la acostó en la cama despidiéndose muy cariñosamente, Evelin
durmió muy bien esa noche, en cambio al día siguiente al entrar en la
oficina… Evelin, nada más traspasar la
puerta del ascensor a la oficina, fue llamada al despacho de su Tutor, no es
necesario añadir que la azotaina fue nada más entrar al interior del despacho,
siendo regañada severamente por su falta de decoro aunque estuviera en su
propio hogar, el Sr. López tenía sus normas aunque estas fueran estrafalarias.
Pero él tenía su propio eslogan, que “La
disciplina es importante en todo momento”.
Esa noche Evelin
no podía dejar de pensar en lo sucedido en la oficina esa mañana, y ello la
tenía sumamente preocupada, esa fue la razón de que se acostara temprano.
Estaba metida bajo las sabanas boca abajo, y se había bajado las bragas lo
justo para descubrir su trasero, y que el elástico no presionara en sus
doloridas nalgas. Así, si escuchaba cualquier ruido sospechoso se las podía
subir con rapidez, no deseaba de ninguna de las maneras, ser sorprendida con
las braguitas bajadas, ello significaría ser castigada por la mañana a primera
hora.
Había algo que no
la dejaba pensar en nada con claridad, solamente tenía en mente lo que le iba a
suceder a la chica que se había comportado de manera errónea esa mañana, algo
que le podía haber sucedido a ella. Total, no veía que fuera justo lo que le
iba suceder. Si hubiera sido avisada
anteriormente, seguramente no se habría comportado de aquella manera tan
soberbia. Evelin había leído el informe de la joven Elouise Braun, sabía que la
chica ya había recibido una severa azotaina en una de las viviendas de los
vecinos y responsables de que la muchacha fuera castigada, haber pasado por esa
vergüenza de ser castigada, y que ahora unos días después, aquel castigo no
sirviera para nada, se imaginaba lo duro que tuvo que resultar para la joven
ser castigada delante de sus vecinos, aunque habiendo leído los motivos, fuera
una azotaina más que bien merecida, ella de haber hecho algo similar, no podía
ni imaginar la azotaina que habría recibido, por lo tanto, sabía que la chica
fue castigada por su Tutor de manera muy estricta y drástica. Si la tal,
Elouise se había decidido a ser disciplinada, debió valorar las terribles
consecuencias que tendrían para ella, y que el peor de sus males, no era
recibir una severa azotaina, si no, las consecuencias que pasaría si no
aceptaba su destino.
Evelin, imaginaba
ahora como debía sentirse aquella pobre infeliz, seguramente debía de llevar el
trasero sumamente dolorido, por lo morado que había podido ver que lo tenía, no
había más que vérselo cuando girándose se encamino hacia la puerta del ascensor enfadada para
marcharse, el vuelo de la falda había dejado totalmente a la vista sus bragas,
así como lo morado que lo tenía, según pudiera ver la parte de sus nalgas que
las bragas no cubrían y entre las perneras de sus apretadas braguitas pues el
elástico debía de mortificar a la chica, salió como una exhalación al ser
expulsada de la oficina, a cada paso su falda en su vaivén dejaba a la vista
sus bragas, al caminar claramente furiosa y avergonzada.
Conociendo a su Tutor, se hacía una idea más
que aproximada de lo dolorida que debía estar la muchacha, en cierta manera y
forma, se hacía cargo de que la chica estuviera muy avergonzada y que no
deseara dejar su trasero expuesto a miradas ajenas, que la vieran sentarse,
viendo cómo se hubiera reflejado en su rostro los claros gestos de congestión
por el dolor en sus nalgas. Evelin la vio como le costaba mantener una misma
posición por mucho tiempo, aun estando de pie. Alguien debía de haberla informado de
lo que podría sucederle, si no se sentaba en aquellas duras sillas de la sala
de espera. Total, era una norma que se había establecido hacia poco tiempo,
desde que ella había ocupado el puesto de secretaria, el día que ella visito la
oficina por primera vez, en lo que ahora era la recepción y su puesto de
trabajo, antes no había mueble alguno. Evelin, no tuvo que pasar por aquella
vergüenza, cuando ella misma tuvo que acceder a las oficinas a recibir su
castigo de mantenimiento, no tuvo que pasar por la vergüenza de estar en
presencia de una secretaria o de otras chicas en su mismo estado, seguramente
la muchacha eso no se lo esperaba encontrar, ya tuvo que ser duro para ella ver en el
vestíbulo al Sr. Luis, entregarle el abrigo que cubría su vestido, y con el
culo en llamas y dolorido, caminar delante de él entrando en aquel ascensor.
