EL SHERIFF DE
SPANK CITY SPRING´S IV
Melanie observaba en silencio como
sollozaban sus hermanas menores, no podía explicarse que el ver como castigaba
el hombre de la ley a Laura, les hubiera producido ese llanto. Penélope se
acariciaba suavemente el trasero de su pantalón, Melanie entonces recordó la
amenaza del agente de la ley. “Mañana serás tú la que tengas el culo como tus
hermanas”, eso y ver como se sobaba el culo su hermana Penélope, luego observo
a Maggie que hacía lo propio con sus manos, veía que intentaba acariciarse el
trasero de su pantalón, pero apenas posaba sus manos, estas eran retiradas de
ipso facto. La penumbra de la poca luz producida por una lámpara de aceite,
podía observar los rostros de sus hermanas mirándola a ella, como si le
reprochasen que se encontraran en esa celda, pero no era reproche. Era lastima.
Entonces en su
mente reapareció aquella fatídica imagen de Laura siendo severamente castigada,
se dejó caer en su camastro, lentamente como si temiera el sentarse con
rapidez. Como si ella fuera la que acababa de estar sobre las rodillas de aquel
salvaje, entonces por primera vez se sentía impotente, ella, una mujer que
siempre había sido fuerte para proteger a sus hermanas, ahora se sentía como
una pequeña hormiga que podía ser aplastada en cualquier momento por un animal,
un caballo, una liebre, un zorro. Pero
ella en unas horas sabía lo que iba a ocurrir, en cambio la hormiga, no podía
presagiar lo que podría suceder, simplemente vivir su supervivencia. Melanie en
cambio sí podía presuponer lo que iba a suceder en unas horas, y ese
pensamiento le producía una terrible angustia. Su estómago sonaba con ruidos
característicos de vacío, entonces recordó que llevaba horas sin comer nada. Pero
en cambio, no tenía apetito alguno. No podía comprender que era aquello que la
embargaba en aquella angustia que sentía en su interior, entonces se percató de
ello, era miedo a lo que se le avecinaba y no podía hacer nada por evitarlo.
Se levantó de su
camastro, andando por la celda sin rumbo alguno. Andaba como una autómata sin
saber o tener claro del porqué, solamente deambulaba de un lado a otro. Sus
manos tanto se enroscaban entrelazándose una a la otra, como se cruzaba de
brazos, como si sintiera frio. Pero su frente sudaba, no podía ser frio aquella
sensación. Sus manos también las notaba que estaban suaves por el sudor. La
preocupación cada minuto que pasaba se acentuaba más, aquella angustia la
devoraba interiormente, como podía ser que ella, una mujer segura de sí misma,
se encontrara en aquella situación. Resultaba desesperante el no poder escapar
al futuro incierto, algo que le hacía presagiar que no era la mujer fuerte que
ella creía que era. Aturdida por sus pensamientos le condujeron hacia el
ventanal con rejas, desde donde se podía ver el cielo estrellado, con una luna
llena en el firmamento lo que le hizo pensar, que no podían faltar más de unas
dos o tres horas para que amaneciera. El ventanal estaba muy alto, ni moviendo
arrastras el camastro pudo alcanzarlo, luego la pared de piedra, donde se
incrustaban aquellos fuertes barrotes del ventanal, hacía imposible el poder
moverlos o separarlos para fugarse, la puerta de barrotes forjados a fuego de
hierro, hacía imposible el forzarla para huir, no tenía escapatoria. En el
rincón vio un cubo de hierro, en cada celda había uno para que las presas
hicieran sus necesidades, así que colocándose delante del cubo cilíndrico, se
desabrocho el pantalón tejano propio de esas bastas tierras, se bajó las bragas
e agachándose como si fuera a sentarse, pero manteniéndose a pulso desalojo el
líquido que presionaba su vejiga, el sonido sobre el cubo rompió el silencio
durante unos instantes, cuando las ultimas gotas indicaban que había acabado de
orinar, se subió las bragas y posteriormente el pantalón. Entonces preocupada
pensó que el ruido podía haber despertado al degenerado hombre de la ley, pero
al fondo del pasillo de las celdas estaba la oficina, hasta ella podía llegar
nítidamente como se le escuchaba roncar, aquello tranquilizo a Melanie.
Entonces miro en
derredor suyo, viendo a sus hermanas acostadas en los camastros en sus
correspondientes celdas, que dormían boca abajo. Al otro lado del pasillo de
celdas, estaba la celda que estaba Laura. Esta ya había dejado de sollozar y
también dormía, aunque debía de dolerle muchísimo el trasero, porque aunque en
sueños se la escuchaba quejarse del dolor. Melanie, ya no podía más, estaba
agotada. Así que decidió echarse en su camastro, aunque la angustia no la
dejaba coger el sueño pese a su agotamiento, unos minutos después se quedaba
profundamente dormida.
Amanecía esa
mañana, debido seguramente a los nervios la primera en despertar fue Melanie.
Vio a sus hermanas que aun dormían, tanto Maggie como Penélope, estaban
durmiendo solamente en braguitas y estas, se las habían bajado dejando sus
traseros descubiertos, miro entonces a la otra celda en la que dormía Laura,
esta también se había despojado de sus pantalones y se había bajado las bragas.
Como aun dormía, Melanie se fijó en el trasero de Laura, este estaba totalmente
amoratado y con la poca luz del nuevo día, podía observar los laterales de sus
caderas azuladas, toda la redondez de sus nalgas las vio más oscuras en dos
semicírculos perfectos. Entonces la vio moverse y desvió su mirada para que no
advirtiera la comisaria que era observada. Para observarla mejor sin levantar
sospechas, se incorporó del camastro quedándose sentada, vio como nada más
despertarse Laura, se deslizo del camastro hasta que sus pies tocaron el suelo,
y luego eran sus rodillas las que flexionadas eran apoyadas en el suelo de
madera. Poco a poco se fue incorporando su cuerpo, las bragas las tenía a la
altura de medio muslo, sus manos apoyadas en el camastro las utilizo para izar
su cuerpo quedando de rodillas al lado lateral del camastro, una vez en esa
posición levanto una rodilla al tiempo para apoyar su pie derecho en el suelo,
y así, con la ayuda de sus brazos pudo levantarse, pero Melanie escucho los
ayes de dolor que produjo al incorporarse e enderezar su cuerpo para ponerse de
pie, vio como Laura encorvada se llevó ambas manos a su trasero, pero solamente
las coloco sobre él, extendidas apenas rozando ligeramente las amoratadas
nalgas, que debía de dolerle mucho por la dificultad con que caminaba muy
despacio hacia el rincón de la celda sin apenas levantar los pies del suelo,
prácticamente los arrastraba para moverse.
