DISCIPLINA EN LA UNIVERSIDAD capitulo 14 Y FINAL.
Sonia aun con lágrimas en sus ojos
permanecía inmóvil en el despacho del Decano, desconocía aquel hombre que se
hallaba tras su mesa, ella lo observaba como iba clasificando documentos, de
tanto en tanto, levantaba la mirada y la observaba, ella lo veía como el agitar
la cabeza en sentido negativo y volvía la atención a su trabajo. Por suerte
para ella había podido arreglarse y vestirse, y aun así, era mucha la vergüenza
que sentía a cada mirada de John. Le hubiera gustado poder cambiarse de ropa interior,
pero John no se lo había permitido, aun notaba como por sus muslos descendían
gotas de la humedad de sus braguitas.
(John)-. Quieres dejar de una
vez de llorar? O quieres ganarte otra azotaina.
(Sonia)-. No… Nooo. Pero
tardaran en llegar Laura e Elisabeth, además del señor Aston. Me gustaría ir al
lavabo para arreglarme, y me cambiaria de…
(John)-. De bragas? Creo que vas a tener suerte, la bolsa que me
devolviste donde te lleve ese uniforme, debo tenerla en este despacho o en el
coche, si, esta en el coche debe estar todavía. Puedes ir al servicio mientras
yo voy al parking a buscar esa bolsa. Por esa puerta de tu izquierda tienes un
servicio. Lávate bien cochina y tira esas braguitas de marrana, no comprendo
como una mujer como tú, ha salido de casa llevando las braguitas tan mojadas.
(Sonia)-. No…. No las llevaba
así, de verdad. Ha sido durante el trayecto al venir hacia la universidad
caminando, nada más llegar, tenía pensado ir al servicio a asearme, pero el
conserje me ha obligado a venir a tu despacho… le he rogado mil veces que me
dejara ir, pero me decía que solo era una excusa. Te lo prometo John, que se me había olvidado
por completo que tenías que venir esta mañana a darme la… tú me comprendes. Me
he levantado tan contenta que no pensaba más que venir y hablar con Laura y
Elisabeth, pero durante el trayecto las sensaciones que he sentido al caminar
con mi culito en ese estado, era tan maravilloso, que no lo puedo explicar,
pero a cada paso que daba mis braguitas se humedecían cada vez más, y pensando
en todo lo que tenía que contar sobre lo bien que había ido nuestro…
secreto. Ya… no vale la pena hacer más
cuento, pues creo que nos habéis descubierto, lo que no comprendo cómo habéis
podido descubrirlo.
(John)-. En cuanto llegue
George lo sabréis, y eso de lo bien que os ha salido vuestro secreto, tengo
serias dudas que sea así. Pero de ello ya hablaremos más tarde… Ves al servicio
y adecéntate, quédate en el servicio hasta que te traiga las bragas limpias,
por si se presenta George antes de que yo vuelva. Si te ve, seguro que te pone
el trasero más colorado y caliente, de lo que lo tienes… Ya conoces su
carácter, es muy impulsivo, y la disciplina se la toma muy en serio.
