EL CASO DE
LAS AMAPOLAS Capitulo
8
Marie salió
del despacho sollozando amargamente, caminaba a pasos cortos de las
molestias que sentía en su trasero, no era la primera vez que hubiera recibido
una azotaina sobre las rodillas de su
padre, como tampoco que fuera causada por su propia ironía al comportarse como
una chiquilla, aunque en esta ocasión su arrogancia la había llevado a
comportarse de forma que no debía de haber hecho. Ella misma se lo había recriminado a Vanessa,
cuando esta exigió subir a hablar con su padre y contarle como se había
comportado el conductor con ellas. Su
padre no era un hombre que aceptase de buen grado, que alguien se
dirigiese a él y exponerle una queja de
una de sus hijas. Marie conocía muy bien
a su padre, y sabía cuál iba a ser su respuesta de suceder tal situación, si
recibiese una queja de sus hijas, la azotaina que iba a recibir la que
resultase culpable, estaba garantizada, incluso en el caso de una empleada como Vanessa era
mejor no imaginar que sucedería.
Pero Marie a
pesar de saberlo, decidió ella misma entrar sola al despacho, ella había sido la
culpable de los hechos sucedidos en el parking, nadie mejor que ella conocía a
su padre, de haber entrado las tres al despacho, habrían sin ninguna duda, sido
castigadas las tres. Marie decidió
afrontar ella por si sola las consecuencias, y así le había ido esa decisión.
Cuando salió
del despacho se encontró con sus amigas esperándola, Marie se acariciaba el
culo por encima de sus bragas, sobándose con relativa suavidad, pues le dolía tanto el trasero de la azotaina que
había recibido, resultando que no podía apenas rozar con sus manos el dolorido
culo, apenas se sostenía sobre sus pies
de lo dolorida que se encontraba. Ya esa
mañana había resultado duro para ella acudir a la oficina, y el desafortunado
encuentro con su padre en el vestíbulo, cuando la coloco bajo su brazo para
revisar el estado, Marie no había podido rebelarse al no disponer de las
fuerzas suficientes, habiéndola cogido por sorpresa. Además la sorpresa de ver a su padre al salir
del ascensor, cuando aún se encontraba desairada por culpa del conductor, la
dejo desarmada sin poder o tener fuerzas de voluntad para haberse resistido. Aunque quizás de haber mostrado resistencia,
su padre no hubiera reaccionado muy bien.
En esos momentos
al traspasar la puerta se sentía aliviada en cierta manera, aunque su dolorido e inflamado trasero no le decía tal
cosa. Quizás debería centrarse recapacitando sobre lo sucedido, pero en esos
instantes no era capaz de ordenar su mente en nada, no podía centrarse en recordar lo ocurrido.
Solamente podía y pensaba en llorar desconsolada, tenía el culo tan dolorido, que aunque se lo acariciase o
sobase por encima de sus braguitas, no lograba de forma alguna encontrar como
aliviar aquel intenso dolor, y por si fuera poco, sentia un enorme picor sobre
todo al andar en sus nalgas con su vaivén
de estas al dar cada paso, rozaban en el tejido de sus bragas. Se apoyó en la pared apoyando la espalda, de
no haberlo hecho seguramente habría caído al suelo, pues el dolor en el culo era
tan intenso que no tenía fuerzas para sostenerse, se sobaba el culo con las dos
manos, las palmas posadas sobre su trasero, subían y bajaban con suavidad, o
colocándolas sobre la base e inicio de sus muslos, o con sus manos se cogía el
trasero alzándolo con ambas al tiempo, así como intercalando sus movimientos,
alzando primero una nalga y la otra, trataba como fuera de aliviar aquel
intenso fuego que le abrasaba el culo, sin importar que hubiera alguien más
observándola, solo había algo que le hiciera comportarse así, y era el fuego
abrasador en su trasero, como el intenso dolor que sentía tras la azotaina que
había recibido.
…Momentos después tras salir ella del interior del despacho…
El Sr.
Fiscal espero a que Marie saliera del despacho, y una vez fuera estuvieron
hablando de sus negocios durante el espacio de una hora, esperaban una visita
importante. La cual no se hizo mucho de
esperar entrando por la puerta del servicio.
(Sr. Clark Miller) -. Ya era hora que aparecieras, tenemos asuntos
importantes que resolver. Hay cosas que no podemos posponer por más
tiempo. Como van las chicas nuevas para
el club de golf, están desesperados por recibirlas y que empiecen a serles
rentables… Y bien, Thomas! Que sabes del
tema, va todo según lo esperado?
(Sr. Thomas Miller) -.
Hermano! Ya conoces como funciona esto. Ya te advertí en su momento hace
años, que era mala idea hacer desaparecer en su día a los Lee, desde entonces
todos estos años hemos tenido serios problemas con los resultados, las chicas
que disponemos en el club de campo, o en tu casa Fiscal! han aceptado
voluntariamente a cambio de estudios, y otras están engañadas creyéndose que
van a prosperar en sus trabajos, a las gemelas persuadimos a sus padres que
escribieran los documentos pertinentes, y las jóvenes son tan inocentes que se
lo tragaron todo. Haciéndolas creer que
a sus padres los enviábamos a América con un buen trabajo siendo una
oportunidad única para ellos, y que se reunirían con ellos en cuanto acaben sus
estudios, no saben que nada más despedirles en el puerto, una vez el barco
navegaba en alta mar, fueron arrojados por la borda como pasto de tiburones. Y
las chicas del hotel, están súper agradecidas de tener un buen trabajo, las
recogimos de las calles ofreciéndoles un buen sueldo, están contentas aunque
todo lo que ganan lo gastan en el alquiler, por lo que nunca se verán libres de
nuestra deuda. Las del club de campo hasta ahora son las
únicas que han obtenido buenos resultados, en cambio las dos que tenemos en
tratamiento, no hay forma de conseguir resultados, debido a su fuerte carácter,
pero los nuevos científicos que tenemos
traídos de Alemania, están haciendo bien su trabajo y nos aseguran que en breve
las tendremos disponibles. Ya os digo,
hay que esperar, nuestros socios tendrán que tener paciencia.
(Sr. Fiscal) -. Paciencia!
Como no avances en el caso de esas chicas, vamos a tener serios
problemas. Les hare una visita mañana, y haremos que las
del club de campo vuelvan a tener una sesión, invitándoles será una manera de
que no protesten mucho más, aunque habrá que cederles un porcentaje de las
ganancias. Y tenerlos callados unos días más. Pero Thomas! Parece que no tienes muy buena cara, ocurre algo que
debamos saber?
(Sr. Thomas) -.
Bueno es algo sin demasiada importancia, deseaba aclararlo con mi
hermano Clark a solas.
(Sr. Clark Miller) -. Thomas… Ya sabes que con nuestro buen
amigo no tenemos secretos, él es como el resto de su familia, todos son
corruptos, son ideales para nuestros
intereses, igual que a nosotros, que nos gusta hacer negocios con su familia,
desde que nuestros padres tenían negocios con su padre, aunque suena mejor
decir nuestro socio más importante, pues él tiene que hacer la vista gorda para
que podamos hacer nuestros negocios sin problemas… por ello tenemos a Charlton
en su casa, para que no tengamos sorpresas
y eso significa unos buenos ahorros para su jubilación, lo que le
entregamos cada mes por sus servicios. Verdad Sr. Fiscal general de la ciudad…
(Sr. Fiscal) -.
Aunque sea cierto que me tienes en tus manos, no deberías hablar así de
mi familia, he demostrado que apoyo y estoy conforme con vuestras condiciones, hablarme
de esa manera no creo que sea necesario…
(Sr. Thomas) -.
Venga Fiscal, no se sulfure que no es para tanto… Ya que hablas de Charlton, ya tienes lo que
nos encargó, lleva tiempo desesperado por disponer un nuevo juguete para él, si
no fuera por lo efectivo que es, en su trabajo, hace tiempo que le habríamos
dado el pasaporte al mundo de los cielos, no tengo nada contra los de la otra
acera, pero no me siento cómodo teniendo uno tan cerca y que puede estar
mirándome.
(Sr. Clark Miller) -. Hermanito no me seas tan remilgado, es
nuestro amigo desde niños, y siempre hemos sabido que pierde aceite, nuestra
madre lo quería como a un hijo, y solo por su memoria estará siempre a salvo
con nosotros, se lo prometimos a madre en su lecho de muerte, es como nuestro
hermano, bueno…Nuestra hermanita, aún sigue utilizando bragas de ropa
interior?
(Sr. Thomas) -. Como se entere te va a colgar los
testículos de corbata, sabes que siempre ha sido muy respetuoso con sus cosas,
aunque no me haga tenerlo cerca y nadie lo diría al verlo. Bueno… Le tienes su nuevo juguete preparado?
(Sr. Clark Miller) -. Siii…hombre… si! Justamente la Sra. Ingrid debe estar haciendo
los preparativos, para que esta tarde lo tenga en casa el Fiscal General de la
ciudad. No me gustaría estar en la piel
de ese muchacho, pues en su contrato
firmado constaba que no aceptaba castigo corporal, pero nuestros equipos de
abogados han estado muy afinados cambiando su cláusula, bueno y eso tan
importante que no puede esperar, que es?
(Sr. Thomas) -. Ya
sabes que te tengo dicho de esa puerta de servicio, que no debes permitir que
la utilice cualquiera, pues puedes tener algún problema con algún trabajador
despechado, o alguien que pueda estar descontento! Deberías poner un hombre de confianza en esa
puerta, así no habría tenido que ocuparme del conductor de tu limusina, en
estos momentos lo deben haber llevado mis hombres a la cocina, se estarán
ocupando de él en estos momentos para hacerlo desaparecer, lo he encontrado
fisgando con la puerta entreabierta y escuchando lo que estabais hablando, por
ese motivo me he retrasado. Mis hombres han estado hablando respetuosamente con
él, y averiguar que había escuchado, karloff ya sabes que sus métodos son muy
efectivos, en seguida lo ha hecho hablar y decir todo lo que sabía. Te he dejado a uno de mis hombres en el
parking, por si te debes desplazar es de mi confianza.
(Sr. Clark Miller) -. Vaya! Era un buen conductor. Imagino que también os encargareis de su
familia, no hay que dejar cabos sueltos.
Sí que tengo que salir, me voy a pasar por el hospital, a ver cómo van
las cosas. Me he enterado que una doctora ha tenido un desliz, tengo que
ocuparme de ella, ya he avisado a Charlton que se reúna conmigo allí, si
deseáis nos vemos en el hospital, esa doctora tiene un trasero espectacular,
además hay dos chicas enfermeras que también deben estar presentes, por una
falta menor. Aunque les espera una buena azotaina a las dos.
(Sr. Fiscal) -. Que doctora es? La Srta. Silvia por casualidad? Es una chica espectacular en todos los
sentidos, y muy arrogante tiene mucho carácter, así como un coraje que no hay
quien se atreva contradecirla.
(Sr. Clark Miller) -. Si, esa arrogancia de ella y su superioridad
es la que la ha hecho verse en esta situación, por lo visto se encaró con el
director de la planta, le dijo cuatro verdades al director, y le faltó al
respeto muy seriamente esta vez, por eso debo ir hablar con ella, cuando le
comunique que la van a castigar, se va a rebelar de lo lindo, pero de nada le
va a servir. Va a ser verdaderamente
todo un espectáculo ver como se rebela, no le va a resultar fácil a Charlton
colocarla sobre sus rodillas, y mucho menos lograr bajarle las bragas, va a
resultar toda una aventura verla como le ponen el culo como un tomate.
(Sr. Thomas) -.