Lugar en donde
estaba el cubo para las necesidades, al llegar a él, recordó algo que la hizo
detenerse, juntando las rodillas sus bragas descendieron por su propio peso a
sus tobillos, luego levantando un pie y luego el otro las dejo abandonadas allí
mismo, a Melanie le pareció extraño aquel gesto, pues Laura miraba las bragas
en el suelo sorprendida, debería recordar como su jefe se las había quitado
totalmente y tiradas luego al suelo. No comprendía como había amanecido con
ellas puestas. Melanie continuaba observando a Laura, la cual ahora estaba
sobre el cubo de las necesidades, la miro extrañada pues había puesto un pie a
cada lado del mismo, no tardo en averiguar la razón. En esa posición se levantó
la camisa que llevaba puesta y un chorro ruidoso fue escuchado por Melanie.
Laura estaba orinando de pie, algo que hizo que las hermanas menores se despertaran.
En ese momento Melanie se preocupó de sus hermanas Maggie y Penélope. Las
cuales se acababan de despertar por el característico sonido de orinar de
Laura. El característico sonido, no solamente las despertó. Les hizo en ese
momento recordar que también ellas tenían la imperiosa necesidad de evacuar sus
vejigas. Melanie agarrada a los barrotes, vio como sus hermanas se levantaban
del camastro con suma dificultad, las vio sentarse contrayendo sus rostros en
varios gestos, lo cual, Melanie vio acongojada sus rostros contraídos por el
dolor de sus traseros al apoyarlos sobre los camastros, las dos sin pantalones
y las bragas bajadas a la altura de las rodillas. Entonces le llamo la atención
Laura que abandonaba su celda solo con la camisa, apenas le cubría el trasero y
la vio caminar en dirección a la oficina hasta que desapareció. Dejo de mirar hacia la puerta que daba a la
oficina, preocupándose de sus hermanas, Maggie estaba orinando en el cubo,
Penélope hacía lo propio en su celda.
.- Como estáis
pequeñas…
.- Tu que crees?
Con el culo dolorido… -. Respondió la pequeña Penélope, acabando de realizar
sus necesidades menores y mayores, limpiándose con un manojo de paja que había
en ese rincón de la celda para tal menester..- estarás contenta de como tengo
el culo por dejarme abandonada en el almacén…
.- Cállate
desgraciada! Si no lo hubiéramos hecho, no estarías tu sola en esa celda!
Estaríamos las cinco aquí, con el culo en el mismo estado. Al menos Sofía y
Betty aún están libres, o preferirías que estuviéramos todas con el trasero en
llamas como los tenemos tú y yo. Y por desgracia, Melanie en breve también lo
va a tener igual que nosotras. Sabes tan bien como nosotras que ese degenerado
del sheriff no tiene rival con el revólver, y dando azotainas tampoco… Papa y
Mama nos habían zurrado a todas de niñas, pero no recuerdo que me hubieran
dolido tanto como la que me dio ayer ese monstruo. -. Maggie mientras regañaba
a su hermana menor, se subía las bragas, y recogía su pantalón del suelo para
ponérselo, haciendo todo tipo de muecas de dolor al agacharse a recogerlos, así
como pasar sus piernas por la prenda. .- como molestan las condenadas bragas,
“ayyy” y… estos pantalones!! De buena gana me quedaría desnuda, pero no le voy
a dar ese placer a ese cerdo, por mucho que no soporte este picor en el culo…
.- Pues yo llevo
dos azotainas de él, y no veas como me duele el culo. .- Subiéndose las bragas
con muchísima lentitud, igual que Maggie, también hizo aspavientos de dolor al
recoger sus pantalones, al igual que al ponérselos. -. Me dio una el día que me
detuvo, después de zurrar a esa infeliz, y otra al día siguiente para
interrogarme de donde estabais escondidas, y ya veis de que me sirvió guardar
silencio, esta tonta se metió ella sola en la boca del lobo, y encima dice
ahora que en el almacén, no teníais nada que hacer las cinco. Y tú sola,
idiota. Que pensaste que podías hacer, eh?
.- Callaos las dos
de una vez! Hay que pensar cómo podemos hacer para escapar de estas celdas….-
Melanie se cayó al escuchar como Laura se le volvía a escuchar llorar, y poco
después el sonido de azotes en la carne desnuda, hicieron en mudar a las tres
hermanas, en silencio escucharon como lloraba Laura y como el sonido
característico de azotes llegaba hasta ellas, unas lágrimas brotaron de las
pupilas de Melanie.-. Ya está de nuevo azotando a esa infeliz.
Durante varios
minutos se prolongó el castigo de Laura, ninguna de las hermanas dijo una
palabra más, pero Maggie y Penélope se miraban entre ellas, para luego mirar a
su hermana mayor Melanie. Esta estaba muy angustiada, era lógico imaginar lo
que podría estar pasando por su cabeza en esos momentos. El monstruo del
sheriff se había despertado, y para mayor preocupación era, que se había
levantado con no de muy buen humor por el cariz de las circunstancias. Melanie
estaba muy asustada y no era para estarlo menos, pues tenía grabadas las
palabras del sheriff la noche anterior, lo que la hacía que su angustia
aumentase considerablemente. Mientras aterrada escuchaba la azotaina que estaba
recibiendo en la oficina Laura, Melanie tenía el rostro congestionado por el
temor, sabía que no tardaría en ser ella la que se estaría desgañitando de
llorar, como lo estaba haciendo aquella infeliz. Instintivamente se llevó la
mano derecha a su trasero, se acariciaba arriba y abajo la nalga derecha.
En un momento
dado, se dejaron de escuchar el ruido de los azotes, aunque Laura seguía
llorando sin cesar. Cuando desde la oficina se escucharon unos gritos, eran del
salvaje de la ley…
.- YA ESTAS
VOLVIENDO A TU ALOJAMIENTO, Y PONIENDOTE LAS BRAGAS MEADAS Y EL PANTALON!!! ME
DA IGUAL SI HUELEN A ORINA!!! ASI APRENDERAS!!! NUNCA!!! NUNCA MAS VUELVAS A
APARECER DESNUDA!!! ENTENDIDO!!! Y… YA ESTAS SACANDO ESOS CUBOS CON LA MIERDA,
LIMPIA LAS CELDAS Y VENTILALAS… CUANDO ENTRE NO QUIERO OLER NADA!!!
