DISCIPLINA EN LA UNIVERSIDAD
Capitulo 13
Sin mediar mas palabras Sonia
se acerco lentamente colocándose sobre sus rodillas, pero John tiro del brazo derecho de Sonia,
haciéndola caer en su regazo, puso su mano sobre su trasero, Sonia se
estremeció al sentir el peso de la mano sobre sus bragas, acaricio el trasero ajustándole
el elástico de sus bragas, la pesada mano de John hizo a Sonia apretar los
dientes, luego sentir como sus dedos ajustaban el elastico de sus braguitas
hizo que sus mejillas ardieran de verguenza, los primeros azotes sonaron entre las cuatro paredes del despacho,
empezaron a caer sin ninguna contemplación,
las bragas de Sonia blancas con ositos juguetones, apenas la protegían
en nada, empezó a llorar enseguida los azotes debían de doler bastante, su culo
estaba muy dolorido y apenas hacia unas horas que había recibido una serie de
azotainas, por tanto sus nalgas estaban muy resentidas, el mas mínimo roce ya
le causaba dolor, pues ser de nuevo castigada con severidad en el despacho del
Decano, provocaba que la pobre Sonia nada pudiera hacer por contener sus
lagrimas, los azotes eran pausados pero descargados con fuerza, John estaba
enfadado con la ex-profesora de Química. Los azotes resonaban por las paredes,
la joven únicamente agitaba sus caderas por el lacerante dolor en su culo, sus
piernas semi flexionadas apenas subían y bajaban, pero era más un efecto por
los reflejos al sentir como la palma del hombre , palmeaba sus ya muy sensibles
nalgas, lo cual hacia que ella se estremeciera a cada azote. Recibiría como
unos cincuenta azotes bien repartidos en su culo, al acabar la permitió
levantarse, su trasero debía de dolerle muchísimo, pues cayó de rodillas al
suelo apenas se sintió libre del brazo izquierdo de John, el cual la mantenía inmóvil
sobre sus rodillas sujetándola por la cintura. Sentía sus nalgas que le ardían como si le
hubieran puesto brasas encendidas al rojo vivo, pero aun así sus manos sobaban
su dolorido culo, de rodillas, acariciándose sus calientes nalgas, contemplaba
con los ojos saliéndose de sus orbitas, viendo como John se había levantado de
la silla, encaminándose hacia la puerta y volviendo poco después con una vara
flexible en su mano derecha.
(Sonia) -. Noooo... Por
favor, Nooooo... Esa caña nooooo!!!
(John) -. Si Sonia,
si!!! Antes ya te he avisado que te iba
azotar el culo con la vara por desvergonzada y por marrana!!! Además de no haber aguardado en tu casa a
que yo llegara para revisar tu vestimenta, así mismo, tu aseo personal... Sabes
por qué? tanto Aston como yo sabíamos que te pasaría esto, es mas, habíamos
apostado una cerveza a que mis sospechas eran ciertas, y ya no es necesario
esperar más. Ya tengo las pruebas necesarias.
(Sonia) -. Pruebas? que
pruebas? de que estás hablando, John.
(John) -. Enseguida lo vas
a saber pequeña desvergonzada! .- John se acerco a Sonia, la sujeto del brazo
derecho ayudándola a levantarse.- Marrana!!!
inclínate sobre la mesa y apoya las manos estiradas, sujetándote en el borde
del otro lado de la mesa, pero antes bájate las bragas... Te voy a quitar las
ganas de volver hacer estas tonterías de nuevo...
(Sonia) -. Pero de que
me estás hablando? No te comprendo, azótame y déjame marchar...
Sonia el día anterior ya
había sospechado algo, había algo en la forma de comportarse su buen amigo, que
le decía que las habían descubierto, ahora solo deseaba salir cuanto antes de
ese despacho, pues estaba muy claro que las habían descubierto y deseaba
marcharse cuanto antes de allí.
(John) -. Tranquila que
te voy a dejar el culo bien caliente, pero basta de juegos, ahora vamos a ver
que dicen tus amigas...
Sonia obedeció, se bajo
las bragas hasta las rodillas y se inclino sobre la mesa, su trasero estaba
todo morado y muy colorado los vértices
de sus nalgas, de la azotaina que acababa de recibir. Antes de poner las
manos en el borde del otro extremo de la mesa, aprovecho para mitigar el picor
de su culo, pero fue vista por John.
(John) -. Que haces cochina? Te gusta tocarte el culo,
eh? Tranquila que ahora te voy arreglar a ti, pero antes tengo que hacer
algo...
El Decano se sentó en su
mesa y cogió el teléfono, marco tres dígitos, por lo tanto Sonia dedujo que era
un numero interior de la universidad...
(John) -. Arthur! Avisa
por megafonía que Susan Carrington y
Elisabeth Braun se presenten inmediatamente en mi despacho, bien, si, muy bien,
si. También avísales y tráeme lo que me tienes guardado...