Sonia se dirigió hacia la puerta
indicada, lentamente desde luego. El trasero le molestaba mucho al caminar,
escucho como se cerraba la puerta del despacho, John acababa de salir para
traer una muda de bragas limpias para Sonia. Ella aprovecho el momento para
llevarse las manos al culo y sobárselo libremente con total libertad, sobre
todo sin consecuencias para empeorar el estado que ya se encontraba su
maltrecho trasero, “Pobre culito como me
duele…” dijo en voz alta. En ello estaba cuando sintió unos pasos ligeros
en el pasillo, se apresuró a entrar al servicio no fuera a ser que se
presentase el director y al verla decidiera calentarle el culo como había dicho
John. Ya dentro del servicio se quitó la falda, dejándola depositada en una
repisa de mármol del lavabo, se contempló ante el espejo, una sonrisa apareció
en sus labios. Había llorado mucho hacia tan solo hacía unos minutos, y su rostro era un poema con
todo el maquillaje corrido, tanto de llorar, como por el haberse frotado los
ojos con sus manos, o al secarse las lágrimas. Pero lo que la hacía sonreír era
verse el trasero con una de sus braguitas preferidas, y las marcas de la vara
saliendo de la parte que cubría su culo, y como estas le cruzaban sus nalgas
hasta la parte lateral de sus muslos. Introdujo sus manos en el interior de sus
braguitas, con la palma de la mano sobre sus nalgas, de manera que al descender
por su trasero con el dedo pulgar extendido hacia atrás, arrastro el elástico
de la prenda hacia abajo, al tiempo que con el resto de la mano introducida en
ellas, las separaba de la castigada zona de su trasero, así las molestias al
bajárselas eran prácticamente nulas. Excepto al agacharse para bajárselas hasta
las rodillas, a partir de esa parte anatómica de sus piernas, las libero de sus
manos dejándolas caer por su propio peso a sus tobillos. Luego sosteniéndose
con las manos en la repisa del lavabo, levanto ligeramente primero un pie, para
luego hacer lo propio con el otro. Luego con gran maestría como podría hacer
cualquier mujer, con los dedos de los pies, enlazándolas por una pernera o por
la cinturilla de las braguitas, solo tuvo que flexionar el pie levantándolo
ligeramente a la altura de su rodilla, para así coger las bragas con una mano
sin necesidad de agacharse y cogerlas del suelo, algo que al doblar la espalda
e inclinarse le habría resultado arduamente dolorosa en su trasero.
En la repisa del baño, en el
rincón derecho había una pila de toallitas de paño apiladas una encima de otra,
con la mano derecha agarro una de ellas y la puso bajo el grifo, el cual por
célula fotoeléctrica se abrió el agua automáticamente. Mojo la toallita de
paño, para a continuación escurrir el agua acumulada, no convenía aplicar la
toallita sin escurrirla bien, lo que habría resultado nada halagüeño el dejar
el suelo del baño con gotas de agua, de entrar al servicio John o George, ver
el baño con el suelo lleno de goterones de agua, habría empeorado su situación
más de lo aconsejable. Algo le decía en el interior de su cabecita, que aún no
habían acabado con ella, y que posiblemente iba a sentir como hacían arder más
sus ya doloridas y calientes nalgas. Con la toallita húmeda se la puso en sus
doloridas nalgas, una caricia que aunque le dolió al ponérsela, por otro lado
resulto aliviar aquel fuego intenso de su culo.
Sonia
escucho sonidos en el despacho, por un momento pensó que era John que había
vuelto del parking, pero pronto se llevó el susto del día, al escuchar la voz
del director George.
(George Aston) .- John? John!
Estas en el servicio? .- Sonia, se quedó en silencio y sin hacer ruido
alguno -. Bueno aquí fuera te espero,
supongo que las chicas no tardaran en llegar.
Sonia respiro aliviada al saber que no
trataría de entrar al servicio, tal y como estaba desnuda de cintura para
abajo, habría sentenciado su trasero a una azotaina de nuevo. Haciendo en menor
ruido posible, se lavó las partes íntimas así como sus muslos, secándolos con
una nueva toallita seca. Y sin hacer ruido alguno espero a que regresara John.
Al poco rato sintió unas voces
al otro lado de la puerta, Susan y Elisabeth acababan de entrar al despacho,
aunque no escucho sus voces al pedir permiso para entrar al despacho, los
gritos del director George regañándolas era imposible no reconocer. Al igual,
que poco después sentía llorar a Susan, para poco después escuchar el sonido de
azotes sobre un culo desnudo. Al otro lado de la puerta debía de estar apoyada
Elisabeth, pues la podía escuchar sollozar, mientras los azotes en el trasero
de Susan se hacían más claros y audibles para Sonia. Fueron unos cinco minutos
más o menos lo que duro la azotaina a Susan. Luego se escuchó la voz de George
regañando a Elisabeth, y poco después era esta, la que lloraba desconsolada
igual que el sonido de azotes se volvió a escuchar de nuevo, ahora era
Elisabeth quien estaba recibiendo una azotaina.