Laura entro en el
pasillo de las celdas hecha un mar de lágrimas, las hermanas la vieron que
venía con las dos manos en su trasero, llorando. Paso por delante de ellas sin
siquiera mirarlas, entro en la celda que había pasado la noche, recogió las
mojadas braguitas del suelo, y ante la mirada de las hermanas, se las puso ante
ellas, así como los pantalones mojados de orina, pues estaban en donde se había
formado un charco de orina la noche anterior.
Con claros gestos
de dolor sin dejar de llorar, Laura se dedicó a cumplir las órdenes que su jefe
le había dado…
.- Tú, ven aquí y
apoya la espalda en los barrotes de la celda! Rápido! No tengo todo el día!
Melanie obedeció
apoyando su espalda a los barrotes de su celda, sintió como era esposada a los
barrotes. Poco después su celda era abierta entrando en ella Laura, cogiendo el
cubo sacándolo fuera de las celdas por la puerta de atrás. Poco después volvía
a entrar y con una escoba barrio la celda recogiendo la paja del rincón. Luego
hizo lo propio con las hermanas menores, una vez hubo aseado las celdas les
quito las esposas a las tres y se retiró a la oficina, segundos después
regresaba con una escopeta de postas, abrió la puerta de par en par dejando la
puerta abierta para que se híper ventilara las celdas durante una hora.
Mientras tanto la comisaria aguardaba afuera de guardia para que nadie se
acercase cerca de la cárcel.
Las celdas ya
habían sido ventiladas, Maggie y Penélope se miraban entre ellas. Podían ver a
su hermana mayor muy preocupada, estaba claro que el momento podía llegar en
cualquier momento. Melanie se la veía muy nerviosa, su angustia, temor, y
nervios iban a mas cada minuto que pasaba, en cualquier momento podía aparecer
el sheriff por la puerta de la oficina que daba a las celdas y abrir la de
Melanie. Entonces se escuchó un fuerte portazo en la puerta de atrás, esta se
había cerrado de improviso. Maggie y Penélope se pusieron en pie esperándose lo
peor, debía de ser el sheriff el que habría cerrado aquella puerta enfadado,
pues después de lo sucedido de buena mañana era de esperar que siguiera
furioso, tenía fama en el pueblo de ser un hombre duro que no solía calmarse
con facilidad cuando se enfurecía.
Las hermanas se
encontraban sin aliento esperando en cualquier momento ver aparecer al agente
de la ley entrando por aquella puerta, Melanie estaba aterrada, en el silencio
de las celdas solo se escuchaba el latido de su corazón, el cual se podía
escuchar sus latidos, cuando de la penumbra apareció un cuerpo que les resulto
muy familiar a las tres hermanas Watson.
Casi les da algo a
las hermanas del susto, aquella sombra que habían visto en la penumbra se hizo
visible. Era Laura la que apareció en aquella penumbra, pero para sorpresa de
las hermanas esta llevaba las manos alzadas e iba desarmada sin la escopeta de
postas con la que saliera hacia aproximadamente una hora. Laura fue avanzando
lentamente sin hacer ningún movimiento brusco, tras ella, apareció el cañón de
la escopeta de postas y luego las tres hermanas saltaron de alegría hacia los
barrotes de sus celdas, aparecieron encañonando a Laura sus hermanas Sofía y
Betty, la primera llevaba la escopeta de postas, la segunda Betty llevaba en
sus manos dos revólveres Remington en sus manos encañonando a la comisaria.
.- Sofía! Betty!
Que alegría veros! Cuanto habéis tardado en venir a por nosotras!
Betty le quito las
llaves a la comisaria del sheriff y abrió las celdas, primero la de Melanie que
era la que había hablado y se abrazó a su hermana Betty como si le fuera la
vida en ello, no podía explicar la alegría que había sentido al verla a ella y
su hermana Sofía armadas y apuntando a la comisaria. Melanie cogió las armas de
su hermana, mientras esta abría las celdas de Maggie y Penélope abrazándose a
ellas, en ese momento ninguna de ellas dos sintió molestia alguna en sus
traseros castigados, era superior a sus traseros doloridos la alegría que
sentían.
.- Como os habéis
enterado que estábamos presas las tres?
.- Patricia, la
camarera del salón de Alison vino a avisarnos que te habían detenido, Melanie.
Por lo visto Alison vio cómo te trajo el sheriff anoche, y mando a Patricia a
buscarnos. Hoy teníamos pensado rescatar a estas dos infelices, mira que venir
tu sola Maggie! Te habíamos advertido que no era el momento oportuno, que
debíamos aguardar el momento para salvar a la pequeña Penélope.
.- No perdamos
más tiempo y salgamos de aquí, antes que se percaten de nuestra presencia en el
pueblo. -. Fue Sofía quien había hablado, y las cinco hermanas, después de
encerrar en una celda a Laura, se encaminaron hacia la puerta de atrás para
escapar..- Qué diablos le sucede a esta puerta? No se abre!
.- Bueno, no
ocurre nada hermanas. Betty, dale una de tus armas a Maggie. Tú, Sofía dale
esta arma a Penélope, bien, salgamos por la puerta principal todas al tiempo
disparando al aire, la gente se esconderá al vernos!
Abrieron la puerta
que daba a la oficina y salieron las cinco hermanas Watson al unísono del
pasillo que daba a las celdas como si fueran solo una. Pero una vez en el centro de la oficina, para
su sorpresa la puerta se abrió entrando el sheriff. Las cinco encañonaron al
tiempo a la autoridad del pueblo, este al entrar confiado en su oficina llevaba
sus armas en sus fundas, poniendo cara de póker al verse encañonado por las
cinco mujeres.
.- Quieto
sheriff!! No mueva una mano si quiere seguir viviendo! Arriba esas manos
monstruo!!! Te creías hijo de puta que me ibas a azotar a mí, eh? Ya ves cómo
han cambiado las cosas cerdo!!!
.- Chicas! Chicas!
No os compliquéis más la vida! Hasta ahora no habéis hecho nada que sea un
delito grave, hasta ahora vuestros delitos son menores y nada que con una buena
azotaina cada una se pueda solucionar, en breves días estaréis las cinco
libres!!! Eso sí, con vuestro trasero dolorido por varios días desde luego…
.- Cabrón! Vas
apañado si crees que me vas a poner de nuevo las manos encima! Mi culo no lo
van a tocar tus sucias manos, cerdo!!!
.- Maggie! Tienes
un trasero encantador y vas a estar varios días, sintiendo mi mano en él cada
día!
