SUSANA
Susana es una mujer de treinta y cinco años, residente en Barcelona pasa por unos
momentos complicados en su vida, a pesar de tener una carrera de ingeniería industrial,
está pasando por una situación en la cual no acaba de integrarse a la sociedad,
todos sus trabajos no le acaban por sentirse realizada, ningún trabajo que
empezaba los terminaba, dejándolos a medias teniendo a clientes muy
disgustados, al tener que cancelar los pedidos a Susana, con el problema de
tener que buscar otro más capacitado. Susana
una mujer tímida desde niña y muy vergonzosa a la hora de relacionarse con las
personas, apenas tiene amistades que la puedan aconsejar debidamente, no relacionándose
de fiesta por las noches debido a su timidez y vergüenza.
Por lo que se pasaba
la mayor parte del día centrada en leer libros de ingeniería, poesía, y
narrativa romántica. Siempre había sido una chica muy reservada por la timidez,
y no podía decirse que los chicos de su edad no fueran detrás de ella, porque
era una chica muy atractiva, no muy alta debiendo rondar el metro sesenta de
estatura, unos cincuenta y tres kilos de peso, cuerpo esbelto y bien formado,
le gustaba llevar el cabello rubio suelto por los hombros, de pechos turgentes
que resaltaban su figura, si destacaba en algo su cuerpo, era su encantador
trasero redondo que lo lucia al llevar pantalones ajustados jeans, destrozando
los cuellos de los chicos que se volvían a mirárselo.
Había
estudiado su carrera en una universidad de una pequeña ciudad, a unos ciento
cuarenta kilómetros de Londres, sus padres la habían elegido por ella, no
consintiendo su capricho de Oxford, ya que al ser privada el número de alumnas
era limitado, por lo que el trato profesor alumna era más familiar, lo cual
indicaba que la disciplina estaba acorde con el trato directo con las alumnas,
y la que tuviese problemas o cometiera errores, tenía sus consecuencias. Al ser
su hija única, Susana era una muchacha muy tímida desde niña, pensaron que para
ella sería mucho mejor ese tipo de universidad, en la cual se espabilaría
aprendiendo a relacionarse. En dicha
universidad cada cierto número de alumnas, tenían un Tutor que se encargaba de
ellas como lo haría un padre, o una madre si fuera Tutora.
Durante los
años que estuvo internada en aquella universidad, era completamente distinta,
se sentía involucrada socialmente siendo una estudiante muy aventajada,
teniendo uno de sus profesores como Tutor, el cual la vigilaba desde cerca a
ella y a su grupo de alumnas de las que estaban bajo su tutela. Susana durante
esos años su timidez prácticamente había desaparecido, y mientras estuvo
estudiando, tenía amigas y enemigas que le hacían la vida imposible por ser más
atractiva que ellas, pero al haber desaparecido casi su timidez, sabia
defenderse de ellas arreglándoselas bastante bien, a veces esos problemas le
había costado visitar el cuarto de profesores, durmiendo esa noche bien
abrigada con calor en su retaguardia y en ciertos casos, acabando en el
despacho del director. Resultando ser para ella los mejores años de su vida, al
tener personas que la querían, aunque tuviera ciertos riesgos recibiendo disciplina,
pero la llevaban bien derecha. Por lo
que tomo una decisión.
Decidiendo
volver aquella pequeña ciudad, donde estudio su carrera de ingeniería. Apenas habían transcurrido unos años desde
que acabase sus estudios, el viaje en avión hasta Londres fue cómodo, tras una
espera en la estación de ferrocarril a que saliera su tren. Por lo que paso las dos horas de espera,
revisando prospectos de visitas de turismo, hasta que subió a su tren, resultando un trayecto muy
ameno hasta llegar a la pequeña ciudad, disfrutando del paisaje de los campos
verdes como sus prados de variadas flores que embellecían las vistas. Nada más llegar a la ciudad tomo un taxi para
ir hasta el hotel, pudo comprobar que la ciudad apenas había cambiado, pues era
tal y como la recordaba, una pequeña ciudad en la que los vecinos se saludaban,
deteniéndose a hablar entre ellos, recordaba como en sus años de universidad,
siempre tuvo un trato excepcional por el vecindario. El taxi se detuvo en la puerta del hotel,
tras pagar al conductor el coste de su trayecto, se apeó esperando que el
conductor sacara su maleta del maletero.
Mientras ella observaba como enfrente estaba su universidad, quedándose
observándola recordando viejos tiempos.
El taxi se marchó y ella seguía observando como las universitarias
entraban y salían con sus uniformes llegando a sentir cierta añoranza. Cerca de
ella vio una mujer de su edad que
vestía con ropa de trabajo,
estaba barriendo la acera con una gran escoba, mientras un vehículo de limpieza
eléctrico, circulaba paralelo pasando delante de ella viendo que conducía una
chica, se bajó de él, deteniendo el vehículo caminando hacia la primera chica y
estuvieron hablando unos minutos, la
chica que barría se apoyaba sobre la escoba mientras charlaban entre ellas muy
animadas, ambas vestían el mismo atuendo de trabajo. En ese instante Susana creyó que las
reconoció, eran viejas compañeras de la universidad, trato de hablar con ellas, pero no le
prestaron atención o no le reconocieron ignorándola, volviendo la segunda chica a su vehículo de limpieza y poner en
marcha el vehículo. Susana las vio
alejarse de ella siguiéndolas con la mirada, en la esquina volvió a detenerse
el vehículo y las chicas de nuevo se reunieron hablando, y la miraban desde la
esquina, sin ninguna duda para Susana la habían reconocido, pero se habían
negado a hablar con ella, se preguntaba así misma por qué? Ella por sus amistades cuando hablaban,
solían bromear que por ella no había pasado el tiempo, seguía siendo aquella
atractiva muchacha universitaria, de apenas un metro sesenta de estatura, con un físico que los hombre la
piropeaban, sobre todo por su trasero bien formado y redondeado que todos alababan, así como sus amigas la
envidiaban que siguiera tan joven y guapa, con su cabello liso rubio largo que
cubría media espalda en aquellos tiempos, ahora lo llevaba más corto.
Entro en su
hotel intrigada por lo sucedido, y tras registrarse subió a su habitación en
cierta manera preocupada, por como aquellas chicas se habían alejado de ella.
Se puso cómoda desnudándose quedándose únicamente en ropa interior, tumbándose
en la cama tratando de recordar a esas chicas que había reconocido, aunque no
recordaba sus nombres, pero estaba segura de conocerlas. Esa tarde se arregló para bajar a cenar y
volver a su habitación tras la cena.
Cambiándose de ropa se acomodó con un camisón para dormir, abriendo su
mochila extrajo las hojas de prospectos de las visitas que tenía programadas
visitar esos días, monumentos, museos, y sobre todo el sábado día de puertas
abiertas que podría visitar su antigua universidad, de la que esperaba recordar
sus tiempos de universitaria. Así sin
datos trascendentes pasaron el jueves y viernes visitando museos, como
monumentos emblemáticos de la ciudad.
El sábado por
la mañana madrugo para bajar a desayunar, sabía que para poder entrar a la
universidad esa mañana, iba a tener que hacer cola al ser un edificio antiguo,
el cual solía tener muchos visitantes, con solo un día a la semana de puertas
abiertas para poder acceder. Habiendo madrugado aún tuvo que hacer una hora de
cola para poder entrar, al llegar a la entrada vio un tablón de anuncios en que
avisaba que a los estudiantes de la universidad, presentando su carnet o
pasaporte podían acceder sin hacer cola, hizo un gesto de enfado consigo misma,
había perdido una hora para nada, teniendo la universidad enfrente del hotel,
se podía haber acercado a informarse y no habría tenido que hacer cola.
Presento su
pasaporte en la entrada y le dieron una tarjeta de color verde, con una cinta
como colgante, se la paso por la cabeza llevando la tarjeta visible, con ella
tenía acceso a toda la universidad, lugares donde los visitantes no tenían
acceso. Pudo visitar la residencia de estudiantes, las aulas y tener acceso a
las zonas reservadas para profesores, pudiendo visitar el despacho del director,
el cual le trajo gratos recuerdos, y también los menos gratos, pues recordó las
veces que fue castigada en aquel despacho, así como poder ver los instrumentos
que utilizaban en una vieja vitrina de cristal, recordando cómo había sentido
en su trasero varios de ellos. Hoy en día
solamente eran recuerdos, por ello los tenían guardados como reliquias, pues ya
hacía dos años que se habían dejado de utilizar con las alumnas. En una de las paredes del despacho, estaban
los anuarios de todos los cursos con las imágenes de las alumnas, deteniéndose
en mirar al que correspondía al suyo, viendo a sus viejas compañeras de la
universidad, entonces se fijó bien hasta encontrar a las dos chicas que vio el
primer día de su llegada. En ese preciso
instante apareció un hombre mayor o eso aparentaba, seguramente llevaría años
jubilado, y al ver que miraba las imágenes emocionándose con lágrimas en sus ojos,
Susana le pregunto si le sucedía algo.
(Señor) -. No,
puedes estar tranquila Susana Martin, no me ocurre nada, siempre me emociono al
ver estos anuarios, eran de mis chicas y es muy grato el poder recordarlas.
(Susana) -.
Como sabe usted quien soy yo?
(Señor) -. No te acuerdas de mi pequeña? Soy Josep
Henderson el conserje, recuerdo las veces que llegabas tarde a clase, y te tenía
que traer de la oreja a esta sala de ahí afuera, para hablar con el director,
unos buenos azotes te llevabas a menudo en este despacho por llegar tarde.
(Susana) -. Sr.
Henderson…? No le había reconocido. Estaba mirando el anuario de mi curso, estas
dos chicas de aquí no recuerdo sus nombres, las demás me suenan bastante, sabe
usted como se llamaban?
(Señor) -. Claro
que me acuerdo, fue muy triste lo que les paso. Se llaman Victoria y Sofía,
después de graduarse, el director recibió un anónimo por correo, de que las
chicas se habían hecho con las copias de los exámenes, fueron suspendidas una
vez ya acabada su carrera, quisieron retomar sus estudios, pero en esta
universidad no se lo permitieron, al no tener recursos económicos no pudieron retomar
sus estudios en otra, y hoy día trabajan en mantenimiento en la ciudad, nunca
se conoció el nombre de la alumna que las calumnio, pues ellas denunciaron a la
universidad, y cuando salió el juicio se demostró que eran inocentes, pero el
mal ya estaba hecho. Si agarrase a la culpable iba saber lo que es bueno, no se
podría sentar en un mes!!!
Susana salió
del despacho sin decir nada y sin despedirse del hombre, con su rostro ardiendo
de la vergüenza, ahora se explicaba por qué no le habían querido hablar, todo
lo que sucedió en el curso se le vino a la mente al instante, así como la mala
relación que tenía con esas dos chicas, hasta el punto de que frustrada de la
superioridad de aquellas dos chicas, ella fue la que le envió un anónimo al
director a modo de venganza, dando detalles de cómo habían hecho para hacerse
con las copias de los exámenes, ella al tener dinero que le enviaban sus
padres, económicamente vivía bien acomodada, fue quien compro las copias a un
chico que los vendía, no los utilizo para su provecho, pero si para incriminar
al enviar las copias con el anónimo, lo que en aquel instante no dejo dudas a
la dirección de la universidad, y fueron al parecer anuladas sus carreras de
ingeniería a las dos chicas. Lo sucedido con las chicas no se enteró de ello,
sin tener ninguna noticia hasta este día, pues al acabar su carrera el mismo
día siguiente abandono el país.
Susana al
regresar a su hotel estuvo sin salir de la habitación dos días, la vergüenza
que sentía de sí misma no la dejaba su consciencia dormir o hacer ninguna de
las visitas que tenía programadas. Después de dos días encerrada en su
habitación, trato de ver a las chicas, pero estas al saber quién era la persona
que las reclamaba, no quisieron saber nada de ella, pensó en enviarles una
carta explicándoles lo sucedido y su arrepentimiento por haberlas perjudicado.
Pero rompió una veintena de hojas en blanco, no encontraba las palabras para
explicar algo que les había arruinado sus vidas y su futuro. Esa situación la hacía no tener su
consciencia tranquila, y se encontraba fatal por ello, deseaba poder quitarse
de su cabeza aquel terrible pensamiento de culpabilidad, no se podía concentrar
en nada, no era capaz de ponerse hacer nada de nada.
Tenía en mente el realizar un proyecto que le
habían asignado, por un amigo de sus padres, debiendo realizar un boceto
preliminar para el cliente, y si era considerado óptimo hacer el diseño final. Pero su mente le venían las imágenes de las
chicas barriendo las calles, con lo cual no conseguía concentrarse en nada,
tenía que volver a su ciudad de origen Barcelona, en uno o dos días, pero esa
misma tarde cancelo su pasaje de avión pues no deseaba volver, lo peor de todo
es que no sabía bien por qué lo hacía. Si por el sentimiento de culpa que la
embargaba o por la vergüenza que sentia…
En ese
instante recordó algo que le dijera el viejo conserje, que si supiera quien
había sido la culpable, y había enviado aquel anónimo, no se iba a poder sentar
en un mes… Y se le paso por la mente que tal vez si era castigada, como cuando
su Tutor tomaba medidas disciplinarias y la conducía al despacho del director,
siendo castigada por el director de la universidad, igual se le pasaría ese sentimiento de
culpabilidad que sentía de sí misma, como le sucedía en aquellos años de la
universidad, que una vez había recibido unos buenos azotes, su sentimiento de
culpabilidad desaparecía de su mente.
… “Que estoy diciendo?”… Bah! Quien me iba a castigar con treinta y
cinco años!!! Se decía así misma
que eso eran unas bobadas de niñas!
Puede que en una época una buena azotaina, ayudaba a olvidar el tema que
había provocado el castigo. Recordaba que una vez que la castigaban, aquella
falta quedaba como una anécdota, y al recibir el castigo correspondiente, no
constaba en su expediente universitario, aunque si en el expediente de la
universidad, que era más de carácter disciplinario para asumir en el caso de
reincidencia, ser la vara de medir su castigo correspondiente. No hacía más que
darle vueltas y vueltas por su cabeza, siempre volviendo al mismo pensamiento… que
ya no era una niña o universitaria que con una azotaina se zanjaba el problema.
Pero su sentimiento de culpabilidad seguía en su mente, sin poder olvidarse de
aquella pesadilla. Algo que la carcomía
por dentro, no teniendo apetito para salir a comer, cenar o simplemente ganas
de hacer nada. Solamente el estar en su habitación como si estuviera castigada.
Pero había un
problema serio… Y le seguía una y otra vez rondándole por la mente… Ella ya no
era una muchacha, tenía treinta y cinco años quien iba a desear castigarla a su
edad, siendo una mujer madura la tomarían por una loca. Además se moriría de la
vergüenza, si tuviera que contarle a alguien por qué se encontraba tan mal. Sus pensamientos ahora estaban centrados en
ese peculiar problema, a quien podría recurrir…? Entonces pensó en el viejo conserje, quizás
explicándoselo a él, y demostrándole lo arrepentida que estaba igual, podía
ayudarla dándole algún consejo, como cuando acudían a él para pedirle consejo, de que podría hacer, sobre todo para
disculparse ante las chicas. Pero al
poco se quitaba esa idea de la cabeza, como iba acudir a un anciano que ya
estaba jubilado, para ir a confesarle su problema y que tratara de hablar con
las chicas por ella. Pero a los pocos
minutos, esa idea volvía a su mente de nuevo, como el único recurso que
tenía. Incluso llego a buscar un
argumento para contarle al hombre, su problema. Una de esas veces incluso llego hasta la
misma puerta de la vivienda del hombre, pues Susana recordó donde vivía, estaba
decidida a tocar el timbre pero se arrepintió en el último momento, al darse la
vuelta se lo encontró de bruces delante
de ella sin saber que decir, y mucho menos de encontrar una excusa del porque
estaba ante su casa.
