EL SHERIFF DE SPANK CITY SPRING´S Cápitulo 6
El
sheriff se despidió de Patricia, ahora era el momento de pasar cuentas con sus
hombres. Sus hombres no se enteraron de nada de lo acontecido en los últimos
minutos, y menos de la azotaina que había recibido Patricia, cuando los hizo
sus ayudantes eventuales los encontró en salón, estaban la mayoría bebidos así
que tras enterarse para que se requerían sus servicios, aceptaron de inmediato,
no todos los días se podía ver el trasero a jóvenes muy guapas y con unos
cuerpos de ensueño, así que ni siquiera lo dudaron. Pero al ser atados y
amordazados se habían quedado dormidos. Los desato y el sheriff hecho a todos fuera
de la oficina a patadas por ineptos. Aunque el mismo se estaba llamando inepto
por haberse dejado sorprender de manera tan tonta y absurda. Se preguntaba
donde se habría metido su ayudante, porque no estaba en su puesto alerta como
era su menester. Luego recordó que le habían interrumpido cuando estaba
castigando a su ayudante, Laura. Se dirigió hacia lo que resultaba ser su
despacho, una mesa de oficina en un rincón justo enfrente de la puerta
principal, registro varios de los cajones hasta encontrar lo que buscaba en el
primer cajón, era el cepillo de madera, miro hacia las celdas, su ayudante
debía estar en una de ellas haciendo sus cochinadas, tal y como hacia cuando
fue reclamada por su jefe y esta no acudía, pero desde el lugar de su oficina
en el cual estaba dando su correspondiente azotaina a Melanie, pudo ver a esa
desvergonzada con las bragas bajadas y acariciándose el sexo descaradamente.
Entro en el pasillo mirando en todas las
celdas, la que tenía la puerta abierta, la cerraba de un fuerte portazo y
mirando en la siguiente. Solo encontró una que estaba cerrada, en su interior
estaba Laura atada y amordazada. Sus ojos mostraban espanto o terror al ver la
cara de enfado que llevaba su jefe. Busco las llaves de la celda para abrirla y
poder entrar dentro para desatar a su ayudante. Después de mucho buscar
encontró las llaves tiradas saliendo por la puerta de atrás en el centro de la
calle, esa búsqueda lo había hecho enfurecer mucho más si cabía, lanzaba
maldiciones y juramentos por doquier. Por donde habían escapado las Watson y
las indias. Entro de nuevo y abrió la celda que se encontraba Laura. En un
primer momento pensó que debía darle una lección, darle una azotaina con el cepillo
que le hiciera no olvidar lo sucedido por varios días, pero entonces se recordó
de Patricia, cayendo en la cuenta que la muy sinvergüenza de su ayudante debía
sucederle igual. Entonces sonrió y por un momento pareció olvidar su enfado,
tener dos chicas dispuestas que estuvieran dispuestas a ponerse sobre sus
rodillas para darles una azotaina, aquello tenía muy buen parecer para su
afición por azotar traseros a chicas, y tener dos dispuestas a ser castigadas
le hizo olvidar su enfado temporalmente por la fuga de las Watson.
-.
Laura! Sal de aquí. Vete a tu casa y cámbiate de ropa, hueles a orina. Date un
buen baño y luego quédate en tu casa hasta que tengas el trasero recuperado.
Darte una azotaina ahora por haberte estado masturbando cuando debías prestar
atención a tu trabajo, no creo que la sintieras de verdad, teniendo en cuenta
como tienes el trasero. Pero ten por seguro que te la tendré en cuenta cuando
estés recuperada, si nos han sorprendido esas indias ha sido por no estar
vigilante en tu trabajo tal y como debías estar haciendo, en vez de estar
tocándote donde no se debe nombrar estando una chica decente como tú, cuando yo
estaba ocupado… antes de irte a casa, pásate por las caballerizas y que
ensillen mi caballo, además de dos mulas con provisiones para dos semanas, voy
a estar fuera un tiempo. Cuando vuelva me encargare de ti, puedes estar segura
de ello. Encargarte que a la joven Patricia no le falta de nada, a partir de
ahora vivirá en mi casa. Tienes permiso para ocuparte de ella si te da
problemas. Pero no me la dejes muy marcada, disciplínala si es necesario, pero
no uses nada contundente como cepillo o cinturón, solamente con la mano o
zapatilla hará que se comporte como es debido.
