CAPITULO 7
Sonia se quedó
sin habla, era la primera vez que John le hablaba de ese modo, y se quedó en el
despacho mirándole como si le costase trabajo comprender, lo que acababa de
oír. Aun se encontraba muy adolorida para pensar con tranquilidad y reflexionar. John seguía mirándola con cara de pocos
amigos, era muy recomendable salir cuanto antes de aquel despacho, pero Sonia
aún estaba en si misma da, observándolo.
Sonia permanecía encorvada hacia adelante y con su mano derecha se
acariciaba con mucha suavidad el trasero, ya que no podía apenas presionar
sobre él, y sobarlo con frenesí, como de verdad desearía hacer, pero el más
mínimo contacto le hacía ver las estrellas del firmamento.
El Decano
cansado de verla en su despacho, con ambas manos golpeo su mesa y se levantó de
su sillón, abriendo un cajón y extrayendo una vieja regla de madera, camino
raudo hacia Sonia. Ella pareció
despertar de golpe al verlo que se acercaba hacia ella, con la regla en la mano
derecha y con pánico en sus ojos hecho a correr hacia la puerta, la abrió
rápidamente y al salir su falda se acampano en el aire, dejando a la vista
totalmente su bragas de algodón blancas con racimos de uvas azules, en ese
justo instante un fuerte sonido impacto en sus nalgas desprotegidas por la
falda, Sonia encorvo por auto reflejo su cuerpo hacia atrás, para librarse de
aquel impacto, pero de nada le valió, la regla impulsada por la fuerte y
certera mano de John, le acertó fuerte y sonoramente en ambas nalgas, al sentir
el fuerte azote, ella se llevó ambas manos a su trasero en pleno revuelo de
faldas, cubriéndose ambos cachetes por encima de sus bragas, una vez fuera, la
puerta se cerró con un fuerte portazo y ella mirando de reojo hacia la puerta
por si John hubiera salido, regla en mano, para seguir asestándole azotes. La falda cubrió sus manos al efecto de la
gravedad hiciera que esta volviera a su posición, mientras se sobaba ahora sí,
con fricción su nalgas. La regla le
había hecho que sus nalgas volvieran a hervir de puro escozor y su culo se
hubiera como despertado de la somnolencia, para volver a sentir dolor muy
intenso, y sentir de nuevo puro fuego en él.
Sin dejar de
friccionarse las nalgas por encima de sus bragas, se encamino hacia la salida
por la puerta que habían entrado horas antes, la de servicio, sus bragas le
estaban mordiendo con el elástico en sus nalgas, deseaba poder quitárselas
cuanto antes, pues solo el roce de la tela de sus bragas, la mortificaba. Deseaba poder sacárselas cuanto antes,
aprovecho que tenía sus manos sobre ellas, para librar un poco la presión del
elástico, introduciendo sus dedos por el elástico, tiro hacia abajo de ambas perneras sintiendo un poco de
alivio.
Pero… Sonia no
vio que era observada por la señora presidenta de la Junta de accionistas,
quien rauda avanzo hacia ella y le dio dos fuertes bofetadas, que hicieron que
Sonia se llevara las manos a cubrirse sus mejillas, sin aviso, le agarro el
lóbulo de su oreja izquierda y tiro de ella, casi arrastras la condujo hasta el
antiguo banco de madera que había en el vestíbulo de despachos, sin darse
cuenta de nada, se vio de nuevo sobre las rodillas , esta vez sobre las piernas
de la presidenta, que en el revuelo de la falda dejo al descubierto su trasero
y pudo sentir como sus bragas eran izadas de nuevo y apretadas aún más si podía
ser sobre sus nalgas, al tiempo que de nuevo azotes mordían sus adoloridas
nalgas. Era demasiado para ella, y la señora Parrish, la presidenta una mujer
fornida y fuerte. A pesar de su edad se notaba su experiencia en el buen arte
de aplicar disciplina, y vaya que la estaba aplicando. Los azotes caían
pausados en una nalga, luego en la otra, para nuevamente azotar la primera pero
en la parte alta, y luego la nalga gemela en la misma zona, los azotes no eran
excesivamente fuertes, pero si, constantes repartiéndolos por todo el trasero,
tiñendo más y más colorado el muy castigado trasero de la ex –profesora,
después de darle varios azotes más, su cuerpo se contorsiono hacia su lado
derecho y su mano derecha la bajo al encuentro de su pie derecho, descalzándose
de la zapatilla.
Sonia al tener su
cuerpo sobre el regazo, podía ver por debajo de sus piernas como la señora
Parrish, agarraba la zapatilla por el talón. Era un mocasín de suela de goma
flexible de suela blanquecina y el paño superior de color negro con el talón
abierto, la mujer debería de llevarlos para ir más cómoda, pero a Sonia se le
abrieron los ojos como platos, de niña su abuela la había sacudido de firme con
una zapatilla similar, y recordó lo mucho que dolía.