Poco después el silencio volvió
a reinar en el despacho, solamente eran audibles los sollozos de ambas amigas
de Sonia, por lo que podía imaginar, debían de tener las dos el trasero bien
colorado, las manos del director Aston era muy conocidas por las chicas, y en
los minutos que habían transcurrido y como sonaban los azotes sobre sus
traseros desnudos, era más que probable que las dos habían acabado con sus
culos colorados como tomates maduros. Aunque el suyo propio estaba mucho peor
que el de sus amigas.
Sonia permanecía en el más
absoluto silencio, no deseaba delatar a George su presencia en el servicio, la
habría ordenado salir, y no habría tenido más alternativa que salir de su
escondrijo, y seguramente no se habría apiadado del estado de su trasero,
precediendo los hechos a ser castigada, al igual que lo acababan de ser sus
amigas. En esos pensamientos estaba su cerebro, cuando el corazón le dio un
vuelco al oír que alguien llamaba a la puerta, era John que acababa de llegar.
(John) .- Sonia!! Abre la
puerta! .- Al escuchar su voz, Sonia entre abrió la puerta lo justo para
que le pasara una bolsa de plástico reciclable, al otro lado en el despacho, se
escuchó la voz de George maldiciendo y lanzando improperios hacia Sonia, por no
decir que era ella la que estaba en el servicio, cuando él había creído que se
trataba de John -. Cierra la puerta
Sonia, y arréglate rápido, tienes dos minutos… .- La puerta se cerro -. Tranquilízate George, tenía instrucciones de no abrir esa puerta. No te
pienses que no va bien servida, ya!
A
los dos minutos la puerta se volvía abrir apareciendo detrás de ella, Sonia. La
cual se quedó boquiabierta al ver a Susan y Elisabeth, cada una en un rincón
del despacho, con la falda levantada y sus bragas bajadas en los tobillos las
dos, ambas tenían el culo de un rojo muy intenso, aunque claramente Susan
destacaba por tener sus nalgas moradas, la profesora Lawton, bajo la cual Susan
aún estaba sometida a su instrucción, por el castigo que la junta le hubiera
impuesto, la cual estaría bajo su tutoría todo el resto del curso.
(John) .- Muchachas ya pueden
arreglarse sus ropas, súbanse las bragas y bájense las faldas… Luego tomen
asiento en ese sofá, las tres!!! .- Las
dos chicas se subieron las braguitas, y dejaron caer sus faldas. Susan y
Elisabeth miraron a Sonia, extrañadas del porque estaban en el despacho del
decano John. Las dos al unísono, hicieron ambos gestos de ignorancia al porque
se encontraban en esa situación. Sonia a sus miradas, bajo la cabeza. No se
atrevía a mirarlas clara y directamente a los ojos. Se sentó en el sofá con
mucha suavidad, acampanando su falda para sentarse sobre sus bragas, Susan e
Elisabeth hicieron lo propio con sus faldas, sentándose como había hecho Sonia
sobre sus braguitas. -. Bien, bien…
George amigo, quieres hacer los honores y explicarles a las chicas el motivo
del porque están en este despacho… Sonia ya conoce la situación… y no lo
desmiente, tampoco tenía otra alternativa hay que aclarar, su precio a pagado y
bien pagado…
(George) .- Solamente puedo deciros a las tres que sois
unas desvergonzadas!!! No podemos comprender como habéis maquinado un plan tan…
deliberadamente alocado e insensato, lo que habéis arriesgado es mucho más que
hacer una apuesta sin un resguardo en la posibilidad de apostar a algo seguro!
Habéis arriesgado vuestro futuro por una niñería, que solamente unas
descerebradas podrían urdir un plan tan majadero!! No sabéis, ni os hacéis una idea, de la
suerte que habéis tenido. Sobre todo tu,
Sonia! En qué diablos estabas pensando para hacer semejante locura? Podrías
haber arruinado toda tu carrera por una idea macabra… no imagino cual de
vosotras tres tuvo esa genial idea, de organizar todo este embrollo para ser
castigadas como unas niñas!!! Sabed que existen medios para experimentar esas
sensaciones en la vida, sin tener que jugaros vuestro futuro. John dale al play
al video….