El sheriff se quedó observando como Laura
salía de la celda, esta paso lentamente por su lado, tenía serias dificultades
para caminar, sus pantalones tejanos marcaban su trasero, no era un traserito
gracioso y respingón como las hermanas Watson, pues las hermanas eran chicas
que al caminar con su gracia de contoneo de caderas, dejaban bizco a más de un
viandante del pueblo, así como el vibrar de sus nalgas al caminar. Laura era
una mujer hermosa desde luego, pero ya no era ninguna niña y sus anchas caderas
sin estar rolliza, resaltaba su hermosura con aquel trasero bien redondeado,
que con los pantalones tejanos bien lo marcaban y más ahora que parecían que
los iba a reventar de un momento a otro, al tener su trasero muy inflamado por
las azotainas recibidas.
El hombre de la ley la seguía de cerca por
la oficina, así hasta salir a la calle, mirarle el trasero aquella mujer, le
estaban dando ganas de azotárselo de nuevo. Muy disimuladamente Laura al
caminar con firmeza y decisión, sus brazos iban de adelante hacia atrás, como
si fuera un militar desfilando, pero en verdad lo hacía para poder pasarse las
manos por el culo aunque solamente fuera fugazmente. Debía de picarle de lo
lindo, y al estar en la calle debía guardar la compostura ante las señoras que
se cruzaban con ella saludándola, Laura respondía amablemente sin cambiar su
ritmo, sabia ella muy bien que toda la ciudad estaba enterada de que había sido
castigada por su jefe, pero como mujer orgullosa debía saber guardar las formas
y que no cuchichearan las cotorras de la ciudad, que siempre estaban pendientes
de lo que sucedía fuera de sus casas, que dentro de ellas. Al doblar la esquina
se detuvo al no ver a nadie, ni a un lado ni a otro de la calle, y apoyando la
espalda en la pared de la vivienda, sus manos se posaron en su trasero al
tiempo y se lo sobaba vigorosamente sobre el trasero de su pantalón, mientras
sus labios se retorcían trazando una mueca clara de dolor, al tiempo que cogía
aire para llenar sus pulmones y expirarlo aliviada de haber salido de la vista
de su jefe. Continuo andando con claros gestos de dolor, con sus manos
sujetándose la base de las nalgas, para que estas al andar no se movieran
simultáneamente con sus caderas, pues cada vez que estas se movían, sentía unas
punzadas horribles en su culo. El
sheriff desde un ángulo que Laura no le podía ver, sonreía al verla caminar con
aquel gracioso andar como si se hubiera torcido los dos tobillos.
El sheriff dejo de mirar a su ayudante en
su difícil y doloroso caminar. Cuando se percató que aun llevaba el cepillo en
su mano derecha, entonces miro al otro lado de la calle, ante el tenía el salón
Palmer. Encaminándose hacia el con paso decidido, aún tenía una cuestión que
arreglar. Entro dentro del salón
empujando las puertas de doble hoja clásicas en todo salón del oeste, y que
desde fuera ya contemplaba el interior del mismo. Sujetando las puertas entro
dentro, las chicas aun debían de estar en sus habitaciones, solamente estaba
tras la barra el barman.
-.
Buenos días Thomas! Donde esta Alison tu jefa?
-. No lo sé, sheriff! Aún es
pronto para que baje atender el negocio. Debe estar en sus habitaciones
seguramente.
-. Dile que haga el favor de
bajar, si no desea que suba yo a por ella!!!
-. Que es ese escándalo
Thomas? Que sucede… -. Alison se quedó sin palabras al ver quién era el que
hablaba con Thomas, el barman. .-
Sher…Sheriff! Que hace aquí?
-. Alison, tenemos una cuenta
pendiente! Tú decides que hablemos aquí mismo! O en un lugar más privado. Thomas!!! Quieto!!! No muevas esas manos bajo
la barra!!! O te abro un tercer ojo en la frente!!!
-. No se… a que se refiere,
sheriff…
El sheriff por el espejo que había en la
pared, había visto las intenciones del barman. Como una centella había
desenfundado su pistola con la mano izquierda apuntándole… sin dejar de
apuntarle, el sheriff fue hacia él, hasta que estuvo al pie del mostrador, y alargando su mano derecha
sobre el mostrador, primeramente depositando el cepillo sobre la barra, y luego
buscando algo bajo el mostrador justo a donde miraba el barman. Extrayendo una
escopeta de dos cañones…
-. Y
esto que es. Eh! Sabandija.!!! -. El sheriff, guardo su arma en su funda y
empuñando por la culata la escopeta con su mano izquierda, abrió a la mitad la
escopeta para descargarla, dos cartuchos de postas salieron de los cañones
cargados, los cuales cayeron al suelo al tiempo. Al cerrar la escopeta, con la
misma inercia golpeo al barman en la boca, la cual broto sangre de inmediato,
le acababa de romper los dientes incisivos. .- Esto te va a costar caro, Alison!!! Ya estas entrando en tu despacho
y quitándote esa falda tan discordante y amplia, solo hará que dificultarme
darte la azotaina que te voy a dar en el culo… Y tú!!! Sabandija no quiero
verte cuando salga, entendido!!!
