Capitulo 4
castigada por la señora Lawton, y en ese momento sintió como
se estremecía su cuerpo, y sus ojos volvían a brillar a punto de brotar sus
lágrimas, Sonia en su interior se compadecía de la pobre Laura, y hubiera
deseado parar ese castigo. Pero en esos instantes, Sonia le preocupaba mucho
más no ser ella, quien tuviera que sentir esa correa en sus nalgas desnudas.
La correa en
si misma haría estremecerse a cualquiera de las alumnas de la universidad,
sobre todo si estaba en las manos de la señora Lawton, una gruesa correa de
unos ocho centímetros de diámetro, por casi cuatro milímetros de grosor lo cual
doblada a la mitad, la hacía ser muy pesada. Además era una correa muy antigua,
posiblemente incluso la usarían en su día con la propia señora Lawton, quizás por
eso, dicha señora siempre la utilizaba en sus castigos.
La señora
Lawton giro sobre sus pies, volviendo hacia el lugar donde había dejado a
Laura, que ya se había despojado de su falda y se había colocado en la posición
indicada, pero sin bajarse las bragas. La señora Lawton al ver que no la había
obedecido, acelero sus pasos y sin decir nada, asesto un terrible correazo
sobre el centro de las bragas de Laura, justo a la altura en donde acababa la costura del fondillo de las bragas, y en
los extremos donde el encaje hacia el revestimiento de las perneras de la
prenda íntima, en la parte visible de sus muslos apareció una mancha roja,
inmediatamente después de ese cintazo. Así como un fuerte AYYYYYY…. De la joven
y un brusco movimiento de cabeza que hizo que su cabello, revolara en el aire,
cambiando de su lado derecho, al lado izquierdo.
(Sra. Lawton)-.
¡ Laura que te había dicho que debías colocarte, y que te bajaras las
bragas!!! Porque no lo ha….s….
he….cho…-. con la mano izquierda introdujo sus dedos en la cinturilla de las
bragas y las bajo de un tirón rápido, hasta sus rodillas. Su voz se entrecorto,
al ver las nalgas de la chica, estas estaban de un color violáceo oscuro en
toda sus superficie, por lo visto, la chica ya había debido ser castigada en el
culo apenas hacía pocos días.- ya veo que tu papa, te ha castigado como te
merecías y que te ha dejado el culo como debe de ser, morado!!!-. Aun
conservando la correa en su mano derecha, con ambas manos volvió a sujetar la
cinturilla de sus bragas, y se las subió lentamente volviéndolas a su anterior
estado, y estirando bien la cinturilla para que quedara bien tensa y marcara
bien su ya inflamado trasero, e igual hizo con las perneras de la prenda.- Pero
no por ello te vas a librar de tu castigo, pero seré considerada contigo
pequeña! Dejándote las bragas puestas!
… Laura
sollozaba sin consuelo posible, el cinturonazo había sido muy fuerte, unido a
lo muy dolorido que debía de tener su trasero la pobre chica. Pero la señora
Lawton no se apiado por ella ni lo mas mínimo, después de haberle devuelto a
las bragas de Laura a su lugar, se alejó dos pasos, y empezó su castigo de
todos modos, y con la severidad con la que era característica en la señora
Lawton, los correazos eran espaciados y ajustados en las ya maltrechas nalgas
de la pobre Laura. En los primeros azotes aulló a todo pulmón de dolor, y de
sus ojos brotaban lágrimas, que descendían por sus mejillas y que caían al
suelo. Su trasero se contraía a cada azote de la correa, y movía las caderas en
círculos, tratando de escapar de alguna manera aquel aluvión de correazos, que
con apenas intervalos de unos breves segundos, ya volvía a estremecerse, al
sentir el siguiente. Aunque a Laura le era imposible mantener la posición y su
trasero giraba sobre si mismo, o subiendo y bajando al flexionar sus rodillas,
así como levantar su pierna derecha u izquierda, los azotes siempre caían en el
lugar de sus nalgas, al cual la señora Lawton había centrado los azotes, así
era su tal maestría a la hora de aplicar la famosa correa. Después de varios
minutos, los cuales debieron de parecer interminables para la joven, la señora
Lawton dejo de aplicar dicha correa sobre el trasero de Laura, la cual, al
sentir que los azotes de esa maldita correa ya no continuaban azotándola sin
piedad alguna, se dejó caer al suelo, quedando de costado y hecha un ovillo,
con ambas manos en su trasero, el cual apenas se podía sobar. Pues debía de
escocerle muchísimo, asi como tenerlo ardiendo como unas llamas se hubieran
apoderado de sus nalgas. Durante varios minutos la dejaron llorar a todo
llorar, y echada en el suelo.
Sus padre y su
madre allí presentes, hablaban entre ellos y se fue uniendo a la conversación,
la señora Lawton, así como el señor Aston, sin prestar atención a su hija.
Clara estaba su indignación por las canalladas que su hija había realizado, y
en su rostro se contemplaba su gran enfado.