La
televisión al dar al play, aparecieron imágenes del parking. Eran las imágenes
captadas de las cámaras de seguridad de la universidad. En las primeras
imágenes se veían a Susan e Elisabeth, con un destornillador rayando la pintura
de varios vehículos. El primero el de la profesora Lawton, luego se apreciaba
que el video cambiaba de fecha, y aparecían de nuevo rayando el vehículo del
director George Aston. Luego volvía a cambiar la fecha de captura del video,
apareciendo el vehículo de la profesora Sonia Adams y como las dos jovencitas
universitarias, le ponían pegamento rápido en todas las cerraduras de las
puertas delanteras y maletero trasero, además de con el destornillador rayarle
el lateral izquierdo y derecho. Luego se escuchaba las risotadas de las dos
chicas, y la voz de una tercera chica que no se llegaba a dejar ver, pero dos
minutos más tarde según el video, aparecían en las imágenes Susan, Elisabeth y
una tercera chica, a la cual no se le veía el rostro, hasta que en un momento
dado, mira hacia atrás, sin saberlo hacia la cámara la cual capta que la
tercera joven es Sonia. Se apaga el
video y las tres chicas se quedan con sus rostros de asombro pasmadas… sin
saber a dónde mirar…
(John) .- Imagino que no tenéis nada que decir, verdad?
Las imágenes os delatan a las tres. Y ya, de por sí mismas las imágenes son
claramente acusatorias de vuestra canallada. Lo cual podría haber quedado como
una gamberrada de unas adolescentes, sin más. Pero el paripé que montaste Sonia
en el parking, es lo que nos desconcertó a George y a mí mismo. Algo que
resultaba macabro el solo pensarlo que pudiera ser, una realidad. Por ello, lo
dejamos en secreto sin contarle nada a nadie. Pues las pruebas no eran
acusatorias de por sí mismas, necesitábamos pruebas claras para dar fe, a lo
que pensamos desde el primer momento. La verdad es que George tuvo que hacer
muchos esfuerzos para que yo diera credibilidad a sus acusaciones hacia
vosotras y sobre todo a Sonia. Los primeros días, no daba crédito a lo
ocurrido. Pero debía ayudar a una buena amiga a salir de un grave problema, por
lo cual, me centre en encontrar la manera de salvarte el culo! Y halle una
salida, quizás no fuera muy del siglo XXI, pero era una vaga posibilidad que
siendo una universidad tan antigua, la cual el castigo corporal había llegado a
ser algo habitual su utilidad, incluso en profesoras. Aunque muchas habían
preferido el despido antes que pasar por la vergüenza de recibir una azotaina,
sobre todo ante una junta tan carca!!! Pero jamás me hubiera podido imaginar tal
ocurrencia!!!!!!!!
En ese instante hizo acto de presencia la
Sra. Lawton quedando de pie delante de la mesa del despacho, a ella se unieron
el Director Aston colocándose a su izquierda, y el Decano John Lewiston se situó a la derecha de la
profesora, pero antes de ello, dejo una silla
colocada junto a la puerta de entrada. Los tres se quedaron en silencio mirando
a las tres culpables, hasta que en ese momento, entraba el conserje Arthur por
la puerta, llevando en sus manos un paddle grande de madera, con toda la
superficie apta para disciplinar llena de agujeros. Lo deposito sobre la mesa y
tal como entro, volvió a salir sin mencionar palabra alguna. Fue la Sra. Lawton
la primera que se movió hacia la silla, antes de sentarse en ella. Adelanto
como medio paso adelante su pie derecho, para luego retirarlo hacia atrás
dejando en ese espacio la zapatilla. Se agacho a recogerla sujetándola por el
talón, se sentó en la silla blandiendo la zapatilla sobre su pierna derecha,
dándose golpecitos y mirando a las tres muchachas fijamente. Ellas al verse
observadas, desviaban sus miradas para no cruzarse ante la suya. Pero la suerte
de quien sería la primera, ya estaba echada…
(Sra. Lawton) .- Venga usted aquí señorita Sonia! Hacía mucho
tiempo que ya no probaba usted mi zapatilla, debería darle vergüenza el armar
todo este escándalo para que le calienten el culo… Pues venga aquí, que se lo
voy a calentar a base de bien… A que espera? No me haga perder la paciencia sinvergüenza…!!!