(Sr. Henderson) -. Buenas tardes Srta. Martin! Te apetece tomar el té con un abuelo? Falta
poco para las cinco, siendo la hora de tomar una buena taza de té. Podremos hablar sobre eso que te atormenta,
se te ve en el rostro que hay algo que te preocupa, podemos hablarlo con calma.
Te acuerdas de aquellos años, siempre acudíais al viejo Josep a solucionaros
los problemas. Hay algo que te
atormenta, y sospecho lo que puede ser… mi niña! Os conozco a todas muy bien,
aun me acuerdo de todos vuestros problemas, podría escribir libros enteros con
los problemas de las universitarias que pasaron por la universidad.
Ella entro
en la casa del abuelo claramente seguía avergonzada, la invito a sentarse en la
sala de estar, mientras él iba a la cocina a preparar el té, minutos después
volvía con una bandeja con la tetera dos tazas y unas pastas de dulces para
acompañar. Le sirvió el té y se sentó
enfrente de ella comenzando a hablar de cómo le había ido tras graduarse. El la
escuchaba atentamente y la felicito de los éxitos obtenidos esos últimos años,
aunque todos esos éxitos era mentira, pero algo debía decirle, aunque aún no se
había casado, tenía una especie de medio novio, pero nada serio de momento.
(Sr. Henderson) -.
Bien pequeña! Ahora me vas hablar
de eso que te preocupa?
(Susana) -. Es
que… bueno el otro día que hablamos en la universidad, de esas dos chicas, yo…
me sentí muy mal después, usted dijo que si…
(Sr. Henderson) -. Que si descubría a la culpable no se iba poder
sentar en un mes!!! Si lo dije, y de tener pruebas, ahora mismo te ponía sobre
mis rodillas… Porque fuiste tú, verdad? Me
hubiera gustado tener esa autoridad para poder ocuparme de ti. Siempre sospeche que habías sido tú! Si pequeña, no me mires con esa expresión de
sorpresa. Y en parte no te culpo de que les hicieras una trastada, se portaron
muy mal contigo los años que estuvisteis juntas, pero era motivo para
arruinarles sus vidas? Creo que no era
suficiente motivo, erais jóvenes las tres, y siendo muy poco juiciosas, además
de muy alocadas. Incluso ellas se han sentido culpable, de todas sus fechorías
en aquella época, incluso alguna vez hablamos de lo que te hicieron. Venían y
siguen viniendo a verme de vez en cuando, y hablamos sobre esas terribles cosas
que hicieron, de algunas de ellas nos reímos al recordarlas. Y a ti ahora te
carcome por dentro lo que les hiciste, verdad?
Ahora ya no eres una muchacha impulsiva como entonces, y te has dado
cuenta que no era tan grave tu problema con ellas, nunca os llevasteis bien,
pero a veces erais amigas, y al poco volvíais a las andadas por los celos. Si
un chico le gustaba a Victoria, y también te gustaba a ti, ya estabais peleadas
de nuevo, y entre vosotras hacíais las mil y una para haceros amiga de él.
Vuestras rencillas eran de niñas traviesas y alocadas adolescentes, nada de lo
que hicisteis las unas a la otra, era tan grave como para hacer algo tan cruel
con ellas.
Susana se daba
cuenta que el hombre tenía toda la razón, lo que las chicas le pudieron hacer
no era para tanto. Lo que no hacía nada
más que empeorarlo todo, sintiéndose ahora mucho peor consigo misma, sin saber
qué es lo que podría hacer para conciliarse con las chicas, y sobre todo poder
disculparse ante ellas.
(Susana) -. Reconozco Sr. Henderson que sería pedirle
mucho, pero me gustaría poder disculparme con ellas, y decirles lo arrepentida
que estoy del grave problema que les cause. Hasta hace dos días que usted me lo
dijo, yo no tenía ni idea de lo ocurrido, pues me volví a casa con mis padres la misma tarde de la
graduación, y… eso… lo envié desde Londres…por… correo. Yo no sabía nada de lo sucedido… me cree
usted verdad?
(Sr. Henderson) -. Yo te creo pequeña! Solo hay que verte la
cara para darse cuenta que no sabías lo que sucedió. Te conozco bien, pero si hubieras enviado el
anónimo nada más, las hubieran suspendido y habrían tenido que repetir el
examen, tu jugarreta habría obtenido su premio de venganza, y habrías saldado
cuentas con ellas dos. Pero… Le enviaste al director no solo el anónimo, además
le diste pruebas claras de una estafa, hubo una investigación. Detuvieron al
chico que te vendió las copias, tienes suerte que el no desvelo quien se las
había comprado, porque eso le habría involucrado y el juez habría encontrado
premeditación, y su sentencia habría sido más tiempo de cárcel… pero en el
juicio si disculpo a Victoria y Sofía que ellas no fueron las que compraron
esas copias, que fue otra chica quien lo hizo, pero que no se recordaba de
ella. El chico fue condenado a pagar una sanción económica, y tres meses de
cárcel, al salir se fue a Estados Unidos a vivir. Disculparte ante ellas? no creo que ellas te
puedan perdonar nunca, que yo tenga noticias de lo que piensan sobre quien les
hizo aquella jugarreta, pueden sospechar de ti, pero no lo saben a ciencia
cierta de que fueras tú! Por lo que te
recomiendo que lo dejes tal y como están las cosas, el mal ya está hecho, y
ellas tienen un buen trabajo, tienen un marido e hijos, no creo que quieran
remover viejos recuerdos. Por otro lado, nunca hubieran podido ejercer la
profesión, eran estudiantes mediocres, aprobaban por los pelos y como
ingenieras no habrían tenido ningún futuro.
Trabajan en un oficio que lo hacen por ser mujeres independientes y
llevarle la contraria a sus padres, pues sus maridos ocupan buenos trabajos,
ellas no tienen ninguna necesidad de trabajar, pero les encanta la jardinería y
es a lo que se dedican, cuidan cuatro horas al día de los jardines de la
universidad.
(Susana) -.
Pero las vi barriendo la calle… creía que eran barrenderas…
(Sr. Henderson) -. Las verías recogiendo las hojas de los
árboles que caen, es su trabajo, deben mantener los jardines limpios. Ellas no
se graduaron como tú en ingeniería, pero dos años antes se habían graduado como
ingenieras agroambiental y paisajismo, no diseñan proyectos importantes, pero
son muy profesionales en su profesión, y te aseguro que ganan tanto como puedes
hacerlo tú. Pero aun así, la verdad sea dicha te pasaste con ellas!!! Pero ya no hay solución, y no creo que exista
una eficaz.
(Susana) -. Eso la verdad que me hace sentirme un poco
mejor, pero sigo teniendo un sentimiento de culpa que no me deja vivir o pensar
en nada, tengo proyectos y voy a tener que cancelarlos, no me veo con ánimos
para realizarlos, y no sé qué puedo hacer para sentir de nuevo la paz conmigo
misma. Pero llevo dos días encerrada en mi habitación del hotel, y no tengo
ganas de nada, no deseo salir a pasear, no quiero trabajar al no poder
concentrarme, no sé qué hacer, cuando era una adolescente todo era más fácil.
Si hacia una trastada era llevada al director y me corregía, luego me sentía
mucho mejor conmigo misma, olvidando el problema que había causado.
(Sr. Henderson) -. Has pensado que si fueras corregida de
nuevo, tu culpa seria expiada recuperando tu calma interior?
(Susana) -. No sé qué pensar Sr. Henderson. De ser una adolescente seguramente de ser
descubierta, habría tenido que pasar la vergüenza de confesarle todo a mi
Tutor, según la causa me habría castigado él mismo o me habría llevado ser al
despacho del director, pero en esos casos no era por decisión mía, era alguien
quien se encargaba de nuestra educación, nosotras no teníamos capacidad de
controlar nuestro futuro inmediato, por lo que teníamos todas un Tutor que se
ocupaba de nosotras y de que nuestra conducta fuera impecable, no teníamos
capacidad de decidir, y si nuestro Tutor decidía que debía llevarnos ante el
director, nos llevaba a la fuerza sujetas del brazo o de la oreja, en ocasiones
aceptábamos nuestro destino e íbamos por las buenas, en esos casos salíamos
mejor paradas.
(Sr. Henderson) -. La verdad es que eran otros tiempos desde
luego. Aunque en este país, hoy día si
las mujeres que andan por las calles se levantasen sus faldas, seguro que más
de una llevaría las muestras en su trasero de haber recibido una azotaina. Aunque ninguna vaya por la calle contando
como la disciplina su marido, puedes estar bien segura que aun sucede en los
hogares. Por lo que veo Susana tú tienes
un claro problema, realmente crees que si tuvieras un Tutor todo sería
diferente para ti. Que aceptarías lo que el decidiera por tu bien?
(Susana) -. Yo sigo como entonces, siendo muy tímida,
y muy vergonzosa, me da vergüenza toda, incluso me avergüenza hablar de esto,
pero me carcome ese problema y no sé qué hacer.
No es que lo aceptase, yo… es que… no… , de tener un Tutor, Sr.
Henderson. No tendría ninguna alternativa, sería su palabra contra la mía, y no
tendría opción de opinar. Los Tutores que tuve en mi adolescencia nunca me
preguntaron, una vez que él estaba seguro de mi error, actuaba sin más. Aunque
primero me interrogaba una y otra vez, hasta que no tenía más salida que
admitir lo que era la verdad y sufrir las consecuencias posteriores.
(Sr. Henderson) -. Ya no eres ninguna chiquilla, eres una
mujer madura. Pero veo que necesitas disciplina para sentirte mejor contigo
misma, una persona que se ocupe de ti, lo que me lleva a la conclusión de que
en Barcelona tu ciudad, no has hallado el amor de tu vida, pues los que has
tenido ninguno ha debido ocuparse de ti o no han dado la talla, por ello
deduzco que me has mentido en eso de que tienes medio novio. Creo que tu viaje ha tenido que ver en cierta
forma buscando justamente eso que anhelas. Pero no tenías ni idea de ello,
hasta no encontrarte aquí con los problemas del pasado, lo que te ha llevado a
aclarar esas ideas sin saber siquiera que las tenías. No sé bien por qué… Pero creo que habías
pensado en mi persona para ser el Tutor que buscas. Quizás por nuestra
confianza del pasado, pero lo que sí es un hecho, es que solamente conmigo te
has atrevido a hablar de tu problema, verdad?
A Susana sus mejillas se encendieron de la vergüenza,
enrojeciéndosele su rostro hasta las orejas. El conserje de la universidad
había dado en el clavo, justamente eso es lo que había pensado por unos
instantes en su habitación, aunque en breve había dado por imposible esa
posibilidad.
(Susana) -. Me da mucha vergüenza reconocerlo, pero… si…
lo he… pero no se… no puedo… me da mucha vergüenza y mi timidez se juntan y…
(Sr. Henderson) -. Que soy muy mayor para ocuparme de
ti!!! Mi rostro ha sido castigado por la
edad, pero solamente hace cinco años que me jubile como conserje de la
universidad, por lo que tengo sesenta y cinco años, una edad idónea para
ponerte sobre mis rodillas y darte una buena azotaina… a pesar de que seas una
mujer, aun puedo hacerte sentir lo que te puede doler tu trasero si tengo esa
necesidad de castigarte. A pesar que seas ya mayor, aun
te mereces que seas castigada, mi esposa podría ser tu madre, y aun la pongo
sobe mis rodillas cuando es necesario, por lo que la edad no es problema para
aplicar disciplina. En tu caso la
verdad es que te la mereces, una buena azotaina… Porque te excediste en
hacerles pagar a esas buenas chicas, lo que te pudieran haber hecho, no era tan
grave como para llevarlo a esas consecuencias.
Seguramente te sientes muy mal por ello, hoy día eres una mujer madura,
estoy seguro que eso que te atormenta, es lo que hace que te sientas culpable,
algo que te honra que pienses así, estas muy arrepentida de lo que les hiciste,
pero no te puedes quitar de encima ese sentimiento de culpabilidad. .-
Susana asintió avergonzada con la cabeza. -.
A ellas cuando vienen a verme recordamos viejos tiempos, si vuelven un día, no
desvelare que fuiste tú. Tú crees que si
eres castigada te sentirás mejor, que tu sentimiento de culpabilidad
desaparecerá? .- Volvió a sentir con la cabeza. .- Aquí en esta ciudad no hay
quien se pueda encargar, es necesario viajar a la capital a Londres. Conozco a la persona adecuada es un spanker
profesional, suele tener bastantes clientas que acuden a recibir sus servicios
de disciplina, así como también enviadas por sus maridos, aquí no es una
práctica desconocida, como podrás ir comprobando tu misma. Por lo cual vamos a acudir a sus servicios,
yo pagare sus honorarios al ocuparme de ti como tu Tutor, por lo que cada vez
que viajemos a Londres, iras debidamente vestida como yo crea
conveniente, y eso incluye tu ropa interior.
Estás de acuerdo o te lo quieres pensar mejor y mañana me das tu
respuesta, pero debe de ser antes de las diez de la mañana, viniendo ya vestida
como ahora te indicare, pues a las once sale el tren para Londres. Necesitas
pensarlo?
(Susana) -. No necesito pensarlo Sr. Henderson pues de
pensarlo, no aceptaría porque mis miedos no me dejarían decidir, por lo cual
creo que es mejor, usted me conoce bien y tengo plena confianza en usted, es
quien creo que debe decidir por mí, aquello que es lo mejor, preferiría que
usted decidiera por mi. Si tengo que decidir por mí misma, saldría corriendo
ahora mismo, pero si usted me dice que es lo que debo hacer acatare su decisión
y si me revelo...
(Sr. Henderson) -. Bien como lo prefieras… si te rebelas
desearas no haberlo hecho, créeme! Pero
si he de ser tu Tutor y decidir por ti, no puedo consentirte que vuelvas a tu hotel,
venga levántate que nos vamos a por tus cosas, las traeremos a mi casa. En el
camino nos pararemos a comprarte el uniforme
y la ropa que deberás llevar cuando estés en mi casa, y si como dices no
tienes nada que te incentive por volver a Barcelona, vivirás conmigo en esta
casa bajo mis reglas y trabajaras desde mi casa, te amueblare un estudio para
que puedas trabajar y veras como aquí si te sentirás incentivada a trabajar o
tendrás que trabajar estando de pie.
Susana salía de
la casa acompañada por el Sr. Henderson, aun no comprendía como había decidido
dar ese paso, pero ya era tarde, ahora aunque quisiera ya no se podía echar
atrás, era su Tutor incondicional, debía obedecerle le gustase o no, y eso la
hacía sentirse por primera vez muy segura de sí misma, pues el Sr. Henderson se
ocuparía de ella en la vida en general, como en sus problemas, iba segura de sí
misma por primera vez en años, caminando hacia el hotel acompañada por su Tutor. En pocos minutos estaban en el centro de la
ciudad, entrando en una tienda de ropa.
