EL ABUELO
MATERNO CAP. 10
Habían pasado varios días desde su
última pesadilla, no es que fuera exactamente una pesadilla para Sonia, pero
era mayor que su prima Susana y ya no digamos de la hija de está. Desde luego
aquellos días en los que su tía Ingrid la había hecho dormir con pañales, para
Sonia fue algo peor que un mal sueño. Desde luego la lección la había
aprendido, llevaba días sin ser regañada o tener que esperar a su tía que
subiera a cambiarla como a una bebe. Los últimos días ya podía vestirse por sí
misma, eso para ella era algo que había deseado desde hacía días poder hacerlo,
a sus casi treinta y tres años por fin se podía poner unas braguitas por sí
misma. Desde luego era toda una novedad, teniendo en cuenta en esos días que no
se podía vestir, y ni tan siquiera poder bañarse ella sola. Recordarlo aun la
hacía ruborizarse, sobre todo cuando su tío, estaba presente en la habitación,
algo que aunque fueron pocas veces, era algo que tenía grabado a fuego en su
cerebro. Por suerte ya había dejado atrás aquellos días.
Aunque aún tenía que llevar aquellos
conjuntos o vestidos que apenas le cubrían sus braguitas, pero eso en parte era
lo de menos para ella. Incluso el hecho de ir por la casa sin llevar falda e ir
únicamente con una corta blusa y braguitas, para ella eso no le producía
vergüenza ajena, eran sus tíos, para ella era como estar en casa con sus papas.
A pesar de tener treinta y dos años, cerca de cumplir los treinta y tres. No
sentía ningún pudor el ir únicamente en braguitas por la casa. No era lo mismo
cuando por las perneras de sus braguitas, se apreciaba la rojez de sus nalgas,
al no cubrir la prenda íntima esas zonas, por haber recibido una azotaina a manos por su tío o su tía. Por fortuna llevaba días
sin ser castigada, y aunque llevase un vestido corto de color verde, y bajo
este, únicamente unas braguitas blancas de algodón. No sentía vergüenza por
ello, todo lo contrario, se sentía como cuando era una chiquilla, de alguna
manera que no llegaba a comprender con certeza como podía gustarle el ir
vestida de tal guisa. Pero la verdad, se sentía muy cómoda vestida así.
Otro dilema era cuando tenía que ir al
pueblo, entonces si sentía vergüenza, pero por fortuna eso no era algo que
pasase muy a menudo. Por suerte, a pesar de tener treinta y dos años, el ir
vestida de esa manera y en compañía de sus primas, parecían unas jovencitas. En
el pueblo conocían bien a sus primas, pero en cambio a ella apenas la conocían,
el ir vestida como una chiquilla, así como su rostro juvenil al igual que su
estatura, se parecía más a una chiquilla que a una mujer adulta. Es lo que
puede suponer el ir vestida de una manera u otra, la apariencia cambia en si
misma Su cuerpo poco desarrollado la ayudaba en ese sentido, aunque sus curvas
eran más de mujer que de una chiquilla, así como su trasero esbelto y respingón
lo hacían resaltar de manera evidente, a pesar de llevar un vestido, era uno de
esos los motivos de que sus braguitas fueran más visibles, ya que este era
proporcionado a su cuerpo de mujer. Algo que sucedía al observar a su prima
Susana, como también con la pequeña María, la cual en pleno desarrollo de su
cuerpo, sus curvas eran las de una mujer, pero era visible su juventud de
adolescente. Si les fuera permitido usar ropa normal, no serían unas jovencitas lo que verían en
ellas. Pero al llevar por obligación aquellos vestidos o faldas tan cortas
mostrando sus braguitas era lo que le daba ese aire o esa apariencia de niñas. Por
lo que la incomodidad solo era mayor cuando estaba en presencia de amistades de
sus tíos, ya que estos si sabían la edad de la sobrina, así como que era
profesora en la universidad. Algo que la hacía ruborizarse y sentirse incomoda
cuando escuchaba que hablaban de ella. Sobre todo su vergüenza era mayor cuando
sus tíos comentaban que la habían dado una azotaina sobre las rodillas con la
mano, o cuando escuchaba hablar a su tía que iba a quitarse la zapatilla cuando
Sonia se mostraba como despistada o que no iba con ella aquella conversación.