Sonia miraba a sus amigas, deseaba que al
menos la mirasen a los ojos. Eran sus amigas! Pero la culpaban a ella de que
las hubieran descubierto. Sin encontrar una mirada que la acompañara en su
congoja, se levantó del sofá, no sin hacerlo con mucha dificultad. Aquella
mujer le daba verdadero pánico, ya desde niña y luego adolecente innumerables
de veces la había castigado con aquella zapatilla endiablada. Es que nunca iba
a utilizar esa bruja zapatillas de goma como todo el mundo? Esas zapatillas
duelen, pero ni por asomo lo terrible que puede llegar a resultar sus
zapatillas de suelas de esparto, del mismo material con el que era
confeccionada, excepto el paño que era lo que el pie cubría, el resto era
totalmente de esparto, por lo que dicha zapatilla era muy, muy pesada. Lo cual
indicaba que era una tremenda pesadilla recibir una azotaina con semejante
armatoste, hecho y fabricado, para hacerle ver las estrellas a quien tuviera la
desgracia de toparse en su camino.
A pasos cortos y torpes se fue
acercando hacia aquella bruja con piernas y manos, mientras una mano se secaba
las lágrimas de sus preciosos ojos, la otra tallaba el trasero de su falda, sin
presionar demasiado, pues el culo le dolía muchísimo, y solo de pensar lo que
se le avecinaba, por ello sus ojos estaban bañados en lágrimas.
(Sra. Lawton) .- Bájate las
bragas!
Sonia, con parsimoniosa lentitud se
introdujo las manos bajo la falda, segundos después, las bragas se las bajaba
hasta medio muslo. Mirando a aquella bruja!
(Sra. Lawton) .- Levántate la
falda y ponte en mis piernas!
Rápido! No me hagas perder más el
tiempo! ya no eres ninguna niña precisamente! Pero vas a llorar como si
tuvieras de nuevo doce años… No poder comprender jamás como una profesora puede
llegar a estos extremos y provocar esta alocada situación, solamente para ser
castigada como una adolecente traviesa. Pero te aseguro que te vas arrepentir
el desear recibir azotainas a tu edad, treinta y dos años y poniéndote bragas
de niña!!!
Se levantó la falda con lentitud, dejando
al descubierto su trasero a la vista de sus amigas. Ambas se pusieron la mano
en la boca de sorpresa, al ver como lo tenía surcado por la vara. Lenta y
pasmosa lentitud se echó sobre las rodillas de la Sra. Lawton, la cual al
tenerla en su regazo, con su mano izquierda le palmeo en su brazo derecho, algo
que Sonia sabía bien que debía hacer, así que dejo a su alcance su brazo
derecho y que este fuese doblado sobre su espalda. Una vez la tuvo bien sujeta
y lista para comenzar a darle la azotaina, esta comenzó.
El seco y sordo sonido de la zapatilla,
ensordecería aún más el silencio de la estancia del amplio despacho si eso
fuera posible. Pero las lágrimas de Sonia, enseguida se convirtieron en
sollozos. Los azotes en el culo desnudo aumentaban en su ritmo, cada vez más
rápidos iban cayendo sobre el ya dolorido trasero. Sonia, tocaba prácticamente
el suelo con sus rodillas, y por el otro lado, el codo izquierdo el cual ese
brazo estaba libre de presa alguna, tocaba en el suelo. Algo que hacía que la
forzada postura impedía a la mujer poder pasar su brazo hacia atrás y tener la
posibilidad de cubrirse el culo, por lo cual nada podía hacer para evitar que
la zapatilla no diera en sus nalgas maltrechas. La silla era mucho más baja de
lo habitual, justamente para que nada entorpeciera el trabajo a la Sra. Lawton
realizar su labor, de darle una buena lección a la ex-profesora de ciencias. Veinte,
treinta, cuarenta, cincuenta, sesenta…, la azotaina se prolongaba más de lo que
Sonia hubiera deseado. Apenas podía encorvar su trasero, lo movía levantando
una rodilla, y luego la otra, o la misma varias veces continuadas, sus
movimientos eran escasos, mientras la zapatilla era imparcial, tanto la azotaba
en la nalga derecha, como la izquierda o en el centro mismo entre las dos
medias lunas, noventa y cien. La zapatilla ceso en su movimiento de subir y
bajar, impactando en el trasero de la muchacha la cual nada o poco podía hacer
por intentar no ser castigada.