Recordaba la vergüenza que ella misma
había sentido el día que llego, entrando por la puerta al vestíbulo y se
encontró por sorpresa con el portero, lo mal que ella lo paso cuando la invito
a quitarse el abrigo y quedarse ante el portero con el uniforme sabiendo lo
escaso que era. Ella tampoco tuvo que pasar por la vergüenza de encontrarse con
una secretaria, de su misma edad aproximadamente y andar ante ella mientras su
holgada falda con el vaivén dejara al descubierto la base de sus nalgas
mostrando aquellas horrendas bragas que le habían obligado a ponerse. Al ver una
secretaria condescendiente y agria mirada, sin conocer que esta se mostraba así con ella, ya que tenía su trasero tan
dolorido como ella misma. Al salir del
ascensor, era de esperar la sorpresa que se llevó la chica, seguramente había
imaginado que no tendría que mostrarse ante nadie más que el Tutor el cual
debía esperar su llegada. Era más que lógico imaginar que su comportamiento
habría sido el mismo, de haber tenido que pasar un mal trago como ese.
A la mañana
siguiente se despertó aturdida, seguía dándole vueltas al asunto de Elouise
Braun. Eso era algo que apenas la había dejado dormir, aunque había dormido muy
bien, después de todo. Se levantó como hacia diariamente yendo al baño a darse
una ducha, una vez el agua estaba en la temperatura correcta entro en la ducha.
Minutos después salía envuelta en una toalla dirigiéndose a su habitación a
vestirse, lo primero que hizo fue mirar tras la puerta, ahí tenia pegado una
hoja con el tipo de vestimenta que debía llevar puesta según el día de la
semana, su Tutor era un personaje meticuloso, cada día debía vestir de una
manera sencilla, pero bien vestida cara para sus clientes pudieran ver que tenía
nivel su despacho, la falda debía de ser corta, eso si. Debía quedar patente la
disciplina a su alrededor, el que su secretaria luciera sus nalgas coloradas
daba a los clientes claramente el nivel de seriedad. Pero de manera discreta,
por tal razón debía vestir de ropa interior la misma ropa que las muchachas que
eran esposas, mujeres, hijas, secretarias, etc… eso al mismo tiempo hacia que
las chicas no se sintieran tan intimidadas, algo que al parecer era algo
superfluo dando confianza, pero al mismo tiempo relajación. Para ese día, debía
ponerse una falda negra con varios volantes, con una blusa blanca para que
resaltara más su indumentaria. Las bragas debían de ser blancas con margaritas
muy chillonas, fue lo primero que busco en el vestidor, el cajón de la ropa
interior, luego busco la falda y la blusa, en minutos estaba correctamente
vestida.
Salió del
apartamento como cada día, nerviosa por lo que pudiera resultar durante la
jornada, pues una vez traspasada la puerta no sabía que la podía deparar el
día. Bajaba las escaleras con calma, le
estaba prohibido utilizar el ascensor, excepto el que accedía al despacho. Su
trasero le daba palpitaciones a cada escalón que descendía, ya no le dolía
tanto el culo como al acostarse, pero aun así, en cada escalón sentía unos
leves pinchacitos en sus nalgas. Una vez llego a la planta baja, cambio de
pasillo para ir del ala sur, al ala norte donde estaba el portal y el vestíbulo
principal, lugar donde ocupaba su puesto el Sr. Luis.
(Sr. Luis) -. Buenos días Evelin. Has dormido bien hoy,
verdad! Te has fijado que hora es? El Sr. López ha llamado más de diez veces
preguntando donde estabas… Más te vale que subas rápido, está muy molesto!
(Evelin) -. Pero si deben ser, las ocho menos
cuarto…
(Sr. Luis) -. Has mirado el reloj? .- Lo dijo al tiempo que miraba al reloj
que había en el vestíbulo. -. Son las
once de la mañana, pequeña! Ahí tienes el ascensor, puedes subir sola conoces
bien el camino.
