Patricia,
la chica del salón permanecía en su celda sobre el camastro boca abajo, llevaba
horas allá echada o eso le pareció a ella, desde que la dejaron allí las
hermanas Watson. Aunque le rogaron que se escapara con ellas, prefirió quedarse
en la celda. Que podría pasarle peor que lo que había sucedido hacia unas horas,
solamente por ayudar a su jefa quien le había mandado ir avisar a las hermanas.
Recibió una severa azotaina de manos del sheriff, simplemente por hacer algo
que su jefa le había ordenado hacer, ella era inocente, no había visto a las
hermanas Watson cuando fue interrogada en la mañana del día que fue el sheriff
al salón e interrogo a todas las chicas. Solamente las conocía de verlas por el
pueblo, en cambio su jefa Alison había sido buena amiga de la madre, pero el
sheriff hubiera sospechado de ella, por eso le pidió a Patricia que saliera a
optadillas y las avisase.
Cuando la chica su estómago empezó a
hacerle ruiditos de estar este vacío, fue cuando pensó que llevaba horas sin
comer nada, entonces fue cuando pensó que podía salir de su encierro
involuntario, para hablar con el sheriff contándole lo sucedido, sobre todo
debía aclararle que ella era totalmente inocente, que debía dejarla salir de la
celda de la comisaria.
Con serias dificultades se levantó del
camastro, nunca había sido castigada con una azotaina, ni siquiera de niña
cuando fue abandonada en un orfanato teniendo tan solo unos meses de vida. En
el orfanato vivió su infancia hasta que un día logro escapar de allí, los
castigos en aquel lugar eran muy a menudo, pero solían encerrarla en un cuarto
oscuro durante horas. Hubiera preferido que la hubieran calentado el culo como
a otras niñas, pero esas otras, solo iban aquel lugar a recibir clases, tenían
padres, lo contrario que ella que no tenía a nadie, por eso no se ocupaban de ella, solo la
mantenían dándole de comer y obligándole a hacer los trabajos más sucios e
denigrantes, hasta el día que consiguió marcharse y no volver. Deambulando por
el mundo de pueblo en pueblo hasta que fue recogida por una buena mujer, la
dueña del salón la señora Alison Palmer. Desde niña había estado con ella, le
había dado educación y ya siendo mayor con edad para servir, paso al servicio
de chicas del salón, por ello estaba muy agradecida a la señora Alison y no
dudo en realizar aquella tarea de ir avisar a las hermanas.
Se levantó de aquel camastro medio
encorvada hacia adelante, nunca hubiera imaginado que una azotaina pudiera ser
tan dolorosa. A pasos cortos, consiguió salir de su celda caminando lentamente,
en su trasero sentía como si le pinchasen con cientos de alfileres a cada paso
que avanzaba, por ello prefería arrastrar sus pies a levantarlos del suelo,
pues al hacerlo los cientos de alfileres parecían que estas se multiplicasen
por mil. Sentía que sus piernas estaban siendo trabadas a la altura de sus
rodillas, supuso que debía de ser por el intenso ardor que sentía en el culo,
lo que la hacía andar sintiendo aquella sensación. Al salir de la celda y
caminar por el pasillo que daba a la oficina del sheriff, la puerta estaba
abierta entrando una luz solar, entonces pudo ver porque se sentía trabada a la
altura de sus rodillas, se rio con una sonrisa forzada al descubrir el porqué.
Vio que eran sus propias bragas bajadas a la altura de sus rodillas, con
dificultad bajo sus manos buscando a tiento la cinturilla de aquellas bragas de
algodón amarillas, al encontrar el elástico de la cinturilla, se las subió
lentamente cubriendo su intimidad, aunque una vez ajustadas a su cintura, hubiera
preferido haberlas dejado en donde las hayo. Ahora sin aquella traba en sus
piernas caminaba con más facilidad, una sonrisa apareció en sus labios por lo
tonta que había sido al no darse cuenta antes que las llevaba bajadas, pero era
tal el dolor de su trasero, que ni había notado no llevarlas puestas. Su
sorpresa al traspasar la puerta de la oficina fue muy desesperante, allá al
fondo de la oficina estaba el sheriff sentado en su silla, atado y amordazado.