La Sra. Lawton ayudo a la joven a levantarse
de su regazo, pero no pudo más que dejarse caer sobre sus rodillas, quedando así
abrazada a la que momentos antes en su mente llamase “Bruja”.
Luego después de dejarla llorar, fue casi
arrastrada aun estando de rodillas, a desplazarse andando en esa posición, de
rodillas hasta la pared del fondo en la cual fue postrada de rodillas y brazos
en cruz. La Sra. Lawton coloco dos tomos de la enciclopedia ilustrada, uno en
cada mano.
Sobre la silla se sentó esta vez
el director George Aston, e hiciera lo mismo que la anterior la Sra. Lawton.
Mirar y observar a las jóvenes que aún estaban sentadas, aunque no muy
cómodamente por sus molestias en sus traseros. Esta vez quien o cual de las dos
alumnas seria el turno de someterse a su castigo, por su alocada travesura.
(George Aston) .- Señorita
Elisabeth!!! Venga usted aquí inmediatamente!!! Y bájese las bragas!!!
La cara de espanto se reflejó en Elisabeth,
se quedó inmovilizada por el pánico al ser el director quien la fuera a
castigar a ella, hubiera dado cualquier cosa por tal que no fuera él. Pero
tampoco deseaba hacerle esperar demasiado, no era una persona a la cual le
gustara hacerse repetir dos veces. Así
que, sacando fuerzas de su flaqueza. Se levantó del sofá y fue hasta el lugar
indicado con el dedo índice del señor Aston. Igual que hiciera Sonia, metió las
manos bajo la falda para bajarse las bragas, si el hecho de tener que recibir
una azotaina y sentir como le bajaban las bragas era vergonzoso, el tener que
hacerlo ella misma, aún era mucho peor.
(George Aston) .- Levántese la
falda y échese sobre mi regazo jovencita! Su falta no es tan grave como el
hecho de una profesora, haga esto para que
azoten el culo, pero eso no cambia la situación de que no seas tan
culpable como ella misma.
La pequeña Elisabeth con
la falda levantada por detrás, dejando su colorado trasero al descubierto,
rauda se echó sobre las piernas del Director. Este la acomodo, ya que para este
era complicado acomodar sus piernas con una silla tan baja, a lo cual sujeto a
la joven de la cintura y levanto de su regazo, para así poder estirar su pierna
derecha, con lo que coloco a la joven únicamente sobre su pierna izquierda,
pasando la derecha a su vez, sobre la piernas de la joven. Ni siquiera se
molestó en sujetar e inmovilizar su brazo derecho, hizo una seña a su colega el
Decano John. Este sabiendo lo que deseaba le lanzo algo a las grandes manos,
Susan quedo horrorizada al ver que instrumento era. “El Cepillo de madera de
Fresno”.
La misma Elisabeth adivino con que
instrumento iba a ser castigada ella, con solo sentir el primer azote en su
culo desnudo. Al sentir tal impacto, ya rompió a llorar a la desesperada por el
pánico que se apodero de ella. Los azotes rápidos y certeros la hacían
revolverse sobre sí misma, algo que pese a no estar inmovilizada de manos, si
tenía sobre su cintura enlazada a ella, el brazo izquierdo del Director el cual
se bastaba para sostener en el muslo de su pierna izquierda a la joven. Sus
alaridos, pues más que gritos o lastimeros “AYYES” la chica se debatía como su
pequeño cuerpo le permitía, su trasero también más pequeño hacia que los
tremendos azotes con el cepillo de madera de fresno, tuvieran en ella mucho más
efectos. El culo, rápidamente paso de colorado a un tono entre rojizo intenso a
morado. De la comisura de sus labios de tanto berrear por el dolor tan intenso,
le caía la saliva junto con mucosidad, lo que hacía verdaderamente muy claros
sus signos de algo insoportable, le picaba constantemente en su denudo trasero.