La señora Parrish
se incorporó de nuevo, y acomodo a su víctima bien sobre su regazo, y con su
mano izquierda dio una ligera palmadita en el hombro a Sonia, en el acto supo
que significaba aquel gesto y obedeció subiendo su mano derecha, al encuentro
de la mano de su castigadora, que inmediatamente la coloco con suavidad sobre
su espalda y sin previo aviso, los azotes comenzaron a caer sobre el indefenso
trasero de la ex –profesora. Los zapatillazos caían implacables y certeros,
Sonia empezó como una mocosa a agitar sus piernas, pero por otro lado intentaba
no moverse demasiado, para no dañar con su forcejeo a la señora, pero pocos
azotes después rompía a llorar sin poder evitarlo, y su pataleo inicial leve,
empezó a convertirse en un pataleo frenético, aquella zapatilla dolía
muchísimo, y pobre culo estaba muy, muy dolorido. En apenas seis horas de
aquella preciosa mañana soleada, había recibido varias azotainas aunque la más
dolorosa fue en la sala de Juntas por el Director Aston. El cepillo lo había
usado a conciencia y la había dejado muy dolorida, luego después de estar dos
horas castigada como una vulgar alumna de cara a la pared, recibía una azotaina
más con la mano del director, que al tener el culo muy dolorido, aquella
azotaina fue extremadamente severa y muy larga.
Y ahora se
encontraba de nuevo llorando como una niña, mientras la zapatilla de la Señora
Parrish la estaba calentando el trasero, como si se tratara cualquiera de sus
nietas. Y vaya si la estaba calentando bien. No dejaba ni el más mínimo espacio
del trasero sin azotar, y el brazo de dicha señora, cada vez se levantaba más y
más alto, y más y más fuertes eran aquellos zapatillazos, Sonia pataleaba como
alma que le lleva el diablo, y ya no era misericorde por ser una señora mayor y
pretender no lastimarla, ahora se contorsionaba con todo su cuerpo, intentando
escapar como fuese de aquella anciana, pero que la mantenía férreamente sujeta
y que su mano derecha parecía no agotarse jamás, pues los azotes cada vez dolían
mucho más, o eso era lo que le parecía a Sonia, al cabo de varios minutos
recibiendo aquella severa azotaina, ya no pudo aguantar más y sus brazos y
piernas cayeron desmadejados dejando totalmente su cuerpo a merced de la señora
Parrish, las nalgas de Sonia que asomaban por las perneras de las bragas, se
veían claramente oscuras y moradas. Pero la zapatilla seguía y seguía azotando
su maltrecho trasero, sus piernas de tanto en tanto volvían a patalear
ligeramente, cuando la zapatilla azotaba la parte baja de sus nalgas, así como
la parte alta de sus muslos, nunca había recibido una azotaina tan dolorosa con
la zapatilla, al fin cayo el ultimo azote.
La señora Parrish
la obligo a incorporarse y a mantenerse en pie, Sonia lloraba sin consuelo
posible, no podía calcular cuantos minutos había durado aquella terrible
azotaina, pero si sabía que jamás la iba a olvidar. La señora dejo caer la
zapatilla al suelo, y con gran destreza la calzo de nuevo en su pie derecho.
Sin darle reposo alguno le agarro el lóbulo izquierdo de la oreja y a paso
firme la llevaba casi arrastras, hacia la salida. Sonia iba caminando como
podía, claramente encorvada hacia el lado izquierdo de donde tironeaban su
oreja, dando traspiés para mantener el paso al que era conducida hasta la calle,
una vez fuera en la calle la vergüenza de Sonia no podía ser mayor, habían
alumnas por todo el campus que se giraban al escuchar como gritaba y lloraba
una alumna, que la presidenta conducía de la oreja sin piedad alguna, en
dirección a un taxi que había aparcado a pocos metros de la entrada de
servicio, y que este al ver que se dirigían hacia él, conociendo a la señora se
bajó raudo abrir la puerta trasera derecha, una vez abierta la señora introdujo
a Sonia en el coche sin ningún miramiento, haciéndola agachar y entrando
primero la pierna izquierda, acompañada de la cabeza, quedando expuesto el
trasero de Sonia fuera del taxi, al cual la señora le asesto dos fuertes azotes
directamente sobre las bragas, introduciendo rápidamente el trasero y acomodándolo
en el asiento con un grito claro de dolor al sentir la presión de su trasero al
apoyarlo sobre el asiento, Sonia se llevó sus manos a su cara cubriéndose el
rostro, bajando la cabeza lo que pudo para que no la reconociesen, había sido
muy humillante hacerla salir de tal manera, que todas las alumnas de la
universidad la vieran en tal lamentable estado, siendo conducida como una niña
traviesa, que se había portado muy mal…
Durante todo el
trayecto Sonia no pudo ni levantar la cabeza, por la vergüenza que sentía, y
que le resultaba imposible mirar hacia delante y que el taxista la reconociera.