Sus ojos centelleaban al estar inyectados de rabia e ira, cuando la vio
aparecer. Patricia lo miro asustada sin saber bien lo que debía hacer, se
acercó al sheriff el cual hacia ruidos ininteligibles moviendo la cabeza
nerviosamente, como si quisiera decirle algo. Ella más asustada que nunca hubiera
estado, se acercó y temblorosa le quito la mordaza de la boca torpemente.
-. Suéltame
pedazo de imbécil, vas a ver cuándo te pueda agarrar la que te voy a dar en el
culo, hacerme esto a mí!!!
-.
She…sheriff… Yo le voy a ayudar a soltarse. Pero antes…quiero que me escuche…
tranquilícese, por favor…
-. Que me tranquilice
desvergonzada!!! Mira como me han dejado tus amigas y esas indias de mierda!!!
A ti te voy a dar tal azotaina que van a quitarte las ganas de volver a
comportarte así, con la autoridad de este pueblo…!!!
-. Sheriff… por favor debe
usted escucharme y luego prométame que no me va a dar otra azotaina…
-. A
penas tenga las manos libres vas a ver cómo te voy a poner el culo. Desgraciada!!!
-. Sheriff… si no me promete
escucharme no le voy a soltar…
-. Tu ganas! Está visto que
me tienes en tus manos, pero como no seas muy convincente, sabes lo que te
espera…
-.
Señor yo no le mentí ayer por la mañana cuando le dije que no había visto a las
hermanas. Fue la señora Palmer quien me envió a avisarlas, porque ella temía
que usted la tuviera vigilada, y me envió a mí, pero solo la obedecía a ella,
señor. Me ha castigado hoy por nada, yo soy inocente sheriff…
-. Bueno si eso… es así, me
dejas más tranquilo claro, puedes soltarme ahora?
-. Claro que si sheriff… -. Soltó
las ligaduras de sus manos atadas a su espalda, y las ligaduras de sus rodillas
y tobillos, había sido atado a conciencia. Nada más estar liberado coloco a la
joven sobre sus rodillas y sujetando con dedo índice y pulgar de sus manos
derecha e izquierda, le bajo las bragas a Patricia. .- Me prometió no castigarme sheriff!
-. Es cierto mi pequeña, te prometí
si eras convincente en tus palabras. No te iba a castigar, es verdad! Y debo
decir que has sido muy convincente, ahora ya no tengo duda alguna que fuiste a
avisar a las hermanas Watson. Ya que tú misma me lo has confesado ahora mismo. Y
que lo hiciste por orden de tu jefa la Sra. Alison Palmer. Luego le hare una visita
a ella. Si, en vez de ir a avisarlas. Hubieras venido avisarme a mí, no tendrías
el culo como lo tienes, y yo no tendría que volver a darte otra azotaina ahora.
Comprendes?
-. Pero… vaya, no había pensado
en ese punto, la verdad. Pero las hermanas querían que me hubiera ido con
ellas, y en vez de hacerles caso, me quede aquí… Y gracias a mí, se ha liberado
de sus ligaduras, no puede perdonarme, por favor sheriff… me… duele mucho el…
trasero…
-. Pequeña! Es cierto que me
has ayudado. Y eso, es un atenuante para no ser demasiado severo contigo, pero…
la ley se debe cumplir, así la próxima vez vendrás a avisarme antes de actuar
por tu cuenta, verdad que lo harás?