Por fin para la pequeña Elisabeth la
azotaina ceso, e igual que pasara con su compañera de castigo Sonia, quedo
sobre sus rodillas y abrazada a quien tanto dolor le acababa de causar en su
pequeño trasero. Poco después, hacia compañía a Sonia de rodillas y los brazos
en cruz con otros dos tomo de la enciclopedia ilustrada sobre las palmas de sus
manos.
La silla fue ocupada por John esta vez. No
hacía falta ni decir que debía de hacer la joven Susan. La cual se levantó ante
la mirada atenta del Decano John, se puso a su lado y se bajó las bragas como
su compañeras, tampoco fue necesario decirle que se levantase la falda, ella
misma hizo lo propio dejando su grupa al descubierto y se tumbó sobre los
muslos sin ser necesario mandárselo, quizás lo hiciera para que no fueran tan
duro con ella, igual de mal que lo habían pasado sus compañeras. El culo de Susan
no tenía nada que envidiar a Sonia, tenía el trasero tan maltrecho como lo
podría tener ella, la tutoría de la señora Lawton no debía ser comer y cantar
precisamente. El decano, sosteniendo a Susan en su regazo. Se desabrocho el
cinturón y en dos veces, dado el escaso espacio de movimiento se sacó el grueso
y recio cinturón de piel de serpiente, un cinturón muy rígido y pesado, el cual
plegado a la mitad empezó a azotar el desnudo trasero de Susan, este algo más
rollizo, hacía que el cinturón a cada impacto del mismo, pareciera cortar en
dos las mullidas nalgas, varias franjas rojas cruzaron rápidamente sus nalgas.
Igual que hicieran las chicas que le habían precedido, no tardo apenas en
echarse a llorar. Su azotaina al ser la posición más forzada, también fue más
larga e intensa, al acabar se unió a sus compañeras entre lágrimas también de
rodillas y con ambos tomos de la enciclopedia ilustrada en cada una de las
palmas de sus manos.
Los tres encargados de impartir disciplina
estuvieron hablando de sus quehaceres diarios, así como sus obligaciones laborales,
mientras las tres muchachas permanecían de rodillas de cara a la pared, con los
brazos en cruz mirando hacia la pared. A Sonia y Elisabeth ya hacía unos
minutos que sus sendos tomos de la enciclopedia ilustrada habían caído al
suelo, imposibilitados por más tiempo a sostener su peso. Los de Elisabeth
tampoco tardaron mucho en caer al suelo. Media hora después…
(John) .- Sonia!! Puede
levantarte y permanecer de pie!!
Veinte minutos más tarde…
(John) .- Elisabeth!! Puedes
levantarte y ponerte al lado de Sonia!!
Veinte minutos más tarde…
(John) .- Susan!! Puedes
incorporare e unirte a ellas!!
John se miró el reloj de pulsera…
(John) .- Sonia!! Ven aquí
ahora!!
Sonia
se acercó a donde estaban los tres tutores de disciplina, permaneciendo
inmóvil. Eso sí, cuando le parecía que no la observaban se tallaba el trasero
de su falda, aprovechando para sobarse levemente el trasero. y si no la decían
nada, metía su mano bajo su falda y se estiraba por el elástico de sus
braguitas para así aliviar la presión en sus nalgas.