En varios días Sonia no había salido de la
casa, había estado castigada, pero su buen comportamiento en las dos últimas
semanas, se había ganado como premio el poder salir con sus primas, por primera
vez en días iban a salir de paseo. A Sonia eso le preocupaba, no le hacia
ninguna gracia salir con María. Era problemática, muy problemática. Algo que tanto Sonia como la propia madre de
María, Susana. Compartían ese temor, pues María era única metiéndose en
problemas y sobre todo meter en problemas a su madre y prima Sonia, era como si
disfrutara creándoles dificultades. Como si el escuchar como su mamá era
regañada por sus padres, incluso a Sonia, eso fuera algo que la encantaba
verlas en serios apuros, y verlas angustiadas y atemorizadas al ir a casa, pues
ambas serian castigadas por los abuelos en primer lugar, por ser las mayores.
En cambio ella las veces que sucedía algo así, solía librarse de recibir un
correctivo, pero tenía la satisfacción de poder observar como su madre y Sonia,
recibían la correspondiente azotaina cada una. Por ese motivo tanto Susana,
como Sonia reaccionaron cuando su tía Ingrid les dio permiso para salir.
(Sra. Adams) -. Bien chicas!!!
Como últimamente os habéis comportado como chicas como es debido, como premio podéis
salir al cine, vuestro tío me dijo ayer que hay una película de estreno, que
deseáis ver. Así que tenéis permiso para ir a verla, vuestro padre ha dejado
dinero para vosotras y para Sonia.
Sonia fue la primera en protestar a su
tía…
(Sonia) -. Tía! La pequeña no
viene con nosotras! Vamos Susana y yo nada más.
(Sra. Adams) -. Como dices?
(Susana) -. Es que María siempre
nos mete en problemas, mamá! Y lo sabes bien… ella le gusta meternos en
problemas.
(Sra. Adams) -. Es que no eres
su madre, tú? Pues haz que se comporte. Si ella no queréis que vaya con
vosotras, no saléis ninguna!!! Cuando vuelva tu padre se lo voy a decir, y no
le va a gustar saberlo, queréis iros calientes a la cama? Pues, si no va con
vosotras, esta noche vais a dormir con el culo caliente las dos… Vosotras sois
suficientemente mayores para saber cuidar de la niña…estamos!!!
(Sonia) -. Es que no la ves…
Mira cómo se ríe la mocosa… seguro que ya está pensando en cómo va a meternos
en problemas… Jo… no es justo tía…
(Sra. Adams) -. Sonia!!! Quieres
ver cómo me saco la zapatilla y te pongo el culo como un tomate?
Sonia dio un pisotón
de rabia en el suelo, una rabieta que podía tener consecuencias… siendo imitada
por su prima Susana…
(Sra. Adams) -. Ahora vais a ver
las dos…
Como por arte de magia, apareció la
zapatilla en la mano de su tía Íngrid. Había levantado su pie derecho
flexionando la rodilla derecha, levantando hacia atrás el pie, hasta que este
quedo a la altura de su mano, solo tuvo que hacer un rápido movimiento y ya
tenía su zapatilla de paño con unas flores bordadas, abierta por detrás, por el talón. Era una
clásica zapatilla de suela de goma fina muy flexible, la suela era blanda y
delgada sin apenas tacón, lo que la hacía más manejable en su mano. No tardando
en arrear con fuerza a la más cercana en el culo, por encima de sus bragas
blancas de algodón. Le toco recibir en primer lugar a Sonia, sujetada por la
mano derecha de su tía por las axila, iba dando azotes sobre el trasero de
Sonia, está lejos de poder hacer nada por librarse, daba pequeños saltos dando
vueltas alrededor de su tía a cada zapatillazo que recibía en el culo, aunque
fuera por encima de sus braguitas, esta ardía lo suyo… La tía soltó a Sonia, la
cual siguió dando saltos y sobándose el culo con las dos manos. Susana no corrió
con mejor suerte, pues aunque trato de huir, al ver que se le acercaba su
madre, tropezó con una de las sillas, la silla quedo situada en medio del
salón, con lo cual su madre la aprovecho para sentarse en ella y coger del
brazo a su hija, así que la coloco sobre sus rodillas y antes de que Susana
quisiera darse cuenta, ya le había bajado sus braguitas blancas de algodón con
lunares de colores rojo, verde, azul, amarillo y negro, la corta falda quedo
medio levantada, cubriéndole una nalga y la otra al aire, siendo sobre esta, en
la que descargo la zapatilla varias veces, antes de levantarle bien el corto
vestido azul marino que llevaba puesto, llevándose la peor parte, pues la
azotaina fue más larga que la de su prima Sonia.