.- Levanta las
manos hijo de puta o te pego un tiro como a un perro que es lo que eres!
.- Penélope, voy a
lavarte esa boca con jabón. Solo eres una mocosa para hablar de ese modo a la
autoridad…
.- Te vas hacer
viejo esperando poner las esas manos sucias en mis hermanas!!! Hijo de perra!!!
.- Sofía, ya está
bien! Me habéis cansado de vuestras bravuconadas, es hora de poner fin a esta
comedia con estas niñas…
Las cinco hermanas
sonreían al oír las palabras de la autoridad competente, estaba encañonado por
cinco armas y aun se mostraba bravucón y seguro de ganar. Pero al tocar sus
dedos el percutor para cargar sus armas, escucharon a sus espaldas como varios
rifles Winchester eran cargados al mismo tiempo. Entonces fue cuando las cinco
hermanas miraron a sus espaldas, la seguridad que habían mostrado momentos
antes con una gran sonrisa sabedoras de su victoria, paso a ser una apesadumbre
en las cinco chicas al verse encañonadas por diez rifles a sus espaldas,
estaban sin palabras, no se atrevía ninguna a articular palabra alguna, habían
caído en una emboscada, en una trampa… detrás de ellas, habían diez hombres
apuntándoles con sus respectivos rifles.
.- Laura! Haz algo
bien en la vida. Desarma a estas cinco cabezas locas. Rápido! Esta farsa ha
durado demasiado tiempo, haciéndome perder mi tiempo. Algo que cinco niñas van
a pagar en breve… Al igual que vuestros insultos, dudo que vuestro padre de
estar vivo os hubiera permitido llegar a esto, sin poneros el culo ardiendo
como un volcán en erupción.
Laura entro en la
oficina sonriendo, fue retirando las armas una a una, de cada una de las
hermanas. Las cuales seguían sin comprender nada de lo sucedido, como había
podido sorprenderlas de esa manera el sheriff, era imposible que conociera sus
planes.
.- Que te ocurre
Sofía? Y a ti Betty? No comprendéis como yo lo sabía, verdad? Hacedlas
entrar….- Dos hombres hicieron entrar a Patricia y Alison en la comisaria-. Me
extraño mucho que Patricia saliera del pueblo a deshoras. Por lo tanto, hice
una visita a Alison y canto de plano todo. Cuando aprenderéis que no podéis
hacer las cosas sin organizarlas vosotras mismas, si dejáis que os organicen un
trabajo, os arriesgáis que este no funcione o salga bien..- Mientras hablaba se
había acercado a una silla, sentándose en ella-. Traedme a Alison!
Alison la dueña
del salón, fue izada del suelo por dos hombre fornidos y la llevaron hasta el
sheriff, este en un momento la tenía sobre sus rodillas boca abajo, sin ningún
tipo de reparo, levanto la falda a la mujer dejando su trasero al descubierto,
llevaba unas bragas blancas grandes que le llegaban por encima del culo, estas
fueron bajadas dejando su trasero desnudo, pero no estaba blanco como sería de
esperar, estaba completamente colorado.
.- Como podéis
ver, fui persuasivo y con la máxima delicadeza la hice confesar. Laura!
Acércame el cepillo de madera de fresno, es el más adecuado para esta
circunstancia… Verdad Laura? Tú lo sabes muy bien, lo has probado infinidad de
veces…
La comisaria se
sobo el culo con ambas manos, algo que los quince hombres que se hallaban en la
oficina rieron al ver con la gracia que se sobaba el culo la ayudante. Por no
mencionar como se había ruborizado la ayudante. Pero obedeció a su jefe y del
cajón del despacho extrajo el cepillo de madera de fresno, el cual se lo entrego.
Alison sobre las
rodillas del sheriff empezó a sentir los efectos del cepillo, el agente de la
ley, no hacia reparos entre un trasero joven o el trasero de una mujer en la
cuarentena. Aunque el cepillo tuvo sus efectos en ella, como si fuera el trasero
de una joven de dieciocho años, pues aunque el sheriff tuvo la necesidad de
emplearse más a fondo con la adulta señora, logro que el cepillo causara sus
efectos y Alison a pesar de estar en la cuarentena, rompió a llorar como una
muchacha. Pero el sheriff tenía una fama que le perseguía a donde fuera, tenía
la costumbre de hacer patalear y menear el trasero de manera descompuesta presa
del enorme dolor que sentían sus víctimas al ser castigadas, y Alison no fue
menos, hicieron falta unos azotes más en su gran y poderoso trasero, pero al
final no pudo aguantar más acabando pataleando y contorsionando su cuerpo sobre
el regazo del sheriff como una mocosa.
Cuando el salvaje
del sheriff dio por terminada la azotaina, dejo que la señora se levantara de
sus rodillas, esta, una vez libre de la fuerte tenaza de estar sujeta mientras
recibía aquella severa azotaina, se levantó con serias dificultades, y se subió
las bragas blancas. Dejo que la falda cayera por su propio peso cubriendo la
desnudez de su trasero, mientras se retiraba de la oficina hacia su salón, pues
nadie le intercepto su camino, ni le impidió salir de la oficina. Una vez fuera
en la calle, llorando a lágrima viva, sus manos se sobaban con frenesí su
trasero pues le dolía horrores el culo.
.- Esa condenada
de Alison ya le ajustare las cuentas mañana! Dejadla marchar! Traedme a la
joven Patricia. Esta sí que va a menear el culo a base de bien…
Patricia fue
llevada hacia el agente de la ley, entre dos hombres los cuales la izaron con
facilísima facilidad, y en volandas la acercaron hasta el lugar donde aguardaba
el sheriff.