(George) .- Sonia! Ha llegado el
momento de finalizar vuestra pesadilla. Al menos por el momento, debo
informarte que has sido expulsada de la universidad!! Pero… Pero, solamente por
los meses que quedan de curso. El año que viene podrás reincorporarte a tu
puesto de trabajo, además podrás acabar tu doctorado en ciencias. Pero… estarás
bajo nuestra tutela, y serás castigada cada vez que lo creamos conveniente para
tu propio bienestar. Estarás siempre supervisada por uno de nosotros tres, los
cuales te pondremos trabajos extras en el caso de no tener suficientes
ocupaciones, no es necesario decirte, que cualquier error de conducta será
corregida de manera inmediata.
Elisabeth! A partir de hoy, yo seré tu tutor en la universidad, no creo
necesario decirte que mientras curses en esta universidad, estarás siempre bajo
mi más estricta tutela y disciplina. En caso de acabar la carrera, y decidir
ejercer en esta universidad, siempre estarías bajo la tutoría de cualquiera de
nosotros tres. Susan! Tú seguirás bajo la tutoría de la señora Lawton, y lo
demás mencionado para Elisabeth, también para ti será exactamente igual.
(John) .- Sonia!! Inclínate
sobre mi mesa!! Por cierto Sonia! Hay algo que George ha pasado por alto, no te
creas que porque estés expulsada de la universidad no vas a estar tutelada. Me he puesto en contacto con
tu tío paterno, el hermano de tu padre que en paz descanse. Si levantase la
cabeza y te viera, se volvería a morir de nuevo de la vergüenza que le darías
como su hija. Sabes que tu tío tiene una hija, la cual a su vez también tiene
otra hija fruto de un matrimonio no muy afortunado, iras a vivir con ellos
hasta el inicio del curso siguiente, y volverás a su casa siempre que dispongas
de días libres, él se encargara de administrar tu bienes, tanto económicos como
la herencia de tus padres, mientras no tengas un marido adecuado que se
encargue de ti y tu persona. Esta convenientemente informado de todo, por lo
tanto, no me extrañaría que no te reciba con los brazos muy abiertos y si con
el cinturón en la mano. Estoy seguro que te querrá explicar la vergüenza que ha
sentido al enterarse de todo esto de ser expulsada de la universidad, por razones
obvias, hemos pasado por alto el informarle de esta travesura, con tus dos
amigas… Pero se le informaría en el caso de que fuera necesario, eso dependerá
de ti. Ahora inclínate sobre la mesa!!
La cara de Sonia al
escuchar a John le hizo cambiar el semblante por completo, conocía muy bien al
hermano de su padre y como se las gastaba. Aunque ahora mismo tenía una
preocupación más acuciante. Se inclinó sobre la mesa, viendo aterrada como la
profesora Lawton y el director la sujetaban cada uno de un brazo. Mientras
John, detrás de ella le levantaba la falda, dejando a la vista sus braguitas de
algodón. Muy graciosas por tener unos simpáticos ositos juguetones.
John, agarro el paddle de madera con agujeros. Y sin mediar palabra
alguna, le asesto un fuerte azote con el paddle. Sonia sintió como si le
partieran el culo en dos, al sentir esa pala plana azotar sus nalgas, se retorció
de dolor y levantaba sus piernas, así como dar saltitos y ladear el culo de un
lado a otro… cuando se quedó algo más sosegada, sintió un nuevo azote en el
culo, de nuevo salto, levanto sus piernas, contoneo sus caderas, y movió el
culo en ambas direcciones… así resulto ser con veinte buenos azotes de paddle.
Las tres chicas fueron autorizadas a salir del despacho, Susan y
Elisabeth se sobaban el culo y caminaban separando sus muslos, para que sus
bragas se mantuvieran quietas y no lijaran sus nalgas, pues le parecía llevar
papel de lijar por bragas. En cambio, Sonia. La única que por ser la profesora
y por tanto la culpable, le habían dado fuerte con el paddle, no solamente
fueron veinte azotes, fueron veinte azotes por cada profesor… lo cual se
reducía ahora al intentar caminar, pue le era imposible seguir el paso a sus
amigas, al llegar a la calle las tres se pararon y mirándose, se echaron a
reír, bueno… Intentaron reír, pues sus culos les dolían horrores sobre todo el
de Sonia. Aunque esta, estaba muy preocupada por la visita en breve a la casa
de sus tíos….
FINAL…
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