Sonia sobándose el culo, miraba a su primita María. Está, tenía en sus
labios una sonrisa socarrona de oreja a oreja, burlándose de su prima sacándole
la lengua y observando como su madre seguía recibiendo la azotaina con la
zapatilla sobre las rodillas, con la falda de su vestido azul marino levantada
y sus bragas a lunares bajadas. Cuando su Madre la soltó, Susana pudo ponerse
en pie, se subió las bragas rápidamente,
al tiempo que se sobaba el culo por encima de las braguitas, y miraba con una
mirada que le hubiera cruzado la cara de dos bofetadas, a su hija, que continuaba sonriendo socarronamente… En esta ocasión no tuvo que hacer nada, para
lograr ver cómo le daba su abuela una azotaina con la zapatilla tanto a su
prima, como a su madre…
(Sra. Adams) -. Os vais a llevar
a la pequeña, o esperáis que vuelva tu padre!!! Eh! Susana, que vais hacer? Va
con vosotras u os quedáis las tres?
De mala gana asintieron las dos con la cabeza,
sin dejar de sobarse el trasero. Las dos miraron a María con los ojos
despidiendo fuego que la hubiera fulminado en el acto. Pero pronto tuvieron que
cambiar aquella mirada, pues su la abuela volvía con el dinero en la mano para
que pudieran irse al cine, el cual se lo entregó a la nieta. Las acompaño hasta
la puerta, manteniéndose en ella hasta que se alejaron desapareciendo por la
curva del camino. No sin dejar de observar a su sobrina e hija, que
introduciendo su dedos por las perneras de sus braguitas, las tensaron para
tapar así, sus rojos traseros, mientras se alejaban caminando desde la puerta
la Sra. Adams, sonreía al ver como se masajeaban el culo la sobrina e hija, la
primera Susana, con sus braguitas de algodón con lunares de colores rojo,
verde, azul, amarillo y negro. Sonia con unas braguitas de algodón blancas
inmaculadas, y la pequeña María mostrando más de lo debido sus braguitas, ya
que le gustaba a está el enseñarlas, y se había subido más de lo debido su
falda tableada a cuadros escoceses rojos y fondo negro, llevando bajo la falda
unas braguitas blancas de algodón con florecillas silvestres en pequeños
ramilletes en relieve de color azulado. Esta iba algo rezagada, pues le
encantaba poder ver a su madre y prima como se sobaban el trasero recién
calentado a buenos zapatillazos.
Al doblar la curva la tía las perdió de vista, pronto llegarían a la
carretera donde estaba la parada del autobús para ir al pueblo.
Al subir al autobús se bajaron lo que pudieron sus faldas, intentando así
que el resto de viajeros no pudieran verles el trasero colorado, pero no
lograron su objetivo. Por lo que no pudieron evitar que alguna señora que
viajaban sentadas y que las conocían bien comentaran susurrando. … “Has visto… ya las han calentado el culo,
a su edad que ya no son ningunas niñas” y la acompañante respondiera… “Qué vergüenza! Desde luego que… A su edad y que aún les den unos buenos
azotes”… María altiva, sonreía mirando a su madre e prima como se
sonrojaban de la vergüenza sus mejillas, y desviaban sus miradas hacia las
ventanillas para no ser observadas de la vergüenza que estaban pasando. Por si
los chismes de dos arpías fuera poco, además tenían que escuchar las risas de
unos chicos de la edad de María que se burlaban de ellas a pleno pulmón…
Al bajar del autobús por suerte casi
estaban a la entrada del cine, apresurándose a entrar en él. Al llegar pagaron
las entradas en taquilla, por suerte para ellas no había cola para sacarlas y
entraron a la sala, ya habían apagado las luces, por tanto siguieron al
acomodador que las llevo a sus respectivos asientos. Durante toda la película
no prestaron atención por María, estaban enfadadas con ella.