Susana enseguida empezó por probarse una falda tableada corta azul marino
a mitad de sus muslos, a ella no le gusto el que fuera tan corta, pero no era
decisión de ella, luego se probó otra amarilla, otra blanca, verde, gris, todas
muy similares, de blusas escogió de color blanco, azul y amarillo claro,
calcetines blancos una docena. Luego en
la sección de ropa interior, para su sorpresa tras pedirle su talla, el propio
Sr. Henderson le compro una docena de bragas que ella no llego ni a
verlas. Una vez en la caja él le pago
todo, y que todas las faldas, como las blusas ninguna era de las que le
gustaban a ella, vio que todas ellas las había descartado, pero en cambio las
que si había elegido ella, no iban entre la compra.
Cargados de
bolsas salieron de la tienda, camino al hotel de ella que estaba a dos
manzanas, al llegar subieron los dos a la habitación. En pocos minutos ya había preparado la
maleta, y sorprendida al ver sobre la cama una de las blusas blancas, la falda
tableada amarilla, unos calcetines blancos y unas de las bragas compradas.
(Sr. Henderson) -.
Sobre la cama te he dejado la ropa que debes ponerte! Ahora para irnos a casa desde este momento
vestirás como tu Tutor te mande, te podrán parecer que vistes unas faldas
cortas, pero son así por si fuera necesario ocuparme de ti en cualquier momento
y lugar comprendes! A partir de estos momentos cualquier movimiento, o hecho
que sea merecedora de una azotaina, la recibirás en el acto, de camino a casa
recogeremos tu uniforme para mañana, que ya deberán tenerlo preparado, según
las medidas que les he facilitado, cuando estábamos en la tienda. Te dejo para
que te vistas, te espero en el vestíbulo con tu maleta, por cierto desnúdate en
el baño y me entregas esa ropa que llevas, durante mucho tiempo no te volverá
hacer falta.
Para Susana
todo estaba yendo demasiado deprisa, siendo
difícil de asimilar todo lo que
estaba sucediendo en muy poco tiempo, estaba desbordada por completo. Pero el
Sr. Henderson en cambio, lo veía seguro de sí mismo, por lo que la hacía
sentirse segura estando con él, debía de saber bien que era lo mejor para ella,
o eso era lo que ella pensaba. La
preocupaba el hecho de que al día siguiente, ella iba a ir con su Tutor a
Londres, para ser castigada por su error cometido hacia unos años atrás, ya no
pensaba en la jugada que les había hecho a aquellas dos chicas, ahora le
preocupaba mucho más el castigo que iba a recibir. Eso era su mayor preocupación, en su cerebro
solo pensaba en lo inevitable, se sentía terriblemente angustiada y los nervios
la devoraban, así como una vergüenza que jamás había experimentado, o hacía
muchos años que no la sentía, desde que era una adolescente en la puerta del
despacho del director, esperando que le dieran permiso de entrar para recibir
su castigo. Cuando estaba ante el Sr. Henderson se sentía segura, pues él
estaba informado de todo, a pesar de ser algo tan grave lo que había hecho,
este le había mostrado su seguridad al no regañarla o enfadarse con ella, todo
lo contrario había resultado ser muy comprensivo con ella y el simple hecho de
estar ante él, se sentía completamente segura, sabiendo que se encargaba de
preparar todo para el día siguiente.
(Sr. Henderson) -. A ver Susana me vas a entregar tu ropa! O
entro a quitártela, soy tu Tutor y me debes obedecer, recuerdas!!! .- Susana entreabrió la puerta y le
entrego los pantalones Jean´s y su suéter. -.
Las bragas quítatelas también y el sujetador. Como me hagas entrar vas a ver cómo
te pongo el culo!!! No deseaba que
viera como llevaba sus braguitas, pues sin darse cuenta las notaba que las
llevaba húmedas en su entrepierna, algo que no comprendía el porqué. Tenía
treinta y cinco años, sabía muy bien que si se le humedecían sus braguitas era
debido a su excitación, pero lo que no comprendía era que en una situación tan
forzada para ella, el fondillo de sus braguitas lo tuviera húmedo. Se las bajo
y sacándoselas las enrollo haciendo un ovillo con ellas, para que no las viera
como las llevaba de mojadas, entreabrió la puerta y muerta de la vergüenza se
las entrego, y escucho…
(Sr. Henderson) -. Por esto no te las querías quitar?
Cochina!!! Que maneras son estas de llevar mojadas tus bragas, al llegar a casa
vamos a hablar de esto, cochina!!!
Susana se
quería morir de la vergüenza… Como había podido el Sr. Henderson, desliar el
ovillo que había formado con ellas y mirar sus braguitas como las llevaba, como
le iba a poder mirar a la cara cuando bajara a reunirse con él. Escucho como se
cerraba la puerta de la habitación, y salió del baño desnuda dirigiéndose hacia
la cama donde encontró la ropa que debía de ponerse. Lo primero se puso el
sujetador, era más parecido a un top de deportista, que un sujetador clásico.
Luego se puso la blusa blanca de manga larga, siguiente paso fue ponerse las
bragas, solo de verlas se avergonzó de tener que ponérselas, eran de talle alto
que le iban a cubrir hasta el ombligo, eran una horterada de bragas, blancas y
con dibujos de mariposas rosas y azules del tamaño de una moneda de una libra. Al ponérselas se dio cuenta que debían de ser
de una talla menos, pues le apretaban un poco, notaba sobre todo la presión de
las perneras bajas que le cubrían el culito por completo, sintiendo la presión
del elástico en el inicio de sus muslos, se las ajusto a su cintura casi hasta
el ombligo, se sentía ridícula así misma con aquellas bragas, resultándole muy
molestas el llevarlas puestas, se puso los calcetines que según se los ponía
parecían más unas medias, por lo que subían hacia arriba, hasta justo debajo de
su rodilla. Se puso la falda tableada amarilla comprobando que se debían de
haber equivocado en la tienda, pues aún era más corta que las que se había
probado, si se inclinaba solo un poco dejaba entrever sus braguitas blancas de
mariposas de colores, fue a ponerse sus zapatos, pero no los encontró. En
cambio vio una caja de zapatos y al abrirla vio unos zapatos negros tipo
Merceditas cerrados excepto en el empeine que llevaba una correíta que se
abrochaba al lateral exterior del pie.
Se fue hacia el espejo mirándose en él, vestida así se había quitado
diez o quince años de encima, daba más el aspecto de una adolescente de
dieciocho años, que el de una mujer de treinta y cinco. Ella era una mujer menudita, no era muy alta
apenas un metro sesenta, delgada y buenas proporciones, de siempre se había
mantenido en buena forma física haciendo ejercicio, y no superaría los
cincuenta y cinco kilos de peso. Una vez
vestida salió de la habitación, entrando al ascensor pulsando el botón planta 0. Una vez en el vestíbulo vio al Sr. Henderson
que la aguardaba sentado en uno de los sofás, caminando hacia él.
Al verla salir
se puso en pie esperándola y juntos salieron del hotel hacia su casa, al ir
cargado con la maleta Susana creyó que cogerían un taxi, pero para su sorpresa
fueron andando, teniendo Susana que acelerar su paso, pues se quedaba atrás
ella. De nuevo se sorprendía de la
vitalidad del Sr. Henderson, pensando que se debía de haber equivocado al
pensar que fuera mayor, y que no lo fuese tanto a pesar de su rostro. Mientras caminaban Susana lo hacía con
cuidado con el aire no le levantara la falda, pues su falda se le levantaba por
si sola con el vaivén al caminar, por lo que casi mostraba la parte baja de sus
braguitas sin poder hacer nada para evitarlo.
Después de caminar dos manzanas, volvieron a llegar a la misma tienda
que compraran antes, haciéndole entrega de dos bolsas más, las cuales también
cargo el Sr. Henderson, aunque ella se ofreció a llevar alguna, pero no recibió
respuesta alguna. En veinte minutos de
caminata a buen paso y cargado de la maleta además de las bolsas de la compra,
llegaron a la casa entrando en ella.
Al entrar en
la casa, pasaron por un pasillo donde había varias puertas, la primera de ellas
ya conocía cual era, la sala de estar, luego la siguiente era uno de los baños,
al pasar tres puertas más, abriendo la cuarta entraron dentro. Dejando las
bolsas dentro de la habitación sobre cama, y la maleta en el suelo. Susana pensó en quedarse en la habitación,
para guardar su ropa en el armario y las compras que habían hecho. Pero el Sr.
Henderson deteniéndose en la puerta antes de salir.
(Sr. Henderson) -. Que haces ahí? No recuerdas que tenemos
una conversación pendiente? Acompáñame a la sala de estar, vamos! O te has
pensado cochina! que después de ver el
estado de tus braguitas eso va a quedar así? Tenemos esa cuenta pendiente!!!
El rostro de Susana se le encendió en sus mejillas de la
vergüenza que sentía de sí misma, la había llamado cochina! lo cual le hacía
sentirse terriblemente avergonzada de ella misma. Lo peor de todo resultaba que deseara hablar
con ella de ese tema, era un tema femenino de una mujer, porque tenía que
hablar con él de ese tema, algo que no le confesaría ni a su mejor amiga…e iba
a tener que hablarlo con él? Con su Tutor!
Pues ahora ya con sus cosas en la casa, se sentía que estaba totalmente
en sus manos, y que él tenía que cuidar de ella, así como de su
comportamiento. Desde ese punto de vista
llego a pensar para ella misma, “Tiene razón para regañarme por el estado de
mis braguitas”, “Es mi Tutor y debe cuidar de mi”. Siguiéndole llegaron a la sala de estar
tomando el asiento en una silla, Susana entro en la sala y fue a pasar justo
por delante de él, quien al tenerla cerca tiro de su brazo derecho haciéndola
sentarse sobre su muslo derecho. El la
rodeaba con su brazo derecho por sus caderas, posando su mano sobre el muslo
derecho de Susana, cubierto por su corta falda tableada amarilla.
(Sr. Henderson) -.
Puedes estar tranquila mi pequeña Susana, no estoy enfadado contigo por
haber mojado el fondillo de tus braguitas. .- Esas palabras dulces tranquilizaron a
Susana. .- Simplemente estas
experimentando sensaciones nuevas para ti, algo que yo comprendo
perfectamente. Antes te he hablado del
señor al cual voy a llevarte mañana, sabes pequeña! Si te llevo ante ese señor,
es porque te mereces una azotaina que este a la altura de las circunstancias,
es un spanker profesional y él sabe perfectamente cómo debe aplicarte el
correctivo que te mereces. Por otro
lado, en este mundo del spanking, si no has oído hablar de él, yo te daré todo
tipo de explicaciones con el tiempo, hoy no es el día. Porque hoy debes de experimentar lo que se
siente cuando sabes que has cometido un grave error, algo que por tu rostro
puedo ver que ya lo estas sintiendo, porque en tu rostro puedo ver tu gran
preocupación, así como poder verte que estas aterrada de miedo, y que en estos
momentos en tu estomago hay miles de mariposas que revolotean en tu interior,
esa sensación de ansiedad, temor, angustia, nervios, y sobre todo vergüenza, se
te están todas juntando al mismo tiempo, lo que te resulta una sensación
extrañamente sensual, en el sentido que todas esas sensaciones juntas, te hacen
sentirte fatal, seguramente en lo que menos debes de estar pensando es en el
motivo, el cual te ha llevado a esta situación, ahora lo que más te preocupa es
el dolor que sentirás mañana cuando seas castigada. Y ello es lo que te hace
estar profundamente arrepentida de tus actos, pero aunque te disculpes mil y
una veces, de nada te va a valer el hacerlo.
Porque has aceptado voluntariamente que yo sea tu Tutor, y eso conlleva
una gran responsabilidad, por ello hay cosas que aunque no son tan graves,
deben tener su debida consecuencia, porque como tu Tutor que soy, no te las
puedo, ni te las debo consentir, aunque sea una sensación lógica en tu cuerpo,
y que es además un sentimiento necesario de nuestro organismo, pues él nos
indica claramente lo que nos produce morbo, así como la sensualidad que se
experimenta. Estoy seguro ahora mismo,
que si te hago ponerte en pie y te bajo las bragas, podre verte que las has
vuelto a humedecer de nuevo, mírame a los ojos y dime que no es cierto… Ya veo pequeña que no eres capaz de mirarme,
por lo que tengo razón al pensar que te has vuelto a mojar el fondillo de tus
braguitas, y decirte, Cochina!!! No es
un insulto para ti, si no el decirte la verdad, que no eres más que una
cochina!!! Y que como tu Tutor que soy, debo castigarte por cochina y haber
ensuciado tus braguitas recién puestas!!!
Susana muerta por completo de la vergüenza, miraba hacia
el suelo pues el Sr. Henderson no estaba diciendo ninguna barbaridad, apenas se
había cambiado de bragas, y ya las volvía a llevar mojadas, incluso mucho más
de lo que las tenía anteriormente, temiendo incluso que pudiera su humedad
traspasar el fondillo de sus braguitas. Sintiéndose muy avergonzada de sí misma,
por la verdad que acababa de constatar el Sr. Henderson, no siendo necesario el
comprobar sus bragas, pues estaban muy mojadas. Por ello cuando sintió como las manos del
Sr. Henderson la hacía ponerse en pie y
como este juntaba sus mulos y levantándola del suelo la coloco boca abajo sobre
sus muslos, al tiempo que los volvía a separar para acomodar bien a la pequeña
Susana, que sintió como unos dedos sujetaban el ribete de su falda, y como se
levantaba esta, dejando su trasero solamente cubierto por sus braguitas blancas
con los dibujos de mariposas, para sentir seguidamente el primer azote de la
mano de su Tutor, que empezó a darle una sonora azotaina en el culo,
permitiendo que su trasero permaneciera cubierto por sus bragas. Susana sentía
claramente como su trasero le ardía cada vez más, los azotes eran seguidos pero
pausados, de tal forma que entre azote y azote pasaban unos dos a tres
segundos, pudiendo en cierta forma a pesar del dolor en su culo, y como el
ardor iba aumentando, de alguna forma que no llegaba a comprender, su
entrepierna estaba cada vez más mojada.
Susana podía escuchar perfectamente el sonido de los azotes que recibía
en su trasero, pero lejos de ponerse a llorar, y para extraño que le pudiera
parecer, no deseaba que la azotaina parase, no comprendía nada, pero su sexo le
pedía más y más azotes en su caldeado trasero.
Hasta que llegado el momento, todo cambio de forma radical, los azotes
de la azotaina que estaba recibiendo habían aumentado la fuerza y el ritmo de
los azotes, ahora lejos de arderle el trasero, ahora comenzaba a dolerle la
azotaina, y cada vez le dolía más, por lo que no tardó en hacérselo ver a quien
la estaba dando la azotaina, pues comenzó a menear sus caderas y a forcejear
por que el culo ahora le abrasaba de verdad, se podía poner a llorar en
cualquier momento, aunque en su entrepierna tan solo hacia un momento, para su
mayor vergüenza, que se había corrido recibiendo la azotaina en el culo,
revestido sobre sus bragas blancas de algodón. Sus piernas no tardaron en
entrar en acción al patalear en el aire, pues el culo lo sentía que le abrasaba
como si tuviera brasas a rojo vivo dentro de sus braguitas, justo en el
instante que se iba a poner a llorar debido al intenso dolor y abrasador ardor
en su trasero, la azotaina ceso. Dejándola levantarse del regazo del Sr.