Evelin se le
había quedado el rostro blanco como la nieve, miraba el reloj, no comprendía
como le había podido suceder, se encamino hacia el ascensor a pasos cortos,
indecisos… La mano derecha acariciaba su trasero por encima de la falda
alisando los volantes, que al pasar su mano, volvían a su posición dado su
tejido. Sabía que el Sr. Luis debía estar mirándole el trasero cubierto por sus
bragas blancas de algodón con margaritas, aunque de estas solo mostraba la
parte baja, justo la base de las nalgas e inicio de los muslos, y apenas
mostraba el color colorado de la azotaina del día anterior. Entro al ascensor
pulsando el número del piso abriendo la portezuela de mandos, con los cuales
era la única manera de llegar al despacho. En unos segundos se abrían en el
vestíbulo, salió y miro por instinto su mesa, no había ninguna nota, de hecho
no había nada, debían estar las cuartillas para archivar que había dejado el
día anterior, pero estas no estaban. Respirando hondo fue hacia la puerta del
despacho, llamo con los nudillos y espero respuesta. Un “adelante” pudo
escuchar en un tono grave. Evelin lleno sus pulmones de aire y abrió la puerta
entrando seguidamente, cerrándola a su paso.
(Sr. López) -. Dichosos los ojos que te ven… se puede
saber qué horas son estas? Espero que tengas una excusa muy buena, porque te
espera una azotaina que no vas a olvidar en varios días, pequeña!.- Evelin le miraba preocupada y ambas
manos las tenía bajo su falda puestas en su trasero, como si lo estuviera
protegiendo.-. He tenido que hacer tu trabajo, archivar las cuartillas pendientes…
hacer las llamadas que debías de hacer tú… atender las llamadas… bajar a
recoger el correo… si, espero una muy buena respuesta de tu parte…!!! De lo
contrario lo vas a lamentar, me has oído?
Me has decepcionado Evelin, últimamente estabas muy eficiente en tu trabajo y
ahora esto?
(Evelin) -. Yo… yo… Me quede dormida…
(Sr. López) -. Eso es todo lo que me vas a decir… .- Evelin andaba hacia atrás, de
espaldas mirando a su Tutor, al ver como él se levantaba de su sillón, del
primer cajón de la mesa de su despacho extrajo un cepillo de madera, bordeando
su mesa fue hacia Evelin e iba hacia ella sosteniendo el cepillo en su mano
derecha dando golpecitos en la palma de su mano izquierda, Evelin visiblemente
asustada, como si ya estuviera sintiendo aquel cepillo en su trasero, se lo
masajeaba suavemente mientras su Tutor se le acercaba. -. Esa es tu excusa? Me quede dormida! En la vida tenemos todas
nuestras responsabilidades, a nadie nos gusta tener que trabajar, pero tenemos
que hacerlo, es la vida así de caprichosa, sabes. Si a uno de mis clientes mi
trabajo no le gusta, simplemente se busca a otro que lo haga mejor, ese el
castigo que yo recibo si soy negligente en mi trabajo, algo que afectaría a mi
reputación, sabes? Es muy importante tener a los clientes contentos, así estos
no deben buscarse a otro. Por ese motivo te exijo tanto en hacer
perfecta tu labor, claramente tú no estás en condiciones similares, tu estas
bajo la disciplina que yo exijo en esta empresa, es muy posible que de tener
una secretaria convencional, después de una serie de faltas seria puesta de
patitas en la calle, recibiendo todo su sueldo. Su castigo seria, el abrirle un
expediente el cual durante una temporada cerraría puertas a otros puestos
laborales. Esta mañana debías de haber enviado por correo unos informes, mañana
los clientes estarán esperándolos y sabes que es lo que recibirán? Nada!!! Me has puesto en una delicada situación,
ahora deberé pagar a varios mensajeros de servicio urgente, para hacer llegar
dichos informes. Como puedes ver, todo tiene sus consecuencias en esta vida, y
yo debo hacerte entender como de grave ha sido tu error…
Evelin estaba muy angustiada sin saber a dónde mirar, estaba
muy avergonzada de sí misma, mientras escuchaba la bronca que le estaba echando
su Tutor, se daba perfecta cuenta de la gravedad, así como de las consecuencias
que el haberse quedado dormida iba acarrear, no podía pensar en nada en ese
momento, solamente se limitaba a escuchar bajando la mirada hacia el suelo, las
palabras no le salían para disculparse, temía que si decía algo empeorase aún