Vaya! Tengo cosas importantes que hacer, pero eso no me lo pierdo, esa
doctora tiene un carácter de mil demonios, la semana pasada me dejo como un
ignorante ante mis hombres, es una lástima que no permitas que se la ponga en
su lugar, que esté, esa mujer entre tus
favoritas y una de tus protegidas.
(Sr. Clark Miller) -. Esa doctora es la más eficiente del
hospital, pagarían en cualquier hospital lo que fuera por tenerla bajo su
servicio, pero todo tiene un límite! El director del hospital es uno de
nuestros mejores colaboradores, sus experimentos son muy lucrativos y me ha solicitado que esa falta de respeto no
quede impune… No va a ser nada fácil hacer que sea castigada. Pero tengo mis
estrategias para convencerla…
(Sr. Fiscal) -. Si
lo pones tan negro… para esa chica, voy a tener que aplazar algunos asuntos
menores. Hay que asistir, todo apunta
que va a ser memorable ver como esa doctora es castigada, pues cuando vosotros
estéis a punto, salimos!
Los tres hombres se dirigieron hacia la puerta
abriéndola, al salir al vestíbulo de recepción donde se encontraba la mesa de
Helen, vieron que la secretaria estaba
tras su mesa de pie, atendiendo el teléfono.
En el extremo opuesto a la mesa
aún permanecían Vanessa, Yuni Lee
consolando a Marie, que a pesar del tiempo que ya hacía que había sido
castigada, aún seguía sollozando. Habrían deseado entrar al ascensor y bajar a
su planta, pero Marie estaba tan dolorida que tenía problemas para dar un solo
paso, decidiendo esperar que se calmara, trayéndole del servicio toallitas
húmedas, tan solo hacía unos instantes Marie había estado echada boca abajo en
el sofá de recepción, con las bragas bajadas, poniéndole las toallitas húmedas
en el culo, una vez que lograron hacerla calmarse un poco, la dejaron echada
boca abajo relajada, pero cuando Marie se vio en condiciones, se subió ella
misma sus bragas por el temor a ser descubierta se alguien aparecía. Aunque sus
amigas intentaron convencerla que no se las subiese aun, que podían esperar un
poco más. Pero el miedo de Marie a ser descubierta, hizo que no escuchara a sus
amigas, aunque se había calmado bastante, aun le dolía demasiado el culo, como
para correr riesgos, prefería subirse las bragas a pesar de las molestias que estas
la iban a ocasionar.
A Marie casi
se cayó al suelo al perder el equilibrio del susto,
al escuchar que el pomo de la puerta del despacho se abría, de
permanecer echada en el sofá, habría tenido nuevos problemas, se levantó en el
acto poniéndose en pie. Y a pesar del
dolor en su trasero al reincorporarse poniéndose en pie, trato de avisar a
Helen que en esos instantes atendía al teléfono, pero para Helen resulto ser
demasiado tarde el aviso.
Los tres
caballeros al salir vieron a Marie de espaldas a ellos, por lo que podían ver
como Marie se sobaba el dolorido trasero, a pesar de llevar las bragas, se le
podían ver claramente la base de sus nalgas coloradas como tomates maduros, y
como se mantenía ligeramente encorvada hacia adelante, el estar dolorida era
muy visible el porqué, por lo cual debía
de dolerle bastante el culo. Al ver que se abría la puerta saliendo el Sr.
Fiscal en primer lugar, las chicas se volvieron mirando hacia la puerta. Poco
después quien salía era Thomas y su hermano viendo a sus hijas. Las tres se quedaron heladas al verles salir,
pero la que se encontraba más aterrada era Helen. Su rostro de pánico, llamo la atención de su jefe, quien viéndola
fue hacia ella sin decirle nada hasta estar ante su mesa.
(Sr. Clark Miller) -. Que
te sucede Helen, a que viene esa mala cara?
Que quieres que te caliente el culo de nuevo? Sabes que no me gusta ese
comportamiento tuyo, explícame a que viene esa mala cara? De
verdad quieres que me enfade… Te voy a tener que enseñar a comportarte…?
Así que enfadado rodeo la mesa de Helen, acercándose a
ella. Se sentó de costado sobre la mesa, quedando su pierna derecha estirada
hacia el suelo, a su vez la izquierda quedo flexionada, por sorpresa agarro a Helen y la tumbo cruzándola sobre su
muslo izquierdo, al colocarla boca abajo sobre su muslo y el cuerpo de Helen
apoyado sobre su mesa. Al tenerla boca abajo sobre su muslo, la falda se le
subió forzada por la postura unos
centímetros, los suficientes para averiguar del porque aquella mala cara de su
secretaria. La muy desvergonzada llevaba
las bragas bajadas, y al estar echada sobre el muslo izquierdo de su jefe, este
se dio cuenta en el acto. Por lo cual claramente enfadado, le levanto la falda
y a continuación empezó a darle una azotaina a Helen, regañándola por llevar
las bragas bajadas mientras realizaba su trabajo, de ahí era el motivo de que
Helen al verle salir pusiera tan mala cara, pues sabía que podía sorprenderla
en cualquier momento, dándose cuenta del porque aquella cara de preocupación de
su secretaria. Helen estaba avergonzada
al ser castigada ante sus amigas, pues rara vez había sido castigada con otras
personas presentes, como aquellos dos caballeros que ella podía verles por la
posición de su cuerpo. Pero para su desgracia, sobre la mesa había una regla de
madera al alcance de su jefe. Era uno de los útiles de trabajo de Helen, y su
jefe el Sr. Miller debía de tener su mano derecha dolorida después de la
azotaina que había dado a su hija Marie, por lo cual, no dudo en agarrar la
regla y continuar la azotaina a Helen con la regla de madera, su jefe debió
sentirse muy ofendido al descubrir a su secretaria que no vestía de forma
adecuada, llevando sus bragas bien subidas y colocadas en su lugar, con lo
cual, la regla de madera subía y bajaba a un ritmo endiablado cayendo cada vez
sobre el trasero desnudo de Helen, la cual ya lloraba totalmente desconsolada,
en apenas tres horas había recibido tres azotainas, y esta que recibía estaba
siendo la más dolorosa, al recibir sobre su culo ya dolorido por las azotainas
anteriores, y porque la regla impactaba con clara severidad sobre su culo
desnudo, sin poder hacer nada por escapar o intentar cubrirse con sus
manos. Cuando por fin dio por acabada
la azotaina, el mismo le subió las bragas con un movimiento brusco, lo que hizo
que las perneras se le introdujeran entre sus nalgas, aunque al instante el Sr.
Miller mismo, agarrando el elástico de sus perneras, las estiro soltándolas y
que el elástico hiciera un característico sonido al ajustarse a su trasero.
Luego le sujeto la falda a la pretina de su falda en la cintura, dejándola con
la falda levantada y sus bragas al descubierto.
(Sr. Miller) -. Así aprenderás sinvergüenza!!! Cuando
vuelva quiero verte como te acabo de dejar la falda sujeta en tu cintura, hoy
por cochina le vas a enseñar las bragas a todos los de la oficina, y cuando no
tengas trabajo que hacer, te quiero ver cara a la pared castigada, ahora voy a
dar aviso a la Sra. Ingrid que suba a controlarte que obedeces.
(Sr. Fiscal) -.
Vaya! En tus oficinas no te aburres ni un momento, eh? voy a tener que alquilarte una oficina en este
edificio.
(Sr. Clark Miller) -. Fiscal no sea usted pájaro de mal
agüero! La disciplina es algo muy serio,
en mi casa no se tolera que no haya respeto hacia mi persona, el saber el lugar
que se debe estar es de suma
importancia, la indisciplina no es aceptable en mi personal, y no se les consiente una vestimenta
inapropiada, es necesario vestir con corrección y se comporte correctamente… O
es que ve usted normal que una secretaria trabaje con sus bragas bajadas, si le
molestan sus bragas porque le duele el culo, no debería haber faltado a su
trabajo y si tiene dificultades debido a la falta de seriedad en sus tareas
laborales, y por esa falta de seriedad es llamada al orden, según se estipula
en los estatutos laborales, dichos los cuales fue informada en su momento, y
que una persona decide aceptar, luego si no los cumple y encima se rebela resultando ser descubierta su mala acción, no
es motivo para comportarse de manera indebida, mi casa requiere una gran
seriedad, de cara a nuestros clientes, este comportamiento es completamente
inadmisible, y Srta. Helen no he acabado con usted aun. Cuando vuelva pasaremos cuentas de este comportamiento!!!
Helen se quedó en pie junto a su jefe se acariciaba el
trasero, con la mirada baja sin atreverse a mirarle, sabía que el Sr. Miller tenía
razón de haberle dado esa azotaina, además había sido culpa de ella. Marie le había
avisado varias veces en los últimos minutos… “ Estando mi padre en su despacho no deberías estar con las bragas
bajadas, si sale por esa puerta nuestros rostros llenos de miedo te delataran,
no porque se lo digamos, si no, porque vera por sí mismo que algo nos sucede…y cuando
te vea a ti más asustada que nosotras, querrá saber por qué…” claramente avergonzada al tener que estar
con la falda sujeta en la pretina de la cintura de la misma, mostrando sus
bragas blancas con lunares de vivos colores muy chillones, que hacían resaltar
más esa prenda íntima, resultando una clara invitación a mirarle el trasero,
pudiendo ver claramente por el borde de las perneras de sus bragas, lo colorado
que tenía el culo.
A pocos metros
se encontraban las detectives Vanessa, Yuni Lee y Marie, que no habían perdido
detalle alguno de lo sucedido, aunque tanto Yuni Lee y Marie estaban
incomodadas, pues su tío Thomas Miller no desaprovecho la oportunidad, al
tenerlas cerca para saludarlas, y mientras su hermano castigaba a su
secretaria, el aprovecho para sentarse en el sofá haciendo que sus sobrinas se
sentaran sobre sus rodillas, una en cada uno de sus muslos, mientras sus manos
las tenía introducidas bajo sus faldas a las chicas acariciándolas el trasero por
encima de sus braguitas, sintiendo claramente el calor de sus traseros en sus
muslos a través de la pernera del pantalón, notando claramente que el que más
calor emanaba era el de su sobrina Marie, pero ese calor lo sentía más directo
en las palmas de sus manos, al acariciarles el culo por encima de sus braguitas.
Siempre cuando las visitaba las hacia
sentarse sobre sus rodillas, y les hacía que contasen a su querido tío como les
había ido, desde que eran unas niñas por lo que ellas no se sentían perturbadas
por ello, pero en estos momentos las dos con su trasero dolorido, era notablemente
visible su malestar por la incomodidad.
(Sr. Clark Miller) -.
Bien señores! Nos vamos, hay negocios que solucionar… Thomas! No
consientas tanto a tus sobrinas que están castigadas las dos, siempre igual con
ellas, contigo logran lo que ellas quieren, las mimas y las consientes demasiado.
(Sr. Thomas) -. Bah! Siempre con tu mal genio! Pobres
niñas, ya sabéis que siempre esta vuestro tío para escucharos, ya hablare con
vuestro padre para que os levante ese castigo, mis pequeñas!
Dándole unas palmaditas en sus traseros bajo su falda, se
despidió de sus sobrinas haciéndolas levantar sus doloridos traseros de sus
piernas. Tanto Marie como Yuni Lee, con una forzada sonrisa se despidieron de
su tío Thomas. Su tío siempre era muy amable con ellas, y en varias ocasiones
había hecho que su hermano las levantase un castigo, aunque el lio que estaban
metidas esta vez era difícil salir bien libradas.
En unos
instantes vieron como los hombres entraban al ascensor, y al cerrarse las
puertas las chicas se quedaron a solas de nuevo respirando aliviadas. Helen al verles desaparecer no desaprovecho la
oportunidad, bajándose las bragas a las rodillas como si no acabase de ser
castigada por ese motivo, aprovechando para mirarse el culo lo colorado que lo tenía.