.- Así que fuiste
avisar a las dos hermanas que quedaban en libertad, cuando te interrogue ayer
en la mañana no sabías donde se ocultaban verdad? Y resulta que me engañaste,
sabes lo que significa eso, pequeña? Que les vas hacer compañía los días que
ellas estén encerradas, corriendo su misma suerte! Te aseguro desvergonzada que
te voy hacer que te arrepientas de lo que has hecho! Te aseguro que cuando
acabe contigo no te atreverás a volver a engañar a la justicia… Ahora ven, que
te voy a poner sobre mis rodillas y ante todos estos testigos vas a lamentar el
haberte atrevido a jugar conmigo. Quítate el vestido! Mientras estés aquí no te
va hacer falta llevarlo!... bien, veo que no quieres obedecer a tu sheriff
verdad? Chicos! Quitarle el vestido! .- Los dos hombres que la habían llevado
en volandas, dieron unos pasos al frente para sacarle el vestido a la chica del
salón, ella al verles acercarse, asustada se sacó el vestido con un sutil
movimiento, quedándose en ropa interior y una blusa azul. A espaldas de la
muchacha el sheriff solo tuvo que alargar sus manos, y bajarle hasta las
rodillas las bragas de algodón amarillas, un color muy chillón, pero era lo
habitual en una bailarina de salón y camarera, los hombres les gustaba verle
las bien formadas piernas cuando alzaban sus faldas para hacerles así beber más
y que la casa tuviera más beneficios.-. Ahora te voy a enseñar a ti,
desvergonzada! .- Con facilidad fue colocada sobre sus rodillas boca abajo, sus
nalgas blancas no tardaron en ponerse rojas como amapolas. Al contrario que su
jefa, no tardo nada en ponerse a patalear como una posesa, sus manos intentaban
aferrarse a algo o simplemente las agitaba alocadamente en el aire, por el
fuerte ardor que estaba sintiendo en su trasero, a los pocos azotes del
cepillo, ya lloraba desconsolada. El cepillo de madera de fresno, hizo en ella
rápidamente los efectos deseados..- Aun te quedan ganas de volver a engañarme?
Dime!.- Patricia no podía responder a su pregunta, era para ella una veleta, ni
siquiera comprender lo que la estaba diciendo, o porque la regañaba. Bastante
tenía en preocuparse en patalear alocadamente, cada vez que aquel dichoso
cepillo azotaba una nalga o la otra, así como cuando era la base de sus muslos
la zona afectada por los fuertes azotes del cepillo. Cuando el sheriff
concluyo, está aún seguía pataleando en el aire con sus piernas, así como sus
brazos seguían intentando aferrarse a algo, lo cual al dejar libre el sheriff
la cintura de la joven, por donde la mantenía sujeta a su regazo, por la
inercia de contonearse alocadamente, esta cayó al suelo hecha un ovillo.-. Por
el momento mi pequeña sinvergüenza, ya vas bien servida, pero no creas que esto
haya terminado ya por hoy…
Las hermanas
estaban acongojadas, ahora había llegado su turno. La pequeña Penélope lloraba
imperceptiblemente, el culo le dolía de lo lindo, pero aún más le preocupaba
volver a ser castigada de nuevo. Maggie por su parte, también le caían las
lágrimas por sus mejillas, la angustia de ser azotada de nuevo la hacía que no
pudiera centrar sus pensamientos. Sofía y Betty observaban aterradas con sus
ojos bien abiertos. En cambio Melanie no pensaba en nada más que en la
vergüenza que iba a pasar, si era castigada ante tantos hombres. Ya no sabía
si, pensar en la suerte que sus hermanas hubieran ido a rescatarlas, o las
maldecía por haberlo hecho. Solo el verse con sus partes íntimas a la vista de
aquellos quince hombres, era superior a sus fuerzas. Sobre todo lo que acababa
de presenciar la mortificaba aún más, había podido ver como Patricia mostraba
sin ningún pudor toda su intimidad, no sería porque Patricia no sintiese
vergüenza por ser castigada, pues bastante debía tener con sentir aquel dolor
en su culo, como para preocuparse si al patalear estaba mostrando a los
espectadores toda su intimidad.
.- Bien hermanas
Watson. Ahora ha llegado vuestro turno. Sacaros esos pantalones las cinco!
Quedaos solamente en bragas… lo hacéis vosotras? o mando a mis hombres que lo
hagan ellos.
Las hermanas se
miraron las unas a las otras, y luego vieron como los hombres que estaban a sus
espaldas se acercaban a ellas con aquellas miradas lascivas. Por lo que todas
empezaron a desabrocharse el botón de la cintura de sus pantalones, luego
hicieron bajar las cremalleras y se bajaron ellas mismas los pantalones,
acabando por quitárselos del todo quedándose solo con las braguitas.
.- Veo que sois
inteligentes, pero habéis defraudado a mis hombres. Ellos muy gustosos os los
hubieran quitado. Bien, bien… cual de vosotras quiere ser la primera? Ya veo,
pues seré yo quien lo decida por vosotras… Melanie tu serás la primera por ser
la mayor de las cinco. Vienes por ti misma o hago que te traigan?
Melanie miro en
derredor suyo, y vio como las miradas de aquellos hombres deseaban tocarla en
todas las partes de su cuerpo que ahora estaban bien expuestas a sus miradas,
aunque le resultaba vomitivo acercarse ante aquel hombre, comprendió que la
otra alternativa era menos alentadora, por lo que con resignación empezó a
caminar hacia el lugar de la oficina en el cual se encontraba su verdugo. Con la mano derecha se cubría la parte
delantera de sus bragas, muy monas por cierto, eran unas bragas de algodón de
la época con ramilletes de flores, muy coloridas y muy obvias en una mujer como
ella, la mano izquierda obraba por su propia cuenta inconscientemente
acariciándose la nalga izquierda y parte de la derecha dentro de la limitada
extensión de su brazo, disimuladamente al acariciarse su nalga izquierda le
pareció que enseñaba demasiado el culo aquellos hombres barbudos y desaliñados,
por lo que el dedo meñique lo introdujo por el elástico de la pernera izquierda
de sus braguitas, tirando del elástico hacia abajo e intentar cubrir en algo
más su trasero tensando así sus bragas, como con la misma mano hacer lo propio
con la parte derecha no era posible, cogió el elástico por el fondillo derecho
de sus braguitas con el dedo pulgar e índice y lo estiro lo que pudo. Necesito
su tiempo, pero aunque iba despacio caminando hacia el sheriff, este se lo
permitió porque debía disfrutar viéndola ir hacia él, con aquella mirada
perdida para no mirarle a él. Cuando Melanie llego a su costado derecho, sintió
con repugnancia como el sheriff posaba su mano en su cintura, justamente entre
el fin de su espalda y en el elástico de la cinturilla de sus braguitas.
Melanie temió que en ese instante que le bajase las bragas estando de pie junto
a él, tal como había visto que se las había bajado a Patricia y quedar así
expuesta totalmente a las miradas de aquellos asquerosos hombres que la
desnudaban con sus ojos. Pero por fortuna no fue así.
.- Ya la tenemos
aquí muchachos! Tranquilos en breve la veréis retorcerse sobre mis piernas.
Pero antes de nada, debemos hacer memoria de sus fechorías en el pueblo durante
los últimos meses, me habéis creado muchas preocupaciones tú y tus hermanas.