Cuando se encendieron las luces una vez
finalizada la película, entonces ya relajadas y satisfechas por la película que
habían visto, pues le había gustado mucho. Entonces fue cuando con la mirada
buscaron a María, pero no estaba en su asiento, pensaron que como no la habían
hablado durante toda la película, habría salido al servicio. Pero después de
revisar el servicio, allí tampoco estaba, nerviosas acudieron al acomodador
para preguntar si la había visto salir.
(Acomodador) -. Perdonen
señoritas pero ustedes entraron solas, fueron las únicas que entraron una vez
apagadas las luces, por eso recuerdo que solamente entraron ustedes dos, no las
acompañaba nadie más.
Sonia y Susana se miraron
preocupadas, donde se habría metido la niñata… solamente les faltaba esto, que
hubieran perdido de vista a la pequeña, salieron a la calle sin preocuparles
para nada que fueran enseñando las bragas y que todos los jóvenes se rieran de
ellas, fueron por todas las calles como locas, no sabían dónde se podía a ver
metido María. Estuvieron cerca de dos horas buscándola por los alrededores sin
éxito. Encontraron amigos de la familia, y les iban preguntando si habían visto
a la pequeña María, nadie la había visto, era como si se la hubiera tragado la
tierra, cada vez estaban más preocupadas. Sin darse cuenta, se les fue haciendo
tarde para coger el último autobús, así que súper preocupadas Susana y Sonia
caminaron dirigiéndose las dos hacia la
parada del autobús, tenían que volver a casa. Los padres de Susana y tíos de
Sonia, no iban a ver con buenos ojos que no volvieran a casa con María, pero
perder el último autobús de línea y tener que volver a casa andando seria mucho
peor para ellas. En la parada del autobús estaban muy preocupadas por lo que le
iban a contar a los abuelos, como les iban a explicar que habían perdido a su
nieta. Subieron al autobús para volver a casa, tenían la esperanza que la
pequeña hubiera subido en otra de las paradas, y que después de todo volvieran
juntas, la bronca iba a ser de órdago llegar tan tarde, las dos se miraban
atemorizadas, iban muy asustadas y aunque ya no les dolía el culo de la
azotaina antes de salir de casa, se iban acariciando el culo por encima de las
bragas, una y otra se miraban en silencio, pues las dos sabían que les esperaba
al llegar a casa. Aun mantenían la breve esperanza que al llegar a la parada,
estuviera María esperándolas para volver a casa. Pero al bajar del autobús
miraron en todas direcciones y no la vieron, ahora si estaban preocupadas de
verdad, resignadas se encaminaron hacia la casa. Temían que por llegar tarde
las estarían esperando en la puerta, lo que más se temían, era la reacción del
abuelo y padre de Susana. Las dos caminaban angustiadas sin encontrar una excusa
que dar.
(Susana) -. Que les vamos a
decir a mis padres…
(Sonia) -. Pues no sé, no se me
ocurre nada… Podemos decir que una vez dentro del cine, que ha debido irse de
discoteca o con algún amigo, sin decirnos nada, como estábamos enfadadas con
ella. Así cuando vuelva a casa, será ella a la que castiguen, decimos que la
hemos estado buscando y que no la hemos encontrado… al fin y al cabo, no es
ninguna niña.
(Susana) -. No sé, puede que se
lo traguen… Pero el llegar a estas horas no creo que nos salve de que nos den
la del pulpo a nosotras…
(Sonia) -. Pero mucho peor será
decir que la hemos perdido, no te parece?
Durante el trayecto desde la parada del
autobús hasta la casa, se les fue ocurriendo mil y una excusas, pero ninguna
las acababa de convencer como una buena excusa. En pocos minutos tenían la casa
a la vista, se quedaron perplejas al ver que no había nadie en la puerta esperándolas,
eso era extrañísimo, como podía ser que el padre de Susana no estuviera en la
puerta esperándolas cinturón en mano. Eso sí que era algo muy extraño, igual
tenían suerte y María hubiera vuelto a casa ella sola, y al ser ellas mujeres
adultas, el llegar a casa a las diez de la noche no se lo tomaban a mal. La
verdad es que empezaron a tranquilizarse, pues era posible esa posibilidad, que
María hubiera vuelto a casa sola.
Al llegar a la casa, la puerta estaba abierta. Les extraño, pero
entraron dentro aunque estaban preocupadas. Una vez dentro, vieron que en el
sofá del salón estaba María sentada tranquila, como si nada hubiera ocurrido.