(Vanessa) -.
Helen!!! Es que estás loca? Como aparezca la Sra. Ingrid o vuelva a
subir mi padre, no quiero ni pensar la que te va a dar de nuevo, pero… tienes
un culito encantador con lo colorado que lo tienes, tan redondito y precioso…
(Helen) -. Tu cállate!!! Y dices que eres nuestra
amiga? Cochina!!! Sécate los muslos te has fijado como los llevas de mojados, y
te dices ser nuestra amiga!!! Llevas las
bragas chorreando de mojadas que las llevas…guarra!!!
(Vanessa) -. No me vas hacer que me avergüence!!! Tu misma te has buscado que te calienten el
culo, guapa! Que te crees? Que no nos molestan las bragas a nosotras?
Pero sabemos que estando en esta planta, corremos el riesgo que nos castiguen a
cualquiera de nosotras, y sabiendo eso… no nos bajamos las bragas! Aunque todas es lo que más deseamos hacer,
pero somos conscientes que eso sería ganarnos una azotaina, y… reconozco que en
estos momentos, me encantaría que lo hicieran, porque verle el culo a Marie
como lo lleva, y después de verte como te acaban de calentar el culo a ti…
guau… estoy que…como una moto…
(Marie) -. Vanessa! Cualquiera diría que tienes el
cerebro entre tus piernas. Bueno Helen
luego nos vemos si podemos. Lamento que te hayan castigado, trate de avisarte,
pero tu cara llevaba escrito en la frente,… “…Llevo las braguitas bajadas…” has
sido totalmente incapaz de disimular que habías hecho algo malo, mi padre con
solo mirarte sabía que ocultabas algo grave… tu cara aterrada lo decía
todo…Bueno chicas! Vamos a mi despacho a trabajar un rato, si es que podemos
centrarnos en ello. Estoy muy preocupada
por Frank, por nuestra culpa esta en serios problemas, y de qué forma
además!!! Es terrible lo que ha sucedido
hoy para él.
Dejando a Helen sobándose el culo, se dirigieron al
ascensor las tres, una vez dentro…
(Vanessa) -.
Tienes razón Marie. Frank no lo
debe estar pasando nada bien, en estos momentos la Sra. Ingrid ya debe haber
descubierto su secreto.
(Marie) -. Su secreto? Cual secreto?
(Vanessa) -. Marie, sabes que llevo tiempo trabajando
con él como compañeros, y que nos llevamos muy bien los dos, compartimos piso y
conozco todos sus secretos, es homosexual y siempre lleva bajo su ropa…
braguitas, que se las compro yo misma, por eso él tenía en su contrato no
aceptar castigos, pues se descubriría su condición, aunque le gusta mucho mas
dar azotes, que el recibirlos. Por eso siempre que puedo le provoco, me ha
zurrado muchas veces…es raro la semana que no lleve el culo caliente a
trabajar.
(Marie) -. Eres lo que no hay pequeña!!! Pero aun
así… si no, nos quiso decir a sus amigos y a nadie su secreto, seria por algo. De haberlo
conocido la empresa, habría sido despedido y lo sabes bien. Otras veces solo
por sospechas han despedido a buena gente, sin haber demostrado su condición y
se les ha arruinado su vida. Puede que en el futuro, eso llegue a aceptarlo la
sociedad, pero hoy día es muy peligroso sé si descubre.
…En el otro extremo de la ciudad… En el Hospital Saint
Andrews…
En el hospital
entraban vehículos de lujo al parking privado, se podían apreciar limusinas que
aparcaban una al lado de otra, incluso del gobierno por sus placas de matrícula,
como vehículos de la embajada. En el
vestíbulo había tanto hombres bien trajeados como señoras vestidas con
elegancia. Las personas fueron pasando al ala de oficinas del hospital,
entrando a una sala enorme con una mesa semi circular o de media luna, de tal
manera que una vez sentados en su lugares todos y cada uno podían verse entre
sí, quedando un gran espacio vacío en la parte central de la mesa. En un momento dado, desde el puesto de la
presidencia con un martillo de madera, con unos toques moderados se reclamó que
guardaran silencio los asistentes, tomando la palabra el presidente, resultando
ser el Sr. Clark Miller.
(Sr. Clark Miller) -.
Buenos días a todos… Señores y Señoras accionistas, nos encontramos
pocas veces reunidos, ya que para nuestros negocios solemos hacerlo en el club
de campo, pero la verdad es que en esta
ocasión, no nos reunimos para un tema puramente de negocios, lamentándolo
enormemente el molestarles a ustedes, ya que
este problema no debería ser necesario, el haberles molestado a todos
ustedes, haciéndoles acudir a este tipo de asuntos. Pues claramente es un
problema que debería haberse resuelto en
un despacho, y que este, no hubiera trascendido hasta llegar a ser necesario reunir
a los principales accionistas. Yo mismo
me siento enormemente decepcionado, esta reunión no debería haberse celebrado
nunca, por un asunto puramente aislado y privado. Así es como debería haberse
solucionado, y nunca debería de haber llegado a estas instancias. Señor Charlton! Puede usted hacer entrar a quienes han
causado el problema.
El señor
Charlton se levantó del extremo derecho de la mesa, caminando hacia la salida
situada justo en frente de los reunidos, abriendo la puerta, saliendo de la
sala por ella. Segundos después volvía entrar acompañado por tres
señoritas. Dos de ellas vestían de igual
manera, una blusa blanca, falda tableada blanca a medio muslo, medias blancas y
zapatos cómodos tipo Merceditas blancos también, por encima del conjunto,
llevaban una bata blanca por debajo de la cintura abrochada por tres botones,
con una etiqueta a la altura del pecho en el lado izquierdo, con su nombre
“Isabel” “Sofía”, sobre la cabeza llevaban una cofia de enfermera con una cruz
roja en el centro, con lo que ellas dos eran enfermeras. La otra señorita, iba
vestida con una blusa azul celeste, falda blanca tableada por debajo de las
rodillas, medias blancas y como conjunto en sus pies calzaba unos cómodos
zapatos rojos de tacón de aguja de diez centímetros, por encima del conjunto una
bata abierta a la altura de las rodillas, con fonendoscopio colgado de su cuello, en su bata con el
nombre de “Dra. Silvia”.
(Sr. Clark Miller) -. Mis
queridos colegas accionistas, aquí
tenemos el problema. Tenemos a tres de nuestras trabajadoras, la Dra. Silvia
Cayetano y las enfermeras Isabel Sánchez y Sofía Martínez. En el caso de las enfermeras, yo mismo
hubiera solucionado el problema con un correctivo del cual en varios días no se
habrían podido andar o trabajar con
comodidad. .- Los
asistentes se rieron con ese comentario, y las chicas que hacían compañía a la
doctora, sus mejillas enrojecieron de la vergüenza. -. Pero… El caso de la doctora es diferente, aunque reconozco que de
ser hombre se le abriría un expediente y seria despedido en el acto. Pero todos conocemos la trayectoria de esta
doctora, no sería obrar correctamente abriéndole un expediente, y aplicarle un
buen correctivo aunque si sería lo correcto, y resolver ese problema de manera
rápida y eficaz. Pero es una mujer que
resultando muy joven, ha demostrado ser una gran profesional, y aunque soy
partidario de aplicarle una buena azotaina, pues es exactamente lo que se
merece y así no manchar su excelente expediente, puesto que el caso, aunque
tiene relativa gravedad, no es una falta profesional, si no, una falta de
modales y ética profesional hacia los responsables de este hospital, en la
cadena de responsabilidad hacia sus superiores. En la junta de accionistas, se encuentran
sus padres, su abuelo, sus posibles suegros en el futuro. El motivo es que por
un error de estas dos muchachas enfermeras, a las cuales el castigo es
inminente, pues ellas fueron sorprendidas fumando en el exterior, algo que está
terminantemente prohibido en el personal, y van a recibir una buena azotaina por
ello, pero la Doctora Silvia que como tal debió regañar a las chicas, en vez de
ello, no solamente no hizo nada, si no, que al ser descubiertas las chicas por
el director al pasar con su vehículo por delante de ellas, deteniendo el vehículo
bajándose y llamarles la atención. La doctora increpo de malas formas al
director, si ello hubiera sucedido en una zona sin personas como testigos, no
estaría bien, pero al menos no habría trascendido el hecho, pero el caso es que
habían clientes y pacientes de este hospital.
Como la discusión duro unos minutos, dicha doctora se quemó los dedos,
al parecer ella también estaba fumando, y su cigarrillo al consumirse aunque
ella lo ocultaba, acabo teniendo que soltar el cigarrillo siendo descubierta, y
aun así, siguió increpando al director.
Las chicas reconocieron su error inmediatamente, disculpándose siendo
educadas, como respetuosas y eso se tiene en cuenta, su castigo será comedido
por esta vez. Sr. Charlton proceda con
las chicas. Mientras las chicas reciben
una azotaina, ruego a los señores accionistas que decidan qué debemos hacer en
el caso de la doctora.
El Sr.
Charlton se desplazó hacia la mesa al lugar que él ocupaba sentado, cogió con
ambas manos su propia silla levantándola, trasladándola al centro de la sala
colocándola de cara a los accionistas, luego con parsimoniosa ceremonia se
retiró la americana colgándola del respaldo de la silla, luego se arremango las
mangas de su camisa hasta el ante brazo y tomo asiento en la silla esperando que
una de las chicas se aproximara a él.
(Sr. Clark Miller) -.
Srta. Isabel haga el favor de ser la primera en recibir su merecida
azotaina, que será tal y como merecen las circunstancias, con las bragas
bajadas!
La citada
enfermera nerviosa se acercó al costado derecho del Sr. Charlton, y una vez
ante él. Ella misma introdujo sus manos bajo su falda tableada blanca
subiéndosela hasta sus caderas, lo justo hasta poder agarrar el borde del
elástico de sus braguitas, y sin mostrarlas procedió a bajárselas hasta las
rodillas, al dejarlas por su propio peso e inercia se le bajaron a los
tobillos, mostrando así sus bragas blancas de algodón. El Sr. Charlton agarro
su mano izquierda atrayéndola hacia él, colocándola así boca abajo sobre sus
rodillas, una vez acomodada el Sr. Charlton le levanto la falda depositándola
sobre su espalda, acto y seguido comenzó a darle la azotaina. Sus blancas
nalgas pronto fueron tiñéndose de color rosado y paulatinamente fue cambiando a
un tono de color rojo más intenso. La chica
al sentir los azotes cerro sus ojos, sintiendo además del dolor en su culo
desnudo cada azote, causando a su cuerpo
cierto impulso hacia adelante, a cada
fuerte azote que recibía en su trasero,
se desplazaba unos centímetros hacia adelante, y retornando a su posición al
mantenerla bien sujeta sobre el regazo. La chica acepto su merecida azotaina, y aunque
el culo con cada azote que recibía le ardía más y más su trasero, se limitaba a
lanzar un gemido del dolor a cada azote que sentía, con “ayees” ahogados que no
pudo evitar, el Sr. Charlton tenía instrucciones previas que no debía ser muy
severo, por lo cual entre un buen azote
y otro buen azote transcurrían unos segundos, quizás por ese motivo la
enfermera pudo aguantar la azotaina de manera íntegra, aunque no pudo evitar
que algunas lágrimas brotaran de sus pupilas, en unos cinco minutos había
finalizado su correctivo, y permitido a ella misma el levantarse del
regazo. Una vez en pie, se inclinó
agachándose, así como poder con sus dedos coger la cinturilla de sus braguitas blancas se las
subió ajustándose bien la cinturilla, dejando que su falda volviera a cubrir su
trasero. Luego le llegó el turno a Sofía,
y recibió su correspondiente azotaina acabando con el culo colorado como un
tomate maduro, igual que breves minutos antes había acabado el de su compañera
con el mismo color, aunque quizás por tener Sofía el culo más pequeño le dolió
mas la azotaina y ella si acabo llorando desconsolada, de igual manera, al
finalizar se subió ella misma sus braguitas blancas. Una vez las dos fueron
castigadas, se pusieron una a cada lado del Sr. Charlton en pie, con sus manos
colocadas en sus caderas.