más la delicada situación en la que se encontraba. No era el momento oportuno
para decir a su Tutor, que no le parecía justo lo que había ocurrido con la
chica llamada Elouise Braun. En esos momentos contarle que no había podido
dormir pensando en ella, y que ese era el motivo por el que se había quedado
dormida. Quizás lo podía interpretar mal, y decirle que había sido demasiado
duro con ella, podría pensar que ella le estaba juzgando, en ese instante su
Tutor se hallaba enfadado y ello podría ser mal interpretado, por lo que
prefirió callar en ese momento. Sus manos acariciaban su trasero por encima de
sus braguitas, sus dedos temblorosos estiraban el elástico de sus perneras,
intentando cubrir sus nalgas por si tenía la suerte que su Tutor no le bajase
las bragas. su Tutor seguía regañándola ahora estando a menos de un metro de
ella, algo que noto en seguida al tenerlo tan cerca de ella, pues apenas se
puso enfrente de ella, la cogió del lóbulo de su oreja izquierda, haciéndola
inclinar la cabeza hacia ese lado. Evelin con el rostro congestionado por el
dolor que le estaba haciendo en la oreja, deseaba que acabase de regañarla, la
colocase sobre sus rodillas para darle la azotaina, así al menos le soltaría la
oreja, pues creía que se la iba arrancar de tanto tirarle de ella. Cuando la
soltó respiro hondo de alivio, pero respiro demasiado rápido, pues en ese
momento le agarro el lóbulo de la oreja derecha con fuerza, al tiempo que
tiraba de ella hacia si mismo, haciéndola caminar hacia donde su Tutor la
conducía, nada menos que hacia la silla que se encontraba en el centro de la
estancia.
Al estar frente a
la silla, su Tutor tomo asiento en ella. Acomodándola a ella sobre sus rodillas boca
abajo. Evelin avergonzada no lucho por escapar a la azotaina que la esperaba,
quizás por ello su Tutor no empleo el cepillo, comenzando la azotaina con su
enérgica mano derecha. Sobre las bragas blancas con margaritas, los azotes
resonaban por la estancia sobre el trasero de Evelin. Otras veces había
mantenido una seria lucha por librarse, pero en esta ocasión no tenía fuerzas
para ello, a pesar que en breve tuvo el trasero en llamas por la fuerza que su
Tutor empleaba su diestra. Ni forcejeo en el momento que sintió como los dedos
se introducían entre el elástico de la cinturilla de sus braguitas de algodón
blancas con margaritas y se las bajo hasta las rodillas, su trasero rojo como
una amapola, y en llamas por los azotes que seguían arreciando con la misma
intensidad sobre su culo. Sus lágrimas descendían por sus mejillas rojas, tan
coloradas como lo estaba su trasero. Cuando su Tutor decidió emplear el cepillo
de madera, la única diferencia fueron los ayees de dolor de Evelin que pasaron
a ser más fuertes, sus piernas ahora si luchaban desesperadamente por librarse
de aquel intenso ardor en su trasero, que cada vez iba a más y más. Sus piernas
se separaban una de la otra, si no fuera por sus propias bragas que se lo
impedían sobre sus rodillas, estas se estiraban todo lo que el algodón de su
tejido daba de sí mismas, para hacer que las piernas volvieran a unirse por la
elasticidad de la prenda, la cual impedía patalear libremente. Nada más conseguía
ir agotándose a sí misma en su insistencia por liberarse de sus bragas, estas
fueron descendiendo por sus espinillas hasta detenerse en sus tobillos, ahora
ya, lograba separar sus rodillas, pero eran sus tobillos los que permanecían
maniatados por las bragas atascadas en ellos. En el forcejeo de sus pies, estas
fueron liberadas, saliendo despedidas en el aire, yendo a posarse como una
grácil mariposa apenas a dos metros de distancia, ahora ya sin nada que las
trabase, sus piernas se abrían y cerraban de manera desenfrenada, lo cual al
abrirlas dejaban expuesto su sexo rasurado a la vista de su Tutor como este se
mostraba en su esplendor. Pues aunque ella no pudiera pensar en ello en tales
circunstancias, en su sexo mostraba cierto brillo que emanaba de él y descendía
por sus muslos sin que ella hiciera algo en la posibilidad de ocultar aquel
fluido, que de estar relajada en vez de luchadora por librarse de aquel intenso
ardor de su trasero, se habría avergonzado hasta la raíz de su ser, de mostrarse
de un modo tan poco desconsiderada consigo misma.