Pocos minutos
después la propia Laura se levantaba del suelo, aun con lagrimones en sus ojos,
con claros gestos de mucho dolor que congestionaban su rostro, pero pudo aun
con dificultades ponerse en pie, coger su falda que colgaba del respaldo de la
silla, y no sin dificultad se la pudo colocar maltrechamente en su lugar. Y con
pasos cortos, casi sin poder levantar sus pies del suelo, la mano izquierda
enjuagándose las lágrimas de sus ojos, mientras la derecha la llevaba en su
cadera apoyada, ya que hubiera deseado poder sobarse su trasero, pero esa
acción era prácticamente impensable en esos momentos, casi arrastrando sus
pies, pues el dolor de sus nalgas era horrible, y más cuando levantaba un pie
para andar, aun le resultaba mucho más difícil el hacerlo, la severa azotaina
que su padre le había propinado apenas tres días antes, en su habitación al enterarse
de que no únicamente había atentado contra el vehículo de Sonia, sino también
otros de otros profesores así como el del propio director Aston. La hizo
esperar en su habitación por un tiempo de dos horas, para que fuera pensando en
lo que le iba a pasar en breves momentos. Tuvo que esperar solo vestida con una
camiseta, bragas y calcetines… su corazón le dio un vuelco cuando vio aparecer
su padre por la puerta, desabrochándose el cinturón y extrayéndolo de las
presillas de su pantalón y doblándolo a la mitad, se acercó a ella y sin
decirle nada, la asió de un brazo levantándoselo y manteniéndolo en alto y
comenzó azotarla con fuerza en el culo revestido por sus bragas rosas, que poco
o más bien nada podían protegerla de los tremendos azotes que le propinaba su
padre, ahora sí, regañándola severamente por sus travesuras, aunque ella no las
oía, bastante tenía con intentar librar su trasero del cinturón de su papa, que
al estar fuertemente sujeta del brazo, solamente podía avanzar alrededor de su
padre y este, giraba a su vez para asestarle un nuevo y fuerte azote de su
cinturón … Y ahora con este nuevo castigo, acumulado al dolor que ya sentía en
su trasero, apenas podía mantenerse en pie y
por eso solamente arrastraba las suelas de sus zapatos. Se dirigió a
donde estaban sus padres, pero estos ni giraron sus cabezas para verla o
prestarle ayuda alguna. Poco después la
señora Lawton la volvía a agarrar del lóbulo derecho de la oreja y la arrastro
prácticamente colocándola a apenas dos metros de donde aún sollozaba Elisabeth,
poniéndole igualmente las manos sobre la cabeza de cara a la pared, y
introduciendo sus dedos por la cinturilla de las blancas bragas de Laura se las
bajo hasta las rodillas, dejando ahora si, las nalgas de Laura a la vista de
todos, y el estado lamentable que se hallaban, ambas nalgas estaban muy muy
rojas, y muy moradas ambas…
.
Al otro extremo de la sala, permanecía Sonia. Con la cara
demacrada por la angustia, de haber visto los castigos de las dos alumnas,
sabiéndose así misma que iba a ser la siguiente y que en cualquier momento
podría dar comienzo este. Sentía muchos nervios el ver castigadas, a las dos
bribonzuelas que dañaran su vehículo, no había resultado nada agradable para
ella. Le vino a la mente otros castigos que había presenciado como profesora, y
siempre se había estremecido al verlos e indignado, se decía que bien, se podía
extraer de aquellos castigos, que debían de ser muy dolorosos para las
sentenciadas a los mismos, aunque fueran culpables de hechos graves, pero otros
profesores le explicaban que para que hubiera disciplina, debían recibir tales
castigos a pesar de ello, nunca logro entender porque la disciplina era algo
tan importante para los del sexo masculino, esos castigos habían sido abolidos
por una gran causa, que el maltrato corporal no hace que una alumna sea mejor,
ni más disciplinada. Todas estas ideas pasaban por su cerebro, sin mirar a
parte alguna, quien la contemplaba podía apreciar su mirada esquiva, pues no
quería mirar hacia los miembros de la Junta, o hacia los profesores, y menos
aún, a las pobres chicas que aún seguían llorando castigadas de cara a la
pared, y si no había nada que lo impidiera, en breve estaría ella haciéndolas
compañía.
No quería
hacerse notar y que decidieran que había llegado su momento, por todos los
medios deseaba pasar desapercibida, el temor y la angustia se acentuaba por
momentos, en cualquier momento el portavoz de la Junta de accionistas se
dirigiría hacia ella, se mantenía allí, de pie ante todos, sus ojos estaban clavados en ella o eso era lo que se
imaginaba, que todas y cada una de las personas presentes la miraban a ella, en
espera de ver qué modo o implemento elegirían para ella… Sonia, fijo su mirada en el portavoz de la
mesa. Estaba abriendo una carpeta y extrajo un documento. Aunque ella no podía
leerlo desde esa distancia, supo que aquel expediente era el suyo. Sus manos
acariciaron el trasero de su falda, apenas notaba un ligero ardor en ellas por
la azotaina recibida ante su desfachatez, y que el Decano la hubiese azotado en
el trasero colocándola sobre sus rodillas, aunque fuera por encima de sus
bragas, le había dolido lo suficiente para echarse a llorar, pero su orgullo
como profesora y mujer le había dado
fuerzas para no hacerlo.