Al verla en casa suspiraron las dos tranquilizándose, pues se habían preocupado
por nada, incluso una sonrisa apareció en sus labios al ver a la pequeña.
En ese instante apareció la madre de
Susana, estaba furiosa, aun sin saber el porqué, les cruzo la cara a las dos,
primero a Susana y luego Sonia.
(Sra. Adams) -. Subid a vuestras
habitaciones…!!! Esto no me lo esperaba
de vosotras!!!
Intrigadas subieron a sus habitaciones las
dos, no sabían que ocurría, pero algo les decía que no iban a tardar en
averiguarlo…
Sonia llevaba ya casi una hora esperando en
su habitación, deambulaba sonámbula de un lado a otro de la habitación, no se
imaginaba que había sucedido, pero le había extrañado ver que María estuviera
como si nada sentada en el sofá y viendo la televisión cómodamente sentada, lo
normal después de haber llegado tarde era que María estuviera llorando y con el
culo ardiendo de la azotaina que le habrían tenido que dar sus abuelos, y en
cambio las había mirado sonriente como si nada hubiera ocurrido, Sonia no
comprendía nada.
Susana, al igual que Sonia. También deambulaba sin comprender nada en su
habitación, no comprendía por qué las dos bofetadas que les había dado su madre
a ella y a Sonia. Lo que menos comprendía era que su hija estuviera sentada en
el sofá como si tal cosa no fuera con ella. Pero de algo estaba muy segura, y
se temía lo peor de su hija. Pensar mal de su propia hija no estaba bien, pero
la conocía muy bien y que era capaz de todo, incluso de dejarse dar una
azotaina con tal de meter en problemas a su madre, y sobre todo a su prima
Sonia. Susana se imaginaba lo peor, y comenzaba a saber lo que había ocurrido,
no quería pensar que su hija les hubiera preparado una encerrona, pero sabía
que era vengativa sin tener parangón, era capaz de todo.
Tanto Susana y Sonia, escucharon
conversaciones entre sus padres o tíos, estaba claro que estaban cenando en el
salón, y que María hablaba con ellos como si tal cosa, como si ella no hubiera
hecho nada. A Sonia, eso era algo que le preocupaba. Pero Susana ya
prácticamente no tenía duda alguna, su hija les había preparado una encerrona
por no haber querido llevarla al cine con ellas, estaba casi segura de ello.
Pudieron escuchar como recogían los platos
de la mesa, y poco después unos pasos que subían las escaleras hacia las
habitaciones. Sonia asustada, se miró en el espejo y se ajustó a su trasero
colocándose bien sus braguitas, algo le decía que las iban a castigar en breve.
Susana por el contrario permanecía sentada
en su cama, ella estaba muy intrigada, pero pondría la mano en el fuego que era
una encerrona de su hija… Se puso tensa al escuchar que alguien subía las
escaleras, deduciendo que era su madre quien subía a por ellas…
(Sra. Adams) -. Susana!!!
Sonia!!! Bajad vuestros traseros al salón inmediatamente!!!
Tanto Susana, como Sonia,
escucharon como eran llamadas. Salieron ambas de sus habitaciones, las dos
bajaron las escaleras al unísono. Al llegar al salón vieron que los padres de
Susana, estaban sentados cada uno en una silla. Pero lo que más las preocupo a
las dos, es que tanto la madre, como su tío e hermano de su padre, en su mano
derecha sujetaban cada uno un cepillo de madera de baño. Aquello era un mal
presagio, pero lo que no comprendía Sonia, era que dé pie al fondo estuviera la
pequeña María sonriente, como si con ella no fuera la cosa.
(Sr. Adams) -. Estaréis las dos
satisfechas!!! No puedo imaginar qué pensarían tus padres Sonia, como has
podido hacer algo tan bajo y ruin… Me avergüenzo de haberos criado a las dos!!!
Ni aunque me lo contasen, no me lo podría creer que una sobrina mía, podía caer
tan bajo. O que una hija mía, pudiera tener un comportamiento así, con su
propia hija!!! Es imposible de imaginar que alguien pueda hacer algo tan
descabellado. María solamente es una chiquilla, que puede ser traviesa, rebelde
y alocada, comprendo que sea necesario darle de tanto en tanto una azotaina
para hacerla que sea más disciplinada, pero jamás!!! Jamás!!! Me hubiera
imaginado que dos mujeres hechas y derechas, pudieran obrar con tanta maldad
con una chiquilla… Cuando la he visto llegar a casa llorando en un mar de
lágrimas, no me lo podía creer cuando me lo contaba, que su propia madre la
había abandonado en la mismísima puerta del cine, y tú, Sonia!!!