Alison fue la primera en
entrar en su despacho, nada más entrar, se desabrocho la falda que iba sujeta
con un cordón y un broche metálico. Cayendo la falda alrededor de sus pies,
quedándose de cintura para abajo solo con unas medias y unas bragas de algodón
rosas. No tardo en entrar el sheriff al despacho, llevando de nuevo en su mano
derecha el cepillo de baño.
-.
Por favor… Se lo pido por favor! No me pegue de nuevo, tengo el culo que no me
puedo ni sentar de lo que me duele… Por favor, no!!!
-. Si hay algo que me hace
enfurecer, es que alguien mande a otra persona que haga lo que debería de hacer
ella misma… las Watson son tus amigas! Se, muy bien la amistad que te une a
ellas por su madre, pero es algo bochornoso implicar a una inocente en prestar
ayuda a unas pequeñas delincuentes. Patricia ha recibido un castigo que no
debía de haber recibido nunca! La implicaste deliberadamente a cometer un
delito contra la ley y orden de este pueblo, ayudando a unas delincuentes
buscadas por la justicia. Por cierto, esa infeliz no volverá a trabajar para
ti, no merece trabajar con una hiena de tu calaña. -. El sheriff mientras
hablaba se iba quitando su canana con sus revólveres depositándolos sobre una
silla. Luego con lentitud se fue desabrochando el cinturón de piel de
serpiente, el cual extrajo de las presillas de su pantalón con su mano
izquierda, sacándolo en dos maniobras, ya que en su mano derecha aun portaba el
cepillo, pero para tener más soltura, lo guardo en el bolsillo trasero de su
pantalón. .- Esto lo voy a guardar, por
ahora no me va hacer falta. Bonitas bragas de color rosa, te favorece ese color,
venga cuanto antes acabe, antes me iré. Tengo que hacer un largo viaje, ven
aquí y échate sobre el diván boca abajo, toma, coloca estos cojines bajo tu
estómago, así me facilitara calentarte el culo mucho más cómodamente y
levantara más tu trasero. Te garantizo
que se te van a quitar las ganas de utilizar a jovencitas, que no pueden
negarse por miedo a perder su trabajo. Te voy a vigilar muy de cerca…
Alison sin dejar de mirar
a su verdugo, pues de ese modo lo contemplaba ella. Mirándole con desprecio se acercó
al diván apoyando sus manos, así se puso sobre el de rodillas, pasando acomodar
su estómago sobre aquellos cojines o almohadones, dejando su cuerpo posarse
sobre ellos, acomodando sus brazos bajo su cabeza. Su trasero quedo
completamente erguido sobre los almohadones, así como sus piernas
semiflexionadas y sus pies sobresaliendo del diván quedaban inertes sin tocar
el suelo. A su izquierda se colocó el sheriff con el cinturón entre sus manos,
lo había doblado a la mitad sujetando el extremo y la hebilla en su mano
derecha y el extremo plegado en la derecha, jugaba con el cinturón juntando sus
manos, a lo cual al hacerlo el cinturón se curvaba formando una O mayúscula,
luego separaba las manos de un movimiento seco y rápido, el cual hacia
restallar el cinturón sobre sí mismo, lo que hacía que la mujer se le
estremecía todo su cuerpo temiendo que fuera un impacto en sus nalgas
desprotegidas. Algo que hacia sonreír al macabro sheriff y que repitió en varias
veces, con el mismo resultado en el cuerpo de Alison, hasta que viendo ella que
solo pretendía jactarse de ella, dejo de inmutarse al escuchar aquel chasquido
del cinturón. Algo que fue su primer error al dejar relajadas sus nalgas, acto
que un experto como el sheriff en el momento de castigar a una chica, no
desaprovecho aquella ocasión para soltar el extremo sujeto en su mano
izquierda, y levantando su brazo en alto, lo dejo caer al tiempo que impulsaba
su brazo con un movimiento rápido, el resultado fue el esperado por un hombre despiadado
como el sheriff. El trasero rollizo de una mujer en la cuarentena, pareció que
las nalgas se separaban horizontalmente al impactar el cinturón en el centro
entre ambas nalgas, a pesar de llevar las bragas rosas, el azote del cinturón
fue muy fuerte. Pero más fuerte fue el aullido de Alison que no se lo esperaba,
y menos se esperaba el aluvión de azotes continuados que no la dejaban apenas
coger el aire, de un azote, que ya otro impactaba en sus desprotegidas nalgas,
pues sus bragas no le proporcionaban ninguna protección. El cinturón no cesaba
de azotar sus nalgas, las marcas de un color rojo más intenso se le dibujaban
en las zonas baja de sus nalgas, en donde sus bragas no la protegían. A pesar
de la azotaina fuerte y certera en los azotes en su culo, pues ni un centímetro
del rollizo trasero no quedo sin sentir el quemazón del cinturón, a pesar de
retorcerse y contonear sus caderas, así como danzar su cuerpo alocadamente con
sus piernas y brazos, sus aullidos se debieron escuchar por toda la población.