Intento de atraco al almacén de repuestos, para vuestra desgracia yo estaba
allí adquiriendo este cepillo de madera de fresno. Ya has podido ver, que su
uso no está destinado para bañarse, en breve lo vas a probar por ti misma en
esta delicia que tienes por trasero.- Una fuerte palmada restallo en el trasero
de la joven Melanie.-. Suena muy bien, verdad? En otro momento me explicaras
como te apresaron los indios, de los cuales te rescate, los tenías muy
furiosos… El mes pasado, sin ir más lejos. Tus hermanas Sofía y Betty
provocaron una estampida de las reses del otro lado del cañón del colgado.
Tiene gracia, tiene ese nombre porque en el colgaron a tu padre, esas reses
eran mías, murieron cincuenta cabezas de buenas reses, todo porque a tus
hermanas no se les ocurrió otra cosa mejor que estar cazando un zorro, los
disparos provocaron la estampida. Luego les pasare las cuentas de esas reses
muertas.
.- Pero ellas no
sabían que estaba ese ganado pasando por ese cañón…
.- No me vuelvas a
interrumpir….- Dos sonoras palmadas volvieron a sonar en las temblorosas
nalgas.- Esas reses me habrían reportado unas ganancias de dos dólares por
libra de carne para el ejército. Sofía y Betty venid aquí raudas. Recordad lo
que les ocurre a las chicas que cazan donde no deben.
Las dos chicas se
habían quedado heladas al escuchar su nombre, no daban crédito a lo que
escuchaban, en su espanto vieron como el agente de la ley iba hacia ellas a
grandes zancadas, pasando entre ellas, las agarro a las dos de las orejas,
tirando de ellas hacia adelante las obligo a caminar hacia la silla, apenas se
sentó sobre ella, ya tenía a Betty sobre sus rodillas comenzando a darle una
azotaina con la mano sobre las bragas de algodón blancas, solo adornadas por un
bordado fino en sus elásticos de su cinturilla y perneras. Melanie se abrazó a su hermana Sofía,
mientras escuchaban sin otro remedio como su hermana Betty se quejaba con
lastimeros “Ayees” a cada azote en su trasero. Podían observar con lágrimas en
sus ojos, como se retorcía Betty de dolor, como sus piernas forcejeaban con el
aire por librarse de aquella mano que caía implacable en su pequeño y respingón
trasero. Sujetándola de su mano derecha tiro de ella hacia la derecha,
haciéndola caer a sus pies. Estiro la misma mano hacia ese lugar, y agarro a
Sofía a la cual coloco sobre sus rodillas, la cual no tuvo ni tiempo de
reaccionar, cuando ya sentía en su trasero los manotazos del sheriff, la
azotaina fue dura, pero igual que hiciera con Betty no le bajo las bragas, no
fue una azotaina muy intensa en tiempo, solo era desahogar su enfado al
recordar cómo habían fallecido aquellas reses de su ganado, pero si fue lo
bastante intensa como para que por el borde de sus bragas asomase lo colorado
que les había puesto el culo a las dos desafortunadas. Melanie estaba en el
suelo de rodillas consolando a su hermana Betty, le acariciaba el cabello
rojizo, mientras Betty se acariciaba el culo con sus dos manos, sentía en las
palmas de estas el intenso calor que emanaba de sus nalgas. En unos minutos, Sofía
se acurrucaba a sus hermanas llorando. Tenía el culo ardiendo como brasas al
rojo…
.- Bien,
desvergonzadas!!! Podéis volver a vuestro puesto, en breve os ajustare las
cuentas como es debido. No era justo, que vuestra hermana recibiera una azotaina
estando enfadado por vuestra culpa, y que ella recibiese lo que es vuestro!!!
Nada en este mundo me va a privar de azotar vuestros culos, pero lo justo es
“Que lo que es del Cesar, lo reciba el Cesar” y ahora Melanie, llegó el turno
de calentarte el culo como es debido, a conciencia… Ven aquí para ponerte sobre
mis rodillas…
Melanie ayudo a
sus hermanas a incorporarse, estas se abrazaron a ella, no deseaban dejar a su
hermana mayor a la suerte que se le avecinaba. Ambas tenían en sus traseros las
razones grabadas a fuego en ellos, pero su hermana mayor les susurro que
volvieran a sus puestos. Las dos obedecieron y con serias molestias en sus
traseros, algo que todos los presentes pudieron apreciar por la manera que las
dos chicas se sobaban el culo a manos llenas vigorosamente. Cuando la mayor de
ellas se volteo para mirar al sheriff de Spank City Spring´s, su garganta hacia
el sonido en su interior al tragar su propia saliva, sus piernas apenas la
sostenían en pie, de no ser por la vergüenza que pasaría, se habría orinado en
las bragas del temor que hacia presa en ella. No podía mirar hacia el lugar en
el que la aguardaba su suplicio, aunque sabía que en parte, solo en parte, se
merecía la azotaina que la aguardaba. Era cierto que había asaltado el almacén
de repuestos, y eso merecía un castigo. No dudaba que se mereciese dicha
azotaina, pero porque tenía que ser aquel monstruo que disfrutaba castigando un
trasero, y no ponía reparos a que fuera una muchacha atractiva o una señora ya
madura como la señora Alison. Melanie andaba resignada hacia aquel que llamaba
monstruo, y no se refería a que fuera un hombre desfigurado o desaliñado como
muchos de los presentes. Era un hombre viril y fuerte, cualquier mujer se
rendiría a sus pies. Pero Melanie no era esa mujer, ella no caería rendida a
sus pies, pero muy a su pesar iba a caer sobre sus rodillas y recibir una
azotaina en el trasero con suerte con su mano, suerte, porque mucho peor sería
sentir el impacto de aquel odioso cepillo. En su mente pasaba la idea de acabar
cuanto antes, pero como iba aguantar ser castigada y ver como lo eran sus
hermanas, acababa de ver como Betty y Sofía recibían una azotaina sobre las
rodillas de aquel ser, y su alma se le había caído al suelo al verlas
retorcerse de dolor. Sin darse cuenta por sus divagantes pensamientos, había
llegado frente al sheriff el cual se palmeaba su muslo derecho para que se
echara ella sobre él.
.- Y bien pequeña!