Desvergonzada!!! No llego a comprender como mi sobrina pueda tener tan poca
responsabilidad siendo toda una mujer con carrera universitaria, que puedas
ponerte de acuerdo para abandonar a una niña en la puerta del cine. O que no le
hayas recriminado a su madre lo que estaba haciendo con su propia hija y mi
nieta. Ha llegado a casa llorando, viniendo andando desde el pueblo porque no tenía
dinero para el autobús, ha llegado tan asustada, que se había orinado en las
braguitas del miedo que ha pasado por la carretera, es algo totalmente
inconcebible!!! Venid aquí las dos, y bajaos las bragas las dos… Ahora vais a
saber lo que es bueno, sinvergüenzas!!! Tu desgraciada, tu madre te va arreglar
el culo bien… Y tu desvergonzada, te voy arreglar de tal manera que vas a estar
dos semanas sin poder sentaros ninguna de las dos… Cariño… ven aquí pequeña, ven a ver de cerca la azotaina que va a
recibir tu prima y tu madre…
Sonia no salía de su asombro, no tenía
palabras para defenderse, pues su tío estaba tan indignado como nunca lo
hubiera visto, y sabía que por muchas excusas que tratara de dar o
explicaciones, de nada le hubieran valido. Estaba sin palabras, así que sin
saber que decir, se acercó a su tío William
y cuando estuvo a su lado, introdujo sus manos bajo su falda y sujetando
la cinturilla de sus bragas blancas de algodón, se las bajo lentamente, del
miedo a lo que se le iba a venir encima, se había mojado sus bragas de pis…
estaba asustada como nunca lo había estado, aunque antes de que su tío la
atravesara sobre sus piernas, le lanzo una mirada asesina a su primita, buena
se la había jugado esta vez.
Susana al igual que Sonia había hecho, se
acercó hacia su madre, sin mirarla, pues su mirada estaba fija en su hija fulminándola,
al llegar junto a su madre, se introdujo las manos bajo la falda de su vestido
azul marino y cogiendo la cinturilla de sus bragas blancas de algodón, con
lunares rojo, verde, azul, amarillo y negro, se las bajo hasta las rodillas.
Las dos al mismo tiempo fueron colocadas sobre los respectivos regazos,
y al unísono, sus faldas que apenas cubrían sus traseros, fueron levantadas y
colocadas sobre su espalda. Además, para que estas no se les bajasen durante la
zurra que iban a recibir, las prendieron con imperdibles. Y lo siguiente fue,
que los cepillos comenzaron a azotar sus traseros, con fuerza y vehemencia
efectividad… apenas tardaron en comenzar las dos a agitar sus piernas, los
azotes en sus traseros no tenían tregua dado el enfado de sus progenitores,
pues ambas eran como sus propias hijas, en el caso de Susana, así era, y en el
caso de Sonia era como si lo fuera, pues quien se encargaba de ella era el
hermano de su padre. Tanto Sonia como Susana, con una azotaina de la severidad que se les estaba propinando se habrían
puesto a llorar casi de inmediato, pues sus traseros les abrasaban a ambas,
pero en su mente era rabia lo que experimentaban cada una de ellas, pues
estaban siendo castigadas sin ser culpables. Pero como se lo podrían hacer o
hacérselo comprender que todo era una
argucia de la pequeña María, para que fueran castigadas por el rencor puro y
duro que esta demostraba, no había más que ver la sonrisa de maldad que
esgrimía la sinvergüenza… mientras ellas se debatían pataleando de manera cada
vez con más brío, agitaban sus piernas lo que podían, dado que tanto a Sonia,
como a Susana, sus bragas les trababan sus rodillas, por lo que no podían
patalear y expresar con toda la rabia que sus cuerpos deseaban mostrar, estaban
indignadas de la encerrona que les había preparado la niña que creían sus tíos
que era inocente a su tierna edad. Aunque lucharon con todas sus fuerzas por no
llorar ante la bruja de la mocosa, todo llega a un límite, y su límite había
sido rebasado por la severidad de las azotainas que estaban recibiendo, sin
poder evitar por más tiempo, y ante el intenso ardor abrasador en sus traseros,
rompieron a llorar casi al mismo tiempo… Continuando con su alocado pataleo, en