En ese instante su
Tutor paro de castigar a su secretaria…
(Sr. López) -. Bien… Bien… Evelin ya puedes
incorporarte. He visto que ya te estas convirtiendo en una spankee, todas tarde
o temprano os ocurre igual, acaban por gustaros recibir azotainas, hace unos
días ya vengo observando que humedeces tus braguitas, hoy las tenías mucho más
que húmedas…
(Evelin) -. No, señor. Eso no es cierto, Ayyy mi
culo!
(Sr. López) -. No es cierto? Te duele el culo? Quieres
que te duela más! No me gustan las mentiras… .- Evelin se había incorporado por sí
sola, con mucho esfuerzo al hacerlo, el culo lo tenía algo más que muy
colorado. El Sr. López se levantó tras ella y andando unos pasos se inclinó hacia
el suelo, recogiendo las bragas de Evelin. -.
Ves esto desvergonzada!!! Mira cochina como llevas las bragas de mojadas!!! Ven
acércate que te las voy a poner, por mentirosa llevaras el resto del día estas
bragas tal y como están.
La secretaria con sus mejillas rojas de la vergüenza, se acercó
a su Tutor con pasos cortos y aun así, el culo le palpitaba como si tuviera
vida propia a cada paso que daba, este había desdoblado las bragas, pues al
salir despedidas de sus tobillos, habían quedado entrelazadas en sí mismas. Volvió
a sentarse en la silla, colocando la prenda ante el, inclinándose lo justo para
que la muchacha pudiera pasar los pies, primero el derecho, lo hizo lentamente
pues el culo le dolía al flexionar la rodilla, paso el pie derecho, y luego
lentamente el izquierdo. Evelin mantenía los ojos cerrados para no ver a su
Tutor como le iba subiendo las bragas lentamente, notando como le era levantada
la falda por delante, dejando su intimidad a la mirada de su Tutor, sus
mejillas aún se enrojecieron más si ello era posible, sintiendo como las manos
de su Tutor rozaban sus muslos mientras le pasaba las bragas por el dolorido
trasero, una vez bien ajustadas a su cintura y bien tensas las perneras,
presionando la base de sus nalgas le acaricio el culo por encima de la tela de
sus bragas, con ambas manos la asió de la cintura, haciéndola sentar sobre su
muslo derecho apoyando el culo sobre sus braguitas. La abrazo contra si mismo,
abrazo que ella agradeció con mucha gratitud, era la primera vez que su Tutor
le mostrara una señal de afecto hacia ella. El Sr. López sentía en su muslo
como de caliente tenía el culo Evelin, pero aunque le dolía muchísimo le gusto
que su Tutor tuviera aquella muestra de afecto hacia ella, y aunque le doliera
el culo horrores tener que estar sentada sobre su muslo, agradecía aquella
atención.
(Sr. López) -. …Y bien pequeña! Ahora me vas a contar
que te ha ocurrido para quedarte dormida, y llegar tarde a tu puesto de
trabajo? .- Evelin
aun con alguna lagrima descendiendo por sus mejillas, asintió con la cabeza de
manera afirmativa. El Sr. López extrajo un pañuelo del bolsillo, secándole las
lágrimas y sonándole la nariz ya que esta hacia unos sonidos de estar con algo
de mucosidad. -. Cuéntale a tu Tutor que
te ha ocurrido pequeña… seguro
tienes muchas cosas que contarme, verdad? Puedes hablar sin miedo, no te
volveré a castigar por lo que puedas decirme. Pero me gusta la sinceridad, de
haberlo hecho antes, seguramente te habrías ahorrado que tuvieras el culo como
lo tienes, aunque, solamente por llegar tarde ya te habrías ganado una
azotaina, pero quizás de tener motivos no habrías recibido una azotaina tan
estricta…
(Evelin) -. Yo… ayer… estuve pensando en la chica
nueva, Elouise. En lo que le puede suceder a partir de ahora. Leí su
expediente, la verdad es que lo que hizo, no se la puede perdonar porque no
estuvo nada bien sus tropelías con sus vecinos siendo estos unos ancianos.
Pero… Pero yo también pase por lo que ella la primera vez que entre por esa
puerta, venia sumamente avergonzada sobre todo después de que en el vestíbulo
tuviera que dejar el abrigo, y el Sr. Luis me hiciera caminar por delante de
él, mi falda era muy corta y seguro que me vio el trasero como lo llevaba de
morado, eso es algo que tendré siempre grabado en mi cabeza, lo pase fatal.
