Capitulo 3
(John)-.
Perdón Señora!!! No volverá a ocurrir.- arrastras prácticamente condujo
a Sonia hacia la silla, sentándose en ella, para luego sin mediar palabra
ponerla sobre sus rodillas a Sonia-. Ves lo que has conseguido!!!
No se
esperaba que sucediera algo así, Sonia se vio echada sobre las rodillas de
John. Este le había levantado la falda y todos pudieron observar las bragas de
la profesora, blancas con dibujos de racimos de uvas azules, y como el Decano,
levantaba su mano derecha para asestarle unos buenos azotes en su trasero, estos se sucedían fuertes y muy sonoros sobre
las bragas de Sonia, ella permanecía impasible, sin siquiera pestañear, sus
piernas semi-flexionadas ni se movían,
sus manos por el otro extremo colgaban inertes, sin hacer ni un solo movimiento
que pudiera hacer interpretar que esos azotes bien dados en su trasero,
estuvieran haciendo mella en ella, las nalgas aunque cubiertas por la íntima
prenda, se apreciaba como a cada azote se agitaban, pero Sonia no mostraba
ningún gesto que hiciera presagiar que esos tremendos azotes le causaran dolor
alguno. Por lo cual John se esmeró aún más, y arreció la fuerza e intensidad de
los azotes, ahora azotaba la parte baja de las nalgas de Sonia, una parte delicada.
Ahora con cerca de una cincuentena de muy fuertes azotes, Sonia no podía evitar
exclamar algunos gemidos a cada azote que recibía, cerrando sus ojos a cada
impacto en sus nalgas y sus piernas se balanceaban a cada nuevo azote.
(Presidenta)-. Señor Lewiston!! No cree que pone
demasiado entusiasmo en azotar esa joven?
Deténgase inmediatamente…!!! Ya le llegara el momento de recibir su
castigo.
El decano le
bajo la falda y la dejo incorporar. Conduciéndola con claros gestos de estar
muy enfadado, de nuevo ante la mesa. Sonia se dejó arrastrar mientras que se
sobaba el trasero con la mano izquierda, introduciendo la mano bajo su falda,
se acariciaba el trasero sobre sus bragas, al parecer los azotes propinados la
habían escocido bastante sus nalgas, algo que todos pudieron observar como lo
hacía y como sus dedos cogían el borde del elástico, y las estiraba hacia abajo
para cubrir la zona castigada y vieran la rojez de su nalga izquierda, con la
fuerza de los azotes se le habían ido subiendo dejando expuestas sus rojas
nalgas a la vista de todos, al llegar de nuevo a la mesa y John Lewiston le
soltase su mano derecha, Sonia hizo lo propio con su nalga derecha y estirando
hacia abajo el elástico de la prenda íntima, aprovechando el momento para
frotarse ambas nalgas, con las manos introducidas bajo su falda. Los azotes
habían hecho mella en su trasero, en sus ojos se le podía descubrir cierto
brillo que presagiaba lo cerca que había estado de brotar alguna lagrima, hacía
muchos años que no había sentido azotes en su trasero, y estos los había notado
ella, vaya! si los había sentido!.
(Presidenta)-.
Señor portavoz puede continuar leyendo el comunicado de resolución.
Joven!!! No sea tan descarada y deje de frotarse… Y usted Decano Lewiston, le
he dicho que corrigiera la conducta de esta joven, no que se tomase usted la
ley por su mano. La alumna Sonia Adams en breve recibirá su debido correctivo,
pero por determinación de esta Junta de accionistas, no por decisión de usted,
Decano Lewiston.
(Sonia)-.
Pero Señora yo no soy…
(Presidenta)-.
Señorita Adams, cállese..!!! Usted aquí no tiene la palabra para hablar,
si vuelve a interrumpir seré yo misma quien la conduzca de nuevo a la silla, y
el Sr. Lewiston acabara lo que comenzó.
Señor Portavoz cuando desee puede continuar…
(Portavoz)-.
Gracias señora Presidenta de la mesa de esta Junta reguladora de
accionistas.
Alumna Sonia
Adams… Como iba diciendo antes de esta desagradable interrupción, por la alumna
acusada de una intolerable conducta, y que según hemos podido observar todos los comparecientes, con cierta falta de
educación que no será pasada por alto por esta Junta de accionistas. En el día de autos, la Alumna Sonia Adams
estudiante en prácticas para acabar su Master de Química, entonces Profesora
Adams. A las 08,45 horas de la mañana del día de autos, protagonizo un grave
altercado con dos alumnas de esta universidad, la alumna de segundo grado de
ingeniería industrial de diecinueve años, Elisabeth Braun y la alumna también
de segundo grado de ingeniería industrial de diecinueve años, Laura Carrington
ambas citadas en esta sala por esta Junta de accionistas. Dichas alumnas fueron salvajemente agredidas
y de manera indigna por la Alumna de química en prácticas, Sonia Adams, en
aquellos instantes Profesora de este centro universitario, lo que hace que
dicha agresión fuera resultado de unos hechos como ya se ha comentado
anteriormente, sencillamente intolerables.