Henderson que la observaba mientras se incorporaba poniéndose en pie, sonriendo
al verla resoplar cogiendo aire y soltándolo de sus pulmones, así el cómo se
sobaba el culo con vigor con sus dos manos, mirando hacia el Sr. Henderson con
rabia contenida, por si se ganaba otra azotaina… En ese instante sintió las
manos del Sr. Henderson levantándole la falda por delante, sin dejar de sobarse
el culo, pero mirando que pretendía su Tutor. Viendo como le metía el borde de
la falda en su cintura, sujetándosela por sí sola y como introduciendo sus
dedos entre la cinturilla de sus braguitas se las bajo de una sola vez hasta
dejarle el sexo a su mirada. Susana en
ese momento sintió una vergüenza enorme al ver que su sexo estaba expuesto,
pero no deseaba recibir una nueva azotaina, ahora al tener las bragas bajadas,
podía sentir el intenso ardor de sus nalgas directamente sobre las palmas de
sus manos, y se las sobaba con fuerza intentando mitigar el intenso picor, como
el dolor en su trasero. Su Tutor para la vergüenza de Susana, le puso las yemas
de sus dedos anular e índice sobre los labios de su sexo, presionando
ligeramente se le humedecieron al instante.
(Sr. Henderson) -. Como puedes ver, mi pequeña sinvergüenza,
hay ciertos comportamientos que tienen su premio, has podido comprobar cómo has
experimentado un orgasmo siendo castigada, ves cómo te has mojado de nuevo tus
braguitas, cochina!!! .- Le hablaba a Susana sin ningún pudor hacia ella, lo que la hacía sentirse
muy avergonzada de sí misma, se había corrido ante un hombre que podría ser su
padre o abuelo, más vergüenza no era posible de imaginar, hasta ese momento que
le bajo sus bragas, mostrando su monte de venus, y le hablaba de él o del
vello, como si no tuviera en cuenta que ella estaba muy abochornada por la
vergüenza. .- Todo este vello que tienes aquí, debe
desaparecer ahora te facilitare utensilios para que tú misma te rasures bien tu
entrepierna, si no puedes tu sola puedes llamarme y lo hare yo.
Sin más, le subió
sus bragas de nuevo ajustándoselas bien tensas a su cintura, dejo que su corta
falda se le bajase por su propia inercia y le mando irse a su habitación. Al
pasar por delante de él, le dio una fuerte palmada en el culo.
(Sr. Henderson) -. Ahora vete a tu habitación y arregla tus
cosas que hemos comprado para ti, no puedes hacer nada sin pedirme permiso
antes, si tienes que ir al baño hacer pis, primero debes pedir permiso, para
quitarte la ropa o cambiarte debes de pedir permiso antes, para meterte en la
cama debes pedir permiso. Soy tu Tutor por lo tanto he de supervisar todo antes
de hacerlo, siempre y cuando yo crea conveniente que te has ganado un favor por
mi parte, te daré libertad para hacer las cosas sin pedirme permiso antes, pero
eso te lo debes de ganar, con buena conducta.
(Susana) -. Sr. Henderson. Puedo hacer una pregunta…
.- Una afirmación de
cabeza basto para poder preguntar. .- Es
que creo que la dependienta de la tienda se ha equivocado de la talla de mis…braguitas.
Me molestan mucho y aprietan…
(Sr. Henderson) -. No, pequeña! No se ha equivocado de talla,
las he pedido yo así. Lo que sucede es
que estáis las chicas acostumbradas a usar bragas sin elásticos o sin costuras,
y por ello notas la presión como una molestia.
Pero dentro de muy pocos minutos, esas bragas te van a resultar aún
mucho más molestas, cuando tus nalgas se hinchen un poco más, de lo que ya las
llevas en estos momentos inflamadas, entonces veras lo molestas que pueden
llegar a ser. Pero es parte de tu
penitencia después de recibir una azotaina, así pensaras por qué llevas el
trasero dolorido. Espera a tener que sentarte en una silla para cenar, o cuando
te ponga deberes como castigo y debas permanecer sentada. Si te llego a
sorprender con las bragas bajadas, me sacare el cinturón y veras como bailas!!!
Susana esa noche durmió muy calentita, además de sentirse
muy extraña al tener su entrepierna rasurada, esa noche durmió boca abajo gran
parte de la noche, aunque le costó mucho conciliar el sueño pensando en el día
siguiente, así como el castigo que le esperaba.
A las siete de la mañana fue despertada por su Tutor, levantándose de la
cama con solo el camisón y las mismas bragas blancas de algodón con dibujos de
mariposas del día anterior.
(Sr. Henderson) -. Venga arriba perezosa! Es hora de levantarse y no holgazanear en la
cama!! Me comentaste ayer que solías
hacer deporte todas las mañanas, pues es hora de salir a correr un poco. Ahora
ponte este pantalón de deporte largo, y esa camiseta, te espero en diez minutos
en la sala de estar, es necesario mantenerse en forma muchacha! .- En pocos minutos estaba lista en la
sala de estar, saliendo los dos de la casa, enfrente había un parque. -. Mientras yo camino, puedes empezar dando
vueltas al parque haciendo footing, empieza que te observo…
Susana se puso los auriculares llevando en el bolsillo su
teléfono móvil, había puesto su música preferida y así empezó a correr. Susana
no pensaba en nada mientras corría dando vueltas al parque, su trasero apenas
sentía ya molestias por la azotaina de la tarde anterior, al empezar a trotar
se sentía avergonzada de si misma, porque sus bragas al llevar los dibujos de
colores de mariposas, estas se transparentaban en sus blancos pantalones
ajustados como una segunda piel, marcándosele las bragas que llevaba puestas,
como si no llevase pantalón. Pero después de unas vueltas ya no le importaba,
aunque pronto empezó a sentir algo que no le gusto, o sí que le gustaba. Sus pantalones tan ceñidos con el paso de los
minutos empezó a sentir que estaba sudando, algo que le resultaba muy anormal
en ella, pues no solía sudar cuando hacia footing, no más de lo habitual. Pero estaba sintiendo una sensación muy
extraña para ella, pues estaba haciendo footing y tenía su mente en la música
que escuchaba, como podía ser posible que tuviera su entrepierna mojada y
además estuviera excitada, pero no tardo en comprender lo que sucedía. Su
pantalón ceñido a su entrepierna marcaba claramente su sexo, pues se le había
metido la costura entre sus labios, introduciendo así el fondillo de sus
braguitas, al contrario de sus bragas habituales, estas que debía utilizar, en
el fondillo en vez de ser de tejido liso, ese fondillo de sus braguitas eran de
paño, como el de una toallita. Con lo cual al tener el sexo rasurado, al no
haber vello el fondillo de sus braguitas vibraba al trotar haciendo footing, lo
que el fondillo se le movía y sentía un ligero placer al moverse, por fortuna
al ser blancos sus pantalones solo se vería una tenue humedad y nadie se daría
cuenta, o al menos eso pensó ella, hasta que al entrar en la casa resonaron
unos azotes en su trasero, nada más traspasar la puerta.
(Sr. Henderson) -. Tira para adentro cochina!! Mañana te daré unos pantalones negros, vete a
la ducha que debemos desayunar y salir a coger el tren en una hora. Ya tienes
una bata en el cuarto de baño, luego de desayunar te vestirás con tu uniforme y
nos iremos.
Susana
sobándose el culo por encima del pantalón fue hacia el baño sonriendo, el Sr.
Henderson se había equivocado al darle ese pantalón blanco con transparencias,
por ello sonreía la joven, los azotes que le había dado al entrar le habían
picado, pero poco, pero si le gusto que se los diera, por ello sonreía con una
amplia sonrisa a espaldas de su Tutor, al no poder verla con la picardía dibujada en su rostro.
Aunque esa
sonrisa desapareció al verse vestida con su uniforme, su rostro sonriente de
hacia tan solo unos minutos, ahora se la veía sumamente preocupada, la angustia
del día anterior en esos momentos era tal, que estaba a punto de echarse a
llorar en el tren, sus manos sudorosas se entrelazaban una junto a la otra, sus
nervios los sentía a flor de piel, el temor que sentía el día anterior, no tenía
ni punto de comparación, las mariposas en su estómago eran tales que casi
sentía necesidad de ir al servicio y vomitar lo desayunado esa mañana. Tras
ducharse se había mirado en el espejo, y mirándose el culo apenas tenía ninguna
marca de la azotaina recibida. Pero viajaba en el tren sentada y en su rostro
se la podía ver claramente lo mal que se encontraba. Enfrente de ella la
observaba el Sr. Henderson que no perdía detalle alguno del comportamiento de
su nueva pupila. Al llegar a Londres a
Susana le temblaban sus piernas, pues ya estaba cerca, al bajar del tren de la
mano de su Tutor la condujo como si fuera su hija o nieta, saliendo de la
estación cruzando la calle, y caminando fueron unos quince minutos
interminables para ella, al llegar a un edificio de tres plantas en la puerta no
indicaba nada que ponía, pero una vez en el ascensor en el botón de tercera
planta, había escrito en un pequeño letrero cromado con las siglas de… “Disciplina
escuela para mujeres” S D F W Solamente
quien conociera el lugar, por esas siglas podía solamente quien lo conociera
podía saber para que se acudía a esa planta.
Al llamar al
timbre abrió la puerta una joven muy atractiva, vestía un uniforme muy parecido
al que llevaba Susana, a diferencia que aquella chica llevaba una chaquetilla
de traje a juego, fijándose que en su solapa izquierda de la chaquetilla,
llevaba bordadas las letras S D F W.
ella los acompañó hasta una sala de espera espaciosa, en la cual en el centro había
una mesa baja con periódicos y revistas, según entraban a la derecha y quedando
a su espalda al entrar, habían cuatro sillas ocupadas por una señora de unos
cincuenta años, vestida elegante, a su derecha una chica de unos veintidós
años, que vestía blusa y una falda acampanada amplia que le cubría por debajo
de sus rodillas. La pared de la izquierda habían otras cuatro sillas más, en
las cuales en dos de ellas ocupadas por dos muchachas que debían ir solas, pues
se habían sentado separadas una de otra dejando entre medias dos sillas vacías,
una de ellas vestía un vestido estampado con flores, y la otra chica pantalón
jeans color negro y un suéter gris. En
la pared de la derecha con otras cuatro sillas, pero en ellas había un
caballero con traje, y una atractiva mujer de unos veintiocho años, vestía
blusa azul celeste y una corta falda ondulada, que al permanecer sentada
mostraba sus muslos teniendo las piernas cruzadas, la pared que quedaba a su
derecha a su espalda, habían cuatro sillas mas vacías, el Sr. Henderson tomando
un periódico de la mesa, volvió sobre sus pasos sentándose en una de esas
sillas vacías, y Susana muy nerviosa se sentó a su lado no se atrevía a
levantar su mirada y que la pudieran ver, aunque solamente la observo al entrar
el caballero y la señora, las chicas todas miraban al suelo claramente
avergonzadas de estar en aquella sala.
La chica que les había atendido una vez les dejo acomodados, caminaba
hacia el fondo de la estancia desapareciendo por una de las dos puertas que
habían, en donde un letrero en blanco y letras negras, en la pared ponía el
nombre a la izquierda de la puerta, que indicaba. “SR. J. BRAUN”. y en la
puerta colindante en la pared a la derecha de la puerta. “SR. E. SMITH”.
La secretaria
que nos abrió la puerta, al poco volvió a salir permaneciendo en el umbral de
la puerta, llamo a una de las chicas por
su nombre, que poniéndose la chica con pantalones jeans, en pie fue hacia la
puerta que la secretaria la esperaba, desapareciendo al cerrarse la puerta. A
los diez minutos de espera, se abrió la puerta de la derecha apareciendo una
chica de unos veintidós años llorando y sobándose el culo, la secretaria apareció
en el umbral pronunciando el nombre de la Sra. levantándose ella junto con la
chica que la acompañaba, ambas desaparecieron tras cerrarse la puerta, pudiendo
ver Susana como la muchacha se acariciaba el trasero antes de entrar.
Veinte minutos
después la chica de los pantalones jeans que había entrado sola tras la puerta
de la izquierda a ellos, salía frotándose los ojos, estaba claro que había
llorado. Como hiciera la que había
salido llorando y frotándose el trasero, salió de la sala de espera dirigiéndose
hacia la salida.
En ese
momento la secretaria volvía aparecer en el umbral de la puerta de la izquierda,
esta vez llamando al Sr. el cual se dirigió hacia ella, en siguiéndole la
muchacha que le acompañaba, ahora ya solo quedaba ella y la otra chica que iba
sola. A la media hora la puerta de la derecha se abría, saliendo la Sra.
acompañada por la chica que había entrado con ella, esta salía llorando a
lágrima viva y frotándose el culo por encima de sus bragas, aun llevaba la falda
levantada sujeta en la pretina en la
cintura de su falda.
A esta chica al
pasar por delante de Susana dirigiéndose hacia la salida, pudo verle como
llevaba el culo de colorado, la Sra. le hizo sacar sus manos y le bajo la falda,
al tiempo que le daba una sonora palmada en el culo… escuchando lo que le
decía…” Quieras o no como vuelvas a
cogerme de mi bolso dinero, te vuelvo a traer”. En segundos apareció por la puerta la
secretaria, manteniéndose en el umbral, cito el nombre de la chica que quedaba,
entrando con ella.
Susana estaba
muy nerviosa, ya llevaba casi más de una hora esperando que le llegase su
turno, miraba a su derecha mirando al Sr. Henderson el cual había cogido un
periódico y lo estaba leyendo plácidamente. La angustia en Susana iba en
aumento, así como el temor a entrar por cualquiera de aquellas puertas, debía
de haber muy buena insonorización, pues desde la sala de espera no se escuchaba
nada, y eso que Susana había tratado de agudizar sus oídos, pero no se
escuchaba nada. Susana no llevaba reloj,
pero hacia al menos una hora que nadie salía ni entraba por ninguna de aquellas
puertas. Hasta que en ese preciso instante, vio abrirse la puerta apareciendo
el caballero bien vestido con un buen traje, y la muchacha que le acompañaba
salía detrás de él llorando desesperadamente, así como sobándose el trasero con
ambas manos, por encima de la falda dirigiéndose hacia la puerta de salida,
Susana fijándose en la chica en como movía sus caderas, al tiempo que sus manos
subían y bajaban alternativamente sobándose pudo escuchar al caballero… ”Srta. Más le vale que llegue a la
oficina a su hora, han sido demasiadas faltas en este mes seguidas, la volveré
a traer de nuevo siempre que sea necesario, así aprenderá que la empresa no
consiente a una secretaria, este abuso de la tolerancia, que se permita llegar
tarde algún día, no quiere decir que se pueda aprovechar de esas libertades, para llegar día tras día
tarde, como se ha excedido abusando de nuestra permisividad se le ha aplicado
disciplina…”.