Te vas a echar sobre mis rodillas o… te voy a tener que poner yo sobre
ellas… se acabó mi paciencia…
El agente de la
ley se impaciento ante la espera, se había acabado o colmado su paciencia,
levantándose agarro a Melanie y en breves segundos la tuvo echada sobre sus
rodillas. La conocía bien, sabia sobradamente que ella se moriría de la
vergüenza, por lo cual, una vez la tuvo echada sobre sus rodillas le puso la
mano en el culo, ella actuó como era de esperar su mano derecha la cual quedaba
libre de la tenaza del sheriff, se la llevo a su trasero para apartar aquella
osada mano que le palpaba el culo por encima de sus bragas de algodón. Su mano
izquierda permanecía sujeta sobre su espalda, por la fuerte y grande mano del
sheriff que se la había doblado sobre su espalda, así la mantenía inmovilizada
sobre sus rodillas, la mano derecha no tardo en unirse a ella, ya solo le
quedaba menear el culo de un lado a otro, e intentar liberarse de aquella mano
osada y desvergonzada que la manoseaba su trasero a placer. Sus dedos penetraban bajo sus bragas tocando
sus nalgas, Melanie se retorcía asqueada por la manera que era violada su
intimidad, la mano del salvaje sheriff bajo por sus nalgas por debajo de sus
bragas hasta llegar al fin de estas, punto donde se hallaba el sexo de la
joven, esta, se revolvió más violenta juntando sus muslos para que la mano no
siguiera más. La fuerte presión de los muslos impidieron progresar más, aquello
molesto al sheriff, extrajo la mano bajo sus bragas y estiro la pernera derecha
por el elástico, luego estiro la pernera izquierda, para por ultimo coger el elástico
de la cinturilla de las bragas que cubrían el trasero, tirando de él, las subió
hasta quedar bien tensas y el fondillo de las bragas hicieron ante la tensión
hizo que las bragas marcaran mejor y más precioso aquel redondo trasero.
Las hermanas desde
su lugar veían como el salvaje manoseaba el trasero a su hermana mayor, sentían
nauseas e impotencia al nada poder hacer por ayudar a su hermana mayor,
Penélope aun con molestias en su trasero sentía pena por sus hermanas Betty y
Sofía, las dos aún se sobaban sus traseros que permanecían muy rojos, por la
rojez que sobresalía por las perneras de sus bragas, se apreciaba claramente en
el ribeteado del elástico con una puntilla de punto muy sugerente, pero que
hacía que el borde de las braguitas fuera más esterilizado para una prenda
íntima femenina, lo que resaltaba más en las bragas de las hermanas, sobre todo
el gusto por utilizar dichas prendas las cuales las hacían ser más juveniles.
Maggie las observaba desde su posición, el cómo sus hermanas mayores se sobaban
sus rojos traseros, cuando Maggie vio en sus hermanas como cambiaba su
semblante de dolor, y cambiaban a estar horrorizadas hacia el punto que tenían
clavada su mirada, entonces fue cuando Maggie se percató que algo sucedía.
Mirando en la dirección que miraban sus hermanas, pudo ver como Melanie acababa
de ser acomodada sobre las rodillas del sheriff, se puso la palma de su mano en
la boca, para ahogar su grito de terror. En breve pudo ver cómo sin mediar
palabra alguna, su hermana estaba recibiendo la azotaina anunciada. Contemplaba
aterrorizada como la mano del salvaje de la autoridad descargaba con fuerza
inusitada sobre el trasero de Melanie, la cual nada podía hacer para evitarla,
los azotes caían implacables sobre su trasero revestido por aquellas preciosas
bragas de algodón, acababa de comenzar la azotaina a su hermana mayor. Maggie y sus hermanas no podían mantener la
mirada, era su hermana mayor, cualquiera de ellas hubieran preferido ser ellas
las que estuvieran en su lugar.
El sheriff se
mostraba enérgico como de costumbre, había comenzado la azotaina y deseaba
dejar por sentado cuanto antes que no iba a ser nada considerado con las cinco
jóvenes, los hombres allí presentes siempre habían tenido aquel hombre, como
alguien que envidiaban por su suerte de poder tomarse aquella manera de emplear
la fuerza, a la hora de tratar a las mujeres o las chicas que se salían del
buen camino y del orden en el pueblo, tenía a Melanie sobre sus rodillas, había
iniciado la azotaina de manera muy elocuente a su forma de actuar, Melanie por
su parte permanecía impasible intentando simular su entereza, era la mayor de
las hermanas Watson y no podía desfallecer su voluntad y de no mostrar
debilidad ante sus hermanas Penélope, Maggie, Beth o Sofía, era la mayor se
decía así misma, pero en su mente no paraba de inculcarse valor así misma,
infundirse unos ánimos que cada vez estaban resultando claramente demasiado
difícil, teniendo el trasero ardiendo de aquella manera tan intensa, sintiendo
aquella mano de aquel desconocido, una persona que solo había visto miles de
veces como un vecino más del pueblo, quien hubiera sospechado que aquel
desconocido acabara siendo el sheriff y quien la tuviera en sus rodillas en
esos momentos dándole una dolorosa azotaina.
“…Debo aguantar…, -.no paraba de decirse asi
misma.- , no puedo…AAAUUU rendirme AAAUUUU! Mierda! Como duele! No va a lograr
hacerme llorar, pero jo… como arden, tengo el culo que me abrasa,… va listo
AAYYY, va listo si cree este salvaje que voy a gritar y retorcerme de dolor
como mis hermanas, ellas son casi niñas, pero yo soy una mujer!, no me
doblegare AAAYYY….AAAYYY….AAAYYY… Cabrón! Será Bestia! Porque me tiene que
pegar tan fuerte…AAAYYY… porque no me baja las bragas de una vez y acabamos con
esta farsa…o pesadilla….AAAYYYY…AYYYY….AAYYY… Como duelen! Mierda! Mierda!
Mierda! No sé si voy a poder aguantar mucho más…”
El sheriff se
estaba empleando a fondo, aplicaba la azotaina sobre el trasero de Melanie de
manera firme y concisa, no tenía intención de dejar ni un centímetro, sin
haberlo azotado a conciencia, descargaba su fuerte y gran mano, tanto sobre la
nalga derecha, como sobre la nalga izquierda, o arreciando el ritmo de los
azotes, azotaba en el centro del trasero recubierto por aquellas preciosas
bragas blancas con aquellos ramilletes de flores floreados de colores diversos,
mientras sonreía de manera socarrona disfrutando y azotando aquel excelente
trasero, la de veces que había soñado con este momento, tenía un trasero muy
bien formado, no estaban nada mal el de sus hermanas menores, eran mujeres que
se habían criado en una granja, por lo cual ninguna había demostrado ser débil.
