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jueves, julio 09, 2015

DISCIPLINA EN LA UNIVESIDAD Capitulo 1



                                               DISCIPLINA EN LA UNIVERSIDAD
                                                         .EL CASO DE SONIA.

... El largo pasillo acababa en el vestíbulo amueblado con dos sofás de cuero color negro, ambos con unos cojines a sus extremos. En el centro del vestibulo, un banco de doble asiento por ambos lados, con respaldo angular de roble, que se le apreciaba que era muy antiguo. Dos chicas de 19 años estaban sentadas una a cada lado, prácticamente espalda contra espalda, vestidas con el clásico uniforme de la universidad femenina londinense, blusa blanca de manga larga, falda gris tableada hasta unos diez centímetros por encima de la rodilla, (que al estar sentadas, quedaban a la altura de medio muslo) con calcetines blancos largos, justo debajo de la rodilla, y unos zapatos negros sin tacón, (modelo Merceditas).
   Las dos chicas permanecían sentadas, con la mirada perdida, sus manos apoyadas en el borde del asiento pegadas a sus rodillas y moviendo los pies adelante y atrás, dada la altura del antiguo banco, uno y otro, o cruzándolos sobre sus  tobillos, algo las tenía en tensión.
El techo de la estancia era muy alto, algo muy habitual en edificios antiguos, y este lo era. Al iniciar el curso, era habitual que el Decano de la universidad hiciera un discurso extendido de su historia como de los heroicos grandes hombres, que impartieron clases en esta universidad, y que habían dado su vida por su país, en la Primera Guerra Mundial del 1914-1918, y en la Segunda Guerra Mundial 1940-1945. Así como sus retratos estaban colgados en las cuatro paredes, como a todo lo largo del pasillo, al lado de las puertas que habían sido sus despachos, y en el vestíbulo, estaban los más ilustres, así como dos despachos. El del Decano y el del Director.
    Las chicas no miraban hacia los cuadros con fotografías y retratos de los hombres más ilustres, todos y cada uno de ellos con semblantes serios que harían temblar a sus enemigos en el combate, y ya no digamos a sus alumnas, sobre todo la que ocupaba el lugar de honor, que era un retrato de cuerpo entero, un personaje de enorme envergadura y rostro temible, debajo en letras doradas en oro General  Sir George Lewiston.

     Una de las asideras de una de las dos puertas chirrió al moverse hacia abajo, las chicas rápidamente como un resorte se pusieron rígidas apoyando su espalda en el respaldo, y estiraron por instinto sus faldas para luego posar sus manos entrelazadas sobre sus muslos y la mirada al frente. La puerta se acabó por abrir, y salió por ella la profesora de ambas alumnas, con el semblante serio del más característico enfado, y con una mirada penetrante miró a las dos alumnas, salió y cerró la puerta que figuraba el nombre del Decano, Sr. Lewiston.  
    Iba vestida con blusa gris perla, y un pantalón tejano desgastado de tejido elasticidad que se le ajustaba como una segunda piel. Para ser una mujer cercana a los  32 años, vestía muy coqueta y ningún hombre le pondría más de 24 años. Echo andar por el pasillo dejando atrás el vestíbulo.