(Sr. Clark Miller) -.
Bien. Jovencitas, pueden retirarse. Las informo que por haberse
disculpado reconociendo su error, el castigo que han recibido ha sido benévolo,
siendo castigadas como un primer aviso. Si hubiera una reincidencia, no sería un castigo tan simple.
El Sr. Charlton tenía instrucciones de no emplearse a fondo al castigarlas,
solo a un nivel medio, ahora estarían ustedes llorando a mares y no podrían ni
rozarse con las manos sus traseros, y ya no digo, en el caso de tener luz verde
de emplearse a fondo. Piensen muy bien lo sucedido, pues esto no volverá a
suceder de nuevo, si hubiera una reincidencia o un castigo en los próximos
treinta días, no obtendrán el beneficio de la duda, entendido? Ahora retírense
a sus labores…
Las chicas
abandonaron la sala acompañadas por Charlton tal y como habían entrado,
caminaban rectas y con firmeza, solamente Sofía se pasó la mano izquierda unas
dos veces por encima del trasero de su falda, pero más que como caricia, como
si deseara asegurarse que llevaba bien colocada su falda. En breve el Sr.
Charlton volvió, y recogiendo su americana, como su silla se volvió a sentar
junto a los accionistas del hospital, quedando en el centro de la sala en pie,
la Dra. Silvia.
(Sr. Clark Miller) -.
Bien señores y señoras accionistas, que han decidido sobre cómo resolver
el problema… quieren hacerme pasar las notas con su decisión final, gracias..- Durante unos instantes fue abriendo
las notas, las que estaban a favor de castigo a la derecha, en contra a la
izquierda, una vez visto todas y recontadas de nuevo…-. Bien Srta. Dra. Silvia Cayetano.
Hay veinte miembros en esta sala, quince han decidió que sea castigada y
cuatro en blanco, yo no he querido participar pues todos conocen mi opinión
sobradamente, pero prefiero abstenerme de decidir. Usted es quien debe darnos la última palabra,
por nuestra parte está claramente la decisión tomada. Si desea renunciar a su puesto, lo
comprendemos perfectamente. Pero de
ninguna manera podríamos ser perjudicados, puesto su gran valía como doctora en
su especialidad de cardiología, por lo tanto redactaremos un documento que para
evitarnos una competencia desleal, durante diez años no podrá ejercer la
medicina en esta ciudad o país, por lo que deberá marcharse a otro país a
trabajar. El problema lo ha provocado
usted misma, siendo la única culpable y responsable de sus actos, no podemos
tolerar que encima nos perjudiquemos nosotros mismos, aunque no nos guste,
debemos tomar precauciones. Ahora está
en sus manos, decide ser castigada o renunciar a su puesto?
La Dra.
Silvia miraba hacia el suelo, era incapaz de alzar su mirada hacia las personas
ante ella sentadas, aunque desde hacía unos días que conocía la decisión de sus
padres y abuelo. Pues ellos la habían castigado a estar en casa sin salir a
ninguna parte, excepto al trabajo, y aunque renunciara al llegar a casa la
esperaba una buena azotaina a manos de su abuelo, pues ya el primer día se lo
había anunciado que lo iba hacer, pero que esperarían el resultado de esa
enmienda del consejo de accionistas. Ella sabía que de todas formas iba a
recibir una buena azotaina, y no por sus padres que también lo habrían hecho,
de no ser por el respeto al abuelo. Ya que él era el más antiguo y su imagen
sería la más dañada por la mala cabeza de su nieta favorita.
(Dra. Silvia) -. Sr. Miller… Acepto. Pues aunque me pese reconocerlo, no debí
increpar al director de la forma que hice, y le pido mis disculpas. Aceptando
el ser castigada por mis malas decisiones. Pero de ninguna manera permitiré que
sea ese lunático quien me castigue…
(Sr. Clark Miller) -. Sus disculpas no pueden aceptarse por
esta junta de accionistas, si con ellas esperaba tener benevolencia al ser
castigada, ya le adelanto que eso no sucederá de ninguna de las maneras. En primer
lugar; porque el Director no se haya presente, pues él no es accionista. En
segundo lugar; acaba de faltar de nuevo al respeto y en esta ocasión si es un un accionista, y no solamente le falta al
respeto, si no, que además le ha insultado ante nosotros, los accionistas de
este hospital. Esa será una nueva falta y que deberá ser castigada de nuevo,
cuando este usted en condiciones para recibirla, una vez recuperada de la que
va a recibir en estos momentos. Y… supuestamente en quien está pensando, si es
que piensa en él, será quien se encargue de castigarla?
La doctora sin
atreverse a levantar la mirada dijo un nombre siendo apenas escuchada,
teniéndolo que repetir de nuevo…
(Dra. Silvia) -. Mi… Abu…buelo… Sé muy bien que le he
decepcionado a él, como también a mis padres, aceptaría que fuera él…
(Sr. Clark Miller) -. Sr. Cayetano para esta junta de
accionistas, no hay quien pueda igualar su eminencia como cirujano de
cardiología, y será todo un honor que se ocupe usted, no puedo hallar en esta
sala con ninguna persona más capacitada y derecho de ejercer esa labor…
Silvia al
escuchar aquellas palabras se alegró que fuera su abuelo el encargado de
castigarla, de otra forma se hubiera muerto de vergüenza que un desconocido
pudiera manosearla y la azotara en el culo, en cambio su abuelo, ya lo había
hecho muchas veces siendo niña y no tan niña…
(Sr. Cayetano) -. Ya se Clark que eres todo un caballero,
igual que lo fue su padre y su abuelo, el cual era un gran amigo mío desde la
infancia. Pero a mis ochenta y nueve años, no creo tener la vitalidad de hace
unos años, en los cuales no solamente me hubiera encargado de mi nieta de
castigarla, si no, que ya hace días que la habría castigado, además que pasaría
a recibir un castigo en mantenimiento
siendo castigada durante un periodo de tiempo por esta gran vergüenza,
decepción, humillación y por haber mancillado el honor de la familia. Que me
ha causado tal dolor, que no se lo voy a perdonar. Mi buen y estimado Charlton seria la persona
más indicada para castigar a esta desvergonzada, pero hay otra persona que se
encargara de ella de manera tan eficaz o incluso más, me refiero a usted mi
buen amigo, quiere usted hacerme ese honor de ocuparse de mi nieta como
corresponde? Así como hacerla que se disculpe ante nosotros, y que nuestro
honor mancillado pueda quedar limpio y sin tacha alguna. Y tu pequeña sinvergüenza ni se te ocurra
abrir esa boquita, que te veo tus intenciones…
(Sr. Clark Miller) -. Sr. Cayetano… Para mi será un honor el
hacerle ese favor. Aparte que para ella tampoco le resultara tan vergonzoso el
que sea yo quien me encargue. Ella de
niña solía venir a casa con mis hijas, incluso ya siendo unas adolescentes, las
tuve que corregir en algunas ocasiones, siempre eran pequeñas travesuras por
supuesto, y si castigaba a mis hijas, no era menester que por estar de visita
ella no recibiera igual, algo que de ser en su casa mi buen amigo, usted
también se encargaba de corregir a mis hijas si creía necesario el hacerlo, por
lo tanto, estimo a su nieta tanto como si fuera una hija más para mí. Por esa razón entre otras, no he permitido
que se tomase una decisión sobre su futuro inmediato, sin celebrar esta vista y
decidir su futuro, sobre todo por respeto hacia sus padres y buenos amigos,
como usted mismo.
(Sr. Cayetano) -. Dices bien mi buen amigo Clark, mi nieta y
tus hijas eran todo un torbellino cuando estaban juntas, varias noches se
fueron a la cama bien calentitas las tres, pero las niñas son niñas, y aunque
cumplan cincuenta años seguirán siendo nuestras niñas. Cuando gustes puedes
hacerte cargo, el método que utilices seguro que será el acertado, lo dejo en
tus expertas manos.
El Sr. Clark se
levantó dejando su lugar, pasando caminando por detrás de los accionistas, así
bordeando la mesa, hasta colocarse al lado de la Dra. Silvia. La cual era incapaz de mirarle a los ojos al
hombre encargado de aplicarle el correctivo.
(Sr. Clark Miller) -. Señor González me haría usted el favor de prestarme su silla
y ocupe usted mi lugar para sentarse, gracias.
El caballero
situado al extremo derecho de la mesa, muy amablemente se levantó de su silla
cediéndola, pero tomándose la molestia de llevársela al lugar que ocupaba el
Sr. Miller, depositándola justo en el centro de la sala, en el mismo lugar que
Charlton había castigado previamente a las dos enfermeras. Se estrecharon las
manos entre ambos hombres, y el primero fue a colocarse en el puesto de la mesa
del Sr. Miller. El cual cuando tomo asiento el propio Clark imito a su
antecesor quitándose la americana, e igual forma se arremango las mangas de la
camisa, para poco después tomar asiento en la silla. La Dra. Silvia al verle sentado se adelantó
hasta colocarse al costado izquierdo del Sr. Miller, e incluso hizo el ademan
de echarse ella sin que se lo ordenase sobre sus rodillas, siendo sujetada del
brazo derecho por el Sr Clark que la detuvo en su gesto.
(Sr. Clark Miller) -. Un momento pequeña desvergonzada! no vayas
tan rápido. Sabes perfectamente que soy diestro y no zurdo. Pero antes de
colocarte sobre mis rodillas boca abajo, antes de eso, debes traerme lo que voy
a necesitar siendo indispensable para calentarte el trasero como
corresponde. Así que acércate a donde
está tu abuelo sentado, frente a él, encontraras una caja rustica de madera, me
traes lo que hay en su interior.
La Dra. Silvia avergonzada completamente, pues era de
suponer que deseaba con su maniobra hacer que la castigase con la mano, ella
sabía perfectamente cómo se las gastaba el Sr. Clark, la última azotaina que
recibió de él, fue una noche que volvieron algo bebidas a casa las tres, Marie
y ella eran mayores de edad, y habían permitido que la pequeña Yuni lee siendo
en aquel entonces menor de edad, las tres fueron castigadas severamente, pero
ella y Marie fueron quienes se llevaron la peor parte, por consentir que la
pequeña bebiera alcohol, en esos instantes al recordar ese momento y como
sintió aquella azotaina con la mano, y lo dura que fue recibirla, se sobo el culo por encima de la falda.
Mientras caminaba hacia el lugar que estaba su abuelo, el cual ya había abierto
la caja extrayendo un feo cepillo de madera de fresno, el cual lo reconoció
inmediatamente nada más verlo, pues sabía muy bien como dolía el condenado. Al recogerlo de las manos de su abuelo, le
miro con cierto brillo en sus pupilas, claramente se la podía ver lo
arrepentida que estaba, pero aunque en aquella mirada dulce de cariño y
suplicante hacia su abuelo, no logro
nada y ni enterneció a su abuelo lo más
mínimo, siendo esa su intención.