el caso de Sonia, sus bragas blancas de algodón descendieron por sus espinillas
llegando a sus tobillos, y aunque durante unos minutos trabaron sus pies, al
final salieron despedidas de sus pies, pues al haberse orinado en ellas del
miedo, después de la severa bronca de su tío, al pesar más, estas acabaron en
el suelo. En cambio las de Susana, se le mantenían sobre sus rodillas, no
permitiendo que pudiera patalear con meridiana libertad, por lo que su pataleo
era más concentrado, por lo que su madre tenía menos resistencia a la hora de
mantener firmemente sujeta a su hija en
su forcejeo, en cambio, el Sr. Adams tenia serios problemas para mantener sobre
sus piernas a su sobrina, porque opto al final, por pasar su pierna derecha
sobre las piernas de su sobrina, para así mantenerla inmovilizada mientras
proseguía con la azotaina… ambas acabaron con los culos oscurecidos con sendas
azotainas dado la severidad que ambas fueron zurradas y bien zurradas…
Al dar por finalizadas ambas azotainas, tanto Susana, como Sonia… las
dos fueron enviadas a sus habitaciones, Susana no podía ni agacharse a subirse
las bragas, del intenso ardor de su trasero, en cambio a Sonia su tío le ordeno
recoger sus bragas mojadas de orina y llevárselas con ella. Por lo tanto tuvo
que hacer un gran esfuerzo para poder agacharse y recogerlas del suelo. Luego
con ellas sujetas por la cinturilla, colgaba de los dedos de su mano izquierda,
mientras con la derecha se sujetaba en la baranda de las escaleras para
ayudarse a subir, tras ella subía Susana, las dos lloraban a todo llorar, pues
las dos llevaban el culo ardiendo como si estas hubieran estado sentadas en un
volcán en erupción.
Sonia entro en su habitación, en llevando
en su mano sus braguitas mojadas, al igual que Susana en la suya poco después,
pues estaba al fondo del pasillo, justo al lado de la de María. Al poco tiempo
Sonia salió de la habitación hacia el baño a asearse, llevaba unas braguitas
limpias en una mano, mientras en la otra llevaba las mojadas para dejarlas en
el cubo de la ropa sucia, una vez en el baño se introdujo con bastante
dificultad en la bañera, abriendo el grifo del agua caliente y graduando su
temperatura con agua fría, se aseo sus partes íntimas, en breve no sin hacerlo
con suavidad, se secó con una toalla, luego se puso las braguitas limpias blancas
de algodón con ramilletes de florecillas, que se llevase con ella al baño para
cambiarse. Salió del baño solamente con las braguitas, la blusa también la dejo
en el cubo de la ropa sucia.
Con la sorpresa que al volver a su
habitación se sobresaltó al ver que estaba su tía Íngrid esperándola con la
zapatilla en la mano, Sonia se había puesto unas bragas de algodón blancas con
ramilletes de flores de limpias, esas
braguitas con ese tipo de dibujos eran sus preferidas, aunque le molestaban
horrores el llevarlas puestas, pero conocía bien a sus tíos e ir sin braguitas
se hubiera metido en serios problemas, y en esos momentos su trasero no hubiera
aguantado una nueva azotaina. Al ver a su tía, su rostro cambio al verla, al
verla en la habitación de pie con aquella zapatilla en su mano la aterrorizaba.
Y no fue para menos, porque fue hacia ella le dio una bofetada en la mejilla
derecha con la mano izquierda y
agarrarla después del lóbulo de la oreja izquierda así tirando de ella, la condujo hasta la cama, se sentó en ella y
la cruzo sobre sus piernas, le bajo las bragas que se acababa de poner.
(Sra. Adams) -. Te voy arreglar
sinvergüenza!!! Como habéis podido hacerle esa faena a tu prima, ella es solo
una niña, cuando tú eres toda una mujer, de mi hija ya me encargare yo ahora,
pero primero te vas a enterar tu desvergonzada!!! Seguro que ha sido idea tuya,
tú eras la que se oponía a llevárosla con vosotras, tu prima Susana solo te
seguía a ti el juego, ella jamás se hubiera atrevido a contradecirme, pero tú,
siempre has sido más osada… Pero ya te voy a enseñar yo desvergonzada!!!