   ... Unas horas antes...
      Había gran movimiento de alumnas y profesores que acababan de dejar sus vehículos en el parking, dentro del recinto de la universidad Lewiston de las afueras de la ciudad de Londres. Al fondo se contemplaba el enorme edificio de tres plantas, reformado por la familia de Sir Lewiston en el siglo XVIII. Antiguo castillo en ruinas de nombre desconocido. Las malas lenguas lo situaban en la época de la inquisición, un lugar donde el Obispo Borja tenía sus orgias antes de ser elegido Papa, aunque nadie había situado en Londres tal hecho. Otros databan que debió ser de un Noble.  Se suponía que debía de ser de un Noble Ingles de baja estofa, que lo había heredado por favores poco favorecidos por el mismísimo rey Ricardo VIII, pero que pocos años después, dicho Noble cayó en desgracia y fue decapitado por orden del mismo rey Ricardo. Lo único cierto, es que Sir Albert Lewiston I, compro dichas tierras que rodeaban las ruinas, y en ellas construyo una hermosa mansión o castillo, de piedra traída de tierras italianas de la comarca de Ferrara. Se acabó a finales del siglo XVIII en el año 1898, tardaron cerca de veinte años en terminarla dada la complejidad de su construcción. Acabada con un estilo más propio del inglés, que del italiano ya que su constructor era de la ciudad del arte, Florencia, pero afincado en Inglaterra por problemas políticos y artísticos, fue uno de los arquitectos más famosos de Italia.  La fachada imponente con cuatro torres con sus torreones de estructuras circular típica,  que resaltaba aún más su aspecto de castillo, siendo estas de hasta cinco plantas que se sobre elevan sobre el resto del edificio. Mas una quinta torre en el centro de la construcción y parte más elevada de hasta siete plantas, desde donde se contemplan unas vistas fantásticas.
    … Las alumnas y profesorado se dirigían hacia la entrada principal, cuando un hecho atrajo la atención de algunas estudiantes y profesores. Una profesora estaba increpando a dos de las estudiantes de la universidad, sobre todo, la profesora que debía de dar las notas a sus alumnas, en esos instantes era ella, la que estaba dando la nota, y de qué manera. Empujaba a las dos chicas que hacían claros gestos de no entender lo que le hablaba, llegando incluso a hacerlas caer al suelo y levantando su bolso por encima de su cabeza para golpearlas. En ese instante, una mano sujeto el brazo de la profesora en alto, ella se giró sobre sus pies con la mano derecha abierta y dando una fuerte bofetada a quien se había atrevido a sujetarle el brazo. 
    La profesora se quedó blanca  al ver a quien tenía detrás de ella, y que acababa de asestarle  una tremenda bofetada, sus ojos cambiaron de expresión en el acto. No le salía ninguna palabra con sentido alguno, tartamudeaba e intentaba como enhebrar, una frase coherente pero no lo consiguió hasta pasados unos segundos.
(Sonia)-.     Señor Lewiston! Cuanto lo lamento, no le había visto. Usted perdone…
(John)-.      Profesora Sonia me puede explicar que ocurre….No, mejor vayamos a un lugar menos concurrido y me explica que es todo esto.  Ustedes dos levántense del suelo y acompáñennos creo que van a ser necesarias muchas explicaciones, para aclararme esta situación incomprensible, al menos para mí.    Ustedes que hacen ahí mirando? No tienen unas clases a las que acudir? Pues despliéguense, aquí no sucede nada importante que ver.
El Decano Sr. Lewiston andaba por el pasillo que conducía a los despachos, acompañado a su costado derecho, por la profesora la cual el se había referido, como profesora Sonia. Las dos alumnas caminaban detrás de ellos con claro gesto de no saber porque estaban allí, y mucho menos que es lo que iba a acontecer.
(John)-.      Señorita Sonia entre en mi despacho para aclarar todo esto, ustedes dos esperen sentadas en el vestíbulo hasta que me reúna con ustedes dos.
   En breve se presentó el conserje con las llaves para abrir el despacho, y entraron dentro. Una vez cerrada la puerta el Sr. Lewiston dejo su maletín encima de su mesa y se sentó en su cómodo sillón de piel.
(John)-.      Y bien Sonia puedes explicarme que ha ocurrido ahí fuera, resultaba un acto muy bochornoso!
(Sonia)-.     Señ… Señor Lewiston. Yo…
(John)-.      Sonia ahora estamos a solas, no hay alumnas delante. Llámame como siempre me llamáis todos los profesores en privado…
(Sonia)-.     Bueno… John es muy embarazoso para mí explicar esto...