Ya de vuelta
sobre sus pasos hacia quien iba a darle una buena azotaina, Silvia trataba
disimuladamente de acariciarse el trasero, para no ser demasiado descarada se
acariciaba la cadera con la mano izquierda, de manera que sus dedos estirados
rozaran levemente su nalga izquierda. Al
estar de nuevo frente al Sr. Clark le entrego el cepillo, y avanzando lateramente
con su cuerpo, se colocó en dos pasos al
costado derecho para colocarse echada boca abajo ella misma por segunda vez,
volviendo a ser detenida sujetándola esta ocasión por el brazo izquierdo el Sr.
Clark cuando prácticamente su mano derecha estaba a punto de apoyarse en el
muslo derecho, y así echarse sobre el regazo.
(Sr. Clark Miller) -. Que son esas prisas por echarte sobre mis
rodillas!!! Primero es necesario bajarte esas bragas! .- Al escucharle que primero debía
bajarse las bragas, sus mejillas se colorearon coloradas de la vergüenza, pero
a pesar de ello, se recuperó y se inclinó lo justo para con sus manos pellizcar la falda a la
altura del muslo, subiéndose la falda lo necesario, para así poder meter sus
manos bajo la falda y agarrar el
elástico de las perneras y poder bajarse las bragas, sin que la vieran en
braguitas los asistentes. Pero esa maniobra también fue detenida en el momento
que ya introducía sus manos bajo su falda. -.
No corras tanto jovencita! Todos te
estamos viendo que por todos los medios posibles estas intentando algo,
evitarte pasar la vergüenza que es menester que padezcas, la cual no tengo intención
de librarte de ella, y para tu información, a más trabas pongas, mas vergüenza
te voy hacer pasar. Así que mi pequeña sinvergüenza!!! Ya te estas levantando
la falda hasta la cintura! Sin remilgos, a no ser que desees hacerlo con el
culo caliente antes de tiempo!!!
Silvia deseaba
que se la tierra se la tragase, por todos los medios había tratado de evitar
que sucediera justamente eso, que acababa de suceder. Ahora miraba en todas
direcciones avergonzada, miraba a sus padres miembros de los accionistas,
miraba a su abuelo a los ojos suplicándole perdón… Pero ninguno de ellos
mostraron la más mínima intención de librarla de aquella vergüenza, pero ellos
se sentían mil veces más avergonzados que su hija o nieta, el tener que pasar
por aquella vergüenza que manchaba su honor, su orgullo, su reputación. No
moverían ni un solo dedo por evitar a su pequeña, ninguna situación incómoda
que pudiera verse implicada. Deseaban que ella se sintiera igual, que se sintieran
ellos mismos, pues no podían imaginar nada más horrible que los hechos que la Dra. Silvia había protagonizado
días atrás. Siendo su apellido puesto en entredicho y en bocas de todos los
medios, y el Sr. Clark Miller lo sabía muy bien, pues el mismo estaba pasando
por la misma situación por culpa de sus hijas, Marie y Yuni Lee. Aunque en su
caso, no era tan grave. Pues únicamente se había enterado de ello el Sr. Fiscal
General de la ciudad, y este era su socio en los negocios, algo que no había
trascendido.
En cambio en el
caso de la Dra. Silvia Cayetano, había sido puesto en boca de todos los accionistas,
clientes del hospital, pacientes y gente que pasaba en esos momentos, incluso
llegando a ser noticia destacada en el noticiero del hospital, una especie de
revista de magazine del centro
sanitario, el cual no solo se leía en el hospital Saint Andrews, si no, en
todos los hospitales de la ciudad. El Sr. Clark Miller lo sabía, así como tenía
que hacer lo indecible por dejar limpio el buen nombre de la familia Cayetano.
Silvia buscaba
cualquier señal que pudiera redimir aquella vergüenza, el tiempo estaba
pasando, y estaban esperando todos los presentes que obedeciera subiéndose la
falda tal y como se le había ordenado hacer, entonces vio en las miradas que
algo cambiaba en ellas, llegando a pensar que la perdonaban, cuando en su
ignorancia, lo que sucedía era que se estaban cansando de su falta de
obediencia, viendo que la joven se empecinaba en sus trece, lo que ella creía
ser una señal que la disculpaba, en realidad era una pérdida de sus límites de
paciencia.
Algo que para
el Sr. Clark Miller no pasó desapercibido, y en un solo movimiento, con sus
manos agarro a la joven de la cintura levantándola, y sin contemplaciones la
tumbo sobre sus rodillas boca abajo, levantándole seguidamente la falda y le
bajo sus bragas de algodón rosas con unos dibujos de aves en vuelo en relieve,
sin dejar tiempo a que la joven pudiera pararse a pensar o reaccionar, los
primeros azotes ya caían sobre su culo desnudo con el cepillo de madera,
durante unos cinco minutos estuvo pataleando alocadamente, así como meneando
sus caderas tratando de escaparse, pues la joven estaba engreída que los
accionistas pedían con sus miradas el perdón de su falta, cuando realmente era
todo lo contrario estaban perdiendo la paciencia, pero ella seguía luchando en
clara rebeldía. Por lo que los cinco minutos de duración de la azotaina, se
prolongaron otros cinco minutos más. Pero la joven aun llorando, continuaba en
sus trece tratando de escapar por todos los medios posibles, y lo que habían
llegado a ser diez minutos, se alargaron por espacio de otros cinco minutos
más. En ese instante el Sr. Clark Miller claramente sudando se detuvo de
castigar a la joven, haciéndola colocarse de pie a su costado, pero lejos de
eso, la joven lo que hizo fue retirarse de él,
enfadada claramente y furiosa…
cuando trato de que se volviera a colocar a su costado, ella sin cortarse lo
más mínimo le dio un manotazo que casi le acierta en pleno rostro…
(Dra. Silvia) -. Cerdo!!!
Es que no ha visto a todos?
Estaban cambiando de opinión y perdonándome el castigo, eres un bestia
desquiciado!!! Te voy a denunciar a la policía por esto…
Silvia estaba
completamente endiablada de ferocidad, incluso volvía a acercarse con la
intención de lanzar nuevos manotazos a su castigador que la acababa de mondar
el culo, pero estaba tan furiosa que ni prestaba atención al dolor en su
trasero… cuando menos se lo podía
esperar recibió dos fuertes bofetadas en la cara, miro con odio al Sr. Clark
Miller, pero se dio cuenta que el no había sido quien le diera las dos
bofetadas, giro la cabeza y entonces sintió dos nuevas bofetadas aún más
fuertes, viendo intimidada que había sido su madre quien se las había
dado. Mirando a su madre, se sintió
zarandeada y girando la cabeza vio que era su padre, y al igual que su madre,
le soltó otras dos bofetadas en el rostro que la hicieron caer al suelo,
quedando sentada de culo…
(Sr. John Cayetano) -. Que estábamos cambiando de parecer dices?
Que te íbamos a perdonar? Tu pequeña
sinvergüenza crees que hay alguna manera posible, que la enorme vergüenza,
humillación, y degradación que nos has hecho a tu familia se te puede perdonar,
porque tú te lo creas, desvergonzada!!!
Clark haznos el favor de acabar esta horrible pesadilla, haznos el favor
que podamos salir de este hospital al menos pudiendo mirar al frente, y no como
hemos entrado con la cabeza baja por la vergüenza que sentimos, de tener a una
hija tan engreída y soberbia que nos ha avergonzado a toda la familia. Te lo
hemos pedido a ti, porque nosotros no hubiéramos podido con ella…Veo que
hicimos mal al esperar a esta vista para castigarla como se merece, pues la muy
descarada y sinvergüenza, se nos ha crecido creyendo que nadie es inocente,
excepto ella. Y eso hay que hacérselo ver claro, que la causante de nuestra
amargura como vergüenza es ella, y
únicamente ella la responsable.
Se levantó del suelo como si tal cosa, como lo que acababa
de escuchar no fuera con ella, seguía en sus trece con su mirada amenazante,
cuando alguien se la acerco por su espalda, y haciéndola que se girase, ella ya
llevaba su mano derecha abierta preparada para soltar un nuevo manotazo, estaba
visto que no respetaba ni el regaño que la acababa de soltar su padre, pero
quien la hizo girar era el abuelo, y este le soltó dos nuevas bofetadas y otras
dos con el revés de su mano. Al parecer ahora si quedo anonadada, como si en
esos momentos hubiera recuperado la cordura, sintiendo la clara necesidad de
llevarse sus manos al trasero, pues al parecer ahora si sentía el intenso dolor
en su culo tras la azotaina recibida con el cepillo. Su abuelo no le dijo nada,
simplemente se retiró a sentarse en su puesto, y con él le acompañaba su hijo e
esposa, claramente indignados. Silvia
avergonzada tras ver el rostro de decepción de su abuelo, se quedó inmóvil ante
el Sr. Clark.
(Sr. Clark Miller) -. Silvia! Había oído que te habías vuelto
muy engreída, con un carácter endiablado, y una rebeldía que no se podía imaginar en una jovencita. Conozco a tu familia
desde hace años, y nunca había visto en sus rostros tanta desesperación, como
frustración, vergüenza, incluso yo me siento abochornado ante tu
comportamiento, no pudiendo acreditar lo que mis ojos han visto en que te has
convertido. Te he dado una azotaina con
el cepillo, que cualquier mujer no podría ni moverse del dolor que tendría en
el culo. Bueno. Está claro que debes de
ser castigada como mereces! Estas dispuesta a ser castigada y aceptarlo? .- Clark la miraba a los ojos, esperando
su respuesta. -. Y … bien que respondes?
(Dra. Silvia) -. Si, si señor! Pero me duele muchísimo mi
trasero, señor… no creo que sea necesario que me siga castigando…
(Sr. Clark Miller) -. De verdad estas diciéndome eso que
escucho? He conocido chicas descaradas,
pero tú te llevas todos los premios a la insolencia! Si aquí los presentes, se levantan de sus
sillas y se marchan, entonces creeré que de verdad no necesitas ser castigada,
si no se va nadie, prepárate porque no hemos empezado aun… ves que alguien se
levante y se marche? Yo no veo que nadie
se mueva, así que súbete las bragas y levántate la falda, tal y como lo
habíamos dejado en su momento. Primero
te vamos a quitar esa insolencia que abruma a los presentes, y se sienten
indignados de que una guapa muchacha de buena familia, pueda llegar a tanta
ignorancia y prepotencia sobre lo que es la vida.
Silvia a pesar de lo sucedido no acababa de saber lo que
le convenía, o quizás lo supiera pero su altivez y su orgullo la mantenía en
sus trece. Miro hacia todas partes, pero no hizo ademan alguno por agacharse a
agarrar la cinturilla de sus bragas y subírselas, no movía ni un solo dedo que
indicara movimiento alguno.
(Sr. Clark Miller) -. Muchacha! Esto no me lo esperaba, había
oído que habías cambiado mucho estos años en la universidad en el extranjero,
pero siempre la sospecha era que cambiabas para mejor, pero sigues siendo la
niña descarada de cuando eras más joven… aunque ahora eres mucho más soberbia y
engreída!!!
Ya el Sr. Clark no hizo comentario alguno, simplemente se
levantó poniéndose frente a Silvia, y pausadamente se desabrocho la hebilla del
cinturón, y empuñando con la mano derecha la gruesa hebilla con el grabado de
la cabeza de un caballo Mustang, tiro de ella lentamente hasta extraer de las
presillas del pantalón él grueso cinturón de cuero de unos ocho centímetros, y
un grosor del cuero de casi cinco milímetros, un calibre muy considerable, el
cual presagiaba ser muy pesado. Lentamente acabo de extraerlo, y una vez se lo había
quitado, puso su mano izquierda bajo la hebilla, tirando lentamente de su mano
derecha, fue haciendo pasar por su mano izquierda deslizándose el cinturón, una
vez el extremo estaba en su mano
izquierda, unió ambos extremos sujetándolo solamente con su mano derecha, y
así, lo enrollo pasándose por su mano dando una vuelta volviéndolo a sujetar
firme con su derecha. Soltando el extremo doblado de su mano izquierda, el
cinturón quedo colgando de la mano derecha, el cual demostró lo pesado que
debía de ser, pues cuando se suelta un cinturón, por lógica de la gravedad es
que se moviera varias veces oscilando hasta quedarse parado, pero tal y como lo
soltó, quedo inerte en el aire suspendido sin apenas agitarse.