Recuerdo como tuve que aguardar a que usted me llamase, estando aquí el señor
de la DDDV. Ayer me imaginaba lo mal que lo hubiera pasado de haber una
secretaria en el vestíbulo, y otras chicas sentadas al llegar yo. La verdad, es
que ayer me imagine la vergüenza que habría pasado yo de encontrarme en aquella
situación, es más que posible que la vergüenza me habría hecho actuar igual que
ella. Por eso luego en casa, me venía esa situación a la memoria y lo que esa
chica había tenido que pasar. No he podido pegar ojo en toda la noche pensando
en ella, y me he quedado dormida muy tarde, cuando he despertado estaba segura
que era la hora como cada día, solo cuando he estado en el vestíbulo ante el
Sr. Luis me he percatado de lo tarde que era… Señor López, que es lo que le
ocurrirá a esa chica realmente?
(Sr. López) -. Bueno… Pues sí, si me lo hubieras
contado al entrar por esa puerta y te he pedido una explicación, la azotaina no
te habrías librado de recibirla, pero el que muestres preocupación por otra
chica, es algo que está muy bien que te hayas sentido identificada a ella, y
ello me habría hecho pensar que tienes cierta razón al preocuparte, así mismo
ello hace que pueda ver que te sientes incorporada a tu puesto, aunque no debes
nunca juzgarme por lo que haga o pueda yo hacer. El motivo real, que esa
muchacha se fuera ayer del despacho sin recibir una azotaina de mantenimiento,
al igual que tú misma recibiste varias exactamente igual que ella habría
recibido y puedes estar segura que las recibirá. Un spanker como yo, puedo
parecer muy disgustado según qué situaciones, pero esa es mi labor inculcar
disciplina, si una chica ve que lo que haya podido hacer, me lo tomo a risa,
crees que me tendría el debido respeto y temor, el cual a la hora de
disciplinar es muy necesario el mostrarme según las circunstancias, tal y como
por ejemplo me estás viendo ahora, en este preciso momento. Te acabo de dar una
azotaina, crees que después de dártela, debo seguir estando enfadado contigo
por ello? Tú ya has recibido tu merecido castigo, por lo tanto ya has pagado tu
falta. Por tanto una vez que has sido castigada, es como si no hubiera sucedido
nada, soy un profesional, no un padre enojado. De serlo, seguramente seguiría
enojado incluso por varios días. Pero para mí esto de la disciplina es mi labor
y mi trabajo, no puedo guardarme los rencores por una chica que se ha portado
mal y necesita disciplina, una vez esta ha sido aplicada, mi trabajo a
finalizado. Hasta una próxima vez, pero entonces será un motivo nuevo o el
mismo, en el caso de ser una azotaina de mantenimiento, entonces para mostrarme
duro, deberé mostrarme enfadado para que el temor sea el proporcional a la
falta. Un ejemplo claro serias tú, y por qué has sido castigada, aunque lo que
me hubieras explicado ahora fuera algo incoherente, no puedo volver a
castigarte por esa falta, porque ya has sido castigada. En cambio, si hubieras
salido ayer de fiesta y esa fuera la causa de haber llegado tarde, ahora te
castigaría de nuevo, pero no te castigaría por haber llegado tarde. Te
castigaría por haber salido de fiesta, ya que es algo que tienes prohibido por
el momento, por lo tanto, esa falta sería una nueva falta… Comprendes? Por lo
tanto, Elouise Braun ayer habría sido castigada, por muy desobediente que
hubiera podido comportarse no se habría librado. Pero si lees de nuevo su
expediente, veras que indica claramente que cada vez que sea castigada, es
imperativo que uno de sus vecinos venga con ella y esté presente durante la
azotaina. Ahora ya sabes porque la eche del despacho, porque no cumplía los
requisitos necesarios, por ese motivo cuando me indicaste que estaba afuera
esperando no la llame, porque en ningún momento me avisaste que hubiera llegado
su acompañante o vecino que debía estar presente, como puedes comprender, yo no
puedo incumplir un contrato. El DDDV ya fue avisado ayer mismo, por lo tanto
habrán avisado a sus clientes lo que sucedió, solamente habría sido posible si
me hubieran pasado un comunicado de que no podía asistir el acompañante. Puedes
estar tranquila Evelin, esa muchacha será castigada como corresponde y en caso
de no presentarse ningún acompañante, lo que ocurriría es que esa muchacha se
iria de rositas de ese problema tan grave, pero yo no puedo tomarme la justicia
por mi mano… Ahora sal, y ponte a trabajar…
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