La profesora
alego que dichas alumnas atentaron en contra de sus bienes privados, en este
caso su vehículo. Con serios daños materiales que produjeron en dicho vehículo,
hechos que fueron probados que eran totalmente verídicos según atestiguaban las
cámaras de seguridad, por lo cual han sido aquí convocadas para recibir un muy
merecido correctivo, que será llevado a cabo de forma inmediata en esta misma
sala.
Alumna
Elisabeth Braun! Levántese! y adelántese hacia la silla para la aplicación de
su correctivo, dicho correctivo será aplicado por el honorable director de esta
universidad el señor, George Aston.
Señor Aston
proceda…
… Un caballero
de unos sesenta años se levantó de su asiento, y pasando por detrás del espacio
reservado para asientos de los profesores, y luego por delante de las primeras
filas, y siguió hasta la mesa de los miembros de la Junta de accionistas. Se
agacho abriendo un armario bajo la mesa, extrayendo un instrumento de castigo,
a simple vista parecía una especie de paleta de madera de unos cuarenta
centímetros, con un mango largo, el cual haría unos veinticinco centímetros y
la base plana y ancha, mediría como unos catorce centímetros, por unos quince
hasta el inicio del mango. A primera vista parecía un cepillo de baño de madera
de cerezo, al ser de color oscuro. Luego no era una paleta. Era una especie de
cepillo de baño pero no era tal, pues en vez de cedras llevaba una especie de
espuma compacta y sólida, y para nada era madera de cerezo, si no, madera de
fresno viejo, que lo hacía a si mismo mucho más pesado, además de un muy feo
aspecto.
El Director
avanzo directamente hacia la silla deteniéndose enfrente de la alumna, al estar
a su lado se podía apreciar bien su apariencia corporal, la alumna Elisabeth
parecía una niña a su lado, apenas sobrepasaba la altura del codo del director.
Ya que dicho caballero media los dos metros veinte de estatura, de complexión
fuerte y anchas espaldas que marcaban su envergadura, ya que a ojo debería rondar
sobre los ciento cuarenta kilos de peso, sus manos parecían armarios, pues eran
grandísimas, el cepillo daba la impresión de ser uno de cabello en aquellas
gigantescas manos. Iba vestido con un traje gris oscuro chaqueta y pantalón,
con una corbata a franjas verdes, grises.
(Aston)-.
Señorita Elisabeth quiere hacer el favor de quitarse la falda.- Mientras
decía esto a la alumna, él tomaba asiento en la silla arreglándose la
americana, y soltando los dos botones delanteros, para tener más comodidad y
depositaba el cepillo en una especie de cubilete en el cual introdujo dentro,
colgado dicho cubilete en el costado de la silla a su derecha.-. Entregue la
falda al conserje joven.
… el conserje
al ser nombrado se apresuró a acercarse
hasta la joven sujetando la falda y volviendo a su lugar junto a la puerta.
(Aston)-.
Acérquese joven.- la chica se acercó a su lado, el director, medio entre
giro su cuerpo hacia ella, y con las dos manos, agarro la cinturilla de las
bragas blancas de Elisabeth, y de un solo gesto se las bajo a las rodillas.-.
Venga aquí y colóquese sobre mis rodillas..- el Director tuvo que asirla por la
cintura para auparla colocándola sobre sus muslos.-,.