Desaparecían el
caballero y la joven saliendo de la sala de espera, cuando en ese instante
apareció de nuevo la secretaria, saliendo y cerrando la puerta a su paso. Dirigiéndose hacia la entrada, a los pocos segundos volvía aparecer,
entrando un caballero al cual le acompañaban dos chicas de unos veinte ocho
años aproximadamente, observándolas muy preocupadas con la angustia en sus
rostros. El caballero saludo cortésmente y tomo asiento, a su lado las dos
muchachas. Que las regañaba en susurros, apenas audible para Susana. Pero aun así
escucho o le pareció escuchar que las chicas se habían peleado en la oficina,
por cogerle una a la otra sus cosas o unas fotos indiscretas. Ellas iban
vestidas con pantalones y blusa blanca una de ellas, la compañera color beige. La
secretaria entro por la puerta de la derecha, para unos minutos después
volviendo abrirla, dejando que la otra joven que había entrado hacía más de
treinta minutos pasara por delante de ella. Salía llorando con su rostro bañado
en lágrimas y sobándose el culo con ambas manos bajo su falda, viéndose la
falda muy arrugada. Susana la vio pasar
ante ella, y en ese instante la chica al acariciarse el culo, se le levanto la
falda, Susana pensó que había sido accidentalmente, pero lo que hizo la
muchacha fue subirse las bragas que aun las llevaba bajadas, pudiéndole verle
el culo de un color rojo muy intenso, aquello fue lo que acabo con la entereza
de Susana rompiendo a llorar… sin importarle que las dos chicas que acababan de
entrar la vieran llorar. Llamándole la atención inmediatamente el Sr.
Henderson… el cual le susurró al oído… “Tranquila
no llores aun, pronto lo harás con motivos de verdad, para llorar…” Susana
sin levantar la cabeza miro disimuladamente a las dos jóvenes de reojo,
viéndolas como la miraban tristes, con las aureolas de sus mejillas
completamente coloradas de la vergüenza, exactamente como se encontraba ella
misma, pero con la atenuante que la acaba de regañar su Tutor, ante ellas, lo
que la hacía sentirse muy mal.
Susana se encontraba
intrigada en esos instantes, al igual que sus nervios era muy visibles, y la
podían ver que estaba muy nerviosa, estaba muy angustiada, sintiendo en su estómago
una sensación de vacío, sentía como mariposas que no cesaban de revolotear y
como unos retortijones en su interior que aun agravaban más la tensión de sus
nervios, sumada a una gran vergüenza que sentía al estar en aquella sala
desconocida para ella, el ver como salían las chicas llorando o acariciándose
sus traseros doloridos, ello la hacía sentirse aún mucho peor, debido que en cualquier momento seria ella la
que podría salir llorando y sobándose el trasero, juntando sus muslos
apretándolos uno contra otro, le habían venido unas ganas imperiosas de orinar,
muy posiblemente causado ese deseo intestinal de orinar a causa de su pánico a
ser castigada en aquel lugar, por su angustia, por sus nervios, por su
vergüenza, pero se frotaba sus muslos y sus manos las tenía juntas palma contra
palma, en su entrepierna apretando, si no iba al servicio rápido se iba hacer
pis en las bragas. Pero le daba
vergüenza decírselo a su Tutor, y más aún al tener que hacerlo ante aquellas
chicas en la sala de espera.
Pero su Tutor
con el periódico en sus manos la observaba, la verdad es que el tener en sus
manos el diario, solamente era una excusa para poderla observarla mejor, así
como verla reaccionar a cada nueva situación, sobre todo cuando la chicas ya
habiendo recibido su correctivo pasaban por delante de ella, observaba a su
pupila Susana que comportamiento tenia, así como verla tremendamente
avergonzada, o como sus nervios causados por la tensión de la espera,
resultaban ser muy duros para ella, pues cada vez que la puerta se abría,
Susana se sobresaltaba creyendo que iba a ser llamada ella. Así como bufar
soltando aire aliviada cuando nombraba
la secretaria otro nombre. Por lo tanto,
el Sr. Henderson no había perdido detalle alguno durante todo ese tiempo desde
su llegada, así como lo mal que lo estaba pasando su Pupila, o observarla como
se frotaba sus muslos en esos momentos, y sus manos unidas como para ponerse a
rezar, pero colocadas en su entrepierna presionando al estar haciéndose pis, casi se le escapo la
orina al escuchar a su Tutor…
(Sr. Henderson) -. Ves
ahora mismo al servicio! Como te hagas
pis aquí en la sala, te pongo sobre mis rodillas, te bajo las bragas, y te doy
una azotaina que no vas a olvidar!!! Como me hagas pasar por esa vergüenza
veras la que te doy. Delante de estas muchachas!!! Sal! Yendo hacia la salida están los servicios,
venga que te acompaño. .- El Sr. Henderson se levantó dejando el periódico sobre su asiento,
cogiéndola del brazo derecho a Susana la hizo levantar de su silla, girándose el,
hacia el caballero diciéndole unas palabras.
Al quedar en pie parada, Susana cruzo sus rodillas y moviéndose agitada,
se estaba haciendo pis, estando a punto de escapársele. .- Disculpe señor! Si sale la
secretaria a llamarnos, le puede decir que he llevado al servicio a la
muchacha, si no va rápido se va a mear en las bragas!
A Susana si le
hubieran dado dos bofetadas le habría dolido menos, su rostro le ardía de la
vergüenza que estaba pasando, como se le había podido a su Tutor ocurrírsele
semejante comentario, Susana no podía imaginar algo pudiera ser para ella más
bochornoso, que en la situación que se encontraba. Pues daba la impresión que
estaban refiriéndose a una niña de seis años, cuando en realidad tenía treinta
y cinco años. Pero lo peor todo, es que de ser una chica más en la sala de
espera, había pasado a ser el centro de atención de todas las miradas
observándola como permanecía con las piernas cruzadas, en una clara situación
acuciante para ella, pues ya casi se le escapaba. Pero estaba completamente equivocada, en que
nada podría ser peor que aquella situación, pues si, aun podría ser mucho peor
para ella. En ese preciso instante se
abrió la puerta del despacho de la izquierda, apareciendo en el umbral la
secretaria, Susana creyó que se iba morir de la vergüenza si era nombrado el
nombre de su Tutor, pero para su sorpresa el nombre que pronuncio fue el
caballero que iba acompañado de dos de sus empleadas, y…El caballero y las
chicas entraron por aquella puerta despareciendo…
(Sr. Henderson) -. Señorita Betty, por favor puede acompañar
al servicio a mi pequeña, no debe ir sola, no vaya hacerse pis encima, me hace
ese favor de prestarle su ayuda, gracias!
Susana sentía como sus mejillas le abrasaban su rostro de
la vergüenza, la Srta. Betty se acercó a ella cogiéndola de la mano, se la
llevó al servicio. Una chica de apenas veinte años, la estaba llevando al
servicio a sus treinta y cinco años, siendo una nueva sorpresa, la cual no
comprendía por qué su Tutor, le hacía pasar por esa situación tan vergonzosa
para ella, que la avergonzaba terriblemente. Entrando al servicio juntas,
dentro tuvo que pasar por otra nueva y terrible experiencia, que la secretaria
le bajase sus bragas y la hiciera sentar en el inodoro, así como al acabar
después, de pasarle una esponja húmeda por su sexo, como poco después con una
toallita seca, secarle los labios exteriores del sexo recreándose al hacerlo,
para más colmo de aquella situación, la Srta. Betty la miraba a los ojos
sonriente, mientras la secaba su entrepierna, para poco después subirle las
bragas de color rosa de algodón, ajustándoselas a su cintura levantándole por
encima de la cintura la falda del uniforme, por lo que sus braguitas quedaron
totalmente expuestas a aquella picara mirada, la cual a Susana la avergonzaba
terriblemente, saliendo poco después del servicio. Susana volvía a repetirse a sí misma, que
jamás había imaginado que sería posible pasar tanta vergüenza, como en esos
momentos. Nada más entrar en la sala de
espera y aun la secretaria Srta. Betty llevándola de la mano… Susana de nuevo
se percataba que aún se podía pasar más vergüenza, viviendo una nueva y
sorprendente experiencia…
(Srta. Betty) -. Sr. Henderson creo que hemos llegado un
poco justo al servicio, y ha mojado un poco el fondillo de sus bragas la
muchacha!
Susana miro hacia el rostro de la Srta. Betty incrédula,
pues eso era totalmente falso, pero la sorprendió cómo le guiñaba un ojo al Sr. Henderson y
sonreía con una sonrisa pícara.
(Sr. Henderson) -. Tu
y yo ya hablaremos al llegar a casa desvergonzada!!! .- El Sr. Henderson abrió la mochila que
llevaba el, y extrajo unas braguitas limpias, Susana se quedó sorprendida, pero
se las daría dobladas pensó. Pero las desdoblo exponiéndolas sujetándolas por
la cinturilla extendida, pudiendo ver la secretaria que las bragas eran blancas
de algodón y con unos dibujos de racimos de uvas amarillas, y como se las
entregaba, pero no a ella, si no, se las entregó a la Srta. Betty. .- Aquí tiene unas limpias, me hace el
favor, se las puede usted misma cambiar?
Gracias!
Susana se quedó boquiabierta de la sorpresa, pero al
menos se la llevaría al servicio y se las cambiaria allí, dentro de todo lo
avergonzada que estaba al menos tendría intimidad para cambiárselas, pero
volvía a equivocarse de nuevo. La Srta.
Betty se acercó a una de las sillas más cercana sentándose en ella, llevando de
la mano a Susana. Sin apenas tener tiempo de reaccionar la muchacha, las manos
de la secretaria ya las sentía Susana, como subían por sus muslos por el
exterior de ellos, por debajo de su falda tableada del uniforme, y agarrando la
cinturilla elástica de sus braguitas, se las bajo allí mismo ante el Sr.
Henderson, sacándoselas de sus pies. Abriendo la cinturilla de las bragas
limpias, las fue enrollando para así abrir las perneras y que Susana
introdujera sus pies por ellas, tenía las bragas puestas en sus tobillos para
subírselas, cuando un aparato del bolsillo de la Srta. Betty vibro.
(Srta. Betty) -. Disculpe un momento Sr. Henderson voy a
abrir la puerta, enseguida vuelvo y acabo de subirle las bragas.
No comprendía como podía dejarla allí en la sala, con las
bragas bajadas, Susana se las hubiera subido ella misma, pero al decir que
ahora volvía a subírselas, pensó que de hacerlo ella, desagradaría a su Tutor, bastante
angustia ya sentía, como para volver de nuevo a ser regañada, prefiriendo
esperar a que volviera. Poco después volvía
la secretaria, y detrás de ella entraban dos caballeros cada uno de ellos
acompañados por dos chicas, la secretaria se apresuró a ir hacia Susana, y
subirle las bragas, pero aquellos dos caballeros le vieron cómo se las subía,
Susana les vio y cerro sus ojos estaba terriblemente abochornada. Mientras los
dos caballeros esperaban que la secretaria les atendiera, pero antes la Srta.
Betty recogió las bragas que le había quitado a Susana del suelo y acercándose
al Sr. Henderson se las mostro, dándoles la vuelta y mostrándolas del revés
exponiendo el fondillo de las braguitas en la palma de la mano de la
secretaria, y como el fondillo se encontraba completamente húmedo, pero no de
orina, si no de sus fluidos sonriendo ambos.
Mientras Susana no se atrevía a levantar su mirada del suelo, ya que
aquellos nuevos caballeros presenciaban toda la escena, por lo que no les vio
sonreír.
(Srta. Betty) -. Sr.
Henderson es su turno me hacen el favor de acompañarme, el Sr. Braun les está
esperando…
Susana al escuchar a la joven y que debían seguirla, se le hundió el mundo a
sus pies, se preguntaba cuando iba acabar aquella pesadilla. La secretaria miro hacia su Tutor viendo como
le indicaba a Susana, que avanzara delante de él y tras los pasos de la
secretaria, se encaminaron hacia la puerta de la derecha, abriéndola y
aguardando en el umbral a que hubieran entrado, cerrando la puerta. Susana al ver otra puerta se detuvo, mirando
atrás hacia su Tutor poniendo su mano en el picaporte de la puerta, espero una
indicación si debía abrir o no. En ese momento fue la secretaria la que pasando
delante, abrió ella la puerta entrando y sosteniéndola abierta quedándose
parada, entrando en esta ocasión su Tutor en primer lugar avanzando por el
espacioso despacho, hacia la mesa del despacho que permanecía sentado un hombre
que rondaría los cuarenta y cinco años de edad, levantándose de su sillón al
instante bordeando su mesa, sonriente andando hacia el Sr. Henderson los cuales
estrecharon sus manos a modo de saludo.
(Sr. Braun) -.
Buenos días Josep viejo amigo! Cómo va la familia? Ya eres abuelo…
(Sr. Henderson) -. Buenos días John! Todavía no, aunque no quedan muchos días, mi
esposa está cuidando a mi hija en Liverpool, se ha ido estos días que quedan
hasta el parto.
(Sr. Braun) -. Le diría a Ethan que viniera a saludarte,
pero ahora debe de estar atendiendo un caso de última hora, verdad Betty?
En esos instantes la secretaria había dejado a Susana a
la derecha de donde se encontraban su jefe y el Sr. Henderson saludándose, ella
se había colocado al otro lado quedando justo enfrente de ella.
(Srta. Betty) -. Lo lamento, deben de estar esperándome en
la entre sala, pues no he podido acompañarles en ese momento. Todavía no he podido atenderles Sr. Braun,
ahora me disponía a pedirle permiso a usted, para salir y hacerles entrar.
(Sr. Braun) -. Les estás haciendo espera en la entre sala
de insonorización? Pero como has osado a no acompañarles como es tu
deber!!! Has desobedecido a Ethan!!! Él
te ha mandado expresamente salir para hacerles entrar inmediatamente, al ser un
caso urgente… Sal inmediatamente y les haces entrar disculpándote por la
demora, luego te ajustare las cuentas.
La secretaria miro al Sr. Henderson con su rostro
congestionado, pues aquel regaño del Sr. Braun significaba que tendría
consecuencias para ella, le miro suplicándole que la disculpara ante su jefe
interviniendo a su favor, había desobedecido por atender a un buen cliente.
(Sr. Henderson) -. John! Debes disculparla. Ha sido porque le he pedido que me hiciera el
favor de acompañar a mi Pupila al servicio, luego se ha demorado, porque esta
desvergonzada tenía su ropa interior impresentable, y Betty le ha tenido que
cambiar las bragas, ha sido muy amable al prestarme ese servicio, no veo justo
que la regañes por atenderme, como es debido, estándole muy agradecido por
ello…
Susana colocada a la derecha entre los dos hombres, vio
avergonzada como aquel caballero le lanzo su mirada haciéndola estremecerse,
desviando su mirada al suelo, pues vio en su rostro un claro disgusto hacia ella, un gesto que la
aterrorizo con solamente mirarla, Susana se sentía muy avergonzada, de que el
caballero hubiera sido informado del incidente con su ropa interior.
(Sr. Braun) -. Betty! Ya que ha ocurrido tu desliz, por
un incidente de fuerza mayor y aquí mi
buen amigo te respalda, por esta vez lo pasare por alto!!! Ahora haz pasar a esos clientes, al otro
despacho y discúlpate ante el Sr. Ethan de lo sucedido con los caballeros.
La secretaria del Sr. Braun mirando agradecida al Sr.
Henderson, le hizo un gesto agradeciéndole su intervención, aunque en su rostro
se podía verla con preocupación, pues el tener que disculparse con aquellos dos
caballeros, ante el Sr. Ethan, significaba que iba a lamentar su descuido, pues
el Sr. Ethan no aceptaría de buen grado que se disculpara. Se dirigió hacia la salida, a buen paso,
Susana la miro como salía viendo como la secretaria se pasaba la mano izquierda
por el trasero de su corta falda tableada, para Susana fue un simple gesto,
pero la secretaria sabía que en breve lo iba a lamentar, por ello se acarició
su trasero.