Su amigo y Decano,
poso sus labios en su oído derecho y le susurro.- Prepárate Sonia, ha llegado
tu turno. Deja de acariciarte el culo y no seas indecorosa, compórtate como la
señora que eres!...-.
El portavoz de la
mesa volvió a ponerse en pie, Sonia haciendo caso a John, puso sus manos a sus
costados fijando su mirada hacia el suelo, pues ahora los nervios la podían
traicionar y echarse a llorar, sabía que su castigo iba a ser severo. Los
azotes que había recibido no significaban nada con lo que se le avecinaba y en
breves momentos iba a dar comienzo.
(Portavoz)-.
Señorita Sonia Adams! Esta Junta de accionistas desea expresarle a usted
la más sincera disculpa por los daños que sufrió su vehículo, a manos de las
alumnas Elisabeth y Laura, por lo cual ambas chicas han sido castigadas con
correctivos para corregir su conducta, los cuales hayan servido para que no
vuelvan a cometer estas travesuras dignas de unas niñas traviesas, ya no tienen
edad para comportarse de tal modo… Si no se hubiera comportado de la forma que
lo hizo, ahora habríamos acabado y usted se podría marchar. Su vehículo se ha
reparado de los daños económicos que le causaron, siendo indemnizada por los
mismos por sus padres. Con lo cual, no nos veríamos obligados a tomar la
siguiente decisión, tal y como ya hace unos minutos le he leído. Sus actos en el día de autos es algo
imperdonable, con lo cual su correctivo no va a ser nada corriente para una
ex-profesora. Si señorita Adams, ex-profesora! Durante este curso ya no volverá
a ejercer como profesora en esta universidad y en otros sucesivos, dependerá de
su conducta. Y por supuesto, y si está
decidida a recibir su correctivo en el día de hoy, y en los días
venideros. Paso ahora a comunicarle a
usted señorita Sonia Adams, ex-alumna! En prácticas de su master en Química.
Durante un mes esta universidad se ha visto involucrada, en estar en boca de
todos los medios de comunicación del país. Gracias a su gentileza comportándose
de manera poco propia de una profesora, esta universidad a vivido los peores
momentos de su historia, siendo difamada en todos los medios, por una conducta nada profesional de una profesora de esta universidad, usted! Por
tanto esta Junta de accionistas dictamina que su castigo deberá ser
equivalente, al daño que ha causado usted!
Tiene algo que decir? Todo ser humano tiene derecho a justificarse de
sus actos.
(Sonia)-. No, no
deseo decir nada señores y señoras accionistas, únicamente pedirles disculpas a
ustedes por los problemas que cause, debí pensarlo antes de actuar como lo hice
y aunque pienso que hay otras formas más civilizadas de corregir mi mala
conducta, no tengo más remedio que aceptar su decisión poco actualizada con los
tiempos en que vivimos, ya que ustedes continúan en la edad de piedra, con sus
llamados métodos de disciplina. Pero está claro que si no deseo perder mi
empleo, así como echar por la borda mi carrera, ya que de abrirme un expediente
disciplinario, y presentar mi dimisión voluntaria. No encontraría trabajo donde
fuera cual fuere mi destino.
(Portavoz)-. Bien…
buena observación señorita Sonia! Ya que
menciona usted “formas más civilizadas de corrección de su conducta” “no cree
usted que su forma de actuar, tampoco era nada civilizada”? Tiene toda la razón, continuamos en la edad
de piedra! Y puede darnos las gracias por vivir en esa era. Pues de ser la que
actualmente vivimos, usted en vez de tener la oportunidad de finalizar su
carrera con un expediente impoluto y sin tacha alguna. Debería haber sido
puesta de patitas en la calle, con un expediente manchado de por vida, al igual
que los padres podrían haberla denunciado y estar ahora pendiente de una
querella por malos tratos a alumnas, algo que la ley ampara…
La presidenta,
mujer de edad avanzada perdió los nervios y la paciencia con este caso…
(Presidenta)-. Señor
portavoz déjese de hacer conjeturas y que se inicie el castigo de esta
desagradecida!!! Hasta aquí podríamos
llegar que una alumna nos insultara de esta manera, señor Aston haga el favor
de hacer callar a esta joven impertinente, pero sobre todo, utilice su ingenio
y experiencia en castigar a alumnas, para hacer que esta joven se arrepienta de
haber provocado de esta manera a esta junta. Sea efectivo y firme señor Aston…
No deseo que sea un simple castigo como estaba programado… Señor George Aston,
tiene autorización para emplear métodos sofisticados de disciplina… John conduzca a la alumna hasta la silla, y
quítele la falda y esas bragas multicolores que lleva puestas y nada aceptables
en el decoro de su uniforme de alumna… Joven!!! Se va ha arrepentir de haber
provocado a esta Junta.
Sonia fue
conducida hasta la silla central, en donde Elisabeth y Laura habían sido
castigadas anteriormente. John le susurraba al oído a Sonia.
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