Mientras le hablaba, azotaina con
la zapatilla había empezado haciéndola retorcerse de dolor sobre las piernas de
su tía, las bragas se las había bajado hasta los tobillos, con lo cual,
salieron despedidas de sus tobillos con los primeros azotes de la zapatilla,
quedándose así, sobre el regazo de su tía, tal y como vino al mundo, desnuda.
La zapatilla la hizo ver todas las estrellas del firmamento, al finalizar la
azotaina, Sonia solamente se debatía sobre las piernas intentando, zafarse de
la firmeza con la que la mantenía sobre las rodillas la tía, aunque todos sus
esfuerzos fueron en vano. Tal y como la mantenía sobre sus piernas, la tía se
levantó de la cama, sin soltar a su sobrina, solo había soltado la zapatilla e
introduciendo su pie derecho en ella, en brazos como si aún fuera una niña se
puso en pie y deposito sobre la cama
desnuda boca arriba.
La
tía se dirigió hacia el armario, y poco después volvía con un pañal doblado en
sus manos, así también llevaba sobre el pañal, el bote de polvos de talco. Sonia aterrada aun sollozando vio como la tía
le habría las piernas, dejo el pañal sobre la cama, y con el bote de talco en
su mano derecha, espolvoreo sobre sus partes íntimas los polvos, luego le
levanto las piernas con la mano derecha, y con la izquierda esparció los polvos
por su sexo, así como por sus doloridas nalgas, pues al levantarle las piernas,
también el culo dolorido estaba levemente levantado en el aire, únicamente
apoyaba sus espalda y cabeza sobre la cama, así como sus brazos estirados y
separados de su cuerpo, por nada se hubiera atrevido a cubrirse con las manos,
pues sabía que ello habría significado una nueva azotaina, pues ya había pasado
por esa experiencia y no resulto nada agradable.
Tal y como la mantenía con las piernas
levantadas, agarro el pañal con una sola mano, dejando que por su propio peso
se desdoblara, así lo puso bajo el culo dolorido de Sonia, depositando el mismo
con suavidad sobre el pañal, en breve sintió Sonia como cubría su intimidad y
como los adhesivos laterales eran unidos a sus caderas. Luego abriendo el cajón
de la mesita de noche, extrajo su tía unas bragas limpias de algodón como de
costumbre, estas eran blancas con dibujos de osos juguetones, eran las bragas
que le había puesto días atrás, cuando se vio en la misma vicisitud que ahora,
volviendo a usar pañales para dormir. Sonia sintió como le ponía las bragas la
tía por sus piernas, y mirándola espero a que ella misma, levantase el culo
para ajustarle las bragas a su cintura, momento que tuvo que abrir los ojos y
mirar a su tía, Sonia estaba muerta de la vergüenza, volvía verse de nuevo con
aquellos horribles pañales.
Significaba que no podría levantarse para
ir al servicio por la noche y que por la mañana, tendría que esperar de nuevo,
a que su tío o su tía, fueran a cambiarla el pañal por la mañana y llevarla al
aseo a bañarla, solamente de pensarlo su vergüenza era inenarrable, poco
después su tía salía de la habitación, a los pocos minutos se escuchó llorar en
la habitación de Susana, Sonia se había colocado sobre la cama de costado con
mucho esfuerzo, pues su pañal aunque era suave al tacto, su trasero estaba
sumamente dolorido, luego aun escuchando como seguía llorando su prima Susana,
consiguió con esfuerzo volver a moverse sobre la cama, así que se pudo colocar
boca abajo, con lo que el pañal dejo de hacer presión en sus doloridas nalgas…
(Continuará…)
Hola, aqui teneis un nuevo capitulo de esta saga del "El Abuelo Materno". Por vuestros comentarios esta saga es la mas seguida, y la que mas gusta a mis seguidores. Aunque en el blog nadie deja comentarios, en cambio por privado si recibo vuestras felicitaciones por esta saga principalmente, aunque hay otras que tambien son muy seguidas, por ello os agradezco vuestro apoyo, eso ayuda a seguir escribiendo nuevos capitulos, gracias...
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