(John)-.      Desde luego, que has montado todo un circo ahí fuera y deseo una explicación más  convincente, ha sido una escena reprobable y que te va acarrear consecuencias nada halagüeñas, aunque tengas la razón de lo cual estoy seguro de ello. Pero agredir a dos alumnas en plena calle, no es lo que se dice lo más razonable para el buen nombre de esta universidad. En qué diablos pensabas Sonia! para abalanzarte así ante todo el alumnado? Los padres de esas dos alumnas a estas horas ya deben de haberse enterado de todo lo ocurrido y no tardaran en presentarse a pedirme explicaciones, y algo debo tener en mi mesa para poder excusarme. Aunque no va a ser nada sencillo, mucho me temo que antes o después deberás acudir a este despacho para ser sancionada debidamente, y despedida. A no ser que aceptes tu responsabilidad y pongas sobre mi mesa tú renuncia inmediata. Si este hecho hubiera sido en privado, lo podría solucionar de un modo más personal, pero más de trescientos alumnos lo han visto todo, no hay forma posible de ocultar este hecho… totalmente inaceptable.
(Sonia)-.     ¿No podrás prestarme ayuda cuando conozcas mis razones? , algo debes de poder hacer! Sabes que estoy a punto  de terminar mi doctorado en química, y que para mí es muy importante hacer mis prácticas en esta universidad, luego me iré presentando mi renuncia. Pero con las  prácticas de doctorado debo acabarlas, realizadas en esta universidad me abrirán muchas puertas en otras universidades de prestigio. Una de esas dos lagartas me puso pegamento rápido en la cerradura de mi coche la semana pasada, y estoy segura que la otra me desinflo las cuatro ruedas de mi coche, ayer por la tarde. Me lo dijo el conserje que las había visto merodear por el parking.
(John)-.      Sonia eso que dices no tiene por donde sujetarlo, no digo que esas dos alumnas no hicieran lo que dices, pero no tienes ninguna prueba convincente. Y en lo referente a esas prácticas, que valor tendrán si se te abre un expediente por maltrato físico a dos alumnas. Ninguna!!! No habrá  universidad del estado que te aceptase ni  siquiera de friegaplatos en la cocina. Ya no estamos en el 2004 en donde aún impartíamos castigos corporales a las alumnas díscolas, y necesitadas de disciplina. Y conozco el historial de esas dos alumnas, y en el colegio fueron disciplinadas en innumerables ocasiones con severos correctivos, pero hoy día, han de ser faltas muy graves para que unas alumnas puedan ser disciplinadas como es debido en el día de hoy, y sabes, que solo es posible con aprobación de los padres. Estoy con las manos atadas, compréndelo! Sonia te has extralimitado en tus funciones. Eres una mujer muy eficiente, y con un gran futuro en esta universidad como profesora, ese doctorado en química debías de haberlo hecho hace años, y no ahora. Como profesora doctorada en química de prácticas, solamente hay una solución para que no se te habrá un expediente, y es ser sometida ante la junta de socios, y que ellos decidan si es menester abrirte ese expediente. Además de tener un excelente historial como profesora de esta universidad, si aceptas que  la junta de socios investigue lo sucedido y no te será nada agradable su resolución, sabes como yo que son muy anticuados, además de ideas fijas y recibir una sanción juzgada por esos carcamales, no será nada agradable para una mujer de treinta y dos años, pero por estar en prácticas de tu doctorado, se te tratara como una estudiante más en prácticas, de eso si me puedo encargar yo de que lo acepten, pero el resultado que puedan aprobar, los de la junta de socios, me temo lo peor, y que no te será nada agradable su dictamen. Es más, no podré hacer nada por ti, llevas muchos años de profesora en esta universidad, y has visto otros casos parecidos verdad? Recuerdas como acabaron, y que castigo recibieron, hoy día aún deben tener problemas para sentarse cuando recuerdan el castigo. Pero ellas eran estudiantes al fin y al cabo, y estábamos en una época que era habitual el uso de la vara, tu caso es diferente, aunque tengas aspecto de no tener más de veinticinco años.
     Lo de esas dos alumnas, hablare con ellas a ver si puedo hacer algo para que sus padres paguen esos desperfectos en tu vehículo, pero no puedo garantizar que pueda hacer algo más por ti.  Expondré este asunto a la junta de socios para que sea estudiado, ya veremos que deciden, pero no te puedo prometer nada.

    Un mes después…
                  Sonia abrió la puerta para salir a correr un poco, dado que no tenía nada que hacer, aprovechaba por las mañanas para hacer un poco de deporte, y así, olvidarse de sus quebraderos de cabeza, como la tensión y los nervios en la espera de que la junta de accionistas o socios de la universidad, se reunieran y dieran su veredicto sobre su agravio a dos alumnas, que según había oído hablar a compañeras que la habían visitado, ni siquiera habían sido castigadas o sancionadas por los daños en su vehículo. Y eso que las cámaras de seguridad desvelaban sin lugar a dudas que los daños en su vehículo particular, lo habían captado como realizaban sus fechorías, quedando indemnes a castigo de su falta.
                 Llevaba una camiseta blanca y unos shorts elásticos que realzaban su figura, destacando en su retaguardia un firme y prieto trasero, que hacía que los hombres se

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