Quien no perdió detalle alguno de la
azotaina que estaba recibiendo la mujer y dueña del salón, fue su ex-empleada
Patricia que había logrado colocarse en una de las ventanas que daban al
callejón de atrás, sin perder detalle alguno. Pero no era la única persona que
estaba pendiente, Laura desde la ventana de su casa al escuchar los aullidos
lastimeros, se asomó a la ventana por la curiosidad, no tardo en saber de quien
se trataba dado la procedencia de los aullidos de dolor, y más claro le quedo
al ver como se ocultaba Patricia espiando como Alison era castigada. Entonces
le vinieron a la mente a Laura las instrucciones del sheriff, se sobo su
dolorido trasero, mientras ya se imaginaba teniendo en sus rodillas a aquella
traviesa joven que no debería estar allí espiando en aquella ventana. Cuando
Patricia se apartó a hacia un lado el vestido y metía su mano bajo el, para
levantar el vestido a su cintura quedando aquellas bragas amarillas a la vista
de Laura, y como la desvergonzada se introducía la mano izquierda en el
interior de sus bragas, desde su posición Laura solo podía ver el movimiento de
la mano de Patricia, una idea que también le rondo a Laura, que desabrochándose
el pantalón metió su mano bajo sus bragas, haciendo lo propio.
Dentro del despacho el sheriff no estaba
satisfecho, su cabeza moviéndola negativamente para así mismo, indicaba que no
estaba satisfecho con la azotaina con el cinturón que le acababa de dar a
Alison. Puesto que esta tenia lágrimas en sus pupilas, no la había hecho llorar
desconsoladamente, algo que es lo que el hubiera esperado, pero estaba claro
que aquella mujer en la cuarentena era fuerte de voluntad y a pesar de la
severidad, había aguantado la azotaina.
El hombre de la ley soltando el extremo de
la hebilla, fue pasando el cinturón por cada una de las presillas del pantalón
hasta abrochárselo a la hebilla. Con lentitud extrajo el cepillo de baño del
bolsillo del pantalón, y miro hacia Alison la cual estaba ahora de rodillas
sobre el diván sobándose el culo por encima de sus bragas rosas de algodón, sin
perder detalle alguno de los movimientos del sheriff. Respiraba con respiración
rápida como si el oxígeno fuera agotársele en cualquier momento, sin apartar
aquella mirada asesina del cuerpo del sheriff. Sus ojos casi se le salieron de
sus orbitas al ver y sentir con qué facilidad fue izada por su cintura y de un
solo movimiento tumbada sobre las rodillas del sheriff al tiempo que este
tomaba asiento sobre el diván. Alison sabía bien lo que la esperaba, intentar
resistirse sería algo inútil por lo tanto al verse sobre las rodillas no hizo
intento alguno por librarse de aquella tenaza que la mantenía sujeta sobre las
rodillas del agente de la ley. Pero algo la hizo cambiar su actitud, al sentir
como aquellas grandes manos, sus dedos se introducían entre la cinturilla del
elástico de sus bragas y estas eran impulsadas como un resorte hacia abajo,
entonces su mano derecha intento sujetarse la prenda íntima, pero un fuerte
azote del cepillo sobre los dedos de su mano, le hizo soltarse las bragas, y
estas descendieron rápidas a sus rodillas. La mano derecha de Alison, con la
cual había intentado evitar que le fueran bajadas sus bragas, fue doblada
bruscamente sobre su espalda, y acto seguido comenzó a sentir como su culo
aumentaba el ardor del mismo, el cinturón se lo había dejado muy ardiente, le
abrasaba. Pero el cepillo estaba haciendo mella en ella, como podía arder tanto
aquel endiablado trozo de madera, y como dolía tanto. Los azotes continuados
sobre las nalgas desnudas no tardaron en realizar su labor de disciplina, en
breve, en apenas una treintena de azotes bien repartidos por su trasero, sobre
todo en la parte baja de sus nalgas, junto al inicio de sus muslos resulto algo
imposible de soportar, incluso para toda una mujer como ella. Empezó a
retorcerse sobre las rodillas del sheriff, que implacable y sudando, no
aminoraba el ritmo frenético de sus azotes. Alison en breves minutos ya
berreaba como una jovencita, el tono de su trasero había pasado de morado por
la azotaina del día anterior, a un rojo muy intenso, para pasar a un tono