(Sr. Braun) -. Es esta muchacha de la que hablaste por
teléfono ayer?
(Sr. Henderson) -. Si!
Recuerdas el problema que hubo hace unos siete años en la universidad,
la que provoco el escándalo de las dos alumnas que compraron las copias de los
exámenes de fin de carrera. Que en el juicio fueron por fortuna exculpadas de
todo delito, resultando ser absueltas? Pues… esta muchachita que ves! Fue la
culpable de la calumnia!!!
Susana al escuchar a su Tutor se
sentía fatal al recordarlo todo, siendo este el motivo por el que estaba en ese
despacho, de sus pupilas brotaron unas lágrimas de la vergüenza que sentía en
ese instante, por la forma tal como su Tutor había relatado y se había referido
a los hechos, al escucharle parecía que tenía una gravedad mucho mayor,
sintiéndose ella muy apenada como muy avergonzada, del problema que les había
ocasionado a aquellas dos chicas referidas, y que habían sido absueltas de toda
culpa, ella hablando con su Tutor le había confesado estar muy arrepentida,
pero que a pesar de todo, se encontraba muy mal consigo misma, sin ser capaz de
realizar ninguna tarea, a lo que se refirió que durante su estancia en la
universidad, sus sentimientos de culpa desaparecían al serle aplicado un
correctivo, por ese motivo se encontraban en ese despacho, para tal vez siendo
aplicado un correctivo se encontraría mejor consigo misma. Pero lo que no
hubiera imaginado jamás, es que fuera a pasarlo tan mal esa mañana, ante
aquella angustia por la espera de ser
aplicado el correctivo.
El Sr. Braun
se acercó a ella caminando con pasos lentos, Susana le vio como se le acercaba
y cuando estuvo ante ella a escasamente veinte centímetros de ella, tan cerca
que Susana podía oler la loción de afeitado de esa mañana en su piel, así como
la crema de manos que se había puesto esa
mañana al posar las yemas de sus dedos bajo su barbilla, haciéndola
levantar la cabeza y dirigir su mirada de sus ojos, cruzarse con loe de él. Susana sentía casi dolor en sus cervicales,
al forzarla a mirarle a los ojos, pues el Sr. Braun debía de rondar el metro
noventa y cinco centímetros de estatura, y ella apenas un metro sesenta dando
la apariencia de ser una mocosa a su lado, sobre todo con el uniforme de
universitaria.
(Sr. Braun) -. Y esta pequeña sinvergüenza, esta
arrepentida de su hazaña? Responde
desvergonzada!!! Te estoy hablando a ti!!!
Sentía tal vergüenza que apenas era capaz de mirarle a
los ojos, tratando de girar su pequeña cabeza a un lado, pero el señor se lo
impedía…
(Susana) -. Ssiii!
Si… señor…
Para Susana aquella situación la desbordaba por completo,
no entendía, ni comprendía por qué aquel señor la interrogaba con aquellas
preguntas. Pero tampoco nunca había acudido a un spanker profesional, por lo
que debía de ser así como sucedía en esas situaciones.
(Sr. Braun) -. Si estas arrepentida! Y porque lo hiciste
si puede saberse? Que ibas a ganar tú
con crearle tal problema a esas dos chicas, que se demostró que eran
inocentes… porque no puedo imaginar algo
tan odioso pudieran hacerte para desear vengarte de ellas, causándoles un
problema tan grave que no se pudieron graduar como las demás. Respóndeme?
Cohibida totalmente por aquel señor, no sabía que
responderle, estaba tan confusa consigo misma al enterrarse de lo sucedido, ya
que ella al vivir en Barcelona, no se enteró de nada de lo sucedido, tras
graduarse y volver ese mismo día a Barcelona, ahora estaba siendo regañada de
aquella forma sin encontrar palabras que pudieran justificarla con las que
responder… solamente se sentía terriblemente avergonzada de sí misma, por
haberles causado un problema de esa magnitud, claramente se le había ido de las
manos, y ahora años después, se acababa de enterar de lo que sucedió y ella lo había
provocado, no encontraba motivo alguno para causarles tal problema, pues
claramente esa no fue su intención, deseaba vengarse de lo que le hicieron,
pero nunca hubiera imaginado que fuera tan grave lo que provoco!
(Sr. Braun) -. Ya veo que no eres capaz de responderme
algo que resulte coherente, verdad!!! Nada?
Ósea que por una venganza, por una serie de tonterías de niñas
malcriadas, que te pudieron hacer? …Te quemaron tu uniforme? Te quitaron el
novio que te gustaba a ti, y que no te atrevías a confesarle a él, que te
gustaba? O porque en clase te tiraban granos de arroz con el tubo de un
bolígrafo usándolo como cerbatana? Por levantarte la falda y bajarte las bragas
en el recreo ante todos los chicos? Por tirar tu trabajo de ciencias y que
tuvieras que repetirlo? Que además seguramente que tú no te quedarías atrás
tampoco… porque seguro que les harías alguna jugarreta, verdad? como colocarles un cubo de pintura en la
entrada a la residencia de chicas, o puede que les pusieras pegamento en sus
sillas en clase, es mucho mentir que les falsificaste las notas de sus exámenes
de matemáticas, para que sus padres las castigaran… o romperles la cerradura de
sus taquillas en el vestuario, etc… etc…
todo eso era tan grave para arruinarles la vida y existencia?
Susana ahora
estaba más avergonzada de lo que hubiera estado jamás. Pues como podía saber aquel señor todas y
cada una de las gamberradas que les habían hecho las chicas, y también las que
les había hecho a ellas.
(Sr. Braun) -. Sabes desvergonzada!!! Conozco muy bien a sus padres, y te puedo
garantizar que el falsificarles las notas de matemáticas, al enterarse sus padres,
recibieron cada una tal azotaina que tuvieron problemas para sentarse una
semana. Cuando te quemaron el uniforme, el director las castigó, a ambas con el
cinturón, y al enterarse sus padres, les dieron otra azotaina con el cepillo de
madera, estuvieron dos semanas doloridas. Por levantarte la falda y bajarte las
bragas, fueron castigadas por su profesora a estar en clase una semana, en el
rincón con la falda levantada y las bragas bajadas, además su profesora llamo a
sus padres, y durante esa semana todas sus compañeras las pudieron ver como
llevaban sus traseros de colorados.
Sabes que es lo peor de todo ello?
Que cuando fueron denunciadas por el director y suspendidas sus carreras
sus padres les dieron tal azotaina, que durante un mes no pudieron ponerse
falda, luego resulto ser, que las habían castigado sin motivo aparente, aunque
no fueran totalmente inocentes, si!!! Es cierto que te hicieron muchas
trastadas, pero tu sabias que habían sido castigadas en sus casas por ello, en
cambio tú, despechada y desvergonzada!!!
Por el cubo de pintura nadie te castigo, aunque estuviste expulsada de
la universidad una semana, tus padres no te castigaron, aunque sí lo hizo el
director, el cual te hizo sentir la severidad del cinturón. Por falsificar las
notas, no encontraron pruebas contra ti. Por lo que tampoco te castigaron. Por
romper y forzar las cerraduras de sus taquillas nadie te encontró culpable, por
lo cual nadie te castigo, pero fuiste tú!!! Es o no es cierto todo…?
Susana estaba
sin palabras, al escuchar todas aquellas trastadas que le habían hecho y que
ella había hecho, pero si antes estaba avergonzada. Tras todo lo que el señor le había
recriminado y que era cierto, ella misma se veía confusa con todo, porque
claramente la que quedaba como la mala de todo, era ella… y al recordarlo todo,
aun se sentía mucho peor y empezaba a comprender porque ellas, al intentar
acercarse y hablarles para disculparse no quisieron saber nada de ella. Pero el
señor siguió su retahíla de regaños hacia ella haciéndola que sus ojos
brillaran a punto de echarse a llorar….
(Sr. Braun) -.
Imagino desvergonzada!!! Que
ahora debes de encontrarte atrapada, y que sabes vas a ser castigada
severamente por todas y cada una de tus faltas, tanto del pasado, y un poco por
las que no fuiste castigada en su momento, y que lo vas a ser ahora en este
instante. Pero antes pequeña sinvergüenza te quiero aclarar porque tengo esta
información, como has podido comprobar es una información que ni tan siquiera
tú Tutor conoce, aunque sí sabe por qué yo dispongo de toda esta información, y
el motivo por el que te ha traído a Londres, él es un espléndido spanker y no
hubiera sido necesario el traerte a Londres, te podría haber castigado el
mismo. La chica que conocías como Victoria, es mi hija y Sofía es mi ahijada y
sobrina. El Sr. Ethan Smith que está en el despacho de al lado, es el padre de
Sofía el cual ya conocerás… Ahora siete años después te voy ajustar las
cuentas, te voy a castigar yo!!! Pero
eres una mujer afortunada, porque te voy a castigar como spanker
profesional. No como padre ofendido, de
ser así, te castigaría en mi casa ante mi hija, mi esposa, mi hermana y su
marido, al igual que ante mi sobrina, y no te consentiría marcharte, te
quedarías varios días en mi casa, recibiendo azotainas al más mínimo error.
El Sr. Braun retiro su mano de la barbilla de Susana,
ahora en esos instantes si lloraba de la vergüenza, nunca se hubiera imaginado
que sería castigada por el padre de su mayor enemiga, Victoria y por si no
fuera una situación lo suficientemente desagradable, el futuro no le deparaba
nada bueno con el padre de su otra peor enemiga, Sofía. Al poder bajar la
cabeza, pudo ver a su Tutor con el rostro claramente enfadado con ella, se le
helaba la sangre con aquella fija mirada en ella. Viéndole sentado en un sofá
en el rincón a la izquierda de la puerta de entrada del despacho, y en el que
podía ver una silla colocada a unos metros del sofá, orientada justo mirando
hacia su Tutor, en la cual pudo observar como el Sr. Braun se sentaba en ella a
la espera. Susana les podía ver desde
donde se encontraba, donde la había dejado la secretaria al entrar, justo a la
derecha de la mesa del despacho, y al Sr. Braun lo tenía enfrente de ella al
fondo, dándole la espalda solo pudiendo verle el rostro a su Tutor, lo que la hacía
verse así misma en una situación inverosímil. Esperaba ser llamada, tener que ir
hacia él para ser castigada, pero no sucedía tal cosa, lo que la situaba en una
situación que no comprendía, y que la hacía ponerse mucho más nerviosa, así
como con un gran temor al castigo, como sentir aquella angustia creciente en
ella, siendo cada minuto que pasaba un verdadero tormento para ella, a su vez
haciéndola sentirse más angustiada.
Ya habían
pasado varios minutos sin suceder nada, Susana estaba confusa y angustiada ante
esa situación, los nervios los tenía en tensión, pasado el tiempo había hecho que dejara de llorar, llevando ya varios
minutos sin saber porque estaba aún allá en pie, aquella espera resultaba algo
insospechado para ella, sintiéndose cada minuto más nerviosa e intrigada. Sus
dedos de las manos, nerviosos doblaban y desdoblaban el dobladillo de su falda,
así como tallarse el trasero de la misma, varias veces, incluso había sido
sorprendida por la mirada de su Tutor, viéndola sobarse el culo introduciendo
sus manos bajo su falda, sobándose el trasero sobre sus bragas, o pillada
infraganti por su Tutor aliviándose de la presión del elástico de las perneras
de sus braguitas, al sentir la presión del elástico en la base de sus nalgas e
inicio de sus muslos resultando molestas. Susana no hacía más que mirar hacia el sofá en
el cual se encontraba su Tutor, cuando en ese instante se abría la puerta del
despacho entrando la Srta. Betty la secretaria, para su mayor desconcierto pues
al pasar ante ella, la vio cómo se sobaba el trasero con las dos manos al
tiempo, haciéndolo de forma vigorosa, por lo que tras haber visto a las chicas
frotarse cuando salían, adivino que la Srta. Betty acababa de recibir una
azotaina, viendo como la Srta. Betty se
colocó a la derecha del Sr. Braun a escasos dos metros de distancia, y
manteniéndose en pie derecha ahí permaneció, y se sobaba el culo con una mano. En ese momento Susana escucho detrás de ella,
el abrirse una puerta y cerrarse para poco después escuchar pasos detrás de
ella, viendo luego a un señor tan alto y más corpulento que el Sr. Braun, que
pasaba ante ella sin decirle nada dirigiéndose hacia el sofá, sentándose al
lado de su Tutor estrechándose las manos a modo de saludo, su Tutor le hablo al
entrado Sr. Ethan rompiendo aquel silencio.
(Sr. Henderson) -. Como estas Ethan? Mucho trabajo, eh! Al
parecer te has ocupado de tu secretaria, Betty? Ella no tiene la culpa de que
se haya demorado…
(Sr. Ethan) -. Los caballeros al entrar me lo han
explicado, que en la sala de espera había una chica con problemas, es algo
habitual que las mujeres ante la espera, la angustia que experimentan les hace
pasar malas jugadas, sobre todo cuando llevan tiempo esperando. Pero ello no la
justifica que les dejase a los clientes permaneciendo de pie en la entre sala,
esperando durante casi quince minutos, si le has pedido un favor, y que ella te
haya atendido me parece muy bien y muy correcto, pero podía haberles dicho a
los clientes, que además son amigos de la casa, que entraran sin esperarla a
ella, ellos me han explicado todo al entrar, pero ello no disculpa a Betty,
pues sabe muy bien lo que debe hacer, si se sucede o se encuentra con un caso
de fuerza mayor. John! cuando desees puedes continuar, hay nuevos clientes en
la sala aguardando.
(Sr. Braun) -. Betty! Puedes hacer el favor de traerme a
la muchacha!!!
Susana sintió en
ese instante un nudo en la garganta, tras escuchar que había llegado el momento
que tanto temía, pudo ver como se le acercaba la secretaria. Viéndola venir
hacia ella, deseó salir corriendo, pero sus pies no la obedecían del pánico, su
angustia se le acelero de tal forma que sentía una sensación extraña que
aumentaba en ella, sin saberlo aquella sensación de ahogo que experimentaba en
esos instantes, era debido a la adrenalina que
aumentaba por momentos en ella y viendo a Betty ya cerca de ella,
sobándose su trasero con su mano derecha, lo que hacía a Susana temer más ese
momento, de ser llevada hacia los señores que aguardaban sentados.
Cuando estuvo
a su lado, le paso su brazo por los hombros, haciéndola caminar a su costado
derecho, sintiendo en dicho brazo como la muchacha temblaba de temor, hacia
donde estaban los caballeros sentados, siendo todo demasiado ceremonial para
ella sin comprender porque, aunque en esos instantes su mente no carburaba
pensamiento alguno. Viéndose así misma caminando hacia quien la iba a aplicar
el correctivo, a su lado la secretaria le hablaba tratando de tranquilizarla,
llevándola abrazada por sus hombros, Susana la miraba con su rostro
congestionado por la preocupación, pues como podía pensar en tranquilizarse si
la iban a castigar en breve, al pasar por detrás de la silla que aguardaba el
Sr. Braun, Susana se frenó resistiéndose avanzar, pero unas palabras de la
secretaria de advertencia, hizo que dejara de forcejear quedando de pie en el
costado derecho del Sr. Braun, que claramente molesto por haberse resistido la
agarro la mano izquierda y tirando de ella hacia él, la coloco sobre sus piernas boca abajo
acomodándola bien y con la mano derecha de un solo movimiento le levanto su
falda tableada azul marino del uniforme, dejando bien expuesto su trasero
cubierto por sus bragas de algodón blancas con los dibujos de racimos de uvas
amarillas, sintiendo Susana como era agarrado su brazo derecho y doblado con
suavidad colocándoselo sobre su espalda en un ángulo de noventa grados con
respecto a su muñeca, codo, y hombro. Dada su estatura quedaba con sus piernas
colgando sin tocar el suelo, su cuerpo sobre los muslos con la cabeza casi
recostada en el muslo del Sr. Braun, pues este había separado sus rodillas para
acomodarla bien, y su brazo izquierdo agarrándose con la mano en la pata
perpendicular al respaldo de la silla y lateral izquierdo de la misma.