Cualquier
chica solo de ver el cinturón, se pondría a llorar y su cuerpo temblaría como
gelatina del terror que produciría verlo.
Pero la Dra. Silvia se mantenía firme en sus muestras de ser altiva y
orgullosa, no tenía ninguna intención de doblegarse, aunque solamente ella
podía conocer que se le pasaba por la cabeza en esos momentos, ese cinturón
haría estremecer a toda mujer sabiendo lo que la esperaba. En cambio Silvia no dio ninguna muestra de
flojera en sus piernas o temblor de su esbelto cuerpo.
Cuando el Sr.
Clark Miller la agarro de su muñeca izquierda, alzándole el brazo por encima de
la cabeza manteniéndoselo estirado, ese efecto la hizo que sus caderas la
forzara a girarse, dejando su trasero expuesto para castigarla con el
cinturón. Siendo así como restallo el
grueso cinturón en su trasero cubierto por su falda, debido a su estatura de un
metro sesenta y cinco, a lo cual se sumaban los diez centímetros de tacón de
aguja, pasando a obtener una estatura de un metro setenta y cinco, pero ante la
fisonomía, como la corpulencia del Sr. Clark con su metro noventa de estatura
se imponía. El cual estiraba su brazo en alto todo lo que su brazo podía dar de
sí mismo, y con vertiginosa rapidez, lo hacía bajar hasta que el cinturón
impactaba una y otra vez en el trasero de la Dra. Silvia. Su sonido opaco al
restallar en el culo protegido por la falda, debía causar serios efectos en el
trasero, pero la Dra. Silvia se mantenía firme en no mostrar gesto alguno del
dolor en su trasero. Cualquier chica
saltaría e iría haciendo girar su cuerpo alrededor de quien la azotaba en el
culo, tratando así de escapar.
Ella en cambio
se mantenía quieta mientras el cinturón sonaba una y otra vez al impactar en su
trasero, hasta treinta buenos azotes cayeron sobre su trasero, antes de que el
Sr. Clark se detuviera con el cinturón aun colgando de su mano. Le soltó el brazo y la hizo girarse hacia el
mirándola a los ojos. Tal y como era de esperar, el cinturón había hecho mella
en la muchacha, aunque seguía con aquella mirada altiva, sus ojos estaban
inundados en lágrimas que descendían por su rostro.
(Sr. Clark Miller) -. Bien muchacha! Te vas a subir las
bragas? O continúo azotándote el culo
con el cinturón… Aun no estoy cansado para tu información…
Silvia seguía con
aquella mirada desafiante, pero el trasero debía de arderle considerablemente,
y seguro que le dolía bastante. Pero al sentir la mano izquierda del Sr. Clark
que la volvía a sujetar de la muñeca para levantarle el brazo haciéndola girarse
de nuevo, para seguir calentándole el culo, la muchacha se agacho y se subió
las bragas que las tenía en sus tobillos, ajustándose sus braguitas rosas a su
esbelta cintura, dejando caer su falda al colocarse bien las braguitas.
(Sr. Clark Miller) -. Ves! No cuesta tanto, ahora si te levantas
la falda y la mantienes sujeta a la cintura, volveré a ponerme el cinturón… Si
no… lo vas a sentir de nuevo en el culo… Y bien… Se acabaron las tonterías…?
Claramente el Sr. Clark se le había agotado la paciencia,
y se acercó a la joven con la intención clara de quitarle la falda y así se
acababan las tonterías, pero Silvia en el último momento reacciono subiéndose
la falda sujetándola con sus manos por encima de su cintura. Así quedaba la
muchacha expuesta ante todos mostrando sus bragas rosas de algodón con unos
dibujos de aves volando en relieve, llevaba puestas unas bragas de talle bajo,
por lo que le cubría lo indispensable. Sus mejillas en su rostro le ardían de
lo coloradas que las tenía, podía ser por la vergüenza que sentía, pero aquella
rojez era más por las fuertes bofetadas recibidas.
(Sr. Clark Miller) -. Bien así me gustas mucho más!!! Que seas
una chica obediente! Igual que tus
familiares se han sentido durante estos días humillados por ti, pues al
defender algo que no tenía fundamento alguno, te pusiste hecha un
basilisco! Que hubiera sucedido si
hubieras apagado tu cigarrillo y te hubieras disculpado al director en su
momento? De haberlo hecho, seguramente no habría existido ninguna noticia del
hecho, como mucho se te habría llamado la atención por el director, y la cosa
ahí habría quedado. Muchos de los que estamos en esta sala somos fumadores, no
somos médicos, pero sabemos que los letreros
expuestos en zonas que indican “No Fumar” se deben respetar, y más si es
en un hospital. Por lo tanto ponerte
como una furia e increpar al director en público, no era lo más indicado, y no
contenta montaste todo un escándalo que es conocido por toda la ciudad. Luego
se trata en esta sala de encontrar una solución, sobre todo para salvaguardar
el buen nombre de tus padres y de tu abuelo, personas influyentes en la ciudad
y muy conocidos en el mundo de la medicina internacional, un nombre que
manchaste de forma horrible, lo habitual habría sido aceptar tu castigo, y nos
habríamos marchado todos a casa, en vez de continuar estando en esta sala,
tratando de iniciar tu castigo disciplinario.
Has causado mucha decepción en tu abuelo y tus padres, causándoles el
sufrir una vergüenza que no se merecen de ninguna de las maneras, por esa razón
aún estamos en la fase de inicio de tu castigo, pues debes pasar la misma
vergüenza que les has hecho pasar a ellos y cada vez que intentes rehusar a
pasar esa vergüenza recibirás un castigo extra, que nada tiene que ver con el
que te espera de verdad! Bien pequeña
ahora date la vuelta, y que todos puedan verte el culo estando solo con las
bragas puestas! .-
Silvia continuaba en sus trece de no obedecer, no hizo intención alguna de
darse la vuelta. Por lo que el Sr. Clark tuvo que asirla de las caderas y
hacerla voltearse por la fuerza. -. No
aprendes verdad?
Al darle la vuelta y que mostrara el culo a los presentes
a pesar de llevar las bragas puestas, todos pudieron ver lo colorado que tenía
el culo al asomar media nalga bajo las perneras del elástico de sus braguitas
rosas, ya que apenas le cubrían sus nalgas dada la escasez de sus braguitas,
por tener sus nalgas muy inflamadas. Pudiendo así verle las marcas que había
dejado el cinturón en la base de su trasero, como en sus muslos.
(Sr. Clark Miller) -. Ya te he avisado, que cada vez que te
vuelvas a rebelar serás castigada por rebelarte…
Sorprendió a la joven izándola en vilo, y sentándose en
la silla la acomodo sobre sus rodillas a la muchacha, sin más miramientos por
ella, comenzó a darle una azotaina con el cinturón teniéndola echada en su
regazo dándole fuertes azotes sobre su trasero revestido de rosa por sus
bragas. Había que ver con la fuerza que caía el cinturón una y otra vez sobre
el ya inflamado trasero, antes la falda de alguna forma retenía brevemente el
cinturón, pero ahora la falda la tenía levantada y nada mitigaba la quemazón
que debía producir el pesado cinturón… el cual caía implacable sobre su
indefenso trasero, pues en esta ocasión no forcejeo nada, ni trato de escapar a
los azotes meneando sus caderas. Al ser
liberada y puesta de nuevo en pie de espaldas a todos mostrando su trasero,
este claramente visible se le apreciaba en un tono oscurecido, pasando de
colorado a un tono rojo escarlata.
(Sr. Clark Miller) -. Ahora ha llegado el momento de hacerte una
revisión de tus bragas, así que vuélvete hacia mí y mírame!!! Ni se te ocurra probar de rebelarte de nuevo
o te vuelvo a calentar el culo!!!
En esta ocasión no se rebeló, seguramente los últimos
azotes en su trasero, deberían de haber hecho que sintiera sus efectos más
intensamente, debía de estar demasiado dolorida como para volver a recibir de
nuevo. Al volverse hacia el Sr. Clark,
Silvia tenía sus ojos anegados de lágrimas y sollozaba. La falda al darse la
vuelta se le había bajado cubriendo su entrepierna, pero el Sr. Clark se encargó
de subírsela el mismo de nuevo, y tras sujetársela a la cintura, bajo sus
manos a las caderas, introduciendo sus
dedos índice y anular bajo el elástico de la cinturilla de sus braguitas,
bajándoselas hasta la altura de medio muslo, y palmeándole en el interior de
sus muslos, se los hizo separar, de tal forma que el fondillo de sus braguitas
quedo tenso y expuesto.
(Sr. Clark Miller) -. Para tu vergüenza Silvia. Ahora voy a proceder a revisar tus bragas,
veremos ese fondillo si está bien limpio como solo una señorita debe llevar sus
bragas. Aunque puedo apreciar que están muy húmedas, vamos que diría que las
llevas empapadas de tus fluidos, y no me refiero a que se te haya escapado el
“pipi”… Serás desvergonzada? Había escuchado que hay chicas que les gusta ser
castigadas, incluso el poder observar como otras reciben una azotaina, hace que
se exciten y humedezcan sus bragas llevando el fondillo como tú lo llevas…
Cochina!!! .- Hablaba
con toda la ironía, y una sonrisa socarrona. El sabía perfectamente lo que sucedía,
pero trataba de hacer avergonzar a la Dra. Silvia, hacer creer a los presentes
que a la chica la excitaba el hecho de ser castigada, cuando para él esa
reacción no le resultaba nada desconocida, es más, disfrutaba observando así
como mirar a la joven doctora trataba de
ocultar su rostro llena de la vergüenza, lo inexplicable para ella, era que su
cuerpo reaccionase al pasar por esa experiencia, no comprendía como su cerebro
le gritaba salir corriendo de allí, pero en cambio su cuerpo no la obedecía y
su sexo no dejase de emanar fluidos, manteniendo su cuerpo tembloroso, deseando
volver a ser colocada sobre las rodillas siendo castigada, pero para su
fatalidad, era orgullosa y soberbia no tenía intención alguna de ponérselo
fácil al presidente de accionistas del hospital. -. y resulta más raro aun, que toda una señorita le guste llevar el
sexo depilado como si fuese una niña, lo que hay que ver en este mundo… Bueno señores y señoras, deberían ustedes
poder comprobar por si mismos mis palabras.
La Dra. Silvia vio con sorpresa como el Sr. Clark se
levantaba poniéndose en pie ante ella, su cuerpo se estremeció al pensar que
fuera a sentir de nuevo aquel grueso cinturón en su culo, pues aun lo llevaba
en su mano derecha. Su reacción por primera vez fue ponerse a la defensiva,
cubriéndose el coloradísimo trasero con sus manos. Ella era una mujer inteligente, acababa de
ser regañada por tener sus bragas mojadas, y lo peor de todo es que el muy
cerdo del Sr. Clark no se lo había ocultado a los presentes, todo lo contrario
la había avergonzado teniendo que esconder su rostro, siendo incapaz de dirigir
su mirada a ninguno de los presentes, después de tales palabras ofensivas, como
el regaño que había sufrido ante los accionistas, temió que la volviera azotar
con el cinturón de nuevo. Pero el
orgullo y su soberbia aún no había sido doblegada, y al verle poner en pie,
Silvia temió sentir de nuevo el cinturón en sus doloridas nalgas, cualquier
chica estaría temblando desde la cabeza a los pies, pero Silvia no era cualquier
chica. Al verle ante ella sujetando el cinturón en su mano derecha, levanto su
mirada altiva, mirándole a los ojos, de
sus pupilas fijas en aquel monstruo lanzaba una mirada despectiva como si de
ellos fueran a salir de un momento a otro, rayos lanzándole llamaradas de
fuego.