rojizo oscuro. Le resultaba complicado el coger aire para llevarlo a sus
pulmones, dado sus aullidos por el ardor intensísimo en su culo, el cual la
hacía patalear en el aire alocadamente. Sus piernas se abrían y cerraban
intentando separarlas de sí mismas, pero las tensas bragas de algodón rosas se
las trababa en sus rodillas como un resorte evitando así ese patalear sin
control. Varios minutos, como unos treinta minutos o al menos eso es como le
estaba pareciendo a Alison, debía llevar siendo castigada por aquel salvaje. Ni
los graves insultos y degradaciones que salían de la garganta de la mujer,
hicieron que aquel salvaje se detuviera. El suplicio continúo varios minutos más,
hasta que agotada de mover sus caderas, patalear con sus piernas de manera
alocada, o sus forcejeos desesperados por liberarse había quedado rendida, y
aunque el culo le abrasaba como si estuviera dentro de un volcán en erupción,
solamente llego un momento que se resignó a su suerte y solamente sollozaba
ahogándose con sus propios mocos y como su saliva junto de esa mucosidad
colgaba de la comisura de sus labios. En ese momento que el sheriff sintió como
Alison estaba totalmente vencida y derrotada, es cuando se detuvo y empujo a la
pobre mujer haciendo que esta cayera al suelo hecha un ovillo llorando.
El sheriff complacido de su trabajo, dejo
a la mujer llorando recogiendo sus armas y ajustándose su cinturón canana a su
cintura, sopeso sus revólveres y comprobando que estos salieran con
desenvoltura y rapidez de sus fundas. Dejando a la mujer llorando desconsolada
en el suelo abrió la puerta del despacho, la cual daba al salón.
La abrió con mucha cautela, y observando
el espejo de la pared de enfrente, pudo ver al barman Thomas oculto tras el
mostrador armado con la escopeta de dos cañones. El sheriff salió raudo y con
rapidez tirándose al suelo, mientras que aun en el aire suspendido, hizo girar su voluminoso cuerpo, al tiempo que
desenfundaba, sonaron dos detonaciones que destrozaron una vitrina al fondo de
platos y botellas, cuando una tercera detonación resonó en el salón, era el
único disparo que realizo el agente de la ley, aun cuando estaba en el aire y
al tiempo que su cuerpo giraba. En la frente del barman se hizo un agujero
redondo, quedando su cuerpo inmóvil en el suelo, al mismo tiempo que el cuerpo
del sheriff caía al suelo, pero con la diferencia que el barman, ya no estaba
en el mundo de los vivos.
-.
Alison… Vas a tener que buscarte un nuevo barman. Avisa al enterrador cuando te
recuperes y que pase la cuenta del entierro
a la comisaria.
El sheriff abandono el
salón recargando su revólver, al mirar al centro de la calle vio una silueta de
un hombre agazapado en el tejado del salón. Mirando hacia el techo del porche,
apunto y disparo todo el cargador de su revolver colt, sus seis balas. La
silueta del tejado empezó a bailar danzando según silbaban las balas, algo que
resulto cómico, sobre todo la última cabriola y como esta caía al vacío
impactando su cuerpo contra la calle. Donde quedo inmóvil.
-.
Al parecer hoy habrá mal tiempo… Caen cobardes del cielo…
El agente bajo los tres escalones y se
encamino hacia el fondo de la calle principal. Había sudado bastante aplicando
el castigo bien merecido a la dueña del salón. No le vendría nada mal un buen
baño antes de iniciar su viaje. Así que se fue hacia su casa, apenas a unos
trescientos metros vio como una chica que caminaba con dificultad y entraba en
su casa. La reconoció al instante, era la pequeña Patricia…
-.
Vaya! Esta niña hará carrera. Apenas hace una hora que le he calentado el culo
y ya se acaba de ganar otra azotaina por desobedecerme…
En ese momento vio a
Laura su ayudante, iba con pantalones limpios…
-.
Vaya! Está visto que esta comisaria mía, no sabe acatar mis órdenes… Bueno,
mejor dos chicas que se acaban de ganar una buena zurra.
El sheriff se tomó su
tiempo, al llegar a la puerta se encendió un cigarrillo. Pensó que no estaría
de más esperar que las chicas se acomodasen, dejándoles un tiempo extra. Cuando
un sonido muy característico para el llego a sus oídos. Sonaba como si estuvieran
dando una azotaina a alguien. Apago su cigarrillo y procedió a entrar en su
casa.