(Sr. Braun) -. Srta. Betty… me hace el favor de traerme
el cepillo largo, de los tres que hay en el armario, el tercero!!!
La secretaria obedeció de manera inmediata caminando
hacia la mesa del despacho, justamente detrás del sillón de cuero del Sr. Braun
abrió la puerta del armario, en el cual dentro había toda una serie de
instrumentos, bien colocados por diámetros y tamaños. Cogiendo el cepillo
requerido y cerrando el armario.
Mientras Susana nerviosa permanecía echada boca abajo sobre las
rodillas, viendo como la Srta. Betty se acercaba hacia a donde estaba ella,
llevando el cepillo sujetándolo con la palma de su mano derecha la base plana,
con las cedras hacia arriba, y con la mano izquierda sujetaba el cepillo hacia
la mitad del mango, llevándoselo el Sr. Braun de tal forma que solo tuviera que
agarrarlo por la parte baja del mango, ya predispuesto para ser utilizado sobre
el trasero de Susana, que al verla pasar por detrás de la silla, su cuerpo
empezó a temblar de miedo de la azotaina que iba a recibir.
Segundos
después se escuchaba el primer azote en el culo de Susana, y como la azotaina
se presagiaba que sería bien propinada, pues los azotes eran seguidos sin dar
ninguna tregua al indefenso trasero de la muchacha, que solamente aullaba del dolor
durante la primera veintena de azotes, aunque fuera la azotaina con las bragas
puestas, estas no protegían en nada en absoluto su trasero, pues ella lo sentía
arder como el mismísimo infierno, en otras circunstancias posiblemente se
habría puesto a llorar apenas a los primeros azotes, pues le dolían de tal modo
que no se explicaba que los resistiera por mucho más tiempo, pero el saberse
que estaba ante dos hombres observándola, y uno de estos fuera su Tutor, puede
que le diera cierto coraje de voluntad, pero no era por ellos, ya que el que
estuvieran allí, solamente le producía mucha vergüenza que a sus treinta y
cinco años, la estuvieran dando una buena azotaina sobre sus bragas blancas de
algodón, con aquellos dibujos de racimos de uvas amarillas. Pero en realidad lo que le daba el coraje era
que hubiera una chica de apenas veinte años observándola como era castigada,
sobre las rodillas de aquel señor.
Aunque durante el fragor de la azotaina sentía tanto dolor que sus
piernas ya llevaban rato entrecruzándose entre ellas, para poco después
patalear subiéndolas y bajándolas por la desesperación del intenso dolor en su
culo, sin poder contenerse más y rompiendo a llorar sin importarle ya nada, ni
estar ante aquellos dos hombre, o el que le estaba calentando el culo con tal
severidad o que estuviera viéndola una muchacha de veinte años, ya nada le
importaba, solo tratar como fuera de mitigar de algún modo el intenso fuego que
sentía en su trasero, y que cada vez le abrasaba mucho más y más…. No sabía cuántos azotes, ni cuánto tiempo
llevaba recibiendo aquella azotaina, solo pensaba en que parase de una vez como
fuera, porque no soportaba el intenso ardor de
sus nalgas doloridas, y que no parecía pretender quien la azotaba el
culo, darle una tregua… En un momento pareció
que se había acabado, pues sentía un intenso fuego en su culo inflamado e
dolorido, pero había dejado de recibir nuevos azotes. Cuando sintió que unos dedos hurgaban en la
cinturilla de sus bragas, girando su cabeza un poco pudo ver que era la propia
secretaria, quien le había introducido sus dedos entre la cinturilla de sus
bragas, y que era ella la que se las estaba bajando dejando su culo desnudo y
expuesto, pero ya no pudo ver nada más, los azotes volvían de nuevo a caer
sobre sus desprotegidas nalgas, pues le habían sido bajadas sus bragas, pero
los azotes le seguían haciéndole arder el culo como si estuviera sentada en la
boca de un volcán en erupción, sintiendo verdadero ardor en su trasero. Llegado
un momento la azotaina ceso, quedando Susana desmadejada sobre el regazo del
Sr. Braun siendo el mismo, quien le subiera sus bragas, levantándola de su
regazo, al ponerse en pie aun llorando desconsolada, había sido una azotaina de
la que iba a resultar difícil de olvidar, pero acorde a la terrible falta que
había cometido.
La secretaria
se la llevo delicadamente, pasándole su brazo derecho por su cintura, aun con
la falda levantada pues Susana se acariciaba su inflamado y dolorido trasero
con sus manos sobre sus bragas, llevando a la muchacha al servicio en el mismo
despacho. Le lavo la cara llena de los chorretones que tenía dibujados en su
rostro, por las lágrimas derramadas, la cepillo el cabello despeinado y
enredado debido a sus movimientos desesperados del intenso dolor en su trasero,
moviendo su cabeza frenéticamente durante su castigo, y una vez aseada salieron
del servicio caminando Susana aun llorando y con sus manos todavía sobre sus
bragas sin atreverse a frotarse por el intenso dolor, sintiendo en las palmas
de sus manos el intenso fuego que emanaba de sus nalgas.
La secretaria
la llevo hacia la salida, pasando por delante del Sr. Henderson el cual
caminando a su lado la cogió de la mano saliendo del despacho, al abrir la
puerta que daba a la sala de espera, Susana ni tan siquiera vio a las chicas
que esperaban fuera con sus respectivos acompañantes, seguía llorando ligeramente
encorvada hacia adelante con la mano derecha en el trasero, por encima sus
bragas sin importarle que se las pudieran ver. El Sr. Henderson la llevaba de
la mano izquierda, la falda le cubría de ese lado, pero aun visible la mano que
Susana llevaba posada en su dolorido trasero, mostrando por debajo del elástico
de la pernera derecha, la rojez intensa de su trasero. Al salir de la sala de espera, su Tutor la
hizo entrar al servicio de hombres, siendo este muy espacioso y con una silla
confortable en la cual tomo asiento, sentando a la pequeña Susana en sus
muslos, la cual se le abrazo a su cuello llorando así abrazada a él, estuvo
varios minutos hasta que ya solamente sollozaba, su Tutor pacientemente espero
hasta que dejase de sollozar, ya cuando estuvo más calmada la hizo levantar de
su muslo, para colocarla boca abajo sobre sus rodillas.
Susana temió
que la fuese a castigar por su comportamiento, pues en la sala de espera la
había amenazado con ajustarle las cuentas por mojarse las bragas de orina, algo
que era totalmente falso. Sintiéndose alarmada cuando le levanto la falda, y
como luego introduciendo sus dedos entre el elástico de la cinturilla de sus
bragas se las bajaba a medio muslo, Susana estremecida apretó sus nalgas
doloridas temiéndose lo peor y comenzando a sollozar de nuevo. Pero algo frio sintió en sus nalgas, y poco
después la mano derecha de su Tutor le acariciaba su inflamado y dolorido
trasero, repartiendo el frescor de la crema refrescante, mitigando así su
intenso ardor que sentía en él, pero lo que acababa de ponerle su Tutor la
refrescaba sus nalgas, resultando una caricia muy agradable, le ardió sus
mejillas de la vergüenza, cuando aquellos dedos la acariciaban repartiendo
aquella refrescante crema entre sus muslos, llegando a rozar su sexo
fugazmente, pero suficiente para sentirse húmeda al fluir sus fluidos, así como
aquella caricia se centró en apaciguar su intenso fuego, sintiendo como los
dedos le volvían a rozar su intimidad y llegar a un orgasmo, lo cual la hizo
sentirse incomodada de la vergüenza.
Su Tutor
observando a su pequeña pupila, le subió sus bragas y bajándole la falda la
hizo ponerse en pie ante él. Mirándola a los ojos vio en ellos agradecimiento
por como la había aliviado el intenso fuego de su trasero, sonriéndole pero
retirando su mirada por la vergüenza que sentía. En ese instante su tutor le
desbrocho la falda, dejándola caer a sus pies formando una corona en el suelo,
le hizo levantar un pie y luego otro, ella avergonzada no se atrevía a mirarle
al dejarla ante él en bragas, las cuales aprovecho para subírselas bien
ajustándoselas a su cintura, extrajo una falda de la mochila de color gris
perla tableada, y se la puso, dejándole la blusa blanca del uniforme. Poco
después salían del edificio a la calle, caminaron durante el resto de la mañana. Susana se la podía ver como al caminar tenia
ciertas dificultades, que al estar en la calle y no poder sobarse como hubiera
deseado, movía sus caderas entre girándolas
a derechas e izquierdas, su Tutor a su lado observaba en silencio, ella
al hacerlo con la mirada baja no le veía, pero él no se perdía detalle alguno,
sobre todo sonriendo cuando ella disimuladamente se sobaba el culo, hasta
llegar a una calle céntrica de Londres donde había restaurantes y gente
paseando en su ir y venir a esa hora puntual del mediodía, hora de comer. Al salir del edificio a Susana le costó
bastante el adaptarse a caminar, con su trasero tan dolorido como lo llevaba, y
con cierto temor a que una brisa de viento le pudiera levantar su corta falda,
pudiéndola ver como llevaba el culo de colorado, pero tras la primera hora de
andar se fue adaptando a estar dolorida, aunque de tanto en tanto sentía la
necesidad de sobarse el culo, por lo que antes solía mirar disimuladamente en
todas direcciones y si no había nadie cerca, poder sobarse.
Pero a esas
alturas de la mañana, Susana sentía otras
preocupaciones alarmantes, sentía una enorme sensación de picor en su trasero,
que la molestaba muchísimo, además las braguitas las llevaba tan ajustadas que
le presionaban sus nalgas, sobre todo debido a lo inflamadas que estaban, por
si ello no fuera ya bastante suplicio, en esos momentos sentía como el elástico
de las perneras le apretaban sus muslos, y las bragas de algodón suave al tacto
al ponérselas la secretaria, se habían convertido en un tejido rasposo muy
molesto, y al andar, sus nalgas tenían movimiento propio a cada paso que daba,
se le agitaban por si solas agravando debido a su inflamación las había
aumentado sintiéndolas mas pesadas y sintiendo la tela de sus bragas como si
fuera lija de lijar madera, en esos instantes hubiera preferido usar pantalones
ajustados, así sus nalgas no se le agitarían como teniendo vida propia, otra
complicación que la preocupaba en exceso, era fondillo de sus braguitas, las
llevaba tan mojadas que sentía unas gotas resbalar entre sus muslos, todas esas
sensaciones la hacían caminar con cierta turbación por si alguien se pudiera
dar cuenta.
Era la hora de
comer y hacia un sol radiante, fueron mirando mientras paseaban varias cartas
de restaurantes, de terrazas en aquella calle céntrica y muy concurrida de personas,
pero su Tutor no se acababa de decidir hasta que llegaron a una terraza,
invitándola a tomar asiento en una de las mesas de la terraza, ella al ver las
sillas, hizo un mohín con sus labios mirando a su Tutor negando con la cabeza,
pero su Tutor la ignoro sentándose él en la mesa. A Susana no le hizo gracia
alguna, pues la silla era de mimbre, por lo que al sentarse debió acampanar su
falda, sentándose sobre las bragas para así no mojar su falda de color gris
perla. No deseaba pensar mal de su Tutor, pero en esos momentos por su mente paso
por su cabeza, porque le había hecho cambiar de falda, ya que sobre la falda
azul marino del uniforme, la humedad de sus braguitas de manchar la falda
habría pasado desapercibida, en cambio al ser color gris perla, de mojar de
fluidos la falda, se habría visto notablemente. Así como el hecho de hacerla
sentar en una silla de mimbre, su Tutor no es que estuviera mirando las cartas
de restaurantes, miraba sus sillas, y en breves minutos de estar sentada se
confirmaron sus sospechas, el mimbre estaba causando estragos sobre su
inflamado y dolorido trasero, mientras su Tutor sonreía, a los pocos minutos ya
no sabía cómo acomodar sus nalgas sobre el asiento, teniendo que
disimuladamente apoyar sus manos en el borde del asiento y levantar levemente
su trasero, a lo que su Tutor que la miraba, al ver lo que hizo le negaba con
la cabeza que no lo hiciera, durante la hora y media que estuvieron sentados
comiendo, ella ya no sabía cómo colocarse en la silla, deseando acabar de una
vez y poder levantarse, pero sobre todo poder ir al servicio y bajarse las
bragas, que le molestaban horriblemente el solo llevarlas puestas. El dolor en
su trasero parecía haberle dado un respiro, pues al estar tanto tiempo sentada
lo sentía como apelmazado o dormido, aunque si sentía el intenso ardor
aprisionado bajo sus bragas. El moverse inquieta en la silla, la incomodaba
tanto, como el que la pudieran ver el como lo hacía, pues habían miradas que la
observaban, lo que la hacía avergonzarse, siendo incapaz de levantar su mirada
por la timidez, aunque lo que pudieran admirar era la belleza de su rostro, el
cual mantenía un aura a su alrededor que resaltaba en ella.
Una vez
acabado de comer había llegado el momento de levantarse de aquella endiablada
silla, su Tutor se levantó primero y rodeo la mesa acudiendo a ayudarla, ella
estaba algo molesta por haberla hecho sentar en aquella silla, ya que el mimbre
del asiento había sido horrible permanecer sentada, sintiendo como al moverse
sentía pequeños pellizcos, ya que imaginaba que tendría el mimbre marcado en
sus muslos. Pero al ir a levantar el culo de la silla, agradeció que estuviera
ahí su Tutor para ayudarla, pues su ardiente e inflamado trasero al levantarse,
un terrible pinchazo en el culo le hizo flaquear las piernas, de no haber
estado su Tutor para sostenerla se habría caído al suelo, y todos los
comensales se habrían dado cuenta de cómo llevaba el trasero de castigado. Al
levantarse y estar en pie se avergonzó poniéndosele muy coloradas sus mejillas,
mirando hacia atrás y en todas direcciones, para su mayor vergüenza vio que
casi de todas las mesas la miraban a ella, y más en el momento de auto reflejo
que tuvo por acción natural de su cerebro, el llevarse sus manos al trasero
sobándoselo, en ese instante se olvidó incluso de ir al servicio, solo deseaba
marcharse cuanto antes de aquella terraza, en la que todos se habían dado
cuenta que le habían dado una azotaina, o ello es lo que ella pensó.
Su Tutor se la
llevo caminando por la acera, pero aún muchos la seguían observando, pues sin
darse ella cuenta, meneaba sus caderas de manera que llamaba la atención, pero
de alguna forma tenía la necesidad de aliviar el intenso dolor del trasero, que
al levantarse de la silla se le había despertado de nuevo, doliéndole
intensamente de nuevo. Al doblar la esquina se apoyó con la espalda en la pared
terriblemente avergonzada, aprovechando para sobarse el culo con sus dos manos,
mirando a su Tutor poniéndole un rostro angelical de buena chica, rogándole con
la mirada volver a casa, aunque respiraba aliviada al sobarse el trasero,
mientras su Tutor se había puesto frente a ella para cubrirla y no ser
observada.