No pudo responder la
joven. El sheriff empezó a darle una azotaina en su trasero con la mano
derecha. Patricia no pudo hacer más que someterse a su castigo, ella misma se había
dado cuenta demasiado tarde de su error, no había pensado bien sus palabras,
pues si se hubiera escuchado antes así misma, se habría dado cuenta que no tenía
escapatoria posible, el sheriff estaba actuando legalmente sobre ella y estaba
siendo considerado con ella. Los azotes en su dolorido trasero estaban haciendo
que este le ardiera como si tuviera brasas al rojo vivo encima de él. Pero algo
inesperado sucedía en su interior, su mente no podía creer lo que estaba
sintiendo, la estaban dando una azotaina sobre las rodillas, tenía sus bragas
de algodón amarillas bajadas en las rodillas. Pero en su intimidad se sentía así
misma húmeda, como si aquellos azotes en vez de dolerle el trasero, ahora también
sentía calor en su entrepierna. Era muy extraño para ella, pero sus caderas se movían
de un lado a otro, lo que hacia la sorprendía a ella misma, estaba sobando su
sexo desnudo sobre el muslo del sheriff. Algo que el agente noto perfectamente,
y no se extrañó para nada de aquel comportamiento de la joven damisela. La
azotaina que estaba propinando a la joven ceso, y en vez de azotarle el trasero
paso a acariciar trazando círculos en sus nalgas, la joven ronroneaba como una
gatita, en un momento de aquellas deliciosas caricias, la mano del sheriff descendió
entre sus nalgas posándose en su sexo, este estaba bañado en sus propios
fluidos, los dedos del sheriff juagaban ahora con el sexo de la joven que
suspiraba de placer que le producían aquellas caricias. Sus dedos entraron en
su cavidad sexual, haciendo suspirar de placer a Patricia, la cual cada vez entendía
menos que le estaba sucediendo, pero solo estaba sintiendo placer delicioso, a
pesar que le doliera el trasero, ahora lo sentía de manera muy diferente, era
una mezcla de dolor y placer, algo que jamás hubiera sospechado. Entonces sintió
algo frio en sus nalgas, el sheriff le estaba poniendo algo que se había sacado
del bolsillo de su guerrera, era una especie de aceite, la joven sintió con
placer como se lo iba restregando sobre sus nalgas, sentía un frescor delicioso
junto con las caricias de la mano del sheriff, que al expandir aquel aceite
entre sus nalgas y rozar su sexo con las yemas de sus dedos, la joven Patricia sintió
como una fuerte oleada de calor, le hacía estremecerse de placer suspirando
como jamás había sentido, algo que acabo en un segundo orgasmo de la joven. El sheriff
le subió las bragas con delicadeza ajustándoselas a su cintura, ayudándola a
incorporarse poniéndose de pie. El mismo sheriff se levantó de su silla y recogió
el vestido que se había despojado tan solo hacia unas horas y le ayudo a ponérselo.
La chica se sentía estúpida, le acababan de dar una azotaina y había gozado de
ella, además tenía en su rostro una sonrisa de felicidad que no comprendía.
-.
Bien mi pequeña! A partir de hoy, ya no trabajas para la señora Alison Palmer. Ve,
y recoge tus cosas, llévalas a mi casa, a partir de ahora será tu casa. Vivirás
más ratos como este, de ahora en adelante, aunque tus nalgas no van a estar muy
ociosas de ahora en adelante. Siempre claro está, que tú lo desees. Aunque algo
me dice en ver tu dulce rostro que estás de acuerdo, verdad? -. Dándole una
cariñosa palmada en el culo, la mando a casa. La joven salió de la oficina mirando
hacia atrás, hacia el sheriff. Se sobaba el trasero con mucha gracia y sonriéndole
al sheriff maliciosamente. .- ve a casa
mi pequeña! A penas me sea posible me reuniré contigo para darte más friegas en
el trasero… Ahora debo pensar en cómo dar caza a esas Watson y sus amigas
indias.
CONTINUARA…
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