…. El director acomodo bien sobre su regazo a la
joven, y agarrando el brazo derecho de ella, lo doblo con delicadeza sobre su
espalda sujetándola con su mano izquierda, y la derecha la posaba sobre las
nalgas de la joven, que al sentir su tacto, sus muslos empezaron a tener un
pequeño temblor, debía de conocer ya aquella mano para temerla de aquella
manera. Sin preámbulos levanto su mano derecha a la altura de su hombro,
dejándola caer e impulsada hacia el trasero de la joven, restallando en una
fuerte palmada en sus nalgas desnudas, las cuales parecían amortiguar el fuerte
manotazo, al sentir el impacto las piernas de la joven subieron poniéndose casi
rectas y volviendo a bajar por su propio peso, este fue el primer azote de la
fuerte azotaina que acababa de iniciarse, la mano parecía tener vida propia pues
subía y bajaba al mismo ritmo una y otra vez, los azotes se sucedían uno tras
otro, misma fuerza, misma intensidad, el culo ya estaba rojo con apenas veinte
azotes, las lágrimas de los ojos de la joven no tardaron en aparecer, y
descender por sus mejillas. Sus piernas ya chapoteaban en el aire como si
estuviera nadando en una piscina, la mano izquierda libre de la joven, no hacia
más que trazar circunferencias en el
aire como tratando de agarrar algo. A los pocos azotes la chica lloraba a todo
llorar desconsolada, sus piernas se abrían y cerraban en todas direcciones
posibles y por haber, aunque no podían abrirse demasiado pues sus bragas sobre
sus rodillas la trababan de igual manera un resorte al fuelle, pero de tanto
pataleo, sus bragas fueron descendiendo por sus piernas hasta salir despedidas
de sus pies, primero quedando enganchadas en el pie izquierdo y por ultimo
salir despedidas hacia el aire, para caer poco después a los pies de la joven,
como una blanca mariposa se posaba lentamente en el suelo. La chica libre de
trabas empezó alocadamente a abrir y cerrar la piernas, su mano izquierda ya
solo subía y bajaba, sus nalgas brillaban en su intensa rojez, debían de
arderle mucho para el menear de su cintura de aquel modo alocado, su sexo sin
vello alguno quedaba expuesto ante el abrir y cerrar sus piernas que lo
mostraba impúdicamente, aunque lógico pensar que en esos momentos su mente no
estaba para detenerse a pensar en ello. Trataba de girar sobre si misma
forcejeando con las pocas fuerzas que le quedaban, para intentar escapar de
aquel intenso fuego de su pequeño culo, a los pocos minutos agotada de tanto
esfuerzo, se resigno a su castigo y apenas sus piernas ejercían movimiento
alguno, su cabeza cayo hacia delante y lloraba amargamente y desconsolada.
Hasta que por fin, callo el ultimo azote. La chica fue deteniéndose en su
breve pataleo que minutos antes agitara
con tanto ímpetu. Infernal fue la severa azotaina que duro varios minutos, unos
treinta aproximadamente, mucho calor intenso en sus pobres nalgas debía de
sentir. Al fin, paro quedándose quieta sollozando y moqueando por su nariz.
Durante unos segundos más permaneció quieta llorando sin consuelo. El director le soltó su muñeca derecha y
sujetándola de los hombros la ayudo a incorporarse, al sentir ya libre sus
manos, estas volaron hacia sus nalgas que frotaba rítmicamente arriba y abajo,
tratando de apagar aquel fuego intenso que sentía en la retaguardia de su
cuerpo y que no había forma de hacerlo mitigar de modo alguno. La madre de Elisabeth allí presente se
incorporó y fue hacia su hija, primero recogiendo del suelo sus braguitas
blancas, y luego abrazándose a su hija se la fue llevando a pasos pequeños
hacia el lugar que ocupaban, en los asientos para invitados, la madre se sentó
en su lugar, mientras el conserje le hacía entrega de la falda de la chica,
prenda que la madre se apresuró a colocársela para tapar su desnudez… pero el
Director fue a por la alumna impidiendo que se acomodara, conduciéndola hacia
el rincón, en el cual la dejo cara a la pared, colocando sus manos sobre su
cabeza e impidiendo así, que continuara sobándose las nalgas, luego agarrando
el dobladillo de la falda, se la sujeto en la cintura con unas pinzas de
oficina metálicas, que le facilitase el conserje y allí cara a la pared la dejo
castigada, con el culo al aire, a las miradas de los presentes, tenían un rojo
muy intenso y brillante, los presentes podían observar como las nalgas de la
joven palpitaban acordes a los sollozos de la joven…
Sonia no había perdido
detalle de la azotaina que acababa de presenciar, y de sus ojos broto alguna
lagrima de angustia e impotencia, en unos minutos seria ella la que sentiría
arder sus nalgas de aquella manera, y solo el pensar que le pudieran bajar sus
bragas de igual manera, la hacía enrojecer de vergüenza…
(Portavoz)-.
Señorita Laura Carrington! haga el favor de levantarse!. Usted joven es
la causante de mayores destrozos, que su compañera. Es usted una irresponsable,
por las cámaras de seguridad hemos sido testigos, de que no únicamente saboteo
el vehículo de la profesora Adams, si no el de otros profesores como el
vehículo, del señor Aston, por tal motivo su castigo no será como el de la
señorita Elisabeth Braun, si no, mucho más severo, ya que el mal ocasionado es
mucho mayor.