-.
Qué diablos ocurre aquí sí puede saberse…!
Allí estaba Laura su
ayudante. Tenía sobre sus rodillas a la joven Patricia, solamente con un
corpiño blanco que le cubrían sus jóvenes pechos, de la cintura para abajo no
llevaba nada. Sus bragas amarillas estaban en el suelo tiradas, al igual que su
vestido. Los azotes resonaban en el vestíbulo de la casa, Laura estaba
administrando una azotaina con la mano en el culo de la joven, la cual
pataleaba con sus piernas en el aire cuando el sheriff pregunto qué sucedía.
-.
Perdón sheriff! Le estaba recordando a esta desvergonzada que debe cumplir las
órdenes que se le dan, y no ocultarse a hurtadillas en la ventana de casas
ajenas y espiar como usted castiga a la señora Palmer.
-.
Patricia!!! Es eso verdad? No te había mandado que vinieras derecha a mi
casa!!!
-. Sí, señor! Pero deseaba
ver como castigaba a la mujer que me utilizo y que hizo que yo fuera castigada
siendo inocente…
-. Y tu Laura, que se supone
que estabas haciendo? No te mande esta mañana a tu casa!
-. Señor! Yo estaba en mi
casa. Cuando escuche los aullidos de alguien que se quejaba, supuse que era
usted dando una azotaina a Alison Palmer, me asome a la ventana y vi a esta
desvergonzada espiándole desde la ventana del callejón.
-. Vaya!!! Patricia!!! Así es
tu forma de obedecer a la autoridad, esto es lo que comprendes que debes hacer,
salir a hurtadillas para fisgar en donde no debes? Te piensas que una chica
está más libre de culpa por que la hayan utilizado? Acaso te piensas que eres
menos culpable? Acaso la señora Palmer te llevo encañonada con un revolver? Sí,
no hubieras tenido noción alguna de que las hermanas Watson estaban en busca y
captura por la ley, en ese caso y solo en ese caso, no se te podría vincular
con lo ocurrido, con lo cual, yo debería pedirte disculpas y reparar de algún
modo el daño causado. Como por ejemplo, permitirte el estar presente en el
castigo de la señora Palmer. Pero las circunstancias mandan por si mismas,
porque en esa misma mañana, fuiste interrogada por mí haciéndote preguntas
sobre las hermanas Watson. Sobre todo del lugar donde se ocultaban, tu
respuesta fue que no tenías noticias de donde podrían estar esas fugitivas de
la justicia. Y… Unas horas después, al
conocer su paradero que es lo que haces! Eh? En vez de venir a mi oficina a
comunicarme donde se ocultaban, vas, y acudes a su escondrijo para darles aviso
para ponerlas en alerta de donde estaban sus hermanas encerradas. Al realizar semejante falta hacia la
justicia e encubrir a las hermanas Watson, te convertiste en cómplice de ellas,
y lo más grave de todo, lo hiciste a conciencia de qué estabas realizando,
verdad? Con lo que no me degastes otra alternativa que castigarte severamente
por tu complicidad, y hoy, sigues siendo tan cómplice de ellas, como lo eras
ayer!!! Tu que te has creído
desvergonzada? Has recibido tu castigo esta misma mañana, a pesar de que no te
hayas querido ir con esas bandoleras, crees que no estás en vigilancia por tu
travesura de acudir a avisarlas, te has creído que ya estás en derecho de salir
sin rendir cuentas a nadie… Aquí mi ayudante la comisaria Laura, te va a rendir
cuentas. Bien Laura, tienes autorización de ir a mi despacho y utilizar el
cepillo de madera, ya sabes en que armario los guardo, puedes continuar dando
esa azotaina a esta desvergonzada bribonzuela! Mientras voy a darme un baño... Cuando salga del baño, la quiero ver en su
cuarto con el trasero más caliente que a una estera. Me alegra ver que estas comenzando en
realizar tus tareas Laura, parece que ya empiezas a comportarte con la
serenidad de una comisaria del sheriff, el castigarte como merecías parece que
empieza a dar sus frutos y eres más responsable. No está bien que mi ayudante se muestre
incoherente en su trabajo, este debe realizarse con el rigor que nos otorga la
justicia, por algo llevas en el pecho izquierdo esa estrella para hacer que la
justicia y en las circunstancias que se hayan creado, tenemos la
obligación de velar la seguridad de los conciudadanos. Espero que el haber
tenido que castigarte de manera estricta no pienses que no te tengo en buena
estima. Si no pudieras realizar bien tu
trabajo, te habría despedido hace tiempo, siempre he sabido que podía confiar
en ti. Aunque no creo que tu responsabilidad vaya a cambiar de un día para
otro, seguramente tendré que castigarte más de una vez, pero quiero que sepas
que es por tu bien y tu propia seguridad. No quiero ni pensar que te pudiera
ocurrir algo porque no atiendas tus quehaceres.