En esos momentos recordaba la azotaina que le dio a Penélope, y como había
soportado la azotaina al comienzo, pero su resistencia no duro demasiado, al
bajarle las bragas, fue el bastión de resistencia que la quebró. Seguramente
con Melanie pasaría algo similar, pero deseaba seguir disfrutando de la visión
de aquel trasero formidable aun revestido con sus bragas blancas y aquellos
ramilletes de flores. Ese estampado en sus dibujos hacía más delicioso azotar
el trasero. Por no mencionar el delicioso tacto de su mano al impactar sobre el
culo blandito, y como la tela de algodón de las bragas le causaba una sensación
extraordinaria en la palma de su mano, así como apoyar la mano y sentir como
irradiaba aquel calor a través de la prenda íntima. Se había dado cuenta que la
joven tenía intención de hacerse la valiente, a pesar de la manera que movía
sus caderas de un lado a otro, pero apenas movía sus piernas, a él le encantaba
hacerlas patalear y ver como estiraban sus piernas a un lado y a otro, pero
Melanie se mostraba dura en su orgullo, debía hacer algo y debía ser
contundente. Hubiera preferido continuar dándole la azotaina sobre las bragas,
pero tenía que demostrar a sus esbirros que con el ninguna mujer engreída iba a
poder con él o destruir su fama de hombre rudo con las mujeres, sobre todo si a
estas las tenía sobre sus rodillas.
.- Laura! Tráeme
el frasco azul que hay en el primer cajón de mi mesa, rápido! -. Nadie
respondió a sus palabras -. Donde estará esa cabeza loca de mi ayudante?
Laura!!! Se puede saber dónde estás ahora metida? ¬-. El sheriff miro hacia las
celdas y la vio. Mejor hubiera sido que no la hubiera visto. Pues la vio como
estaba acostada en unos de los camastros en una de las celdas, con los
pantalones bajados en los tobillos, y las bragas bajadas a las rodillas,
mientras su mano derecha desaparecía bajo su camisa, su boca entreabierta lo
definía todo… .- Que alguno me traiga a esa degenerada, rápido!!!
Un hombre que
estaba más próximo a la puerta de las celdas desapareció tras ella, segundos
después volvía con una Laura sujeta del brazo trastabillando con sus propios
pantalones en sus tobillos, los cuales acabaron por salirse de sus pies, y con
las bragas trabándole las rodillas, fue llevada ante el sheriff el cual no dudo
un instante en echarla encima de la espalda de Melanie, y sacándose muy
forzadamente el cinturón, le dio unos buenos correazos en el culo desnudo de
Laura. Todos los presentes se quedaron sorprendidos al ver como el sheriff,
después de asestarle unos buenos correazos en el trasero que se lo cubría la
camisa, levantarle la misma, dejando expuesto ante la mirada de los presentes
el trasero de su ayudante. Todos se taparon los ojos al contemplar el culo
desnudo de la comisaria del sheriff, al verlo todo marcado de aquella manera
tan salvaje, tenía el trasero negro por completo, con los bordes de sus nalgas
en un morado más claro. Las hermanas que habían oído la azotaina en la celda de
enfrente la noche anterior, no habían podido vérselo con la claridad del día,
incluso en la penumbra de la mañana al levantarse, no habían podido apreciar
con claridad nítida como lo estaban presenciando en ese momento. Varios hombres
ante tal visión, salieron de la oficina al parecer su sensibilidad no podía
continuar con aquella visión. Los que salieron fuera no pudieron evitar
escuchar como los azotes del cinturón, resonaban sobre las muy magulladas
nalgas de Laura dentro de la oficina y como solo eran silenciados por los
“ayes” desconsolados de la pobre ayudante.
Quien tampoco lo
paso nada bien fue Melanie, la pobre con las nalgas ardiendo, tuvo que soportar
la vergüenza de tener a la pobre ayudante sobre su espalda, teniendo que
aguantar su peso, por si ello fuera poco, tuvo que soportar la manera
compulsiva de como la pobre Laura, se debatía en su dolor pataleando con sus
piernas en el aire, haciendo que la pobre Melanie tuviera que aguantar además
de su peso, los gritos que esta daba. No es que le molestase que ella gritara
al sentir en sus nalgas desnudas la quemazón que producía aquel cinturón de
piel de serpiente. Todo lo contrario, sentía lastima por ella. Pero al mismo
tiempo la aterraba ser ella la que pudiera llegar a gritar de la misma manera y
forma. Ello la atormentaba, pues debía ser muy doloroso sentir aquel cinturón
en sus nalgas.
El sheriff
enfrascado en castigar a Laura, no había prestado atención como varios de los
hombres habían salido de la oficina, dejándolo en clara minoría ante las
hermanas Watson. Pero más sorprendido quedo, al sentir en su cuello el filo de
un cuchillo, intento revolverse ante aquella sorpresa inesperada, pero quedó
paralizado, no por miedo, si no, porque al levantar la vista vio a cuatro
hombres, que al igual que el mismo, tenían cuchillos amenazantes en sus
cuellos. Y como otras diez chicas indias les apuntaban con sus arcos armados
con flechas apuntándole a él.
-. Pluma blanca!
Tenías que ser tú, no podía ser otra desde luego! Pequeña cierva! Ya veo que te
has visto arrastrada a hacer esta locura! Tú, hija de oso gris, también te has
dejado enredar por estas locas!!! Y todas vosotras igual! Vuestros padres os
ajustaran las cuentas cuando hable con ellos…. Sobre todo vuestro jefe Gran
Oso, estará muy orgulloso de vuestra proeza…
-. Tú, callar
rostro pálido! Llevarnos a nuestras hermanas de sangre. No seguir o nosotras
disparar…
El sheriff en su
oficina se quedó atado y amordazado a su silla, igual que los hombres que se
habían quedado, también atados y amordazados.
Con dificultades
se vistieron las hermanas poniéndose los pantalones, iban a montar a caballo al
salir, pero resulto ser muy molesto cabalgar con sus traseros doloridos, sobre
todo para Maggie y Penélope que eran quienes llevaban sus traseros más
doloridos, pero pusieron varias mantas sobre las sillas de montar, para ir mas
cómodas, pero aun así fue un suplicio cabalgar, pero peor hubiera sido quedarse
en la comisaria en compañía del sheriff…
-. Podíais haber
llegado antes, no?
-. No poder
escapar poblado. Nuestros guerreros cazar búfalo y estar poblado celebrando la
caza buena!!! Venir antes no posible, hermana Melanie.
Continuará…
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