La escena era
como la de dos luchadores de boxeo, en la que ambos se fulminan con sus miradas
retándose el uno al otro antes de comenzar el combate. Aquella mirada retadora por un momento, hizo
al Sr. Clark Miller sujetar con más fuerza su cinturón empuñado en su mano
derecha, así como avanzar un paso hacia ella con clara indignación al no haber
doblegado todavía aquella fierecilla. Lo peor para aquel ser despiadado, es que
la chica le seguía mirando con aquella mirada de odio, para demostrar que no
había podido con ella, a pesar de que el culo lo tenía en llamas ardiéndole y
dolorido, poco a poco se fue girando hacia la derecha, exponiendo el culo
desnudo al mantener sus braguitas bajadas a la altura de medio muslo, hasta que
quedo su trasero expuesto y listo para que la zurrase de nuevo con el cinturón.
En el silencio
de la sala se podría haber escuchado el rechinar de los dientes, el Fiscal
sentado al lado Thomas Miller, se miraban entre ellos sorprendidos de la osadía
demostrada por la joven doctora. Sonriendo entre ellos, pues daban por supuesto
que el cinturón iba a calentar de nuevo aquel trasero completamente colorado
que presenciaban. Pero ante su sorpresa,
el Sr. Clark Miller lo que hizo fue soltarse el cinturón enrollado en su mano
derecha, dejando caer sonando con un tintineo al caer la hebilla del cinturón
al suelo. Por el extremo que aun sujetaba, fue lentamente pasándolo por las
presillas de su pantalón, hasta que se volvió a sujetar y cerrar la hebilla ajustada a su cintura. Con una calma inusitada que solamente un
hombre seguro de sí mismo era capaz de mantener, demostrando tener una gran
serenidad al ocultar la furia que realmente sentía en su interior, avanzo los
apenas dos pasos que le separaban de la joven, sujetándola de los hombros
sintiendo en sus manos como a pesar de la entereza de la joven doctora, esta,
se estremeció al sentir el peso de sus gruesas y fuertes manos, haciéndola
lentamente que se girarse ante él hasta cruzar nuevamente sus miradas.
(Sr. Clark Miller) -.
Bien pequeña! Muy bien! Así que
te crees muy fuerte dominando tu miedo. Sabes?
Lo mejor que una chica inteligente debe hacer, es saber cuándo ha
perdido y cuando ha ganado una batalla.
Tu esta batalla hace rato que la has perdido, de ser inteligente habrías
aceptado tu derrota, habrías sido castigada, tendrías el culo en llamas y
dolorido como lo tienes, pero todo habría acabado ya!!! Y que es lo que haces? En vez de darte por vencida, haces que piense
que lo que has recibido hasta este momento, y que no es poco, porque tienes el
culo muy dolorido, solo hay que verte como lo tienes, inflamado, más colorado
que un tomate maduro, y con marcas más oscuras moradas, dentro de poco lo
tendrás mucho más dolorido y más morado.
Una chica inteligente se habría dado por derrotada y aceptado las
consecuencias, tú no lo has hecho, pero lo vas hacer…
El Sr. Clark Miller continuo unos segundos manteniendo
aquel cruce de miradas, una cosa estaba clara, no se lo iba a consentir por más
tiempo. Agarrándola por sorpresa sintió como su lóbulo de la oreja
izquierda quería separarse de esta!
Teniendo que inclinar su cuerpo hacia adelante y bajando la cabeza a
nivel con su cintura, así sintió que la obligaban a avanzar adelante. Era tal el dolor en el lóbulo de su oreja,
que no se percató de nada, hasta que cuando se pudo dar cuenta de lo sucedido,
se encontraba echada boca abajo sobre las rodillas del Sr. Clark Miller. Cuando
sintió su lóbulo liberado de la presión, el dolor no había menguado, seguía
sintiendo dolor, pero ahora no era en el lóbulo de su oreja izquierda, si no,
su culo inflamado había comenzado a abrasarla de nuevo, sintiendo un fuego
intenso en él. Había sido tan rápido,
que no vio que había pasado hasta verse echada boca abajo sobre las rodillas,
sintiendo como el culo le abrasaba cada vez más, estaba recibiendo una azotaina
como a una chiquilla, con sus braguitas bajadas. El culo ya dolorido, así como
la azotaina que estaba recibiendo la había pillado de sorpresa, tanto que esta
ocasión no tuvo un segundo para darse cuenta de nada, y cuando se percató de lo
que estaba sucediendo, no pudo concentrarse en nada. Quedando sin aliento ante
el abrasador ardor en sus nalgas desnudas, que la hacía gritar y llorar
desconsolada, al no ver venir lo que iba a suceder, su entereza se desvaneció,
pues solo sentía dolor en su desnudo trasero, y como los azotes rápidos uno
tras otro calentándola en toda la superficie de sus enrojecidas nalgas, desde
el inicio de sus muslos, hasta la parte baja de sus caderas. Acabando derrotada
y pataleando con sus piernas como poseída por el diablo, y su manos tratando en
el aire aferrarse a lo que se le pusiera a su alcance, durante unos
interminables quince minutos estuvo llorando desesperada mientras la azotaina
que estaba recibiendo continuaba sin menguar el ritmo de los azotes, que
cayeron implacables sobre el desnudo culo de la Dra. Silvia. Cuando por fin se sintió liberada, su cuerpo
se deslizo del regazo del Sr. Clark quedando de rodillas y llorando con su
rostro bañado en lágrimas echado sobre el muslo de quien le acababa de dar la
azotaina de su vida. El cepillo de
madera no la desarmo, el cinturón grueso de cuero no pudo con ella, pero una
azotaina con la mano la derroto.
Durante unos minutos
el Sr. Clark Miller el dejo que llorase, luego la hizo levantarse ayudándola a
ponerse en pie. Ya no se mostraba tan
poderosa, toda su entereza la había perdido, sus manos las mantenía posadas
bajo sus nalgas, en el inicio de sus muslos. Sentía que el culo le ardía de tal
manera y le escocia tanto que no se atrevía a sobárselo. Apenas se sostenía por
si misma en pie, era tal el intenso fuego en su culo que solo deseaba poder
echarse a llorar. Pero para el Sr.
Clark Miller aun no había acabado, aun tenía que reducir en ella cualquier
atisbo de su orgullo y su soberbia pudiera guardar en su interior, debía
dejarla totalmente reducida a nada, así se lo había propuesto hacer, y era
justamente lo que haría.
Vencida con
las rodillas semi flexionadas, su cuerpo ligeramente encorvado hacia adelante,
era totalmente incapaz de mantenerse derecha, sentía tanto dolor en su trasero,
que ni mantenerse erguida podía estar. Pero a pesar de todo, el Sr. Clark
Miller el obligo a colocar sus manos sobre la cabeza, y sus bragas que con el
pataleo durante la azotaina se le habían bajado a los tobillos, el mismo se las
subió hasta dejárselas por encima de sus rodillas. Luego sujetándola de la
cintura la ayudo a caminar pasando por delante de todos y cada uno de los miembros
accionistas, sus diecinueve accionistas uno por uno pudo ver como llevaba de
mojadas sus bragas rosas así como el fondillo de las mismas, y como por sus
muslos descendían por su interior las gotas de sus fluidos, que ahora eran más
visibles, así como su sexo depilado se le apreciaba en sus labios exteriores un
brillo por su humedad que no pasó desapercibido. Deteniéndose en el lugar de la mesa ocupado
por sus padres y principalmente donde estaba sentado su abuelo, en un momento
el Sr. Clark Miller le levanto la barbilla a Silvia para que el abuelo la
pudiera mirar a los ojos, mientras ella lloraba avergonzada, al ver el rostro
del abuelo en un momento que se cruzaron sus miradas, el abuelo la pudo ver
completamente derrotada y muy avergonzada de ella misma. Era en mucho tiempo
que veía a su nieta derrotada de aquella manera.
(Sr. Clark Miller) -. Sr.
Cayetano tal y como me comprometí con usted, aquí tiene a su nieta, espero que
su honor dañado por esta irresponsable haya quedado reparado.
(Sr. Cayetano) -. Gracias Clark! No podía esperar menos de ti, y mi nieta va
aprender que no se puede ofender el honor de la familia sin tener su justo
castigo. Pero ahora solo nos resta que
esta desvergonzada de mi nieta, no le queden ganas de volver a recuperar su
ego. Han llegado a mis oídos noticias de
una casa privada, en la cual la disciplina es aplicada de manera férrea. Que a ella has llevado a tus hijas y algunas
de tus empleadas, me gustaría llevar a mi nieta a esa casa, sabes a quien debo
dirigirme para que la admitan? El dinero no es problema, dime cuanto me va a
costar.
(Sr. Clark Miller) -. No
se preocupe Sr. Cayetano. Yo personalmente me ocupo de todo, y no se preocupe
por el coste, corre todo por mi cuenta lo hare encantado y me ocupare de los
gastos, le devolverán a su nieta hecha toda una damisela. Ahora mismo se viste
y me la llevare conmigo, en mi empresa le proporcionare el uniforme que a
partir de hoy deberá llevar, por lo tanto no necesitara equipaje…. Ya has oído desvergonzada!!! Súbete las
bragas y arréglate la falda, nos vamos!!!
Aquellas
palabras le resultaron baldías, vacías, sin voz. Por lo que había escuchado iba a volver a una
especie de internado, una casa donde la disciplina se aplicaba con firmeza, a
jovencitas descarriadas o ello es lo que se llegó a imaginar. Lo que no imagino es que mientras por su
mente rondaban esas ideas, estaban esperando por ella a que se arreglase las
braguitas y bajase la falda. Cuando
quiso darse cuenta ya era tarde, el Sr. Clark se tomó aquella preocupación en
su mente, como un nuevo desplante de su rebeldía. Volvió a la realidad del tiempo al verse
inclinada hacia adelante bajo el brazo izquierdo, sintió que sus pies se izaban
del suelo, lo siguiente que pudo sentir era como su ardiente y dolorido trasero
le volvía a doler de nuevo intensamente, estaba recibiendo unos nuevos azotes
mientras de fondo escuchaba como era regañada…
(Sr. Clark Miller) -. Está
visto que esta desvergonzada no está dispuesta aprender a obedecer, pero va a comprender
inmediatamente que rebelarse no es algo que le favorezca en absoluto.
Mientras sentía como el culo le abrasaba recibiendo
nuevos azotes, en ellos había algo distinto le ardían de forma diferente,
cuando vio una sombra ante ella. Era el Sr. Clark quien estaba en frente de
ella regañándola, entonces quien la mantenía bajo su brazo y calentándole el
culo de nuevo…?
Poco después
sintió como sus braguitas le eran subidas, y el brazo que la sostenía la soltó.