Ahora llévate a esta sinvergüenza a mi despacho y haz tu trabajo.
El agente de la ley se quedó observando a
las muchachas, Laura hizo que Patricia se levantase de sus rodillas. Ambas ponían
muecas en sus rostros de dolor, Patricia porque su trasero estaba sumamente
dolorido, en apenas dos horas había recibido dos azotainas, una dolorosa a
manos del sheriff en su oficina. Y una segunda en esos momentos, que aún no
había finalizado aún! Con su trasero al aire, ya que cuando Laura la
sorprendió, se estaba desnudando, lo primero que hizo fue levantarse el vestido
y bajarse las bragas, pues estas, la estaban martirizando en su trasero, sobre
todo el elástico de las perneras apretaba la base del culo, así como su tejido,
que parecía que llevase en vez de tela de algodón, papel de lijar o una lima
que iba rozando sus nalgas magulladas.
Laura, por el contrario a Patricia. Hacia
las muecas de dolor al liberar el peso de Patricia sobre sus rodillas, ya que
al estar sentada, tenía que soportar el dolor de su trasero por estar sentada,
algo que sumado al peso del cuerpo de Patricia sobre su regazo, aun hacia que
su trasero le doliera aún más intensamente. Sobre todo tener que hacer fuerza
con su mano izquierda para mantenerla sobre sus rodillas quieta a la azotaina
que le estaba dando, y aumentado por el estar utilizando su mano derecha
azotándole el culo, algo que hacía que su cuerpo no se mantuviese quieto sobre
el asiento de la silla, y cada movimiento al propinar la azotaina, puede que a
la joven le ardiera el culo, pero a su vez, era su propio culo el que parecía
que fuese castigado al mismo tiempo.
Mucho peor le resulto el instante de levantar su trasero de la silla, le
dio la apariencia de que miles de aguijones de abejas se le estuvieran clavando
a la vez en el trasero. Necesito de ayuda de sus manos apoyándolas en el
respaldo, para así le resultara más llevadero el dolor intenso de su culo
dolorido. El enderezar la espalda resulto más una pesadilla que la satisfacción
que había experimentado al azotar el culo a la joven. Sus bragas limpias las
notaba húmedas, y acababa de ponérselas limpias. Al levantar la mirada lo primero
que vio, fue como el sheriff la observaba con una bobalicona sonrisa en sus
labios, como si estuviera orgulloso de haberle dejado el culo en aquel estado.
Pero al mismo tiempo aquella visión le dio más coraje, y soltándose del
respaldo de la silla, enderezo su cuerpo apretando los dientes para no mostrar
lo que sentía. Agarro con decisión a Patricia del brazo izquierdo con su mano
derecha, y tirando de ella, se la llevó al despacho para acabar de darle la
azotaina a la muchacha. Con todo su orgullo en lo más alto de su autoestima, se
dirigió al despacho. Patricia con la mano libre, la derecha. Se iba acariciando
el culo desnudo, el hecho que su intimidad estuviera a plena vista con todo su
vello rizado, no le daba importancia alguna, en esos momentos su preocupación
más acérrima era que al traspasar aquella puerta, la iban a castigar de nuevo,
y lo que más le preocupaba era que iba a castigarla una mujer, hubiera
preferido mil veces que fuera el hombre que la había hecho sentirse en el
séptimo cielo al tener dos orgasmos intensos. En cambio, el hecho de ser
castigada por otra mujer le producía mucha vergüenza. Lo peor de todo era para
su vergüenza interior, el hecho de sentirse húmeda, así como sentir por sus
muslos como sus fluidos los sentía como descendían por ellos. Laura por el
contrario estaba sintiendo como aquellas traviesas abejas no paraban de
pincharle en sus nalgas, cada paso hacia aquella puerta estaba resultando ser
algo horroroso para ella aguantar, no tuvo otra opción que dejarse llevar por
sus instintos y sobarse el culo con fricción, tenía que aliviar de alguna
manera aquellas sensaciones que sentía en sus nalgas. Miro hacia atrás, y
respiro aliviada. El sheriff no estaba tras ella, por lo tanto una sonrisa de
triunfo apareció en sus labios…
-.
No sonrías Laura! Te he visto flaquear. Esta encantadora y estas,… arrebatadora
cuando te sobas el culo.