Señor Aston,
hace unos días denuncio que alguien estaba dañando vehículos en el parking, a
ninguno de nosotros se nos ocurrió mirar las cintas de las cámaras de
seguridad, hasta que el caso de la Profesora Adams, nos ha recordado el que
existían dichos dispositivos y cintas de video de las cámaras, con lo cual
hemos observado que la joven aquí presente Laura Carrington, llevaba meses
causando estragos en el parking del profesorado, por lo que un simple
correctivo no creemos esta Junta de accionistas, que pueda ser suficiente
castigo. Por lo tanto y después de hablar con sus padres, dicha joven será hoy
severamente castigada, y para asegurarnos que esta joven luego no realiza otros
estragos en vehículos o valores de otras naturalezas, será internada en esta
universidad en el área sur, en donde pernoctan las alumnas que por vivir en
zonas alejadas habitan. Permanecerá en ese centro hasta finalizar el curso
vigente, y al acabar será expulsada de esta universidad. Ha no ser que su
conducta cuando llegue la fecha de finalización, sea muy convincente para esta
Junta de accionistas, ya que se recurrirá a los viejos métodos de corrección ya
abolidos por la sociedad, pero que lo padres han sugerido en vista de todos los
males causados. Durante el próximo mes recibirá un correctivo diario de
mantenimiento, antes de acostarse y otro matinal. Además de los correctivos
pertinentes que pueda resultar acreedora durante la jornada de estudios, ya que
toda falta que cometa por pequeña que esta fuere, será debidamente corregida
por su tutora la señora Lawton, nuestra profesora de gimnasia, quien se ocupara
en todo momento de su reeducación.
Señora Lawton!
puede ocuparse de ella desde este instante, haga el favor de encargarse de su
pupila y aplicarle su castigo.
… una mujer de
unos cincuenta años se levantó, esta se hallaba sentada en primera fila, junto
a los padres de Laura, iba ataviada con una blusa azul marino, falda negra
hasta debajo de la rodilla, medias negras y zapatos con escaso tacón también
negros. Vestía de luto por la pérdida de su esposo hacía apenas unos meses en
accidente de tráfico. Para ser la profesora de gimnasia, su físico no era el
más idóneo, daba la apariencia de la clásica celadora de un orfanato o
hospital, un metro ochenta de estatura y bien robusta, entrada en carnes como
se suele decir a una señora rolliza, de unos noventa kilos de peso.
Y su fama era
por ser una mujer nada agradable, con un más que respetable mal carácter y de
unas ideas muy conservadoras, siempre decía que la letra entra mejor con
sangre, que con caricias. En otros tiempos era la supervisora de la vivienda
destinada a las alumnas, y era muy conocido su mal genio por dichas alumnas,
las cuales las que eran más antiguas, celebraron que los castigos fueran
abolidos por ley. Algo que deberían de haberse pensado mejor o haber preguntado
antes de celebrar tal celebración, pues todas las alumnas durmieron bien
calientes esa noche y otras muchas noches que le precedieron. Días después
pudieron saber, que la vivienda de la universidad no era considerada como parte
del centro de estudio. Si no, como vivienda o hogar de las chicas. Por lo cual,
al ser el hogar, los castigos en dicho lugar
aún eran legales y con pleno poder de las celadoras, encargadas de su
vigilancia.
La señora Lawton se acercó a Laura, y dando pie a su fama de
mujer estricta, la agarro del lóbulo de la oreja izquierda y casi arrastras la
condujo hasta la silla…
(Sra. Lawton)-.
¡Quítate la falda y bájate las bragas, Laura! Y luego apoya ambos codos
sobre el asiento de la silla, con las manos hacia el interior agarrándote ambos
codos, la piernas bien rectas!!!
… La señora
Lawton mientras Laura cumplía sus instrucciones, se volvió y caminando con paso
firme y decidido, hacia la mesa de los socios. Exactamente donde el Director
había abierto el armario y extrajo el instrumento de castigo. Ella después de
rebuscar en el interior, debió encontrar lo que andaba buscando, lo cogió, y
con gran maestría se lo enrollo en su muñeca derecha y asiéndolo luego en su
mano, comprobando su sonido sobre su propia palma de su mano izquierda. Sonia Adams estaba apenas a metro y medio, y
vio muy de cerca como lo hacía resonar en la palma de la mano, ya que al
hacerlo, la señora Lawton miro a Sonia, la cual sintió como un inmenso nudo en
su garganta, al ver aquel brillo en sus ojos con clara furia. Una mirada
penetrante la cual la había hecho llorar siempre, cuando era alumna e iba a ser
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