Aun tuvo que
caminar por las calles de Londres durante una hora y media, hasta que llegaron
a la estación, por fortuna el tren que debían coger salía en diez minutos, por
lo que bajando por las escaleras llegaron al andén donde el tren esperaba para
su salida, subiendo a un vagón que estaba vacío, solo viajarían ellos dos. Su Tutor tomo se acomodó en el asiento de
enfrente, e hizo que Susana ocupara el que estaba frente a él, en sentido de la
marcha del tren. No tardo más que unos
minutos en salir en dirección a Leicester, haciendo parada en su ciudad.
Durante el trayecto apenas hablaban, aunque Susana tuvo varias veces que
cambiar de posición, en ese instante su tutor le hablo…
(Sr. Henderson) -.
Cómo te sientes pequeña?
(Susana) -.
Auch! Muy dolorida…
(Sr. Henderson) -.
Eso no es necesario que me lo digas, te he visto cómo te ha dado mi buen
amigo John, una buena azotaina con el cepillo, viendo cómo te ha puesto el culo
de morado con la severa azotaina que te ha dado, con las bragas bajadas y pataleando
en el aire como una chiquilla! Te
pregunto cómo te sientes? Aun te sientes
culpable por tu error, el cual cometiste
con esas chicas?
Susana cerró los ojos de la vergüenza, al escuchar cómo
le había visto su Tutor recibir la azotaina, así como le había puesto el culo
morado con los azotes del cepillo…
(Susana) -. La
verdad es que creo que sí, un poco sí. Pero aliviada… No sé. Es que han sido
muchas cosas, “Auch” duele! Cuando
íbamos de camino… luego el llegar a la sala de espera… he sentido tantas cosas
que, no se… estoy confusa… pero culpable, creo…
(Sr. Henderson) -.
Sabes que cuando lleguemos a casa vamos hablar tu y yo verdad? No
creerás que tu comportamiento de esta mañana, te vas a salir de rositas, mírate
desvergonzada como estas poniendo el asiento, cochina!!! Cuando lleguemos te
voy a enseñar yo… .- Susana
hizo un puchero al oír que sería de nuevo castigada ese día, al llegar a
casa. Era como cuando de niña hacia una
travesura en la casa de sus tíos, y su papa se le acercaba diciéndole al oído, “Veras como te voy a dar yo portarte mal en
casa de tus tíos, vas a ver lo que es bueno en casa, vas a irte a la cama bien
caliente…” algo que la hacía estremecer. Ayer cuando te coloque sobre mis rodillas, recibiste una azotaina por
mojarte las braguitas y no querer mostrármelas, al tener que
entregármelas. Si cuando te mande
desnudar y entregarme tu ropa, lo hubieras hecho sin más. Yo como spanker que
soy y que has averiguado que lo soy, al referirse el Sr. Braun hablándote de
ello. Sospecho que ello te tiene
intrigada, verdad? .- Susana asintió
con la cabeza. .- como te decía, pequeña
desvergonzada!!! Si no te hubieras resistido a quitarte las braguitas, quizás
no me habría dado cuenta en ese momento, pero al hacerlo debía de existir una
razón, por ello al entregarme las braguitas enrolladas, como si desearas
ocultar algo, pues de haber pretendido ocultar una prenda por ser intima, me
las habrías entregado con tu ropa, pero no fue así. Eso me intrigo y por ello
desenrolle el ovillo que habías hecho con ellas, viendo tu secreto. Luego una vez en casa te castigue por
cochina! y me volviste a dar claras pruebas de mis sospechas, que no te
desagrada el ser castigada, por lo que ese malestar que desde siempre has
sentido, se debe a que sientes sensaciones agradables cuando estas sometida
bajo una fuerte presión, lo que te hace sentir un millar de dudas y que no
llegas a definir por qué las sientes, pero te embargan tu ser. Lo que nos lleva a la conclusión de que
cuando experimentas las sensaciones de temor, angustia, vergüenza y nervios, la
adrenalina te sube de tal manera al saber que vas a ser castigada, esa
sensación de adrenalina es lo que te hace desear sentirte avergonzada,
experimentar esa fuerte angustia y desear vivir bajo el temor de ser
disciplinada, el sentirte que estas segura, buscando esa seguridad en una
persona que influya sobre ti, y que te oriente en la vida, y vivir bajo esa
adrenalina de tensión, pudiendo ser castigada con una severa azotaina, si eres
merecedora de ello. Eso es lo que
llamamos los spankers, sentimiento spankee.
Pero todo podría deberse a una circunstancia temporal, por lo cual me
era necesario tener más pruebas de ello, por ello te he observado todo el día
de hoy. Comenzando desde primera hora de
esta mañana, y luego al darte la ropa a ponerte esta mañana, he escogido unas
braguitas rosas para llevarlas bajo la corta falda de tu uniforme. En el tren me he sentado enfrente de ti, con
esa falda tan corta te podía ver el fondillo de tus braguitas fácilmente.
Viéndolas que nada más subir al tren, ya una línea de humedad se apreciaba en
ellas, ya que el color rosa es muy visible bajo esa particularidad. Antes de
bajar del tren, ya no era una simple línea húmeda, ya tenías todo el fondillo
de tus braguitas húmedas, el tratar de cubrirte constantemente estirando de la
falda, lo disimulabas, pero al rato viendo el paisaje se te olvidaba y tu
ingenuidad te hacia separar tus rodillas, mostrándome tus braguitas. Por ello
utilice mi teléfono móvil, para enviarle un mensaje a mi amigo, de que al
llegar a su oficina nos hiciera esperar hasta que yo se lo indicara a su
secretaria. Viéndote como te angustiabas en la sala espera, así
como ver que estabas desbordaba por los nervios, por la tensión y la adrenalina
al máximo en su cota. Cuando la secretaria te ha llevado al servicio, era lo
que habíamos acordado, para hacerte entrar al despacho en ese momento, el que
hayan entrado otros clientes, no estaba programado, pero ha sido una delicia
verte avergonzada por su presencia, y por ello Betty te ha dejado las bragas a
medio subir, ella como buena secretaria, y excelente spankee es conocedora de
la vergüenza que ibas a sentir, ya que ella misma sentiría mucha vergüenza de
estar en tu lugar, y ella mejor que nadie lo sabe. Una vez dentro del despacho, el Sr. Braun te
ha regañado como hubiera hecho yo mismo, si te preguntas si yo sabía que era
Victoria su hija, si lo sabía, es mi ahijada además. Entre spankers utilizamos el dicho “cocinar a
fuego lento a una spankee” Por ello para que la adrenalina te subiera mucho
más, te hemos hecho esperar en el despacho todo ese tiempo, y como tu Tutor no
me he perdido detalle, de todos tus movimientos, como te acariciabas el
trasero, nerviosa doblabas del borde de tu falda, como mirabas en todas
direcciones, y como mirabas a Betty sobarse el culo, tus manos iban de aquí
para allá nerviosas. Y ahora solo hay
que verte como llevas tus bragas de mojadas… Ya te sientes tan desvergonzada!!!
Que ni me ocultas tus bragas, es más separas las piernas expresamente, porque
la adrenalina de recibir una azotaina te está excitando, a pesar de lo mucho
que debe de dolerte el culo y sabes? No te voy a defraudar mi pequeña spankee
desvergonzada!!!
Susana no sabía a donde mirar de la vergüenza, saber que
todo lo había organizado su Tutor, aun la hacía avergonzarse más, pero sobre
todo estaba avergonzada en esos momentos, pues sus bragas las tenía muy
mojadas, y podía sentir como bajo su trasero corría la humedad por el
asiento. Nada más llegar a la estación
se levantó antes de que el tren se detuviera, su Tutor al verla levantarse, con
su mano izquierda le dio un buen azote desde abajo arriba, con lo cual la hizo
saltar al sentir el fuerte azote en la base de sus nalgas levantándosele la
falda y mostrando sus bragas, Susana pretendió salir rápido al compartimento de
salida, y antes de salir, otro sonoro azote lo sintió en el culo dolorido.
Captando la indirecta de que debía esperar a su Tutor y bajar con él. De la mano de su Tutor salieron de la
estación, encaminándose a casa. Al
llegar al parque cercano a la casa, la agarro con más fuerza de la mano, llevándola
hacia un banco, donde se sentó su Tutor. Sin apenas tiempo a darse cuenta de
nada, cuando se vio Susana sobre las rodillas de su Tutor recibiendo una
azotaina con las bragas bajadas, en el parque y en un banco situado bajo una
encina muy frondosa que les ocultaba, solo fue unos instantes, pero suficientes
para dejarla con el culo doliéndole más, la dejo incorporarse y agarrándola de
la mano volvía a tirar de ella hacia la casa, Susana aun con sus bragas
bajadas, se las intento subir con una sola mano, resultándole muy difícil con
la falda a medio bajar, mientras su Tutor seguía tirando de su muñeca derecha,
llevándola casi arrastras, ya que ella trataba de subirse las bragas, con lo
cual trastabillaba tropezando con sus pies, nada más llegar a la puerta, dos y
tres nuevos azotes en el culo se llevó, al abrir la puerta la hizo entrar, y
agarrándola de la oreja la llevo a la sala de estar, en la cual la volvió a
colocar sobre sus rodillas y tras levantarle la falda y bajarle las bragas de
nuevo, le dio una azotaina con la mano, Susana aullando y llorando sintió de
nuevo como su trasero le abrasaba, y así se levantó el Sr. Henderson con ella
sobre sus rodillas, sin dejarla caer, pasándola a colocar bajo su brazo
izquierdo llevándola en volandas hasta su habitación en la cual, la desnudo el
mismo, dejándola solo en bragas, pues las tenía bajadas a sus tobillos, se las
subió el mismo, y de dos buenos azotes en el culo, la hizo echarse en la cama
boca arriba tapándola con las sabanas…
(Sr. Henderson) -. Estas castigada desvergonzada!!! Vas aprender que cuando estas en casa ajena,
si tienes que ir al servicio lo pedirás, en vez de callar y tratar de aguantar,
si no me hubiera dado cuenta te habrías meado encima, haciéndome pasar más
vergüenza de la que ya me has hecho pasar hoy, pero yo te voy a enseñar como es
debido, querías que un Tutor se encargase de ti, verdad? Pues yo te voy a enseñar que eres una mujer y
no una mocosa, y lo aprenderás por las buenas o por las malas!!!
Susana
tapada hasta el cuello sentía como su trasero le abrasaba, aun con lágrimas en
sus ojos sollozaba de la azotaina recibida, en la sala de espera, recordando
como la había transportado bajo su brazo llevándola en volandas a su
habitación, con algún que otro azote que recibía al llevarla, a ella pataleando
con las braguitas bajadas en sus tobillos, y en su habitación siendo desnudada
por su Tutor y Spanker, como le daba unos azotes más, y la metía en la cama
castigada. Sus bragas mojadas, su culo
ardiendo como brasas al rojo vivo, las bragas la molestaban como no hubiera
podido imaginar en la vida, el trasero inflamado y terriblemente dolorido, en
su mente pasándole una y otra vez las imágenes vividas en ese dia, en el tren,
en la sala de espera, en el despacho, la azotaina recibida con el cepillo, ver
como se sobaban las chicas sus traseros al salir, ver cómo le cambiaba las bragas la secretaria,
ver a Betty sobándose el culo, recordar las imágenes de vergüenza sentada en la
mesa de una terraza, imágenes de cómo meneaba sus caderas mientras andaba por
las calles de Londres, el andar en compañía de su Tutor llevándola de la mano y
con el culo abrasándole, así como muy dolorido. El viaje de retorno, las
palabras de su Tutor en el tren, los azotes al salir precipitadamente del
vagón, como la llevaba de la mano y tiraba de ella casi arrastras hacia el
banco bajo la encina, como en el parque le había levantado la falda y bajado
sus bragas blancas de algodón con los dibujos de racimos de uvas amarillas,
como la llevo arrastras hasta la casa, la azotaina en la sala… y ahora en la
cama… mirando como salía su Tutor de su habitación ella lo veía salir sonriendo
con una sonrisa de oreja a oreja feliz de lo vivido ese día…
…No,… no se sentía
ya culpable el recibir semejante azotaina, la había apaciguado consigo misma, había
sido castigada por su terrible error, y ello la hacía sentirse en paz consigo
misma, ya no se sentía culpable al haberle sido aplicado un severo correctivo,
aunque le costó bastante debido al dolor del culo, pero se quedó profundamente
dormida, pues su sentimiento de culpabilidad no le había dejado dormir las
últimas noches, por lo que ahora muy relajada y apaciguada se quedó dormida…
FINAL
Hola! En esta historia he querido relatar, una situacion en concreto. El momento en el que una spankee sabe que ha cometido un error, ese instante en el que sabe que ha hecho mal, y su timidez, como la vergüenza se debate en su interior, asi como el sentimiento de culpa. Pero que no encuentra solucion para encontrarse mejor consigo misma, con lo que la lleva a como calmar su alter ego, buscando quizas no la mejor solucion, con lo que recurre a buscar un consejero. Una situacion en la que un spanker se puede encontrar cuando la spankee recurre a un él. Encontrandose con la sensacion desesperante que puede darse cuando espera, que llegue el momento de serle aplicado el correctivo, viviendo unas sensaciones que la embargan como la subida de Adrenalina, esa sensacion que se experimenta cuando se corre o se va a correr un riesgo, ..."Es como quien hace puenting, que la adrenalina le sube a cotas insospechadas, hasta que salta al vacio, y descubre una experiencia relajante y exultante de bien estar, al liberar todo su estres contenido" Es la misma situacion que puede sentir la spankee cuando espera ser castigada, esa angustia, temor, nervios, culpabilidad, tension todo en una unida, y la liberacion cuando es castigada, sintiendose aliviada consigo misma. Esta historia podria dar rienda a nuevas desventuras de la protagonista Susana, creando una nueva saga de capitulos, siempre que la acogida sea buena, por parte de mis lectoras, ya que esta mas bien dirigida hacia ellas, aunque como siempre, escribo para todos mis lectores. Gracias.
ResponderEliminarHola, en este relato expuse varias situaciones que cualquier spankee puede haber vivido realmente en su vida con su spanker, me gustaria conocer las opiniones de ellas, si he estado acertado al describirlas, se que ha muchas de mis lectoras fervientes les ha encantado leer esta historia, pero no estaria de menos conocer opiniones o su situacion en primera persona. Como fue la primera vez y si fue asi, como he relatado. gracias.
ResponderEliminarHola comprendo que la persona que lee, una historia de este tipo, si da una opinión teme que luego quien pueda leerlo, pueda pensar malamente, es posible. Pero de escribir como lo hago, es para vosotros a quienes me dirijo al escribir historias, pues mi deseo primordial es que os resulten interesantes. Algunos de vosotros me habéis escrito por privado, y me parece muy bien, si deseáis mantener oculto vuestra dirección de correo, pues yo soy muy discreto, y me limito únicamente a agradecer su comentario a quien me escribe, bien felicitando, o sugiriendo ideas, aunque mi imaginación es infinita, siempre hay roles que me resultan interesantes. Por otro lado me gusta el comentar las historias, y debatir desde el respeto mutuo. Gracias a todos/as.
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