Al permanecer bajo aquel brazo desconocido, y sentirse liberada estuvo a punto
de caer al suelo, pero sus pies volvieron apoyarse en el suelo y trastabillando
tuvo que apoyar su mano derecha en la mesa, recuperando así el equilibrio. Entonces fue cuando la vio, quien le había
dado aquella azotaina había sido su madre, se estaba calzando el zapato en su
pie derecho. Silvia en ese instante
recordó aquellos zapatos de suela flexible que solía utilizar su madre, tenía
desde joven los pies sensibles, y por ello utilizaba zapatos de suela delgada y
flexible, en sus recuerdos le vinieron imágenes de las veces que su madre le
había dado azotainas de niña, con aquellos zapatos, acababa de recordar lo
mucho que dolían aquellos condenados zapatos, al ser muy flexibles sin apenas tacón.
Miraba a su madre
como abandonaba la sala, mientras se sobaba el culo con las dos manos por
encima de la falda. Entonces fue cuando sintió la presión de una mano que la
cogía de la muñeca izquierda y tiraba de ella sin contemplaciones haciéndola
andar hacia la misma puerta de salida. Era el Sr. Clark quien la llevaba de la
mano por los pasillos, casi iba tirando de ella, pues le costaba llevar el paso
firme y rápido hacia la salida del Hospital, mientras Silvia andaba con claras
dificultades por el dolor en el culo, con su mano derecha se lo iba sobando.
Durante el trayecto hacia la salida todas las personas que habían en los
pasillos la vieron pasar llorando, y como se sobaba el trasero. Para su vergüenza la llevaba el Sr. Clark por
el pasillo de acceso principal, teniendo que pasar por el vestíbulo, Silvia
deseo que se la tragase la tierra de la vergüenza que tuvo que pasar al
salir. Por si aquello no bastara, luego
una vez en el exterior tuvieron que esperar a que la limusina del Sr. Clark
llegase a recogerlos, mientras la gente se detenía a mirarla al no comprender
porque lloraba aquella joven, excepto quienes la conocían que era la Dra.
Cayetano, estos se paraban ante ella viéndola como se sobaba el culo, era muy
deducible saber porque lloraba y se sobaba el culo con vigorosidad. Silvia
avergonzada tuvo que aguantar aquellas sonrisas de sus conocidos, así como los
susurros jocosos al pasar a su lado.
Al aparecer la
limusina se subió a ella en compañía del Sr. Clark Miller, ella se acomodó
sentándose de costado en el asiento tras el habitáculo del conductor y viendo
que el Sr. Clark ocupo el otro asiento trasero, se hecho de costado, quedándose
traspuesta durante el trayecto.
Minutos después
habían llegado a su destino, el Sr. Clark bajo del vehículo y ofreciéndole la
mano, se prestó ayudarla a bajar. Una vez salido del vehículo, Silvia sintió
como unas terribles punzadas en sus nalgas la obligaron a encorvarse hacia
adelante y llevarse sus manos al trasero sobándoselo con fricción. El Sr. Clark la sujeto de la mano derecha
haciéndola dejar de sobarse el culo, y tirando de ella la llevo hacia el
ascensor. Al entrar al ascensor y este
ascendía.
(Sr. Clark Miller) -. Jovencita! Más te vale que cambies esa
expresión de tu rostro. No te conviene para nada volver a ser arrogante… o
antes de que salgas de este edificio te voy a enseñar lo que ocurre a las
desobedientes. Y no creo que te guste que te caliente el culo de nuevo,
verdad? Cambia esa expresión de tu cara…
Las puertas del ascensor se abrieron, el Sr. Clark
caminaba a buen paso hacia la sala de supervisores, mientras la Dra. Silvia
caminaba algo rezagada intentando mostrar entereza, y que nadie se percatara de
su estado. Pero prácticamente todas las administrativas
o detectives, habían sentido en sus carnes el castigo, y sabían cómo se sentía al
caminar estando dolorida. Pero Silvia
desconocía ese hecho, no sabía que en ese edificio los castigos era un método
de disciplina muy común y asiduo, resultaba extraño el día que una o varias
chicas o chicos fueran castigadas/os.
Poco después entraban en una sala de espera con varias sillas, en las
cuales aguardaba una chica de unos veinte años sentada, con su rostro
claramente triste y preocupada.
(Sr. Clark Miller) -. Silvia! Pasa y siéntate mientras hablo con la Sra.
Ingrid. Buenos días Pilar! Que has hecho esta vez? No respondas y entra
conmigo al despacho! .- Abrió la puerta de la izquierda que
era el despacho de la Sra. Ingrid, entrando en él y aguardando que la chica llamada
Pilar entrase tras él. La puerta quedo cerrada. -. Y… bien pequeña sinvergüenza, que ha ocurrido para que tu delegado
te haya enviado. Entrégame esa
nota! Vaya! Es la tercera vez que llegas
tarde esta semana, Pilar porque siempre te sucede lo mismo? Como se puede llegar tarde tres días
seguidos, viviendo en el edificio de enfrente? -. El Sr. Clark ando unos
pasos hasta la silla que estaba en la pared de enfrente a la mesa, sentándose
en ella. haciéndole una seña con la mano derecha, le indico a Pilar colocarse a
su costado derecho. .- Bien muchacha
bájate las bragas! y súbete la falda sujetándola…
Pilar
asustada se bajó las braguitas a la altura de las rodillas y se subió la falda
mostrando la intimidad de su sexo, la muchacha se encontraba muy avergonzada al
dejar su sexo expuesto de aquella manera, no era habitual que al ser castigada
debiera mostrarse, pero no se encontraba ante el Sr. Adams o ante su esposa,
era una persona temida y más respetada de la empresa y tenía sus propios métodos
cuando se ocupaba de algunas empleadas, y Pilar era una de ellas.
(Sr. Clark Miller) -. Ya veo como estas sinvergüenza! Cuantos
días llevabas sin recibir una azotaina?
Estas tan mojada que tu sexo emana como una fuente! Una simple azotaina
no bastara para corregirte esta vez. .- Colocándola sobre sus rodillas boca abajo, una vez
acomodada. Su mano derecha busco tanteando tras el respaldo de la silla,
encontrando lo que buscaba. Como por arte de magia apareció un cepillo de
madera en su mano, con el cual comenzó a azotarle el culo a la joven, en unos
minutos bastaron para que Pilar rompiera a llorar a la desesperada, el cepillo
no tardo más de unos diez minutos, para ponerle su pequeño trasero de color
morado. .- Ya puedes salir y volver a tu
puesto desvergonzada…
Desde afuera en la sala de espera, Silvia había escuchado
como la chica berreaba llorando mientras recibía la azotaina. Al abrirse la
puerta Silvia vio salir a Pilar subiéndose las bragas, al pasar ante ella aún
no se las había subido por detrás, así que pudo verle lo morado que llevaba el
culo y como las bragas lo cubrían al subírselas, así como salir de la sala
sobándose el culo con las dos manos y llorando del dolor. En ese instante Silvia se dio cuenta que
clase de personas iban a controlar su vida desde ese momento, y no resultaba
nada halagüeño para ella… Mientras había estado sola en la sala, había
permanecido sentada de costado para no apoyar el culo directamente sobre la
silla, pero ver a aquella chica llamada Pilar y como le había puesto el culo,
hizo que se sentase correctamente a pesar del dolor. Durante unas dos horas tuvo que permanecer
sentada en aquellas incomodas butacas, hasta que por fin la Sra. Ingrid
apareció por la puerta, saludando a la joven Doctora entro en su despacho donde
aún aguardaba el Sr. Clark Miller. Los cuales estuvieron conversando durante
una hora, Silvia en esos momentos ya ni se sentía el culo, lo tenía como
adormecido tras tres horas sentada esperando.
Por fin la puerta se abrió, saliendo el Sr. Clark marchándose dejando en
la sala a Silvia. Pasados unos minutos
la puerta volvió a abrirse apareciendo ante Silvia la Sra. Ingrid.
(Sra. Ingrid Adams) -. Así que tú eres la famosa Dra. Silvia
Cayetano! Te acuerdas de mi pequeña?
Ven entra tenemos mucho que hacer, lo primero será bañarte.
Silvia se levantó
de la silla, en ese instante su trasero le pareció que tenía vida propia, pues
hasta ese instante lo tenía como adormecido, aunque le dolía bastante. Pero al
levantarse fue horrible para ella, miles de fuertes pinchazos aparecieron en
ese instante, y el trasero le dolía horrores, teniendo que apoyar sus manos en
la pared para evitar caerse al suelo. Recuperando su entereza se puso derecha
levantando la cabeza y manteniéndola erguida y orgullosa. Pero al intentar dar
un primer paso, los temblores se centraron en sus piernas, ya que al avanzar
dando su primer paso, sintió nuevamente aquellos pinchazos en su culo,
dificultándole el avanzar erguida, viéndose forzada a encorvar su cuerpo y
sujetándose el trasero con ambas manos pudo avanzar hasta entrar al despacho.
(Sra. Ingrid Adams) -. Ya me ha advertido Clark que te ha dado
una buena zurra, no me extraña que tengas esas dificultades al caminar. Habría
sido más aconsejable para ti desvergonzada, que no te hubieras mostrado tan
soberbia y orgullosa. Te habrían dado una bien, pero que bien dada buena tunda…
menos cháchara y desnúdate!!! Veamos cómo te han puesto el culo!!! Te bañaras y
te proporcionare el uniforme que llevaras durante una temporada, ten por seguro
que cuando vuelvas a tu casa serás una damisela, y no una serpiente dispuesta a
clavar esos colmillos como hasta ahora!
Esa blusa fuera… y el sujetador igual… ahora quítate esa falda. Vaya! Esas son las braguitas que se llevan
ahora? Las echaras de menos mucho tiempo. Tienes suerte que el culo lo tienes
en ese estado… Si no, te daba ahora mismo una buena azotaina por guarra!!! Mira
como llevas las bragas de mojadas cochina!!! Bájatelas y quítatelas!!! En esa puerta tienes un baño, aséate rápido y
no me hagas entrar a por ti…!!!
Veinte minutos después salía del baño envuelta en una
toalla, de la cual fue despojada dejándola como vino al mundo. Lo primero que
la Sra. Ingrid le entrego fue una blusa azul turquesa, como sus pechos eran
erguidos como cualquier jovencita, no le fue entregado un sujetador. Lo
siguiente fueron unas bragas que la misma Sra. Ingrid se las puso
ajustándoselas a su cintura, eran las clásicas bragas de algodón blancas con
dibujos de florecillas de color verde de fondo y el tallo de color marrón,
dichos colores hacían resaltar siendo sus braguitas más destacables, unas
bragas blancas solo destacaría la blancura, con los dibujos resultaba más
pudorosas el llevarlas, y el mostrarlas producía más vergüenza, de ahí que
fueran así, se buscaba la vergüenza que producía que se las pudieran ver bajo
sus cortas faldas, al ser de pernera baja cubriéndole el culo y
de talle alto cubriéndole no solo el culo, también sus caderas hasta el
ombligo, luego una corta falda gris perla tableada, que cubría justo por debajo
de su entrepierna y en su trasero dejaba al descubierto la base de sus nalgas
siendo visibles sus bragas. Una vez vestida con los complementos de unos
calcetines blancos y zapatos tipo Merceditas Silvia quedo perfectamente vestida
para pasar revista. Minutos después
salía del despacho, encontrándose en la sala de espera con siete chicas
esperando afuera. Marie Nelson, Yuni Lee, Rose Mery Anderson, Vanessa
Rodríguez, Luisa Fernández, Carmen López, y Jessica Frank…
(Sra. Ingrid Adams) -. Bien ya veo que estáis todas preparadas,
en breve vendrán a recogeros y llevaros a donde vais a vivir a partir de hoy,
dadle recuerdos a la Sra. Myers!!!
En ese instante apareció entrando a la sala Helen Smith,
sentándose en una de las sillas, quedando Marie intrigada al verla entrar en la
sala y como tomaba asiento.
(Continuará…)
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