John, cogió la vara que la
había dejado sobre la mesa, junto al cuerpo de Sonia, caminando de un extremo a
otro del despacho, flexionando la vara, arqueándola entre sus dos manos,
trazando un semi circulo, legando casi a
unir sus extremos , y agitándola con fuerza en el aire para hacerla a esta, silbar
en el aire, al ser este cortado por la vara. El cuerpo de Sonia se estremecía a
cada silbido que escuchaba a sus espaldas, pues temía que al final del fino silbido,
sentiría el contacto lacerante en su trasero.
John, sabía muy bien lo que en esos momentos pasaba por la mente de la
muchacha, y lo nerviosa que debía de
estar, además del temor con angustia incluida, de cuando John iba a dejar de
hacerla asustar más aun si podía ser posible ello, mientras seguía haciendo que la vara hiciera
aquel sonido espeluznante, que cada vez, hacia que Sonia temblara su cuerpo al
son, del sonido. Sonia giro la cabeza sobre su hombro izquierdo, y al trasluz,
vio como John se colocaba a su costado a un metro de distancia de ella, como la
vara era erguida por encima del hombro de John, y como esta descendía perdiéndola
de su mirada. Escucho su silbido, a continuación un sonido opaco, apagado,
leve, susurrante... una marca fina y blanca apareció en las nalgas de la mujer,
a continuación un grito desgarrador salía de la garganta de Sonia, una segunda
marca aparecía igual que la anterior, apenas cinco segundos después, justamente
un centímetro por debajo de la anterior, un estremecedor gemido se volvió a
escuchar, tras cinco nuevos segundos, una tercera marca fina y blanca aparecía
paralela a las otras dos, casi idénticas.
En apenas un solo minuto, a intervalos de cinco segundos, aparecieron en
las ya muy laceradas nalgas de Sonia, diez marcas idénticas una debajo de la
otra, apenas separadas por un solo centímetro, ni midiendo con un sistema métrico,
podían dar una semejanza más exacta, las marcas atravesaban horizontalmente las
nalgas de la muchacha, que después de cada azote, se había estremecido
encogiendo sus cuerpo y el sonido de sus pulmones como aspiraban el aire como
si este le faltara y deseara llenarlos de el, a cada impacto de la vara, y como
después un sonido salía procedente de su garganta, eran gritos de dolor,
gemidos fuertes, simples sollozos ahogados con sus lagrimas. Las diez marcas
blancas, fueron lenta y progresivamente recuperando su color, primero un tono
rosado, luego rojizo, y por ultimo rojizo blanquecino, la separación de las
mismas había menguado, ahora apenas separaban una de otra apenas unos
milímetros, pues la inflamación de las mismas se podía ver como se iban
aumentando de manera abultada, pasando a ser, diez claramente verdugones,
simétricos, idénticos, paralelos, e inflamados.
Al no escuchar el sonido de
la vara, Sonia movió muy lentamente su cabeza, de igual forma que hiciera antes
de sentir el primer impacto. Resignada y
apaciguada, pudo ver como detrás de la puerta del despacho una vara, se balanceaba brevemente colgada en
su lugar de reposo. Sus manos lentamente
soltaron el borde de la mesa, donde se habían aferrado desde el primer azote al
último, y muy lentamente las fue
llevando hacia su trasero mientras, gimoteaba sollozando. Sentía como si le
hubieran dado diez mordiscos en sus nalgas, sentía un dolor lacerante que
apenas era capaz poder aguantar su dolor. Sus manos se posaron
abiertas sobre sus caderas, muy lenta y parsimoniosamente, fueron bajando hacia
su trasero que sentía llamas lacerantes en el, que no se apagaban nunca, con
las yemas de sus dedos fue tocándose levemente cada línea recta como trazadas
por una regla, tocando cada una de esas líneas longitudinales que atravesaban
su trasero, únicamente un experto en la manipulación de la vara podía realizar
algo tan terrorífico, y al mismo tiempo, tan hermoso. Sonia no movía un musculo de su cuerpo, seguía
echada sobre la mesa, no se atrevía a moverse, ya no sentía que su trasero
fuera de nuevo lacerado, pero sabía que levantarse de esa mesa, sería muy muy
doloroso. Sabía que su cuerpo estaba más expuesto que nunca, sus piernas
separadas, debían dejar su sexo completamente visible y expuesto en todo su esplendor. Los labios de su sexo se contemplaban nítidos,
pues nada de vello enturbiaba su visión, perfectamente depilado, rasurado. Se podría
ver incluso su interior dada su posición, pero una capa de liquido blanquecino
formaba como una espesa niebla formadas por unas nubes bajas, que lo ocultaban.
Por sus muslos descendían gotas de ese mismo liquido blanquecino, como si sus
muslos fuesen unas velas, que su cera derretida, desciende por su tronco,
producida por el fuego de unas llamas, estas llamas son las que lanzan un calor
intenso proveniente de sus nalgas, ya que todo su trasero arde al unisonó.
(John)-. Aston? Si, bien has
ganado la apuesta. Puedes venir a mi
despacho? Susan y Elisabeth ya han sido
llamadas, en breve acudirán a mi despacho. No, ya no es necesario esperar más
tiempo, ya no hay ninguna duda de tus sospechas, si, son spankee´s!!! Si, tenias razón, todo fue un montaje...
(Continuará...)
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