Laura, estaba furiosa
consigo misma. Tiro del brazo de Patricia con más fuerza, casi arrastras la
hizo entrar al despacho. Dejo a Patricia de pie junto a una de las sillas que
había en la estancia, dirigiéndose Laura al mueble que había en el fondo, abrió
el armario central donde sabía que estaban los instrumentos disciplinarios del
sheriff. Extrajo el cepillo de madera que creyó más apropiado, uno de baño de
mango largo cuya parte de las cedras, era redonda y plana, era grueso, tenía el
aspecto de ser muy firme. Cerrando el armario volvió sobre sus pasos hacia
patricia. A la muchacha allí junto a la silla de pie, las lágrimas aparecieron
en sus ojos. Laura se dirigía hacia ella con aquel monstruoso cepillo empuñado
en su mano derecha, pero lo que la aterrorizo fue, que venía hacia ella
golpeando la palma de su mano izquierda, el sonido que producía era seco y
firme, Patricia estaba a punto de orinarse de pánico, pero apenas tuvo tiempo
de pensar nada más, Laura se sentó en la silla, al tiempo que tiraba hacia ella
a Patricia, prácticamente cayó sobre el regazo. La furia de la comisaria era
tal, que ni sintió casi dolor en su trasero al sentir el peso de la muchacha en
sus piernas.
-.
Como bien has escuchado hablar el sheriff, eres culpable de complicidad de las
fugitivas hermanas Watson. Por lo tanto
la señora Palmer es culpable de protegerlas, y tú eres culpable como ella
misma, por lo que vas a ser castigada, además también por escaparte de la casa del sheriff, en donde
habías sido enviada y no tenías permiso de asistir al castigo de otra cómplice
de las hermanas Watson, me voy a encargar que no lo vuelvas a olvidar. -. Laura, aún no había acabado de
pronunciar la última palabra cuando su mano derecha, dejo caer el cepillo por
su propio peso sobre el pequeño trasero de Patricia, no era necesario realizar
esfuerzo alguno para que el cepillo disciplinase a la joven, su trasero estaba
más que colorado por los azotes recientes en el vestíbulo, sumados a los
propinados según el propio sheriff en su oficina, más aquellos que recibiera el
día anterior, lo cual mostraba un aspecto azulado y morado en zonas, la
azotaina no duro mucho, y no fue, por no tener ganas Laura de aplicar una
azotaina aquel hermoso trasero. Bastaron unos veinte azotes para que la
muchacha se pusiera a llorar, pataleaba como una chiquilla, pero era más por el
castigo ya recibido, que por el que estaba recibiendo en ese momento. .- Con esta azotaina bastara por el
momento, pequeña. Pero voy a estar muy pendiente de ti, los próximos días.
Ahora ve a tu habitación y vístete. Si el llevar las bragas te molesta, te
aguantas entendido! No se te ocurra el quitártelas. No me gusta compararme con
según a quien. Pero si yo, no me las puedo quitar! Que no te vea sin ellas o
veras lo que puede doler este cepillo, bien empleado…
Una hora después,
Patricia aguardaba en su habitación solamente con la ropa interior, permanecía
echada en la cama boca abajo, por razones obvias.
-.
Bonitas bragas! Pero no deberías estar vestida? Como sabes, voy a estar varios
días fuera. Estarás bajo la tutela de mi comisaria y ella se encargara de ti,
más te vale portarte bien, pues ella no estando yo en el pueblo tiene
instrucciones mías de cómo debe corregirte, has comprendido? Eso espero.
El sheriff después de
comprobar que Patricia estaba en su habitación bajo a su despacho, le aguardaba
Laura en su despacho.
-.
Bueno Laura. He visto a la pequeña Patricia, veo que no has sido muy severa al
castigarla, eso ha estado muy bien. Veo que has aprendido la lección y no te
has sobrepasado en su castigo. Bien, voy a estar varios días fuera. He de
visitar a los Pies Negros, a los Sioux, a los Dakota, a los Chiricahuas, y
otras tribus indias. Reconocí a todas las indias que ayudaron a
las Watson, para encontrarlas no será difícil, pero si las capturo sin que sus
padres tengan conocimiento de ello, me encontraría en serios problemas con los
indios. Pero, si hablo con ellos explicándoles lo que han hecho sus hijas,
ellos me las traerán a mí. Taoyateduta,
Pequeño Cuervo. Es uno de los jefes guerreros Sioux, primero hablare con él.
Parto ya! Mi caballo ya me lo han traído de las caballerizas, parto enseguida.
Esas indias les va a costar muy caro el haberme dejado en ridículo con los
habitantes de este pueblo.
Continuará…
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