Al llegar a la puerta de su casa, se bajó del taxi sin despedirse con la cara
roja de vergüenza. Con la mirada al suelo
camino hacia la entrada, aun iba sollozando. Al alcanzar la entrada con grandes
dificultades se agacho al tener al alcance el felpudo de la puerta, lo levanto
y cogió la llave que estaba debajo, y muy lentamente se fue reincorporando,
algo que resulto tremendamente doloroso, ahora se sobo el trasero con suavidad,
le dolía horrores y sobre todo le escocia todo el culo, aun a través de la
falda comprobó el intenso ardor que emanaba, abrió la puerta y entro en la
casa.
Ahora ya estando
a cubierto y que nadie la podía ver, se puso a llorar desconsolada y caminando
muy despacio se dirigió al dormitorio, donde con suma delicadeza se dejó caer
sobre la cama boca abajo, estuvo llorando durante un rato. Una vez más calmada se recordó de algo
importante, las bragas la estaban mortificando, sentía como el elástico le
mordía la parte baja de las nalgas, así que sin apenas moverse, se descubrió el
trasero levantando la falda, e introduciendo sus dedos por el elástico de la
cinturilla, se las bajo lentamente haciendo varias muecas que afeaban su bello
rostro, sobre todo al roce más mínimo de la tela de su bragas, la hacía
estremecer.
A los pocos
minutos sonó su teléfono móvil, al mirar la pantalla reconoció la llamada
entrante y le dio a aceptar, poniéndolo en altavoz.
(Sonia)-. Hola, que
tal estas Elisabeth?
(Elisabeth)-. Como te
encuentras, Sonia?
(Sonia)-. Uuuufff
me duele todo el culo una barbaridad, estoy en la cama echada boca abajo, no me
puedo ni mover de lo mucho que me duele, y escuece algo bárbaro!!!
(Elisabeth)-. La
verdad es que Laura y tú no habéis salido muy bien libradas, ya os advertí, que
no se les podía plantar cara, y sobre todo a Laura, con lo chafado a la antigua
que es su padre, viste como le dejo el culo?
Uuuuffff solo de recordarlo ya me duele a mí! Pero a ti no te ha ido tan mal, verdad? Era
lo esperado y lo que habíamos calculado que te podía ocurrir, si lo hacíamos
bien…
(Sonia)-. Tú sí que
has salido bien librada, y eso que berreabas como una bebe, y solamente te han
dado una simple azotaina con la mano…
(Elisabeth)-. …
bueno puede que haya sido solo una azotaina, pero ese cabestro del Director
tiene la mano más pesada y duele una barbaridad si te hubiera dado a ti, como
me ha dado a mí, lo sabrías. Pero todo
ha salido como habíamos previsto y así luego recibirás otra azotaina de la mano
de quien deseabas, la azotaina que te ha dado en la sala de juntas, ha sido
breve pero la habrás gozado…. Has estado a punto de que te descubrieran, cuando
la bruja ha dicho a John que hiciera algo con tu conducta, si llegan a ver tu
cara de felicidad, no te habrían castigado como han hecho y todo lo que
habíamos preparado se hubiera ido al traste… y que ibas a ser castigada con el
cepillo, eso no lo habíamos previsto, pero me reconocerás que ha estado muy
bien, me hubiera encantado que me dieran a mí de ese modo… mmmmmm ha sido
delicioso como te meneabas cuando impactaba cada azote del cepillo…
(Sonia)-. Tú no
deberías de hablar así, Eli. Cuando vosotras habéis salido para marcharos, ese
cerdo de George me ha dado otra azotaina, con la mano. Y mucho más severa de la que te ha dado a
ti, no veas como me dolía el culo!!! Con
lo dolorido que lo tenía ya! Daba la
impresión de que me lo iba a romper de lo fuerte que me estaba dando…
(Elisabeth)-. Pero
que has hecho para ello?, yo me lo he pasado muy bien con la azotaina que me ha
dado, pero por nada del mundo tenía el culo para recibir otra más.
(Sonia)-. Creía
que no me estaba mirando y como me dolía horrores el culo, no me he puesto las
bragas y las he escondido bajo la blusa… y para más inri, ese cabrón me ha
hecho pasar por la humillación de ponerme las bragas el mismo, luego me a
recostado sobre sus piernas y no veas la que me ha dado…
(Elisabeth)-. Jooo…
y yo me la he perdido! Seguro que habría sido una gozada ver como la recibías…
(Sonia)-. Pues esa
no ha sido mi única azotaina de hoy, créeme…
(Elisabeth)-. Ah,
no! Cuenta cuenta!!!
(Sonia)-. Cuando me
ha castigado George, me ha dejado en el pasillo tirada. John me ha recogido y
me ha tendido en su sofá en el despacho. No veas cuando he despertado que
bronca me ha echado… a sido terrible, por un momento he creído que me daba otra
el, pero me ha echado a reglazos de su despacho, y cuando iba por el pasillo
sobándome el culo, ha aparecido la bruja, y me ha pillado infraganti…. No veas
como duele la zapatilla, vaya tunda!!!
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